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Teoría Sociopolítica y Educación

APELLIDO Y NOMBRE: Martínez, Oscar Alejandro

AÑO Y MES de cursada: 6ta Julio - 22

Este trabajo final consiste en una sopa de letras que contiene diez conceptos centrales de esta materia, que deberán
encontrar y definir desde la bibliografía aportada por la cátedra. Las palabras pueden estar escritas en horizontal (de
derecha a izquierda o de izquierda a derecha), en vertical (de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba) o en diagonal
(en cualquier sentido).

N D I S C I P L I N A R I A S
C A P E R N T Y U N B V F I L
M D N Y A C S X N F U M N N Z
D L G G A L P O N P Ñ M O O F
P A S B M U I O R E J I I M T
A U T F C S O N D D C P T E A
R G I X U I P Z N A A T Y G R
M I E L D O E T Z R T T N E A
A C C R D N R I Z O N S E H R
R X A E E A N O U B R A E E S
E X R T D T A G A R U T L U C
T D V Y E R C V H K M D F G V

PALABRAS Y SUS CONCEPTOS/DEFINICIONES:

Estado
Comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e
independiente políticamente de otras comunidades.
Existe un Estado nacional cuando determinados agentes se apropian en forma exclusiva de este recurso estratégico de
poder que es el uso o amenaza de uso de la violencia física legítima, es decir, socialmente reconocida. Para ejercer este
monopolio construyó una serie de aparatos represivos institucionalizados: el ejército para la defensa contra el enemigo
exterior y la policía para garantizar el orden en el interior de un determinado territorio. Para sostener estas instituciones
y el resto de los aparatos gubernamentales, el Estado fundó un sistema de recaudación de impuestos. Pero, casi al
mismo tiempo en que se crean los aparatos de defensa y aseguramiento del orden, las élites dominantes de los Estados
modernos muestran un interés por la constitución de otro aparato: el aparato educativo del Estado.
El Estado argentino regula mediante reglas o reglamentos y leyes, mediante ministerios y secretarias de educación,
tanto la educación pública como privada. El docente debe saber que una cosa es el plano normativo que se concreta en
los preceptos legales y otro es el plano de lo que efectivamente acontece en cuanto a la intervención efectiva del
Estado, a través de sus aparatos de gobierno en los procesos y prácticas educativas.

Poder
“El poder es, en general, la capacidad de asegurarse el cumplimiento de obligaciones por parte de las unidades de un
sistema de organización colectiva, en el cual las obligaciones son legítimas en base a su relevancia para el logro de
objetivos..." (Parsons, T., 1987: 64) “El poder es una ventaja generalizada o un recurso dentro de la sociedad. Debe
ser dividido o distribuido, pero también debe ser producido y tiene funciones colectivas, así como distributivas. Es la
capacidad de movilizar los recursos de la sociedad para el logro de fines para los cuales ha habido, o puede haber, un
compromiso 'público' general" (Parsons, T., ídem: 67). El Estado, como gran centro de construcción y de ejercicio del
poder, cubre todo el espacio y es un activo generador de centros de poder dentro y fuera de su propia estructura.
Cada clase o fracción de clase dispone o puede disponer de sus propios centros de poder en cualquiera de los campos
aludidos. Con algunas excepciones, al menos teóricamente, no se puede garantizar a una clase la “posesión de por
vida” de un determinado centro de poder, incluido total o parcialmente el mismo aparato del Estado.
Hegemonía
Supremacía que un estado o un pueblo ejerce sobre otro.
La hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida: nuestros
sentidos y dosis de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo. Es un
vivido sistema de significados y valores fundamentales y constitutivos que en la medida en que son experimentados
como prácticas parecen confirmarse recíprocamente. Por lo tanto, es un sentido de la realidad para la mayoría de de la
sociedad.
Desde el punto de vista de su acción y efectos sobre el individuo, es un proceso que recorre toda la vida; un proceso
que se inicia con nuestro advenimiento al mundo; un mundo que se nos presenta como el único posible, tanto en el
plano de lo material como el de las representaciones. Como se ve, el concepto de hegemonía comprende el campo de
los fenómenos a que alude el concepto de “socialización”, con el cual es manifiestamente incompatible.
Por otra parte, desde el punto de vista del movimiento general de la sociedad, la hegemonía consiste en el logro y
mantenimiento del consenso activo de las clases subordinadas en pos de un proyecto “nacional”, es decir, en beneficio
de “toda” la nación, de “todo” el pueblo. En este sentido la hegemonía se construye y se mantiene mediante la acción
de organismos públicos y privados. Estos “aparatos” (la escuela, los medios de comunicación, las instituciones
culturales, científicas, los partidos políticos, los sindicatos, etc.) son centros de poder ideológico y en su gran mayoría
campos de lucha ideológica.
Por su acción masiva y sistemática durante toda la vida o durante períodos singularmente significativos para la
conformación de la conciencia de los individuos, la escuela y los medios de comunicación constituyen los “aparatos de
hegemonía” de mayor relevancia. Al respecto, cabría aclarar que, desde el punto de vista que venimos sustentando,
lejos de competir entre sí en lo que hace a sus respectivas influencias sobre las personas sus actividades confluyen y se
complementan. Si bien la familia no puede ser incluida como uno de los “aparatos”, es claro que cumple una función
crucial para la constitución y mantenimiento de la hegemonía.

Disciplinaria
Conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo o
una colectividad en una profesión o en una determinada colectividad.
Cada sistema social establece sus criterios de existencia. En los Estados nacionales, la existencia es existencia
institucional y el paradigma de funcionamiento son las instituciones disciplinarias. En este sentido, la vida individual y
social transcurre en ese suelo, es decir, en la familia, la escuela, la fábrica, el hospital, el cuartel, la prisión. Ahora bien,
estas instituciones apoyaban en la meta-institución Estado-nación. Y ese apoyo era el que les proveía sentido y
consistencia integral. Pero la articulación institucional no terminaba ahí. Los dispositivos disciplinarios (la familia y la
escuela, por ejemplo) organizan entre sí un tipo específico de relación.
No hay instituciones disciplinarias sin Estado-nación, no hay escuela nacional sin Estado-nación.
Sin mayores precisiones, tomamos aquí por disciplinaría cualquier institución que satisfaga estricta o laxamente ciertos
requisitos. Los tres procedimientos constitutivos de las instituciones disciplinarias o de encierro son: la vigilancia
jerárquica, la sanción normalizadora y el examen.

Galpón
La velocidad del mercado amenaza la consistencia ya fragmentada de las instituciones, nacidas para operar en terrenos
sólidos. De esta manera sin función ni capacidad a priori de adaptarse a la nueva dinámica, se transforman en galpones.
Esto es, en un tipo de funcionamiento ciego a la destitución de la lógica estatal y a la instalación de la dinámica de
mercado. Vale decir que esta ceguera compone un cuadro de situación donde prosperan suposiciones que no son tales,
subjetividades desvinculadas, representaciones e ideales anacrónicos, desregulaciones legitimadas en nombre de la
libertad, opiniones varias, etcétera. Se trata, en definitiva, de configuraciones anómicas que resultan de la destitución
de las regulaciones nacionales, de reductos hostiles donde la posibilidad de producción vincular deviene, a priori,
imposible.
Un viejo problema de los docentes era cómo ir más allá de lo instituido, cómo ir más allá de dictar clase, cómo salir del
aula como espacio burocrático, rutinario, autoritario, etcétera. Estamos de nuevo en la lógica del Estado, de la cual hay
que ir más allá. Pero el galpón es otra cosa. En el galpón, el problema es ante todo cómo se instituye algo, y no cómo se
va más allá de lo instituido. Para esto, uno de los problemas es que no hay reglas institucionales más o menos precisas.
En el aula tomada como situación y no como parte de una institución se ponen reglas para compartir, para operar, para
habitar y no leyes trascendentes que rijan de antemano. En condiciones de galpón, la única institución es la precariedad
de la regla compartida, y no la ley trascendente. La regla es inmanente, precaria, temporaria, se pone para un fin, no
preexiste, no se supone, es más regla de juego que ley del Estado.
Subjetivamente, lo requerido para habitar un galpón es que varíe el estatuto de la ley.
Entonces, la serie de situaciones que un individuo va atravesando no obedece a una ley; lo único que tienen en común
todas las situaciones es tener reglas, pero las reglas no son casos particulares de una ley. Recordemos que la ley es
trascendente y la regla es inmanente; se puede transgredir la ley, pero no se puede transgredir una regla, porque la regla
es regla de juego. Entonces, la escuela no tiene que administrar localmente leyes generales, sino que tiene que
establecer reglas específicas para estar ahí. Una situación para el galpón argentino.

Etnizacion
Entiendo por etnizacion el proceso en el cual unas poblaciones son constituidas y se constituyen como “grupo étnico”.
Los procesos de territorialización constituyen trayectorias sociales complejas en las historias de las naciones y pueblos,
en ese sentido, su abordaje representa una articulación necesaria con el área de historia. Constituyen también procesos
significativos para los agrupamientos humanos que disputan un espacio de localización de sus etnicidades; o que
articulan intereses a través de complejas redes barriales, locales y supralocales; o que construyen y derriban fronteras
relacionadas con el acceso diferencial a los bienes y servicios.
Los procesos de etnización pueden ser definidos como tipos de marcación de alteridad basados en divisiones en la
cultura y construidos históricamente. Así como la nación constituye el marco central de la experiencia social y de la
conformación de los actores políticos, las etnicidades, así como los movimientos etnopolíticos en torno a los que se
organiza las experiencias políticas de muchos pueblos originarios, se construyen también allí a través de la experiencia
histórica de lucha, oposición y diferenciación social.

Cultura
Entendemos a la “cultura”, como conjuntos de conocimientos y esquemas de percepción, pensamiento y acción, que no
constituyen conjuntos “dados”, sino que son parte de procesos dinámicos -y no exentos de contradicciones- de
producción simbólica que caracterizan las representaciones y las prácticas de los grupos sociales.
Hablar de cultura en singular significa referirse a un modo de vida o una tradición que prevalece por encima de las
otras culturas, tal como sucede con una cultura nacional que, entendida como monocultura, supone una construcción
que demarca fronteras y establece límites con sus mitos de origen, una tradición común, una memoria y una identidad
que describe, define y separa el “nosotros” del “ellos” (nacional vs. extranjero; nativo vs. migrante; europeo vs.
indígena; europeo vs. negro). Es así que frecuentemente grandes grupos que forman parte de nuestra sociedad se
mantienen culturalmente silenciosos y no son reconocidos. Un modo fragmentario de la práctica social se atribuye para
sí el papel de ser “la” cultura. De este modo, la diversidad se encuentra restringida a lo que algunos grupos definen
como “cultura común”, que se limita, cuando lo hace, a mencionar “las contribuciones de las minorías”, como las
mujeres, los inmigrantes, los Pueblos Originarios, etc., marcando la permanencia de las jerarquías vigentes.
Nuestra perspectiva intercultural propone que para alcanzar la afirmación y el respeto de la diversidad en la escuela es
necesario que todos sean reconocidos como iguales en dignidad y en derecho, a fin de lo cual debemos también
cuestionar los mecanismos sociales que jerarquizan a los grupos e individuos diferentes en superiores y dominantes y,
en inferiores y subalternos. Esto también incluye comprender que el conjunto continuo que relaciona identidades y
diferencias forma parte de aquello que comúnmente es descripto a través de lo que comprendemos por diversidad
cultural. En los significados de la diversidad cultural es posible identificar algunos argumentos que señalan sus
potencialidades y que, a veces, pueden constituirse en su límite también. Desde una perspectiva crítica, consideramos
que una pedagogía y un currículum democráticos deben comenzar con el reconocimiento de las diferentes situaciones
sociales y repertorios culturales presentes en las aulas y de las relaciones de poder que existen entre ellos. El
currículum debe partir del reconocimiento de estas diferencias, ya que es en la heterogeneidad cultural que se puede
identificar temas, conceptos y proposiciones relacionados a las identidades culturales en las cuales los alumnos y
alumnas se “reconocen”. A este fin es fundamental crear las condiciones necesarias para que todas las personas
participen en la creación y recreación de significados y valores.

Inclusión
De forma lenta pero creciente, los educadores están reconociendo que los estudiantes en las escuelas presentan no sólo
diferencias de procedencia en cuanto a la clase social sino también diferencias culturales como etnia, religión, género,
generación, lengua o capacidades especiales y que, por otra parte, esta diversidad debe estar representada, de alguna
forma, en los lineamientos de la política educativa y en los currículos escolares. En este sentido, también es posible
observar un movimiento de resurgimiento de las identidades regionales que no son inmutables e invariables sino, por el
contrario, son producto de todo un constructo histórico particular en un espacio geográfico determinado, a partir de los
cuales, diferentes grupos o conjuntos poblacionales, se diferencian.
La inclusión es un proceso democrático integral que involucra la superación efectiva de las condiciones políticas,
económicas, sociales y culturales que producen históricamente la exclusión.
la inclusión educativa es un proceso que se construye en oposición a las fuerzas y tendencias que históricamente han
producido y aún producen la negación del derecho a la educación de los más pobres y excluidos.

Exclusión
Las sociedades contemporáneas son sociedades que han internalizado los mecanismos de vigilancia. Siendo la
expulsión sin reingreso la modalidad de exclusión social, la subjetividad actual deviene controlada. Pero esa
subjetividad no es efecto de un panóptico exterior que vigila, sino de la amenaza de exclusión que controla. El conjunto
de las instituciones de vigilancia forma parte de una red articulada por el Estado-nación. Esta red consiste en un
tramado de relaciones transferenciales que instituye un tipo de subjetividad capaz de habitar todas y cada una de las
instituciones. Es el Estado-nación el que impone un lenguaje común al conjunto de las organizaciones. De esta manera,
cada agente de vigilancia interviene sobre una serie de marcas ya aseguradas.
Excluidos de hecho y de derecho, los sectores más pobres han visto diluirse sus oportunidades educativas en un arsenal
de dispositivos y argumentaciones mediante las cuales se justifica su baja o nula presencia en los ámbitos educativos. A
comienzos del siglo XXI, esta situación cambió de manera notable.
La exclusión es una relación social y no un estado o posición en la estructura institucional de una determinada sociedad

Igualdad
Condición o circunstancia de tener una misma naturaleza, cantidad, calidad, valor o forma, o de compartir alguna
cualidad o característica.
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Sin lugar a dudas, una de las conquistas democráticas más destacadas de esta proclama ha sido
incorporar y reconocer la educación universal, gratuita y obligatoria como un derecho humano fundamental.
Los principios de igualdad y libertad con los que se inicia la Declaración “Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los
unos con los otros”
La importancia que la Declaración Universal de los Derechos Humanos posee para el diseño de una política educativa
democrática no siempre ha sido debidamente reconocida y ponderada, particularmente por aquellos grupos,
movimientos y organizaciones que luchan por la defensa del derecho a la educación en los países más pobres.
Sorprendentemente, tampoco por aquellos gobiernos que, en América Latina, durante la última década, han iniciado
procesos de reforma y reestructuración que aspiran a revertir la herencia de exclusión y desigualdades que dejaron sus
antecesores neoliberales y conservadores.
Haber nacido negro, negra o indígena en cualquier país de América Latina y el Caribe aumenta las probabilidades de
estar excluido de la escuela, o de tener acceso a una escolaridad profundamente degradada en cuanto a sus aspectos
pedagógicos. A esto se suma un aspecto que, relacionado con la pobreza, tiene sin embargo rasgos específicos: la
desigualdad. La distribución del ingreso es, en América Latina, la más injusta del planeta. Aun cuando la pobreza
disminuya, los niveles de desigualdad se mantienen inalterados o descienden más lentamente que los de miseria y la
indigencia.
Un sistema educativo pobre y desigual es el correlato inevitable de sociedades que avanzan según un modelo de
desarrollo que genera un enorme número de pobres y una brutal y estructural desigualdad. Es esta combinación de
pobreza y desigualdad la que hipoteca el derecho a la educación de las grandes mayorías, y convierte las cada vez más
amplias oportunidades educativas de las minorías en un verdadero privilegio.

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