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001 - El Amparo Laboral
001 - El Amparo Laboral
LABORAL
G A C E TA
constitucional
EL AMPARO LABORAL
PRIMERA EDICIÓN
MAYO 2012
2,740 ejemplares
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Erika Cuadros Grados
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PRESENTACIÓN
histórico-social y legal del amparo en nuestro país, lo cual sirve de base para
efectuar algunas conceptualizaciones, como son la definición del proceso de
amparo, los derechos fundamentales, el contenido constitucionalmente pro-
tegido del o de los derechos invocados, el derecho al trabajo, y el contenido
constitucionalmente protegido del derecho al trabajo, entre otros aspectos.
Posteriormente, se emprende la tarea de revisar lo concerniente a las
principales y más importantes disposiciones referidas al proceso de amparo
contenidas en el Código Procesal Constitucional. De esta manera, se revisa
lo referente a la finalidad del proceso de amparo, los principios del proceso
de amparo regulados expresamente y los que no lo han sido, los supuestos
de procedencia e improcedencia del proceso de amparo, la procedencia del
amparo frente a actos basados en normas legales y contra resoluciones judi-
ciales, las causales de improcedencia del proceso de amparo, la inexistencia
de etapa probatoria en el proceso constitucional de amparo, entre otros as-
pectos.
En este caso, no solo se ha examinado el Código Procesal Constitu-
cional a la luz de la doctrina más relevante y de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, también se ha efectuado un exhaustivo análisis de todos los
temas controvertidos y cuestionados, y cómo es la manera en que deben ser
enfocados y tratados a efectos de adecuado encausamiento del proceso de
amparo y de la apropiada tutela de los derechos fundamentales.
Seguidamente, en la obra se efectúa un extenso análisis de lo que
supone el amparo como fuente interpretativa y –en algunos casos– normativa
en el Derecho del Trabajo, abarcando con amplitud todos los aspectos neu-
rálgicos de dicha especialidad.
Sobre esto último, no podemos dejar de mencionar la importancia de la
jurisprudencia, pues esta ha sido muy abundante; lo que no quiere decir que
sea acertada en todos los casos. Si bien es cierto existen fallos que consi-
deramos muy atinados, existen otros tantos equivocados, siendo lo más la-
mentable la inconsistencia e inseguridad jurídica que generan. Pero, inde-
pendientemente a ello, esto ha hado lugar a que podamos estudiar casi todas
las instituciones del Derecho del Trabajo, sea individual, colectivo y hasta ad-
jetivo.
Pues bien, lo expuesto es el andamiaje sobre el que se basa la presente
obra. Y es en ese contexto que su objetivo primordial es dar a conocer, de
manera especializada, lo que constituye el proceso de amparo en materia
laboral en nuestro país, siendo que su importancia se realza no solo porque
estamos ante uno de los primeros libros –si no el primero– que aborda esta
materia, sino también porque el tratamiento que se le ha dado combina la
doctrina, la legislación, la jurisprudencia y, sobre todo, la experiencia del autor
en litigios sobre el particular.
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CAPÍTULO I
Marco histórico y conceptualizaciones
sobre el amparo
1 Decimos esto, a pesar de que podría decirse que el amparo nace en esencia con la Ley N° 2223
de 1916, que permitía la tutela de derechos distintos a la libertad individual.
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No es hasta finales del año 2001, con el fin del truculento Gobierno de
Alberto Fujimori Fujimori, el establecimiento de un Gobierno de transición di-
rigido por Valentín Paniagua y tiempo atrás con el fallo de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos que ordenó la restitución de los magistrados
cesados irregularmente, que se restituye de alguna manera la esencia de las
garantías constitucionales, sobre todo del amparo, pues el Poder Judicial y
el Tribunal Constitucional han visto de cierto modo su retorno a los tiempos
de independencia, adquiriendo un verdadero protagonismo que, al margen
de los cuestionamientos, nos deja en claro que las garantías constitucionales
efectivamente tienden a la protección de derechos fundamentales.
Y en este caso, la promulgación del Código Procesal Constitucional en
el año 2004 supone la construcción de la piedra angular sobre la que se
erigen los derechos fundamentales, pues en la práctica sus disposiciones de-
terminan cuál es la protección que se les da a ellos, es decir, establece en
qué casos resulta viable acudir al proceso de amparo.
En esa medida, actualmente, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
ha resultado fundamental para el entendimiento del Derecho, y en especial
del Derecho del Trabajo, pues los pronunciamientos del Supremo Intérprete
de nuestra Constitución –excediéndose o no– han incidido de manera deter-
minante, al punto que ha creado Derecho, al establecer mediante las deno-
minadas “sentencias normativas” supuestos jurídicos no contenidos en la ley;
incluso ha rediseñado muchas instituciones del Derecho del trabajo.
2 Anteriormente a ello, la institución del hábeas corpus, vigente en nuestro país desde finales del
siglo XIX, protegía –aunque de manera limitada– otros derechos distintos al de la libertad indi-
vidual. Asimismo, existieron normas que, aunque no hacen referencia al amparo, regulaban una
sustancia parecida, tal como ocurre con la Ley N° 2223 de agosto de 1916, la Constitución de
1993, el Decreto Ley N° 17083 de octubre de 1968 y el Decreto Ley N° 20554 de marzo de 1974.
Un estudio sobre los antecedentes nacionales del amparo puede verse en: ABAD YUPANQUI,
Samuel. El proceso constitucional de amparo. Segunda edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2008,
p. 45 y ss.
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3 El texto original del artículo 6 de la Ley N° 23506, establecía que: “No proceden las acciones de
garantía:1) En caso de haber cesado la violación o la amenaza de violación de un derecho cons-
titucional, o si la violación se ha convertido en irreparable; 2) Contra resolución judicial emanada
de un procedimiento regular; y 3) Cuando el agraviado opta por recurrir a la vía judicial ordinaria.
Posteriormente, en mérito al artículo 2 de la Ley N° 25011, se incorporó el numeral 4 que establecía
que: “No proceden las acciones de garantía: (...); 4) De las dependencias administrativas,
incluyendo las empresas públicas, contra los Poderes del Estado y los organismos creados por la
Constitución, por los actos efectuados en el ejercicio regular de sus funciones.
Finalmente, en virtud al artículo 1 de la Ley N° 27053, se modificó el numeral 2 de la Ley N° 23506,
indicándose que: “No proceden las acciones de garantía: (...); 2) Contra resolución judicial o ar-
bitral emanadas de proceso regular”.
Como es fácil advertir, la Ley le concedía al agraviado la posibilidad de recurrir al amparo o a la vía
ordinaria para la protección de sus derechos. En buena cuenta, ello quería decir que “esta causal
de improcedencia operaba cuando el accionante del amparo, por propia decisión, había acudido
previamente a interponer una acción judicial por ‘vía paralela’, lo que tornaba inviable recurrir
ulteriormente al amparo. En cambio, si resultaba pertinente acudir primero al amparo y luego,
de ser necesario, a la vía judicial ‘ordinaria’ para la protección del mismo derecho amenazado
o vulnerado” (EGUIGUREN PRAELI, Francisco José, “El amparo como proceso ‘residual’ en el
Código Procesal Constitucional peruano. Una opción riesgosa pero indispensable”. En: Anuario
de Derecho Constitucional Latinoamericano. México D.F., 2007, pp. 372 y 373).
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de amparo contra el Estado. Dicha norma se ‘justificó’ por el deseo del Go-
bierno de suspender a través de la interposición del recurso de casación la
ejecución de un fallo que le había sido desfavorable. Se trataba de la sen-
tencia de la Corte Suprema del 20 de agosto de 1992 que declaró fundado
el amparo presentado por Credisa y otras empresas contra el Gobierno, con
motivo de la eliminación del ‘cértex’, un beneficio tributario concedido a los
exportadores. En la práctica, significaba el ‘archivamiento’ del caso hasta que
el Tribunal de Garantías Constitucionales volviera a instalarse”5.
Lamentablemente, esta norma era la expresión de la corrupción ins-
talada en nuestro sistema de administración de justicia, pues como afirma
Abad Yupanqui, “la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema, ante
la interposición de estos recursos de casación, se limitaba a concederlos sin
evaluar su validez constitucional, es decir, sin disponer la inaplicación del
Decreto Ley N° 25721 al caso concreto por ser manifiestamente inconstitu-
cional (control difuso), pese a que tenía atribución para hacerlo (...). No debe
sorprender que la Corte Suprema haya concedido estos recursos –pese a no
estar en funciones el Tribunal de Garantías Constitucionales y tratarse de una
norma inconstitucional–, condenando al demandante victorioso al archivo de
sus aspiraciones, pues muchos de sus integrantes fueron designados por el
Poder Ejecutivo luego del 5 de abril”6.
Esta triste situación se ahondó cuando el “instalado ya el Congreso Cons-
tituyente Democrático (CCD), una ley constitucional de 9 de enero de 1993
declaró la vigencia de la Carta de 1979 así como la de los decretos leyes ‘en
tanto no sean revisados, modificados o derogados por el Congreso Consti-
tuyente Democrático’. Una declaración de tal naturaleza permitió la subsis-
tencia de tales dispositivos pese a ser manifiestamente inconstitucionales,
más aún pues el Poder Judicial se limitaba a aplicarlos”7. Esta norma, así
como otros decretos leyes inconstitucionales fueron derogados expresamente
con la Ley N° 26453, Ley Orgánica del Tribunal Constitucional.
A continuación, entró en vigencia la Constitución Política de 1993. Esta
carta magna reiteró en esencia la regulación contenida en la Constitución
de 1979, salvo básicamente un tema puntual: la imposibilidad de recurrir en
amparo frente a normas legales. No obstante, la propia jurisprudencia del
Tribunal Constitucional ha interpretado el texto constitucional, coligiendo que
en determinados casos sí corresponde a acudir a la vía constitucional, como
por ejemplo en caso de las normas autoaplicativas discriminatorias.
Lo relevante de todo ello es que la Constitución Política de 1993 y, en
concreto, su artículo 200, ha dado lugar a un importante desarrollo legislativo.
5 Ibídem, p. 69.
6 Ibídem, pp. 69 y 70.
7 Ídem.
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3. Conceptualizaciones
El amparo es un proceso jurisdiccional que busca –primordialmente– la
protección de los derechos calificados como fundamentales, distintos a los tu-
telados por el hábeas corpus o el hábeas data, cuando estos han sido trans-
gredidos o se encuentran en riesgo de serlo por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona.
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8 LANDA ARROYO, César. “El amparo en el nuevo Código Procesal Constitucional peruano”. En:
Anuario Latinoamericano de Derecho Constitucional. Tomo I, Uruguay, 2005, p. 363.
9 ABAD YUPANQUI, Samuel. “El proceso constitucional de amparo en el Perú: un análisis desde la
Teoría General del Proceso”. En: Boletín Mexicano de Derecho comparado. N° 85, México D.F.,
2006.
10 En México se le atribuye el carácter de “juicio”; en la Argentina se le denomina “acción”; mientras
que en España se le denomina “recurso”.
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11 ABAD YUPANQUI, Samuel. El proceso constitucional de amparo. Ob. cit., pp. 100 y 101.
12 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Derechos fundamentales y procesos constitucionales. Grijley, Lima,
2008, p. 6.
13 PÉREZ LUÑO, Antonio Enrique. “Sobre los valores fundamentadores de los derechos humanos”.
En: El fundamento de los derechos humanos. Debate, Madrid, 1989, p. 288.
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17 Ibídem, p. 91.
18 TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. En: AA. VV. La Constitución comentada. Gaceta Jurídica, Lima,
2005, p. 512.
19 Ídem.
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que coincide con las propuestas en los párrafos anteriores, empero, consi-
deramos que es importante precisar que para que la libertad de trabajo pueda
ser efectiva, el Estado está obligado a garantizar el ejercicio y la protección
de este derecho concediendo los mecanismos tutelares pertinentes.
Con respecto a la segunda dimensión, en la sentencia recaída en el Exp.
N° 1124-2001-AA/TC, criterio que ha sido reiterado en diversos pronuncia-
mientos, el Supremo Intérprete de nuestra Carta Magna, ha indicado que “el
contenido constitucionalmente protegido del derecho al trabajo implica dos
aspectos: por un lado, el de acceder a un puesto de trabajo, y, por otro, el
derecho a no ser despedido sino por causa justa. El primer aspecto, supone
la adopción por parte del Estado de una política orientada a que la población
acceda a un puesto de trabajo, según las posibilidades del Estado. El segundo
radica en la proscripción de ser despedido, salvo que medie una motivación
justificada o se indemnice”.
Para nosotros, el primer aspecto no solo implica el impedimento para la
imposición de medidas restrictivas de acceso a un trabajo, supone también
el derecho del trabajador –y la obligación del empleador– de ser empleado
efectiva y adecuadamente, así como el derecho a poder desarrollarse y crecer
dentro de su empleo y de acceder a mejores condiciones laborales, poder as-
cender y tener un mejor estatus laboral; por consiguiente, este primer aspecto
no se agota solo en la concreción de no establecer acciones que impidan o
limiten el acceso a un trabajo, va más allá, extendiéndose a la etapa de em-
pleabilidad concediéndole al trabajador el derecho al mejoramiento de lo ya
obtenido.
En lo que concierne al segundo aspecto, este busca erradicar todas
aquellas prácticas que tengan por objeto terminar una relación laboral de
manera injustificada, de modo que estamos frente al derecho del trabajador
a no ser despedido si es que no media una causa debidamente justificada
legalmente, siendo la protección que se otorga en este caso puede ser de
dos tipos: resarcitoria o indemnizatoria, ello en función de cada caso en
concreto. El desarrollo jurisprudencial con respecto a esto último es bastante
amplio, y daremos cuenta de él más adelante cuando veamos lo referente a
la adecuada protección contra el despido arbitrario.
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CAPÍTULO II
El proceso de amparo de acuerdo
con el Código Procesal Constitucional
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23 Así lo hemos manifestado el otro trabajo. Al respecto, ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. “Las
remuneraciones dejadas de percibir a consecuencia del cese, ¿debe ser concedidas vía proceso
de amparo cuando se dispone la reposición? En: Actualidad Empresarial. N° 240, Lima, 2011,
p. VI-6.
24 ALEXY, Robert. “Sistema jurídica, principios jurídicos y razón práctica”. En: Doxa. N° 5, Alicante,
1988, p. 144.
25 ALONSO GARCÍA, Manuel. Derecho del Trabajo. Tomo I, Bosch, Barcelona, 1960, p. 247.
26 Ibídem, p. 19.
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Ahora bien, el proceso constitucional está regido por una serie de prin-
cipios que recoge, entre otros, el artículo III del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional, como son los principios de dirección del proceso,
gratuidad en la actuación del demandante, economía, inmediación y sociali-
zación procesales.
Este tiene como premisa que el juez oriente y encamine el proceso hacia
la solución más justa posible. Una clara manifestación de este principio es la
prueba de oficio, caso en el cual, en la búsqueda de un fallo ecuánime, el juez
solicita el ofrecimiento de medios probatorios adicionales, lo cual no supone
el favorecimiento a alguna de las partes.
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Este principio informa que el magistrado que conoce del proceso debe di-
rigirlo tratando de reducir al máximo los actos procesales, sin que ello afecte
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28 PORRAS LÓPEZ, Armando. Derecho Procesal del Trabajo. José M. Cajica, Puebla, 1956, p. 186.
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29 DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría General del Proceso. Tomo I, Universidad, Buenos Aires, 1985, p. 35.
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iniciar determinado litigio, por lo que es necesario que se le brinden todas las
garantías tendientes a facilitar el accionar del justiciable en las demoras de
los plazos y diligencias de los órganos jurisdiccionales. Por ello, conforme se
expresa en la mencionada casación, el contenido constitucionalmente pro-
tegido del derecho a la justicia determina que, en caso de duda por la exis-
tencia de dos disposiciones o de una disposición con dos formas posibles
de ser comprendidas, se prefiera la norma que optimice el ejercicio de tal
derecho fundamental. A partir de ello, la Sala Suprema habla del principio
pro actione como aquel que debe evocarse en la garantía de la dilación de
los procesos jurisdiccionales, a fin de garantizar el principio de acceso a la
justicia.
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37 DE BERNARDIS, Luis Marcelo, citado por TICONA POSTIGO, Víctor. Análisis y Comentario al
Código Procesal Civil. Tomo I, tercera edición, Grijley, Lima, 2005, p. 8.
38 MONROY GÁLVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. Palestra, Lima, 2007, p. 454.
39 MONROY GÁLVEZ, Juan. “Debido proceso y tutela jurisdiccional”. En: La Constitución comentada.
Análisis artículo por artículo. Tomo II, Gaceta jurídica, Lima, 2006, p. 497.
40 Vide: <www.pj.gob.pe/servicios/diccionario/diccionario_detalle.asp?codigo=915>.
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41 Para la verificación sobre si alguna decisión cumple con los parámetros de razonabilidad en
atención al respeto del debido proceso material, el Tribunal Constitucional ha establecido
algunas reglas sobre el juicio de proporcionalidad que podrán aplicarse, tales como el examen de
idoneidad, adecuación o aptitud de la medida sancionadora, el juicio de necesidad o valoración
de los medios alternativos existentes y el análisis de la proporcionalidad en sentido estricto. Al
respecto, ARELLANO MORI, Luis. “El derecho fundamental al debido proceso sustantivo en el
despido laboral peruano”. En: Derechos laborales, derechos pensionarios y justicia constitucional.
II Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
SPDTSS, Arequipa, 2006, pp. 566 y 567.
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50 Mario Pasco Cosmópolis señala que: “El retardo de la justicia, ya de por sí reprobable en los
litigios comunes, adquiere otra dimensión y otros matices cuando se trata de los derechos del
trabajador que afectan su dignidad y su propia personalidad” (PASCO COSMÓPOLIS, Mario. “La
celeridad procesal: ¿un desideratum, una entelequia?”. En: Actualidad del Derecho del trabajo. En
celebración del 90 aniversario de la OIT. Homenaje al profesor Juan Rivero Lamas, ex Secretario
General de la Academia. AIADTSS-De Iure, Lima, 2009, p. 255).
51 ERMIDA URIARTE, Óscar. “La celeridad procesal laboral”. En: Actualidad del Derecho del trabajo.
En celebración del 90 aniversario de la OIT. Ob. cit., p. 237.
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asumirse de que lo aportado por las partes es veraz en la medida que se de-
muestre lo contrario. De esta forma, si alguna de las partes puede acreditar
que cierto hecho se sustenta en hechos falsos, este principio quedaría de
lado, dando paso a lo real y certero.
Debemos recalcar que otra acepción válida del principio de veracidad es
aquella que señala que en virtud de él “el juez está en el deber de buscar la
verdad auténtica, más allá de la verdad aparente o procesal, consideramos
que para ello es indispensable que cuente con amplias facultades, no para
actuar solo en la periferia del proceso, sino para conducirlo en lo sustancial y
erigirse en el protagonista”52.
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60 MONROY GÁLVEZ, Juan. Temas de proceso civil. Studium, Lima, 1987, p. 222.
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61 ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. Precedentes de observancia obligatoria en materia laboral. Análisis,
comentarios y crítica a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la República y del
Tribunal Constitucional. Jurista, Lima, 2010.
62 PAREDES PALACIOS, Paúl. “Las presunciones como sucedáneos de los medios probatorios”.
En: Aportes para la reforma del proceso laboral peruano. SPDTSS, Lima, 2005, p. 180.
63 OBANDO BLANCO, Víctor Roberto. “Teoría general de la prueba”. En: Jus Doctrina & Práctica.
N° 10, Lima, 2008.
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cual el juez deberá abordar cada una de las pruebas vinculándolas unas a
otras a efectos de generar el esquema que respaldará su decisión final.
Sobre el particular, la Corte Suprema de Justicia de la República ha ma-
nifestado que es principio le “impone al juez la obligación de valorar todos los
medios probatorios en forma conjunta utilizando su apreciación razonada,
pues las pruebas en el proceso sea cual fuera su naturaleza están formando
una secuencia integral; por ende, es responsabilidad del juzgador reconstruir
sobre la base de los medios probatorios, los hechos que den origen al con-
flicto, por lo que, ninguna prueba deberá ser tomada en forma aislada,
tampoco en forma exclusiva, sino en su conjunto, dado que, solo teniendo
una visión integral de los medios probatorios se puede sacar conclusiones en
busca de la verdad que es el fin del proceso”64.
Además de lo expuesto, la valoración de la prueba importa que se haga
sobre la base de las reglas de la sana crítica, es decir, que se efectúe alejada
de cualquier subjetivismo y tomando en cuenta, cuando corresponda, el
contexto jurídico, social, económico, histórico, entre otros.
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67 VESCOVI, Enrique. Teoría General del Proceso. Segunda edición, Temis, Bogotá, 1999, p. 60.
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que hayan altas probabilidades de que ocurra, sino que se requiere que no haya
dudas acerca de la producción de un hecho o una omisión, y que, a su vez, no
existan dudas que estos van a vulnerar el derecho fundamental alegado.
Es por esa razón que el Tribunal Constitucional ha manifestado que “la
agresión por amenaza de un derecho constitucional se produce cuando se
pone en peligro la vigencia o el ejercicio de un derecho constitucional”.
Acertadamente se ha dicho que la “virtualidad de la garantía ante estas
situaciones no es solo evitar que la situación de amenaza llegue a convertirse
en una violación efectiva, sino en hacer desaparecer la amenaza misma por
constituir esta, en cuanto tal, un impedimento al pleno ejercicio de los de-
rechos constitucionales amenazados”68.
En esta línea, coincidimos con el Tribunal Constitucional cuando afirma
que “en ese sentido, la finalidad de los procesos constitucionales es evitar
que la situación de amenaza llegue a convertirse en una violación efectiva, y,
además, hacerla desaparecer”.
El acotado artículo se refiere a la efectiva violación de un derecho, es
decir, ya no estamos en el escenario de una amenaza sino en un estado más
avanzado, como es la materialización de esa amenaza o sencillamente la
fáctica conculcación del derecho fundamental.
En este supuesto, la protección ya no estará dirigida a que cese la
amenaza de violación y que esta no llegue a producirse, sino a que la efectiva
vulneración del derecho no continúe, retomando el derecho el estadio que os-
tentaba antes de su vulneración.
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intervenir una vez que se haya comprobado que no existe otra vía igualmente
satisfactoria para la tutela del derecho invocado, es decir, se hace imperio-
samente necesario saber qué es lo que nos ofrecen las vías ordinarias, y si
y solo si estas no ofrecen una protección satisfactoria más eficaz o al menos
igual que el amparo, entonces es recién que se deberá acudir a este proceso
constitucional.
Ahora bien, pero para que el proceso de amparo sea improcedente no
solo basta que exista al menos una “vía procedimental específica”, será ne-
cesario además que dicha vía sea “igualmente satisfactoria” para la pro-
tección del derecho invocado.
Es decir, no basta que sea similarmente satisfactoria, sino que deberá
ser idénticamente satisfactoria. Es por ello que “la sola existencia en la vía or-
dinaria de un proceso judicial no constituye, per se, un motivo suficiente para
desestimar una pretensión que también podría promoverse en el amparo.
Y es que, a continuación, es preciso que se verifique si es que existiendo
un proceso ordinario, acaso este no pueda dispensar una tutela igualmente
satisfactoria a este proceso constitucional, ya sea por la existencia de ele-
mentos objetivos que no permitan que el proceso ordinario brinde una tutela
pronta y efectiva, ya porque no existiendo dichos impedimentos objetivos en
el proceso ordinario, sin embargo, las circunstancias propias del caso justi-
ciable exigen sin mayor dilación un pronunciamiento jurisdiccional a través
del proceso de amparo”78.
En esa línea, el Código Procesal Constitucional no indica si la “sa-
tisfacción” a que se hace referencia es solo con respecto al resultado del
proceso, o con relación a todo el proceso.
Definitivamente no es lo primero, esto es, la satisfacción no se mide solo
con respecto al resultado del proceso, sino con relación a todo el proceso y a
las garantías que este le presta al demandante.
En efecto, “la protección que se brinda viene definida al menos por los
dos siguientes elementos: un elemento temporal y un elemento de eficacia.
En lo que respecta al primero de ellos, se ha de reparar en que el amparo es
un proceso constitucional que no solo se muestra idóneo para alcanzar la sal-
vación del derecho constitucional, sino que además es apto para alcanzarla
en un breve plazo, es decir, se trata de un proceso sumario”79.
En este sentido, si bien la protección proveniente del proceso de amparo
debe ser la idónea y, por lo tanto, el resultado del proceso es determinante,
consideramos que no es menos importante el hecho de que el proceso
mismo se caracterice por garantizar precisamente esta idoneidad, lo cual en
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gran medida se logra con la sumariedad del proceso, en tanto que la eficacia
no depende únicamente de la forma de tutela, sino también de que esta sea
oportuna.
Sin embargo, hay una excepción a esta causal de improcedencia, que
es cuando existe urgencia para la protección del derecho invocado. Y es que
si bien es cierto que pueden existir vías procedimentales específicas, pro-
bablemente igualmente satisfactorias para la protección del derecho, no es
menos cierto que la situación urgentemente particular pueda dar lugar a que
el amparo se convierta en la vía idónea para que en ella se ventile la contro-
versia.
Efectivamente, “los procesos constitucionales tienen como característica
la sumariedad y residualidad, entre otras, pero tienen también la particu-
laridad de estar destinados para casos de tutela de urgencia. De esta manera
se puede entender a la urgencia como aquella situación en la que por ex-
cepción [se] puede ingresar a resolver el fondo en situaciones de necesidad,
a pesar de que la demanda fue rechazada liminarmente, cuando por ejemplo
razones de edad avanzada o enfermedad grave aconsejen un pronuncia-
miento de fondo inmediato. En estos casos la vida, la integridad física y la
dignidad de la persona pueden estar por encima del derecho de defensa del
demandado”80.
Ahora bien, la pregunta que uno deberá formularse a efectos de saber
si está dentro de la causal de improcedencia del amparo es la siguiente: ¿la
idoneidad del amparo deberá ser determinada en función de cada caso en
concreto o está previamente establecida por la ley o la jurisprudencia?
En principio, esta operación deberá realizase en función de cada caso
concreto, y en mérito a las situaciones particularidades que se presentan en
cada uno de los casos, pues solo así podrá saberse si existen o no vías pro-
cedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la protección del
derecho en cuestión.
Sin embargo, es de recalcar que el Tribunal Constitucional ha quebrado
esta regla, al punto de establecer predeterminadamente qué casos no pueden
ser llevados a cabo mediante proceso de amparo, tal como ocurrió con la
sentencia del Exp. N° 0206-2005-PA/TC, en donde se discute acerca de la
vía procedimental igualmente satisfactoria para la protección del derecho al
trabajo y derechos conexos en el régimen laboral privado y en el régimen
laboral público.
En esta sentencia, si bien el Tribunal Constitucional no define lo que cons-
tituye el concepto de “vías procedimentales específicas, igualmente satisfac-
torias”, ello no le ha supuesto impedimento para determinar materialmente
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EL PROCESO DE AMPARO DE ACUERDO CON EL CÓDIGO PROCESAL CONSTITUCIONAL
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OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
(...).
En efecto, la libertad sindical y el derecho de sindicación reconocidos
por el artículo 28, inciso 1 de la Constitución (Exp. N° 0008-2005-PI/TC,
fundamentos 26, 27 y 28), e interpretados conforme a la Cuarta Dis-
posición Final y Transitoria de la Constitución y al artículo V del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, imponen la obligación
estatal de adoptar las medidas necesarias y apropiadas para garantizar
a los trabajadores y empleadores el libre ejercicio del derecho de sindi-
cación e impedir todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la
libertad sindical, tales como condicionar el empleo de un trabajador a
que no se afilie o a que deje de ser miembro de un sindicato; o despedir
a un trabajador o perjudicarlo en cualquier forma a causa de su afiliación
sindical o a su participación en actividades sindicales fuera de las horas
de trabajo o, con el consentimiento del empleador, durante las horas de
trabajo (artículo 11 del Convenio N° 87 de la OIT, sobre libertad sindical y
protección del derecho de sindicación, artículo 1 del Convenio N° 98 de
la OIT, relativo a la aplicación de los principios del derecho de sindicación
y de negociación colectiva).
(...).
En la misma línea argumentativa, en el citado Expediente N° 0008-
2005-PI/TC, se dejó establecido que la libertad sindical no solo tiene una
dimensión individual, relativa a la constitución de un sindicato y a su afi-
liación, sino también una dimensión plural o colectiva que se manifiesta
en la autonomía sindical y en su personería jurídica (fundamento 26).
Esta dimensión de la libertad sindical se justifica por cuanto el artículo
3.1 del Convenio N° 87 de la OIT, anteriormente citado, precisa que las
organizaciones de trabajadores tienen el derecho de elegir libremente a
sus representantes, de organizar su administración y sus actividades y
formular su programa de acción, en tanto que el artículo 1.2 del Convenio
N° 98 de la OIT, como ya se dijo, establece la protección a los traba-
jadores sindicalizados contra todo acto que tenga por objeto despedirlo
o perjudicarlo de cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical o
por su participación en actividades sindicales.
(...).
Por lo tanto, debemos considerar que la libertad sindical, en su di-
mensión plural o colectiva, también protege la autonomía sindical, esto
es, que los sindicatos funcionen libremente sin injerencias o actos ex-
ternos que los afecten. Protege, asimismo, las actividades sindicales que
desarrollan los sindicatos y sus afiliados, así como a los dirigentes sin-
dicales, para garantizar el desempeño de sus funciones y que cumplan
con el mandato para el que fueron elegidos. Sin esta protección no sería
posible el ejercicio de una serie de derechos y libertades, tales como el
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81 En sede laboral hasta hace unos meses existía pleno consenso para el pago de las remuneraciones
y beneficios laborales devengados en el caso de los trabajadores repuestos mediante proceso de
amparo; sin embargo, en mérito a la desafortunada sentencia en Casación N° 2712-2009, la Corte
Suprema de Justicia de la República ha señalado que es infundada la demanda que pretende ello,
pues para que exista contraprestación (remuneración) debe haber previamente una prestación
(trabajo), lo cual consideramos que es totalmente desacertado, pues la inacción del trabajador no
se debió a su voluntad, sino a un acto inconstitucional e ilegítimo del empleador. Para mayores
detalles acerca de nuestra posición, sugerimos revisar: ÁVALOS JARA, Oxal. “Las remuneraciones
dejadas de percibir a consecuencia del cese, ¿deben ser concedidas vía proceso de amparo
cuando se dispone la reposición?”. En: Actualidad Empresarial. Nº 240, Lima, 2001, p. VI-4 y ss.
82 En efecto, el artículo 40 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral establece que: “Al de-
clarar fundada la demanda de nulidad de despido, el juez ordenará el pago de las remuneraciones
dejadas de percibir desde la fecha en que se produjo, con deducción de los periodos de inactividad
procesal no imputables a las partes. Asimismo, ordenará los depósitos correspondientes a la com-
pensación por tiempo de servicios y, de ser el caso, con sus intereses”. Por su parte, el artículo 54
del Reglamento de la Ley de Fomento del Empleo, indica que: El periodo dejado de laborar por
el trabajador en caso de despido nulo, será considerado como de trabajo efectivo para todos los
fines, incluyendo los incrementos que por ley o convención colectiva le hubieran correspondido al
trabajador, excepto para el récord vacacional. El récord vacacional que quedó trunco con ocasión
del despido, a elección del trabajador, se pagará por dozavos o se acumulará al que preste con
posterioridad a la reposición”.
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83 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Comentarios al Código Procesal Constitucional. Ob. cit., Tomo I, p. 317.
84 RTC Exp. N° 00439-2007-PA/TC.
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EL PROCESO DE AMPARO DE ACUERDO CON EL CÓDIGO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Esta causal exige que para que proceda el amparo, deben haberse
agotado las vías previas, es decir, debe haberse puesto fin regularmente a
los procedimientos administrativos establecidos en la ley para la solución de
los conflictos jurídicos, dado que estos puede otorgar una solución similar a
la que se pretenda obtener con la demanda de amparo. Además, esto supone
concederle al presunto agresor, la posibilidad de enmendar su agresión y de
revisar sus propios actos, solucionando con ello de manera más eficiente y
célere el conflicto de intereses.
Y esto es totalmente lógico y razonable, pues si se tiene que el amparo
es un mecanismo de tutela de última ratio, solo podrá acudirse a él en la
medida que ya no exista cómo obtener protección, siendo absurdo que se
acceda al amparo cuando existe –al menos– la posibilidad de armonizar la si-
tuación conflictiva.
No obstante, es pertinente indicar que esta regla se rompe si hay suma
urgencia para la protección del derecho invocado, pues las formas jamás pre-
valecerán sobre el fondo del asunto, máxime si la agresión del derecho cons-
titucional podría devenir en irreparable.
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88 MONTOYA MELGAR, Alfredo. Derecho del Trabajo. Vigésimo cuarta edición, Tecnos, Madrid,
2003, p. 761.
89 STC Exp. N° 0338-96-AA/TC.
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EL PROCESO DE AMPARO DE ACUERDO CON EL CÓDIGO PROCESAL CONSTITUCIONAL
los medios probatorios que no requieren actuación”. Sin embargo, dicho texto
resulta ser ciertamente impreciso, pues no refleja la verdadera voluntad del le-
gislador, ya que la actividad probatoria en sede constitucional no es compleja,
es decir, solo se podrá sustentar una afirmación a través de la prueba auto-
suficiente. Esta clase de prueba corresponde a aquella de la que brota una
verdad inconstrastable, inmediatamente identificable para el juzgador, la cual
no requiere de un complejo análisis para el descubrimiento de la verdad.
Como hemos precisado anteriormente, “existen medios probatorios que
necesitan de actuación probatoria y otros que no la requieren. Los primeros
son aquellos que sustentan un pedido, pero que por su naturaleza necesitan
ser evaluados, examinados o analizados de forma exhaustiva y profunda, en
otras palabras acreditan un hecho pero no de forma determinante. Por otro
lado, los medios de prueba que no requieren de actuación probatoria son
aquellos que sostienen y respaldan de forma definitiva, concluyente o cate-
górica un hecho; por tal razón, no son susceptibles –por lo infructuoso que re-
sultaría– de una valoración exhaustiva y profunda”92. En virtud de lo expuesto,
queda claro que solo cuando las demandas que se ventilen en los procesos
de amparo sean sustentadas en medios de prueba que no requieran de ac-
tuación probatoria, los procesos de amparo serán declarados procedentes,
generando con ello que se analice la cuestión de fondo de cada uno de los
expedientes.
Ahora bien, lo dicho es importante, porque a partir de la idea vertida es
posible identificar algunos medios de prueba como: a) con necesidad de ac-
tuación probatoria, las que necesariamente requieren de una etapa probatoria
como en el proceso ordinario laboral o el proceso de conocimiento civil; y
b) sin necesidad de actuación probatoria, que son las que encajan perfec-
tamente en lo que estipula el artículo 9 del Código Procesal Constitucional.
En este sentido, la ausencia de etapa probatoria en los procesos consti-
tucionales implica que en ellos no es posible que el juez constitucional pueda
valorar una prueba compleja en una etapa exclusivamente para ello, por lo
que las demandas sustentadas en pruebas complejas o con necesidad de ac-
tuación probatoria necesariamente deberán ser declaradas improcedentes, ya
que no se ajustan a los requerimientos del proceso constitucional, debiendo
trasladarse dicha demanda a un proceso que sí tenga etapa probatoria.
Trasladadas estas consideraciones al proceso de amparo, compren-
deremos la restricción impuesta para la incorporación de elementos proba-
torios autosuficientes en el carácter sumario del proceso, justificado en la na-
turaleza misma de los derechos recurridos; en efecto, al tratarse de derechos
fundamentales, estos requieren de una pronta resolución, pues en caso de
92 ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. “Las actas de inspección laboral como medios de prueba fehacientes
en los procesos de amparo”. En: Jus Jurisprudencia. N° 3, Lima, 2008, p. 411.
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83
CAPÍTULO III
El amparo como fuente interpretativa
y –en algunos casos– normativa en el
Derecho del Trabajo
95 PLÁ RODRÍGUEZ, Américo. Los principios del Derecho del Trabajo. Tercera edición, Depalma,
Buenos Aires, 1998, p. 14.
96 ALONSO GARCÍA, Manuel. Derecho del Trabajo. Ob. cit., p. 247.
97 GAMARRA VÍLCHEZ, Leopoldo. “Los principios del Derecho procesal del trabajo”. En: Aportes
para la reforma del proceso laboral peruano. SPDTSS, Lima, 2005, p. 26.
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
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OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
Decreto Legislativo N° 910, regula y menciona a este principio, pero nuevamente para el ámbito de
la inspección del trabajo. Finalmente, la Ley N° 26636, Ley Procesal del Trabajo, que pronto será
derogada totalmente, hace referencia al “principio de veracidad” al que algunos erróneamente han
confundido con el de primacía de la realidad, lo cual evidentemente no es correcto, pues ambos
principios tienen fines distintos, siendo el primero de ellos uno que determina una presunción,
mientras que el segundo determina un hecho concreto no rebatible.
102 STC Exp. N° 3710-2005-PA/TC, f. j. 4.
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
afirma Javier Neves Mujica, “mientras que la disposición está permitida, la re-
nuncia no”103.
Este principio se halla situado en el numeral 2 del artículo 26 de nuestra
Carta Magna como uno de los principios fundamentales de toda relación laboral.
Sobre el particular, el Supremo Intérprete de nuestra Constitución ha in-
dicado que “el principio de irrenunciabilidad de derechos prohíbe los actos
de disposición del trabajador, como titular de un derecho, que está sujeto al
ámbito de las normas taxativas que, por tales, son de orden público y con vo-
cación tuitiva a la parte más débil de la relación laboral”104. En este sentido,
este principio “tiene por objetivo proscribir que el trabajador renuncie a sus
derechos laborales reconocidos por la Constitución y leyes vigentes en su
propio perjuicio, en aras de resguardar sus intereses en la relación laboral,
dado que al trabajador se le considera la ‘parte débil’ de la relación laboral”105.
Igualmente, ha precisado que “la irrenunciabilidad solo alcanza a
aquellos derechos reconocidos por la Constitución y la ley; no cubre, pues, a
aquellos provenientes de la convención colectiva de trabajo o la costumbre.
(...). La irrenunciabilidad de los derechos laborales proviene y se sujeta al
ámbito de las normas taxativas que, por tales, son de orden público y con vo-
cación tuitiva a la parte más débil de la relación laboral. [L]a norma taxativa
es aquella que ordena y dispone sin tomar en cuenta la voluntad de los
sujetos de la relación laboral. En ese ámbito, el trabajador no puede ‘des-
pojarse’, permutar o renunciar a los beneficios, facultades o atribuciones que
le concede la norma”106.
Complementando lo dicho, ha afirmado que “el hecho de que se produzca
una sucesión normativa en materia laboral no puede ser considerado como
una vulneración del principio de irrenunciabilidad de derechos en materia
laboral, pues dicho principio tiene por finalidad evitar que el trabajador re-
nuncie a sus derechos laborales reconocidos por la Constitución y la ley”107.
El Tribunal Constitucional en reiteradas sentencias ha manifestado que
la irrenunciabilidad de derechos opera solo frente a los derechos reconocidos
y concedidos por la Constitución y la ley, mas no los que tienen otro tipo de
fuente, pues ello es lo que ordena nuestra Carta Magna108.
103 NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho del Trabajo. Ara, Lima, 2001, p. 125.
104 STC Exp. N° 0008-2005-PI/TC, f. j. 24.
105 STC Exp. N° 0008-2008-PI/TC, f. j. 97.
106 STC Exp. N° 0008-2005-PI/TC, f. j. 24.
107 STC Exp. N° 0008-2008-PI/TC, f. j. 102.
108 Constitución Política del Perú
“Artículo 26.- En la relación laboral se respetan los siguientes principios:
(...).
2. Carácter irrenunciable de los derechos reconocidos por la Constitución y la ley.
(...)”.
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
109 En efecto, en esta sentencia el supremo intérprete de nuestra Constitución, manifestó lo siguiente:
“Al respecto, este Supremo Colegiado entiende que dicho acto jurídico no contraviene ni infringe
el principio de irrenunciabilidad de derechos de los trabajadores toda vez que, según lo alegado
por los propios recurrentes, dicho acto jurídico no tiene como plataforma una relación laboral,
es decir, no se celebra en el contexto de una relación laboral en el que las partes de dicho acto
coinciden con las calidades de empleador y empleado, y en el que el objeto constituya una
cesión de derechos laborales; muy por el contrario, dicho acto jurídico tiene como plataforma
la autonomía de la voluntad de las personas para ceder y adquirir un derecho litigioso cuyo
contenido, al intervenir un tercero ajeno a la relación laboral (la empresa Frigorífico Alianza
S.A.C. - Cesionario), se convierte en uno de índole netamente civil. En razón de ello, al no estar
incurso dicho acto jurídico dentro de la prohibición de renuncia a los derechos laborales de los
trabajadores, la declaratoria de improcedencia del pedido de desestimiento de cesión de derechos
no vulnera derecho constitucional alguno de los recurrentes; motivo por el cual la demanda debe
ser desestimada”.
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OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
normas distintas para resolver un mismo conflicto jurídico. En este caso, por
el carácter tuitivo del Derecho del trabajo del cual se desprenden sus prin-
cipios, el director del proceso deberá elegir siempre la que le resulte más pro-
vechosa al trabajador, dejando de lado las demás.
Lamentablemente, el desarrollo jurisprudencial de este principio ha sido
muy escaso, y solo podemos encontrar algunos bosquejos expresados por el
Tribunal Constitucional acerca de la regla in dubio pro operario.
Al respecto, se ha dicho que “nuestra Constitución exige la interpretación
favorable al trabajador en caso de duda insalvable sobre el sentido de una
norma, vale decir que se acredite que a pesar de los aportes de las fuentes
de interpretación, la norma deviene indubitablemente en un contenido incierto
e indeterminado”110. A este respecto se ha indicado que “la noción de duda
insalvable debe ser entendida como aquella que no puede ser resuelta por
medio de la técnica hermenéutica”111.
En esta misma línea, se ha precisado que “el principio in dubio pro
operario será aplicable cuando exista un problema de asignación de signi-
ficado de los alcances y contenido de una norma. Ergo, nace de un conflicto
de interpretación, mas no de integración normativa. La noción de ‘norma’
abarca a la misma Constitución, los tratados, leyes, los reglamentos, los con-
venios colectivos de trabajo, los contratos de trabajo, etc”.
Finalmente, el Tribunal Constitucional considera que la aplicación del re-
ferido principio está sujeta a cuatro consideraciones, que son:
“- Existencia de una norma jurídica que, como consecuencia del proceso
de interpretación, ofrece varios sentidos.
- Imposibilidad lógico-axiológica de dirimir esta duda mediante la utili-
zación de cualquier método de interpretación admitido como válido por el
ordenamiento nacional.
- Obligación de adoptar como sentido normativo a aquel que ofrece
mayores beneficios al trabajador.
- Imposibilidad del operador de integrar la norma, ya que el principio no
se refiere a suplir la voluntad de este, sino a adjudicarle el sentido más
favorable al trabajador”.
91
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115 Ídem.
116 STC Exp. N° 0048-2004-AI/TC, f. j. 60.
117 STC Exp. N° 2510-2002-AA/TC, f. j. 2.
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125 ÁVALOS JARA, Oxal. “Las remuneraciones dejadas a percibir a consecuencia del cese, ¿deben
ser concedidas vía proceso de amparo cuando se dispone la reposición?”. Ob. cit., p. VI-4 y ss.
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podrá ejercerla en la medida de que previamente haya ejercido las dos fa-
cultades antes mencionadas.
Las referidas facultades del empleador, y entre ellas la facultad fiscali-
zadora –llamada también poder de control–, tal como se ha señalado en rei-
terada jurisprudencia128, no son absolutas, se encuentran limitadas por cri-
terios de razonabilidad y necesariedad.
En este sentido, bien hace Blancas Bustamante al señalar, citando a
Goñi Sein, Vida Soria y Martínez Fons, que “el poder de control y vigilancia
está sometido a límites internos y externos. Los primeros obedecen a cri-
terios de funcionalidad y de razonabilidad. En el primer caso el control tiene
como ámbito y límite infranqueable la prestación a la cual el trabajador se ha
obligado. En tal sentido (...) se rechaza la integración de cualquier forma de
control que exceda de la estricta evaluación del cumplimiento de la obligación
empresarial; y, en particular, aquella que pudieran identificarse con ‘con-
troles de actividad’, entendiendo por tales los que se ejercen sobre el com-
portamiento de la persona del trabajador (...). Asimismo, el poder de control
debe ejercerse de forma razonable, es decir, excluyendo la arbitrariedad y el
abuso. En este sentido, la intensidad del control y los medios que se adopten
con tal fin deben ser exclusivamente los necesarios para vigilar la labor del
trabajador siendo vedado recurrir a procedimientos ajenos a dicha finalidad.
[Por otra parte,] los límites externos son aquellos que provienen del ordena-
miento jurídico y, particularmente, de la declaración de los derechos funda-
mentales que contiene (...). La eventual legitimidad de este poder deriva en
determinadas formas de control que pueden resultar contrarias a la dignidad
y a los derechos del trabajador”129.
Lo que Blancas Bustamante entiende por límites internos lo hemos se-
ñalado –criterios de razonabilidad y necesariedad–, lo que constituyen los
límites externos son los derechos fundamentales contenidos en nuestra
Constitución Política, y, en el caso concreto, lo constituye el derecho a la in-
timidad.
El derecho a la intimidad “hace alusión a aquel ámbito protegido del
derecho cuya revelación pública implica un grado de excesiva e irreparable
aflicción psicológica en el individuo”130.
128 Podemos citar por ejemplo, la STC Exp. N° 0895-2001-AA/TC, las sentencias de la Corte Suprema
de Justicia recaídas en las Casaciones N°s 628-2003-Ica y 853-99-La Libertad, y las sentencias
expedidas por la Corte Superior de Justicia de Lima recaídas en los Exps. N°s 6873-2006-B.E.(S),
2854-97-ND, 5220-97-I(S) y 517-97-BS(S), todas ellas en ARÉVALO VELA, Javier y ÁVALOS
JARA, Oxal. Causas y efectos de la extinción del contrato de trabajo. Grijley, Lima, 2007, pp. 69,
70 y 71.
129 BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. Derechos fundamentales de la persona y relación de trabajo.
PUCP, Lima, 2007, pp. 198 y 199.
130 STC Exp. N° 001-2004-AI/TC, f. j. 37.
103
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
Ahora bien, bajo este escenario cabe hacernos una pregunta, ¿el em-
pleador puede instalar en el centro de trabajo cámaras de video para su-
pervisar el cumplimiento de las obligaciones laborales?
Tomando en consideración lo anterior, la respuesta será afirmativa solo
si se cumplen con determinadas condiciones.
Así, si el empleador procede a la instalación de las cámaras de video por
el solo hecho de que él lo cree conveniente o por un capricho empresarial,
consideramos que se estaría atentando contra el derecho a la intimidad del
trabajador.
El fundamento lo encontramos en que el empleador no ha acreditado
una razón o justificación objetiva (razonabilidad) de modo tal que se justifique
el interés del empleador la restricción al derecho fundamental del trabajador.
Asimismo, el empleador no ha evaluado –sino simplemente aplicado– que
existan otras medidas o métodos para lograr el propósito buscado con igual
eficacia; es decir, que existan otras formas para satisfacer el interés empresarial.
Pues bien, si no se cumplen con las condiciones señaladas puede con-
cluirse que el accionar del empleador devendría en inconstitucional, y, por lo
tanto, dichas cámaras de video deberían ser retiradas de inmediato, ya que
de lo contrario se estaría legitimando al empleador para que pueda vulnerar
los derechos fundamentales de los trabajadores.
Pero que sucedería si el empleador toma conocimiento de que en el
centro de trabajo existe mucha indisciplina y que la única forma de identificar
a los responsables es colocando cámaras de video, ¿se atentaría contra el
derecho a la intimidad de estos trabajadores?
En este punto es importante recoger lo que señalan Antonio Sempere y
Carolina San Martín citando a Del Rey Guanter cuando indican que: “[C]on in-
dependencia de que se obtenga el consentimiento válido de los trabajadores
para captar su imagen o sus conversaciones, lo que resulta a todas luces pre-
ceptivo en virtud de la buena fe contractual que compete al empresario es que
estos conozcan dichos controles. Si el trabajador lo sabe y consiente expresa
o tácitamente tal intromisión, tendremos que analizar si su consentimiento es
válido según lo que hayamos mantenido previamente respecto de la forma en
que ha de revestir el mismo. Pero si el empresario ni siquiera informa al tra-
bajador que lo está filmando o grabando, entonces parece evidente que la
conducta empresarial vulnera los derechos del trabajador, acercándose a los
juicios de ilicitud tan contundentes formulados en el ámbito de las escuchas
telefónicas clandestinas”131.
131 SEMPERE NAVARRO, Antonio V. y SAN MARTÍN MAZZUCCONI, Carolina, “Vigilancia elec-
trónica vs. Derecho a la intimidad y a la imagen propia (a propósito de las nuevas tecnologías
en el marco laboral)”. En: Temas actuales de Derecho laboral-Obra colectiva. Normas Legales,
Trujillo, 2005, p. 334.
104
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132 Sempere y San Martín señalan que “algunos autores señalan que sería plenamente válido el con-
sentimiento tácito siempre que fuera previo y claro, mientras que otros mantienen que el mero con-
sentimiento de este tipo de controles no puede asimilarse ni siquiera a un consentimiento tácito,
ya que no existe realmente libertad de otorgar o no otorgar el mismo” (Ibídem, pp. 333 y 334).
133 Citados por BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. Derechos fundamentales de la persona y relación
de trabajo. Ob. cit., p. 205.
105
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
134 INTERNATIONAL LABOUR ORGANIZATION. “Protection of workers’ personal data”. En: <http://
www.ilo.org/public/english/protection/safework/cops/english/download/e000011.pdf>.
135 CENTRO DE ESTUDIOS DE DERECHO INFORMÁTICO. “Intimidad de los trabajadores y trata-
miento de datos personales por los empleadores”. En: Revista Chilena de Derecho informático,
<http://www.derechoinformatico.uchile.cl/CDA/der_informatico_simple/0,1493,SCID%253D14646
%2526ISID%253D292%2526PRT%253D14643,00.html>.
106
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109
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
138 Así, en la STC Exp. N° 01162-2005-PA/TC señala lo siguiente: “En el presente caso, con los
contratos obrantes de fojas 2 a 5, se acredita que el demandante suscribió contratos de locación
de servicios no personales para que preste sus servicios desde el 1 de agosto de 2002 hasta el 30
de junio de 2003; esto es, para que preste servicios sin estar subordinado, por cierto tiempo o para
un trabajado determinado, a cambio de una retribución; sin embargo, con el Memorándum N° 431-
2002-A-CSJAP/PJ., de fecha 2 de setiembre de 2002, (...), se acredita que el Poder Judicial le
impartía órdenes, ya que mediante este documento se le ordenó que asuma el cargo de Asistente
Judicial del Segundo Juzgado de Paz Letrado de Justicia de Andahuaylas; es decir, para que
ejerza funciones públicas de carácter permanente y subordinadas, ya que las funciones de los
asistentes judiciales se desenvuelven dentro del ámbito de la organización y dirección del Poder
Judicial, por lo que, en aplicación del principio de primacía de la realidad, debe prevalecer la
realidad de los hechos sobre las formas y apariencias de los contratos civiles suscritos por el
demandante, con lo que se pretendería esconder una relación laboral.
110
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139 NEVES MUJICA, Javier. “Principales objeciones al Contrato Administrativo de Servicios”. En: Laborem.
N° 9, SPDTSS-Grijley, Lima, 2009.
140 Ídem.
141 PLÁ RODRÍGUEZ, Américo. Los principios del Derecho del Trabajo. Ob. cit., p. 108.
111
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
142 PUNTRIANO ROSAS, César. “El régimen de contratación administrativa de servicios: de la rigidez
del unilateralismo a la deslaboralización”. En: Laborem. N° 9, SPDTSS-Grijley, Lima, 2009.
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régimen laboral del Decreto Supremo N° 003-97-TR, pues antes de los con-
tratos civiles el demandante venía trabajando mediante contratos adminis-
trativos de servicios”, por ello es que colige que debe entenderse su prórroga
en los términos establecidos en su propia jurisprudencia. Sin perjuicio de ello,
se señala que el demandante tiene expedita la vía ordinaria para demandar
el abono de sus beneficios sociales no percibidos, y la correspondiente in-
demnización.
Con este criterio el Tribunal Constitucional blinda a las instituciones pú-
blicas frente a sendos errores y abusos que cometen, y parece indicarnos que
las personas que en algún momento ha suscrito contratos administrativos de
servicios, están condenadas a tener ese régimen hasta que deje de existir,
pues a pesar de la ocurrencia de una u otra situación que pareciera indi-
carnos el nacimiento de otro tipo de relación, siempre prevalecerá el régimen
especial de contratación administrativa de servicios.
No obstante esta clara posición, la que definitivamente no compartimos
por vaciar claramente de contenido al derecho al trabajo, recientemente se ha
expedido la sentencia recaída en el Exp. N° 01154-2011-PA/TC, en donde el
Tribunal Constitucional toma una posición diametralmente distinta.
En efecto, en esta sentencia el supremo intérprete de nuestra Consti-
tución resuelve una causa en donde se alega la existencia de un despido in-
causado. Alega la demandante que inició prestando servicios para la entidad
pública a través de contratos de trabajo sujetos a modalidad, pero luego del
vencimiento de ellos, fue contratada en virtud a sendos contratos de locación
de servicios; sin embargo, al vencimiento de estos, siguió prestando sus
servicios, pero esta vez en mérito a contratos administrativos de servicios,
pero luego del vencimiento del plazo de estos, fue nuevamente contratada
mediante contratos de locación de servicios, siendo despedida estando con
dicha condición jurídica.
Teniendo en consideración el absurdo criterio vertido por el Tribunal
Constitucional en las sentencias de los Exps. N°s 01648-2011-PA/TC y
03931-2011-PA/TC, tendríamos que lo que ha de resolverse es que, luego
de declarada la invalidez de los contratos de locación de servicios por ser
estos fraudulentos, se entiende la prórroga de los contratos administrativos
de servicios, estableciéndose que la relación entre las partes continúa ri-
giéndose por el régimen especial de contratación administrativa de servicios.
Sin embargo, lo desarrollado en la sentencia del Exp. N° 01154-2011-PA/
TC toma otro rumbo, totalmente coherente con el carácter tuitivo del Derecho
del trabajo y con los principios que lo inspiran, pues en este caso se resuelve
que la relación contractual entre las partes se ha desnaturalizado, estable-
ciéndose que entre las partes existe una relación laboral sujeta al régimen
laboral de la actividad privada, y por lo tanto el trabajador no puede ser des-
pedido sino por una causa debidamente justificada.
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144 Hay que tomar en cuenta que, mediante la STC Exp. N° 008-2005-PI/TC, el Tribunal deja en claro
que los derechos laborales constitucionales son aplicables a los trabajadores públicos, al indicar
que “Del mismo modo y dada su vinculación con la materia evaluada, es necesario desarrollar el
marco constitucional del régimen del trabajo, toda vez que sus normas, con las particularidades y
excepciones que ella misma prevé, se aplican tanto al régimen público como al privado de trabajo
y nos servirán conjuntamente con el marco constitucional de la función pública, para el análisis de
la constitucionalidad de los artículos impugnados” (f. j. 17).
145 Norma que indica que, en el caso de Servidores públicos contratados para labores de naturaleza
permanente, que tengan más de un año ininterrumpido de servicios, no pueden ser cesados ni
destituidos sino por causas previstas en el Capítulo V del Decreto Legislativo N° 276 y con su-
jeción al procedimiento establecido en él.
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146 F. j. 4.
147 F. j. 6.
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148 F. j. 3.
149 Ídem.
150 F. j. 8.
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151 F. j. 16.
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pública que tenga por finalidad la reposición del demandante, ello tiene
que registrarse como una posible contingencia económica que tiene
que preverse en el presupuesto, con la finalidad de que la plaza que se
ocupaba se mantenga presupuestada para, de ser el caso, poder actuar
o ejecutar en forma inmediata la sentencia estimativa.
(...).
En estos casos, la administración pública para justificar el mantenimiento
de la plaza presupuestada tendrá que tener presente que el artículo 7
del Código Procesal Constitucional dispone que: ‘El Procurador Público,
antes de que el proceso sea resuelto en primer grado, está facultado
para poner en conocimiento del titular de la entidad su opinión profe-
sional motivada cuando considere que se afecta el derecho constitu-
cional invocado’.
(...).
Con la opinión del Procurador Público puede evitarse y preverse gastos
fiscales, ya que la Administración Pública puede allanarse a la demanda
(si es que la pretensión según la jurisprudencia y los precedentes del
Tribunal Constitucional es estimable) o proseguir con el proceso”152.
Lo expresado por el supremo intérprete de nuestra Constitución es
acertado, y atiende a que se efectivicen sus mandatos judiciales, máxime
si su misma jurisprudencia ha determinado que el derecho a la ejecución de
resoluciones judiciales es una manifestación del derecho a la tutela jurisdic-
cional reconocido en nuestra Constitución, tal como consta en la sentencia
recaída en el Exp. N° 4119-2005-PA/TC153.
152 F. j. 10.
153 En el f. j. 64 de esta sentencia, el Tribunal Constitucional ha manifestado lo siguiente:
“Tal como lo ha manifestado este Tribunal, el derecho a la ejecución de resoluciones judiciales
es una manifestación del derecho a la tutela jurisdiccional reconocido en nuestra Constitución
(artículo 139, inciso 3).
Si bien nuestra Carta Fundamental no se refiere en términos de significado a la ‘efectividad’ de
la tutela jurisdiccional, resulta claro que la tutela jurisdiccional que no es efectiva no es tutela. En
este sentido, el derecho al cumplimiento efectivo y, en sus propios términos, de aquello que ha
sido decidido en el proceso, forma parte inescindible del derecho a la tutela jurisdiccional a que se
refiere el artículo 139.3 de la Constitución. Esta obligación constitucional se desprende además
de los convenios internacionales de los que el Perú es parte. En efecto, este Tribunal recuerda
que el numeral 1 del artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone
que: ‘Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo, rápido o cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fun-
damentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal vio-
lación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales’.
En este sentido, este Colegiado ha establecido, en la sentencia recaída en el Exp. N° 015-2001-AI/
TC (acumulados), que: ‘El derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales no es sino una
concreción específica de la exigencia de efectividad que garantiza el derecho a la tutela jurisdic-
cional, y que no se agota allí, ya que, por su propio carácter, tiene una vis expansiva que se refleja
en otros derechos constitucionales de orden procesal (v. gr. derecho a un proceso que dure un
plazo razonable, etc.)’.
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El derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales garantiza que lo decidido en una sen-
tencia se cumpla, y que la parte que obtuvo un pronunciamiento de tutela, a través de la sentencia
favorable, sea repuesta en su derecho y compensada, si hubiere lugar a ello, por el daño sufrido”.
154 STC Exp. N° 01334-2002-PA/TC, f. j. 2.
155 F. j. 2 del voto del magistrado Vergara Gotelli en la STC Exp. N° 04287-2010-PA/TC.
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Estado subsidiario y solidario, de manera tal que las acciones estatales di-
rectas aparezcan como auxiliares, complementarias y temporales. En suma,
se trata de una economía que busque garantizar que la productividad indi-
vidual sea, por contrapartida, sinónimo de progreso social”156 (las cursivas
son nuestras).
Por otro lado, apreciamos que el máximo intérprete de nuestra Consti-
tución ampara la existencia de los regímenes especiales en lo que dispone el
artículo 23 de nuestra norma fundamental, cuando en este se establece que:
“El Estado tiene la obligación establecer políticas de fomento del empleo pro-
ductivo”, lo cual tiene como finalidad orientar el desarrollo del país.
Por último es importante resaltar lo que el Tribunal Constitucional
consigna en el f. j. 67 de la sentencia en cuestión con referencia al artículo
103 de nuestra Constitución. Así, “con respecto a la igualdad de la ley o en
la ley, contenida en el artículo 103 de la norma constitucional, este tribunal
ha indicado [en la sentencia recaída en el Exp. N° 0008-2003-AI/TC] que (...)
solo por excepción es viable la creación de una regla especial, la misma que
no se ampara en el arbitrio caprichoso de quienes poseen el poder político,
sino en la naturaleza o razón de los hechos, sucesos o acontecimientos que
ameriten una regulación particular o no genérica. Es decir, una ley especial
–de por sí regla excepcional en el ordenamiento jurídico nacional– se ampara
en las específicas características, propiedades, exigencias o calidades de de-
terminados asuntos no generales en el seno de la sociedad. Las leyes espe-
ciales hacen referencia específica a lo particular, singular o privativo de una
materia. Su denominación se ampara en lo sui géneris de su contenido y en
su apartamiento de las reglas genéricas. En puridad, surgen por la necesidad
de establecer regulaciones jurídicas esencialmente distintas a aquellas que
contemplan las relaciones o situaciones indiferenciadas, comunes o ge-
néricas. Consecuencia derivada de la regla anteriormente anotada es que la
ley especial prima sobre la de carácter general’”.
A decir del Tribunal Constitucional, el mencionado artículo 103 supone un
título habilitante que permitiría la generación de normas especiales porque así
lo exige la naturaleza de las cosas, es decir, las circunstancias, especiales,
privativas y propias de una materia definida que requieren que el legislador
legisle especialmente, a efectos de que la normativa cubra una realidad que,
por sus especiales rasgos, requiere de un tratamiento diferenciado no discri-
minatorio.
En función de lo vertido en el presente ítem y aplicando el test de igualdad
(razonabilidad o proporcionalidad), el Tribunal Constitucional concluye en
que la demanda presentada es infundada, dado que los literales a, b y c del
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Por ello, concluye que el artículo 3 de la Ley N° 29062, que dispone que
los profesores prestan un servicio público esencial, no afecta el contenido
esencial del derecho a la huelga; debiéndose, en todo caso, determinar las
lesiones concretas de este derecho casuísticamente, en mérito a los criterios
de razonabilidad y proporcionalidad.
Por otra parte, el Tribunal Constitucional dispuso que los profesores que
hayan sido destituidos por maltratar física o psicológicamente al estudiante,
realizar hostigamiento sexual o actos contra la libertad sexual no podrán re-
tornar al servicio público en general. De igual modo, determinó que los do-
centes destituidos por causar perjuicio grave al estudiante, concurrir al centro
de trabajo en estado de ebriedad o bajo efectos de drogas, abandonar injus-
tificadamente el cargo, haber sido condenado por delito doloso, falsificar do-
cumentos o reincidir en faltas por las que recibió la sanción, podrán retornar
luego de cinco años al servicio público en cualquier entidad del Estado, pero
no podrán dedicarse a la función docente.
Con esto dejó en claro que no se trata de una lesión al derecho al trabajo
de los involucrados, pues lo que se busca es proteger y promover el referido
derecho a la educación, lo que exige no volver a situar en riesgo la estabilidad
psíquica y somática del educando, ni la imagen e idóneo funcionamiento de
las instituciones educativas, siendo preciso, en consecuencia, que personas
cuya conducta ha resultado manifiestamente incompatible con estos valores
constitucionales, no tengan oportunidad de ejercer nuevamente el cargo de
profesores. Una interpretación discordante con este planteamiento, en defi-
nitiva, violaría el contenido esencial del derecho fundamental a la educación,
quedando, por consiguiente, proscrita constitucionalmente.
El aporte del Tribunal Constitucional en este caso es muy importante,
pues es evidente que la crisis educativa que recae sobre nuestro país conlleva
necesariamente a considerar a la educación básica regular como un servicio
público esencial, lo cual de ninguna manera constituye un atentado contra el
derecho a la huelga de los maestros. Además, es importante que se hayan
establecido –aunque implícitamente– los principios y fines educativos, porque
de esa manera se deja en claro que el derecho al trabajo no puede ejercerse
desmesurada e limitadamente, sobre todo cuando en determinados casos
este se contrapone al derecho fundamental a la educación, como ocurre en
el caso de los maltratos e inconductas contra los estudiantes.
4. La contratación laboral
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162 NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho del Trabajo. Ob. cit., p. 29.
163 STC Exp. N° 3297-2007-PA/TC, f. j. 5.
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164 Un caso sobre esta característica, fue desarrollado por el Tribunal Constitucional en la STC Exp.
N° 9148-2006-PA/TC.
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165 ALBURQUERQUE, Rafael. “Eppur si muove”. En: Actualidad del Derecho del Trabajo. En
celebración del 90 aniversario de la OIT. Ob. cit., p. 7.
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166 En el Exp. N° 07467-2006-PA/TC el Tribunal Constitucional admite que los contratos intermitentes
pueden celebrarse a plazo fijo, dentro del límite de 5 años establecido por la legislación laboral.
Este punto es importante, toda vez que para un sector de la doctrina, cuyo punto de vista no
compartimos, el contrato intermitente debe ser celebrado necesariamente a plazo indeterminado.
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a la causa objetiva que debe existir en los contratos sujetos a modalidad para
quebrar la regla general que indica que, en principio, toda relación laboral es
de plazo indeterminado.
Efectivamente, en innumerables sentencias ha habido pronunciamientos
notables sobre este tema. Por ejemplo, en la sentencia recaída en el Exp.
N° 00796-2010-PA/TC, se dejó claramente establecido que al no haberse es-
tablecido la causa objetiva de la contratación temporal, la relación laboral se
ha desnaturalizado y, por consiguiente, se tornó en indefinida, no pudiendo
ser cesado el trabajador, entonces, por la causal de vencimiento de contrato.
En el caso de la sentencia perteneciente al Exp. N° 01431-2008-PA/TC el
caso es similar, pero incluso el Tribunal Constitucional va más allá, ya que no
se limita a verificar si en el contrato se consignó la causa objetiva de la con-
tratación, que sí figuraba en el documento, sino que analiza si la labor desem-
peñada por el trabajador realmente ameritaba una contratación temporal o
tenía vocación de permanencia. Así, en este caso concluye que, al margen de
que en el contrato se haya consignado una causa objetiva, el contrato modal
se ha desnaturalizado en la medida que la labor realizada por el trabajador
es de naturaleza permanente y no temporal, como se quiere dar a entender.
Consideramos que el aporte en este caso es sumamente importante,
pues si bien es cierto que nuestra legislación indica claramente que todo
contrato sujeto a modalidad debe basarse en un causa objetiva, no es menos
cierto que el desarrollo jurisprudencial del Tribunal Constitucional ha dado
mayores luces acerca de cuando estamos ante una causa objetiva real y
cuándo ante una fraudulenta, así como las consecuencias que ello acarrea.
142
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167 Este criterio también es compartido por la Tercera Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia
de Lima, quien al resolver el Exp. N° 4060-97-BS(S), del 15 de setiembre de 1997, señaló que:
“El hecho de que [la demandada] tenga la condición de empresa sujeta al régimen de exporta-
ciones no tradicionales solo le favorece en cuanto puede celebrar contratos sujetos a modalidad
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de acuerdo con sus requerimientos de producción, pero no constituye una autorización para re-
solver unilateralmente los contratos de trabajo, ni para pretender desconocer derechos de los tra-
bajadores que tienen carácter de irrenunciables”.
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parcial de plazo indefinido; sin embargo, debemos referir que tal reconoci-
miento no le garantiza al trabajador muchos derechos, pues nuestra legis-
lación beneficia en esencia al trabajador que labora como mínimo cuatro
horas diarias o veinticuatro semanales; de este modo, por ejemplo, que le
hayan reconocido una relación no le garantiza al trabajador la estabilidad
laboral, pues si tenemos en consideración que, de acuerdo con el artículo 22
de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, para el despido de un
trabajador sujeto a régimen de la actividad privada, que labore cuatro o más
horas diarias para un mismo empleador, es indispensable la existencia de
causa justa contemplada en la ley y debidamente comprobada, entonces el
trabajador podrá ser cesado en cualquier momento.
168 DOLORIER TORRES, Javier. Guía práctica laboral empresarial. Gaceta Jurídica, Lima, 2004,
p. 130.
169 PÉREZ YÁÑEZ, Rosa, citada por TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. “Tercerización e intermediación
laboral. Diferencias y tendencias”. En: Derecho y Sociedad. N° 30, Lima, 2008, p. 92.
170 STC Exp. N° 06371-2008-PA/TC.
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171 “Ante cualquier situación en que se produzca una discordancia entre lo que los sujetos dicen que
ocurre y lo que efectivamente sucede, el derecho prefiere esto sobre aquello (...) sobre esta base,
el Derecho del Trabajo ha construido el principio de primacía de la realidad” (NEVES MUJICA,
Javier. Ibídem, p. 42).
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172 F. j. 8.
173 F. j. 2.
174 STC Exp. N° 0261-2003-AA/TC, ff. jj. 8 y 9.
175 Ley N° 27626
“Artículo 3.- Supuestos de procedencia de la intermediación laboral:
La intermediación laboral que involucra a personal que labora en el centro de trabajo o de
operaciones de la empresa usuaria solo procede cuando medien supuestos de temporalidad,
complementariedad o alta especialización.
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Son pocos los pronunciamientos que existen sobre este tema, sin
embargo, existen dos que resaltan notoriamente. Se trata de las sentencias
pertenecientes a los Exps. N°s 0006-2007-PA/TC y 00827-2011-PA/TC, en
las que se discute si debe reconocerse como una relación a aquella situación
en la que una persona presta servicios en virtud a la modalidad formativa
laboral de prácticas profesionales, pero realiza una labor propia de un tra-
bajador de la entidad.
A este respecto, es importante tener en consideración que el numeral
6 del artículo 51 de la Ley N° 28518, Ley sobre modalidades formativas la-
borales, establece que se desnaturalizan las modalidades formativas, enten-
diéndose que existe una relación laboral ordinaria, cuando se acredita “[l]a
existencia de simulación o fraude a la ley que determine la desnaturalización
de la modalidad formativa”. Asimismo, el artículo 1 del Reglamento de la Ley
N° 28518, aprobado por el Decreto Supremo N° 003-2008-TR, señala que “[l]as
personas que se capacitan bajo alguna modalidad formativa regulada por la
Ley N° 28518, Ley sobre modalidades formativas laborales, no pueden de-
sarrollar su actividad excediendo las jornadas específicas establecidas en la
referida ley, ni realizar horas extraordinarias. La vulneración de este derecho
constituye un supuesto de fraude tipificado en el numeral 6 del artículo 51 de
la Ley N° 28518”. Finalmente, el artículo 44 de la citada ley regula la duración
de la jornada formativa y, en su numeral 2, establece que la jornada formativa,
en los convenios de prácticas profesionales, no puede ser “(...) mayor a ocho
horas diarias o cuarenta y ocho semanales”.
Al amparo de este marco jurídico bastaría comprobar que el practicante
excedía regularmente la jornada máxima y que realiza una labor de natu-
raleza permanente para sustentar que la práctica profesional se ha desnatu-
ralizado y, por lo tanto, estamos frente a una relación laboral. Precisamente,
ello es lo que le bastó al supremo intérprete de nuestra Constitución para que
en la sentencia del Exp. N° 0006-2007-PA/TC concluyera que la relación que
unía a las partes era de naturaleza laboral.
Sin embargo, en el caso de la sentencia perteneciente al Exp. N° 00827-
2011-PA/TC el Tribunal Constitucional va más allá, pretendiendo desentrañar
en mérito al principio de primacía de la realidad si la relación declarada por
las partes coincide con la realidad.
Los trabajadores destacados a una empresa usuaria no pueden prestar servicios que impliquen la
ejecución permanente de la actividad principal de dicha empresa”.
150
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176 ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. Contratos de trabajo temporal. Un estudio práctico sobre los contratos
de trabajo sujetos a modalidad. Grijley, Lima, 2009, p. 34.
151
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152
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que los trabajadores que ingresen por concurso están exonerados del periodo
de prueba, es decir, que adquieren estabilidad laboral desde el primer día de
labores.
Aunque parezca sorprendente, invocando el literal a del artículo 44177 del
texto originario del Decreto Legislativo N° 728, artículo que fue derogado por
la Tercera Disposición Complementaria, Transitoria, Derogatoria y Final de la
Ley N° 26513, publicada el 28 de julio de 1995, concluye que en el caso de
un trabajador que ingresó a prestar sus servicios en virtud de un concurso
público, este adquirió estabilidad en el trabajo desde el inicio de su relación
laboral sencillamente porque el referido artículo 44 así lo dispone, sin tener
en consideración que dicha norma no forma parte de nuestro sistema jurídico
desde el año 1995178.
Lo resuelto por el supremo intérprete constitucional es sumamente re-
levante a la luz que este pronunciamiento pueda dar lugar a que ante casos si-
milares se resuelva de igual manera, ello a pesar de que es más que evidente
que el fallo es totalmente desacertado y vergonzoso.
Esperemos que se trate de un fallo aislado, y que frente a casos como
este haya una reivindicación, pues sería lamentable que se sigan cometiendo
errores como este, que desacrediten la imagen de nuestros órganos jurisdic-
cionales.
153
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179 F. j. 12.
154
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180 Un caso muy similar se presentó en la sentencia del Tribunal Constitucional perteneciente al Exp.
N° 05474-2006-PA/TC.
155
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181 “Artículo 15.- El caso fortuito y la fuerza mayor facultan al empleador, sin necesidad de autorización
previa, a la suspensión temporal perfecta de las labores hasta por un máximo de noventa días,
con comunicación inmediata a la Autoridad Administrativa de Trabajo. Deberá, sin embargo,
de ser posible, otorgar vacaciones vencidas o anticipadas y, en general, adoptar medidas que
razonablemente eviten agravar la situación de los trabajadores”.
156
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182 DONAYRE MONTESINOS, Christian, “Algunas anotaciones sobre la función ‘adoctrinadora’ del
Tribunal Constitucional y su aún insuficiente ejercicio al momento de tutelar ciertos derechos la-
borales”. En: <www.derechoycambiosocial.com/RJC/Revista14/tribunal.htm>.
En igual sentido se pronuncia la doctrina extranjera. “Para un cualificado sector doctrinal, la co-
nexión del derecho al trabajo y derecho a la ocupación efectiva no presenta sombra alguna de duda
(...), existiría un interés de todo trabajador a la efectiva prestación de servicios, que va más allá del
mero interés al salario. (...). En efecto, combinadamente, la defensa de la dignidad de la persona
del trabajador, su derecho a la promoción a través del trabajo y el propio derecho al trabajo, con-
formarían las bases constitucionales (...) en que apoyar el fundamento de la ocupación efectiva”
(SASTRE IBARRECHE, Rafael. El Derecho al trabajo. Trotta, Madrid, 2003, pp. 185-186).
183 Sobre este asunto, se ha indicado que “(...) el reconocimiento constitucional del derecho al trabajo
vendría a reforzar el fundamento de la construcción de un derecho a la ocupación efectiva, de
modo que esta llegaría a convertirse en presupuesto existencial de aquel, vaciándole de contenido
y operatividad una hipotética vulneración de la misma”. Ibídem, p. 187.
157
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184 En nuestra opinión, si los trabajadores hubiesen deseado considerar que habían sido despedidos,
podrían haber seguido el procedimiento de cese hostilidad previsto por el artículo 30 de la Ley de
Productividad y Competitividad Laboral, alegando que el no permitirles desarrollar trabajo efectivo
constituye un acto que atenta contra su dignidad.
185 Ibídem, p. 189.
158
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160
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Ello puede apreciarse con claridad en las sentencias del Tribunal Cons-
titucional recaídas en los Exps. N°s 0746-2003-AA/TC, 4492-2004-AA/TC,
1651-2005-AA/TC, 2358-2005-PA/TC y 00078-2006-PA/TC.
El criterio vertido en la presente sentencia no difiere del señalado prece-
dentemente; no obstante, su importancia radica en que esboza ampliamente
el tratamiento especial que reciben los trabajadores con cargos de confianza
y de dirección.
Con relación a la eficacia restitutoria de aquellos supuestos de extinción
unilateral del vínculo laboral por parte del empleador en los casos de traba-
jadores de dirección y de confianza, el Tribunal Constitucional introduce una
novedad. Señala que aquellos trabajadores que realizaron con anterioridad a
la ocupación del cargo de confianza, labores comunes192 y luego fueron pro-
mocionados a los cargos de dirección o de confianza, luego, al retirársele la
confianza depositada, deben retornar a las labores anteriores y no perder el
empleo, salvo que se determine que cometió una falta grave que implique su
separación de la institución. En este último caso, el Tribunal Constitucional
señala que cuando un trabajador es promocionado, este no puede perder su
derecho al empleo del que es poseedor, pues al realizarse una promoción de
esta naturaleza cabría la posibilidad de que genere un abuso del derecho.
Este criterio ha sido reafirmado, entre otros, en la sentencia recaída en
el Exp. N° 3494-2007-PA/TC, en donde se ha indicado que “si el trabajador
realizó con anterioridad labores comunes y luego es promocionado, luego al
retirársele la confianza depositada, retomaría a realizar las labores anteriores
y no perder el empleador, salvo que se determine que cometió una falta grave
que implique su separación de la institución”.
Al respecto, consideramos que es entendible esta posición, pues lo que
se pretende es aplicar la medida menos dañosa o más beneficiosa para el
trabajador (se prefiere mantener el empleo, incluso en un puesto jerárqui-
camente menor, antes que el cese); sin embargo, el Tribunal Constitucional
comete un grave error, confunde el tratamiento de aquellos supuestos frau-
dulentos de promoción de trabajadores de dirección o de confianza, a efectos
de que el empleador se favorezca de los beneficios de los que están ex-
cluidos estas modalidades de trabajo, en aquellos casos donde, efecti-
vamente, el trabajador es ascendido por mérito propio a un cargo de con-
fianza en la empresa.
En este sentido, en caso de aplicar lo dispuesto por el Tribunal Constitu-
cional, es decir, reincorporar al trabajador de confianza en el puesto ordinario
de trabajo al que fue contratado en forma primigenia, cabe preguntarnos:
¿qué sucede si la vacante del trabajador promovido que se dejó abierta ya fue
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
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OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
194 Concretamente el artículo 16 del Texto Único Ordenado del Decreto Legislativo N° 728, Ley de
Productividad y Competitividad Laboral, aprobado por el Decreto Supremo N° 003-97-TR, y las
normas que desarrollan cada una de sus causales.
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
Queda claro que por mandato del artículo 5 del Texto Único Ordenado
del Decreto Legislativo N° 854195, aprobado por el Decreto Supremo N° 007-
2002-TR, no tienen derecho al pago de trabajo en sobretiempo los traba-
jadores de dirección y los trabajadores no sujetos a fiscalización inmediata.
Solo en razón de esta norma queda evidenciada la equivocación del
Tribunal Constitucional cuando se refiere al derecho de pago de “horas
extras”.
Ahora bien, pero el Tribunal Constitucional también señala que los tra-
bajadores de dirección y de confianza no se encuentran en la obligación de
cumplir con las disposiciones del registro de control de asistencia y salida que
se encuentra regulado por el Decreto Supremo N° 004-2006-TR.
El artículo 1 del decreto supremo aludido señala expresamente que “[n]o existe
obligación de llevar un registro de control de asistencia para trabajadores de
dirección, los que no se encuentran sujetos a fiscalización inmediata y los que
prestan servicios intermitentes durante el día”.
Al igual que en el caso anterior, pareciera que el Tribunal Constitucional
desconociera la existencia de esta norma, pues esta es tan clara al señalar
que el registro de control de asistencia y de salida sí es de obligatorio cum-
plimiento para los trabajadores de confianza que se encuentran sujetos a fis-
calización inmediata.
En consecuencia, tenemos que el máximo intérprete de nuestra Cons-
titución, en el literal h del f. j. 11 de la presente sentencia, hace una afir-
mación equivocada, la que podría traer consecuencia negativas si es que en
próximos pronunciamientos no se rectifica.
D. El derecho a la indemnización vacacional
En el literal i del f. j. 11 de la presente sentencia, el Tribunal Consti-
tucional vuelve a cometer otro grave error: afirma, a pesar de que cita la
norma pertinente, que los trabajadores de dirección y de confianza no tienen
derecho a la indemnización vacacional.
Sobre el particular, debemos recordarle que solo se encuentran ex-
cluidos de gozar de la indemnización por no disfrutar del descanso vaca-
cional en el año siguiente a aquel en el que adquirieron el derecho196 aquellos
195 Texto Único Ordenado de la Ley de Jornada de Trabajo, Horario y Trabajo en Sobretiempo,
aprobado por Decreto Supremo N° 007-2002-TR
“Artículo 5.- No se encuentran comprendidos en la jornada máxima los trabajadores de dirección,
los que no se encuentran sujetos a fiscalización inmediata y los que prestan servicios intermitentes
de espera, vigilancia o custodia” (la cursiva es nuestra).
196 La misma que se encuentra regulada expresamente en el artículo 23 del Decreto Legislativo
N° 713, y desarrollada y precisada en el artículo 24 de su reglamento, aprobado por el Decreto
Supremo N° 012-92-TR.
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trabajadores que cuentan con el poder suficiente como para decidir por ellos
mismos el momento de su descanso vacacional.
Así, “[l]a única forma de verificar objetivamente si un trabajador debe
tener derecho o no al goce de la indemnización vacacional (...), es circuns-
cribiendo el beneficio entre quienes pueden decidir de forma totalmente libre
y sin ninguna sujeción el goce de su descanso vacacional, y quienes no lo
pueden hacer. De esta forma, y atendiendo al principio de primacía de la
realidad, en la práctica se ve que dentro del esquema organizacional de una
empresa existen trabajadores que, si bien tienen la calidad de gerentes, pues
son los máximos responsables de sus respectivas áreas o departamentos, no
tienen el poder suficiente para decidir o tomar decisiones de forma libre, sin la
aprobación o autorización de alguna otra autoridad”197.
En suma, el Tribunal Constitucional vuelve a hacer una afirmación errada,
la que, igual que en el caso anterior, podría traer consecuencias negativas si
es que no es corregida en próximos pronunciamientos.
197 ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. “La indemnización vacacional por el goce inoportuno del descanso
vacacional en el caso de los gerentes o representantes de la empresa. Análisis de una confrontación
jurisprudencial”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 101, Gaceta Jurídica, Lima, 2007, p. 29.
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198 Recordemos que, en un principio, se le consideraba como un fondo intangible, luego se dispuso
el 100% de su utilización, seguidamente se le restringió a un 50% y, posteriormente, se permitió
disponer de 30% adicional (en total 80%) si el dinero correspondiente era utilizado para fines de
vivienda.
199 El artículo 42 del Texto Único Ordenado de la Ley de Compensación por Tiempo de Servicios,
aprobado por el Decreto Supremo N° 001-97-TR, establece lo siguiente: “En ningún caso los
retiros a que se refiere el artículo anterior podrán exceder en su conjunto del 50% del total de la
compensación por tiempo de servicios depositada y sus intereses, computada desde el inicio de
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
que se tenía de este beneficio laboral con tan solo observar su definición
legal ha variado200.
Pues bien, en virtud de lo señalado se evidencia que, en sentido estricto,
la compensación por tiempo de servicios no podría tener la calidad de un
seguro de desempleo, pues la permisión del retiro parcial de este beneficio
laboral hasta el 50% –y excepcionalmente hasta el 80%– supondría que el
trabajador tenga la disponibilidad casi inmediata de este beneficio, desvir-
tuándose con ello que el fondo acumulado de su compensación por tiempo
de servicios tenga la finalidad de cubrir las contingencias originadas por el
cese en el empleo.
En este sentido, puede entenderse ahora que la compensación por
tiempo de servicios tendría también la calidad de un suplemento remune-
rativo de carácter diferido (es decir, se adhiere a la teoría del salario diferido),
cuyo pago se hace efectivo, parcialmente, en los momentos que permite la
ley y, totalmente, cuando se extingue el vínculo laboral.
En virtud de lo expuesto, puede colegirse que en nuestro país la com-
pensación por tiempo de servicios se constituye como un híbrido de dos
teorías acerca de su naturaleza jurídica –la que la considera un seguro de
desempleo y la que estima que es una remuneración diferida–, por lo que
puede afirmarse que estamos frente a un pago que fácticamente cumple dos
finalidades: a) generarle un fondo de previsión para enfrentar los problemas
originados como consecuencia del cese; y b) permitirle al trabajador tener la
disponibilidad de un dinero adicional, a lo que supone la contraprestación por
sus servicios.
No debe perderse de vista que al ser la primera de sus finalidades
un mandato imperativo en lo que respecta al menos al 50% –y excepcio-
nalmente al 20%– del monto total de este beneficio, mientras que la segunda
un mandato dispositivo –pues el trabajador podrá disponer o no de sus
fondos acumulados–, preponderantemente este beneficio laboral siempre se
caracterizará por servir jurídicamente de herramienta para enfrentar las con-
tingencias derivadas de la inactividad laboral (cese).
La sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Exp. N° 03052-
2009-PA/TC que analizamos coincide con el fin original y teórico de la com-
pensación por tiempo de servicios, y reafirma jurisprudencialmente que este
beneficio laboral se adhiere preponderantemente a la teoría del seguro de
desempleo y, por consiguiente, considera que este beneficio posee fines de
los depósitos. El cálculo se efectuará a la fecha en que el trabajador solicite al depositario el retiro
parcial. Tampoco procederá el retiro parcial si la cuenta CTS está garantizando los conceptos
permitidos por el artículo 40 en la medida que hayan alcanzado el límite antes previsto. Cualquier
exceso es de cargo y responsabilidad del depositario”.
200 Artículo 41 del Texto Único Ordenado de la Ley de Compensación por Tiempo de Servicios,
aprobado por el Decreto Supremo N° 001-97-TR.
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201 Un claro ejemplo de lo que decimos lo encontramos en la sentencia recaída en el Exp. N° 02426-
2009-PA/TC, en donde el Tribunal Constitucional ha establecido que el despido de un trabajador
por el hecho de haber sustraído S/. 30 de su empleador es desproporcionado.
202 Posteriormente, se emitió una sentencia que sigue la misma línea, nos referimos a la recaída en
el Exp. N° 060-2010-PA/TC.
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esta, las instancias que intervengan en la solución deberán ser más nu-
merosas y, por el contrario, mientras más simple sea, como el caso de un
empresario individual que dirija su propia pequeña empresa, bastará con su
sola decisión, la que podrá ser adoptada en el más breve plazo.
Con lo expuesto, el Tribunal Constitucional ha efectuado un valiosísimo
aporte en lo que se refiere al desarrollo del principio de inmediatez, dado que
hasta antes de esta sentencia el desarrollo jurisprudencial era muy pobre, y
existían criterios disímiles acerca de su conceptualización y alcances.
Por otro lado, en la sentencia del Exp. N° 05104-2008-PA/TC, el Tribunal
Constitucional analiza la vigencia del derecho fundamental a la presunción de
inocencia en el procedimiento de despido y determina su contenido, alcance
y aplicabilidad en el ámbito laboral.
Esta sentencia ha dado lugar a que se cuestione si el derecho de pre-
sunción de inocencia corresponde ser aplicado solo en el ámbito del Derecho
Penal o también si es posible que sea aplicado en el escenario del Derecho
del Trabajo.
Como sabemos, una de las garantías fundamentales inherentes a toda
persona es precisamente el derecho de presunción de inocencia, que se en-
cuentra previsto en el artículo 2, numeral 24, literal f de nuestra Constitución,
y que presupone que mientras no se demuestre la culpabilidad o responsa-
bilidad de una persona, se presumirá que esta es inocente de los hechos que
se le imputan y, por lo tanto, no le podrán ser aplicables las sanciones que
se deriven de tales hechos. En otras palabras, se parte de la premisa que
no existe infracción, por lo que quien pretende la sanción de una persona,
deberá acreditar que efectivamente la sanción existe, siendo entonces el me-
canismo para transmutar del estado de inocencia a la culpabilidad o respon-
sabilidad la probanza de los hechos imputados, la que debe garantizar los de-
rechos de los involucrados.
En el caso concreto, tenemos que por determinados hechos no solo
se les denunció penalmente a los trabajadores implicados, sino también se
les cursó la correspondiente carta de preaviso, imputándoles desde la pers-
pectiva laboral las correspondientes faltas graves contenidas en el artículo 25
de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral.
Lo cierto de todo –dado que no lo señala expresamente la sentencia
del Tribunal Constitucional– tanto la denuncia penal como el procedimiento
laboral no se sustentaban en medios probatorios suficientes; es por esa razón
que el juzgado penal correspondiente considera que “no existen medios pro-
batorios que resulten suficientes para establecer la responsabilidad y culpa-
bilidad de los procesados”, y en esa medida los absuelve a los acusados del
delito contra el patrimonio en la modalidad de hurto agravado en agravio de
su empleadora.
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203 Un interesante análisis sobre esta sentencia puede verse en: CORNEJO VARGAS, Carlos. “La
presunción de inocencia en el despido disciplinario. A propósito de una sentencia del Tribunal
Constitucional”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 143, Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 17 y ss.
204 F. j. 5.
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es por esa razón que nunca pone en tela de juicio el hecho de que el tra-
bajador asistió en estado de embriaguez en más de una oportunidad o si rea-
lizaba labores especiales.
Este criterio es sumamente riesgoso, pues amparándose en esta inter-
pretación del literal e del artículo 25 de la Ley de Productividad y Compe-
titividad Laboral, los empleadores podrían cesar a sus trabajadores encu-
briendo un motivo distinto e ilegítimo.
Otra de las sentencias de suma importancia es la resuelta en el Exp.
N° 01807-2007-PA/TC, que se refiere, en esencia, al despido por haber sido
condenado por delito doloso.
En este caso se analiza si la condena por delito penal, incida o no con re-
lación laboral, es causal de extinción del contrato de trabajo. En concreto, se
trata del caso de una trabajadora que fue condenada por delito doloso contra
la fe pública, y luego de que la sentencia quedó consentida, su empleador
optó por despedirla basándose en los artículos 24, literal b y 27 de la Ley de
Productividad y Competitividad Laboral.
El argumento que se expone para la inaplicación de esta causal es que,
a criterio del trabajador, la condena por delito doloso es totalmente ajena a
su conducta laboral y no incide en nada sobre los deberes esenciales que
emanan del contrato de trabajo.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional se encarga de desbaratar este
argumento, señalando que de por sí, la condena por delito doloso supone el
quebrantamiento de varios principios fundamentales de una relación laboral,
entre ellos, la buena fe contractual, honradez, lealtad, diligencia, etc.; es decir,
frente al incumplimiento de una de las obligaciones asumidas por las partes,
la ley prevé la conclusión del vínculo laboral por causa justa relacionada con
la conducta del trabajador (la condena penal por delito doloso); por ende, mal
puede afirmarse que la norma cuestionada se trata de una sanción no tipi-
ficada por la ley; en consecuencia, no es posible afirmar que para el presente
caso en concreto la aplicación de la norma resulte inconstitucional.
Es importante lo señalado por el Tribunal Constitucional, pues no solo
delimita los alcances de dicho supuesto de extinción del contrato de trabajo,
sino que deja en claro que los principios fundamentales de una relación
laboral no rigen solo durante la jornada laboral, sino también fuera de ella.
Importante también es el caso resuelto por el Tribunal Constitucional
que se presenta en el Exp. N° 05412-2005-AA/TC, en el que se hace el
cuestionamiento de si es necesario seguir el procedimiento de despido en el
caso en el que el trabajador ha sido condenado por delito doloso.
Se trata del caso de un trabajador que fue condenado por la comisión
de un delito doloso. Luego de tomar conocimiento, su empleador procede
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131205, ello podría constituir una calumnia, pues el trabajador le estaría atri-
buyendo a su empleador falsamente un delito, sin embargo, no lo es tampoco,
dado que en el caso existieron motivos razonables y suficientes para proceder
legítimamente a la denuncia penal. Entonces, siendo que el supuesto no se
adapta a lo exigido por el inciso f del artículo 25 de la Ley de Productividad y
Competitividad Laboral como un supuesto de falta grave, no es posible san-
cionar la conducta del trabajador sobre la base de la mencionada causal.
A pesar de ello, es posible recurrir a la norma genérica del inciso a del
artículo 25 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral para suplir el
defecto normativo, siendo que de tal manera sí podría entenderse que el ac-
cionar del trabajador constituye una falta grave, más aún “esta es una falta
muy genérica, pues, de alguna manera, engloba a todas las demás. Por su
naturaleza es, además, muy grave, pues importa la violación de los deberes
fundamentales del trabajador”206.
Efectivamente, consideramos que plantear una denuncia penal frente al
incumplimiento del mandato judicial por parte del empleador, no constituye
una falta, y muchos menos una falta grave; por el contrario, estamos ante
el libre y pleno ejercicio del derecho de defensa, lo cual de ningún modo
constituye el resquebrajamiento de las obligaciones propias del contrato de
trabajo, y mucho menos supone la existencia de mala fe del trabajador.
En consecuencia, estimamos que lo resuelto por el Tribunal Constitu-
cional es plenamente coherente con los principios fundamentales, cons-
titucionales y laborales, y es por esa razón que al delimitarse la conducta
del trabajador se determina que esta no encaja en algún supuesto de falta
grave contenido en el artículo 25 de la Ley de Productividad y Competitividad
Laboral, por ello es que se declara la invalidez del despido.
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207 Hasta antes de la STC Exp. N° 1124-2001-AA/TC, no existía mayor impedimento para que el pago
dinerario de una indemnización permita el despido sin expresión de causa. Era la indemnización
hasta esa época, y en palabras de Umberto Romagnoli, simplemente “el precio de la arrogancia
del poder” (ROMAGNOLI, Umberto. El Derecho, el trabajo y la historia. Consejo Económico y
Social, Madrid, 1996, p. 137).
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210 Al respecto, sugerimos revisar: ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. “Si se despide a un trabajador
imputándole el incumplimiento de labores que no le correspondían, ¿se configura un despido
fraudulento?”. En: Jus Jurisprudencia. N° 1, Lima, 2007.
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211 Sobre este tema sugerimos revisar: GONZALES HUNT, César y JIMÉNEZ LLERENA, Alicia.
“La discriminación en el empleo por razones de sexo: la maternidad como caso emblemático”;
MARTÍNEZ CUEVAS, María Dolores. “Obstáculos para alcanzar una auténtica democracia
paritaria. Una perspectiva española tomando en consideración una reciente sentencia del Tribunal
Constitucional peruano”; y GARCÍA MERINO, Fabiola. “Aproximaciones al concepto de igualdad. A
propósito de la sentencia del Exp. N° 05652-2007-PA/TC”; todos ellos en: Jus Doctrina & Práctica.
N° 11, Lima, 2008.
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212 Al respecto, ver VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. “El principio de autonomía colectiva”. En: Los
principios del Derecho del Trabajo en el Derecho peruano. Libro homenaje al profesor Américo Plá
Rodríguez. SPDTSS, Lima, 2004, pp. 47-59.
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213 ÁVALOS JARA, Oxal. “Las actas de inspección laboral como medios de prueba fehacientes en los
procesos de amparo”. Ob. cit., p. 411.
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214 A este respecto, resulta interesante revisar el trabajo de PUNTRIANO ROSAS, César. “Cobro de
indemnización y reposición en el empleo. A propósito de un reciente precedente vinculante del
Tribunal Constitucional”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 144, Lima, 2010, p. 239 y ss.
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por despido arbitrario, esto es, el empleador deberá realizar dichos pagos en
cuentas separadas o a través de consignaciones en procesos judiciales inde-
pendientes, bajo su responsabilidad.
Indudablemente este nuevo criterio del Tribunal Constitucional es su-
mamente valioso y realmente refleja la expresión tuitiva de nuestra Consti-
tución, pues con ello se garantiza que la acción mediante la que se busca la
reposición no se vea truncada con un hecho que nada tiene que ver con la
reposición misma, lo que sí ocurre con el monto correspondiente al despido
arbitrario, máxime si de acuerdo con el artículo 24 de nuestra Norma Funda-
mental la remuneración y los beneficios sociales por su especial naturaleza
tienen una protección especial.
205
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215 Al respecto, VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. La libertad sindical en las normas y pronunciamientos
de la OIT: sindicación, negociación colectiva y huelga. Fundación de Cultura Universitaria,
Montevideo, 2007, p. 19.
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personalidad jurídica del Sindicato, esto es, la capacidad que tiene una orga-
nización sindical para cumplir con los objetivos que a su propia naturaleza le
corresponden, como son el desarrollo, la protección y la defensa de los de-
rechos e intereses de sus miembros. Por consiguiente, cualquier acto que se
oriente a impedir o restringir de manera arbitraria e injustificada la posibilidad
de acción o la capacidad de obrar de un sindicato resulta vulneratorio del
derecho a la libertad sindical”218.
Por dicha razón, el Tribunal considera que el comportamiento del em-
pleador vulnera el derecho a la libertad sindical del demandante, ya que
no existe ninguna justificación para no reconocerle su personalidad jurídica
como sindicato. Consecuentemente, se tendrá que reconocer a favor de la
organización sindical demandante todos los derechos que le corresponden
como tal para que pueda cumplir sus fines y funciones.
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forman parte del presente trabajo; por ello, hemos recogido en estas líneas
la única sentencia que, a pesar de no ser un precedente vinculante, es de
relevancia respecto de este tema. Así, en el Exp. N° 03311-2005-PA/TC, el
Tribunal advierte que el ejercicio del derecho de huelga tiene que hacerse
de conformidad con el ordenamiento jurídico, no pudiendo vulnerarse los de-
rechos fundamentales de terceros, ni degenerar esta en la ejecución de actos
vandálicos.
“Finalmente, el Tribunal Constitucional deja claramente establecido que
el ejercicio de los derechos laborales colectivos, en especial el derecho
de huelga, debe ser conforme a la Constitución y al ordenamiento jurídico
vigente. Dicho ejercicio comporta el respeto de los derechos de terceros,
en particular de los del empleador. En tal sentido, nuestro sistema ju-
rídico proscribe, prohíbe y sanciona los actos violentos y aquellos que
puedan configurar delitos. Incurrir en tales actos comporta un ejercicio
ilegítimo de los derechos. En el presente caso, los actos delictivos o
ilícitos que se produjeron el día de la paralización de labores no pueden
quedar impunes, de allí que a la demandada le asiste el derecho de con-
tinuar con las investigaciones necesarias para determinar las responsa-
bilidades individuales que pudieran corresponderle a los autores de los
daños materiales en contra de Minera Atacocha”227.
213
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229 OJEDA AVILÉS, Antonio. Derecho sindical. Quinta edición, Tecnos, Madrid, 1990, p. 667.
230 Al respecto, CORNAGLIA, Ricardo. Derecho colectivo del trabajo. Derecho de la negociación
colectiva. La Ley, Buenos Aires, 2007, p. 1 y ss.
231 OJEDA AVILÉS, Antonio. Ob. cit., p. 717.
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233 Es importante recalcar que este criterio no es utilizado única y exclusivamente para el caso del
plazo contenido en el artículo 36 de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral. Y prueba de
ello es que en la sentencia recaída en el Exp. N° 04602-2008-HD/TC, el Tribunal Constitucional
declaró fundada una demandada en donde se discutía si había transcurrido el plazo de 60 días
para que el demandante interponga su correspondiente demanda de hábeas data. Si bien es
cierto la demanda fue incoada transcurridos 60 días naturales, es de resaltar que en aplicación
del criterio analizado, se advierte de la existencia de muchos días de no funcionamiento del Poder
Judicial, por lo que teniendo en cuenta ello, y que solo deben computarse los días de efectivo
funcionamiento del Poder Judicial, se comprobó que la demanda fue interpuesta oportunamente.
Al fin y al cabo se hacen prevalecer los derechos fundamentales ante ciertos aspectos formales.
234 Código Civil
“Artículo 1996.- Interrupción de la prescripción
Se interrumpe la prescripción por:
1. Reconocimiento de la obligación.
2. Intimación para constituir en mora al deudor.
3. Citación con la demanda o por otro acto con el que se notifique al deudor, aun cuando se haya
acudido a un juez o autoridad incompetente.
4. Oponer judicialmente la compensación”.
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de efectuarse dentro del plazo, pues los derechos decaen o se pierden con
el paso del tiempo (...). A esa pérdida de vigor de los derechos y acciones co-
rrespondientes [hace referencia] la prescripción (...)”235.
En esta misma línea, Montoya Melgar manifiesta que: “El ejercicio de la
acción no es indefinido, sino que se halla sometido a un plazo, atendiéndose
así al principio de seguridad jurídica. Por su puesto, la decadencia de la
acción comporta la del derecho material, y no puede confundirse con la re-
nuncia de derechos”236.
Por su parte, Vidal Ramírez define a la prescripción extintiva como: “un
medio o modo por el cual, en ciertas condiciones, el transcurso del tiempo
modifica sustancialmente una relación jurídica”237.
En lo que respecta a sus efectos, el jurista peruano Max Arias-Schreiber
señala que: “[L]a prescripción extintiva es una institución de orden procesal
que constituye un medio de defensa que, invocado por el demandado, impide
al juez pronunciarse sobre el fondo del asunto”238, lo que es compartido por
Toyama Miyagusuku cuando apunta que “la prescripción extintiva, en términos
generales, es un instituto procesal por el cual se extingue la posibilidad de in-
terponer una acción –no el derecho– por la inacción del titular de un derecho
subjetivo en un determinado plazo”239.
En lo que nos concierne, consideramos que la prescripción extintiva es
un modo de extinción de relaciones jurídicas que se basa en la inacción del
sujeto activo de dicha relación, es decir, como consecuencia de no acudir
oportunamente a la autoridad administrativa, judicial, o simplemente por no
efectuar determinado acto establecido en la ley, perderá el derecho a so-
licitar jurisdiccionalmente lo que pudiese corresponderle. Como la acción no
se ejerce durante determinado tiempo por parte de quien puede hacerlo, la
pretensión se pierde para el titular.
Ya se ha explicado lo que constituye la prescripción extintiva, por lo que
pasaremos a explicar lo que supone el principio de irrenunciabilidad de de-
rechos.
Se ha dicho que el principio de irrenunciabilidad de derechos “abarca
la disposición de derechos sin importar si esta se realiza antes, durante o
después de terminada la relación laboral. Así, una vez constituida esta, el
219
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220
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243 MORALES CORRALES, Pedro. “Derechos laborales: prescripción, caducidad y otros temas. A
propósito de un nuevo fallo del Tribunal Constitucional”. En: Revista Peruana de Jurisprudencia.
Vol. XXII, Trujillo, 2003, p. 14.
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serán de aplicación a las otras ramas del Derecho, siempre y cuando no sean
incompatibles con su naturaleza”244.
Así también, se señala que “ciertamente el principio protector es el rector
en las disposiciones especiales del Derecho del Trabajo. Ahora bien, tal pro-
tección si bien supone la elaboración de las normas a favor de los traba-
jadores, no implica que las reglas del Derecho común no puedan ser apli-
cables a la mencionada rama del Derecho. Finalmente existen una serie de
principios y preceptos legales del Código Civil que se aplican al Derecho
del Trabajo, tales como las reglas de capacidad negocial, responsabilidad
y contratación. En el caso concreto de las reglas de interrupción de la pres-
cripción no encontramos razones por las cuales exista una incompatibilidad
del Derecho del Trabajo con la aplicación de la regla de interrupción del plazo
de prescripción con la notificación de la demanda”245.
Consideramos que al encontrar un vacío en la legislación laboral –por
mandato del artículo VIII246 del Título Preliminar del Código Civil– son de apli-
cación pertinente las normas sobre interrupción de la prescripción contenidas
en el Código Civil y en el Código Procesal Civil, más aún cuando estas dis-
posiciones no contravienen de ninguna forma las normas laborales, lo que
es respaldado por lo establecido en el Pleno Jurisdiccional Nacional Laboral
de 1997247, en el cual se señala que es posible aplicarse supletoriamente
las normas del Código Procesal Civil a los procesos regulados por la Ley
N° 26636, Ley Procesal del Trabajo, lo que será viable cuando exista una re-
misión expresa o una deficiencia de esta última que tenga que ser cubierta
por la norma adjetiva civil, siempre que se trate de una materia regulada y
exista compatibilidad con la naturaleza del proceso laboral.
Es importante tener en cuenta que en la sentencia recaída en el Exp.
N° 787-99 BE(A), la Tercera Sala Laboral de la Corte Superior de Lima ha se-
ñalado que es factible que el Código Civil y el Código Procesal Civil puedan
ser aplicables a los procesos regidos por la Ley N° 26336, siempre y cuando
exista compatibilidad entre las instituciones que serán de aplicación.
244 GONZÁLEZ HUNT, César. “A propósito de los requerimientos mediante carta simple: la interrupción
de la prescripción extintiva de las acciones laborales”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 133, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004, p. 147.
245 TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. “La aplicación supletoria de las reglas del Derecho Civil y la
prescripción de derechos laborales”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 11, Gaceta Jurídica,
Lima, 1998, p. 34.
246 Código Civil
“Artículo VII
Los jueces no pueden dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la ley. En tales
casos, deben aplicar los principios generales del Derecho y, preferentemente, los que inspiran el
Derecho peruano”.
247 En dicho pleno jurisdiccional se estableció, como tema N° 6, que es correcta la aplicación supletoria
del Código Procesal Civil a los procedimientos regulados en la Ley N° 26636, Ley Procesal del
Trabajo.
222
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
248 ALONSO OLEA, Manuel y CASAS BAAMONDE, María Emilia. Ob. cit., p. 508.
249 Tal como se aprecia del f. j. 4 de la presente sentencia, el actor alega que su abogado no le
comunicó de la ocurrencia de este acto procesal, causándole indefensión. Con respecto a este
extremo, el Tribunal Constitucional señala en su sentencia que: “en autos no se ha recaudado
prueba alguna que desvirtúe el dicho del demandante”.
223
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
hasta que presentó esta demanda habían transcurrido más de cuatro años,
el Décimo Noveno Juzgado de Lima declaró fundada la excepción de pres-
cripción extintiva formulada por la demandada y, en consecuencia, nulo todo
el proceso. Luego de haber apelado la respectiva resolución, con fecha 18
de agosto de 2003, la Tercera Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia
de Lima –la que también había visto la causa del mismo demandante, pero
referida a la impugnación de despido– confirmó la resolución de la instancia
anterior.
El fundamento establecido en ambas resoluciones es que desde la fecha
en que el demandante fue cesado hasta la fecha en que se presentó su
demanda de pago de beneficios laborales habían transcurrido más de cuatro
años, por lo que de acuerdo con el artículo único de la Ley N° 27321 la acción
prescribió.
En este contexto, con fecha 2 de octubre de 2003 el actor interpone
demanda de amparo contra el Décimo Noveno Juzgado de Lima y la Tercera
Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de Lima, a efectos de que se
deje sin efecto la resolución del 18 de agosto de 2003 expedida por la sala
superior por la que se confirma la resolución del Décimo Noveno Juzgado de
Lima.
Con fecha 1 de diciembre de 2004 la Segunda Sala Civil de la Corte Su-
perior de Justicia de Lima resuelve declarar infundada la demanda, lo que es
confirmado por la instancia posterior.
Ya en sede del Tribunal Constitucional, el máximo intérprete de nuestra
Constitución se pronuncia declarando fundada la demanda, esencialmente
porque entiende que la resolución cuestionada vulnera el derecho a la tutela
judicial efectiva del demandante, concretamente porque la acción para de-
mandar el pago de sus beneficios laborales no había prescrito. Según se des-
prende de la presente sentencia, el Tribunal Constitucional entiende que el
inicio del plazo prescriptorio de cuatro años debe empezar a computarse no
desde el momento en que se produjo el cese del trabajador, sino desde el día
siguiente en que el demandante fue notificado con la resolución que dispone
el archivo definitivo del expediente del proceso de impugnación de despido
que le inició a su exempleadora.
Sin duda alguna, el tema en controversia es el de determinar si lo
efectuado por el Tribunal Constitucional en cuanto determina que la inter-
posición de una demanda, ya sea en vía ordinaria o constitucional, supone
una causal de interrupción del plazo prescriptorio para demandar ciertos de-
rechos y beneficios laborales derivados de la relación laboral
Es importante señalar que si bien en su sentencia el Tribunal Constitu-
cional no hace alusión en ningún momento a la figura de la interrupción de
la prescripción, ello es lo que se produce cuando el accionante interpone su
224
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
225
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
226
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
227
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
253 DE LA CUEVA, Mario. El nuevo Derecho mexicano del trabajo. Tomo I, décimo primera edición,
Porrúa, México D. F., 1985, p. 448.
254 ALONSO OLEA, Manuel y CASAS BAAMONDE, María Emilia. Ob. cit., pp. 321-322.
255 RODRÍGUEZ MANCINI, Jorge. Curso de Derecho del Trabajo y de la seguridad social. Ob. cit., pp.
269-270.
256 Ibídem, p. 270.
228
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
257 Artículo VIII.- Los jueces no pueden dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la
ley. En tales casos, deben aplicar los principios generales del Derecho y, preferentemente, los que
inspiran el Derecho peruano.
229
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
258 Entre otras, las Casaciones N°s 229-2005-Lambayeque y 1458-2003-Lima, que constituyen
precedentes de observancia obligatoria. Estas sentencias y otras similares pueden encontrarse
analizadas en ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. Precedentes de observancia obligatoria y vinculantes
en materia laboral. Ob. cit., p. 274 y ss.
230
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
259 Tales como las recaídas en los Exps. N°s 04699-2005-PA/TC, 03710-2005-PA/TC, 5596-2005-PA/
TC y 1672-2003-AA/TC.
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EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
260 Por todas, vide Casación N° 229-2005-Lambayeque, publicada en el diario oficial El Peruano el 31
de julio de 2006.
261 Para nosotros es un derecho evidente, que no admite contradicción alguna, pues ello, entendemos,
es una consecuencia lógica de la restitución en el empleo.
232
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
262 En un anterior trabajo nos hemos referido a las posiciones que existen respecto del periodo dejado
de laborar por el cese incausado. Así, hay quienes señalan que como en este periodo no hubo
prestación efectiva del trabajo (prestación) no corresponde pago alguno (contraprestación). No
obstante, hay quienes respaldan la posición que señala que si bien durante dicho lapso no hubo
prestación efectiva, el hecho de que el trabajador haya puesto su fuerza de trabajo a disposición
de su empleador (así este no la haya utilizado) es razón suficiente para que sea retribuido. Esta
última posición se fundamenta en dos temas centrales: por un lado, que al ser el empleador quien
dirige, fiscaliza y sanciona la prestación del trabajador, el hecho de no hacer uso de la fuerza de
trabajo de su empleado no lo exime de pagar la correspondiente retribución, pues, reiteramos,
el trabajador ha cumplido con su obligación esencial, que es la de poner su fuerza de trabajo a
disposición de su empleador; por otro lado, el hecho de asumir la primera de las posiciones (no
pagar la remuneración pues no hubo trabajo efectivo) supondría legitimar una serie de abusos del
empleador, ya que a pesar de que ha lesionado los derechos fundamentales del trabajador, además
de contravenir la Constitución y la ley, este se vería librado de sus obligaciones (ÁVALOS JARA,
Oxal Víctor. “El pago de la remuneración devengada en caso de reposición a través de proceso de
amparo”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 150, Gaceta Jurídica, Lima, 2006, p. 252 y ss.).
263 Esta sentencia, así como otras en donde se trata el tema en cuestión pueden ser apreciadas en
ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. Precedentes de observancia obligatoria en materia laboral de la Corte
Suprema. Grijley, Lima, 2008.
264 Por ejemplo, entre otras, vide las Casaciones N°s 1806-2004-Lima, 1806-2004-Lima,
229-2005-Lambayeque y 213-2006-Lima, publicadas en el diario oficial El Peruano el 2 de junio de
2006, el 2 de julio de 2006, el 31 de julio de 2006 y el 30 de noviembre de 2007, respectivamente.
233
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
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OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
268 Como ocurre con la disposición contenida en el artículo 54 del Reglamento de la Ley de Fomento
del Empleo.
269 Lo que ayudaría, también, a descongestionar los procesos que llegan a manos del Poder Judicial.
235
EL AMPARO COMO FUENTE INTERPRETATIVA Y NORMATIVA EN EL DERECHO DEL TRABAJO
13.3. Conclusión
236
BIBLIOGRAFÍA
237
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de prueba fehacientes en los procesos de amparo”. En: Jus Jurisprudencia. N° 3,
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materia laboral de la Corte Suprema. Grijley, Lima, 2009.
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238
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
239
BIBLIOGRAFÍA
240
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
241
BIBLIOGRAFÍA
242
ÍNDICE GENERAL
Presentación........................................................................................................... 5
Capítulo I
Marco histórico y conceptualizaciones
sobre el amparo
1. Marco histórico-social del amparo en el Perú.................................................. 9
2. Marco histórico-legal del amparo en el Perú................................................... 11
3. Conceptualizaciones........................................................................................ 19
3.1. Los derechos fundamentales.................................................................. 21
3.2. El contenido constitucionalmente protegido del o de los derechos invo-
cados...................................................................................................... 23
3.3. El derecho al trabajo............................................................................... 25
3.4. El contenido constitucionalmente protegido del derecho al trabajo........ 27
Capítulo II
El proceso de amparo de acuerdo
con el Código Procesal Constitucional
1. La finalidad del proceso de amparo................................................................. 31
2. Los principios del proceso de amparo contemplados expresamente.............. 32
2.1. El principio de dirección del proceso...................................................... 33
2.2. Principio de gratuidad............................................................................. 34
2.3. El principio de economía procesal.......................................................... 34
2.4. El principio de inmediación..................................................................... 35
243
ÍNDICE GENERAL
244
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
Capítulo III
El amparo como fuente interpretativa y –en algunos
casos– normativa en el Derecho del Trabajo
1. Los principios del Derecho del Trabajo............................................................ 85
1.1. El principio de primacía de la realidad.................................................... 86
1.2. El principio de irrenunciabilidad.............................................................. 87
1.3. El principio in dubio pro operario............................................................ 90
1.4. El principio de igualdad de trato y no discriminación.............................. 91
1.5. El principio de continuidad...................................................................... 95
1.6. El principio de causalidad....................................................................... 98
2. Protección de los derechos fundamentales –distintos al trabajo– en la relación
laboral: los derechos al secreto de las comunicaciones y a la intimidad........... 99
3. Los regímenes laborales................................................................................. 107
3.1. El Régimen Especial de Contratación Administrativa de Servicios........ 107
3.2. Sobre la función pública......................................................................... 121
3.3. El régimen laboral agrario....................................................................... 129
3.4. La carrera pública magisterial................................................................. 134
4. La contratación laboral.................................................................................... 135
4.1. El contrato de trabajo.............................................................................. 135
4.2. Los contratos de trabajo sujetos a modalidad........................................ 141
245
ÍNDICE GENERAL
246
OXAL VÍCTOR ÁVALOS JARA
BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................... 237
247