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La fascinante historia de las palabras –787–

OPIO
No se puede hablar de este zumo vegetal sin mencionar la ‘guerra del opio’, un
vergonzoso suceso del comercio inglés contra China en el siglo XIX, cuando el
país narcotraficante humilló al país proveedor para obligarlo a seguir
produciendo el alucinógeno.
Los sumerios conocieron esta sustancia hace seis mil años y la llamaron: ‘planta
de la alegría’. Entre los griegos, ‘opós’ era el jugo vegetal de muchas plantas
adormideras, que los latinos asumieron como ‘opium’. En portugués existe la
palabra ‘anfião’, sinónimo de opio, que también se ha usado en castellano como
‘anfión’.
Quienes inventaron el negocio del tráfico de opio fueron los árabes, que lo
conseguían en Egipto y lo llevaban a Europa Occidental, para venderlo (siglos
XIII a XIX) como medicamento tranquilizante y anestésico. En ese contexto se
entiende la frase de Karl Marx, ‘la religión es el opio del pueblo’, pues lo que
quiso decir era que la religión le servía al pobre como alivio en los sufrimientos.
Textualmente: “La religión es el suspiro del oprimido, el corazón de un mundo
insensible, el alma de situaciones desalmadas. Es el opio del pueblo.” (Collected
papers, 1844). Aún no se entendía el opio como estupefaciente, pues aún no se
había estudiado su toxicidad y su adicción.
La palabra opio, que se usa en castellano desde el siglo XVI, se encuentra en
italiano como ‘oppio’, y en francés e inglés como ‘opium’.

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