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La fascinante historia de las palabras –589–

PIÑA
El nombre original de esta fruta es ‘ananás’, palabra guaraní formada por: ‘naná
naná’, que significaría: “el perfume de los perfumes”. Pero al llegar los españoles
por estas latitudes, la asociaron con el piñón o fruto del pino europeo. Así nació,
en el siglo XVI, este nombre de la piña. En el “Sumario de la natural historia de
las Indias” (1526) escribió Fernández de Oviedo: “«Aquel nombre de ‘piñas’ le
pusieron los christianos porque lo parescen en alguna manera».
Se cuenta que la piña se puso de moda en la España colonial, pero era muy
escasa y costosa, así que las familias aristocráticas alquilaban algunas para
decorar las mesas.
El Diccionario de la Real Academia dice: “Planta exótica, vivaz, de la familia de
las Bromeliáceas, que crece hasta unos siete decímetros de altura, con hojas
glaucas, ensiformes, rígidas, de bordes espinosos y rematados en punta muy
aguda; flores de color morado y fruto grande en forma de piña, carnoso,
amarillento, muy fragante, suculento y terminado por un penacho de hojas.”
Parece una definición para cuando nos llegue la peste del olvido, como en ‘Cien
años de soledad’.
La palabra castellana piña, aplicada exclusivamente a las coníferas hasta el siglo
XV, proviene del latín ‘pínea’ y ésta de ‘pinus’ (pino).

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