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La fascinante historia de las palabras –411–

LACÓNICO
En la antigü edad griega, la gente de Laconia era todo lo contrario de los filó sofos
de Atenas, amantes del parloteo. Los de Laconia, cuya capital era Esparta, eran de
pocas palabras. Se cuenta que el rey Filipo de Macedonia (siglo IV a.C) amenazó
con llevar sus ejércitos hasta el sur de Grecia y dijo: “«Si entro en Laconia arraso a
Esparta»” Los espartanos se contentaron con repetir el condicional: «Si…»
Es bien sabido que los espartanos eran una sociedad militarizada, de pocos
ornatos y lenguaje conciso. Por eso, el gentilicio griego lakonikós (de Laconia o
Esparta) pasó al latín como ‘lacó nicus’, pero ya con el sentido de sobrio de
palabras y así llegó a nosotros como lacónico. Entre las montañ as del sur de Grecia
viven aú n dos mil personas que hablan el antiquísimo idioma de Esparta y que hoy
se denomina: ‘Tsakonio’ (derivació n de ‘Laconio’).
Por obvias razones, este comentario debe ser muy escueto. Digamos que la Real
Academia admitió la palabra en el Diccionario de Autoridades de 1734.

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