Está en la página 1de 1

La fascinante historia de las palabras –601–

CATACUMBAS
Cuando hablamos de catacumbas solemos pensar en las que visitan los turistas
que van a Roma, en especial estas cinco: San Calixto, San Sebastián y Santa
Domitila (al sur) y Priscila y Santa Inés (al norte de la ciudad). Pero hay
muchas más catacumbas en Roma, y también en Nápoles, París y otros lugares.
La palabra se usa siempre [en plural] para distinguir las galerías subterráneas
en donde los primeros cristianos enterraban a sus muertos y celebraban sus
ritos de culto. El vocablo proviene del latín tardío ‘catacumbae’, y éste del
griego: kata-kymbas (junto a la hondonada), y es muy probable que en los
siglos II y III la palabra se usaba únicamente para el área en torno al cementerio
de San Sebastián (sobre la Vía Appia en Roma), pues originalmente tenía que
ver con excavaciones más que con tumbas, conservando la palabra
‘coementerium’ (dormitorio) para todas las necrópolis. Poco a poco (siglos VI-
IX) la palabra catacumbas se generalizó a las galerías de tumbas subterráneas;
después se amplió su sentido a todos los sepulcros subterráneos.
No se puede hablar de catacumbas sin mencionar a Calixto I (nacido esclavo en
el 155 y muerto como Papa en el 222), quien fue el que mandó organizar y
ampliar las catacumbas de la Vía Appia, donde fueron sepultados 46 Papas y
muchos miles de mártires.

También podría gustarte