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UNIVERSIDAD ITEC
BIOÉTICA
TEPIC, NAYARIT
07/SEPTIEMBRE/2017
PARADIGMA DE LA CIENCIA
INTRODUCCIÓN
En este documento aborda el tema en relación a que los científicos que
cuestionan paradigmas dominantes, como un medio para profundizar en el estudio
de la naturaleza de la ciencia y como un recurso para la enseñanza de las
ciencias.
Aquellos lectores que consideren el tema como demasiado frívolo deberían leer
antes varias intrigantes comunicaciones publicadas en la poco heterodoxa revista
Nature en las que se ponen de manifiesto correlaciones entre el mes de
nacimiento y factores tales como la altura corporal (Weber, Prossinger y Seidler,
1998); las calificaciones académicas (Gotoda, 1995; Azevedo, Pinto-do-O y
Borges, 1995) y el éxito en el deporte (Dudink, 1994).
En contra de lo que mucha gente cree, la "fusión fría" sigue siendo un área que
atrae la atención de muchos investigadores hasta el extremo de que se
desarrollan proyectos financiados con dinero privado (Simon, 1999) y celebran se
congresos sobre el tema a los que acuden físicos y químicos de prestigiosas
universidades.
Las áreas de trabajo que abordan los disidentes reflejan el carácter aislado de su
trabajo mientras que os científicos que combaten los paradigmas dominantes
suelen centrarse en cuestiones teóricas (Relatividad, Mecánica Cuántica),
experimentos de interacción mente-materia (que pueden realizarse con equipos y
recursos relativamente escasos) o en la búsqueda de alternativas más baratas y
fáciles a problemas de una enorme complejidad.
Esta realidad nos debería hacer reflexionar sobre factores tales como el sistema
de recompensas en ciencia y el reconocimiento, como una de las fuerzas que
sirven de motivación a los científicos para persistir en su trabajo.
Lamentablemente, estos factores rara vez reciben la atención que merecen por
parte de los profesores y de los investigadores en Didáctica de las ciencias
cuando abordan las cuestiones relacionadas con la construcción de la ciencia.
Las agencias militares dado que pueden permitirse el lujo de financiar proyectos
arriesgados ante el dilema de dominar posibles desarrollos innovadores que les
otorguen la supremacía tecnológica o arriesgarse a que otros consigan dicha
supremacía.
Por ejemplo, Joseph Weber, quien, defendía un método alternativo para detectar
ondas gravitacionales, acudió a la marina americana para obtener fondos, dado
que sus poco ortodoxas teorías podrían tener aplicaciones para detectar
fácilmente neutrinos, un tema de interés para los militares. También Linus Pauling
también tuvo dificultades para conseguir fondos públicos con los que contrastar su
teoría acerca del efecto anticancerígeno de la vitamina C, una teoría que estaba
en contra de los puntos de vista dominantes. Gracias a las aportaciones privadas
pudo financiar sus trabajos.
En otras ocasiones, los científicos disidentes deben hacer frente a los gastos
inevitables mediante sus propios recursos o utilizando subrepticiamente los
presupuestos de otros proyectos más convencionales. Por ejemplo: El astrónomo
Halton Arp sufrió incluso la censura oficial y se le negó hasta el tiempo de acceso
al telescopio necesario para profundizar en sus investigaciones de quasars con las
galaxias cercanas.
Los científicos tienden mucho a fiarse de lo que leen en las revistas académicas
porque los artículos que se publican en ellas han sido revisados por sus editores y
referees y, al menos en principio, ofrecen algunas garantías de validez y
veracidad. Partiendo de ahí, para provocar un cambio de paradigma y conseguir
cierta atención es necesario acceder a las revistas científicas que leen los
investigadores, ir a reuniones y congresos académicos si se quiere tener un
mínimo impacto en la comunidad académica ya que no basta con tener datos
contundentes e irrebatibles que supongan un conflicto para la teoría dominante.
Existen revistas que han dado sendos escarmientos públicos a investigadores que
cuestionaban paradigmas dominantes. Por ejemplo la revista “Nature” a Ungar, un
biólogo que sostenía que era posible la transferencia química de la memoria de un
organismo, la misma revista publicó su trabajo sobre el tema seguido de un
análisis demoledor. Lo mismo le pasó a Jacques Benveniste sobre el supuesto
efecto químico de una sustancia ultra diluida agregando un editorial en el que se
criticaban las limitaciones y problemas de los resultados del artículo.
En áreas como la Medicina, la reacción ante teorías que cuestionan los puntos de
vista mayoritarios también suele ser negativa. Por ejemplo, Peter Duesberg ha
tenido enormes dificultades para dar a conocer su teoría alternativa sobre las
causas del SIDA, según la cual el SIDA no está originado por el VIH, sino por el
uso de drogas y otros productos tóxicos. En este caso, el argumento que se utiliza
para justificar el rechazo es que, si se difundiese este punto de vista, peligrarían
los esfuerzos destinados a controlar la difusión de dicha enfermedad.
Sin embargo, la represión de teorías y propuestas que van contra los puntos de
vista dominantes no siempre obedece a motivaciones tan aparentemente
altruistas. A veces los intereses corporativistas tienen un peso considerable en las
supresiones intelectuales. Por ejemplo Weber, defendía un enfoque alternativo,
según el cual, la detección podría llevarse a cabo mediante unas técnicas
considerablemente más simples que las que exigía el método respaldado por la
mayor parte de la comunidad (proyecto LIGO). Muchos investigadores temían que,
si las propuestas de Weber eran consideradas en serio por los gestores de la
política científica, la reputación y el desarrollo del campo de investigación sobre
ondas de gravedad podrían verse gravemente comprometido. En una típica
maniobra de "castigo", la revista Physical Review rechazó un artículo de Weber,
que se vio obligado a publicarlo en otra revista menos conocida.
Por otra parte cuando la comunidad académica considera que una controversia o
un asunto están cerrados; existen pocas posibilidades de que se tomen en cuenta
nuevos trabajos sobre el tema.
Algunos disidentes inician campañas entre sus colegas o se dirigen a los políticos
encargados de distribuir los fondos de investigación. Por ejemplo, Weber escribió
a otros científicos y a políticos relacionados con el Congreso Revista Electrónica
de Enseñanza de las Ciencias sugiriendo que sus métodos experimentales para
detectar ondas de gravedad podrían ser más sensibles y baratos que los del
proyecto LIGO.
La comunidad académica reacciona con desagrado ante estas tácticas que alejan
el debate de los foros en que, según ellos, debe mantenerse. Para evitar
problemas, en los últimos años, revistas como Nature y Science exigen a los
autores de artículos enviados para su publicación que se abstengan de darlos a
conocer a la prensa hasta que exista una decisión del comité editorial (esta política
suele denominarse "embargo").