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IJUE Temas 1-10
Grado en Derecho
Facultad de Derecho
Universidad de Sevilla
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su
totalidad.
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Apuntes IJUE realizados según la Prof. Eulalia W. Petit de Gabriel y completado con
manual
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
presente en las versiones que, a diario, sus Estados miembros dan de sí mismos. En todos los
ayuntamientos, por ejemplo, ondean banderas (originariamente del Consejo de Europa y que
ahora comparte con la UE), de estrellas doradas que se ordenan en armonía perfecta formando
un círculo sobre fondo azul.
Tras estos símbolos, se han ido sedimentando en paralelo a lo largo de los años, una serie de
valores esenciales en los que descansa hoy la UE, que, por primera vez, han sido recogidos
expresamente como tales por el Derecho originario.
En esta línea, se pronuncia el art. 2 TUE, el cual establece como valores de la UE:
Además, el artículo establece que estos valores son comunes a los Estados miembros en una
sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la
solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres.
Solo los Estados europeos que respeten esos valores y se comprometan a promoverlos, podrán
solicitar el ingreso como miembro de la Unión (art. 49 TUE), previéndose una reacción de la UE
ante la existencia de un riesgo claro de violación grave y persistente por parte de un Estado
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miembro de tales valores (art. 7 TUE), que habrán de ser igualmente respetados en la acción
exterior de la Unión, incluida la PESC.
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La vida democrática de la UE descansa en el principio básico de la igualdad de todos sus
ciudadanos, que se beneficiarán por igual de la “atención” de las instituciones, órganos y
organismos de la Unión. Se trata de una expresión singular del principio de igualdad de los
ciudadanos ante la ley, bien conocido en los Derechos internos, definiéndose en el TUE la
ciudadanía de la Unión (art. 9 TUE), al margen de que su regulación detallada se contenga en el
TFUE (arts. 20 a 25 TFUE).
Las relaciones de los ciudadanos con las instituciones y órganos de la UE y con sus Estados
miembros se basan en el principio de la democracia representativa. Dicho principio obliga:
- En segundo lugar, también obliga en el derecho que el TUE les reconoce a los ciudadanos
de participación en la vida democrática de la Unión (art. 10. 3 TUE), que viene
garantizado por el principio de subsidiariedad por parte de la UE a la hora de ejercer sus
competencias, y por el principio de transparencia, disponiendo que las decisiones que
se tomen sean de la forma más abierta posible a los ciudadanos y que la Comisión
mantenga consultas con las partes interesadas (arts. 10. 3 y 11. 3 TUE).
Para llevar a cabo la participación de los ciudadanos en la UE, el TUE reconoce el papel esencial
de los partidos políticos europeos, pues son ellos los llamados a dar voz a las reivindicaciones
ciudadanas a nivel europeo y formar la conciencia política europea (art. 10. 4 TUE).
En las relaciones de los Estados miembros con la UE, el principio de democracia representativa
obliga a que todos los Estados miembros estén representados en condiciones de igualdad (art.
4. 2 TUE) en el Consejo Europeo y el Consejo (art. 10. 2 TUE), un principio que se acompaña con
el del respeto a la identidad nacional.
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3.1. LA INCORPORCIÓN DE UN NUEVO ESTADO MIEMBRO.
Esto nos hace retrotraernos a la cuestión de quiénes son Estados europeos a efectos de su
posible adhesión a la UE o dónde están los límites de Europa, teniendo en cuenta que otras
Organizaciones Internacionales europeas acogen a Estados como Armenia, Georgia o
Azerbaiyán, en la actualidad miembros tanto del Consejo Europeo como de la Organización para
la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE).
El Tratado de Lisboa no ha resuelto esta cuestión. Este argumento fue el utilizado para rechazar
la candidatura propuesta por Marruecos, pero no ha sido utilizada para rechazar la candidatura
de Turquía.
El art. 49 TUE recoge lo que la práctica había sedimentado en materia de adhesión de nuevos
miembros: decisión unánime del Consejo previa consulta a la Comisión y aprobación por el PE,
que deberá pronunciarse por mayoría de los miembros que lo componen. Además, este artículo
establece la obligación de informar de la solicitud recibida por el Consejo no solo al PE, sino
también a los Parlamentos nacionales.
A la hora de valorar la solicitud de admisión, el Consejo deberá de apreciar también el ajuste del
país candidato a los criterios de elegibilidad establecidos por el Consejo Europeo en 1993,
denominados “criterios de Copenhague”. Estos son:
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c) Criterio del acervo comunitario o de la Unión o capacidad para asumir las obligaciones
que se derivan de la adhesión, especialmente aceptar los objetivos de la unión política,
económica y monetaria.
El art. 50 TUE recoge la posibilidad de retirada voluntaria de un Estado miembro pero no prevé
la posibilidad de expulsión, y procede a una ordenación del proceso de retirada voluntaria, esto
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es, la reversión del proceso de ingreso.
El Estado miembro que lo desee puede poner fin a su participación en la UE, que podrá decidirlo
de conformidad con sus normas constitucionales. A fin de hacer efectiva la retirada deberá:
Los acuerdos que regularán las relaciones en el futuro entre la UE y el Estado saliente podrán
ser adoptado por mayoría cualificada del Consejo, manteniéndose la intervención previa
obligatoria del PE, que deberá aprobarlo.
La entrada en vigor del acuerdo adoptado marca el momento del cese de los efectos de los
Tratados constitutivos, que dejarán de aplicarse a partir de entonces a dicho Estado. A falta de
acuerdo de retirada, los efectos de dichos Tratados cesarán a los dos años que el Estado enviara
al Consejo Europeo la notificación de retirada, salvo que el Consejo Europeo de acuerdo con el
Estado, decida por unanimidad prorrogar el plazo.
En caso de “arrepentimiento”, el antiguo Estado miembro que desee volver a formar parte de
la UE no disfruta de ningún trato preferencial en su segundo proceso de adhesión, antes bien
deberá completar el mismo proceso previo para cualquier otro Estado candidato y establecido
en el art. 49 TUE.
El Reino Unido decidió tras la celebración de una consulta nacional en junio de 2016, iniciar un
proceso de retirada voluntaria de la UE, abriéndose en marzo de 2017 el difícil proceso de
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negociación entre éste y la UE, y que por el momento no consigue un acuerdo en materias
esenciales como los derechos que gozaran los nacionales de la UE que permanezcan en territorio
británico, la regulación de la frontera con Irlanda o la factura pendiente de pago por parte del
Reino Unido a la UE, entre otras.
En este sentido, la violación de los valores sobre los que descansa la UE (art. 2 TUE), ha sido
objeto de atención desde el Tratado de Ámsterdam, pues se incorporó junto con los principios
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de la UE, la correlativa sanción al Estado miembro que no respetara dichos principios.
Por ello, a las situaciones de violación grave y persistente de los valores del art. 2 TUE, el actual
art. 7 TUE ha añadido las situaciones de existencia de un riesgo claro de violación grave de tales
valores.
Por primera vez, se ha dado este caso respecto de Polonia y su polémica reforma judicial,
situación en la que, tras diversos avisos por parte de la Comisión, ésta, con base en el art. 7 TUE,
ha decidido solicitar del Consejo de adopción de una Decisión al respecto como paso previo a
una posible sanción por violación de los valores esenciales de la UE. Otro caso abierto
actualmente es el de Hungría.
En caso de que se trate de una violación consumada, grave y persistente, será el Consejo
Europeo el que decida, puesto que la sanción es contra un Estado soberano y debe ser la
formación de mayor rango a nivel intergubernamental la que decida sancionar al Estado
miembro de que se trate.
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- La adhesión de la CEE, más tarde CE, y finalmente UE, al Convenio Europeo de Derechos
Humanos (CEDH).
- La adopción de un catalogo propio de derechos fundamentales.
Conforme a la reforma llevada a cabo por el Tratado de Lisboa, la adopción y la referencia llevada
a la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (CDFUE) en los Tratados
constitutivos no ha instado para que el TUE recoja otros avances que han tenido lugar respecto
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de aquella adhesión.
Los Tratados de 1951 y 1957, sobre la unión aduanera y la ordenación común de mercado, no
establecieron ninguna protección a los derechos humanos. El único punto de contacto con la
persona era la articulación de su libre circulación en tanto que se constituía un factor de
producción.
En cuanto al fracaso de las primeras las iniciativas del proceso de integración europea, hay que
decir que si mencionaban expresamente la necesidad de los derechos fundamentales de la
persona.
Sin embargo, una vez iniciado el proceso para la integración europea, se cayó en la cuenta de
que algunos de los derechos considerados como fundamentales, se vieron afectados. Además,
la pertenencia a las CCEE era visto desde los TTCC nacionales como una vía de desprotección o
al menos de disminución de la protección nacional existente, en la medida que los Tratados y
normas de Derecho derivado no eran enjuiciados por éstos.
Los recursos contra la aplicación de los Tratados constitutivos y el Derecho derivado por las
jurisdicciones nacionales se fueron sucediendo, abarcando los derechos más variados.
Pero la protección a estos derechos, que, si estaba codificada en los ordenamientos jurídicos
internos, no se encontraba formalmente positivada en el nuevo ordenamiento jurídico
comunitario, lo que hacía difícil encontrar un fundamento para articular dicha protección.
Por otra parte, eran derechos fundamentales positivados tanto en los ordenamientos internos
de los Estados miembros, como en el CEDH, del cual, formaban parte la totalidad de los Estados
miembros que eran partes. Esto permitía al particular, con ciertas limitaciones, denunciar al
Estado infractor ante el TEDH, disfrutando, por tanto, de una protección más allá incluso del
ámbito nacional.
Ante la expansión del nuevo ordenamiento jurídico, el Tribunal terminó por afirmar que, como
principio general del Derecho, la Unión respeta los derechos fundamentales tal y como resultan
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de las tradiciones constitucionales comunes a los Estados miembros y tal y como se garantizan
en el CEDH.
El establecimiento de esta vía de protección pareció calmar la inquietud de los TTCC nacionales,
pero, sin embargo, esta vía no dejaba de plantear problemas, limitaciones y dudas respecto a la
seguridad jurídica. De esta manera, los Estados miembros decidieron dar una solución, que sería
recogida en el Tratado de Maastricht en el artículo F.2, y cuyo contenido ha sido parcialmente
recogido en el actual art. 6. 3 TUE.
Desde que todos los Estados miembros de por entonces la CEE adhiriesen al CEDH, la
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Organización no paró de buscar la manera de introducir o aplicar la Carta a los Tratados
constitutivos.
Estos trabajos no llegaron a buen puerto pues, en 1999, el Consejo Europeo de Colonia, aceptó
la convocatoria de una “Convención” que negociase una carta de derechos fundamentales
propia de la Unión.
También era necesaria la modificación del propio CEDH, cuya redacción establa pensada tan solo
para la adhesión de los Estados y no de una Organización Internacional. Por ello, en 2004 los
Estados partes del CEDH aprobaron un Protocolo adicional n.º 14 por el que se establece que la
UE puede adherirse a la Convención. De esta manera, tanto el Tratado de la UE como el Tratado
del CEDH se encuentran en sintonía.
En 1989, el Consejo Europeo de Estrasburgo, adoptó una Carta de Derechos Fundamentales del
Trabajador, un listado de derechos fundamentales de carácter social y económico que datase al
naciente mercado interior de la necesaria dimensión social que debía acompañarle. Sin
embargo, tenía nula vinculación jurídica y falta de competencia del entonces TJCE para conocer
de las posibles violaciones de la misma.
Tras resultar insatisfactorio este avance, el Consejo Europeo de Colonia aprueba en 1999 una
convocatoria de una conferencia encargada de redactar una carta de derechos fundamentales.
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Con este fin, se creó un órgano negociador compuesto por una mezcla de poderes legislativos y
ejecutivos tanto a nivel nacional como de la Unión, denominado Convención. La Convención
adoptó sus decisiones por consenso y sus trabajos respetaron en todo momento el principio de
trasparencia, siendo accesible a través de Internet y permitiendo la participación en ellos de la
sociedad civil.
Sin embargo, la decisión sobre su fuerza jurídica vinculante fue postpuesta hasta 2004, en
paralelo a la reforma de los Tratados que habría que reconocer la personalidad jurídica de la UE
carecía formalmente entonces. Incorporada como Parte II en el Tratado de Roma en 2004, fue
recuperada en 2007, cuando fue ligeramente corregida y adaptada, para finalmente ser firmada
y proclamada solemnemente por los presidentes del PE, el Consejo y la Comisión de Estrasburgo
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en 2007, un día antes de la adopción del Tratado de Lisboa.
En virtud del mismo, ésta goza del mismo valor que los Tratados constitutivos, es jurídicamente
vinculante y tiene rango de Derecho originario (art. 6.1 TUE). Sin embargo, la CDFUE no es de
aplicación al Reino Unido, Polonia ni a la República Checa, ya que así se estableció por el
Protocolo n.º 30 y las Disposiciones n.os 1, 53, 61 y 62.
Su texto pretende fijar los fundamentos más elementales en materia de derechos humanos de
forma comprensible y asimilable para todos los habitantes de la UE. En ella se alude a la dignidad
del ser humano, a sus libertades básicas, a la igualdad, a la solidaridad, la ciudadanía europea y
a los derechos, libertades y principios básicos en relación con la administración de justicia.
En 1998, con ocasión del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
los Ministros de Asuntos Exteriores de la UE, decidieron, entre otras medidas, presentar un
informe anual acerca de la situación de los derechos humanos de la UE y en el mundo, que ha
continuado hasta hoy, en el que se da cuenta de las actividades que desarrolla la UE en materia
de protección y promoción de DD. HH.
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Creado el estatuto de ciudadano europeo en 1992, en la primera ocasión posible de los Tratados
constitutivos, la CIG de 1996, se aclaró que: la ciudadanía europea sería complementaria y no
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sustitutiva de la nacionalidad de cada Estado miembro, y reconocía derechos adicionales a favor
de los nacionales de los Estados miembros, a ejercer únicamente a nivel de la UE.
Conforme al art. 20 TFUE, es ciudadano de la Unión toda persona natural que ostente la
nacionalidad de un Estado miembro; por tanto, la adquisición de la ciudadanía europea está
condicionada a la posesión de la nacionalidad de un Estado miembro, habiendo rechazado el
TJUE que, en caso de nacionalidad doble o múltiple y a efectos del ejercicio de la libre circulación
de personas en el interior de la UE, sea exigible el criterio de la efectividad al que el DI supedita
la oponibilidad de una nacionalidad frente a un tercer Estado.
En el se encuentran:
- El derecho de reclamación ante el Defensor del Pueblo Europeo. Art. 20. 2. d) y art. 24
TFUE.