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Este documento describe cómo las personas que abandonan su zona de confort o entornos familiares a menudo experimentan pensamientos de desprotección y ansiedad. Estos pensamientos pueden convertirse en ideas más extremas como "no tengo ayuda" o "voy a morir". Del mismo modo, las personas que temen ser observadas o evaluadas por otros a menudo tienen pensamientos como "¿qué estarán pensando de mí?" que pueden llevar a ideas más radicales como "no tengo salida". En ambos casos, eventos simples pueden interpretarse incorrectamente como amen
Este documento describe cómo las personas que abandonan su zona de confort o entornos familiares a menudo experimentan pensamientos de desprotección y ansiedad. Estos pensamientos pueden convertirse en ideas más extremas como "no tengo ayuda" o "voy a morir". Del mismo modo, las personas que temen ser observadas o evaluadas por otros a menudo tienen pensamientos como "¿qué estarán pensando de mí?" que pueden llevar a ideas más radicales como "no tengo salida". En ambos casos, eventos simples pueden interpretarse incorrectamente como amen
Este documento describe cómo las personas que abandonan su zona de confort o entornos familiares a menudo experimentan pensamientos de desprotección y ansiedad. Estos pensamientos pueden convertirse en ideas más extremas como "no tengo ayuda" o "voy a morir". Del mismo modo, las personas que temen ser observadas o evaluadas por otros a menudo tienen pensamientos como "¿qué estarán pensando de mí?" que pueden llevar a ideas más radicales como "no tengo salida". En ambos casos, eventos simples pueden interpretarse incorrectamente como amen
familiarizados, suele transformar la distancia geográfica
pura y simple en distancia psicológicamente vinculada a la idea de desprotección, por lo que pensamientos del tipo «me siento mal yéndome/alejándome, me va a pasar algo malo», «estoy lejos de lo mío» o «cuánto me va a costar volver de nuevo», pueden llevarse a situaciones extremas a través de la conversión de lo expuesto en nuevos pensamientos agitativos del tipo «no tengo ayuda», «voy a morir, sin duda», o el «necesito volver ¡ya!, ¡me ahogo!» del discurso agorafóbico. Igualmente, el sujeto que teme ser observado, evaluado o suspendido, humillado o excluido cuando está en contacto con grupos (incluso siendo estos muy reducidos) y que desarrolla un proceso de clara aversión relacional evitativa, fácilmente crea pensamientos del tipo «qué andarán pensando de mí», «no puedo soportar que me observen» o «me siento verdaderamente inferior y objeto, seguro, de críticas y humillaciones», lo que en efervescencia ansiosa puede determinar otros constructos más radicales y críticos, como «no tengo salida», «voy a desmayarme» o el «no soporto más esta situación, me voy» del discurso fóbico social... Y así se podría ir construyendo un ilimitado número de atribuciones simbólicas que se hallan en la base de reacciones ansiosas de mayor o menor dureza, en cualquier caso, interpretaciones incorrectas de la realidad que proponen discursos subjetivos amenazantes, irracionales, automáticos e inconscientes de esta. En los ejemplos descritos, un simple ítem —como puede ser la presencia de «los otros», de «un atasco» o de un sencillo e inesperado acontecimiento— puede ser entendido como un atentado completo al ejercicio del libre movimiento, en tanto en cuanto todas esas