ansiosas y también lo es que podrían existir muchas más,
de la misma manera en que aquí se formulan de una
forma «pura» para favorecer su comprensión, cuando sabemos verazmente que en la realidad se muestran entremezcladas.
d) La ansiedad se encuentra asimismo mediatizada por
la duda, de ahí que después de un «éxito» el sujeto ponga rápidamente en cuestión si será capaz de volver a lograrlo, algo así como si se forzara a negar no ya la satisfacción inherente al logro obtenido, sino de ampliar con él su propia «cartografía» psicológica y crecer en libertad personal. Es fácil observar que la duda toma raíz en la propia esencia de la ansiedad que es la defensa de la vida individual. En este sentido, «¿quién asegura que no se tendrán amenazas o peligros la próxima vez?», y en consecuencia, «¿cómo voy a dejar de pensar ansiosamente?» son los planteamientos básicos que, por enarbolar la defensa de la vida «en la próxima ocasión», dejan en entredicho el éxito conseguido (aun siendo este significativo), como si precisamente el éxito fuera comprometedor para sucesivas ocasiones y constituyera en sí mismo un favorecedor del olvido de la lucha permanente que contra la ansiedad efectúa el propio sujeto.
En definitiva, la baja comprensión de lo que sucede
con la ansiedad tanto vertical como horizontalmente, por cuanto es imposible su descripción y argumentación, es el factor que deja desamparada a la persona ansiosa que, imposibilitada de encontrar un hilo lógico, entiende con desespero que algo terrible le sucede, y ve librada su