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A lo largo del siguiente ensayo me esforzaré por ofrecer importantes pinceladas sobre la
personalidad, desde la perspectiva teórica de la fenomenología existencial de Rollo May,
trasladando algunos de los conceptos y premisas más importantes de esta teoría desde
una analogía personal, así como desde la concepción de mi propia existencia, experiencias
y proceso continuo del ser. Es decir, el proceso de exploración y desarrollo de mis
potencialidades y el desafío de enfrentar la responsabilidad de las elecciones que haga y
la toma de decisiones.
Una buena parte del trabajo de auto-observación y exploración en este proceso estará en
poner entre paréntesis el mundo cotidiano; si reflexionamos profundamente sobre
nuestra "situación en el mundo", nuestra existencia, nuestros límites y posibilidades; si
llegamos al fondo último que subyace a todos nuestros fundamentos, nos enfrentamos
invariablemente, con los supuestos de la existencia, con las "estructuras profundas" o
"preocupaciones esenciales".
Como decía el sabio Sócrates “el hombre que no piensa sino en vivir, no vive”. Al igual que
vivir, morir forma parte del ciclo de la vida, sin embargo lo difícil es aceptarlo, pero ¿por qué
nos cuesta aceptarlo? Ahí comienza el miedo, la ansiedad y el sufrimiento, la negación ante
una realidad que ya conocemos pero que no queremos que llegue.
May hace hincapié en la fragilidad de la vida humana, así como en su belleza. Un proverbio
famoso dice: “…Más vale el día en que morimos que el día en que nacemos”, vida y muerte,
las dos caras de una misma moneda. La única verdad que sabemos es que desde el
momento en que nacemos, estamos muriendo poco a poco. Temerla es algo natural, el
problema llega cuando el miedo es dominante. Los ataques de pánico, la ansiedad o cuando
perjudica al día a día, entonces, es el momento de buscar ayuda. Solo el ser humano puede
ser consciente de sí mismo, la autoconciencia nos permite trascender de cualquier
situación. La muerte, la preocupación asociada a la desintegración del yo, la pérdida, el
deterioro, a la idea de depender de otros, perder toda consciencia y aceptar la permanencia
de las cosas. El Aislamiento existencial; la desconexión con uno mismo, con los demás y
ante la existencia desnuda. La libertad y la responsabilidad, ante la propia autoría y
elecciones en el propio camino vital. La preocupación asociada al Sentido de la Vida y el
sentimiento de culpa y lamentación por -la "vida no vivida"-. Este es el Sentido de la vida,
estar consciente de la posibilidad de morir.
Encontrar el gusto por "visitarse a uno mismo". En este sentido "visitarse a uno mismo",
significaría, encontrar esos instantes para apartar la meta inmediata, la distracción, la
demanda externa, o la obsesión por la consecución de resultados que "demuestren" la
propia valía o competencia; y pararse.
Las crisis nos confrontan con quiénes somos, cuáles son nuestras fuerzas y nuestras
capacidades de resistencia, nuestro amor y voluntad; y puede ayudar a despertar una
reflexión más o menos consciente, más o menos angustiosa; y un cuestionamiento de
nuestros cimientos básicos: nuestra identidad, nuestros valores y nuestras motivaciones
últimas.
De este modo podemos comprender el hecho de que toda crisis, tiende a ser vista por el
ser humano como algo amenazante, algo que genera inestabilidad, tensión, ansiedad,
angustia y afecto negativo, la lamentación por la suerte sufrida y el enojo hacia la
destrucción de la fantasía, de la sensación de falsa invulnerabilidad y apego al equilibrio al
que anhelamos asirnos y en el que "eternamente" permanecer. Equilibrio con respecto al
cual, "nuestra sabiduría personal", debe poco a poco, recordarnos que es impermanente y
que debemos prepararnos para aceptar su pérdida y abandonar nuestro propio mundo en
algún momento.