• «Noto que mi organismo puede fallar en cualquier
instante, debo prepararme.»
• «Creo que los demás se dan cuenta de lo que me pasa: tengo que disimular o me verán inferior.» • «Creo que a menudo me veo apartado de la realidad, como extraño a ella, no acabo de integrarme, porque no puedo despistarme.» • «Es evidente que nadie me entiende, pero también que no sé explicar lo que me pasa.» • «Me veo enormemente capacitado para asustarme, y no puedo de ninguna manera dejar de hacerlo.» • «Me asusta no poder calmarme, pero necesito no hacerlo.» • «Noto que he reducido mi espacio, solo me fío de lo que controlo, eso me protege.» • «Me doy cuenta de la facilidad con que saco conclusiones precipitadas, pero más vale eso que perder mi vida.» • «Pienso siempre que tengo algo en mi cabeza y que puedo perder el control en cualquier momento, dado que cualquier momento puede ser terrible.»
En consecuencia, se hace una tarea muy compleja
comprender el curso del pensamiento ansioso, contemplando estructuralmente los sesgos apuntados (que en absoluto son los únicos), más aún sobre un hecho concreto que pueda ser disparador, pero también en la posición existencial mencionada. Por el contrario, con la ansiedad se genera un hilo argumental que une lo que en principio no es más que un cúmulo de incorrectas interpretaciones, pero que en su más recóndito rigor, goza de una coherencia emocional nada desdeñable. En