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EL SOBERANO Emir, Malik o Califa. En el año 756, el príncipe Omeya Abd al- Rahman, se
hizo proclamar Emir y tomó el apelativo de “Hijo de los Califas” (Ibn al Jala’if) sobre el que
apoyaba su autoridad. El Emir administraba los bienes, ingresos del fisco, acuñación de
moneda, designaba a los delegados en la Administración y escogía a los dignatarios de la Corte,
oficiales y jueces. En el estado islámico confluyen la idea de comunidad política y religiosa. El
poder soberano recae sobre el Califa, quien vela por la ley divina y el gobierno de la
comunidad. Abd al-Rahman III, tomó la denominación de príncipe de los creyentes y el
honorífico “al-Nasir li-Din Allah” (el que combate victoriosamente por la religión de Allah): fue
el primer Califa de la España Musulmana.
El Califa tenía el poder absoluto, era centro del Estado, concentraba el poder político,
la jefatura de Estado y de Gobierno, la Administración, el ejército y actuaba como juez
supremo. Encomendaba su potestad en delegados y oficiales responsables directos ante él.
Los símbolos del Califa eran el sello (anillo que llevaba grabada la divina del príncipe),
eltrono y el cetro de bambú con el extremo curvado. A partir del Abd al-Rahman III, los Califas
se presentaron llenos de pomposidad y majestuosidad. La sucesión era hereditaria (hijos o
hermanos) y se dejaba como sucesor en vida, aunque a veces la Corte aclamaba uno elegido
por ella. Todo esto, implicaba ser investido de los poderes políticos, financieros, jurídicos,
militares y religiosos. Con la caída del Califato de Córdoba y el surgimiento de los reinos de
taifas, aparecen reyes que reconocían unas veces la autoridad de los califas abasíes y otras de
los hafsíes. Al soberano absoluto se le titulaba malik (rey) o sultán.
Por otro lado, estaban las obligaciones de tipo extraordinario, derivados del quinto del botín
de guerra, de las herencias, de la acuñación de moneda y de la fabricación de tejidos
preciados, monopolios del príncipe. Los más conocidos eran el qati, tributo sobre cada uno de
los musulmanes pagado mensualmente, y la qabala sobre los productos de las mercancías. Se
podían abonar en dinero o en especie.
El tesoro estaba diferenciado en tesoro público y en tesoro privado. El primero procedía de los
ingresos del impuesto, de las cargas de los zocos y de la imposición de entrada de mercancía
en la ciudad. El soberano andaluz disponía de un tesoro privado para sufragar los gastos de
mantenimiento de su casa, para pagar a su personal doméstico y su guardia palatina, para
crear fundaciones de utilidad pública y ejercer el mecenazgo.
El tesoro de la comunidad distribuido por el gran Cadí procedía de las instituciones religiosas
que se distribuían entre las mezquitas y la caridad.
EL EJÉRCITO Organizado por el Emir del Estado cordobés al-Hakam I (796-822) quien formó
una milicia de mercenarios, una guardia de esclavos personales o mamelucos, procedentes de
varios países y desconocedores de la lengua árabe. Esta organización perduró hasta el 991.
El jefe del ejército era el Príncipe. El cuerpo del ejército lo formaban jinetes o caballeros, un
cuerpo de infantería pequeño dividido en unidades de 5.000 hombres con un jefe en cada
unidad, dividida en batallones de 1.000 hombres, dispuestos por un qa’id. Los batallones se
subdividían en grupos de 200 hombres y éstos en grupos de 40 que ordenaba un arif, los
escuadrones de 8 hombres los dirigía una nazir.
El entrenamiento militar para combatir al infiel tuvo efectividad tras la reforma iniciada por
Almanzor en el 991.El adiestramiento para la guerra santa se realizaba en cenobios militares
durante largos periodos de tiempo de vida ascética, eran los llamados monjes guerreros del
islam (ahl al-ribat), allí alternaban periodos de oración y ejercicios militares. Los almorávides
fueron ejercitados como agentes del ribat. En el periodo nazarí los combatientes estaban
formados por voluntarios de la fe procedente de las tribus bereberes de África.
La marina de guerra tomó su importancia con Abd al-Rahman II, quien construyó un astillero
en Sevilla al igual que el de Almería. Los barcos estaban formados por una tripulación marinera
ordenada por un ra’is.
Abd al-Rahman II centralizó todos los servicios del Diwan en la corte del Emir. La
cancillería guardaba el sello del Emir, símbolo del poder por el que se legitimaban cartas,
mandatos y demás documentos. La dirección general de Hacienda llevaba el control de
ingresos y gastos. A estos organismos se les asignaba unos oficiales públicos (ahl al-jidma). En
las magistraturas los cargos administrativos y judiciales (jutta), seguían en estricta jerarquía, el
orden comenzaba con un wazir, quien designaba a los consejeros del Emir. La dirección de la
jutta la encabezaba un Hachib (mayordomo de palacio), tras él están los wazir, dignatarios
como el mismo hayib y los secretarios de Estado encargados de Hacienda y la Cancillería.
Las fronteras eran: Frontera superior formada por los territorios de la cuenca del Ebro;
Frontera media en el valle del Duero y Frontera interior, que comprendía desde Sierra de Gata
hacia el Atlántico. Las coras más destacadas fueron las de Córdoba, Écija, Carmona, Sevilla,
Niebla, Elvira, Almería, Valencia, Xàtiva y Toledo.
Tras la caída del califato (1031), Al-Ándalus se divide en 32 reinos taifas que coincidían
con las marcas y las coras aproximadamente. Tras dos periodos de unificación bajo los
almorávides y los almohades, continuaron las terceras taifas. El avance cristiano fue tal
que a mediados del siglo XIII los musulmanes sólo conservaban el reino de Granada.