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sustrato en producto. Esta actividad depende en gran medida de las condiciones de la reacción,
que incluyen temperatura, pH, concentración de la enzima y concentración del sustrato.
Efecto de temperatura.
Las enzimas son muy sensibles a la temperatura. A bajas temperaturas, la mayor parte de las
enzimas muestra poca actividad porque no hay suficiente cantidad de energía para que tenga
lugar la reacción catalizada. A temperaturas más altas, la actividad enzimática aumenta a medida
que las moléculas reactantes se mueven más rápido para generar más colisiones con las enzimas.
La mayoría de las enzimas humanas son más activas a temperatura óptima, que es de 37°C, o
temperatura corporal. A temperaturas superiores a 50°C, la estructura terciaria, y por ende la
forma de la mayor parte de las proteínas, se destruye, lo que causa una pérdida de actividad
enzimática. Por esta razón, el equipo en los hospitales y laboratorios se esteriliza en autoclaves
donde las temperaturas altas desnaturalizan las enzimas que existen en las bacterias dañinas. Una
fiebre corporal alta puede ayudar a desnaturalizar las enzimas existentes en las bacterias que
causan la infección. DIAPO
Ciertos microorganismos, conocidos como termófilos, viven en ambientes donde las temperaturas
varían de 50°C a 120°C. Para poder sobrevivir en estas condiciones extremas, los termófilos deben
tener enzimas con estructuras terciarias que no se destruyen por dichas altas temperaturas.
Algunas investigaciones demuestran que sus enzimas son muy similares a las enzimas ordinarias,
excepto que contienen más arginina y tirosina. Estos leves cambios permiten a las enzimas de los
termófilos formar más enlaces por puente de hidrógeno y puentes salinos que estabilizan sus
estructuras terciarias a altas temperaturas, y resisten el desdoblamiento y la pérdida de actividad
enzimática.
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Efecto de pH.
En la mayoría de las enzimas, su actividad depende del pH, debido a la participación de iones
‘hidrogeno’ H- y ’hidroxilo’ OH- en Ia reacción de la desnaturalización a valores de pH
determinados y a que en las reacciones catalíticas participan aminoácidos ionizables (como
histidina, glutamato y cisteína). Así, la mayoría de las enzimas tiene un pH óptimo en el cual su
actividad es máxima, que, por lo general, se encuentra cercano al valor del pH del medio en donde
la enzima suele realizar su acción.
Por ejemplo, las enzimas citosólicas tienen un pH óptimo en el intervalo de pH de 7-8. La pepsina,
que actúa en el| jugo gástrico, tiene un pH óptimo de 1,5-2,0; la tripsina y la quimotripsina tienen
un pH óptimo alcalino, compatible con su actividad digestiva en el jugo pancreático alcalino; las
enzimas lisosomales tienen un pH óptimo ácido.
La forma de las curvas de pH-actividad de las enzimas reflejan el valor del pH al que grupos que
ceden protones y grupos que aceptan protones y que se hallan en el sitio catalítico del enzima se
encuentran en estado de ionización requerido para su actuación. La actividad catalítica de las
enzimas en las células puede ser regulada en parte por variaciones del pH del medio que las rodea.
DIAPO
Concentración de la enzima.
Concentración de sustrato.
FIN
Conclusión:
pH: cada enzima tiene un rango óptimo de pH. Cambiar el pH fuera de este rango hará más lenta
la actividad de la enzima. Valores de pH extremos pueden causar la desnaturalización de la
enzima.
Pregunta:
Referencias Bibliográficas:
Catalizador inorganico: suelen ser metales de transición, como el platino y el niquel, o compuestos
de metales de transición, como el dióxido de manganeso.
Estas sustancias pueden combinarse con los reactivos y modificar la densidad electrónica en la
unión química que se rompe durante la reacción