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Los pobladores del Paleolítico inferior eran cazadores y recolectores seminómadas que
habitaban en las terrazas de los ríos. Dominaban el fuego y tallaban instrumentos de
piedra golpeándolos con otras piedras, como los bifaces encontrados en las terrazas del
Guadalaviar (Teruel). Hacia el 60.000 a.C., en el Paleolítico Medio, los instrumentos
disminuyen de tamaño y se hacen más precisos. Un ejemplo es el instrumental
musteriense hallado en el abrigo de la Eudoviges (Alacón, Teruel). El Paleolítico
Superior se extiende un nuevo tipo homínido, los cromagnon. Estos hombres,
prácticamente iguales al ser humano actual, habitan en cuevas, donde entierran a los
muertos y pintan en sus paredes. Un ejemplo de esas pinturas rupestres son las de la
Fuente del Trucho (Huesca).
Roma inició la conquista de la Península Ibérica en el año 218 a.C. y los pueblos
indígenas reaccionaron de diferente manera: vascones y sedetanos no opusieron
resistencia; ilergetes y celtíberos mostraron una fuerte oposición. Las guerras se
prolongaron hasta el año 133 a.C., momento en el que es tomada Numancia, último
reducto de resistencia celtibérica. Tras ello, el proceso de romanización fue lento:
gracias al ejemplo de las élites locales fueron adoptando las costumbres romanas; quedó
constancia del sometimiento a las decisiones de los gobernadores romanos de la
provincia en la Tabula Contrebiensis encontrada en Botorrita o cómo los indígenas
dieron nombres romanos a sus descendientes en el Bronce de Áscoli. César asentó
veteranos de sus legiones y grupos de plebe romana en las provincias, creó municipios y
concedió la ciudadanía romana a la población indígena. En el 44 a. C. fundó la Colonia
Victrix Iulia Lepida, en la ciudad de los ilergetes llamada Celse (Velilla de Ebro).
Augusto continuó esta misma política y convirtió en municipios varias comunidades
indígenas: Urbs Victrix Osca (Huesca), Augusta Bilbilis (Calatayud) y Turiaso
(Tarazona) y fundó Caesaraugusta (Zaragoza), sobre la Salduie ibérica y la hizo capital
de un amplio distrito administrativo (convento jurídico). Por lo general puede decirse
que el territorio de Aragón vivió un periodo de paz durante la dominación romana.
En el año 1118 las tropas al mando del rey Alfonso I de Aragón arrebatan el poder a los
musulmanes de Saraqusta. A la muerte de este, dejó en herencia su reino a las órdenes
militares, algo que no fue aceptado por la nobleza y nombró rey a su hermano, Ramiro
II el Monje que gobernó hasta que logró tener descendencia y volvió a la vida
monástica. Ramiro II casó a su única hija, Petronila, con el Conde de Barcelona Ramón
Berenguer IV. En 1162 el hijo de éstos se convirtió así, por herencia, en el primer rey de
la Corona de Aragón. La Corona de Aragón estaba formada por el conjunto de hombres
y territorios que estaban bajo la soberanía del rey de Aragón, sean reinos, ducados,
marquesados, condados o señoríos. Tras esta unión comenzó un período de expansión
territorial, primero en la Península Ibérica, dentro del proceso de la Reconquista, y más
tarde en el Mediterráneo (Sicilia, Cerdeña, Nápoles, etc.). Cabe destacar la figura del
rey Jaime I El Conquistador que emprendió la expansión del territorio por el
Mediterráneo.
En 1410 el rey de Aragón Martín I falleció sin haber dejado descendencia ni dictado
testamento ocasionando un serio problema sucesorio. En febrero de 1412, tras dos años
de incertidumbre, se elaboraron en Alcañiz las normas para la elección del nuevo
monarca en las que tres personas de cada reino (Aragón, Valencia y Cataluña) debían
reunirse para tomar una decisión y estar de acuerdo al menos seis, siendo mínimo uno
de cada reino. La reunión tuvo lugar en Caspe (Compromiso de Caspe) y el 28 de junio
de ese mismo año se designó como nuevo rey a Fernando "de Antequera", de la casa de
Trastámara, que reinó como Fernando I de Aragón. Esta dinastía continuó con la
política de expansión en el Mediterráneo y con las guerras con Castilla aunque pocos
años más tarde Aragón y Castilla serían gobernados por los mismos monarcas.
Fernando II el Católico, fue nombrado rey de Aragón en 1479 llevando casado ya cuatro
años con Isabel la Católica, reina de Castilla. No se puede hablar de una unión de
territorios ya que cada corona era independiente. Durante su reinado se conquistó
Granada, último territorio musulmán de la Península Ibérica, se decretó la expulsión de
los judíos y la Inquisición ejerció un fuerte control entre los conversos acusados de
continuar con su religión a escondidas.
El rey Carlos I respetó los privilegios y las instituciones de Aragón, consiguiendo con
ello un período de paz interior en el reino que le permitió centrarse en asuntos
exteriores. En 1526 se publicó una provisión por la cual todos los mudéjares del reino
(musulmanes aragoneses) debían convertirse o abandonar el territorio en un plazo de
once meses. En 1528 las Cortes de Monzón declararon la conversión oficial de todos los
mudéjares, que suponían entre un 15 y un 20% del total de la población. Más tarde, en
1610, éstos serán expulsados por orden de Felipe III.
Muerto sin hijos, Carlos II de España designó heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis
XIV de Francia. Carlos, Archiduque de Austria, reclamó la corona, con el apoyo de
Inglaterra y Holanda. El problema se resolvió por las armas. Los Estados de la Corona
de Aragón apoyaron, en general, a Carlos, aunque en el Reino de Aragón Felipe
también tuvo partidarios y los apoyos variaron según la marcha de la guerra. La Corona
de Castilla apoyó a Felipe. La guerra acabó con la victoria de Felipe y el tratado de
Utrecht (1713) supuso para España una nueva dinastía: la Casa de Borbón. Felipe V
implantó progresivamente un modelo centralizador y unificado de gobierno y
administración. El 29 de junio de 1707 abolió los Fueros o leyes tradicionales de los
Reinos de Aragón y Valencia e impuso las de Castilla, mucho más favorables al poder
del rey. En 1711 concluyó el proceso en Aragón con los Decretos de Nueva Planta
(nuevo modelo de Estado), que hacían del rey el poder principal y casi absoluto.
En el siglo XVIII no hubo ya más enfrentamientos que las revueltas populares por
carestía de alimentos y Aragón participó, como los demás Reinos de España, en guerras
exteriores, como la de los Siete Años, en apoyo Francia contra Inglaterra y Portugal. En
la segunda mitad del siglo se difundieron las ideas de la Ilustración y nacieron, como en
otros lugares de España, una Real Sociedad Económica de Amigos del País y una Real
Academia de Bellas Artes. Aragón se vio afectado desde 1789 por la Revolución
Francesa; la entrada de propaganda, ideas revolucionarias y viajeros desde el otro lado
de los Pirineos coincidió con un período de malas cosechas y provocó gran agitación
social entre los jornaleros. En 1793, la Convención Nacional francesa declaró la guerra
a España. Se reclutaron cuerpos de campesinos voluntarios que lucharon en el Pirineo y
se organizaron milicias en Zaragoza. En 1795 se firmó la paz.
Las malas cosechas de principio del siglo XIX, la carestía y la especulación acentuaron
la crisis. Entonces se produjo la entrada de las tropas imperiales francesas en la
Península. Tras el alzamiento popular contra Napoleón (Madrid, 2 de mayo de 1808), en
Aragón hubo conjuras contra Godoy, valido del rey, acusado de complicidad con
Francia. Carlos IV y su hijo, Fernando (VII), en manos de Napoleón, renunciaron al
trono de España el 24 de mayo, en Bayona. El hecho disparó los acontecimientos y
provocó en Zaragoza una sublevación popular dirigida por la aristocracia y la burguesía.
Es el inicio de la Guerra de la Independencia (1808-1814), durante la cual las Cortes
Españolas, reunidas en Cádiz, aprobaron la primera Constitución liberal de Europa en
1812.
Zaragoza soportó dos largos asedios. El primer Sitio comenzó el 15 de junio, tras las
derrotas aragonesas en Tudela, Mallén y Alagón, y duró hasta el 15 de agosto, por
abandono de los franceses a causa de su derrota en Bailén (Andalucía). El segundo
Sitio, terrible y cruento, duró desde el 20 de diciembre hasta el 21 de febrero. El general
Palafox, enfermo y sin recursos, rindió la ciudad, asolada y exhausta, cuando en sus
calles había seis mil cadáveres sin enterrar. Durante el asedio, hubo luchas que duraron
días para conquistar un solo edificio, habitación por habitación. Durante la heroica
resistencia se forjaron personajes de leyenda, como la famosa Agustina de Aragón,
retratada por Goya en sus Desastres de la Guerra. Goya vio en persona los efectos
devastadores de los bombardeos artilleros. La resistencia de Zaragoza se hizo famosa en
Europa y fue recordada por insignes escritores. En 1808, los franceses ocuparon
Tarazona, Daroca y Calatayud, pero no sus comarcas: los aragoneses controlaron el
resto de Aragón, excepto Zaragoza, y actuaron desde Zuera, Leciñena y Alcubierre y en
la zona de Samper. En enero de 1809 los franceses tomaron Calatayud y se luchó en
Leciñena, Samper y Alcañiz; en febrero cayó Huesca y en marzo, Jaca. Entre mayo y
junio, Blake intentó recuperar Zaragoza, pero sufrió derrotas en María de Huerva,
Belchite y Alcañiz. Teruel y Albarracín cayeron en diciembre. Los franceses
controlaron el territorio y sus vías estratégicas desde las ciudades. Los aragoneses
reorganizaron el ejército en guerrillas y hostigaron al enemigo a la vez que conservaron
amplias comarcas en su poder la mayor parte del tiempo. 1813 y 1814 fueron los años
de la contraofensiva española: Zaragoza quedó libre en julio de 1813; Daroca, en
agosto; Mequinenza, Jaca y Monzón, en febrero de 1814; y Benasque, en abril. La
guerra había concluido y restablecida la paz, Fernando VII ocupó el trono y restauró el
absolutismo.
En 1833 el territorio aragonés quedó dividido en las tres provincias que hoy lo
componen: Huesca, Zaragoza y Teruel. Tras la muerte de Fernando VII, en 1837 se
abolieron los señoríos, los diezmos que se pagaban a la Iglesia y se produjo la
Desamortización provocando la ruina y el abandono de grandes monasterios.
Durante las Guerras Carlistas Aragón fue escenario de luchas entre isabelinos y
carlistas. En septiembre de 1868 se formaron en Zaragoza, Huesca y Teruel sendas
Juntas Revolucionarias que proclamaron el derrocamiento de la reina Isabel II y estalló
la insurrección republicana. En noviembre de 1870 las Cortes españolas proclamaban
rey a Amadeo I de España; este suprimió los símbolos de Navarra y Aragón del escudo
de España para cambiarlos por las armas de Saboya. El rey renunció a la corona de
España en febrero de 1873.
En Aragón han llegado hasta nuestros días restos de arte prehistórico: se conservan
muestras de los tres estilos de Arte Rupestre de la Península Ibérica (Cantábrico,
Levantino y Esquemático). Los restos más antiguos descubiertos en Aragón pertenecen
al Paleolítico: grabados y pinturas en la cueva Fuente del Trucho en Asque-Colungo,
Huesca, ocupada hace 22.000 años. También se encontraron retos de Arte Rupestre
Cantábrico en la cueva del Formón en Toledo de la Nata, Huesca, y Roca Hernándo en
Cabra de Mora, Teruel.
Las pinturas de estilo levantino de Aragón han sido declaradas Patrimonio Mundial por
la UNESCO debido a su singularidad. Este estilo es eminentemente pictórico,
desarrollado en cuevas y refugios habitados entre el 6.000 y el 4.000 a.C. La técnica se
basaba en el relleno de figuras con pigmentos a base de tintas planas con colores básicos
(rojo, blanco y negro). Son características las escenas de caza, danzas o guerra. Estos
yacimientos se extienden en Aragón desde el Prepirineo, Caspe, a Albarracín y la ribera
del río Martín en Teruel. El estilo esquemático podría englobarse dentro de un estilo del
levantino, ya que son coetáneos, de pequeño tamaño pero con rasgos similares al
anterior.
Los íberos dejaron un importante legado histórico en Aragón. Con ellos surgieron
innovaciones tan dispares como la primera cerámica a torno, la generalización de la
metalurgia del hierro, ciudades capaces de emitir moneda y documentos oficiales, y de
todo ello ha quedado testimonio. Destaca el yacimiento de Cabezo de Alcalá en Azaila,
Teruel, ciudad ibero-romana que fue arrasada durante las Guerras Sertorianas y cuenta
con un importante centro de interpretación.
En la zona del Valle Medio del Ebro destaca el gran número de asentamientos romanos
debido a la riqueza del territorio. Destacaron ciudades como Turiaso (Tarazona), Bursao
(Borja) o Colonia Celsa (Velilla de Ebro), e importantes monumentos funerarios como
el Mausoleo de Fabara. Mención especial merece Caesaraugusta, la actual Zaragoza,
fundada por el propio emperador César Augusto, que le da su nombre, en el año 14 a.C.
sobre la antigua ciudad íbera de Salduie. Fue capital de un importante convento jurídico
y contó con los edificios y servicios necesarios para una ciudad de ese rango. En la
llamada Ruta de Caesaraugusta puede contemplarse la muestra de su grandiosidad
comenzando por los restos de la muralla del siglo III d.C. en la zona de San Juan de los
Panetes o junto al convento del Santo Sepulcro, siguiendo por los cuatro museos
arqueológicos de la ruta, museos de sitio que se levantaron en torno a los restos
hallados: el Museo del Foro, el Museo del Puerto Fluvial, el Museo de las Termas y el
Museo del Teatro, el más nuevo y completo.
La única muestra de arquitectura civil del siglo XI que se conserva en todo el territorio
que constituyó Al Andalus es el Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Fue construido por
Almuqtadir, segundo rey de la dinastía Hudí, de cuyo nombre (Abú Yafar) deriva el del
palacio. Se construyó como residencia de recreo para el soberano y su corte, fuera del
recinto urbano y con una muralla protectora. Sigue la tipología de los palacios omeyas
del desierto de Siria del siglo VIII. En el lugar donde se construyó existía con
anterioridad una atalaya del siglo IX que se integró en el nuevo espacio; hoy se la
conoce como la Torre del Trovador. El muro que recorre todo el perímetro está
reforzado con torreones ultra semicirculares. El interior estaba dividido en tres espacios:
en el centro, el patio, actual Patio de Santa Isabel, recreación del Paraíso en la tierra, con
vegetación y animales, agua en movimiento y estancada; en el lado sur, y separada por
arquerías, estaría la zona privada del palacio (estas estancias no se han conservado); y
en el lado norte, las estancias más ricas, dedicadas a los actos protocolarios de la Corte,
el oratorio y el salón del trono.
Los pórticos que separan el jardín central de las salas laterales están formados por unas
espectaculares arquerías entrecruzadas de arcos polilobulados con rica decoración de
formas florales, geométricas y mixtas. El pequeño oratorio privado es de planta
cuadrada convertida en octogonal en altura, siguiendo la tradición artística cordobesa.
Del salón del trono se han conservado restos del zócalo de alabastro. No se han
conservados restos de las techumbres debido a que los RRCC decidieron construir su
palacio justo encima del musulmán, de nuevo queriendo manifestar su superioridad.
Tras la conquista cristiana el palacio sufrió numerosas reformas y actualmente pueden
visitarse también las estancias del Pedro IV el Ceremonioso, en estilo mudéjar y
construidas respetando las construcciones islámicas, y el Palacio de los Reyes Católicos,
en la planta superior, pero también pueden apreciarse muestras de los distintos usos que
se le ha dado al palacio a lo largo de sus más de diez siglos de historia: fue sede de la
Santa Inquisición, cuartel militar hasta el siglo XX y actualmente es sede de las Cortes
Autonómicas.
A través del puerto de Somport llega a Aragón el llamado estilo románico internacional
que incorpora gran riqueza escultórica en capiteles, tímpanos, etc. Tanto en escultura
como en pintura es muy importante el simbolismo, y la utilización de las imágenes
como forma de enseñar al pueblo que no tenía acceso a la lectura. La catedral de Jaca se
construye ya bajo su influencia y destacan también Santa Cruz de la Serós e Iguacel. La
catedral de San Pedro de Jaca, con sus tres naves, cabecera de tres ábsides y portada con
tímpano con un crismón flanqueado por leones, sirvió como modelo para numerosos
ejemplos de románico español. En Jaca se utiliza por primera vez un motivo decorativo
arquitectónico denominado ajedrezado jaqués (semeja un ajedrez) que se extendió por
todo el Camino de Santiago.
- Atalaya de Abizanda.
- Museo Diocesano de Jaca: tras su reapertura en el año 2010 en sus salas pueden
contemplarse estupendos ejemplos de pintura mural románica y gótica. Destacan
las pinturas de la iglesia de Bagüés.
- San Pedro el Viejo en Huesca. Iglesia del siglo XII con añadidos posteriores. Lo
que más destaca es su claustro rectangular con arcos de medio punto y
elaborados capiteles. Una de las capillas que se abren a este claustro es utilizada
como panteón real y en ella se encuentran Alfonso I el Batallador y su hermano
Ramiro II el Monje.
- Palacio de los Reyes de Aragón, Huesca. Construido entre finales del siglo XII y
comienzos del XIII, constituye uno de los pocos vestigios que se han conservado
en la Península Ibérica de románico civil. Se conserva el Salón del Trono y una
torre hexagonal que alberga la conocida como Sala de la Campana. Actualmente
estos espacios están integrados en el Museo Provincial de Huesca.
- Colegiata de Alquézar. La localidad de Alquézar, situada en el cañón del río
Vero, fue declarada Conjunto Histórico Artístico. En el siglo XI se construyó
una iglesia colegiata románica que fue sustituida por otra gótica siglos más tarde
pero de un estilo muy arcaizante y manteniendo algunos elementos del anterior
edificio como las columnas del claustro y algunos de sus capiteles.
- Iglesia de San Esteban y Santa María del Perdón en Sos del Rey Católico,
capital de la comarca de las Cinco Villas. Toda la población destaca por su
encanto medieval que recientemente ha contribuido a que Sos haya sido
denominado como uno de los pueblos más bonitos de España. La iglesia de San
Esteban, del siglo XI, junto con la cripta de Santa María pueden considerarse el
mejor ejemplo de románico de la localidad.
Durante el gótico se realiza tanto pintura mural como sobre tabla. La pintura mural que
se conoce en Aragón es esencialmente religiosa y utiliza la técnica del fresco alternado
con temple. Tiene un espíritu naturalista y narrativo pero no se dan muchos ejemplos
porque compite con el auge de los retablos. En la primera mitad del siglo XV se
denomina «francogótico» o «lineal». En la zona pirenaica las pinturas pertenecen a un
período de transición, con ejemplos notables en San Salvador de Jaca, Santa Lucía
de Osia, San Salvador de Sorripas y Santa María de Cerésola, hoy reunidos en el Museo
Diocesano de Jaca. Destacan en la zona de Huesca las pinturas de San Miguel de Foces
en Ibieca o las del claustro de la colegiata de Alquézar. Encontramos un ejemplo de
pintura civil en la torre del homenaje del castillo de Alcañiz.
A partir del siglo XVII, Aragón, igual que los demás reinos de España, vivió una época
de esplendor para sus figuras artísticas y literarias configurando lo que se denomina
el Siglo de Oro mientras que en todos los demás campos se entraba en un irremediable
declive. El estilo artístico que impregna todas las artes es el Barroco surgido desde
el movimiento contrarreformista (de reacción a las reformas religiosas del Norte de
Europa) y como una evolución de las formas renacentistas clásicas. El estilo perdurará
hasta mediados del siglo XVIII y abarcará la totalidad de manifestaciones artísticas
como la literatura, la arquitectura, la pintura, la escultura o la música.
El edificio más representativo de esta época en todo Aragón es la Basílica del Pilar
aunque por su dilatada construcción incorpora también elementos neoclásicos. Según la
tradición, desde ese momento en que la Virgen vino a Zaragoza para consolar al
Apóstol Santiago, en este lugar hubo un recinto dedicado al culto de la Virgen, el primer
templo mariano de la cristiandad. Los primeros datos documentales sobre una iglesia
como tal proceden del siglo IX d.C., mantenida por los mozárabes. Del templo de época
románica se conserva el tímpano con un crismón. En el siglo XV hubo un gran incendio
que obligó a construir un nuevo templo en estilo gótico-mudéjar. Pero sólo dos siglos
más tarde, los cambios en los gustos artísticos y el aumento de la devoción pilarista
hacen necesario un espacio mucho más amplio, y a esa época pertenece el edificio que
vemos en la actualidad, en estilo barroco. Los planos para este nuevo templo fueron del
arquitecto de Corte Francisco de Herrera el Mozo. El antiguo templo se demolió y sólo
hubo una condición para llevar a cabo las obras: la inamovilidad de la Santa Columna y
de la talla de la Virgen. Una vez construido el edificio hubo que solucionar el problema
del espacio donde se encuentra la Santa Columna. El proyecto elegido fue el de Ventura
Rodríguez, arquitecto real (Fernando VI), que concibió la Santa Capilla como un gran
templete barroco de perfiles curvilíneos y grandes aberturas que ponen en relación el
espacio interior con el recinto exterior. Además redecoró la arquitectura interior. Utiliza
bronce dorado y distintos materiales pétreos nobles como el jaspe de Ricla o la piedra
de la Puebla de Albortón. Por respeto a la tradición, la Columna y la imagen de la
Virgen se mantuvieron en su ubicación primitiva quedando descentradas dentro de la
capilla así que para solucionarlo Ventura Rodríguez se sirvió de trucos de perspectiva
en el muro de los altares. Los grupos escultóricos (mármol de Carrara) pertenecen al
escultor José Ramírez y todo ello hace que dirijamos la mirada hacia la imagen de la
Virgen. La imagen de la Virgen es una talla gótica del siglo XV en madera dorada
atribuida al escultor darocense Juan de la Huerta. El fresco de la cúpula, que se pintó
antes de comenzar las obras de la Santa Capilla, se encargó a Antonio González
Velázquez. Unos años después de la inauguración de la Santa Capilla se comenzaron a
decorar todas las cúpulas que la circundaban: el coreto, el coro pequeño de la basílica,
donde cantaban los infanticos. Cuenta con una bóveda pintada por Francisco de Goya,
su primera obra de gran envergadura en Zaragoza pero todavía no vemos aquí la pincela
característica de Goya. El tema representa la Adoración del nombre de Dios. Goya
realiza otra obra en el Pilar, una de las cúpulas laterales dedicada a la Regina Martyrum.
Representó a María sentada en un trono de nubes y rodeada de ángeles. Bajo ella, y
alrededor del anillo, se disponen los santos mártires aragoneses. Otros elementos
destacados dentro de la basílica son el retablo mayor de alabastro, obra de Damián
Forment, que se conservó del anterior templo, y el coro.
A mediados del siglo XIX es cuando se produce la transición entre el gusto neoclásico
(edificio de la Diputación Provincial de Zaragoza) y los nuevos gustos historicistas y
eclécticos. De esta época destaca el arquitecto José de Yarza, colaborador en el proyecto
de apertura de la Calle Alfonso, pero es Ricardo Magdalena, arquitecto municipal de
Zaragoza, quien incorpora los principios de estos nuevos gustos en la arquitectura
aragonesa: gusto por la arquitectura medieval, pero transformada por una nueva
función. En Aragón sobre todo se toman ejemplos de épocas y estilos florecientes para
la comunidad por lo que se retoma el mudéjar y el renacimiento, sobre todo la
arquitectura civil. Destacan los edificios del antiguo matadero o la Facultad de
Medicina y Ciencias.
A comienzos del siglo XX Aragón vive un momento con importantes artistas a la par
que una ampliación del público al que van dirigidas sus obras; hasta aquel momento el
arte había sido encargado por las instituciones, el estado, la nobleza o la Iglesia pero con
la ascensión de la clase burguesa y los nuevos soportes y materiales artísticos (cartel,
fotografía, cine...), la cultura será más accesible a todo el mundo.
En arquitectura, todavía están vigentes los estilos del siglo XIX, historicista y ecléctico.
Así pues, edificios como el Museo de Bellas Artes (obra de Julio Bravo y Ricardo
Magdalena) o la Escuela de Artes y Oficios (de Félix Navarro), proyectados para la
Exposición Hispano Francesa de 1908, incorporan la característica galería superior de
arcos de medio punto, aleros muy volados, el ladrillo a cara vista con decoración
mudéjar, etc. Pero también se impone un nuevo estilo, el Modernismo, introducido
por Ricardo Magdalena, Félix Navarro y Dionisio Lasuén. Este estilo se caracteriza por
la decoración de inspiración vegetal y la incorporación de nuevos materiales (hierro y
vidrio), artes decorativas (cerámicas, mosaicos, forjas) y ritmos ondulados y
asimétricos. Este nuevo estilo típicamente burgués recibe el espaldarazo definitivo con
los pabellones provisionales de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Trabajarán en
Zaragoza artistas como Manuel Martínez de Ubago (autor del Quiosco de la
Música), Francisco Albiñana Corralé (de la fachada del Centro Mercantil), Luis de La
Figuera o José de Yarza. El Modernismo es un fenómeno esencialmente urbano y los
mejores ejemplos arquitectónicos los encontramos en Zaragoza, pero Teruel también
acoge grandes obras gracias a la presencia del tarraconense Pablo Monguió como
arquitecto municipal y provincial.
El estilo que realmente triunfó en la época fue el regionalista, muy influido por el pintor
vasco Ignacio Zuloaga, vinculado por esos años a Aragón y a la recuperación de Goya y
Fuendetodos. La pintura regionalista se caracteriza por la temática folclórica y el gusto
por las escenas del mundo del trabajo ambientadas en algún paisaje regional
característico. Entre todos los pintores destacan Juan José Gárate, triunfador en la
Exposición Hispano Francesa, Rafael Aguado Arnal, Julio García Condoy y, sobre
todo, Francisco Marín Bagüés.
GEOGRAFÍA DE ARAGÓN
Situada en el noroeste de la península ibérica, Aragón tiene una extensión de 47.719
kilómetros cuadrados y una población de 1.249.584 habitantes. Es un importante nudo
de comunicaciones, ubicado en el centro de los ejes Madrid-Barcelona, Valencia-
Bilbao, y la frontera con Francia.
La orografía de la comunidad tiene como eje central el valle del Ebro que transita entre
dos somontanos, el pirenaico y el ibérico, preámbulos de dos grandes formaciones
montañosas, el Pirineo al norte y el Sistema Ibérico al sur.
La depresión del Ebro se extiende en una amplia llanura después de pasar el somontano.
Al suroeste se encuentra la sierra de Alcubierre y al sur quedan las muelas de Borja y de
Zaragoza.
El río más importante de Aragón es el Ebro, el más caudaloso de España y que divide
en dos a la comunidad. De los afluentes de la margen izquierda del río, es decir los ríos
con origen en el Pirineo, destacan el río Aragón, que nace en Huesca pero desemboca en
la comunidad de Navarra, el Gállego y el Cinca. En la margen derecha destacan el
Jalón, el Huerva y el Guadalope. En el cauce del río Ebro, cerca del límite con Cataluña,
se sitúa el Embalse de Mequinenza, de 1530 hm³ y una longitud de unos 110 km,
conocido popularmente como el “Mar de Aragón”. En el Pirineo existen pequeños lagos
de montaña llamados ibones, de gran belleza paisajística y se suelen encontrar por
encima de los 2000 m.
En Aragón, sobre todo en época reciente, se ha dado uso turístico a estos recursos
hídricos: pesca en los embalses, deportes de aventura en ríos y lagos (rafting, canoas,
etc.).
La vegetación sigue las oscilaciones del relieve y del clima. Hay una gran variedad, ya
sea vegetación silvestre o cultivos humanos. En las zonas altas se pueden encontrar
bosques (pinos, abetos, hayas, robles), matorrales y prados, mientras que las zonas del
valle del Ebro la encina y la sabina son los árboles más numerosos, aparte de las tierras
explotadas para uso agrícola. Igualmente existe una gran diversidad si hablamos de
fauna. Encontramos especies autóctonas como el cangrejo de río (en peligro de
extinción), el mochuelo, el galápago leproso (en peligro de extinción), el zorro, el tritón
jaspeado, el ratón de campo, el oso pardo (con unos pocos ejemplares en el Pirineo), el
gran pavón nocturno, el quebrantahuesos (en peligro de extinción) o la margaritona. En
el año 2001 se abrió el Parque Faunístico de Lacuniacha, cerca del municipio de
Piedrafita de Jaca, en el Valle de Tena, donde podemos encontrar una representación
tanto de flora como de fauna de las especies que viven o vivieron en algún momento en
el Pirineo.
TRADICIONES DE ARAGÓN
Dependiendo de la zona existen distintos trajes tradicionales como son los trajes
ansotano y cheso, belsetán, chistabín o fragatí. En general las diferencias entre los trajes
pirenaicos y del resto de Aragón son más acusadas. Con una clara influencia mudéjar,
en algunos pueblos, el traje más popular en gran parte de Aragón se compone de un
pañuelo atado en la cabeza (cachirulo), calzones abiertos, una manta a modo de faja en
la cintura y alpargatas para los hombres. Las mujeres llevan sayas anchas, un corpiño,
calzón, medias caladas, mantón, delantal y alpargatas.
Uno de los bailes y cantos populares es la jota, un baile que se conformó entre finales
del siglo XVIII y principios del XIX. Es un baile muy brioso y alegre que se baila con
mucho movimiento y grandes saltos. El cante suele ser de ritmo melancólico con una
nota frecuentemente socarrona. También perdura la música tradicional aragonesa, que
utiliza instrumentos como el salterio (chicotén), el chiflo, la gaita aragonesa o gaita de
boto, la dulzaina, el acordeón, etc. En algunos lugares son típicos distintos tipos de
danza, con paloteados y espadas, alusiones a luchas entre moros y cristianos.
Las fiestas populares aragonesas tienen una serie de elementos comunes con las demás
españolas, esencialmente el carácter religioso, de celebración de los días de los
patronos, tanto con festejos sacros como profanos, y rogativas principalmente para la
petición de agua o preservación de los campos de pedrisco o de plagas. Un elemento
básico es la comida y la preparación de pastas o dulces. Dentro de las fiestas más
importantes de Aragón podemos destacar: las Fiestas de la Virgen del Pilar en Zaragoza,
con la ofrenda de flores y la ofrenda de frutos; las fiestas de San Lorenzo en Huesca; en
Teruel, las fiestas de la Vaquilla y la fiesta en honor a los Amantes de Teruel; la ruta del
tambor y el bombo en el Bajo Aragón; el carnaval de Bielsa o la contradanza de Cetina.