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ASPECTOS MÁS DESTACADOS DE LA HISTORIA, LA CULTURA, EL

ARTE, LA GEOGRAFÍA Y LA NATURALEZA DE ARAGÓN Y DE SUS


RUTAS TURÍSTICAS

PREHISTORIA E HISTORIA DE ARAGÓN

Los territorios que componen el actual Aragón fueron poblados ya en el Paleolítico


inferior, antes del 100.000 a.C., pero los restos humanos más antiguos hallados hasta el
momento cuentan tan sólo con 5.000 años de antigüedad (Neanderthal en Huesca y
Cromagnon en Teruel).

Los pobladores del Paleolítico inferior eran cazadores y recolectores seminómadas que
habitaban en las terrazas de los ríos. Dominaban el fuego y tallaban instrumentos de
piedra golpeándolos con otras piedras, como los bifaces encontrados en las terrazas del
Guadalaviar (Teruel). Hacia el 60.000 a.C., en el Paleolítico Medio, los instrumentos
disminuyen de tamaño y se hacen más precisos. Un ejemplo es el instrumental
musteriense hallado en el abrigo de la Eudoviges (Alacón, Teruel). El Paleolítico
Superior se extiende un nuevo tipo homínido, los cromagnon. Estos hombres,
prácticamente iguales al ser humano actual, habitan en cuevas, donde entierran a los
muertos y pintan en sus paredes. Un ejemplo de esas pinturas rupestres son las de la
Fuente del Trucho (Huesca).

Hacia el 10.000 a.C. (Epipaleolitico) se produce un cambio en el arte rupestre. Se


extiende en Aragón el llamado arte "levantino". Se conservan figuras de animales
(toros, cabras, caballos y jabalíes) y humanas de este periodo en muchos abrigos
rocosos aragoneses, situados en el río Vero (Huesca), en Caspe (Zaragoza) y en la zona
de Teruel (Cretas, Mazaleón, Valdealgorfa, Santolea, Alacón, Alcaine, Obón y
Albarracín).

Durante el Neolítico, las poblaciones se hacen sedentarias: nacen la agricultura y la


domesticación de animales. Como en otros lugares, se extienden también por Aragón la
cerámica y el tejido. Se ha encontrado cerámica cardial (decorada con improntas de
conchas "cardium") en la cueva de Chaves (Bastarás, Huesca), en Costalena (Maella,
Zaragoza) y en la Botiquería dels Moros (Fabara, Zaragoza). La piedra se sigue
trabajando, pero, además de la talla, se emplean nuevas nuevas técnicas, como la
abrasión y pulimento.

Durante la Edad del Bronce, la expansión de la revolucionaria técnica metalúrgica


estimulará los contactos entre las poblaciones, surgiendo rutas comerciales estables. En
la cerámica aparece una nueva forma característica en forma de campana: el "vaso
campaniforme".
Posteriormente Aragón fue habitado por íberos, celtas y vascones. Los íberos fueron una
civilización urbana con un importante desarrollo político gracias a su contacto con otras
civilizaciones del Mediterráneo, griegos y fenicios, y contaban ya con un desarrollado
sistema de escritura. En Aragón existieron distintos pueblos dentro de esta misma
estirpe: ilergetes, sedetanos, ilergabones o ausetanos. En general, los pueblos íberos de
Aragón fueron bastante colaborativos con los romanos aunque su aristocracia fue
guerrera. La representación del jinete armado es característica en monedas y
monumentos funerarios. Sus principales centros en Aragón fueron Osca (Huesca),
Burtina (Almudévar), Celse (Velilla de Ebro) y Salduie (Zaragoza).

Los pueblos celtas (celtíberos) ocuparon el occidente de Aragón. Al contrario de los


íberos, su resistencia a la ocupación romana fue larga e intensa, propio de un pueblo
dedicado a exaltar la guerra. Se organizaban en torno a ciudades-estado y adoptaron el
sistema de escritura ibérico. Destacaron por su metalurgia.

Roma inició la conquista de la Península Ibérica en el año 218 a.C. y los pueblos
indígenas reaccionaron de diferente manera: vascones y sedetanos no opusieron
resistencia; ilergetes y celtíberos mostraron una fuerte oposición. Las guerras se
prolongaron hasta el año 133 a.C., momento en el que es tomada Numancia, último
reducto de resistencia celtibérica. Tras ello, el proceso de romanización fue lento:
gracias al ejemplo de las élites locales fueron adoptando las costumbres romanas; quedó
constancia del sometimiento a las decisiones de los gobernadores romanos de la
provincia en la Tabula Contrebiensis encontrada en Botorrita o cómo los indígenas
dieron nombres romanos a sus descendientes en el Bronce de Áscoli. César asentó
veteranos de sus legiones y grupos de plebe romana en las provincias, creó municipios y
concedió la ciudadanía romana a la población indígena. En el 44 a. C. fundó la Colonia
Victrix Iulia Lepida, en la ciudad de los ilergetes llamada Celse (Velilla de Ebro).
Augusto continuó esta misma política y convirtió en municipios varias comunidades
indígenas: Urbs Victrix Osca (Huesca), Augusta Bilbilis (Calatayud) y Turiaso
(Tarazona) y fundó Caesaraugusta (Zaragoza), sobre la Salduie ibérica y la hizo capital
de un amplio distrito administrativo (convento jurídico). Por lo general puede decirse
que el territorio de Aragón vivió un periodo de paz durante la dominación romana.

Esto cambia durante la Antigüedad tardía, momento de conflictos sociales e


inestabilidad política. A partir del año 441 el Valle del Ebro fue atacado por los
bagaudas, esclavos urbanos, ciudadanos arruinados y campesinos desarraigados frente a
un sistema político que les negaba la libertad y la supervivencia económica. El ambiente
de confusión fue aprovechado por el rey suevo Requiario, que saqueó la ciudad de
Lérida y la región de Zaragoza. En el 472 desapareció definitivamente la antigua
provincia romana y comenzó su dependencia del reino godo de Tolosa. Un ejército
visigodo cruzó los Pirineos y, tras apoderarse de Pamplona, tomó Zaragoza y otras
ciudades próximas, asegurándose el paso hacia el interior en todas sus direcciones.
Simultáneamente, otra expedición goda penetró en la provincia por el Pirineo oriental y
ocupó los centros urbanos del litoral. Tras la caída del Imperio romano de Occidente,
los progresivos asentamientos de visigodos en el Valle del Ebro alentaron tentativas de
sublevación entre la aristocracia hispanorromana, perjudicada en sus posesiones. La
sede real visigoda se trasladó a Toledo y los territorios de Aragón quedaron al margen
políticamente hasta que a partir de finales del siglo VI Zaragoza y Huesca fueron
elegidas como sede para la celebración de concilios eclesiásticos.

En el año 711 comienza la conquista musulmana de la Península Ibérica accediendo por


el Estrecho de Gibraltar; en el año 714 ya habían llegado al Valle del Ebro sin encontrar
apenas oposición. La nobleza goda se refugió en los Pirineos donde comenzaron a
reorganizarse por lo que los musulmanes crearon limitaciones fronterizas denominadas
marcas. Los actuales territorios de Aragón formaron parte de la Marca Superior de al-
Andalus, junto con Lérida, Tarragona, Tortosa, Tudela y Calahorra. El proceso de
islamización fue rápido; la mayor parte de la población la constituían los propios
indígenas ahora convertidos al Islam, denominados muladíes. Los nuevos pobladores
procedían principalmente del Yemen y del norte de África (bereberes). En el 756, Abd
al-Rahman, de la dinastía Omeya, fundó en Córdoba un emirato independiente del poder
de Damasco. Desde entonces, y hasta que en el año 937 Abd al-Rahman III conquistó
Zaragoza definitivamente, las ciudades de la Marca Superior mantuvieron una lucha
constante con el poder cordobés. El califato desapareció en 1031 y el territorio se
dividió entonces en diversos reinos de taifas; en la Marca Superior se crearon las taifas
de Zaragoza (Saraqusta) y de Albarracín, entre otras. La primera fue conquistada por los
almorávides en 1110; la segunda en 1104, y después pasó a manos de los reinos de
Valencia y Murcia.

Entre tanto, aprovechando la debilidad militar musulmana de estos momentos, el


ejército cristiano se había reorganizado en los territorios pirenaicos y comenzaron la
Reconquista (conquista de territorios musulmanes en la Península Ibérica) de los
territorios del sur. A la muerte de Sancho el Mayor, rey de Pamplona, en 1035, el
territorio aragonés se repartió entre tres de sus hijos: a García Sánchez III de Pamplona
le correspondió el extremo occidental con los valles de Escá, Aragón y Onsella y las
fuentes del río Arba de Luesia y Biel; a Ramiro I, el antiguo condado de Aragón y la
región de Serrablo (el Distrito Rural del Gállego) y a Gonzalo el condado de Sobrarbe,
ampliado con la anexión de la ribera del Cinca, y el condado de Ribagorza. Ramiro I
consiguió estabilizar el reino de Aragón y ampliar notablemente sus dominios: en 1043
se anexionó la zona pamplonesa de las fuentes del río Arba con los castillos de Agüero,
Murillo, Biel, Luesia, Uncastillo y Sos; el año siguiente, por muerte del rey Gonzalo, se
unió a Aragón el efímero reino de Sobrarbe-Ribagorza (1035-1044); y, a costa también
del reino de Pamplona, incorporó en 1054 a sus dominios los valles de Escá, Aragón y
Onsella.

En el año 1118 las tropas al mando del rey Alfonso I de Aragón arrebatan el poder a los
musulmanes de Saraqusta. A la muerte de este, dejó en herencia su reino a las órdenes
militares, algo que no fue aceptado por la nobleza y nombró rey a su hermano, Ramiro
II el Monje que gobernó hasta que logró tener descendencia y volvió a la vida
monástica. Ramiro II casó a su única hija, Petronila, con el Conde de Barcelona Ramón
Berenguer IV. En 1162 el hijo de éstos se convirtió así, por herencia, en el primer rey de
la Corona de Aragón. La Corona de Aragón estaba formada por el conjunto de hombres
y territorios que estaban bajo la soberanía del rey de Aragón, sean reinos, ducados,
marquesados, condados o señoríos. Tras esta unión comenzó un período de expansión
territorial, primero en la Península Ibérica, dentro del proceso de la Reconquista, y más
tarde en el Mediterráneo (Sicilia, Cerdeña, Nápoles, etc.). Cabe destacar la figura del
rey Jaime I El Conquistador que emprendió la expansión del territorio por el
Mediterráneo.

En 1410 el rey de Aragón Martín I falleció sin haber dejado descendencia ni dictado
testamento ocasionando un serio problema sucesorio. En febrero de 1412, tras dos años
de incertidumbre, se elaboraron en Alcañiz las normas para la elección del nuevo
monarca en las que tres personas de cada reino (Aragón, Valencia y Cataluña) debían
reunirse para tomar una decisión y estar de acuerdo al menos seis, siendo mínimo uno
de cada reino. La reunión tuvo lugar en Caspe (Compromiso de Caspe) y el 28 de junio
de ese mismo año se designó como nuevo rey a Fernando "de Antequera", de la casa de
Trastámara, que reinó como Fernando I de Aragón. Esta dinastía continuó con la
política de expansión en el Mediterráneo y con las guerras con Castilla aunque pocos
años más tarde Aragón y Castilla serían gobernados por los mismos monarcas.

Fernando II el Católico, fue nombrado rey de Aragón en 1479 llevando casado ya cuatro
años con Isabel la Católica, reina de Castilla. No se puede hablar de una unión de
territorios ya que cada corona era independiente. Durante su reinado se conquistó
Granada, último territorio musulmán de la Península Ibérica, se decretó la expulsión de
los judíos y la Inquisición ejerció un fuerte control entre los conversos acusados de
continuar con su religión a escondidas.

El rey Carlos I respetó los privilegios y las instituciones de Aragón, consiguiendo con
ello un período de paz interior en el reino que le permitió centrarse en asuntos
exteriores. En 1526 se publicó una provisión por la cual todos los mudéjares del reino
(musulmanes aragoneses) debían convertirse o abandonar el territorio en un plazo de
once meses. En 1528 las Cortes de Monzón declararon la conversión oficial de todos los
mudéjares, que suponían entre un 15 y un 20% del total de la población. Más tarde, en
1610, éstos serán expulsados por orden de Felipe III.

El rey Felipe II no siguió la política de respeto a los privilegios aragoneses de su padre


prefiriendo centralizar territorios por lo que hubo diversos conflictos con la Corona de
Aragón como el llamado “pleito del virrey extranjero”. Este clima de tensión entre las
autoridades aragonesas y la del rey dio lugar a las alteraciones de 1591. En 1590,
Antonio Pérez, antiguo secretario de Felipe II y, por tanto, conocedor de importantes
secretos de Estado, huyó de la cárcel de Madrid durante su proceso criminal por el
asesinato de Escobedo, secretario del hermano del rey. Tras su huida se refugió en el
convento de los dominicos de Calatayud y allí, invocando su condición de aragonés se
acogió al privilegio de la manifestación, por lo que tuvo que ser trasladado a la cárcel de
los manifestados en Zaragoza, impidiendo así ser apresado por los alguaciles del rey. En
Madrid, tras haber sido declarado culpable y condenado a muerte por el asesinato de
Escobedo, fue acusado de blasfemo; debiendo ser trasladado por tanto a las cárceles de
la Inquisición. Este traslado sirvió de detonante para el estallido del motín, ya que la
Corte de Madrid afirmaba que la Inquisición estaba por encima de cualquier instancia
de los reinos pero los defensores de los fueros lo consideraban ajeno a la ordenación de
Aragón y mantenían que permitir el traslado iba contra las leyes aragonesas. Grupos de
artesanos y labradores, dirigidos por caballeros, se echaron a la calle e impidieron que
Antonio Pérez fuera llevado a las cárceles de la Inquisición. El 24 de septiembre de
1591 tuvo lugar el segundo motín, provocado por la decisión del rey de trasladar a
Antonio Pérez de nuevo a las cárceles de la Inquisición. Esta vez el monarca envió al
ejército castellano para sofocar la revuelta. Sin embargo, sólo un reducido grupo se
enfrentó a él en Utebo y el ejército entró sin encontrar oposición en Zaragoza. La
represión no se hizo esperar: el Justicia, Juan de Lanuza, fue encarcelado y ejecutado;
en 1592 y 1593 se celebraron varios autos de fe en los que fueron castigadas unas cien
personas por su participación en el motín (condenadas a muerte, a galeras, a pagar
fuertes multas o a recibir castigos corporales); por último, en las Cortes de Tarazona se
revisaron y modificaron los fueros aragoneses según la voluntad del rey.

Felipe III inició un proceso de reconciliación con las instituciones aragonesas. No


fueron anuladas la modificaciones a los fueros realizadas en Tarazona, pero el rey
concedió perdón general y juró los fueros. Sus sucesores continuaron con esta política y
durante el siglo XVII no hubo enfrentamientos entre el reino de Aragón y el monarca.
Los aragoneses apoyaron a la política de los diferentes reyes. Así fue, por ejemplo, en el
conflicto catalán que tuvo lugar entre 1640 y 1652, cuyo período más conflictivo para
Aragón fueron los años 1642 y 1643, cuando los franceses tomaron Monzón y
realizaron incursiones en la Ribagorza y las riberas del Matarraña.

Muerto sin hijos, Carlos II de España designó heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis
XIV de Francia. Carlos, Archiduque de Austria, reclamó la corona, con el apoyo de
Inglaterra y Holanda. El problema se resolvió por las armas. Los Estados de la Corona
de Aragón apoyaron, en general, a Carlos, aunque en el Reino de Aragón Felipe
también tuvo partidarios y los apoyos variaron según la marcha de la guerra. La Corona
de Castilla apoyó a Felipe. La guerra acabó con la victoria de Felipe y el tratado de
Utrecht (1713) supuso para España una nueva dinastía: la Casa de Borbón. Felipe V
implantó progresivamente un modelo centralizador y unificado de gobierno y
administración. El 29 de junio de 1707 abolió los Fueros o leyes tradicionales de los
Reinos de Aragón y Valencia e impuso las de Castilla, mucho más favorables al poder
del rey. En 1711 concluyó el proceso en Aragón con los Decretos de Nueva Planta
(nuevo modelo de Estado), que hacían del rey el poder principal y casi absoluto.

En el siglo XVIII no hubo ya más enfrentamientos que las revueltas populares por
carestía de alimentos y Aragón participó, como los demás Reinos de España, en guerras
exteriores, como la de los Siete Años, en apoyo Francia contra Inglaterra y Portugal. En
la segunda mitad del siglo se difundieron las ideas de la Ilustración y nacieron, como en
otros lugares de España, una Real Sociedad Económica de Amigos del País y una Real
Academia de Bellas Artes. Aragón se vio afectado desde 1789 por la Revolución
Francesa; la entrada de propaganda, ideas revolucionarias y viajeros desde el otro lado
de los Pirineos coincidió con un período de malas cosechas y provocó gran agitación
social entre los jornaleros. En 1793, la Convención Nacional francesa declaró la guerra
a España. Se reclutaron cuerpos de campesinos voluntarios que lucharon en el Pirineo y
se organizaron milicias en Zaragoza. En 1795 se firmó la paz.

Las malas cosechas de principio del siglo XIX, la carestía y la especulación acentuaron
la crisis. Entonces se produjo la entrada de las tropas imperiales francesas en la
Península. Tras el alzamiento popular contra Napoleón (Madrid, 2 de mayo de 1808), en
Aragón hubo conjuras contra Godoy, valido del rey, acusado de complicidad con
Francia. Carlos IV y su hijo, Fernando (VII), en manos de Napoleón, renunciaron al
trono de España el 24 de mayo, en Bayona. El hecho disparó los acontecimientos y
provocó en Zaragoza una sublevación popular dirigida por la aristocracia y la burguesía.
Es el inicio de la Guerra de la Independencia (1808-1814), durante la cual las Cortes
Españolas, reunidas en Cádiz, aprobaron la primera Constitución liberal de Europa en
1812.

Zaragoza soportó dos largos asedios. El primer Sitio comenzó el 15 de junio, tras las
derrotas aragonesas en Tudela, Mallén y Alagón, y duró hasta el 15 de agosto, por
abandono de los franceses a causa de su derrota en Bailén (Andalucía). El segundo
Sitio, terrible y cruento, duró desde el 20 de diciembre hasta el 21 de febrero. El general
Palafox, enfermo y sin recursos, rindió la ciudad, asolada y exhausta, cuando en sus
calles había seis mil cadáveres sin enterrar. Durante el asedio, hubo luchas que duraron
días para conquistar un solo edificio, habitación por habitación. Durante la heroica
resistencia se forjaron personajes de leyenda, como la famosa Agustina de Aragón,
retratada por Goya en sus Desastres de la Guerra. Goya vio en persona los efectos
devastadores de los bombardeos artilleros. La resistencia de Zaragoza se hizo famosa en
Europa y fue recordada por insignes escritores. En 1808, los franceses ocuparon
Tarazona, Daroca y Calatayud, pero no sus comarcas: los aragoneses controlaron el
resto de Aragón, excepto Zaragoza, y actuaron desde Zuera, Leciñena y Alcubierre y en
la zona de Samper. En enero de 1809 los franceses tomaron Calatayud y se luchó en
Leciñena, Samper y Alcañiz; en febrero cayó Huesca y en marzo, Jaca. Entre mayo y
junio, Blake intentó recuperar Zaragoza, pero sufrió derrotas en María de Huerva,
Belchite y Alcañiz. Teruel y Albarracín cayeron en diciembre. Los franceses
controlaron el territorio y sus vías estratégicas desde las ciudades. Los aragoneses
reorganizaron el ejército en guerrillas y hostigaron al enemigo a la vez que conservaron
amplias comarcas en su poder la mayor parte del tiempo. 1813 y 1814 fueron los años
de la contraofensiva española: Zaragoza quedó libre en julio de 1813; Daroca, en
agosto; Mequinenza, Jaca y Monzón, en febrero de 1814; y Benasque, en abril. La
guerra había concluido y restablecida la paz, Fernando VII ocupó el trono y restauró el
absolutismo.

En 1833 el territorio aragonés quedó dividido en las tres provincias que hoy lo
componen: Huesca, Zaragoza y Teruel. Tras la muerte de Fernando VII, en 1837 se
abolieron los señoríos, los diezmos que se pagaban a la Iglesia y se produjo la
Desamortización provocando la ruina y el abandono de grandes monasterios.

Durante las Guerras Carlistas Aragón fue escenario de luchas entre isabelinos y
carlistas. En septiembre de 1868 se formaron en Zaragoza, Huesca y Teruel sendas
Juntas Revolucionarias que proclamaron el derrocamiento de la reina Isabel II y estalló
la insurrección republicana. En noviembre de 1870 las Cortes españolas proclamaban
rey a Amadeo I de España; este suprimió los símbolos de Navarra y Aragón del escudo
de España para cambiarlos por las armas de Saboya. El rey renunció a la corona de
España en febrero de 1873.

La proclamación de la I República fue celebrada por los aragoneses; en las elecciones


de mayo del 73, todos los escaños que correspondían a Aragón fueron a parar al bando
republicano. En 1874 se restauró la monarquía en la figura de Alfonso XII. En 1883 se
redactó un proyecto para la constitución del Estado Federal Aragonés, que no tuvo
éxito.
Los primeros treinta años del siglo XX fueron de desarrollo agrícola. La exposición
Hispano-Francesa de 1908 en Zaragoza, sirvió como escaparate internacional para dar a
conocer los productos aragoneses. Zaragoza concentró la mayor parte de talleres y
fábricas, provocando un enorme desequilibrio demográfico en Aragón. Hubo un
desequilibrio político que se manifestó en huelgas, debidas a la gran conflictividad
social y política, acentuada entre 1917 y 1923.
Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera se instauró la censura y se recortaron
las libertades públicas, pero se produjo un gran desarrollo en la región, principalmente
en comunicaciones por carretera y ferrocarril (se concluyó la línea de ferrocarril
del Canfranc), política hidráulica (fundación de la Confederación Hidrográfica del Ebro
y ampliación de la red de regadíos) y mejoras en los pueblos de las tres provincias
(construcción de numerosos centros escolares y otras infraestructuras). En 1927 se creó
la primera emisora de radio de la región, Radio Aragón. En 1928 fue inaugurada la
Academia General Militar en Zaragoza (cuyo primer director fue el general Franco).
En enero de 1930, Primo de Rivera es obligado el rey por Alfonso XIII, y en 1931 se
instaura la Segunda República Española. En junio de 1936 se presentó el Anteproyecto
de Estatuto de Autonomía de Aragón, cuyo desarrollo se vería abortado por el conflicto
armado inmediato.
En julio de 1936 estalló la Guerra Civil; en agosto de 1936, Aragón estaba dividido en
dos zonas. En el Aragón republicano, constituido el Consejo Regional de Defensa de
Aragón con capital en Caspe (Zaragoza), en muchos pueblos se proclamó el comunismo
libertario; se constituyeron comités revolucionarios que asesinaron a derechistas, a
propietarios rurales y a miembros del clero; por su parte, los militares persiguieron a los
políticos de izquierdas, republicanos y a los sindicalistas. En 1937 tropas del ejército
republicano ocupan militarmente el territorio administrado por el Consejo Regional de
Defensa de Aragón, disolviéndolo. En Aragón se libraron algunas de las batallas más
importantes de la Guerra Civil: la de Belchite, la de Teruel y la del Ebro. El último parte
de guerra se dictó el día 1 de abril de 1939.
En Zaragoza, en 1954, se estableció una de las bases americanas (a cambio Estados
Unidos proporcionó a España alimentos y otras materias primas muy necesarias tras la
posguerra). En 1964 se creó en Zaragoza uno de los llamados Polos de Desarrollo. La
dictadura de Franco abordó algunas grandes obras públicas y se ampliaron los regadíos;
se produjeron avances en política social: Seguridad Social, acceso de los jornaleros
agrícolas a la propiedad, acceso a estudios superiores por medio de becas,
Universidades laborales, acceso a la propiedad de la vivienda mediante protección
oficial, etc. En 1967 fueron reprimidas con fuerza las primeras revueltas estudiantiles.
Se constituyó el Partido Socialista de Aragón y hubo una manifestación en Caspe a
favor de la autonomía aragonesa.

Tras la muerte de Franco, en 1977 se celebran las primeras elecciones generales


democráticas. Surgen la Asamblea Constituyente de la Unión de Agricultores y
Ganaderos de Aragón (UAGA), en La Puebla de Alfindén, y la Asamblea de la Cultura
de Zaragoza. Un año después, más de cien mil personas se manifiestan en Zaragoza a
favor de la autonomía para Aragón, se constituye el Partido Aragonés
Regionalista (PAR) y se aprueba mediante referéndum la Constitución española. En
1979 tienen lugar las primeras elecciones municipales democráticas en Aragón. En 1982
entra en vigor el Estatuto de Autonomía de Aragón y se inaugura la fábrica de General
Motors en Figueruelas (Zaragoza). En 1983 tienen lugar las primeras elecciones
autonómicas en Aragón, tras las cuales se forman las primeras Cortes de Aragón, en las
que el PSOE cuenta con la mitad de los escaños. El socialista Santiago Marraco se
convierte en el primer presidente autonómico. En 1989 se estrena el Himno de Aragón.

En 1993 se organiza una importante manifestación en Zaragoza por la autonomía plena


y contra el trasvase del agua del río Ebro. No es hasta 2007 cuando entra en vigor el
nuevo Estatuto de Autonomía de Aragón.
ARTE EN ARAGÓN

En Aragón han llegado hasta nuestros días restos de arte prehistórico: se conservan
muestras de los tres estilos de Arte Rupestre de la Península Ibérica (Cantábrico,
Levantino y Esquemático). Los restos más antiguos descubiertos en Aragón pertenecen
al Paleolítico: grabados y pinturas en la cueva Fuente del Trucho en Asque-Colungo,
Huesca, ocupada hace 22.000 años. También se encontraron retos de Arte Rupestre
Cantábrico en la cueva del Formón en Toledo de la Nata, Huesca, y Roca Hernándo en
Cabra de Mora, Teruel.

Las pinturas de estilo levantino de Aragón han sido declaradas Patrimonio Mundial por
la UNESCO debido a su singularidad. Este estilo es eminentemente pictórico,
desarrollado en cuevas y refugios habitados entre el 6.000 y el 4.000 a.C. La técnica se
basaba en el relleno de figuras con pigmentos a base de tintas planas con colores básicos
(rojo, blanco y negro). Son características las escenas de caza, danzas o guerra. Estos
yacimientos se extienden en Aragón desde el Prepirineo, Caspe, a Albarracín y la ribera
del río Martín en Teruel. El estilo esquemático podría englobarse dentro de un estilo del
levantino, ya que son coetáneos, de pequeño tamaño pero con rasgos similares al
anterior.

En 1987 se celebró en Albarracín un coloquio en el que participaron especialista en el


arco geográfico levantino para la conservación y la difusión del arte rupestre y surgió la
idea que se materializaría diez años más tarde con la creación del Proyecto de Ley de
Parques Culturales en Aragón: Río Vero, Albarracín, Maestrazgo, Río Martín y San
Juan de la Peña (este último sin arte rupestre). Son figuras de protección para la fauna,
la vegetación, el medio ambiente y la cultura, al tiempo que se intenta comprender el
paisaje y racionalizar el turismo.

Los íberos dejaron un importante legado histórico en Aragón. Con ellos surgieron
innovaciones tan dispares como la primera cerámica a torno, la generalización de la
metalurgia del hierro, ciudades capaces de emitir moneda y documentos oficiales, y de
todo ello ha quedado testimonio. Destaca el yacimiento de Cabezo de Alcalá en Azaila,
Teruel, ciudad ibero-romana que fue arrasada durante las Guerras Sertorianas y cuenta
con un importante centro de interpretación.

Pero es el pasado romano el que ha dejado más huellas de la antigüedad en todo el


territorio de Aragón. Se han conservado yacimientos con ciudades prácticamente
completas, restos de ingeniería principalmente hidráulica, restos de edificios para
espectáculos públicos, cerámica, monedas, documentación, escultura e incluso pintura.
Hay que diferenciar entre los restos que se han encontrado dentro de ciudades ya
existentes (restos de edificios públicos, domus con su decoración, etc.) y los
encontrados en zonas agrícolas (villas, acueductos, mausoleos, etc.).

En la zona de las Cinco Villas habitaron ricas familias dedicadas a la producción y


comercialización del cereal; en esa zona se han conservado el Mausoleo de la Sinagoga
y el Mausoleo de los Atilios y restos de la ciudad de Los Bañales, una de las ciudades
residenciales más importantes de su momentos donde se pueden contemplar restos del
foro, el templo, las termas y el acueducto. Otro importante yacimiento en el norte de la
Comunidad es el de Labitolosa en La Puebla de Castro donde se han conservado restos
de la curia y las termas. En la localidad de Fraga (Huesca), se encuentra la conocida
como Villa Fortunatus, que perteneció a una rica familia romana y de la que se
conservan unos magníficos restos arquitectónicos, destacando sus pavimentos de
mosaico.

En la zona del Valle Medio del Ebro destaca el gran número de asentamientos romanos
debido a la riqueza del territorio. Destacaron ciudades como Turiaso (Tarazona), Bursao
(Borja) o Colonia Celsa (Velilla de Ebro), e importantes monumentos funerarios como
el Mausoleo de Fabara. Mención especial merece Caesaraugusta, la actual Zaragoza,
fundada por el propio emperador César Augusto, que le da su nombre, en el año 14 a.C.
sobre la antigua ciudad íbera de Salduie. Fue capital de un importante convento jurídico
y contó con los edificios y servicios necesarios para una ciudad de ese rango. En la
llamada Ruta de Caesaraugusta puede contemplarse la muestra de su grandiosidad
comenzando por los restos de la muralla del siglo III d.C. en la zona de San Juan de los
Panetes o junto al convento del Santo Sepulcro, siguiendo por los cuatro museos
arqueológicos de la ruta, museos de sitio que se levantaron en torno a los restos
hallados: el Museo del Foro, el Museo del Puerto Fluvial, el Museo de las Termas y el
Museo del Teatro, el más nuevo y completo.

Al sur de Zaragoza se localizan restos romanos de gran calidad: en Botorrita se halla el


Yacimiento de Cabezo de las Minas, enclave en el que se asentó el núcleo celtíbero y
romano de Contrebia Belaisca, que llegó a ser un importante centro administrativo y
territorial. En la Comarca de Campo de Belchite se sitúa la villa bajoimperial de La
Malena (Azuara) donde fueron hallados magníficos mosaicos. Cerca de esta localidad
encontramos una de las obras hidráulicas más importantes y mejor conservadas de la
Hispania romana: la presa de Almonacid de la Cuba. Cerca de Calatayud destacan los
restos de la ciudad de Bilbilis con foro, teatro, termas y varias casas, la de Ninfeo y la
de la Fortuna. Y cerca de Monreal de Ariza se encuentra la ciudad celtíbera de
Arcóbriga, romanizada en época tardoimperial, en la que pueden contemplarse todavía
restos de las termas y el templo.

En la provincia de Teruel destacan sobre todo los restos de ingeniería hidráulica: el


Puente de Entrambasaguas (Luco de Jiloca), que formaba parte de la calzada que unía
Caesaraugusta (Zaragoza) con Castrelo (Cazorla);el puente romano de Calamocha sobre
el río Jiloca o el acueducto entre las localidades de Albarracín y Cella. Importantes son
también los yacimientos de La Caridad en Caminreal y el Cabezo de la Guardia en
Alcorisa.

En Museos Provinciales de Huesca, Zaragoza y Teruel pueden contemplarse también


restos romanos traídos de los yacimientos de cada provincia.
Cuando los musulmanes llegan a la Península ibérica saben apreciar las construcciones
romanas y además de conservarlas, las mejoran. El arte islámico se ha expresado sobre
todo en la arquitectura y en las artes aplicadas y no en pintura ni escultura debido a que
en el arte religioso la imagen figurativa no es representada. La desaparición del Califato
de Córdoba y el reparto del poder entre diversos reinos durante el siglo XI significó el
declive de la antigua capital califal pero, en contra, el florecimiento de las nuevas
capitales de taifas. En el siglo XI figuran como centros culturales destacados las
ciudades de Zaragoza, Huesca, Tarazona o Calatayud. Fue propio de los reyes de taifas
rodearse de lujo, como signo de realeza que pudiera contrarrestar la inestabilidad
territorial y la debilidad política de su Estado. Ejercieron una política de atracción de
sabios y artistas de todas las ramas que huyeron de la inestabilidad de Córdoba en busca
de tierras más seguras. Los reyes quisieron dotarse de imponentes palacios como
símbolo de autoridad y al mismo tiempo se reforzaron las defensas del territorio con
murallas, alcazabas y castillos. En arquitectura religiosa destacó la mezquita aljama de
Saraqusta (Zaragoza) fundada en el siglo VIII y ampliada en a mediados del IX y
principios del XI. Todas las ciudades islámicas contaban con una mezquita aljama, la
más importante, que tras la conquista cristiana fueron reconvertidas en catedrales con la
intención de simbolizar la superioridad cristiana. Sobre la mezquita aljama de Saraqusta
hoy se encuentra la catedral de San Salvador.

La única muestra de arquitectura civil del siglo XI que se conserva en todo el territorio
que constituyó Al Andalus es el Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Fue construido por
Almuqtadir, segundo rey de la dinastía Hudí, de cuyo nombre (Abú Yafar) deriva el del
palacio. Se construyó como residencia de recreo para el soberano y su corte, fuera del
recinto urbano y con una muralla protectora. Sigue la tipología de los palacios omeyas
del desierto de Siria del siglo VIII. En el lugar donde se construyó existía con
anterioridad una atalaya del siglo IX que se integró en el nuevo espacio; hoy se la
conoce como la Torre del Trovador. El muro que recorre todo el perímetro está
reforzado con torreones ultra semicirculares. El interior estaba dividido en tres espacios:
en el centro, el patio, actual Patio de Santa Isabel, recreación del Paraíso en la tierra, con
vegetación y animales, agua en movimiento y estancada; en el lado sur, y separada por
arquerías, estaría la zona privada del palacio (estas estancias no se han conservado); y
en el lado norte, las estancias más ricas, dedicadas a los actos protocolarios de la Corte,
el oratorio y el salón del trono.

Los pórticos que separan el jardín central de las salas laterales están formados por unas
espectaculares arquerías entrecruzadas de arcos polilobulados con rica decoración de
formas florales, geométricas y mixtas. El pequeño oratorio privado es de planta
cuadrada convertida en octogonal en altura, siguiendo la tradición artística cordobesa.
Del salón del trono se han conservado restos del zócalo de alabastro. No se han
conservados restos de las techumbres debido a que los RRCC decidieron construir su
palacio justo encima del musulmán, de nuevo queriendo manifestar su superioridad.
Tras la conquista cristiana el palacio sufrió numerosas reformas y actualmente pueden
visitarse también las estancias del Pedro IV el Ceremonioso, en estilo mudéjar y
construidas respetando las construcciones islámicas, y el Palacio de los Reyes Católicos,
en la planta superior, pero también pueden apreciarse muestras de los distintos usos que
se le ha dado al palacio a lo largo de sus más de diez siglos de historia: fue sede de la
Santa Inquisición, cuartel militar hasta el siglo XX y actualmente es sede de las Cortes
Autonómicas.

Los grupos cristianos que se refugiaron en el Pirineo tras la conquista musulmana


recibieron pronto las influencias del románico lombardo, provenientes de Italia. Los
materiales son los propios de la zona, piedra sillar, que permite realizar también una
escultura de gran calidad. En la provincia de Huesca y en el norte de la de Zaragoza
llegan a edificarse cientos de grandes y pequeñas iglesias y monasterios románicos.

El primer románico proveniente de Italia y Cataluña en el siglo XI se desarrolló sobre


todo en las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza, caracterizado por el uso de sillarejo y la
ausencia de escultura monumental. Además, en la zona del Serrablo, en la margen
izquierda del río Gállego, se conservan una serie de iglesias de pequeño tamaño con un
estilo muy característico que los estudiosos todavía no han podido determinar si es de
origen mozárabe o románico. Son un total de 14 templos construidos entre mediados del
siglo X y mediados del XI. Suelen tener una nave rectangular unida a cabecera
semicircular. Su peculiaridad estriba en la original decoración del muro absidal: friso de
baquetones verticales por encima y arcuaciones ciegas o lesenas en la parte inferior.
Han sido declaradas Monumentos Artístico-Históricos. Algunos ejemplos son Lárrede,
S. Juan de Busa, Oliván o San Bartolomé de Gavín.

A través del puerto de Somport llega a Aragón el llamado estilo románico internacional
que incorpora gran riqueza escultórica en capiteles, tímpanos, etc. Tanto en escultura
como en pintura es muy importante el simbolismo, y la utilización de las imágenes
como forma de enseñar al pueblo que no tenía acceso a la lectura. La catedral de Jaca se
construye ya bajo su influencia y destacan también Santa Cruz de la Serós e Iguacel. La
catedral de San Pedro de Jaca, con sus tres naves, cabecera de tres ábsides y portada con
tímpano con un crismón flanqueado por leones, sirvió como modelo para numerosos
ejemplos de románico español. En Jaca se utiliza por primera vez un motivo decorativo
arquitectónico denominado ajedrezado jaqués (semeja un ajedrez) que se extendió por
todo el Camino de Santiago.

Ya en el siglo XII el románico ha evolucionado hacia formas más complejas y la


escultura se naturaliza. Empiezan a aparecer monasterios cistercienses, monumentales
pero austeros, siguiendo la orden de San Bernardo de Claraval, donde se usan elementos
que más tarde usará el gótico. En la provincia de Zaragoza quedan importantes
monasterios que pueden visitarse: el Monasterio de Veruela, junto al Moncayo, el
Monasterio de Piedra en Nuévalos, enclavado en un entorno natural privilegiado, y el
Monasterio de Rueda en Sástago. Los tres incluyen también elementos del gótico y del
mudéjar.

Otros importantes monumentos y conjuntos arquitectónicos románicos en Aragón:


- Monasterio de San Juan de la Peña, de orígenes remotos, es un conglomerado de
restos mozárabes y románicos. Se encuentra construido bajo una enorme peña
llamada Monte Pano. Destaca del conjunto los restos del claustro con sencillas
columnas dobles y cuadruples que sostienen arcos de medio punto. En los
capiteles con temática del Nuevo Testamento trabajó el conocido como Maestro
de San Juan de la Peña, con un estilo muy característico.

- San Pedro de Siresa, en la Jacetania, perteneció a un antiguo monasterio


carolingio fundado durante la primera mitad del siglo IX. Lo que vemos hoy es
una superposición de templos carolingio y románico. Carece de escultura pero
destaca su gran tamaño y altura. Iglesia de una sola nave atravesada por
transepto con un ábside románico poligonal al exterior y de planta en
semicírculo al interior.

- La Villa de Aínsa tuvo un papel crucial en la reconquista cristiana. Destacan los


restos de su castillo, la Colegiata de Santa María y su urbanismo en sí,
principalmente la plaza porticada.

- Atalaya de Abizanda.

- Museo Diocesano de Jaca: tras su reapertura en el año 2010 en sus salas pueden
contemplarse estupendos ejemplos de pintura mural románica y gótica. Destacan
las pinturas de la iglesia de Bagüés.

- Catedral de Roda de Isábena: edificio románico de tres naves erigido en varias


fases con añadidos posteriores en otros estilos. Destaca la cripta y el claustro.

- Monasterio de Obarra: en un marco paisajístico incomparable se encuentra el


conjunto monumental de Obarra, compuesto por el Monasterio de Santa María,
la pequeña ermita de San Pablo, un puente medieval, y los restos del palacio
prioral.

- Iglesia de Santiago de Agüero, en la Hoya de Huesca. Destaca el trabajo


realizado por el denominado taller del Maestro de Agüero o San Juan de la Peña.

- Castillo de Loarre, el castillo románico mejor conservado de Europa. Fue


ordenado construir en el siglo XI por el rey Sancho III para servir como
avanzadilla fronteriza.

- San Pedro el Viejo en Huesca. Iglesia del siglo XII con añadidos posteriores. Lo
que más destaca es su claustro rectangular con arcos de medio punto y
elaborados capiteles. Una de las capillas que se abren a este claustro es utilizada
como panteón real y en ella se encuentran Alfonso I el Batallador y su hermano
Ramiro II el Monje.

- Palacio de los Reyes de Aragón, Huesca. Construido entre finales del siglo XII y
comienzos del XIII, constituye uno de los pocos vestigios que se han conservado
en la Península Ibérica de románico civil. Se conserva el Salón del Trono y una
torre hexagonal que alberga la conocida como Sala de la Campana. Actualmente
estos espacios están integrados en el Museo Provincial de Huesca.
- Colegiata de Alquézar. La localidad de Alquézar, situada en el cañón del río
Vero, fue declarada Conjunto Histórico Artístico. En el siglo XI se construyó
una iglesia colegiata románica que fue sustituida por otra gótica siglos más tarde
pero de un estilo muy arcaizante y manteniendo algunos elementos del anterior
edificio como las columnas del claustro y algunos de sus capiteles.

- Iglesia de Santa María la Mayor de Uncastillo, en las Cinco Villas. Iniciado a


mediados del siglo XII. Destaca la puerta meridional. En Uncastillo encontramos
otros importantes ejemplos de románico en la iglesia de San Juan, la iglesia de
San Felices o la iglesia de San Martín, ahora centro de interpretación.

- Iglesia de San Esteban y Santa María del Perdón en Sos del Rey Católico,
capital de la comarca de las Cinco Villas. Toda la población destaca por su
encanto medieval que recientemente ha contribuido a que Sos haya sido
denominado como uno de los pueblos más bonitos de España. La iglesia de San
Esteban, del siglo XI, junto con la cripta de Santa María pueden considerarse el
mejor ejemplo de románico de la localidad.

- Cabecera de la Seo de Zaragoza: tras la reconquista de Zaragoza en el 1118 el


primer monumento que decidieron construir los cristianos fue una catedral
románica sobre la antigua mezquita musulmana. Debido a las posteriores
reformas, de este período solamente se ha conservado parte de la cabecera.
Desde el exterior se aprecia la piedra sillar y la decoración con ajedrezado
jaqués mientras que la decoración escultórica que se conserva en el interior
queda oculta por el retablo gótico.

A pesar de la abundancia de románico y de mudéjar, son destacables los ejemplos de


arte gótico en Aragón aunque muchos edificios perdieron la pureza del estilo al ser
finalizados con características del mudéjar. El gótico se introduce en Aragón siguiendo
dos vías: pequeñas iglesias rurales de repoblación (también se dan en Cataluña y la
Comunidad Valenciana; son edificios muy sencillos de planta rectangular de herencia
románica que incorporan los arcos apuntados; algunas conservan en su interior ejemplos
de pinturas murales del gótico lineal; destacan las iglesias de San Fructuoso de Bierge,
San Martín de Tours en Sos del Rey Católico o la de Nuestra Señora de la Fuente en
Peñarroya de Tastavíns) y construcciones de mayor ambición como las colegiatas de
Santa María de Borja y Santa María de Caspe. Ejemplos del gótico pleno (del siglo XIII
al XVI):

- Catedral de Tarazona: se inició en el año 1162 siguiendo el estilo románico


tardío y gótico francés pero las obras se detuvieron y se reanudaron en la
segunda mitad del siglo XIV en estilo mudéjar.
- La Seo de San Salvador en Zaragoza: se inició en estilo tardorrománico en el
siglo XII y se fueron realizando ampliaciones en muy diferentes estilos: gótico al
interior (planta de salón de cinco naves), muro de la Parroquieta y cimborrio
mudéjar, capillas renacentistas, torre barroca y portada neoclásica.
- Catedral de Huesca: iniciada en el siglo XIII, las obras se dilataron hasta el siglo
XVI manteniendo el estilo gótico. Cuenta con bóvedas estrelladas en la cabecera
y el transepto.
- San Miguel de Foces en Ibieca: aunque la estructura es gótica no abandona la
tradición románica.
- Santa María la Mayor de Valderrobres: en el siglo XIV se imponen las
características formales del gótico levantino y existen importantes ejemplos
tanto civiles como religiosos en la zona del Bajo Aragón. Esta iglesia posee una
amplia nave con capillas laterales entre los contrafuertes y cabecera poligonal.
Destaca el rosetón de la portada meridional.
- Colegiata de Santa María de Mora de Rubielos: durante el gótico final (del siglo
XV al XVI) se imponen las características estéticas del gótico flamígero. Este
templo cuenta con una monumental portada meridional con arquivoltas
abocinadas.
- Capilla de los Sagrados Corporales en Santa María de Daroca: destaca la portada
del Perdón del siglo XV situada en la antigua cabecera románica; sigue el
concepto de capilla-relicario.

La escultura gótica en Aragón se ve influenciada por los importantes talleres


peninsulares y europeos contemporáneos. Las relaciones más estrechas se establecen
con los otros estados que integran la Corona de Aragón y con el vecino reino de
Navarra, a través de los que se reciben formas góticas francesas. De los contactos con
Cataluña y el Mediterráneo llegan a partir de la mitad del siglo XIV las fórmulas
italianas, para más tarde fundirse con las septentrionales, recibidas posiblemente a
través de Aviñón, lo que provoca una renovación de la plástica en sentido continental
europeo. De ambos focos proceden las peculiaridades francoborgoñonas, que
seguidamente dejan paso a las de origen flamenco y germánico en el último tercio del
siglo XV y primeros años del siglo XVI. El primer gótico se manifiesta en una época
tardía y con formas todavía románico-bizantinas. El naturalismo en las actitudes, la
flexibilidad en los cuerpos y el suave tratamiento en los ropajes no se dan en la escultura
aragonesa hasta la primera mitad del siglo XIV. Antes hay una serie de obras en las que
el gótico se aprecia ligeramente pero más en las obras realizadas por los talleres que
trabajan en para los grandes edificios, catedrales o monasterios: en la catedral de Huesca
y en la de Zaragoza o en el monasterio de Veruela. Durante la primera mitad del siglo
XIV se generalizan las nuevas corrientes gracias en gran medida a maestros franceses,
ingleses y de otros lugares de Europa occidental que cruzan los Pirineos en busca de
trabajo, siguiendo el camino de Santiago. Jaca, Huesca, Zaragoza y Tarazona son puntos
de su recorrido. De este momento encontramos ejemplos como la puerta «del Santo
Cristo» de San Pablo de Zaragoza o la portada de la colegiata de Daroca. A mediados
del siglo XIV llegan influencias de Cataluña, que se manifiestan particularmente en
obras de carácter funerario (sepulcros adosados al muro bajo arcosolio). El ejemplo más
representativo es el sepulcro del arzobispo don Lope Fernández de Luna realizado por el
escultor barcelonés Pedro Moragues en la Capilla de San Miguel de la Seo de Zaragoza.
En Zaragoza, coincidiendo con la subida al solio del mecenas don Dalmau de Mur, se
lleva a cabo una gran actividad escultórica. Pere Johan, escultor catalán, realiza el
retablo mayor de La Seo en la primera mitad del siglo XV: basamento y bancal en
alabastro policromado y un cuerpo de madera con los montantes también en alabastro.
Trabajo que revela la habilidad del escultor en el relieve y su evolución estilística hacia
un mayor realismo, sin abandonar su rica espiritualidad y latente dinamismo. A Hans
Piet D´ansó, escultor de origen alemán, se le encarga sustituir la parte de madera por
alabastro en la segunda mitad del siglo XV. Este retablo puede considerarse obra capital
del gótico europeo. Introduce el óculo-expositor, propio de los retablos aragoneses. Otra
figura a destacar es la del escultor Gil Morlanes, el Viejo, natural de Daroca, al servicio
de Fernando el Católico. Su estilo es de transición, propio del momento, cuya mejor
obra conservada es el suntuoso retablo del Juicio Final hecho en 1511 para el castillo-
abadía de Montearagón, hoy en el Museo Diocesano de Huesca, trabajo en alabastro sin
policromar, en cuya arquitectura se repite la traza del retablo mayor de La Seo de
Zaragoza, en contraste con sus figuras, poseedoras de una monumentalidad casi
renaciente, y con los fondos que reconstruyen arquitecturas clásicas.

Durante el gótico se realiza tanto pintura mural como sobre tabla. La pintura mural que
se conoce en Aragón es esencialmente religiosa y utiliza la técnica del fresco alternado
con temple. Tiene un espíritu naturalista y narrativo pero no se dan muchos ejemplos
porque compite con el auge de los retablos. En la primera mitad del siglo XV se
denomina «francogótico» o «lineal». En la zona pirenaica las pinturas pertenecen a un
período de transición, con ejemplos notables en San Salvador de Jaca, Santa Lucía
de Osia, San Salvador de Sorripas y Santa María de Cerésola, hoy reunidos en el Museo
Diocesano de Jaca. Destacan en la zona de Huesca las pinturas de San Miguel de Foces
en Ibieca o las del claustro de la colegiata de Alquézar. Encontramos un ejemplo de
pintura civil en la torre del homenaje del castillo de Alcañiz.

La pintura sobre soporte de madera tiene un momento de esplendor en el siglo XV. El


fácil traslado de este soporte hace mucho más fácil que lleguen las nuevas tendencias de
toda Europa. Con la moda del retablo se precisan nuevas técnicas que será la del temple
de huevo, aplicado sobre preparación de yeso y enriquecido con pan de oro. El gran
formato de la mayoría de los retablos hace necesario el trabajo en equipo de pintores y
dibujantes con los batidores de oro o plata, fusteros (carpinteros) y ensambladores,
hasta su colocación definitiva. Destacan los ejemplos de los retablos de las iglesias de
San Martín de Tours en Morata de Jiloca, San Salvador en Ejea de los Caballeros y la
iglesia parroquial de Lanaja.

El mudéjar es un estilo artístico que se dio solamente en el territorio español, fruto de la


convivencia de estilos cristianos medievales y elementos islámicos. La palabra `mudéjar
´ significa literalmente “al que le es permitido quedarse”, es decir, a los musulmanes
que tras la reconquista permanecen en territorio cristiano y por extensión, se ha
denominado así también al estilo artístico. Por su singularidad, la UNESCO declaró al
mudéjar Patrimonio de la Humanidad. El mudéjar en Aragón se extiende
cronológicamente desde el siglo XII al XVII, incluso después de la expulsión de los
moriscos. Se desarrolla principalmente en las provincias de Zaragoza y Teruel, zonas
donde escasea la piedra, por lo que el uso del ladrillo se generaliza. Las primeras
manifestaciones del mudéjar aragonés parten del románico puro (Daroca), pero a
medida que evolucionan los siglos de la Edad Media la estética originalmente
musulmana se asume completamente y permite una mayor libertad decorativa a la hora
de construir. Se trata de una arte popular y localista, sin pretensiones de grandiosidad.
El mudéjar en Aragón se diferencia del de otras zonas en que su decoración no suele
presentar atauriques de yeso (las paredes se pintan o esgrafían); la decoración exterior
de ladrillo es muy compleja (frisos de esquinillas, espinas de pez, rombos, lacerías, etc.)
con añadidos de cerámica vidriada (en blanco, verde o rosado principalmente) crea un
efecto de movimiento; el alfiz enmarca tato arcos murales decorativos como
constructivos; los vanos son de medio punto o apuntados.
La arquitectura mudéjar en Aragón está muy influenciada por la arquitectura
cisterciense. Se diferencian dos tipos de iglesias: de una nave con cabecera poligonal
(nave abovedada con capillas laterales entre los contrafuertes y rematado con ábside
poligonal – iglesia de la Magdalena en Zaragoza) e iglesias fortaleza, de origen gótico
cisterciense (planta de salón cubierta con bóveda de crucería, testero plano con tres
ábsides abiertos mediante arco apuntado, pasadizo por encima de las capillas laterales
abiertas al exterior por arquería de ladrillo que recorren el perímetro de la iglesia,
contrafuertes rematados por torrecillas – iglesias de Tobed y Torralba de Ribota).
Destacan dentro del mudéjar aragonés las magníficas torres campanario, normalmente
con estructura de alminar (una torre dentro de otra con una escalera entre las dos
cubierta con bóveda por aproximación de hiladas) y cuerpo de campanas encima. En un
primer momento son de planta cuadrada pero debido a la influencia italiana pasan a ser
de planta octogonal como sucede en la torre de San Pablo de Zaragoza. Otra variante es
la torre que comienza a elevarse en forma cuadrangular pero se convierte en octogonal
como las de Ricla y Utebo. Otros ejemplos destacados de mudéjar en Aragón son el
Muro de la Parroquieta de la Seo de Zaragoza, las estancias de Pedro IV el Ceremonioso
en la Aljafería, la catedral y las torres de Teruel capital, la iglesia-fortaleza de
Montalbán o la colegiata de Santa María de Calatayud.
El Renacimiento italiano llega a España en el siglo XVI pero el resultado es diferente
según la zona ya que, en el caso de Aragón, perviven los gustos conservadores, sobre
todo la temática religiosa en pintura y escultura (en contra de las corrientes humanistas),
y los gustos por el mudéjar y el gótico en arquitectura. Por lo tanto el arte del siglo XVI
en Aragón es una mezcla de tradición local y nuevas tendencias de Italia. Es una época
de esplendor económico con gran abundancia de encargos, también en orfebrería,
cerámica o carpintería. En esta época es cuando los arquitectos, pintores y escultores
pasan de considerarse artesanos a artistas por lo que se conocen muchos más nombres
que en otras épocas.
Dentro de la arquitectura religiosa se dan edificios con plantas de salón (siguiendo el
modelo gótico de la Seo de Zaragoza) como por ejemplo la catedral de Barbastro o la
colegiata de Bolea, y las que siguen el modelo de «iglesia Reyes Católicos», modelo
tomado de la iglesia de San Juan de los Reyes en Toledo, con una sola nave con capillas
entre los contrafuertes, cabecera poligonal y coro alto a los pies, como por ejemplo la
iglesia parroquial de Sádaba o la iglesia de San Carlos en Zaragoza, esta última con
decoración ya barroca. En ocasiones a iglesias ya existentes se les realizan añadidos en
esta época dándoles un aspecto renacentista: portadas con arcos de medio punto,
decoración de querubines y grutescos, etc. (es el caso de la portada de la iglesia de Santa
Engracia de Zaragoza realizada por Gil Morlanes, el Viejo, y su hijo, o la de Santa
María de Calatayud) o trascoros como el de La Seo de Zaragoza. En arquitectura civil
destaca la tipología de casa-palacio renacentista aragonesa que mantiene la misma
estructura, más o menos desarrollada según el poder del propietario: el material
constructivo principal es el ladrillo; fachadas de tres pisos rematadas por una galería de
arquillos y alero de madera; zaguán de acceso al interior; patios con columnas anilladas
y salón principal de tres cámaras cubiertas por techumbres renacentistas (en ocasiones
con elementos mudéjares). Importantes ejemplos por su conservación son la casa de
Miguel Donlope (actual Real Maestranza de Caballería) y la casa de los condes de
Morata (actual Audiencia) en Zaragoza o el palacio de los Argensola en Barbastro.
También destacó la construcción de lonjas y unos buenos ejemplos son la lonja de
Zaragoza que sigue la tipología de casa-palacio pero puede considerarse como
manierista ya que aunque al exterior parece un edificio renacentista de tres plantas al
interior es gótico de una sola planta, y el ayuntamiento de Tarazona, construido en su
momento como lonja, con una original decoración escultórica en su fachada.
En escultura se utilizan fundamentalmente el alabastro y la madera, normalmente
dorada y policromada. Los encargos son realizados principalmente por la Iglesia por lo
que abundan las sillerías de coro, retablos (retablos de Damián Forment en el Pilar y en
San Pablo en Zaragoza y en la catedral de Huesca) y escultura funeraria (sepulcro de
Don Hernando de Aragón en la Seo de Zaragoza). La introducción de lo renacentista
llegará gracias al trabajo de artistas como Gil Morlanes el Viejo, Damián Forment o
Gabriel Yolí y continuará con Gil Morlanes el Joven, Juan de Moreto o Juan de
Ancheta.
En pintura, el centro más importante de Aragón fue la ciudad de Zaragoza y en ella se
ubicaron el mayor número de talleres. Puede decirse que la evolución de la pintura
aragonesa está determinada por artistas foráneos residentes en la ciudad y por las
estampas (la obra gráfica de los maestros europeos más importantes de aquel siglo
-Durero, Leyden, Raimondi, Veneziano-, se conoce tempranamente en Aragón gracias a
la importancia de las imprentas zaragozanas y la intensa actividad comercial de la
ciudad). Desde el punto de vista técnico se prefirió la pintura al óleo sobre tabla; la
utilización del lienzo fue más escasa; cabe mencionar el empleo de las sargas para las
grandes puertas que cierran y protegen los retablos mayores; en pintura mural, aunque
más escasa, destacan por su interés las pinturas murales de la catedral de Tarazona o las
de la Cartuja de Aula Dei. La iconografía pictórica fue sobre todo religiosa pero el
espíritu humanista en la elite del país haría posible una renovación de la temática
tradicional y no faltaron las escenas de la mitología clásica y los retratos (se pone de
moda entre la nobleza aragonesa formar la galería de retratos familiares).
Algunos artistas destacados: Pedro de Aponte, influenciado por Durero, realiza el
retablo de Santiago en Grañén; el denominado Maestro de Sijena trabaja con influencias
italianas de Mantegna o Leonardo; Jerónimo Cosida es el pintor que mejor representa el
ambiente humanista del arte en Aragón, pinta el retablo de San Juan Bautista en la
catedral de Tarazona y el retablo de la cartuja de Aula Dei (hoy en el Museo de
Zaragoza); el italiano Pietro Morone introduce el estilo miguelangelesco en las pinturas
murales de la capilla de San Miguel en La Seo de Zaragoza; el flamenco Rolán de Mois
realiza gran cantidad de retratos siguiendo el gusto manierista europeo.

A partir del siglo XVII, Aragón, igual que los demás reinos de España, vivió una época
de esplendor para sus figuras artísticas y literarias configurando lo que se denomina
el Siglo de Oro mientras que en todos los demás campos se entraba en un irremediable
declive. El estilo artístico que impregna todas las artes es el Barroco surgido desde
el movimiento contrarreformista (de reacción a las reformas religiosas del Norte de
Europa) y como una evolución de las formas renacentistas clásicas. El estilo perdurará
hasta mediados del siglo XVIII y abarcará la totalidad de manifestaciones artísticas
como la literatura, la arquitectura, la pintura, la escultura o la música.

En arquitectura, el barroco es uno de los estilos de mayor transcendencia en Aragón,


tanto por la abundancia de ejemplos como por su fuerte personalidad, muy influida por
la tradición mudéjar tanto en la decoración (vegetal y geométrica de lazo) como en los
materiales usados (ladrillo, tapial y yeso). Los interiores de los edificios los
encontramos profusamente ornamentados, especialmente en bóvedas y cúpulas a base
de las características lacerías mudéjares, labradas en yeso (iglesias de Illueca, Acered o
Brea). Pero poco a poco se irán adoptando las formas italianas y se comenzarán a
difundir las grandes cúpulas como la de San Ildefonso (Santiago actualmente) o el Pilar
en Zaragoza.

El edificio más representativo de esta época en todo Aragón es la Basílica del Pilar
aunque por su dilatada construcción incorpora también elementos neoclásicos. Según la
tradición, desde ese momento en que la Virgen vino a Zaragoza para consolar al
Apóstol Santiago, en este lugar hubo un recinto dedicado al culto de la Virgen, el primer
templo mariano de la cristiandad. Los primeros datos documentales sobre una iglesia
como tal proceden del siglo IX d.C., mantenida por los mozárabes. Del templo de época
románica se conserva el tímpano con un crismón. En el siglo XV hubo un gran incendio
que obligó a construir un nuevo templo en estilo gótico-mudéjar. Pero sólo dos siglos
más tarde, los cambios en los gustos artísticos y el aumento de la devoción pilarista
hacen necesario un espacio mucho más amplio, y a esa época pertenece el edificio que
vemos en la actualidad, en estilo barroco. Los planos para este nuevo templo fueron del
arquitecto de Corte Francisco de Herrera el Mozo. El antiguo templo se demolió y sólo
hubo una condición para llevar a cabo las obras: la inamovilidad de la Santa Columna y
de la talla de la Virgen. Una vez construido el edificio hubo que solucionar el problema
del espacio donde se encuentra la Santa Columna. El proyecto elegido fue el de Ventura
Rodríguez, arquitecto real (Fernando VI), que concibió la Santa Capilla como un gran
templete barroco de perfiles curvilíneos y grandes aberturas que ponen en relación el
espacio interior con el recinto exterior. Además redecoró la arquitectura interior. Utiliza
bronce dorado y distintos materiales pétreos nobles como el jaspe de Ricla o la piedra
de la Puebla de Albortón. Por respeto a la tradición, la Columna y la imagen de la
Virgen se mantuvieron en su ubicación primitiva quedando descentradas dentro de la
capilla así que para solucionarlo Ventura Rodríguez se sirvió de trucos de perspectiva
en el muro de los altares. Los grupos escultóricos (mármol de Carrara) pertenecen al
escultor José Ramírez y todo ello hace que dirijamos la mirada hacia la imagen de la
Virgen. La imagen de la Virgen es una talla gótica del siglo XV en madera dorada
atribuida al escultor darocense Juan de la Huerta. El fresco de la cúpula, que se pintó
antes de comenzar las obras de la Santa Capilla, se encargó a Antonio González
Velázquez. Unos años después de la inauguración de la Santa Capilla se comenzaron a
decorar todas las cúpulas que la circundaban: el coreto, el coro pequeño de la basílica,
donde cantaban los infanticos. Cuenta con una bóveda pintada por Francisco de Goya,
su primera obra de gran envergadura en Zaragoza pero todavía no vemos aquí la pincela
característica de Goya. El tema representa la Adoración del nombre de Dios. Goya
realiza otra obra en el Pilar, una de las cúpulas laterales dedicada a la Regina Martyrum.
Representó a María sentada en un trono de nubes y rodeada de ángeles. Bajo ella, y
alrededor del anillo, se disponen los santos mártires aragoneses. Otros elementos
destacados dentro de la basílica son el retablo mayor de alabastro, obra de Damián
Forment, que se conservó del anterior templo, y el coro.

Otros importantes ejemplos de arquitectura barroca en Aragón son la torre de La Seo,


versión aragonesa de un campanile italiano diseñado por Juan Bautista Contini, la
Iglesia de San Felipe y Santiago el Menor o la Iglesia de San Juan de los Panetes en
Zaragoza, la Iglesia de Santo Domingo en Huesca o la Iglesia de Santa María la Mayor
en Alcañiz.

La pintura barroca en Aragón está representada por autores como Juan Galbán,


Francisco Ximénez Maza o Jusepe Martínez. A finales de siglo, la presencia del pintor
de la corte Claudio Coello en Zaragoza para pintar en la iglesia de la Mantería, influirá
en pintores tan importantes como Vicente Berdusán, Bartolomé Vicente, Jerónimo
Secano o los Rabiella. Un hecho a resaltar es que los pintores aragoneses conseguirán
que Carlos II, en las Cortes de Aragón de 1677, declare a la pintura "arte liberal",
suponiendo una dignificación social y profesional, pero también una mayor libertad de
acción en el desarrollo de su actividad artística.
La escultura barroca destaca por el efectismo y la búsqueda del movimiento.los
materiales más utilizados son la madera y el yeso, reservando la piedra para fachadas y
portadas. La temática suele ser religiosa, ya que casi exclusivamente la Iglesia es la
encargante de obras. Los escultores estaban considerados como artesanos y estaban
insertados en gremios cerrados que conformaban verdaderos clanes familiares. Entre los
más famosos hay que destacar a los Orliens, Ramón Senz, los Franco o a los Messa.
Además de en el interior y en las fachadas de las iglesias, pueden verse muchas
muestras de escultura y pintura barroca en los diferentes museos provinciales de las tres
capitales de provincia o en otros museos como el recientemente denominado Museo
Goya.

El neoclasicismo surge a mediados del siglo XVIII como contraposición al estilo rococó


considerado por la Ilustración como frívolo y decadente. La transición del Barroco al
Neoclásico la marca la construcción de la Basílica del Pilar en la que confluyen todas
las artes y los mejores artistas del momento. Uno de los edificios prototípicos del
Neoclasicismo fue el proyectado por Tiburcio del Caso en la iglesia de San Fernando de
Torrero.

A mediados del siglo XIX es cuando se produce la transición entre el gusto neoclásico
(edificio de la Diputación Provincial de Zaragoza) y los nuevos gustos historicistas y
eclécticos. De esta época destaca el arquitecto José de Yarza, colaborador en el proyecto
de apertura de la Calle Alfonso, pero es Ricardo Magdalena, arquitecto municipal de
Zaragoza, quien incorpora los principios de estos nuevos gustos en la arquitectura
aragonesa: gusto por la arquitectura medieval, pero transformada por una nueva
función. En Aragón sobre todo se toman ejemplos de épocas y estilos florecientes para
la comunidad por lo que se retoma el mudéjar y el renacimiento, sobre todo la
arquitectura civil. Destacan los edificios del antiguo matadero o la Facultad de
Medicina y Ciencias.

Dentro de esta transformación urbanística del siglo XIX comienzan a cobrar


importancia las esculturas públicas como monumentos conmemorativos: la primera fue
la Fuente de la Princesa en homenaje a la reina Isabel II pero se realizaron muchas más
(estatua a Ramón Pignatelli; la Samarita, fundida en la fábrica de Averly o el Torico en
Teruel). En el género pictórico destaca la pintura de historia con artistas como Eduardo
López del Plano, Marcelino de Unceta y Francisco Pradilla que obtuvo un gran
reconocimiento por su obra `Doña Juana la loca´. Pradilla también destacó en la pintura
costumbrista siendo modelo para otros pintores como Mariano Barbasán o Salvador
Gisbert. La aparición de la fotografía a mediados del siglo XIX hace que surjan galerías
fotográficas en las capitales de provincia y cada vez más interesados en este nuevo
soporte. Cuando el cinematógrafo llega a Aragón unas décadas más tarde, un
zaragozano, Eduardo Jimeno Correas, se convierte en el autor de la que hasta hace poco
se pensó fue la primera película filmada en España, `Salida de Misa de Doce del Pilar´.

A comienzos del siglo XX Aragón vive un momento con importantes artistas a la par
que una ampliación del público al que van dirigidas sus obras; hasta aquel momento el
arte había sido encargado por las instituciones, el estado, la nobleza o la Iglesia pero con
la ascensión de la clase burguesa y los nuevos soportes y materiales artísticos (cartel,
fotografía, cine...), la cultura será más accesible a todo el mundo.

En arquitectura, todavía están vigentes los estilos del siglo XIX, historicista y ecléctico.
Así pues, edificios como el Museo de Bellas Artes (obra de Julio Bravo y Ricardo
Magdalena) o la Escuela de Artes y Oficios (de Félix Navarro), proyectados para la
Exposición Hispano Francesa de 1908, incorporan la característica galería superior de
arcos de medio punto, aleros muy volados, el ladrillo a cara vista con decoración
mudéjar, etc. Pero también se impone un nuevo estilo, el Modernismo, introducido
por Ricardo Magdalena, Félix Navarro y Dionisio Lasuén. Este estilo se caracteriza por
la decoración de inspiración vegetal y la incorporación de nuevos materiales (hierro y
vidrio), artes decorativas (cerámicas, mosaicos, forjas) y ritmos ondulados y
asimétricos. Este nuevo estilo típicamente burgués recibe el espaldarazo definitivo con
los pabellones provisionales de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Trabajarán en
Zaragoza artistas como Manuel Martínez de Ubago (autor del Quiosco de la
Música), Francisco Albiñana Corralé (de la fachada del Centro Mercantil), Luis de La
Figuera o José de Yarza. El Modernismo es un fenómeno esencialmente urbano y los
mejores ejemplos arquitectónicos los encontramos en Zaragoza, pero Teruel también
acoge grandes obras gracias a la presencia del tarraconense Pablo Monguió como
arquitecto municipal y provincial.

El Modernismo y la incidencia de la Exposición Hispano Francesa están presentes en


la escultura, mayoritariamente pública y conmemorativa. Así, artistas como el catalán
Agustín Querol realizará obras en Zaragoza como el Monumento a los Mártires (junto a
R. Magdalena) o el de los Sitios. También trabajarán los hermanos Oslé (Monumento a
la Exposición Hispano-Francesa) o Mariano Benlliure (Monumento a Agustina de
Aragón). Estos escultores son mayoritariamente foráneos hasta los años veinte, que
surge la figura de José Bueno, autor de obras como el Batallador del Cabezo Buenavista
o el Monumento conmemorativo sobre la Fosa Común en el Cementerio de Torrero y en
Huesca, y la del interdisciplinar Ramón Acín, autor de la escultura de Las Pajaritas,
obra de influjo cubista. La mayoría de artistas aragoneses tuvieron que salir fuera para
poder impregnarse del arte de las Vanguardias, caso del grausino Felipe Coscolla y del
escultor Pablo Gargallo, de gran relevancia. El maellano se instala tempranamente en
Barcelona, donde se imbuirá de la estética modernista al entrar en contacto con los
artistas de Els Quatre Gats, entre ellos Picasso. Tras pasar temporadas a caballo entre
París y Barcelona se instalará definitivamente en la capital francesa con la llegada de la
dictadura primorriverista y allí culminará su personal estilo cubista basado en la
búsqueda de síntesis formal de la figura en planos geométricos y en el uso de los vacíos
como parte de la escultura. La obra cumbre de Gargallo es el Gran Profeta, realizada en
1933, en plena madurez artística.

El estilo que realmente triunfó en la época fue el regionalista, muy influido por el pintor
vasco Ignacio Zuloaga, vinculado por esos años a Aragón y a la recuperación de Goya y
Fuendetodos. La pintura regionalista se caracteriza por la temática folclórica y el gusto
por las escenas del mundo del trabajo ambientadas en algún paisaje regional
característico. Entre todos los pintores destacan Juan José Gárate, triunfador en la
Exposición Hispano Francesa, Rafael Aguado Arnal, Julio García Condoy y, sobre
todo, Francisco Marín Bagüés.

En el género cinematográfico es donde los aragoneses se muestran más transgresores y


abiertos a las vanguardias. El precursor en España es el aragonés Eduardo Jimeno. El
cine se convirtió en un icono burgués de la modernidad. La producción cinematográfica
aragonesa del momento se basa en la toma de vistas documentales. Habrá que llegar
hasta el turolense Segundo de Chomón, para que en Aragón se conozca al primer
realizador de cine de ficción. Una figura que se eleva por encima de las demás por su
originalidad artística e innovación técnica, entrando a formar parte destacada de la
historia del cine universal. Luis Buñuel, un genio absoluto desde su etapa de la
Residencia de Estudiantes, donde forja su amistad con Federico García Lorca, Pepín
Bello y Salvador Dalí. Se introduce en el mundo del cine cuando marcha a París. De
1928 data su primer proyecto cinematográfico personal, El Mundo por Diez
Céntimos (basado en cuentos de Ramón Gómez de la Serna). En el mismo año, Buñuel
se adhiere al grupo surrealista de París, atraído por su intransigencia moral y artística y
por su nueva política social, con las que se siente plenamente identificado. Él aporta al
grupo la cinematografía, decidiendo llevar la estética del surrealismo a la pantalla: Un
chien andalou (Un perro andaluz, 1928) es, efectivamente, la primera película
surrealista.

En el siglo XX pronto se introducirá el racionalismo. En Aragón, la primera obra es


el Rincón de Goya de Fernando García Mercadal, construido para conmemorar el
centenario del artista en 1928, un edificio que supone la ruptura total con la tradición
arquitectónica.

El Grupo Pórtico fue pionero en pintura abstracta o informalista en España. Surge en el


año 1947 con la exposición Pórtico celebrada en Zaragoza. Forman el grupo artistas
como Fermín Aguayo, Santiago Lagunas, Alberto Duce o Eloy Giménez Laguardia.

GEOGRAFÍA DE ARAGÓN
Situada en el noroeste de la península ibérica, Aragón tiene una extensión de 47.719
kilómetros cuadrados y una población de 1.249.584 habitantes. Es un importante nudo
de comunicaciones, ubicado en el centro de los ejes Madrid-Barcelona, Valencia-
Bilbao, y la frontera con Francia.

La orografía de la comunidad tiene como eje central el valle del Ebro que transita entre
dos somontanos, el pirenaico y el ibérico, preámbulos de dos grandes formaciones
montañosas, el Pirineo al norte y el Sistema Ibérico al sur.

El Pirineo se encuentra en el norte de la provincia de Huesca y se dispone


longitudinalmente en tres grandes unidades: Alto Pirineo, Depresión Intrapirenaica y
Sierras Exteriores. Las máximas alturas de la cadena montañosa son el Aneto
(3404 msnm), La Maladeta (3309 msnm) y el Perdiguero (3221 msnm). El Prepirineo
interior también tiene grandes montañas como Monte Perdido (3355 msnm). Los
principales valles pirenaicos están formados por los ríos que ahí nacen y algunos son el
Valle de Ansó (río Veral), el Valle de Hecho (río Aragón), el Valle de Tena (río
Gállego) o el Valle de Benasque (río Ésera). La depresión intrapirenaica es un amplio
corredor perpendicular y su tramo mejor representado es el Canal de Berdún. El límite
meridional de la Depresión corresponde a los relieves de San Juan de la Peña
(1552 msnm) y Peña Oroel (1769 msnm). Las sierras exteriores prepirenaicas se
encuentran en el somontano oscense y constituyen la unidad más meridional de los
Pirineos. Destaca la sierra de Guara y los Mallos de Riglos, cerca de la localidad de
Ayerbe.

La depresión del Ebro se extiende en una amplia llanura después de pasar el somontano.
Al suroeste se encuentra la sierra de Alcubierre y al sur quedan las muelas de Borja y de
Zaragoza.

El Sistema Ibérico se divide entre las provincias de Zaragoza y de Teruel. Es un


conjunto de sierras sin unidad estructural clara, que puede dividirse en dos zonas:
Sistema Ibérico del Jalón y Sistema Ibérico turolense. En el primero destaca el Moncayo
con 2314 msnm. El segundo está formado por terrenos elevados pero aplanados y
macizos. Al suroeste de la depresión se alcanzan las cumbres de la sierra de Albarracín,
la sierra de Javalambre y por último se llega a la sierra de Gúdar.

El río más importante de Aragón es el Ebro, el más caudaloso de España y que divide
en dos a la comunidad. De los afluentes de la margen izquierda del río, es decir los ríos
con origen en el Pirineo, destacan el río Aragón, que nace en Huesca pero desemboca en
la comunidad de Navarra, el Gállego y el Cinca. En la margen derecha destacan el
Jalón, el Huerva y el Guadalope. En el cauce del río Ebro, cerca del límite con Cataluña,
se sitúa el Embalse de Mequinenza, de 1530 hm³ y una longitud de unos 110 km,
conocido popularmente como el “Mar de Aragón”. En el Pirineo existen pequeños lagos
de montaña llamados ibones, de gran belleza paisajística y se suelen encontrar por
encima de los 2000 m.
En Aragón, sobre todo en época reciente, se ha dado uso turístico a estos recursos
hídricos: pesca en los embalses, deportes de aventura en ríos y lagos (rafting, canoas,
etc.).

Aunque el clima de Aragón puede considerarse, en general, como un mediterráneo


continental, su irregular orografía hace que se creen varios climas o microclimas a lo
largo y ancho de toda la comunidad. Desde el de alta montaña de los Pirineos centrales
al norte, con hielos perpetuos (glaciares), hasta el de zonas esteparias o semidesérticas,
como los Monegros, pasando por el clima continental intenso de la zona de Teruel-
Daroca. Las características principales del clima aragonés son la aridez, la irregularidad
de las lluvias, las corrientes de aire que se encajonan en el valle medio del Ebro de
noroeste a sureste (cierzo), que destaca por su intensidad y frecuencia, y de sureste a
noroeste (bochorno) y las temperaturas medias son muy dependientes de la altura.

La vegetación sigue las oscilaciones del relieve y del clima. Hay una gran variedad, ya
sea vegetación silvestre o cultivos humanos. En las zonas altas se pueden encontrar
bosques (pinos, abetos, hayas, robles), matorrales y prados, mientras que las zonas del
valle del Ebro la encina y la sabina son los árboles más numerosos, aparte de las tierras
explotadas para uso agrícola. Igualmente existe una gran diversidad si hablamos de
fauna. Encontramos especies autóctonas como el cangrejo de río (en peligro de
extinción), el mochuelo, el galápago leproso (en peligro de extinción), el zorro, el tritón
jaspeado, el ratón de campo, el oso pardo (con unos pocos ejemplares en el Pirineo), el
gran pavón nocturno, el quebrantahuesos (en peligro de extinción) o la margaritona. En
el año 2001 se abrió el Parque Faunístico de Lacuniacha, cerca del municipio de
Piedrafita de Jaca, en el Valle de Tena, donde podemos encontrar una representación
tanto de flora como de fauna de las especies que viven o vivieron en algún momento en
el Pirineo.

En Aragón los espacios naturales protegidos se gestionan mediante la Red Natural de


Aragón, una entidad creada en 2004 para proteger todos los elementos con valor
ecológico, paisajístico y cultural y a la vez coordinar y establecer normas comunes que
contribuyan a su conservación y a un uso sostenible. Dentro de los espacios protegidos
se encuentra el único parque nacional de Aragón: el parque nacional de Ordesa y Monte
Perdido, situado en los Pirineos en la comarca del Sobrarbe, con una extensión de
15.608 ha. Actualmente también goza de otros figuras de Protección como la Reserva
de la Biosfera de Ordesa-Viñamala y está catalogado como Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO. Además hay otros cuatro parques naturales: el Parque
Natural del Moncayo, el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, el Parque
Natural de Posets-Maladeta y el Parque Natural de los Valles Occidentales. Se
encuentran también tres reservas naturales, cinco monumentos naturales y tres paisajes
protegidos.

Recientemente ha cobrado mucha importancia el turismo micológico por lo que ha sido


necesario regular la recolecta de setas y existen rutas específicas: por el Valle de Echo y
Selva de Oza, por el Valle del río Aragón, ruta de Oroel a San Juan de la Peña, por el
Valle de Benasque, ruta por el Campo de Cariñena, ruta por el Moncayo, rutas por el
Maestrazgo, etc. Así mismo, también existen rutas ornitológicas para la contemplación
de las aves: en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en el Parque Natural
Posets Maladeta, en la comarca de los Monegros y Bajo Cinca o en los humedales de la
Comarca de las Cinco Villas.

TRADICIONES DE ARAGÓN

Dependiendo de la zona existen distintos trajes tradicionales como son los trajes
ansotano y cheso, belsetán, chistabín o fragatí. En general las diferencias entre los trajes
pirenaicos y del resto de Aragón son más acusadas. Con una clara influencia mudéjar,
en algunos pueblos, el traje más popular en gran parte de Aragón se compone de un
pañuelo atado en la cabeza (cachirulo), calzones abiertos, una manta a modo de faja en
la cintura y alpargatas para los hombres. Las mujeres llevan sayas anchas, un corpiño,
calzón, medias caladas, mantón, delantal y alpargatas.

Uno de los bailes y cantos populares es la jota, un baile que se conformó entre finales
del siglo XVIII y principios del XIX. Es un baile muy brioso y alegre que se baila con
mucho movimiento y grandes saltos. El cante suele ser de ritmo melancólico con una
nota frecuentemente socarrona. También perdura la música tradicional aragonesa, que
utiliza instrumentos como el salterio (chicotén), el chiflo, la gaita aragonesa o gaita de
boto, la dulzaina, el acordeón, etc. En algunos lugares son típicos distintos tipos de
danza, con paloteados y espadas, alusiones a luchas entre moros y cristianos.

En la mayor parte de Aragón se habla el castellano, idioma oficial en toda la


comunidad, en la parte norte se habla aragonés, y en el este, en la franja de Aragón, se
hablan diversos dialectos del catalán. Tras la aprobación de la Ley de Lenguas de
Aragón en 2009 el idioma aragonés y el idioma catalán figuran como lenguas propias de
Aragón, aunque no oficiales.

La gastronomía aragonesa se engloba dentro de la denominada Dieta Mediterránea y se


ha ido configurando a lo largo de su historia gracias a las diversas civilizaciones que
han habitado el territorio. Se basa principalmente en la calidad de los productos
autóctonos, muchos de ellos con denominación de origen. Verduras y hortalizas como
las borrajas de la comarca de Zaragoza, los tomates de Utebo, la cebolla de Fuentes de
Ebro o los ajos de Bardallur; frutas como el melocotón de Calanda, las cerezas de
Bolea, ciruelas o peras; carnes como el cordero, Ternasco de Aragón, y cerdo, jamón de
Teruel o longaniza de Graus; productos lácteos como el queso de Tronchón o
condimentos como la trufa o el aceite del Bajo Aragón. Existen cuatro vinos con
denominación de origen (Cariñena, Somontano, Campo de Borja y Calatayud) además
de los denominados Vinos de la Tierra.
Aunque somos una comunidad de interior, en Aragón siempre se han consumido
productos del mar, como las anchoas o el bacalao, y existen recetas con estos productos
que se consideran tradicionales aragonesas como el bacalao ajoarriero o la trucha a la
aragonesa. Otros platos característicos serían las migas de pastor, las chiretas o el pollo
al chilindrón. Si hablamos de postres y dulces encontramos las frutas de Aragón, la
trenza de Almudévar, los lazos de Jaca, el guirlache, los adoquines del Pilar, las tortas
de alma, las cocas, el lanzón de San Jorge o el melocotón con vino.

Dentro de la artesanía tradicional destaca los productos de cestería y esparto o la


cerámica de Muel.

Las fiestas populares aragonesas tienen una serie de elementos comunes con las demás
españolas, esencialmente el carácter religioso, de celebración de los días de los
patronos, tanto con festejos sacros como profanos, y rogativas principalmente para la
petición de agua o preservación de los campos de pedrisco o de plagas. Un elemento
básico es la comida y la preparación de pastas o dulces. Dentro de las fiestas más
importantes de Aragón podemos destacar: las Fiestas de la Virgen del Pilar en Zaragoza,
con la ofrenda de flores y la ofrenda de frutos; las fiestas de San Lorenzo en Huesca; en
Teruel, las fiestas de la Vaquilla y la fiesta en honor a los Amantes de Teruel; la ruta del
tambor y el bombo en el Bajo Aragón; el carnaval de Bielsa o la contradanza de Cetina.

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