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El origen del ser humano se encuentra en África, pero a la Península Ibérica parece que
llegó entre 1,3 y 1,4 millones de años. Destaca el yacimiento de Atapuerca. El Paleolítico
(1.350.000 - 8.000 a.C.) se subdivide en: inferior, caracterizado por los primeros homos de
carácter nómada que usaban instrumentos sencillos y poseían una economía depredadora
(caza menor); medio, en el que aparece el Homo neanderthalensis de gran capacidad
craneal y resistencia al frío, dominan el fuego y la caza mayor; y superior, en el que
aparecen el arte y el Homo sapiens de carácter seminómada, conocedor de nuevos
materiales e instrumentos. El Mesolítico es un periodo de transición. El Neolítico (6.000 -
3.000 a.C.) se caracteriza por: uso de la piedra pulida, una economía productora (agrícola y
ganadera) y por tanto el sedentarismo, el comercio (trueque) y sociedades más complejas
por la división del trabajo. La Edad de los Metales se subdivide en: Edad del Cobre, Bronce
y Hierro. El arte rupestre se concentra en la zona cantábrica (en el Paleolítico Superior) de
pinturas polícromas y figurativas de animales individuales (yacimiento de Altamira),
pareciendo tener un sentido mágico-religioso; y en la zona levantina (en el Mesolítico y
Neolítico) de pinturas monocromas y esquemáticas de escenas cotidianas (yacimiento de
Valltorta).
Los pueblos prerromanos son aquellos que habitaron la península antes de la llegada de los
romanos. Se asentaron en tres zonas. Los íberos, entre ellos los indigetes, se asentaron en
la costa mediterránea por lo que estarán más acostumbrados a las culturas extranjeras,
siendo más influenciados por los pueblos colonizadores. Los celtas, entre ellos los galaicos,
se situaron en el norte, pero también en el centro y oeste, fusionándose con los íberos y
dando lugar a los celtíberos. Los tartessos (situados en torno al valle del Guadalquivir)
alcanzaron un gran desarrollo comercial, económico y cultural, pero entraron en decadencia
hasta desaparecer. Los pueblos colonizadores son aquellos procedentes del Mediterráneo
oriental en busca de metales. Los fenicios fueron unos grandes navegantes por su interés
comercial y en la península fundaron factorías (enclaves comerciales) e introdujeron la
conservación de alimentos en salazón, el torno alfarero y la escritura alfabética. Los griegos
fundaron colonias con la intención de crear asentamientos permanentes, e intercambiaron
su cerámica, tejido de lino, vino y aceite. Los cartagineses conquistaron violentamente el
sudeste, sirviéndose de factorías y enclaves estratégicos. Esto provocará el descontento
local que hará que pidan ayuda a los romanos.
La Segunda Guerra Púnica entre romanos y cartagineses por el control del Mediterráneo
occidental dio lugar a la conquista de los primeros, iniciando la dominación romana. Las
revueltas íberas rechazaron al dominio romano, quienes decidieron asentarse
permanentemente en la península. Las guerras celtíbero-lusitanas fueron una tarea costosa
por la resistencia celtíbera, la dificultosa orografía y la falta de medios de paso. Se
sucedieron la conquista de Numancia y la derrota de Viriato, el líder lusitano,y las guerras
cántabro-astures, por las cuales Augusto logró la conquista del resto de territorio peninsular.
La romanización fue la asimilación cultural y fue un proceso desigual e incompleto ya que
los celtas fueron menos romanizados, dividiendo Hispania en cinco provincias. Para ello, se
extendió la vida urbana mediante la construcción de ciudades romanas, el asentamiento de
colonos (ciudadanos romanos) como difusores culturales, la inclusión de los íberos en el
ejército, la imposición del latín como lengua administrativa, sustituyendo así a las ibéricas, y
la implantación del derecho romano, lo que contribuyó a la homogeneización. También
dejaron un importante legado cultural en la literatura, con las aportaciones de Séneca, con
la imposición de cultos religiosos y el cristianismo, la construcción de obras arquitectónicas
y públicas (red de calzadas), el uso de un sistema económico común basado en la moneda,
los esclavos y un sistema colonizador.
Los visigodos, un pueblo romanizado al vivir cerca del limes (frontera romana), fueron
prometidos, por los romanos, las tierras del sur de Francia a cambio de la expulsión de los
invasores peninsulares (suevos, vándalos y alanos) pero más tarde se instalaron
únicamente en la península, en el Reino Visigodo de Toledo. Impusieron una política
dominante. Para ello, llevaron a cabo las unificaciones territorial, por Leovigildo, religiosa,
por Recaredo mediante el III Concilio de Toledo (589), quien cambió el arrianismo por el
catolicismo, obteniendo los apoyos eclesiásticos e hispanorromanos, y legislativa, por
Recesvinto, quien estableció un código de leyes, el “Fuero Juzgo”, iguales para ambos
pueblos coexistentes. La organización política se basó en una monarquía electiva formal,
donde el rey era elegido por una asamblea de guerreros, aunque salían por defecto los hijos
de los reyes. La economía era agrícola y ganadera. Se crearon el Oficio Palatino,
administración en manos de duques y condes en distintos territorios, el Consejo Real, de
carácter consultivo, cuyo núcleo era el Oficio Palatino y gente de confianza del rey, y los
concilios, donde se tomaban las decisiones legislativas y políticas en manos de los nobles y
el alto clero, debido a la influencia eclesiástica en el pueblo. La cultura visigoda destacó por
su orfebrería y arquitectura. Se inició una guerra civil entre la nobleza y la monarquía,
situación que será aprovechada por los musulmanes en plena expansión.
A la muerte de Witiza, la nobleza visigoda se divide entre dos candidatos: Roderico y Agila
(hijo de Witiza). Este último se alía con los musulmanes, dirigidos por Muza, quien vence a
los visigodos en la batalla de Guadalete (711) e inicia una rápida conquista (menos el norte
por su orografía), favorecida por las rendiciones de los visigodos (los derechos eran
respetados a cambio de un tributo). Hispania se denominó al-Ándalus, dirigido por un emir.
Se inició el Emirato dependiente (711-756), donde los musulmanes se centraron en la
Península tras su derrota en Poitiers (732) con los francos, y se iniciaron luchas internas
entre árabes y beréberes por el control territorial. El Emirato independiente (756-929) se
inició con el asesinato de la familia Omeya por la Abbasíes, instaurando el Califato en
Bagdad. Sin embargo, Abderramán huyó y se refugió en la Península, donde le proclamaron
emir. Este terminó con las disputas, mejoró la administración e invirtió de forma desigual.
Por último, el Califato Omeya de Córdoba (929-1031), se inició con la autoproclamación de
Abderramán III como califa. Llegó así el mayor esplendor de al-Ándalus, por al-Hakan II y
las victorias de Almanzor. Pero, a su muerte, el territorio se fragmentó en los reinos de
Taifas.
Tras la desaparición del Califato Omeya de Córdoba, al-Ándalus quedó dividida en reinos de
Taifas, que ocasionalmente, se enfrentaban entre sí e, incluso, se aliaban con cristianos.
Las disputas internas fueron aprovechadas por los reinos cristianos para extender la
Reconquista con la toma de Toledo en 1085 y obligar a los musulmanes a pagar parias. El
avance cristiano llevó a los reinos musulmanes a pedir ayuda a los almorávides, que lo
frenarían en la batalla de Sagrajas y reunificaron prácticamente todo el bando musulmán,
reimponiendo una doctrina religiosa más estricta que provocaría revueltas internas por parte
de los propios musulmanes locales. Se produjo así la división en los segundos reinos de
taifas, permitiendo de nuevo el avance cristiano. Esta vez pedirían auxilio a los almohades,
pero fueron vencidos en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 por una alianza de reyes
cristianos. Su derrota y un rigor religioso mayor que el de los almorávides derivaron a
nuevas sublevaciones internas, lo que debilitó definitivamente el poder musulmán y dio
lugar a los terceros reinos de taifas. De ellos, solo pervivió el reino nazarí Granada, fundado
por Nazar, que se expandió y alcanzó una gran prosperidad. No obstante, las disputas
sucesorias permitieron la conquista del último reino musulmán en la península por parte de
los Reyes Católicos en 1492.
La llegada de los musulmanes produjo una gran revitalización económica con la vuelta a las
ciudades como centros económicos y culturales mediante mercados (zocos y alhóndigas) y
alcaicerías (centros artesanales), dentro de la medina. El comercio se intensificó con el uso
del dirham y la integración al flujo comercial islámico. Los pilares económicos eran: la
agricultura (introdujeron nuevas técnicas hidráulicas y nuevos cultivos); la actividad
artesanal y el comercio. La estructura social estaba organizada en base a la religión
principalmente, dividiéndose en musulmanes (árabes o la aristocracia, bereberes y
muladíes); no musulmanes (judíos y mozárabes) que debían pagar un impuesto religioso; y
esclavos, fuera de la sociedad. La cultura andalusí mezcló elementos orientales e hispanos,
imponiéndose el árabe como lengua oficial. Destacó en la filosofía con Averroes
(comentarista aristotélico), en matemáticas, en medicina y en literatura, con “El collar de la
paloma”. El arte islámico se manifestó en la arquitectura, destacando La Alhambra, ya que
las artes figurativas no son desarrolladas por orden del Corán.
Los primeros núcleos de resistencia cristiana surgieron en la zona norte peninsular debido a
sus duras condiciones orográficas. Nacen así el reino asturleonés y los núcleos pirenaicos
compuestos por los condados catalanes, que formarían la Marca Hispánica (estado tapón
franco); Aragón y el reino de Pamplona-Navarra. La Reconquista se inició con la primera
etapa (ss. VIII-X), en la cual los reinos cristianos reclaman las zonas desocupadas hasta el
valle del Duero, mediante la presura por los nobles y el alto clero. La segunda etapa (ss.
XI-XIII) fue la de mayor extensión cristiana, en la que el reino de Castilla y la corona de
Aragón firmaron los tratados de Tudillén y Cazorla. Destaca la conquista de Toledo en 1085.
Utilizaron el concejil, es decir, la concesión de fueros y cartas pueblas que reconocían
privilegios. En la tercera etapa (s. XIII), la victoria cristiana en la batalla de las Navas de
Tolosa (1212), abrió el acceso al valle del Guadalquivir, siendo repoblado mediante
encomiendas dirigidas por órdenes eclesiásticas y militares que situaban un comendador.
Se redujo la presencia musulmana al reino nazarí de Granada que finalmente sería
conquistado por los Reyes Católicos en 1492 y distribuido en repartimientos entre los
participantes.
2.5. Los reinos cristianos en la Edad Media: organización política, régimen señorial y
sociedad estamental.
En 1492, en el reinado de los Reyes Católicos, se produjeron dos hitos históricos. Por un
lado, la conquista de Granada, que, aprovechando las disputas sucesorias entre Boabdil y
su tío el Zagal, supuso el fin de la Reconquista y la unificación del territorio peninsular que
reforzó su poder frente a los nobles. Se respetó la salida de musulmanes y los derechos de
los que decidieron permanecer gracias a una capitulación con Boabdil I del 2 de enero de
1492. Por otro lado, el descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492, realizado por
Colón, fue motivado por la búsqueda de nuevas rutas a las Indias tras el cierre terrestre
comercial. Colón zarpó tras la firma de las Capitulaciones de Santa Fe con los Reyes
Católicos, acuerdo que autorizó la expedición. El nuevo descubrimiento incumplía el Tratado
de Alcaçovas según Portugal, mientras que Castilla abogaba que los nuevos territorios no
estaban incluidos cuando se firmó este tratado. Finalmente se produjo una nueva división
de expansión en el Tratado de Tordesillas (1494), por el cual Portugal obtuvo Brasil.
3.3. El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I. Política interior y conflictos
europeos.
Carlos I, hijo de Felipe I y Juana, heredó de sus abuelos un gran imperio compuesto
principalmente por Países Bajos, Austria y las coronas de Castilla y Aragón. El
desconocimiento de sus dominios peninsulares, la imposición de flamencos en la política
local y la recaudación de nuevos impuestos provocaron la revuelta de las Comunidades en
Castilla (1520-1521), dirigida por la Santa Junta e iniciada como un movimiento señorial que
acabó siendo antiseñorial, así como la revuelta de las Germanías (1519-1524), antiseñorial
y religiosa. No obstante, estas aumentaron el poder del rey en detrimento de la nobleza.
Carlos tuvo problemas externos con Francia por el control del Milanesado, con el Papado,
quien firmó una alianza contra Carlos por temor a ser invadido, con los turcos por la
hegemonía mediterránea y con los luteranos alemanes, que usaron la reforma como arma
política, consiguiendo la libertad religiosa en la Paz de Augsburgo (1555). Posteriormente,
Carlos abdicó y cedió el trono imperial a su hermano Fernando, y los territorios peninsulares
a su hijo Felipe.
3.4. La Monarquía Hispánica de Felipe II. Gobierno y administración. Los problemas
internos. Guerras y sublevación en Europa.
Felipe II, hijo de Carlos I e Isabel de Portugal, heredó la Monarquía Hispánica al abdicar su
padre. Su política se inspiró en la Contrarreforma católica, con el fin de mantener la
hegemonía de los Habsburgo. Se mantuvo un sistema de pactos dado que la monarquía era
de carácter plurinacional. Felipe II utilizó el modelo castellano en sus territorios, a partir de
los consejos, donde los secretarios actuaban en el nombre del rey; y la centralización
administrativa, mediante virreyes y gobernadores. Asimismo, conformó la unión ibérica
incorporando la corona de Portugal a su imperio. Entre los conflictos internos destacaron la
persecución de las comunidades protestantes, la rebelión de los moriscos granadinos, en la
que fueron repartidos por Castilla para evitar una futura sublevación, y el caso de Antonio
Peréz, que enfrentó al rey con las instituciones de la Corona de Aragón. En el ámbito
exterior se implicó en guerras contra Francia, derrotada en la batalla de San Quintín (1557),
la rebelión protestante de los Países Bajos, los turcos otomanos en el Mediterráneo e
Inglaterra, con el fracaso de la Armada Invencible, tras el ascenso al trono de Isabel, firme
defensora del protestantismo.
La exploración se basó en encontrar una ruta alternativa para el comercio con las Indias tras
el cierre de la ruta comercial terrestre. Para ello, la corona hispánica estableció un sistema
de capitulaciones y repartimientos entre los conquistadores particulares. Destacan las
figuras de Magallanes y Elcano, que completaron la primera circunnavegación, Hernán
Cortés, conquistador del Imperio Azteca, y Pizarro, quien sometió al imperio inca. El
Consejo de Indias mejoró el control americano junto a los nuevos virreinatos y las
gobernaciones o capitanías generales, de carácter fronterizo; los corregimientos y las
audiencias. Los descubrimientos supusieron una explotación económica de tipo colonial,
mediante el comercio triangular y el intercambio de cultivos. La introducción masiva de los
metales preciosos en Europa provocó una revolución de los precios. Asimismo, se produjo
un gran choque cultural a pesar del mestizaje, que estableció un sistema de castas, y se
impuso la cultura española y el catolicismo. Se redactaron las Leyes de Burgos (1512), las
cuales protegían a los indígenas, prohibiendo su esclavitud.
3.6 Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640
La principal característica del gobierno de los Austrias menores del siglo XVII fue el
gobierno de validos, personas de confianza del rey. Felipe III delegó el poder en los duques
de Lerma y de Uceda, tras la destitución del primero por corrupción. Las dificultades
económicas, incrementadas por la expulsión de los moriscos, resultaron en una política
pacifista. Felipe IV tuvo al Conde-Duque de Olivares como valido, cuya intención fue crear
un estado moderno centralizado y basado en el modelo castellano, cuyos pilares fueron
recogidos en el Gran Memorial. Dicha intención y los desastres en la Guerra de los Treinta
Años provocaron la crisis de 1640. La sublevación catalana se precipitó en el Corpus de
sangre, con el asesinato del virrey y la proclamación de su independencia. No obstante, se
reintegraron a la monarquía a cambio del respeto de sus fueros e instituciones por la crisis
económica, la peste y la opresión francesa. La sublevación portuguesa se inició por la
incapacidad de la Monarquía Hispánica de defender las colonias portuguesas. Nombraron
rey a Juan IV y obtuvieron el apoyo de Inglaterra, consiguiendo su independencia en 1668.
Inicialmente, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) enfrentó a los estados protestantes
del Imperio contra los Habsburgo austriacos, implicando también a la Monarquía Hispánica
que reanudó su conflicto con las Provincias Unidas en 1621, tras la Tregua de los Doce
Años. Sin embargo y ante las primeras victorias católicas, Francia financiará a Suecia y
posteriormente entraría en guerra, convirtiéndose en una lucha por la hegemonía europea.
Se produjeron grandes derrotas hispánicas, destacando la de Rocroi, que la obligaría a
firmar la Paz de Westfalia (1648), donde se reconoció la independencia holandesa. Pero la
lucha hispano-francesa se prolongó. La sucesiva pérdida de territorios obligó a la corona
hispánica a firmar la Paz de los Pirineos (1659), por la cual Francia se anexionó los ducados
catalanes del Rosellón y Cerdaña; la Paz de Aquisgrán (1668), donde se reconoció la
independencia portuguesa, y la Paz de Nimega (1678), por la cual España cedió el Franco
Condado a Francia. La Monarquía Hispánica perdió su hegemonía europea ante Francia (la
nueva potencia europea), sufriendo una gran crisis económica y demográfica.
3.8 Principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII y sus
consecuencias
La depresión económica y demográfica del s.XVII fue, en su mayor parte, debida a las
guerras. Los conflictos bélicos dejaron a la monarquía en bancarrota, una situación que fue
agravada por la fuerte inflación debido a una mayor producción de monedas. La disminución
de la población en edad fértil y la natalidad provocaron la falta de fuerza de trabajo agrícola
y ganadera, a la que se sumó la expulsión de los moriscos y las migraciones (a América y la
zona litoral). Las epidemias intensificaron la depresión demográfica. A pesar de que la
Monarquía Hispánica siguió manteniendo los recursos americanos, la mayoría de sus
ingresos iban destinados a costear las guerras europeas por lo que no pudieron resolver la
crisis. Asimismo, la industria textil castellana, fuente de riqueza, entró en depresión. La
estructura social se mantuvo estamental, pero el patriciado urbano se benefició,
integrándose en la nobleza, mientras que los campesinos fueron los más afectados por las
malas cosechas y la subida de precios e impuestos.
Carlos II, único hijo varón de Felipe, fue declarado rey a una corta edad tras la regencia de
su madre Mariana de Austria con el padre Nithard como valido, jesuita alemán que se ganó
la oposición del pueblo y la nobleza. Se casó en dos ocasiones, pero no tuvo descendencia.
La ausencia de descendientes y la debilidad del rey provocaron luchas por el poder internas
y externas que se solucionaron con la candidatura neutral de José Fernando de Baviera,
pero falleció a una temprana edad. Carlos II nombró heredero en su testamento a Felipe de
Anjou, a cambio de que renunciara a la corona francesa y mantuviera los territorios
americanos unidos a la Monarquía Hispánica. Sin embargo, el resto de potencias se vieron
amenazadas por la estrecha colaboración que supondría entre Francia y la Monarquía
Hispánica, por lo que propusieron al archiduque Carlos de Austria, iniciándose una guerra
de sucesión de carácter internacional pero también civil. Castilla apoyó a Felipe de Anjou,
mientras que la corona aragonesa al archiduque austriaco.
4.2. La nueva Monarquía Borbónica. Los Decretos de Nueva Planta. Modelo de Estado
y alcance de las reformas.
Las ideas fundamentales de la Ilustración fueron la libertad y la igualdad del ser humano por
naturaleza. Pretendió alcanzar el bienestar y la felicidad de los individuos mediante el uso
de la razón y la búsqueda del conocimiento. Por ello, iba en contra de la monarquía
absolutista. España tuvo una gran influencia de la Iglesia católica, que pretendió combinar el
racionalismo y la religión frente al origen anticlerical del movimiento en base a la separación
Iglesia-Estado. Asimismo, en España, la monarquía pilotó el movimiento de manera que no
fue en contra del absolutismo. Fue un proceso lento y difícil ya que era un movimiento
principalmente impulsado por una burguesía muy minoritaria, concentrada en las regiones
periféricas. Se difundió en tertulias y sociedades locales. El despotismo ilustrado es la
combinación de la monarquía absoluta con medidas ilustradas para modernizar el país. En
España, destacó Carlos III quien emprendió reformas urbanísticas y económicas, como la
libertad de comercio americano y la creación de sociedades económicas, es decir, amparó y
fomentó el movimiento ilustrado sin plantear cambios profundos, a diferencia del movimiento
europeo. Buscó así la felicidad del pueblo, para evitar futuras sublevaciones.