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En el modelo dominante, la idea básica es que gerenciar bien es modelar una organización
siguiendo las líneas del modelo weberiano o de los fundadores de la Ciencia de la
Administración, Taylor y Fayol, y sus continuadores modernos. De acuerdo a este paradigma,
una buena organización es la que tiene un organigrama detallado, maximiza la división del
trabajo, planea detenidamente todas las funciones que la integran, cuenta con descripción de
puestos, manuales de tareas, procedimientos, circuitos, etc.
Pero como se ha visto en la práctica ello no garantiza el rendimiento efectivo. Hay una vasta
literatura que lo demuestra terminantemente. Entre muchas obras que lo han señalado, Peters
y Wuaterman en "En busca de la excelencia" concluyen, a partir de múltiples experiencias de
consultorías privadas, que aplicando muy bien el diseño y el planeamiento formal sólo se influye
sobre un porcentaje muyreducido de la productividad organizacional final. Esta en su mayor
parte tiene que ver con otras cuestiones mucho mas profundas en la vida de la organización.
Eso no quiere decir que se esté señalando que hay que renunciar a la organización formal. Lo
que estamos planteando es que se trata de un instrumento de alcances limitados y que hay que
ir mucho mas allá para poder tener resultados efectivos.
Frente al ultracambio acelerado, a la ligazón del presente con el futuro, un trabajo reciente sobre
aplicación de planificación estratégica en grandes corporaciones en EE.UU dice que sólo el 10%
de los planes estratégicos han tenido algún nivel de implementación.
Henry Mintzberg, profesor de la Universidad Mc Gill de Canadá, considera que un error básico
es disociar la planificación de la acción. Si alguien se sienta, planifica y después viene el proceso
de implementación, la realidad es tan fluida y tan rápida, que fracasará. Lo único que vale es
acercar estrechamente planificación y acción y llevar adelante un proceso continuo de
aprendizaje, retroalimentando en "tiempo real" lo que está sucediendo. No se trata de dejar de
planificar, sino de acelerar la planificación. Todo lo que es formal está condenado a tener
dificultades muy serias frente a la mutación continua de la realidad que estábamos señalando
(12).
Una gerencia pública regida por el paradigma tradicional será necesariamente impotente para
responder con eficiencia a las nuevas demandas antes planteadas: Estado inteligente,
complejidad, calidad de los servicios, desarrollo humano, integración. ¿Qué tipo de gerencia se
necesita? Para visualizarla es necesario ir más allá del paradigma tradicional e internarse en el
nuevo paradigma que se está conformando en gerencia a nivel internacional y que están
tendiendo a aplicar las organizaciones públicas y privadas más avanzadas.
¿Qué es lo que están haciendo las organizaciones que mejor funcionan en el mundo? Entre los
principales campos de innovación, cabe mencionar:
El resultado fue que más del 90% de su tiempo lo dedicaban a una actividad que se llama
"conversar". El gerente de excelencia se dedica fundamentalmente a conversar, al contrario de
lo que nos enseñan en Iberoamérica con mucha frecuencia en los cursos de uso del tiempo, en
donde el gerente capaz sería el que está encerrado en su despacho, protegido por secretarias
que no dejan pasar a nadie y que sólo habla con su staff inmediato, o aquel que está todo el día
pensando en el futuro. El gerente de excelencia es un eximio conversador que conversa con todo
tipo de gente, de todas las líneas de la organización y de fuera de ella y que sale
permanentemente de la oficina. Mantiene un estilo de conversación en donde hay margen de
tiempo ocioso. Hace muchas preguntas. No tiene su agenda preplanificada por meses, ni por
años, sino que su agenda es profundamente reactiva. Si se analizan las citas concretas que hace,
se advierte que surgen a instancias de la realidad inmediata.
¿Por qué alguien que se dedica a conversar del modo descrito es altamente eficiente? Según
Kotter y el grupo de Harvard, con esto hace bien las dos cosas que son cruciales para que un
gerente funcione bien en el mundo actual:
Primero, a través de las conversaciones, logra armar la agenda estratégica de decisiones. Logra
identificar los problemas que son realmente cruciales para el futuro de la organización. Esos
datos no se obtienen a través de la información de la línea burocrática, sino que lo consigue en
el campo, es decir, conversando con gente de diferentes fuentes, con visiones contradictorias,
que le proporcionan información y análisis frescos.
Segundo, a través de las conversaciones, logra armar lo que se llama la red de contactos. En
ninguna sociedad organizada las cosas funcionan si no hay una red de contactos. El gerente
desarrolla, a través de esas conversaciones, los procesos de negociación con protagonistas muy
variados, lo que le permite armar la red de contactos en la que se apoyará la ejecución de sus
decisiones.
En la misma dirección una reputada consultora gerencial, Stephanie Winston, cuyos libros
"Getting organized" y "The organized executive", han vendido un millón de ejemplares, verificó
al interrogar a 48 Ceo's (máximos ejecutivos) de grandes compañías que sólo dos horas de su
jornada se componían de citas preplanificadas. Las demás se hacían en base a respuestas sobre
el momento. Winston explica "los mayores ejecutivos del país van a sus oficinas en la mañana
con sólo un vago sentido de lo que el día les traerá" (14).
La directora de la Harvard Business Review, Rossabeth Moss Kantor, quien llevó a cabo una
investigación sobre gerentes de excelencia, sostiene que todas las investigaciones recientes
coinciden con otras realizadas en Francia y en Inglaterra, precisando que en la práctica la tarea
de un gerente de excelencia consiste en hacer bien lo que se denomina "las cuatro efes" (15).
En primer lugar, "focus", esto es focalizar lo que es la agenda estratégica, lograr identificar lo
que realmente son los problemas críticos, evitando dispersarse en la maraña de datos que le
facilita la informática, la que -bienvenida desde ya- puede liquidar a cualquier gerente por la
masa de información que puede hacer llegar a su escritorio.
En segundo lugar, "fast", lo cual quiere decir que la decisión tiene que ser rápida, pues no hay
tiempo que perder. Hay que terminar, señala, con las organizaciones tipo "elevador", donde hay
un "ascensor jerárquico" como estructura básica. Todo tiene que subir por el ascensor
respetando cuidadosamente todas las jerarquías, las órdenes tienen que bajar por el ascensor y
los informes tienen que subir por el ascensor. Los contactos horizontales están proscritos o son
mal vistos por la organización. Con la organización tipo ascensor no se puede actuar
rápidamente, no se puede responder a las necesidades de adaptabilidad que demanda el tiempo
en el que vivimos: hay que buscar otros modelos organizacionales.
La tercera efe es "flexibility", esto es, maximizar la flexibilidad de la organización para responder.
Ello implica entre otros aspectos fluidificar los contactos horizontales en las organizaciones que
son los que permiten diagnosticar y resolver los problemas con rapidez.
El segundo es el modelo Apolo, un clásico de las organizaciones en EE.UU, durante las décadas
anteriores. Aquí se excita al máximo la competitividad entre los niveles directivos de la
organización y la lucha interna para que emerjan los triunfadores, los Apolos. Esto crea montos
de destructividad al interior de la organización y enfrentamientos muy fuertes. Para sobrevivir
en un mundo de complejidad e incertidumbre y altísima competitividad, la organización tiene
que promover por el contrario el espíritu de cooperación.
El tercero es el modelo Dionisius que es una variante del Apolo. Exalta el narcicismo personal en
las organizaciones y todo tipo de gratificaciones individuales, la búsqueda del éxito individual
por todas las vías. Tiene mucho de las contraindicaciones de Apolo en términos de excitación de
la competitividad interna (16).
En la misma dirección que este trabajo, un prestigioso investigador de Harvard, el profesor Willis
Harman, sostiene que la gerencia se ha entendido tradicionalmente como la dirección de
recursos humanos, materiales y financieros hacia determinados objetivos. Hoy en realidad
correspondería modificar totalmente el concepto. Gerencia no es la dirección hacia
determinados objetivos, sino que es facilitar las condiciones para que los recursos humanos de
la organización respondan individualmente, creativamente, a un medio que requiere
adaptaciones permanentes y facilitar espacios. Esta es la idea del modelo Atenas, donde los
grupos puedan reaccionar a las condiciones particulares del contexto en que trabajan.
Es interesante a este respecto señalar, entre otros, el ejemplo de IBM a nivel internacional. La
nueva directiva a los gerentes seccionales en todo el mundo es que hagan lo que entiendan que
es mejor de acuerdo a las condiciones locales, al entenderse que la capacidad de adaptabilidad
desde una organización central es mínima en las condiciones de complejidad actuales.
Las evidencias de todo orden indican que en este mundo de complejidad e incertidumbre, la
organización no puede progresar sin una buena dotación en recursos humanos. La clave está
más que nunca en el personal, en su motivación, en su capacidad de entender la realidad y en
su aptitud de adaptarse, crear e innovar.
Korn Ferry International, una de las principales reclutadoras de ejecutivos del mundo entero,
realizó una encuesta a 1.500 ejecutivos de 20 países para determinar el perfil del gerente del
año 2000 y seleccionar personal en base a ese perfil. En el perfil determinado aparecen en
primer lugar tres cualidades.
Price Waterhouse, por su parte, realizó una encuesta en 1990 entre 6.000 empresas europeas y
americanas para investigar cuáles eran las prácticas de personal en empresas privadas. Se
detectó que el punto central era el cambio absolutamente fundamental en el manejo de los
recursos humanos. El trabajo concluye que "toda organización empresarial que descuida las
relaciones humanas está condenada al fracaso o a la mediocridad". Los cambios son tan
radicales que Price Waterhouse señala en los resultados de la encuesta, por ejemplo, que una
tendencia moderna creciente es eliminar las comunicaciones internas por memorándum y
sustituirlas por la comunicación oral como modo óptimo de comunicarse en organizaciones,
porque permite la retroalimentación, la interacción, la creatividad y favorece el establecimiento
de lazos, mientras que el memorándum bloquea, incomunica. Se advierte la necesidad de
nuevos tipos de liderazgo de personal cuya base principal ha de ser la participación.
La fórmula milenaria de LAO TZE parece tener plena aplicación en nuestro tiempo:
• El gran dirigente es aquel que hace decir a la gente: "lo hicimos nosotros mismos".
Las empresas, frente al desajuste entre la preparación de los egresados y las exigencias de la
complejidad y de la incertidumbre en la Gran Aldea, han optado por tratar de formar sus propios
recursos. Hay una creciente competencia entre los planes de formación de las empresas y el
trabajo de las Universidades. Frente a estos resultados, algunas Universidades, entre ellas
afamados centros de EE.UU, están replanteando sus planes de estudio.
Así por ejemplo, la Escuela de Wharton de la Universidad de Pennsylvania, una de las primeras
del "ranking", cambió todo el currículum de estudios en Business Administration. Se pondrá
énfasis en que el nuevo gerente que se va a formar para el siglo XXI tenga aptitudes para tratar
con la gente; tenga una perspectiva más global, desarrolle las capacidades de creatividad e
innovación, promueva la solución de problemas en el mundo real y eexamine los problemas de
las empresas desde un punto de vista interdisciplinario.
El estudio de la revista Fortune señala que hay un déficit marcado, entre lo que las escuelas
enseñan y lo que las empresas piden, en términos de "soft skills", habilidades de tecnologías
blandas, tales como las que termino de mencionar y que han sido introducidas por Wharton. En
una frase muy lapidaria, el artículo señala que en definitiva con las Escuelas de Business
Administration de EE.UU ha sucedido lo mismo que con buena parte de la industria americana:
han quedado fuera de competitividad por no adaptarse a los nuevos tiempos.
Luego de caracterizar el contexto de los años '90, nos hemos ocupado de las nuevas demandas
gerenciales referidas al gerente público. En un momento posterior nos referimos a la
insuficiencia del paradigma tradicional en gerencia para responder a las actuales demandas
gerenciales. En otro momento, muy rápidamente, enunciamos las nuevas líneas de reflexión en
este campo y las tecnologías renovadoras que podrían tener múltiples aplicaciones en gerencia
pública. En un mundo en donde, como dice Morin, la incertidumbre se ha instalado con altas
fluctuaciones económicas, con competitividad creciente, con dificultades sociales muy
significativas, con intentos muy esperanzadores de procesos de democratización profundizados,
se va a requerir una intervención estatal mucho más afinada, mucho más inteligente, mucho
más estratégica, diferente totalmente a la de otros tiempos. Un Estado no paternalista pero,
como se vio anteriormente, más inteligente en lo estratégico en campos como el de la
integración.
Ello no podrá llevarse adelante sin una gerencia de primera calidad. En definitiva, a través de la
gerencia, se lograrán implementar o se frustrarán las políticas mejor diseñadas y los ensayos
más audaces tanto en el campo de la política económica como en el de la política social.
No hay ninguna razón para pensar que en el sector público no pueda haber gerencia de la mejor
calidad. La excelencia gerencial tiene que ver con todas las cosas antes referidas, con los
modelos organizacionales, con las tecnologías utilizadas y con el tipo de entrenamiento de los
gerentes, los cuales no son patrimonio de nadie.
El desafío está en lograr adecuar las organizaciones públicas para lograr excelencia. Para
obtenerlo se requiere, junto a los avances tecnológicos, rescatar la noción de servicio público
con sus consiguientes implicaciones en términos de honestidad en la función. Actuar en el sector
público es servir a la sociedad y tratar de contribuir al bienestar colectivo. Sir Douglas Wass,
quien fue durante varias décadas el Director del Servicio Civil de Inglaterra, considera en sus
memorias que llama poderosamente la atención como -a pesar de frustraciones, desencantos,
decepciones y de la inclemencia de la vida burocrática- sobrevive y florece en los funcionarios
el deseo de servir genuinamente al público (19) y perdura el desafío que significa servir a la
Comunidad, aún bajo condiciones tan adversas.
Es la vocación de servicio la que tendría que enmarcar todo lo que se haga sobre gerencia en el
sector público. Es en la vocación de servicio apoyada en un instrumental moderno adaptado a
las especialidades de la gerencia pública y a las nuevas demandas donde están las posibilidades
de excelencia para mejor servir a nuestros ciudadanos.