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Teoría de la Organización.

Reporte de lectura
No. 7
“En busca de la excelencia”.

Participantes:
Cruz Razo Cecilia Patricia
Hernández Espinosa Ricardo
Hernández García Arely
Nieto García Luisa Fernanda
Ortiz Morales Luis Ángel
Torres Uribe Karen Cecilia

29/Mayo/2023
Introducción.
El libro "En busca de la excelencia", escrito por Thomas J. Peters y Robert H.
Waterman Jr., se ha convertido en una obra influyente dentro del ámbito de la
administración desde su publicación en 1982. En sus primeras páginas, los
autores introducen una serie de conceptos y principios que han transformado la
forma en que se entiende la excelencia empresarial. En este ensayo, explicaremos
los puntos clave presentados en las páginas 1 a 30 de esta obra, desde la
perspectiva de la administración, analizando su relevancia y aplicación en el
entorno empresarial actual.

En busca de la excelencia: Reflexiones desde la perspectiva de la


administración.

Un organigrama no es una compañía, y una nueva estrategia no es


necesariamente el remedio a un mal de la empresa. Sin embargo, cuando el
problema surge, pedimos una nueva estrategia y probablemente una
reorganización. Lo común es reorganizar las casillas del organigrama, y lo más
frecuente es que no habrá muchos cambios. Tendremos una gran confusión que
hasta puede ser útil por un tiempo, pero, al fin y al cabo, las costumbres antiguas
perdurarán.

En nuestro fuero interno todos sabemos que no es ni en los informes anuales, ni


en la elaboración de estrategias, ni en los planes de acción, ni en los
presupuestos, ni siquiera en los organigramas donde se encuentra la solución que
permitirá conservar la vitalidad y la flexibilidad de una gran empresa. Pero con
mucha frecuencia nos comportamos como si no lo supiéramos. Cuando queremos
un cambio jugamos con las estrategias. O bien, cambiamos la estructura. Quizás
ha llegado la hora de cambiar nuestros métodos.

A principios de 1977, una preocupación general por los problemas de la eficacia


de la administración y una preocupación particular por la naturaleza de la relación
entre la estrategia, la estructura y la efectividad, llevó a los autores a formar en
McKinsey & Company, dos grupos de trabajos internos. El uno tenía que revisar
su concepto de la estrategia y el otro reconsiderar la cuestión de la eficacia de la
organización. Los autores dirigían el proyecto sobre la eficacia de la organización.
En una primera etapa se proponían conversar extensamente con ejecutivos del
mundo entero que fueran bien conocidos por su competencia, experiencia y
conocimientos en materia de organización. Encontraron que ellos también
compartían su inquietud acerca de los enfoques tradicionales. Todos se sentían
incómodos con las limitaciones de las soluciones clásicas a los problemas de
estructura, especialmente con la última aberración, la compleja estructura de
matriz.
No obstante, dudaban de la capacidad de todos los medios conocidos para
revitalizar y reorientar gigantes con negocios de miles de millones de dólares. En
realidad, las ideas más interesantes provenían de los lugares más extraños.

Anteriormente, en 1962, el historiador especializado en cuestiones de negocios,


Alfred Chandler, en su libro Strategy and Structure, expuso su opinión muy
autorizada, de que la estructura sigue a la estrategia; y en 1977, cuando los
autores iniciaron su trabajo, la tesis de Chandler gozaba de general aceptación
como una verdad universal. Póngase en el papel el plan estratégico, y la
estructura apropiada de la organización aparecerá con facilidad, gracia y belleza.
La idea de Chandler era importante, no hay duda, pero cuando él la expuso, todo
el mundo diversificaba y lo que Chandler comprendió con más claridad fue que
una estrategia de amplia diversificación exige una estructura descentralizada. La
forma sigue a la función. Durante el período que siguió a la segunda guerra
mundial hasta 1970 aproximadamente, el consejo de Chandler fue suficiente para
provocar (o mantener) una revolución en las prácticas de la administración, cuya
orientación era correcta. Pero al ahondar en el tema encontramos que la
estrategia rara vez aparecía imponiendo soluciones estructurales únicas. Además,
los problemas cruciales eran, con mayor frecuencia, la ejecución y el ajuste
continuo de la estrategia: hacer las cosas y conservar la flexibilidad. Y esto
significaba, en gran parte, que había que dejar atrás la estrategia y considerar los
otros aspectos de la organización, como la estructura o el personal. Así, pues, el
problema de la eficacia de la administración amenazaba volverse un círculo
vicioso. Nunca antes fue tan claro esto como en 1980, cuando los gerentes en los
Estados Unidos, acosados por evidentes problemas de estancamiento, se
lanzaron a adoptar las prácticas japonesas de administración haciendo caso omiso
de las diferencias de cultura, mucho mayores aún que la inmensidad del Pacifico.

Para manejar la información y alcanzar lo que generalmente consideramos como


decisiones "racionales": y la probabilidad, aún menor, de que las grandes
colectividades (es decir, las organizaciones) pongan por obra, automáticamente,
las complejas concepciones estratégicas de los racionalistas.

La corriente que los actuales investigadores están siguiendo es vieja, la idea la


lanzaron a fines de los años treinta, Elton Mayo y Chester Barnard, ambos de
Harvard. En algunas formas, ambos desafiaron las ideas presentadas por Max
Weber, que definió la forma burocrática de la organización, y por Frederick Taylor,
para quien la administración podía llegar a ser una ciencia exacta. Weber hacía
mofa del liderazgo carismático y estaba encantado con la burocracia. Decía que
su forma impersonal, regida por los reglamentos, era la única posibilidad de
sobrevivir a largo plazo. Taylor es, naturalmente, el padre del enfoque tiempo y
movimiento para la eficiencia: si se logra descomponer el trabajo en suficientes
unidades independientes y completamente programadas, y luego se juntan
nuevamente todas estas unidades en forma verdaderamente óptima, entonces se
tendrá una organización que dará los mejores resultados. Mayo, que al principio
se había adherido totalmente a la escuela racionalista, acabó cuestionando en la
práctica buena parte de los puntos sostenidos por esta corriente.
Los principios dominan la enseñanza acerca de los negocios en las escuelas de
administración de empresas. Sin embargo, pese a que las compañías excelentes
son buenas al obtener los números, analizarlos y usarlos para resolver problemas,
también enfatizan la importancia de las cualidades «blandas». Éstas engloban la
devoción a los clientes y hacen que los empleados se sientan ganadores.
Entienden que la gente no siempre es racional, y que los sentimientos motivan a
los empleados y clientes.

De hecho, los ocho principios de la buena administración en compañías


excelentes son todos sobre las personas. La comprensión básica acerca del uso
de la racionalidad y la intuición es el fundamento de estos principios. La
racionalidad puede «impulsar el motor de los negocios», pero tiene sus
desventajas si confías demasiado en ellas.

Las empresas exitosas.

El clásico modelo racional reduce las finanzas de una empresa a los números.
Utilizando el refuerzo positivo puedes fortalecer ciertas habilidades de tus
trabajadores e impulsar la productividad de tu empresa. Gracias a los hallazgos de
nuestros autores, pudieron formular ocho principios de toda empresa exitosa.

Oriéntate a la acción.

Una de las prioridades de las empresas excelentes es responder rápido y dar


soluciones inmediatas. Además, una empresa excelente siempre está abierta a la
experimentación.

Sé cercano a tu cliente.

Poco importa el bajo coste de tus productos o la productividad de tu empresa si no


logras conectar con tus clientes. Esto implica ser bueno escuchando y colocar los
intereses del cliente por encima de los de la empresa.

Sé productivo a través de las personas.

Una empresa de excelencia respeta la individualidad de sus trabajadores. Mantén


a tus trabajadores felices, agradecidos y motivados por pertenecer a tu empresa.

Enfocadas en su negocio central.

Muchas empresas diversifican demasiado, lo que les impide enfocarse en lo


verdaderamente importante, y terminan ofreciendo productos de poca calidad.
Reglas simples y poco personal.

No es necesario tener abundantes trabajadores para ser una empresa excelente.


Existen casos en los que empresas multimillonarias cuentan con menos de cien
empleados.

Centraliza y descentraliza.

Toda empresa excelente oscila entre esos dos conceptos. Las empresas que
aspiran a la excelencia tropiezan con la calidad, por ello alcanzar la certificación
acreditada resulta el mejor apuntalamiento para progresar de forma adecuada por
esta senda difícil y comprometida. La certificación es una herramienta increíble
capaz de aflorar la problemática latente, aportar soluciones innovadoras que harán
de nuestra empresa un ente realmente competitivo. Concientización de
propietarios, directivos y empleados acerca de la importancia crucial de la calidad
como base y fundamento de la productividad, los costos, la diferenciación, la cuota
de mercado, el nivel de ventas, la supervivencia de la empresa, la competitividad y
la rentabilidad del capital.

Organizar la empresa a los efectos de establecer las relaciones entre los diversos
miembros de la empresa de manera de hacer factible los objetivos en materia de
calidad. Dirigir y liderar a las fuerzas humanas de la empresa para inspirarlas y
motivarlas en la búsqueda de la excelencia.

La importancia de la excelencia.
Peters y Waterman enfatizan la necesidad de que las organizaciones busquen
constantemente la excelencia en todos los aspectos de su funcionamiento.
Sostienen que la excelencia no es un estado estático, sino un proceso continuo de
mejora y adaptación. Desde la perspectiva de la administración, esto implica que
los líderes deben fomentar una cultura de búsqueda de la excelencia,
estableciendo altos estándares y promoviendo la innovación y el aprendizaje
organizacional.

La atención a los detalles:


Los autores resaltan la importancia de prestar atención a los detalles en todas las
áreas de la empresa. Argumentan que la excelencia se encuentra en los pequeños
aspectos del negocio y que cada empleado debe ser consciente de su papel en la
creación de productos y servicios de calidad. Desde la perspectiva de la
administración, esto implica que los gerentes deben asegurarse de que exista un
enfoque en la calidad en todos los niveles de la organización, estableciendo
sistemas de control y supervisión efectivos.
La importancia de las personas:
Peters y Waterman sostienen que las personas son el activo más valioso de una
organización y que el éxito empresarial se basa en gran medida en la forma en
que se gestionan y motivan. Desde la perspectiva de la administración, esto
implica que los líderes deben desarrollar habilidades de liderazgo efectivas,
brindar oportunidades de crecimiento y reconocimiento, y fomentar un ambiente de
trabajo positivo y colaborativo. Además, se destaca la importancia de la diversidad
y la inclusión como elementos clave para la excelencia organizacional.

La estrategia como diferenciador:


Los autores sostienen que las organizaciones excelentes son aquellas que tienen
una estrategia clara y diferenciada. Desde la perspectiva de la administración, esto
implica que los líderes deben ser capaces de formular e implementar una
estrategia efectiva que se alinee con los objetivos y valores de la organización.
Además, se hace hincapié en la importancia de la flexibilidad y la capacidad de
adaptación en un entorno empresarial cambiante.

El poder de la innovación:
Peters y Waterman subrayan la importancia de la innovación como motor de la
excelencia empresarial. Desde la perspectiva de la administración, esto implica
que los líderes deben fomentar la creatividad y el pensamiento fuera de lo
convencional, brindar recursos y apoyo para la innovación, y promover una cultura
que valore la experimentación y el aprendizaje a partir de los errores.
Conclusiones.
El libro "En busca de la excelencia" ofrece valiosas perspectivas desde el ámbito
de la administración que siguen siendo relevantes en la actualidad. Los principios
presentados en las primeras páginas nos invitan a reflexionar sobre la importancia
de la excelencia, la atención a los detalles, el valor de las personas, la estrategia
diferenciada y el poder de la innovación.

Desde la perspectiva de la administración, estos conceptos nos recuerdan la


necesidad de crear y mantener una cultura organizacional que fomente la mejora
continua, la calidad y el compromiso de los empleados. Los líderes deben
establecer altos estándares, brindar las herramientas y recursos necesarios, y
promover un ambiente de trabajo que inspire a las personas a alcanzar su máximo
potencial.
Además, es esencial reconocer que la excelencia no es un destino final, sino un
proceso constante de aprendizaje y adaptación. Las organizaciones deben estar
dispuestas a innovar, ser flexibles y enfrentar los desafíos que surgen en un
entorno empresarial en constante evolución.

En resumen, "En busca de la excelencia" nos brinda una visión fundamental desde
la perspectiva de la administración, resaltando la importancia de la excelencia en
todos los aspectos de una organización y proporcionando principios prácticos para
lograrla. Al aplicar estos conceptos, las empresas pueden aspirar a alcanzar
nuevos niveles de éxito y mantener una ventaja competitiva en un mundo
empresarial cada vez más exigente.

Bibliografía.
Peters, Thomas J. y Robert H. Waterman Jr. (1984). En busca de la excelencia,
Lasser Press, México, pp. 1-51

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