I
IMPORTACIÓN PARA CONSUMO.*
La doctrina asigna gran importancia al
análisis del "hecho imponible" o hecho ge-
nerador de la obligación tributaria. Sobre
el particular Jarach ha afirmado: "El es-
tudio de 'la relación jurídica tributaria'...
"se puede hacer solamente partiendo del
" presupuesto de hecho. Este constituye el
"centro de la teoría jurídica del tributo
"como el estudio del delito en el derecho
"penal; sobre él se construye la dogmá-
"tica del derecho tributario material" (*).
En lo que respecta a los derechos de im-
portación, Sortheiex, en nuestra opinión el
autor que entre nosotros se ha ocupado con
más profundidad y erudición del tema( 2 ),
(1) Jarach, Diño, El hecho imponible —Teoría fftnt-
ral del derecho tributario sustantivo—, 2« edición, Abe-
lodo-Perrot, Buenos Aires, 1971, p. 68. Esta autor es el
que impuso en castellano el empleo de !a expresión "he-
cho imponible" para referirse al presupuesto de hecho o
hecho generador do la obligación tributaria; expresión
que ha sido justamenee criticada porque, como con todo
acierto lo señala Abello Pascual (citado por Sánchez
González, Ildefonso, en "La declaración aduanera", pu-
blicado en Derecho Aduanero, tomo I-B, p. 961, nota 1),
"La expresión imponible significa, gramaticalmente, una
" posibilidad. Es equivalente a tributable, gravable, con-
" tribuible, etc., y la noción que contemplamos desde el
" momento en que aparece en la norma legal, pierde este
" carácter potencial o posible para ser una realidad".
Pero a pesar de ser gramaticalmente incorrecta, en-
tre nosotros se ha generalizado en tal forma el uso de la
expresión que comentamos que ha sido incorporada a
nuestro derecho positivo (ver por ejemplo título I de la
lej 20.631; arts. 3, 21 incisos a y c, 23 inc. a y 27 de
la ley 20.632; etc.) y es empleada en los fallos de la
Corte Suprema d« Justicia de la Nación (ver por ejem-
plo el considerando 119 de la sentencia de la Corte de
fecha 13 de septiembre de 1973 en e! caso "Indunor
S.A.C.I.P.I. y P. e/Provincia de! Chaco" que se publica
en Kl Derecho, tomo 50, p. 235, fallo 23.126).
En consecuencia, toda discusión al respecto parece
hoy meramente académica y carente de objeto práctico
pues todos sabemos a qué se alude cuando se habla del
"hecho imponible"; a un hecho que ha sido efectivamente
sujeto a imposición por el legislador.
(2) Sortheix, Juan José Alberto, "La estructura del
hecho gravado por los derechos d« importación", Derecho
* Por el Dr. JUAN PATRICIO COTTER MOINE.
clasifica en cinco a las distintas teorías ela-
boradas por la doctrina extranjera sobre
el hecho gravado por tal tributo, las cuales
respectivamente sostendrían que ese hecho
sería:
a) el simple cruce de la línea o barrera
aduanera;
b) la formalización de la declaración
ante la aduana de las mercaderías que se
pretende destinar al consumo interno;
c) la nacionalización de las mercaderías
importadas, es decir su acceso a la misma
condición o status jurídico que el de las
mercaderías nacionales, lo que se produci-
ría recién una vez pagados o garantizados
los derechos de importación y cumplidas
las formalidades del despacho;
d) la entrada de las mercaderías al te-
rritorio aduanero, entrada que no se pro-
duciría con el simple cruce de la línea
aduanera sino que sería necesario que ade-
más se hubieran cumplido las formalida-
des del despacho, cualquiera fuere el des-
tino para el cual se hubiera despachado la
mercadería, es decir sin que interese que
ese destino fuere el consumo interno; y
e) la importación para consumo o impor-
tación definitiva de las mercaderías para
o con destino al consumo interno, cualquie-
ra fuere la forma en que se produzca este
tipo de importación, es decir ya fuere ésta
lícita o ilícita y sin que tenga relevancia
que se cumplan o no las formalidades del
despacho o que se paguen los tributos per-
tinentes.
Pero no debe olvidarse que la obligación
tributaria es una típica obligación ex lege
cuyo nacimiento depende de que se verifi-
que el presupuesto de hecho establecido por
Aduanero, tomo V-A, p. 289 y 385 y tomo V-B, p. 680.
La calsificación que glosamos en el texto se encuentra
en Derecho Aduanero, tomo V-A, pp. 385 a 401.
la ley( 3 ), de modo que a diferencia de lo
que sucede con las obligaciones ex contrato
regidas por el principio de autonomía de la
voluntad privada que consagra al artículo
1197 del Código Civil, la elección de un de-
terminado hecho para gravarlo con dere-
chos de importación —al igual que con
cualquier otro impuesto— corresponde ex-
clusivamente al legislador y es por ello de
suma importancia que éste lo haga en for-
ma clara y expresa ya que está en juego
el principio de la legalidad del impuesto.
Lamentablemente, hasta el año 1972,
nuestra legislación solo se refería al hecho
gravado por los derechos de importación
en forma tangencial y asistemática, men-
cionando indistintamente 5
el despacho( 4 ),
el despacho a plaza ( ), la nacionaliza-
ción ( 6 ), la simple importación ( 7 ) y la im-
portación .para consumo( 8 ). Y la doctrina
nacional no contribuía mayormente a es-
clarecer este panorama ya que, en general,
nuestros tributaristas han ignorado en sus
trabajos al hecho imponible de los dere-
chos de importación salvo contadas excep-
ciones —producidas casi todas ellas en los
últimos años— que no hacen sino confirmar
¡a regla ('•>). En 1969 Chouhy pintaba el si-
¡íuiente cuadro de situación: "Los derechos
" de importación se aplican generalmente en
" nuestro país prescindiendo de !a fenome-
" nología del hecho imponible. Y por ello la
" legislación, inconexa y desactualizada,
" adopta soluciones dispares para proble-
" mas que, en el fondo, mirados con el pris-
( 3 j Conf. -larach, Diño, op, eií., 73; Corte Suprema
de Justicia de la Nación, 15 de septiembre de 1972 in
re "Ford Motors Argentina S.A. e/Dirección Nacional
de Aduanas", El Derecho, tomo 45, pp. 692 y ss., ver
considerando 10 y svis citas en la p. 706 de esa pu-
blicación.
( 4 ) Por ejemplo arts. 146, 186, 188 de las Ordenan-
zas de Aduana.
( 5 ) Verbigracia artículo 351 de las Ordenanzas do
Aduana.
( 6 ) As! los artículos 141 bis, 167 y 172 de la Ley
de A.duana (t.o. 19ÍÍ2 y sus modificatorias), debiendo ad-
vertirse que la expresión "nacionalización" ha sido su-
jj'ím'da di 1 citado artículo 167 por la reforma del de-
cr-.-to-liy 19.881/72.
( 7 ) Fo1- ejrmplo el artículo 124 de la Ley de A d u a n a
(t.o. 1902 y sus modificatorias) antes de su reforma por
el decrrto-lcy 19.890/72.
( 8 ) Así el artículo 2? del decreto-lcy 17.352/67.
( ' J > Entre estas excepciones cabe mencionar a Ba-
siildúa, K i c a r d o Xavier, "En torno a los conceptos de
importador y < xpovtador", Derecho Aduanero, tomo II-Tí,
10")7; Chouhy, A d o l f o Santiago, "El impuesto a la im-
portación", Dirreho Fiscal, tomo XVI, p. US y "Kl
hecho imponible de los derechos de importación", /).rr
ríio Aduan-ro, tomo I-A, p. 481; Fernández Lalanne.
Pedro, Derretid Aduanero, Buenos Aires, 1971, tomo I,
pp. 3U9 y ss., G i u l i a n i Fonrouge. Carlos M., Derecho Fi-
TwnnVro, Buenos Aires, 1970, tomo II, pp. 88C y ss..
Jarach. Dir.o, "El sistema del derecho tribxitario material
argentino a través de R U S hechos imponibles", en Juritt
lii-udeneia. Argentina, 1947, tomo II, p. 44, sección doc-
t r i n a ; Martím-z, Francisco, "Ei nacimiento de la obliga-
ción .iurídico-adunnera en las operaciones de importa-
ción", en Derecho Athlanera. tomo IV-B, p. 7fi9; Sor-
l h < ix. Juan José Alberto. "La estructura del hecho gra-
vado por ios derechos de importación", en Derecho Adua-
nero, loma V-A. pp. 289 y 385, y tomo V-B, p. 680.
" ma del hecho imponible, son esencialmen-
te análogos" (10).
El 17 de octubre d° 1972 se sancionó el
decreío-ley 19.890/72(") que incorporó fi-
nalmente a nuestro derecho positivo una
definición general del hecho gravado por
los derechos de importación, aclaró cuando
se consideraba configurado ese hecho en
ciertas hipótesis especiales, y fijó el mo-
mento relevante para determinar cual es
ti derecho de importación aplicable frente
•á sus eventuales modificaciones. Dada su
importancia, consideramos útil transcribir
el texto actual de los artículos 124, 126, 127
y 152 ter. de la Ley de 'Aduana (t.o. 1962
y sus modificatorias), según resulta de la
reforma del decreto-ley 19.890/72.
"Artículo 124. 1. — Los derechos de im-
" portación gravan la importación para
" consumo de mercaderías procedentes del
" exterior.
" 2. — Son exigibles los derechos de im-
" portación que resulten aplicables al mo-
" mentó de la fecha de:
" a) comisión del contrabando o, en caso
" de no poder precisársela, en la de su cons-
" tatación;
" b) comisión de la infracción prevista
" en el artículo 175 o, en caso de no poder
" precisársela, en la de su constatación;
" c) la falta de mercadería sujeta a ré-
" gimen de permanencia a bordo del medio
" transportador o, en caso de no poder pre-
:
cisársela, en la de su constatación;
" d) la falta de mercadería sometida a
" una destinación suspensiva de importa-
" ción o, en caso de no poder precisársela,
" en la de su constatación;
" e) comisión, de la infracción prevista
" en el último párrafo del artículo 172 o,
" en caso de no poder precisársela, en la de
" su constatación;
" f) la entrada del medio transportador
' a la jurisdicción aduanera cuando la de-
' claración de importación para consumo
' se hubiere registrado hasta con cinco días
" cíe anterioridad a dicha fecha y eiio estu-
" viere autorizado;
" g) el registro de la correspondiente
" declaración de importación para consu-
" mo si no fuera de aplicación lo dispuesto
" en oí inciso precedente siempre que dicho
" registro se efectuare dentro de los plazos
'' autorizados;
" h) el vencimiento de los plazos para e!
" registro de la declaración a que se refiere
( i v } Chouhy, Adolfo Santiago, "El hecho imponible
de los derechos de importación' 1 , Derecho Aduanero, tomo
I-A. p. 481.
(11) El decreto-ley 19.890/72 se publicó en el Boif-
tin Oficial del 9 de noviembre de 1972 y. conforme lo
dispur-o en su artículo 6?, entró en vigencia a lo» treinU
días de la fecha de tal publicación.
"el inciso anterior, siempre que se tratare
" de mercadería presentada regularmente
" ante la aduana;
"i) el registro de la declaración de im-
" portación para consumo, cuando se trata-
" re de mercadería sometida a una desti-
" nación suspensiva y tal registro se efec-
tuare con fiiiterioridad al vencimiento del
" plazo por el cual ésta se hubiere acordado,
" salvo que regímenes especiales autoriza-
' dos legalmente al efecto dispusieren otra
" fecha anterior.
" 3). — Las reglas establecidas en los in-
" cisos del apartado precedente se aplicarán
" en el orden en que figuran, prelación que
"tendrá carácter excluyente."
"Artículo 126. 1. — Cuándo resultare fal-
"tar la mercadería de importación que es-
" tuviere almacenada por cualquier motivo
" bajo la destinación suspensiva de depó-
" sito aduanero, se presumirá, sin admi-
"tirse prueba en contrario, al solo efecto
" tributario, que ha sido importada para
" consumo.
"2. — Cuando la mercadería, cuya im-
" portación pudiere estar afectada por una
"restricción directa, se encontrare alma-
" cenada bajo la destinación de depósito
"aduanero, el depositario deberá pagar un
" importe equivalente al valor en aduana
" de la mercadería importada más los tri-
" butos que correspondieren a la importa-
" ción para consumo de la mercadería que
"hubiere ingresado a depósito y luego re-
"sultare faltar en todo o en parte.
" 3. — En los demás supuestos de faltan.
" tes de mercadería importada almacenada
" bajo la destinación de depósito aduanero,
" e! depositario será para la aduana el deu-
" dor principal de los tributos a que se
"refiere el apartado anterior, correspon-
dientes a la mercadería que hubiera in-
" gresado a depósito y luego resultare fal-
"tar en todo o en parte.
" 4. — Lo dispuesto en este artículo se
"aplicará sin perjuicio de la responsabili-
" dad por las sanciones de cualquier natu-
" raleza que pudieren corresponder por las
" infracciones o delitos que se hubieren co-
" metido.
" 5. — Las disposiciones de los apartados
"precedentes no serán aplicables antes de
" la verificación del contenido de los bultos
" siempre que su embalaje exterior estu-
" viere intacto y tuvieren el mismo peso
"con que ingresaron al depósito en cuyo
"caso subsistirán las obligaciones de los
" demás responsables.
"6. — El consignatario, el importador y
" el propietario de la mercadería importada
"serán solidariamente responsables del p£-
" go de los importes correspondientes a los
"conceptos indicados en los apartados 1
" y 2, con beneficio de excusión con res-
" pecto al depositario.
" 7. — Las disposiciones de este artículo
" son aplicables a todas las distintas clases
" de depósitos aduaneros cuya habilitación
" y funcionamiento como tales están o fue-
" ren autorizados.
" 8. — Vencido el plazo d3 la destinación
" suspensiva de depósito aduanero, o el de
" su prórroga, en el caso de advertirse fal-
" tantes, el consignatario e importador y
" el propietario de la mercadería importa-
" da, automáticamente se convertirán en
"deudores principales y solidarios por los
" conceptos a que se refieren los aparta-
" dos 2 a 7, y el depositario responderá
" solidariamente con beneficio de excusión.
" 9. — Lo dispuesto en los apartados pre-
" cedentes será aplicable a las mercaderías
" de despacho directo de importación que
" se encontraren almacenadas, por cual-
" quier motivo, pendientes de su libra-
'' miento."
"Artículo 127. 1. — Cuando resultare fal-
'' tar, en todo o en parte, mercadería de
" importación que se encontrare en tránsito
" bajo la destinación suspensiva correspon-
" diente, se presumirá, sin admitirse prue-
" ba en contrario al solo efecto tributario,
" que ha sido importada para consumo, en
" cuyo caso deberán pagarse los tributos
" respectivos. Si la importación para con-
" sumo de la mercadería faltante estuviere
" afectada por una restricción directa de-
" berá, además, pagarse un importe equi-
" valente a su valor en aduana.
" 2. — Igual presunción a la establecida
" en el apartado precedente regirá para
" la mercadería de exportación que se en-
" contrare en tránsito, considerándose que
" ha sido exportada para consumo, en cuyo
" caso regirán las obligaciones establecidas
" precedentemente.
" 3. — El transportista y el agente marí-
" timo serán solidariamente responsables
" con los respectivos importadores, consig-
" natarios, cargadores, propietarios de las
" mercaderías o documentantes, por las
"obligaciones establecidas en este artículo."
"Artículo 152 ter. 1. — El desistimiento
" de cualquier declaración aduanera no exo-
" ñera de responsabilidad por las infrac-
'' ciones o delitos que se hubieran come-
" tido.
" 2. — El desistimiento de la declaración,
" tanto en importación para consumo como
" en exportación para consumo, las tornará
" inexistentes a los efectos previstos en los
"artículos 124 y 128 de esta ley.
" 3. — Una vez pagados o afianzados los
" derechos, tasas o demás tributos, no po-
' drá desistirse del pedido de importación
" para consumo.
 "4.— No podrá desistirse del pedido de
" exportación para consumo una vez que
" el medio transportador hubiera partido
" con destino inmediato al extranjero.
" 5. — Cuando la exportación se efectua-
" re por vía terrestre ño será aplicable lo
" dispuesto en el apartado anterior siem-
" pre y cuando resulte posible en el caso
" concreto la detención del medio transpor-
" tador antes del cruce de la frontera."
Como se observa, el decreto ley 19.890/72
ha adoptado expresamente como hecho gra-
vado por los derechos de importación a la
importación para consumo.
Pero mientras se ha reglado detallada-
mente en el párrafo 2 del ya transcripto
artículo 124 cual es el momento que debe
tomarse en cuenta para determinar el de-
recho de importación aplicable en las diver-
sas hipótesis en que puede producirse el
hecho gravado por tal tributo, no se ha
aclarado cuando se considera producida la
importación para consumo salvo en los
casos especiales previstos en los artícu-
los 126 y 127. Y no es lo mismo determinar
cuando existe importación para consumo
que establecer en qué momento queda fija-
do el tratamiento tributario aplicable a tor del hecho. En cambio el acto jurídico
esa importación para consumo (12). Una
cosa es indagar si la obligación tributaria
ha nacido, es decir si se ha producido el
hecho que la genera, y otra muy distinta
—que supone la previa respuesta afirma-
tiva a dicha indagación— es determinar
el "quantum" de la prestación dineraria
que debe cumplir el contribuyente como
consecuencia de la producción de aquel
hacho.
Debe también recordarse que el decreto
ley 20.502/73 incorporó a la Ley de Adua-
na (t. o. 1962 y sus modificatorias) el
actual artículo 125 bis, en cuyo párrafo 2
se establece: "Las. suspensiones de impor-
" tación, salvo que expresamente se indi-
" cara lo contrario, se entenderá que única-
" mente impiden la importación para con-
" sumo, y no el otorgamiento de destina-
" ciones aduaneras suspensivas, tales como
" tránsito, admisión temporaria o depósi-
" to". En consecuencia, la importación para
consumo no sólo constituye el hecho gra-
vado por los derechos de importación, sino
también, y salvo disposición expresa en
contrario, el hecho alcanzado por las res-
tricciones directas o no tributarias a la
importación (13), de modo que resulta de
(12) Conf. Sorthejx, Juan José Alberto, "La estruc-
tura...", op. cit., Derecho Aduanero, tomo V-B, p. 69&,
nota 110.
(13) Las restricciones directas o no tributarias a la
importación consisten en la apilcación de prohibiciones
de importación (o suspensiones de importación ya que
ambos términos son empleados como si&ónimos en nues-
tro derecho positivo desde la Canción del actual articulo
gran importancia práctica determinar en
qué consiste y cuándo se produce este
hecho.
Ante todo es necesario que exista im-
portación, entendiendo "por tal la acción de
introducir mercaderías al territorio adua-
nero ( 14 ). Pero no basta con ello. La ley
agrega un elemento calificador. La merca-
dería se tiene que haber importado para
consumo, es decir, para ser incorporada a
la circulación económica interna (15).
Estarnos de acuerdo con Sortheix cuando
afirma que para tener por configurado
este hecho resulta irrelevante que el mismo
se produzca en forma lícita o ilícita. Pero
en realidad ésta no es una característica
definitoria de la importación para consumo
sino que es propia del hecho imponible en
general que no es un acto jurídico sino un
hecho jurídico y, como tal, puede tanto ser
lícito como ilícito(16).
En efecto, en el hecho jurídico el querer
de su autor está dirigido solamente al acto
eji sí mismo pero no a la producción de un
determinado efecto jurídico cuyo contenido
es únicamente fijado por la ley con inde-
pendencia y aun contra la voluntad del au-
es aquel que tiene por fin producir un de-
terminado efecto jurídico y que es consa-
grado por la ley que le atribuye el efecto
125 bis de la Ley de Aduana t.o. 1962 y sus modifica-
torias); y la mayor o menor extensión de tales prohibi-
ciones son las que diferencian entre sí a los distinto!
regímenes de restricciones directas. Así el régimen de
prohibición o suspensión es aquel que impide lisa y lla-
namente la importación para consumo de las mercaderías
comprendidas en él; el régimen de monopolio es aquel
en el que se prohibe la importación para consumo a todos
los importadores menos e, uno que es al que se le otorga «1
monopolio; el de licencia es aquel en el que se prohibe
importar a todos menos a los que obtengan una autori-
zación expresa que también es llamada licencia; y el de
contingentes o cupos es el régimen en el que se prohibe
la importación de mercaderías con excepción de ciertas
cantidades que quedan autorizadas, cubiertas las cuales
rige íntegramente la prohibición.
Estos conceptos fueron vertidos en el Dictamen Ni
570/74 del Departamento de Asuntos Jurídicos de la Ad-
ministración Nacional de Aduanas, cuyo proyecto estuvo,
a nuestro cargo, en el que se analizó el alcance del de-
creto 390/74 por el que se sometió a licencia previa la
importación de diversas materias primas petroquímicas,
y fueron receptados en la resolución A.N.A. N' 3040/74
en la que se estableció que el alcance de la aludida res-
tricción directa era el que fijan los párrafos 2, 3, 4 y 6
del artículo 125 bis de la Ley de Aduana (t.o. 1962 y
sus modificatorias). El dictamen y la resolución men-
cionados están publicados en el Boletín de la idmiinttn-
don Nacional de Aduana» N» 146 de fecha 16/8/74.
(14) Conf. Consejo de Cooperación Aduanera de
Bruselas, Glosauire des termeg dmMniers tnt«rnationpu*,
p. 41, en donde encontramos la siguiente definición:
Importatión: Actíón d'introdwire dan» un territoire iua-
nier une marchandwe quelconque.
(15) Conf. Sortheix, Juan José Alberto, op. «U, '
Derecho Aduanero, tomo' V-A, p. ?98.
(16) Conf. Jarach, Diño, "El hecho imponible...",
p. 73, donde se afirma textualmente: "Desde este ponto
" de vista, la' obligación tributaria en general y la impo-
" sitiva en particular, ge parecen a todas las otras obli-
" gaciones legales, cuyo nacimiento - siempre es subordi-
" nado a la verificación de nn hecho jurídico, se» é«t»
" un hecho lícito o ilícito, un delito civil o penal".
jurídico querido por el autor del acto. Ló-
pez 'Olaciregui trae dos fórmulas para
expresar estas ideas. La del hecho jurídico
sería: hecho neutro + disposición de la
ley = efecto jurídico querido por la ley.
Y la fórmula del acto jurídico sería: vo-
luntad privada + disposición de la ley =
efecto jurídico querido por la voluntad pri-
vada y consagrado por la ley(.17).
Trasladando estos conceptos al tema en
examen, difícilmente pueda afirmarse que
el autor del hecho imponible quiera el efecto
jurídico de éste consistente en el nacimien-
to de su obligación tributaria. Este efecto
será soportado, será cumplido, pero rara
vez será querido, lo cual resulta irrelevan-
te porque el mismo emana directamente de
la ley, con total y absoluta independencia
de la voluntad del autor del hecho (1S).
Pero a pesar de que el hecho gravado por
los derechos de importación sea uno solo, la
importación para consumo, y que desde el
punto de vista que lo estamos estudiando,
como hecho generador de esta obligación
tributaria, resulte irrelevante que se pro-
duzca en forma lícita o ilícita, considera-
mos conveniente analizar separadamente
las distintas formas en que habitualmente
se lo produce a fin de determinar en cada
caso en qué momento queda configurado
Comenzaremos por la importación para
consumo regular, es decir la que se realiza
cumpliendo con todas las formalidades del
despacho aduanero, a fin de poder esta-
blecer en cuál de las múltiples etapas del
despacho queda aquélla configurada.
Desde luego es necesario como siempre
que exista importación, y ya hemos recor-
dado que ésta consiste en la introducción
de mercaderías al territorio aduanero. Lue-
go habrá que calificar a esta simple im-
portación sometiendo la mercadería impor-
tada a algún régimen aduanero, entre los
que se encuentra sí el de importación para
consumo, pero no es éste el único exis-
tente.
Por de pront.o, en lugar de solicitar la
importación para consumo de la mercade-
ría, el importador puede pedir su retorno
al exterior sin que se haya llegado a pro-
ducir el hecho imponible de los derechos
de importación (arts. 76, 197 y concordan-
tes de las Ordenanzas de Aduana). Asi-
mismo, la mercadería importada podrá ser
(17) López Olaciregui, José María, en el Tratado
de Derecho Civil Argentino de Raymundo L. Salvat. Par-
te General, actualizado por José María López Olacire-
gui. Buenos Aires, 1964, tomo II, Adición 1553-A, XIII
y XIV, p. 167.
(18) Conf. Jarach, Diño, "El hecho imponible...",
p. 126: "Si volvemos, entonces, a ' la distinción estable-
" cida mis arriba entre la intentio facti y la intentio
" lurtf, vemos que, en principio, Bolamente la intentio
11
factis es relevante para el nacimiento de la obligación
" impositiva".
sometida a una destinación suspensiva tal
como el tránsito, la importación tempora-
ria o el depósito de almacenamiento, para
recién después someterla a una destinación
definitiva, sea retornándola al exterior o
importándola para consumo (arts. 140 bis,
158 y 158 bis de la Ley de Aduana t. o.
1962 y sus modificatorias; art. 310 de su
reglamentación; Reglamento de Tránsito
Terrestre aprobado por decreto del 18 de
julio de 1912; arts. 267, .342, 345 y con-
cordantes de las Ordenanzas de Aduana,
etcétera), y sólo en este último supuesto,
si la importación para consumo tiene efec-
tivamente lugar, nacerá la obligación de
pagar derechos de importación.
Hecha esta aclaración, pasemos a consi-
derar el caso en que el importador solicite
importar para consumo la mercadería regís-
trando al efecto la pertinente declaración
ante la aduana. ¿Bastará con ese pedido
para que esa importación quede calificada
como "para consumo" y se tenga por con-
figurado el hecho imponible? La respuesta
es, a nuestro juicio, negativa, porque en
esa etapa la mercadería todavía no puede
ser incorporada a la circulación económica
interna, es decir al "consumo" interior, y
puede que esto último no llegue nunca a
producirse, como pasaremos a demostrarlo,
a pesar del registro de la declaración adua-
nera del contribuyente.
En primer lugar puede suceder que la
importación para consumo de la mercade-
ría de que se tratare se encuentre afectada
por una restricción directa o no tributaria,
en cuyo caso la aduana rechazará el pedido
del importador y éste tendrá que someter
la mercadería a una destinación suspensi-
va (18) o reexportarla al extranjero, con lo
cual el hecho imponible no llegará a confi-
gurarse a pesar del registro de la declara-
ción de importación para consumo.
También puede ocurrir que luego de re-
gistrada la aludida declaración el importa-
dor desista del pedido de importación para
consumo formulado, hipótesis que nos obli-
ga a hacer algunas consideraciones acerca
del desistimiento.
Sobre el particular cabe recordar que,
de acuerdo a lo establecido en los artícu-
los 196 de las Ordenanzas de Aduana y
208 inciso b) de la Ley de Aduana (t. o.
1962 y sus modificatorias), el desistimien-
to de la solicitud de importación para con-
sumo de mercaderías documentadas ante
(19) Ya hemos señalado que, conforme lo dispuesto
en el artículo 125 bis, párrafo 2, de la Ley de Aduana
(t.o. 1962 y sus modificatorias), las prohibiciones de
importación, salvo disposición expresa en contrario, solo
impiden la importación para consumo de la mercadería
pero no BU sometimiento a una destinación suspensiva,
criterio que en la nota 13 destacamos que le aplica tam-
bién a las demás restricciones directas o no tributaria».
las aduanas por el régimen de despacho di-
recto sólo puede tener lugar para su reem-
barco. Pero esta limitación no es aplicabl»
para las mercaderías previamente someti-
das a la destinación de depósito de alma-
cenamiento, es decir aquellas cuya impor-
tación para consumo se documenta por el
régimen de despacho de depósito, ya que
el articulo 196 de las Ordenanzas de Adua-
na rige para los despachos directos y no
para los de depósito.
En efecto, el capítulo IX de las citadas
ordenanzas trata sobre la destinación de
depósito y, dentro del mismo, los artícu-
los 346 y siguientes regulan el trámite de
la importación para consumo de mercade-
rías depositadas. Si bien dentro de esta
regulación los artículos 349, 350, 351 y
359 remiten a determinadas disposiciones
relativas al despacho directo, todas esas
remisiones son a artículos expresamente
señalados entre los cuales no se encuentra
el 196 de las Ordenanzas de Aduana. Y su-
cede que, de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 19 de la Constitución Nacio-
nal, en nuestro ordenamiento jurídico todo
lo que no está legalmente prohibido está
permitido, de modo que no puede aplicarse
al despacho de depósito una restricción que
sólo está impuesta para el despacho directo.
Por consiguiente, el pedido de importa-
ción para consumo de mercaderías some-
tidas a la destinación de depósito de alma-
cenamiento puede ser desistido sin necesi-
dad de pedir su reembarco, siempre que no
haya vencido el plazo autorizado para el
depósito, en cuyo caso el interesado podrá
posteriormente pedir nuevamente la impor-
tación para consumo de las mercaderías o
someterlas a cualquier otro régimen adua-
nero permitido en el caso(20).
Debe también señalarse que el artículo
152 ter., párrafo 3, de la Ley de Aduana
(t. o. 1962 y sus modificatorias) estable-
ce: "Una vez pagados o afianzados los
" derechos, tasas o demás tributos, no po-
" drá desistirse del pedido de importación
" para consumo". A este supuesto debe asi-
milarse el caso en que el importador esté
constituido en mora en el pago de los tri-
butos que gravan la destinación a que nos
estamos refiriendo ya que en tal caso la
aduana para cobrar su crédito tiene expe-
dita la vía de la ejecución forzada prevista
en los artículos 95 y siguientes de la citada
ley que ya no podrá ser enervada por el
desistimiento que, e,videntem3nte, resul-
(20) Este criterio, que lijamos al proyectar e! dic-
tamen N' 201/73 del Departamento de Asunto» Jurídicos
de la Administración Nacional de Aduanas, fue compar-
tido por la Secretaria de Estado de Hacienda en la reso-
lución N» 844/74 (Boletín de la Administración Nacio-
nal fie Adiianat, N» 164, del 11 de septiembre de 1974).
ta incompatible con esta ejecución for-
zada(21).
Hechas estas aclaraciones y retomando
el ejemplo que estábamos comentando, nos
encontramos con que, si no ha pagado ni
afianzado los tributos ni se encuentra en
mora respecto de su pago, el importador
puede desistir válidamente de su pedido
de importación para consumo, ya fuere pa-
ra el reembarco de la mercadería si se
tratare de un despacho directo, y sin esta
limitación si fuere un despacho de deor
sito. Y si desiste en estas condiciones, tam-
poco se habrá configurado el hecho impo-
nible pese a que la mercadería estuviera
importada y se hubiera registrado a su
respecto una declaración de importación
para consumo.
Finalmente, analizaremos el supuesto en
que el importador que ha registrado una
declaración de importación para consumo
no desiste de su petición ni ésta es recha-
zada por la aduana por no regir a su res-
pecto ninguna restricción directa. En esta
hipótesis, en que el despacho sigue su curso
normal, ¿en qué momento quedará confi-
gurada la importación para consumo? Con-
sideramos que en el momento en que se
produce el 28"libramiento" aduanero de la
mercadería ( ), entendiendo por tal el acto
administrativo en virtud del cual se con-
cede la destinación pedida (en este caso
la importación para consumo).
En efecto, a partir de ese momento la
mercadería así librada puede incorporarse
a la circulación económica interna, al con-
sumo interno, y permanecer en forma defi-
nitiva en el territorio aduanero, y es esa
posibilidad la que distingue a la importa-
ción para consumo de las restantes desti-
naciones de importación.
En cambio no es necesario que se pro-
duzca el efectivo retiro de la mercadería
de zona aduanera, acto material que una
vez obtenido el libramiento podrá realizar
libremente el propietario de los efectos
importados, ya que la posibilidad de incor-
porarse al consumo o circulación económica
interior y permanecer en forma definitiva
dentro del territorio aduanero, que reite-
ramos es le que caracteriza a la importa-
ción para consumo, existe a partir del li-
bramiento de la mercadería y con indepen-
(21) Conf. dictamen y resolución citados en nota 20.
(22) Conf. Consejo de Cooperación Aduanera de
Bruselas. Glasnaire des termet douanieri inttrnatvmauz,
p. fi2. en donde se da la siguiente definición: Mise, a lo
fonsommatiiín: Régime douanier en application duquil
le» marchandisea importées sont libcréet par la Aoua/nt,
apret accompliftemcnt de toutet leí formalieéi de douau
necfssoires et acquittement de* droits tt taxet a l'impor-
fcifion ¿ventufürment exigible», eei marchandiía pev-
rani. en conítquence, dtmevrer a titre dtfiniti/ ianí li
territ&ire douonitr.
dencia de que haya sido o no retirada de la
aduana (2S).
Ahora bien, conforme lo dispone el ar-
tículo 133, párrafo 1, de la Ley de Aduana
(t.o. 1962 y sus modificatorias), en prin-
cipio, los tributos que gravan ¡a importa-
ción para consumo deben ser satisfechos
íntegramente al contado antes del libra-
miento aduanero de la mercadería, princi-
pio que sólo reconoce como excepción el
supuesto en que el pago de tales tributos
haya sido suficientemente garantizado a
satisfacción de la aduana antes del libra-
miento (24). Se puede observar entonces
que, de aceptarse nuestra tesis, el pago se-
ría previo al nacimiento de la obligación
tributaria. Sin embargo se trata de una so-
lución de mera técnica recaudatoria ten-
diente a asegurar el cobro de los tributos
ya que, como hemos visto, a partir del li-
bramiento el importador puede disponer
libremente de la mercadería y si antes no
han sido pagados o garantizados los tri-
butos, en ciertos casos, el Fisco a le mejor
no podría luego cobrarlos, por ejemplo si
el contribuyente dispusiera de la mercade-
ría y quedara en estado de insolvencia.
Pero este pago previo es en realidad una
simple entrega a cuenta, exigida como vi-
mos por razones de técnica recaudatoria,
que de ninguna manera extingue una obli-
gación que aún no ha nacido; y si en defi-
nitiva esta obligación no llegara a nacer,
se convertiría en un pago sin causa cuyo
importe entonces debe ser devuelto al con-
tribuyente (25). Así por ejemplo si, como
es habitual, al registrar la declaración de
importación para consumo simultáneamen-
te el importador paga los tributos corres-
pondientes y luego sucede que la aduana
deniega la importación para consumo soli-
citada por estar afectada por una restric-
ción directa, el importe pagado deberá ser
(23) Gonf. Corto Suprema de Justicia de la Nación,
7 de junio de 1967 in re "Aserraderos Elias Malamud e
Hijo» e/Gobierno Nacional", SI Derecho, tomo 23, p. 97,
fallo 11.530.
(24) £1 art, 133, párrafo 1. de la Ley de Aduana
(t.o. 1962 y sus modificatorias) menciona dos excep-
ciones al principio del pago previo: a) el caso en que
se hubiera acordado una espera o facilidad para el pago
de los tributos; y b) el supuesto en que se autorizare el
libramiento bajo garantía.
Pero sucede que el párrafo 3 de dicho artículo esta-
blece que la Administración Nacional de Aduanas po-
drá conceder esperas o facilidades de pago para abonar
¡oí tributos ... con "sujeción al régimen de garan-
tía...", de modo que en definitiva existe una sola ex-
cepción al principio comentado y es aquella en que el
pago de los tributos hubiera sido suficientemente garan-
tizado, como afirmamos en e! texto, porque sin garantía
no pueden concederse esperas ni facilidades de pago.
(25) Conf. Sortheix, Juan J. A., "La estructura,..".
Derecho Aduanero, V-A, p. 392, texto y nota 50. Este
tutor, con cita de Jarach, nos recuerda en el lugar ci-
tado que este procedimiento del pago previo al naci-
niento de ¡a obligación tributaria lo emplea también la
ley de impuestos internos al consumo.
devuelto por no haberse producido el hecho
imponible.
Es más, debe recordarse que en nuestro
derecho positivo, en virtud de lo dispuesto
en los artículos 437 de las Ordenanzas de
Aduana y 2 inciso b) de la Ley de Aduana
(t.o. 1962 y sus modificatorias), en mate-
ria aduanera e! pago no tiene efecto libera-
torio aún después de producido el libra-
miento de la mercadería, es decir de nacida
la obligación tributaria, ya que hasta que
se opere la prescripción de la acción fiscal
la aduana puede revisar ese pago y, si ad-
vierte que fue menor que el que correspon-
día, exigir que se abone la diferencia ( 2<t ).
Es de destacar también que en la impor-
tación para consumo regular el momento
en que quedan fijados los elementos nece-
sarios para determinar el importe de los
tributos aplicables ( 27 ) no coincide y es por
el contrario anterior a aquel en que a nues-
tro juicio se produce el hecho gravado por
tales tributos. Pero esto es una. simple
consecuencia del sistema recaudatorio ele-
gido por el legislador, al que nos hemos re-
ferido precedentemente. En efecto, si el
pago debe ser previo al libramiento, es de-
cir al nacimiento del hecho imponible, los
elementos para determinar el importe a pa-
gar (alícuota, valor en aduana de la mer-
cadería, tipo de cambio para convertir las
divisas a los efectos de calcular la base im-
ponible, etc.) necesariamente deben quedar
fijados con anterioridad al libramiento pa-
ra poder establecer que es lo que debe pa-
garse antes de que este acto tenga lugar.
Pero entendemos que ésto en nada puede
enervar la conclusión a la que hemos arri-
bado, que el hecho imponible recién se ve-
rifica en la importación para consumo re-
gular en el momento en que se produce el
libramiento aduanero de las mercaderías,
y si éste libramiento no se llegara a pro-
ducir (por la aplicación de una restricción
directa como en el ejemplo que dimos en el
párrafo anterior) el importe abonado debe
ser devuelto por carecer de causa el pago,
(26) Conf. Corte Suprema de Justicia de la Nación,
9 de mayo de 1969 in re "Liebig's Extract of Meat Co.
Ltd. e/Gobierno Nacional", El Derecho, tomo 29, p. 25,
(alio 14.662.
(27) De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 124,
párrafo 2, incisos f ) , g) y h) de la Ley de Aduana (t.o.
19G2 y sus modificatorias), en estos casos eae momento
será:
"f) la entrada del medio transportador a la jurisdic-
" ción aduanera cuando la declaración do importación
" para consumo se hubiere registrado basta con cinco
" días de anterioridad a dicha fecha y ello esturiere
" autorizado;
"g) el registro de la correspondiente declaración de
" importación para consumo si no fuera de aplicación
" lo dispuesto en el inciso precedente siempre que dicho
" registro se efectuare dentro de los plazos autorizados;
"h) el vencimiento de los plazos para el registro d»
" la declaración a que se refiere el inciso anterior,
" siempre que se tratare de mercadería presentada regn-
" taimente ante la aduana".
aun cuando ese importe fuera el que co-
rrespondiera a los tributos establecidos en
la norma vigente en el momento legalmente
relevante para su cálculo.
Hasta aquí hemos examinado la impor-
tación para consumo regular, la que se rea-
liza cumpliendo con las formalidades del
despacho aduanero, que resulta a nuestro
juicio la forma más importante de produc-
ción del hecho gravado con los derechos de
importación y aquella cuyo análisis resulta
de más interés.
Pero la importación para consumo tam-
bién puede producirse en forma ilícita y la
obligación tributaria nacerá igualmente
que si el hecho imponible se hubiera verifi-
cado de manera lícita.
La forma ilícita por excelencia es el con-
trabando, cuyo tipo genérico es el previsto
en el inciso f) del artículo 187 de la Ley de
Aduana (t.o. 1962 y sus modificatorias),
ya que los supuestos enumerados en los in-
cisos a) a e) de dicho artículo no son sino
casos particulares de aplicación del tipo
general en el que aquellos pueden conside-
rarse subsumidos( 28 ), y que en esencia
consiste en la violación del control que co-
rresponde ejercer a las aduanas sobre el
ingreso de mercaderías al territorio adua-
nero nacional y sobre su salida.
Este contrabando podrá cometerse en el
acto mismo de la importación ingresando
las mercaderías al territorio aduanero y
destinándolas a la circulación económica
interna evadiendo el control aduanero, en
cuyo caso los dos elementos, "importación"
y "para consumo", se darán simultánea-
mente de modo que el hecho imponible que-
dará configurado en el mismo momento de
la introducción. Pero también puede come-
terse el contrabando con mercaderías cuya
importación ha sido regular, como sería el
supuesto en que la mercadería ingrese al
territorio aduanero nacional por lugar y en
hora hábil y el importador la documente
correctamente ante la aduana solicitando
se la someta a la destinación de depósito de
almacenamiento, pero luego el mismo im-
portador o un tercero la sustrae del depó-
sito aduanero y la introduce a plaza —es
decir al consumo o a la circulación econó-
mica 2interior— eludiendo el control adua-
nero ( 9 ); caso en que el elemento califica-
( 2 8 ) Conf. Cámara Nacional en lo Penal Económico,
sala II, 19 de octubre de 1966 in re "Rolfo, Genaro F.
y otros". El Derecho, tomo 17, ,p. 21, fallo 8.806; ver
en especial el considerando 18? punto e) de esc pro-
nunciamiento en la página 38 de la aludida publicación.
(29) Sobre la actual incriminación de este hecho
como contrabando\pese a la derogación del art. 197 bis de
la Ley de Aduana (t.o. 1962 y sus modificatorias) por
obra de la Ley 20.509, ver Petersen, Jorge E. y Cotter
Moine. Juan P., "Sustracción de mercaderías en depó-
sitos fiscales", nota al fallo de la Cámara Nacional en
lo' Penal Kcomico, sala I, del 29 de marzo de 1974, en
Régimen Aduanero, año 1, N» 2. junio de 1974, p. 185.
dor "para consumo" no se da simultánea-
mente con el elemento material "importa-
ción" sino con posterioridad en el acto de
la sustracción de depósito fiscal y en este
momento recién quedará configurado el he-
cho imponible o sea la importación para
consumo. En estos casos, sin perjuicio de
las penas que se le aplicaren, el autor del
hecho deberá pagar los derechos de impor-
tación (artículo 179, párrafo segundo, Ley
de Aduana t.o. 1962 y sus modificatorias,
texto según la reforma del decreto-ley
20.493/7,3), al igual que en la importación
para consumo regular.
Pero para tener por configurado en for-
ma ilícita el hecho gravado con los dere-
chos de importación no es preciso que se
reúnan todos los elementos necesarios para
calificar al hecho como delito de contra-
bando. Así en el ejemplo precedente de la
sustracción de mercadería de depósito fis-
cal, si el hecho no pudiere ser calificado
como contrabando y condignamente casti-
gado por no poderse determinar quién fue
el autor, igualmente se habrá configurado
el hecho imponible al haberse incorporado
al consumo interno la mercadería impor-
tada (con lo cual se la habrá "importado
para consumo") y serán exigibles los de-
rechos de importación. Para evitar toda
duda el artículo 126 de la Ley de Aduana
(t.o. 1962 y sus modificatorias) expresa-
mente establece que en este caso se presume
sin admitirse prueba en contrario que la
mercadería faltante ha sido importada para
consumo y hace responsable principal del
pago de los tributos al depositario, que es
quién tenía a su cargo la guarda de los
efectos, y en subsidio de éste y previa ex-
cusión de sus bienes al consignatario, al
importador y al propietario de la merca-
dería, estos tres en forma solidaria.
Estas mismas consideraciones son apli-
cables al caso en que la falta se produzca
respecto de mercaderías sujetas a la desti-
nación de tránsito, supuesto en el que el
artículo 127 de la ley citada también dis-
pone que se las tendrá por importadas para
consumo sin admitirse'prueba en contrario
y hace responsables del pago de los tributos
al transportista, al agente marítimo, al
importador, al consignatario, al cargador y
al propietario de la mercadería, en forma
solidaria.
Asimismo, quedará configurada ilícita-
mente la importación para consumo cuando
la mercadería sometida a la destinación de
importación temporaria no fuere reexpor-
tada al vencer el plazo por el que se con-
cedió esa destinación suspensiva, se la
transfiere sin autorización o se la afectare
a un destino distinto de aquél para el que
se la importó temporariamente. En este
caso, a diferencia de los ejemplos anterio-
•res, la ley no contiene una disposición ex-
presa que consagre esta solución; pero el
artículo 124, párrafo 2, inciso e), de la Ley
de Aduana (t.o. 1962 y sus modificatorias)
prescribe que son exigibles los derechos de
importación establecidos en la norma vi-
gente en la fecha de "comisión de la in-
fracción prevista en el último párrafo dsl
" artículo 172 (que castiga precisamente
" los hechos a que nos estamos refiriendo)
"o, en caso de no poder precisársela, en la
"de su constatación". Y como para ser
'exigibles los derechos de importación tiene
que haberse producido el hecho imponible,
quiere decir que el legislador considera en
este caso producida la importación para
consumo.
Es que cuando la mercadería ingresa por
el régimen de importación temporaria el
elemento "importación" ya esta dado por-
que la mercadería ha sido introducida al
territorio aduanero, pero no lo está "para
consumo" porque aquella no puede incor-
porarse definitivamente a la circulación
económica ya que ha ingresado por un
plazo previamente determinado al cabo del
cual debe ser reexportada. Pero si al ven-
cer ese plazo no se cumpliere con la obliga-
ción de reexportarla o antes aún se la trans-
fiere a un tercero o se la afectare a un
destino distinto del autorizado quiere decir
que, de hecho, en ese momento se la está
incorporando al consumo interior, se la es-
tá tratando igual que a cualquier mercade-
ría que se encuentra dentro de la circula-
ción económica general del país, con lo
tual la "importación" pasa a ser "para
consumo".
Las razones expuestas precedentemente
son también aplicables al caso de la merca-
dería que fuere encontrada oculta a bordo
de un medio de transporte en lugares de
acceso exclusivo de la tripulación y sin es-
tar declarada ante la aduana, como sería el
caso de mercadería que en una visita de
fondeo se encontrare oculta en la cabina
de comando de una aeronave. Aquí también
el artículo 124, párrafo 2, inciso b), de la
Ley de Aduana (t.o. 1962 y sus modifica-
torias) dispone que son exigibles los dere-
chos de importación establecidos en la nor-
ma vigente en la fecha de "comisión de la
'' infracción prevista en el artículo 175
" (que tipifica el hecho al que nos referi-
" mos) o, en caso de no poder precisársela,
"en la de su constatación", lo que supone
considerar configurado el hecho imponible
porque de lo contrario no podrían ser exi-
gibles los derechos de importación. Es que
si la mercadería, que ha arribado al terri-
torio aduanero nacional, no es declarada
por el transportista .o su agente ante la
aduana y, por el contrario, es ocultada en
un lugar de acceso exclusivo de la tripula-
ción, es porque se la importó para desti-
narla al consumo interno ilícitamente, es
decir sin intervención aduanera, situación
similar a la de la mercadería importada en
contrabando, y si el hecho no es calificado
como contrabando será porque o no se pue-
de determinar quien es su autor material
o no se dan los elementos subjetivos que
requiere este delito («1 dolo de su autor,
¡a inexistencia de una causa de justifica-
ción, etc.), lo que resulta irrelevante para
la configuración del hecho imponible.
Lo mismo sucede con la mercadería su-
jeta al régimen de permanencia a bordo
del medio transportador que luego resultare
faltar, lo que supone que ha sido ingresada
a plaza y destinada al consumo interno ilí-
citamente, situación que es similar a la de
los faltantes en depósito y en tránsito a
que antes nos hemos referido. El artículo
124, párrafo 2, inciso c), de la Ley de
Aduana (t.o. 1962 y sus modificatorias)
se ocupa de este supuesto y dispone que
serán exigibles los derechos de importación
que resulten aplicables en el momento en
que se produce esta falta o, en caso de no
poder precisársela, en el de su constatación,
lo que equivale a considerar producida la
importación para consumo ya que en caso
contrario no podrían ser exigibles los de-
rechos de importación.
Como se observa, a diferencia con lo que
sucede cuando la importación para con-
sumo se produce en forma regular, en los
casos en que ésta se realiza en forma ilí-
cita precedentemente analizados el momen-
to en que se produce el hecho imponible en
principio coincide con aquel en que quedan
fijados los elementos necesarios para de-
terminar el "quantum" de la obligación tri-
butaria, principio que solo cederá ante la
imposibilidad de establecer el momento de
configuración del hecho gravado en cuyo
caso se tomará el de su constatación. Es
que aquí no juega el problema de técnica
recaudatoria a que antes aludiéramos por-
que lógicamente en estos casos no habrá
ningún pago previo y éste solo será exigido
por la aduana cuando ella tome conocimien-
to de la producción del hecho imponible,
lo que naturalmente en estos casos no po-
drá suceder antes de su realización.
No pretendemos haber agotado el aná-
lisis de los casos en que puede producirse el
hecho gravado por los derechos de importa-
ción sino solamente haber contribuido con
nuestro modesto aporte a precisar en qué
momento queda aquél configurado en los
supuestos más importantes y habituales.
Como conclusión entonces quedará confi-
gurado el presupuesto de hecho de la obli-
gación tributaria comentada en el momento
en que se reúnan el elemento material "im-
portación" y el elemento calificador "para
consumo", cualquiera fuere la forma eti
que el hecho se produzca.
JVEiaPRUDE-s-CTA.— La citada en texto y notas.
BruLiooBAKÍA. — La citada en texto y notas.
IMPUESTO A LAS ACTIVIDADES
LUCRATIVAS. (V. en este Apéndice la
voz REFORMA TRIBUTARIA 1974.)
IMPUESTO A LAS GANACIAS. (V.
en este Apéndice la voz REFORMA TRIBUTA-
RIA 1974.)
IMPUESTO A LOS BENEFICIOS NO
DISTRIBUIDOS (V. en este Apéndice la
voz REFORMA TRIBUTARIA 1974.)
IMPUESTO AL ENRIQUECIMIENTO
PATRIMONIAL A TÍTULO GRATUITO.
(V. en este Apéncide la voz REFORMA TRI-
BUTARIA 1974.)
IMPUESTO AL VALOR AGREGADO.
(V. en este Apéndice la voz REFORMA TRI-
BUTARIA 1974.)
IMPUESTO SOBRE CAPITALES Y
PATRIMONIOS. (V. en este Apéndice la
voz REFORMA TRIBUTARIA 1974.)
IMPUESTO A LOS ESPECTÁCULOS
PÚBLICOS. (CINEMATÓGRAFOS, CASINOS í
HIPÓDROMOS).* En el orden nacional, ai
cual csñiremos este comentario, las ertra-
das a los cinematógrafos, casinos e hipó-
dromos habilitados en todo el país es-
tán gravadas por contribuciones especiales
afectadas a fondos destinados a sostener
la asistencia hospitalaria infantil, la cons-
trucción de edificios escolares y la indus-
tria cinematográfica local.
Por razones de método comentaremos en
primer lugar las leyes N9 17.741 que, des-
de mayo de 1968, grava las entradas a los
cines, y la N9 20.453 que lo hace desde ju-
nio de 1973 con las entradas a los hipódro-
mos, casinos y salas de juego.
En segundo lugar, haremos las condicio-
nes doctrinarias que merce la actual regu-
lación legal de estos impuestos, en especial
en lo referente a sus responsables.
A. IMPUESTOS QUE GRAVAN EL INGRESO A
LOS CASINOS, SALAS DE JUEGO DE AZAR
E HIPÓDROMOS
La ley 20.453 del 22 de mayo de 1973,
* Por el Dr. EDUARDO MORBIRA.
impuso, a partir del I9 de junio del mismo
año, impuestos especiales a cada entrada o
derecho de acceso a los casinos, salas de
juego de azar e hipódromos, habilitados de
todo el país.
Se prefirió para estos gravámenes el sis-
tema de sumas fijas, y no de porcentajes,
evitando así problemas suscitados con el
concepto y contenido del "precio básico" de
las entradas, que había regido hasta ese
entonces en esa área de tributación, y que
rige aún en otras leyes.
Los montos elegidos, que gravan más a
las entradas que muestran mayor capaci-
dad contributiva de los adquirientes, pue-
den ser reajustados anualmente por el Po-
der Ejecutivo en función de los índices ofi-
ciales de costo de vida (art. 4 9 ).
En su origen, las entradas a los casinos
y salas de azar estaban gravadas con cinco
pesos ley, en tanto que las entradas a los
hipódromos lo eran con treinta y tres pesos
para el recinto oficial; diez para el pad-
duck; cinco con cincuenta centavos para el
recinto especial; y dos con diez centavos
para el recinto popular. Las autoridades de
aplicación están facultadas para asimilar
esas categorías en los casos en que fuera
necesario por las características de cada
hipódromo que se habilite.
La ley dispone que no regirán para es-
tos tributos las exenciones que se hubiesen
otorgado por leyes generales o especiales
anteriores (art. 59).
Además, dispone que estos impuestos es-
peciales que crea, se adicionarán al precio
de las respectivas entradas, y que las enti-
dades debían percibirlos en el momento del
expendio, actuando como agentes ¿Le per-
cepción circunstancias éstas a las que nos
referiremos in extenso más abajo, por la
serie de reservas que merecen.
La Dirección General Impositiva tiene a
su cargo ¡a aplicación, percepción y fisca-
lización dz estos gravámenes, que se rigen
por la ley 11.683 (t.o. en 1973) (sic.) (art.
6 9 ). En virtud de esta delegacin de facul-
tades, ¡a repartición dictó las resoluciones
generales 1543 y 1544 que disponen el re-
gistro de las entidades alcanzadas por ¡os
gravámenes, en las oficinas de su domicilio
en el interior del país, y en la "Zona Im-
puestos Internos y Varios" para los resi-
dentes en el Gran Buenos Aires.
Además dispone que el gravamen se de-
clare quincenalmente, efectuándose los de-
pósitos dentro de ¡os cinco días siguientes
al de cada período, sirviendo el primer
ejemplar de la boleta, como declaración
jurada.
Los pagos deben hacerse, por imperio
legal, eri ei Banco de la Nación.
Para finalizar señalaremos que la ley
20.453 que comentamos, derogó expresa-
mente^ el art. 12, apartado S9 del d. 1. 8718/57
que creaba un Impuesto especial del 15 %
a las entradas a los cinematógrafos, y la
ley 20.049 de creación de un Impuesto al
juego.
Las contribuciones especiales creadas por
la ley 20.453 están destinadas al Fondo Es-
colar Permanente existente en aquel en-
tonces, y al Fondo que se creaba para la
asistencia hospitalaria de niños de todo el
país.
B. IMPUESTO QUE GRAVA LA ENTRADA A LOS
CINEMATÓGRAFOS
I. La ley 17.741 del 14 de mayo d?. 1968,
crea un impuesto especial del 10 % del
precio básico de cada localidad o boleto,
oneroso o gratuito, para presenciar espec-
táculos de cinematografía, reemplazando al
similar creado por el d. 1. 62/57.
II. Precio básico. Concepto. — El im-
puesto se adiciona al precio básico de cada
entrada.
Como la ley no define este último con-
cepto, se suscitó de inmediato el problema
de su contenido económico, sobre todo, por
la existencia de otros impuestos que inci-
dían en el costo de las entradas, algunos de
ellos en forma indiferenciada, como lo era
actividades lucrativas.
Los siguientes antecedentes legales y ju-
risprudenciales que vienen de la aplicación
de los d. 1. 62/57 y 8718/57, han tratado
9
de
aclarar esa situación legal. El art. 4 del
decretó 10.204/57, reglamentario del d. 1.
8718/57, dispone que se tomaría como base
para calcular el gravamen (que era tam-
bién un porcentaje) el precio total, es decir
el básico más impuestos vigente al Sí de
agosto de 1957 para cada categoría de en-
tradas. Esta forma de calcular el monto
imponible mereció criticas doctrinarias, y
posteriormente los tribunales tuvieron opor-
tunidad de pronunciarse en el caso "Em-
presa Cine San Martín S.R.L." (Derecho
Fiscal XXI, p. 637), manteniendo el cri-
terio tradicional de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación que sostiene que no
puede computarse un impuesto como base
para un nuevo gravamen ".. .no sólo por
lo que esto significa como régimen econó-
mico, sino también como negación en cada
caso del ejercicio legítimo de las faculta-
des concurrentes de referencia" (Fallos,
149, 260).
Y como consecuencia, se resolvió que ni
los impuestos municipales ni el impuesto a
las actividades lucrativas podían integrar
el monto imponible.
A raíz de este fallo, la Dirección Gene-
ral Impositiva se allanó al mismo por su
Instrucción N' 70/72 del 11 de diciembre
de 1972, transcripta en su Boletín, N9 229,
p. 80.
III. Destino del gravamen. — El im-
puesto está destinado al Fondo de Fomen-
to Cinematográfico, cuya administración
corre a cargo del Instituto Nacional de Ci-
nematografía, que es una entidad autár-
quica, cuya finalidad principal es la con-
ducción de la política cinematográfica ar-
gentina, en lo referente a la producción
y exhibición de películas.
IV. Organismo recaudador. — El Insti-
tuto Nacional de Cinematografía tiene a
s.u cargo la aplicación, recaudación y per-
cepción del impuesto del 10 % creado por
la ley comentada, reemplazando a la Di-
rección General Impositiva, a cuyo cargo
estaba este tributo cuando se regía por el
d. 1. 62/57.
V. Sujeto pasivo. — En su art. 65, la
ley dice que las empresas o entidades res-
ponsables de adicionar el impuesto ten-
drán carácter de agentes de percepción,
siéndoles aplicables las normas referidas a
los agentes de retención en los arts. 19
inc. 3, y 45 de la ley 11.683 (t. o. 1960 y
sus modificaciones).
Más abajo manifestaremos las reservas
que nos merece esta calificación, limitán-
donos por el momento al mero comentario
ae la norma y de las consecuencias legales
que surgen de ella, a fin de ilustrar al
lector.
Por lo pronto, el art. 19 inc. 39) de la
ley 11.683 (t. o. 1960 y sus modificaciones)
(que pasó a ser el art. 18 inc. 39) del t. o.
1968 dispuesto por decreto 5428 del 30-8-
68) consagra la responsabilidad solidaria
de los agentes de retención (que son deu-
dores por deuda ajena) con los contribu
yentes (que son deudores por deuda pro-
pia) por el impuesto que omitieron retener;
o bien, por el que retenido, dejaron de in-
gresar en término; liberándose de esa res-
ponsabilidad en el caso de que los contri-
buyentes hubiesen pagado el gravamen.
Pasando a la esfera penal tributaria, el
art. 45 (que en el aspecto que nos interesa
viene de la ley 16.656) sanciona a los agen-
tes de retención que mantienen en su poder
el impuesto retenido después de vencidos
los plazos de su ingrese, con multa gradua-
ble entre uno a diez tantos de dicho mon-
to, y además, con prisión de un mes a seis
años. La figura se tipifica, subjetivamente,
con el dolo.
La circunstancia de que la ley comen-
tada enviara en una forma tan expresa el
art. 45 de la ley 11.683 vigente a la fecha
de su sanción, acarrearía las siguientes con-
secuencias: 1) que el dolo debería ser pro-
bado por el Instituto recaudador. La inver-
sión de la prueba de ese elemento subjetivo,
que es uno de los principios propios del De-
recho Tributario, está consagrada legal-
mente en el art. 46 de la ley citada para
otros casos de defraudación fiscal; 2) que
salvo por el principio de la ley más benig-
na, no sería aplicable la modificación legal
introducida en la ley 11.683 por la ley
20.658 que suprimió la pena de prisión; y
c) mucho menos, sus disposiciones agrava-
das. Por lo dicho, y porque implicaría un
exceso de facultades reglamentarias, en-
contramos criticable la redacción del pun-
to 19 de la resolución N? 123/70 del Ins-
tituto Nacional de Cinematografía que re-
mite al art. 45 de la ley 11.683 (t. o. 1968)
y sus modificaciones.
VI. Fiscalización, determinación y pago
del gravamen. — Para la fiscalización, de-
terminación y pago del gravamen, la ley
17.741 ha creado su propio procedimiento.
El Instituto mencionado tiene facultades
otorgadas por el art. 24 inc. a) in fine
para establecer la forma, el plazo y las
normas de liquidación del impuesto.
En virtud de ellas, dictó ¡a resolución
N' 123/70 que las resume, consagrando el
sistema de declaraciones juradas de pre-
sentación mensual o .quincenal, según el
número de funciones semanales que efec-
túe la empresa.
El pago sigue la misma norma y plazos.
Las declaraciones juradas, con la con-
formidad bancaria del pago efectuado, se
remiten al Instituto, quedando en poder del
empresario un ejemplar que sirve al mismo
tiempo de borderó, sujeto a fiscalización
o verificación.
El procedimiento reglado por el art. 25,
faculta al Instituto para emplazar al res-
ponsable para que presente las declaracio-
nes juradas faltantes, o bien, para que ra-
tifique o rectifique las presentadas, apor-
tando en ambas situaciones, los libros, re-
gistros o comprobantes de los datos denun-
ciados. Este procedimiento constituye un
derecho para el contribuyente, pero enten-
demos que en ninguna forma impide otras
formas de fiscalización, búsqueda o asegu-
ramiento de pruebas que surgen de las fa-
cultades otorgadas al Instituto.
En caso de que las verificaciones lleva-
das a cabo no concuerden con las declara-
ciones juradas, o en defecto de éstas, el
Instituto debe determinar el gravamen, pa-
ra lo cual corre una vista al responsable
con las impugnaciones o, cargos que debe
hacerle. La ley otorga al responsable cinco
días hábiles para ejercer su defensa por
escrito, debiendo presentar las pruebas que
hagan a su derecho dentro del mismo pla-
zo. Al vencimiento, o ante la evacuación
de la vista, el Instituto resuelve lo que
procediere en el caso. Si la resolución de-
termina impuesto, se intima su pago otor-
gando un plazo de diez días para el ingreso.
La ley no prevé recursos ante autorida-
des administrativas superiores, ni ante la
Justicia, por lo cual entendemos que co-
rresponde aplicar los previstos por la ley
de Procedimientos Administrativos núme-
ro 19.549 y su decreto reglamentario nú-
mero 1759/72, contra las resoluciones de
las entidades autárquicas, como lo es el
Instituto referido.
VII, Infracciones y procedimiento su-
marial. — Dejando de lado otras infraccio-
nes y penalidades relacionadas con otros
aspectos de la política cinematográfica con-
templadas en la ley 17.741, nos referiremos
solamente a aquellas que están directamen-
te referidas con el gravamen en estudio.
La ley prevé, en primer lugar, infraccio-
nes a deberes formales, surgidos da ella
misma o de resoluciones del Instituto, y
que tienen por fin determinar la obliga-
ción impositiva y fiscalizar su cumplimien-
to. Las sanciona con multas de hasta 2.000
pesos ley 18.188 (art. 66).
Además prevé la defraudación fiscal,
consistente en no ingresar el impuesto re-
tenido o percibido (o los montos correspon-
dientes al impuesto) dentro de los plazos
legales.
Para su tipificación y sanción remite al
art. 45 de la ley 11.683 (t. o. 1960 y sus
modificaciones), sobre el que ya efectua-
mos consideraciones que completaremos
más abajo.
La ley comentada ha previsto un proce-
dimiento sumarial, que comienza con la
apertura del sumario. Allí otorga un plazo
de diez días hábiles, ampliable a veinte se-
gún distancia, o complejidad del problema.
Las notificaciones se efectúan personal-
mente o mediante telegrama colacionado en
el domicilio constituido en el Registro de
Empresas Cinematográficas, a cargo del
mismo Instituto.
Producidas las pruebas, incluso las que
para mejor proveer disponga la entidad,
se cierra el sumario y. se corre una nueva
vista por cinco días hábiles e improrroga-
bles, tras lo cual .el Instituto resuelve pre-
vio dictamen del Asesor Letrado.
La resolución condenatoria puede ser
apelada ante el Juez en lo Penal Econó-
mico donde exista este fuero, o en su de-
fecto, ante el Juez Federal del domicilio
del sancionado. El plazo para recurrir es
de cinco días hábiles.
Aunque la ley faculta al Instituto para
aplicar las multas y sanciones previstas en
ella (art. 2 inc. 1), entendemos que ca-
rece de facultades para imponer penas dé
prisión. Asimismo no podría imponer mul-
tas cuando prima facie el caso pudiera me-
recer pena privativa de libertad, ya que el
citado art. 45 de la ley 11.683 aplicable, las
prevé en forma conjunta. Se respetarían
así los principios constitucionales que im-
piden al Poder Ejecutivo condenar con pe-
nas privativas de libertad, según es de
aplicación tradicional en el país.
VIII. Prescripción. — Nada dice la ley
comentada sobre la prescripción de las ac-
ciones para determinar el impuesto, ni de
las acciones para el cobro del impuesto de-
terminado. Entendemos por eso que corres-
ponde recurrir al Código Civil.
En cambio ha legislado en íorma expre-
sa la prescripción en el orden penal.
Las acciones previstas para aplicar mul-
ta prescriben a los cinco años contados
desde la fecha de la infracción. En cambio
la acción de cobro de la multa impuesta,
prescribe en un año. Los términos se in-
terrumpen por la comisión de nuevas in-
fracciones, y por actos de procedimiento
judicial (art. 72/3).
IX. Reincidencia. — La ley autoriza a
agravar las penas por esta causa, agre-
gando que no se considera reincidente al
infractor, si median cinco años desde la
infracción anterior penada (art. 74).
X. Cobro judicial. — Los impuestos, in-
tereses, recargos y multas impositivas se
cobran judicialmente por el procedimiento
de ejecución fiscal del Código Procesal Ci-
vil y Comercial de la Nación. Las excep-
ciones permitidas son: pago, inhabilidad
de título y prescripción (arts. 27 y 75).
XI. Consideraciones finales. — Manifes-
tábamos más arriba que i a doctrina nacio-
nal ha efectuado una serie de críticas y
reservas, a las que nos sumamos, a la le-
gislación que rige el impuesto a las entra-
das cinematográficas, que alcanzan tam-
bién a los que gravan las entradas a hipó-
dromos y casinos.
Se advierte que, por razones principal-
mente extrafiscales, se ha constituido un
sistema de dudosa constitucionalidad, so-
bre todo en los siguientes aspectos: 1)
jurisdicción tributaria autorizada a perci-
birlos; y 2) calidad de agente de percep-
ción que se ha impuesto a los empresarios.
Históricamente, han sido los gravámenes
a las entradas de cine los que han motivado
problemas y soluciones que no considera-
mos finales. Pero que, como antecedente,
sirven para los otros tributos comentados,
por su similar mecánica legal.
Los antecedentes inmediatos de las con-
tribuciones creadas por la ley 17.741, pro-
vienen de los d. 1. 62/57 y 8718/57, y son
los siguientes:
a) En enero de 1957, se crea, destinado
al Fondo de Fomento Cinematográfico, un
impuesto del 10 % sobre el precio de toda
entrada, que los exhibidores recargarán
sobre el mismo (d. 1. 62/57);
b) En julio del mismo año, se crea un
impuesto del 15 % destinado a un fondo
para edificación escolar, sobre el precio bá-
sico de cada entrada, que los empresarios
adicionarán al mismo, promulgándose lue-
go el decreto reglamentario que define el
precio básico en la forma que señalamos
más arriba (d. 1. 8718/57 y decr. 10.204/
57);
c) El dictado del d. 1. 8718/57 produjo
posteriormente la modificación del d. 1.
62/57 que adoptó la misma terminología
de precio básico y de adición del impuesto
a aquél;
d) El motivo de las palabras recargarán
o adicionarán fue el control de precios de
las entradas que existía entonces, y condu-
cían a permitir su aumento por el traslado
de los gravámenes a los adquirentes (ver
Nota en Derecho Fiscal VII, pág. 90);
e) La creación de estos gravámenes pro-
dujo reacciones en los exhibidores, que se
tradujeron en los siguientes hechos que
han quedado documentados: 1) algunos
exhibidores se negaron a aumentar el pre-
cio de las entradas, y posteriormente el
Fisco optó por condonar esas deudas, cuan-
do correspondieran al período transcurrido
desde la vigencia hasta el 31-3-1958, mo-
mento en que "... se allanaron a su pago,
trasladando los importes respectivos al pre-
cio de las entradas. Se resuelven así los
problemas planteados durante el término
en que se discutió la validez de tales gra-
vámenes" (Mensaje del P. E. referente a
la ley 14.798); y 2) los empresarios de la
ciudad de Rosario se presentaron ante el
Ministerio de Hacienda tachando de incons-
titucional a estos gravámenes, por estar
superpuestos o en pugna con tributos lo-
cales. El Ministerio se pronunció mediante
la resolución de Hacienda 1026 del 1-10-
1957, que merece párrafo aparte por su
importancia legal y doctrinaria;
f) Los fundamentos de esa resolución,
para mantener la constitucionalidad de los
tributos, fueron 1) su carácter de impues-
tos indirectos, trayendo a colación la doc-
trina vigente o más difundida a mediados
del siglo XIX citada por Alberdi en su Sis-
tema económico 'y rentístico de la Confe-
deración Argentina, donde se indica, como
indirectos, a los impuestos al consumo, cri-
terio confirmado por la doctrina moderna.
Y se agregaba con justeza, que siendo in-
directo, la Nación podía cobrarlo en con-
currencia con las provincias sin que exis-
tiese violación constitucional. Concluye
sosteniendo que los empresarios estaban
obligados al cumplimiento de la ley y que
carecían de interés directo en el ".. .asun-
to, puesto que adicionan el impuesto al
precio de las localidades", añadiendo que
si bien podían peticionar a las autoridades,
no estaban facultados para abstenerse de
percibirlo, como surgía de la presentación
efectuada (Resolución en Derecho Fiscal,
VII, p. 337, seguida de un artículo de La
Rosa, Ricardo, Aspectos constitucionales
del imimesto a las entradas a los cinema-
tógrafos - Situación jurídica de los exhibi-
dores frente al mismo, p. 341).
g) Tiempo después, el 16 dé octubre de
1963, la Dirección General Impositiva dictó
su resolución general 941 en la cual equi-
para a los exhibidores cinematográficos
con los agentes de retención, con todos ¡os
deberes, obligaciones y responsabilidades
de los mismos. La resolución fue apelada
ante la entonces Secretaría de Hacienda,
manteniéndose en suspenso hasta que fue
confirmada por resolución 1904 del 15 de
septiembre de 1966;
h) Como la empresa cinematográfica
trabaja al contado, la Dirección General
Impositiva fue siempre reticente en con-
ceder prórrogas para el pago de estos gra-
vámenes. De allí que acudiera a esta equi-
paración como un medio para negarlas,
pues las disposiciones entonces vigentes
prohibían la concesión de prórrogas a los
agentes de retención (Massad, Leonel, "El
agente de retención en el Derecho Tribu-
tario Argentino" en La Información, XXII,
p. 1.026) ;
i) Aparte de esta consecuencia, la cali-
ficación o equiparación como agentes de
retención, impidió a los empresarios gozar
de beneficios otorgados por leyes 9 genera-
les de condonación (p.e. las N 16.921
18.733, etc.). Éstas negaban a los agentes
de retención las prórrogas que otorgaban
a los deudores por deuda propia, y les im-
ponían como condición para condonar san-
ciones, el pago total de los impuestos adeu-
dados. En otro orden de cosas, el robo por
terceros, sin culpa del empresario, se con-
sideró como pérdida fiscal;
j) La falta de pago de estos gravámenes,
ó su depósito tardío, motivó luego una se-
rie de denuncias criminales por defrauda-
ción fiscal ante la Justicia, cuyo resultado
final podía ser una condena de prisión.
La jurisprudencia fue contradictoria al
respecto. Para algunos tribunales los ex-
hibidores eran agentes de retención o de
percepción, y como tales, el pago intem-
pestivo del gravamen, les acarreaba su con-
dena (Cám. Nac. Fed. Córdoba, 18-3-68 in
re "Bocalón J. y otros" en Der. Fisc., XXI-
335; Cám. Fed. Mendoza, 13-11-68 in re
"Antún J." en Impuestos, 1969, p. 343 con
nota de Giuliani Fonrouge, C. M.). Para
otros, en cambio no lo eran, o bien, su res-
ponsabilidad como agentes da retención
provenía de normas emanadas del Poder
administrador, circunstancia que las tor-
naba inconstitucionales, sobre todo en el
orden penal (C.S.J. 15-10-69 in re "Oliver.
M.". en L. L., 137, p. 470 donde se mencio-
nan otros casos resueltos en igual fecha;
Trib. Fisc. Nac. in re "Mottura y Casta-
magna" en La Información, XXI, p. 952;
"Bollati, C." en Der. Fisc., XX-926; "Cine
Rocha S.R.L." en Der. Fisc., XXI-116;
etcétera) ;
k) El 14 de mayo de 1968 se promulga
la ley 17.741 que comentamos, donde ¡os
exhibidores merecieron la calificación de
agentes de percepción;
1) A lo largo de esos años la doctrina
apuntaba dos críticas principales a estas
leyes: 1) la una de carácter formal, que
sostenía que los organismos administrati-
vos no podían modificar la calidad jurídica
ds los contribuyentes deudores por deuda
propia o por deuda ajena, sobre todo cuan-
do se referían al campo penal, impidién-
doselo e! principio constitucional de lega-
lidad; y 2) la segunda crítica calaba más
hondo, sosteniendo que los gravámenes en
juego eran indirectos, y como lógica conse-
cuencia, el exhibidor era un contribuyen-
te, deudor por deuda propia. Por lo que al
dárseles el carácter de perceptores de tri-
butos pagados por otros, se estaba confun-
^iendo entre ". . .el sujeto de la obligación,
concepto jurídico, con el destinatario final
del impuesto que resulta de la traslación
que estudia la ciencia de las finanzas"
(Giuliani Fonrouge, C. M., en "Modifica-
ciones al régimen tributario de la cine-
matografía en Impuestos, 1968, p. 394).
(En la misma publicación y tomo, y sobre
el tema: Spyanca, I. P., "Naturaleza de las
obligaciones tributarias de los empresa-
rios cinematográficos", p. 584; y Moreira,
E., "¿Pueden los organismos administra-
tivos crear agentes de retención?", p. 643.)
m) En el ámbito jurisdiccional, la dis-
cusión tuvo fin cuando la Suprema Corte
de Justicia á-, la Nación, el 15 de octubre de
1969, en el ca.so "Oliver, M." sostuvo la
inconstitucionalidad de ¡as normas admi-
nistrativas mencionadas. Con ese pronun-
ciamiento evitaba a los empresarios la
aplicación de las normas penales propias
de los agentes de retención. El fallo de la
Corte se fundamenta, principalmente, en
el aspecto formal, y no definió el impues-
to, ni tampoco la calidad de deudor por
deuda propia, o por deuda ajena, que podía
caberle al empresario.
n) El caso "Oliver, M." provocó la modi-
ficación del d. 1. 8718/57. La ley 18.637
de 1970, impuso a los exhibidores el carác
ter de agentes de percepción de ese im-
puesto, con las responsabilidades y legis-
lación previstas para los agentes de reten-
ción. Se buscó, así, salvar el escollo que
implicaba ese fallo, como se señala en el
mismo Considerando. Agregamos que el
d. 1. 8718/57 f u e posteriormente derogado
por la ley 20.453, comentada en primer
término en este artículo. Todo el proble-
ma, pues, subsiste para la ley 17.741.
ñ) Posteriormente, en sucesivas refor-
mas a la ley 11.683, se incluyeron a los
agentes de percepción entre los deudores
por deuda ajena (art. 16 inc. 69) del t. o.
1974) y entre los infractores mencionados
en los arts. 44 (por falta de percepción)
y 45 (falta de ingreso en término del im-
puesto percibido). La reforma proviene
de la ley 20.024 del 15 de diciembre de
1972.
XII. Problemas pendientes. — No obs-
tante estas reformas tememos que los pro-
blemas legales suscitados por los impuestos
creados por las leyes 17.741 y 20.453, en
estos aspectos, no están concluidos.
Creemos que se ha roto, mediante ins-
trumentos legales, un universo suficiente-
mente armónico, donde el orden jurídico y
el económico marchaban acordes, sin ma-
yores desajustes.
A la corriente clasificación doctrinaria
de impuestos directos o indirectos, con ba-
se en la traslación económica, correspon-
día la calidad de contribuyente y respon-
sable de toda nuestra legislación imposi-
tiva.
No se nos oculta que la complejidad del
mundo económico y de la vida económica
toda, hace difícil manejarse con esquemas
rígidos, pero no es menos cierto que, jurí-
dicamente, la clasificación aludida tiene
raigambre constitucional (art. 62 inc. 2)
y que se corresponde con el fenómeno eco-
nómico de la traslación, según la doctrina
financiera vigente en 1853. Aparte, nu-
merosos fallos han reconocido el fenó-
meno de la traslación para asignarle dis-
tintos efectos constitucionales, y la natu-
raleza misma del impuesto adquiere cabal
importancia, sin importar su nombre ni
incluso su forma legal, cuando se ha dis-
cutido su constitucionalidad por aparecer
superpuesto a otros gravámenes con los
que sería incompatible por las leyes de
unificación o coparticipación.
Los impuestos indirectos están estruc-
turados, jurídicamente, de modo que el con-
sumidor sea un extraño a la obligación
impositiva existente. Por eso el sujeto pa-
sivo de esa obligación, no es el consumidor,
sino el prestador del servicio, o c! fabri-
cante o expendedor del producto gravado.
Tal ha ocurrido, sin alejarnos de nues-
tro orden jurídico tradicional, con los Im-
puestos Internos a! consumo (alguno de
ellos tiene agregado la faja impositiva
valorizada), con ¡os Impuestos a las Ven-
tas, y con el actual Impuesto al Valor
Agregado, que se liquida por adición sobre
un precio dado. Es que, en definitiva, al
Fisco le resulta indiferente que el precio
comprenda o no el monto correspondiente
al gravamen, porque el responsable lega!
lo deberá en igual forma, lo cobre o no, al
consumidor.
En el caso de los impuestos que gravan
las entradas a los cines, como también a los
casinos, salas de juego e hipódromos, en-
tendemos que su naturaleza misma impide
que el prestador del servicio pueda ser
otra cosa que un contribuyente, responsable
por deuda propia.
Entendemos que ni el público en general,
ni cada adquirente en particular, sea con-
tribuyente en términos legales. No existe
relación jurídica impositiva entre el ad-
quirente de la entrada y el «Fisco. Esa re-
lación es absolutamente necesaria para que
pueda intervenir un tercero ajeno a la mis-
ma, en carácter de agente de retención o
de percepción, reteniendo o percibiendo el
impuesto (ente jurídico y no económico)
nacido de ella.
Entre el adquirente y el prestador del
servicio existe un contrato civil, o comer-
cial, por el cual el primero paga un precio,
y no un impuesto. No empece a ello que el
adquirente sepa que una parte de ese pre-
cio será normalmente destinada al pago de
¡os gravámenes incluidos económicamente
en el mismo, en la misma forma que un
comprador de cigarrillos, o un adquirente
de mercaderías gravadas con IVA sabe que
concurre a satisfacer rentas fiscales.
Como consecuencia de todo ello, ni aun
individualizado por el Fisco, cada adqui-
rente de entradas a estos espectáculos po-
dría reclamarle el gravamen en el caso de
que el empresario no ¡o ingresase. Y tam-
poco el empresario tendría acción de reem-
bolso contra el adquirente por el monto
correspondiente al impuesto incluido en el
precio, en el supuesto de que no lo hubiese
cobrado total o parcialmente.
Todo ello impide además, sostener que el
empresario pueda ser un sustituto en los
términos de la moderna doctrina (Martí-
nez, F., en su voto en disidencia in re
"Empresa Cine San Martín S.R.L." cita-
do; y Freytes, O. K. en "Reformas de la
ley de procedimiento 11.683 por las leyes
20.024 y 20.046" en Der. Fisc., XXII,
p, 732).
La calificación de indirecto para este
gravamen ha sido dada por la Secretaría de
Hacienda, por la doctrina, y por los tribu-
nales, sea en forma expresa, o implícita
cuando han negado calidad de agentes de
retención a los empresarios, por otras ra-
zones que no fuesen las simplemente for-
males.
El Fisco, por el contrario, al otorgarles
primero el carácter de agentes de percep-
ción o de retención, estaba sosteniendo
que el contribuyente de derecho era el
público adquirente de la entrada, con lo
que convertía al gravamen en directo.
Lo paradójico de esta posición fiscal era
adjudicar al gravamen una inmediata in-
constitucionalidad, por cuanto la Nación
aparecía recaudando un gravamen directo
sin las necesidades y condiciones a que la
obliga el art. 67 inc. 2"? de la Constitución
Nacional (Massad, L., op. cit.).
De cualquier forma entendemos que la
atribución de agente de percepción otor-
gada a estos empresarios, no solamente ha
roto el orden jurídico existente, sino que
además roza, quizás por ello, otro de in-
constitucionalidad.
De antiguo, la Suprema Corte entiende
que la aplicación del principio constitu-
cional de igualdad debe excluir discrimi-
naciones arbitrarias, injustas u hostiles
contra determinadas personas o catego-
rías de personas, como se daría en el caso,
en que a ciertos contribuyentes se los so-
mete a la vigencia de normas penales
agravadas y se los responsabiliza crimi-
nalmente en forma distinta a otros que
están en la misma situación.
En otro orden de cosas, señalamos que
la incriminación de estos responsables ha
sido efectuada por normas dictadas duran-
te los años 1968 y 1973, pudiendo por ello
estar alcanzadas por la derogación consa-
grada por la ley 20.509.
JfBiapRunuNCTA. — La citada en el texto.
Bini.iOGKAirfA. — La citada en el texto.
INCREMENTO DE SUELDOS Y SA-
LARIOS. (V. REMUNERACIÓN.)
INDiyiTRIALISMO JURÍDICO, * El in-
divitrialismo jurídico nace como un contra-
dictor de la vieja teoría jurídica individua-
lista. Viene en nuestra centuria a denunciar
sus errores y a poner en evidencia la pro-
fundidad y persistencia de los mismos, que
se arrastran insistentemente en manera
sistemática desde hace más de veintiséis
siglos.
Casi toda nuestra obra escrita suscribe
machaconamente esta denuncia; testimo-
niada en manera especial en los libros
Sociología del Derecho, Sociología, del Es-
* Por el Dr. MIGUEL HERRERA FIGUEROA.
pectáculo, Estimativa lu&politica y Psico-
logía política.
Aquí cabe sólo una panorámica enciclo-
pédica y la remisión a los autores trialistás
o tridimensionslistas que con nosotros es-
tán en la forja de estas perspectiva, que
por supuesto no se constriñe al ámbito ju-
rídico sino que abarca el amplio panorama
de todas las ciencias llamadas de huma-
nid«!es.
Paul Foulquie en su Diccionario del
Lfttftuaje filosófico (-Labor, Barcelona,
1967) al referirse al vocablo "individuo",
del latín individuus, que no está (in) divi-
dido o que no es divisible, se queda corto
en su sindicación.
Para Foulquie, individuo es todo ser con-
creto que forma un todo reconocible. Esta
afirmación indica con claridad pacífica-
mente aceptada que el término no es sinó-
nimo de hombre, conducta humana o com-
portamiento.
Por el contrario, la palabra indivitrio,
que hace referencia al ser triádico indivisi-
ble, al hombre, alude comprometidamente
a una realidad de conducta, de comporta-
miento humano donde queda fuera cuanto
no alcance la categoría de existencia hu-
mana.
Foulquie en su Diccionario citado define
en el contexto biológico al individuo, como
el ser vivo cuyas partes están tan estre-
chamente coordinadas que no puede ser di-
vidido sin ser destruido. Agrega que es
noción de sentido común y no de mera
ciencia y da diversos ejemplos acerca de
consonantes biológicas. Entre ellas desta-
ca la de José Ortega y Gasset (Las Atlán-
ticas, Obras, III, 297) quien sostiene que
el átomo vital es precisamente el individuo
en razón de que el cuerpo físico no es un
individuo pero ello no asegura que acon-
tezca lo mismo con el cuerpo vivo.
Sobre la perspectiva psicológica apunta
Foulquie con mucho acierto que el vocablo
Individuo ha sido considerado como sinó-
nimo de persona física; ser humano en tan-
to distinto a los demás seres, inclusive con
frecuencia opuesta a Sociedad y Estado.
Aquí palpamos nuestra absoluta discre-
pancia en tanto consideramos a la Sociedad
y al Estado inmersos en el Indivitrio, com-
prometido su ser necesariamente con cuan-
to connote juridicidad.
Así varios ejemplos de Foulquie docu-
mentan el sin sentido de la supuesta sino-
nimia entre comportamiento humano e in-
dividuo. Inclusive ha llegado a mayor in-
solvencia este vocablo en el lenguaje co-
rriente donde su acepción peyorativa deter-
mina que sólo tratemos de individuo a
aquel con quien no queremos relacionarnos.
Sólo por ironía llega a unírsele un califi-
cativo valorizador. El indivitrio por el con-
trario es inconcebible sin valor.
Quienes sindicamos lo jurídico en tér-
minos de comportamiento humano, en con-
ductas de reparto, necesariamente milita-
mos como indivitrialistas. Hemos desbor-
dado la vieja concepción individualista des-
de cualquiera de sus horizontes.
Desde la perspectiva lógica su ser con-
creto entra en la extensión de una especie.
El género contiene especies y cada una un
número indeterminado de individuos, dota-
dos éstos de características individuantes,
de propiedades individuales.
Así, individualizar, individualización, in-
dividualidad e individualismo son vocablos
que atestiguan con su significado lo lejano
a hombre en tanto conducta y certifican a
su vez la necesidad de un vocablo preciso
que sindique las consonantes del compor-
tamiento humano como el de indivitrio.
Con el vocablo "persona" que aludía a la
máscara de teatro que indicaba el papel
del actor ocurre otro tanto cuando se pre-
tende sindicar con él a la conducta hu-
mana. De la persona, ese complejo con-
junto de relaciones de la conciencia íntima
y la societaria quedan excluidas las valora-
ciones de la polis y los emprendimientos
endotímicos del comportamiento humano.
Veamos pausadamente nuestra posición
indivitrialista. Lo individual, emerge como
lo dual que no se puede dividir, que es in-
divisible. Pero a esto se impone una pre-
gunta: ¿qué es lo dual indiviso, aludido
en lo individual? Y, desde antes de Aris-
tóteles, el interrogante fue tradicionalmen-
te contestado, expresando que el dualismo
cuerpo-alma, componía indivisamente la
humana condición.
El cuerpo en tanto soma y, el alma, aquel
confluente de apreciaciones", juicios y razo-
namientos, hacían al hombre, conformaban
su estructura total, la presencia integral
de una humanidad esencializada e incon-
formada desde su punto de partida.
La compositiva trimensurada dejó defi-
nitivamente atascado al racionalismo sos-
tenedor del individuo y guía del proceso
individualista que llega victorioso al tiem-
po que empantanado en todas las arenas.
Nosotros renegamos de todo individua-
lismo y ensanchamos sus horizontes exis-
tenciarios fenomenológicos al acogimiento
de un punto de partida fecundo, el del
indivitrialismo, el que concibe la condición
humana como un siendo, de un alguien
indivisiblemente trimensurado por 'un fon-
do vital de lo endotímico, una estructura
espiritual valorativa y una dimensión teo-
rética cognoscente sociopersonalitaria, que
cierra el tríptico, lúcidamente concebido en
dialéctica dinámica trabajado fenomeno-
axiológicamente renegando de posibles zo-
nificaciones en el existente.
La indivitrialidad, la tercera dimensión,
para indivitrializarla diríamos, lo socioper-
sonalitario, le viene impuesto a la condición
humana recién en la centuria que nos toca
en suerte vivir, por el tiempo del hombre
al que se impone la presencia del otro, de
los demás, en la estructura constitutiva
de su propio ser, en la edificación de su
siendo-con, como única posibilidad de lograr
la plenitud de su ser.
En distintas palabras, la condición hu-
mana concreta está inmersa en su comu-
nidad, es también dimensión societaria y
persona], conocimiento de los demás en sí
misma, sola e instransferible nota de inte-
gración humana.
El indivi-duo, aquel dualismo cuerpo-al-
ma que en su desintegración pretende re-
fugiarse en el duajismo naturaleza-valor
y, posteriormente, en el soma-psique, no
consigue superar la crisis traída por la
sociedad de masas, por la comunidad ca-
racterística de nuestros días. Ella, la mul-
tiplicada polis, impuso la presencia del
otro, de los demás, de nuestros semejan-
tes, desapercibidos hasta las vísperas de
los conglomerados multitudinarios.
El otro, el tu inefable que alberga en el
nosotros de nuestro siendo, por mucho que
estuviera entrañado siempre en nuestro
ser, desdibujaba su presencia en el alma.
En ésta no contaba, pues era demasiado
íntima para albergarlo. En la psique, en el
psiquismo contó, pero no cabía, o en todo
caso, no acertaba a discernir posiciones
frente a lo espiritual valorativo. Así, el tu,
de suyo fue en la filosofía individualista
un algo extraño, o si no tal, cuanto menos,
siempre un alguien externo a la estructura
sociopersonalitaria con la que cerramos el
circuito de ésta nuestra humana concreta
condición de mortales.
Así la filosofía sociojurídica, la filoso-
fía a secas o la filosofía jurídica del pre-
sente, está signada por lo indivitrial, es
eminentemente indivitrialista. Vale decir,
tiene como punto de arranque, un integrado
todo indivisible tridimensional.
Aquí, en el punto de partida, y de nin-
guna manera es casual ocurriera en ám-
bito de la filosofía jurídica y social, Miguel
Reale, antes de sus Capítulos XXXIV-
XXXVIII de su Filosofía do Direito, ex-
puso desde 1940 en adelante las nacientes
originarias de su Teoría Tridimensional
desarrollada en varios libros, dos de los
cuales aquí interesan en manera especial;
Teoría tridimensional do direito (Saraiva,
Sao Paulo, 1968) y Pluralismo y liberdade
 (Saraiva, 1963). Reale, uno de los tridi-
mensionalistas más destacados, viene del
mundo del derecho, más precisamente, sus
primeras elucubraciones son logradas a la
vera de la filosofía del derecho. Esta cir-
cunstancia, determina una patentización
mejor lograda que desde ningún otro án-
gulo del saber acerca de la tan positiva
tríptica de la condición humana.
Su definición de que la, estructura esen-
cial de la experiencia, jurídica es tridimen-
sional, puede traducirse expresando que la
experiencia jurídica es existenciaria y, con-
siguientemente, su estructura resulta tridi-
mensionada desde que toda compositiva hu-
mana de suyo es triádica, más concisamen-
te indivitrialista, indivisiblemente integra-
da en un todo triádico. El aporte de Reale,
claro y seguro en el mundo del derecho,
la vigencia de sus modelos jurídicos, la
estructura fundamentadora de su fato-va-
lor-norma, hace ya más de tres quinquenios
ha sido evidenciada por nosotros como una
de las conquistas mejor lograda por la
iusfilosofía de nuestro siglo. Ello, sin men-
gua de los méritos de otros preclaros tridi-
mensionalistas, como Enrique R. Aftalión,
Luigi Bagolini, Pedro R. David, Werner
Goldschmid, Jerome Hall, Luis Legaz y
Lacambra, Luis Recasens Siches, Wilhelm
Sauer y tantos otros tratadistas que hoy se
alinean en el tridimensionalismo.
Pero la impronta de una concreta y es-
pecífica tridimensionalidad nace con Mi-
guel Reale rechazando aquella genérica tri-
dimensionalidad vocada hacia lo abstracto
e insustancial. También en él, se originan
las polaridades dialécticas que alimentan
vetas hegelianas de la filosofía social y
jurídica indivitrialista. La historia como
proceso existenciario, en el que sumergen y
confunden, lo fáctico con lo axioíógico y lo
normativo, muestra la silueta integral de
cuanto designsa Reale como experiencia
social dinámica, vale expresar, real proceso
de objetivación, de organodinámica de com-
portamientos modélicos.
La consecuencia relevante de esta con-
cepción, está dada por Reale en el ejemplo
de los modelos jurídicos, la norma jurídica
específicamente, no puede ser integrada
con abstracción de los hechos y valores del
comportamiento, sino integrada a un todo
existenciario caracterizado por nosotros
como indivitriádico y que en Reale, ade-
más de características esenciales funcio-
nan como forma de conocimiento, de con-
ducta ética (deontológica) y de factor cons-
tituyente de la realidad (óntica). Por ello,
enfatizamos que ningún tríalismo puede
escapar de las exigencias existenciarias del
proceso psicopolíticosocial. No son meros
adornos de ilusorio poder verbal, pues para
Reale, es ingenuo pretender que algún pen-
sador no sea deudor de contribuciones e
ideas antecesoras desde que la originalidad
filosófica tiene sus propios perfiles.
De Miguel Reale en adelante, desde la
comprensión tridimensionada de Estado y
del Derecho a la concepción indivitrialista
de todas las ciencias del hombre hay un es-
trecho paso que creemos inclusive, está'
implícito en muchos filósofos sociales.
La intención indivitrialística responde a
necesidades y a exigencias de un proceso
histórico social, que si bien lo originan
meditaciones sociojurídicas y políticas, se
expande hacia todas las ciencias tildadas
como humanísticas, vale expresar, hacia
todas aquéllas en que el comportamiento
del hombre se estructura como objeto pro-
pio de estudio y, consiguientemente, a las
filosofías de las mismas.
Aquí en el objeto y en la confluencia de
los fundamentos de las disciplinas huma-
nas, ciencia y filosofía, no disputan priori-
dades. Ello nos permite afirmar, con ver-
dad, que toda filosofía social indivitria-
lista, conlleva la intención de convertirse
en ciencia estricta de la realidad endotí-
mica-axiosociopersonalitaria. En la con-
fluencia indivitriádica, tampoco ninguna
ciencia carece de fundantes raíces filosófi-
cas y, ninguna filosofía jurídica ni social,
da espaldas al saber científico de sus dis-
ciplinas.
La ciencia, atenida a la empiricidad de
sus concreciones, concluye en que no hay
mejor teoría que aquella afirmada en la
realidad de los hechos científicos. Por su
parte, la filosofía, tradicionalmente orien-
tada a la verdad independizada del hacer
práctico, abandona estas direcciones para
abrazar la praxis y conjugar sus desarro-
llos teóricos con los empíricos concretos de
las acciones humanas. De este modo, tanto
ciencia como filosofía, rinden tributo a
lagos, axio y praxis, en todos sus ¡ogros.
Desde eí indivitrialismo, tanto en sus
perspectivas filosófico sociales y jurídicas
como de sus consonantes científicas, palpa-
mos la presencia del' Estado en el compor-
tamiento concreto del ser del hombre. En
consecuencia, la perspectiva indivitrialista
hace periclitar la individualista, aquella
que concebía al individuo frente al Estado,
como si se tratara de dos entidades confor-
me lo postulaba con firmeza ei liberalismo
individualista.
En lo indivitriádico, el Estado se con-
forma desde la presencia y en el mismo
indivitrio. En tanto, alguien se instru-
menta y norma hacia la justicia se insti-
tuye como derecho, vale decir, como estado,
desde que derecho y estado son sinónimos.
La política, como teoría de la realización
de lo justo, siempre se actualiza en estado
y consiguientemente en derecho en tanto
en cuanto dialectiza en los comportamien-
tos humanos los valores jurídicos que pre-
side la justicia como valor central del plexo
axiojurídico.
El indivitrio no tiene derechos en el
sentido en que los tenía el individuo. Aque-
llos derechos inalienables con que se re-
godeaba el liberalismo racionalista a la
postre resultaron vacua vocinglería de re-
citadores y retóricos. El indivitrio es, de-
recho en el sentido existenciario en que su
comportamiento instituye lo jurídico, lo
político y, consiguientemente al estado.
Hay en lo indivitrial una auténtica puesta
en marcha de la persona como derecho y
como estado. La condición humana, por
serlo, es persona y en ésta no cabe exonerar
su calidad de persona jurídica. Desde in-
versa perspectiva, por mucho que lucubre
el racionalismo jurídico, siempre detrás de
imputaciones de derechos y deberes, hay
una persona humana que los asume. Esta
verdad, determina en lo indivitrial, el he-
cho de que en la dimensión jurídica, apa-
rezca siempre una especie de sombra del
comportamiento del hombre. Donde está él,
transparece ella denunciando su presencia.
Con el estado acontece algo análogo. En
el individualismo se patentiza el dualismo
del individuo y de lo supraindividual (el
estado). Éste era una suerte de Leviathan
de dimensiones y estructuras múltiples, pe-
ro algo supraindividual que muy poco, o
nada, tenía que hacer por el individuo.
Desde altiplanicie indivitrialista el tema
del estado se transforma, se subjetiviza al
tiempo que logra su máxima concreta obje-
tividad. Son otras dicotomías que quie-
bran la indivitrialidad. El estado es sus-
tantivamente el indivitrio, lo multi-indivi-
trial, desde que en el indivitrio- conjuga lo
comunitario. El estado no es más una en-
tidad externa y ajena del indivitrio, ni éste
puede enajenarse, alienarse o afranjarse
del Estado. Éste es el indivitrio, la corpo-
ración de indivitrios jugando sua roles so-
ciojurídicos. E! estado, está en lo indivi-
trial de pleno derecho, con el azar de jus-
ticia que su plenaria actuación logre.
El rastreo de los orígenes del indivitria-
lismo nos conduce a las nacie ites de ia
filosofía de los valores. No tan lejos de
aquellas valoraciones inestructuradas con-
cebidas como virtudes por la filosofía tra-
dicional, sino más cercanamente a las pos-
teriores explanaciones filosóficas del valor,
logradas por el neokantismo de Badén y,
singularmente, por las confluencias de és-
tos, sus epígonos Emil Lask y Gustav Rad-
bruch y la filosofía existencial ocupada de
las vertientes filosóficas sociales.'
Eso en notas generadoras imprecisas. En
tónicas aproximadas, las aportaciones de
los autores aquí citados en especial el tri-
dimensionalismo de Miguel Reale, consti-
tuye un fundamental soporte del indivi-
trialismo, por mucho que éste haya logrado
desarrollos alejados de toda filosofía social
y jurídica. Estamos refiriéndonos a fuen-
tes y consideramos de importancia recono-
cer las auténticas. Inclusive la dialéctica
de implicación y polaridad del tridimen-
sionalismo de Reale, subyace en el indivi-
trialismo, desde que su proceso dialéctico
del fondo vital de lo endotímico al que se
opone la estructura de lo espiritual valora-
tivo se integra en la institución de lo
sociopersonalitario que, a su vez, en otra
ronda dialéctica de lo teorético cognosci-
tivo sociopersonalitario se convierte en he-
cho vital en ulterior momento del proceso
referido a nuevas funciones endotímicas
que a su vez serán controvertidas valora-
tivamente en sucesivas «"posiciones,- afina-
doras de logros científicos y filosóficos
sombreados por lo indivitrial.
Formulado un esbozo de las nacientes en
que se origina la filosofía social y jurídica
indivitrialista, reconocida también la voca-
ción científico social del indivitrialismo, de-
bemos afirmar que sus perspectivas de fu-
turo, por responder a las necesidades de un
mundo en transformación que se dirige
cada día más hacia mayores contactos in-
terrelacionales de toda índole, son óptimas.
Inclusive, afirmaríamos que el tiempo futu-
ro abrirá promisorios horizontes a la con-
cepción indi vi tria! ista, por concordar ésta
con las exigencias de las ciencias sociales
y de la filosofía, específicamente, la jurí-
dica, de un mañana cuyos albores nos pre-
anuncia la hora en que vivimos.
La presencia del indivitrialismo cierra
definitivamente an largo ciclo, el del indir
vidualismo. Una sobrevivida etapa de ra-
cionalismo bloqueados de lúcidos conoci-
mientos personalitarios, a fuer de encegue-
cerlos encandilados. Da término a un libe-
ralismo encadenador de libertades y, por
último, certifica con su sello, la defunción
de todas y cada una de las perturbadoras
dicotomías que han oscurecido el horizonte
de la filosofía social y jurídica de nuestros
días. Da cuenta de ellos, desde dentro mis-
mo de sus dubitantes contradicciones dua-
listas.
Este solo cometido, el del destronamiento
del régimen individualista y sus ahogantes
consecuencias, constituye a la intención in-
divitrialista en una de las más peraltadas
esperanzas, en área de la filosofía jurídica.
Así el indivitrialismo jurídico se proyecta
también como una clarinada de afirmación
de la ciencia del derecho.
 INDUSTRIA.» (Tomo XV, pág. 617.)
Con fecha 14 de noviembre de 1973 fue san-
cionada la ley 20.560, que establece el ré-
gimen de promoción industrial y deroga la
llamada ley 19.904 (decreto ley 19.904/72).
En la norma legal se instituye el sistema
para el establecimiento de nuevas activida-
des industriales; la expansión, perfecciona-
miento y modernización de las existentes;
el estimulo de la descentralización geo-
gráfica; el desarrollo nacional de la tecno-
logía y la consolidación de la industria de
propiedad nacional. Añádese que el sistema
estará constituido por la presente ley, su
reglamentación general y los decretos re-
gionales, sectoriales y especiales que se dic-
ten, otorgándose prioridad para el otorga-
miento de los beneficios a las empresas que,
en su gestión y propiedad, adopten formas
de participación de sus técnicos, empleados
y obreros.
La promoción industrial se hará adop-
tando medidas de política económica orien-
tadas con criterio selectivo y programado,
pero el apoyo estatal se otorgará exclusiva-
mente a las unidades productivas que las
necesidades del país determinen como fun-
damentales o prioritarias consideradas tan-
to desde el punto de vista general como des-
de el regional. Lo mismo con respecto al
aspecto general que al regional, se detallan
los propósitos que han de ser tomados en
consideración.
El Poder Ejecutivo queda facultado para
otorgar medidas de promoción consistentes
en: aportes directos del Estato mediante
certificados de promoción industrial no re-
embolsables y nominativos, los. que serán
transferibles por simple endoso por única
vez con intervención de la autoridad de apli-
cación, y descontables en el Banco Nacional
de Desarrollo cuando así se determine en el
contrato suscrito por las empresas seleccio-
nadas con la autoridad de aplicación; par-
ticipación del Estado en el capital de las
empresas promocionales; créditos de me-
diano y largo plazo con tasas de interés y
condiciones preferenciales, comprometien-
do el aval del Estado en los casos en que
fuere necesario; avales para la obtención
de créditos del exterior destinados a la ad-
quisición de bienes de capital que no pue-
den producirse en el país ni sustituirse por
otros producidos en el mismo; exención, re-
ducción, suspensión, desgravación y diferi-
miento de tributos por períodos determina-
dos con una duración de hasta diez años;
facilidades para el aprovisionamiento de
materias primas, prestación de servicios y
compra y/o locación de bienes del dominio-
del Estado, así como precios y tarifas de
* Por el DT. MANUEL OSSORIO Y FLORIT.
fomento e inversión en obras de infra-
estructura por parte del Estado; otorga-
miento de subsidios para compensar sobre-
costos de localización; asistencia tecnológi-
ca aplicada a la actividad respectiva; exen-
ción y/o reducción de derechos de importa-
ción de bienes de capital cuando no se fa-
briquen localmente o cuando no cumplan
condiciones de calidad y/o plazos de entre-
gas razonables.
Los recursos para el cumplimento de los
regímenes que se dicten como consecuencia
de la ley 20.560 serán los que fije el pre-
supuesto general de la Nación y los per-
tenecientes a los institutos de Promoción.
Reconversión y Rehabilitación Industrial
y de Financiación de las Industrias de Base
del Banco Nacional de Desarrollo que se
afecten a tal fin.
Por otra norma se prohibe la instalación
de nuevas actividades industriales en la
Capital Federal, debiendo regirse la am-
pliación o reordenamiento de las exitentes
por las normas que el Poder Ejecutivo dic-
te, por vía reglamentaria; así como se ex-
cluirá de los beneficios de la presente ley
la instalación de nuevas actividades indus-
triales en las áreas circundantes de la Ca-
pital Federal dentro de un radio de 60 Km.;
mas el Poder Ejecutivo podrá determinar
por decreto las áreas que dentro del radio
mencionado quedan exceptuadas de dicha
exclusión.
Se crea también un impuesto del 50 % a
las inversiones destinadas a nuevas activi-
dades industriales que se localicen en la
precitada zona de 60 Km., aplicándose el
impuesto sobre el monto total de la inver-
sión alcanzada, por única vez.
Se entiende por nuevas instalaciones in-
dustriales : todas las propuestas por una
nueva sociedad organizada con fines indus-
triales, destinada a fabricar productos nue-
vos o que ya se producen en el país; y toda
nueva instalación industrial propuesta por
una sociedad ya constituida, destinada a fa-
bricar productos correspondientes a ramas
industriales distintas a las que opera. Con-
trariamente, no se considerarán nuevas ins-
talaciones industriales las inversiones que
para mantener o ampliar la capacidad de
producción de sus establecimientos, mejo-
rar su -productividad, integrar su línea de
fabricación y diversificar su línea de pro-
ductos dentro de la misma rama industrial
a fin de aprovechar la capacidad instalada
realicen las empresas que a la fecha de san-
ción de esta ley se encontrasen ya instala-
das y las que se exceptúan del pago del im-
puesto antes mencionado, por referirse:
a las nuevas instalaciones en curso o au-
torizadas con anterioridad a la fecha de pu-
blicación de la presente ley; a las deitina-
das exclusivamente a la elaboración de pro-
ductos alimenticios frescos o perecederos
que elaboren materias primas producidas
dentro del área; a las actividades artesana-
les, aun cuando revistan características de
empresas, siempre que no empleen más de
10 obreros, a los talleres de servicios, aun
cuando esta actividad exija el desarrollo
de algún proceso industrial o de manufac-
tura, y siempre que éstos sean consecuen-
cia de aquélla; a la instalación de nuevas
actividades industriales en las áreas excep-
tuadas por el Poder Ejecutivo.
Queda previsto en la ley que los regíme-
nes de promoción regional de cada área se
graduarán contemplando la planificación
regional y provincial, el grado de estanca-
miento o atraso de las mismas, sus distan-
cias en relación a los centros consumidores
y/o proveedores y otros factores socio-
económicos que hacen a la localización de
la empresa, a fin de procurar un crecimien-
to sostenido y equilibrado de las regiones
promovidas, para lo cual se deberán tener
en cuenta, entre otros, los siguientes ele-
mentos de juicio: producto bruto por per-
sona; disponibilidad de materia prima lo-
cal industrializare; ocupación industrial
dentro de la población activa; densidad y
composición de la población; servicios ac-
tuales a disposición de la industria; conta-
minación ambiental; migraciones internas.
Beneficiarios de los regímenes de pro-
moción únicamente podrán serlo las empre-
sas de capital nacional que desarrollen o
propongan desarrollar actividades indus-
triales o que necesiten de la industrializa-
ción como complemento, pudiendo ser titu-
lares las personas físicas domiciliadas en
el país conforme al art. 89 del Código Civil;
y las personas jurídicas de derecho privado
o público constituidas en el país conforme
a sus leyes, que tengan domicilio legal y
asiento principal de sus actividades en te-
rritorio nacional y cuya dirección y fiscali-
zación sean ejercidas por personas domici-
liadas en el país, siempre que no existan en
sus estatutos disposiciones limitativas del
derecho de sus integrantes a una expresión
menor de las que le corresponda por el ver-
dadero capital aportado y que la propiedad
de dicho capital se identifique nominal-
mente. Por lo contrario, no podrán ser be-
neficiarios de regímenes promocionales:
las empresas cuyos estatutos, contratos o
convenios de licencia o asistencia técnica
contengan cláusulas que restrinjan la pro-
piedad, tecnología, industria o comercio na-
cionales o la exportación o contradigan la
legislación vigente a la fecha de la solicitud
de acogimiento; las empresas que por sí o
por sus titulares o directores tengan su-
marios o procesos por incumplimiento do-
loso de anteriores regímenes de promoción
o por deudas fiscales; las empresas cuyos
titulares o directores tengan procesos pen-
dientes o sentencias firmes por haber in-
currido en los delitos de robo, hurto, estafa,
defraudación, quiebra fraudulenta o falsi-
íicación, o en delito contra la Administra-
ción Pública, en cualquiera de las formas
contempladas en el Código Penal o en el
art. 12 de la llamada ley 18.061; las em-
presas que por sí o que por sus titulares
o directores hayan infringido las disposi-
ciones contempladas por los arts. 172 y 198
de la ley de Aduanas* (t. o. en 1962 y sus
modificaciones). Mas la autoridad de apli-
cación podrá establecer en los regímenes
ie promoción, limitaciones o exclusiones
cuando, a su juicio, con el otorgamiento de
beneficios promocionales se afecte el nor-
mal desenvolvimiento regional o del sector
industrial.
Se establece que el Ministerio de Econo-
mía será la autoridad de aplicación de esta
ley y de sus decretos reglamentarios.
A continuación se determinan los proce-
dimientos promocionales para la selección
de las empresas a que debe otorgarse el
beneficio.
Y finalmente, se fija el régimen de obli-
gaciones, infracciones y sanciones. (V. COR-
PORACIÓN PARA EL DESARROLLO DE LA PEQUE-
ÑA Y MEDIANA EMPRESA.)
INFRACCIÓN A LAS LEYES DEL
TRABAJO. * Esta materia se encuentra
regulada por las mal llamadas leyes 18.694
y 18.695, ambas dictadas el 29 de mayo del
año 1970. El art. 1<? de la 18.694 determina
ba que "los hechos que según las leyes na-
cionales de trabajo constituyen infraccio-
nes a las mismas, serán sancionadas por el
régimen que establece la presente ley"; y
en su art. 59 determinaba que "quienes obs-
truyan la actuación de las autoridades ad-
ministrativas del trabajo desacatando sus
resoluciones, negando información, sumi-
nistrando información falsa, o de cualquier
otra manera, serán sancionados, previa in-
timación, con multas que oscilarán? entre
$ 100 y $ 10.000. A su vez el art. 1 de la
ley 18.695 preceptuaba que la "comproba-
ción y el juzgamiento de las infracciones
a las normas de ordenamiento y regulación
de la prestación de trabajo, se realizará en
la Capital Federal, en el Territorio Nacio-
nal de la Tierra del Fuego, Antártida e
Islas del Atlántico Sur, así como en los lu-
gares o materias sujetas a jurisdicción fe-
deral, por el procedimiento establecido en
la presente ley". Según su art. 3?, en la con-
* Por el (Dr. MANUEL Ossosio v FLORIT.
fección del acta de infracción se consigna-
rán las circunstancias de lugar, día y hora
f-n que se efectúa la verificación; de la des-
cripción del hecho verificado como infrac-
ción, refiriéndolo a la norma infringida;
la indicación de las personas presentes en
el acto, del carácter que invocan y de las
manifestaciones formuladas; la firma del
inspector actuante y de todas las personas
que hayan intervenido en cualquier carác-
ter, debida y claramente individualizadas
y, en defecto de su firma, indicación del
motivo de la omisión. De acuerdo con lo dis-
puesto en el art. 79, en el despacho que or-
dena la instrucción del sumario o mediante
resolución posterior, la autoridad de aplica-
ción fijará audiencia para que el empleador
imputado formule sus descargos y propon-
ga medidas de prueba a cuyo efecto será
citado con una anticipación no menor de
diez días corridos, mediante despacho tele-
gráfico colacionado o cédula. Si la citación
debiera practicarse fuera del lugar de
asiento de la autoridad de aplicación el pla-
zo se ampliará a razón de un día por cada
doscientos km. o fracción que no baje de
ciento. Con carácter previo a la recepción
de los descargos y a la producción de la
prueba, el imputado deberá acreditar su
identidad y expresar bajo juramento su do-
micilio y la calidad en que comparece y par-
ticularmente si ostenta o no el carácter de
titular del establecimiento donde se ha co-
metido la infracción, o de representante o
mandatario con capacidad para asumir la
responsabilidad imputable al empleador;
y si el compareciente lo hace invocando la
representación de una sociedad de hecho,
deberá individualizar bajo juramento el
nombre y apellido, domicilio .y número de
cédula de identidad de los componentes de
la misma. Invocándose la representación de
una asociación o sociedad de cualquier na-
turaleza deberá acompañar testimonio del
acto constitutivo o copia certificada por es-
cribano. El empleador imputado podrá ac-
tuar por sí o por representación, con o sin
patrocinio letrado, acreditándose la repre-
sentación conforme a las normas procesales
generales. Finalmente, el art. 11 de esa
misma ley preceptúa que la resolución que
imponga la multa podrá ser apelada previo
su pago dentro de los cinco días hábiles
administrativos de notificadas, debiendo
interponerse el recurso ante la autoridad
de aplicación y estar fundado. Dentro del
quinto día hábil administrativo, las actua-
ciones serán remitidas a la Cámara Nacio-
nal de Apelaciones del Trabajo en la Ca-
pital Federal o al Juez Nacional en lo Fe-
deral atendiendo al lugar donde se hubiere
comprobado la infracción; y quienes hayan
sido denunciados en la audiencia del art. 7?
podrán también deducir apelación en los
términos y las condiciones de este artículo.
La multa que ño exceda de $ 100 será in-
apelable.
Esas llamadas leyes 18.694 y 18.695 han
sido modificadas por las leyes 20.554,
20.555 y 20.556 en la forma y por el orden
que a continuación señalamos.
La ley 20.554, sancionada el 31 de9 octu-
bre de 1973, sustituye los arts. 3^, 7 , y 11
de la llamada ley 18.695, por las normas
siguientes:
El art. 39 establece que en el acta de in-
fracción se consignarán estas circunstan-
cias: lugar, día y hora en que se efectúa
la verificación; identidad del infractor;
descripción del hecho verificado como in-
fracción refiriéndolo a la norma infringi-
da; indicación de las personas presentes
en el acto y carácter que invocan; firma
del inspector actuante.
El art. 7' de esta ley es igual al de la
18.695, sin otras variaciones que las de re-
ducir a tres días hábiles la citación a que
la norma se refiere; y de suprimir el su-
puesto de que se trate de la representación
de una sociedad de hecho.
También el art. 11 es sustancialmente
idéntico al de ¡a llamada ley 18.695, sin
otras diferencias que las de aumentar a
cinco días el plazo para el pago de la multa
y a 10 días el de remisión de las actuacio-
nes a la Cámara Nacional de Apelaciones
del Trabajo. Además determina la inapela-
bilidad de las multas que no excedan de
500 pesos.
La ley 20.555, sancionada en la misma
fecha que la anterior, sustituye el art. 1'
de la llamada ley 18.694, por el siguiente:
"Los hechos que según las leyes nacionales
y provinciales de trabajo constituyen in-
fracciones a las mismas serán sancionadas
por el régimen que establece la presente
ley". Y el art. 1"? de la llamada ley 18.695,
por el siguiente texto: "La comprobación
y juzgamiento de las infracciones a las nor-
mas de ordenamiento y regulación de la
prestación del trabajo se realizarán en todo
el territorio del país por el procedimiento
establecido en la presente ley".
Finalmente, la ley 20.556, cuya fecha de
sanción es la misma que la de las dos pre-
cedentes, se limita a agregar al art. 5° de
la 18.694 un párrafo que dice: "Sin per-
juicio de la penalidad establecida, la auto-
ridad administrativa del trabajo podrá
compeler la comparecencia de quienes ha-
yan sido debidamente citados a la audiencia
que fije, mediante el auxilio de la Fuerza
Pública, concurso que será prestado inme-
diatamente de ser solicitado como si se
tratara de un requerimiento judicial".
Como se advierte, las modificaciones in-
troducidas por estas tres leyes ofrecen un
interés muy relativo. Posiblemente la nor-
ma más importante es la que eleva a 500
pesos la inapelabilidad de las multas im-
puestas, porque sustrae a la intervención
judicial —representativa de la mayor ga-
rantía de los derechos de los ciudadanos—
una apreciable cantidad de asuntos. Esto
aparte de que no faltan quienes opinan (no
sólo con respecto a las leyes del trabajo sino
a otras muchas de otra índole) que la eli-
.minación de la vía judicial según la cuantía
de la sanción pecuniaria es notoriamente
injusta, y podría decirse que hasta cierto
punto discriminatoria, porque no ya 500
pesos sino 10 pesos puede representar para
muchos empresarios modestos un castigo
muy superior al de imponer una multa de
varios millones de pesos a los grandes em-
presarios. Cuando de esta cuestión se tra-
ta, el argumento que se alega es el relativo
a la necesidad de disminuir el trabajo de
los Tribunales, excesivamente recargados
de él. Mas no parece esa una razón sufi-
ciente, porque 3a solución justa se encon-
traría en el aumento del número de los
Tribunales.
De los términos en que aparecen redac-
tadas las leyes 20.554, 20.555 y 20.556 se
desprende claramente que las llamadas le-
yes 18.694 y 18.695 quedan subsistentes en
cuanto no hayan sido modificadas por aque-
llas otras.
INSPECCIÓN GENERAL DE PERSO-
NAS JURÍDICAS. * CONSIDERACIONES GE-
NERALES Y ANTECEDENTES. — Es el organis-
mo administrativo estatal —en adelante
identificado con la sigla I.G.P.J.— con fun-
ciones de fiscalización sobre las sociedades
por acciones, asociaciones civiles y funda-
ciones, creadas y/o en funcionamiento en
jurisdicción de la Capital Federal,
Las extensas atribuciones que tanto su
Ley Orgánica (Dto. Ley 18.805/71) —en
adelante L.O.— como la Ley de Sociedades
Comerciales (Dto. Ley 19.550/72) le con-
fieren, la circunstancia de que en aquella
jurisdicción se lleva a cabo la mayor activi-
dad mercantil de la República y de que en
la I.G.P.J. se encuentran inscriptas más de
sesenta y cinco mil sociedades por acciones
y un número algo superior a siete mil aso-
ciaciones civiles y fundaciones, señalan la
importancia del referido organismo.
Su origen debe buscarse en un decreto
del P. E. Nacional de julio del año 1893 que
creó un "Cuerpo de Inspectores" para fis-
calizar, en la Capital Federal y territorios
nacionales, las sociedades anónimas que ex-
* Por el Dr. ENRIQUE ZALDÍVAR.
plotasen concesiones hechas por las autori-
dades o tuviesen constituido a su favor
cualquier privilegio, conforme lo determi-
naba el entonces vigente Art. .342 del Có-
digo de Comercio.
Cinco años después, en 1897, un Acuerdo
General de Ministros reglamenta las atri-
buciones de aquel "Cuerpo de Inspectores",
dándole facultades para la fiscalización de
sociedades y asociaciones, y convirtiéndolo
pn la denominada "Inspección General de
Justicia". Además le dio e! carácter de or-
ganismo asesor del Poder Ejecutivo Nacio-
nal en cuanto a la concesión y el retiro de
la personería jurídica, poder que corres-
pondía a éste conforme a los Arts. 45 y 48
del Código Civil y el ahora derogado 318
del Código de Comercio.
El 27 de abril de 1923 otro decreto im-
porta la revisión total de los anteriores y,
con algunas reformas, rige hasta 1952.
Luego el decreto 7112, del 24 de setiembre
de 1952, atribuye a la "Inspección General
de Justicia" intervención en el otorgamien-
to y retiro de la autorización para funcio-
nar a las anónimas, comandita por accio-
nes del Art. 381 del Código de Comercio,
asociaciones civiles y fundaciones. Regla-
mentó, también, su actividad, pero con bas-
tante imprecisión y lagunas.
Recién en octubre del año 1970 se dicta
bajo el N"? 18.805 su esperada Ley Orgáni-
ca, que cambia su anterior denominación
de "Inspección General de Justicia" por no
ser indicativa de su misión, en la más ajus-
tada de "Inspección General de Personas
Jurídicas". Esta ley fijó su misión, funcio-
nes y atribuciones en concordancia con las
necesidades reales de la actividad mercan-
til y asociaciones que regula.
RÉGIMEN LEGAL.— Como señalamos, es-
tá dado básicamente por las disposiciones
de su L.O., del Decreto Reglamentario de
esta, N9 2993/71 y las normas de la Ley de
Sociedades Comerciales; en lo que respecta
a las fundaciones, debe añadirse lo preg-
cripto por el dto. ley 19.836/70.
Cabe destacar que la L.O. se orientó por
los requerimientos prácticos derivados de
la gran cantidad de entidades existentes
en jurisdicción nacional, el auge económico
experimentado entre los años 1966-1970 y
las posibilidades prácticas de la I.G.P.J.
para cumplir las funciones de control que
se estimó debía llevar a cabo. (Véase: Men-
saje de elevación del Proyecto de L.O.
—dto. ley 18.805— del Ministerio de Jus-
ticia al P. E. Nacional.)
Con las limitaciones impuestas al pre-
sente análisis, veamos cuáles son la misión
y atribuciones de la I.G.P.J. Para el desa-
rrollo del punto, deben distiguirse las en-
tidades sobre las que tiene jurisdicción, es
 decir las sociedades por acciones, las aso-
ciaciones civiles y las fundaciones, y tener
en cuenta que le incumbe, además, el con-
trol de ciertas operaciones de capitalización
y ahorro.
1) Respecto de las sociedades por accio-
nes, dice la L.O. que "Tendrá por misión
intervenir en la, creación, funcionamiento,
disolución y liquidación, en jurisdicción na-
cional, de las sociedades por acciones, de los
fondos comunes de inversión, de las asocia-
ciones civiles y de las fundaciones, y fis-
calizar en todo el territorio de la República
las operaciones a que se refiere el artícu-
lo 39 punto 3.7., a fin de asegurar el cum-
plimiento de las normas legales y resguar-
dar el interés público" (Art. 2); o sea que
en cuanto a las anónimas en general, de
economía mixta, anónimas con participa-
ción estatal mayoritaria y en comandita
por acciones le corresponde aprobar (ahora
es "conformar", seg. el Art. 167 de la Ley
de Sociedades Comerciales) su contrato
constitutivo y sus reformas, en su caso au-
torizar su funcionamiento, controlar toda
variación de capital y su disolución y li-
quidación.
Además debe fiscalizar permanentemente
a las mismas sociedades cuando: "a) hagan
oferta pública de sus acciones o debentures;
b) tengan un capital autorizado superior a
pesos cinco millones (5.000.000); sin per-
juicio de lo dispuesto en el punto 3.1.4-, in-
ciso a), o de que por razones de oportunidad
extienda con carácter general o particular
el control permanente a sociedades de me-
nor capital; c) estén incluidas en el régi-
men de la Ley N9 17.S18 o sean de econo-
mía- mixta; d) realicen operaciones de ca-
pitalización, ahorro o en cualquier forma
requieran dinero o valores del público con
promesa de prestaciones o beneficios futu-
ros; e) exploten concesiones o servicios pú-
blicos; f) se trate de sociedades controlan-
tes o controladas por otra sujeta a fiscaliza-
ción, conforme a uno de los incisos ante-
riores".
A las entidades que indica la norma
transcripta deben sumarse: a) las que con-
sidere necesario —la I.G.P.J.—, según re-
solución fundada, para resguardo del in-
terés público; b) cuando lo requieran sus
accionistas, que representen el 5 % del ca-
pital suscripto; c) lo pida un síndico de la
sociedad (L.O. 18.805, Art. 3<?, pto. 3.1.4.).
Entre otras atribuciones pueden seña-
larse: a) aprobar los reglamentos, que no
sean simple organización interna de estas
sociedades; b) fiscalizar las sucursales y
agencias de sociedades extranjeras; c) con-
trolar todas las operaciones que realicen
las empresas de capitalización, ahorro y to-
do pedido de dinero a valores al público
con promesa de entrega de bienes, servicios
o beneficios futuros. Se excluyen las acti-
vidades relativas a oferta pública de títulos
valores, entidades financieras, seguros y
ahorro y préstamo para la vivienda por te-
ner regímenes propios y estar sujetas al
control de otros organismos.
2) En cuanto a las asociaciones civiles
y las fundaciones establece la L.O. que co-
rresponde a la I.G.P.J. autorizar su fun-
cionamiento, aprobar su estatuto y sus re-
formas; fiscalizar permanentemente su ac-
tividad, disolución y- liquidación.
Además, como un aspecto novedoso y de
eventual importancia, debe destacarse que
le incumbe autorizar y fiscalizar el funcio-
namiento de entidades de ese tipo constitui-
das en el extranjero que pretendan actuar
en la República.
También, como una facultad novedosa,
la L.O. le da atribuciones arbitrales para
intervenir en los conflictos que se susciten
entre las asociaciones civiles y sus inte-
grantes, a petición de parte y con consenti-
miento de la otra. Para el caso, el procedi-
miento a aplicar es el dado por los Arts. 794,
796 a 798 del Código de Procedimientos
en lo Civil y Comercial de la Nación.
3) La I.G.P.J. tiene intervención en las
operaciones cuyo objeto sea requerir dinero
o valores al público —cualquiera resulte el
ente o persona que las realice— con pro-
mesa de entregar numerario, bienes en ge-
neral, prestar servicios u otorgar otros be-
neficios. Estas operaciones deben ser au-
torizadas previamente y son fiscalizadas
por el citado organismo (L.O., pto. 3.7.).
Cabe aclarar que se excluyen de esa nor-
ma generaría oferta pública de títulos va-
lores, ciertas operaciones de entidades fi-
nancieras, las relativas a seguros y las de
ahorro y préstamo para la vivienda. Estas
actividades específicas se hallan controla-
das —en algunos casos con las deficiencias
que son conocidas— por sendas dependen-
cias estatales. No hay explicación razona-
ble para no concentrar toda la fiscalización
estatal en un solo organismo público.
Para el ejercicio de las facultades que
hemos sintetizado en los puntos preceden-
tes, la I.G.P.J. goza de amplias atribucio-
nes, según establece el Art. 4"? de la LO.
Así, puede realizar investigaciones en las
entidades, asistir a sus asambleas, requerir
la exhibición de documentos, en casos par-
ticulares convocar a asambleas, impedir el
funcionamiento de sociedades y organiza-
ciones que operen en capitalización y aho-
rro, etc.
La L.O., asimismo, la faculta para adop-
tar medidas a fin de hacer cumplir sus de-
cisiones; en este sentido, puede requerir
el auxilio de la fuerza pública, solicitar
allanamientos y clausura de locales y pedir
el secuestro de libros y documentos, y de-
clarar irregulares e ineficaces a los efectos
ante la misma I.G.P.J. (y por lo tanto como
no realizados) los actos que están someti-
dos a su fiscalización. La declaración de
irregularidad puede importar los pedidos
a la autoridad judicial de intervención, di-
solución y liquidación de la sociedad y la
aplicación de sanciones por parte del Or-
ganismo.
El decreto reglamentario N<? 2993/71
determina el régimen de sanciones, las que
van desde el apercibimiento simple hasta
la multa, que puede llegar a $ 100.000 por
cada infracción (L.Q., Art. 4.12).
VALORACIÓN. — Para apreciar adecuada-
mente la importancia de la I.G.P.J. en la
problemática de las sociedades por acciones
y, en otra escala, en la de las asociaciones,
es preciso encarar el examen teniendo en
vista a la tradición y realidad de nuestro
medio.
En efecto, resulta difícil encontrar en
otros países un régimen similar al argen-
tino, es decir en el cual una autoridad ad-
ministrativa estatal tenga las amplísimas
atribuciones de la I.G.P.J. En el extranje-
ro, el control de legalidad sobre sociedades
y asociaciones se deja, por lo general, al
poder judicial y las funciones de la autori-
dad administrativa se circunscriben a de-
terminadas operaciones: seguros, financie-
ras, etc.
El régimen argentino se enraiza en di-
versos factores. El primero es que la inter-
vención administrativa en materia de so-
ciedades mercantiles tiene antigua tradi-
ción en nuestro ámbito. Recuérdese que en
la época de la colonia no existía libertad
de comercio y que las pocas compañías que
actuaban en el Virreinato del Río de la Pla-
ta, "compañías consolidadas", lo hacían en
virtud de una concesión de la Corona. Pos-
teriormente (decreto del 24 de agosto de
1826) se exigió la autorización para el fun-
cionamiento de tales compañías.
Sin duda movidos por esta tradición, e
inspirados en el Código de Comercio fran-
cés de 1807 y la Ley española de 1848,
Acevedo y Vélez Sársfield al redactar el
Código de Comercio para el Estado de Bue-
nos Aires (que posteriormente debía ser el
de la Nación) por el Art. 318 hicieron de-
pender la existencia de las sociedades anó-
nimas de la autorización del Poder Ejecu-
tivo. Este mismo sistema es adoptado por
el Código Civil, para las personas jurídicas
en general.
Los antecedentes resumidos obligaron a
que con el correr del tiempo se organizara
y funcionara adecuadamente ,1a I.G.P.J.
creada, como señalamos, a fines del S. XIX.
Este organismo adquirió un indiscutido
prestigio en el ámbito nacional debido a
la especialización de la mayoría de los fun-
cionarios que la han integrado a través del
tiempo y, en otro orden, a su valioso archi-
vo y sistema de registraciones llevados en
forma eficiente, lo que resulta poco habi-
tual en nuestra administración pública.
Es más, su doctrina jurídica, exigencias
contables y soluciones pragmáticas a los
múltiples problemas que le presentan socie-
dades y asociaciones han creado una juris-
prudencia de profunda gravitación en la
temática de las sociedades por acciones,
asociaciones civiles y fundaciones.
Con más de ochenta años de experiencia
y por las razones precedentemente sinteti-
zadas, la I.G.P.J. está en condiciones de
absorber todas las funciones de control de
legalidad, que el Dt. Ley 19.550/72 le hace
compartir con el juez de inscripción.
Lo que antecede es el urgente paso previo
a la necesaria centralización, en sólo un
organismo estatal, de los controles que so-
bre la actividad de las sociedades comercia-
les efectúa el Estado a través de diversas
reparticiones administrativas —seis en la
Capital Federal—, algunas de las cuales
reconocidamente ineficaces.
INSTIGACIÓN AL DUELO.* (Apén-
dice I , pág. 365.) La ley 20.509, publicada
el 28-5-73, derogó a la 17.567, en consecuen-
cia de lo cual la pena de multa aplicable
al delito reprimido en el inciso I? del ar-
tículo 99 del Código Penal volvía a ser de
doscientos a mil pesos moneda nacional,
pero como la misma ley 20.509, en su ar-
tículo 39, preceptuó que "las escalas pena-
les en los delitos del Código Penal reprimi-
dos con pena de multa se aumentarán a la
cantidad que resulta de multiplicar por cien
en los mínimos y 'por ciento cincuenta en
los máximos", aquella escala pasó a ser, en
definitiva, de veinte mil a ciento cincuenta
mil pesos moneda nacional (doscientos a
mil quiniento"1 pesos).
INSTITUCIONES SEMIFISCALES. (V.
en este Apéndice la voz ESTATUTO DEL FUN-
CIONARIO PÚBLICO EN CHILE.)
INSTITUTO NACIONAL DE JARDI-
NES MATERNALES ZONALES. (V. en
este Apéndice la voz JARDINES MATERNALES
ZONALES.)
INTIMIDAD [DERECHO A LA]. (Tomo
XVI, pág. 728.) Este tema fue ampliamen-
* Por el Dr. ALPKEDO 'NocEm FASOLINO.
te desarrollado en el lugar correspondiente
de esta Enciclopedia. Pero desde entonces
han transcurrido más de doce años sin que
en la legislación argentina se abordase tan
interesante tema, pese a la importancia que
la doctrina de diversos países (la Argen-
tina entre ellos) le había concedido.
Mas con fecha 30 de septiembre de 1974
el Congreso de la Nación sancionó la ley
20.889 mediante la cual, según su artículo
primero, se incorpora al Código Civil un ar-
tículo numerado 32 bis, determinante de
lo siguiente: "Toda persona tiene derecho
a que sea respetada su vida íntima. El que,
aun sin dolo ni culpa, y por cualquier medio
se entrometiere en la vida ajena, publican-
do retratos, divulgando secretos, difundien-
do correspondencia, mortificando a otro en
sus costumbres o sentimientos o perturban-
do de cualquier modo su intimdiad, será
obligado a cesar en tales actitudes y a in-
demnizar al agraviado. Los Tribunales, con
arreglo a la circunstancia del caso, aplica-
rán razonablemente éstas dos sanciones".
Esta norma se encuentra tomada, puede
decirse que literalmente, del art. 20 del An-
teproyecto del Código Civil para Bolivia que
fue redactado en su oportunidad por Ángel
Ossorio y Gallardo, y que no se reproduce
aquí porque ya aparece transcripto en la
mencionada voz de la Enciclopedia (pág.
730).
Conviene, sin embargo, advertir que con
fecha 15 de mayo de 1975 fue presentado
en la Cámara de Diputados de la Nación
(trámite parlamentario N9 10) un proyec-
to de ley suscripto por los diputados Tróc-
coli, Zamanillo, Suárez, Rabanal, Guerrero,
Bravo, Mauhum, Macris, Brau y Mercia-
dri de Morini en el que se solicita la dero-
gación de la ley 20.889 y se sustituya el
art. 1° por otro cuyo contenido viene a ser
igual al del art. 1? de la ley 20.889 y 20 del
Anteproyecto de Ossorio. El texto propues-
to, dice así:
"El que arbitrariamente, aun sin dolo
ni culpa, y por cualquier medio, se entro-
metiera en la vida ajena, publicando re-
tratos, difundiendo correspondencia, mor-
tificando a otro en sus costumbres o senti-
mientos, o perturbando de cualquier modo
su intimidad y el hecho no fuere un delito
penal, será obligado a cesar en tales acti-
vidades, si antes no hubiesen cesado, y a
pagar una indemnización que fijará equi-
tativamente el juez, de acuerdo con las cir-
cunstancias; además, podrá éste, a pedido
del agraviado, ordenar la publicación de
la sentencia en un diario o periódico del
lugar, si esta medida fuese procedente pa-
ra una adecuada reparación".
Se solicita también que por responder a
una más adecuada sistematización, el nuevo
precepto se haga figurar en el libro II,
sección II, título VIII que trata de los actos
ilícitos; precisando más, dentro del capí-
tulo II de dicho título "De los delitos contra
las personas", como artículo 1.090 bis en
lugar del 32 bis de la propuesta original.
Conviene insistir en que todavía no se ha
discutido el proyecto de ley referido y que,
por lo tanto, continúa en vigor la ley 20.889.
El proyecto precitado ha sido convertido
en ley —que lleva el n? 21.173, sancionada
e! 30 de septiembre de 1975— sin otra di-
ferencia que la supresión de la frase "aun
sin dolo ni culpa, y por cualquier otro me-
dio".
Además en el proyecto se incluía el pre-
cepto como art. 1.090 bis, mientras que en
la ley 21.173 se hace figurar como art.
1.071 bis.
Se hace expresa derogación de la ley
20.889. (M. O. y F.)
INUTILIZACIÓN Y D E S T R U C C I Ó N
DE VÍAS Y OBRAS PARA LA COMUNI-
CACIÓN PÚBLICA.» (Apéndice I, pág.
371.) La ley 20.509, publicada el 28-5-73,
al derogar a la 17.567, provocó, dentro del
capítulo II del título VII del libro Segun-
do del Código Penal, nuevas modificacio-
nes en los preceptos referidos a la inutili-
zación y destrucción de vías y obras para
la comunicación pública.
Desapareció así el artículo 190 bis, que
había incorporado la ley derogada y retor-
nó la antigua redacción del artículo 192,
que ahora establece: "Será reprimido con
las penas establecidas en el artículo ante-
rior (diversas escalas de penas privativas
de la libertad, según los incisos), en sus
casos respectivos, el que ejecutare cual-
quier acto tendiente a interrumpir el fun-
cionamiento de un telégrafo o teléfono des-
tinado al servicio de un ferrocarril".
Pero, la misma ley 20.509, en su articulo
49, inciso I9, mantuvo algunas de las dis-
posiciones que habían modificado los go-
biernos de facto, entre ellas las que se re-
ferían a los artículos 190 y 194, que se re-
fieren al tema que nos ocupa.
Por lo tanto, la redacción del artículo
190, es la siguiente: "Será reprimido con
prisión de dos a ocho años, el que a sabien-
das ejecutare cualquier acto que ponga en
peligro la seguridad de una nave, construc-
ción flotante o aeronave. Si el hecho pro-
dujere naufragio, varamiento o desastre
aéreo, la pena será de seis a quince años de
reclusión o prisión. Si el hecho causare
lesión a alguna persona, la pena será de
* Por el Dr. ALFREDO NOCESTI FASOUNO.
seis a quince añoa de reclusión o prisión,
y si ocasionare la muerte, de diez a veinti-
cinco años de reclusión o prisión. Las dis-
posiciones precedentes se aplicarán aun-
que la acción recaiga sobre una cosa pro-
pia, si del hecho deriva peligro para la se-
guridad común,"
Y la del artículo 194, es la siguiente: "El
que, sin crear una situación de peligro co-
mún, impidiere, estorbare o entorpeciere
el normal funcionamiento de los transpor-
tes por tierra, agua o aire a los servicios
públicos de comunicación, de provisión de
agua, de electricidad o de sustancias ener-
géticas, será reprimido con prisión de tres
meses a dos años".
La ley 20.510, también publicada el 28-
5-73, derogó a su vez a la 18.670, que intro-
ducía el juicio oral y en instancia única
para las infracciones tratadas ut supra.