taciones no se consideran sacrificios sino
como condiciones del ejercicio del derecho
de propiedad —que, como derecho, no puede
concebirse incondicional e ilimitado, sino
conforme a su naturaleza esencialmente so-
cial—, debe seguirse lógicamente de ello que
esta categoría de limitaciones existe inde-
pendientemente de toda ley o convención
que lo disponga, si bien de acuerdo a una
regulación administrativa, es decir, a una
regulación... Según esto, continúa el tra-
tadista argentino, es fácil determinar el ca-
rácter diferencial de estas restricciones res-
pecto de las del Derecho privado y respecto
también de las llamadas servidumbres ad-
ministrativas, con las que suele a veces con-
fundírselas. En efecto, las restricciones fun-
dadas en el interés público colocan al par-
ticular (propietario) frente a la adminis-
tración pública, y no a los diversos propie-
tarios entre sí; ésto último es lo que ocurre
en las limitaciones en interés privado y en
las servidumbres de derecho civil. En estas
limitaciones, tanto el propietario obligado
como el beneficiado por la limitación o por
la servidumbre, en su caso, son siempre
particulares en sí considerados, y son tam-
bién determinadles. Esto es que mientras en
las limitaciones en interés privado (res-
tricciones o servidumbres) trátase de con-
ciliar el derecho de propietarios vecinos, en
atención a un reciproco interés privado, en
las limitaciones de interés público (restric-
ciones y servidumbres administrativas) se
hace retroceder el derecho absoluto y ex-
clusivo, respectivamente, del derecho de pro-
pidad privada hasta donde lo exija el in-
terés público concretado en las necesidades
administrativas. Es la gestión de ese interés
público, precisamente, lo que da a la acti-
vidad administrativa un carácter de ne-
cesidad y de legitimidad en sus llamados
avances —o atentados, según algunos— lle-
vados contra la propiedad privada, al esta-
blecer limitaciones, ya sea como restriccio-
nes, ya como servidumbres" (i).
Esta clase de restricciones o limitaciones
de orden público a los derechos de propie-
dad,, de comerciar e industrializar artículos,
de movilizar riquezas, etcétera, en suma las
garantías primarias y esenciales del indivi-
duo en el seno de la sociedad para desen-
volverse y desplazarse en todo sentido, se
ajustan a los objetivos fundamentales de la
información a la que nos referimos, ad com-
modc et incommodo, según lo veremos en-
seguida.
3. Objetivos de la información "de com-
modo et incommodo". Según Escriche, esta
medida tiene por objeto la "averiguación
(1) Bielsa, B., Derecho administrativo, 3' ed.,
t. 3, págs. 352 y sigs., nüm. 772, Ed. J. Lajouane
y Cía., Bs. Aires, 1939.
que se hace para conocer las ventajas y los
beneficios que pueden resultar de alguna
variación o mudanza proyectada en algún
establecimiento, de la conctrucción de una
manufactura, fábrica, obrador, laboratorio,
u otra cosa' que pueda incomodar al vecin-
dario o causar algún daño a la salud pú-
blica" (2)'.
Con escasas variantes, Cabanellas expresa
que la misión de la información de commo-
do et incommodo es la averiguación acerca
de los inconvenientes y ventajas que para
la población en general, o vecindad en par-
ticular, puede ofrecer la instalación de una
fábrica, laboratorio o establecimiento de
otra índole, en lo referente a la seguridad,
salud o comodidad" (3).
Es más precisa la Enciclopedia Jurídica
Española cuando se refiere a una "serie de
trámites administrativos encaminados a
puntualizar, oyendo a todos los interesados,
en pro y en contra, las ventajas e inconve-
nientes que pueda proporcionar cualquier
obra pública, como la apertura de una calle,
la construcción de un puente, canal, carre-
tera, línea férrea, la variación proyectada
en una fábrica, laboratorio, taller o estable-
cimiento que pueda molestar al vecindario,
o resultar perjuidicial a la salud o tran-
quilidad pública" (*).
Como se advierte, esta última acepción es
más amplia y comprensiva, que las dos an-
teriores. En efecto; las primeras ponen su
acento en la naturaleza privada de la obra
a emprender: instalación de una fábrica o
manufactura, laboratorio, etcétera, o am-
pliación o modificación de un estableci-
miento ya existente.
La última se refiere al mismo tiempo a
obras públicas, que pueden incidir en des-
medro as los intereses de la salud, tranqui-
lidad y comodidad del vecindario en par-
ticular, o de la población en general, amén
de la realización de cualquier obra pública:
verbigracia, apertura dé una calle, construc-
ción de un puente, canal, carretera, linea
férrea, etcétera. Lo cual significa que la
información procede en ambos casos, cuan-
do se puede lesionar o afectar a los intereses
públicos mediante una medida de la índole
precitada.
El tema entronca, desde luego, con el De-
recho administrativo ya que se refiere a las
restricciones y límites del dominio privado,
como del dominio público y el proceso va-
ría conforme B las legislaciones. Resulta
bien claro que si alguien desea instalar una
(2) Escriche, J., Diccionario de legislación y ju-
risprudencia, pág. 868, Madrid.
(3) Cabanellas, G., Diccionario de Derecho
usual, t. 2 pág. 379, Ed. Arayú, Bs. Aires, 1953.
(4) Enciclopedia Jurídica Española, Barcelona,
t. 19, pág. 30.
obra mercantil o industrial y pone en pe-
ligro, por ejemplo, la salud del vecindario
debido a las emanaciones de los productos
en elaboración, o cuando alguna persona o
empresa pretende establecer una fábrica su-
mamente ruidosa en zona residencial, o si
arroja los desperdicios que le ocasiona su
industria en un lugar que es aprovechado
como balneario o si amenaza con las irra-
diaciones de sus substancias manipuleadas
la salud de las gentes, debe surgir quien en
nombre de los intereses afectados pueda po-
ner valla a los desmanes. Para evitar tales
situaciones —no siempre previstas en los
reglamentos y muy pocas veces respetadas,
aún existiendo disposiciones legales—, se
admite la información en estudio. Su sim-
1 le terminología latina nos dice de sus ver-
daderos alcances: de commodo et incom-
mcdo: acerca de las ventajas e Inconve-
nientes. El jurisconsulto Paulo, en el Diges-
to lo valoraba de este modo: "Secundum
naturam est commoda cuiusque reí eum
seguí, quem sequentur incommoda": es con-
forme a la naturaleza que disfrute de las
ventajas de una cosa, quien suíre los incon-
venientes de la misma.
BIBLIOGRAFÍA. — La citada en las notas.
INFORMACIÓN DE VITA ET MOBIBUS.
Llámase así a la investigación o prueba en-
caminadas a señalar la vida y las costum-
bres de un persona determinada. Esta infor-
mación puede tener por finalidad —y es
tal vez el caso más frecuente— conocer la
moralidad de una persona que pretende in-
gresar en alguna comunidad o sociedad.
Según afirma Escriche (Diccionario razona-
do de jurisprudencia y legislación) este gé-
nero de informaciones se emplea también
para conocer y tomar en cuenta los ante-
cedentes de un imputado en causa cri-
minal.
A nuestro juicio, una información de vita
et mcribus está representada por la norma
que establece el artículo 377 de la ley de
enjuiciamiento criminal española del año
1382, que dice asi: "Si el juez instructor lo
conceptuase conveniente, podrá pe'dir in-
formes sobre la moralidad del procesado'a
los alcaldes de barrio o a los correspon-
dientes funcionarios de policía del pueblo o
pueblos en que hubiese residido. Estos in-
formes serán fundados, y si no fuere po-
sible fundarlos, se manifestará la causa que
lo impida. Los que lo dieren no contraerán
responsabilidad alguna, sino en caso de ma-
licia probada". Y añade el artículo 378: "Po-
drá, además, el juez recibir declaración
acerca de la conducta del procesado a to-
das las personas que por el conocimiento
que tuvieren de éste puedan ilustrarle so-
bre ello".
En lo que se refiere a la legislación ar-
gentina, las informaciones de esta índole
resultan inexcusables si se tiene en cuenta
que de acuerdo a lo dispuesto en el articulo
41 del Código penal, las circunstancias
agravantes o atenuantes, a efectos de la im-
posición de las penas divisibles, se deter-
minan teniendo en cuenta, además de otros
datos, "las costumbres y la conducta del
sujeto". Concordando con ese precepto, el
articulo 260 del Código de procedimientos
en lo criminal de la Capital Federal, esta-
blece que "el juez a quien corresponda la
instrucción, procurará hacer constar en las
diligencias del sumario, todas las circuns-
tancias personales del procesado, que pue-
dan tener influencia para determinar la
clasificación legal o la mayor o menor gra-
vedad del hecho qua se le imputa".
Estás informaciones judiciales no están
admitidas en algunas legislaciones de otros
países porque pueden crear en torno al en-
causado una atmósfera que pueda inclinar
el ánimo del jurado a una posición de hos-
tilidad hacia la persona sometida al proce-
so- El pro y el contra de este género de in-
formaciones, fácilmente se advierte, pues
si de una parte es más verosímil que haya
cometido un delito un sujeto de malos an-
tecedentes y de costumbres depravadas, no
cabe tampoco duda acerca de que un indi-
viduo por muy desordenada que sea su vida,
por muy perversas que sean sus costumbres
y aún por muchos otros delitos que haya
cometido, puede ser inocente en relación a
una imputación concreta. E inversamente
la justificación de una buena conducta an-
terior del imputado puede inclinar el ánimo
del juzgador a desestimar la imputación, no
obstante la posibilidad de que una persona
de vida y costumbres intachables, sea el
autor de un delito concreto.
Precisamente en esa diferencia se basa la
clasificación de los delincuentes en habi-
tuales y ocasionales.
Otra manifestación de las informaciones
de vita et moribus se encuentra en los
certificados de buena conducta que expide
la policía a favor de les particulares a fin
de que estos puedan realizar determinados
actos de la vida civil; más en la realidad
estas certificaciones no suelen pasar de un
trámite puramente burocrático y a cambio
de tan escasa utilidad dejan en manos del
informante un arma tanto más peligrosa
cuanto que frecuentemente le permite una
valoración de conductas que no afecta a las
costumbres sino que puede entrar en un te-
rreno político (M. O. y F.).
 INFORMACIÓN PARA DISPENSA DE
LEY.* SUMARIO: 1. Origen y naturaleza de la.
dispensa. 2. El tema en el Derecho político.
3. El precepto en las leyes actuales. 4. In-
formación para la dispensa en la ley espa-
ñola.
1. Origen y naturaleza de la dispensa.
Aunque la dispensa de ley no es particular
de la regla canónica ni de la Iglesia de Ro-
ma, es evidente que ésta ha dado lugar al
nacimiento de una serie de éstas y ha dado
fisonomía y configuración a la "relajación
de la ley en un caso especial", como bien se
la señala en el canon 80 de la legislación
eclesiástica. Esta relajación dice el mismo
precepto, "puede concederse por el autor de
la ley, por su sucesor o superior y por aquél
a quien alguno de los mismos hubiera con-
cedido la facultad de dispensar". Un exégeto.
de dicho canon aclara el alcance del mismo
afirmando qué "la dispensa no destruye la
eficacia general de la ley, pero sí su eficacia
objetiva en casos particulares: es una exen-
ción de la ley por la que el legislador saca
del ámbito de la misma algún caso en que
ella estaba comprendido". Y agrega: "Se di-
ferencia de la excusa, que libra en algún
caso particular de la obligación de cumplir
la ley por razones intrínsecas (ignorancia,
impotencia), o por voluntad general del le-
gislador, existente ya en el momento de
darse la ley, a quien radicalmente continúa
sujeto a ella y normalmente debiera estar
obligado a cumplirla. La dispensa se dife-
rencia también de la licencia, que es la con-
dición requerida por la ley para obrar de
conformidad con ella en casos excepciona-
les; de la epiqueya, que es una interpreta-
ción benigna de la ley por la que se juzga
que un caso particular no es. conforme a la
mente del legislador y consiguientemente
no está comprendido en la ley, aunque lo es
materialmente en sus palabras; del privile-
gio fuera de derecho, porque éste no se opo-
ne a la ley, y también del privilegio contra
derecho, que es propiamente una relaja-
ción permanente de la ley, mientras que la
dispensa lo es únicamente en algún caso
particular. En la práctica, a veces el pri-
vilegio contra derecho y la dispensa se usan
como términos sinónimos" í 1 ).
Fundamentando este don de la Iglesia
que consiste en la dispensa, afirma un autor
nacional: "La dispensa, al menos en cuanto
instituto jurídico organizado y normal, es
peculiaridad del Derecho canónico; y se jus-
tifica por las singulares características del
• Por el Dr. MATEO
(1) Miguélez-Alonso-Cabreros, Código de Dere-
cho canónico, bilingüe y cementado, 4» ed., pá-
ginas 30 y 31, Ed, Bíb. Autores Cristianos, Madrid.
'.952.
Derech» de la iglesia. Ante todo, ella es una
sociedad universal; su legislación común,
por eso, entra en contacto con los ambientes
geográficos, raciales, políticos, económicos,
más diversos; por ende, es menester una
permanente labor de reajuste de dicha le-
gislación, para mantenerla acorde con IHS
necesidades del medio auténtico, viviente,
de que se trata. Pues bien, dicho reajuste,
lo proporciona, en buena medida, la dispen-
sa: por ella, en efecto, la norma se relaja
en situaciones especiales, situaciones que
pueden ser tan múltiples como la multipli-
cidad de ambientes donde una misma ley
universal ha de regir... Y es que en reali-
dad, dice más adelante el mismo escritor,
otro es el fundamento esencial del sistema
que analizamos: yo diría que lo constituye
la preocupación metapo.sitiva ínsita en el
derecho positivo tíe la Iglesia. Porque la
Iglesia, en efecto, tiene una suprema fina-
lidad, que está por encima y más allá de
toda norma.clon: salvar las almas para la
mayor gloria de Dios. Es para el servicio
de ese fin, no por el prurito de la legalidad,
que la Iglesia se da a si misma un derecho.
Por eso, siempre que las circunstancias
prueben que el imperio de la ley canónica
en un caso concreto no responde a aquella
meta suprema de todo el ordenamiento, la
Iglesia no tendrá empacho en relajar la ley,
de modo que ella tenga como ausente en
la hipótesis dada" ( 2 ).
Pero fuera de los márgenes de la Iglesia
católica, en todos los tiempos se han cono-
cido dispensas otorgadas por la ley o por
los monarcas, de la misma manera que se
concedían títulos tíe nobleza y heredades.
Y aún en la actualidad perviven en los Có-
digos las dispensas por razón de edad, las
dispensas por impedimentos de sangre y pa-
rentesco las dispensas matrimoniales, etcé-
tera, que .se deben tener como una super-
vivencia de tiempos ya superados.
2. SI tema en el Derecho político. Cons-
tituyó una reacción contra el régimen de las
dispensas, caracerístico de los tiempos feu-
dales, la significativa proclamación de la
ciudadanía francesa bajo el signo de la his-
tórica revolución de 1789. En la declaración
de los Derechos del Hombre adoptada por
la Convención Kacíonal de 1793, se decía, en
el primer artículo: "Los derechos del hom-
bre en sociedad son la igualdad, la libertad,
la seguridad, la propiedad, la garantía so-
cial y la resistencia a la opresión". El ar-
tículo 2" de la declaración, definía a la
igualdad, diciendo que consiste "en que ca-
(2) Enciclopedia Jurídica Omeba, Bs. Aires, vo-
cablo DISPENSA (en el Derecho canónico), comen-
tario del doctor Lorenzo A. Oardella, a cuyo tra-
bajo nos remitimos en punto a dispensa de ley en
el Derecho argentino.
i uno pueda gozar de los mismo derechos",
i decir, agrega un comentarista, que la
ualdad es un principio relativo a los de-
chos pero no un derecho concretamente.
:ro de todas maneras, el principio de la
ualdad constituye una reacción contra las
spsnsas de los monarcas que se decían y
ntían consagrados por el derecho divino
se autocalificaban dispensadores de bie-
;s de toda índole. Aunque Kant no haya
cluido a la igualdad entre sus derechos
ñutos, es evidente que sin la existencia
ésta, no hay democracia ni hay régimen
cial-político justo. El f i l ó s o f o alemán
sncionaba un solo derecho innato: la li-
rtad, pero "la trinidad democrática, dice
L. Palacios, la igualdad es la raíz inte-
:tual del socialismo y el fundamento lo
Kant, con su reino de los fines... La
osofia kantiana destruye el concepto de
¡ filósofos antiguos que admitían la escla-
;ud, y de los actuales capitanes de la in-
stria, para quienes el trabajo es una mer-
ncía, porque partiendo del valor absoluto
la personalidad humana proclama la
taldad de los seres racionales"^). Kel-
a el fundador de la escuela del derecho
l'tico puro, sostiene que el principio más
>fundo de la democracia radica en que
sujeto no reclama libertad para sí, sino
ra los demás; el yo quiere que también
tú sea libre, porque ve en él su igual.
este modo, para que pueda originarse
noción de una forma social democrática,
idea de igualdad ha de agregarse a la
srtad, limitándola. Así la libertad se im-
le por el sentimiento igualitario. Y na-
podría negar que la libertad carece de
significado positivo, si no se realiza en
igualdad. Esto ha hecho decir al profesor
iki, que allí donde la libertad parece no
er sustancia, es porque está divorciada
la igualdad y que excepto su sentido for-
1, toda libertad se convierte en un pri-
:gio especial en4 cuanto falta un acceso
;us resultados ( ).
. El precepto en las leyes actuales. Con
erso carácter, pero fundado siempre en
tivos de excepción y de privilegio, las
;s actuales reconocen numerosos casos
dispensa de la ley relacionadas con las
s variadas situaciones. Así Escriche men-
la que la dispensa constituye el "privi-
.0 o exención graciosa de lo ordenado
las leyes, concedida a favor de alguna
sona por consideraciones particulares;
el instrumento o escrito que contiene
l) Palacios, A. L., Esteban Echeverría, añacea
pensamiento de Mayo, 3» ed., pág, 447, Ed. Cla-
d, Bs. Aires.
:) Palacios, A. L., ob. clt.. pasaje de Kel-
H., Esencia y valor de la democracia, pág. 138,
T
.abor.
esa exención o privilegio. Hay dispensa de
edad para administrar sus bienes o ejer-
cer algún oficio; dispensa de parentesco
para contraer matrimonio y otras varias"
( 5 ). El mismo tratadista recuerda que en
una orden del 19 de abril de 1822 se previno
en la República de Méjico que toda solici-
tud sobre dispensa de ley se promueva ante
el gobierno, para que instruido el expediente
se remita al Congreso con los informes ne-
cesarios y por decretos del l* de julio de
1824 se declaró en qué leyes podrían dis-
pensar los Congresos de los llamados esta-
dos en aquél tiempo.
Haremos una breve enunciación de las
dispensas más conocidas en el derecho po-
sitivo actual.
a) Dispensa canónica. Ya hemos dicho
algo al respecto. Como causas de dispensas
canónicas en materia de matrimonio, cuan-
do existen impedimentos dispensables, se
dan los siguientes: a) astas feminae supe-
radulta, cuando la mujer ha cumplido más
de 25 años y tiene menos de 40; tiende a
evitar el aumento del número de las mu-
jeres célibes; b) angustia loci, o pequenez
de lugar, por la dificultad de encontrar
cónyuge que no fea pariente en los pobla-
dos menores- de 1500 habitantes; c) bonum
pacis, por el bien de la paz. que se alega en
bodas reales y para finiquitar rencillas do-
mésticas; d) convalidatio matrimonni mixti,
para bendecir válidamente una unión ya
contraída por otro rito en caso de disparidad
de cultos; e) copula prehabita, cuando ha
habido acceso carnal previo y cabe así legi-
timar la unión; f) excelentia meritorum,
cuando se tiene en cuenta los servicios o
voluntad de alguna de las familias a favor
de la Iglesia; g) famiüaritas periculosa para
oponerse al peligro de incontinencia deri-
vada del trato familiar frecuente; h) incon-
gruentia dotis, cuando la mujer cuenta con
escaros recursos y el marido pertenece a la
familia; infamia mulieris, si por la mala
fama de la mujer, fundada o no, puede
constituir el matriinonio remedio; j) lites
super sucessione, para poner fin o evitar
principio a pleito sobre sucesiones; k) pau-
pertas viduae, cuando la viuda pobre y con
hijos quiere casarse con alguien de la fa-
milia; 1) periculum concubinatus, "peligro
de concubinato"; si los contrayentes sólo
celebran el casamiento civil, no teniendo
dispensa de la iglesia; periculum matrimoni
mixti, para impedir que se contraiga el
matrimonio, habiendo diferencia de cultos,
por el rito de la Iglesia no católica; m) re-
motio scandalorum, "remedio del escánda-
lo", para poner fin al verdadero concu-
binato.
(5) Escriche, J., Diccionario de legislación y
risprudencia, pág. 564.
 b) Dispensa de impedimentos. Para el
Derecho canónico son impedimentos dis-
pensables, con mayor o menor complica-
ción, es decir, con intervención del obispo
e incluso de la Santa Sede, los siguientes:
a) consanguinidad colateral en tercer gra-
do; b) afinidad colateral en segundo gra-
do; c) cuasiafinidad; d) parentesco espiri-
tual; e) adulterio con promesa de matri-
monio; f) voto de castidad; g) disparidad
de cultos.
c) Dispensa de proclamas. Llámase así
a la que suspende la obligación de publicar
edictos o proclamas durante un determi-
nado número de días antes de la' celebra-
ción de matrimonio. La dispensa se relaciona
con un privilegio otorgado en este sentido
a los militares en servicio activo siempre
que acrediten su cualidad de célibes con un
certificado extendido por el jefe del cuerpo
a que pertenecen.
3. La información para dispensa en el
Derecho español. "Por dispensa de ley se,
entiende, dice un tratadista español, el pri-
vilegio, gracia o licencia que, por conside-
raciones particulares se concede a persona
determinada, para eximirse de la observan-
cia de una ley o para hacer alguna cosa
prohibida por las leyes generales. Estos ex-
pedientes, proñgue, tienen carácter guber-
nativo, puesto que se inician en virtud de
E3al orden comunicada por el superior in-
mediato al juez de la instancia, quien pro-
cede a darle cumplimiento para que preste
la información oportuna sobre los hechos
expresados en su instancia, o sobre Jos pre-
venidos en la Real orden. También puede
ampliarse a la justificación de otros hechos,
antes desconocidos y que el juez estime im-
portantes". Estas informaciones se practi-
can con citación del Ministerio fiscal y de
las personas' que tengan interés conocido
y legítimo en el asunto, siempre que esto se
haya mandado en la Real orden o lo soli-
cite el recurrente. El secretario judicial dará
fe de conocer a los testigos, y en su defecto,
exigirá que otros dos respondan del cono-
cimisnto de cada uno de ellos y suscriban
las declaraciones de los que se encuentren
en este caso.
Cuando el citado no comparezca y trans-
curra el término que se le hubiere desig-
nado, continuará la substanciación del ex-
pediente con solo la intervención del Mi-
nisterio fiscal, a no ser que el interesado
fuere menor o incapacitado, en cuyo caso
es indispensable su audiencia, y a este fin
deberá compelerse a su representante legí-
timo para que, sin occusa alguna, propon-
ga dentro del plazo que el juez señale -lo
que al interés del menor e incapacitado
convenga. Si pendiente una información
mandada recibir sin citación, se presentare
alguna persona oponiéndose a la dispensa
de ley para la cual se reciba, se le oirá, si
tuviere conocido y legítimo interés en
sostener la oposición.
Para la compulsa o cotejo de documen-
tos, es indispensable la asistencia del Fis-
cal, a quien después se entregará el expe-
diente para que emita dictamen por escrito;
si entiende que no se ha acreditado el
conocimiento de los testigos o que existe
algún otro defecto, pedirá que se subsane,
así como la práctica de cualquier diligen-
cia que estime necesaria para la califica-
ción acertada de los hechos en que se funde
la gracia y la citación de las personas que
no lo hayan sido y puedan tener interés
para oponerse a su concesión. Cuando esté
completa la instrucción del expediente, el
Ministerio fiscal dará dictamen sobre el
fondo del negocio y después el juez emitirá
también su dictamen, que remitirá con el
expediente al Tribunal superior. La Sala de
Gobierno oirá al Fiscal, y, subsanados los
defectos que pueda tener el expediente,
acordará el informe que deba elevarse al
Gobierno, al cual remitirá original el ex-
pediente, con copia certificada del dicta-
men fiscal.
Si algún magistrado disiente de la ma-
yoría, puede extender por separado su
dictamen que se insertará en la consulta
(artículos 1980 y siguientes, hasta el 1993,
de la Ley de enjuiciamiento civil, título
VIII, "De las informaciones para dispensa
de Ley").
Cabe subrayar que las dispensas de ley,
o gracias al sacar, se determinaron en la
ley de 14 de abril de 1838, subsistiendo hoy
como la única importante, la que se refiere
a la legitimación de los hijos naturales
conforme al artículo 120 del Código civil
español.
El nombrado precepto de la ley civil
española autoriza la legitimación de los
hijos naturales, por los siguientes medios:
1" Por el subsiguiente matrimonio de las
padres; 2" Por concesión leal. Esta forma
de legitimación e<-tá autorizada por la Ley
de Bases, base 5' por la citada Ley de
enjuiciamiento civil, artículos 1880 y si-
guientes por la Ley de 17 de junio de 1870,
artículo 80, núm. 1' y el Código canónico,
1051 y 1116.
El artículo 125 del Código civil establece
lo siguiente: "Para la legitimación por con-
cesión real deberán concurrir los siguientes
requisitos: I" Que no sea posible la legiti-
mación por sub:iguiente matrimonio. 2'
Que se pida por los padres o por uno de
éstos. 3" Que el padre o madre que lo pida
no tenga hijos legítimos, ni legitimados por
subsiguiente matrimonio, ni descendiente.
4» Que, si el que la pide es casado, obtenga
el consentimiento del otro cónyuge". Re-
gularon los trámites de la legitimación por
concesión real los artículos 49 a 53 del Re-
glamento sobre Procedimiento y régimen
del Ministerio de Gracia y Justicia (hoy de
Justicia). Por decreto del 19 de junio de
1943 se dispone la reanudación, sin modifi-
cación alguna, en cuanto al procedimiento
jurídico vigente, de \s, tramitación de expe-
dientes de legitimación por Concesión so-
berana, que se hará en nombre del Jefe del
Estado.
El subsiguiente artículo prescribe que
también "podrá obtener la legitimación por
concesión' real el hijo cuyo padre o madre,
ya muertos, hayan manifestado en su tes-
tamento público su voluntad de legitimarlo,
con tal que concurra la condición estable-
cida en el núm. 3' del artículo anterior"
(art. 126) y el inmediato dispone: "La le-
gUimarión por concesión real da derecho
al legitimado: I9 A llevar el apellido del
padre o de la madre que la hubiese solicita-
do. 2' A recibir alimentos de los mismos en
la forma que determina el artículo 143. 3' A
la porción hereditaria que se establece en
este Código". Una jurisprudencia del Supre-
mo Tribunal ha establecido (21 did?tn.bre
1892): 1' Que el legitimado por concesión
real no es legítimo para los efectos de la
pensión de Montepío. 2' El hijo natural
que fue legitimado por concesión real con
posterioridad a la muerte de su padre no
tiene derecho a reclamar la entrega de la
herencia íntegra de éste; y la sentencia
que limita el alcance y consecuencias de la
legitimación al día en que la gracia se
conceda anlicn rectamente la Ley 4 a , Tit.
XV, Partida IV. y el principio legal según
el nue la sucesión de una persona se veri-
fica al ocurrir su fallecimiento (S. 6 Jura.,
JS38).
Está admitida la norma de que quien se
sienta afectado ñor una dispensa de ley
regulada por el Código civil, puede impug-
narla en juicio declarativo, que será de ma-
yor cuantía si afecta el estado civil de las
personas; y cuando la material de la gracia
sea administrativa, conocerá de la relación
la Sala 3* del Tribunal Supremo.
Conforme lo prescripto en el artículo 63
del Código civil español, en las informa-
ciones para dispensa dí ley es competente
el juez del domicilio del que las solicite.
Recuerda Cabanellas que "para el Código
civil español, alegando justa causa, que el
texto legal no indica y en la práctica se
reduce a la simple petición de los intere-
sados, cuando no se atraviese alguna mal-
querencia política, el gobierno puede dis-
pensar el impedimento relativo al plazo dé
viudez para las segundas nupcias; los gra-
dos tercero y cuarto de los colaterales
por consanguinidad legítima; la afinidad
legitima o natural entre colaterales; y los
impedimentos relacionados con los descen-
dientes del adoptante. Con criterio simpli-
ficador, después de 1931, por ministerio de
la ley fueron suprimidos todos los impedi-
mentos di-p3nsables por la autoridad pú-
blica, salvo el caso especial de la viuda,
dependiente, sobre todo, de la realidad del
embarazo, o de su inexistencia. Posterior-
mente, abrogada la mayoría de la legisla-
ción republicana, ha de entenderse resta-
blecido el sistema antiguo". (I, p. 725).
BIBLIOGRAFÍA. — La Indicada en el texto y notas.
INFORMACIÓN PARA PERPETUA ME-
MORIA. (V. INFORMACIÓN AD PERPETUAM).
INFORMACIÓN POSESORIA (RÉGIMEN
PROCOS»!. D^ IA USUCAPIÓN).* SITM»-
Rto: Introducción. Priircra parte: Las {nfor-
mncioncs 7>fW»->n'í>s. CmTf"ito. Rórlmen le-
po! v .(nrísprudcncin!. Enfoque crítico. Se
gvne'a Parte: La arción declarativa Ac. usu-
caníon. Antecedentes doctrinarios. Antepro-
yecto Bib'loni y Proyecto de In Comisión
de 193(5. La ley 14.159 y decreto-ley 5750/58.
El Código mendoclno de 1951.
INTRODUCCIÓN
Entre los modos de adquisición del do-
minio, el art-'culo 2524 inc. 7" del Código
civil argentino menciona la prescripción,
definida en el p.rtículo 3948 como un dere-
cho por cuya virtud "el poseedor de una
cosa inmueble, adquiere la propiedad de
ella por la continuación de la posesión, du-
rante el tiempo fijado por la ley". Hay dos
tipos de prescripción adquisitiva. Una es la
breve o decenal, que se da cuando "el que
adquiere un inmueble con buena fe y justo
título, prescribe la propiedad por la pose-
sión continua de diez años, si el verdadero
propietario habita en la provincia, donde
el inmueble está situado; y por veinte años
si está domiciliado fuera de ella" (art. 3999
C. Civil). Y otra es la larga o treintañal,
descripta por el articulo 4015: "prescríbese
también la propiedad de cosas inmuebles y
los demás derechos reales, por la posesión
continua de treinta años, con ánimo de te-
ner la cosa para si, sin necesidad de tí-
tulo y de buena fe de parte del poseedor,
y sin distinción entre presentes y ausen-
tes...". Acerca de esta última, insiste el
artículo 4016: "Al que ha poseído durante
treinta años, sin interrupción alguna, no
puede oponérmele ni la falta, ni la nulidad
del título, ni la mala fe en la posesión".
No corresponde ahora el estudio sustan-
(6) Cabanellas. O.. Diccionario de Derecho
usual, t. 1, p&g. 725, Ed. Arayú, Bs. Aires.
(*) Por el Dr. LORENZO A. GABDEUA.
 tivo de la prescripción para adquirir, que
se hará en otra voz de esta Enciclopedia
(V. PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA) . Aquí se trata,
tan solo, de examinar el régimen procesal
de la "usucapió" y, más precisamente, el
régimen procesal de la prescripción larga o
treintañal, ya que la breve o decenal no
supone problemas especiales en este sen-
tido (i).
La prescripción de treinta años apareja,
sí una serie de cuestiones de procedimien-
tos, y en seeuida nos explicamos. Por la po-
seción continuada, pública, pacífica animus
dimini, durante tres décadas, el poseedor
adquiere el dominio del inmueble, se hace
propietario: y esto por el solo curso del
tiempo, sin que se reo.uiera declaración o
reconocimiento alguno por parte de las
autoridades judiciales o administrativas.
Emoero. esta situación en cuya virtud los
derechos del antiguo titular del dominio se
han extinguido para dejar sitio a los del
po-redor. requiere una constatación for-
mal: de ctro modo quien e- dueño por
prescripción pdeiuMHva nermanecerla prác-
ticamente irnoosibilítado par?, el efectivo
ejercicio de FUS derechos dominiales (ven-
der hitxiteenr. etc.): y a su ve?, perduraría
la incertidumbre acerca de los derecho.? del
anterior titular. De ahí la necesidad de
una vía procesal que esclarezca esa situa-
ción incierta, que ponea término a un es-
tado de cosas contrario al interés indivi-
dual y al bien común.
En nuestro Derecho, una rancia tradición
imnuso a las llamadas "informaciones no- "
sescrias" o "informaciones treintañales"
como resorte procedimental para que el
poseedor de treinta años acreditara su ca-
lidad de tal y su consiguiente condición de
dueño. Más tarde, se abrió camino entre
nosotros la idea de un instrumento ritual
más perfeccionado: la acción declarativa
de "usucapió", que propiciada por la doc-
trina y por algunos proyectos de reforma
legislativa, acabó por hacerse derecho po-
eitivo con la ley 14159 y con el decreto-ley
5756/58. Y he ahí, entonces, los dos suce-
sivos temas de las páginas que seguirán.
Primera Parte
LAS INFORMACIONES POSESORIAS
Conceptos. Diremos, con Salvat, que se
entiende por "información de posesión
treintañal" o más simplemente por "infor-
mación posesoria", a aquel "procedimiento
que debe seguirse para comprobar la exis-
tencia de la posesión de treinta años y ob-
tener la correspondiente declaración judi-
(1) Por razones practicas, en esta Enciclopedia
el tema genérico , "régimen procesal de la usuca-
pión", se estudia bajo el acápite especifico de IN-
FORMACIÓN POSESOBIA.
cial de haberse adquirido por este medio la
propiedad de un inmueble, sea en el caso
de simples intrusos que han poseído el in-
mueble sin título alguno, sea en razón de
haberse poseído con un tituio desprovisto
de valor legal" (-').
Régimen legal y jurisprudencia. Varios
códigos procesales de provincia, antiguos y
modernos, han regulado las informaciones
posesorias; no as?, en cambio, el Código de
la Capital Federal, donde el instituto es
creación de la jurisprudencia.
1. Provincia de Buenos Aires, a) En el
Código de Procedimientos Civiles de la
Provincia de Buenos Aires, se ocupan del
arunto los artículos 781, 782 y 783. Según
el primero: "Presentada la solicitud ante el
Juzgado de Primera Instancia respectivo,
se requerirá informe de la Oficina de Tie-
rras Públicas cíe la Provincia y del Depar-
tamento de Ingenieros si se tratare de tie-
rras cuyo dominio pueda pertenecer al
Estado; *.; fuere de ejido, será oída previa-
mente 1?, Municipalidad. Si no se presentí re
el informe dentro de veinte días, a petición
de parte se dará por decaído el derecho a
evacuarlo". Según el articulo 782: "Si no se
tratare de tierra pública o municipal, se
recibirán las pruebas con citación fiscal, y
con su audiencia, se dictará la resolución
que corresponda, la que será apelable co-
mo en las excepciones". Y dispone en fin el
artículo 783: "Si resultare de los informes
a que se refiere el articulo 781, que la tierra
no ha calido del dominio público, o se de-
dujere oposición por la Municipalidad, por
la misma causa, la gestión se considerará
de carácter contencioso-administrativo, y el
juez se declarará incompetente" (»).
Como podrá advertirse, esta regulación es
muy simple: do mediar interés comprome-
tido, se seguirá un trámite contencioso-
administrativo; en caso contrario, la soli-
citud se sustancia cín contradicción y sin
más contralor que el fiscal, no imponiendo
la ley otros recaudos al usucapiente.
Recordemos que el citado artículo 783 del
C. Proc. Civiles bonaerense ha tenido una
accidentada existencia (*). Puede afirmar-
se que dicha norma se anticipó en un fallo
de la Suprema Corte provincial, del año
1905, al decidirse que "cuando existan cues-
tiones acerca de si un terreno es o no de
propiedad pública, tanto las concernientes
a la propiedad como las que se refieren a
la posesión, deben ser resueltas por el Poder
Administrador", Al año siguiente aparecía
el Código de procedimientos civiles, con el
(2) Salvat, Derechos reales, t. 1, núm.' 1016.
(3) Por el art. 3» de la ley del 13-5-914, el tér-
mino del art. 781 "podrá ser ampliado en otro tan-
to a solicitud de la autoridad respectiva".
(4) Cfr. Proyecta de David Lascano, Exposición
de Motivos, págs. 161 y 152.
precepto de referencia. Pero en ese mismo
año se dictaba el Código de procedimientos
en lo contencioso-administrativo, y enton-
ces la Corte entendió que el nuevo cuerpo
de leyes derogaba implícitamente al artícu-
lo 783 del Código, proc. civiles, al exigir,
para que existiera caso contencioso-a.dmi-
nistrativo, condiciones que no se contem-
plaban en el citado artículo 783 de la ley
adjetiva civil. Esta jurisprudencia se man-
tuvo firme y fue menester que por ley ex-
presa del 13-V-1914 se declarara vigente el
articulo 783 de marras. Desde entonces, los
referidos reparos desaparecieron y quedó
bien en claro que, en no tratándose de
bienes particulares, la jurisdicción civil se-
ría incompetente para entender en infor-
maciones posesorias, las cuales se sujeta-
rían a un trámite administrativo. La po:i-
bilidad de que este sistema violara la Cons-
titución Nacional, en cuanto que una ley
de provincia organizaría un régimen de
excepción para la "usucapió" de los bienes
locales del fisco, fue desestimada por la
Corte bonaerense: en el fondo, como obser-
va Lascano, el artículo 783 no hace otra
cosa que "establecer una regla de compe-
tencia, lo que es esencialmente asunto de
procedimiento" (5). Eso sí, añade Lascano,
dicha regla se ha fijado sobre "una base
falsa y que desnaturaliza toda una mate-
ria": porque, en efecto, en buena doctrina
sólo hay causa contencioso-administrativa
cuando un acto administrativo lesiona un
derecho también administrativo, y desde
luego que no se da dicha hipóteris cuando
el Fisco arguye derechos propios respecto
de un bien privado que un particular pre-
tende prescribir.
Lo que acaba de señalarse nos lleva co-
mo de la mano a otro problema: ¿El con-
cepto "dominio público" del artículo 783 C.
Prc. Civ. de B. Aires se ha de entender en
sentido estricto, o solo como sinónimo de
"dominio fiscal"? Consideramos, con la ju-
risprudencia dominante ( « ) , que la segunda
es la interpretación correcta: a) porque el
dominio público propiamente dicho nada
tiene que ver con la "usucapió", como que
él es imprescriptible de acuerdo con el ar-
tículo 3951 del Código civil; b) porque el
artículo 783 C. Pr. Civ. B. Aires se remite
al 781, y es obvio que este último alude a
las tierras del dominio -privado provincial o
(5) Op. cit., pág. 154.
(6) Ver, por ejemplo, fallo Corte Sup. Bs. Aires,
L. L.. t. 62, págs. 393 y 394, donde la mayoría, si-
guiendo al doctor Brunet, expone el criterio que
nosotros propugnamos en el texto, m< entras que,
en minoría, el doctor Ramírez Oronda Interpreta
ttricto sensu la locución "dominio público" del
art. 783. Más explícita aún, esa misma tesis de Ra-
mírez Oronda puede verse en La Ley, t. 62. pá-
gina 462.
municipal; e) porque el artículo 783 debe
también conectarse con el 782 (con el cual
completa los dos miembro} de una disyun-
ción), siendo claro, por la lectura de ese
articulo 782. que la alternativa se da entre
bienes privados ficales o particulares, y no
más.
Agregaremos que por decreto del 9 de
setiembre de 1931, se reglamentó el trámite
administrativo de las informaciones posecp-
rias para aquellos casos en que, a tenor
del artículo 783 del Cód. Procs. Civiles, la
justicia civil resulte incompetente. La soli-
citud se formula ante el Ministerio de Ha-
cienda, indicándose dimensiones, superfi-
cie y linderos; se acompañará un plano, a
menos que el fundo esté especificado en él
plano oficial, en cuyo caso bastará remitir-
se al mismo. Debe acreditarse identidad,
lugar y fecha de nacimiento y de entrada
al país del solicitante, como también el pa-
go de las contribuciones provinciales o mu-
nicipales relativas al inmueble; se formu-
lará, asimismo, manifestación de que por
dicho predio no se intentaron antes trámi-
tes análogos; si medió traspaso de la po-
sesión, se justificarán documentalmente las
transferencias. Ha de agregarse, en fin, una
lista de cuatro testigos al menos, con sus
interrogatorios, si es que la posesión no
puede probarse con documentos fehacien-
tes. De inmediato se da intervención a la
Dirección General de Geoderia, para que
ésta informe si el predio se comprende o
no en la ley de ejidos de 1870, ya que en
caso afirmativo deberá oírse a la respectiva
comuna; y se solicita que la Dirección ge-
neral de rentas se expida sobre el pago de
gravámenes, si ese extremo no está justi-
ficado en el expediente. En seguida, la Di-
rección de tierras se pronunciará sobre la
documentación acompañada y sobre la con-
veniencia de oir o no a los testigos propues-
tos. Luego el Ministerio de hacienda decide
sobre la recepción de dicha prueba, que en
su caso se producirá ante la Dirección de
tierras, en un solo día, según las normas
procesales civilas y con intervención del
Fiscal de Estado: El Ministerio de hacienda
puede disponer de oficio otras pruebas;
después dictamina el Asesor de Gobierno;
y par último se resuelve, especificándose
en su caso que la aprobación "se acuerda
sin perjuicio de terceros".
Acerca de los alcances de la resolución
administrativa prevista por el decreto de
1931, pensamos con Colombo (?) que ella
cierra tan sólo una instancia previa dentro
de la Administración misma; y que, por
ende, si la decisión es desfavorable a las
(7) Colombo, L., "Cuestiones de fondo y de for-
ma relacionadas con las Informaciones de pose-
sión treintañal", en La Ley, t. 53, págs. 811-823.
pretensiones del solicitante, éste cuenta
con el recurso contencioso-administrativo
ante la Suprema Corte provincial. De otro
modo, un simple decreto no ratificado por
ley, modificaría al artículo 783 Cód. Procs.
Civiles: la controversia contencioso-admi-
nistrativa exigida por el Código, en efecto,
se reduciría a una mera tramitación admi-
nistrativa según el decreto.
La constitucionalidad de dicho decreto
fue pue:ta en tela de juicio, arguyéndose
que por él se regulaba una materia que,
como la "usucapió", correspondía a la ór-
bita nacional. Los tribunales rechazaron esa
impugnación, y con acierto ya que, al me-
nos en ausencia de normas nacionales a
ess propósito, las provincias ejercitarían
aquí atribuciones que no puede negárse-
les (»).
Según la jurisprudencia, las decisiones
homologatorias dictadas en esa sede admi-
nistrativa hacen cosa juzgada entre las
partes, o sea, entre actor y Estado. Así, el
Fisco no podrá cuestionar en el futuro los
derechos que por esa vía se hubiesen decla-
rado en favor del usucapiente ( 9 ).
La incompetencia de la justicia común,
en el caso del artículo 783 Cód. Procs. Civi-
les, surge por el solo hecho de que el Estado
provincial o municipal deduzca oposición.
No requiere más la referida norma, y no
incumbe a los tribunales civiles examinar la
mayor o menor seriedad de dicha opo:ición,
porque esto requeriría un estudio sobre el
fondo del asunto e implicaría por ende la
asunción de una competencia que precisa-
mente no se tiene para el caso O<>). pero
una oposición tardía, deducida tiempo des-
pués de haberse expresado que la Munici-
palidad carecía de derechos sobre el in-
mueble en cuestión, no afectaría la compe-
tencia de la justicia civil («). Tampoco si
la comuna manifiesta que no se considera
propietaria, pero que hace reserva de dere-
chos eventuales a tenor de los artículos 2342
y sgts. del Código civil («). Y otro tanto
se diga del silencio guardado por la Muni-
cipalidad en la nueva información que ini-
cia el sucesor singular de quien, actor en
una información anterior, tropezó entonces
con la oposición municipal y aceptó la in-
competencia civil cuando ya había enaje-
(8) Cfr. Dumm, B., L. L., t. 70, pág. 638. Ver
también, en la Segunda Parte de nuestro trabajo,
art. 1», in fine, del decreto nacional 5756/68.
(9) Cfr. Gám. Apel. 28* La Plata, Sala 1»,
L. L., t. 37, pág. 771.
(10) Sup. Corte Bs. Aires, L. L., t. 62, pág. 393
y t. 48, pág. 556.
(11) Sup. Corte Bs. Aires, L. L., t. 62, pág. 461.
(13) Sup. Corte Bs. Aires, L. L.. t. 73, pág. 116.
nado sus derechos posesorios al hoy accio-
nante (13).
Se pregunta A. E. Salas si corresponde
información en sede civil o en sede admi-
nistrativa cuando media doble contradic-
ción: por el Estado y por un tercero parti-
cular ( 14 ). Pensamos que, a tenor del texto
y de la raizo del artículo 783 Cód. Procs.
Civiles, la oposición de la Provincia o Mu-
nicipalidad, añádasele o no la de terceros,
basta para que surja el fuero administra-
tivo.
Acerca de las informaciones posesorias en
sede judicial, haremos una rápida alusión
a la jurisprudencia bonaerense. Se ha es-
tablecido que, siendo dichas informaciones
trámites de carácter voluntario, ellas deben
archivarse si aparece un contradictor que
prima facie acredite un interés legítimo
sobre el predio, incumbiendo a los interesa-
dos promover las acciones que juzguen pro-
cedentes (15). La prueba de testigos en la
información posesoria, debe consistir en
declaraciones categóricas, inequívocas, cla-
ras y precisas, demostrativas del animus
de quien pretende prescribir (i»). No hay
reparos para un pronunciamiento que des-
estime "por ahora" la pretensión del solici-
tante, a falta de pruebas bastante, y en tal
caso no media preclusión (i?). El auto ho-
mologatorio se dicta "sin perjuicio de ter-
ceros" y no engendra cosa juzgada (i«); él
da pie a una mera "presunción de propie-
dad, sin efectos adquisitivos" (i»); en pro-
moviéndose reivindicatio, el titular de la
información debe reiterar la prueba, sea él
demandado o actor (»>); en fin, el auto
aprobatorio, por su ya explicada naturale-
za, no es pasible del recurso extraordinario
de inaplicabilidad de ley (21). Por lo demás,
se ha dicho que si el propietario otorgó es-
critura en favor del titular de una infor-
mación, ésta queda confirmada en los tér-
minos de los artículos 1059 y concs. del
Código civil, y puede invocarse como justo
título (22).
(13) Cám. Clv. 2* La Plata, Sala 2*. L. L., t. 68,
pág. 544.
(14) Salas, A. E., en Jurisprudencia Argenti-
na, 1954-IV, pág. 52, nota 20, al pie.
(15) Cám. 2' Apel. La Plata, Sala 2», L. L., t. 61.
pág. 784.
(16) Cám. Clv. 1* Mercedes, L. L., t. 73, pág. 88.
(17) Cám. Clv. Mercedes, Repert. VIH L. L..
voz "Prescripción", núm. 151.
(18) Cám. Clv. 1* Mercedes, L. L., t. 72, pág. 88;
Cám. Clv. 2» La Plata, Sala 2» L. L.. t. 71, pá-
gina 212.
(19) Cám. 2» Apel. La Plata, Sala 1», L. L.,
t. 44, pág. 667.
(20) Ver fallo de la nota anterior. Cfr. también
Sup. corte Bs. Aires, L. L., t. 73, pág. 84; Cám.
Clv. 1» Mercedes, L. L., t. 73, pág. 88; Cám. Clv. 2«
La Plata, Sala 2», L. L., t. 71, pág. 212
(21) Sup. Corte Bs. Airea, L. L.. t , pái?. *'.
(22) Sup. Corte Bs. Aires. L. I , t. 41. píj. > • •
 b) Por tratarse de una pieza muy valiosa
dentro de la historia procesal argentina,
no queremos omitir aquí una referencia al
Proyecto de Código de Procedimientos Civil
y Comercial para la Pcia. de Bs. Aires, ela-
borado por el Instituto de Altos Estudios
jurídicos de la Pac. de Ciencias Jurídicas
y Sociales de La Plata bajo la dirección de
David Lascano (23).
Ese proyecto'contempló nuestro tema en
su artículo 379, que reza: "Cuando se pre-
tenda justificar la posesión treintenaria de
un inmueble, se aplicarán las reglas si-
guientes: l) La solicitud deberá contener
la exposición de los hechos y circunstan-
cias en que se funde, la descripción del
bien, su'ubicación, extensión y linderos, la
fecha en que comenzó la poserión y la
prueba de que Intente valerse. Acompañará
asimismo un plano del inmueble y los do-
cumentos que tenga en su poder, relacio-
nados con la posesión que se atribuya. 2)
Presentada la solicitud en forma, el juez
requerirá informes de la Dirección de tie-
rras públicas, geodesia y catastro de la
Provincia, sobre si el inmueble pertenece al
Estado. Si fuera del ejido, el informe se
requerirá además, de la Municipalidad. Di-
chos informes deberán producirse dentro
del término de veinte días, a cuyo venci-
miento, si no se evacuasen, se le dará por
decaído el derecho a producirlo, sin necesi-
dad de pedido del interesado. 3) Si en los
informes respectivos, el Estado o el Muni-
cipio alegaren la propiedad del inmueble,
se le hará saber al interesado; y si éste
insistiere en sus pretensiones, el escrito en
que asi lo manifestare se tendrá como de-
manda de la cual se correrá traslado por
diez dias al Fiscal de Estado o al Inten-
dente Municipal, según el caso, siguiéndose
en lo demás, el procedimiento para el jui-
cio ordinario. 4) Si el Estado o la Munici-
palidad manifestasen no tener derecho al-
guno a la tierra, o si no se evacuaran los
informes en el término acordado, el juez
mandará citar a todos los que se conside-
ren con derecho al inmueble que se pretende
prescribir, por medio de edictos que se pu-
blicarán por quince dias en el Boletín Ofi-
cial y en uno de los diarios del lugar donde
esté situado el bien, y si no lo hubiere, en
alguno del pueblo más próximo. 5) Si ven-
cido el término de las publicaciones y hasta
diez días después, se presentase alguna
persona alegando ser propietaria del in-
mueble, deberá acompañar el titulo que lo
acredite o indicar el archivo u oficina en
que se encuentra, si justificase no poder
presentarlo. Con dicho escrito se tendrá por
(33) Proyecto «te Código de procedimiento ci-
vil y comercial. Obras del Instituto de Altos Estu-
dio», La Plata, 1935.
trabada !a litis, la que se sustanciará con
arreglo a lo dispuesto para el juicio ordi-
nario. Si no se presentase persona alguna
deduciendo oposición, se ordenará la recep-
ción de la prueba ofrecida en un término
de veinte ciías y se dará intervención al
Defensor de ausentes en turno, para que
la contraloree. 6) La resolución que se
dicte, deberá declarar si es o no suficiente
la información y demás pruebas produci-
das para justificar la propiedad por pres-
cripción, sin perjuicio de terceros. De elia
podrá apelarse en relación. Una vez con-
sentida o ejecutoriada, se mandará ins-
cribir en el Registro de la Propiedad y pa-
drones fiscales".
Fácil es advertir que el Proyecto Lascsno
superaba sobradamente la rudimentaria re-
glamentación contenida en el Código de
Procedimientos en vigor. Asimismo, consti-
tuía un innegable acierto abolir la instan-
cia contencioso-administrativa para la hi-
pótesis de oposición fiscal: la causa so
seguirá como contenciosa, pero siempre en
sede civil, como corresponde según los prin-
cipios generales. En lo demás, el Proyecto
seguía sustancialmente las aguas de los
viejos códigos entrerriano y puntano, como
lo advertiremos en seguida.
2. Provincia de Santa Fe. En Santa Fe,
las informaciones posesorias se regían por
la antigua ley 170 de 1858, que regulaba de
manera muy deficiente el instituto; en 1935,
ia nueva ley 2486 no implicó una mejora
notable. Por fin, en el Código de Procedi-
mientos Civiles sancionado en 10-10, se de-
dicó a eete asunto el titulo II del Libro IV
(arts. 514 a 518), organizándose un sistema
que, orientado siempre en el sentido de las
tradicionales informaciones "sin perjuicio
de tercero", de cualquier modo aparejó al-
gunas novedades plausibles.
Según el artículo 514 de dicho Código,
"la solicitud deberá expresar ubicación,
dimensiones y linderos del inmueble; la
fecha en que comenzó, carácter, origen y
demás circunstancias relativas a la pose-
sión; y acompañar un plano de mensura
hecho por perito de la matrícula. El mi-
nisterio fiscal es parte esencial en este
procedimiento". Se trata aquí, pues, de los
requisitos de la solicitud; los comentarista.?
del Código destacan que si no se exigió la
justificación del pago de la contribución
directa e impuestos municipales, ello sólo
se debe a que dicha exigencia figuraba ya
en la ley impositiva (**).
Dice el artículo 515: "Presentada la soli-
citud, se oficiará al Registro General para
que informe si consta anotado el dominio
del inmueble. Se oficiar* igualmente al De-
(24) Cabal y AtMnza, Anotaciones, pág. 383
parlamento de Obras Públicas con Inclu-
sión de las copias, recabándole la remisión
dentro de veinte días, de los antecedentes
que posea, informe acerca de si el inmueble
es de propiedad fiscal y la designación de un
funcionario de su dependencia, o del agente
fiscal, con derecho a intervenir en la prue-
ba. Si se tratare de predio urbano, se diri-
girá igual oficio a la autoridad municipal
correspondiente". "Se ordenará —reza el
artículo 516— la publicación de edictos por
quince veces y quince días en el Boletín
Oficial y un diario del lugar de situación
del inmueble, o del más próximo en su
defecto, citando al titular de la inscripción
si constare; y haciendo conocer la presen-
tación, la ubicación, dimensiones y linde-
ros, y el derecho que asiste a los terceros
interesados, de comparecer a deducir opo-
sición, en cuyo caso serán tenidos por par-
te. Cuando se conociere el domicilio del ti-
tular de la inscripción, se hará además
igual notificación por cédula («).
De acuerdo con el artículo 517: "Evacua-
dos los informes o vencido el término, y
publicados los edictos, se fijará un término
de prueba que no exceda de treinta días,
debiendo ofrecerse toda dentro de los cinco
primeros. El decreto de apertura a prueba
y las providencias relativas a su produc-
ción serán notificadas a los funcionarios
designados por el Dspartarnento de Obras
Públicas o por la Municipalidad, si hubie-
ran comparecido, quienes podrán concurrir
a la producción de la misma, formular re-
preguntas y tachar testigos".
"Producida la prueba o vencido el tér-
mino —dispone el art. 513— se pasarán los
autos por cinco días a informe del Depar-
tamento cié Obras Públicas o Municipalidad
en su caso, y se cerrera traslado por igual
término al agente fiscal, al solicitante y a
los opositores. Con su resultado, se llamará
autos y se dictará resolución dentro de los
cinco siguientes, declarando justificada o
no la posesión, y consiguiente adquisición
de dominio sin perjuicio de terceros; y or-
denando, en el primer caso, su inscripción
en el Registro General, y el otorgamiento
de copia para servir de título". Acerca de
cata norma, señalan los anotadores del
Código que para la apelación se estará a
las reglas generales; y que la inscripción
del auto homologatorio en el Registro no se
acompaña con la cancelación del anterior
asiento, como algunos propusieran, porque
esto equivaldría a atribuir cosa juzgada a
dicho auto ('-'"). Se ha resuelto también que
la inscripción del auto aprobatorio de una
información treintañal ya conclusa, no
(25) Modificado por decreto-ley 5112/57 «I nú.
mero de edictos: diez veces en quince días.
(30) Cabal y Atienta, op. cít., paga. 385 y 880.
puede suspenderse porque asi se haya pe-
dido con fianza en otro trámite análogo: el
actor de la segunda información no puede
agraviarse por el auto homologatorio de la
primera, que siempre se dicta "sin perjui-
cio de terceros" (¡»).
Y es que, en efecto, la jurisprudencia san-
tafesina ha establecido en forma unánime
que las decisiones que aprueban informa-
ciones treintañales, no hacen co_a juzgada
contra el titular de la inscripción o contra
otro tercero cualquiera que no haya venido
a juicio; en cambio, sus efectos son sí
irrevisibles para el Estado y para las per-
sonas privadas que se hayan hecho parte
en el trámite (2»).
Recordaremos, en fin, el fallo de la Cá-
mara Civil Segunda de Santa Fe en "Váz-
quez, Irinco" (-'•>), cuando a propó.ito de
una información posesoria tramitada con
oposición de la Provincia y donde la prueba
testimonial rendida era muy pobre, el juez
y la mayoría del tribunal superior enten-
dieron que de cualquier modo la informa-
ción podía aprobarse, ya que constaba que
en una causa por expropiación el hoy actor
había sido demandado por la Provincia.
Observa Rosas Lichtschein que ese criterio
es erróneo, aparte de otras razones, por
esta principal: que en los trámites de ju-
risdicción voluntaria que estriban en un
contralor administrativo de ciertas activi-
dades privadas, los requisitos que el Estado
impone conciernen al interés social -y de-
ben observarse cuidadosamente por los ór-
ganos de aplicación aunque nadie lo re-
clame (30).
3. Provincia de Entre Ríos. El Código de
Procedimientos Civiles de Entre Ríos de
1904 se ocupaba de las informaciones pose-
sorias en sus artículos 980 a 984; y su
sistema se ha mantenido en lo sustancial
en el nuevo Código de 1919, con la principal
diferencia de que la contradicción con el
Estado, que antes se debatía en sede con-
tencioso-administrativa como en el caso
bonaerense, en el Código de 1919 pertenece
a la órbita judicial.
Según el artículo 632 de ese Código, "el
que pretenda producir información para
justificar la posesión treintenaria de un
inmueble, deberá presentarse ante el Juez
exponiendo los hechos en que funde su
pretensión, precisando la extensión y lin-
deros del bien y ofreciendo la prueba per-
(27) Cám. Civ. 1» Rosarlo, en "Larzábal, An-
tonio" Juris, t. 5, pág. 27.
(28) Cfr. Repert. de Santa Fe. fallos registrados
en los ts. 16, pág. 65: 18. pág. 2; 10. pág. 63. y 21.
pág. 95.
(29) Cfr. Jurií, t. 3, pág. 23.
(30) Rosas Lichtschein, M. A.. "La prueba en
las informaciones sobre posesión treintañal", en
Juri*. t. 3, pág. 33.
 tinente. Acompañará también los documen- ño, justificándose además: 1' Que dicha
tos que tenga, relacionados con la posesión posesión ha sido pública, pacífica y sin in-
que invoca". "Presentada la solicitud terrupción alguna por treinta años. 2' Las
—agrega el art. 633— se pedirá iníorme a diferentes trasmisiones que haya tenido
las oficinas del registro de la propiedad, la posesión explicando su causa. 3' Que el
contaduría y obras públicas de la provincia poseedor actual del inmueble o sus antace-
o corporación municipal, en su "caso, sobre sores en la misma posesión se hallan'desig-
inscripción del inmueble y pago de impues- nados como linderos en los títulos dé una
tos, con indicación de las personas que o más de las propiedades colindantes, a cu-
figuren o hayan figurado como dueños o yo fin el juez deberá ordenar la exhibición
contribuyentes. Al mismo tiempo se citará de los títulos para que el actuario tome da
durante sessnta días por edictos que s.e ellos la certificación ccrrespandiente, sien-
publicarán treinta veces en dos diarios, a do sólo a este objeto obligatoria su exhibi-
todas las personas que re consideren con ción. Exceptuándose el caso de errores en
derecho al inmueble". "Si de los informes los linderos expresados "en los títulos o que
resultase que durante todo o parte del sean anteriores a la posesión". Este último
tiempo que invoca el actor —añade el ar- recaudo implica imponer, en realidad, una
tículo 634— la propiedad del inmueble ha probanza documental calificada, una "prue-
estado inscripta a nombre de terceros, o que ba legal" reñida con el sistema de la sana
éstos han abonado impuestos, se les citará crítica: el genuino poseedor que por cual-
en la forma establecida para la notificación quier motivo no aparezca como lindero en
de la demanda en juicio ordinario, a fin de los títulos de las propiedades vecinas, ¿no
que comparezcan a deducir dentro del tér- podrá entonces acreditar nunca su "usuca-
mino de qunice días la oposición a que se pió"?
creyeren con derecho. En caso de ser nece- Por fin, establece el artículo 638 del Có-
saria la citación por edictos, se efectuará digo entrerriano: "Vencido el término de
conjuntamente con la que se ordena en el prueba serán oídos nuevamente el solicitan-
artículo anterior". te, el agente fiscal o el representante de la
Preceptúa el artículo 635 que "si dentro corporación municipal, y la resolución del
de los términos expresados alguna persona juez se limitará a declarar suficiente o no
se presentase alegando ser propietaria del la información y demás pruebas produci-
inmueble, y lo comprobare por escritura das para justificar la propiedad por pres-
pública, la solicitud será sustanciada con cripción. El auto, que será dn perjuicio de
ella en el juicio declarativo correspondiente, terceros, podrá protocolizarse, haciéndose
debiendo resolverse por sentencia cuál es el en la escritura la relación del expediente".
verdadero dueño. Si no acompañare el tí- 4. Provincia de San Luis. El Código de
tulo de propiedad al formular su oposición, San Luis de 1907 es análogo al entrerriano
31
será ésta desestimada sin más trámite" ( ). que acabamos de examinar.
Agrega el artículo 636, primer párrafo: "En Según el artículo 1111 del Código punta-
el caso de la última parte del artículo ante- no: "Todo el que pretenda haber adquirido
rior y en el de no haberse presentado per- un inmueble por prescripción y se propon-
sona alguna después de vencido los térmi- ga obtener una declaración judicial que lo
nos señalados, será oído el agente fiscal o compruebe, se presentará al juez exponien-
el representante de la corporación munici- do los hechos en que funde su pretensión y
pal, y si alegaren que el Estado o Munici- pedirá que sean citados por edictos por
pio es propietario del inmueble, se seguirá treinta días las personas que se consideren
el juicio en la forma del artículo anterior", con derecho a dicho inmueble, en dos pe-
esto es, como causa contenciosa y por el riódicos que el juez fijará ( 32 ), y se pedirá
trámite declarativo. "En caso contrario'*, informe a la Dirección de Rentas y Regis-
vale decir, cuando no hay contradicción tro General o Municipal en su caso". Reza
privada ni estatal, "el juez mandará reci- el artículo 1112: "Si dentro del término de
bir la información y demás pruebas que se los edictos alguna persona se presentare
ofrezcan, por un término que no exceda del alegando ser propietario del inmueble y lo
ordinario de prueba" (art. 636, 2° párrafo). comprobare por escritura pública, la solici-
Manda el artículo 637: "La prueba deberá tud será sustanciada con ella en el juicio
recaer sobre los hechos que constituyen o declarativo correspondiente, debiendo re-
hacen presumir la posesión a título de due- solverse por la sentencia cuál es el verda-
dero dueño. Si no acompañare el titulo de
(31) ¿Por qué la exigencia de propiedad acre- propiedad al formular la oposición, esta será
ditada con escritura pública, para sustanciar la desestimada sin más trámite". "En el caso
oposición?; ¿acaso no cabe ser auténtico dueño sin
esci-itura?; ¿por qué, por ejemplo, no tener como
contradictor a un tercero que arguye ser él y no el (32) Uno de ellos el Boletín Oficial (leyes 88tt
solicitante el verdadero dueño por "usucapió"? y 933).
de la última parte del artículo anterior y comparezcan a deducir dentro del término
en el de no haberse presentado persona al- de quince días la oposición a que se creye-
guna después de vencido el término de los ren con derecho. En caso de ser necesaria
edictos, será oído el representante del Fisco la citación por edictos, se efectuará con-
o de la Municipalidad; y si alegare que el juntamente con la que se ordena en el ar-
Estado o Municipio es propietario del in- tículo siguiente" (art. 589). Y reza el ar-
mueble, se proseguirá el juicio en la for- tículo 590: "Cualquiera que sea el resulta-
ma del artículo anterior. En caso contrario, do dé los informes se correrá traslado de
el juez mandará recibir la información y la solicitud a los representantes del Fisco
demás pruebas que se ofrezcan por un tér- por el término de quince d'as, y se publica-
mino que no exceda del ordinario de prue- rán edictos por igual término, haciéndose
ba" (art. 1113). Dispone el artículo 1114: saber la iniciación del juicio".
"La prueba deberá recaer sobre los hechos Se abren entonces dos alternativas. Que
que constituyen o hacen presumir la po;e- medie oposición de tercero interesado o del
sión a título de propietario, justificando Fisco, y entonces dicha oposición "se trami-
además: 1» Que dicha posesión ha sido pú- tará por las reglas del juicio ordinario"
blica, pacífica, sin interrupción alguna y ha (art. 591). O bien que no aparezcan oponen-
durado treinta años. 2" Que el poseedor ac- tes, en cuyo caso "se procederá en la forma
tual del inmueble o sus antecesores en la indicada para las informaciones ad perpe-
misma po:esión, se hallan designados como 'tuam (art. 592). De estas informaciones,
linderos en los títulos de uno o más de las genéricamente, re ocupan los artículos 578
propiedades colindantes, a cuyo fin el juez a 586; para nuestro asunto, baste recordar
deberá ordenar la exhibición de los títulos que el Fiscal debe ser oído (art. 580), que
para que el actuario tome de ellos la cer- los testigos acreditarán su identidad con
tificación correspondíante, siendo sólo a este los documentos pertinentes, o por otros dos
objeto obligatoria su exhibición". Por últi- testigos de conocimiento, a menos que el
mo, establece el artículo 1115: "Vencido el secretario de fe al respecto (arts. 582 y 583),
término de prueba, serán oídos nuevamente que producida la información se correrá
el solicitante y el reprecentante del Fisco o vista a las partes por su orden y con cali-
Municipalidad y la resolución del juez se dad de autos (art. 584), que contestada la
limitará a declarar suficiente o no la infor- vista o acusada rebeldía en su defecto el
mación y demás pruebas producidas para juez resolverá "aprobando o deraprobando
justificar la propiedad por prescripción". la información" (art. 585), y que "si la apro-
5. Provincia de Tucumán. Según el ar- bare, ordenará que sea protocolizada y que
tículo 587 del Código de procedimientos ci- se dé testimonio a la parte" (art. 586). Por
viles tucumano de 1920, "el que pretenda lo demás, conviene advertir que, si en trá-
producir información para justificar la po- mite una información de esta índole, "se
sesión durante el tiempo necesario para ad- produjere oposición por un tercero, se sus-
quirir la propiedad, deberá presentarse al tanciará en vía ordinaria" (art. 579); esto
juez en lo Civil ofreciendo la prueba que se es, se regresaría a la hipótesis del artículo
propone producir a tal efecto, y expresando 591 que citáramos antes.
la extensión y linderos del inmueble, la fe- 6. Provincia de Santiago del Estero. El
cha que comenzó a poseer, y el carácter, Código de procedimientos civiles de Santia-
origen y demás circunstancias relativas a go del Estero de 1942, legisla en los artícu-
la posesión. Acompañará también un pla- los 635 a 641 sobre la posesión treintañal.
no del inmueble y los documentos que ten- De acuerdo con su artículo 635: "El que
ga en su poder relacionados con la posesión pretenda producir información para justi-
que se atribuya". De acuerdo con el artícu- ficar la posesión-de un inmueble durante el
lo 588, "presentada la solicitud, se pedirá a término necesario para adquirir la propie-
las Oficinas del Registro de la Propiedad dad, deberá presentarse ante el juez en lo
Contribución Territorial, Obras de Salubri- civil (as) ofreciendo la prueba que se pro-
dad y Municipalidad en su caso, que remi- pone producir a tal efecto, y expresando
tan los antecedentes sobre inscripción del la extensión y linderos del inmueble, la fe-
inmueble y pago de los respectivos impues- cha que comenzó a poseer, y el carácter,
tos, con indicación de las personas que fi- origen y demás circunstancias relativas a la
guren como dueñas o contribuyentes". posesión. Acompañará también un plano
"Si de los informes resultase que durante del inmueble y los documentos que tenga
todo o parte del tiempo que invoca el ac- en su poder, relacionados con la posesión
tor, la propiedad del inmueble ha estado que se atribuye". "Presentada la solicitud,
inscripta a nombre de terceros, o que estos el juez mandará citar a todos los que se
han abonado impuestos, se les citará en la (33) Ese juez será el del lugar del inmueble,
forma establecida para la notificación de de conformidad con la regla de competencia fijada
la demanda en juicio ordinario a fin que por el art. 4«, Inc. 1« del mismo Código.
consideren con derecho al inmueble que se
pretende prescribir, por medio de edictos
que se publicarán por quince veces en el
Boletín Oficial y en otro diario que se de-
signe y se solicitará al Registro de la Pro-
piedad, Dirección General de Catastro y
Obras Sanitarias de la Nación y Municipali-
dad, en su caso, que remitan los anteceden-
tes sobre inscripción del inmueble y pago
de los respectivos impuestos, con indica-
ción de las personas que figuren como due-
ños o contribuyentes" (art, 636).
El Código santiagueño contempla luego,
en sus artículos 637 y 638, la eventual opo-
sición del Estado o de particulares, respecti-
vamente. "Si de los informes producidos
resultare que el Estado o el Municipio ale-
garen la propiedad del inmueble, se le hará
saber al interesado; y si éste insistiere en
sus pretensiones, el escrito en que así lo
manifestare se tendrá como demanda, no-
tificándose de la misma, en forma legal, y
siguiéndose los trámites del juicio ordinario"
(art. 637). En el caso de que se presentaren
terceras personas alegando derechos sobre
el inmueble, deberán formular su oposición
hasta nueve días después de vencida la úl-
tima publicación, lo que se tramitará por
las reglas del juicio ordinario" (art. 638).
La otra eventualidad —que no haya opo-
sición de nadie^— está considerada en el ar-
tículo 639: "No habiéndose producido opo-
sición se ordenará la recepción de la prueba
ofrecida con intervención del fiscal". Agre-
ga el artículo 640: "La prueba deberá re-
caer sobre los hechos que constituyen o
hacen presumir la posesión a título de pro-
pietario, justificándose además: 1' Que di-
cha posesión ha sido pública, pacífica y sin
interrupción alguna por treinta años. 2°
Las diferentes trasmisiones que haya tenido
la posesión expresándose su causa. 3' Que
el poseedor actual del inmueble ó sus ante-
cesores en la misma posesión se hallan de-
signados como linderos en los títulos de una
o más de las propiedades colindantes, a
cuyo fin el juez deberá ordenar la exhibi-
ción de los títulos para que el actuario tome
de ellos la certificación correspondiente,
siendo sólo a este objeto obligatoria su ex-
hibición. Exceptúanse el caso de errores en
los linderos expresados en los títulos o de
que sean anteriores a la posesión". Por úl-
timo, reza el artículo 641: "Según el mérito
de la información sumaria y demás medios
de prueba utilizados por el solicitante, re-
solverá el juez lo que corresponda, mandan-
do, en su caso, notificar a la Oficina de Re-
gistro para la anotación, y a la Dirección
General de Rentas, a los efectos del pago
de los impuestos fiscales. El auto que se
dicte es apelable en relación".
7. Provincia de La Risja. El nuevo Código
de procedimientos civiles de La Rioja de
1951 regula las informaciones posesorias en
los artículos 497 a 503. Este Código, siem-
pre dentro del cisterna tradicional, revela
una técnica más depurada.
Los artículos 497, 498 y 499 se ocupan
de la solicitud y del emplazamiento. "El que
se decida a producir información para acre-
ditar la posesión treintañal de un inmueble,
indicará su ubicación, extensión, nombre y
domicilio de los colindantes actuales, los
hechos en que funda su pretensión, fecha
en que comenzó a poseer, y ofrecerá toda
la prueba que empleará en su gestión judi-
cial. El solicitante acompañará un plano de
mensura firmado por profesional matricu-
lado y los documentos que tenga en su po-
der relacionados con la posesión que se atri-
buye" (art. 497). Interpuesta la demanda,
el juez de instrucción (**) emplazará como
terceros a la provincia y a los colindantes
actuales a comparecer al juicio. Además,
requerirá informes al Registro de la Pro-
piedad, Dirección General de Rentas, Obras
Sanitarias y Municipalidad, sobre inscrip-
ción del inmueble y pago de impuestos, con
indicación de las personas que figuren o
hayan figurado como dueños o contribu-
yentes. Asimismo se dispondrá la publica-
ción de edictos durante treinta días en un
diario del lugar en que esté ubicado el in-
mueble y en el Boletín Oficial, para hacer
saber la presentación de la demanda y la
individualización del inmueble hecha por
el interesado" (art. 498). "Cuando de los
informes resultare la inscripción del in-
mueble a nombre de terceros o que estos
han abonado impuestos, se les emplazará
para que comparezcan a deducir, dentro de
quince días, la oposición a que se creyeren
con derecho. En caso de ser necesario el
emplazamiento por edictos, se efectuará
juntamente con la publicación ordenada en
el artículo anterior" (art. 499).
Se contemplan luego, por separado, las
tres hipótesis posibles: oposición del Fisco,
oposición de particulares, ausencia de opo-
sición. En el primer caso: "Cuando el fisco
provincial o municipal reclamare la pro-
piedad del inmueble, se dará vista de la
oposición al interesado. Mantenida sus pre-
tensiones, el escrito respectivo se tendrá
como demanda y se proseguirá por los trá-
mites del juicio ordinario con el fiscal de
Estado o con el Intendente municipal"
(art. 500, párrafo 1'). En el segundo supues-
to: "La oposición fundada de terceros sus-
penderá el procedimiento durante el tér-
mino de treinta días, dentro del cual el
oponente deberá deducir la acción que co-
(34) Dicho Juez de instrucción en lo civil ser*
el del lugar del inmueble (crt. 15, inc. 1 d«l Có-
digo).
rresponda, y ante el mismo juez. Si no lo
hiciere, se le impondrá una multa hasta
de $ 500 y se lo tendrá por desistido" (art.
500, párrafo 2). En la tercera hipótesis:
"Si no se presentare persona alguna dedu-
ciendo oposición, se fijará la audiencia de
prueba ael articulo 291 (a5) para recibir la
que se hubiere ofrecido, dándole interven-
ción al Defensor de ausentes para que la
controlare activamente y dictamine sobre
su mérito" (art. 501); añade el artículo
502 que "la resolución se dictará dentro de
los veinte días del dictamen favorable del
Defensor de ausentes, y deberá declarar si
es o no suficiente la información y demás
pruebas producidas para Justificar la pro-
piedad por prescripción, sin perjuicio de
terceros. Una vez consentida o ejecutoria-
da, se mandará inscribir en el Registro de
la Propiedad, y agrega el artículo 503 que
"si el juez de instrucción o el Defensor de
ausentes, estimaren que la prueba rendida
es insuficiente, se elevarán los autos a la
Cámara para que esta decida dentro de los
treinta días de haber recibido el expe-
diente".
8. Provincia de Córdoba. El Código de
procedimientos civiles de 1929, que es el im-
perante, no se ocupa de las informaciones
posesorias. Pero nos referiremos aquí a las
normas que en esa materia trae el Código
proyectado por Henoch D. Aguiar y Ángel
H. Cabral, sancionado en 1942 por ley 3981
y que nunca entró en vigor; asi lo justifica
la importancia de dicho Proyecto en la evo-
lución del Derecho procesal argentino.
El artículo 504 se ocupa de los requisitos
de la solicitud: "El que pretendiera produ-
cir información para justificar la posesión
treintañal de un inmueble, precisará su ubi-
cación, extensión, nombre y domicilio de
los colindantes actuales, expondrá los he-
chos en que funde su pretensión e indicará
la prueba de que haya de valerse. El soli-
citante acompañará un plano del inmueble,
la memoria descriptiva de una mensura
judicial o privada del mismo, y los docu-
mentos que- tenga en su poder, relaciona-
dos con la posesión que se atribuya". Los
artículos 505 y 506 versan sobre los infor-
mes previos, citaciones y emplazamiento.
"Presentada la solicitud, el tribunal al mis-
mo tiempo que emplazará como terceros a
los colindantes actuales a concurrir al jui-
cio, requerirá informes al Registro General
de Propiedades, Dirección General de Ren-
(35) Según el art. 291 del Código riojano, cuan-
do el juez encuentra que existen hechos contro-
vertidos, "dictará un auto fijando una audiencia
de prueba a realizarse dentro de los cuarenta días
para recibir toda la que ofrecieron los litigantes en
la demanda y contestación, y que deba producirse
en la sede del tribunal..."
tas, Ob s de Salubridad y Municipalidad,
en su caso, soore inscripción del inmueble
y pago de impuestos, con indicación ae las
personas que a su respecto nguren o hayan
figurado como dueños o contribuyentes, tío-
licitará, asimismo, de la Dirección General
de uaiasuro, cuando la mensura íuere pri-
vada, informe sobre su mérito técnico, y
que suministre todos los antecedentes que
existan ea la repartición, ai se tratare de
predio urbano, se dirigirá igual oficio a la
autoridad municipal correspondiente. Di-
cnos miormes aeoerán producirse dentro del
término de veinte días. El tribunal ordena-
rá, asimismo, la publicación de edictos du-
rante treinta días, en un diario del lugar
en que esté ubicado el inmueble y en el
Boletín Oncial, para hacer saber la presen-
tación de la solicitud y la descripción del
inmueble hecha por el solicitante. Dentro
del término expresado y durante cinco días,
se hará conocer por radiodifusión la inicia-
ción del procedimiento" (art. 505). "Cuan-
do de los miormes resultare la inscripción
del inmueble a nombre de terceros, o que
estos han abonado impuestos, se les empla-
zará para que comparezcan a deducir, den-
tro de quince días, la oposición a que se
creyeren cqn derecho. En caso de ser nece-
sario el emplazamiento por edictos, se efec-
tuará conjuntamente con la publicación
y la radiodiiusion ordenada en el articulo
anterior" (art. 506).
El articulo 507 contempla las tres situa-
ciones posibles: oposición fiscal, oposición
de un tercero particular, ausencia de opo-
sición. "Cuando el Fisco provincial o Muni-
cipal, al evacuar los informes, reclamare la
propiedad del inmueble, se dará vista de la
oposición al interesado. Mantenidas sus
pretensiones en la contestación, el escrito
respectivo se tendrá como demanda y se
proseguirá por los trámites del juicio ordi-
nario, con el procurador del Tesoro en la
Primera Circunscripción Judicial, el agente
Fiscal en las otras y el intendente Munici-
pal, en su caso. La oposición fundada de
terceros, suspenderá el procedimiento du-
rante el término de treinta días, dentro del
cual el oponente deberá deducir, ante el
mismo juez, la acción que corresponda. Si
no lo hiciere, se le impondrá una multa
hasta de quinientos pesos, y proseguirá la
información .posesoria. En caso de no de-
ducirse oposición, se procederá en la forma
prescripta para las informaciones ad per-
petuam, con información de los funciona-
rios que se acaban de indicar" (3«).
(36) De las informaciones ad perpetúan tratan
los arts. 595 y 596: "Los Jueces admitirán y orde-
narán se reciban las informaciones que ante ellos
se ofrecieren, siempre que no se refieran a hechoo
que pudieren perjudicar a una persona cierta y de-
 Como puede advertirse, el Código Aguiar-
Cabral, dentro siempre del sistema tradi-
cional, constituye un modelo en la materia.
£1 ha servido de antecedente al Código rio-
jano d 1951, que antes estudiáramos.
9. Jurisprudencia de la Capital Federal. El
Código de procedimientos civiles de la Ca-
pital no contenía ni contiene norma algu-
na acerca de las informaciones posesorias;
ese silencio de la ley se ha suplido por los
tribunales, que construyeron un sistema
procesal completo en este orden de cosas.
Véámoslo, a grandes rasgos («).
a) La Municipalidad local es parte, so
pena de nulidad, en estas tramitaciones; y
no sólo debe corrérsele una vista inicial, sino
que ha de dársele intervención en todo el
curso de la causa. La razón estriba en que,
de acuerdo con los artículos 2342 y 2344
del Código Civil pertenecen a las comunas
todas los inmuebles que se hallen dentro de
su jurisdicción y no tengan otro dueño. En
las informaciones posesorias, la Municipa-
lidad interviene para controlar la prueba y
hacer valer, eventualmente, sus derechos;
pero en general se ha entendido que formu-
lando oposición la Comuna por esgrimir
títulos al inmueble, el trámite informativo
cesa, sin perjuicio de las acciones ordina-
rias que pueden entablar los interesados.
b) El único interés fiscal comprometido
en el caso es el de la Municipalidad, que
de acuerdo con el artículo 118 de la ley 1893
actúa por intermedio de sus propios perso-
neros. En consecuencia, se ha resuelto que
el Ministerio Público Fiscal no es parte en
las informaciones posesorias tramitadas en
¡a Capital.
c) Nada impide que comparezca a la
causa un tercero, invocando derechos sobre
el inmueble de autos. En tal hipótesis, si el
tercero lo reclama, sólo el juicio ordinario
podría autorizar una decisión en su contra.
£i) Suele exigirse también que se acom-
term'nada. Será parte necesaria, en el tramite, el
agente fiscal. Admitida la información, se examina-
rán los testigos propuestos, al tenor de los hechos
expresados en la solicitud" (art. 595). "Producida
la información, se correrá vista al agente fiscal,
quien se expedirá sobre las calidades de los testi-
gos exigidos por la ley y el mérito de sus declara-
ciones. Contestada la vista, el Juez aprobará o des-
aprobará la información. En el primer caso, el auto
será sin perjuicio de tercero, y cuando lo solici-
tare el interesado, mandará que se protocolice la
información en el registro del escribano que aquél
indique. El auto que recayere es apelable en rela-
ción y con efecto suspensivo" (art. 598).
(37) Para estos antecedentes jurisprudenciales
hemos seguido las reseñas que traen Salvnt, Dere-
chos reales, ed. cit., I, págs. 524 y sig>), Alsina
(Trotado, 1* ed., III, págs. 899-902) y Colombo
La Ley, t. 53, págs. 815 y sigs.); actualizándolas
con los últimos repertorios de La Ley y Jurispru-
dencia Argentina. Brevitatis causa, prvwlndiremoe
aquí, en general, de citas en detall*.
pane un plano del fundo y que se notifique
personalmente a los linderos, medida esta
última recomendable como medio para ha-
cer más pública la información; en cambio,
rara vez impuso la jurisprudencia un anoti-
ciamiento por edictos.
e) Acerca de la prueba, ésta versará so-
bre el Corpus y el animas posesorios, y
sobre su ininterrumpida, pública y pacífica
prolongación durante • treinta años al me-
nos. No hay limitaciones en cuanto a la
especie de pruebas, como que se trata de
acreditar simples hechos; puede bastar,
pues, la sola testimonial, siempre y cuando
sea plenamente satisfactoria a la luz de la
sana crítica (deposiciones claras, categóri-
cas, fundando el dicho, preferentemente de
personas vinculadas por algún motivo al
inmueble). El pago de los impue.tos cons-
tituye un elemento de juicio; pero él no
basta, ni su ausencia impide que por otras
vías se demuestre una genuina posesión. Si
la prueba deja un saldo de duda razonable,
la información debe rechazarse. Nada obsta,
por lo demás, para que la información se
desestime "por ahora", esto es, sin perjuicio
de que las probanzas se mejoren ulterior-
mente, ya que este trámite no causa estado.
/) Las informaciones posesorias, en
cuanto actuaciones voluntarias, no peri-
men (38).
£r) El auto judicial que decide sobre la
información contendrá pronunciamiento so-
bre costas, que serán a cargo del solicitante
si la causa se siguió como voluntaria, y que
correrán según las normas generales si me-
dió controversia. Pero acerca de la Muni-
cipalidad, se hace un distingo: si ella se
redujo a actuar como tutora de los intereses
generales, en reemplazo del Ministerio Fis-
cal a tenor del artículo 119, inciso 1» de la
ley 1893, ella no cobra ni paga costas; pero
si la Comuna invocó concretamente su do-
minio y se opuso a las pretensiones del
actor, entonces ella será considerada como
un litigante más a esos fines" («»).
h) El auto homologatorio deberá inscri-
birse en el Registro de la Propiedad, en
cumplimiento de los artículos 226, inciso 4»
y 239 de la ley 1893 <*°).
í) La sentencia dictada en una informa-
ción posesoria donde se ventiló la contra-
dicción de la Municipalidad, del titular de
la inscripción o de otro tercero, hace cosa
juzgada sustancial entre las partes. Pero la
dificultad surge cuando nadie vino a la
causa y ésta se siguió como trámite volun-
tario. Una corriente jurisprudencial menor,
(38) Panry, A., Perención de la instancia, pá-
gina 222.
(39) Cfr. Cám. Nac. Civ., Sala D, L. L.. t. 69,
pág. 125.
(40) -Ver J. A., 1952-H. pág. 93.
ha sostenido que el auto aprobatorio vale
de cualquier modo erga omnes, sin per-
juicio de que el verdadero propietario pue-
da, en el juicio ordinario de reivindicación,
demostrar las falsedades que 41 se contengan
en la información posesoria ( ): se argu-
mentó que según Vélez (nota al art. 4016)
"quien quiere prescribir por treinta años
no tiene que alegar título alguno y con más
razón no tiene que temer las excepciones
que se le alegaron contra los vicios de su
título, con excepción del vicio de precario";
que el auto aprobatorio de la información
implica un acto judicial donde se compro-
mete la autoridad del Estado, que ha veri-
ficado por los órganos jurisdiccionales com-
petentes el derecho del actor; que de poco
o nada serviría el título po;esorio treinta-
ñal si su beneficiario, enfrentado luego a
una reivindicación, debe reproducir todas
sus pruebas al respecto. Pero la jurispru-
dencia dominante ha decidido, y con razón,
que una sentencia dictada en sede volun-
taria mal puede afectar a quienes no fue-
ron parte en la causa; que admitir lo con-
trario significaría dejar de lado el derecho
de propiedad y el derecho de defensa en
juicio; y que una cosa es pretenderre po-
seedor treintañal y. otra demostrarlo feha-
cientemente erga omnes. Por lo tanto, se
ha dicho, la información posesoria no pue-
de oponerse al titular de la inscripción que
no compareció al trámite; y si éste reivin-
dica, el beneficiario de la información de-
berá renovar, ahora en sede contradictoria,
la prueba de su usucapió; si en cambio
podría servir de título la información, para
reivindicar contra un poseedor que carezca
de todo título.
10. "Títulos perfectos" e información •po-
sesoria: doctrina y jurisprudencia nacio-
nales. Antes de concluir el estudio del
sistema tradicional de informaciones pose-
sorias queremos examinar, siquiera sucin-
tamente, un tema complementario: ¿debe
juzgarse o no como "título perfecto" a los
fines de una compraventa (art. 1425 del
Cód. civ.), de una hipoteca, etcétera, aquél
que emana de una información treintañal
tramitada sin contradictores?
Por lo pronto, advirtamos que en esta ma-
teria pueden seguirse dos orientaciones bá-
sicas: la económica o la jurídica («). El
(41) En el arranque de esta c.orriente Jurispru-
dencial hoy desechada, se ubica el tallo que dic-
tara el 22-12-905 el Juez de 1» Instancia doctor Mi-
guel Romero (cír. Jurisprudencia Civil, t. 182, pá-
gina 246). En doctrina, puede citarse como parti-
dario de esta tesis a Carlos A. Ayarragaray (''Los
títulos treintañales según el Reglamento del Ban-
co Hipotecario", en La Ley, t. 51, pág. 1178).
(42) Cír. Salas, A. E., "Título perfecto y pose-
sión treintañal", en Jurisprudencia Argentina, t. 62.
fis. 96-105.
criterio económico («), atiende al aprecio
que merezca el título en el curso público,
pues de ese aprecio depende que el titular
pueda ejercer o no realmente sus derechos
de propietario en el orden práctico, opera-
ciones inmobiliarias, constitución de garan-
tías reales; de ahí, por ejemplo, que se tome
especial nota de las normas que en esta
materia traigan las reglamentaciones ban-
carias. El criterio jurídico, en cambio, juzga
la perfección del título según la seguridad
que él confiera al adquirente de no ser tur-
bado por acciones, reales; concepto que ha
seguido en forma más o menos constante
la jurisprudencia de la Capital Federal, y
que arranca de una famosa vista del fiscal
de Cámara Gerónimo Cortés, de 1884(**).
Con uno u otro enfoque básico, o con
ambos, cuatro tesis dispares se han pro-
pugnado acerca de nuestro asunto: 1') La
información treintañal es siempre "título
perfecto"; 2°) ella es siempre imperfecto;
3") es en principio imperfecto, pero se per-
fecciona con el ulterior transcurso de la
prescripción breve; 4') no caben soluciones
en abstracto, y el mérito del titulo de in-
formación treintañal debe decidirse según
las especiales circunstancias de cada caso.
La primera teris, sostenida, por vieja ju-
risprudencia de la Capital, era sin duda
injusta: la información posesoria constituía
"título perfecto", el adquirente reivindicado
debía en consecuencia defenderse por su
cuenta, y como por otro lado, según los
principios ya conocidos, él debía renovar en
la "reivindicación" la prueba de la posesión,
he ahí que se lo cargaba con la dificultad,
e imposibilidad muchas veces, de ubicar
viejos testigos de su enajenante y, en suma,
de reiterar.una demostración que para el
propio titular primitivo de la información
es siempre gravosa («).
La segunda teoría, que declaraba siempre
"título imperfecto" a la información pose-
soria, pecaba por el extremo opuesto; no le
han faltado, empero, prestigiosos sostene-
dores («).
La tercera doctrina (la información es
de suyo "título imperfecto", pero se per-
fecciona por el ulterior transcurso de los
veinte años del artículo 3999 del Código ci-
vil), ha contado con serio apoyo jurispru-
dencial. Se le formula, sin embargo, críti-
(43) Sup. Corte Bs. Aires, J. A., t. 55, pág. 855.
(44) Vistas fiscales, t. 1, págs 273 y 274: ar-
gtiía Cortés que los reglamentos bancarlos son tan
sólo una guía para los directores del instituto y
rigen las relaciones de éstos con los clientes, no
pudlendo servir de norma para los contratos d«
terceros ajenos a esa relación.
(45) Cfr. Zavala Rodríguez, C. J., nota en Ju-
risprudencia Argentina, t. 46, págs. 624 y'625.
(46) Véase nota de Acuña Anzorena A., en
Jurisprudencia Argentina, t. 48, págs. 203-208.
cas de fuste: ella conduciría a implantar,
prácticamente, una prescripción de cincuen-
ta años; además, ella tampoco ofrece ga-
rantías absolutas, porque siempre caben sus-
pensiones e interrupciones en el curso de la
prescripción; en fin, se ha anotado con
mucha lógica, o bien el auto aprobatorio
de la información homologaba una genui-
na posesión treintañal que por serlo apare-
jaba sin más un "título perfecto", o bien no
ocurría así y entonces en nada mejoraban
las cosas con el correr de dos décadas adi-
cionales O") .
Y la cuarta posición, que entendemos la
más razonable, es aquella que se rehusa a
criterios abstractos y que decide a tenor de
las circunstancias singulares del caso: en
cada hipótesis concreta h?ibrá que exami-
nar cómo se tramitó la información, qué
antecedentes de dominio se invocaron en
ella, qué publicidad diera entonces y des-
pués el beneficiario a su presunto carácter
de dueño, y demás; los veinte años comple-
mentarios del artículo 3999 del Código civil
pueden constituir, en algún caso, un ele-
mento de juicio decisivo, y en otros no; a
la inversión, aún antes de ese veintenio
podrá considerarse "título perfecto" a aque-
lla información posesoria que por su con-
tenido, forma y antecedentes persuada acer-
ca ñs su seriedad ( 4 S ). La jurisprudencia
tiende a orientarse hoy en e«te sentido que,
insistimos, es a nuestro entender el más
justo y ecuánime ( 4 9 ).
Enfoque crítico. La doctrina ha coincidi-
do en un rotundo juicio desfavorable acerea
del sistema tradicional de las informaciones
posesorias: a la dura y famosa exnre=ión
de carpos que contra ese instituto dirigiera
Bibiloni (so), agregaremos las reflexiones
análogas de Lafaille (M) , de Spota (62), de
(47) Ver notas ya citadas de Acuña Anzorena
y de A. K. Salas. Cfr. Co'ombo, en La Ley, t. 53,
rá<?. 823. El sistema en curstton era el eme seguía
el Banco Hipotecario Nacional (Reelamento In-
te*no, nrt. 291. inc. 2", año 1916}. Pero el actual
régimen es más ílexib'e: sí los recaudos fle la in-
formación hacen verosímil el derecho invocado, no
ss exilie niazo adicional; pero si dicha información
ofrece dudas relat'vas al trámite, el Banco podrá
exigir diez años desde el auto aprobatorio; por lo
dsirá.8. ese plazo alcanzará Inacusablemente a vein-
te nfws siempre que la prueba sea sólo testimonial.
(Ver circular del 6-8-948.)
(48Í Cfr. Salvat. Derechos reales, ed. cit., pá-
gina 537; Salas, A. E., nota cit.
(49) Cfr. L. L., t. 59, pág. 486; L.. *L., t. 69,
pájT. 188, con la aclaración de que las informacio-
nes va'.tírán como título perfecto mientras el im-
pvfinantc no demuestre en concreto oué motivos
tiene pera temer la evicción, siendo inadmisibles
las meras objeciones abstractas
(50) Anteproyecto, VII, págs. 72 y sigs.
(51) Tratado de los derechos reales, I, núme-
ros '">9 y 800.
(52) L. I,., t. l, sec. doct., págs. 84 y 85 y J. A.,
J 953-1, pág. 376.
Sajas ( M ), de Colembo (**), de Acuña Anzo-
rena (ss), de Alsina (»«) •
En síntesis, puede acusarse al régimen
tradicional de dos grandes pecados: uno por
exceso, otro por defecto. Por exceso en
cuanto que los controles legales y judicia-
les endebles dieron pie a informaciones po-
sesorias tramitadas prácticamente en la
clandestinidad, que sirvieron de instrumento
para el despojo, que alentaron una verda-
dera "industria de la usurpación". Y por
defecto, en cuanto que, por otro lado, el
sistema vigente no autorizaba una senten-
cia de usucapión con alcance ergu omnes,
de donde el genuino poseedor treintañal
nunca contaba con una adecuada defini-
ción de su carácter de propietario. De este
modo, pues, si las informaciones posesorias
resultaban de cómoda tramitación inclu-
sive para quienes jamás fueron poseedores,
a su vez eran de escaso valor para los ver-
daderos usucapientes: el título así obtenido
nacía con una tara grave, que lo dismi-
nuía en el mercado inmobiliario y credi-
ticio.
Se requería pues un régimen diverso, que
imponiendo mayores exigencias, permitiese
doble fruto: disuadir a los aventureros y
amparar a los auténticos prescribientes.
Porque esas mayores exigencias, en efecto,
como que ahuyentarían las tentativas de
despojo, justificarían la concesión de al-
cances más plenos a la sentencia que sobre
su base se dictara. Y con este planteamiento
tocamos ya las fronteras de la Segunda
Parte de nuestro trabajo, donde estudiare-
mos precisamente la acción declarativa de
"usucapió".
Segunda parte; LA ACCIÓN DECLARATIVA
DE USUCAPIÓN
Nociones generales. 1) Según la preten-
sión que a través de ellas se formule, las
acciones se clasifican en tres grandes ca-
tegorías: de condena, constitutivas y mera-
mente declarativas ("). La acción de con-
dena, sobre la base de la constatación de
una relación jurídica sustancial y de un
(53) J. A.. 1954-W, pág. 50.
(54) L. L., t. 53, págs. 811 y 812 y concs.
(55) J. A., t. 48, págs. 205 y sigs.
(56) Tratado, t. 3. pág. 896.
(57) Sobre el tema, pueden verse Chiovenda,
Principios de Derecho procesal civil, trad., 3»ed.,
t. 1, págs. 203 y sigs.; Carneluttl, Sistemo de Dere-
cho procesal civil. 1944, t. 1, págs. 157 y sigs.;
Goldschmidt, J., Derecho procesal civil, 1936, pá-
ginas 100 y sigs.; Schonke, A.. Derecho procesal
civil, 1950, págs. 152.y sigs.; Kisch, W., Elementos
de Derecho procesal civil, 1940, págs. 175 y sigs.;
Couture, E. J., "La acción declarativa de prescrip-
ción'-', en La Ley, t. 1. sec. doct., págs. 62 .y elgs.;
Alaina, Tratado, ed. cit., t. 1, págs. 196 y sigs.; Po-
dettl, J. R., Tratado de los actos procesales, nú-
mero 124; Reimundín, R., Derecho procesal civil.
págs. 100 y sigs.
 hecho contrario a la misma, no sólo declara
la existencia de esa relación sino que tam-
bién impone al obligado la prestación corre-
lativa: así, por ejemplo, acción por cobro de
un préstamo. La acción constitutiva va mas
allá, porque engendra un status jurídico
nuevo: así, la acción de insania. Y por úl-
timo, la llamada acción mera declarativa,
o de mero accertamento en la terminolo-
gía de Carnelutti, se reduce a constatar la
existencia de una situación jurídica preexis-
tente, sin añadido alguno de condena y sin
creación de un nuevo estado jurídico.
Con el ilustre procesalista italiano que
acabamos de mencionar, señalemos que la
acción mera declarativa implica "la máxi-
ma evolución, y a la vez, la máxima sim-
plificación de la función jurisdiccional" (»«).
Se trata, en efecto, de la forma más sobria
como pueda, ejercerse la iurísdictio, sólo
se "declara", se verifica, se "acierta" un es-
tado jurídico anterior. Mas, para llegar a la
construcción acabada de este tipo de ac-
ción, ha debido esperarse hasta los estudios
más recientes en el desarrollo del Derecho
procesal.
2) Sin embargo, los rudimentos de la ac-
ción mere declarativa provienen de época
remota. El Derecho romano conoció las lla-
madas praeidicia o "acciones prejudicia-
les", obra pretoriana casi todas, que eran
trámite5; para esclarecer un estado de hecho
o de derecho a los fines de un eventual pro-
ceso futuro: por eso, la fórmula carecía de
condenálio, reduciéndose a una intentio
concebida In rem, esto es sin nombre de
demandado. Había praeiudlcia sobre cues-
tiones patrimoniales: entre las primeras
recordaremos la denominada de causa li-
beralis, que servía para declarar si una
persona era libre o esclava; entre las se-
gundas, la guanta dos 59 sit para determinar
el monto de una dote ( ). Las praeiudicia
constitu-'an. en realidad, un anticipo, para
casos especiales, de lo que es hoy nuestra
acción mere declarativa.
Esa creación romana, empero, detiene lue-
go su influencia a raíz del nacimiento, en el
Derecho intermedio de los "juici provoca-
torios": así la provocatio ex lege Diffa-
mari, equivalente al actual juicio de jac-
tancia, que se traducía en una declaración
de Inexistencia del derecho jactado y no es-
grimido ante la provocación. Con estos "jui-
cios provocatorios", los germanos oscurecie-
ron y deformaron el concepto puro de la
acción declarativa, que Roma descubriera
y que en los siglos xix y xx reconstruiría
y desarrollaría sistemáticamente la doctrina
procesal más evolucionada; aunque cabe
(58) Carnelutti, op. cit., I, pág. 173.
(59) Petit, E., Tratado elemental de Derecho
romano, págs. 701 y 702.
asignar a los "juicios provocatorios" el mé-
rito de un alcance general que el instituto
romano de las praeiudicia nunca pose-
yó («o).
La última etapa de este desenvolvimien-
to histórico puede decirse que arranca de la
Ordenanza Procesal Alemana de 1877, cuyo
artículo 231 autorizó expresamente la ac-
ción declarativa. En la Ordenanza actual, el
artículo 256 dispone: "Se podrá demandar
la declaración de existencia o de inexisten-
cia de una relación jurídica y el reconoci-
miento de la autenticidad o la declaración
de falsedad de un documento, si el deman-
dante tiene un interés jurídico en que la re-
lación jurídica o la autenticidad o la fal-
sedad del documento sea declarada inme-
diatamente por resolución judicial". Una
norma análoga aparece en la Ordenanza
Procesal de Austria. La doctrina y jurispru-
dencia francesa e italianas admiten la ac-
ción mere declarativa, aunque no existan
reglas legales al respecto. En la práctica
judicial inglesa, este tipo de acción se re-
conoce desde vieja data. El instituto se fue
aceptando también, a partir de la segunda
década de este siglo, en numerosos estados
norteamericanos; y por ley federal de 1934
(U. S. Code. Cód. jud., Sección 274 D) lo
mismo ocurre ahora en la Unión («). Tam-
bién autoriza la acción declarativa el artícu-
lo 2° del Código del Prpc. Civil Brasileño. En
el Uruguay, la tesis de la viabilidad de la
acción mere declarativa terminó por impo-
nerse luego de algunas vacilaciones. El doc-
tor Pablo De María, prestigioso letrado
"oriental, la sostuvo por vez primera en 1894,
al evacuar la consulta que un cliente le for-
mulara acerca de la bondad, como titulo de
dominio, de una información posesoria; pe-
ro su criterio fue rechazado por el tribunal.
En 1910, la misma teoría se renueva y triun-
fa en primera instancia, para ser derrotada
en segunda; entonces, consultado De María
por el perdidoso, emitió su opinión en un
sólido dictamen que se agregó a la expre-
sión de agravios ante la Corte y por cuyos
fundamentos el alto tribunal revocó el fallo
de segunda instancia. En los años posterio-
res, la doctrina De María fue ganando adep-
tos, hasta contar con jurisprudencia uná-
nime (62) .
3) Por la acción declarativa se procura
(60) Ver Chlovenda. op. cit., t. 1, págs. 214
y 215; Sentís Melendo B., Teoría y practica del pro-
ceso, vo!. 3, págs. 122-125 y 150-151.
(61) Ireland, G.. "El sistema Judicial de los
Estados Unidos de Norte América", en Jurispru-
dencia Argentina, t. 72, sec. doct., págs. 3 y sigs.
(62) Ver todos estos antecedentes en Couture.
op. cit., págs. 62-67. De María hacia pie en el
art. 240 del Cód. de procs. civiles uruguayo, enten-
diendo en sentido lato el concepto de acción allí
definido: "medio legal de pedir Judicialmente lo
que es nuestro ó lo que se nos debe".
 poner en claro una relación jurídica, sea concordantes, bastan y sobran para con-
pronunciando su existencia (acción decla- cluir que pueda exigirse a los jueces una
rativa positiva) sea decidiendo su inexis- sentencia que esclarezca una situación ju-
tencia (acción declarativa negativa); en rídica incierta. Y en tal hipótesis, el tribu-
ciertos casos, la acción puede referirse a la nal no dictará un pronunciamiento in abs-
existencia o inexistencia de un' hecho jurí- tracto: la sentencia aniquilará un estado
dicamente trascendente, por ejemplo, auten- dudoso referido a una situación concreta, y
ticidad o falsedad de un documento. ello con autoridad de cosa juzgada para las
Pero, desde luego, no basta invocar una concretas partes del proceso.
relación jurídica o un hecho, para que pue- Es así como nuestra doctrina y jurispru-
da exigirse de los tribunales una sentencia dencia63 admiten hoy la acción mere declara-
declarativa al respecto; requiérese un interés tiva ( ). Ella se consagró también en el
especifico en tal sentido. Ese interés estriba Código Aguiar-Cabral para Córdoba, año
en la inseguridad jurídica que resultaría de 1942, cuyo art'culo 1» reza: "La jurisdicción
no producirse la declaración judicial; y a civil se ejercerá, cuando se promoviere una
su vez, la inseguridad que se tiende a des- gestión motivada por un derecho patrimo-
pejar mediante la acción mere declarativa, nial o moral afectado, o que pudiere ser
puede surgir sea porque un tercero haya afectado, concretamente, con relación al
formulado pretensiones contrarias al dere- gestor; y también, cuando éste, a virtud de
cho del actor (juicio de jactancia), sea por- un interés legítimo, independientemente de
que de la situación misma emana una .in- toda lesión, solicitare la comprobación, el
certidumbre que lesiona ese derecho (así, reconocimiento o la declaración de la exis-
posesión treintañal no homologada aún, con tencia de un hecho, de un estado o de una
la consiguiente desventaja para la negocia- situación atinente al Derecho común". El
ción del bien). De cualquier modo, siempre Anteproyecto Reimundín 1947 para Salta,
deberá tratarse de un estado de duda obje- en su artículo 229, dispone; "Para q'ue pro-
tivo; las dudas subjetivas del actor acerca ceda la acción de declaración de mera cer-
de su propio derecho, no justifican la de- teza, se requiere: 1' Un estado de incerti-
manda mere declarativa. dumbre sobre la existencia o interpretación
Por lo demás, se entiende en general que de una relación jurídica; "2' Que esa in-
este tipo de acción apareja un remedio ex- certidumbre pueda ocasionar un perjuicio
tremo, y que por ende no cabe acudir a ella al actor; 3' Que éste no tenga otro medio
cuando se cuenta" con una acción de otra legal para hacer cesar la incertidumbre".
especie; por ejemplo, no se justifica en prin- El artículo 1* del Proyecto del Poder Ejecu-
cipio que el titular de un crédito exigible, tivo Nacional de 1949 también contemplaba
en vez de la respectiva sentencia de conde- expresamente la acción mere declarativa.
na, pretenda una mera declaración sobre En el Código procesal civil de Jujuy de 1949,
su calidad de acreedor- artículo 1", se preceptúa: "...Para inter-
4) En la Argentina, la acción declara- poner la acción o contestarla, es necesario
tiva se ha ido abriendo paso en la doctrina, tener un interés legítimo, económico o mo-
en la jurisprudencia y en los últimos có- ral. Puede demandarse la declaración sobre
digos procesales; por lo demás, nuestras la existencia o inexistencia de un hecho o
leyss siempre han contemplado supuestos de un derecho". Por su lado, el artículo 3'
singulares de acciones de esta especie, como del Código mendocino de 1954 establece: "El
por ejemplo la de nulidad de actos jurídi- Poder Judicial interviene, aún sin la exis-
cos, la querella por falsedad de documen- tencia de una lesión actual, para declarar
tos, la jactancia, etcétera. la norma concreta aplicable en el caso
Empero, a falta de una norma general, planteado, siempre que el peticionante os-
se ha discutido si la acción mere declarativa tente un interés legítimo".
era viable entre nosotros apenas se dieran 5) Ahora bien, un ejemplo típico de ac-
los consabidos presupuestos (incertidumbre, ción mere declarativa es la que, de ahora
interés en derpejar la duda, y demás); ar- en adelante, denominaremos "acción de-
guyéndose que una acción de tal índole no clarativa de usucapión".
sería compatible con la prohibición de pro- El poseedor treintañal, en efecto, es ya
nunciamientos abstractos, que grava al Po- propietario por el solo hecho de la prescrip-
der Judicial. ción adquisitiva; mas, para el íntegro escla-
De cualquier modo, la tesis positiva ha recimiento de su situación jurídica, se pre-
dominado, y era lo razonable. No es nece-
saria una norma expresa para que la acción (63) Véase Reimundln, op. cit., t. 1, págs. 104
mere declarativa quepa: será menester tan y sigs., y los antecedentes que allí se reseñan.
solo que ella no esté legalmente proscripta. Cfr. también Spota, A., "Adición", en La Ley, t. 1,
aec. doct., págs. 81 y s'gs.. y "La acción declarativa
Porque, en efecto, los principios generales de prescripción", en Jurisprudencia Argentina, t. 57.
sobre jurisdicción, acción, interés jurídico y págs. 79-81.
cisa una sentencia que constate la usuca- sión Francesa extraparlamentaria de Catas-
pió de modo que, para todo el mundo, sea tro; los artículos 1458, 1498 y 1500 del Có-
el poseedor y no el anterior inscripto, el in- digo de Austria; el Código de procedimien-
cuestionable titular del dominio. Esta sen- tos civiles de Alemania, artículos 957, 958,
tencia es inequívocamente declarativa: ella, 977 y 978; los artículos 392, 393 y 399 de la
en efecto, no constituye en propietario Ley Hipotecaria española; los códigos de
al poseedor, sino que tan solo lo declara tal. procedimientos civiles de Entre Ríos (arts.
Por lo demás, está aquí en juego una rela- 632/4), de Tucumán (arts. 587/9) y el de
ción jurídica: la relación posesoria y domi- La Rioja de entonces (art. 1424).
nial. Por último, hay un interés inmediato Según el artículo 19 de Bibilioni: "El que
en despejar ese estado de cosas ambiguo, ha prescripto un inmueble sin título no ad-
dañino a la seguridad jurídica y contrario quiere su propiedad sino por la inscripción
a los intereses económico-sociales. de la sentencia judicial que declara esa
La acción declarativa de usucapión, sus- prescripción. Si no existiese una inscrip-
tanciada en sede contradictoria con empla- ción contraria, es necesaria la demanda de
zamiento universal, viene a constituir así la inscripción por prescripción, la cual será
vía más propia para definir el status en- publicada y seguirá los procedimientos es-
gendrado por la posesión treintañal. No hay tablecidos en • los juicios seguidos contra
para qué insistir en que las tradicionales personas inciertas. Lo mismo regirá cuando
"informaciones posesorias", de carácter vo- el Registro no revele el nombre del propie-
luntario o cuando más de contención res- tario o el inmueble esté inscripto a nombre
tringida, no aparejaban una solución satis- de una persona fallecida o desaparecida,
factoria del problema. Por eso, y reduciendo siempre que no hubiere inscripción alguna
el enfoque a nuestro universo jurídico más efectuada con el consentimiento del propie-
próximo, destaquemos que en ambas ban- tario inscripto o de una declaratoria de he-
das del Plata avanzó arrolladora la tesis de rederos de él en los últimos veinte años".
la acción mere declarativa de usucapió, al De acuerdo con el artículo 20: "En caso de
empuje de Pablo De María, Couture, Bi- existir inscripción de propiedad o de here-
biloni, Acuña Anzorena, Spota y otros deros, no podrá inscribirse la prescripción
más («*). adquisitiva, sino por sentencia definitiva
En las páginas que seguirán, hemos de in- dictada en juicio contencioso seguido con
vestigar el desarrollo progresivo de este ins- los propietarios inscriptos". Añade el ar-
tituto dentro del Derecho Argentino, co- tículo 21: "En todos los casos la inscrip-
menzando por los precedentes de Bibiloni y ción de la sentencia no produce efectos en
la Comisión oficial, continuando con el es- daño de los terceros que hubieran inscripto
tudio a fondo de la ley 14.159 y decreto-ley derechos constituidos por el propietario ins-
5758/58, y rematando con una referencia al cripto, durante el período de la posesión
Código de procedimientos civiles mendocino necesaria para la prescripción".
de 1954. Establece el artículo 22: "Es juez compe-
Anteproyecto Bibiloni y proyecto de la tente para conocer de la instancia de ins-
comisión de 1936. 1) Juan Antonio Bibiloni, cripción el del lugar de la situación del
ya lo dijimos, sometió a una severa crítica inmueble. La sentencia que declara la pres-
al viejo sistema de las informaciones pose- cripción mandará cancelar la inscripción de
sorias, recordando a ese propósito, con Bon- propiedad opuesta. Si antes de la inscrip-
jean, que si la usucapión "es la patrona ción un tercero ha sido inscripto como
protectora del género humano, también lo propietario o si se ha inscripto una contra-
es de los ladrones", y denunciando la indus- dicción a la exactitud de los asientos del
tria de la usurpación de inmuebles que en Registro fundada en la propiedad de un
diversos lugares del país prosperara al so- tercero, la sentencia no tendrá efecto contra
caire de aquellas informaciones (^). ese tercero". Dispone a su vez el artículo 23:
Para prevenir esos riesgos y asimismo, "La demanda será acompañada del certifi-
para bonificar el título del usucapiente, Bi- cado del Registro en que consten las cir-
biloni proponía entonces una regulación na- cunstancias requeridas por los artículos 19
cional de la acción declarativa de usuca- y 20, y de las administraciones respectivas
pió, asunto al que dedica los artículos 19 en que conste que el demandante y sus
a 26 del título "de la prescripción adquisi- autores han abonado a su nombre las con-
tiva". Las fuentes de su anteproyecto fue- tribuciones a que está sujeto el inmueble
ron: el párrafo 927 del Código civil ale- por todo el tiempo de su alegada posesión.
mán; el artículo 662 del Código suizo; los Se acompañará, asimismo, un plano afirma-
artículos 24 y 86 del Proyecto de la Comi- do por agrimensor y visado por la autoridad
encargada del Registro geodésico o gráfico,
(64) Ver obras citadas precedentemente. que revele la extensión, linderos y ubicación
(65) Bibiloni, Anteproyecto, VII, págs. 72 y sigs. del inmueble". Agrega el artículo 24: "Será
Olí ES A - XV - 46
parte en el juicio el funcionario que tenga
la defensa de los intereses fircales. Se admi-
tirá toda clase de prueba documental. No
se admitirá la testimonial sino cuando fuese
prestada por vecinos propietarios del lugar
de la situación del inmueble que justifica-
sen esa calidad".
Por fin, Eibiloni proyectaba una acción de
nulidad como vía de impugnación de la
sentencia de usucapió. Asi, según el ar-
tículo 25: "Cuando el propietario inscripto,
o no, no ha sido citado en persona para
intervenir en el juicio provocado por el que
se dice poseedor, la sentencia no produce
cosa juzgada contra él. Puede impugnarla
por acción demostrando la ineficacia de las
pruebas producidas y la incorrección de los
procedimientos seguidos. Puede pedir una
anotación preventiva de su contradicción al
título inscripto del poseedor y su cancela-
ción por la sentencia definitiva que se dic-
te . Y a tenor del articulo 26: "La acción
de nulidad debe ser deducida ante el juez
que dictó la sentencia impugnada dentro
del término de un mes contado desde el día
que tuvo conocimiento de la resolución o
desde el momento en que conoció el hecho
que causa la nulidad del procedimiento se-
guido. No puede intentarse pasados diez
años de ejecutoriada la sentencia que orda-
nó la inscripción del título concedido al po-
seedor".
2. El Proyecto de Reforma del Código ci-
vil quz en 1936 diera a luz la Comisión o/i- "
cial, organizó en sus grandes líneas el juicio
de prescripción adquisitiva, respetando sus-
tancia Imente las sugestiones de Bibiloni.
El proyectado artículo 1543 reza a ese
propósito: "En el juicio, cuya sentencia
deberá inscribirse, según lo dispone la úl-
tima parte del artículo 1541, se observarán
las reglas siguientes: 1» Será competente
el juez del lugar, donde estuviere situado el
inmueble. 2' La demanda será acompañada
del certificado del Registro, donde consten
las circunstancias requeridas en los incisos
6', 7' y 8', como también el de las respec-
tivas oficinas, que acredite que el solici-
tante y sus autores han abonado a su
nombre los impuestos a que esté sujeto el
inmueble por todo el tiempo de su posesión.
Se agregará asimismo, un plano firmado
por peritos y visado por el registro geo-
désico o gráfico, que determine el área,
linderos y ubicación del inmueble. 3» En el
juicio informativo se admitirá toda clase
de prueba documental; pero no la de tes-
tigos, a menos que fueren o hubieren sido
vecinos del lugar donde esté situada la
cosa, y siempre que justifiquen tal calidad.
4* Será parte e"n el juicio el funcionario
encargado de la defensa de los intereses
fiscales. 5" La sentencia que declare ad-
quirido el dominio mandará cancelar la
inscripción opuesta. 6" Si no hubiere asien-
to en contra, bastará pedir la inscripción
por vía judicial, debiendo efectuarle pre-
viamente las publicaciones del caso y con
los trámites exigidos para las personas in-
ciertas. 7» Ei procedimiento del inciso an-
terior, se aplicará cuando fuese ignorado
el nombre del titular, o figurase el de una
persona incierta o desaparecida, siempre
que no hubiere anotación alguna efectuada
con la anuencia del propietario inscripto,
o una declaratoria, de sus herederos en los
últimos veinte años. 8' Registrado el do-
minio o la declaración de herederos, sólo
podrá ser anotada la prescripción adquisi-
tiva en virtud de sentencia firme, dictada
en juicio contencioso con los titulare:; ins-
criptos. Este asiento no podrá ser opuesto
a terceros con derecho constitu'do por el
propietario durante el término de la pres-
cripción, ni tampoco frente a quien hubie-
re hecho anotar el dominio a su nombre
durante el mismo intervalo, o una contra-
dicción a las constancias del Registro".
Agrega el artículo 1544: "En ningún caso
será oponible la sentencia al propietario, a
menos de habérsele citado en persona. Po-
drá éste requerir se anote pre\^ntivamente
su oposición al título inscripto, y obtener
sea cancelado al hacerse lugar a la deman-
da. Ella deberá deducirse ante el juez que-
dispuso el registro, dentro de los treinta
días contadas de r de que el impugnante tu-
vo conocimiento del fallo, o del hecho que
originó la nulidad. No podrá intentarse,
transcurridos diez años de la ejecutoria".
La Comisión Reformadora sintetizó las
finalidades perseguidas con esa regulación
del juicio de usucapió, en este párrafo de
su informe: "Procuramos a r í, evitar para
el futuro vicios asaz frecuentes en los jui-
cios informativos, que han redundado en el
descrédito de los t'tulos mediante usuca-
pión. La circunstancia de que se trate del
dominio y la materia se vincule a los de-
más derechos realas, nos ha permitido es-
tablecer esas normas, ya que estamos en
un terreno .en el que corresponde legislar a
la nación, aparte de que se evitarán con
ellas los inconvenientes aludidos, prote-
giéndose a la propiedad con beneficio del
crédito real. Al mismo propósito, responde
el rigor con que re limitan las probanzas
en esta clase de juicios" («O.
Ley 14.159 y Decreto-Ley 5756/58
1. Sanción de la ley 14159. Los graves
defectos del régimen de las tradicionales
informaciones posesorias, asunto del cual
(61) Reforma del Código civil, págs. 159-160.
ed. Kraít, 1936.
nos hemos ocupado ya. urgían una regula- nos de sus preceptos provocaran, práctica-
ción más seria del cisterna procesal de la mente implicaba la abolición de la usu-
usucapió, de modo de salvaguardar los cavii como modo de adquirir el domi-
derechos del propietario inscripto y a !&• nio (««). Desde luego, podrá discutir-e en
vez, de conferir un titulo perfecto al usu- doctrina pura si el Instituto de la posesión
capiente. treintañal es justo y prudente, o si no lo
Esa inquietud es la que condujo a la In- es; pero lo nue resulta curioso es aue una
clusión en la ley de catastro nacional (en ley que part'a del presupuesto afirmativo
general sólo aplicable a los territorios con en la materia, y que sólo pretendía or^a-
jurlsdictio de la Nación), de algunas nor- nlzar las rerpectlvas formas procesales,
mai relativas al juicio de adquisición de virtualnrnte aniquilara la institución mis-
inmuebles por pojesión treintañal (arts, ma que no estaba en tela de juicio.
24 y 25). oue se tendrían como incorpora- ft\ imtxitao de esa* friuras, el dPcreto-ley
das al Código civil y que por ende regirían 57*fi'"8 dictado el 23 rte abril ríe 1958 por el
en toda la República, sin distingo de ju- Gobierno rpvoluclonario ("^oletfn Oficial"
risdicciones. del 20-V-1958). derogó P! artículo 24 de la
El respectivo proyecto del Poder Ejecuti- l°v 14.159 sustituyéndolo ñor un nuevo
vo fue considerado por la Cámara de dl- texto. Además de consideraciones relativas
puta^os en su sesión del 27 de setiembre a problemas ir» reculares "ue en sn opor-
de 1952 («T) , y por senadores en la reunión tunidad recordaremos, como testificación
del 29 del mismo mes y año (««). El miem- tff> este decreto se dec'a. acerca, del
bro informante de la Comisíán de Legisla- 24 —l»v 14.159— eme "la .«ilusión
ción General de Diputados Antonio Bení- rta recitó ríe aplicaciónrt dificultosa
tez, se refirió a las finjlídades del proyec- y PI nart* arbitraria a^müs e oonsplrr
to: evitar los conocidas abusos en la contra el fundamento «ocial y económico de
materia; y mencionó como antecedentes al la usuranirtn"; de modo O«P "el sMprn* de
Anteproyecto Pibiloni y al Proyecto de la la ley 141*9 ,«P ha tradurHo en definitiva
Comisión de 1936. El diputado Perette cri- en uní protección des*r'p<?l£'¡>. p°ra. el pro-
ticó, como error de metodología Jurídica, la pietario aue ha h«cho abandono del bien,
introducción de normas sobre usucapió pn "°r1uiclo del poseedor que pudo, ñor su
en una l°y de catastro; el miembro infor- acción haber vu»U»> útil o productivo el
mante replicó que dicha ley. aparte de sus irimveble abandonado".
propósitos de índole administrativa, tendía A PSP decreto, en alpuno^ asoectos. twte
a "dir absoluta certeza al derecho de pro- Jugarse'*» intprt>retativr> de ]a lev 14.159
piedad" y que por ende no pudo olvidarse OUP reemplazara: as5 cuando especificó la
el urgente problema creado por la prolife- viabiMdad de la citación a proletario des-
ración en algunos estados argentinos, de conocido f«>). o ciinndc^establecló rme el
informaciones por las cuales "por deficien- régimen l«?al en cuestión no e« antl-ahle
cias de legislación, se están produciendo si 'a «««capia se invoca como defensa.
verdaderos asaltos a la propiedad privada". Otras de sus disposiciones en cambio. Im-
Sin abundar en detalle? que acá no caben, prwton urm reforma, del si^t^Tia de li ley
señalaremos que el Proyecto del Ejecutivo 14159 ha^ta entonce* Imoenmte: ñor plem-
se aprobó en Diputados con una sola re- nlo, cuando se suorlme la presentación de
forma n^rcial, propuesta por la Comisión ios r°cibos de Imonesto* romo rennWto de
de Legislación General; y que dicha san- la rtpmanda. En fin el decreto renroduce
ción se aceptó ?in más cambio- en la Cá- textual o «i-l textualmente otras reelas de
mara de senadores. La ley 14.159 se publicó la lev 14.159: así. ruando mantiene la in-
en el "Bolet'n Oficial de la Nación" el 10 terdicción de la testimonial como prueba
de octubre de 1952. de modo que entró en exclusiva.
vigor en la Capital al día siguiente y en El decreto 5758'^8 ao*»reló un proprpso
el interior de la República el 18 de octubre con relación a] artículo 24 de la ley 14.159.
de 1952. Pero, de cualqu'er modo, si en 1958 se cal-
2. El decreto-l'y de 1958. La ley 14.159 varon así eleimos errores "oor comisión'"
—art. 24— no llenó satisfactoriamente los en que se incurriera en 1952 no se rea-
objetivos que persiguiera. En el curso ul- raron en cambio los defectos "por omisión"
terior de nuestro trabajo, apuntaremos las de entonces, ni carece que fuera tan ambl-
observaciones específicas que dicha norma clo~o el prooósito de la reforma. Yfi expli-
mereció; por ahora, en términos generales, caremos m4s adelante en qué estriban las
bastará concluir que ella, sobre todo a la
Iu2 de una interpretación rígida que, algu- (fi9) ver Odmee, M. de. J.. "El raimen nroce-
«al de la prescripción adqu'Bltiva treintafial". en
(67) Diario lie sesiones de la Cámara de Dipu- La T.PII, t. 8»?, néi^. 897 v siga.
tados de írt Nac'óa, píijs. 1469 y s»t.s., 1852. (70* Cír. Cám. Nao. Ctv., S&la A, t. L., t. 92.
(68) ídem, págs. 676 y stgs., 1952. pág. 643.
aludidas deficiencias, nativas en la ley
14.159 y persistentes en el decreto 5756/58:
en lo sustancial, bastará apuntar aquí que
el juicio de usucapión así reglamentado no
puede de ordinario concluir en una senten-
cia que de una vez por siempre ponga en
claro, para todo el mundo, la situación do-
minial del inmueble de autos.
3. Constitucionalidad de la ley 14.159.
Desde dos frentes se ha batallado por la
inconstitucionalidad de la ley 14.159: pri-
mero, en cuanto que dictándola la Nación
interfirió en la órbita procesal, reservada a
los poderes provinciales; segundo, porque
al aplicarse de inmediato a las informacio-
nes posesorias en trámite, se lesionaban los
derechos ya adquiridos del usucapiente.
a) Incumbe al Congreso de la Nación
sancionar el Código Civil y demás leyes de
fondo "sin que tales códigos alteren las
jurisdicciones locales, correspondiendo su
aplicación a los Tribunales federales o pro-
vinciales, según que las cosas o las personas
cayeren bajo sus respectivas jurisdiccio-
nes..." (art. 67, inc. 11 de la Constitución
Nacional); las provincias "conservan todo
el poder no delegado por esta Constitución
al Gobierno Federal..." (art. 104 ídem.);
ellas "se dan sus propias instituciones"
(art. 105); pero no pueden dictar los có-
digos fundamentales "después que el Con-
greso los haya sancionado" (art. 108); en
fin, las leyes que en cumplimiento de nor-
mas constitucionales dicte el Congreso Na-
cional, privan sobre el derecho local (art.
31).
A la luz de esos textos, se ha admitido
que, correspondiendo a la Nación legislar
sobre derecho de fondo, cabe que las leyes
nacionales establezcan las reglas de proce-
dimiento que puedan juzgarse necesarias
para la efectiva vigencia del derecho sus-
tantivo; y que, en tal hipótesis, no pueden
argüir las Provincias que se les arrebate
la competencia que, en términos generales,
ellas poseen para la regulación de su dere-
cho procesal ("). Este criterio, expuesto
reiteradamente por la Corte Suprema Na-
cional a propósito de otras situaciones ( 7 2 ),
fue aplicado por el mismo Tribunal al caso
de la ley 14.159 —artículos 24 y 25—, cuan-
do señaló que "es atribución del Congreso
establecer los requisitos que deberán cum-
plirse para obtener el reconocimiento del
derecho que establece el articulo 4015 del
Código Civil" (").
Pensamos que esa y no otra es la buena
(71) Véase Alsina, op. cit.. I, págs. 379-383.
(72) Fallos, t. 137, p&g. 303; t. 138, pág. 157;
t. 143, pág. 294; t. 190, pág. 124; t. 211, pág. 410.
(73) Fallo$, t. 227, pág. 146. Cfr. Salas, op. cit.,
pág. 51; Cám. Civ. 1' ta Plata, Sala 2», L. L., t. 72.
pág. 370.
doctrina. El derecho sustancial que reco-
noce o dicta la Nación para todos sus ha-
bitantes y para todo su territorio, no puede
dejarse supeditado a las peligrosas even-
tualidades y, en cualquier caso, a la diver-
sidad que suponen las reglamentaciones
adjetivas de carácter local; por ende, toda
vez que el rito curial aparezca en directo
servicio de la norma sustantiva, la compe-
tencia nacional para las regulaciones ritua-
les resultará incuestionable. Y eso es lo que
sucede con la ley 14.159: se trata de fijar
algunas condiciones mínimas para que la
adquisición del dominio por usucapió se
realice con la seriedad que exige un insti-
tuto de semejante importancia social y eco-
nómica; ¿y cómo negarle allí atribuciones
al Congreso, el único órgano competente
para legislar sobre el dominio mismo y so-
bre sus vías de adquisición?
Algún impugnante se ha reducido, acá, a
una tacha parcial de inconstitucionalidad:
la Nación puede legislar en materia proce-
sal ligada al derecho sustantivo, siempre y
cuando se trate de definir la prueba de los
actos jurídicos, no de los hechos; o siempre
y cuando se trate tan sólo de señalar qué
tipo de proceso servirá para el ejercicio de
ciertos derechos, pero sin inmiscuirse en la
concreta reglamentación de dicho proceso;
de donde, en suma, "la ley 14.159 es incons-
titucional en cuanto prescribe los recaudos
de la demanda y reglamenta los medios de
prueba admisibles, excluyendo la testimo-
nial si es.única... Sólo puede considerarse
válida en cuanto establece el carácter
contencioso de los juicios y la sustanciación
de ellos con los dueños anteriores" ( ™ ) .
Pero, en verdad, no se comprende cómo se
justificarían estos distingos entre prueba
de actos y prueba de hechos, o entre impo-
sición de un tipo de proceso y su reglamen-
tación más particularizada. Tanto lo uno
como la otro, entrará o no en la esfera de
la legislación nacional según interese o no,
más o menos directamente, al derecho sus-
tantivo que la Nación sanciona y custodia:
he ahí la única pauta seria para el caso.
De ordinario, parecerá más Justificada la
legislación nacional acerca de los actos
jurídicos, porque éstos de por sí son pro-
ductores de derechos sustantivos; pero
cuando tales derechos brotan de los meros
hechos, como acontece con la usucapió
es incuestionable la competencia nacional
para regular la prueba del puro dato fác-
tico. Del mismo modo, las más de las veces
bastará la fijación de algunas pocas nor-
mas generales de trámite para que el de-
recho de fondo esté asegurado; mas ¿por
(74) Gómez. M. de J., en La Ley, t.
gina 899.
qué esa salvaguarda no podrá requerir, en
ciertos casos, que la Nación reglamente de
manera más concreta el respectivo proce-
dimiento?
b) Se ha afirmado que la ley 14.159, al
aplicarse de inmediato a las causas en
trámite o en general a posesiones treinta-
ñales ya cumplidas pero que aún no goza-
ban de reconocimiento formal, lesionaría
los derechos adquiridos del usucapiente, con
ofensa del artículo 17 de la Constitución
Nacional, que declara inviolable la pro-
piedad.
Replica A- E. Salas, siguiendo a Roubier,
que debe discriminarse entre efecto retro-
activo y efecto inmediato de las nuevas
leyes; y que en el caso de una información
posesoria en trámite cuando se dictó la ley
14.159, no podía hablarse todavía de una
situación jurídica constituida, pues ésta
surgiría recién con el fallo homologatorio
de la información; por ende, cabía que la
nueva ley modificara las condiciones pro-
cesales necesarias para que se constituyera
dicha situación (i&). A su vez, la Cámara
Nacional Civil de la Capital, Sala B, sos-
tuvo que en el referido supuesto, el usuca-
piente no goza todavía de un derecho, no
está en la posición de quien defiende lo que
es suyo, sino que tan sólo trata de lograr
un título válido para que se lo acepte como
dueño, trata de adquirir formalmente la
calidad de propietario a través del recono-
cimiento, por el órgano jurisdiccional, del
hecho de la posesión por treinta años C 6 ).
Estimo que la solución es bien simple.
Quien poseyó por treinta años antes de la
ley 14.159, ganó el derecho a que se decla-
rara su calidad de usucapiente y a que el
Estado ie concediese el título respectivo;
pero, en cambio, él no contaba con derecho
adquirido alguno a que ese reconocimiento
se le otorgara con respeto o prescindencia
de tales o cuales formas, o para que la
demostración de los extremos legales se
realizase o no a tenor de tales o cuales
medios probatorios. Así pues, la nueva ley
14.159 pudo exigir a dicho usucapiente de-
terminados recaudos para la verificación
de su derecho y para la obtención de su
título; y en tanto esos recaudos fuesen ra-
cionales, no habría aquí violación alguna
de la "propiedad" en el sentido de la Cons-
titución.
En fin, hay quienes propugnan la incons-
titucionalidad de la ley 14.159 sólo en un
aspecto parcial: en tanto se pretenda que
la exigencia del artículo 24, inciso c) sobre
pago de impuestos alcanza a todo el tiempo
anterior a la sanción de la nueva ley. En
(75) Salas, op. cit., pág. 51.
(76) Cír. L. L., t. 82, pág. 330.
efecto, se arguye, con anterioridad a la
reforma el usucapiente sabía que con cor-
pus y animus, exteriorizados de cual-
quier modo lógico, él adquiriría por pres-
cripción; y bien pudo despreocuparse de
abonar los impuestos o de documentar su
pago, porque entonces no era previsible
que una ley futura erigiría a la prueba de
dicho pago en requisito formal para la
demanda de usucapión C"). Por eso, algu-
nos tribunales sólo reclaman tal requisito
por lo que concierne a los períodos fiscales
posteriores a 1952, año éste de la sanción
de la ley 14:159 (?»). Por nuestra parte, y
vista la discutible racionalidad de la aludi-
da exigencia, creemos que es correcto cer-
cenar su imperio, en la medida expuesta;
y con ello se esfuma todo problema cons-
titucional.
4. Órbita de la ley 14.159. Según el artícu-
lo 24 de la ley 14.159, ella se refería al
"juicio de adquisición de inmuebles por la
posesión continuada de los mismos —ar-
tículo 4015 y concs. del Código civil—";
el decreto-ley 5756/58 mantiene esa norma,
aunque alude con más propiedad al "juicio
de adquisición del dominio de inmuebles...
etc.". Por otro lado, el artículo 25 de la ley
14.159 declara que "el precedente artículo...
se aplicará de inmediato a todos los juicios
de adquisición de inmuebles por prescrip-
ción, en los que aún no se haya dictado
sentencia con autoridad de cosa juzgada".
A propósito de la órbita legal así defini-
da, se suscitan cinco cuestiones dignas de
examen: a) el nuevo régimen y las infor-
maciones pretéritas; b) el nuevo régimen
y las informaciones en trámite; c) el nuevo
régimen y las informaciones futuras; d) el
nuevo régimen y los juicios reivindicato-
ríos; e) el nuevo régimen y otros procesos
(tercería de dominio, juicios entre condó-
minos) .
a) Está claro que la reforma implicada
por la ley 14.159 y el decreto 5756/58, no
toca a aquellas informaciones posesorias
que estaban conclusas cuando dicha refor-
ma entró en vigor; si en esas informacio-
nes mediaba sentencia firme, ellas queda-
ban incólumes frente a la nueva ley, sin
perjuicio del mérito que intrínsecamente
cupiera atribuirles C?9).
En realidad, constituyendo tales informa-
ciones procesos de jurisdicción voluntaria,
propiamente no rematarían en sentencias
"con autoridad de cosa juzgada", así sin
más especificación («O. Pero lo que quiso
(77) Ver voto del doctor Sourrouílle en La Ley,
t. 88, pág. 532.
(78) Cír. L. L., t. 90, pág. 404.
(79) Cfr. L. L. t. 75, pág. 528.
(80) Salvo que, mediante oposición del Pisco o
establecer la ley 14.159 es que ella no al-
canzaba a las informaciones ya aprobadas
por resolución judicial definitiva, vale de-
cir, por decisión contra la cual no cabían
mas recursos dentro de la misma causa: en
otros términos, aquí se trata de cosa juz-
gada sólo "formal", no "sustancial" («i).
Por lo demás, no obstaría a la inaplicabi-
lidad de la ley 14.159 el hecho d" que el
auto homologatorio de la información aún
no se hallase inscripto en el Registro Ge-
neral^).
b) Problema mas delicado es el que apa-
rejan las informaciones aún en trámite
cuando se dictó la ley 14.159. Al respecto,
se propiciaron tres tesis: para unos, dichas
informaciones deben anularse, recomenzán-
dose el trámite a tenor de la nueva ley;
para otros, ellas deben archivarse; según
un tercer criterio, en fin, cabe integrar la
antigua información con la nueva ley, de
modo que completándose los recaudos exi-
gidos por la reforma, no urgiría la nulidad,
o al menos se excusara una nulidad total.
Para Dumm, por ejemplo, las viejas- in-
formaciones en trámite "quedan invalida-
das y deberá iniciarse el procedimiento
dispuesto por la ley... no hay compatibi-
lidad posible entre una actuación volunta-
ria y el procedimiento contencioso sujeto a
requisitos formales impostergables... Pare-
ce, por lo demás, muy improbable, con un
sentido regular del procedimiento, que se
pueda hablar de ordinarizar una informa-
ción (»»).
La Cámara Civil 2* de La Plata (Sala U),
aunque coincidiendo en lo sustancial con la
tesis que se acaba de exponer, precisa que
lo que corresponde en el caso no es la anu-
lación sino el mero archivo de la causa in-
formativa; el distingo tendría alguna tras-
cendencia práctica, porque el archivo per-
mitiría emplear, en los nuevos trámites a
iniciarse, algunas de las constancias de la
vieja información, la que no cabria en pro-
nunciando^ nulidad (««).
Por último, y pienso que es la buena te-
sis, hay quienes consideran que las infor-
maciones en trámite se deben integrar con
los requisitos impuestos por la ley 14.159,
sin más nulidades que las inexcusables a
tenor del nuevo régimen legal (»»). Y es
de particulares, ellos fe hubiesen ventilado en vía criterio de Dumm acerca de los artículos
contradictoria.
(81) Cír. Salas, op. cit., pág. 51. nota 13;
Dumm. op. cit., pág. 527; ver también citas en-la
nota siguiente.
(82) Cfr. L. L.. t. 73. pág. 126; J. A., 1953-IV. nistrativo para el caso de prescripción so-
pág. 322, fallo y nota de Horacio A. García Bel-
sunce.
(83) Cfr. Dumm. op. cit.. pág. 527; J. A., t. 4,
pág. 88, Cám. Civ. 2' Santa Fe.
(84) Cfr. L. L., t. 73. pág. 262.
(85) Cfr. L. L., t. 88. pág. 62; t. 76. pág. 254;
t. 74, pág. 839. Id. Jurta, t. 10, pág. 3.
que, en efecto, no se justifica la nulidad por
la nulidad misma, por mero prurito ritua-
lista; ¿a qué título aniquilar, entonces,
aquello que completado llenar.a satisfacto-
riamente sus fines? ¿Por qué anticiparse,
por ejemplo, a la eventual actitud del titu-
lar de la inscripción no citado en forma
dentro del trámite informativo, cuando po-
dría ocurrir que, regularizada dicha cita-
ción según las reglas de la ley 14.159, es»
sujeto compareciera a la causa para arti-
cular defensas de puro derecho, sin discutir
las pruebas rendidas?
c) Para el futuro ¿siguen en pie o fueron
tácitamente derogadas por la ley 14.159 las
leyes locales sobre informaciones poieso-
rias?
Por lo pronto, me parece innegable que
la pretensión de una vigencia total y autó-
noma de tales leyes, debe desecharse de
plano. Se argüirá que si el poseedor se con-
tenta coa una de esas informaciones "sin
perjuicio de tercero" que autorizaban las
Provincias, no habría por qué rehusarle
pretensión tan parca. Pero ocurre que esa
tolerancia contrariaría las finalidades de la
ley 14.159 y decreto 5756/58, que tienden a
organizar sobre bases serias el régimen de
la usucapión inmobiliaria en todo el terri-
torio nacional: es obvio que contra esas
finalidades conspiraría un sistema de doble
juego de trámites y de títulos, unos a tenor
de la ley nacional y con efectos amplios,
otros "sin perjuicio de terceros".
Cabe admitir, en cambio, que las normas
procesales dictadas en esa esfera por algu-
nas provincias, perduran en cuanto ellas
completan el juicio que, sólo en sus gran-
des lineas, ha trazado la ley nacional.
Por fin, advirtamos que con la sanción
del Decreto-ley 5756/58 hay una zona donde
las regulaciones locales sobre usucapión
quedan en pie, siéndole sólo subsidario el
sistema nacional: la tierra pública. Esta-
blece, en efecto, el artículo 1' in fine de di-
cho decreto, con referencia a las di.posi-
ciones precedentes que él trae: "Serán
asimismo subsidarias del régimen especial
a que puede someterse por leyes locales, la
adquisición por posesión de inmuebles del
dominio privado de la Nación, provincias o
municipios" W.
En tal sentido, ya no puede perdurar el
781 y 783 del Código de Procedimientos Ci-
viles de la Provincia de Buenos Aires, que
estructuran un trámite contencioso-admi-
bre inmuebles del Fisco: según Dumm, esas
(86) Recordaremos que según la ley 13.995 sobre
tierras fiscales nacionales, éstas eran Imprescrip-
tibles (art. 36). Dicha ley fue derogada por el de-
creto-ley 14.577/58.
 normas eran constitucionales hasta tanto la
Nación no legisló en la materia, pero cuan-
do lo hizo por via de la ley 14.159, el pa-
norama cambió y las leyes locales no po-
dr.an invocarse válidamente ya («). Hoy la
solución cambia, en virtud de la reforma
introducida por el decreto 5756/58.
d) Cuando la usucapió se hace valer
no por vía de acción, sino como excepción
por el poseedor reivindicado, se discutió si
también allí eran exigibles los requisitos de
la ley 14.159.
Para algunos, la respuesta debía ser afir-
mativa, porque en sustancia tanto daba
una hipótesis como la otra (»«). Por el con-
trario, se defendió la solución negativa con
estas tres razones: el artículo 24, ley 14.159,
se refisre, exclusivamente, al "juicio de
adquisición de inmuebles por la po.esíón
continuada de los mismos"; los recaudos
de la ley 14.159 se explican cuando el po-
seedor pretende conseguir del Estado un
título de dominio, mas no cuando él esgri-
me su posesión de treinta años a los solos
fines de que ae rechace la reivindicado
dirigida en contra suya; la amplitud de la
via contenciosa y bilateral en el caso de
reivindicación justifica -que89se omitan las
exigencias de la ley 14»159 ( ).
En ese último sentido ha quedado resuel-
to el problema con la ranclón del Decreto-
ley 5756/58, según el cual "las disposiciones
precedentes no regirán cuando la adquisi-
ción del dominio por posesión treintañal no
se plantea en juicio como acción, sino como
excepción". Para fundar ese criterio, se
dice en un considerando del decreto: "Que
por otra parte excede del propósito del ar-
tículo 24 de la ley 14.159, y no correspon-
dí ria por tanto su aplicación, en el supuesto
de invocarse la prescripción adquisitiva co-
mo defensa y no como acción, ya que la
bilateralidad del caso sería garantía sufi-
ciente para que el juicio se desenvolviese
dentro de las disposiciones del procedimien-
to ordinario, en las que todo litigante en-
cuentra garantías adecuadas para la de-
fensa de sus derechos".
¿Y qué decir cuando es el reivindicante
quien invoca como título la posesión trein-
tañal aún no homologada en justicia? Pen-
samos que tampoco aquí funciona el De-
creto-ley 5756/58 pues siempre podrá adu-
cirse que "la bilateralidad del caso seria
garantía suficiente (»«). En tal supuesto,
además, no es que la usucapió ¿>e esgrima
por vía de acción —hipótesis legal— ¿no
que ella constituye únicamente uno de los
(87) Ver Dumm, op. cit., pág. 528.
(88) Cír. L. L., t. 77.. pág. 83; t. 72, pág. 323.
(89) Cír. Salas, op. cit., págs. 56 y 57; L '.,
80, pés. 498 y t. 91. pág. 376.
(00) Ver considerandos del decreto-ley 5756/58
extremos de una demanda enderezada a un
fin diverso: recobrar una posesión perdida
(arg. art. 2758 del Código Civil). Por últi-
mo, la sentencia favorable para el actor
significará, tan salo, que él recobra dicha
posesión, y en modo alguno que obtiene la
declaración de un título de usucapiente
susceptible de cancelar la inscripción do-
minial en vigencia. La te:is que sostenemos
fue propiciada por la Suprema Corte de
Euenos Aires a propósito del articulo 783
del Cód. Procs. Civiles, al decidir que dicha
norma sobre informaciones treintañales no
reg!a cuando era el actor de una reivindi-
catio quien invocaba la usucapión (»i).
e) Hay otros procesos en los cuales pue-
den suscitarse dudas acerca de la aplica-
bilidad de la ley 14.159 y decreto-ley 5756/58.
Así, mencionemos las tercerías de domi-
nio: en éstas, en efecto, cabría afirmar co-
mo 92titulo una usucapió aun no declara-
da ( ). Ahora bien, y en homenaje a la
brevedad, nos remitiremos a lo explicado
en el párrafo precedente: como que, en el
fondo, la tercería de dominio equivale a
una reivindicación (<»)., En síntesis, no im-
pera aquí la legislación específica que ve-
nimos estudiando.
Otro caso interesante es el del condomi-
nio, cuando uno de los comuneros arguye,
que, por ejercicio de la efectiva posesión
treintañal en todo o determinada parte del
inmueble común, éste ha pasado a propie-
dad exclusiva suya. Pensamos que tampoco
funciona acá el decreto-ley 5756/58: se tra-
ta de un pleito entre co-titulares del do-
minio, y no entre poseedor sin título ver-
sus titular sin posesión; por lo demás,
siempre podrá argumentarse que "la bila-
teralidad del caso sería garantía suficien-
te" ( 81 ).
5. Carácter del juicio. Partes en el mis-
mo. De acuerdo con el artículo 24 de la ley
14.159, el juicio de adquisición de inmuebles
por posesión continuada de los miemos "se-
rá de carácter contencioso'", debiendo
acompañarse con la demanda "certificados
otorgados por el registro de la jurisdicción
donde conste la condición jurídica del in-
mueble". El decreto-ley 5756/58, recogiendo
la doatrina y jurisprudencia que luego co-
mentaremos, sustituyó esa norma por esta
oirá más completa: "El juicio será de ca-
rácter contencioso y deberá entenderse con
quien resulte titular del dominio de acuer-
do con las constancias del Catastro, Regis-
tro de la Propiedad o cualquier otro regis-
(91) Cír. J. A.. 1950-in. pág. 483.
(92) Cír. J. Ramiro Podettt, Tratado de ¡a ter-
cería, págs. 105-106. ed. 1949.
(93) Cír. La Lely. pág. 85, t. 63.
(94) Ver considerandos del decreto-ley 5756/
•89
tro oficial del lugar del inmueble, cuya
certificación sobre el particular deberá
acompañarse con la demanda. Si no se pu-
diera establecer con precisión quién figura
como titular al tiempo de promoverse la
demanda, se procederá en la forma que los
Códigos de procedimientos señalan para la
citación de persona desconocida". Asimismo
tocante al amparo de los intereses estata-
les, la ley 14.159 disponía que "será parte en
el juicio el funcionario encargado de la
defensa fiscal"; el-decreto 5756/58 establece
que "en caso de haber interés fiscal com-
prometido, el juicio se entenderá con el
representante legal de la Nación, de la Pro-
vincia o de la Municipalidad a quien afec-
te la demanda"
De las antiguas informaciones tramita-
das por vía de jurisdicción voluntaria, que
remataban en decisión "sin perjuicio de
terceros", pasamos ahora, con la ley 14.159
y decreto 5756/58, al juicio contencioso pro-
piamente dicho, a un proceso con contra-
dicción de partes, que acaba en una sen-
tencia con autoridad de cosa juzgada
sustancial.
Ahora bien, acerca de las "partes" en
este proceso, conviene que consideremos la
situación: primero, del titular de la ins-
cripción de dominio; segundo, de posibles
propietarios no inscriptos; tercero, del Es-
tado; cuarto, de otros eventuales interesa-
dos.
a) El titular de la inscripción del domi-
nio, aquel que aparece como propietario en
los respectivos registros oficiales, es parte
primerísima dentro del juicio de usucapión;
como que en dicho juicio el actor pretende
destruir, mediante su posesión treintañal,
los derechos dominiales del propietario ti-
tular. Esto, que iba implícito en la ley 14.159,
lo dice explícitamente el decreto 5756/58:
"el juicio será de carácter contencioso y
deberá entenderse con quien resulte titular
del dominio...". Y precisamente por eso, en
la ley y en el decreto figura, como requisito
de la demanda, la certificación del registro
respectivo. Hay empero una hipótesis, ob-
serva Dumm, en que ese requisito debe de-
jarse de lado: cuando el tiular de la ins-
cripción posee un sobrante dentro de su
título y acciona para que se declare su
usucapía sobre dicho saldo de terreno; pues
entonces, la contienda sólo se ventilará con
el Estado (»«).
Pero el problema serio, en lo que concier-
ne alterna que venimos examinando, es el
que se origina en el carácter personal, no
real, de nuestros registros inmobiliarios:
dentro de nuestra organización catastral, en
efecto* en el nombre del propietario el que
(951 Dumm, op. cit., pág. 526.
nos conduce a la identificación del inmue-
ble, y no a la inversa. Por lo tanto, y a me-
nos que el titular de la inscripción pueda
descubrirse por otras vías, ocurrirá de ordi-
nario que la identidad del mismo quede
ignota. Y se discutía entonces, dentro del
régimen de la ley 14.159, si en tal caso cabía
trabar litigio con ese titular, citado por
edictos y representado en la causa por el
defenor de oficio, o si en dicha hipótesis el
juicio no podía llevarse adelante. Por la so-
lución negativa se inclinaba Salas (»«); por
la afirmativa Spota ( 97 ), Dumm (»») y la
jurisprudencia («»). Cabe advertir que la
dificultad se previo en el debate parlamen-
tario de la ley 14.159, cuando los diputados
Piaggio y Fassi formularon al respecto ob-
servaciones categóricas que no fueron sa-
tisfechas por el miembro informante del
proyecto (10°). De todas maneras, el decreto
5756/58 ha despejado las dudas al determi-
nar que "si no se pudiera establecer con
precisión quién figura como titular al tiem-
po de promoverse la demanda, se procederá
en la forma que los Códigos de procedimien-
tos señalan para la citación de personas
desconocidas". En otros términos: se em-
plazará por edictos al titular de la inscrip-
ción; y vencido el término de emplazamien-
to, se le proveerá de defensor ex offido,
siguiéndose con éste la causa. Desde luego,
la misma forma de citación corresponde
para el caso de titular identificado pero con
domicilio incierto: situación ésta que nunca
ofreció dudas ni provocó divergencias doc-
trinarias.
. b) Según nuestro Código civil, para ad-
quirir el dominio por negocio jurídico sólo
se precisa justo título y tradición; el asiento
en los registros es requisito añadido por las
leyes locales, que en la práctica goza de be-
neplácito pero que en teoría constitucional
es discutible. Surge entonces la posibilidad
de que el genuino propietario no sea preci-
samente el actual titular de la inscripción
sino otro sujeto, ¿también este otro sujeto
sería parte en el juicio?
Pues bien, la ley exige que la contienda sé
sustancie, primariamente, con el titular de
la inscripción: y esta exigencia es inexcusa-
ble. Pero creemos que no media óbice al-
guno, al contrario, pensamos que se satis-
facen-más acabadamente las finalidades del
instituto en examen, si el juicio se traba
también con el presunto propietario no ins-
cripto, sea por presentación espontánea del
(96) Salas, op. cit., págs. 63 y 55.
(97) Spota, en Jurispr. Arg., pág. 376, 1953-1.
(98) Dumm, op. cit., pág. 526.
(99) Oír. La Ley, pág. 404, t. 90 y pág. 754
t. 87; id. Juris, pág. 3, t. 10.
(100) Diario de Sesiones de la Cámara de Di-
putados de la Nación, págs. 1494-1489, año 1952.
 mismo, sea en virtud de emplazamiento
peticipnádo por el actor (101).
c) El Estado (Nación, Provincia, Muni-
cipio) es dueño de inmuebles, sea porque
los adquirió por los títulos comunes, sea en
su calidad de señor de todos los bienes va-
cantes abandonados o .que no tengan otro
propietario (arts. 2342 y 2344 del Cód. civ.).
Por lo tanto, es obvio que el Estado resulta
parte interesada en el juicio de usucapió,
y así lo reconocen la ley 14.159 y el decreto
5756/58, cuyas normas al respecto recor-
dáramos antes. La ley 14.159 declaraba
"parte en el juicio" al "funcionario encar-
gado de la deíensa-fiscal": lo primero era
técnicamente incorrecto, porque "parte" no
sería tal funcionario o mandatario, sino el
Estado cuya representación asumía el per-
sonero; lo segundo no era del todo claro.
El decreto 5756/58 elimina esos dos reparos:
alude al "representante legal de la Nación,
de la Provincia o de la Municipalidad"; y
a dicho mandatario no lo considera "par-
te", preceptuando tan stJlo que con él "se
entenderá" el juicio.
En resumen, que a la Nación, Provincia o
Municipio eventualmente afectados debe
emplazárselos en forma, para que, median-
te sus mandatarios legales, comparezcan al
juicio y participen en todas las actuaciones
del mismo. Esos mandatarios serán los que
el Derecho administrativo local establezca;
y su intervención desplaza la del simple
agente fiscal (w»). La jurisprudencia ha es-
tablecido, y es obvio, que la participación
del funcionario estatal no suple la dello ti-
tular de la inscripción, ni a la inversa ( s).
Asimismo se estableció que no corresponde
eximir de costas al Estado que fue vencido
en el juicio de la ley 14.159, no valiendo ar-
güir la misión tutelar de los intereses co-
munitarios que aquél cumple en el proceso
(104); io que también es justo y sirve para
definir del todo la calidad de parte propia-
mente dicha que al Estado incumbe en las
causas de usucapión.
Se discute si dicha participación cabe
cuando conste que no hay interés fiscal
comprometido inmediatamente, 'porque el
dominio en litigio, aparece como despren-
dido del patrimonio estatal. A la luz de la
ley 14.159, cuyo texto no justificaba distin-
gos, la respuesta debía ser afirmativa: lo
que, por lo demás, parecía lógico por cuan-
to el Estado es siempre titular potencial de
(101) Cfr. Salas, op. cit., pág. 52.
(102) Cfr. La Ley, pág. 254, t. 76 y pág. 829
t. 74: en la Capital debe Intervenir el represen-
tante de la Municipalidad, y su participación ex-
cluye la del Ministerio Público fiscal,, a tenor de
la ley 1893, art. 119, Inc. 1».
(103) Cfr. La Ley, pág. 754, t. 87. y pág. 888
t. 75.
(104) Cfr. La Ley, pág. 714, t. 86.
aquellos bienes que .resulten vacantes (art.
2342, inc. 3' del Cód. civ.) ("«). El texto del
decreto 5756/58, en cambio, alienta la duda,
porque sólo reclama como parte al Estado
"en caso de haber interés fiscal compro-
metido". De cualquier modo, entendemos
que la citación a los órganos estatales co-
rresponde siempre; y que a la vista de
dicha citación, es al Estado al que incumbe
resolver si participará o no en la causa, asu-
meindo o no la defensa de cualquier interés
fiscal inmediato o mediato sobre el inmue-
ble. Desde luego, si el Estado rehusa el com-
parendo o el litigio, por entender que no
hay interés suyo en juego, y si luego resul-
tara lo contrario, todo sucederá como si él
hubiese renunciado a la potestad de defen-
der sus eventuales derechos sobre el bien
en custión.
d) Media la posibilidad de que existan
otros interesados en las resultas del juicio
de usucapión; unos, que acaso puedan ar-
güir un interés absolutamente contradicto-
rio con el que pretende el actor, como su-
cedería si viniese a la causa un sujeto que
arguyera ser él, no el accionante, el que po-.
seyó el inmueble por treinta años; otros,
sin rayar a ese extremo, pero invocando
también derechos propios, como el acreedor
hipotecario, el titular de servidumbres ("«).
Ni la ley 14.159 ni el decreto 5756/58 dispo-
nen nada al respecto. Por ende, pienso que
el problema debe decidirse a tenor de los
principios procesales comunes: el actor no
está obligado a citar a esos terceros; puede
hacerlo, si quiere; los terceros, por su pro-
pia cuenta, pueden comparecer al juicio y
hacerse parte según las reglas corrientes
sobre tercería. Destacaré, por fin, que al-
gunas leyes locales obligan sí a anoticiar
a los terceros eventuales interesados, me-
diante edictos: por ejemplo, según el ar-
tículo 516 del Código de procedimientos ci-
viles de Santa Fe, que ya conocemos, "se
ordenará también la publicación de edictos
.. .citando al titular de la inscripción del
dominio si constare; y haciendo conocer la
presentación, la ubicación, dimensiones y
linderos, y el derecho que asiste a los ter-
ceros interesados, de comparecer a deducir
oposición, en cuyo caso serán tenidos por
parte" (w?). Normas locales de esta índole
han de considerarse complementarias del
(105) Cfr. Salas, op. clt., pág. 53; Dumm, op.
clt., págs. 525-526; La Ley, pág. 688, t. 75.
(106) Lo apunta Salas, op. cit., pág. 52, nota
21, sin dar respuesta.
(107) Cabal y Atlenza, comentaristas del Có-
digo santafesino, ponen precisamente el ejemplo
que antes recordábamos: "Puede haber, en efecto,
otro poseedor con legítimo interés en contestar la
que Invoca el solicitante; y el artículo le acuerda
el derecho de presentarse y ser tenido por parte"
(op. cit., pág. 384).
régimen procesal nacional, según lo explicá-
ramos antes.
6. Naturaleza de la acción. Competencia.
Coincidimos con Acdeel E. Salas en que esta
acción es de carácter real: ella puede ca-
talogarse sin dificultad alguna entre aque-
llas acciones enderezadas a "declarar en
juicio la existencia, plenitud y libertad de
los derechos reales", según definición del
articulo 2756 del Código civil («>»). Reconoz-
camos, empero, que la tesis contraria cuenta
con el prestigioso amparo de Couture (toa).
Si se admite nuestro criterio, será com-
petente el juez del lugar de ubicación del
inmueble a usucapir, y no aquél del domi-
cilio del propietario .inscripto ("°).
7. El plano. De acuerdo con la ley 14.159,
la demanda de usucapión debía acompa-
ñarse de "un plano firmado por profesional
competente, que determine el área, linderos
y ubicación del bien, el que será visado por
el correspondiente registro gráfico si exis-
tiere en la jurisdicción". La norma actual,
del decreto 5756/58 reza: "Con la demanda
se acompañará plano de mensura, suscrip-
to por profesional autorizado y aprobado
por la oficina técnica respectiva, ti la hu~
bere en la jurisdicción". La fuente de estos
preceptos, casi textual, está dada por Ei-
biloni y el Proyecto de 1936 (art. 23 del ti-
tulo "de la prescripción adquisitiva" y ar-
ticulo 1543 inciso 2', respectivamente).
Se trata aquí de un requisito para instau-
rar la demanda, cuya finalidad es obvia: la
individualización del inmueble que se pre-
tende usucapir. El profesional "competen-
te" de la ley 14.159, o "autorizado" según
calificación más precisa del decreto 5756/58,
será el ingeniero o agrimensor inscripto en
la respectiva matrícula ( » > ) . La ley 14.159
especificaba que el plano debía determi-
nar área, ubicación y linderos; el decreto
5756/58 no cambia el concepto, sino que só-
lo lo expresa con más parquedad, cuando
alude a "plano de mensura". Aquella ley,
asimismo, ce referia a la visación por el
"registro gráfico"; más genéricamente, el
decreto actual mienta "la oficina técnica
respectiva". Tanto en la ley como en el de-
creto, se excusa la visación del plano cuan-
do no exista en el orden local un organis-
mo competente a ese propósito.
El plano se presentará con la demanda, y
el tribunal ex officio puede y debe dete-
ner el curso de la causa si dicho recaudo
no sé llenó. Y si el proceso llega a término
con tal deficiencia, de cualquier modo siem-
(108) Cfr. Salas, op. clt., paga. 21-62. En doc-
trina extranjera conforme Goldschmidt (op. clt.-,
pég. 178) y Schonke (op. clt., pág. 143).
(109) Op. cit., págs. 73-74.
(110) Cfr. La Ley. pág. 354. t. 88 y pág. 620.
t. 87.
pre cabrá que el juez, en ejercicio de sus
atribuciones para mejor proveer, intime al
actor a ese propósito, fijándole un breve
plazo; de no resultar la intimación, la de-
manda deberá rechazarse.
8. El pago de los impuestos, a) Siguien-
do los antecedentes del Anteproyecto Bibi-
loni (art. 23 del Mulo sobre "prescripción
adquisitiva") y del Proyecto de la Comisión
de I«o6 (art. 1543, inc. 2"), la ley 14.159
exigía que la demanda se acompañase con
"certificados emitidos por las oficinas re-
cauda "oras, de los que resulte que el actor
o los que le han tran.mitido el derecho,
abonaron a su respectivo nombre el im-
puesto par todo el lapso de la posesión".
El Proyecto del Ejecutivo, que sirvió de
base a la ley 14.159, requería que taies con-
tribuciones se hubiesen oblado no sólo a
nombre del poseedor y por todo el lapso de
la pose.ión, sino, además, "a su debido tiem-
po". Pero la Comisión ae Legislación Gene-
ral de la Cámara de Diputados suprimió
esas palabras (u*), explicando a ese pro-
pósito el miembro informante Antonio Be-
nitez: "El mero atraso no puede juzgarse
excluyente de aquel animus (domini)";
"una demora cualquiera... no podr.a tener
por no ocurrida una prescripción ya opera-
da, o no podría impedir que se e.tuvlera
prescribiendo mediante otros actos poseso-
rios"; "el pago del impuesto inmobiliario se
considera un acto posesorio al que por la
ley puede asignársele más o menos valor
probatorio del animus domini; "la demora
tiene una sanción dentro de las leyes fis-
cales y la fecha del pago no puede consi-
derarse sino a efectos de apreciar la fecha
del acto posesorio" ("»). En la discusión en
particular O 11 ), el diputado Piaggio objetó
la propuesta' supresión, arguyendo que de
ese modo se atribuía eficacia a un even-
tual pago tardío y en globo que hiciera un
falso poseedor; según el impugnante, no se
trataba de exigir una rigurosa puntuali-
dad, pero si una cierta periodicidad en loa
pagos, que demostrara a través del tiempo
el ejercicio efectivo de la posesión. Estos re-
paros no prosperaron, y la propuesta de la
comisión se aprobó, de manera que la exi-
gencia del pago puntual quedó abolida.
¿Qué alcance tenía este requisito del pago
de los impuestos? Aunque algunos entendie-
ron que se trataba tan solo de tutelar un
interés fiscal, creemos, con Salas, que di-
cho pago se contemplaba con otro alcance:
(111) Cfr. Oumm. pág. 528.
(112) Esa fue la única modificación introdu-
cida- por el Congreso al Proyecto del Poder Ejecu-
tivo.
(113) Diario de Sesiones..., pág. 1479, 1952.
(114) Diario de Setiones..., págs. 1494-1499.
1953.
esto es, como medio formal3 de exterioriza-
ción del animua domi/ii (" >. A los linea
puramente fiscales, en efecto, para nada
hubiera interesado quién y durante qué
tiempo había oblado las contribuciones: con
Que estas se hallaran al día, era bastante.
Por otro lado, la tesis que exponemos es la
que surge del debate parlamentario, según
las ya citadas palabras del diputado Be-
nitez.
Admitida pues esa finalidad, debe con-
cluirse que la taita de presentación ae tales
ceruncauos impedía dar por cierto el ani-
mas domini del actor; este pouria haoer
demasiado acabadamente el ejercicio del
corpus a tenor del articulo 2364 del Código
civil, y dicna demostración, ae acuerdo con
los principios generales, habría permitido
presumir el animus a su favor ( l i U ); pero
con la ley 14.159, ese sistema se descala-
braba.
De acuerdo con la ley 14.159, los recibos
debían agregarse a la demanaa, eran re-
caudo para la introducción de la causa. Rei-
teramos aquí, entonces, lo que dijéramos
ames a proposito del plano: mutans mu-
tandis, las mismas regias ion apiiíaoles.
La ley 14.159 cargaba al actor con la
prueba del pago de los impuestos, por él o
sus causantes, "a su respectivo nombre"-
Entenoiao esto al pie de la letra, mucnas
veces los poseedores hubieran tropezado con
vallas insuperables: las oficinas recauda-
doras solo expiden recibos a nombre de
quien aparece para ellas como titular del
bien gravado, sin interesarles quién abone
realmente; así pues, el poseedor que satis-
fizo los impuestos tolo podía exhibir certifi-
caciones a nombre de otra persona, no a
nombre suyo o de sus causantes. Esta difi-
cultad se apuntó en el debate parlamen-
tario, también por el diputado Fiaggio ( 11J ),
y no mereció respuesta. Empero, la solu-
ción estribaba en atenerse aquí a la tradi-
cional juri.prudencia: quien presenta reci-
bos de pago se presume pagador, salvo
prueba en contrario; por lo tanto, aunque
no estén "a su nombre", los recibos de im-
puestos que trajera el actor ser.an válidos
a los fines de la ley 14.159 (""). incluso se
cumplirían los propósitos legales, según
Dumm, con un certificado expedido a soli-
citud del actor donde constara que no hay
deuda pendiente O19); criterio discutible y
no aceptado por ciertos tribunales ( 12U ). Que-
(115) Salas, op. clt.. págs. 53-54; La Ley, pág.
404. t. 90.
(116) Salvat. op. clt., I. núms. 26, 27 y 134;
Lnfaillc, op. clt. I, num. 150.
(117) Diario de Sesiones..., loe. clt.
(118) Salas, op. clt.. pág. 54.
(119) Dumm, op. cit., pág. 524, nota 3.
(120) Ver Cámara Civil 2' de La Plata, Sala II,
da asimismo el problema de ios graváme-
nes prescriptos: a ese propósito, como la
Ity exige el pago, y como la prescripción só-
lo puede hacer las veces ael pago si ha sino
reconocida por el acreedor o declarada ju-
diciaimeme, creemos que a los fines de la
ley 14.159 los recibos solo podían suplirse
por una sentencia o decisión administrati-
va que acogiera la prescripción liberato-
ria í^1).
La presentación de los recibos de impues-
tos era condúio sine qua non, mas no co/i-
áitio per quam para justificar el animus
dumini, vaie aecir que eu ausencia ae taies
recibos el animas se daba por inexistente,
pero que la inversa no era cierta, que la
sola exhibición de los comprobantes de
pago fi.cal no bastaba para aomitir sin
mas la existencia ae aicho ammus. El pago
ae. una sola vez, en vísperas del pleito, ae
todos los gravámenes pendientes soore el
inmueble, sausiacia la exigencia formal de
la ley; p¿ro de cualquier mouo, por la in-
trínseca índole ae aicno acto, mal podr.a
funuar¿e en él la plena prueba del animus
domini 112=0.
Cuando la ley 14.159 aludía al pago del
"impuesto", se sobreentiende, dada la ra-
izo Ugis, que contemplaba cualquier carga
fiscal que sobre el bien pe¿ara: impuestos
propiamente cuchos (entre eiios la contri-
bución directa, pero no sólo ella), ta_as, con-
triDuciones de mejora O23).
Ya dijimos antes que, según criterio ju-
risprudencial que compartíamos, la ley
li.ioa aebia aplicarse ue inmeaiato pero
no con efecto retroactivo acerca de esta exi-
gencia del pago de impuestos: en otros tér-
minos, que era inexcusable justificar el pago
de las contribuciones po.teriores a la vi-
gencia de la ley, pero no de las anteriores
(iüi). sobre este tema, así pues, no es ne-
cesario volver.
b) El requisito en examen había mereci-
do justificadas criticas: era caprichoso, a
la postre, erigir en prueba ael animus
domini un pago que podía e f e c t u a r un
tercero no poseedor, que podía omitir un
po.eedor genuino; por otra parte, bastaba
para los efectos legales que el pago se eje-
cutase de una sola vez y como preliminar
del juicio de usucapión, vale decir, al mar-
gen de todo auténtico ejercicio de una pro-
en La Ley, Repert. XVIII, v. "prescripción", nú-
mero 132.
(121) Ver Dumm, op. clt., pág. 624, nota 6;
id. La Ley, pág. 643, t. 83.
(122) Cír. Salas, op. clt., pág. 54; id. La Ley,
pág. 554. t. 79 y pág. 404, t. 90.
(123) Cír. Dumm, op. cit., págs. 524-525; a pro-
posito de tasas municipales, ver Cámara Civil 1»
de La Plata, Sala I. en La Ley, pág. 554, t. 79.
(124) Ver tupra, este mismo capítulo, núm. 3-6
<n fine.
 longada posesión. Por otro lado, ya aludi-
mos a las dificultades concernientes al
recibo "a propio nombre".
Esas críticas las recogió el decreto-ley
5756/58, en cuyos considerandos se decía:
"que en tal sentido, la exigencia del acredi-
tamiento del pago a nombre propio, o de
los que le transmitieran su derecho durante
todo el lapso de la posesión, resultaba en
la realidad de casi imposible cumplimiento.
Que asimismo se dio a tal hecho el valor
de prueba decisiva de la posesión prescin-
diéndose de la circunstancia de que pueden
abonarse impuestos sin tener la posesión,
como así también que los verdaderos actos
que la acreditan anímus domini son los
que prevé y menciona el artículo 2384 del
Código civil".
Y sobre tales bases, el decreto modificó
la ley 14.159, disponiendo: "Se admitirá to-
da clase de prueba... Será especialmente
considerado el pago, por parte del poseedor,
de impuestos o tasas que graven el inmue-
ble, aunque los recibos no figuren a nombre
de quien invoca la posesión". La reforma
es feliz: 1°) Porque precisa el sentido de esta
exigencia legal, definiéndola como uno de
los posibles elementos de prueba de la po-
sesión; 2') porque no la impone como con-
flitio sine qua non; 3") porque admite el
criterio jurisprudencial de que debe presu-
mirse pagador quien detenta los recibos,
figuren o no a su propio nombre. En ade-
lante, pues, la presentación de dichos reci-
bos colocará en posición ventajosa al actor;
pero su ausencia no lo perjudicará irreme-
diablemente, de modo tal que aunque los
impuestos no estén pagos, o se hayan sa-
tisfecho por terceros, eso no impediría que
prosperasen las pretensiones de un actor
que demostró adecuadamente su posesión
treintañal con otras probanzas.
9. La prueba. Toda clase de prueba cabe
en el juicio de usucapión organizado por la
ley 14.159 y el decreto 5756/58: pero con una
seria restricción en cuanto a la testimonial,
en la cual "el fallo no podrá basarse exclu-
sivamente". El Anteproyecto Bibiloni y el
Proyecto de 1936 aceptaban los testigos, con
la sola exigencia de que fuesen "vecinos
propietarios del lugar de la situación del in-
mueble" (Bibiloni, art. 24 o simplemente,
"vecinos del lugar donde esté situada la
cosa" (Proyecto de la Comisión, art. 1543,
inc. 3').
La aludida restricción ha sido objeto de
críticas en verdad justificada O 25 ). La usu-
capió es la consecuencia jurídica de una
(125) Cfr. Manuel de J. Gómez, op. cit, págs.
901-903; id. Luis M. Valiente Noailles (h.). "El de-
creto-ley 5756-58, modificatorio del régimen pro-
cesal para prescribir estatuido por la ley 14.159",
en La Ley, págs. 974-976, t. 91.
situación f á c t i c a (posesión efectivamente
ejercida por treinta años), y por ende, tra-
tándose de probar hechos, no se comprende
la exclusión de la prueba testimonial, de or-
dinario la única viable en este orden de
cosas. Es cierto que los testigos pueden
mentir o engañarse, por mútiples motivos:
pero esto no impide que por testimonios se
fallen, por ejemplo, delicadísimos asuntos
de familia; y en todo caso, están los recau-
dos procesales y la discreción del juez para
prevenir abusos al respecto. En resumen,
entonces, debe reprobarse esta instauración
de un sistema de "prueba legal" en el juicio
de usucapión. E inclusive han de dejarse de
lado restricciones menores como las suge-
ridas por Bibiloni y la Comisión de 1936:
porque reclamar, por ejemplo, que los tes-
tigos sean vecinos del lugar, significará, en
la mayoría de los casos, una exigencia que
por obvia pudo callarse; y en cambio apa-
rejará, en algunas hipótesis excepcionales,
una lamentable traba para la demostración
de la verdad.
De cualquier modo, como el decreto
5756/58 mantiene el texto de la ley 14.159,
sigue en pie la limitación impuesta a la
prueba testimonial: ésta se admitirá, siem-
pre y cuando complemente o se comple-
mente con otro género de probanzas (docu-
mentos, informes,, confesional, etc.). Cabe
inquirir sí los recibos por pago de impues-
tos —prueba documental— abrirían sin más
la puerta a las testimoniales. En el régimen
de la ley 14.159, que exigía por separado
tales recibos y alguna prueba no testimo-
nial, la respuesta debía ser negativa (i-'«);
salvo que se tratara de recibos antiquísi-
mos, anteriores a los treinta años de pago
que preveía la ley, porque tales recibos ad-
quirían sí valor autónomo como documen-
tal ( m ). Pero entendemos que la solución
es otra con el decreto 5756/58: éste no erige
a los recibos fiscales en recaudo específico;
y más aún, al tratar de la prueba y pros-
cribir la sola testimonial, en el mismo pá-
rrafo agrega que "será especialmente con-
siderado el pago, por parte del poseedor,
de impuestos o tasas que graven el inmue-
ble". En resumen: que a la luz del decreto
5756/58, dichos recibos pueden servir como
prueba documental que legitime los testi-
monios corroborantes. Desde luego, como no
sería del caso que se eluda una categórica
restricción legal con meros artificios, juz-
gamos que a los fines mencionados, los re-
cibos fiscales deben constituir una autén-
tica prueba posesoria: por ejemplo, no
bastaría para admitir testigos, acompañar
un certificado "libre de deuda", o la cons-
(126) Cfr. Salas, op. Cit., pág. 55.
(127) Cír. Juris, pag. 236, t. 5.
táñela de un pago masivo y reciente de los
gravámenes. Si este nuestro criterio se
acepta, resultará que el decreto 5756/58, si
bien mantuvo la interdicción de la sola
testimonial, indirectamente atenuó la gra-
vedad del sistema al reformar la ley 14.159
en materia de recibos de impuestos: a un
genuino poseedor treintañal, no le será di-
fícil apoyar su prueba posesoria en tales
recibos.
Una antigua información treintañal, aun-
que tramitada en sede voluntaria, también
valdría como prueba documental en el jui-
cio de usucapión, a efectos de complemen-
tar testimonios: como explica Salas, esa in-
formación podrá ser ineficaz para acreditar
el corpus, pero sin duda que demuestra
el animus (12»). De igual manera, serán
pruebas documentales admisibles, y podrán
sumarse pues a la testimonial, éstas que
enumera Dumm a título ejemplificativo:
fallo que rechaza el desalojo por haber
opuesto el demandado (luego actor del jui-
cio de usucapió) su calidad de poseedor;
sentencia favorable en interdictos de rete-
ner o recobrar la posesión; la trasmisión de
derechos y acciones posesorios por sucesión;
la cesión de acciones y Derechos posesorios
litigiosos (128).
No creemos, en cambio, que la testimo-
nial se admita con el solo complemento de
una prueba de inspección ocular que justi-
fique la ocupación actual del inmueble por
el demandante: esa ocupación va virtual -
mente presupuesta en el sistema legal, y por
ende, su mera verificación táctica no puede
servir para que se esquive una expresa nor-
ma restrictiva de la misma ley.
De igual modo, una pericia podrá descri-
bir las características y antigüedad de las
obras que existan en el fundo (edificios,
cercos, sembradíos); pero esa sola verifica-
ción técnica no creemos que apareje la prue-
ba de complemento que quiere la ley, a
menos que las obras en cuestión puedan
conectarse con el actor por alguna vía no
exclusivamente testimonial: en general, la
pericia sólo nos revelará una pura circuns-
tancia física, sólo nos asegurará que tales
obras estuvieron y están ahí, pero de suyo
nada nos dirá sobre su mérito como indica-
doras del corpus o del animus del ac-
tor
(128) Cfr. Salas, pág. 55, nota 48 bis.
(129) Cfr. Dumm, op. cit., pág. 527, nota 16.
(130) Eso «'en general", decimos. Porque po-
dría ocurrir que esa conexión entre el dato físico
que revela la pericia y la persona del actor-posee-
dor, surgiera de la pericia misma, y entonces ha-
bría ya libertad para la testimonial. Por ejemplo,
si el dictamen técnico verificara que en una casa
existen, desde tiempo atrás, dependencias de tal
tipo que sólo se explican con referencia a deter-
minada especialidad profesional del ocupante de
Otra hipótesis interesante sería ésta: en
caso de que el litigio se siga contra copro-
pietarios titulares de la inscripción de do-
minio, y uno de ellos confiese la prescrip-
ción adquisitiva del actor, este extremo, que
desde luego no bastaría para condenar a los
demás ¿servirá, sí como prueba complemen-
taria de la testimonial? Responderemos, en
términos generales, que así podría ser: la
confesión de un litlsconsorte puede usarse
como presunción contra los otros, a criterio
discrecional del juez(isi), y el decreto
5758/58 no descalifica en modo alguno la
prueba de indicios (isa).
10. La sentencia. Las costas, a) En caso
de prosperar las pretensiones del actor, la
sentencia debe declarar que él ha adquirido
por prescripción treintañal el dominio del
bien de autos, ordenándose la expedición de
copias y la anotación en el Registro.
o) ¿Quién carga con las costas en el jui-
cio de usucapión regulado por la ley 14.159,
hoy decreto-ley 5756/58? Como estas nor-
mas nacionales nada prevén al respecto,
habrá que estar aquí a las leyes de proce-
dimiento de cada jurisdicción.
Ahora bien, accediendo siquiera sucinta-
mente al problema, conviene recordar las
enseñanzas de Couture en torno al planteo
de la cuestión en el derecho uruguayo. Pa-
ra el ilustre procesalista oriental, la juris-
prudencia de su país, haciendo obra pre-
toriana, se apartó en este asunto de los
principios rigurosos en homenaje a la jus-
ticia y equidad- Desde el punto de vista
dogmático, no siendo el juicio de usucapión
un trámite de jurisdicción voluntaria sino
auténtica causa contenciosa, no había por
qué gravar con costas al actor que triunfó
en su pretensión; sin embargo, la jurispru-
dencia siempre cargó con tales costas al
accionante, pues en su "exclusivo benefi-
cio" se irrogaron, y porque de otro modo,
habría que imponerlas a un propietario
hipotético, o que no creó obstáculo alguno
al actor ('*»).
Un criiíerio análogo no será difícil de sus-
tentar entre nosotros allí donde el régimen
la finca, y dicha cualidad resulta pertenecer al
actor justamente; entonces no habría óbice para
oír testigos que nos explicaran cómo y en qué
carácter el actor ocupó el fundo y erigió allí ta-
les o cuales obras.
(131) Cfr. Chiovenda, op. cit., pág. 689, t. II,
(132) La prueba indicia! o de presunción es-
triba, en el fondo, en un razonamiento que tiene
como punto de partida ciertos hechos, hechos és-
tos que se constatan mediante los otros medios
probatorios. Si estos otros medios son testimonios,
claro que la interdicción del decreto 5756/58 al-
canzará también a la presunción asi fundamen-
tada; pero si la base fáctica de la presunción se
comprueba con confesional, informativa, documen-
tos, etc., es obvio que la restricción legal no fun-
cionará.
(133) Cfr. Couture, op. cit., pág. 78.
de costas rerulte más o menos flexible: así,
articulo 221 del Código de procedimientos
civiles de la Capital P»-0. La perplejidad
surge, en cambio, cuando el sistema se fun-
da rígidamente en el principio del venci-
miento: tal el art. 226 del Código r de Pro-
cedimientos civiles de Santa Fe (>3 >). Pero
aún en dicha hipótesis creemos que las ca-
racterísticas singulares del pleito justifica-
rían una solución especial: si en la causa
de usucapió no hubo contradictor indi-
vidualizado, como las costas hay que oblar-
las siempre y como no es del caso diferir
su pago a la aparición de un sujeto ignoto
y acaw inexistente, ha de entenderse que
si bien es el demandado el definitivo res-
ponsable al respecto, en forma inmediata
responde el actor por todas ellas (sellados,
honorarios del defensor de oficio, etc.); si
alguna vez identificara a su adversario, el
accionante podrá resarcirse de tales gas-
tos P3«).
En el caso peculiar del Estado como par-
te vencida ya diUmos que nuestros tribu-
nales, y con razón, han decidido que "la
oblíeada función tutelar del Estado, en los
juicios sobrs poses'ón treintañal, no exclu-
ye su responsabilidad por las costas" P 37 ).
No hay motivo en ef&cto, para eximir de
gastos causídicos si Estado que con su in-
justa resistencia provocó erogaciones a su
contrsrio; todo sin perjuicio, desde luego,
que en algún caso concreto se diera la
"razón plausible rara litigar" o algunas de
las otras eximentes de costas propias de
aquellos r~gímene.s procesales que denomi-
náramos "flexibles" al respecto.
11. Ejecución ée la sentencia. La ejecu-
ción de la sentencia eme declara usucapien-
te a! actor consl tira tan sólo en otorgar
por Secretaría copias auténticas al intere-
sado, y en la inscripción de un testimonio
del fallo en el Registro General. En cambio,
na cabe la tesis de que el Juez deba otor-
gar en favor del accionante una escritura
de adjudicación de propiedad P 3S ); en
cuanto a la registración de la sentencia, o
del expediente íntegro, en una notaría,
es medida de aseguramiento que el intere-
(134) "La parte que fuese vencida en el "jui-
cio, deberá pagar todos los gastos de la contra-
ria... El juez, s'n embargo, podrá eximir en el
to<to o en carte de esta responsabilidad al liti-
gante vencido siempre que encuentre mérito para
ello...".
(135) "La parte vencida será siempre conde-
rmda a pagar las costi>s..." (hay tres excepcio-
nes me po hacen al caso).
(138) Esta teoría se refuerza, por lo que con-
ci'rne honorar'os curiales, con las normas tul-
tivs que al respecto apnrecen en leyes como la
«950. arts. 34-35 y la 4949 art. 24 de la provincia
de Santa Fe.
(137) Cfr. L. L., t. 86, pa<!. 714.
(138) Couture, op. cit, p&g. 80.
sado podrá arb'trar si le place, pero nada
más ('»»).
Insistiendo en cuanto a la inscripción en
el Registro. Couture demostró que en de-
recho uruguayo ese acto era voluntario pa-
ra el actor, y que su omisión no afectaba
en modo aleuno la validez y eficacia del
fallo de usucapión P*°). Entre nosotros, en
cambio, la solución debe ser distinta. Así,
algunos códisos de procedimientos ordenan
en forma expresa la inscripción: artículo
518 de Santa Pe artículo 641 de Santiago
del Estero. En la Capital, el articulo 226,
inc. 4' de la ley 1893 Orgánica de los Tri-
bunales, alude a la Inscripción de "las sen-
tencias ejecutorias que por herencia, pres-
cripción u otra cau-a reconocieren adqui-
rido el dominio o cualquier otro derecho
real sobre inmuebles"; y según el art f culo
239 "los actos o contratos a eme se refiere
la. presente ley sólo tendrán efectos contra
tercero» desde la fecha de su inscripción
en el Registro". La referida inscripción así
pues, nada añade a la validez y eficacia del
fallo dn usucapió en lo que concierne a
las partas del respectivo proceso; pero sí
es recsudo indispensable para que dicho
fallo cobr» existencia frente al público.
12. Efectos á". la sentencia. Organizado el
proceso de usucapión como un juicio con-
tiadictorio a tenor de la ley 14.159 y De-
crsto-ley 5756/58 él acaba en una sentencia
propiamente dicha, ya lo sabemos, que en
alguna medida al menos hace res iudicata,
pero ¿hasta dónde se da ese efecto?
Por lo pronto pstá claro oue la sentencia
produce cosa juzgada contra el Estado
Nacional. Provincia o Municipio, que son
parte necesaria en el juicio: aquí no hay
dificultad algnna.
Asimismo la sentencia de usucapión obli-
pará irremediablemente al titular de la
inscripción o a o<ro tercero cualquiera que
ss hubiese hecho parte en el proceso, rea
a raíz de una citación personal o por edic-
tos sea espontáneamente.
Pero ¿qué decir del titular de la Inscrip-
ción que. citad» wr edictos en razón de
ignorarse su identidad, nunca vino a jui-
cio? A este propósito, no hay doctrina pa-
cífica. Salas nes:ó paladinamente la viabi-
lidad de semeiante juicio "contra propieta-
rio desconocido" p«). Dumm, a su vez,
aceptaba la citación por edicto? y la repre-
sentación con defensor de oficio, pero en-
tendía que la ley 14.159 nada había resuelto
•{137) Cfr. Couture, op. clt., loe. elt. La pro-
tocolización está prevista como obligatoria en el
art. 58fi del Código de proced'mlentos civiles de
Tucumán; como facultativa en el art. C38 de
Entre Ríos.
(140) Cfr. Couture, op. clt., pag. 7».
(141) Cfr. Salas, op. Clt., pág. 65.
sobre la res iudicata, y que a este res-
pecto no podría enunciarse una norma ca-
tegórica O"). Spota, en cambio, se incli-
naba por la plena eficacia del fallo dictado
en esas condiciones (*«).
Es útil recordar que el Anteproyecto Bi-
blloni y el Proyecto de 1936, fuentes del
artículo 24. ley 14.159, autorizaban el juicio
de usucapión contra persona desconocida
(art. 19 del t'tulo "de la prercripción ad-
quisitiva", y artículo 1543, incisos 6 y 7, res-
pectivamente) ; pero, en tal hipótesis, la
sentencia de usucapión no era de inmediato
oponible al anterior titular del dominio, a
menos que hubiese fenecido el término pa-
ra la acción de nulidad allí prevista y acer-
ca de la cual volveremos.
Ahora bien a la luz de esos anteceden-
tes, y máxime cuando la ley 14.159 no se
refería en forma expresa a la citación de
persona incierta, no creemos desencamina-
do el criterio de Dumm. en el sentido de
abstenerse de proposiciones genéricas acer-
ca de la res indícate en tales casos ('«).
Pero el decreto 5756/58 que ?e dicta reco-
giendo uní experiencia doctrinaria y juris-
prudencial, y que regula en forma explícita
el juicio contra titular desconocido obliga
a revisar ese criterio y a concluir que, en
la actualidad, nu'stro proceso de u ucapión
remata en un fallo que de ordinario tendrá
fuerza de cosa juzgada contra el titular de
la in5?rip:ión que, convocado a juicio por
edictos, no vino a los estrados, asumiendo
allí su representación, ministerio Icgis, el
Defensor de Oficio.
Desde luego, la relativa inocuidad de la
citación edictal y la debilidad de la defensa
de oficio, pueden ser fsctoreí coadyuvantes
para que en algún caso, el juicio de usu-
capión aniquile lo.s derechos de un genuino
propietario que jamás dejó de serlo. Faltan
en la ley 14.159 y decreto 5756/58 recaudos
para un emplazamiento eficaz y para una
más amplia publicidad del proceso y del
fallo. Por otro lado, hubiera convenido que
a dicho régimen legal se incorporase, si-
guiendo en lo sustancial el modelo de Bi-
biloni, una acción de impugnación contra la
sentencia dictada en la coyuntura que ve-
nimos examinando. Dicha acción, ya lo
sabemos, podía fundarse en la "ineficacia
de las pruebas producidas y la incorrección
de los procedimientos"; debía deducirla el
propietario "dentro del término de un mes
contado desde el dia que tuvo conocimien-
to de la resolución o desde el momento en
que conoció el hecho que causa la nulidad
del procedimiento seguido"; y no podía ins-
taurarse "pasados diez años de ejecutoriada
(142) Cír. Dumm, op. clt., pág. 528.
(143) Cfr. Spota. Jurispr. Arg.. pá-r. 376, 1653-1.
(144) Cír. también Juris, pág. 3, t. 10.
la sentencia" (art*. 25/26 del titulo "de la
prescripción adquisitiva"). Norma análoga
aparecía en el articulo 1544 del Proyecto de
1936. La ausencia de disposiciones seme-
jantes en la ley 14.159 y decreto 5756/58
dejarán librado el problema a las solucio-
nes disímiles que puedan brindar los siste-
mas procesales de cada jurisdicción local,
y a la interpretación, que dista de ser
pacifica acerca de la aplicabilidad de los
principios generales sobre fraude, simula-
ción, etc., a los actos de procedimiento(>«).
Queda por elucidar, en fin, la hipótesis
de otros eventuales interesados: ¿alcanza-
ra el fallo de usucapión, por ejemplo a un
tercero que arguyera ser él el auténtico po-
seedor? Claro está que no hay problema y
que la respuesta será afirmativa si ese ter-
cero vino a juicio o si debidamente citado
como parte se siguieron los trámites en re-
beldía suya. Pero cuando no media citación
y cuando, como ocurrirá de ordinario, el
tercero es ajeno al proceso, es evidente que
la sentencia da prescripción no puede opo-
nérsele. He ahí entonce-, otro defecto del
trámite organizado por la ley 14.159 y de-
creto 5756/58. Debió regularse con los de-
bidos recaudos, un emplazamiento univer-
sal, para que la sentencia adquiriera asi los
plenos efectos erga cnines que la índole del
asunto exige. Sin un emplazamiento "a la
sociedad entera", p?n decirlo con la ex-
presiva fórmula acuñada por CoutureO*»),
las finalidades del in tituto que examina-
mos sólo a medias quedarán satisfechas.
Spota sugiere que la jurisprudencia llene
ese vac'o de la ley ("'), y en alguna me-
dida e.sto será posible, en efecto; pero con-
venia en íumo grado, ya que se quiso e>
tructurar legislativamente este tipo de pro-
ceso en sus piezas fundamentales, que fuese
el legislador mismo y no el juez en su su-
plencia quisn previera extremo tan serio
como el que nos ocupa.
El código mendocino de 1954. En 1954 en-
tra en vigor, por ley 22G9, el nuevo Código
Proce al Civil de Mendoza proyectado por
el ilustre J. Ramiro Podetti y que interesa
mucho en nuestro caso, ya que se trata de
una legislación provincial posterior al sis-
tema que, para toda la Nacían, implantara
el articulo 24 de la ley 14.159 en materia
de usucapió.
Reza el artículo 214 de dicho Código: "I.
La demanda para obtener la declaración
del dominio por usucapión si se desconocie-
ra el nombre y domicilio del propietario, se
(145) Ver sobre este tema, fallo de la Cáma-
ra Civil 1* de La Plata. Sala III. en La Ley. pa-
ginas 383 y siga., acotada por Axel M. Bremberg.
t. 79.
(146) Couture, op. eit.. pág. 74.
(147) Bpota, en Jurispr. Arg.. pág. 375, 1953-L
notificará por edictos en la forma prescrip-
ta en los artículos 69 y 72, diez veces a
intervalos regulares durante cuarenta días,
citando a todos los que se consideren con
derecho sobre el inmueble. Se citará asi-
mismo a domicilio a la municipalidad o a
la provincia, según la ubicación del inmue-
ble y en razón de lo dispuesto por el ar-
tículo 2342 inc. 1" Código civil. II. El actor
deberá acompañar un plano de mensura
suscripto por profesional matriculado y que
se encuentre visado por la oficina técnica
provincial correspondiente y los recibos que
acrediten el pago de impuestos y tasas por
todo el lapso de la posesión y el certificado
prescripto por el artículo 24 inciso c) ley
14.159. III. Si compareciere algún interesa-
do, se le correrá traslado de la demanda,
siguiéndose el trámite prescripto por el
artículo 212 (i«). Concurran o no interesa-
dos, los presuntos interesados ausentes se-
rán representados por un defensor oficial,
conforme lo dispone el último apartado del
artículo 75 y se seguirá el trámite seña-
lado en el primer párrafo de este apartado.
IV. En todo caso, además de la prueba que
propusieran los interesados se requerirá in-
formes de dominio y gravámenes al regis-
tro de la propiedad y si resultare la exis-
tencia de propietario se le correrá traslado
de la demanda. V. El recurso de apelación
procederá libremente y la sentencia defini-
tiva que declara adquirido el dominio, se
inscribirá en los registros públicos y tendrá
efectos en contra de terceros. VI. Si por vía
de la rescisión o de proceso ordinario, se
obtuviere una sentencia contraria sobre el
dominio, ésta no podrá ser opuesta a ter-
ceros que hubieren adquirido derechos rea-
les sobre el inmueble con posterioridad a
su inscripción a nombre de quien obtuvo el
título de posesión treintañal". Por lo de-
más, según el artículo 6', inc. a del Código
mendocino, es competente en los juicios de
usucapión "el juez del lugar de ubicación
del inmueble, o de la mayor parte de él, o
de uno de ellos si fuesen varios, cuando allí
tenga haya tenido su domicilio el deman-
dado en el último caso".
Evidentemente, el Código Podetti ha pro-
curado respetar las normas de la ley na-
cional entonces en vigor. Pero reemplazada
ésta por el decreto 5756/58, surge algún
desajuste entre ambos órdenes normativos;
así la exigencia de los recibos de impues-
tos "por todo el lapso de la posesión" (art.
214-11 Cód. proc. civ. Mendoza), obvia a la
luz de la ley 14.159, no lo es a tenor del de-
creto 5756/58, de modo que ella habrá de
interpretarse ahora sin rigurosidad, bas-
(148) Ese trámite es el que corresponde al jui-
cio sumario.
tando al efecto un certificado "libre de
deuda".
Eso aparte, si bien el Código mendoeino
confiere autoridad de cosa juzgada a la
sentencia de usucapión, de cualquier modo
deja abierta no sólo la posibilidad del re-
curso de rescisión para el caso de rebeldía
(lo que no puede ofrecer reparos) sino tam-
bién, y esto es más discutible frente al
régimen nacional, el juicio ordinario de rei-
vindicación para el propietario que incluso
por negligencia, se abstuvo de comparecer
al proceso declarativo de usucapió ("»).
De todas maneras, hemos de concluir que
el artículo 214 del Código procesal civil de
Mendoza apareja una regulación clara, sen-
cilla y racional del juicio de usucapión,
concebido éste precisamente como tal, como
un proceso contradictorio para declarar la
prescripción adquisitiva, y no ya como un
mero trámite voluntario de información po-
sesoria. En tal sentido, el Código Podetti
ocupa lugar aparte en el panorama proce-
sal argentino.
BIBLIOGRAFÍA. — Acuña Anzorena, Arturo, Im-
perfección de los títulos de posesión treintañal y
Jos derechos del comprador en el contrato de com-
praventa, nota en Jurisprudencia Argentina, pásj.
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digo civil, ed. 1932. Bremberg, Axel, Coso juagada
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cabilidad 'de la ley 14.159 a las informaciones tic
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rica, en Jurisprudencia Argentina, secc. doctr., pá-
gina 3, t. 72. — Kisch. W., Elementos de Derecho
procesal civil, ed. 1940. — Lafaiile, Héctor, Trata-
(149) Ver nota de Podetti al art. 214 del Có-
digo: "Se deja al propietario negligente, que no
compareció a defender sus derechos, la vía de In
rescisión (art. 77), si ella procediere y en todo
caso el proceso ordinario por reivindicación...".
(Código procesal civil, pág. 164, Mendoza, 1954).
do de loa derechos reales, eü. 1943. — Lascarlo,
David, Proyecto de Código de procedimiento civil
y comercial, Instituto de Altos Estudios, La Pla-
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civil, 2» edic. del gobierno de Mendoza, 1954. —
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1936. — Reimundín, Ricardo, Derecho procesal ci-
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Jurídica Jurisprudencia Argentina. — Revista Ju-
rídica La Ley. — Revista Jurídica Repertorio de
Santa Fe. — Rosas Lichtschein, Miguel Ángel, La
prueba en las informaciones sobre posesión trein-
tañal, nota en Juris, pág. 23, t. 3. — Salas, Acdeel
Ernesto, La acción declarativa de usucapión en
la ley 14,159, nota en Jurisprudencia Argentina,
pág. 50, 1954-IV. — Salas, Acdeel Ernesto, Título
perfecto y posesión treintañal, nota en "Jurispru-
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Adolfo, Derecho procesal civil, ed. 1950. — Sentís
Melendo, Santiago, Teoría y práctica del proceso,
ed. 1959. — Spota, Alberto, "Adición" sobre La
sentencia declarativa de la prescripción adquisi-
tiva en el Derecho argentino, en La Ley, secc.
doctr, pág. 81. — Spota, Alberto, La acción decla-
rativa de la usucapión, nota en Jurisprudencia
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acción declarativa de prescripción, nota en Ju-
risprudencia Argentina, pág. 79, t. 57. Valiente
Noailles (h.), Luis M., El decreto-ley 5756/58 mo-
dificatorio del régimen procesal para prescribir es-
tatuido por la ley 14.159, nota en La Ley, pág.
974, t. 91. — Zavala Rodríguez. Carlos Juan, In-
formaciones posesorias, nota en Jurisprudencia
argentina, pág. 62,4, t. 46.
INFORMACIÓN SUMARIA.* I. Genéri-
camente desígnase con el nombre de "in-
formación", en el Derecho procesal, a toda
especie de prueba, que suele consistir en la
presentación de documentos o testigos,
practicada ante un juez o tribunal, sin sus-
citar cuestión de competencia. Es un pro-
cedimiento de jurisdicción voluntaria.
Las "informaciones" se distinguen según
su especie y son las siguientes:
1. Información de "conmodo et incom-
modo". Consiste en la encuesta que se hace
para conocer las ventajas y los inconve-
nientes que pueden surgir de un cambio
proyectado en cualquier establecimiento o
lugar público.
2. Información de "vita et moribus". Es
la indagación concerniente a la vida y cos-
tumbres de una persona, con el fin de ad-
mitirlo o no en el seno de una corporación.
o de concederle determinado cargo o digni-
dad. En Derecho penal argentino se prac-
tica esta información.
3. Información "ad perpetuam". Estas in-
formaciones se hacen para perpetua me-
moria, acreditando hechos de los cuales no
resulte ni puedan resultar perjuicios a una
persona cierta y determinada.
4. Información de dominio. Es un pro-
* Por el Dr. CABLOS ALBERTO ZWANCK.
OMEBA - XV - 47
cedlmiento para obtener la declaración de
la propiedad, cuando el propietario care-
ciere de título escrito de dominio.
5. Información posesoria. Aquí se trata
de obtener la declaración de la posesión,
con miras a la prescripción adquisitiva. Es
corriente denominarla "información de po-
sesión treintañal", y que alude al procedi-
miento comprobatorio de la existencia de
la posesión de treinta años, en procura de la
correspondiente declaración judicial sobre
adquisición de la propiedad de un .inmue-
ble. En estos casos, (Cód. civ., art. 4015),
no se exige ni el justo título ni la buena fe,
y no se distingue tampoco entre presentes
y ausentes; lo único determinante es el he-
cho de la posesión continua durante trein-
ta años.
6. Información de pobreza. Se hace en
procura del beneficio que permite litigar en
papel simple y sin cargo de tributo fiscal
alguno (Cód. de proc. Cap., arts. 593 y sigs.).
7. Informaciones suplementarias. Son las
actuaciones que hay necesidad de practicar
con suspensión del juicio oral, cuando en
este aparecen revelaciones inesperadas que
afectan a lo substancial del proceso.
8. Informaciones de dispensa de la ley.
Mediante ellas compruébase la dispensa de
la ley en virtud de privilegio, gracia o li-
cencia.
9. Información sumaria. Es la que se
practica brevemente y sin solemnidad al-
guna, en asuntos criminales en los que me-
die la urgencia, para adoptar una medida
de aseguramiento, por ejemplo, la detención
del presunto culpable.
10. Información sumaria de testigos. El
Código de procedimientos de la Capital su-
pedita la concesión de ciertos beneficios, a
la información sumaria de testigos. El em-
bargo preventivo podrá ser solicitado por el
acreedor cuando la existencia del crédito
está acreditada con instrumento público o
un documento simple atribuido al deudor,
abonada la firma por información sumaria
de dos lestigos a lo menos, tratándose de
una suma mayor de cinco mil pesos, y por
simple información cuando la deuda fuere
menor (art. 443, ínc. 2'). Asimismo, el be-
neficio de la pensión de alimentos proviso-
rios y litis expensas requiere un trámite es-
pecial para justificar los dos extremos del
Código de procedimientos de Capital, ar-
tículo 602; mas estas justificaciones podrán
hacerse por medio de documentos, por in-
formación sumaria de testigos sin citación
ni otra solemnidad, o bien por posiciones
que se pidan a la persona a quien se pre-
tenda obligar a suministrar alimentos (Cód.
de proc., Cap., art. 603).
11. La disposición fundamental del Códi-
go de procedimiento de la Capital, artículo
58 que se refiere al deber del magisrado de
administrar justicia, no pudiendo en ello
negarse a fallar ío pretexto de silencio, os-
curidad o deficiencia de la ley (art. 61),
siendo que también debe interpretar la ley
según su ciencia y conciencia (art. 60), con-
fiere en la hipótesis de urgencia importan-
cia extraordinaria al tema denominado "de
la información sumaria".
Es que en los casos de urgencia, la jus-
ticia tardía equivale a denegarla. Bisn se
dice que la necesidad no tiene ley, y de lo
que se trata es de probar "mediante infor-
mación sumaria", la real presencia de ese
factor imperioso y perentorio.
El tópico de la Jurisprudencia voluntaria,
poco a poco fue cayendo en el olvido de
los modernos procesalistas.
Ciertamente que el instrumento para ad-
ministrar la justicia en los casos de urgen-
cia, no es otro sino el de la información
sumaria, mediante el ejercicio de las facul-
tades propias del Magistrado sujetas a las
reglas de ]a jurisdicción voluntaria, sobre
las que campea el principio magis impertí
qurm jitrisdicti'min.
III, Todo el Libro Cuarto, integrado por
Catorce Títulos, que va desde la página 697
a 829, es lo dedicado por Caravantes al
desarrollo del tema de la "Jurisdic:iin Vo-
luntaria", en su célebre Tratado Histórico,
Critico Filosófico, de lc~ Procedimientos Ju-
diciales en Materia Civil, según la Nueva
Ley de Enjuiciamiento. (Madrid 1858).
El magistrado, en la Jurisdicción volun-
taria, procede por conocimiento de causa,
esto es, a través de los medios propios para
ilustrar su conciencia, denominándose infor-
mativo a este conocimiento. La necesidad
de proceder sin o con este conocimento. ha
dado ocasión a que distingan los autores
la jurisdicción voluntaria en el primer caso,
en fimple o mera, y en el segundo, en cali-
ficada o mixta.
En el articulo 1208, de la Ley de Enjui-
ciami?nto comentada por Caravantes. es-
tablec'anse las reglas a las que se acomo-
darían los actos de jurisdicción voluntaria.
Uno de los incisos de ese texto precisamen-
te el 2», concordante con el actual articulo
1812. reza así: "Son hábiles para dichas ac-
tuaciones todos los días y hcras "sin excep-
.ción".
Esta prescripción, conforme con lo dis-
puesto por el Derecho romano y por la an-
tigua legislación española, se funda en la
conveniencia de que no se dilate la deter-
minación de estos casos, por los perjuicios,
a veces irreparables, que de lo contrario
podr'an irrogarse a los particulares que
recurren a la protección judicial.
En España, a diferencia de Francia, no se
Instituyó una magistratura especial ads-
cripta a la jurisdicción voluntaria y para
atender los caros de urgencia. Todas las ac-
tuaciones de esta especie se practicarían en
los juzgados de 1" Instancia y ante escri-
bano, coasignándose en el papel sellado co-
rrespondiente (art. 1208, inc. 1').
Será provechoso que el lector conozca las
diversas cue.tionss correspondientes a la,
jurisdicción voluntaria, según la Ley de en-
juiciamiento española, y tratadas por Cara-
vantes en el lugar citado, a partir del
Título II: Alimentos provisionales; Nom-
bramisnto de tutores y curadores y discer-
nimiento de esto3 cargos; Depósito de
personas; Deslinde y amojonamiento; Ha-
bilitaciones para comparecer en juicio; In-
formaciones para p3rpetua memoria; Con-
sentimiento que han de obtener los menores
de edad para contraer matrimonio; Subas-
tas voluntarias; Mario de elevar a escritura
pública el testamento hecho de palabra;
Ap3rtura de testamsntos cerradas; Protoco-
lización de las memorias testamentarias;
Venta de bienes de menores e incapacitados,
y transacción sobre sus Derechos.
La nómina de estos casos es sólo enun-
ciativa; no es limitativa porque actos de
jurisdicción voluntaría son todoi aquellos
en que sea necesaria, o se solicite, la in-
tervención del juez sin estar empeñada, ni
promoverse, cuestión alguna entre partes
conocidas y determinadas (art. 1811, vigente
Ley de enjuiciamiento civil, de febrero 3
de 1881. revisada y puesta al día, 3* Ed.,
R»us, Madrid, 1951).
IV. El articulo 806, del Código de proce-
dimentos de Francia, e;tablece: "En todos
los casos de urgencia, o cuando se trata de
dictar resoluciones provisorias sobre dificul-
tades relativas a la ejecución de un titula
que la traiga aparejada o de una sentencia,
se procederá de acuerdo ajas reglas si-
guiente-". Y el artículo 807, dispone: "La
demanda será presentada a una audiencia
para este efecto dispuesta por el presiden-
te del tribunal de 1' instancia o por el juez
que lo reemplace".
Es este el famoso procedimiento del Refere,
denominación significativa del ordenamien-
to arbitrario para atender un gran número
de casos, muy variados y diferentes, que
requieren indispensablemente la rapidez y
simplicidad de esta jurisdicción. Su impor-
tancia práctica es muy considerable, sobre
todo en las grandes ciudades en que los tri-
bunales están sobrecargados de labor, lo
que convierte en lenta la administración de
su justicia. La gran ventaja de esta juris-
dicción especial, e:triba en que ello permite
obtener con poco gasto, una justicia inme-
diata en todzs los casos urgentes y para
todos aquellos en que haya dificultad de
ejecución. Las medidas oportunas y eficaces
se adoptan sin el menor retardo, de un mo-
do casi in:tantáneo. salvaguardándose asi
los derechos amenazados, e impidiéndose las
injusticias que serían irreparables. Hay aquí
una garantía inestimable: Toda persona con
amenaza a su derecho puede, en el instante,
por el procedimiento del Refere, obtener
del presidente del tribunal, la protección
nece:aria contra el peligro inminente.
La jurisdicción del Refere, ayuda de este
modo a realizar en parte un principio ideal
del procedimiento, según el cual el actor o
demandante debiera, si prospera su preten-
sión encontrarse colocado en el mismo caso
que si la justicia se hubiera pronunciado
inmediatamente. El Refere es un remedio
otorgado contra la'lentitud de los procesos.
Gracias a la misma obtiénese una protec-
ción provisoria, que a menudo resulta defi-
nitiva porque el litigio queda suprimido; la
medida ordenada por el presidente del tri-
bunal, desvanece el fraude y paraliza la
mala fe.
El Refere es una antigua institución, que
existía antes de la revolución en ciertos tri-
bunales, por ejemplo, en el Chátelet de Pa-
rís. Un edicto del año 1685. de é-te último
tribunal, extendido consuetudinariamente a
otros, disponga: "Cuando se trate de la li-
bertad de personas calificadas o que ocu-
pen cargos, o bien de aquellas de mercaderes
y negociantes, cuando se demande el levan-
tamiento de embargos de mercaderías pres-
tas a ser remitidas o que pueden perecer,
o de pagos de hoteles etcétera, suministro
de ropa o de cosa" necpsariss. cuando se re-
clamen depósitos, prendas, documentos,
etcétera, el jefe civil, si así lo juzga opor-
tuno para el bien de la justicia, podrá or-
denar que las partes comparezcan a su sede,
P"ra ser oídas, y recibir la resolución pro-
visoria que él estime justa".
Los casos que hacen surgir esta jurisdic-
ción especial son muy variados por lo que
no cabe enunciarlos limitativamente.
V. Las numerosísimas reformas introdu-
cidas en la Capítol Federal al Código de
procedimiento civil y comercial, reformas
que continúan sin cesar aún no contem-
plan el problema de los casos de urgencia,
que hacen indispensable ser atendidos en
cualquier momento y a cualquier hora, si
se quiere administrar justicia antes de que
ocurra perjuicio irreparable.
El lector ha podido comprobar, por el
ejemplo de la ley española, que no es in-
dispensable la creación de un tribunal es-
pecifico. Asimismo, por el ejemplo de la ley
francesa, puede formar su criterio sobre la
conveniencia de crear un fuero distinto del
ordinario. Mas lo que resulta indudable es
que la administración de la justicia debe
ser completa y permanente, siendo inexcu-
sable, particularmente en un estado de De-
recho, que el titular, por falta de protec-
ción jurisdiccional, lo pierda y se perjudique
sin remedio.
Ningún caso donde se reclame justicia es
extraño a la función jurisdiccional del Es-
tado. Jamás puede un magistrado dejar de
atenderlo, por ausencia de un texto legal
expreso (Cód. de proc., arts. 58. 61 y 62).
Cuando medie urgencia, y la justicia tardía
equivalga, evidentemente, a la denegación
de aquella, lo que corresponde es proceder
ctn el sistema de la información sumaría.
Sin embargo, es erta una materia propia
de la ley. es decir, materia de la Justicia
Social o Legal, toda vez que conviene gran-
demente al bien común que cada juez co-
nozca con precisión las reglas que lo sule-
tnn a determinadas obligaciones. (V. HARO
[CLAMOR DE]. IMPERIO JUDICIAL.)
BTBUOCB«yt». — Caravantes. Tratado histórico,
críticos filosófico de lo» procedimientos judiciales
en matfrfo. civi?, se>-ún 1n nuewi Ley de Enjulcia-
mten+o, t. 3, llb. 4, paga. 897 y s'gs. — Glpsson-Tis-
ste''. Traite théoricjve e* nrat1qite de •nroc"duTe ci-
vtle, 3» ed. t. 2, niSms. 319 y stgs., pá"S. 12 y s'gs..
París. 1926. — Merlln. Jíátwfo're univrsel pt raí-
sonne de furísprwlence, 5» ed., t. 27, "Refere,
e. 390 Bruselas, 1828. — R^gelmann, A., A historj
ot continental eít'ff r.rocf^iirf.. Book T"t 2» parte,
cao. 4, "Prpnce" § 70, e. 770 Londres. 1928. — Es-
meln, A., Hií*ory ot continental criminal jrroce-
dure, págs. 120 y 149, Londres, 1914.
INFORMACIÓN SUPLEMENTARIA. (V.
INSTRUCCIÓN SUPLEMENTARIA.)
INFORMACIONES ESTADÍSTICAS Y
CENSALFS * STTM«RIO: 1. Introducción. 2. Cen-
so. 3. Estad'stfca: n ) Introducción: b) Eti-
mología: r> D e f i n i c i ó n ; d) Naturaleza;
e) Métodos estadísticos: f) Vinculación
e"n otr«>s tüscMinps. 4. ImDortarcla. 6. Le-
gislación y antecedentes argentinos.
1. Lss ciencias políticas y .«ocíales requie-
ren cada día más fnten-amente. de infor-
maciones estadísticas y censales para sus
investigaciones. Casi diríamos que sin ellas
es imposible una con-trucción moderna, no
sólo en ellas, sino aún en casi cualquier
disciplina.
Li necesidad de conocer y expresar me-
diante números los sucesos de la vida es tan
grande que se ha creado una vinculación
de tal modo estrecha entre la civilización y
los números, eme no tx>1emos hoy prescin-
dir de estos. Tartt gu'ils ne seront pas comp-
tés, iJ$ ne c^m-n^rant -pas diio Ana tole Fran-
ce de los chinos, y si hubiese alcanzado a
nuestra época hubie«e comprobado la ver-
dad de su afirmación, puesto que cuando
se utilizaron métodos científicos, basados
en ciencias estadísticas y censales, para
* Por el Dr. GWTAVO A.
promover el progreso de aquel pueblo, se
lo convirtió en uno del que realmente no
se puede dejar de contar.
No queremos, por supuesto, sostener los
extremos a que llegaron algunas corrientes
que estuvieron en boga a íines del siglo
pasado y que concedían tanta trascenden-
cia a las matemáticas que Lord Kelvin, des-
tacado exponente de la escuela, pudo afir-
mar que "cuando uno puede medir y ex-
presar numéricamente lo que dice, conoce
algo sobre ello; pero mientras no puede uno
medir ni expresar en números, su conoci-
miento es escaso y poco satisfactorio". Ello
supera, según se nota, lo razonable, pues
que muchas ramas del saber humano, y has-
ta a veces, las que de materias más di-
fíciles se ocupan, no pueden reducir sus
conclusiones a expresiones aritméticas,
a u n q u e los esfuerzos por conseguirlo se
adentren cada vez más en lugares que antes
parecían inaccesibles: hasta el proceso del
pensamiento quie're reducirse a cálculos y
cifras.
Si el uso de estas disciplinas es de fácil
explicación en las ciencias naturales, no es
tampoco difícil comprender .con cuanta sa-
tisfacción, o por lo menos esperanzas, los
estudiosos de las ciencias culturales entre-
vieron sus posibilidades. Ellas, que acostum-
braban trabajar con materia amorfa, con
sustancia que se escapaba de la visual im-
pidiendo toda ocasión de encerrarla en labo-
ratorios de investigación o de someterla a
la estrechez inmovilizada de los portaobje-
tos para enfocarla con la lente aguda de los
microscopios, aplaudieron y adhirieron a es-
tos caminos que permitían encontrar leyes
allí donde no las había, señalar constantes
donde todo era incierto prever consecuen-
cias y resultados cuando antes era todo os-
curo y misterioso.
2. Por censo, en la acepción que aquí nos
interesa, se entiende el recuento de los ha-
bitantes o riquezas de un país.
Hacia 2238 A. C., Yao, emperador de la
China, hizo un censo general de su Impe-
rio; y griegos, romanos, judíos, y, tal vez,
otros pueblos —como el egipcíaco, tan afec-
to a los cálculos y números, en el que He-
rodoto dice que Amases instituyó el censo—
realizaron estas operactiones. Moisés y
Aarón contaron 603.550 israelitas, excluida
la tribu de Leví aptos para las armas (Núm.
1, 44) y David (Samuel II, 24, 1) sumó 800
mil guerreros de Israel y 500.000 de Judá;
entre los helenos se contaban los ciudada-
nos en las plazas, de cuyos resultados nos
enteramos por los documentos de muchos
escritores; y en Roma, de donde nos vienen
las noticias más ciertas y claras, Servio
Tulio ordenó circo, 576 A. C. (197 de Roma)
que cada cinco años se censara la pobla-
ción para lo cual cuatro circunscripciones
dividían la ciudad, que, a su vez, se parcia-
lizaban en barrios, en cada uno de los cua-
les había un curator tribus. Los ciudadanos
se clasificaron en grupos, debiendo decla-
rarse «ornen y praenomen, petren vel pa-
tronum, tribu y cognomen, edad, nombre
de la mujer e hijos, así como la fortuna,
todo bajo severas sanciones en caso de fal-
sedad. Fue con motivo del censo general
ordenado por Augusto ut describeretur unl-
versus orbis (San Lucas II, 1) que San José
y María debieron ir a Belén, lugar de su
origen.
Durante la Edad Media se recuerdan los
ordenados por Cario Magno y Guillermo el
Conquistador.
A medida que se nos acercan los tiempos
encontramos más y mejores contajes, aun-
que hechos sin los métodos actuales, y que
tienen ya más amplias finalidades, puesto
que los primeros se referían generalmente
sólo a necesidades militares y los actuales
se hacen imprescindibles para toda labor
de gobierno.
Sin embargo, es recién con el barón Fou-
rier, a comienzos del 1800 que se inicia la
labor metódica y sólo cuando el conde de
Chabral publicó en 1818, en una Memoria
al ministro, las modificaciones reclamadas
para mejorar los resultados, se aplicaron
principios científicos y no meramente em-
píricos, fundamentalmente la ficha nomi-
na,! y la inscripción por familias, genera-
lizándose estos adelantos desdé la circular
del 10 de marzo de 1836, apareciendo, en
1890, en los Estados Unidos de Norteamé-
rica, la ficha individual agujereada, nece-
saria para la clasificación por medio de má-
quinas eléctricas ideadas por Hermán Ho-
llerit, que hace posible las tareas actuales.
3. La estadística, que tiene por objeto el
estudio de los fenómenos atípleos con el
fin de describirlos y concretar previsiones
O ) , es mucho más moderna aunque su in-
fluencia es considerable como consecuencia
de las nuevas tareas, problemas y modali-
dades de nuestra sociedad.
En el lenguaje usual es común utilizar
este término como sinónimo de censo, así
se dice "Estadística sotare accidentes", cuan-
do en realidad suele tratarse nada más que
de datos o cifras relativas a accidentes. Para
que exista estadística, en sentido científico,
debe realizarse no sólo la búsqueda y reco-
pilación de aquellos, sino especialmente su
análisis e interpretación.
b) Aunque pareciera que nuestra palabra
tiene su origen en "estado" y hasta así apa-
rece usada, por ejemplo en "Elementos de
(1) Sánchez Rizza, E., Nociones fundamentales
de estadística (in.), ej. en Biblioteca de la Facul-
tad de Ciencias Económicas de Resistencia.
 erudición universal" del barón J. P. von
Bielíeld, editada en 1770, quien la deíine
como la "ciencia que nos enseña la situa-
ción moderna del mundo conocido", y fue
el primero en manejar la voz, o por Godol-
fredo Achenwall a quien se tiene a veces
por fundador de la disciplina, se le suele
atribuir otras raíces. En ese sentido pro-
vendría de status, que derivó a su sentido
político actual. Otros, sin embargo, la hacen
derivar del alemán Staat, con lo que, en
definitiva, el sentido sería el mismo; pero
éste cambia cuandp se busca el origen eti-
mológico en statera, de balanza, porque mi-
de y pesa.
c) Si en ciencias tan viejas como el hom-
bre, o que se encuentran ya en los orígenes
de nuestra civilización occidental, no se ha
conseguido unanimidad de pareceres en tor-
no a una definición, es claro que las dife-
rencias sean más marcadas, enrededor de
esta que es tan moderna. Además de las que
recordábamos al comienzo de este apartado
podemos mencionar la de P. Cecil Mills:
"La estadística tiene por objeto dar las nor-
mas científicas que reduzcan a unas cuan-
tas medidas características un conjunto de
fenómenos numéricos, con virtiendo este
conjunto no comparable en unas medidas
susceptibles de comparación con otras re-
presentativas de otros grupos análogos". La
Academia de la Lengua le da dos acepcio-
nes de la cual sólo la segunda, en nuestro
concepto, es ajustada. En ella dice: "Es-
tudio de los hechos morales y físicos del
mundo que se prestan a numeración o re-
cuento y a comparación de las cifras a
ellos referentes"; en la primera, en cambio,
expresa: "censo o recuento de la población,
de los recursos naturales o industrales, del
tráfico o de cualquier otra manifestación
de un estado, provincia, clase, etcétera", que
coincide con la segunda acepción que da a
la voz censo: "padrón o lista de la po-
blación o riqueza de una nación o pueblo",
lo que según hemos señalado antes, implica
una sinonimia que no es exacta. Yule y
Kendall definen separadamente estadísti-
cas, métodos estadísticos y teoría estadística
o estadística; las primeras son los "datos
cuantitativos afectados en gran parte por
multitud de causas", los segundos "los mé-
todos especialmente adecuados para hallar
la significación de los datos cuantitativos
afectados por multitud de causas", y la
última "la exposición de los métodos esta-
dísticos". La Royal Statstical Society decía
al promediar el pasado siglo que "la esta-
dística es la investigación y recolección de
hechos objeto de cálculo para poner de ma-
nifiesto las condiciones y perspectivas de
la sociedad". En fin, la Enciclopedia Espasa,
en su segunda acepción, que es la correcta
dice que es el "estudio de los hechos mora-
les y físicos del mundo y su c o n j u n t o
expresado en guarismos y presentado en ta-
blas o cuadros, como materia de compara-
ción y deducción; en la primera afirma, en
cambio, que es el "censo de la población y
de los productos naturales e industriales de
una nación o provincia".
d) No es propio considerar a la estadís-
tica como ciencia —aunque hay quienes por
tal la tienen— más bien es método para
analizar datos y poner las conclusiones a
disposición de las diversas disciplinas, de
entre las cuales, si bien es en las culturales
donde mayor utilización encuentran, tam-
bién las naturales la aprovechan, así la
medicina de c o n t i n u o requiere su ayuda
para determinar la eficacia de sus progre-
sos, y aún conviene hasta a músicos y ar-
tistas —tan distantes de nuestro medio—
por ejemplo, averiguar de tanto en tanto lu
orientación del gusto popular para asegurar
el éxito de sus producciones, para lo cual
dependen de la materia que nos ocupa.
e) De las definiciones que hemos trans-
cripto, así como de lo que llevarnos dicho
hasta aquí, se desprende que el estadístico
divide sus tareas en tres pasos distintos:
primero la búsqueda o recopilación de da-
tos, para lo que se sirve a veces de los
censos, o de encuestas y otros medios de in-
formación; segundo, la compilación y orde-
nación de esos datos, que se ha facilitado
mucho con las tarjetas perforadas a que
antes hemos referido y las máquinas elec-
trónicas que hoy se usan en los países más
adelantados; y tercero, el análisis de esos
datos, donde el estadístico, en realidad
vuelca su saber —que es complicado como
el que más—, y mediante el cual hace com-
prensibles y utilizables aquellos.
No es nada simple el primero de los pa-
sos. Sí en relación a las ciencias físicas es
fácil encontrar los datos porque el propio
investigador los puede producir, en los cul-
turales, en los que se relacionan con la con-
ducta del hombre, las dificultades se mul-
tiplican puesto que, además de las propias
de estos trabajos, enfréntase muchas veces
con la incomprensión de muchas personas
que prefieren no soportar pequeñas moles-
tias cuyos resultados indirectos no perciben,
y con el secreto que otras más prefieren
guardar respecto de sus negocios por razo-
nes lícitas o ilícitas. Por otro lado, si es
posible centralizar algunos datos, es impo-
sible hacerlo respecto de otros, ya sea debi-
do a insuperables inconvenientes que im-
piden hacerlo en el momento oportuno, o
por haber transcurrido la época en que po-
día hacerse. Ambas cosas deben ser supe-
radas por el técnico estadístico, y para ello
cuenta con recursos que le permiten acer-
carse a los guarismos que buscan. Asi en
cuanto a la difícil recoleción, utiliza la
apreciación indirecta que le permite calcu-
lar cifras desconocidas por el manejo de
otras conocidas. En un ejemplo sencillo,
puede saberse la cantidad de trabajadores
ocupados, conociendo el volumen de pro-
ducción y el rendimiento de las máquinas.
Y en cuanto a los acontecimientos ya trans-
curridos, se trazan c u r v a s que permiten
apreciar el desenvolvimiento de los hechos:
al cuantum de las concentraciones de capi-
tales de 1910, cifra desconocida por ejemplo,
puede obtenerse trazando una linea que
siga el volumen de concentraciones de años
anteriores y posteriores. De la habilidad del
investigador depende —y e:e es su éxito—
que en cualquiera de estos caros, mediante
el uso de los medios a su alcance, los erro-
res en que incurra sean tan mínimos que
no afecten las conclusiones que se buscan.
Pero es en el análisis o en la reducción de
los datos a cifras que permiten su compa-
ración donde, como ya lo expresamos, al-
canza su mejor y más interesante expre-
sión este conocimiento del que nos ocupa-
mos: de nada valdría saber que hay en
determinado país 10.000 granjas, ni la pro-
ducción que cada una de ellas cosecha; no
está capacitado el común de los hombres
para sistematizar in mente tantos datos;
le es preciso que se le entreguen reducidos
a unos pocos que le permitan aprehenderlos
con facilidad. Para ello deben reducirse a
grupos más pequeños y aún a constantes
para lo cual se han ideado fórmulas a las
cuales no es propio que nos refiramos aqui
debiendo remitirnos a las obras especiali-
zadas. Juega en este capitulo un papel fun-
damental el tan complicado cálculo de pro-
babilidades que es muy importante en la
programación de muchas de nuestras ocu-
paciones modernas y que permite, al par
que determinar la posibilidad de errores,
encontrar los valores de los variables y sus
funciones.
Por vía de ejemplo, y para tener una bue-
na noción de lo que dejamos dicho, supon-
gamos, en nuestro ejemplo anterior que el
número de granjas (y) que tienen un cierto
número de animales (x) varía según el cua-
drado de x. Todos los datos podrán des-
cribirse mediante esta ecuación: y=axs en
la que a es una constante cuyo valor habrá
que deducir de la serle de datos y por .lo
tanto conocida a podremos hallar el nú-
mero de granjas con un determinado nú-
mero de animales (2).
f) La vinculación de la estadística con
las demás ciencias es más o menos estre-
(2) Yule, O. U., y Kendall, M. O., Introducción
a la estadística matemática, pág. 11, Aguilar, Ma-
drid. 1954.
cha según cuales sean ellas. Con las ciencias
políticas aparece clara con sólo recordar
lo que dijimos sobre el origen etimológico
de la palabra; según la versión más acep-
tada stadistico proviene, en efecto, de es-
tado, porque fue en torno al estudio de los
problemas políticos que fue conformándose
esta nueva rama del saber, asi como fue y
la administración pública la que necesitó,
primero que nadie, de su apoyo, tal como
en esta época de planificación la reclama
más que las demás.
La economía política fue también de las
primeras que se apropió de estos nuevos
métodos. Le fue preciso para estudiar lo
que hace a las rentas, a las crisis, a los se-
guros, ese negocio tan importante de nues-
tros días, que no puede desenvolverse sino
sobre la base de estadísticas y cálculos de
probabilidades tan aproximadas cuanto sea
posible. De .ello depende que no sean ni
más onero:os que lo necesario, ni menos
barato que lo posible.
La biología, y con ella las demás ciencias
naturales que se le aproximan, la ocupan
para verificar la exactitud de sus experien-
cias y para establecer los nuevos rumbos
hacia los que hay que dirigir los esfuerzos.
Las finanzas, que deben conocer las fuen-
tes de recursos de modo tal que puedan
llegar a ellas sin oprimirlas demasiado ni
sin olvidar algunas -consagrando injustas
diferencias, le dieron impulso enraizándose
estrechamente.
La sociología tiene en ella uno de sus
más útiles, más importantes, puesto que le
ha entregado un aparato de observación de
los hechos sociales que, bien manejado,
puede poner a su disposición datos incluso
tan exactos como los que consiguen las
ciencias de la naturaleza.
En fin, la previsión social, el Derecho pe-
nal, la criminología, la medicina social, la
demografía» la geografía económica, recu-
rren de continuo a sus resultados para po-
der desarrollar con eficacia las tareas que
se imponen.
4. La importancia de las informaciones
estadísticas y censales es notoria. Es sufi-
ciente para darse cuenta dé ella con obser-
var la cantidad de Instituciones, reparti-
ciones y publicaciones que se ocupan de
ellas. En el plano internacional, dependien-
do de la U. N., se desempeña el Consejo
económico y social, cuya sesión estadística
se integra por 12 miembros y tiene por ob-
jeto facilitar el conocimiento de los mejo-
res métodos y cuestionarios, asi como con-
tribuir a homogeneizar las normas y cri-
terios respecto de como deben obtenerse y
elaborarse los datos; la Sociedad ínter ame-
ricana de Estadística, que publica una re-
vista; la Sociedad Internacional de econo-
metría, más bien de tipo profesional, con
•sede en Chicago; la Asociación Americana
de Estadística, muy renombrada, que fun-
ciona en Washington; el Instituto Intcrna-
cianal de Estadística, que trabaja en Fran-
cia; en La Haya, el Instituto Internacional
de Estadística, etcétera.
Sin embargo ella varia según los países
y escuelas. Entre nosotros, por ejemplo, es
sintomático que aunque la Constitución
habla de un censo decenal, solo se han
realizado cinco generales, y es conocida la
dificultad con que se tropezó para la reali-
zación del último (1960), asi como las di-
ferencias que aparecieron entre las datos
aporcados por éste y los periódicos que
hacían conocer las diversas reparticiones
encargadas de estadísticas y censos tanto
en el orden federal como en las provincias.
Es también lugar común como los norte-
americanos han alcanzado un altísimo gra-
do de eficacia en esta materia, para lo cual
cuentan coa la ayuda de notables mecanis-
mos, y como no emprsnden acción alguna
sin una previa investigación sobre esto que
nos. ocupa.
En las diversas escuelas que nuclean a los
estudiosos de las distintas ciencias, tam-
bién aparecen claras las divergencias; asi
los americanos del Norte fundaban sus te-
sis casi exclusivamente en las conclujiones
derivadas del análisis estadístico, mientras
que otros, los alemanes en primer lugar, se
ocupaban sobre todo en teorizaciones abs-
tractas. Actualmente, sin embargo, es dable
obs.rvar el resultado de mutuas influen-
cias. Asi aquellos no desdeñan ya los frutos
de la pura teoría, y estos se ba:an también
en las informaciones estadísticas y censa-
les para sus estudios.
Tal parece ser el papel destinado a estas
cuestiones respecto a las ciencias políticas
y sociales. Ellas nos han de acercar al co-
nocimiento de los procesos sociales, y en
consecuencia, a ios que en el seno de la
comunidad se generen para encontrarles
adecuada solución. No puede, en la actua-
lidad desconocerse el valioso aporte de las
investigaciones de este tipo, pero tampoco
pcdrá realizarle una sistematización aca-
bada sin la ayuda derivada del puro pen-
samiento, del que depende, en definitiva
todo progreso en el campo de las relacio-
nes humanas. Como en tiempos de Aristó-
teles, aquí también en el medio se encuen-
tra la virtud. <
5. Aunque destinado nada más que a un
fin político determinado, los constituyen-
tes de 1853 dispusieron la realización de
ceñios periódices: "Para la segunda legis-
latura deberá realizarse f-l censo general y
arreglarse a él el número de diputados, pero
este censo solo podrá renovarse cada diez
años" decía en su art. 35, que fue el 39
después ae la reforma del 60, agregándose
en ei texto sancionado como articulo 'SI en
1¿96 que después de la reallzacida de cada
censo, 'el Congrego fijará la representación
coa arreglo al misino, puaienuo aumentar
pero nú disminuir la base expresada para
cada diputado. La Constitución de 1349,
derogaua por la Revolución ae 19o5, hizo
imperativa la realización del censo que en
la del 53 era optativo: "Después de la rea-
lización aei censo general, que se ejcctuará
cada diez años, el congreso fijará la repre-
sentación con arreglo a aquel", aecia.
Ei primer censo general ue población fue
dispuesto por e' artículo l v de la ley 18
eaucionaua el 27 de septiembre de io62:
"Camurme al artículo 39 ue la Constitución
Na.uaal, levantóse un censo general de la
población en cada una de las Provincias
que componen la Nación", y como el 119 se
realizaoa, la Ley 260 del 25 de septiembre
de 1868 normó que "el Poder Ejecutivo pre-
sentará al Congreso en las sesiones del año
1870 o en las de 1869, si fuese posible, el
c-n.o general de la República, ae confor-
midad con lo prescripto en la ley de 23 de
setiembre de 1862". El arrojó una población
totai de 1.737,076 habitantes. En realidad ya
elvCongreso de Paraná sancionó una Ley, la
N 20, ordenando un censo, pero ella no se
cumplió. El segundo censo general, dispues-
to por la L;y 3073, sancionada el 20 üe ju-
nio de 1824, lúe realizado el 10 de Mayo de
1895, y según la Ley 3498 que lo aprobó el
10 de setiembre de 1.897 arrojó una pobla-
ción nominalmente inscripta de 3.954.911
habitantes. El tercer censo, que fue "gene-
ral cié la xiqueza y de la población de la
Rjpública", fue ordenado por la Ley 9108
del 23 de agosto de 1913, y según su apro-
bacijn per la Ley 10.834, arrojó una pobla-
ción al l v de junio de 1914, día en que se
realizó, de 8.090.084 habitantes. El censo
ordenado por el Dscreto-ley 24.843/43, fue
realizado en mayo de 1947 y dio una po-
blación de 15.837.127 habitantes, según la
Ley 14.038 que la aprobó, y por fin, el quin-
to ctnso, ordenado de acuerdo a la Ley
14.046 por decreto 14.C46/60 se realizó en
1960 y arrojó, aunque la cifra definitiva aun
no se ha dado, más de 20.000.000 de habi-
tantes.
Además de estos se realizaron otros cen-
sos parciales destinados a recoger algunos
datos importantes, asi han habido censos
d bienes nacionales (Ley 2391), ganaderos
(Ley 11.563), escolares (Ley 12.770), hipo-
tecario (Ley 12.318), del trabajo (Ley 12.921,
dec. 15.074/43), de leprosos (Ley 11.359),
de desocupados (Ley 11.590), Minero, In-
dustrial y Comercial (dec. 7692/54), etcé-
tera, además de otros provinciales, como los
 de agua de Mendoza o de daños del te-
rremoto, de San Juan,
Actualmente rigen en el territorio de la
República normas permanentes destinadas
a reglamentar en forma eficaz las activi-
dades estadísticas y censales. La ley 12.234,
de organización de la Nación para tiempos
de guerra, dispuso, en su artículo 31 que "a
los fines de la organización de la Nación
para la guerra, el Poder Ejecutivo podrá
proceder desde tiempos de paz, y con ca-
rácter obligatorio para todos los habitantes,
al levantamiento de los censos especiales
que juzgue oportuno. Los datos así recogi-
dos no podrán ser utilizados sino a los fines
exclusivos de la movilización y revestirán
carácter estrictamente reservado"; la ley
13.482, en su artículo 2» inc. 2" encomendó
al Registro Nacional de las Personas "rea-
lizar, en coordinación con.las autoridades
pertinentes, las actividades estadísticas pa-
ra asegurar el censo permanente de las
personas".
Pero es la ley 14.046 la que da el régimen
orgánico actual a esa actividad.
Dicha ley, que reglamenta las actividades
estadísticas y censales en todo el territorio
de la República consta de 42 artículos, y
sancionada el 16 de agosto de 1951 fue
promulgada el 30 de agosto del mismo año,
publicándose en el B. O. del 6 de setiembre
siguiente.
Estableció que la Dirección del Servicio
Estadístico (Dirección Nacional de Estadís-
tica y Censos, dependiente de la Secretaría
de Estado de Hacienda) tendrá a su cargo
todo lo referente a sistematización, direc-
ción, compilación y fiscalización de las es-
tadísticas y censos, salvo las militares (ar-
tículos 1 a 3); que cada año terminado en
cero se realizará un censo general, sin per-
juicio de los .censos parciales, encuestas e
investigaciones que podrán hacerse perió-
dicamente (art. 4), que todas las autorida-
des, civiles, militares o eclesiásticas, como
también las provinciales o municipales y
los particulares, deberán suministrar las
informaciones o datos de interés público
que se le soliciten, y el P. E. podrá celebrar
convenios con las provincias o municipios
para mejor coordinar estas labores (arts. 6
y 5). El artículo 7 crea un empadronamien-
to general de todas las personas o entida-
des que, de acuerdo a leyes o reglamentos
nacionales, provinciales o municipales, de-
ban, como condición previa al desempeño
de cualquier actividad de las que de acuer-
do a la ley sea materia de investigación
estadistica, inscribirse en algún registro u
oficina, recabar algún permiso, o abonar
alguna patente o derecho. La Dirección Ge-
neral puede, también, exigir la exhibición
de libros y papeles. En cuanto a la es-
tadística militar, que comprenderá a las
personas, establecimientos de toda índole,
embarcaciones, aeronaves, vehículos a trac-
ción mecánica y a sangre, arneses, anima-
les, materias primas y cualquier clase de
bienes muebles, inmuebles y Removientes
susceptibles de ser utilizados por las fuer-
zas armadas para la defensa nacional, los
que deberán ser inscriptos en los registros
que se. lleven, será centralizada, dirigida y
ejecutada por la Dirección General de Es-
tadística Militar dependiente del Ministe-
rio de Guerra, (arts. 10 y 11), estando obli-
gados los empresarios importadores, comer-
ciantes, o cualquier persona que tenga en
su poder o fabrique efectos de los recién
mencionados, a denunciar su existencia, lo
que será, asi como los demás datos, estric-
tamente secreto.
El artículo 14 y los siguientes legislan
sobre el régimen de penas: de 200 a 5.000
pesos m/n. para quienes debiendo suminis-
trar informes no lo hagan, o lo hagan con.
falsía u omisión maliciosa, cobrándose en
caso de reincidencia la misma multa, ade-
más de quedar sujetos a la sanción del ar-
tículo 239 del Código penal; de 5.000 a
10.000, y en caso de reincidencia prisión de
un mes a un año además de la multa, para
la falsedad u omisión maliciosa en los in-
formes sobre estadística militar, siendo los
directores, administradores o gerentes, per-
sonalmente responsables en caso de infrac-
ción de las sociedades a su cargo. Las per-
sonas a quienes se impone como carga
pública la obligación de colaborar con ta-
reas estadísticas o censales quedan sujetas
a la pena del artículo 239 del Código pro-
cesal en caso de incumplimiento; los fun-
cionarios que sean dolosos sufrirán las pe-
nas establecidas en el libro II, título XI,
capítulo III, del Código procesal, y, en fin
los funcionarios que revelen o utilicen en
provecho propio cualquier información,
además de la exoneración serán pasibles de
las penas que establece el libro II, título V,
cap. III del Código procesal, mientras que
el personal militar será pasible de las penas
del Código de justicia militar. La autori-
dad encargada de la aplicación es la jus-
ticia nacional, o la militar en su caso; en
la Capital Federal son los jueces de primera
instancia en lo penal especial. En los artícu-
los 21 a 30 se reglamenta el procedimiento:
en caso de infracción se labra un acta, que
sirve como cabeza del sumario y del que se
da vista al inculpado por ocho días, debien-
do al contestar ofrecer la prueba, luego
pasa al asesor letrado y seguidamente se
eleva al Ministerio para su resolución, dic-
tada la cual se notificará al infractor, pu-
diendo apelarse dentro de ocho días, ante
el Juez nacional de la jurisdicción que co-
rresponda, las que excedan de mil pesos;
las infracciones a la estadística militar se-
rán penadas por el Ministerio correspon-
diente; las causas se sustanciarán en papel
común y el Cód. de Procedimientos en lo
Criminal rige en subsidio. El cuerpo diplo-
mático extranjero está exceptuado de la
ley (art. 31). En los artículos 32 a 36 se
dispone el régimen de publicaciones, creán-
dose una "Síntesis estadística mensual" y
un "Anuario estadístico de la República Ar-
gentina", además de autorizarse a sumi-
nistrar datos a particulares cuando el inte-
rés público no lo impida. En fin se dispone
sobre el régimen presupuestario en los ar-
tículos 37 y 38, se exime de franqueo pos-
tal en el 39, se ordena la reglamentación
en el 40 y se derogan las leyes 3180 y 9697
en el 41.
BIBLIOGRAFÍA. — La citada en el texto, y, además:
Croxton, P. E., y Cowden, D. J., Estadística general
aplicada, trad. de Teodoro Ortiz y Manuel Bravo,
Pondo de Cultura Económica, México, 1957. —
Mills, F. C., Métodos estadísticos aplicados a la eco-
nomía y los negocios, trad. de Juan Ruiz Moyán
y Juan Buiz Rubio, Ed. Aguilar, Madrid, 1956.
INFORME (V. INFORME IN VOCE. INFOR-
MES [PRUEBA DE]).
INFORME IN VOCE.* I. La cuestión. Es
un tema interesante, que debe ubicarse
dentro del Derecho procesal; tanto en el
civil como en el penal.
Tratándose de un acto procesal impor-
tante, merece ser objeto de especial análi-
sis por la ciencia del Derecho procesal para
colaborar con la praxis forense que sobre
el particular y en nuestro país sobre todo,
no tiene reglas y cánones fijos, tan necesa-
rios en función de la seguridad jurídica.
Si bien el tema debe referirse a cada sis-
tema de Derecho positivo, en este trabajo
lo analizaremos circunscribiéndolo específi-
camente al vigente en nuestro país.
II. Concepto. Comenzaremos por dar la
acepción que sobre esta Institución ha sido
vertida por los juristas.
Los autores de diccionarios jurídicos dan
su concepto pero a mi juicio, en muchos de
ellos no hay una determinación omnicom-
prensiva y que tipifique verdaderamente en
qué consiste esta Institución.
Así Cabanellas (i) al hablar del término
in voce nos dice que "se aplica a los infor-
mes orales en contraposición a los escritos".
Orgaz ( 2 ) indica que in voce "denomína-
se a los informes orales que, en ciertos jui-
' Por el Dr. ÓSCAR I. RILLO CANALE.
(1) Diccionario de Derecho usual, t. 2, pág. 352.
(2) Diccionario de Derecho y ciencias sociales,
pág. 229.
cios, formulan los letrados en el curso de
la segunda instancia".
Los Dres. Naymark y Adán Cañadas (3)
expresan que es "el alegato que formulan
oralmente los litigantes o sus letrados en la
instancia y en los casos determinados por
la ley".
Para Gonzalo Fernández de León (*) el
informe in voce es "el alegato de palabra
formulado por los litigantes o sus letrados
en la instancia y en los casos previstos por
la ley"
Joaquín Escriche (&) nos expresa que la
voz informe es "la exposición que al tiempo
de la vista de una causa civil o criminal
hace verbalmente en estrados el abogado
de cuanto conduce a la defensa de su clien-
te; como asimismo la que hace en igual
acto y en su caso el Ministerio Fiscal de
las razones que le asisten en defensa de los
intereses del Estado y de la vindicta pú-
blica".
Pallares («) nos dice sobre el particular
que son "los alegatos que producen los abo-
gados cuando se verifica la vista del juicio
en segunda7 instancia".
Couture ( ) define el informe in voce co-
mo la "exposición oral que uno o más
abogados formulan ante el juzgado o tribu-
nal, en los casos establecidos en la ley,
sustentando la tesis que defienden y pa-
trocinan".
Por mi parte considero que esta Institu-
ción puede determinarse así: es la exposi-
ción oral que hacen los abogados en una
parte del proceso para refirmar los alega-
tos que sirven de sustento a la pretensión
del litigante que patrocinan.
El concepto se forma con dos términos:
in voce que proviene de la locución latina
"de viva voz" y de "informar" ( 8 ) como voz
formada en castellano y derivada del verbo
"informar", tomado a su vez del francés
con el sentido de "poner al tanto". Este
verbo francés procede del latín informo-
are: "dar forma" e "instruir".
Quiere decir entonces, que su significado
tiende a expresar el acto merced al cual de
viva voz el abogado, por via de informa-
ción, procura fundamentalmente esclarecer
los hechos que interesan a la causa. Por
ello al referirme a alegaciones, debo des-
tacar el acento fáctico como esencial; ya
que en cuanto a ía cuestión jurídica, tienen
(3) Diccionario jurídico "Forum", t. 2, pá-
gina 467.
(4) Diccionario jurídico, pág. 199, Ed. Zavalía,
Bs. Aires, 1955.
(5) Diccionario razonado de legislación y ju-
risprudencia, 1912.
(6) Diccionario de Derecho procesal civil, pá-
gina 328, Ed. Porrúa.
(7) Vocabulario jurídico, pág. 347.
(8) Couture, op. cit., pág. 346.
Iguales poderes las partes que el tribunal; y
este último tal vez mayores, si advertimos
la vigencia del principio del tura curia
íiot-zí, también expresado como narra mihi
factum, daba tibí ius.
III. TerminoZooza. En algunos países como
en Méjico, a esta materia se la denomina
"informe en estrados" ("). En España es
conocida como "vista de la causa" ('<>). En
Francia se denomina plaidoirie a las con-
clusiones orales efectuadas por los aboga-
dos. En nuectro país y en la mayoría de
los hipano-americanos —Uruguay, por ejem-
plo— el término usual es el tíe "informe in
voce". No sólo es ésta la denominación legal
en nuestro derecho positivo vigente, sino
también la que ha consagrado el usus fcri.
Por ello entendemos qué se debe mantener
esta denominación.
IV. Fundamentos. La Institución —a mi
juicio^- reconoce los siguientes íunda-
mentos:
1") De índole constitucional. Siendo el
informe in vocs un teto procesal de los que
traducen una "garantía de afirmación", es
esencial en el trámite por cuanto importa
ratificar y consagrar —como bien se ha
dicho— la efectividad ¿e una garantía
constitucional: la del debido proceso (»i) y
que en nuestro país se encuentra estable-
cida en el articulo 18 de la constitución
Nacional vigente.
2") De indcle procesal. Tal informe es
una concesión que, en los regímenes de trá-
mite escrito, se efectúa a la cralidad O 2 ).
Se dessa qus con ésta —es decir, con el uso
de la palabra— se entienda mejor el c:>*so
litigio, o y por ende se lo resuelva con un
mayor sentido de justicia. En el trámite
escrito —desconcentrado y alejado el órga-
no jurisdiccional de las partes litigantes—
la garantía de acierto en la decisión puede
ser menor. Es per ello que la Isy como una
excepción a la escritura y con tal objetivo,
admite el informe in voce.
3») Tiene relación con el principio de pu-
blicidad que es uno de los rectores del pro-
ceso.
Couture (1S) habla de pabíicidad de au-
diencias, expresando que "las audiencias
ante los tribunales para informar in vote
se realizan públicamente. No obstante, la
(9) Fallares, pp. ctt. .
(10) GAirjez Ó baueja, Derecho procesal civil. afirma que el informe oral es "en el proceso
3" ed.. t. 1. págs. 385 y 584.
(11) Couture, Estudios de Derecho procesal,
t. 1. pftgs. 58 y 84.
(12) Alsina, Tratado teórico práctico de Derc~
cho procesal civ'.l y comerc'a', t. 1, pág. 731; Jui- naturaleza jurídico procesal. Que con ella,
rn^ar D. de, "El Informe in roce en nuestras prác-
ticr.s proccsj.es". en Jurisprudencia Argentina, to-
mo T9 pal. 134.
(13) Fundamentos de Derecho procesal civil,
3' etl.. pág. 193.
falta de anuncio anticipado restringe la
publicidad de tales audiencias, las que se
limitan a contar con la presencia de aque-
llas personas invitadas a asistir por las
propias partes. Existen precedentes, en
nuestro país de la transmisión radiotele-
fónica de informes in voce ante los tribu-
nales de apelaciones".
También Podetti O<) lo reafirma al ex-
pre ar: este es el principio que no obstante
merece sus excepciones, como por ejemplo
ocurre en cierta clase de procesos como ea
el de divorcio dada su índole.
4") Tunde a democratizar el litigio. Un
ilustrado procesalísta —el Dr. Podetti— (»5>
significando las ventajas de esta Institu-
ción, nos dice: "Aparte de las ventaja: de
la exposición de viva voz, con re-pecto a
hechos y circunstancias que el juez también
ha presenciado y observado y sobre las
cuales dará su veredicto a corto plazo, esa
exposición en presencia de los litigante 3 y
de los testigos, tiende a democratizar el
litigio. Permite a unos y otros comprender
el significado que tiene el procedimiento y
el valor de sus propias actividades".
5') Razones expresadas por ese gran
mae:tro de abogados que fue Don Ángel
Ossorio (io)'. Dice que a través, del informe
oral, se cumple aunque sea en una mínima
parte, lo que él denomina meta hacia una
justicia patriarcal, uno de cuyos objetivos
es la oralidad, ya que la justicia sustancia-
da por medio de la palabra cumple con los
ciguuntes fundamentos: a) Por hy natural,
el hombre se entiende mejor con sus seme-
jantes msdiante y a través de la palabra.
"En el cursa del informe de un letrado, al
juez se le pueden ocurrir numerosas dudas
o aclaraciones que cabe plantear o esclare-
cer en el acto dirigiéndose al informante".
Agrega que "por algo la sabiduría popular
estableció este aforismo «hablando se en-
tiende la gente»", b) Por economía de tiem-
po. "Una de las nece:idades más apremian-
tes para la justicia es que los asuntos no
duren sino'lo estrictamente indispensable"-
c) Es el supuesto imprescindible para la
publicidad. Lo sustancial es que hablen a los
jueces las partes o sus letrados, rt) Con ello,
"hay seguridad de que los jueces ce enteren
de las cuestiones". La práctica del procedi-
miento oral dice, "nos ha ido educando re-
ciprocamente a jueces y abogados". P3r ello
el nervio y la sal del pleito.
V. Naturaleza jurídica. Hemos dicho que
el informe in roes es una institución de
en loj regímenes del proceso escrito se abre
(H) Trztr.go c<r! Derecho Mboríf.'. t t, \iA'¿. 314.
(15) Op. cit., t. 1. páR. 311.
(16) El alma ile In foja. p.i¿s. 137
una brecha en favor de la oralidad. Hici-
mos presente igualmente que se aplica tan-
to en el proceso civil como en el penal. De
tal manera que es un tema de la teoría
general del Derecho positivo, no obstante
las especificas modalidades que se deven-
gan en cada tipo de proceso tanto en lo
civil como en lo penal como asi también en
los procesos sumarios o especiales. Pero
¿qué naturaleza especifica reviste?
Alsina (i?) señala que es un acto de ins-
trucción del proceso. Pero en el Derecho
procesal rioplatense existen dos autores que
han analizado con gran amplitud la teoría
de los actos proce rales, por lo que nos he-
mos de valer de ellos para tipificar la na-
turaleza jurídica de este acto procesal co-
nocido comol informe in voce.
Couture ( «) efectúa una clasificación
particular sobre los actos procesales. Apli-
cado al tema podemos decir que para él el
informe in vece seria un acto procesal de
parte de obtención por medio de afirmacio-
nes. Es un acto procesal ya que se trata de
un hecho voluntario con relevancia jurídico
procesal. De parte por cuanto son éstas las
que lo practican, a diferencia de los actos
dsl tribunal. Es un ocio de obtención ya
que "tienden a lograr del tribunal la sa-
tisfacción de la pretensión hecha valer en
el proceso". Y específicamente es un acto
de afirmación dado que existen proposicio-
nes orales formuladas en una etapa del
proceso, dirigidas a deparar al tribunal el
conocimiento requerido por el petitorio;
afirmaciones que se refieren tanto a los
hechos como al derecho.
Sin embargo, es con la ayuda de Podet-
ti ( ltt ) y con su clara sistemática acerca de
los actos prosesales, que me he de permitir
desarrollar con cierta amplitud la específi-
ca naturaleza jurídica del informe in voce.
Sirviéndome del inolvidable maestro desa-
parecido puedo expresar que el informe in
voce es: un actq procesal de parte unila-
teral, instructorio, de postulación, de forma
mixta, oral, con un sentido de idoneidad y
fundabilidad. Explicaremos cada uno de
estos actos, para un mayor entendimiento
de su naturaleza jurídica:
a) Procesal. Ello es así porque se cumple
tn el procero, llenándolo. Gráficamente
expresa Podetti que con ellos se nos da una
visión dinámica del proceso, constituyendo
ellos la trama del proceso vivo que llena la
estructura vacía dada a priori por la ley.
b) De parte. Ello es así si tenemos en
cuenta el sujeto que lo practica que es
como sabemos, uno de los litigantes.
(17) Op. cit., t. 1. pág. 731.
(18) Fundámnntos cit., pág. 206.
(19) Tratado ¿e los actos procesales, paga. 177
c) Unilateral. Por cuanto produce su
efectou por la sola voluntad de quien 10 rea-
liza (- ).
d) Instructorio. Dado su objeto, por cuan-
to tiende a preparar la decisión mediante
la controversia, la aportación ael material
de conocimiento y la regular tramitación
del proceso. Asi lo enseña Couture y lo rea-
firma aquí Reiaiunain (^) cuanao se re-
fiere a los actos procesales de parte que
tienen como consecuencia inmediata la
coacervación y desenvolvimiento ae la re-
lación procesal.
e) De postulación. Es decir encaminado
a obtener una resolución tavorabie a las
pretensiones del solicitante y que por ello
Golosmiat llama actos de ootencion, ex-
cluíaos los de aportación de prueoa (--). La
postulación es entonces una, especie dentro
ael acto genérico de instrucción.
/) Mixto. Es aecir simpie y complejo en
cuanto a su forma. Simple ya que se le
puede contemplar aisladamente oentro de
la visión genérica ael proceso, es decir,
macroscópicamente; y complejo cuando se
lo mira como coordenado a un fin procesal
especifico, es aecir, microscópicamente.
g> Oral. La lorma ae e.ie acto procesal
reviste como sabemos, la conaicion ae ser
oral, es aecir, no escrito. Esto constituye
su materialidad.
h) Legitimación prccesal. A mi juicio el
informe in voce —por ser acto de defensa—
no puede ser realizado por las partes liti-
gantes; sólo los abogados pueden efectuar-
lo. Por la importancia de este requisito, lo
hemos de analizar con mayor detenimiento
por separado.
i) Idoneidad. La doctrina establece que
este requisito consiste en "la suficiencia del
mismo para el fin que la ley y la voluntad
presumida del sujeto que lo cumple le atri-
buye" (:«*). A su vez esta idoneidad —que
tiene relevancia en el informe in voce—
resulta de la armonización de dos, elemen-
tos a saber:
1. Moralidad. Es decir que el que realiza
este acto, debe ajustarse en su forma y
contenido a las reglas de lealtad y probi-
dad, no expresanao hechos falsos (*»). Para
ser eficaz, el acto procesal in voce debe ser
acorde con tal preceptiva, hoy vigente. No
cabe así por ejemplo, negar un hecho que
antes se hubiera reconocido (-»). Como
tampoco afirmar como fundamento en su
(20) Podetti, op. cit.. pág. 193.
(21) "La tramitación de ios actos jurídicos pro-
cesales y la estructura de los Códigos modernos",
en Jurisprudencia Argentina. 1951-1, sec. doct.
pág. 13.
(22) Podetti. op. cit., pág. 194.
(23) Podetti. op. cit.. pág. 188.
(24) Art. 21 ley 14.237.
(25) Podetti. op. cit., pág. 189.
informe, hechos fuera de los autos o afir-
maciones similares.
2. Admisibilidad. Debe ser cumplido —co-
mo hemos visto antes— por abogado, para
expresar lo que los procesalistas españo-
les ( 2C ) denominan "postulación profesio-
nal".
j) Fundabilidad. Se refiere a su conteni-
do; "a la reunión de los elementos objetivos
y subjetivos para obtener el fin que se
propone, conforme a la ley" ('•").
Si el informe no es fundado, es decir, no
constituye técnicamente un análisis dete-
nido, serio y minucioso de la prueba apor-
tada en la audiencia pertinente y de la
subsunción de los hechos litigiosos dentro
del derecho objetivo, carece de eficacia. No
llena los fines perseguidos por la ley. No
es útil para su destino. Y en consecuencia,
al carecer de este requisito, se soportarán
las consecuencias de la omisión; es decir,
de una carga procesal, que es a mi juicio
el carácter que reviste este requisito de la
fundabilidad.
VI. Ejecutcriedad del acto por abogado.
El tema está vinculado con lo que en doc-
trina se denomina patrocinio libre o patro-
cinio obligatorio.
Dentro del primer sistema se establece
que la intervención del abogado en el pro-
ceso es facultativa para los litigantes en el
sentido de que pueden o no hacer uso de
sus servicios.
Eri cambio cuando rige el sistema de pa-
trocinio obligatorio, todos los actos proce-
sales de defensa, es decir todos los que
sustenten o controviertan derechos, hacen
imprescindible y necesaria la intervención
/etrada.
En la mayoría de los países existe el sis-
tema de patrocinio obligatorio, denominado
por Carnelutti "carga de patrocinio" y por
los españoles "postulación profesional". En
algunos países donde existe el patrocinio
ubre —como en Uruguay— se ha estableci-
do no obstante que para informar in voce
ante los tribunales de apelaciones o la
Alta Corte, es necesario el patrocinio le-
trado en forma obligatoria. Tengo entendi-
do que en el curso del mes de diciembre de
1960, en dicho país se ha dictado una ley
estableciendo normalmente y para todo el
proceso civil, salvo situaciones excepciona-
les, el patrocinio obligatorio.
En nuestro país hasta las sanciones de
las leyes arancelarias vigentes tanto en la
Capital como en las provincias regía el
sistema del patrocinio no obligatorio. Úni-
camente cuando intervenía procurador era
(26) Guasp, Derecho procesal civil, pág. 210,
Madrid, 1956.
(27) Podetti, op. Cit.j pág. 190.
necesario que en las actuaciones en que se
sustentaban o controvertían derechos, fue-
sen acompañadas de la intervención le-
trada.
¿Y cuál es la situación entonces acerca
de quien debe realizar el informe in voce?
¿Pueden realizarlo exclusivamente los abo-
gados o es facultativo y por ende los liti-
gantes lo pueden practicar por sí solos?
Entiendo que en nuestra Capital con la
sanción de la ley arancelaria 12.997 y lo
dispuesto en el artículo 45 de la misma, el
informe in voce obligatoriamente debe ser
practicado por abogado. Se trata de un
acto procesal de defensa, es decir lo que
en la terminología de la ley aludida impor-
ta "sustentar o controvertir derechos". El
tema ha dado lugar a dispares opiniones
de doctrina y de jurisprudencia, interpre-
tando el artículo 45 de la ley 12.997.
Un ilustrado procesalista —el Dr. Osear
Serantes Peña— lo sintetiza en una de sus
importantes obras (- s ). Por mi parte y coin-
cidentemente con dicho tratadista y otros,
considero que el artículo 45 de la citada ley
establece obligatoriamente la intervención
letrada en los supuestos que la misma in-
dica. Máxime cuando el más alto tribunal
—la Corte Suprema de Justicia— ha esta-
blecido la constitucionalidad de este pre-
cepto (2») .
No obstante la reconocida versación del
doctor Raimundo L. Fernández en materia
procesal, no participo de sus fundamentos
para sostener que el patrocinio no es obli-
gatorio a pesar de lo dispuesto en el ar-
tículo 45 de la ley 12.997. En primer lugar,
el texto expreso de la ley no debe ser tor-
cido con integraciones que desnaturalizan
también la intención del legislador expre-
sada a través de los diputados Scarabino y
Ruggieri que no ofrecen dudas acerca del
establecimiento obligatorio de la dirección
letrada tanto para que lo hagan en ejerci-
cio de una representación como por dere-
cho propio (so). Además, el verdadero lei
motiv reconoce también un fundamento de
mayor eficacia técnica a los actos procesales
realizados por letrado. El mecanismo com-
plejo del proceso y todas -sus instituciones,
por ejemplo cargas procesales, preclusiones,
etcétera, hacen necesario —para obtener
un mejor manejo técnico—3 que tales actos
los realicen los abogados ( i).
Por algo es que etimológicamente la pa-
labra abogado deriva del latín advocatus que
(28) Aranceles de honorarios para abogados y
procuradores, págs. 175-178, Ed. Depalma, 1958.
(29) Faltos, t. 203, pág. 137 y t. 203, pág. 47;
J. A., 1946-1. pág. 366.
(30) Serantes Peña, op. cit., pág. 175.
(31) Doctrina de la Excma Cám. Nac. de Ape-
laciones en lo Civil de esta Capital, Sala C, J. A.,
1953-III, íallo 18.292.
significa llamado, porque el abogado es lla-
mado para auxiliar a las partes en sus ale-
gaciones (32). A esa razón etimológica agre-
garemos también la histórica. Por algo las
leyes de Partida —como recuerda Caravan-
tes— llama al abogado vocero, porque lle-
va la voz de sus clientes o porque usa de su
oficio con voces.
Por todas estas razones repito que en
nuestra Capital y en provincias que ha
adoptado el mismo sistema legal, existe el
patrocinio obligatorio que torna necesario
entonces que los informes in voce se prac-
tiquen exclusivamente por abogados.
VII. Sistema imperante en nuestra re-
pública. Hemos dicho que el tema está vin-
culado al principio que debe imperar en
toda ley procesal: oralidad o escritura.
En nuestro país, en que prima el proceso
escrito y por excepción el oral (33), encon-
tramos un sistema, intermedio que consiste
en determinar la primacía de la escritura,
pero posibilitando que en ciertas etapas del
juicio se articulen actos procesales orales.
Y entre ellos el que aquí estamos tratando,
es decir por informes in voce. Como ejem-
plos de este sistema podemos destacar los
que indicaremos en los capítulos siguientes.
VIII. Sistema procesal civil y comercial
vigente en nuestra Capital. Nuestras prác-
ticas anteriores a la codificación estaban
en favor del sistema escrito y así ante el
tribunal ad-quem y luego de presentados
los escritos de agravios por las partes y dis-
puesta la apertura a prueba, "se alega de
bien probado; y se procede en todo como
en primera instancia, hasta definitiva" (3-*).
Lo que quiere decir que hasta el dictado de
nuestras leyes procesales, no existía con-
templado el Instituto del informe in voce.
a) En los de menor cuantía, es decir en
los procesos ante la Justicia Nacional de
Paz, regulados por la ley 11.924, no existe
en ninguna etapa de su desarrollo informes
in voce. En cambio, en el Derecho español
la realización de informe oral es faculta-
tiva W.
b) En los de mayor cuantía, es decir en
los que regula el Código de procedimiento
en lo civil vigente, sólo existe previsto el
informe in voce en segunda instancia y
cuando se ha producido prueba. En tal sen-
tido establece el artículo 232 de nuestro
Código: "Dentro del tercero día, contado
desde la notificación de la providencia de
autos, o al practicarse esta notificación y
(32) Bielsa, La abogacía, 2' ed., pág. 2.
(33) En materia civil, en los Códigos procesales
de Jujuy y La Bioja. Y laboral, el Sistema Proce-
sal Laboral bonaerense, por ley 5178.
(34) Prontuario de práctica forense, de Cas-
tro, M. A., pág. 38, Imprenta de la Independencia,
Bs. Aires, 1834.
(35) Gómez Orbaneja, op. oít., t. 1, pág. 391.
en la misma diligencia, manifestarán las
partes si van a informar in voce; si no lo
verifican, se podrá resolver sin dichos in-
formes". Este precepto ha sido aclarado
por el artículo 14 de la ley 4128, la que sobre
el particular establece: "En las Cámaras de
Apelaciones de la Capital sólo podrán in-
formar in voce los litigantes o sus aboga-
dos! en caso de apelación de sentencia defi-
nitiva del pleito, cuando se hubiere produ-
cido prueba en esa instancia".
Luego el artículo 254 del mismo Código
determina la modalidad con que se celebra
la audiencia para informar in voce, al ex-
presar que "en los casos en que deban pro-
ducirse informes orales, no se fijará la
audiencia pública para ese acto, mientras
que los miembros de las. cámaras no estén
instruidos del expediente. Podrán informar
los interesados o sus defensores, hablando
en primer término el apelante y en segun-
do el apelado. No les será permitido tomar
la palabra segunda vez sino con la venia
del presidente, y sólo para hacer rectifica-
ciones y restablecer los hechos que hayan
podido ser presentados con inexactitud". Co-
mo ha dicho la doctrina, "es éste el único
caso en que procede el informe (oral) en
la justicia ordinaria, civil o comercial de
la Capital" (36).
Ha sido seguido en otras provincias, para
lo cual me remito al doctor Raimundo L.
Fernández (37) quien al pie de los artículos
252 y 254 de nuestro Código procesal civil
para la Capital, expresa que son concor-
dantes con los de las provincias de Buenos
Aires, Catamarca, Córdoba, Corrientes, En-
tre Ríos. San Juan, etcétera.
IX. Sistema procesal laboral vigente en
nuestra metrópoli según ley 12.948. Está
previsto en el artículo 89 de dicha ley, in-
dicando que luego de producida la prueba,
las partes, por intermedio de sus letrados,
podrán hacer una breve exposición verbal
alegando sobre el mérito de la misma.
El maestro Podetti (ss) sobre el particular
expresa que "solamente pueden alegar los
letrados, en consecuencia no pueden ha-
cerlo los litigantes, personalmente, ni sus
apoderados no letrados". Agrega luego refi-
riéndose a la forma de realización, lo si-
guiente: "Un buen alegato oral debe ser
breve, así lo dispone la ley, conciso y con-
creto. Conviene empezar con una esquemá-
tica exposición de los hechos contraoverti-
dos, destacando a quien correspondía su
prueba, para analizar luego y con relación
a cada hecho, las pruebas aportadas. El
letrado debe procurar, con su exposición,
(36) Joírc. Manual, 5« ed., t. 4, pág. 285.
(37) Código de procedimientos civil comentado.
1955, t. 1, pág. 232.
(88) Tratado del proceso laboral, t. 1, pág. 315.
convencer al juez de que la prueba, en sus seccionales, las partes podrán pedir dentro
aspectos particulares y en su conjunto, ha de dos días siguientes al de la notificación
¿ido favorable a las pretensiones del liti- de la providencia de autos, que se señale
gante a quien patrocina. Es obvio que, en día para que ellas o sus defensores puedan
razón de que la persona a la cual va diri- informar in voce y el juez lo designará a la
gido el alegato —el juez—, es también un brevedad posible". Este articulo fue deroga-
técnico del Derecho, y el director de los do por el artículo 3 de la ley 3981. Por lo
procedimientos cumplidas, la discusión del tanto, no existen informes in voce ante el
Derecho aplicable, cuando se haga, debe ser juez a-quo.
precisa y la merituación de la prueba, con- 2') • En segunda instancia. Por el articulo
creta. Las divagaciones, las generalidades, 218 se establece que "los interesados, sus
la exposición de doctrinas conocidas, las re- representantes o sus letrados, pueden in-
peticiones y otros vicios del orador común, formar verbalmente al tiempo de la vista
deben ser cuidadosamente excluidos de un de Ja causa, pudiendo también los últimos
alegato forense, porque perjudica a quien pedir venia para escribir en derecho, que
cae en ellos en lugsr de beneficiarlo". no les deberá ser otorgada sino cuando a
X. Código procesal civil de Mendoza. Es- juicio de la Corte, sean muy arduas las cues-
te cuerpo legal sancionado por ley 2269, rige tiones jurídicas que se debaten. La venia
a partir del año 1954 y ha sido redactado, puede pedirse antes de la vista de la causa;
como se sabe, por el doctor J. Ramiro Po- no debiendo exceder de 15 días el plazo que
detti. se dé para expedirse. Producidos los infor-
Destacaremos aquí las modalidades que mes se agregarán al expediente, como parte
establece esta ley con respecto al informe integrante de él". La fuente de esta ley
ln vece. como bien se ha dicho («), ha sido la de
1») En el proceso sumario, todo el pro- enjuiciamiento civil española de 1855 en sus
ceso es ercrito, inclusive el alegato (&*). artículos 860, 873 874 y 875 («).
2') En el proceso sumarísimo por el con- Este artículo 218 de la ley 50 fue luego
trario, no existe alegato escrito; es oral, por ampliado y reformado por los artículos 5
imperio de ía ley («»). y 6 dé la ley 3875 del año 1896 que dicen:
3') En los proceros tínicos comunes y en Artículo 5. "En el caso del artículo ante-
instancia tónica, se establece un sistema no- rior, luego que esté terminada la tramita-
vedo'o y mixto a elección de partes. El ar- ción en yegunda instancia, se dictará la
ticulo 268 establece que al finalizar la au- providencia de autos y el expediente pasará
diencia para sustanciar la causa, puede a Secretar'a. Dentro del tercero día con-
ocurrir esta situación disímil con respecto tado desde la notificación de esta providen-
ai alegato-^ a) renunciar a tal derecho vale cia, o al practicarse la notificación de la
decir a alegar; b) o hacerlo verbalmente misma providencia, manifestarán las par-
(rzctius in voce), en e~e momento lo que tes si van a informar in voce, en cuyo caro,
harán por su orden. Si no ha ocurrido, tal sa señalará día para oír los informes en
eventualidad, o queda prueba pendiente, audiencia pública".
los aíegcíos serán escritos. Artículo 6. "Si el recurso se hubiese con-
La ley asimismo establece que los alegatos cedido en relación, luego de recibido el ex-
tanto escritos como orales deberán ser obli- pediente, se dictará la providencia de autos
gatoriamente realizados por abogados. y se procederá como dispone el artículo an-
4') En los procesos de doble instancia, terior".
no hay informe in voce, conforme lo esta- 3') Ante la Suprema Corte de Justicia.
blece el articulo 140. El art:culo 181 de la ley 50 establece que:
5") En los íncídeníes, por imperio del "en la Suprema Corte se podrá informar
artículo 93, inciso 5", cuando hay produc- ín voce el día de la vista de la causa".
ción de prueba, la realización de alegato Este precepto debe ser relacionado con el
oral es facultativa. El antecedente de esta artículo 218 de dicha ley. Pero ambos artícu-
preceptiva es el artículo 282 del Proyecto los fueron ratificados por el artículo 7 de
Lazcano. la ley 3375 para los supuestos de jurisdic-
XI. Sistema ds la ley federal 50. Veamos ción originaria de la Corte, estableciendo:
como juega el informe in voce en las dis- "En las causas de jurisdicción originaria
tintas instancias o grados y ante estos tri- de la Corte, después de contestada la de-
bunales. manda o las excepciones previas que se hu-
1») Ante los jueces de primera instancia biesen opuesto o sea de conclu'da la causa
o de sección. En el texto primitivo, de la ley, para definitiva, cuando se hubiere abierto
el artículo 180 establecía: "En los juzgados
(*1) Sartorio. La ley 50, 2» ed.. p&g. 650, Thea,
1955.
(39) Art. 212, ino. 5». (42) Que están transcriptos en la obra del doc-
(40) Art. 213, Inc. 10». tor Sartorio citada.
a prueba, se dictará la providencia de
autos y las partes podrán hacer la manifes-
tación mencionada en el artículo 5', proce-
diendo como en él se indica".
Finalmente el artículo 8 de la ley 4055
del año 1902 estableció sobre el particular
que "en las causas en que la Suprema Corte
conozca en grado de apelación, recibido el
expediente, se dictará la providencia de
autos y las partes podrán, dentro de los
diez días comunes e improrrogables siguien-
tes al de la notificación de e?a providencia,
presentar una memoria sobre la-; causas
que se mandará agregar a los autos sin más
trámites quedará la causa conclusa para
definitiva".
La jurisprudencia del más alto tribunal
—Suprema Corte de Justici»— estableció
sobro psta materia que "el artículo 8 de la
ley 4055, ha delado .sin efecto la« disposicio-
n°.s del articulo 181 y 213 de la ley 50 y
artículos 4, 5 y 6 de la ley 3375. en cuanto
al informe in vece se refiere" (™). En mé-
rito de lo expuesto podemos decir que en
esta instancia sólo existe informe m voce
en los supuestos de jurisdicción originaria
del más alto tribunal.
XII. Sistema de In ley 11.683. En e~ta ley
que ha .sido recordada por Sartorio (") en
su texto ordenado de W2 se establece un
sistema optativo y f"cultativo sobre el tema,
ya que el artículo 82 establece: "Vencido el
término de prueba el Secretario agregará
de oficio la producida, y el juez diotará la
providencia de autos señalando un día den-
tro de los diez días subsiguientes durante
los cuales las partes podrán examinar el
proceso en Secretar'a, para informar sobre
el mérito de la causa in voce o por escrito
quedando con ella cerrada toda discusión,
sin poderse presentar más escritos".
XIII. Sistema proc»sal civil y comercial
santafecina. Por ley 29*24 rige en \z provin-
cia de Santa Fe el Códiro de t>roce jimientos
en lo civil y comercial, a partir del año 1940.
En esta ley se regula el tema en la si-
guiente forma: En su artículo 669 se deter-
mina que "concluido el estudio por todos
los vocales, el tribunal designará simultá-
neamente una audiencia que será notificada
con intervalo de 10 días como mínimo para
que las partes informen In noc° y la fecha
del acuerdo definitivo, que deberá celebrar-
se 5 días después".
Este precepto es novedoso en nuestro sis-
tema procesal ya que establece en forma
preceptiva y obligatoria la realización del
informe oral. El fundamento —como bien
lo establecen los autores de la ley, doctores
(43) Fallos, t. 119, pag. 418; t. 123, pág. 200 y
148, p&g. 23.
(44) Op. cit., pág. 474.
Justo I. Cabal y Antonio Atienza (**>)—,
estriba en una modalidad para llegar en
un futuro al debate oral estableciendo en
una m'nima parte el reconocimiento de la
oralidad a base del informe in voce para
que íi la práctica lo aceptase llegarse en
definitiva a la recepción del procedimiento
oral en una forma más completa.
XIV. Sistema del Codicia de procedimien-
tos penales vinente en la Capital Federal.
Debemos distinguir el trámite ante primera
instancia y ante la Excelentísima Cámara
o ad-quem.
En .primera instancia a su vez también
hay quehacer dos distingos:
D En el procedimiento correccional, el
artículo 579 establece que el alegato se de-
berá producir en una audiencia especifica
y oral. Dice este precepto: "Producida la
prueba y puerto el proceso por tres d:as a
disporición de los interesados en la Secreta-
ría del Juzgado para el examen y estudio
de sus constancias el juez señalará otra
audiencia psra que las partes aleguen so-
bra la prueba".
2') En el penal de sentencia, exirte pre-
visto el alegato verbal para merituar la
pru~ba. El artículo 492 del Código de pro-
cedim'ento criminal a.sí lo establece dicien-
do: "El luez dictará la providencia de autos
y señalará un día, con el intervalo de cinco
cuando meno<=, para eme informen ante él
in voce. el acusador particular, el fiscal y
el defensor del procesado los que podrán
hacer entrega al juez en el mismo acto, de
los escritos o apuntes que juzgasen conve-
niente".
En el trámite ante la Alzada debemo-; dis-
tinguir también cuando se trata de recurso
en relac'ón o recurso libre:
1*) En el c<>so de recurso concedido libre-
mente, el art'culo 535 dice: "Dentro del ter-
cero día, contados desde la notificación de
la providencia de autos, o al practicarse
esta notificación y en la misma diligencia,
mawf«*tarán las partes si van a informar
in uoce. Si no lo verifican se resolverá sin
dichos informes".
2') Cuando es concedido el recurso en re-
lación, la situación está prevista en el ar-
tículo 538 del Código de procedimiento cri-
minal que nos dice: "Cuando el recurso se
conceda en relación se llamará a autos in-
mediatamente, pasando el expediente a Se-
cretaría. Las partes manife~tarán en el tér-
mino y en la forma del artículo 535, si van
a informar in voce, siendo entendido que
si no lo verifican, se resolverá sin dicho
informe".
De lo expuesto se infiere que el alegato
oral en primera instancia es un trámite obli-
(45) Anotaciones al Código, pág. Í99.
gatorio a diferencia de lo que se establece
para el de segunda instancia en que es fa-
cultativo.
Sin embargo, la práctica ha impuesto en
los informes en primera instancia, la cos-
tumbre de acompañar .solamente un infor-
me escrito. En mi larga experiencia forense
no conozco un solo caso en que ante el
tt-quo se haya realizado un informe in voce.
En cambio ante la Excelentísima Cámara
del Crimen, era muy común realizar estos
informes orales, habiendo realizado alega-
tos extraordinarios los rnás grandes pena-
listas que ejercieron su profesión en nuestra
Capital.
Pero últimamente y con motivo de una
disposición reglamentaria de la Cámara del
Crimen al establecer un sistema opcional
escrito u oral, es decir que los abogados po-
dían elegir el trámite del informe in voce
o presentar un informe escrito, de tal ma-
nera que la elección de uno excluía el otro,
en la práctica ha desaparecido casi por
completo la oralidad en este ámbito. Silo es
lamentable por cuanto según he dicho, ha
sido aquí donde con más frecuencia se ha
practicado la oralidad con gran eficacia.
XV: Sistema penal federal. Rige el mismo
sistema que el establecido en el capítulo
anterior.
Si bien no existe dualidad como en el pro-
ceso penal ordinario entre justicia correc-
cional y justicia de instrucción ya que los
jueces federales tienen para sí esa doble
atribución, ocurre igual trámite que en el
vigente para el proceso .penal ordinario.
Así el juez de primera instancia en lo fe-
deral cuando actúa como juez en lo correc-
cional, aplica el artículo 579 del Código de
procedimiento en lo criminal de la Capi-
tal. Y cuando actúa como juez federal ds
sentencia, aplica el artículo 492 del Código
de procedimiento criminal de la Capital.
En segunda instancia conforme lo esta-
blecido por el artículo 20 de la ley 4055 del
año 1902, imperan también los preceptos de
los artículos 535 y 538 del Código de procedi-
miento criminal de la Capital, si tenemos
presente lo que aquella norma establece
cuando dice en lo pertinente, que: "las Cá-
maras Federales observarán... en materia
penal "el Código de procedimientos crimi-
nal de la Nación".
XVI. Reflexiones acerca del informe "in
voce" en el ámbito ordinario civil y penal
metropolitano. Los juristas, han dedicado
muy poca atención al tema del informe in
voce como trámite procesal en nuestro ám-
bito. Apenas pocas líneas le dedican tres
prestigiosos juristas: Alsina(4C), Ibañez
(46) Op. ctt., t. 1, 2» ed., pág. 781.
Frocham («) y Podetti (*«>. Este último se-
ñala que a su juicio el artículo 254 regla-
menta minuciosamente el informe in voce y
que con el régimen de la ley 14.237, en caso
de apertura a prueba en segunda instancia,
la Cámara debe llamar dos veces autos para
sentencia y ambas providencias deben ser
notificadas a domicilio.
Serantes Peña y Clavell Borras (*») hacen
un comentario que no se caracteriza preci-
samente por una sistemática.
En cuanto al doctor Alberto M. Rodrí-
guez (e») analiza los artículos 252 y 254 con
un desarrollo similar al precedentemente
indicado. Quien mayor atención ha puesto
al tema ha sido el doctor Diego de Juirazar
(si). Participo de las conclusiones que efec-
túa este comentarista. Efectivamente, la
ley procesal sólo analiza el tema de la ad-
misibilidad y el momento en que es opor-
tuno solicitar el informe in voce. Que es la-
mentable no se encuentre precepto alguno
que disponga sobre su duración, manera en
que se desarrollará y demás circunstancias
que atañen a su realización. "Que todo ello
queda librado a las costumbres de cada tri-
bunal, por lo que en definitiva ha quedado
prácticamente desnaturalizado y suplido por
el informe escrito, de lo que culpa tanto a
magistrados como a abogados.
Por mi parte debo señalar en forma bas-
tante rápida y somera, los requisitos que a
mi juicio son necesarios para la realiza-
ción del informe in voce, los clasificaremos
en genéricos y específicos.
1») Genéricos, a) Debe ser realizado por
abogado y no pot las partes litigantes, por
las razones indicadas en el capítulo respec-
tivo. Para ser admisible, existe la carga de
patrocinio o postulación profesional.
b) El abogado debe actuar con probidad,
lealtad y buena fe.
Estos requisitos son exigidos por el ar-
tículo 21 de la ley 14.237. A este propósito
un jurista del siglo xvn —Melchor Cabre-
ra— nos dice que "el abogado, debe obrar en
su ministerio sin dolo ni fraude contra sus
clientes, so pena de incurrir en el crimen
de prevaricato, que es sumamente indigno
y feo, porque es lo mismo que de oveja man-
sa pase a lobo rapante". Bs decir que debe
obrar con verdad y probidad. Igualmente
(47) Tratado de los recursos en el 'procesa
civil, Ed. Bibliográfica Argentina, 2» ed., pág. 145,
1957.
(48) Tratado de los recursos, Ed. Ediar, pá-
gina 192, 1958.
(49) Código Procesal Civil y Comercial, Ed.
Depalma, 1859, en comentario al pie de loe ar-
tículos 252 y 254.
(50) Comentario al Código de Procedimientos
en Materia Civil y Comercial, t. 2, pág. 43.
(51) Nota al Jallo de J. A., t. 29, pág. 134, en
artículo que denomina: "El informe in voce en
nuestras prácticas procesales".
 ser real y a este propósito eltquinto man-
damiento de Couture con respecto al abo-
gado expresa que el abogado debe ser "leal
para con tu cliente al que no debes aban-
donar hasta que comprenda que es indigno
de tí. Leal para con el adversario, aún
cuando él sea desleal contigo. Leal para con
el juez, que ignora los hechos y debe con-
fiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto
al derecho, alguna que otra vez, debe con-
fiar en el que tú le invocas".
Y hablar con buena fe, con sincera con-
vicción de la verdad que acompaña en la
determinación de los hechos litigiosos y la
calificación jurídica de los mkmos. De lo
contrario, puede ser tratado de rábula o
causídico. Ésta última denominación, ya
consagrada en su época por Juvenal, .Ovi-
dio y Quiniiliano í» 2 ).
c) El abogado debe ser prudente y cauto,
es decir, actuar con moderación en el acto
de la defensa oral. En el informe in voce y
petición correspondiente ha de referirse al
litigio, sin omitir lo que pueda favorecer a
su cliente, pero callando lo que pueda per-
judicarlo. Por eso Couture enseña que el
abogado no es sólo el vir bunus dicendi pe-
ritus (el hombre bueno que sabe bien ha-
blar), sino también el vir bonus tacendi
peritus (el que sabe bien callar).
Cicerón aconsejaba al abogado que debía
estudiar tanto lo que ha de callar como lo
que ha de hablar (»s). Igualmente Santo
Tomás dice que "es lícito al abogado que
defiende la causa justa ocultar prudente-
mente aquellas cosas que pueden perjudi-
car su proceso, aunque no le es lícito usar
de falsedad alguna" ( 5 4 ).
Debe usar de palabra sencilla y clara
para condensar lo necesario a la pretensión
que insta. Nunca debe ser locuaz en extre-
mo, llegando al vicio del charlatanismo.
Como decían las viejas prácticas, debe ha-
cerlo "con verdad sabida y buena fe guar-
dada". Ya Séneca objetaba al que "con
clamores desentonados, vende las palabras
en lugar de defender la justicia". Por ello
se ha dicho (M) que "a los tales abogados,
vociferantes y verbosos con demasía, se les
da el nombre de rábulas, según Cujacio". Es
decir, que son, "como vocingleros-rábulas
que no creen ser elocuentes, si no machacan
a fuerza de gritos" ( D <¡).
En suma: que deben exponer con correc-
ta y fácil expresión. Con esprit de finesse,
como diría Couture, ya que como también se
ha dicho, los jueces estiman mejor la ver-
(52) Serrano, La abogacía en España y en el
mundo, t. 1, nota 349.
(53) Serrano, op. cit., í. 1, pág. 397.
(54) Serrano, op. cit., nota 356, pág. 391.
(55) Núñez Cabrera, cit. por Serrano, op. cit,
(56) cit. por Serrano, t. 1, pág. 392.
OMESA - XV - 48
dad sin galas que la mentira con bellos
atavíos.
2') Específicos, a) Procedencia y pedi-
mento del acto: 1. En cuanto a la viabili-
dad en el ámbito civil metropolitano, como
lo establece la ley procesal vigente, es ad-
misible cuando la causa re ha abierto a
prueba en segunda instancia y se trata de la
apelación de una sentencia definitiva. En
cambio en el proceso penal, es procedente,
tanto en la apelación libre como en re-
lación.
2. La oportunidad de solicitarlo se pro-
duce luego de dictada la providencia de
"autos". Ello es así tanto en el fuero civil
como en el penal.
3. El pedido de informes se formula: "al
ujier notificador, quien deja constancia de
ella en la cédula; o bien al notificarse di-
rectamente en el expediente; o finalmente,
por escrito, dentro de tercero día de noti-
ficado" ( 57 ).
b) Designación de la audiencia. Pedido
en forma por la parte, es decir, reunidos los
requintos formales y substanciales, el tri-
bunal procede a señalar fecha para la
audiencia. El acto es público. Pero a mi
juicio, por excepción, pueden disponer —co-
mo bien lo establece la ley de enjuiciamien-
to civil vigente en España, en su artículo
314— "que se haga a puerta cerrada el des-
pacho y vista de aquellos negocios' en que
lo exijan la moral o el decoro". Un ejemplo
típico sería el de los procesos de divorcio.
La ley determina que es requisito para su
señalamiento que los miembros de las cá-
maras estén instru'dos dei expediente. A
ellos se debe que sea práctica en el proce-
dimiento penaí metropolitano, que la au-
diencia oral se señale dentro de los siete
a quince días de pedida.
c) Celebración del acto. En nuestra Ca-
pital nada se ha dicho con respecto de la
perspectiva de suspender la audiencia. A mi
juicio y tomando como base las específicas
previsiones de la ley de enjuicamiento civil
vigente eri España en sus artículos 322 y 329,
es posible suspender la audiencia y diferirla
en los supuestas de impedimentos del tri-
bunal o de los abogados defensores o pa-
trocinantes. Debe existir justa causa de sus-
pensión, como por ejemplo, enfermedad,
fallecimiento, o cualquier otra de fuerza
mayor o caso fortuito..
Tampoco determina la ley expresamente
cómo debe celebrarse la audiencia pública.
Pero a mi juicio entiendo que debe serlo
por la sala en pleno. En el ámbito civil, por
imperio de la ley —art. 30 Cód. proc. civ.—
"no será necesaria la asistencia de los se-
cretarios a las audiencias en que las partes
(57) Serantes Peña-Clavell Borras, op. cit., 2*
ed., pág. 234.
informen in voce, debiendo llamárseles sola-
mente en el caso de ser necesario consignar
algún hecho importante para la resolución
de la causa". En cambio en lo penal, siem-
pre asiste dicho funcionario. Así lo ha im-
puesto la costumbre. Es él además quien
dispone la prelación en que los procesos en-
tran a la audiencia para que los profesio-
nales ocupen los estrados para el informe
in voce. Por excepción, en e:te fuero, y
siempre que el litigante lo acepte, puede ce-
lebrarse el acto con ausencia de uno de los
camaristas y ello con carácter especial en
ciertos asuntos que por su índole urgente,
así lo hacen necesario (apelaciones de autos
de prisión preventiva, excarcelaciones o si-
milares) .
¿Quién informa? ¿Es facultativo que lo
realice la parte? ¿O necesariamente debe
celebrarlo letrado? En el proceso penal, si
bien la ley (art. 535 y 538) hablan de "las
partes", fue y es costumbre que siempre lo
realicen letrados inscriptos en la matricu-
la. En el proceso civil, la ley (art. 254) dice
que "podrán informar los interesados o sus
defensores". Parecería que tanto uno como
otros pueden realizar él acto. No es así. a
mi juicio, sin embargo, últimamente. A par-
tir de la vigencia del decreto-ley 30.439/44
(58) ratificado por las leyes 12.997 (•->») y
14.170 C10) nos encontramos con el artículo
45 en que hace obligatoria la intervención
de letrado en materias análogas a las que
condensa el informe in voce. Revistiendo
éste el carácter de acto jurídico de abo-
gacía, es decir de postulación profesional,
es a mi entender condictic sine qua non que
sea letrado quien practique tal informe.
Es —como hemos visto antes— un requisito
de admisibilidad para la celebración del ac-
to procesal oral.
d) Cómo se desarrolla el informa oral.
En el proceso penal informa en primer tér-
mino el letrado de la parte querellante, que
está colocado en estrados a la derecha del
tribunal. Luego lo hace el letrado defensor,
ubicado a la izquierda de dicho tribunal.
No es costumbre retomar la palabra para
refutar las conclusiones que ha efectuado
el letrado contrario, aunque debe permitir-
s en ciertos caso?, por aplicación suple-
toria de la norma civil (art. 254), "para ha-
cer rectificaciones y restablecer los hechos
que hpyan podido ser presentados con in-
exactitud". Todo ello con la venia del pre-
sidente del tribunal.
En el proceso civil, habla en primer lu-
gar el apelante y luego el apelado, conforme
lo establece el artículo 254 del Código de
procedimiento civil.
(58) Boletín Oficial del 16-11-1944.
(59) Boletín Oficial del. 5-9-1947.
(60) Boletín Oficial del 13-10-1952.
e) Duración del acto. Nada dice la ley
a este respecto. Ha quedado librado al cri-
terio discrecional del tribunal. En el fuero
penal e.s costumbre conferir quince minu-
tos para cada letrado, indicándose también
en el auto que fija la audiencia, quien ha
de ser el profesional que hará uso de la pa-
labra, cuando hay varios. En lo federal, la
jurisprudencia ha establecido que "corres-
ponde señalar término de duración del in-
forme in voce" («i).
Por mi parte entiendo que no se pueden
determinar pautas fijas en la duración del
informe. En principio es privativo del tri-
bunal señalar un término, pero el profesio-
nal puede requerir —expresando causas
(complejidad del caso, voluminosidad del
proceso, etc.)— que el tope fijado sea au-
mentado.
f) La audiencia no se suspende por la in-
comparencia de uno de los letrados de las
parter. Se celebra con el que esté presente,
bien sea apelante o E pelado'("2).
g) Contenido. Sin perjuicio de lo ex-
puesto en el capítulo respectivo acerca de
la fundabilidad como requisito exigido para
el informe in voce, no me parece plausible
lo que se ha establecido en un fallo en el
sentido de que "debe limitarse a una expo-
sición sintética de lo que no está dicho por
escrito" («•"*). Con ello se tiende a reempla-
zarlo por un memorial escrito "con lo cuál
se habrá desnaturalizado el procedimiento
instituido por el legislador" («•<).
h) Dirección dsl acto. El encargado de
dirigir la audiencia e.s el presidente del tri-
bunal. A él le incumbe mantener el decoro
y armonioso desarrollo de la audiencia (art.
52 Cód. Proc. civ.). El otorga la venia para
tomar la palabra por segunda vez, en los
casos determinados pc-r la ley.
¿Puede como sanción disciplinaria reti-
rar el uso de la palabra al informante? A
mi juicio, no es po-ible. La sanción disci-
plinaria no puede llegar hasta ese extre-
mo. Habría quebranto de la garantía cons-
titucional de la, defensa en juicio que
consagra nuestra Consitución Nacional vi-
gente en su artículo 18. El tribunal recién
podrá hacer uso de las sanciones discipli-
narias, que prevé nuestra ley, luego de ter-
minado el informe; pero carece de facul-
tades para cortar el ejercicio de un acto
de defensa como es el informe in voce.
Debo señalar dos circunstancias intere-
santes: la primera que tiene relación con
la posibilidad de que el litigante personal-
mente, pueda hablar brevemente luego de
terminado los informes de los letrados, mo-
(61) J. A., t. 29, pág. 134.
(62) Serantes Peña. op. cit., pág. 235.
(63) J. A., t. 29, pág. 134.
(64) Julrazar, op. cit.
dalidad permitida por la ley de enjuicia-
miento civil española en su artículo 331 (« 5 );
y la segunda, que estatuye en forma am-
plia sobre la modalidad del acto el artículo
698 del Código de procedimientos civil vi-
gente en la República Oriental del Uru-
guay («*).
i) Cierre del acto. Nuestra ley nada de-
termina sobre el particular. En lo penal la
costumbre ha hecho o determinado que el
secretario, al finalizar los informes, ponga
una nota en los autos certificando el o los
letrados que lo celebraron. Es interesante
destacar que en la ley de enjuiciamiento ci-
vil española (art. 334) ésta situación está
prevista en forma expresa (<").
Como bien lo ha señalado la doctrina, la
práctica actual de los informes in voce, es
casi nula (<»). El único pequeño resquicio
donde se practicaba asiduamente la orali-
dad en nuestra Capital, es decir en el pro-
ceso penal, en los hechos ha quedado sin
efecto como consecuencia de una última
resolución de la Cámara del Crimen antes
aludida, acerca de la opción que tienen los
informantes para suplir la actuación in
vccz por un memorial escrito. Y ello es de
lamentar ya que se esfuma esa ventana
abierta que como diría Couture, permitía al
riguroso método escrito que nos rige, acer-
carse o ir llegando gradualmente al proce-
dimiento oral. Se culpa de ello, particular-
mente a los magistrados y abogados. En
(65) "Los que sean parte en los pleitos, podrán
con la venia del presidente, exponer de palabra lo
qus crean oportuno para su defensa, a la conclu-
sión de la v'sta, antes de darse por terminada, o
ovando se dé exienta de cualquier solicitud que
'es concierna. El presidente les concederá la pala-
bra en tanto que la usen contrayéndose a los he-
chos, y guardando el decoro debido".
(66) "Durante el Juicio público, el pres'dente
del tribunal dirige la audiencia y mantiene el buen
orden. Cuanto él ordene debe ser inmediatamente
ejecutado. No se debe entrar en la audiencia con
armas o bastones y se debe estar descubierto con
respeto y en silencio. Queda prohibido todo signo
de aprobación o desaprobaron o el causar cual-
quier clase de disturbio. En el caso de transgresión,
el presidente amonesta o hace salir de la sala al
trangresor, el cual, si no obedece, será arrestado
por veinticuatro horas: pero si el hecho constituye
un delito, será sometido al Juzsado del Crimen".
(67) En el art. 330, parte final, se establece:
''Se dará por terminado el acto pronunciando oí
presidente la fórmula de «Visto»". Y el art. 334
por su parte establece que ei acto de la vista se
acreditará en los autos por diligencia que exten-
derá el secretario o escribano, expresando los nom-
bres de los magistrados que componen la Sala, de
los abogados que hayan informado, de los procu-
radores que hubiesen nslstldo y el tiempo que hu-
biere durado el acto. Si alguno de los defensores
de las partes hubiere deducido en la vista alguna
pretensión incidental que exija resolución, se con-
signará también en dicha diligencia, la cual será
leida, en este caso, a los defensores terminada !r\
vista, para que manifiesten su conformidad y la
firmen".
(OS) Bielsa, op. cít., págs. 264 y 265.
cuanto a los primeros, dado que "encuentran
más cómodo el proceso escrito que no exi-
ge hábitos de trabajo y de método que se
tiene derecho a pedirles en interés de la
justicia. Siguiendo las cosas como están,
pueden detenerse los procesos por meses y
por años, antes de dictar sentencia" (•»).
Y en cuanto a los segundos, es decir a los
abogados, Calamandrei (?«) íes endilga pri-
mordialmente el'sambenito: "La abogacía
se agarra a sus viejas fórmulas... como la
polilla o el gusano a la rama seca, nu-
triéndose de los defectos de la legislación".
XVII. Colofón. Para finalizar este tra-
bajo debo señalar en primer lugar que es
necesario preconizar que nuestro foro des-
arraigue la mala y cómoda práctica de no
utilizar la gran oportunidad que le ofrecen
nuestros viejos Códigos procesales civil y
penal, todavía vigentes, de hacer uso de la
oralidad paliando los graves inconvenientes
de nuestro régimen excesivamente escrito, a
través de los informes in voce. Y en segun-
do lugar, refirmar lo que señalara a este
respecto ese maestro de abogados —don
Ángel Ossorío— cuando elogió el procedi-
miento de la vista ante el Supremo, en Es-
paña, que es análogo a lo que aquí se conoce
como informe in voce. Nos dice en su obra
imperecedera ("): "y después... la vista.
Permítaseme aprovechar esta oportunidad
para insistir en mi entusiasta, inmutable y
creciente preferencia por el régimen oral.
Los abogados españoles no concebimos una
justicia en que no se hable. Y sí en todas
las jurisdicciones, en todas las materias
(civil, criminal, contencioso-admini-trativa,
militar, canónica, económica, disciplinaria)
el informe oral es el nervio y la sal del
pleito, en el recurso de casación es, ade-
más, la técnica. La jurisprudencia no se
forma sólo de las resoluciones de los ma-
gistrados, sino también por nuestros infor-
mes. Tanto pone para el esclarecimiento y
la flexibilidad de la ley el magistrado que
dicta la sentencia como el abogado que ex-
pone sus razones. Aunque parezca raro,
nunca están vacías las salas del Tribunal
Supremo. El público sigue casi con tanta
curiosidad los debates de puro tecnicismo
forense, como los apasionantes episodios de
un juicio oral y público en materia crimi-
nal. En los estrados del Tribunal Supremo
han lucido los ingenios y el saber de los
grandes abogados, que han sido al mismo
tiempo grandes políticos y grandes escri-
tores. Sin buscar otros nombres que los muy
popularizados, mis lectores podrán hacerse
(69) Jofré. Manual, 2* ed., t. Z. pág. 26.
(70) Demasiados abogados, trad. de Xlrau, pá-
gina 114.
(71) El a'ma de !a toga, pág. 179, Ed. Losad«,
Es. Aires, 1040.
cargo de lo que habrá sido un pretorio don-
de han dejado íluir su talento, su erudición
y su verbo Cortina, Bravo Murillo, Nocedal,
Aparisi Guijarro, Salmerón, Pí y Margall,
Azcárate, los tres hermanos Silvela, Díaz
Cobeña, Gamazo, Romero Girón, Montero
R:os, Maura, Canalejas, Alcalá. Zamora,
Bergamín. .Sin hipérbole, puede decirse que
casi todo lo más glorioso de la historia
contemporánea española ha impreso su hue-
lla en el Tribunal Supremo".
A ese selecto elenco de ilustres abogados,
debemos agregar su figura primigenia. Y
en esta oportunidad es necesario que deje
registrado lo ocurrido en las recientes jor-
nadas de Derecho procesal realizadas en ho-
menaje al 150' aniversario de la Revolución
de Mayo. En ellas —que como es de pú-
blico conocimiento, se celebraron en e~ta
Capital federal entre los días 28 de noviem-
bre y 3 de diciembre de 1960— por aclama-
ción unánime de todos los juristas asisten-
tes, se rindió t r i b u t o al ilustre abogado
desaparecido, que tanto luchó por la ver-
dad. Entre ellOi. se sumó el mío, modesto
pero sincero, que ahora reitero como prueba
—una vez rná:— de porqué un abogado
con su ejemplo, puede llegar a ser inmortal.
JURISPRUDENCIA. — La citada en las notas.
BIBLIOGRAFÍA. — La indicada en el texto y notas.
INFORMES (PRUEBA DE).* SUMARIO:
I. La prueba fie iníorrnes. Deslinde concep-
tual y terminológico. II. El informe como
medio de prueba. III. Admisión Jurispruden-
cial. IV. Admisión If«rls1atíva. V. Nottirileza
de la prueba de informes. Sus analogías v
diferencias con otros m-edios de prueba.
VI. Eficacia e idoneidad de la prueba ds
informes. VII. Contralor de este medio de
prueba. , VJII. Normas represivas y d'scipli-
narias cjue aseguran su producción y valor
probatorio. IX. Producción y diligencia-
miento.
I. La prueba de informes- Deslinde con-
ceptual y terminclógico. Habremos de re-
ferirnos a la comúnmente llamada "prueba
úe informes" que algún autor como Alsi-
na ( J ) llama "prueba por informes".
Se trata de uno de los medios de prueba;
es decir, de comprobar o verificar la exac-
titud de las afirmaciones que se hacen en
juicio por las partes respecto de los hechos
n.otivo de la controversia.
Como se tratará de demostrar, constituye
* Por el Dr. ISIDORO EISNEB.
(1) Alsina, H., Tratado teórico práctico de De-
recho procesal civil y comercial Ediar, Bs. Aires,
1958, t. 3, pág. 462. Donde trata la "Prueba por
informes" en el capítulo dedicado a la "Prueba
instrumental" y bajo el enunciado "Otras clases
de instrumentos", en que examina también las
pruebas telefónica, fotográfica, telegráfica y fono-
gráfica.
un medio autónomo y característico de prue-
ba, distinto a las otras especies conocidas
y de muy reciente admisión en las leyes
procesales del país, aunque reconoce una
antigua vida en el ámbito de la práctica
y de la jurisprudencia.
El modo especial de su producción —por
comunicación escrita— y la fuente de que
se vale —libros, registros, archivos— hace
que con frecuencia se la confunda o vincule
con la prueba instrumental o con la peri-
cial, según el elemento que se tome prefe-
rentemente en cuenta para relacionarla.
Pero lo que trae más riesgos de compli-
cación es su identificación con la palabra
"informes" que en Derecho, y en virtud de
su uso plural, es omnicomprensiva.
Efectivamente, la voz "informe" y su pa-
rónima "información", tienen común cabida
en diversos conceptos e instituciones jurí-
dicas y ello hace necesario tomar el cuidado
de apartar todas las significaciones y usos
del vocablo que no obedezcan a la particu-
lar configuración del qué examinamos en
cuanto puro medio de prueba.
En su sentido más general y al decir
de Escriche (2), "informe" es la noticia e
irisiruceion que se da de alguna cosa. No es
este sentido tan amplio el que debe concen-
trar nuestra atención. Tampoco el que Car-
nelutti (3) refiere al término "información"
que ubica en su clarificación de los actos
procesales y que explica como la "afirmación
de la existencia de un hecho o de su inexis-
tencia (en sentido estricto afirmación o
negación de un hecho) con el fin de ponerlo
en conocimiento de otros, en particular del
juez, o en general del órgano jurisdiccio-
nal". Se refiere a la participación ds cono-
cimiento que a su decir sería una "alegación"
cuando la "información" es a título de fun-
damento de una petición y "aseveración",
la información autónoma a título de ver-
dad. Esto nada nos aclara salvo que nos da
oportunidad para anticipar que en la "prue-
ba de informes" e) que los suministra es un
tercero que nada pretenda y sólo lo hace a
título de verdad.
Debemos excluir también de nuestro cam-
po el "informe in voce" o el "informe es-
crito'1 en el sentido de memorial o alegato
elevado por las partes o sus abogados
ante el tribunal para examinar la causa
y formular conclusiones de hecho o de
derecho.
Especial cuidado nos debe merecer sepa-
rar de nuestros lindes al vocablo "infor-
(2) Escriche, 3., Diccionario razonado de legis-
lación y jurisprudencia, páy. 868, Librería de la
Vda. de Ch. Bouret, París-México, 1925.
(3) Carnelutti, P., Instituciones del nuevo pro-
ceso civil italiano, pág. 257, núm. 282, Barcelona,
1942.
mación" como así las instituciones especí-
ficas que proliferan a su sombra.
Nos dice Escriche (*) que "información"
es "la averiguación jurídica y legal de al-
gún hecho o delito" y a continuación como
categorías derivadas de ese concepto, nos
explica qué es información ad perpetuam o
ad perpetuam reí memoriam (averiguación
que se hace judicialmente y a prevención
para que conste en lo sucesivo alguna cosa
cuando hay riesgo de no obtener luego su
prueba); información de pobreza; infor-
mación de commodo et incommodo (averi-
guación que se hace para conocer las ven-
tajas o inconvenientes que podrán surgir
de un cambio de lugar o estado); informa-
ción de vita et moribus (la indagación que
se hace de vida y costumbres de alguna
persona); información sumaria (la investi-
gación que por la naturaleza y calidad del
negocio se hace por el juez brevemente y
sin las solemnidades habituales) etcétera.
Podremos observar que la palabra "infor-
mación" en su significado genérico como en
los varios modos específicos recién mencio-
nados, se refiere siempre a una "investiga-
ción" a un "averiguamiento", es decir a una
actividad que debe cumplirse para compro-
bar una situación y en la cual se puede
recurrir a diversos medios de prueba ten-
dientes a lograr la demostración pretendi-
da. Y no sólo eso sino que en muchos casos
la "información" no lleva a probar algo
afirmado sino a indagar algo desconocido;
lo que supone búsqueda, escudriñamiento
en el que podrá acudirse a la pericia, el tes-
timonio, la confesión, etcétera.
Esto distingue pues a la "información",
en el sentido recién explicado, de la "prueba
de5 informes". Como dice Sentís Melendo
( ): "Informe: ha de referirse a elementos
probatorios ya existentes (por eso diremos
luego que se trata de una prueba precons-
tituída); información: puede referirse, y se
referirá de ordinario, a elementos que han
de formarse a lo-largo de ella, porque se
trata de averiguación".
O sea que el informe refleja y transmite
un dato que existe registrado y se conserva
o una noticia objetivamente constatable; la
información es tanto el hacer la indaga-
ción tendiente a lograr un conocimiento co-
mo luego, el hecho de comunicarlo.
Vemos que a medida que señalamos los
vocablos susceptibles de confundirse con el
que estudiamos, se va obteniendo por de-
cantación el concepto que nos preocupa y
que aún no hemos definido.
Nos queda, por último, por separar de
(4) Op. cit., pág. 867.
(5) Sentís Melendo, S., El proceso civil. Estu-
dio de la reforme, procesal argentina, pág. 271,
Ijea, Bs. Aires, 1957.
nuestro objetivo a otros "informes" o llama-
dos tales, que no son propiamente la prueba
de informes y que implican en todo caso
momentos en la producción de otras prue-
bas conocidas. Nos referimos a la declara-
ción testimonial por medio de informes, a
la absolución de posiciones por informes y
al denominado informe pericial. .
Es evidente que ninguno de los tres re-
cién nombrados constiuyen "prueba de in-
formes", aunque se trate de informes que
se producen con motivo de la substancia-
ción de otra prueba.
Efectivamente, el artículo 202 del Código
de procedimientos civiles de la Capital Fe-
deral y sus concordantes existentes en los
Códigos provinciales, permiten'a ciertos fun-
cionarios y magistrados en razón de su alto
rango y principal ocupación, prestar decla-
ración testimonial por medio de "informe",
exceptuándolos de la carga pública o deber
de concurrir a los tribunales.
Del mismo rnodo, algunas leyes especia-
les ( 6 ) liberan a funcionarios de alta jerar-
quía de la carga procesal de asistir a las
audiencias en que deban absolver posicio-
nes y reemplazan la misma por la de "in-
formar por escrito" a pedido del juez.
Aunque ha habido bastante confusión en
la jurisprudencia respecto de la naturaleza
de tal informe—que se lo ha querido des-
vincular de su causa (ser un modo de ab-
solver posiciones) para referirlo al medio
de expresión (el informe escrito) — es evi-
dente que en los casos en que se admite ese
modo .de confesión ella no deja de ser tal
y no debe eximirse al absolvente de su
obligación de prestar juramento para ha-
cer así menos desfavorable la posición del
contrario, privado de todo media de con-
tralor de la prueba.
En cuanto al llamado "informe pericial"
es en realidad un "dictamen pericial" ya
que se refiere a la actividad cumplida por
el experto y a las conclusiones que formula,
como corolario científico de la misma.
Queda claro, pues, que en ninguno de
estos casos estamos en p r e s e n c i a de la
"prueba de Informes" sino frente .a cada
uno de los medios de prueba coronados o
vertidos en un informe escrito.
II. El informe como medio de prueba. El
Código de procedimientos en lo civil y co-
mercial de la Capital Federal, al igual que
los demás Códigos procesales de las pro-
vincias, no legislaron sobre la prueba de in-
formes. Recién a partir de 1940 se registra
su incorporación en algunos cuerpos lega-
les que luego examinaremos.
(6) Asi la ley 8172 (art. 16) respecto del pre-
sidente ael tíanco Hipotecario Nacional. También
ley 5098 (art. 10) con relación al intendente mu-
nicipal.
 La doctrina en general y gran parte de
la jurisprudencia entendió desde tiempo
muy lejano que la falta de reglamentación
de dicha prueba en la ley procesal no era
obstáculo para su admisión en razón de que
los medios probatorios legislados no eran
los únicos posibles o legítimos y que en la
demostración de la verdad de los hechos
era factible recurrir a cualquier procedi-
miento que no fuere expresamente proscrip-
to por la ley o condenado por la moral y
las buenas costumbres.
Una máxima muy antigua ya decía pro-
bationes ñon sunt coartandae (no hay que
coartar las pruebas) (?) y en los tiempos
actuales es común leer en las interlocuto-
rías que "debe estarse por la amplitud de
las pruebas".
Es cierto que el Código de procedimientos
de la Capital en sus artículos 125 a 211 —y
lo mismo los Códigos provinciales— antes
de las últimas reformas, no legislaba sobre
la prueba de informes, como ya dijera, pero
nada autorizaba a suponer que la falta de
normas al respecto implicara la negación
de otros medios no previstos y que los ade-
lantos de la ciencia o las nuevas formas de
la vida de relación, fueran sugiriendo o
creando.
Mas aún, se pudo observar que el referido
Código ni siquiera se referia al juramento
ni a las presunciones que luego fueron in-
corporados como elementos de convicción y
sin embargo eran utilizados como medio ad-
misible de prueba (»).
Mittermaier (») refiriéndose a los debates
habidos para resolver qué, medios de prueba
debían admitirse, decía que ellos no eran
útiles a la justicia ni al triunfo de la verdad.
Como nos lo recuerda Couture ( 10 ), toma-
da en su sentido procesal, la prueba es "un
medio de verificación de las proposiciones
que los litigantes formulan en el juicio",
pero mirada desde el punto.de vista de las
partes, es además una forma de crear la
convicción del magistrado. Se procura crear
en el espíritu del juez un estado de conven-
clmento y si fuera posible de certeza sobre
la existencia o inexistencia de los hechos y
circunstancias relevantes en la causa y que
se hallan controvertidas. , larga práctica en nuestros tribunales; muy
Cuando examinamos, pues, la" posibilidad
(7) Mans Pulgar ñau, j. M., Los principios ge-
nerales del Derecho, "Repertorios de reglas, máxi-
mas y aforismos Jurídicos", pág. 418, núm. 16,
BOEch, Barcelona, 1947,
(8) Ayarragaray, C., "La prueba de informes"
eii Revista del Colegio de Abogados, t. 9, pág. 103.
(9) Mittermaier, C. J. A., Tratado de la prueba
en materia criminal. 6» ed., pág. 108, Ed. Reus,
Madrid, 1929.
(10) Couture, E. J., Fundamentos del Derecho
procesal civil, págs. 125 y 126, Ed. Depalma, Bs. Ai-
res. 1951.
de valemos en juicio de los informes, nos
referimos a los que se producen para acre-
ditar o comprobar con ellos la realidad de
los hechos afirmados o negados. El simple
informe que se requiere judicialmente para
conocer el estado o radicación de una causa
o la fecha de publicación de una ley o de-
creto no tiene nada que ver con el informe
como "medio de prueba" que aquí exami-
namos.
Argumentando que la materia probatoria
regulada en la ley procesal interesa al or-
den público y que es inderogable por la
voluntad de los particulres, algunos fa-
llos ( n ) llegaron a afirmar que los únicos
medios de prueba admisibles son los que re-
gula y reglamenta el Código de procedimien-
tos y que la enunciación que el mismo hace
debe tenerse como limitativa.
Con dicho criterio llegó a proscribirse la
prueba de informes como de igual modo se
estimó inadmisible la fonosléctrlca, telefó-
nica, fotográfica, etcétera.
Pero tales fallos como asi las opiniones
que los sustentaron fueron excepción y de
un modo casi unánime el criterio de los
autores como el de la jurisprudencia fue
en favor de la utilización de todo medio de
prueba, estuviera o no legislado especial-
mente en la ley procesal, en cuanto se pro •
curara con él arrimar elementos de juicio
y de convicción necesarios a la formación
de la sentencia. Salvo los medios excluidos
especialmente por la ley o condenados por
la moral —como ya se dijo— todos los que
puedan arbitrarse para formar el conven-
cimiento del magistrado han de recibirse.
Otro problema, que no se refiere sólo a la
prueba de informes sino a todos los medios
probatorios, es el de resolver si procede
excluir in-limine determinados procedimien-
tos probatorios por ser ellos notoriamente
ineficaces o faltos de idoneidad a les fines
de acreditar determinados hechos en deba-
te. Pero de ello no nos ocuparemos, pues,
aparte de lo delicado del tema, aquí solo
tratamos de la admisibilidad ln genere de
la prueba informativa. -
III. Admisión jurisprudencial. Dijimos ya
que la prueba de informes se ha hecho
anterior ella a su recepción formal en al-
gunos recientes cuerpos legales.
Sin perjuicio de juzgarse de modo dis-
tinto sobre su real eficacia y de discutirse
incluso, su procedencia cuando se pretende
con ella substituir a otras pruebas más di-
rectas e inmediatas y más aptas al ejerci-
cio del contralor de las partes, numerosí-
simos fallos y resoluciones judiciales se han
(11) Como los que se publican en Jurispruden-
cia . Argentina, t. 59, pág. 415 y t. 25, pág. 1134.
 pronunciado en favor de su admisibilidad
en el proceso supeditando su valor y mé-
rito en cada caso al examen que de él se
haga por el juez recién en el momento de
dictar sentencia. En algunos casos será
prueba principal y necesaria; en otros
coadyuvante con otros medios a la demos-
tración de los hechos; en otros, en fin, será
irrelevante. Pero su producción en juicio
ha sido generalmente aceptada y sin deli-
mitar con precisión su naturaleza o carac-
teres y hasta confundiéndola en algunos
casos con otros medios probatorios —testi-
monial, instrumental, etcétera— se la llegó
por último a reconocer como prueba au-
tónoma.
En fallo que se publica en Jurisprudencia
Argentina, (tomo 7, pág. 522) se dijo ya que
los medios probatorios legislados en el Có-
digo no son los únicos y que su enumera-
ción es solo enunciativa.
En Revista La Ley, tomo 59, pág. 669, se
lee un fallo de la Cámara Comercial de la
Capital donde se afirma que "si bien la
prueba de informes no se encuentra
legislada, constituye una prueba autó-
noma, que no es asimilable a los
otros medios de prueba" y la reputa "idó-
nea para acreditar prácticas y costum-
bres". Y en reseña jurisprudencial efectuada
como nota al mismo se señalan numerosas
resoluciones aglutinadas a una de la Su-
prema Corte de la Provincia de Buenos
Aires, de abril 1 de 1941 cuya doctrina re-
sume en estos términos: "La circunstancia
de haber sido especialmente legisladas en el
Código de procedimientos algunas clases de
prueba, no importa proscribir del proceso
otros elementos de convicción cuya eficacia
debe ser aquilatada en definitiva por los
jueces, de acuerdo con la sana lógica y se-
gún sea el grado de veracidad, aceptándolas
o desechándolas para declarar el derecho
de las partes y discernir justicia, fin supe-
rior del procedimiento".
Examinando diversos aspectos de dicha
prueba, la jurisprudencia ha dicho:
Que existe una verdadera comodidad y
economía procesal en su uso; la contra-
parte del que la propuso no se perjudica
pues puede usar de igual medio probatorio
o llamar como testigo al informante. (Ga-
ceta del Foro, 78-113; 104-139).
Que los informes que se evacúan respecto
de constancias escritas o registradas en
libros evitan el riesgo de que si se llamara
como testigo al tercero que las conserva,
pueda no recordar las circunstancias de
que se trata. (J. Arg. tomo 66, pág. 216;
La Ley, tono 35, pág. 59).
Que procede siempre que verse sobre
constancias que obren en el Establecimien-
to requerido. (G. del Foro, 78-222; La Ley,
41-120).
Que corresponde admitir dicha prueba si
se refiere a operaciones registradas en li-
bros de sociedades ajenas al pleito, sin per-
juicio de apreciar su valor al sentenciar.
(J. Arg. 34-462).
Y con un sentido más restrictivo, también
se resolvió:
Que sólo puede aceptarse la prueba de
informes cuando no hay otro medio de
allegar elementos de juicio, a condición de
que los informantes sean instituciones pú-
blicas o privadas de existencia o actividades
notorias. (La Ley, 42-340).
Que aunque se necesite consultar libros
el gerente de la sociedad requerida debe ser
llamado como testigo, no importando el
riesgo de que pueda no recordar, (J. Arg.
25-1134).
Que para reconocer la autenticidad de un
documento el tercero debe concurrir como
testigo no pudiendo suplirlo con un infor-
me. (G. del Foro, 89-366).
Se reconoce valor probatorio a la prueba
de informes si no expresa hechos que co-
noce personalmente como testigo el que lo
suscribe en cuyo caso solo correspondía la
declaración testimonial en legal forma, (J.
Arg., 30-456).
Más adelante indicaremos casos concre-
tos en que se apreció la procedencia y efi-
cacia de este medio de prueba. Baste por
ahora destacar los varios aspectos de la
misma que fueron considerados por la ju-
risprudencia y que tuvo en cuenta la legis-
lación para regularlo.
IV. Adminisi&i legislativa. El Código de
procedimientos civiles de la provincia de
Santa Pe, de julio de 1940, es el primero
que en nuestro país introduce y regula la
prueba de informes y lo hace en su articulo
204 que dice asi: "Los jueces podrán, de
oficio o a petición de parte, recabar de las
oficinas públicas, establecimientos banca-
rios o de otra índole pero de importancia
análoga, informes, certificados, copias o
antecedentes relativos a hechos concretos
claramente individualizados que se ventilen
en el pleito y que consten en anotaciones o
asientos de sus libros. Podrán igualmente
otorgar a las partes una credencial con
transcripción de este artículo, que las au-
torice a gestionar directamente tales ante-
cedentes; los que deberán ser expedidos
con constancia de no servir sino para el
juicio".
Sentís Melendo (i*) reputa este precepto
muy superior a los que reglamentan esta
prueba en el Código de Jujuy y en las leyes
de reforma (14.237 y Decreto-ley 23.398/56)
(12) Op. di., pág. £75.
al Código de procedimientos de la Capital
Federal.
Advierto que el mencionado procesalista
compara el articulo 204 del Código santa-
fecino con el artículo 74 del Código jujeño
que se refiere a la facultad reconocida a
los letrados para solicitar informes o certi-
ficados, pero omite considerar las disposi-
ciones de los artículos 314 y 315 del Código
procesal de Jujuy que regula de manera
amplia este medio de prueba aunque lo
hace en el capítulo en que trata sobre
"Prueba de documentos" (is).
El Código procesal civil de la provincia
de Jujuy, promulgado el 10 de marzo de
1949 como ley 1967, dice efectivamente en
su artículo 74: "Derecho a solicitar antece-
dentes. Los abogados podrán dirigirse di-
rectamente a las instituciones públicas,
bancos y entidades siniilar.es solicitando in-
formes o certificados sobVe hechos concre-
tos relativos al proceso. En la solicitud se
hará constar el nombre de las parte?, nú-
mero del expediente y nombre del juez y
secretario. Las instituciones referidas debe-
rán expedirse remitiendo sus informes di-
rectamente al juez".
Pero ampliando la reglamentación de
este medio de prueba, como dijéramos, en
el capítulo III, Sección II, referente a la
prueba documental, se dice: artículo 314:
"Documentos de instituciones Públicas: A
petición de parte o de oficio procede re-
querir de las instituciones y establecimien-
tos públicos la remisión de expedientes ad-
ministrativos así como informes, certifica-
dos o el original o copia autorizada de
cualquier documento que se relacione con
los hechos controvertidos". "La remisión
sólo puede ser negnda por las entidades
requeridas cuando exista una justa causa
de reserva o secreto". ^
Artículo 315: "Informes-de establecimien-
tos privados: Puede requerirse de estable-
cimientos industriales y comerciales, aso-
ciaciones gremiales u otras entidades pri-
vadas, informes, certificados, copias o
antecedentes claramente individualizados
sobre hechos que interesen al proceso. Las
entidades que no sean parte en el proceso,
al presentar el informe pueden solicitar
una indemnización, la que será fijada direc-
(13) Como Sentís Melendo sólo examina el ar-
ticulo 74 es eompreiis'ble su observación de que
éste —que compara con el art. 201 del Código de
Santa Fe— "íorma parte del capítulo dedicado a
regular el patrocinio letrado, lo cual quiere decir
que se ha contemplado en él más la Junción del
abogado que el medio probatorio".
Pero como se dice en el texto, ésta no es la
única regxilación de la mater'a que contiene el
Código Jujeño, y por el contrario pareciera que las
normas más importantes sobre ella son las con-
tenidas en los arts. 314 y 315 que estamos exami-
nando.
tamente por el juez teniendo en cuenta el
trabajo efectuado".
Aunque las tres disposiciones legales
tiansciiptas del Código procesal de Jujuy,
norman de manera expresa y bastante de-
tallada la prueba informativa, ésta de to-
dos modos sería admisible en el sistema
del mismo ya que se pronuncia decidida-
mente por la admisión amplia de cualquier
medio probatorio aunque no estuviere le-
gislado.
Así, en su artículo 310 enumera los di-
versos "Medios de Prueba" —omitiendo
justamente la de informes que como vimos
regula al hablar del patrocinio letrado y al
legislar sobre prueba documental— y en
su segunda parte expresa: "Las partes pue-
den proponer, además, cualquier otro me-
dio de prueba que consideren conducente a
la demostración de sus pretensiones. Dichos
medios se diligenciarán aplicando por ana-
logía las disposiciones de los medios de
prueba semejantes o, en su defecto, la for-
ma que señale el juez."
El Código de procedimientos en lo civil y
_ comercial de la provincia de La Rioja, de
1950 («), contiene una diepo-ición que con-
sagra la amplitud de la prueba, puesta en
manos del juez (is) y otra que la libra a
la iniciativa de las partes ( 1 G ); pero de
modo especial, en el capítulo IX que trata
de la "Prueba documental o instrumental",
el artículo 332 expresa: "Podrá requerirse
a las reparticiones públicas, bancos, asocia-
ciones gremiales, sociedades anónimas e
instituciones similares, aunque no sean par-
te en el juicio, informes relacionados con
los hechos litigiosos que resulten de sus
libros y papeles. Las entidades particulares
(14) Promulgado como ley 1575, publicada en
el Boletín Oficial el 19 de dic'embre de 1950, es
obra del estudioso A. Mario de la Fuente, que ha
sabido sistematizar los principios procesales más
modernos en orden a la oralidad, la 'nmediacióa
y la concentración adoptando en materia civil el
juicio oral en instancia única y ante tribunal co-
legiado.
(15) Dice el art. 33: ''El juez puede proceder
de oficio en cualquier estado del proceso a fin de:
. . . . 6: Decretar cualquier otra diligencia para el
mejor esclarecimiento de los hechos controverti-
dos ..."
(16) El art. 297, después de enum«rar los prin-
cipales medios de prueba —sin mencionar la de in-
formes—, agrega "... y cualquier otro no previsto
por la ley pero que sea idóneo y legitimo". Enten-
demos que lo de "idóneo" se refiere a su aptitud
natural para acreditar los hechos que se pretenden
probar con los medios propuestos, sin perju'cio de
su mayor o menor valor como elemento de con-
vicción. En cuar.to a lo de "legitimo" no ha de asi-
milarse a "legal", puesto que se trata Justamenta
de medios no legislados en el Código. En todo caso
se refiere al hecho de que no sean ilegítimos, es
decir, prohibidos por la ley o condenados por la
moral o las buenas costumbres que el Derecho tu-
tela.
que no sean parte en el Juicio, al presentar
su informe podrán solicitar una indemni-
zación, cuyo importe será determinado por
el juez, teniendo en cuenta al trabajo efec-
tuado."
Siendo que se ha reconocido por la doc-
trina y la jurisprudencia que la prueba de
informes tiene por característica la de pro-
venir de terceros extraños al pleito, llama
en principio la atención que los artículos
transcriptos de los Códigos de Jujuy y de
La Rio ja se refieren a los informes de ter-
ceros como uno de los supuestos de su re-
gulación, dando a entender que en general
dichos informes, certificados, copias, etcé-
tera, puedan provenir de las mismas partes.
Pero si advertimos que las normas exa-
minadas están incorporadas al capítulo
que reglamenta la prueba documental, po-
dremos comprender que tratándose de las
partes, la extensión de dicha prueba estará
limitada por la garantía constitucional y
procesal de que nadie está obligado a de-
clarar contra sí mismo y tendrá por conte-
nido los supuestos en que es admisible im-
poner la aportación de documentos comu-
nes o la exhibición de los libros de comercio
según las leyes de fondo. ~~
Puede también referirse a los casos en
que ciertas entidades públicas —mejor di-
cho sus representantes— están exentas por
ley del deber de asistir a absolver posicio-
nes y lo substituyen por informes escritos
que pese a su nombre no constituyen por
cierto la prueba que estudiamos ni cumplen
con las exigencias de la confesión judicial.
En la Capital Federal, la prueba de in-
formes es legislada por vez primera al san-
cionarse la ley 14.237 (del 24 de setiembre
de 1953) de reformas del Código de proce-
dimientos en lo civil y comercial.
La norma que introduce dicho medio de
prueba es la del artículo 33 cuya parquedad
y falta de toda determinación ha sido se-
ñalada por la doctrina O?).
Dice la referida disposición: "Informes:
El juez y las partes podrán valerse de la
prueba de informes por oficio a las institu-
ciones públicas o privadas. La prueba queda
sometida a las reglas generales en cuanto a
su ofrecimiento recepción, diligenciamien-
to y apreciación."
(17) Sentís Melendo, op. cit., págs. 275 y 276.
En la discusión parlamentaria de la ley, el miem-
bro informante del Senado, De Paolis, según se
lee en el Diario de Sesiones del Senado, del día 26
de agosto de 1953, pág. 665, reconoce expresamente
el carácter meramente introductivo de la norma
falta de especificación. Allí dice: "No cabe duda
de que la prueba de informes, una vez admitida en
forma clara y terminante por la ley, ha de ser ob-
jeto de estudios que permit'rán determinar su na-
turaleza y fijar sus límites, estableciéndose enton-
ces el ámbito de su admisibilidad, que no puede
considerarse totalmente determinado en el art, 33".
Otras críticas mereció este artículo en
cuanto a ¿su terminología y algún autor O8)
consideró una burla que a una casa de co-
mercio se la pueda considerar "institución"
en el sentido de la disposición en examen.
Pronto la misma fue substituida por el
artículo 22 del Decreto-ley 23.398 (del 31
de diciembre de 1956) que vino a su vez a
reformar y substituir normas del Código de
procedimientos de la Capital y de la ley
14.237.
El referido artículo —que se halla en vi-
gencia actualmente— dice así: "Artículo
22. Substituyese el artículo 33 de la ley
14.237 por el siguiente: Artículo 33. Podrá
producirse prueba por informes de oficinas
públicas y de entes privados. Las primeras
deberán evacuarlos dentro del término de
veinte días hábiles y los segundos dentro
de los diez días hábiles."
"Los informes de entes comerciales o ci-
viles solo cabrán respecto de actos o hechos
registrados en su contabilidad o que resul-
ten de sus archivos. En caso de impugna-
ción por falsedad de los informantes, se
requerirá la exhibición de los asientos con-
tables o de los documentos justificativos del
informe."
"Cuando intervenga letrado patrocinante,
los informes ordenados en juicio serán re-
queridos por medio de oficios firmados, se-
llados y diligenciados por aquel. En los
mismos se transcribirá la resolución que
los ordena y el plazo legal en que deberán
expedirse. Los profesionales que incurrieren
en infidelidad en la redacción de los ofi-
cios o en omisiones de las formas legales
prescriptas, incurrirán en las sanciones
prescriptas por el artículo 34, último pá-
rrafo del Código de procedimientos."
"Deberá otorgarse recibo del pedido de
informes y remitirse las contestaciones di-
rectamente a la Secretaría actuaría, con
transcripción o copia del oficio."
Esta disposición, exageradamente casuis-
ta, contiene regulaciones de diversa impor-
tancia procesal; siendo que algunos de sus
apartados más constituyen materia de re-
glamentación judicial que de regulación
legislativa.
Más adelante volveremos sobre este ar-
tículo al examinar los distintos aspectos
que ofrece a la luz de la teoría y de la
práctica tribunalicia y forense.
V. Naturaleza de la prueba de informes.
Sus analogías y diferencias con otros me-
dios de prueba. De la delimitación concep-
tual que hemos intentado en el capítulo I
de este estudio, como así de las caracterís-
(18) Ayarragaray, C., La reforma procesal, pá-
gina 100, Abeledo-Perrot. 1957. En cambio aprue-
ba la denominación "entes privados" introducida
por el art. 7,2 del decreto-ley'23.398/56.
ticas que le han ido señalando los fallos todo caso esta última podrá incorporarse
judiciales mencionados y las disposiciones como prueba coadyuvante pero no substi-
legislativas que acabamos de referir, resul- tutiva de aquellas.
ta claro que la prueba de informes o por Pero faltando las pruebas indicadas o
informes —como la llama Alsina y el ar- siendo que por la índole de las noticias re-
tículo 22 del Decreto-ley 23.398/56— tiene queridas y sus fuentes de producción, el
su fisonomía y características propias que informe es el medio más adecuado de in-
la distinguen de los otros medios de prueba corporar a los autos el conocimiento que se
clásicos, aunque con ellos ofrezca similitu- procura, entonces sin lugar a duda estare-
des y en algunos casos verdaderas coinci- mos no solo frente a una prueba autónoma
dencias. sino que incluso será ella una prueba prin-
Ya en algunos fallos se lee que se trata cipal (23).
de una -prueba autónoma que no es asimi- El carácter autónomo se refiere a su
lable a la instrumental ni a la testimonial individualidad conceptual y científica fren-
ni a la pericial (19). En igual sentido se te a los demás medios probatorios.
expide parte 21de la doctrina (»>); aunque Su carácter de sucedánea o principal —
algún autor ( ) en fecha no lejana afir- según los casos— hace mención a la conve-
mara que la prueba de informes constituye niencia de su utilización, al orden de pre-
un sistema "híbrido y discutible", fuera de ferencia que merece y especialmente a su
no hallarse —por entonce?— legislado. eficacia como elemento de convicción que
Si bien nos encontramos frente a una será mayor o menor según las circuns-
prueba autónoma —ya que vimos e iremos tancias.
viendo sus diferencias específitías con las Hemos dicho ya que la prueba de Infor-
demás— no es menos cierto que a la vez mes debe referirse a los que provengan de
ha de estimarse como una prueba sucedá- terceres y no de las partes.
nea o sustitutiva o supletoria respecto de Cuando las normas legales examinadas
las otras pruebas en el sentido de que es en el capítulo IV mencionan a las "oficinas
admisible valerse de ella y utilizarla, solo públicas y entes privados" o "reparticiones
en los casos en que las circunstancias es- públicas, bancos, asociaciones gremiales,
peciales de la causa impidan producir prue- sociedades anónimas e instituciones simila-
ba-, más inmediatas y susceptibles de más res" y otras fórmulas equivalentes, a los
eficaz contralor por las partes como la- que pueden requerírseles informes como
testimonial o la instrumental o la peri- medio de prueba, están siempre mentando
cial (22) . a terceros ajenos al juicio y no a entidades
Cuando es factible aportar estas últimas que litigan en el proceso.
clases de prueba para acreditar los hechos, Ya advertimos que los "informes de par-
entonces ello debe hacerse y no reempla- tes" que parecen aludir los Códigos de Ju-
zarlas por la meramente informativa. En juy y La Rioja, al hablar de prueba docu-
mental, no constiuyen propiamente la cla-
(19) Cam. Com. Cap., L, L., t. 60, pág. 669 y se de prueba que estudiamos, sino que se
t. 32. pág. 917. trata de casos en que las partes deben so-
(20) Alsina, Tratado, ed. 1958, t. 3, págs. 463
y 464; Carlos, "Breves anotaciones en torno a la meter la constancia de sus libros o exhibir
prueba de informes", en Revista del Centro de documentos o informar sobre ellos en dili-
Estudiantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas gencias de carácter pericial o instrumental
y Sociales de la Universidad del Litoral, Rosario, o confesorio —según las normas respecti-
1957, pág. 57. Este autor advierte de las dificul-
tades que ofrece la determinación precisa de sus vas— bajo las consecuencias procesales de
caracteres y limites: Ayarragaray. "La prueba de la rebeldía.
informes", en Revista del Colegio de Abogados, Al delimitar en sentido conceptual y ter-
lug. cit.
(21) Oderi^o, M, A., en Derecho procesal penal, (23) Esta apreciación respecto del carácter su-
Ed. Ideas, 1952, t. 1, pág. 271, donde al estudiar cedáneo o principal que pueda ofrecer la prueba
la prueba testimonial y afirmar que sólo las per- de informes, S3 vincula con el estudio del principio
sonas físicas y' r.o las Jurídicas pueden ser testi- de inmediación en sentido objetivo o material que
gos, en note agrega: "Las personas jurídicas sólo efectuara Goldschmldt (Derecho procesal civil,
ficticiamente pueden hacer aportaciones de cono- trad. española por Leonardo Prieto Castro, pagi-
cimiento, por intermedio de les personas físicas nas 87 y s'gs., Ed. Labor, Barcelona, 1936), que
que las componen y son las verdaderas aportado- exige que el juez sólo haya de utilizar los medios
ras. Esta circunstancia ha dado lugar a! híbrido, no de prueba Inmediatos o los más inmediatos posi-
legislado (era antes de la ley 14.237) y discutible bles respecto de los hechos a conocer. Eso supone
sistema de la prueba de informes". Es indudable una ordenación lógica de los medios de prueba y
que el autor halla resistencia en admitir esta prue- una prelaclón o preferencia por aquellos que pro-
ba porque pretende ubicarla en la categoría de la curan al juez una relación más cercana respecto
testimonial, donde es difícil poder mantenerla sin de los motivos de prueba o hechos a acreditar.
advertir su real incompatibilidad conceptual y le- En ese orden —no consagrado en general por laa
gal. leyes— es preferible la inspección judicial a las
(22) En tal sentido. Sentís Melendo. op. cit., representaciones —por testigos o documento*— T
pág. .276; Carlos, op. cit., págs. 57 y gigs. éstas a las presunciones, etc. . •
minológico a la prueba de informes, procu-
ramos distinguirla de la "información" en
que se cumple una actividad investigadora
una averiguación tendiente a obtener la
noticia o conocimiento del hecho que ha de
tenerse por acreditado. El informe de nues-
tro examen se refiere a una prueba ya
existente con anterioridad y que por ese
medio se comunica al tribunal. Por eso es
que Alsina la llama prueba "por" informes,
como lo recordamos al iniciar este trabajo.
Ya vimos que las disposiciones legales
hasta ahora dictadas en nuestro país, so-
bre esta materia, en general exigen que los
informes (copias, certificados, etc.) se re-
fieran a hechos concretos, claramente in-
dividualizados, que se controviertan en el
proceso y que consten en los libros, regis-
tros c archivos de las entidades requeri-
das i**).
De tal modo se limita a la comunicación
de datos preexistentes. Ello conduce a pen-
sar que se trata de una prueba preconsti-
tuida pero debemos abstenernos de tal cali-
ficación por cuanto el concepto de ella se.
dirige a las pruebas que las mismas partes
han constituido con la expresa finalidad
dé registrar sus acuerdos y hacerlas valer
en caso de controversia. No ocurre en este
caso en que las constancias las posee y
conserva un tercero ajeno al conflicto.
Otros caracteres distintivos de esta espe-
cie probatoria los podremos ob-ervar en su
comparación con los otros medios.
Corresponde la prueba testimonial y no
la de informes cuando el conocimiento que
ha de' ser transmitido al juez se tiene de
un modo personal y subjetivo por causa de
ia intervención o presencia que el deponen-
te ha tenido respecto del hecho en cues-
tión. El testigo ha de expedirse en razón de
su propia vivencia ( M ).
En cambio es procedente la prueba de
informes cuando el hecho se registre obje-
(24) Aunque vimos que el art. 22 del decreto-
!cy 23.398/56 al dar nuevo texto al art. 33 de la
ley 14.237, sólo exige la condición de que pro-
venga de libros o archivos, al informe emanado de
"entes comerciales o civilfs"; no as! tratándose de
los que evacúan las "oficinas públicas". La razón
de ello parece radicar en que se ha querido ase-
gurar la seriedad y probidad del informe particu-
lar, propenso a complacencias peligrosas, some-
tiéndolo el contralor de los elementos objetivos de
verificación. Respecto de las oficinas públicas se
ha admitido la presunción de su veracidad forma!
Veremos lue¡;o cómo la represión penal es distinta
en ambos supuestos.
(25) Es asi como se resolvió que sólo tiene va-
lor probatorio la prueba de Informes "si no ex-
presa hechos que conoce personalmente como tes-
tigo el que lo suscribe, en cuyo caso corresponde
únicamente la declaración testimonial en legal
forma" (J. A., t. 30, pag. 456); del mismo modo
que para reconocer la autenticidad de su firma, el
tercero debe comparecer como testigo y no hacerlo
mediante informe (O. del F.. t. 89, pág. 360).
tivamente y surja de los libros, papeles o
archivos o sea un hecho notorio, generali-
zado, conocido de un modo uniforme por
una clase profesional o corporación que lo
tiene como ciencia adquirida o uso inve-
terado.
En estos casos cualquier persona autori-
zada —en cuanto represente a la entidad
informante o pueda expedirse por ella—
está en condiciones de emitir el informe
cuya fuente se halla en tales elementos ob-
jetivos, extraños a la mera subjetividad del
ocasional relator, y susceptibles de verifi-
cación material.
Por lo tanto una nota diferencial reside
en el carácter de insubstituible del testigo
—persona real que declara sobre sus "pro-
pias" impresiones— y el.carácter de subs-
tituible o indiferente del sujeto informante
que puede ser cualquiera que tenga acceso
a los libros o registros y aún alguien que
recién toma noticia del hecho o dato en el
momento de ser requerido para informarlo.
Indudablemente que las diferencias son
mayores en cuanto al modo de producción
de dichas pruebas y a la responsabilidad
civil y penal que atañe en cada caso.
Comparando con la prueba documental,
vemos que junto a grandes semejanzas
concurren diferencias de suma importancia.
Entre las primeras es de destacar la ex-
terioridad de la escritura. Pero ello no debe
merecer mayor detenimiento puesto que
también los dictámenes periciales y las de-
claraciones de partes y testigos se recogen
o incorporan al expediente por escrito en la
mayor parte de los sistemas vigentes en
nuestro pais.
Debemos admitir que cuando se trata de
un "informe" de Oficina Pública y el mis-
mo consiste en la remisión de un testimo-
nio o copia auténtica de piezas obrantes en
la misma, en tal caso no observamos dife-
rencia alguna con la prueba instrumental
(por instrumento público) por cuanto se
trata de los casos previstos por el articulo
979 incisos 1', 4», 10 del Código civil y son
expedidos por los funcionarios públicos
competentes para servir de prueba en jui-
cio. Luego volveremos sobre el particular.
Pero cuando el informe es evacuado por
particulares (entidades privadas) o aún
tratándose de Oficinas Públicas es referido
a lo que surge o "resulta" de los libros o
contabilidad o archivos, etcétera., en estos
supuestos hay de parte del informante una
"versión", una "glosa", prácticamente una
"interpretación" (*«) de las constancias. Lo
que no ocurre tratándose de documentos
que se agregan puros —en original o tes-
(28) Coma lo señala Sentís Melendo, op cit,
pág. 279.
 timonio— o sea libres de toda modificación
o interpretación de terceros. Aunque el in-
forme debe ser imparcial y objetivo —como
ya dijimos— no por ello está exento del ma-
tiz particular que le infunde el glosador
que lo evacúa.
Si cotejamos ahora la prueba de Informes
con la pericial, observamos que, en primer
lugar, el informe lo 'evacúan terceros aje-
nos al juicio que no invisten cargo alguno
en el proceso. La pericia se practica por
funcionarios designados como auxiliares del
juez que se someten a una serie de con-
troles y responsabilidades regulados por las
leyes procesales y penales.
La pericia supone la aplicación de cono-
cimientos científicos, artísticos o técnicos
y el cumplimiento de operaciones especia-
les tendientes a la investigación de un he-
cho (penal) o la verificación de una cri-
cunstancía afirmada por las partes y con-
trovertida (civil). El informe no requiere
ni tales conocimientos ni tales operaciones.
Por el contrario, excluye toda actividad in-
vestigadora para limitarse a una comuni-
cación de constancias existentes y regis-
tradas.
Ya señalamos que el "informe" de los
peritos no es prueba de informes. En cuanto
al informe de "corporaciones" académicas
o científicas respecto de ciertos hechos ob-
jetivos comprendidos en su especialidad
—como ser sobre problemas meteorológicos,
o lingüísticos o raciales o médicos o musi-
cales, etc.—, mientras no supongan experien-
cias y dictámenes concretos sobre las cosas
o personas sometidos al juicio sino referen-
cias genéricas sobre la cuestión requerida,
el mizmo no dejará de configurar prueba
de "informes" cuya eficacia se supedita a
la autoridad moral y científica de la enti-
dad que lo expide (2?).
Terminando esta caracterización diremos
que, en general, la de informes es una
prueba mediata puesto que con relación a
los otros medios de prueba es más mediata,
es decir que con ella el juez se halla en
una relación más lejana respecto de los
motivos de prueba o convicción, que con
respectó a los otros medios.
Es indudable que si el juez apreciara un
hecho a través de un informe, su vincula-
(27) Alslna, op. cít., pág. 479, se refiere a los
casos en que la prueba pericial se encomienda no
a un perito singular, sino a corporaciones, entida-
des públicas o privadas de carácter académico en
razón de la mayor garantía o imparcialidad que
ofrecen. D'ce que en tales casos el dictamen peri-
cial se producirá por medios de "informes". Con-
viene no olvidar la distinción que hicimos. Si se
trata de una verdadera pericia, el informe no será
otra cosa que el dictamen presentado por escrito.
81 es sólo la respuesta a un cuestionario sobre no-
ciones técnicas, se tratará de un "informe" en sen-
tido propio.
ción con el mismo es más distante que si
lo fuera a comprobar personalmente en los
libros del informante o en sus archivos o
que si lo conociera mediante los dichos de
testigos presenciales que lo explicaran per-
sonalmente al magistrado con el contralor
de las partes.
VI. Eficacia e idoneidad de la prueba de
informes. Ya hemos dicho que en general
es una prueba sucedánea o supletoria de
las otras conocidas. Es natural que si ua
hecho puede acreditarse por testigos direc-
tos no es razonable admitir ni acordar
valor probatorio a la noticia que del
mismo se incorpore a los autos mediante
informe.
Si las partes pudieron estar en condicio-
nes de acompañar los originales o testimo-
nios auténticos de los documentos que citan,
no es lógico que se valgan de la prueba
de informes para hacer traer a juicio tales
elementos. En este caso no es que el tes-
timonio que remita el funcionario será de
menor valor probatorio que el mismo que
pudiera adjuntar la parte, sino que se ha-
bría usado de un medio no indispensable,
para suplir la omisión del interesado.
Y también es indudable que si es posible
someter a la prueba pericial la cuestión
que se discute, no es l-'cito conformarse con
una de informes técnicos sobre casos ge-
nerales cuando la pericia lo resolvería ope-
rando sobre el caso particular.
Todo esto, por supuesto, hará que s&
juzgue de distinta manera el valor de la
prueba —en uno y otro caso— al dictarse
sentencia.
Por nuestra parte entendemos que aun-
que se proponga la prueba de informes en
estos casos, no corresponderá su rechazo
in limine por falta de idoneidad o de plena
eficacia sino que su menor o mayor mé-
rito será un riesgo que asume sobre sí
aquel sobre quien pesa la carga de la prue-
ba. A veces 4a prueba de informes se pro-
ducirá sin perjuicio de las otras y entonces
valdrá como elemento corroborante o de
refuerzo y calcanzará su propia eficacia de
prueba complementaria. Así ocurre en el
caso en que un informante particular —que
se expidió sobre constancias de sus libros
o archivos o'sobre hechos notorios de su
profesión— es llamado también como tes-
tigo para que amplíe sus referencias y se
someta al contralor del juez y la contra-
parte.
Pero son numerosos los casos en que las
otras pruebas no existen o son ineficaces y
entonces la de informes llena su cometido
cabal y cumplidamente.
Veamos los casos que pueden darse, a tí-
tulo ejemplificativo, según se trate de in-
formes de "Oficinas Públicas" o de "entes
privados" (dentro de éstos los hay de va-
rias categorías e importancia).
Informes de Oficinas Públicas: Los in-
formes de oficinas públicas, en general,
merecen más estimación por los jueces por
provenir de los organismos del Estado, sean
o no centralizados y haber sido emitidos
por funcionarios oficiales sometidos a una
dependencia jerárquica rigurosa y conforme
a constancias que casi, siempre obran ea
expsdientes o libros que constituyen ellos
mismos instrumentos públicos.
Ya dijimos que en nuestra opinión, cuan-
do el informe se limita a contener un
"testimonio" o "copia auténtica" de un do-
cumento o pieza que obra eri poder de la
Administración Pública, o bien se trata lisa
y llanamente de un "instrumento público"
(el informo mismo) conforme a lo estatuido
en los incisos ya citados del artículo 979
del Código civil; caso de que lo testimonia-
do o copiado textualmente es otro instru-
mento público; o bien adquirirán tal carác-
ter —aunque se limiten a referir lo que re-
sulta de otras constancias cualesquiera—
en razón de que se emiten por funcionarios
públicos en ejercicio de sus funciones y en
actos tendientes a probar en juicio la ver-
dad del hecho o circunstancia que asevera
el informe.
Recordemos como ejemplo del primer
caso, un testimonio de una partida del
Registro Civil o de una escritura matriz
obrants en el protocolo de un escribano —
lo expida éste o el jefe del Archivo— o de
una pieza existente en un expediente judi-
cial o administrativo.
Ejemplos del segundo supuesto son los
Informes emitidos por la Cámara de Alqui-
leres respecto de la existencia de un expe-
diente y de su estado o constancias; o por
un juez que hace saber a otro circunstan-
cias similares; o por la Dirección General
Impositiva respecto de haberse iniciado
trámites para la valuación de un inmueble
para vender sus unidades por el régimen
de la ley de propiedad horizontal; su fecha;
su estado; el hecho de su comunicación a
los inquilinos; el resultado del ofrecimiento
de venta, etcétera.
En todos estos casos estamos ante verda-
deros instrumentos públicos incorporados a
los autos mediante "informes". Y esto tiene
importancia cuando juzgamos no sólo de
BU valor civil y como elemento de prueba
sino cuando aquilatamos su eficacia en re-
lación a la índole específica de la norma
penal que vela por su seriedad.
En otros casos, la entidad pública actúa
como un simple informante particular que
sólo merece especial consideración por su
jerarquía institucional. Tal el caso en que
una Oficina, como el instituto Meteoroló-
gico Nacional informe sobre el estado del
tiempo en un determinado día; o cuando
la Prefectura Marítima o la Aduana infor-
man sobre ciertos usos o prácticas seguidas
en el movimiento portuario o fluvial o
cuando el Museo de Ciencias Naturales in-
forma sobre el valor científico o económico
de ciertas especies animales o de su colec-
ción en determinadas condiciones etcétera.
Pero es indudable que pese a la falta de
mayores elementos objetivos de confronta-
ción, las cuestiones requeridas no podían
probarse en juicio sino por medio de dichos
informes.
Informes de entes privados: -El problema
es más delicado cuando se refiere a la pro-
cedencia, eficacia e idoneidad de los infor-
mes emanados de entes privados.
En primer lugar se deberá tener en cuen-
ta la importancia institucional y prestigio
reconocido al establecimiento de que se
trate; ya que cuanto mayor sea el arraigo
y seriedad que se le atribuya en el medio
en que actúa la entidad informante, mayor
será, a su vez, la fe que merezca a las
partes y al juzgador. Ello del mismo modo
como un testigo hábil, afincado, calificado
y de probidad reconocida, es e:timado en
juicio como prueba más convincente que
la emanada de un testigo sospechoso o
desprestigiado u objeto de tachas probadas
que hagan dudar de la veracidad de sus
dichos.
De allí que algunas normas legales se
hayan preocupado de caracterizar de algún
modo a tales entes privados en razón de su
prestigio u organización. El recordado ar-
tículo 204 del Código de Santa Pe no habla
de "establecimientos bancarios o de otra
índole pero de importancia análoga". Lo
que si bien no es suficientemente claro nos
da a entender el sentido general del re-
quisito.
El artículo 33 de la ley 14.237 solo nos
indicaba: "instituciones públicas o priva-
das". A ¿alta de toda descripción nos que-
de: el término "instituciones" que también
quiere referirse a establecimientos organi-
zados y serios dotados de una administra-
ción regular.
Por su parte el artículo 22 del Decreto-
ley 23.398/56 se refiere a "entes privados";
"entes comerciales y civiles"; con lo que
vuelve a quedar desdibujado el grado de
"importancia institucional" que se preten-
de de los mismos en cuanto informantes.
Entendemos que también una persona fí-
sica, titular o representante de un estable-
cimiento particular, puede evacuar un in-
forme respecto de las constancias de sus
libros y archivos. En tal caso no actúa co-
mo persona física en mérito de sus cono-
cimientos personales sino como titular de
los libros y archivos de la entidad reque- tos, etcétera; b) los que se requieren a un
rida. hospital privado o sanatorio respecto de la
Lo que habrá de ocurrir es que las cir- fecha de internación o curación de un pa-
cunstancias de cada cas» serán las que den ciente, estadía, tratamiento, historia clíni-
mayor o menor mérito probatorio al infor- ca incapacidad, etcétera; c) los que se
me y que seguramente la importancia de la solicitan a empresas concesionarias de
entidad informante habrá de ser tenida en servicios públicos como las de luz, gas, te-
cuenta, como elemento de valoración. léfono, etcétera, respecto del suministro de
En segundo lugar, las normas legales dichos servicios a determinada persona o
mencionadas se refieren a actos o hechos entidad, lugar, época, precio, etcétera; d)
"que consten en anotaciones o asientos de los que se piden a entidades profesionales
sus libros" (art. 204 Cod. de Proc. de Sta. o científicas respecto de usos y prácticas
Pe); "registrados en su contabilidad.o que de un ramo o profesión; de conocimientos
resulten de sus archivos" (art. 33 de la ley técnicos; cualidades, propiedades de mate-
14.?37 reformado por art. 22 Decreto-ley rias y elementos, etcétera; e) a Bancos y
23.398). otras instituciones de crédito con referen-
En fallo que se publica en revista La Ley, cia a depósitos, movimientos de cuenta o
tomo 93, pág. 88, se dice que esta última saldos; acreditación o débito de cheques u
disposición "ha querido garantizar la leal- otros valores, etcétera; f) informes reque-
tad de la información y evitar se desvirtúe rido? a empresas comerciales o industria-
ese medio de prueba". Ello hace al carác- les rpferentes al sueldo o retribuciones que
ter de "objetividad" que antes le hemos percibe un empleado u obrero; en juicios
atribuido, junto con el de "preexistencia". sobre prestación de alimentos o cuando se
Pero si bien la necesidad de constar en trata de acreditar por cualquier razón la
libros o archivos parece ser impuesta de ocupación, medios de vida o especialidad de
modo imperativo por la disposición legal una persona que allí se desempeña.
citada en último término, —que dice "solo Y así infinitos supuestos que las diversas
cabrán"— entendemos que aún sin existir particularidades de cada proceso irán su-
tales registraciones podrán admitirse cier- ministrando, en los cuales la prueba de
tos informes —a los que se dará el valor informes será un med.io principal o coad-
que merezcan por sí mismos— cuando ver- yuvante, de comprobación de un hecho
sen sobre algún hecho notorio, generaliza- controvertido.
do, conocido de un modo uniforme por una VII. Contralor de este medio de prueba.
clase profesional o corporación que lo tiene Es natural que la validez y eficacia de un
como ciencia adquirida o uso inveterado. medio de prueba está en relación directa
La realidad del proceso nos pondrá frente con las .mayores o menores po-ibilidsdes
a casos en que tales informes serán im- que ofrezca para su contralor y verifica-
prescindibles como fuente de conocimiento. ción por las partes y el tribunal.
Y si no entrarán en la categoría que estu- La prueba que no admite contraprueba o
diamos, deberemos; admitirlos bajo cual- fiscalización debida, es peligrosa y de mé-
quier denominación que sea en mérito de rito inferior. No puede pretender formar
la puerta amplia que abre el artículo 35 de un grado bastante de convencimiento si no
la ley 14.237. que dice: "Fuera de los medios tía seguridad ni cierra las puertas de la
probatorios que expresamente determina la duda posible.
ley. son igualmente admisibles los que las Una de las críticas que ha merecido la
partes propongan, siempre que no afecten prueba de informes, justamente, es' la de
a la moral ni a las buenas costumbres y que no se presta al eficaz contralor de las
fueren conducentes al esclarecimiento de la partes í->!>).
verdad" («O. Pero ello no tiene ni puede tener el ca-
Entre múltiples casos que justifican en rácter absoluto que contiene tal afirmación
general la prueba de informes emitidos por y las circunstancias de cada caso nos
entes privados, mencionamos los siguientes: llevarán a distintas conclusiones al res-
a) los que versen sobre precios vigentes en pecto.
artículos o servicios, cotizaciones, etcétera En primer lugar, siempre cabe por parte
emanados de entidades empresarias, bolsas del adversario de quien propuso tal prueba,
de comercio, de valores, de trabajo, sindica- el ofrecimiento de contraprueba. Puede exi-
gir se llame como testigo al autor de un
(28) En íallo de la Cám. Com. Cap. que se pu- informe; puede solicitar pericia a realizarse
blica en Jurisprudencia Argentina, t. 48, pág. 918, sobre sus libros; puede sugerir pedido de
se dijo que "procede el pedido de simples informes otros informes a entidades que tenga por
para que varios martilieros manifiesten sí es de
práctica utilizar peones en diversos trabajos rela-
cionados con el remate y si, por lo general, no se (29) Oderigo, op. cit., t. 1, pág. 271; Ayarraga-
exige recibo de sus Jornales". ray, La re/arma procesal, pág. 100.
imparciales o que suponga informadas de drán actuar como en los casos de "explica-
distinta manera, etcétera. ciones" que se piden a los peritos; o irán
Además y fuera de1 las acciones penales las partes con el actuario o con el oficial
que luego examinaremos, cuenta el intere- de ju~ticia —en base a un mandamiento
sado con otros medios que ahora la misma de exhibición— a verificar los asientos y
ley le sugiere y autoriza. Efectivamente, el papeles de referencia o se hará a manera
artículo 22 del Decreto-ley 23.398/56 al re- de "inspección ocular" por el juez o me-
formar el artículo 33 de la ley 14.237, en, su diante pericia contable o caligráfica o cons-
segundo párrafo preceptúa: .. ."En caso de tatación notarte! por escribano de-isnado
impugnación por falsedad de los informan- en autos o haciendo traer a los autos fo-
tes, se requerirá la exhibición de los asien- tocopias de los originales debidamente au-
tos contables o de los documentos justifi- tenticad* <¡ por notario etcétera.
cativos del informe." Todo ello es porible y podrá ser ordenado
Esta previsión está contenida, como diji- en luido.
mos, en el párrafo segundo del artículo VIII. Normas represivas y disciplinarias
citado, donde se examina el caso de los in- que aseanran su producción y valor proba-
formes de "entes comerciales o civiles". torio. Ninguna previsión de las leyes, tanto
Ello nos hace .pensar que se quiso limitar materiales como formales, tiene asegurada
este medio de contralor mediante exhibi- su imperatividad y fuerza obligatoria sino
ción, únicamente a estos casos y no al de cuando otra norma represiva advierte e im-
informes emanados de oficinas .públicas a pone una sanción adecuada a la gravedad
las que cita en el párrafo primero. de su infracción.
Opinamos que de ser así, tal limitación uno de los primeras problemas que se
es Injusta puerto que impide y dificulta el advierte es el de constreñir a los terceros
debido control de veracidad de los informes a evacuar lealmente y en el plazo que les
producidos por entidades oficiales. Sabemos acuerda la ley los informes que se requieren
que esa discriminación tiene su causa en la como medio de prueba en el proceso civil.
presunción de legitimidad que acompaña a El articulo 33 de la ley 14.237, texto mo-
todo acto de la administración pública y dificado por el artículo 22 del decreto-ley
aún en esa especie de temor reverencial 23.398/56. refiriéndose a los informes de ofi-
que siempre ha hecho que se mire con cinas públicas y de entes privados, establece:
respeto y sin sospechas todo lo que proviene "Las primeras deberán evacuarlos dentro
de los órganos ejecutivos del Estado. La del término de veinte d'as hábiles y los re-
forma de explicar tanta prudencia general- gundos dentro de los diez días hábiles" (»>).
mente ha sido con invocación del principio Después de regularse el procedimiento
de separación de los poderes. Se teme in- mediante el cual se ofrece y diligencia esta
vadir la órbita del poder administrador si prueba —con intervención de los letrados,
se le exige la exhibición de sus registros como luego veremo*-— respecto del infor-
o archivos a fin de controlar la exactitud mante se Ordena: "Deberá otorgarse reci-
de sus informes emitidos en juicio. bo del pedido de Informes y remitirse las
Pero de este modo será difícil, si no im- contestaciones directamente a la Secreta-
posible, a la parte afectada, verificar el
grado de veracidad de la información re- En cuanto a la procedencia y acierto de
mitida y muñirse de elementos ciertos pa- los términos fijados por el articulo, los autores se
h?n p-enunciado de d'stinta manera. Asi. Sentís
ra una hipotética denuncia ante el fuero Melendo (op. cit., pac;. 283) considera más natural
penal por el delito de falsedad ideológica. cine se hubiera estab!ectdo la necesidad del cum-
Siendo dudoso el alcance de la norma, plimiento dentro del período d« ejecución de la
estamos por su aplicación general a toda prueba, tacto para oficinas públicas como entes
clase de informes en razón de las conside- pr'vndos. evitando situaciones de favoritismo sn
raciones recién expuestas. El principio del beneficio de las primeras. Ayarragaray (La refor-
ma, vrocesal, pag. 285) observa que no puede obli-
contradictorio o de bilateralidad quedará garse a una entidad privada a contestar un pedido
asi satisfecho y asegurado. de informes dentro de un plazo perentorio como si
La ley no aclara cómo deberá tener lugar fuera un subalterno del Estado, por lo que no po-
esa "exhibición" de los asientos contables o dría aplicarse sanción en caso de demora. Como se
lee en el texto, no estamos de acuerdo con esta
documento? justificativos del "informe". solución. Litio Enrique Palacio ("Exégesla critica
Cabe arbitrarse varios medios de lograrlo de la reforma procesal civil", en La Ley, t. 85, pá-
y será la práctica del Tribunal la que irá gina 854) reputa "muy conveniente lo de los pla-
zos" y "digno de elogio". Teme que las oficinas
consagrando el que estime preferible. públicas continúen morosas como siempre en el
Podrán los libras o documentos ser lle- despacho de los, informe*, aunque no descarta que
vados al juzgado para que sobre ellos "cer- el precepto actúe por su fuerza moral, especial-
tifique" el actuario; o deberán ser puestos mente por parte de las entidades privadas que po-
drían acatar te norma por el temor que se suele
de manifiesto en una audiencia especial en tener "ante las cocas de la Justicia". Como se ve,
presencia del juez y de las partes que po- poco confi» en la obligatoriedad legal del mismo.
ría actuarla, con transcripción o copia del
oficio".
En igual sentido el artículo 74 del Código
de Jujuy dice: "Las instituciones referidas
deberán expedirse remitiendo sus informes
directamente al juez".
Y el arfculo 31,4 de este mismo Código,
en su última parte expresa: "La remisión
sólo pusde ser negada por las entidades re-
queridas cuando exista una justa causa de
reserva o secreto" (si).
Pues bien, vemos que nada dice la ley
reformatoria del Código de la Capital ni las
equivalentes de los Códigos provinciales,
respecto de la consecuencia que resultará
para el caso de que el requerido de informes
se negare a recibir el oficio o a firmar el re-
cibo o no los evacuara en el término fijado
por la ley o con motivo del que fijara el
juez en caso de reiteración.
Para estos casos podremos acudir a dos
fuentes legales de imperatividad: las me-
didas disciplinarias y el Código penal.
No parece servirnos el artículo 52 del Có-
digo de procedimientos en lo civil y comer-
cial de la Capital Federal, por cuanto dicha
norma, que establece el poder disciplinario,
de los jueces y tribunales para mantener
el buen orden de los juicios y reprimir las
faltas que se cometieren contra su dignidad
o autoridad, obstruyendo el curso de la jus-
ticia en daño de las partes, se refiere a los
"litigantes", "abogados" y "funcionarios"
que intervinieren en los juicios; pero no
menciona ni comprende a los terceros como
pueden serlo los informantes.
En cambio la ley 13.998 y el decreto-ley
1285/58 de Organización de la Justicia Na-
cional, en su artículo 18, incluyen también
a "otras personas" que incurrieran en tales
faltas las que sancionan hasta con arresto
que puede ser de cinco días a cumplirse en
una dependencia del Tribunal o en el do-
micilio del afectado.
Entendemos que estas sanciones pueden
y deben ser impuestas a los terceros que se
niegan a recibir el oficio requiriendo infor-
mes o no lo contestan en su debido tiempo,
después de ser intimados bajo apercibimien-
to o lo hacen en forma insuficiente o re-
ticente, luego de que se les haya reiterado
el pedido o exigido aclaraciones o explica-
(31) Ello puede ocurrir en los casos en que rige
el secreto profesional, como en el supuesto de las
Instituciones médicas, o en la hipótesis, por ejem-
plo, del art. 39 de la ley 11.683 respecto de las de-
claraciones de réditos que no pueden ser divulga-
das. La Excma. Cám. Com., en tallo que registra
Jurisprudencia Argentina, 1955-ÜI, pág. 58, esta-
bleció que no puede ser violado el secreto de tales
declaraciones ni aun a pedido del mismo Interesa-
do, cuando su evacuación puede afectar a terc-
eeros.
ciones respecto de una contestación oscura
o evasiva (32).
A fin de constreñir a los terceros a eva-
cuar el informe, también puede acudirse
a la norma del artículo 239 del Código pe-
nal que sanciona con prisión de quince
días a un año al "que resistiere o desobe-
deciere a un funcionario público en el ejer-
cicio legítimo de sus funciones o a la per-
sona que le prestare asistencia a requeri-
miento de aquel o en virtud de una obliga-
ción legal".
Esta disposición es aplicable tanto en el
caso de que la desobediencia provenga de
un funcionario público o de un particular
a quienes se solicita informes; ya sea direc-
tamente por el juez, ya sea por el secretario
o el letrado en ejercicio de una función ie-
galmente conferida. En el caso especial del
funcionario público, si se tratare de un acto
que hace a su cargo o función, podría tam-
bién invocarse el artículo 249 del Código
penal que reprime con multa é inhabilita-
ción vi funcionario que ilegalmente omitiere^
rehusare hacer o retardare algún acto de
su oficio.
E:tas disposiciones del Código represivo
debieran servir con regularidad a su fina-
lidad preventiva y sancionadora de toda
desobediencia u omisión que se traduzca en
el incumplimiento del deber de evacuar los
informes ordenados judicialmente. Pero la
práctica nos dice de la poca eficacia real de
esas normas que los jueces son reacios en
aplicar con la amplitud y frecuencia nece-
saria.
Respecto del funcionario público, respon-
sable de la oficina o repartición que no
contesta el pedido de informes varias veces
reiterado, es muy curioso el caso en que se
disponga su procesamiento penal o siquie-
ra una sanción disciplinaria.
En cuanto a la desobediencia de los par-
ticulares, aunque a pedido de parte —casi
nunca de oficio— se remiten numerosas
causas a la Justicia Penal, en su inmensa
mayoría la solución de ellas es el sobresei-
miento definitivo o provisional del remiso,
fundado en razones formales casi siempre,
que llevan a la lementable consecuencia de
convertir en una bonita leyenda al "imperio
judicial" o la coertio y en una imagen sin
reflejo, a la espada de la justicia (*3).
(32) En el Derecho norteamericano se conoce la
Institución del contempt of court, referida tam-
bién a las correcciones disciplinarias y medios d«
apremio con los que se compele a cumplir las ór-
denes del tribunal y se sanciona toda falta a su
autoridad. Véase el trabajo sobre el tema de Ro-
berto Molina Pasquel, comentado por Sentís Me-
lendo en Teoría y práctica del proceso, ''Ensayos
de Derecho procesal", t. 1, págs. 374-381.
(33) En la colección de Fallos de la Cám. Apel.
Crlm. y Corr., t. 2, pág. 356, se lee: "No Incurre
en desobediencia a una orden Judicial (art. 239
 Pero si el aspecto, represivo tiene su in-
terés referido al modo de asegurar la pro-
ducción del informe, mayor es el mismo en
cuanto lo relacionamos con el posible valor
probatorio.
Efectivamente, lo que infunde su propio
mérito a la prueba testimonial o pericial,
verbigracia, no es solo la posibilidad 'de con-
trolarse su ejecución por las partes, sino
también y de modo especial la existencia
de la norma penal que habrá de sancionar
severamente el falso testimonio del perito
o testigo que afirmare una falsedad o ne-
gare o callare la verdad, en su deposición
o informe, etcétera, como lo previene el ar-
tículo 275 y 276 del Código punitivo. Esa
po ibilidad de sanción es la que atribuye
valor de convicción a la deposición del tes-
tigo o perito, que será juzgada en cada caso
de conformidad a sus propias circunstan-
cias.
Se trata, entonces, de saber si existen nor-
mas penales que impongan el deber de ve-
racidad y probidad al tercero que evacúa
un informe en calidad de prueba en juicio
civil. :
El art culo 293 del Código penal reprime
con reclusión o pri:ión de uno a seis años
al que "insertare o hiciere insertar en un
instrumento público, declaraciones falsas
concernientes a un hecho que el documento
d?ba probar, de modo que pueda resultar
perjuicio". ^ co (s-"'), mas no reprime la que se cometa
Esta disposición contempla la falsedad
ideológica o intelectual, que consiste en
crear un documento auténtico en su forma,
psro total o parcialmente falso en su con-
tenido (3*) .
Can dicha norma sólo se podrá reprimir,
pues, el autor de un "instrumento público"
pero no al de un documento privado que
incurriere en falsedad conceptual o ideo-
lógica.
Por lo tanto se deberá tener en cuenta
Cód. penal) si prueba que no tenía conocimiento
personal de tal orden, aunque se le notificara por
cédula en su domicilio". A causa de este criterio
y como con gran frecuencia la cédula u oficio re-
quiriendo informes no la recibe "personalmente"
la pe-sona del requerido o responsable, o éste halla
una excusa cualquiera para no darse por enterado
de la orden judicial, el delito se t'ene por no con-
figurado y la justicia civil queda huérfana de todo
p0-iar r—,rn^nls">rio. Esto nodría remediarse en parte
disponiéndose que el oficio o cédula en que se pi-
den info-mes ordenados en juicio, deba ser dejado
en la mano de la persona obMgada a evacuarlo o
de otra eme asuma la responsabilidad de transmi-
tirlo, dando su nombre y cargo para que conste en
la diligencia o recibo. Y para individualizar al
autor personal d«l informe —a los fines de su ve-
racidad— seria menester que el que lo conteste
aclare al pie su nombre y apellido y el cargo que
inviste en la entidad requerida.
(34) Doctrina y Jur'sprudencia citada por Ma-
rio A. Oderígo en Có-ligo penal anotado, 3» ed.,
pág. 427, Depalma, 1957.
lo que dijimos en el capitulo VI de este es-
tudio, respecto de las clases de instrumen-
tos que son los que se emiten por las ofi-
cinas públicas para evacuar pedidos de in-
formes, certificados, testimonios, etcétera.
Cuando tales documentos, derde el acto
de su misma emisión, constituyen instru-
mentos públicos por estar comprendidos en
algunos de los incisos del artículo 979 del
Código civil, podremos afirmar que si su
autor afirma en ellos hechos o circunstan-
cias falsas, que dicho documento está des-
tinado a probar en juicio, habría incurrido
en el delito del artículo 293 del Código pe-
nal.
No sólo existirá el delito cuando se trate
de un testimonio o certificado o copia falsa
(art. 979 inc. 1» y 10 tn fine, del Cód. civ.)
sino cuando se trate de un informe emitido
por funcionario público, en ejercicio de sus
funciones, referido a hechos o constancias
que está en sus manos corroborar o verifi-
car en elementos ciertos a su alcance, como
cuando informa sobre el estado de un expe-
diente o sobre la fecha en que se inició o so-
bre datos concretos allí registrados que no
testimonia sino que refiere, afirmándolos,
a solicitud del juez de la causa (art. 979
inc. 2" Cód. civ.).
Pero la norma penal citada, como dijimos
sólo castiga la falsedad ideológica en instru-
mento público cometida por oficial públi-
por particulares o funcionarios en "docu-
mento privado".
El informe remitido por una entidad pri-
vada, aunque lo sea para hacerse valer
como prueba en juicio, es evacuado como y
en "instrumento o documento privado". No
le alcanza la sanción de la ley penal en
caso de falsedad conceptual.
Para Salvat (s«) los escritos o informes
presentados en juicio, después de ponérseles
cargo e incorporados al expediente, cons-
tituyen "instrumentos públicos" comprendi-
dos en el inciso 4» del artículo 979 del Có-
digo civil. Pero aunque esto es discutible,
lo cierto sería que en todo caso llegarán a
ser tales "instrumentos públicos" después
de agregados al juicio pero no en el acto
de ser confeccionados y emitidos en cuyo
(35) C. C. C., Fallos, t. 2, pág. 423; L. L.. t. 17.
pág. 818; Oderigo, op. cit., pág. 427.
(30) Derecho civil argentino, "Parte general",
t. 2, pág. 280, Tea, 1951, ed. actualizada por Víc-
tor N. Romero del Pradc. En sentido contrario,
Cám. Crim. 19-9-930, J. A., t. 34, pág. 257, que
dice que el cargo puesto por el secretario a un
escrito no convierte a éste en instrumento pú-
blico. Menos duda ofrecen los dictámenes pericia-
les y cuentas particionarias, ya que los peritos y
los partidores son designados por el juez para
desempeñar su cargo, que deben aceptar bajo ju-
ramento de corrección y quedando asimilados en
tal función a los agentes de la justicia.
momento son todavía "documentos priva- trado patrocinante, lo: informes ordenados
dos". Su posterior calidad podrá ser tenida en juicio serán requeridos por medio de
en cuenta para el caso de adulteración ma- oficios firmados, sellados y diligenciados por
terial que reprime el artículo 292 del Código aquel. En los mismos se transcribirá la re-
penal de un modo distinto según sea pú- solución que los ordena y el plazo legal en
blico o privado. que deberán expedirse. Los profesionales
Pero si el artículo 293 del Código penal que incurrieren en infidelidad en la redac-
no alcanza a los autores de un informe par- ción de los oficios o en omisiones de las for-
ticular ideológicamente fal*o. ya hemos mas legales proscriptas, incurrirán en las
visto los medios de vertficación que acuerda sanciones prescriptns por el articulo 34 úl-
a las partes el artículo 22 del decreto-ley timo párrafo del Código de procedimientos.
23398/56 al reformar el artículo 33 de la Deberá otorgarse recibo del pedido de in-
ley 14 237 y entendemos que comprobada la formes y remitirse las contestaciones direc-
irregularidad, c^ben siempre las sanciones tamente a la Secretaría actuaría, con trans-
disciolinarias que hemos examinado y even- cripción o copia del oficio".
tualmente la pena del artículo 239 del Có- Aquí queda regulado con bastante minu-
digo p°r»al en los casos en que el requerido ciosidad el régimen de tramitación de esta
no facilita lo's elementos de verificación o prueba.
se produce con obstinada malicia confisu- Compartimos la observación de Clavell
rativa d» un alzamiento contra la autoridad Borras ("s) de que tratándose de informes
del magistrado. a solicitarse a prqueños comercios o parti-
Con e«tos instrumentos punitivos al al- culares, sería preferible hacerlo por cédula
cance del juez, la prueba de informes debe- ya que, por una parte, no siempre es fácil
rá estimarse como valiosa en cuanto tu- obt»ner que suscriban el recibo y contesten
telada por el ricor de la eventual sanción en tiempo propio por f'-lta de comprensión
y sin perjuicio de 1» merituación que de ella o de la nece-aria organización administra-
se h«gn. ñor el luwador al confrontarla tiva; y por otra, existe el riesgo de que se
con los r'pmás elementos de la causa, al produzca una inconveniente vinculación por
dictar sentencia. contacto entre el informante y la parte in-
IX. Producción y Dillgenciamiento. En teresada.
las últimas reformas de las leyes procesales, Pese a la alardeada cateterización del
se ha tratndo de dar a los profesionales de abobado, todoi los cuidados del nrtícnlo son
las partas una intervención directa y per- contra aquel. Así como no se cuida de es-
ronal en la tramitación de la prueba de tablecer penas para el informante remiso
inform°s en consonancia con las mayores o m°ndaz en cambio advierte de sanciones
atribuciones que ,«e le* reconoce en el pro- al sboeado oue incurriera en infidelidad
CPSO y con la jerarquización que se intenta —responsabilidad disciplinaria, civil y p3-
atribuirles (»•) nal según reza la última parte del articulo
Yn vimos nue el artículo 204 del Código 34 del Código de procedimientos reforma-
procesal de Santa Pe se establece que los do—; además requi°re que el informante
jueces nodrán "otorgar a las partes una remita copii del pedido de informes —para
credencial que las autorice a gestionar di- controlar el texto— y le hace saber de que
rectamente tale<s antecedentes; los que de- deberá enviarlo a la Secretar'a actuarla,
berán ser expedidos con constancia de no pu?« teme el riesgo de que el croólo abogado
servir sino pira fl juicio". adultere o intercepte el informe si fuera
El srt-'culo 74 del Código de Jujuy, que puesto en sus manos. Menuda dignificación
ya transcribimos en el c^p'ítulo IV, se refie- del oficio, es esta.
re también a la facultad de los abogados También hemos visto que el artículo 315
de requerir directamente informes y certi- del Código de Jujuy y el 332 del Código de
ficados sobre he:hos concretos relativo? al La Rioja, establecen que las entidades que
proceso, los que ?erán remitidos por las no sean parte en el inicio al pre entar
instituciones requeridas, directamente al su informe podrán solicitnr una indemni-
juez. zación, cuyo importe será filado por el juez
Por último, el tan mencionado artículo teniendo en cuenta el trabajo efectuado.
22 dt>l decreto-ley 23.398/56. regula con sumo En la Capital Federal, aun faltando una
detallismo la materia en su tercer párrafo, norma similar en el Código de procedimien-
cuando determina: "Cuando intervenga le- tos, la jurisprudencia ha dicho que "el re-
querido judicialmente para producir un in-
(37) El art. 6<> del decreo-lev 23.398'56 agregó forme tiene derecho a exigir que se le ase-
como último párrafo del art. 52 del Código de pro- gure el cobro de los gastos que con aquel
cedimientos cíe 1» Capital el si<mlente: "En e', des-
empeño de su profesión, el abogado será asimilado
o los magistrados pn cnanto al respeto y conside- (33) "Acotaciones al reciente proyecto de reíor-
ración que debe dársele". iaa procesal", en La Ley. t. 83, pág. 849.
motivo se le ocasionen, por cuanto el deber
de cooperar con la administración de Jus-
ticia no llega al extremo de imponer gastos
a terceros extraños al juicio".
Si bien reputamos justo que las entidades
privadas perciban una indemnización por
tales servicios a la justicia, no estimamos
razonable que las oficinas públicas también
exijan estipendios para evacuar informes
que le son requeridos en juicio. Los poderes
del Estado deben servirse unos a otros sin
obstáculos ni exigencias dilatorias cuando
son requeridos unos por otros en colabora-
ción, para e¡ logro de sus propios fines.
Algunas entidades públicas como la Mu-
nicinalidsd de la Capital y el Banco de la
Nación, imponen tarifas, a veces elevadas,
para evacuar los informes que le son solici-
tados. Lo mismo están haciendo actualmen-
te ciertos Bancos particulares que imponen
el pago anticipado del precio que ellos de-
terminan, para evacuar los informes.
Nos parece más acertada la solución del
artículo 332 del Código procesal de La Rio-
ja que sólo se refiere a "particulares" cuan-
do faculta una indemnización por su infor-
me, no mencionando a los que emiten las
oficinas públicas. Y tanto dicho Código co-
mo P! de Juiuy, d°jan librada a la discre-
ción del luez la filación del importe de la
retribución correspondiente; lo aue es más
prudente que someterla al arbitrio de los
propios informantes.
JURIEPIIUDENCU. - - I,a citada cu e! texto y notes.
BIBLIOGRAFÍA.—I,a Indicada en e! texto y notas.
INFRACCIÓN.* 1. Naturaleza y alcan-
ce d" la infracción. Defínela Escrlrhe di-
ciendo que "es la transgresión, violación o
quebrantamiento de alguna ley, pacto o tra-
tado. Toda persona es responsable de la
infracción de las ipyes. asi como de la de los
contratos que hubiese celebrado, e incurre
en las penas que respectivamente estuvie-
ren señaladas, o a lo menos en la obligación
de recarcir los daños y periuicios que de su
infracción se siguieren" ( > ) .
José Buxade. tratadista español, la defi-
ne: "Contravención de lo dispuesto en la ley,
contrato u obligación de observancia for-
zosa" y agrega: "La infracción, ya de las
leyes, ya .de los contratos, ya de las obli-
gaciones forzosas, hace incurrir en las san-
ciones penales respectivamente señaladas en
unos y otros, y siempre lleva aparejado el
resarcimiento de los daños y perjuicios oca-
(39) Cám. Cora. J. A.. 1955-ni, pág. 68.
• Por el Dr. MATEO GOLDSTEIN.
(1) Escrlche. J., Diccionario de legislación y ju-
risprudencia, pág. 869, Madrid.
sionados por la infracción a los particulares,
corporaciones o al E-tado. La infracción de
las leyes por parte de los jueces y magistra-
dos puede ser por negligencia o ignorancia
inexcusable, y se tienen éstas por inexcusa-
bles cuando aunque sin intención, se hu-
bie-e dictado providencia, auto o sentencia
contraria a la ley, o se hubiere faltado a
algún trámite o solemnidad mandada ob-
servar por la misma, bajo pena de nulidad
en materia civil; y existe en causa crimi-
nal cuando aquéllos cometen un delito re-
lativo al ejercicio de sus funciones (no un'
delito común), infringiendo las leyes en los
casos expresamente previ-tos en el Código
penal o en otras disposiciones legales es-
peciales" ( 2 ).
Por último. Cabanellas en su conocido
Diccionario, expresa que es: "Transgresión,
quebrantamiento, violación, incumplimien-
to de una ley. pacto o tratado. La infrac-
ción de lo obligatorio agrega, permite re-
clamar la ejecución forzo~a; y, cuando «o
quepa lograrla, se traduce en el resarci-
miento de daños y perjuicios en lo civil, o
en la imposición do pena si el hecho cons-
tituye delito o falta".
Señala el mismo autor que el Código pe-
nal español re sirve de este vocablo para
establecer el l-'mite diferenciador entre los
drlitos y las faltas: armellas son las in-
fracción''! que la ley castiga con pena gra-
ve; y éstas, las infracciones a las que la
ley señala nenas leves. Aún cuando má? sen-
cillo y cierto sea que los delitos son los
castieados en el libro II y las faltas las con-
tenidas en el libro ni. La infracción de un
deber, encontrándose en estado de nece^l-
dad no es punible, según los términos y
requisitos del artículo 8'. número 7 del Có-
digo citado. Una extensa sección, agrega,
que abarcaba desde el artículo 190 al 227
del Código penal español de 1932. estaba
dedicada a los delitos cometidos con infrac-
ción de los deberes constitucionales ( 3 ).
En otra parte de su Diccionario, define
Cabanellas la "infracción de reglamentes"
diciendo: "Además de la sanción municipal,
de policía o disciplinaria que pueda acarrear
la infracción de una disposición reglamen-
taria, la infracción de reglamento, junto
con la imprudencia símele o negligencia,
determina la segunda especie de culpa pe-
nal castigada con el artículo 565 del Código
p^na! español".
2. Algunos tipos de infracción. En diver-
sas formas y espresiones recosté el Derecho
positivo las transgresiones e. infracciones a
(2) Enciclopedia Jurídica Española, Barcelona,
nota de José Bnxtide. t. 19 págs. 37 y 38.
(3) Cabanellas, Q,, Diccionario de Derecho
usual, t. 2, págs. 380 y stgs., Ed. Arayú, Bs. Ai-
res. 1853.
las leyes. Tomemos por ejemplo, las inco-
rrecciones e irregularidades en que pueden
incurrir los magistrados judiciales. E. J.
Couture, eminente tratadista americano, al
fundamentar la sentencia como hecho ju-
rídico, expresa: "Se dice que la sentencia
es un hecho, porque un hecho es todo fe-
nómeno perceptible, resultante de una ac-
tividad del hombre o de la naturaleza, al
obrar sobre el mundo exterior. La actividad
del hombre, en este caso el juez, consiste
en una serie de actitudes personales que le
son impuestas por deber profesional y que
él cumple en el desempeño de su misión ofi-
cial. Esas actitudes pueden ser examinadas
a través de sus apariencias exteriores, con
prescindencia de su contenido. De:de ese
punto de vista, en su puro aspecto externo
de actividad humana, como simple hecho,
en nada difiere la sentencia justa de la
sentencia injusta, la sentencia que abre
rumbos a la jurisprudencia de la que sigue
la rutina anterior. En este primer sentido
que aquí se reñala, la sentencia es consi-
derada tan sólo como un hecho humano.
Si se procura aislar lo que la sentencia tiene
de puro hecho, simple actividad humana,
con abstracción de la voluntad que la mue-
ve, se advierte que la sentencia consiste,
fundamentalmente, en tres direcciones del
e píritu: en primer término leer (ó escuchar
en el proceso oral); luego pensar; y por
último ercríbir... El juez lee el proceso por
sí mismo, parque esta actividad es necesa-
ria para formarse el conocimiento de las
cosas y de los hechos... Luego piensa, ex-
trayendo de la lectura las consecuencias
que su inteligencia le dicta, apartando los
materiales inútiles y separando los que con-
sidera relevantes y eficaces. Esta actividad
constituye un complejo proceso reflexivo
que se proyecta hacía el segundo aspecto de
la sentencia, en lo que tiene ésta de acto..,
Es importante destacar que ésta actividad
resulta también indispensable y que tam-
bién tiene expre-os destinados a asegurarla.
No sólo la ley obliga al juez a incluir sus
"considerandos" en la sentencia, sino que
también existe una norma que establece
la nulidad de la sentencia de segunda ins-
tancia que no agrega nuevos argumentos
sobre la de primera (Cód. proc. urug., art.
738).
"Esta actividad, agrega el ilustre proce-
salista, alta en el delito de corrupción del
juez, en que éste, decidido de antemano a
resolver el juicio en favor de una de las
partes, debe prescindir del proceso intelec-
tual que consiste en estudiar los autos y
extraer libremente de ellos las consecuen-
cias que su inteligencia le aconseje. En este
caso, el juez hace .el recorrido inverso. No
lee para pensar y extraer una conclusión,
sino que la conclusión está de antemano
tomada en favor del litigante a quien se
quiere favorecer. En este caso la sentencia
es en si misma el hecho constitutivo del
delito" (•*).
Aquí, en el caso planteado, nos hallamos
frente a la infracción como delito del dere-
cho criminal, en que incurre el magistrado
que prevarica.
Francisco Carnelutti analizando el pre-
cepto procesal de la ley italiana respecto
a la responsabilidad del juez ante la parte,
expresa: "El artículo 74 ño sólo mantiene,
sino que precisa y extiende en sus presu-
pue:tos la responsabilidad del juez ante la
parte. Teóricamente no puede haber obje-
ciones contra este instituto, menos aún por
parte de quien, coma yo, considere la acción
como un derecho ante el juez, no ante el
Estado. Todo lo que se puede decir, y se
dice, consiste en que, por un lado la res-
ponsabilidad del juez se concilla mal con
su libertad, y que, por otra parte, es éste
un instituto que en la práctica termina
por no significar nada. Contra el primero
da estos peligros se pone a cubierto trazan-
do los presupuestos de la responabilidad,
en forma que no pueda en modo alguno
entrar en ella el haber decidido el juez de
un modo en vez de otro; bajo éste aspecto,
protigue, creo que la redacción del artículo
74 no puede surcitar preocupación alguna.
No prejuzga, naturalmente, en modo alguno
la libertad del juez el haber extendido la
responsabilidad al pronunciamiento de una
providencia nula «por efecto de dolo o falta
grave» (art. 74, inc. d); en este terreno no
hay ninguna razón para tratar al juez con
más indulgencia que a sus auxiliares (cfr.
art. 50, Cód. proc. civ.). En cuanto al se-
gundo, concluye, no se trata verdaderamen-
te ds un peligro: yo también creo que el
instituto está destinado en principio, a que-
dar en el papel; pero esto no es lo mismo
que no significar nada, pues aunque fuese
cierto y no lo es, que la amenaza lio había
nunca de traducirse en acto, la benéfica in-
fluencia del principio sobre una categoría
de ciudadanos de exquisita sensibilidad ju-
r'dica y moral, como son sin duda los jue-
ces, no se puede excluir razonablemen-
te" (5).
En otra parte del importante tratado re-
ferente a diversos estudios de Derecho pro-
cesal, afirma Carnelutti que entre los con-
ceptos "exceso de poder" y "violación de
. (4) Couture, E. J., Fundamentos del Derecho
procesal civil, págs. 150 y 151, Ed. A. López, Be.
Aires, 1942; Calaman^rel, Appunti sulla sentenza
como fatto giuridico, pág. 19, citado por aquél.
(5) Carnelutti, P., Estudios de Derecho proce-
sal, trad. de Sant'ago Sentís Melendo, t. 1, pags. 83
y 84, Ed. EJea, Bs. Aires.
la ley" referidos a los jueces, no existe nin-
guna distinción lógica. Lógicamente, dice,
los dos términos son equivalentes, en el sen-
tido de que "todo exceso de poder se re-
suelve en una violación de ley, y toda vio-
lación de ley, en un exceso de poder". Luego
de un amplio razonamiento sobre este par-
ticular, llega el maestro italiano a la con-
clusión siguiente: "Si exi;te, dice, pues, una
obligación del juez establecida por una nor-
ma autónoma, de decidir secundum ius, todo
error de juicio, por lo menos en cuanto no
sea error de hecho, es un exceso de poder,
ya que un poder así ejercido sale fuera de
los límites que la ley le asigna. También
ésta es una norma que regula la actividad
del juez; y también el error de juicio ira
apacibus, se resuelve en defecto de activi-
dad. Con ésto, entiéndase bien, no niego la
conveniencia de distinguir entre error ira
procedendo y error in indicando; sino sólo
la rectitud del modo de ver según el cual,
lóg camente, el exíeso de poder compren-
dería todos los vicios de actividad y ningún
error de juicio. En cambio, lógicamente co-
mo todo vicio de actividad puede conside-
rarse sub specie de tina violación de ley,
toda violación de ley constituiría también
exceso de poder" («).
Cualquiera sea el alcance del juicio plan-
teado por Carnelutti y la cuestión doctri-
naria que le apasiona, es evidente que, tanto
el exceso de poder como la violación de ley
convierten al juez incriminado en infrac-
tor a la liy y lo hacen responsable de los
daños y perjuicios que ocasiona.
- Efectuando el estudio del artículo 15 del
Código de procedimiento italiano, Calaman-
drei recuerda que: "Nos encontramos, en
efecto, frente a esta acción por daños, en
una situación del todo similar a la que ce
verifica frente a la acción civil contra los
jueces, cuando la sentencia imputable de
dolo haya pasado ya en autoridad de cosa
juzgada; para este caso observa justamente
Chiovenda (Príncipí, pág. 482), de acuerdo
con Arturo Rocco (La riparazione alie vit-
time degü errori giudiciatirii, Napoli, 1906,
págs. 231/4), que "la acción civil supone no
sólo el dolo del juez, sino un hecho dañoso
injusto. Ahora bien, la sentencia de decla-
ración de derecho, por consiguiente, la cosa
juzgada, en sí, no puede considerarse como
un hecho dañoso injusto" (?).
Adolfo Schónke analizando la ley procesal
alemana aplicable a los funcionarios judi-
ciales señala que en el ejercicio de la fun-
ción judicial, el juez es independiente, es-
tando solamente sometido a la ley. Este
(6) Carnelutti, P., ob. clt.. t. 2 pág. 286.
(7) Calamandrei, P., El procedimiento monito-
rio, trad. de Santiago Sentís Melendo, pág. 225,
Ed. Bibliográfica Argentina, Bs. Aires.
principio dice está reconocido por el Bando
número 3 del Consejo de Control, número
IV: "En el ejercicio de su actividad juris-
diccional, el juez no está sometido a las
prescripciones del Poder Ejecutivo, sino so-
lamente a la ley". El juez tiene en el ejer-
cicio de la función judicial el derecho y el
deber de dejar inatendidas indicaciones de
sus superiores y presiones o influencias de
cualquier otro origen. Tampoco obligan al
juez en su función, las disposiciones minis-
teriales... El juez está sometido a la ley.
La ley es toda norma jurídica y, por lo tan-
to, también el derecho consuetudinario. Pero
solamente las normas que han llegado a
Serlo por vía regular son las que vinculan
a los jueces; por ello éstos han de exami-
nar la constitucionalidad de las normas ju-
rídicas (según la jurisprudencia). Lo que
no puede examinar un juez es si una ley
es incompatible con las buenas costumbres;
igualmente, no puede dejar de aplicar una
ley aprobada regularmente, aunque crea
que ha caído en desuso. Todo ello, según
la jurisprudencia... Otro factor de la in-
dependencia judicial es la limitación de la
responsabilidad del juez sentenciador según
el parágrafo 938, Ley Funcionarios. En el
caso de infringir un juez su deber con una
sentencia errónea, solamente existe acción
para la indemnización de perjuicios en el
caso de infracción dolosa. Este principio
debe ser también aplicado a los autos, según
ha declarado la jurisprudencia, y además
a los mandamientos de pago del procedi-
miento monitorio. (La ley sobre responsa-
bilidad del Reich por actos de sus funcio-
narios, de 22 de mayo de 1910, es también
de aplicación a las infracciones de su deber
por funcionario? judiciales (Ordenanza de
3 de mayo de 1935)... El procedimento para
la corrección disciplinaria de los funciona-
rios judiciales se rige por diversas disposi-
ciones especiales (párr. 108 sigs. de la Or-
denanza de corrección disciplinaria des fun-
cionarios de 26 de enero de 1937) ( ).
Veamos la situación de las correcciones
impuestas a nuestros magistrados judiciales,
por la ley y la jurisprudencia argentina.
Conforme lo dispuesto por el artículo 80,
inciso 4', de la ley orgánica de los tribunales
de la Capital Federal, no pueden los jueces
retardar justicia. Retardan justicia cuando
no dictan las resoluciones dentro de los
términos fijados por la ley o alterando el
orden que la misma establece, cuyo retardo
es apreciado y declarado por las cámaras
de apelación, en cada caso que sea llevado a
su conocimiento por los interesados o surja
del estudio de las relaciones trimestrales
(8) Schttnke, A., Derecho procesal civil, págs. 68
y 69, Ed. Boscn, Barcelona.
que deben pasarle los jueces (art. 77 y 108
Ley Org. de los Tfib.), pudiendo aplicarles
apercibimientos y multas hasta doscientos
pesos (art. 103, inc. 2, Ley Org. Trib.), salvo
el caso de justa causa, que no puede ser
otra que la imposibilidad física de los jue-
ces o el recargo de trabajo acreditado en
las estadísticas pasadas al superior (art.
280 del Código de procedimientos de la Ca-
pital).
En caso de reiteración, que ponga en evi-
dencia que el juez falta habitualmente a sus
deberes, descuidando el despacho de las
c.-.usas (art. 278 del citado Código), la cá-
mara de apelaciones pondrá el hecho en co-
nocimiento del Poder Ejecutivo para que
de cuenta la cámara de diputados a los
efectos de la acusación, en juicio político,
ante el Senado (»).
En su artículo 273, el Código penal cas-
tiga con inhabilitación absoluta de uno a
cuatro años, el retardo malicioso de justi-
cia. "Como la morosidad es uno de los males
acentuados de nuestra justicia, sostiene
Adolfo E. Parry, casi no hay acusación con-
tra un magistrado en que no se impute el
cargo de haber retardado la administra-
ción de justicia. En algunos casos, como en
el pedido de juicio político al juez federal
de la capital, doctor Miguel L. Jantus, la
comisión de justicia de la Cámara de Dipu-
tados llegó a la conclusión de que, no obs-
tante la existencia de algunas demoras, no
podía responsabilizarse por ello al juez,
cuando han mediado circunstancias especia-
les que la explican suficientemente. En la
provincia de Buenos Aires, la ley de enjui-
ciamiento de magistrados ha establecido
que es falta grave de los jueces dejar trans-
currir los términos legales, reiteradamente,
sin pronunciarse sobre las cuestiones some-
tidas a su decisión o dictamen O«).
Numerosas son las situaciones que con-
templan las leyes respectivas acerca de las
infracciones que dan lugar a las correccio-
nes disciplinarias aplicables a los funciona-
rios judiciales; en todo caso están regidas
por los Códigos de procedimientos civil y
penal de la capital, así como de las provin-
cias. Cuando se t r a d u c e n en verdaderos
delitos, le serán aplicables las pre:crlpcio-
nes del Código penal, sin perjuicio de las
indemnizaciones civiles que por ley corres-
pondan (a favor de los damnificados). He-
mos de mencionar solamente a las infrac-
ciones de las leyes aduaneras, las municipa-
les en general, las del servicio militar y de
(0) Fernández, B. L,. Código de procedimientos,
píig. 92.
(10) Parry, A. E., Facultades disciplinarias de!
Poder Judicial, págs. 292 y sigs.. Ed. Jurídica Ar-
gentina, Bs. Aires. 1939.
enrolamiento. Las infracciones a las leyes
del trabajo y las infracciones militares.
No hemos de analizarlas debido a que su
estudio corresponde a otros vocablos de esta
Enciclopedia. Baste haber dejado bosque-
jado su alcance y sentido, con alguna de-
tención en punto a las infracciones de los
funcionarios del poder judicial.
- La inci.cada en el texto y nota».
INFRACCIÓN DE LEY O DE DOCTRINA.*
1. Definición en la doctrina procísalista.
Transgresión o violación de los preceptos
de la ley o de la doctrina legal establecida
por la constante jurisprudencia üel Tri-
bunal Supremo en la parte dispositiva de
una sentencia. Esta infracción, para que
pueda dar lugar al recurso de casación por
dicno concepto, ha de existir precisamente
en el fallo y no en la parte expositiva o
en los considerandos, aunque sean equivo-
cados o contengan errores.
En consecuencia, atirma un tratadista es-
pañol analizando la situación legal vigente
en aquel país, existe la repetida infracción
cuando el fallo conviene violación, interpre-
tación errónea, o aplicación iudebida de
leyes substantivas o doctrinas legales apli-
cables al pieito que ha motivado la senten-
cia.; aebieuuo ser las leyes mmngiüas las
que hayan determinado dicho fallo, y las
doctrinas, la» coactan tea uel Tribunal Su-
premo fundadas en decisiones idénticas y
repetidas, exclusivamente, puesto que la
doctrina de los comentaristas no tiene ca-
rácter üe legales.
Existe también infracción de ley o de doc-
trina Ityal, en la misma legislación positiva,
cuanuo la semencia en ¿u parte dispositiva,
no guarda congruencia coa las pretensio-
nes deducida* oportunamente por ios liti-
gantes, y, por lo mismo, cuando el fallo
otorga más de lo pedido, o no contiene nin-
guna declaración sobre cualquiera üe dicnas
pretensiones. Igualmente viene lugar, cuan-
do dicho fallo comprende disposiciones con-
tnuucionus, ya sea en sus isrniinos o en
sus declaraciones o resoluciones. Asimismo
se produce cuando el lallo es contrario a
la cosa juzgada, siempre que se haya ale-
gado en el pleito la excepción de ella, ha-
ui--nuo establecido el Triüunal Supremo en
sentencia de 11 de octubre- de 1883, que in-
fringe la cosa juzgada el fallo que se aparte
de la apreciación del perito tercero, cuando
éste no se apartó al hacerla de las leyes
establecidas por la sentencia en el penoúo
de ejecución.
Lo propio ocurre cuando por razón de la
materia haya habido abuso, exceso o de-
* Por el Dr. MATEO OOLDSTEIN.
fecto en el ejercicio de la jurisdicción, por
haber conocido en asunto que no fuere de
la competencia judicial, o por haber dejado
de conocer en el mismo cuando debiera ha-
berse conocido de él. Y existe, finalmente
—siempre dentro de las previsiones de la
ley española—, cuando en la apreciación de
las pruebas haya habido error de derecho
o error de hecho, siendo preciso que éste úl-
timo resulte de documentos o actos autén-
ticos que demuestren de un modo evidente,
la equivocación del juzgador. No se consi-
deran auténticos los documentos privados
no reconocidos por la parte que no haya
tenido intervención en ellos; ni la nota de
inscripción extendida por un registrador
respecto a la esencia y circunstancias del
contrato contenido en la escritura a que
haga referencia dicha nota; ni un informe
pericial, que no tiene más valor que la opi-
nión del perito o peritos; ni tampoco son
actos auténticos las declaraciones de los
testigos, por ser de la exclusiva competen-
cia del juez o tribunal sentenciador, apre-
ciarlas en uso de sus facultades.
Además de los casos generales expuestos,
tiene declarado el Tribunal Supremo que
hay infracción legal cuando, por cumplir
una ejecutoria, se resuelven cuestiones di-
ferentes de las que resolvió la ejecutoria;
pero no se infringe ley ni doctrina, aunque
se de denominación distinta de la que las
leyes le asignen, a las providencias y reso-
luciones judiciales; como tampoco por la
simple equivocación de una cita legal en la
sentencia O.
Conforme a las disposiciones que rigen el
punto en la ley de enjuiciamiento civil es-
pañola, habrá lugar al recurso de casación
por infracción de hy o de doctrina'legal, 1°)
Cuando el fallo contanga violación, inter-
pretación errónea, o aplicación indebida de
las leyes, o doctrinas legales aplicables al
caso del pleito. 2") Cuando la sentencia no
sea congruente con las pretensiones opor-
tunamente deducidas por los litigantes. 3 V )
Cuando -el fallo otorgue más de lo pedido, o
no contenga declaración sobre algunas de
las pretensiones oportunamente deducidas
en el pleito. 4") Cuando el fallo contenga
disposiciones contradictorias. 5") Cuando el
fallo sea contrario a la cosa juzgada, siem-
pre que se haya alegado esta excepción en
el juicio. 6*) Cuando por razón de la ma-
teria haya habido abuso, exceso o defecto
en el ejercicio de la jurisdicción, conociendo
en asunto que no sea de la competencia
judicial, o dejando de conocer cuando hu-
biere el deber de hacerlo. 7') Cuando en la
apreciación de las pruebas haya habido
(1) Enciclopedia Jurídica Española. Barcelona,
nota de Jusé Buxade, vocabío Infracción de ley o
de doctrina legal, t. 19. pág. 38.
error de Derecho, o error de hecho, si ésta
último resulta de documentos o actos autén-
ticos que demuestren la equivocación evi-
dente del juzgado (art. 1692).
La jurisprudencia de los tribunales acerca
de las diversas condicione» y requisito;» im-
puesto por la ley española para nacer lugar
al recurso de casación, es abundante y com-
plementa perfectamente el texto legal. Nos
remiUremo., a algunos de los íaiios mas im-
portantes, a) BU concepto de violacióa a ios
efectos del numero 1" oel articulo Ib9¿, se
refiere a la existencia, subsistencia o al-
cance de la norma que se suponga violada
(-). Según el Triounal Supremo, la no apli-
cación de una norma equivale a su vioia-
cion (.*). La jurisprudencia anterior soste-
nía, por el contrario, que el mero concepto
de índole negativa, de la inaplicación ae un
precepto legal, no esiá coiupreiiamo en el
ámoiiO rigurista de este numero (•>>. b> La
aplicación errónea ha ae referir.e a un pre-
cepto legal aplicable al fonao del pieito
no a los elementos de prueba (»). c) Según
tiene reiteradamente declarado esta bala,
las cuestiones sobre interpretación de los
contratos, en cuanto para ellas se parte de
los términos, modo o forma en que aparece
hecha la manifestación de voluntad de los
contratantes, ton de índole jurídica, com-
batibles sólo por el número r uei articulo
1692 («). d) No pueden servir de fundamen-
to a un recurso por iniraccion de ley ar-
tículos de la de enjuiciamiento civil u otras
leyes objetivas ( • ) Hasta el año 1941. Pos-
teriormente el Tribunal Supremo ha pre-
cisado su criteri hablando de "normas pro-
cesales" prescindiendo de la ley en que se
hallen.' Ni las leyes de comercio en nego-
cios sometidos al derecho común, ni las
resoluciones de la dirección de los Registros
que no constituyen ley ni doctrina legal, ni
disposiciones de carácter penal, ni reglas
pertenecientes al procedimiento criminal;
ni reales órdenes de carácter meramente
administrativo, etcétera, no pueden dar pie
al recurso de casación por infracción de ley
o de doctrina legal.
2. El tópico en el Derecho argentino. Se-
gún hemos visto; el "recurso por inaplica-
bilidad de ley o doctrina legal", es usado en
la legislación extranjera como un medio
(2) Sentencia del Supremo Tribunal, 23 de fe-
brero de 1045.
(3) Sentencias del Superior Tribunal, 2 de no-
viembre de 1943, 8 de enero de 1945 y 8 de enero
de 1946.
(4) Sentencias del 28 de junio y 30 de noviem-
bre de 1935, 16 de marzo de 1936 y 7 de noviembre
de 1940.
(5) Sentencia de 12 de abril de 1946.
(6) Sentencia del 27 de marzo de 1915.
(7) Sentencia del Supremo Tribunal del 16 de
abril de 1882 y 12 de lebrero de 1889, y rumerosas
más.
para uniformar la jurisprudencia de los tri-
bunales y sancionar la violación de la mis-
ma como fuente de derecho. Asi, en los
paises que admiten el recurso de casación
como Francia, España e Italia, la casación
resuelve los problemas inherentes, pero
¿qué ocurre en los demás países?
En lo referente al nue:tro, bajo el nombre
de recurso por inaplicabilidad de ley o doc-
trina legal se encuentra en el Código de
procedimiento de la Capital Federal y se
halla configurado en el Título Sexto, entre
los artículos 281 y 335.
Pero, según la doctrina nacional, el re-
curso es inaplicable en la capital de la Re-
pública donde quedó derogado por la ley
orgánica de los Tribunales (art. 90) según
la cual, contra la sentencias dictadas por la
cámara de apelación no habrá recurso al-
guno con excepción del extraordinario que
legisla el artículo 14 de la ley nacional nú-
mero 48. En la provincia de Mendoza exis-
tía en el Código de procedimiento civil (art.
346 a 378), pero fue también eliminado por
la Ley Orgánica de los Tribunales (art. 383).
Este recurso, afirma Raymundo L. Fer-
nández, que cuenta con muchos partidarios
y que existe en la provincia de Buenos Aires
(Cód. proc., arts. 318 a 367), tiene por obje-
to mantener la unidad del derecho, unifor-
mando la interpretación .de la ley, siendo
análogo al recurso de casación de otras le-
gislaciones (Francia Italia, etc.). En el or-
den nacional, la Suprema Corte actúa en
cierta forma como tribunal de casación en
virtud del precitado recurso extraordinario
pero su jurisdicción al respecto es limita-
dísima, pues comprende únicamente al De-
rseho federal (constitución, leyes, y trata-
dos nacionales) no así la aplicación de los
Códigos,.civil, comercial, penal y de mine-
ría y leyss locales.
La ley nacional 7055, artículo 6, ha
arbitrada la forma de uniformar la juris-
prudencia en la capital,' estableciendo que
siempre que "al celebrarse el acuerdo para
dictar sentencia definitiva, cualquiera de las
cámaras entendiera que en cuanto al punto
en debate.es conveniente fijar la interpre-
tación de la ley o de la doctrina aplicable",
el presidente las reunirá en tribunal; pue-
den reunirse ambas cámaras civiles y tam-
bién con la comercial; la jurisprudencia que
sientan se llama plenaría o de las cámaras
civiles (civiles o civiles y comercial) en ple-
no. No dice la ley que tal jurisprudencia sea
obligatoria para los camaristas —que de
conformidad con el 60, deben interpretar
la ley según su ciencia y conciencia— pero
de acuerdo con sus antecedentes e inter-
pretando su espíritu, debemos entender que
lo es, y que una vez fijada, no pueden las
Cámaras, al resolver aisladamente, apartar-
se de ellas ( 8 ).
Sin embargo, a pesar de la ausencia de un
recurso de casación, al igual que en otros
países que sí lo poseen, donde tal recurso
es otorgado para reprimir las infracciones
por inaplicabilidad de ley o doctrina legal,
es auténtico que en la legislación patria y
en la jurisprudencia se ha encontrado el
medio de uniformar la jurisprudencia, asig-
nándole una mayor importancia que la que
a primera vista reviste.
A pedido de la mayoría de los miembros
de una Cámara puede convocarse a tribunal
plsno, es decir, reunión de ambas cámaras
civiles y también con la comercial, cuando
esa mayoría estime conveniente fijar la in-
terpretación de la ley o doctrina legal apli-
cable (ley 12.330); si con anterioridad otro
tribunal pleno hubiera resuelto un caso se-
mejante, para convocar nuevo tribunal ple-
no se requiere la conformidad de los dos
tercios de los miembros de ambas Cámaras
en lo civil y comercial en su caso (id., 2''
apartado). (La reunión en pleno es una
facultad del tribunal que conoce en el asun-
to y no un Derecho de los litigantes, tiene
consagrado la jurisprudencia nacional a
través de un fallo de la cámara civil pri-
mera de la Capital registrada al tomo 54,
página 744 en Jurisprudencia Argentina).
Por resolución de las Cámaras civiles de
la Capital, en pleno, se estableció que la
reunión de tribunal plenario sólo procede
cuando "las cámaras tengan que dictar un
fallo definitivo y como tribunal de última
instancia", pues únicamente así les sería
dable fijar la interpretación de la ley. Si so-
bre la interpretación de la cámara existie-
ra otro tribunal que debiera legalmente in-
tervenir en grado de apelación y de última
instancia, es a ese tribunal y no a las cá-
maras civiles a quien le correspondería es-
tablecer la doctrina aplicable" ( 9 ). En el
caso planteado la decisión definitiva del jui-
cio correspondía a la Corte Suprema de la
Nación; en tales condiciones era improce-
dente; como pretendía la mayoría, tratar
de fijar la interpretación de la ley o doctri-
na aplicable.
La doctrina y la jurisprudencia del país
se han esforzado en precisar el verdadero
concepto de la Jurisprudencia como sinoni-
mia de las resoluciones judiciales, paro no
de un sólo fallo, a veces anticuado y no
seguido por el mismo tribunal. La Juris-
prudencia existe cuando las decisiones en
casos iguales o análogos se producen en el
(8) Fernández, R. L., Código de procedimiento
civil y comercial,' pag. 332, nota, Ed. Cia. Impre-
sora Argentina, Bs. Aires, 1944.
(9) Cír. fallo registrado en Jurisprudencia Ar-
gentina, t. 6, pág. 40.
mismo sentido. Así dictamina Máximo Cas-
tro (i») y Cámara Comercial de la Capi-
tal (ii). La jurisprudencia no obliga a los
jueces, que pueden resolver según su cri-
terio (>2), siendo solo obligatoria y única-
mente para los camaristas de la justicia or-
dinaria de la Capital, la sentada por las
cámaras de apelación reunidas en pleno,
de acuerdo con la Ley 7055; pero no obliga
a la Suprema Corte (is).
Es objeto exclusivo de la resolución del
tribunal pleno es fijar la interpretación de
la ley o doctrina aplicable, sin pronunciar-
se sobre el caso particular, que es solo
causa ocasional del pronunciamiento pie--
nario, y que compete a la sala que entiende
del asunto (").
Surge de los antecedentes relatados acer-
ca de la obligatoriedad de la jurisprudencia
en el Derecho argentino, la situación que
se crea con motivo de una "violación de la
jurisprudencia". El debate relativo a si la
jurisprudencia es fuente de derecho, dice un
autor argentino, abierto con energía de:de
principios de siglo, sigue aún en marcha.
Débese a Gény eminente autor de "Método
de Interpretación y Fuentes del Derecho
Privado Positivo", el honor de haber reivin-
dicado para la jurisprudencia un sitio de
consideración como fuente subsidiaria del
derscho.
"El Código civil suizo, prosigue el mismo
expositor, en contra de todo concepto clá-
sico, en el sentido de que no hay más ex-
presión jurídica que la contenida en la ley,
ha dicho en su artículo 1°: A falta de una
disposición legal o de la regla creada por
la costumbre, el juez resuelve según las re-
glas que él establecería si tuviese que hacer
actos de legislador. En nuestro país, pese a
los términos del artículo 17 del Código civil,
los fallos judiciales suelen tener significa-
ción normativa cuando sostienen reiterada-
mente un punto de vista determinado, má-
xime si son tribunales plenarios ( 10 ), ca:o
en el que obligan a los. jueces inferiores por
razón de economía y ordenamiento, y hasta
a los propios magistrados disidentes con la
mayoría, quienes deberán ajustarse, en lo
sucesivo, al voto de aquellas" (i«).
"La violación de la jurisprudencia, inva-
(10) Castro, M., Curso de •procedimientos civi-
les, t. 2 pag. 246, Bib. Jurídica Argentina, Es. Ai-
res, 1931.
(11) Pallo de la Cám. Com. Cap.. J. A., t. 52,
pag. 199.
(12) Rodríguez, A. M.. Comentarios al Código
de procedimientos en materia civil n comercial,
2» ed., t. 1, nág. 111, Ed. Seix, Barcelona.
(13) Pallo registrado en J. A., t. 5, pag. 40.
(14) Cámaras Civiles en Pleno, fallo registrado
en L. L., t. 22, pag. 529.
(IB) Fallo registrado en J. A., t. 74. pag. 599.
(16) Palios registrados en J. A., t. 48. pag. 537
y t. 46, pag. 637.
riablemente. da lugar a casación, porque
es uno de los casos típicos, de procedencia
del recurso más aún si la doctrina violada
es de la propia corte".
3. El Recurso en la Provincia de Buenos
Aires- Según hemos anunciado, en el Có-
digo de Procedimientos de la Provincia de
Buenos Aires subsiste el denominado Re-
curso por inapücabilidad de ley o doctrina
legal el cual se otorga contra las sentencias
definitivas de las Cámaras de Apelación.
Para los efectos de esta dispasición, se en-
tiende por sentencia definitiva la que aún
cuando haya recaído sobre un artículo, ter-
mine el pleito y haga imposible su conti-
nua ción. También se entiende sentencia
definitiva, para el mismo objeto la que se
declara haber o no haber lugar a oir a un
litigante condenado en rebeldía. Conforme
a un precepto de la misma ley el recurso
puede fundarse: 1' En que la sentencia
haya violado ley o doctrina admitida por
la jurisprudencia de los tribunales; 2' En
que la sentencia haya aplicado falsa o
erróneamente la ley o doctrina, correspon-
diendo el recurso a la Suprema Corte de
Justicia.
El recurso se interpone ante la Cámara
de Apelaciones que haya dictado la senten-
cia incriminada y el plazo para deducirla
es de 10 dias contados desde la notifica-
ción de la sentencia. Dispone uno de los
artículos que el escrito interponiendo el
recurso deberá contener, en términos cla-
ros y concretos, la cita de la ley o de la
doctrina violadas, o aplicadas falsa o erró-
neamente en la sentencia. Un precepto
subsiguiente exige, cuando se trate de sen-
tencia confirmatoria, acompañar un recibo
del Banco de la Provincia, por el que cons-
te haber depositado, a disposición de la
Cámara, una cantidad equivalente a un
determinado porcentaje sobre el valor del
juicio; si el litigante ha actuado con certi-
ficado de pobreza, prestará caución jura-
toria. El depósito será restituido, si el fallo
definitivo resulta favorable para el recu-
rrente; en su defecto, lo perderá a favor
de la contraparte.
Deducido el recurso la Cámara resolverá
si el" recurso ha sido deducido en tiempo y
forma y ,se limitará a dictar resolución
admitiendo o denegando el recurso. La re-
solución debe ser fundada. Cuando se ad-
mita el recurso se expresará que concurren
para hacerlo todas las circunstancias ne-
cesarias al respecto, que se referirán, y
cuando se deniegue, se especificarán con
precisión las circunstancias que falten.
Siendo la resolución afirmativa, se eleva-
rán los autos al presidente de la Corte
Suprema, con citación y emplazamiento de
las partes. La resolución será notificada en
el domicilio legal de los litigantes; recibido
un expediente en la secretaria de la Corte,
se dará cuenta al presidente, quien, si no
hubiese que oír apreviamente al procurador
general, dictará la providencia de autos,
que será notificada en el domicilio de los
interesados. En la misma se designarán los
d.as en que las partes deben comparecer a
la oficina para las notificaciones. Vencido
el término de diez días, sin haber compa-
recido el apelante, acusado de rebeldía, se
declarará desierto el recurso, condenándolo
en costas y devolviendo los autos a sus ex-
pensas- Si, en cambio, es el apelado el que
no comparece, se continuará la sub:tancia-
ción del recurso, dándose por notificada la
providencia de autos. Si el apelado se aper-
sonara durante la tramitación, recibirá la
causa en el estado en que la encuentre.
Dentro del plazo de 10 días, a contar
desde la notificación de la providencia de
autos, podrá cada parte presentar una me-
moria sobre la apllcabilidad o inaplicabili-
dad de la ley o doctrina en el caso sub
judice; no habiéndolo la cuestión podrá ser
resuelta sin tal memoria.
Antes de verificarse la audiencia pública
que prescribe la misma Ley, los miembros
del Tribunal se instruirán del expediente,
pudiendo tenerlo en su poder durante el
término que señale el presidente, dentro del
que se fijará para dictar sentencia.
La sentencia será dictada dentro de 80
días que comienzan a correrse dosde que el
expediente se encuentre en estado. El pre-
sidente de la Corte señalará con la debida
anticipación el día en que deban celebrarse
los acuerdos para pronunciar sentencia. En
otra disposición se prevé que si por un
motivo cualquiera quedan separado; dos
miembros de la Corte, ios tres restantes
conocerán del recurso; p e r o si se inha-
bilitase mayor número, se integrará el
de tres, no debiendo completarse el de
cinco, sino cuando los interesados ío pi-
den a su costo.
En otro precepto se establece que las
cuestiones sobre el punto de la apUcabilidad
de la ley o doctrina, serán establecidas pre-
viamente. La votación dará comienzo por el
miembro del Tribunal que resulte de la in-
saculación que deberá practicarse al efecto.
El voto será fundado, y se emitirá sepa-
radamente sobre cada una de las cuestio-
nes sometidas a decisión y en el mismo
orden que hayan sido establecidas. La sen-
tencia deberá reunir mayoría absoluta de
votos.
En la hipótesis de que hubiese disidencia
acerca del pronunciamiento, la Ley ordena
la insaculación de mayor número de jueces.
Terminado el acuerdo, será redactado por
el secretario en el libro de ''acuerdos y sen-
tencias", permaneciendo reservado míen-
tras no sea publicada la resolución.
Preceptúa el mismo Código que cuando
la suprema Corte estimare que la senten-
cia apelada ha violado o aplicado falsa o
erróneamente la ley o doctrina, deberá
comprender ios puntos siguientes: 1" Decla-
ración üe la violación, falsa o errónea apli-
cación de la ley o doctrina- 2" Declaración
ue la ley o doctrina aplicables al caso. 3'
Resolución de ésle, con arreglo a la ley o
doctrina, cuya aplicación se declara. En
camDio, cuando estimare que no ha exis-
tido violación, ni falsa o errónea aplicación
de la ley o doctrina, lo declarará asi, de-
sechando el recurso y condenando al ape-
lante en las costas causadas por él.
Las disposiciones subsiguientes se refie-
ren a la publicidad de la semencia y ae-
niao detalles técnicos vincuiauos cua la
rm.,ma, aavírtiénaose que, si a juicio del
Inuunal la sentencia dictada pueaa ser.
peligrosa para las buenas co¿tuuiDres, se
evuará la publicación de la misma, hacién-
auio constar expresamente.
Notificada la sentencia, se devolverán los
auius a la Cámara de Apelaciones respec-
tiva, previo pago de costas; la devolución a
cargo de los que hayan traído los autos.
Loo providencias en que las Cámaras de
Apelación denieguen la admisión del re-
curro üe aplicabuidad de ley o de doctrina,
serán apelables ante ellas mismas y para
ante la Suprema Corte, dentro de tres dias
contados ue.cle su notificación. Interpuesta
en tiempo la apelación se remitirá el expe-
diente ai presidente de la Suprema Curte,
a cosía del apelante, citando y emplazando
debidamente a las partes. Diligenciada la
providencia de autos, el secretario pondrá
ai Qispacno de la Corte el expediente con
la nota respectiva.
La sentencia será dictada dentro de vein-
te d.as. desde la fecha de la nota. Sólo se
requerirá el número de tres de los miem-
bro., de la Corte, para su pronunciamiento,
siempre que las partes no solicitaran la
integración de aquella, lo que deberán ha-
cer al ser notificadas de la providencia de
autos. •
Conforme a lo dispuesto en otras pres-
cripciones de la misma ley, la sentencia
establecerá previamente, con los detalles
nece.arios, la cuestión sobre admisión o
denegación del recurso por aplicabilidad de
ley o doctrina, único punto a decidir, y
será fundada. Si la Suprema Corte estima
que la denegación del recurso hecho por
las Cámaras de Apelación, procede, según
los términos de la ley, confirmará la pro-
videncia apelada con condenación en cos-
tas al recurrente. En caso contrario, la
revocará y declarando legítimamente tícdu-
ctdo el recurso, se procederá a su substan-
ciación en la forma que queda prevenida.
En la hipótesis de que la sentencia sea
confirmatoria, insertada la copia en el li-
bro de acuerdos, se devolverán los autos a
la cámara de su procedencia-'SI ocurriera
discordia, se llamará para dirimirla a los
otros dos miembros de la Corte, o se insa-
cularán conjueces, según el caso de Inter-
venir número de tres o integro.
Integrada la Corte y puesto el expediente
a despacho con la nota respectiva, se pro-
nunciará sentencia dentro de veinte días,
contados desde la fecha de aquella.
La secretaría de la Corte organizará una
publicación en que se insertarán los acuer-
dos y sentencias sobre estos recursos.
Según hemos dicho, en la Capital Fede-
ral las disposiciones relativas a este recurso
han sido derogadas por la Ley Orgánica
de los Tribunales, subsistiendo solamente
en la justicia de la provincia de Buenos
Aires. En el orden de la ciudad de Buenos
Aires y el nacional, con excepción de las
disposiciones vinculadas al Recurso Extra-
ordinario por ante la Corte Suprema Na-
cional, no hay otros medios que los ya
expuestos para decidir acerca de la apli-
cabilidad de ley o de doctrina. Mientras no
sea creada la Cámara o Corte de Casación,
largo tiempo requerida por los doctrinarios
y par la vida práctica forense, eliminado el
recurso que subsiste en la provincia de
Buenos Aires, no quedará otro camino que
el ya señalado para mantener la unifor-
midad de la jurisprudencia y asignarle un
mínimo de trascendencia a esta fuente del
derecho.
JURISPRUDENCIA. — La citada en e! texto y ilotas.
BIBLIOGRAFÍA. — La indicada en el texto y notas.
INFRACCIONES. AERONÁUTICAS.* SU-
MARIO: 1. Antecedentes. 2. Faltas: a) Inter-
nacionales; b) Nacionales.
1. Antecedentes. Debido a la evolución
que viene soportando la aeronavegación y
a los rasgos característicos de la misma, ha
hecho necesario introducir en su legislación
normas de carácter represivo administrati-
vas para asegurar la responsbilidad y el
castigo de quienes infringen o violan sus
disposiciones penales. Conocemos que la
navegación aérea precisa de una adecuada
sistemática de organización, tanto en la
superficie terrestre como en el aire, qus ha
llevado a lograr una independencia distin-
ta d> las otras ramas del Derecho y a
evolucionar paulatina.nicntc puesto que en
los primeros tiempos las normas scbre fal-
tas solamente se referían a las infraccio-
* Por el Dr. AHGEI, R. MERCADO.
nes de índole pública, para luego exten-
derse a los actos de carácter privado for-
mando asi un cuerpo penal propio de esta
materia.
2. Faltas. Son aquellas violaciones a la
ley represiva de carácter leve y por lo
general de carácter local, pero que en este
aspecto en la Argentina aeoiao a que es-
tán contenidas en vel Código aeronáuuco de
la Nación, ley N 14.307, la aplicación de
sus sancione* queda llorado al Poder Eje-
cutivo nacional en cuanto a su jurisdic-
ción por el contenido de esta ley de fondo-
No obstante ello podemos distinguir faltas
de índole internacional y faltas de índole
nacional.
a> Las primeras comprenden las reglas
contenidas en acuerdos entre los países
donae se desarrolla la aeronáutica y cuyas
violaciones a las Disposiciones comunes a
las naciones aahermas por convenios ae-
ronáuticos, son castigadas por las leyes co-
rrespondientes a cada país donde tuviera
lugar la falta. Así la Convención de Chi-
cago de 1944, contiene disposiciones que
establece que toda aeronave que se dedique
a vuelos internacionales debe estar provis-
ta cíe un certificado de navegabilidad. En
este sentido' la ley francesa de 1924 casti-
gaba al propietario de una aeronave que
Ir. pusiere en actividad sin que poseyera
certificado de navegabilidad.
La Convención de París de 1919 si bien no
poseía normas expresas en este sentido,
contiene principios referentes al castigo de
los delincuentes por infracciones cometidas
al violar la reglamentación del vuelo de
las aeronaves. La ley de organización del
control aeronáutico de Canadá de 1919,
contenia en el Estatuto de 1927, en el ar-
ticulo 2" que "toda persona acusada de
violar las previsiones o reglamentos, está
sujeta a condena que no puede exceder de
mil dólares o prisión hasta seis meses, o
ambas sanciones a la vez". Posteriormente
la ley complementaria de la ley aeronáu-
tica del 18 de diciembre de 1945, establecía
en el artículo 10 condena de multa no ma-
yor de cinco mil dólares o pri;ión por un
tiempo que no exceda de seis meses o am-
bas sanciones simultáneamente, por condu-
cir aeronaves sin estar provisto el conduc-
tor de la licencia pertinente.
La Ley de Estados Unidos de Norte Amé-
rica en materia aérea trae normas penales
para castigar violaciones a disposiciones
reglamentarias o leyes aeronáuticas.
Por otro lado e.1 Código italiano de la
navegación también sancionaba al que
hiciera falsa declaración de propiedad de
la máquina aérea o bien que usare en
forma incontrolada la bandera nacional de
una aeronave.
 El Código de aviación civil de Nicaragua
de 1957, castigaba en el Titulo IV, Capí-
tulo I, artículos 263 a 267, las infracciones
cometidas por el comandante o el piloto
as aeronaves, por el propietario o por el
operador que infrinja algunas de las reglas
allí establecidas.
El Cádigo del aire del Brasil de 1938
sancionaba al que condujere una máquina
sin marcas de nacionalidad y matrícula, sin
el certificado de navegabilidad, sin la carta
de habilitación y sin la licencia respectiva.
El Código de legislación aeronáutica del
Uruguay de 1942 establece en el artículo
177 sanciones para quienes infrinjan el
Código y la reglamentación consistentes
ellas en suspensión o retiro de la licencia
de vuelo, cancelación de la matrícula, re-
tiro ds la concesión y multa de cincuenta
a tres mil pesos. El articulo 178 dice que
"las reglamentaciones establecerán las pe-
nas que correspondan a cada infracción y
los límites dentro de los cuales la autoridad
respectiva podrá graduarla".
A su vez el Código aeronáutico del Pa-
raguay sancionado el 30 de setiembre de
1957, dispone en el artículo 158 que las
faltas a las disposiciones del Código, o a
las prescripciones dictadas para su aplica-
ción por las autoridades competentes o a
las disposicionss de acuerdos o convencio-
nes, serán castigadas con multa y el ar-
tículo 159 establece que las decisiones ad-
ministrativas que imponen una multa se
hacs efectivo por la vía oral del juicio eje-
cutivo-
b) Nacionales. El Código aeronáutico ar-
gentino (ley 14.307) en el Título XVI. Ca-
pítulo primero de las Faltas, legi la en el
artículo 190 que "Las infracciones a las
disposiciones de este Código no previstas
en el presente título y las infracciones a la
reglamentación que en consecuencia del
mismo se dicten rerán determinadas por el
P. der Ejecutivo y sancionadas con inhabi-
litación transitoria o definitiva y/o multa
de hasta diez mil pesos moneda nacional
($ 10.000)". El artículo 191 que "las san-
ciones previstas en el artículo anterior se-
rán aplicadas por la autoridad administra-
tiva competente, salvo la inhabilitación
definitiva que sólo podrá ser dispuesta por
el Poder Ejecutivo/'
Del examen de estas normas surge una
atribución discrecional al Poder Adminis-
trador para aplicar sanciones. Ello con el
propósito de evitar que queden impunes
gran número de infracciones de reducida
importancia pero que es necesario castigar
y que de esta manera quedan comprendidas
en forma genérica en los artículos citados
dentro de los límites externos que estable-
cen ellos, dijeron en la nota a los artículos
precitados los codificadores al explicar las
razones de estas disposiciones y su inclu-
sión en el Código.
Por otro lado el decreto 1256 del 1» de
febrero de 1957, denominado "Normas para
la constitución, funcionamiento y control
de las empresas de transporte aéreo", es-
tablace en su artículo 40 sanciones para
quienes violen sus disposiciones o sus re-
glamentaciones. Dice así: "Las infraccio-
nes a las normas de este Decreto-ley y re-
glamentaciones pertinentes serán sancio-
nadas por el Poder Ejecutivo (Ministerio de
Aeronáutica) con multas hasta quinientos
mil pesos moneda nacional y suspensiones
transitorias o cancelación definitiva de las
concesiones o autorizaciones. Para la gra-
duación de las sanciones se tendrá en
cuenta la gravedad de la infracción y los
antecedentes de la empresa respecto del
cumplimiento de las normas vigentes".
El mismo establece quien es la autoridad
administrativa encargada de aplicar las
sanciones a que hemos hecho referencia-
Ello surge del artículo 39 al disponer que
"será autoridad de aplicación del presente
Decreto-ley el Ministerio de Aeronáutica".
INFRAESTRUCTURA.* SUMARIO: 1. Con-
cepto. 2. Legislación argentina.
1. Concepto. Sabemos que el vuelo de las
aeronaves tiene lugar en el espacio aéreo.
Para que ello pueda llevarse a cabo de
manera regular o irregular, continua o
descontinua, es preciso la formación y el
establecimiento de una organización en
tierra o en el agua denominada infraes-
tructura. De modo entonces que se entien-
de por tal el conglomerado de instalacio-
nes y servicios establecidos en tierra o agua
destinadas a servir para la aeronavegación
o, como dice Lemoine, es el conjunto de
medios e inhalaciones en tierra para ser
usados por la aeronáutica (i).
Se comprende en su concepto todo espa-
cio delimitado donde se encuentran los
aeródromos, los puertos e hidropuertos,
junto con los servicios necesarios y las ins-
talaciones cuya complejidad aumenta d'a a
día, a medida que se avanza en el desen-
volvimiento de la ciencia aeronáutica y en
e! desarrollo de las aeronaves. Nos forma-
remos una idea de lo que ello puede ser y
de la imoprtancia que tiene, si solamente
clamos una mirada al equipo de un avión
moderno, en relación con el de antaño y
pensamos todas las etapas intermedias por
* Por el Dr. ÁNGEL E. MERCADO.
(1) Lemoine, M.. Traite de Droit aéríen, pá-
gina 117. año 1347
las que ha pasado. No hay duda su dife-
rencia es grande.
De modo que la evolución de la aviación
está intimamente relacionada con la in-
fraestructura a la cual debe su enorme
fuerza transformadora. Sirve al Estado pa-
ra controlar la organización aviatoria y
reglamenta los servicios públicos que otor-
ga o los particulares que adjudica.
2. Legislación argentina. En otro aspecto
la legislación argentina ha establecido al-
gunas disposiciones referentes a la infra-
estructura-
Así el decreto 36.287 del año 1948, dis-
puso en el artículo segundo: "El concepto
de infraestructura aeronáutica alcanza a
todo el conjunto de instalaciones que
aportan a la navegación una ayuda te-
rrestre, tales como a) Aeródromos y cam-
pos o espejos de agua convenientes para
las actividades aeronáuticas; b) Pistas,
hangares y tallere ; c) Instalaciones y
equipos de iluminación, señalación y bali-
zamiento; d) Instalaciones y equipos me-
cánicos, sanitarios y eléctricos; e) insta-
laciones y equipos de abastecimiento; f)
Instalaciones y equipos metereológieo;; h)
Estaciones terminales y otras comodidades
para pasajeros; i) Zonas urbanizadas des-
tinadas a la aviación militar y civil incluso
edificios e instalaciones".
Este decreto es reglamentario de la ley
13.041 referente a las contribuciones por
servicios de aeronavegación que deben ser
impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional.
Concordante con el punto infraestructura,
el Código aeronáutico argentino de 1954, —
ley 14.307— dispone en el artículo 13 que
"en las rutas aéreas nacionales y de u~o
internacional que se habiliten en el país,
deberá establecerse y mantenerse en fun-
cionamiento servicias de control de vuelo,
metereología, telecomunicaciones e instala-
ciones de ayudas terrestres para dar pro-
tección a la circulación aérea" y en el ar-
tículo 15 que "el Poder Ejecutivo podrá
dhponer la conexión de los servicios de
control de vuelo, de metereología y teleco-
municaciones, con los países limítrofes".
INGENIERÍA LEGAL.* SUMARIO: I. Carac-
terización de la Ingeniería. II. La técnica
y las necesidades humanas, ni. La Ingenie-
ría en el orden Jurídico. IV. Regla técnica
y norma jurídica. Metodología. V. Reg'araen-
tación profesional. VI. Diversos aspectos de
la ingeniería legal. VII. La ejecución de
otros trabajos. VIII. Conclusiones.
Con la presente denominación se ha pro-
curado agrupar dentro de una disciplina,
el estudio, comentario y aplicación de las
normas jurídicas, y sus concordantes, ati-
* Por el Dr. JtrAW F. O. BIANCHI LOBATO.
nentes al ejercicio profesional de la inge-
niería, y a la ejecución de los trabajos
relativos a esas actividades. Por supuesto,
que el estudio requiere la prolija distinción
ontológica de la actividad técnica y las
reglas del hacer, con la normatividad ju-
rídica. A ello debe agregarse el tratamiento
correlativo de los principios económicos y
las consideraciones de orden social, que
deben tenerse presente para la apreciación
del panorama general.
I. Caracterización de la ingeniería. La
voz ingeniero proviene de la palabra "in-
genio", que desde muy antiguo significaba
"artificio", y aparato, o máquina. Y, por lo
tanto, ingeniería es aquella ciencia o arte
de construir o manejar ingenios o máqui-
nas, o bien trazar o ejecutar obras con
arreglo a principios científicos- (Confr.
Diccionario Enciclopédico Hispano Ameri-
cano, Tomo XI Ed. 1912).
Es de toda evidencia, que la ingeniería
es actividad técnica, en cualquiera de sus
especialidades. En cada arte e industria de
este tipo deben hacer uso de máquinas,
herramental, instrumentos, procedimientos,
y métodos para llegar a los fines del hacer.
II. La técnica y las necesidades humanas.
Si se desea trascender de la ob~ervación ju-
rídica y buscar sus relaciones con los prin-
cipios económicos, como así también con
los sistemas generales de la organización
empresa ria, es menester buscar la relación
del complejo de la producción en concor-
dancia con estas estructuras.
Si se echa una mirada retrospectiva ha-
cia el pasado, y hacia el ordenamiento de
las sociedades, de la antigüedad, se observa
que las composiciones sociales presentaban
una clase dirigente, y un clero numeroso
o grandes ejércitos, y armadas perfecta-
mente equipadas, y a un grupo social que
con su trabajo y su técnica rudimentaria
debía producir para el mantenimiento de
esas cargas del Estado. Y que inclu'ive, en
los tiempos de paz, construyeron diversas
obras, monumentos y templos cuya magni-
tud todavía siguen siendo irtotivo de aten-
ción.
El asombro debe ser aún mayor, si se
considera que las herramientas con las que
se trabajaba eran de tipo primitivo y por
lo tanto el rendimiento individual debía ser
sumamente bajo, puede estimarse que en
una sociedad cualquiera la creación de ri-
queza está subordinada a tres factores:
primero, a los recursos naturales del medio
y territorio; segundo, al tipo de herramen-
tal y métodos de producción que se posee;'
y tercero al espíritu social del grupo, al
orden y demás factores que impulsan su
conducción a un sistema productivo.
Al referirse al desarrollo de la técnica y
a la influencia en el orden económico, es
necesario siempre hacer la cita de'la revo-
lución indu-trial que se produce a partir
de mediados del siglo xix. Desde esa época
aparece la era de los grandes inventos y
descubrimientos cuya aplicación deb'a in-
cidir directamente sobre el desenvolvimien-
to de las industrias y de los medios de
producción. Uno de los primeros efectos fue
la separación de los trabajos agrícolas de
las artes mecánicas- Ya la separación es
bastante completa y todas las herramientas
que se usan en la producción aerícola son
construidas en la fábrica manufacturera.
La actividad técnica y técnico-científica
de la ingeniería incide ostensiblemente en
el orden económico y en el racimen de la
producción. Si hubiera que clasificar las
distintas circunstancias resultantes de esta
afirmación habrá que incluir las siguien-
tes observaciones:
a) El uso y perfeccionamiento de la<¡ he-
rramientas que llevan Inclusive al fenóme-
no llamado de la habilidad transferida.
b) El uso y aplicación del fuego espe-
cialmente en la fabricación de las herra-
mientas metálicas.
c) El uso de la enereía independiente-
mente de la fuerza humana y el aprove-
chamiento de las fuerzas motrices obteni-
das de los recursos naturales.
d) Las veníalas económicas resultantes
de la especializaron en el uso de herra-
mientas y eauinos con el fenómeno de la
división del trabajo.
e) El estudia y aplicación de los métodos
de orsanizac'ón científica at>licable« al ob-
jeto industrial y *> las funciones de auto-
ridad, responsabilidad, registración y con-
tralor.
Los deseos y las necpsidades humanas son
ilimitadas en su número y de gran comole-
jidad y variedad. Los eauipos y el trabajo
destinados a satisfacerlos presentan diver-
sas características. Fn la gama de la pro-
ducción, hay actividades variadas: se em-
plea equipo y trabajo para obtener carne
y verduras para alimentarse, y lo mismo
ocurre con las diverjas ramas de la indus-
tria para fabricar vestidos, construcciones
de vivienda y losrar la variedad de artícu-
los tangibles y materiales como mesas, si-
llas, libros cuadros automóviles locomoto-
ras, heladeras y los diver-os artículos des-
tinados al confort moderno. Hay bienes
materiales que proporcionan salud y de-
leite espiritual. Si el editor de un libro
ejerce una actividad productiva también
puede decirse lo mismo de quien lo ha. escri-
to. Igualmente puede decirse de los cantan-
tes y predicadores. Pero sin entrar en estas
consideraciones referentes a la economía de
empresas puede admitirse que la labor téc-
nico científica de la ingeniería se relaciona
con fuerte incidencia con el orden económi-
co o de los valores útiles, cuya primera re-
lación dentro del complejo de las activida-
des sociales, irá concadenada con el orden
jurídico de la misma sociedad.
ni- La ingeniería en el orden jurídico.
La función técnica se desarrolla dentro de
una comunidad y ejerce su labor con rela-
ción a la mi-ma. Es decir, en cualquier
lugar, las actividades están sujetas a una
normatividad jurídica, por cuanto la co-
munidad está organizada jurídicamente.
La labor técnica puede desarrollarse en dos
manifestaciones: a) trabajo investigativo,
y/o experimentación; b) trabajo de pres-
tación de servicios y/o labor relacionada
con el proceso productivo. En las dos fases,
interviene la normatividad del orden jurí-
dico, pero es más evidente en el segundo
tipo de manifestaciones del trabajo.
"Abarcando los valores que permiten que
el individuo alcance su fin natural y sobre-
natural el derecho individual se particula-
riza en otros tintos objetos correspondien-
tes. Si se pretende enumerar y clasificar
compendiosamente estos valores., se encuen-
tra en primer lugar la vida, los miembros
corporales y las facultades espirituales; en
suma,, todo aquello que por lo que está
constituido y existe como individuo el ?er
humano. Pero vivir no e.s solamente poseer
la vida en estado en cierto modo estático.
Es, al propio tiempo, sustentarla y desarro-
llarla- por el elercicio de las facultades
corpóreas y espirituales ñor la sati-facción
de las tendencias inscriptas en la natura-
leza humana". (Jean Dabin: Elementos de
Filosofía pclitica, México, 1946).
La labor de la ingeniería en sus múltiples
especialidades se halla dentro del orden
jurídico. Mas erpecífica'mente sus distintas
manifestaciones son regidas por el Derecho
positivo es decir por las leyes jurídicas cu-?
yo análisis en relación con los distintos
aspectos de la economía y organización de
los trábalos requieren el estudio crítico.
IV. Regla técnica y norma jurídica. Me-
todología- Dentro de un orden distintivo o
simplemente didáctico, y atento el carácter
principalmente técnico de la actividad, es
necesario considerar que la regla técnica
rtee la mayoría de sus manifestaciones. Las
leyes naturales con causalidad y una lógica
del ser son las aue predominan en todo el
proceso preparatorio y de ejecución de
proypctos obras y trabajo. Sus métodos son
empírico-Inductivos, experimentales, y con
causalidad para todo el proceso de labor
que induce a desarrollar el pensamiento en
toda la actividad como utilizando los mis-
mos métodos para todo tipo de relaciones
que emergen de esa clase de labor.
 A ello se agrega el tratamiento con ob-
jetos matemáticos, y la aplicación de sus
resultados, inclusive su metodología racio-
nal deductiva para el manejo de los nú-
meros, coordenadas e integrales. En las
actividades de la ingeniería hay predomi-
nantemente modos técnicos de hacer y tra-
tamiento con objeto lógico matemático.
Pero la realización de las actividades
dentro del orden juridico, produce relacio-
nes jurídicas en su desarrollo y efecto. Es
un error todavía no superado plenamente
el proceder al estudio, conocimiento y apli-
cación de las relaciones jurídicas, con un
método de causalidad cuando se hace en
directa relación con labores técnicas, sin
haber distinguido perfectamente entre la
diferencia ontológica y la diferencia de
método. En diversas relaciones, como un
contrato de construcciones por ejemplo, en
los que intervienen elementos diversos co-
mo son: la memoria descriptiva los pliegos
de bases y condiciones, los planos, y los
cómputos y presupuestos, presentan una
heterogeneidad perceptible en las partes
constitutivas del contrato, que se manifes-
tarán más tarde en la ejecución de los
trabajos, y en la conclusión y efectos de la
relación jurídico-contractual; máxime, si
por razones de orden económico, que tam-
bién intervienen como elementos del con-
trato a veces imperceptibles, la conclusión
del mismo le lleva a efectos no previr.tos o
no-queridos por las partes.
Conjuntamente con las reglas técnicas,
en la relación o actividad jur'diea del ejer-
cicio profesional de la ingeniería hay una
normatividad jurídica, y por ende la apli-
cación del método empírico dialéctico y su
conocimiento por medio de la comprensión.
V. Reglamentación profesional. Las fun-
ciones del ingeniero arquitecto y agrimen-
sor han sido materia de distintas regla-
mentaciones con los fines de establecer las
distintas modalidades y efectos de su
ejercicio profesional; como así también la
creación y fundamentación de los Consejo?
profesionales, que tienen como; misión final
el ejercicio del poder de polic a profesional
y el gobierno de la matrícula.
Se define el ejercicio profesional de la
ingeniería como toda actividad remunerada
o gratuita que requiere la capacitación
proporcionada por las Universidades Na-
cionales con arreglo a sus normas y dentro
de la ejemplificaeión de esas, enunciaciones
se pueden agregar: "a) el ofrecimiento o
prestación de servicios o ejecución de obras;
b) La realización de estudios, proyectos, di-
recciones, aseguramientos, pericias, tasacio-
nes, mensuras ensayos, análisis certifica-
ciones, mensuras, ensayas, análisis, certifíca-
la confección de informes técnicos, dictá-
menes e inventarios técnicos; c) el desem-
peño de cargos, funciones, comisiones o em-
pleos, privados o públicos, incluso nombra-
mientos judiciales de oficio o a propuesta
de parte". Se establece también que: "El
ejercicio profesional deberá llevar-e a cabo
mediante la prestación personal de los ser-
vicios" (Rea- Argentina, decreto-ley 6070/58
Nacional).
En la misma fuente legal citada, las nor-
mas referentes al uso del título pudieran
sintetizarse en las siguientes: "a) Las pa-
labras agrimensor, arquitecto o ingeniero
quedan reservadas exclusivamente para los
diolomados por Universidad Nacional, de-
biéndose adicionar, cuando corresponda, la
calificación de la especialidad...; En las
sociedades u ,otro conjunto de profesionales
entre sí, o con otras personas, correspon-
derá individualmente a cada uno de los
profesionales, y en las denominaciones que
adopten las mismas no se hará referencia
a títulos profesionales, si no los po;ee la
totalidad de los componentes".
La segunda parte de la temática refe-
rente a la reglamentación profesional co-
rresponde a las normas sobre la creación de
la Matricula y los requisitos para la ins-
cripción en la mi-ma. ya que es condición
indispenyable la matriculación para el e.ier-
cicio profesional dentro de la jurisdicción
respectiva.
En forma correlativa, se crean y regla-
mentan los consejos profesionales cuyas
funciones nueden clasificarse en las siguien-
te:: "a) Velar por el cumplimiento de las
disposiciones dictadas para el ejercicio pro-
fesional; b) Someter a los poderes públi-
cos. .. los estatutos medidas y reglamentos
necesarios para la mejor' aplicación de la
ley; c) Organizar y llevar las respectivas
matrículas, comunicando periódicamente las
nóminas de las personas que se hallen en
condiciones de ejercer; d) Expedir las co-
rr-sDondientes credenciales; e) Aplicar las
sanciones ertablecidas. orevio juzgamiento
de las conductas; f ) Estudiar el alcance de
los títulos; g) Denunciar, querellar y estar
en juicio: h) Dictaminar por orden judicial
o a solicitud de autoridad competente, so-
bre asuntos relacionados con el ejercicio
profesional siempre que ello impliaue la
producción de una pericia y la aplicación
de la ley del arancel; i) Actuar, a pedido de
las partes como arbitro o amigable compo-
nedor, en las cuestiones que se suscitaren
por la aplicación de la ley del arancel"
(Confr. dec. ley cit.).
La reglamentación profesional es una es-
tructura que presenta una serie de temas
que son comunes a las distintas leyes re-
glamentarias dentro de las respectivas ju-
risdicciones. Su conjunto, con diferencia
de detalléis sigue un lincamiento común que
se parcibe a través del estudio y comenta-
rio de los textos legales. En definitiva, toda
la estructura va encaminada hacia la tesis
del tribunal de ética, es decir que robre la
base de considerar al ejercicio profesional
como una dignidad. Los colegiados deben ser
juzgados por sus pares en las cuestiones
relacionadas con el ejercicio profesional.
VI. Diversos aspsctos de la ingeniería legal
La temática de la ingeniería legal, se com-
plementa con diversas cuestiones del dere-
cho y de la economía, de especial aplicación
a los problemas del ejercicio de la ingenie-
ría por cuanto los distintos aspecto:; que
dicho desarrollo produce dentro del com-
plejo moderno, requiere la aplicación de esa
normatividad. Se tratarán a continuación:
a) El sujeto de la empresa implica la re-
lación con la organización jur'dica de la
misma. El estudio del concepto persona y la
división entre las clases de persona de exis-
tencia viable y personas de existencia ideal,
llevan a la comprensión conceptual de la
cuestión sujeto de empresa. Además, la re-
lación patrimonial es un elemento necesa-
rio para considerar el aspecto jurídico con
el económico y contable.
En un sistema de contratación empresa-
ria, el estudio de estos principios es un pro-
legómeno nece-ario para conceptualizar el
desarrollo de lo que podría llamarse la or-
ganización contractual de los trabajos como
una de las funciones, tanto de la empresa
de construcciones como de la empresa de fa-
bricación o manufacturera.
b) En segundo lugar puede agregarse el
estudio de los principios de organización y
dirección. Aún cuando en sus comienzos
este aspecto no ha sido incluido dentro de
los ternas conocidos de la ineeniería legal,
es indudable que una amplia concepción
de la función empresaria no puede dejar
de lado la contemplación del aspecto orga-
nizativo empresario. Asi mismo, debe in-
cluirse el estudio de lo? principios del go-
bierno de li empresa, dentro de un sistema
de estructura de organización planeada, sus-
ceptible de graficación, para obtener la vi-
sión de conjunto, y al mismo tiempo, para
dar el desarrollo de las organizaciones del
equipo empresario.
c) En tercer lugar debe incluirse el tra-
tamiento de las relacionen humanas. Esta
parte de los temas debe considerarse desde
tres aspectos distintos: 1. En primer lugar,
con relación a las actividades dentro de la
empresa, es decir, a los problemas inheren-
tes a la contratación del personal la selec-
ción científica, el adiestramiento la salud
y la higiene preventivas, la ingeniería de
seguridad, la prevención de accidentes, y el
registros y estadísticas de los mismos; 2. Re-
laciones humanas de la empresa y su rela-
ción con el mundo ¿ocial, la consideración
de los antagonismos económicos, la educa-
ción y la labor educativa estatal y privada,
los medios educacionales, los problemas so-
ciales y su consideración con los intereses
de empresa; 3. La legislación del trabajo y
la previsión social-
d) En cuarto lugar el estudio de la ha-
cienda y el régimen patrimonial de la em-
presa, su concepción y el aspecto jurídico.
Para ello, debe incluirse el tratamiento
del derecho de dominio, y sus caracteres;
y conjuntamente, el condominio y la me-
dianería. Las restricciones v límites al do-
minio son motivo de un análisis especial
por cuanto debe procederse al estudio com-
pleto de las disposiciones particulares con
respecto a la edificación y rus distintos pro-
blemas. También dichas reglamentaciones
deb?n ser estudiadas con respecto a la dis-
posición de los establecimientos industria-
les, clasificación de los edificios, la situación
de los departamentos y los servicios auxi-
liares de conformidad con las reglas que a
tal efecto se han expuesto por las experien-
cias sobre el particular.
Y como un corolario dentro de esta par-
te debe buscarse la relación con los prin-
cipios jurídicos, aplicación e interpretación
referentes al régimen de la propiedad ho-
rizontal como un problema de la ingeniería
de construcciones, inclusive el problema de
tasación y el régimen catastral. También se
incluyan el estudio de los principios gene-
rales respecto de las servidumbres y expro-
piación por cau~a de utilidad pública, por
cuanto estos institutos se vinculan con
distintas manifestaciones de la actividad
técnica de gran aliento y su concordante
con la actividad privada.
e) El quinto tema, lo constituye el estu-
dio de la tasación y los métodos de tasa-
ción. Para ello, coresponde buscar su ubi-
cación dentro de la teoría general de los
vplores y su relación con la clasificación
axiológica, por cuanto el fenómeno de tasa-
ción constituye exclusivamente la medición
del valor útil en moneda. Y por supuesto
éste es apenas un aspecto del estudio gene-
ral de los valores.
La metodología, de determinación de las
tasaciones, es solamente una práctica de la
aplicación del sistema, que constituye evi-
dentemente un complemento de interés..
f) Organización administrativa. Consiste
en otro de los capítulos que guardan rela-
ción con los temas específicos de la inge-
nier'a legal. Es el estudio de los medios de
registración e información a los fines del
contralor de las funciones. Típicamente es
un tema de la organización de empresas y
del mismo solamente deben tomarse los
aspectos técnicos necesarios para la vin-
culación jurídica.
g) También se incluyen el análisis de al-
gunos aspectos del régimen jurídico de la
administración pública y del derecho admi-
nistrativo como es todo lo concerniente a
vialidad, pavimentación, vivienda, obras
sanitarias, infra-estructuras, energía, aguas;
y las normas referentes a la concesión y
contrato de obras públicas.
VII. La ejecución de obras y trabajos.
Si dentro de la enumeración de temas que
comprende la ingeniería legal se ha dejado
aparte lo concerniente a la ejecución de
obras y trabajos, ello se debe a que los mis-
mos adquieren un carácter de especialidad
en cuanto a sus relaciones con su actividad
técnica.
Hay dos tipos de ejecución de trabajos:
primero los que corresponden a la empresa
de construcciones, es decir, la construcción
de edificios, caminos, canales, puentes, di-
ques, estructuras técnicas, y todo lo con-
cerniente a la industria de la construcción;
segundo, los trabajos relativos a la empresa
de fabricación, ya se trate de labores co-
rrespondientes a procesos continuos, repe-
titivos, o intermitentes, cuya contratación o
pedido se efectúa por terceros; y por últi-
mo, los tipos de instalaciones y trabajos
correspondientes a energía eléctrica o hi-
droeléctrica.
La organización contractual del trabajo
de construcciones, se refiere al análisis de
los elementos de este tipo de contratos. La
organización contractual se divide en cinco
etapas: a) anteproyecto; b) proyecto; e)
contrato; d) ejecución; e) recepción. Los
mismos corresponden cronológicamente al
desenvolvimiento de los trabajos en el or-
den contractual.
En cuanto a las partes del proyecto y con-
trato ellos son cuatro a saber: memoria des-
criptiva; planoo; pliego de bases y condi-
ciones; y finalmente mediciones y presu-
puesto.
La memoria descriptiva, es la que define
y decide todos los demás elementos del
proyecto, y puede decirse que constituye
un índice y resumen del mismo. Puede afir-
marse que la memoria descriptiva es a lo
técnico, como el pliego de bases y condicio-
nes es a lo jurídico del proyecto y contrato.
Sin embargo, si se considera que jurídica-
mente la ejecución de los trabajos de cons-
trucción es locación de obra y que éste es
un contrato de resultado, el elemento de la
memoria descriptiva es un índice elocuente
de la interpretación, a los efectos de deter-
minar los resultados que se han tenido en
cuenta para la contratación de los trabajos.
Las partes de la memoria descriptiva son:
a) generalidades; b) elección de soluciones;
OMEBA - XV - 50
c) recepción del proyecto; d) cálculos; e)
resumen; f ) ordenación del proyecto.
La segunda parte, es el pliego de bases
y condiciones, que específicamente se refie-
ren al aspecto contractual y jurídico. El
pliego está formado por cláusulas que pue-
den clasificarse en las siguientes: a) cláu-
sulas administrativas y pre-contractuales;
b) condiciones generales; c) condiciones
económicas de la ejecución y liquidación;
d) condiciones técnicas de ejecución, prue-
ba y suministro de materiales- El pliego de
bases y condiciones requiere las siguientes
cualidades: moral, conciso, completo, y
apropiado.
Los planos pueden ser: 1) Planos de an-
teproyecto; 2) planos de proyectos; 3) pla-
nos de obras; y 4) planos de liquidación.
También los planos pueden clasificarse por
orden de proyecto y por orden de ejecución.
Se complementan con otros elementos como
son las maquetas, fotografías, folletos, y
muestras.
Los cómputos y presupuestos, son temas
que específicamente corresponden a la eco-
nomía y organización de obras a los efec-
tos del estudio y técnica del cómputo mé-
trico. En cuanto a los presupuestos, 'incluye
el cálculo de costos y análisis de precios, que
son elementos de gravitación en el orden
contractual.
En la empresa de fabricación, la organi-
zación contractual, presenta marcadas va-
riaciones por cuanto se halla fuertemente
influenciada por una técnica comercial, la
que a su vez se rige por una normatividad
de Derecho comercial que presenta todos los
caracteres de esa elasticidad y rapidez en
las transacciones. Las especificaciones téc-
nicas por supuesto también existen.
VIII. Conclusiones. Tai vez, si se piensa
en adoptar la temática al complejo moder-
no, es evidente que la disciplina pudiera
ser una síntesis de todo ese conjunto de
relaciones jurídicas, económicas y organiza-
tivas que se presentan entrelazadas en el
orden social.
En la generalidad de los casos, de las re-
laciones mundanas, las distintas situaciones
que se colocan para el estudio del profe-
sional o del investigador, cualquiera que sea
su especialidad, y dentro del aspecto que se
trata en esta exposición, lo son con una
normatividad compleja, en la que hay rela-
ciones jurídicas, económicas, y sociales con-
cadenadas o entrelazadas. Por ejemplo: Un
contrato de locación de obra no es una sim-
ple relación jurídica, sino que está condi-
cionado a una serie de factores de otra
índole, de las leyes económicas de la oferta
y la demanda, de precio, inflación, etc. que
al traducirse al mundo jurídico le llevan a
una complejidad fácilmente perceptible-
 Si se traslada este simple ejemplo al or-
den empresario, entonces se advierte la
magnitud del planteo.
En la promoción y organización de una
empresa hay una técnica, susceptible de
análisis con arreglo a principios científicos,
que indudablemente juega en relación con
la economía de empresas, tanto en el orden
nacional como en el internacional. A ello
debe agregarse el elemento de la norma-
tividad jurídica que se presenta en forma
coadyuvante en cada caso particular.
La empresa no se instala en el mundo
de la economía solamente, por nías com-
plejo que éste sea, sino que además se ins-
tala y desarrolla en un mundo jurídico. La
empresa se desarrolla dentro de un estado
jurídicamente organizado con un esquema
político constitucional y una legislación ge-
neral, especial, y de emergencia en diversas
épocas. Pensar en la empresa sin considerar
el factor jurídico, es dejar de lado un ele-
mento de suma ponderación, y analogada-
mente, colocarse dentro de un orden jurí-
dico sin considerar la realidad de la eco-
nomía empresaria, es también restarle un
elemento necesario para completar la apre-
ciación total.
Este complejo de la economía y juridici-
dad modernas, tiene su técnica-aplicación,
que constituye la organización y adminis-
tración de empresas, tanto en lo referente
a la organización del ente-empresa como
en lo concerniente a la organización de la
labor-empresa. Si se trata de una empresa
de construcciones, por ejemplo, hay orga-
nización del ente-empresa en la determina-
ción de su estructura, los principios de di-
rección, en la composición de su hacienda,
etcétera. Pero en la organización de la la-
bor-empresa, como puede ser la realización
de un puente, un camino, un edificio de
varios pisos, hay la conjunción de una nor-
matividad y una técnica, cuyo complejo
tratamiento es susceptible de planteos de
un cientificismo con arreglo a sistemas.
BORJOGHAPU. — Cósalo, C., La valoración jurídica
y la ciencia del Derecho, Bs. Aires, 1954. — Da ven-
port. H. J.. Economía de la empresa, traducción,
Madrid, 1953. — Dunrteu, M., Técnica de la arqui-
tectura y arquitectura legal, Bs. Aires, 1913. —
Schnelder. E., Teoría económica. Plan económico
y equilibrio, traducción, Madrid. 1960. —.Vlvanco
Bergamin, I., Organización de la» obrat, Madrid,
1858.
INGRESOS FISCALES.* SWMABIO: 1. Dia-
tinción de los ingresos fiscales de los recur-
sos patrimoniales. 2. El impuesto. 3. Las
tasas. 4. Las contribuciones de mejoras.
5. Las multa».
1. Esta expresión hace referencia a los
recursos financieros del Estado, los que
• Por el Dr. ADOUO A. AMATA.
constituyen la contra-partida de los gastos
públicos. Los mismos interesan a la activi-
dad financiera, que "es la acción que el Es-
tado desarrolla al efecto de procurarse los
medios necesarios a los gastos públicos para
la satisfacción de las públicas necesidades
y, en general, para la satisfacción de sus
propios fines", según Oriziotti (i). Este, que
distingue además las necesidades en indi-
viduales, colectivas y públicas, señala que
las últimas competen al ente político.
Los ingresos fiscales no son los exclusivos,
recursos del Estado- Impuestos, tasas, con-
tribuciones de mejoras, rentas de los bienes
patrimoniales, precios de empresas públicas/
empréstitos integran las diversas fuentes
rentísticas de aquel ente público.
Una clasificación muy difundida entre los
tratadistas, distingue ingresos originarios o
de Derecho privado e ingresos derivados o
de Derecho público. Flora (2) expresa que
aquellos se obtienen del propio, patrimonio
del Estado, constituyendo el dominio fiscal,
que se divide en dominio real, industrial y
comercial. Estos, en cambio, son las pres-
taciones de los particulares en las variadas
especies tributarias. El Estado cuenta, por
lo tanto, con las entradas de sus propios
bienes, y con las provenientes de la riqueza
de los subordinados. Atinente a esto, dis-
tintos recursos estatales, Seligman (*) men-
ciona los recursos gratuitos, contractuales
(propiedad e industrias públicas) y obliga-
torios derivados éstos del llamado dominio
eminente (expropiación), del poder penal
(multas y penalidades) y del poder fiscal
(impuestos, tasas y contribuciones especia-
les). Esta última categoría es la que per-
tenece al Estado en su condición de ente
soberano, y es la correspondiente al estado
organizado.
En la evolución de los ingresos estatales,
constituidos hoy predominantemente por los
fiscales, Duverger (<) advierte que, conocido
el impuesto en la antigua Roma como una
expresión del mismo Estado, con el adve-
nimiento de la Edad Media, al desaparecer
la concepción del ente público, coetánea-
mente se desconoció al impuesto. En ese pe-
riodo histórico, las rentas de las propiedades
del rey formaban el tesoro público. Había
un predominio de las entradas patrimonia-
les, aunque se conocían diversas formas de
prestaciones a cargo de los campesinos, y
el régimen de las "ayudas" empleado para
(1) Principios de política. Derecho y ciencia de
la hacienda, trad. de Enrique R. Mata, p&gs. 7 y 32,
Ed. Reus, 1935.
(2) Ciencia de la hacienda, trad. de Vicente
Gay, t. 1, págs. 133 y 134, Madrid, 1806.
(3) Basáis sur l'impót, trad. de Louis Suret, t. 2,
pag. 173.
(4) Instituciones financieras, trad. de Jacinta
Ros HombravelSa, págs. 77 y 78.
percibir rentas, pero la noción de impuesto
aparecia confundida con la de renta pa-
trimonial. En los tiempos contemporáneos,
la organización del estado significó al mis-
mo tiempo el desarrollo del impuesto y el
retroceso de los ingresos patrimoniales. La
presente centuria, al calor de las tenden-
cias estatistas, ha marcado un resurgimien-
to de ellos bajo nuevas formas.
Esta breve introducción relativa a la cla-
sificación a las entradas estatales permite
caracterizar a los ingresos fiscales, que per-
tenecen a la facultd de imposición del Es-
tado. Bielsa ( 5 ) considera que esa atribu-
ción del ente público es una manifestación
del poder del Estado y no de su soberanía,
desde que ésta entraña un concepto rela-
cionado con el orden internacional, en tanto
que aquél se refiere al orden interno. Estos
recursos, establecidos por la voluntad uni-
lateral del Estado, crean un vínculo jurí-
dico con el obligado al pago de los mismos,
que es la obligación tributaria, de la cual
es el sujeto activo el Estado-fisco.
La voz fisco proviene del latín fiscus (es-
puerta para recoger fondos). Conoció la an-
tigua Roma primeramente en la época de
la república el aerarium populi o senatus,
Augusto instituyó además el aerarium mi-
litare (caja militar) y el fiscus (caja par-
ticular del emperador). Las variadas rentas
ingresaban en esas cajas. La última, ade-
más, incluyó los beneficios de los bienes
particulares del emperador, los regalos de
las ciudades, las multas por infracción de
las leyes de aduanas, los bienes vacantes y
los legados a favor del príncipe ('). Con el
transcurso de los años, el fisco adquirió ma-
yor importancia con el proceso de concen-
tración de poder del gobernante, en cuyas
manos quedó el manejo de la hacienda. Se
produjo la absorción de los recursos por el
fisco en menoscabo del erario y tiempo des-
pués se confundieron las entradas estatales
con la riqueza personal del príncipe ( 7 ).
Manifiesta Linares Quintana ( 8 ) que, "el
sujeto activo de la obligación fiscal es el
Estado-fisco, el cual percibe el tributo del
contribuyente ejercitando el poder impo-
sitivo". Andreozzi (»), por su parte, entiende
que cabe distinguir el Estado y el fisco.
El primero es un ente político indepen-
diente y soberano. El segundo es una forma
de realización de esa soberanía, que carece
(5) Estudios de Derecho público, "Derecho fis-
cal", paga. 133 y 134.
(6) Maynz, C., Curto de Derecho romano, t. 1,
pág. 282.
(7) Sálnz d« Bujanda, P., Hacienda y Derecho.
pág. 168.
(8) £1 Poder Legislativo y la libertad individual,
pág, 07.
(9) Derecho tributario argentino, t. 1. págs. 229
y 230.
de una personalidad determinada, que sólo
puede derivar de la ley que lo organiza en
los estados- Asi, "en unos, será una simple
ficción del Estado mismo; en otros un or-
ganismo adminstrativo". Pero el fisco no os
de modo alguno una entidad distinta sino
dependiente del Estado. Es este mismo, "es-
tado en sentido lato (nación, provincia o co-
muna) investido de autoridad para exigir
el cumplimento de la obligación legal im-
positiva" como señala Bielsa (10).
2. El impuesto, el más importante de los
ingresos tributarios de los estados, está ca-
racteriado por su obligatoriedad. Vocablo
derivado del verbo imponere, que significa
imponer, cargar, hacer recaer, y de él el
sustantivo impositum, su noción ha sufrido
variaciones con el corre de los tiempos.
Montesquieu (") se ocupo del mismo y
expuso la teoría denominada la prima del
seguro. Entendió que "las rentas del Es-
tado son una parte que da cada ciudadano
de lo que posee para tener asegurada la
otra, o para disfrutarla como le parezca".
Est concepción fue seguida por otras, entre
ellas, la del anticipo, expuesta por Ricardo
(i 2 ). Consideró este economista que "los
impuestos son una parte del producto de la
tiera y del trabajo puesta a disposición del
gobierno; y se pagan siempre, en último
término, deduciéndolos del capital o de las
rentas de un país".
Mas tarde, otros tratadistas participaron
de la opinión que io considera la cuota par-
te de la riqueza entregada por los particu-
lares al Estado. Nitti ("), pertenece a esta
corriente al definir al impuesto como "una
cuota parte de la riqueza que los ciudada-
nos dan obligatoriamente al Estado y a los
entes locales del Derecho administrativo
para ponerlo en condiciones de proveer a
la satisfacción de las necesidades colecti-
vas".
Jéze O-») menciona en una definición los
distintos elementos que tipifican el impues-
to, a saber: la entrega de valores pecunia-
rios y no la prestación de servicios perso-
nales, la ausencia de contra-prestaclón por
parte del Estado, el pago coactivo y no vo-
luntario de los contribuyentes, la recauda-
ción de aquellos de acuerdo a reglas fijas,
el destino de esas sumas al pago de los gas-
tos de interés general y la obligación de
satisfacerlas en razón de pertenecer los in-
(10) Ob. cit.. pág. 677.
(11) £2 espíritu de las leyes, trad. de N. JSsté-
vanez, t. 1. pág. 306, EcJ, Oarnler linos.
(12) Principios de economía política y tribu-
tación, pAg. 123. Eíl. Claridad. 1941.
(13) Principios de la ciencia de la» finanzas,
pág. 280.
(14) Cours élémentaire de sctence des /«nanee»;
pág, 384. París.
divídaos a una comunidad políticamente Tiene además un radio de acción ilimitado
organizada. que se extiende a todos los habitantes de
Estas opiniones, sin embargo, no consig- un Estado («>) -
nan un elemento muy importante en la ca- Se trata de un ingreso destinado a sa-
racterización del impuesto, que es la auto- tisfacer las necesidades públicas, que son
rización legal- Oiannini («) ensaya una de carácter general. La distribución de la
definición que alude expresamene a ella. carga fiscal que realiza de acuerdo a la ca-
Sostiene que "el impuesto es uña prestación pacidad contribuitiva, procurando satisfacer
pecuniaria que un ente público tiene dere- asi una aspiración de justicia. Desde las épo-
cho a exigir en virtud de su potestad de cas más primitivas hasta la era contempo-
imperio, originaria o derivada, en los casos, ránea se ha transformado la noción del im-
en la medida y según los modos estable- puesto, que hoy se pretende fijarlo de acuer-
cidos en la ley, con el fin de conseguir un do a los cánones de la justicia. Además del
ingresó". mencionado principio de legalidad, se han
La autorización legal del impuesto es una formulado otros. La igualdad o uniformidad
conquista de los subordinados al poder tri- y la generalidad o universalidad.
butario del Estado. El principio de legalidad, La igualdad fiscal es indudablemente una
enunciado con la expresión nullum tribu- consecuencia del postulado de la igualdad
tum sine lege constituye una garantía de ante la ley, sostenido por las tendencias
los contribuyentes. Largas luchas se enta- democráticas de gobierno. En un sentido
blaron con el despotismo en procura del amplio incluye en primer término a la ge-
establecimiento de los tributos por medio de neralidad gravando a todos aquellos que se
la ley. Inglaterra, Francia y Estados Uni- encuentran en las mismas condiciones y, en
dos cuentan con significativos anteceden- segundo término, a la igualdad propiamen-
tes. En la primera nación se conocen tres te dicha o uniformidad, que significa obli-
importantes documentos: La Carta Magna gar a pagar la misma cuota a los que tienen
de 1215, la Petítion of Rights, de 1628 y el idénticas riquezas (2°). En ese primer sen-
Bill of Rights, de 1688; en la segunda los tido, la doctrina de la Corte Suprema de la
llamados estados generales y la asamblea Nación, interpretando el artículo 16 de la
nacional de 1789; en la tercera la Constitu- Constitución Nacional ha sentado que ella
ción de 1777. Desde que, de acuerdo a Jelli- "no es otra cosa que el derecho a que no se
nek ( 16 ), "la idea de auto-obligación del Es- establezcan excepciones o privilegios que ex-
tado respecto a su derecho ha desempeñado cluyan a unos de lo que se concede a otros
un papel importantísimo en la formación en iguales circunstancias, creando distin-
del constitucionalismo moderno", la legali- ciones arbitrarias, injustas u hostiles contra
dad fiscal es, por lo tanto, un lógico coro- determinadas personas o categorías" (21).
lario de esos acontecimientos históricos. En ese otro sentido, el Alto Tribunal ha sos-
El impuesto es un recurso percibido por tenido que "la igualdad en materia impo-
el Estado en forma coactiva de las personas sitiva se cumple cuando en condiciones aná-
o entes que obtienen beneficios generales o logas se imponen gravámenes iguales" (22)
particulares de la actividad del ente público, y que ella "no impide la formación de ca-
y al cual están subordinados por la perte- tegorías que no sean arbitrarias ni en odio o
nencia política, económica y/o social. El favor de personas ni fijar escalas progre-
principio de la capacidad contributiva lo sivas o progresionales" (23).
gobierna y constituye el-criterio distribui- 3. La tasa constituye igualmente un in-
tivo de la carga impositiva. El mismo im- greso fiscal. Su noción ha sido bastante
porta la discriminación de las rentas del discutida
contribuyente, las deducciones de gastos de concuerdanpor en
los especialistas, los que no
sus conclusiones. Asimismo
producción, de cuotas de manutención y
consumo físico de maquinarias, cuotas de puede observarse que determinados servi-
seguro, de excepciones por cargas de fami- cios públicos que en un comienzo fueron
lia, de las rentas mínimas, entre otros ele- costeados mediante las tasas, lo fueron con
mentos determinantes del mismo" ("). Está posterioridad por medio de los impuestos,
destinado a satisfacer los servicios indivi- cuando aquellos interesaron a toda la co-
sibles y generales de la colectividad, se apli- munidad.
ca costear los gastos permanentes del go-
bierno y a amortizar la deuda pública (i»). (19) Elnaudl, L,, Principios de hacienda públi-
ca, pág. 92, Ed, Aguilar, 1948.
(15) Instituciones de Derecho tributario, trad. (20) López Várela, L. M., Principios jurídicos
de Fernando Sálnz de Bujandn, pág. 46. de los impuestos, pág. 40.
(16) Teoría general del Estado, trad. de Fer- (21) Fallos, t. 199. pág. 160.
nando de'los Ríos Urrutl. t. 1, pág. 472. (22) Jbid., t. 184, pág. 592; t. 188, pág. 465;
(17) Grtzlotti, B., ob. clt., págs. 107 y sigs. t. 190, pág. 231.
(18) Sellgman, E., ob. clt., t. 2, págs. 161 y 152. (23) Ibid., t. 190. pág. 231.
 Wagner («*) la distingue del impuesto-
Ambos son recursos estatales establecidos
por servicios públicos. Pero la tasa importa
para el contribuyente la contra-partida de
una intervención a cargo del ente guberna-
tivo de la cual recibe un provecho indivi-
dual, de tal modo que sólo se es deudor
de tasas en situaciones particulares.
Nitti («O caracteriza a la tasa como la
compensación de un servicio obtenido, en-
tendiendo que la misma es una fuente ren-
tística intermedia entre los ingresos de De-
recho público y los de Derecho privado.
Buzo (2«), más radical aún, sostiene que
ella no constituye un ingreso percibido por
el Estado en el ejercicio de su soberanía po-
lítica, sino en razón de su facultad de in-
dustrial que le pertenece. Jéze W), en cam-
bio, afirma que la tasa se vincula con un
servicio de naturaleza no comercial ni in-
dustrial, si bien admite una relación de
prestación y de contra-prestación. Según
Seligman (28) ia tasa es una manifestación
del poder fiscal que difiere de los ingresos
denominados contractuales y los provenien-
tes del poder de expropiación y del de po-
licía. 2fl
Flora ( ) la define como "la cuota parte
del costo de producción de los servicios pú-
blicos divisibles, que los particulares satis-
facen al Estado, según su individual y efec-
tivo consumo de tales servicios". Giannini
(so) afirma que "es la prestación pecuniaria
debida a un ente público, en virtud de una
norma legal y en la medida que en ésta se
establezca, por la realización de una acti-
vidad del propio ente que afecta de31
modo
particular al obligado". Duverger ( ) con-
sidera que "es el precio pagado por el usua-
rio de un servicio público en contrapartida
de las prestaciones y ventajas que obtiene
de tal servicio".
Interesa destacar que la tasa es un in-
greso obtenido por el Estado en ejercicio
de su soberanía. Ahumada (32) la define por
ello como "un derecho que se percibe por
el Estado como persona soberana, por ser-
vicios o prestaciones especiales o individua-
lizables, de carácter jurídico-administrati-
vos organizados con fines colectivos y que
lo naga el usuario a su solicitud". Bielsa
(33), que no admite la noción de soberanía
(24) Traite de la science des finances, trad. de
Ju'.es Ronjat, t. 2, pág. 16.
(25) Ob. cit., pág. 243.
(26) Curso de finanzas, t. 2, pág. 29.
(27) Ob. cit., pág. 335.
(28) Ob. cit., t. 2 págs. 135 y 136.
(29) Ob. cit., t. 1, pág. 187.
(30) Ob. cit., pág. 50.
(31) Ob. cit., pág. 82.
(32) Tratado de finanzas públicas, 1956. t. 1,
pig. 240.
(33) Derecho administrativo, 4» ed., t. 3, pági-
nas 309 y siga.
aplicable al orden interno y sí el poder de
imperio, considera que es "la cantidad de
dinero que percibe el Estado (nación, pro-
vincia, comuna o entidad autárquica) en
virtud y con- motivo de la prestación de un
determinado servicio o un uso público o de
una ventaja diferencial, proporcionada por
ese sei vicio o uso". Ambos expositores la
distinguen del precio, que pertenece a los
llamados recursos originarios del Estado,
sosteniendo el primero que éste es expresión
monetaria del valor y responde a la teoría
del cambio, en tanto que el segundo advierte
que el precio corresponde a un servicio pres-
tado por el ente estatal en un régimen de
libre concurrencia, mientras que la tasa se
refiere a un servicio público del Estado sobre
el que existe un monopolio de jure.
La tasa responde al principio de la con-
tra-prestación, que rige igualmente al precio
en la economía privada, pero ella es una
exacción percibida por servicios administra-
tivos que no son confiados a los particula-
res- Por otra parte, está gobernada por la
teoría del costo, aunque a veces puede ser
inferior al mismo (3*). Hay, desde luego,
una correlación entre el importe abonado
en concepto de tasa por el contribuyente y
el servicio suministrado por el Estado que es
divisible, y que procura una ventaja dife-
rencial al particular. Está afectada, por lo
tanto, a un servicio determinado y no a los
generales del Estado, lo que le confiere un
carácter más predominantemente adminis-
trativo que fiscal ( M ) . Las tasas no son obli-
gatorias, ya que al particular no se le exige
usar el servicio. Pero el monopolio estatal
de ciertas actividades que son costeadas me-
diante tasas, las convertiría en forzosas. Se
trataría de una coacción indirecta (««). Ati-
nente a la época de pago, este ingreso se
abona en todas las oportunidades en que se
requiere el servicio estatal, por lo que su
pago es irregular (3').
4. La teoría de la contribución de mejoras
es más bien reciente, si bien es una figura
tributaria que reconoce antecedentes en
otras centurias. Tratadistas ingleses y norte-
americanos se han ocupado de estudiarla,
designándola mediante las expresiones beí-
terment tax y special or local assessment,
respectivamente, en las afirmaciones de Pier-
son (38). Este, sin embargo, precisa un ma-
tiz diferencial entre ambas denominaciones.
Manifiesta que la primera corresponde a
un gravamen fiscal establecido para sufra-
(34) Grlzlottl, B., ob. cit., págs. 103 y 106.
(35) Bielsa, R,. ob. cit., t. 3, págs. 309 y 310.
(36) Oria, 8., Finanzas, t. 1, pág. 572.
(37) López Várela, Cuestiones económicas y fi-
nancieras, pág. 40.
(33) Les revenus de l Etat, trad. de Louls Surct
págs. 231-233, París, 1913.
gar gastos realizados por consideraciones de
índole general, pero que originan una va-
lorización de determinados inmuebles, en
tanto que la segunda designa la exacción
que costea las erogaciones destinadas a be-
neficiar a ciertas propiedades
Según Seligman (»»), a pesar de que las
contribuciones especiales ostentan una his-
toria que se estima específicamente ameri-
cana, un antecedente remoto se encuentra
en un edicto de la antigua Roma, hasta que,
siglos más tarde, se conoció en Inglaterra
en los años 1250 con motivo de obras de
desecación de pantanos y 1662 en ocasión
del ensanche de las calles de Westminster.
Luqui ( 40 ) menciona otros precedentes en
Francia en 1672 y 1807 y las modernas or-
denanzas inglesas de fines del pasado siglo
y comienzos del presente.
Ruzo («) ubica esta categoría tributaria
dentro de las tasas, considerando que es una
división de las mismas, denominándola tasa
de mejoras. Esta apreciación no es compar-
tida por la gran mayoría de los especialis-
tas. Seligman («) ia define como "la con-
tribución obligatoria percibida en propor-
ción de los beneficios especiales obtenidos,
para cubrir los gastos especiales de una me-
jora especifica de la propiedad, realizada
en el interés público". Einaudi («), por su
parte, la caracteriza como "la compensa-
ción pagada con carácter obligatorio al ente
público con ocasión de una obra realizada
por él con fines de utilidad pública, pero que
proporciona también ventajas especiales a
los particulares propietarios de bienes in-
muebles".
Señala López Várela («) las diversas si-
tuaciones que pueden presentarse cuando
el ente estatal realiza obras públicas, por
ejemplo: abrir calles, desagües, puentes, di-
ques, pavimentación, etcétera. Habrá casos
en que las mismas originarán un beneficio
de carácter general, sin que pueda deter-
minarse la presencia de pobladores especial-
mente beneficiados; por ende, se trataría
de un servicio de carácter indivisible. En
otras situaciones, por el contrario, aquellas
pueden beneficiar exclusivamente a un
grupo diferenciado de vecinos. Por último,
en otras circunstancias, estas realizaciones
estatales pueden satisfacer simultáneamen-
te un interés general, que alcanza a toda
la colectividad, y un interés especial, que
comprende a un sector determinado de la
población. En esos ejemplos corresponderá
(39) Ob. clt., t. 2, págs; 145 y 178.
(40) La contribución espiritual de mejora* en
la República Argentina, pág. 36.
(41) Ob. clt., t. 2, pég. 34.
(42) Ob. clt., t. 2. pég. 147.
(43) Ob. clt., pág. 88.
(44) Ob. ctt., pág, 26.
aplicar los principios de la capacidad con-
tributiva (que rige al impuesto), del bene-
ficio (que gobierna a la contribución de me-
joras) y de la capacidad contributiva y
del beneficio, respectivamente.
El beneficio es el fundamento de la con-
tribución de mejoras. Expuesto dicho prin-
cipio claramente por Seligman («), si el
ente público realiza un cierto gasto del que
deriva un aumento ostensible y mensurable
de valor de algunos bienes, es justificable
que imponga un tributo especial al propie-
tario para sufragar aquella erogación. Los
dueños de los inmuebles obtienen una va-
lorización de los mismos, la que, desde luego,
es extraña a su esfuerzo personal- Esta cir-
cunstancia ha facilitado la confusión de
este gravamen tributario con los impuestos
al mayor valor, desarrollados por las teorías
del unearned increment de Stuart Mili y de
impuestos por devolución o plusvalía de
Wagner. Pero cabe distinguir, no obstante,
la contribución de mejoras special nssess-
ment y el impuesto al mayor valor, que son
dos categorías tributarias distintas. En am-
bas, la carga fiscal reconoce un incremento
as valor de los inmuebles, pero en la pri-
mera la causa de la valorización es una
obra realizada por el Estado, en tanto que
en el segundo hay diversas circunstancias
sociales, entre ellas, el aumento de la po-
blación, el mejoramiento de las comunica-
ciones y transportes, la importación de ca-
pitales, la estabilidad política, la facilidad
del crédito, la moda ( 4 «).
Destaca López Várela («) que si bien el
fundamento económico de esta figura fi-
nanciera es el beneficio, desdé el punto de
vista del Derecho privado la institución del
enriquecimiento sin causa justifica igual-
mente este ingreso fiscal.
Es un tributo que determina un beneficio
individual que es mensurable y que, por en-
de, debe 'ser proporcional a ese beneficio.
Exacción establecida para sufragar los gas-
tos de mejoras locales específicas, en la cual
hay una relación de equivalencia, de dar y
tomar, entre el fisco y el contribuyente,
aumenta, por otra parte, el capital fijo de
la comunidad ( 4S ). Caracterizado este in-
greso por su obligatoriedad, es una compen-
sación por sevicias divisibles que se paga de
una sola vez por una categoría de contri-
buyentes limitados territorialmente ( w ). Im-
porta, desde otro punto de vista, una de-
volución el ente público del aumento de
(45) Ob. cit., t. 2, pág. 198.
(46) Becú, T., Impuestos al mayor valor de <•
propiedad inmueble, págs. 137. a 147 y 187-. •
(47) Ob. clt., pág. 46.
(48) Seligman. E., ob. cit., t. 2, págs. 149 a 162.
tf9) Einaudi, L., op. cit., págs. 88 y s'.gs.
 valor que obtienen ciertos propietarios de
inmuebles ( M ).
La jurisprudencia de la Corte Suprema de
justicia ha sentado la siguiente doctrina:
"La contribución de mejoras se funda en el
beneficio especial producido por una obra
pública al inmueble gravado, que sólo puede,
serlo en la medida del beneficio recibido.
En lo que exceda de éste, el costo de dicha
obra debe ser pagado, como el de cualquier
otra de exclusivo beneficio público, con las
rentas generales del Estado" (51).
5. La multa es otro ingreso fiscal, con-
sistente como los anteriores en la entrega
de una suma de dinero. La misma ha dado
origen a confusiones, toda vez que abarca
sanciones aplicables a relaciones jurídicas
de diversa naturaleza, ya públicas, ya pri-
vadas. En el ámbito del Derecho privado se
conoce la multa, establecida por la ley o
por la convención, con una finalidad de
indemnización entre partes, por lo que son
extrañas al fisco- De esta manera Pessag-
no (52) distingue multas civiles, penales y
fiscales.
Ante el hecho cierto de que son sancio-
nados con multas el incumplimiento de
obligaciones fiscales, la violación de leyes
tributarias, las contravenciones de regla-
mentos gubernativos y algunas figuras de-
lictivas, se ha producido un explicable des-
orden atinenteM a la noción de la multa.
Andreozzi ( ) expresa que las multas
aplicables en el Derecho Público pueden
clasificarse en penales y no penales. Estas,
a su vez, en contravencionales y faltas dis-
ciplinarlas. Las contravencionales admiten,
por su parte, otras distinciones, a saber:
violación a preceptos laborales, multas
administrativas, multas administrativas
contractuales .e infracción a leyes tri-
butarias.
Ciertas figuras delictivas previstas por
el Código penal están sancionadas con
multas. Soler (^») afirma que son auténti-
cas penas que lesionan el patrimonio del
delincuente. Dado el carácter personal de
toda pena, no puede ser abonada por ter-
ceros ni haber solidaridad entre varios
obligados ni transmitirse por sucesión la
carga de pagarla. Señala Andreozzi (S5)
que perjudica la personalidad del autor del
hecho, ya que se registra en sus anteceden-
tes prontuariales. No se establece como re-
paración en favor del damnificado por el
delito —que puede solicitar paralelamente
(50) Greca, A., Derecho y ciencia de la admi-
nistración munnidpal, t. 3,-pág. 167.
(51) Fallos, t. 196, pág. 218.
(52) Derecho penal impositivo y procedimien-
tos pora su aplicación, pág. 29.
(53) Ob. cit.. t. 2, págs. 382 y 383.
(54) Derecho penal argentino, t. 2, pág. 437.
(55) Ob. cit..t. 2. pág. 382.
la indemnización respectiva— sino en be-
neficio de la sociedad afectada. Por otra
parte, Coloraba ( M ) agrega que ella se
impone por una sentencia judicial que lia
comprobado el hecho punible.
La multa fiscal es el efecto jurídico del
incumplimiento de la obligación tributaria
para Bielsa (5?). La misma no presupone
una intención delictiva y se aplica al mo-
roso aunque éste no sea imputable desde el
punto de vista de la responsabilidad. Asi-
mismo se debe distinguir la de la multa
administrativa no fiscal sino policial-
Las obligaciones tributarias pueden ser
incumplidas de tres modos de acuerdo a
Andreozzi (»s): 1» La falta de pago en la
época fijada por la ley. Se trata evidente-
mente de una simple mora, que no genera
responsabilidad del fuero penal; 2» La omi-
sión de la ejecución de ciertas exigencias
consignadas por la ley fiscal, como ser, la
no presentación de declaraciones juradas,
denuncias, balances, etc. Tampoco confi-
guran un hecho reprimido por la ley penal.
3° La infracción dolosa del deber fiscal,
con el propósito de evadir totalmente o
parcialmente la carga impositiva. Este úl-
timo caso constituye la defraudación fis-
cal, castigada ya por la legislación repre-
siva.
Las dos primeras especies están relacio-
nadas con el incumplimiento de la obliga-
ción pecuniaria. Acertadamente afirma So-
ler (5») que las multas previstas en ambas
"constituyen una verdadera indemnización
preestablecida para el Estado en cuanto es
fisco". La tercera categoría es distinta, y
en ese caso el Estado "crea también infrac-
ciones tendientes a tutelar la percepción de
la propia renta de la misma manera que
crea normas que tutelan el patrimonio de
los particulares". Las primeras dan lugar a
un recargo compensatorio, que no puede
convertirse; la última, en cambio, puede
ser sancionada con prisión, aunque tam-
bién mediante multa.
Estas son, en sus aspectos más someros,
las distintas clases de ingresos fiscales, los
que, al decir de Bielsa (<">) constituyen "to-
do caudal de dinero que afluye a una en-
tidad pública, en virtud del ejercicio fi-
nanciero de ésta, y que se destina a la rea-
lización de los fines de la misma".
JÜRISPEBOEHCTA. — la citada en el texto y notas.
BIBUOGBATÍA.— La Indicada en el texto y notas.
(56) "Multas civiles y multas penales", en La
Ley. t. 14, pág. 63, sec. doct.
(57) Ob. cit., t. 3, pág. 262.
(58) Ob. cit., t. 2, pág. 390.
(59) Ob. cit., t. 2, pág. 443.
(60) Ob. Cit., t. 3. pág. 218.
 INHÁBILES (DÍAS Y HORAS).*
BIO: 1. Código procesal. 2. Código Civil y
boras hábiles. 3. Calendario romano. 4. Días
fastos y nefastos. 5. Etimología de fastits.
6. Procedimiento romano. 7. Procedimiento
Imperial. 8. El pretor. 9. Derecho procesal
moderno. 10. Habilitación de dias y horas.
1. Dispone el artículo 6 del Código de
procedimiento civil de la Capital Federal
que "las actuaciones judiciales deben prac-
ticarse en días y horas hábiles, bajo pena
de nulidad. Son días hábiles todos los del
año, menos los exceptuados por la ley.
2- De acuerdo con el articulo 24 del Có-
digo civi^ es día el intervalo de tiempo que
corre de media noche a media no"he. En
principio, son hábiles todos los días del
año, menos los declarados por la ley, por
el Gobierno, o por resolución del Tribunal
de superintendencia (Reg. Just. Nac. art. 2),
feriados o no laborables. (V. DÍA CIVIL, en
esta Enciclopedia, VIII-805).
En Derecho procesal, son horas hábiles
las que median desde la salida hasta la
puesta del sol. El Código de procedimientos
de la Capital Federal no dice cuáles ton
las horas hábiles, por lo que se aplica la
ley 5, título 22, Partida 3», que dispone que
"De día e non de noche, seyendo las partes
emplazadas, deve el judgador dar su juyzio".
Este era el que los glosadores llamaban
die judiciuli, en oposición al diz naturali,
de 24 horas: Baldo en C. terminato 3 C. De
fructibus et litis expensas: Gregorio López,
glosa 6' a la ley 3, tít. 22, Partida 3'.
Según Escriche, Diccionario Razonada de
Legislación y Jurisprudencia, ed. Garnier
Hnos., París 1369, p. 561, V» Día feriado, en
estos días "no puede hacerse demanda, ci-
tación ni otra diligencia judicial, ni darse
sentencia, ni ejecutarse otro cualquier acto
de jurisdicción, pues todo serla nulo, aún
cuando interviniese el consentimiento de
ambas partes: Ley 34, tít. 2, Partida 3°;
pero si se hiciese una citación y en virtud
de ella compareciese el emplazado, queda-
ría válida la misma según la opinión de
algunos autores" (i). V. Escriche, también
Días feriados, Días Jurídicos (p. 562). Véa-
se Alsina, Tratado teórica-práctico de de-
recho procesal, i» ed. Cía. Arg. de Editores,
Bs- AS. 1941, t. I p. 765 N' 35; 2' ed., Ediar,
Bs. As. 1956, T. I p. 740, N' 35.
Todos los demás Códigos procesales de
provincias, y aún el federal (art. 67, ley 50)
están conformes con esta resolución.
• Por el Dr. ALBERTO M. ETKIN.
(1) Sin embargo Escriche cita la opinión con-
traria de Gutiérrez, y Cevallos quien expresa que
"non sería valedero, maguer fuese fecho con pla-
cer de ambas las partes" (como que no pueden
las partes renunciar lo introducido en honor de
Dios, de sus santos o de la nación").
3. La inhabilidad de los dias y horas
viene de muy antiguo.
Entre los egipcios, griegos y romanos, se
clasificaban los dias en fastos y neíastos
(v. en esta Enciclopedia, VIII, 808 la voz
DÍA NEFASTO).
El calendario era de enorme importancia
en Roma, y a Numa se atribuye la unifi-
cación y conexión de los diversos sistemas
que tenían los pueblos latinos (ferentini,
lavini, albani): v. Censorino, De die, natali,
citado por Ortolan ( 2 ). Fustel de Coulanges,
en su Cité nntique (*), dice que "todas las
ciudades tenían su fiesta para cada una
de las divinidades que habían adoptado co-
mo protectoras, y eso que solían tener mu-
chas- A medida que el culto de una nueva
divinidad se introducía en la ciudad, era
preciso consagrarle un día del año. Lo que
caracterizaba a estas fiestas religiosas era
la prohibición de trabajar, la obligación de
estar alegres, el canto y los juegos en pú-
blico. La religión añadía: "Guardaos esos
días de haceros entuerto los unos a los
otros".
"El calendario sólo era la sucesión de las
fiestas religiosas. Así fue establecido por los
sacerdotes. En Roma pasó mucho tiempo
antes de ponerlo por escrito: el primer día
del mes, el pontífice, luego de ofrecer un
sacrificio, convocaba al pueblo y decía las
fiestas que habían que observarse en el
transcurso del mes. Esta convocatoria se
llamaba calatio, de donde procede el nom-
bre de calendas que se daba a ese día.
"El calendario no estaba regulado por el
curso de la luna ni por el curso aparente
del sol; sólo lo estaba por las leyes de la
religión, leyes misteriosas que únicamente
los sacerdotes conocían. La religión prescri-
bía a veces abreviar el año, y a veces alar-
garlo. Puede formarse idea de los calenda-
rios primitivos si se piensa que entre los.
albanos el mes de mayo tenía veintidós días
y el de marzo treinta y seis".
Ortolan, op. cit. p. 61 expresa que "Este
cálculo se hallaba íntimamente enlazada
con el Derecho público y con el Derecho
privado; la duración dé las magistraturas,
la clasificación de los días de fiesta, fiestas
pública"] o fiestas privadas para los dioses
de la familia, fiestas en día fijo y fiestas
movibles; los días comicialss, o días en
que podían celebrarse los comicios, y en los
que no podían tener lugar; y sobre todo,
lo que llamará la atención del jurisconsul-
to, los días en que el magistrado podía
(2) Ortolan, Explicación histórica de las Ins-
tituciones del emperador Justiniano, trad. esp. de
Pérez de Arraya y Pérez Bivas. imprenta de Leo-
cadio López, Madrid, 1887, Historia de la legisla-
ción romana, pag. 60.
(3) Trad. esp. de Ciges Aparicio, Ed. Jorro,
pág. 237. MPdrid, 1920.
 ejercer su jurisdicción, en los que le era
permitido pronunciar las palabras consa-
gradas: Do, Dico, Addico, las cuales resu-
mían los diversos actos de aquella juris-
dicción; los primeros se llamaban por eso
días fastos (de fari licet: es lícito hablar),
y los segundos días infasios (de fari non
licet: no es lícito hablar). Todo eso depen-
día de la determinación del año y del arre-
glo del calendario, y por consiguiente, de-
pendía del poder de los pontífices; lo cual
les daba, tanto a ellos como a la casta pa-
tricia, a que pertenecían, una gran prepon-
derancia en los negocios públicos y en los
privados.
"Los días fastos e infastos tuvieron una
importancia mayor para los romanos en.
los asuntos privados. El procedimiento sa-
cramental de que se componía lo que se
llamaba "las acciones de la ley" (legis ac-
tiones), no podía tener efecto en los días
infastos, no sólo en cuanto a los asuntos
contenciosos, sino también con respecto a
una multitud de operaciones voluntarias
entre particulares, tales como enajenacio-
nes, constitución o extinción de servidum-
bres, emancipaciones y adopciones, que se
practicaban por una ampliación simulada
de las acciones de la ley. Había ciertos días
que sólo eran infastos por la mañana y
por la tarde en el medio, durante el tiem-
po que separaba la inmolación de la vícti-
ma de la oblación, los magistrados reco-
braban la palabra jurídica. Aquellos días se
llama por eso, dies interdsi (*).
"Por una locución del lenguaje se han
llamado libros de los fastos a los que com-
prendían la descripción de todo el año (»).
Ovidio consagró un poema a ese asunto.
"Reconocerás en ello, dice a Germánico, los
días de culto público y los de las fiestas
domésticas; aquellos en que las tres pala-
bras deben permanecer en silencio, y los en
que es permitido colocar al pueblo en sus
barreras". En tiempos de Ovidio, aquella
colocación y aquella nota puesta a cada
día, desde cerca de tres siglos, eran comu-
nes a todos; pero al principio, y mucho
tiempo después, en el de la República, ha-
bían quedado como prorrogativa de los
pontífices y de los patricios".
4. La lista de los días fastos, era uno de
(4) Varron, De lingua latina, Lib. VI, § 31.
define: Int^rcisi dtes sunt per guos mane et ves-
•peñ est nefas, medio tempore Ínter hostiam cae-
som et extra porrecta fas. (Los días interdsi (en-
tremedios) son aquellos en que a la mañana y a
la tarde es nefasto: es fasto el tiempo Intermedio,
entre la Inmolación de la victima y la ofrenda de
sus entrañas).
(5) Pestus, 78-4 en la palabra Fastorum: "Fas
torum librí appellantur in quibus totius anni fit
descriptio". (Se llama Libros de los Fastos, aque-
llos en los cuales se hace la descripción de todo
el año).
los secretos que conservaban los patricios,
y que fue publicado en 304 por el edil Cneo
Flavio («).
Cicerón, De Legibus, VHI-19, decía que
ferüs iurgia amovento ( i ) . En XII-29 añade
que ferarum festorumque dierum ratio in
liberís requietem habet litium et iurgio-
rum, in servís operum et laborum; quas
compositio con/erre debet ad perfectionem
operu' rusticorum («).
Macrobio, Saturnalia, I, 18, definía: Fasíí
sunt quibus licet fari praeíorí tria verba
solemnia: do, dico, addico (»).
Varron: De Lingua latina, lib. VI-29, ex-
presa que Dies fasti per quos praetoribus
omnia verba sine piaculo licet fari. S 30:
Dies nefasti, per quos dies nefas fari prae-
torem, do, dico, addico; qua non potest agi;
necesse enim aliquo eorum uti verbo, cum-
lege quod peragitur. Y más adelante, S 53:
Hiñe fasti dies quibus verba certa legitima
sine piaculo praetoribus licet fari. Ab hoc
nefasti quibus diebus ea fari jus non est,
et si fati sunt, piaculum faciunt (i°).
Ovidio, en su poema Fasti, lib. I, versos
47 y 48 expone que
Ule nefastus erit quem tría verba silentur;
Fastus erit, per quem lege licebii agi ( u ).
Marcial, VIII, 67, 3, dice que en los días
fastos los tribunales ordinarios funcionaban
sin cesar desde la aurora hasta la hora
quinta: "Tu esclavo no te ha anunciado
(6) Fierre Grimal, La civilisation romaine, Ed.
Arthaud, París, 1960, pag. 438, quien recuerda
que con la palabra fasti se designa las listas ofi-
ciales de los actos públicos del Estado, municipio,
colegios y los conservados en inscripciones: fastos
triunfales, fastos consulares, etc.
(7) "Que los feriados estén libres de disputas".
De Legibus (De las leyes), edición de la üniversi-
dada de Puerto Rico y Rev. de Occ.. pág. 77, Ma-
drid, 1956 (prólogo y trad. de Roger Labrousse).
(8) "El régimen de las fiestas y de los días
feriados, que hace suspender los pleitos y las dis-
putas entre los hombre» libres, y las tareas y los
trabajos entre los esclavos; la distribución de es-
tos dias en el año debe favorecer el cumplimiento
de los trabajos agrícolas".
(9) "Son fastos aquellos-en que el es licito al
pretor decir las- tres palabras solemnes: doy, di-
go, adjudico".
(10) "29: Son dias fastos aquellos en que los
pretores podían decir todas las palabras sin im-
pedimento. 30: Dias nefastos, aquellos en los cua-
les era delito que el pretor dijera: doy, digo, ad-
judico, sin lo cual no podía actuar, pues era ne-
cesario utilizar alguna de aquellas palabras que
por ley correspondía".
"53. De aqui que los dias fastos son aquellos
en los que les es licito al pretor pronunciar las'
palabras sin impedimento. Y nefastos, aquellos
en que no tiene derecho a hablar, y si habla co-
mete pecado" (piaculum).
Sobre este tema hay una Interesante monogra-
fía de Paoli, Les définitions varroniennes des jours
fástes et néfastes, en Révue Historique de Droit
francais et étrangére, págs. 293-337, París, 1952.
(11) "Es nefasto (el día) en el cual se callan
las tres palabras : es tasto aquél en el que la ley
permite actuar".
aún la quinta hora, y ya llegas a comer
conmigo, Ciciliano. Apenas si la ronca voz
de la justicia ha despedido a los pleitean-
tes" («).
5. Fastus viene de fas, como iustus de
ius; nefastus de nefas; y fas, de fari, ha-
blar, según Emont y Melllet, Dictionnaire
étymologique de la Zangue latine, París
1959, p. 217, y fuentes que allí citan.
El sentido de fas es permiso u orden de
los dioses, derecho divino, en oposición a
ius, derecho humano- Fastus, significa "au-
torizado por la ley divina o por el derecho
religioso"; nefastus, "no autorizado".
6. En resumen, pues, podemos decir que
en Roma, el pretor ejercía la jurisdicción
en determinados días, establecidos por los
pontífices (1S): eran los días fastos (fasti),
que no son numerosos en la antigua Roma:
cuarenta aproximadamente; tampoco eran
numerosos los días nefastos (sesenta más
o menos), siendo la mayoría días interme-
dios (quid médium), en los cuales en cier-
tas horas se podía ejercer la jurisdicción, y
en otras no: v. Scialoja, Procedimiento ci-
vil romano, trad. de Sentís Melendo y Aye-
rra Redín, ed. Ejea Bs. As. 1954, ps. 107,
128, 255; Humberto Cuenca, Proceso civil
romano, ed. Ejea Bs. As. 1957, p. 29. Había
días en que solo podía ejercerse la juris-
dicción al mediodía, y otros sólo por la
tarde (dies intercisi); otros, en que mien-
tras se celebraban ciertas funciones, sacri-
ficios o comicios, no se podía administrar
justicia en dichas horas .
7. Marco Aurelio, se liberó de estos pre-
juicios, aboliendo la distinción entre días
fastos y nefastos a efectos del proceso, y
fijó en 230 días los hábiles para ejercer la
jurisdicción (dies luáiciañi); en los otros
podían realizarse actos de jurisdicción ex-
tra-ordinaria.
Justiníano amplió a 240 días los hábiles,
estableciendo dos meses de vacaciones (fe-
ríete), y además fiestas religiosas y civiles
(díes feriati).
Los días hábiles* formaban el actus rerum,
(12) Marco Valerio Marcial, Obro» completo»,
trad. de Insúa, Ed Garnler Hnos., U, pág. 29, Pa-
r'H, s/a.
(13) Sobre la función de los pontífices, Mom-
msen. Compendio del Derecho público romano,
trad. esp. de Dorado, Ed. "La España Moderna",
pág. 161, Madrid, s/a.. quien dice que "Se ha so-
breestimado quizá el influjo ejercido por el Colegio
pontifical sobre el derecho y el procedimiento pri-
vados. Sin duda, la organización del calendario,
dirigida desde luego a la santificación de los días
festivos, y el señalamiento de los dias fastos y
nefastos, fueron realmente atribuciones del Co-
legio de los Pontífices, aún cuando las vacilantes
disposiciones que para ella servían de principal
base, eran fijadas jurídicamente por los magistra-
dos, y los términos procesales se contaban también
seguramente tomando en cuenta la fecha de ca-
da día".
despachándose los asuntos en cierto orden
(ordo). Cuando no se respetaba este orden
se tenía un juicio extraordinario (exíro-
ordinem) .
8. Esto en cuanto al pretor, pues él era
quien ejercía la jurisdicción, decía el dere-
cho (jurís dicere), pronunciando las tres
palabras solemnes: do, dico, addico, y man-
daba el asunto al judex, que simplemente
juzgaba con carácter de arbitro privado,
no ejerciendo la jurisdicción; la sentencia
debía pronunciarse en dias fastos, de lo
contrario era nula (Scialoja, op. cit. p. 255;
v. sin embargo, este autor, en pág. 127).
9. Los actos ejecutados en días u horas
inhábiles, son nulos; pero como en materia
procesal moderna, todos los actos, en prin-
cipio, son de nulidad relativa, aquélla no
puede ser declarada de oficio, ni puede ar-
ticularse cuando ha sido consentida, o
cuando no ha lesionado la defensa en jui-
cio; pos de nullité sans grief, puesto que
no hay nulidad por la nulidad misma. Cf-
Alsina, !• ed. I, p. 766, N» 36; 2* ed. I, p.
741, N» 36.
10. Los días y horas inhábiles pueden ha-
bilitarse, a solicitud de parte, para provi-
dencias urgentes: v. Ley 14.237, art. 7; Al-
sina, loe. cit. N' 37; Brailovsky, en esta En-
ciclopedia, t. XIII p- 535 HABUJTACTÓIC DE DU
Y HORA INHÁBIL.
iA. — La citada en «1 testo y nota*.
INHABILIDAD DEL TITULO.* SWMAMO:
I. Introducción, n. Sentido gramatical y ju-
rídico. m. Antecedentes históricos y legis-
lativos. IV. Falsedad o Inhabilidad del ti-
tulo. Autonomía legal. Concepciones doctri-
narias y jurisprudenciales. V. Elementos ex-
trínsecos e intrínsecos de la inhabilidad de
titulo. Opiniones doctrinarias. VI. La inha-
bilidad de titulo en el Código de procedi-
mientos de la Capital Federal. Reforma in-
troducida por la ley 14.337. Opinión de lo*
tratadistas. VII. La inhabilidad de titulo «n
la ley 11.924 de la justicia de paz letrada.
VIH. La inhabilidad d« titulo en la letra de
cambio. IX. La Inhabilidad de titulo en la
ley 50. X. La excepción de Inhabilidad de
titulo en los Códigos provinciales. XI. Con-
clusiones.
I. Introducción. Para el estudio de esta
voz jurídica, es necesario desentrañar pre-
viamente el significado gramatical de la
palabra, para luego pasar a los anteceden-
tes doctrinarios, legislativos y jurispruden-
ciales de esta defensa procesal.
II. Sentido gramatical y jurídico. Será
objeto de nuestro análisis tan sólo la pala-
bra "inhabilidad", por cuanto la voz "titu-
lo" se estudiará oportunamente.
Desde el punto de vista gramatical, se
entiende por inhabilidad, "la incapacidad o
* Por el Dr. Jos*
 impedimento para lograr determinado fin". Existe un punto de referencia del cual
Como concepción jurídica, el Dr. Guillermo parten todos los tratadistas, quienes en-
Cabanellas, en su obra Diccionario de De- tienden que la palabra falsedad es sinóni-
recho usual, T. 2", Ed. Viracocha, 1953, dice: mo de aquello que no es verdadero y la
"Significa incapacidad, ineptitud, impedi- inhabilidad es lo que carece de habilidad
mento y torpeza". jurídica.
ni- Antecedentes históricos y legislativos. El Dr. Hugo Aisina, en su obra Tratado
La inhabilidad de título es una excepción Teórica-práctico de Derecho Procesal Civil
procesal que se encuentra legislada en to- y Comercial, t. 3, pág. 198, al estudiar el
dos los Códigos de procedimientos en la problema dice: "Aun cuando están enume-
sección correspondiente a las defensas opo- radas en un solo inciso, se trata de dos
nibles en los Juicios ejecutivos. excepciones distintas. La falsedad procede
Históricamente la inhabilidad de titulo cuando el documento que sirve de base a la
nace en nuestra legislación en la Provincia ejecución es total o parcialmente falso o
de Buenos Aires, con la ley del 27 de Oc- cuando siendo verdadero, se lo ha adultera-
tubre de 1860, Que admitió "la falsedad e do en perjuicio del ejecutado. La ley se
inhabilidad de titulo", siendo factible que refiere a la falsedad del titulo y no de la
tenga como origen inmediato la ley chilena obligación, que éste constata, pues como
de 1837, que hablaba de "falsedad de titu- sabemos no puede discutirse en el juicio
lo, a no ser bastante para la ejecución". ejecutivo la validez de la relación substan-
En nuestra legislación, en el año 1855, se cial y las únicas excepciones admisibles son
aplicaba la ley de enjuiciamiento española las que se fundan en el titulo mismo. Así
que solamente establecía la excepción de lo ha entendido la jurisprudencia al decla-
falsedad. rar que la excepción de falsedad sólo es
La provincia de Buenos Aires, en el año procedente cundo se alega la falsedad ma-
1878, aceptaba la falsedad, pero al mismo terial del documento. Únicamente por des-
tiempo, admitía la apelabilidad del auto de conocimiento . de la teoría de la acción
solvendo, por parte del demandado. El re- ejecutiva y en base a un mal entendido
curso debía fundarse en que el documento, principio de la economía procesal puede
"no era de los que traían aparejada eje- explicarse que en algunos casos se haya
cución"; cuando se reformó la ley no ¿e permitido discutir la causa de la obligación
estableció una innovación a fondo, sino que desnaturalizando así los fines del juicio
se autorizó como excepción de inhabilidad ejecutivo. El titulo es inhábil, cuando no es
de titulo lo que antes era la apelación del de los numerados en el artículo 465 o el
auto de solvendo. documento no contiene la obligación de dar
Estos antecedentes, demuestran que la una suma líquida o exigible o el que pre-
excepción de inhabilidad de titulo con que tende ejecutarlo no es el titular del mismo
se deduce la ejecución y la falsedad son dos o se pretende ejecutar contra quien no
cosas distintas como lo establece el Dr. resulta del título ser el deudor de la obli-
Jofré en su obra Manual ds Procedimientos, gación. El título puede ser verdadero y no
t. 4, pág. 64. obstante, proceder la excepción de inhabi-
IV. Falsedad o inhabilidad de titulo. Au- lidad por no reunir las condiciones necesa-
tonomía legal. Concepciones doctrinarias y rias para que sea viable la acción ejecutiva.
jurisprudenciales. En el capítulo de antece- La inhabilidad según hemos dicho, puede
dentes, hemos visto el origen de la inha- ser declarada de oficio en la sentencia aun-
bilidad de título, que fue una consecuencia que el deudor no haya opuesto excepción
de una elaboración legislativa, transfor- alguna. El Dr. Ricardo Reimundin, en su
. mando una medida procesal —la apelación obra Derecho Procesal Civil, T. II, Ed. Vi-
del auto de solvendo— en una excepción en racocha, pág. 110, dice: "Constituyen dos
el juicio ejecutivo. excepciones autónomas. La falsedad existe
Ahora bien, se presenta el problema que cuando se hace todo o en parte un docu-
casi la mayoría de las legislaciones cuando mento falso o se adultera uno verdadero.
hablan de ¡as excepciones de falsedad o La inhabilidad proviene de no reunir el
inhabilidad de título, lo hacen en forma documento las formalidades extrínsecas
conjunta. Esta situación ha traído discu- exigidas por la ley para proceder la vía
siones y planteamientos entre los tratadis- ejecutiva.
tas y también en la jurisprudencia, que en Sn la misma orientación el Dr. Tomas
muchas oportunidades ha adoptado postu- Jofré, dice: d) Falsedad o inhabilidad de
ras diferentes. No obstante, con el tiempo, título con que se pide la ejecución. ¿Se
se ha llegado a la idea clara y concreta de trata de dos excepciones? Caso afirmativo.
que se trata de dos defensas autónomas e ¿Cuál es el alcance de cada una de ellas?
¿dependientes, sin perjuicio de que se en- Las excepciones son dos: la falsedad existe
cuentren ligadas en la dinámica procesal. cuando se hace, en todo o en parte un do-
cumento falso o se adultera uno verdadero
Si concurre alguno de esos extremos,' pro-
cederá la excepción del mismo nombre; la
inhabilidad proviene de no reunir el docu-
mento los requisitos exigidos por la ley para
que proceda la ejecución. La falsedad ener-
va la acción contra cualquier persona,
mientras que la inhabilidad puede ser ab-
soluta o relativa; si el título no está com-
prendido entre los que enumera la ley ar-
tículo 465, Cód- procedimientos civiles, es
claro que no podría iniciarse juicio ejecu-
tivo contra nadie, pero si un título es in-
hábil contra Primus por falta de vínculo
jurídico (legitimatio aa causam pasiva)
puede ser hábil contra Secundus."
El Dr. Mariano Calvento en su obra El
Código de Procedimientos Civil y Comercial
explicado y anotado, año 1909, dice: "En
este inciso se comprenden dos excepciones
distintas en sus fundamentos y efectos. La
de falsedad ha de recaer sobre lo sustancial
del título ejecutivo. Para que sea admisible
y está ¡imitada por los propios términos de
la ley, a la del instrumento con que se
procede, como una consecuencia del proce-
dimiento del juicio ejecutivo, en que sólo
se toman en consideración las formas ex-
ternas del título. Fundada en la causa que
originó la obligación o en la falsa causa,
debe ser rechazada, pues sólo tiene lugar
contra los documentos cuyas firmas son o
ss atribuyen apócrifas o cuando se ha su-
plantado el documento en todo o en parte
o se le han hecho alteraciones materiales
o le falta una o alguna de las solemnidades
o circunstancias que la ley exige para que
haga fe en juicio. La inhabilidad de título
tampoco puede referirse a la sustancia del
acto sino a las formas y solemnidades que
debe revestir el título para que tenga ca-
rácter ejecutivo."
El Dr. J. Ramiro Podetti, en su obra De-
recho Procesal Civil, Comercial y Laboral,
"Tratado de las Ejecuciones", Ed. Ediar,
pág. 207, dice: "En la ley de juicio ejecu-
tivo de la provincia de Buenos Aires de
1860, se incluye por primera vez, la excep-
ción de inhabilidad de título a la par pero
no confundida con la falsedad; «falsedad e
inhabilidad», artículo 22. La ley de enjui-
ciamiento de la provincia de Buenos Aires
de 1878 suprimió la inhabilidad. A mi jui-
cio, el empleo de la conjunción disyuntiva
o en las normas correspondientes a las
leyes 50 y 11-924 y Códigos de la Capital
Federal, Buenos Aires, Salta, Corrientes,
Tucumán, San Juan, San Luis y Jujuy,
constituye una demostración gramatical
del propósito del legislador de incluir en el
inciso dos excepciones alternativamente...
Para los Códigos de Entre Ríos y Mendoza
no puede haber duda de que se trata de
dos excepciones puesto que las menciona en
distintos incisos. El Código de Santiago del
Estero siguiendo la corriente doctrinaria
inspiró la ley 11.924 y cierta confusión exis-
tente en la jurisprudencia engloba dos
excepciones bajo el rótulo común de inha-
bilidad pero a renglón seguido las desdo-
bla, siguiendo las demás leyes del país. La
falsedad, como veremos en seguida, es una
excepción absoluta y se refiere de acuerdo
a su sentido gramatical a lo que no es
verdadero. La inhabilidad, mucho más am-
plia que la anterior, objetivamente consi-
derada es sólo relativa en cuanto a los
sujetos y se refiere a todos los casos en los
cuales falte alguno de los requisitos forma-
les del instrumento que constata el crédito
o alguno de los presupuestos del título".
El Dr. Salvador de la Colina, en su obra
Derecho y Legislación Procesal, año 1910,
pág. 327, dice: "¿Se trata de una sola ex-
cepción o son dos? El título puede ser falso,
dice Rodríguez, por no ser obra de aquel
a quien se atribuye e inhábil por faltarle
alguna de las condiciones que el Código
exige para que pueda considerársele con
fuerza ejecutiva. Y de ello se deduce que la
inhabilidad 'de título solo se refiere a las
formas externas del documento. Mi opinión
es contraria, pues pienso que no se trata
más que de una excepción designada de dos
maneras; falsedad de título, porque el do-
cumento ha sido adulterado o no proviene
del'que se supone obligado o le faltan los
requisitos de derecho para la formación del
vínculo jurídico; e inhabilidad del mismo,
porque a causa de alguna de estas defi-
ciencias es ineficaz por el procedimiento
ejecutivo."
En la misma corriente doctrinaria que el
Dr. de la Colina, se encuentran los trata-
distas Parodi, Goldstraj, Rodríguez y Las-
cano.
Para el Dr. Rodríguez, en su obra Comen-
tarios al Código de Procedimientos, T- 'II,
pág. 253, "es una sola excepción y su título
puede ser: a) falso, por no ser obra de
aquel a quien se atribuye; b) inhábil por
no tener alguno de los requisitos que le dan
fuerza ejecutiva."
El Dr. David Lascano, cuando trata el
inciso IV del artículo 240 de su Proyecto,
dice: "La cuestión que hoy se debate de
si la inhabilidad y la falsedad de título
son dos excepciones o una sola, desapa-
rece por nuestro proyecto. La excepción es
una sola y la calificamos de inhabilidad
que puede fundarse en la adulteración par-
cial o total del documento y en el hecho
de no figurar éste en los enumerados por
la ley, o no reunir los requisitos extrínsecos
exigidos por la misma para que tenga fuer-
za ejecutiva. La falsedad, asi, es una de las
 causas que pueden hacer un titulo inhábil.
No vemos, por -otra parte, la razón para
emplear una doble calificación cuando exis-
te un término genérico comprensivo de las
distintas situaciones."
En nuestra opinión, se trata de dos ex-
cepciones diferentes, las cuales, si bien tie-
nen puntos comunes, puestas en movimien-
to tienen una presentación y una probanza
diferentes. La falsedad se refiere a las con-
diciones externas del título; puede ser
absoluta o relativa; por ejemplo, un paga-
ré puede estar adulterado en su firma (fal-
sedad absoluta) o bien en su contenido
(falsedad relativa). En el primer supuesto
la acción nunca puede prosperar ya sea en
forma ordinaria o ejecutiva; en cambio, en
el segundo caso, la acción ejecutiva puede
progresar y el perjudicado tiene expedita
la vía criminal como se ha resuelto en rei-
terada jurisprudencia del fuero comercial
en la Capital Federal.
El mismo titulo falso, ya sea absoluta o
relativamente, puede ser hábil para una
ejecución, como en el caso en que se de-
manda con un documento adulterado y la
parte ejecutada opone la excepción de fal-
sedad; pero si esta defensa no es probada,
el juzgador tiene el deber de dictar sen-
tencia de trance y remate y aún más, si la
misma parte demandada hubiera opuesto
la inhabilidad de titulo, ésta no sería pro-
cedente por cuanto no se han acreditado
las deficiencias externas del título ejecu-
tivo.
Por otra parte, un título puede ser in-
hábil sin ser falso, por ejemplo en el caso
en que se inicia «na acción mediante un
pagaré que fue suscripto por el ejecutado,
habiendo sido deficientemente protestado,
lo que hace viable la excepción de inhabili-
dad de título.
Las defensas se diferencian teóricamente
pero ocurre que la jurisprudencia si bien
las distingue exige que en el caso de tra-
tarse del librador aceptante oponga con-
juntamente con la inhabilidad del título, la
falsedad; de no ser así, el ejecutado, corre
el riesgo de que la justicia convalide las
deficiencias del título. Creemos que la po-
sición de esta jurisprudencia es errónea y
proviene de aplicar fundamentos sustanti-
vos olvidando los principios procesales que
deben regir todos los actos judiciales-
En primer término la inhabilidad de tí-
tulo es una defensa de carácter formal
aplicable única y exclusivamente a los jui-
cios ejecutivos; 'sirve para enervar la ac-
ción sumaria.
En los titulos a la orden, la falsedad pue-
de ser opuesta.erga omines, en cambio, la
inhabilidad es oponible en forma relativa y
se limita al librador aceptante; entran a
jugar los principios normativos del Código
de comercio. La falsedad se identifica con
la nulidad absoluta; es inconfirmable; la
inhabilidad de título, se identifica con los
actos jurídicos anutables: pueden confir-
marse, por ejemplo en el caso típico del
librador aceptante
La falsedad declarada admisible como
excepción, para que proceda debe probarse
y corresponde en consecuencia la apertura
a prueba, en cambio la admisibilidad de la
inhabilidad no necesita probanza alguna;
el mismo juzgador con sólo observar el tí-
tulo, puede sentenciar haciendo lugar a la
defensa.
La falsedad opuesta y no probada pro-
duce la viabilidad de la sentencia de trance
y remate; la inhabilidad opuesta y no pro-
bada (declarada de puro derecho) hace
viable el rechazo del juicio ejecutivo.
La falsedad se prueba mediante pericias
y toda otra clase de probanzas; la inha-
bilidad en la mayoría de los casos, no se
prueba y surge del propio título.
La falsedad significa la muerte legal del
título, tanto para el juicio ejecutivo como
para el ordinario, y abre una nueva vía; la
criminal. La inhabilidad que prospera sig-
nifica la enervación ejecutiva, pero no im-
pide que se accione ordinariamente y no
deja expedita la vía criminal.
A través de estas diferencias, podemos
afirmar que las excepciones de falsedad e
inhabilidad de título son autónomas.
V. Elementos extrínsecos e intrínsecos de
le. inhabilidad de titulo. Opiniones doctri-
narías. Así como la inhabilidad tuvo su na-
cimiento en la apelación del auto de sol-
vendo, para jerarquizarse como excepción,
también sufrió una evolución para lograr
que su característica esencial —esto es, los
elementos extrínsecos— sea reconocida co-
mo tal, descartándose la causa o elementos
intrínsecos. Pero no fue tan fácil el pro-
ceso, como veremos, hasta arribar a una
conclusión unánime sobre el particular,
a -eptando el criterio expuesto precedente-
mente-
El doctor Raymundo Fernández, en su
obra Código de Procedimientos Civil, 1953,
página 417, ha dicho: "El examen se re-
duce a lo que conste del título, siendo equi-
vocada a nuestro juicio la jurisprudencia
que so pretexto de determinar la habilidad
del mismo, permite que se aleguen y prue-
ben hechos y circunstancias que si pueden
ser la causa determinante no surgen del
documento y en consecuencia deben venti-
larse en el juicio ordinario del artículo 500".
El doctor Reimundín, en su obra ya cita-
da, dice al respecto: "la inhabilidad solo
puede fundarse sobre las formas externas
del título o en que no está' comprendido en
la enumeración legal y máxime cuando se Asi, se ha resuelto, que procede esta ex-
trata de documentos a la orden, que revis- cepción si "al demandar no se acompaña
ten el de relación jurídica abstracta y que el titulo" (en la hipótesis de titulo forma-
no admite discusión fuera de lo que está do, sea completo o a completar en los trá-
escrito en la misma letra dada la naturaleza mites preparatorios)..., "si se invoca un
jurídica", (Vivante, Derecho Mercantil, Ya- documento destruido".
darola, "La letra de Cambio", Boletín de la Por tra parte, para el doctor Podetti, de
Facultad de Derecho de Córdoba, año 1940; los cinco presupuestos procesales del título
Rava, ' El pagaré", Revista del Colegio de que abre la vía ejecutiva, sólo la causa lí-
Abogados de Santiago del Estero, año 1946). cita puede ser denunciada por la excepción
En la misma orientación, el doctor Cal- de falsedad, para el caso de que —expresa-
vento, opina que la inhabilidad de titulo se da o no en el documento— dicha causa no
refiere a las condiciones externas del tí- exista. En cuanto a la legitimación sustan-
tulo, pero trae a colación un fallo, donde se cial —activa y pasiva—, el objeto cierto y
habla de la inexistencia de causa o inexi- determinado, el plazo vencido y la obligación
gibilidad de la obligación (deuda de juego) pura o condición cumplida (que son los
J. Civ. CLXIII, 93, CLXI, 267; J. Comer. cuatro presupuestos) y aún la causa, cuan-
Causa Carbone. El autor de la Colina, opi- do fuera ilícita, deben ser denunciados por
na que puede "oponerse dicha excepción, la excepción de inhabilidad.
aunque el titulo sea perfecto en sus formas VI. La inhabilidad de titulo en el Código
externas siempre que la causa de que emane de procedimientos de la Capital Federal.
no revista los caracteres que por derecho Reforma introducida por la ley 14237- Opi-
debe tener para producir una obligación nión de los tratadistas. El 1* de junio de
civil". 1953 el Poder ejecutivo envió al Congreso
El doctor Jofré opina que la jurispruden- un proyecto de Reformas al Código proce-
cia que hace lugar a la excepción basada sal civil y comercial; esta ley quedó san-
en la falsa causa es errónea (Ob. cit. pá- cionada bajo el número 14.237 y comenzó
gina 331). a regir desde el 1» de febrero de 1954. Entre
El doctor Alsina dice que la excepción de los antecedentes de reformas al Código de
inhabilidad puede fundarse en las condi- procedimientos, se puede citar: Año 1882,
ciones extrínsecas del documento y 'que es Comisión integrada por los doctores Amán-
admisible aún, tratándose de documentos elo Alcorta, y Estanislao Zeballos cuyo pro-
a la orden, por su naturaleza exclusivamen- yecto no fue considerado. Año 1898, Pro-
te procesal a pesar de no encontrarse entre yecto diputado Antonio Argerich, que ori-
ios enumerados por el artículo 676 del Có- ginó la ley 4128; Año 1909, Proyecto docto-
digo de comercio... Por ello, es equivocada res Agote, Montes de Oca y Méndez que no
la jurisprudencia según la cual la excepción fue sancionado; Año 1925, Proyecto doctor
de inhabilidad de titulo procede no sólo Manuel Pinto; Año 1926, Proyecto doctor
cuando se refiere a los caracteres extrínse- Jofré, con colaboración del doctor M. Cal-
cos del titulo sino también a la causa de vento; Año 1935, Proyecto del instituto de
la obligación, porque la ley presume la le- Altos Estudios de la Facultad de Ciencias
gitimidad dé la causa, a menos que ello Jurídicas y Sociales de La Plata, bajo la di-
conste en el documento mismo y se halle rección del doctor David Lascano, presenta-
prohibida por la ley. La excepción debe ser do al Congreso por el diputado doctor Espil;
rechazada, aun cuando hubiese sido objeto Año 1936, Proyecto del doctor Raúl de la
de prueba y las partes la hubieran discuti- Puente, presentado por el diputado Cáce-
do ampliamente. Contrario a este tempera- res; Año 1939, Comisión formada por los
mento, dice la jurisprudencia que es aten- doctores Benito Nazar Anchorena, Horacio ,
tatorio a una sana economía procesal re- Bouquet, Agustín Pestalardo, Matías Mac-
solver si en el juicio ejecutivo la excepción kinlay Zapiola y Silverio J. Prota, no tuvo
de inhabilidad de título sólo puede fun- sanción; el 25 de junio de 1949 el Poder
darse en las causas extrínsecas del mismo, Ejecutivo envía .un Proyecto al Congreso
también en las intrínsecas si la excepción redactado por el doctor Ramiro Podetti; hu-
fue admitida, se abrió a prueba y se discu- bo también trabajos auxiliares redactados
tió ampliamente por las partes. (Cámara por los doctorea José Sartorio y Ricardo
Civil 2', J. A., t. 69, pág. 704, año 1943). Reimundin. En su redacción anterior, el
Para el doctor Podetti, "la excepción de artículo 438 del Código dé procedimientos,
inhabilidad de título sirve para destacar la inciso 4", establecía: "falsedad o inhabili-
improcedencia de la vía ejecutiva, cuando dad de titulo con que se pide la ejecución".
faltan algunos requisitos formales o de los De acuerdo a la reforma introducida por
presupuestos del título ejecutivo, en una el artículo 59 inciso 4' de la ley 14.237, se
palabra, cuando no existe titulo, que habi- establece que: "falsedad o inhabilidad de
lite para usar la vía procesal ejecutiva". título con que se pide la ejecución, limitan-
 doss la segunda a las formas extrínsecas del sas se pueden hacer valer en el juicio ordi-
título sin poder discutirse la legitimidad nario que autoriza el artículo 500 del Código
de la causa". de procedimientos, porque la sentencia en
Los doctores Coronas, Oderigo y Paya, en el juicio ejecutivo no hace cosa juzgada
su obra La Reforma Procesal Civil (ley material.
14.237) Ed- Arayú, manifiestan: "Con la re- VIL La inhabilidad de título en la ley
íorma introducida se deja establecido que 11.924 de la justicia de paz letrada. En lo
solamente se pueden discutir los elementos concerniente a nuestro estudio, esta ley que
extrínsecos del título, eliminándose por entró en vigencia en el año 1934, determina
completo la legitimidad de la causa". Para en su artículo 43 inciso 41 qué debe enten-
estos autores es aplicable esta regla, tanto derse por falsedad e inhabilidad de titulo:
para la falsedad como para la inhabilidad "Falsedad o inhabilidad de titulo con que
por cuanto la consideran una misma ex- se pide la ejecución entendiéndose que esta
cepción. excepción se refiere únicamente a las for-
El doctor Lino E. Palacio, en su obra Teo- mas externas del titulo"- Los doctores Se-
ría y Práctica de la reforma Procesal Civil, rantes Peña y Clavell Borras en su obra
Ed. La Ley, año 1958, dice al respecto que. Procedimiento en la Justicia Nacional de
pese a la ambigua terminología del inciso Paz (ley 11.924), dicen al respecto en la
47 del articulo 59, la jurisprudencia ha con- página 100 "concuerda este articulo con el
tinuado formulando el distingo tradicional Código de procedimientos, artículo 488, mo-
entre los conceptos de falsedad e inhabili- dificado por la ley 14.237, artículo 59, en
dad: título falso, es el que ha sido ma- cuanto aclara que la falsedad o inhabilidad
terialmente adulterado, total o parcialmen- del titulo se refiere, únicamente a las for-
te; titulo inhábil es el que carece de ido- mas externas. Por otra parte, el nuevo pla-
neidad jurídica, ya por no reunir las con- zo de cinco días no se aplica a la justicia
diciones que las leyes demandan al ti- de paz." Notamos que esta ley se identifica
tula ejecutivo, ya por ausencia de legitima- con la 14.237 cuando se habla de las con-
ción sustancial en el ejecutante o el eje- diciones externas del titulo, pero no se re-
cutado. No obstante que la letra de la ley fiere a la legitimidad de la causa que es-
aparenta limitar la prohibición de exami- tablece la segunda de las normas mencio-
nar la causa del título al caso de que se nadas. La jurisprudencia ha establecido:
ponga en tela de juicio su inhabilidad, la Las excepciones de falsedad o inhabilidad
jurisprudencia ha entendido que aquella de titulo fundadas en la causa de la obli-
prohibición rige tratándose de falsedad o gación, no pueden ser opuestas en un jui-
inhabilidad: Cámara Nacional de Paz, Sala cio ejecutivo de competencia de Justicia de
IV, 31 de marzo de 1955. Castiñeiras An- Paz (S. 2, G. P. 61-5). Es improcedente la
drés c/Domíngucz Pedro, L.L., t. 79, pág. excepción de inhabilidad de titulo basada
105; C. N Civ., Sala B, oct. 27 de 1954, "Jew- en que el documento ha sido firmado por
kes, Carlos C. c. Vázquez Mansilla, Marcelo, un solo socio aun cuando en el contrato
B". L.L., t. 77, pág. 670; C. N. Cora. Sala B. social se hubiera estipulado necesaria la
setiembre 14 de 1935, "Gollini Fernando c. firma conjunta para obligar a la sociedad
Izzo, Crescendo y otro", L-L., t. 81, pág. 3á; siempre que el firmante se haya obligado
feb. 29 de 1956, "De Marco, Carlos M. c. Mu- en nombre de la sociedad. (S. 3 autos Me-
lé y Cía. (Soc. de Resp. Ltda.)" L. L., t. 83, lovsky e/Fábrica Bibar, 26-10-1951). Es
pág. 678, Sala A, mayo 9 de 1956, "Pourtal, procedente la excepción cuando el endoso
Carlos H. c. Furcon Distribuidora (Soc- de es posterior al vencimiento de la letra, ya
Resp. Ltda.)" L. L., t. 83, pág. 677. que tal endoso no es una cesión de créditos
Para el doctor Carlos A. Ayarragaray, la de acuerdo al Código civil artículo 1434 (S-
principal reforma intrdducida por este ar- 1 en G. P. 81-233). No es admisible, en cam-
ticulo es la del inciso 4", y trae a colación bio la defensa de inhabilidad de título si el
el fallo registrado en J. A. 1955-1, pág. 466- vencimiento del contrato es opuesto al fia-
C. N. Com. Sala B, en los autos "Pistola, Jo- dor dado que la prórroga legal crea un caso
sé M. c. Guzmán Gutiérrez, Manuel M.", de fuerza mayor que el locador puede invo-
donde se ha establecido: a) que la excepción car válidamente (S. 2. L. L., del 13-11-1946)
de inhabilidad de título se limita a los su- VIII. La inhabilidad de título en la le-
puestos de que las formas del título fueran tra de Cambio. El artículo 676 del Código
insuficientes y no a la causa, de la obliga- de comercio dice: "Contra la acción ejecu-
ción; b) que por medio de la excepción del tiva de las letras de cambio no se admitirá
inciso 4" no se puede discutir la legitimidad más excepción que la falsedad, pago, com-
de la causa de la obligación; c) que la nor- pensación de crédito liquido y exiglble, pres-
ma del inciso no contradice lo que dispone cripción o caducidad de la letra y espera
el Código de comercio en sus artículos 212, o quita, concedida por el- demandante que
676 y concordantes, por cuanto estas defen- se pruebe por escritura pública o por docu-
mentó privado, judicialmente reconocido.
Cualquiera otra excepción sea ríe la natu-
raleza que fuese no obstará al progreso del
juicio ejecutivo".
De lo expuesto surge que la ley sustan-
tiva no legisla sobre la excepción de inha-
bilidad de título y que ésta se encuentra
determinada solamente en el Código pro-
cesal.
Si aceptamos la literalidad del artículo
que hemos enunciado, no tendría razón de
ser la inhabilidad de titulo. No obstante, la
doctrina y la jurisprudencia han aceptado
el normal desenvolvimiento de las reglas
sustantivas con las que establece la ley
procesal.
Esta posición sustenta la tesis por la cual
se independiza la inhabilidad de titulo de
la falsedad. Se ha establecido que "la inha-
bilidad de título es admisible como defensa
de carácter procesal en materia cambia-
ría". (J. A., t. 22, pág. 919, C. 1«. C. C. de
La Plata; J. A., 946, II, pág. 656).
IX. La inhabilidad de titulo en la ley
50. Esta ley que rige para el procedimiento
en la justicia nacional en lo especial, civil
y comercial, antes denominada justicia fe-
deral, establece en el artículo 270 como ex-
cepéión admisible, la falsedad o inhabilidad
de título y tiene como fuentes las leyes de
enjuiciamiento españolas de los años 1830
y 1855, artículos 327, 328 y 963 que también
sirvieron como elementos para el Código
de procedimientos civiles de la Capital Fe-
deral como ya lo hemos visto. La jurispru-
dencia ha sido consecuente en establecer que
la inhabilidad de título se refiere solamen-
te a las deficiencias de forma o los requi-
sitos externos del instrumento, capaces de
suprimir su fuerza ejecutiva y no al origen
o al fondo de la obligación (C. F. Cap. J. A.
3-14; 17-402; 18-878; 20-625 y 631; 25-840
y 1223; 30-591; 32-977; 35-1179; 1942-IV-310
C- F. La Plata, J. A. 33-71; L. L. 24-533; C.
F. Mendoza, J. A. 1951-11-344; C. F. Bahía
Blanca, L. L. 22-629).
X. La excepción de inhabilidad de título
en los Códigos provinciales. La excepción
objeto de nuestro estudio ha sido legislada
en todos los Códigos provinciales.
En la provincia de Buenos Aires, en el
artículo 502; en la de Córdoba, artículo
856; Corrientes, artículo 476; Entre Ríos,
artículo 469; Jujuy, 518; La Rioja, 442; Men-
doza, 724; Salta, 449; San Juan, 773; San
Luis, 724; Santa Fe, 305; Santiago del Es-
tero, 469; Tucumán, 349; etcétera.
XI. Conclusiones- El estudio que hemos
realizado, analizando la incorporación de la
excepción en la vida jurídica y su concep-
ción autónoma, nos demuestra que ha ex-
perimentado una larga evolución hasta lle-
gar a su perfeccionamiento.
S i g u i e n t e
Las discusiones doctrinarias tuvieron fa-
vorable eco en la legislación, que supo re-
coger en sus textos los resultados de tal
evolución.
Queda establecido que la excepción se
refiere solamente al aspecto externo del
título ejecutivo, no aceptándose la discu-
sión sobre las causas de la obligación o
aspecto intrínseco. Somos partidarios de li-
mitar las defensas en el juicio ejecutivo,
para no caer en el proceso contradictorio
(juicio ordinario) ya que la ley es clara y
precisa en ese sentido. Sabido es que todos
los Códigos adjetivos admiten la repetición
en juicio ordinario por aquellos que resul-
taren perdidosos en el proceso ejecutivo. De
tal modo no se cercena la defensa en juicio
y quien entendiere ser objeto de un fallo
injustamente adverso, tiene a su alcance el
remedio legal para reparar .el supuesto per-
juicio.
No obstante, para obviar los inconvenien-
tes que la mala fe de los deudores recalcé
trantes introduce en sus relaciones con sus
acreedores, sería de todo punto de vista
favorable, que los documentos a la orden
se extendieran por duplicado quedando un
ejemplar en poder del deudor. De tal suerte,
ante la obligatoriedad de su exhibición, en
caso de litigio, se constatarían posible alte-
raciones, tanto de uno como de otro inte-
resado.
JURISPRUDENCIA. — La citada en el texto.
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P á g i n a