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LA INTERVENCIÓN DE TERCEROS EN EL PROCESO CIVIL PERUANO

Jorge María Luzuriaga Chiappe


Abogado

RESUMEN
Es sabido que la sentencia produce efectos con relación a los que han sido partes del
proceso (principio de relatividad de la sentencia), aunque muchas veces despliega
sus efectos respecto de terceros a quienes, directa o indirectamente, puede afectar.
En estos casos se produce la intervención de esos terceros que pueden ser afectados
con la decisión a recaer en el proceso.

ABSTRACT
It is known that the judgment produces effects in relation to those that have been
part of the process (principle of relativity of the sentence), although it often deploys
its effects with respect to third parties whom, directly or indirectly, it may affect. In
these cases, the intervention of those third parties that may be affected by the
decision to fall back on the process takes place.

INTRODUCCIÓN AL TEMA

A) Según Hugo Alsina “…el proceso sólo comprende a los que en él intervienen como
actor o demandado, y únicamente a ellos aprovecha o perjudica la sentencia, pero
las relaciones jurídicas son tan complejas que, con frecuencia la litis afecta derechos
de terceros, que se ven así vinculados a un proceso en el que no han intervenido y de
cuya sentencia, puedan derivarles un perjuicio” (Tratado Teórico Práctico de Derecho
Procesal Civil y Comercial).

Esta frase resume mejor que ninguna otra la razón de ser de la intervención de los
terceros en el proceso civil.

B) Como señalé en un artículo que publiqué hace unos años bajo el epígrafe LA
TRASLACION DE LA RELACIÓN JURÍDICA MATERIAL A LA RELACIÓN JURÍDICA
PROCESAL COMO ANTECEDENTE NECESARIO DE ESTA ÚLTIMA, la relación jurídica
material, cualquiera que sea su causa o naturaleza, es el antecedente necesario de
la relación que se va a llevar al proceso cuando surge un conflicto de intereses con

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relevancia jurídica, o una incertidumbre jurídica que debe ser resuelta por el Estado
a través de su aparato jurisdiccional.

Por su parte, la relación jurídica procesal, a la que va a trasladarse la relación jurídica


material prexistente, no se constituye (a diferencia de la primera) en un sólo acto,
sino que va desenvolviéndose paulatinamente, en la medida del avance del proceso
hasta que queda definitivamente constituida; así, cuando el demandante interpone
la demanda, se crea una relación jurídica entre el juez y el demandante: el juez tiene
la obligación de pronunciarse sobre la admisión de la demanda y el demandado se
somete a la competencia del juez. Luego, cuando el juez admite la demanda y
emplaza al demandado, se amplía la relación jurídica, porque el demandado tiene la
obligación de comparecer en el proceso y, recién entonces, se puede decir que se
completa el traslado de la relación jurídica material al proceso. Esto no obsta, sin
embargo, para que, luego, puedan incorporarse al proceso otros sujetos, ya sea
porque, a pesar de formar parte de la relación sustantiva, no fueron demandados
(caso de los litisconsortes pasivos necesarios), ya porque piden su incorporación al
mismo como litisconsortes facultativos, o como terceros coadyuvantes,
concurrentes o excluyentes, así como también algunos sujetos pueden resultar
excluidos de la relación jurídica procesal porque su intervención ya no es necesaria,
como ocurre en los casos de extromisión y, aunque de otro modo, ocurre también
en los casos sucesión procesal.

Lo cierto es que hay una serie de situaciones que, a lo largo del proceso, hacen que
la relación procesal se modifique, sea por la incorporación de nuevos sujetos
procesales, sea por la exclusión de alguno de ellos; como hemos visto, durante el
desarrollo del mismo se suceden una gama de relaciones jurídicas que, por
producirse dentro del proceso, se denominan relaciones jurídicas procesales.

Uno de los fenómenos que modifican la relación material trasladada al proceso es,
precisamente, la intervención de terceros.

1. LAS CLASES O FORMAS DE INTERVENCIÓN DE TERCEROS EN EL PROCESO.

1.1 Los terceros pueden intervenir de varias formas en el proceso, afectando el


desarrollo y hasta el resultado del proceso con su presencia. Los casos más patentes
de afectación de un proceso con relación a terceros son los de la intervención
excluyente principal (dicho sea de paso, es la forma más agresiva de intervención) y
los de la intervención excluyente de propiedad o de derecho preferente, ya sea que

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en este último caso se trate de una tercería de dominio o de una de derecho de
preferente de pago, que el art. 101 del CPC remite a las reglas particulares del
proceso abreviado (arts. 533 y ss. del CPC), y que son los casos en que el proceso
puede afectar un bien de propiedad del tercero excluyente de propiedad, o el cobro
de un derecho de crédito preferente del tercero: en estos casos el tercerista no
interviene directamente en el proceso en donde se ha producido o puede producirse
la afectación de su derecho según el citado art. 101, sino que, como señalé arriba,
debe iniciar un nuevo proceso, cuya demanda dirigirá contra las partes del proceso
en que se produjo su afectación con la finalidad de conseguir que se alce el
gravamen, en el caso de la tercería de dominio, o que se declare que tiene derecho
preferente para cobrar con el producido del remate del bien a subastarse en ese otro
proceso. Contrariamente a esto, en el caso de la intervención excluyente principal el
tercero hacer valer su alegado derecho interviniendo directamente en el proceso en
curso a través de una demanda que dirige contra ambos litigantes, como se va a ver
más adelante.

1.2 En otros casos -distintos a los del litisconsorcio pasivo necesario, donde el
tercero es incorporado por necesidades del proceso con el fin de formar una relación
jurídica procesal válida (ya que la decisión a recaer en éste va a afectar de manera
uniforme a todos los litisconsortes; art. 92 del CPC)- el tercero se incorpora al
proceso en curso de manera voluntaria, como vamos a ver enseguida, o se incorpora
obligadamente al mismo, como consecuencia de la denuncia civil que formulada el
demandado contra dicho tercero para que sea incorporado lo quiera o no, como
ocurre en los casos de aseguramiento de pretensión futura (art. 104 de CPC), o de
llamamiento posesorio (art. 105), o de llamamiento en caso de fraude o colusión (art.
106), distintos de los demás casos de intervención voluntaria de los terceros en el
proceso, como veremos.

1.3 La intervención de terceros en un proceso que les es ajeno supone un quiebre


del principio según el cual el proceso es, respecto de terceros, “res inter alios acta”,
pero se justifica siempre por razones de carácter jurídico y, otras veces, por razones
de economía procesal. Lo cierto es que estas intervenciones permiten que los efectos
de la sentencia, que pueden desplegarse afectando a esos terceros lo haga, pero
dándoles la oportunidad a éstos de ejercer su derecho de defensa en ese proceso,
para evitar cualquier daño que la misma pueda producir en su esfera personal o
patrimonial; esto en el caso de la intervención voluntaria. En el caso de la
intervención obligada o forzosa, existen otras razones para que ésta se produzca, de

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las que voy a señalar seguidamente dos de carácter genera, desarrollando otras de
carácter particular a lo largo de este artículo.

La razón para la intervención obligada o forzosa está concebida a) en interés del


proceso como tal, para poder formar una relación jurídico procesal válida, como
cuando se trata del litisconsorcio necesario o b) en interés de una de las partes de
proceso, como ocurre en los casos de denuncia civil.

1.4 El profesor Enrique Palacios Pareja, en un artículo titulado LA INTERVENCIÓN DEL


TERCERO EN EL PROCESO CIVIL PERUANO dice lo siguiente con relación a la
intervención de terceros en el proceso:

“Es justamente de acuerdo a de quién (sic) proviene la solicitud de ingreso al


proceso, que la intervención se clasifica en voluntaria o espontánea, cuando es el
propio tercero interviniente quien solicita su incorporación al proceso; o necesaria
o provocada, cuando es el juez, por propia iniciativa o por pedido de alguna de las
partes originarias, quien llama al tercero para que ingrese al proceso.

De otro lado, el grado de interés del tercero respecto de la relación sustantiva


subyacente en el proceso (conocido en doctrina como interés jurídico relevante),
determina la clasificación doctrinaria de la intervención de terceros en principal y
accesoria, subdividiéndose la primera en intervención de tercerista o ad
excludendum y en intervención litisconsorcial.

2. LA INTERVENCIÓN NECESARIA DEL TERCERO.

2.1 Como dijimos al comienzo, el litisconsorcio necesario se presenta cuando la


decisión a recaer en el proceso afecta de manera uniforme a todos los litisconsortes,
la que sujeta su validez a que todos comparezcan al proceso o sean emplazados; esto
está en legislado en el art. 93 del CPC. En el litisconsorcio necesario el tercero debe
participar en el proceso porque es demandado o porque el juez lo considera
necesario para entablar una relación jurídica procesal válida; si bien el tercero
interviene forzosamente, no hay que confundir esta intervención con la intervención
coactiva que resulta de la denuncia civil, donde se puede alcanzar una sentencia
válida aun cuando el denunciado civil no participe o no pueda ser válidamente
emplazado con la denuncia.

Al respecto es fácil imaginar una situación litisconsorcial pasiva necesaria, como


cuando se hace imperativo demandar al marido y a la mujer la ineficacia de la

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transferencia de dominio de un bien inmueble social hecha por uno de los cónyuges
sin contar contar con el consentimiento del otro.

El caso del litisconsorcio activo necesario es más difícil de imaginar, aunque, en


teoría, podría resultar de una situación donde exista necesidad que intervengan
como demandantes todos los involucrados en la relación substancial mediante un
vínculo inescindible, que obliga a que dicha relación se traslade al proceso tal cual se
ha formado con anterioridad a éste.

Debo dejar constancia que la figura del litisconsorcio activo necesario no está
reconocida jurisprudencialmente, pues no se puede obligar a nadie a litigar como
actor en unión de otro u otros. El caso hipotético de litisconsorcio activo necesario
tendría su razón de ser, como ya señalé, en la propia naturaleza de la relación jurídica
material, o mejor dicho en la inescindibilidad de ésta, que obligaría a la presencia
conjunta de todos los interesados en el proceso. También indiqué que nadie puede
ser obligado a litigar contra su voluntad, por lo que es posible que la disponibilidad
del sujeto demandante sobre el objeto demandado no puede ejercerse en forma
conjunta con otro sujeto, lo que ocasionaría un caso de falta de legitimación activa
para litigar (legitimatio ad causam), dando lugar a una excepción de fondo que se
denomina exceptio plurium litisconsortium que, con respecto a la necesidad de
intervención de varios sujetos no podría prosperar si se propone respecto del lado
activo, por aquello que nadie puede ser compelido a participar como parte
demandante en un proceso junto con otros, ya que eso importaría el
desconocimiento del derecho a la libertad del individuo, que es una garantía de
orden constitucional. Por eso la sociedad conyugal, cuando actúa como
demandante, puede ser representada indistintamente por cualquiera de los dos
cónyuges; los acreedores solidarios pueden ser representados en el cobro del crédito
común por cualquiera de ellos; cualquiera de los copropietarios de la cosa común
puede demandar el desalojo, la reivindicación, etc.

Lo anterior no significa en modo alguno que no existan casos en que es necesaria la


existencia de una pluralidad de sujetos del lado activo, casos en que la demanda no
podrá ser introducida si no están presentes como demandantes todos los sujetos
activos que participaron en la relación material frente a otro u otros, que son quienes
van a ser demandados.

2.2 La doctrina habla de litisconsorcio propio, que existe cuando es la ley la que
señala que dos o más personas deben demandar o ser demandados de manera

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conjunta. En realidad, esto está ya en la relación material que se traslada a la relación
procesal: si no están todos los de la relación material no se puede crear una relación
jurídica procesal válida; de ahí la necesidad de la presencia de todos en el proceso;
esto dicho con las reservas que he indicado arriba para el caso del litisconsorcio
activo necesario.

Por otra parte, el litisconsorcio impropio resulta de la naturaleza de la relación


jurídica material respecto de la que se hacen las afirmaciones legitimadoras. Manuel
de la Plaza Navarro dice al respecto que existe litisconsorcio necesario impropio
"siempre que, por la naturaleza de la relación jurídico material que en el proceso se
actúa, los litigantes están unidos de tal modo, que a todos afecta la resolución que
en él pueda dictarse", lo que obliga a examinar con el mayor detenimiento la
naturaleza de esa relación material que se traslada al proceso como relación
procesal.

Como es sabido, la relación material preexiste siempre a la relación procesal, y su


falta hace que quien demande (legitimatio ad causam activa) o sea demandado
(legitimatio ad causam pasiva) no esté legitimado para actuar en el proceso por falta
de interés para obrar. La legitimación ad causam, como es sabido, es la vinculación
de un sujeto con un objeto litigioso determinado que le habilita para demandar o ser
demandado. A diferencia de este tipo de legitimación substancial, la legitimación
procesal o ad procesum no depende de la relación material que se traslada al
proceso, sino de la capacidad de comparecer al mismo como demandante o como
demandado.

3. LA INTERVENCIÓN VOLUNTARIA DE TERCEROS.

3.1 Los casos de intervención voluntaria de los terceros son básicamente cuatro,
según nuestro Código Procesal Civil, y están recogidos en los artículos 97,98, 99 y
100 de dicho código, que contemplan, respectivamente, las distintas formas en que
el tercero puede intervenir de manera voluntaria en un proceso al que son ajenos:
1°) el primero es el de la intervención coadyuvante (también llamada “adhesiva”),
para “quien tenga con una de las partes una relación jurídica sustancial, a la que
deban extenderse los efectos de la sentencia (…) pero que pueda ser afectada
desfavorablemente si dicha parte es vencida”; 2°) el segundo es la intervención
litisconsorcial voluntaria (art. 98), que es la que solicita “quien se considere titular de
una relación jurídica sustancial a la que presumiblemente deban extenderse los
efectos de una sentencia”; 3°) el tercero es el de intervención excluyente principal,

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que es el caso de “quien pretenda, en todo o en parte, ser declarado titular del
derecho discutido” en el proceso en que pide participar como tal, y 4°) el cuarto es
el de intervención excluyente de propiedad o de derecho preferente, dando lugar
estas últimas a las tercerías de dominio y de derecho preferente a las que ya nos
hemos referido anteriormente.

3.2 Con la intervención del tercero se busca que una persona distinta del actor y del
demandado pueda participar en el proceso en el que estos son partes originarias, ya
sea interviniendo voluntariamente para ayudar a alguna de esas dos partes en
resguardo de un interés propio que quiere defender en ese proceso que puede
afectarle, o por mandamiento del juez ante el pedido de una de las partes procesales.
Existen dos formas para ello: la intervención coadyuvante, regulada en el art.97 del
CPC, y la intervención litisconsorcial del art. 98 del citado código; esta última es
radicalmente distinta del litisconsorcio necesario, en que la intervención se produce
por necesidades del proceso, mientras que la intervención litisconsorcial se produce
a pedido de un tercero que se considere legitimado para intervenir en el proceso en
defensa de una de las partes para evitar los efectos adversos que una sentencia
adversa a sus intereses. El código autoriza a que este tipo de intervención se
produzca incluso durante el trámite del proceso en segunda instancia.

3.3 En cuanto a los requisitos y trámite común de las intervenciones están regulados
en el art. 101 del CPC, que indica que los terceros deben invocar interés legítimo, por
un lado, y por ogro que la solicitud de intervención tendrá la formalidad prevista para
la demanda en lo que fuera aplicable debiendo acompañarse los medios probatorios
correspondientes. El juez puede declarar la procedencia o denegarla de plano; en
este último caso la resolución es apelable, más no en el primero. Hay que resaltar
que los intervinientes se incorporan al proceso en el estado en que éste se halle al
momento de su intervención.

4. LA INTERVENCIÓN EXCLUYENTE PRINCIPAL.

4.1 Como señalé al comienzo, es el caso más agresivo de intervención voluntaria en


el proceso; en efecto, en la intervención excluyente principal el tercero se apersona
al expediente con una pretensión a su favor que dirige contra los litigantes del
proceso en curso. Es principal y es excluyente porque su reclamo deja sin efecto el
debate de las partes. Por ejemplo, se está tramitando un proceso sobre mejor
derecho de propiedad y aparece un tercero que dice ser el verdadero propietario de
la cosa o derecho sobre el que se sigue el proceso, el que, de acuerdo con art. 99 del

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CPC, pude intervenir formulando su exigencia contra demandante y demandado,
actuando como una parte más en el proceso.

El interventor excluyente debe ejercitar su pretensión por medio de una demanda


contras las dos partes del proceso en trámite. Es decir, interviene directamente en
dicho proceso, pero su demanda no detiene su avance, salvo la expedición de la
sentencia. Según el art. 99 puede presentarse en primera instancia hasta antes de la
sentencia; en otros países que la contemplan, como Costa Rica, donde recibe el
nombre de intervención principal excluyente, ésta solo se puede presentar en
primera instancia, pero hasta antes de que se dé por concluida la etapa probatoria;
a mí me parece que esta solución es mejor que la de nuestro código procesal, porque
de esa manera toda la prueba aportada por las partes es valorada conjuntamente,
en tanto que en el sistema actual del art. 99 del CPC, si la intervención se produce
luego de precluida la etapa probatoria, el juez se verá obligado a apreciar
nuevamente la prueba aportada por el interviniente cuando 1) ya ha fijado el thema
probandi, y 2) ya ha valorado la prueba aportada por las parte originales del proceso;
permitirle al tercero intervenir en el proceso después de precluida la etapa de
prueba va a significarle al juez una tarea sumamente engorrosa (y que va a demorar
ostensiblemente el proceso), pues tendrá que comparar la valoración de la prueba
ya, que dio lugar a la preclusión de esa etapa, con la nueva prueba aportada por el
interviniente, dejando de lado el thema probandi, porque ahora tendrá que apreciar
los nuevos hechos traídos al proceso por el tercero, lo que significará una ampliación
del tema o una modificación del mismo.
.
4.2 En otros países que cuentan con códigos de procedimiento civiles de reciente
data no se ha considerado necesaria su regulación; así, en Argentina se ha sostenido
que el Código Procesal de la Nación no ha legislado sobre este tipo de intervención
porque sus autores han considerado inconveniente contemplarla, ya que puede ser
fuente de situaciones complejas e inconciliables con la mayor celeridad que se
persigue imprimir al proceso.

Según ese criterio, la mayor parte de los casos pueden solucionarse a través de la
acumulación de procesos, pero como todos sabemos, el proceso iniciado en último
lugar detiene el trámite del primer proceso, con lo que el argumento de la celeridad
queda aniquilado.

5. LA DENUNCIA CIVIL (litis denuntiatio, o intervención coactiva),

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Al comienzo me ocupé someramente de este instituto (supra 1.2), como un caso de
intervención necesaria o coactiva del tercero, porque ha sido llamado a intervenir en
el proceso contra su voluntad.

La denuncia civil puede, según nuestro Código, asumir hasta tres formas:

5.1 Aseguramiento de pretensión futura (o llamamiento ad eventum), es la clase o


forma de llamamiento contemplada en el art. 104 del CPC, que señala que la parte
que considera tener derecho para exigir de un tercero una indemnización por el daño
o perjuicio que pudiera causarle el resultado de un proceso, o derecho a repetir
contra dicho tercero lo que debiera pagar en ejecución de sentencia, puede solicitar
el emplazamiento del tercero con el objeto de que en el mismo proceso se resuelva
además la pretensión que tuviera contra él.
Un ejemplo bastará para aclarar el supuesto de hecho de la norma transcrita; el caso
es el siguiente:

Se demanda a una empresa de Leasing para que pague una suma de dinero al
vendedor demandante del bien adquirido por la empresa (por ejemplo, un cargador
frontal Caterpillar), adquirido con el único fin de ser dado en arrendamiento
financiero a un cliente de esta última, argumentando el actor que la demandada (la
empresa de Leasing) no le ha pagado la totalidad del precio acordado por la compra
de dicho cargador frontal. En su defensa, la empresa de Leasing presenta una carta,
de fecha muy anterior a la interposición de la demanda, en la que la vendedora
declara que ha recibido directamente del arrendatario financiero la suma de dinero
que ahora le reclama a la demandada (con lo que demuestra que ese faltante ya le
había sido pagado al demandante); la demandada denuncia civilmente al
arrendatario financiero bajo la forma de “aseguramiento de pretensión futura”, para
que en caso de ser condenada al pago de la suma que se le exige (y que ya fue
pagada), sea este último quien finalmente responda en la eventualidad de una
sentencia estimatoria que condene al pago a la empresa de Leasing.

En este caso en comentario resulta evidente que las razones para denunciar
civilmente al tercero son de economía procesal, pues de no proceder así la empresa
de Leasing demandada se vería obligada -en caso de ser condenada al pago de la
suma reclamada por el actor- a interponer una demanda contra el arrendatario
financiero para recuperar lo pagado al demandante como consecuencia de la
compra del bien hecha al vendedor por encargo de éste.

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5.2 Llamamiento posesorio (laudatio o nominatio auctoris).
Está contemplado en el art. 105 del CPC; este es un supuesto de hecho poco
frecuente, pero, sin duda, de cierta ocurrencia, pues de otra manera no hubiera sido
materia de un tratamiento especial en nuestro Código Procesal Civil, que lo
contempla en el citado artículo de la siguiente forma: “Quien teniendo un bien en
nombre de otro, es demandado como poseedor de él, debe expresarlo en la
contestación a la demanda, precisando el domicilio del poseedor, bajo
apercibimiento…”

El supuesto de hecho parte de la premisa que el demandante erra con respecto de


la persona que debe citar como demandado para la restitución de una cosa y dirige
la demanda contra quien tiene la posesión en ese momento. Para que la hipótesis se
presente la demanda debe haber sido dirigida contra quien está en contacto con la
cosa poseída al tiempo de la demanda y emplazamiento, es decir el que está
poseyendo, por ejemplo, en sustitución del inquilino, que es quien debe ser
demandado ya que la demanda versa sobre desalojo (por ejemplo); en este caso, el
demandado poseedor debe expresar ese hecho al contestar la demanda, bajo
apercibimiento de ser condenado, en el mismo proceso, al pago de una
indemnización por los daños y perjuicios que su silencio cause al demandante. La
última parte del articulo dice que es aplicable a quien fue demandado como tenedor
de un bien, cuando la tenencia radica en otra persona.

Como es sabido, la posesión puede ejercerse directamente por una persona que no
está en contacto directo con la cosa (caso de posesión mediata) o por medio de otra
persona que sí está en contacto con la cosa (posesión inmediata). La posesión
mediata se caracteriza porque el derecho posesorio se ejercita mediante interpósita
persona, que viene a ser el poseedor inmediato, por ejemplo: el nudo propietario es
el poseedor mediato en el usufructo, mientras que el usufructuario es el inmediato;
lo mismo en el derecho de habitación; lo mismo en el caso de arrendamiento, en que
el inquilino es el poseedor inmediato porque posee para el arrendador de la cosa
alquilada, etc.

Por otra parte, el código habla del tenedor, que obviamente es un poseedor
inmediato pero que posee la cosa para otro, que es el mediato; ejemplos de ello es
el del locatario, que tiene contacto directo con la cosa pero que reconoce en otra
persona (el locador) la posesión mediata de la misma. El tenedor es un representante
de la posesión del poseedor mediato; la línea divisoria entre un poseedor inmediato
que posee para sí y un tenedor que posee para otro, la da el hecho que este último

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es también un poseedor inmediato, pero posee para otro (el arrendador, en este
caso). Como es lógico, el poseedor inmediato que posee para sí puede adquirir la
cosa poseída por usucapión.

La denuncia, en estos casos, dará lugar a que el proceso se suspenda hasta el


momento del emplazamiento del denunciado, y aquí puede ocurrir que el
denunciado comparezca y reconozca su condición de poseedor, en cuyo caso será
emplazado con la demanda y reemplazará al demandado originario, quin será
apartado del proceso. Si el denunciado no comparece al proceso, o haciéndolo niega
ser poseedor, el proceso seguirá en curso contra ambos, esto es, contra el
demandado originario y contra el denunciado en su condición de litisconsorte, caso
en el cual la sentencia surtirá efecto respecto de éste y del poseedor por él
designado.

5.3. Llamamiento en caso de fraude o colusión.


Este es un supuesto contemplado en el art. 106 del CPC, en que el juez de la causa
presume que puede haber fraude o colusión entre las partes litigantes, en cuyo caso
hace un llamamiento a las personas que pueden resultar perjudicadas a fin que
hagan valer sus derechos, pudiendo, a tal fin, suspender el proceso hasta por un
plazo de 30 días hábiles. Nótese que el llamamiento lo hace el juez como deber a su
cargo, pero nada impide que un tercero se lo haga notar; lo cierto es que quien
decide o no llamar al tercero es solo el juez de la causa.

Este supuesto está ligado íntimamente al caso del art. 178 del CPC, que legisla sobre
la cosa juzgada fraudulenta, pero la diferencia, en este el caso del llamamiento, es
que el juez del proceso advierte durante el curso del mismo que puede tratarse de
un caso de fraude o colusión, en tanto que, en el caso de la cosa juzgada fraudulenta,
ese hecho ha pasado inadvertido para el juez, quien incluso ha llegado a dictar
sentencia, que es el supuesto del citado art. 178.

5.4 Existe un llamamiento en garantía que, a diferencia de los llamamientos que han
sido vistos, resulta obligatorio para el demandado y no está expresamente
contemplado en el CPC sino en los artículos los artículos 1498 y 1499 del Código Civil;
es la llamada citación de evicción, caso en que se presenta cuando el adquirente es
demandado por evicción por un tercero que pretende un mejor derecho sobre la
cosa; esto va ser visto con más detalle en el numeral 8.5 que trata sobre la sucesión
procesal en las obligaciones de garantía, pero también es un caso de llamamiento en

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garantía coactivo, pues el demandado está en la obligación de citar al transferente
para que comparezca al proceso.

6.- LAS TERCERÍAS DE PROPIEDAD Y LAS DE DERECHO PREFERENTE DE PAGO.


Arriba, en el numeral 3.1 se trató el caso de la intervención excluyente de propiedad
o de derecho preferente, que dan lugar, respectivamente, a las tercerías de dominio
y de derecho preferente, las que se tramitan conforme a los artículos 533 y ss. del
CPC, esto es, en la vía del proceso abreviado. En ambos casos la demanda debe
dirigirse contra los que son parte en ese proceso ajeno al tercerista.

6.1 La tercería de propiedad es la que interpone el que se dice propietario de la cosa


embargada o medida cautelar anotada en RR. PP. dispuesta por un juez en un
proceso que le es ajeno, con el exclusivo fin que se alce el gravamen o la carga
impuesta sobre un bien que considera que le pertenece y que no tiene porqué
responder por la pretensión hecha valer en dicho proceso por el demandante.

También puede fundarse en la propiedad de bienes afectados con garantías reales,


cuando el derecho del tercerista se encuentra inscrito con anterioridad a dicha
afectación; a diferencia de la de pago preferente, la tercería de propiedad puede
interponerse hasta antes que tenga lugar el remate de la cosa afectada.

El VII Pleno Casatorio ha dado reglas, entre otras, una según la cual prevalece la
propiedad no inscrita sobre el embargo inscrito; esto es, a mi juicio, un retroceso
jurisprudencial importante, pues va a tener por efecto que se multipliquen los casos
de compraventa de inmuebles (sobre todo), donde el contrato se quedará en minuta
y será ingresado a una notaría para obtener fecha cierta a través del número de
kárdex, propiciándose así la abundancia de casos de propiedad clandestina, donde
no se conocerá al propietario porque no ha inscrito su derecho, y propiciando el
engaño a los acreedores de parte de deudores inescrupulosos que se valdrán de ese
mecanismo para alzar una medida cautelar (generalmente un embargo, pero
también puede ser una carga, como la anotación de la demanda) inscrita sobre un
bien que todavía aparece inscrito a nombre del vendedor, quien hará que el
comprador clandestino interponga una demanda de tercería de propiedad para alzar
dicho medida cautelar a causa de ese errado criterio del Pleno Casatorio, que
privilegia el derecho real sobre el derecho de crédito en todos los casos.
Lo ideal era, en estos casos, que el juez analizara caso por caso, para evitar estas
situaciones de fraude que ahora se van a generalizar, al darle siempre preferencia al
propietario clandestino.

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6.2 A diferencia de la anterior, la tercería de derecho preferente se interpone con la
finalidad de ser pagado el tercerista, con el producido por la venta de la cosa
afectada, con preferencia al demandante y a otros acreedores, pues se invoca un
derecho preferente o un crédito privilegiado.

La preferencia de los créditos está expresada en el art. 42 de la Ley General del


Sistema Concursal, que establece el orden de preferencia para el pago de los créditos
de los acreedores del deudor concursado, a saber

42º.- Orden de preferencia


42.1 En los procedimientos de disolución y liquidación, el orden de preferencia en el
pago de los créditos es el siguiente:

Primero: Remuneraciones y beneficios sociales adeudados a los trabajadores,


aportes impagos al Sistema Privado de Pensiones o a los regímenes previsionales
administrados por la Oficina de Normalización Previsional…omissis…

Segundo: Los créditos alimentarios, hasta la suma de una (1) Unidad Impositiva
Tributaria mensual;

Tercero: Los créditos garantizados con hipoteca, prenda, anticresis, warrants,


derecho de retención o medidas cautelares que recaigan sobre bienes del deudor,
siempre que la garantía correspondiente haya sido constituida o la medida cautelar
correspondiente haya sido trabada con anterioridad a la fecha de publicación a que
se refiere el artículo 32º. Las citadas garantías o gravámenes, de ser el caso, deberá
estar inscrita en el registro antes de dicha fecha, para ser oponibles a la masa de
acreedores…omissis…

Cuarto: Los créditos de origen tributario del Estado, incluidos los del Seguro Social
de Salud - ESSALUD, sean tributos, multas, intereses, moras, costas y recargos; y

Quinto: Los créditos no comprendidos en los órdenes precedentes; y la parte de los


créditos tributarios que, conforme al literal d) del artículo 48.3, sean transferidos del
cuarto al quinto orden; y el saldo de los créditos del tercer orden que excedieran del
valor de realización o adjudicación del bien que garantizaba dichos créditos.

Como puede verse, siempre tendrán preferencia los créditos alimentarios y los
laborales sobre los demás, y en cuanto a los créditos asegurados con hipoteca,
prenda, etc. y embargo, la preferencia se decidirá en función a la fecha de inscripción
del gravamen.

7. LA EXTROMISIÓN.

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Así como los terceros intervienen en el proceso alegando un derecho o interés que
deben defender, el juez de la causa, puede separar a ese tercero por considerar que
ese derecho o interés ha desaparecido o por haber comprobado su inexistencia. La
extromisión es el fenómeno inverso a la intervención: es la salida del tercero
interviniente del proceso, que puede incluso haber llegado a ser parte del mismo,
por efecto de una decisión del juez que lo excluye de continuar participando en el
mismo, y esa exclusión del proceso puede darse, incluso, respecto de una parte
originaria como también y, con más razón, del tercero que haya intervenido o haya
sido incorporado al proceso en trámite (aun cuando lo haya sido como parte), como
los casos que han sido vistos arriba.

En general, la extromisión tiene lugar cuando el Juez compruebe el defecto de


presupuestos particulares que condicionan la presencia de la parte en el proceso, o
cuando llegue a faltar la demanda propuesta en juicio por la parte o contra ella (y el
proceso deba, en cambio, continuar entre las dos partes).

La extromisión se produce de manera automática en el caso del inciso 3 del artículo


108, esto es cuando el adquirente por acto entre vivos de un derecho discutido
sucede en el proceso al enajenante, como ocurre, por ejemplo, en los casos de cesión
de derechos y en los de cesión de posición contractual.

El siguiente caso que paso a exponer puede dar una idea más precisa sobre la
extromisión y cuándo puede darse este mecanismo procesal como forma para salir
del proceso por el tercero incorporado al mismo.

En un proceso de ejecución coactiva por cobro de tributos se embargan bienes que


pertenecen a una empresa de Leasing, pero que, como es lógico, están en posesión
del arrendatario financiero, que es el deudor tributario: enterada la empresa de
Leasing de que se han embargado sus bienes, interpone ante el ejecutor coactivo
una solicitud de intervención excluyente de propiedad (el equivalente de una
tercería de propiedad) para que se alce el embargo trabado sobre sus bienes, y como
no lo consigue en la vía administrativa, interpone una demanda ante el juez en lo
contencioso-administrativo solicitando la nulidad de lo resuelto por el Tribunal Fiscal
(que en última instancia administrativa ha desestimado la intervención excluyente).
Sucede que durante el trámite de este proceso judicial, el arrendatario financiero
ejerce la opción de compra y adquiere de la empresa de Leasing los bienes
embargados, convirtiéndose en propietario de los mismos, por lo que la empresa
demandante pierde el interés para obrar y, equivocadamente, solicita al juez su

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extromisión del proceso, para que su lugar sea ocupado por el actual propietario de
los bienes embargados, la cual le es negada bajo los siguientes argumentos que paso
a transcribir:

“Con relación a la institución de la extromisión procesal, el artículo 107° del Código


Procesal Civil prevé: “Excepcionalmente, en cualquier momento el Juez por
resolución debidamente motivada, puede separar del proceso a un tercero
legitimado, por considerar que el derecho o interés que lo legitimaba ha
desaparecido o haber comprobado su inexistencia”. Al respecto, en la doctrina
nacional LEDESMA señala: “Así como el Código permite la incorporación de terceros
al proceso cuando invoquen interés legítimo; también permite la expulsión de éstos
cuando el interés que lo legitimaba ha desparecido o se ha comprobado su
inexistencia. A esta separación del proceso se le denomina extromisión, la que puede
operar de oficio o a pedido de parte. Nótese que el artículo pone énfasis en la
excepcionalidad de la medida, pues lo ordinario es que quien actúe en el proceso lo
haga con un mínimo de interés; esa es la justificante para la incorporación y
permanencia, a contrario sensu, opera la expulsión. Hay que recalcar que solo los
terceros legitimados son los llamados a ser separados del proceso a través de la
extromisión. Las partes tienen otros mecanismos para salir de él, por citar, el
desistimiento, entre otros”1 y en la jurisprudencia nacional se tiene señalado que
“La figura procesal de la extromisión, está reservada expresamente para los terceros
legitimados y no para las partes originarias de un proceso. La ratio legis de la norma
está en otorgar al juzgador la facultad expresa de integrar al proceso a un tercero en
cualquiera de las modalidades que previene la norma y en separarlo cuando
considera que el derecho o interés que lo legitimaba ha desaparecido o haber
comprobado su Inexistencia2.”

El problema es que si el demandante se desiste, como quiere el juez, acaba el


proceso, y eso obliga al actual propietario de los bienes embargados a iniciar un
nuevo proceso. Entonces la pregunta obligada es: ¿qué debió hacer la empresa
demandante para evitar desistirse del proceso ya que la extromisión no era el
mecanismo que podía emplear para ello por las razones expuestas por el juez? La
empresa demandante no pudo hacer nada al respecto por la inanidad del
arrendatario financiero, quien como propietario de los bienes era el llamado a
solicitar la sucesión procesal ante el juez, conforme al inciso 3 del art. 108 del CPC. y
que, pese a haber sido notificado, no se apersonó al proceso haciendo valer su título.

Queda claro, así, que la extromisión no es un mecanismo de salida del proceso para
todos los que intervienen en él, sinos solo para los terceros que han sido
incorporados voluntaria u obligadamente a participar en él.

1
MARIANELLA LEDESMA NARVAEZ en “Comentarios al Código Procesal Civil”; Tercera edición; Lima; Perú; Gaceta
Jurídica Editores; 2011; Tomo I página 266.
2
(Exp. N° 333-98, Tercera Sala Civil, Ledesma Narvaez, Marlanella, Jurisprudencia Actual, Tomo 2, Gacela Juridica, p.
326).

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8. LA SUCESION PROCESAL.

Por la sucesión procesal un sujeto ocupa el lugar de otro en un proceso, al


reemplazarlo como titular activo o pasivo del derecho discutido. Los casos de
sucesión procesal están contemplados en el art. 108 del CPC y existen varios
supuestos para que se produzca la misma. A mi entender estos supuestos no son
numerus clausus, pues existen otros supuestos que originan este fenómeno
procesal, como veremos al final de este tema.

8.1 El primer supuesto considerado expresamente en la norma (disposición, como


quieren los exquisitos) es el fallecimiento de una persona que sea parte en el
proceso, que es reemplazado por su sucesor; esto va a ocasionar que el proceso
suspenda su tramitación hasta la comparecencia del sucesor, o del curador procesal
a falta de éste.

8.2 El segundo ocurre al extinguirse o fusionarse una persona jurídica, sus sucesores
en el derecho discutido comparen y continúan el proceso. Si no comparecen, lo hace
el curador procesal nombrado por el juez a tal efecto.

8.3 El adquirente por acto entre vivos de un derecho discutido, sucede en el proceso
al enajenante. De haber oposición, el enajenante se mantiene en el proceso como
litisconsorte de su sucesor. Casos ordinarios de este supuesto son la cesión de
derechos y la cesión de posición contractual, en las que el cesionario reemplaza al
cedente en el proceso; en el primer caso no se requiere de la aquiescencia del
deudor, en tanto que en el segundo es necesaria la intervención de todos los
partícipes del contrato original.

8.4 Cuando el plazo del derecho discutido vence durante el proceso y el sujeto que
adquiere o recupera el derecho, sucede en el proceso al que lo perdió.

Un ejemplo de tal supuesto de hecho es el siguiente: El propietario de un terreno


urbano celebra un contrato de arrendamiento por un plazo forzosos de tres años,
autorizando al arrendatario a subarrendar parte del terreno; éste subarrienda dicha
parte a un tercero por el plazo de dos años, vencido el cual resuelve el contrato y
demanda el desalojo al subarrendatario. El proceso de desalojo se prolonga por más
de un año, plazo en el cual vence el contrato de arrendamiento y el propietario
solicita la devolución de terreno arrendado. En esta situación, el plazo del derecho

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discutido vence para el demandante, y el sujeto que adquiere o recupera el derecho
es el propietario, que sucede en el proceso al que perdió el derecho.

8.5 La sucesión procesal y las obligaciones de garantía


Además de los casos de sucesión procesal contemplados en el art. 108, ésta también
puede originarse en los casos en que se hacen efectivas ciertas obligaciones de
garantía en un proceso pendiente, como en el caso de la citación de evicción, que
permite que un tercero sea citado a un proceso en curso para que asuma la
obligación de defensa que debe prestar a la parte compradora y así evite la evicción
de la cosa comprada, esto es, la pérdida de la cosa total o parcialmente por sentencia
judicial. Si el tercero (el vendedor) comparece al proceso, éste se sigue contra él,
generándose de ese modo una sucesión procesal.

La sucesión por causa de evicción, mejor llamada citación de evicción, está


contemplado explícitamente en los artículos 1498 y 1499 del Código Civil, que
establecen, respectivamente, lo siguiente:

Art. 1498.-
Promovido juicio de evicción, queda el adquirente obligado a solicitar, dentro del
plazo para contestar la demanda, que ésta se notifique al transferente que éste
designe.

Art. 1499.-
Si el transferente sale a juicio ocupará el lugar del adquirente como demandado
hasta la conclusión del proceso. Cuando el adquirente lo solicite puede coadyuvar
en la defensa.

El código, sin embargo, no se pone en el supuesto que el citado de evicción no


comparezca, en cuyo caso la sucesión procesal no podría producirse, debiendo
continuar el proceso entre el demandante y el demandado original.

Esta hipótesis de sucesión procesal, en el caso que el transferente citado salga a


juicio, permite que el demandado original pueda continuar en el proceso como un
tercero coadyuvante si así lo solicita, de modo tal que en esta situación estaríamos
frente a dos fenómenos procesales distintos: por un lado, la sucesión procesal, y por
otro la intervención coadyuvante de quien fue parte y ahora es tercero, al haber sido
sustituido en el proceso por el transferente compareciente, pero que conserva un
interés por defender en el mismo.

Lima, junio de 2018.

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