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LA SENTENCIA
SENTENCIA
Resolución Número 17
VISTOS.- De los actuados del presente proceso se tiene que Germán Salizar
Saico en Representación de Ángel Custodio Hernández Alarcón interpone
demanda sobre Acción Revocatoria respecto de la Escritura Pública de fecha 10
de febrero del 2006, pretensión que la dirige contra Carmen Luisa Hernández
Alarcón, Natividad Arotaype Huallpa, Aquiles Emilio Arotaype Huallpa y victoria
Arotaype Huallpa. (Folio 52-59)
Petitorio.
Solicita se declare la ineficacia del acto del Acto Jurídico de disposición a título
gratuito Donación sobre el inmueble Nº 233 de la calle Enrique del Campo del
Distrito de Miraflores de la Provincia y departamento de Lima a favor de sus
codemandados.
Fundamentos de la demanda.
Mediante escrito del folio 54, Natividad Arotaype Huallpa, Aquiles Emilio Arotaype
Huallpa y victoria Arotaype Huallpa, absuelven el traslado de la demanda en forma
negativa, solicitando se declare infundada con expresa condena de costas y
costos, en amparo de los siguientes fundamentos:
Que para la parte actora no existe la donación en tal sentido indican que no podría
instarse la pretensión de ineficacia del acto jurídico inexistente.
Agregan, que la sola interposición de las demandas no crea ningún derecho para
el actor ni para su hermano Juan Bautista Hernández Alarcón para que a priori se
consideren acreedores originarios por dichas demandas.
Carmen Luisa Hernández Alarcón, mediante escrito del folio 295 absuelve el
traslado de la demanda en forma negativa, solicitando se declare infundada con
expresa condena de costas y costos, reproduciendo los fundamentos de la
contestación de la demanda de sus codemandados Natividad Arotaype Huallpa,
Aquiles Emilio Arotaype Huallpa y victoria Arotaype Huallpa.
Audiencia de pruebas:
Se verifica la audiencia de pruebas, conforme las actas de folios 386, 388, 416 y
en acta de folio 423 y siguientes, y habiéndose puesto los autos en mesa para
expedir sentencia al fina de la Audiencia, de fecha 6 de agosto del dos mil ocho,
dentro del término de Ley, se procede a la emisión de la misma.
ii. La acción pauliana es una acción que la ley faculta al acreedor a interponer, que
persigue la ineficacia respecto de él de determinados actos de disposición
realizados por su/s deudor/es, actos que pueden perjudicar el cobro o satisfacción
de su/s crédito/s.
Lohmann Luca de Tena sobre el tema refiere: “Entendemos por acción pauliana la
facultad que la ley otorga al acreedor para pedir la declaración de inoponibilidad o
ineficacia respecto de él, de ciertos actos de disposición – no necesariamente
fraudulentos, insistimos – que el deudor efectúe de su patrimonio y que causen
perjuicio a sus derechos, hasta el límite de ello. Vista de otro modo es el modo de
poder protección contra la violación dañosa de un derecho, cometido libremente,
tanto dolosa como culposamente y, por tanto, por una razón que no debe
prevalecer sobre el derecho perjudicado y que debe removerse.”(1)
TERCERO: De la carga de la prueba y fijación de puntos controvertidos
i. El artículo 196 del Código Procesal Civil, “salvo disposición legal distinta, la
carga de probar corresponde a quien afirma hechos que configuren su pretensión
o a quien los contradice alegando hechos nuevos”, y de acuerdo al dispositivo
siguiente, esto es artículo 197, “los medios probatorios son valorados en forma
conjunta por el juzgador utilizando para ello su apreciación razonada”.
ii. Por otro lado el juzgado ha fijado como puntos controvertidos los siguientes:
i. Son requisitos del fraude de acto jurídico, establecidos por cierto en el artículo
195 del Código Civil, que necesariamente deben cumplirse para que la declaración
de inoponibilidad o ineficacia del acto jurídico fraudulento sea aplicable son los
siguientes:
(b) La existencia de actos del deudor, a título gratuito u oneroso, por los que
disminuya su patrimonio conocido.
iii. Conforme se ha señalado, el artículo 195 del Código Civil dispone que,
corresponde al acreedor la prueba de la existencia del crédito, por tanto es parte
de la carga del demandante, y conforme dispone además el artículo 200 del
Código Procesal Civil, si no se prueban los hechos que sustentan la pretensión, la
demanda será declarada infundada.
FALLO:
ACCION PAULIANA
LA ACCIÓN PAULIANA
La acción pauliana, de ineficacia o revocatoria (ART. 195º CPC), es la que
compete al acreedor para pedir que judicialmente se declaren ineficaces respecto
de el los actos con los cuales su deudor renuncia a sus derechos (renuncia a
sus legados, constitución de patrimonio familiar, etc.) o con los que disminuya su
patrimonio conocido, disponiéndolo (donación, venta, etc.) o gravándolo (prenda,
hipoteca, etc.), de tal forma que le cause un perjuicio, imposibilitándolo o
dificultando el recupero de su crédito. Declarado el acto ineficaz, el acreedor
accionante podrá ejecutar su crédito sobre los bienes objeto del acto fraudulento,
no obstante que ya no pertenecen al deudor.
LEÓN BARANDIARAN señala que por medio de la Acción Pauliana el acreedor
obra en nombre propio y demanda que quede sin efecto el acto realizado por su
deudor, que comporta una disminución en el patrimonio de éste, que así queda
reducido a la insolvencia, o sea, que carece de medios para pagar su insolvencia.
Con esta acción se tutela el derecho de los acreedores, protegiendo al mismo
tiempo el derecho de los terceros, adquirentes o subadquirentes a título oneroso y
de buena fe. Coloca a los bienes materia de la enajenación fraudulenta en
situación de que puedan ser embargados y rematados judicialmente por el
acreedor. Satisfecho el interés del acreedor, subsiste el acto celebrado entre el
deudor que enajeno y el tercero que adquirió.
Si el patrimonio del deudor constituye garantía patrimonial común de sus
obligaciones o expectativa de ellas (cuando se trata de obligaciones sub
conditione), está obligado a actuar con responsabilidad, diligencia y honestidad en
los actos de renuncia a derechos, o de disposición o gravamen de sus bienes,
conservando lo necesario para cumplir con sus obligaciones. Sobre este
fundamento radica la acción pauliana, conferida por la ley a los acreedores para
impugnar los actos de los deudores que perjudiquen su derecho, a fin de que
puedan ejecutar los bienes integrantes de la garantía general. La acción
revocatoria tiene por finalidad privar de eficacia a los actos de enajenación
fraudulentos realizados por el deudor. Al igual que la acción revocatoria tiene
también carácter subsidiario y el acreedor sólo podrá ejercitarla cuando no cuente
con otro medio de satisfacer su derecho de crédito, burlado por el acto dispositivo
fraudulento del deudor.
Entre el adquirente del bien y el deudor enajenante. Entre estas personas, el acto
es eficaz, por ello, si pagado el crédito del acreedor accionante queda algún
remanente, éste pertenece al adquirente del bien, sea a título gratuito o a título
oneroso.
Recalcamos si prospera la acción pauliana el acto queda subsistente, es válido y
eficaz, entre las partes y frente a terceros e ineficaz sólo frente al tercero acreedor
accionante víctima del daño, hasta el importe de su crédito y en tanto subsista tal
daño. El acreedor triunfante, puede, antes de iniciado el proceso para el cobro de
su crédito o dentro de éste, solicitar medidas cautelares sobre los bienes que
forman el objeto del acto impugnado. La acción pauliana no va directamente al
pago del crédito, sino que constituye una vía auxiliar que prepara a los fines de
que ulteriormente el crédito se haga efectivo mediante la acción principal. Frente a
los actos de disposición del deudor, el acreedor perjudicado tiene que seguir dos
acciones: una principal destinada al cobro de su crédito y otra auxiliar, la acción
pauliana, que persigue que respecto de él se declare ineficaz el acto de
disposición de su deudor, restableciéndose así la garantía común y poder contar
con bienes realizables. Si el proceso principal se inició primero, la ejecución de la
sentencia se suspende hasta que la pauliana despeje el camino si llega a
prosperar. La realización de los bienes se lleva a cabo en el proceso principal para
el cobro, no en el relativo a la acción pauliana.
La pauliana constituye un “prius” de una ejecución posterior o de la iniciada y
detenida ante la carencia de bienes a realizar, por lo que parecería tener carácter
ejecutivo; pero, la verdad es que el acreedor no percibe su crédito con ella; si bien
es cierto que el demandante logra que se prive de eficacia al acto impugnado, esto
ocurre solamente respecto de él, reponiendo en su favor la garantía patrimonial,
siendo válido en todo lo demás entre las partes; aun cuando precede a la
ejecución, la cual puede no ocurrir de inmediato en los créditos sujetos a plazo o
condición suspensiva, la finalidad inmediata, concreta, esencial y su verdadera
razón de ser es la de restablecer la aludida garantía común y no la de realizarla
directamente. Esta secuela tiene ligar en un momento cronológico y conceptual
distinto y posterior, sobre los bienes que haya logrado asegurar el accionante en
manos de un tercero. Su carácter es conservatorio no ejecutivo.
En la acción para el cobro del crédito, el demandado es el deudor; en cambio en la
acción pauliana los demandados son el deudor y el adquirente, y eventualmente
los subadquirente. Las partes litigantes en ambos procesos nos son las mismas.
En la acción del cobro, el título del acreedor demandante es el acto jurídico
(generalmente un contrato) o el acto ilícito (ejemplo, un accidente de tránsito) que
origina el crédito, mientras que en la acción pauliana, el título del acreedor
demandante reside en el acto de alineación realizado por el deudor perjudicando
la garantía general. Los títulos del accionante en cada una de las acciones no son
los mismos. En el proceso seguido para que se declare la ineficacia de un acto
jurídico no se puede cobrar un crédito, ni un proceso para cobrar un crédito se
puede declarar la ineficacia de un acto jurídico. No hay identidad entre ambas
acciones. Por tanto, procesalmente, la acción para el cobro y la acción pauliana no
son acumulables.
h) Carga de la prueba
Por lo que concierne a la carga de la prueba, el art. 195 establece: “incumbe al
acreedor la prueba sobre la existencia del crédito y, en su caso, la concurrencia de
los otros requisitos indicados en el incisos 1y 2 de este artículo. Corresponde al
deudor y al tercero la carga de la prueba sobre la inexistencia del perjuicio, o
sobre la existencia de bienes libres suficientes para garantizar la satisfacción del
crédito”.
Si el acto de disposición o gravamen es gratuito, el acreedor demandante debe
probar: 1) la existencia del crédito; 2) la existencia del acto o actos por los que el
deudor ha renunciado a derechos o disminuido su patrimonio conocido,
perjudicado el cobro del crédito. No está en la obligación del demandante probar el
perjuicio, sino solamente los actos por los cuales el deudor ha disminuido o
desaparecido su patrimonio conocido. El art. 195 dispone que se presume la
existencia del perjuicio cuando del acto del deudor resulta la imposibilidad de
pagar íntegramente la prestación debida o se dificulta la posibilidad de cobro. Por
supuesto que nada impide que el acreedor demandante, si lo desea, pueda
aportar pruebas que estén a su alcance para demostrar la existencia del perjuicio,
como seria, por ejemplo, la presentación de un certificado negativo de propiedad
del deudor demandado, expedido por los registros públicos. En virtud de la
mencionada presunción, corresponde al deudor y al tercero demandado la prueba
de la inexistencia del perjuicio o la existencia de bienes libres suficientes que
garanticen la satisfacción del crédito.
Tratándose de actos onerosos hay que distinguir si han sido realizados antes o
después del nacimiento del crédito. Si el acto es posterior al surgimiento del
crédito, el acreedor demandante debe probar: 1) la existencia del crédito; 2) la
existencia del acto o actos con los que el deudor ha renunciado a derechos o
disminuido su patrimonio conocido, perjudicando el cobro del crédito; 3) que estos
actos se han realizado con posterioridad al acto o hecho que ha originado el acto;
y 4) que el tercero ha actuado de la mala fe, conociendo el perjuicio causado al
acreedor o estando en razonable situación de conocer la existencia del crédito o
de no ignorarlo. Nuestra no establece ninguna presunción de conocimiento del
perjuicio por parte del tercero adquirente con el fin de invertir la carga de la
prueba. En algunos casos la prueba de la mala fe del adquirente es fácil, por
ejemplo, cuando la insolvencia del deudor es notoria o de las relaciones entre
deudor y adquirente se deduce que éste conoció el perjuicio; pero dado a que, en
la mayoría de los casos, es sumamente difícil probar la mala fe del tercero,
pensamos que, en forma similar a lo que dispone el art. 969 del Código argentino,
debe legalizarse estableciendo que se presume que el tercero tiene conocimiento
del perjuicio cuando conocía o estaba en aptitud de conocer la existencia del
crédito y que el deudor carece de otros bienes registrados; de este modo se
invierte la carga de la prueba, correspondiendo al tercero demostrar su buena fe.
Corresponde al deudor y tercero demandados probar: la inexistencia del perjuicio,
o la existencia de bienes libres suficientes que garanticen la satisfacción del
crédito. Como se aprecia, conforme al art. 195, dos son los requisitos para que
proceda la acción pauliana contra actos de disposición o gravamen posteriores al
nacimiento del crédito: el eventus damni y la mala fe del tercero. Si los
demandados no prueban la inexistencia del perjuicio o la existencia de bienes
libres suficientes y el demandante prueba la mala fe del tercer, la demanda es
fundada, pero si no se prueba la mala fe del tercero, la demanda es infundada aun
cuando esté probado el perjuicio causado al acreedor demandante.
Si el acto es anterior al nacimiento del crédito, el acreedor debe probar: 1) la
existencia del acredito; 2) la existencia del acto de disposición; 3) que este acto ha
sido realizado con anterioridad al hecho que ha originado el crédito; 4) que tanto el
deudor como el tercero han celebrado el acto de disposición con el propósito de
perjudicar el cobro del futuro crédito. Pero como la convivencia fraudulenta entre el
deudor y el tercero es de prueba difícil que impide la aplicación de la acción
pauliana, la ley presume la intención fraudulenta en el deudor cuando ha dispuesto
de bienes de cuya existencia había informado por escrito al futuro acreedor, y se
presume la intención del tercero cuando conocía o estaba en la aptitud de conocer
el futuro crédito y que el deudor carece de otros bienes registrados (art. 195.2). O
sea que en estos casos se invierte la carga de la prueba, correspondiendo al
tercero adquirente demostrar su buena fe, acreditando, v.gr. que el deudor tiene
otros bienes embargables en el territorio de la República o que desconocía la
existencia de acreedores.
ACCIÓN SUBROGATORIA
La acción subrogatoria (Artículo 1219 º inc. 4) también denominada indirecta,
oblicua o refleja, ha sido definida como la facultad que la ley concede a los
acreedores para que sustituyéndose a su deudor ejerciten los derechos y acciones
de éste, cuando tales derechos y acciones, por la negligencia o mala fe de dicho
deudor, estuvieren expuestos a perderse para la prenda general con perjuicio para
sus acreedores. La acción subrogatoria, pese a su nombre, no es un supuesto de
subrogación, ni se puede decir, propiamente hablando, que el acreedor que la
ejercita actúa en nombre del deudor. El acreedor actúa en nombre propio en virtud
de la facultad que le da la ley.
León Brandarían explica "Por la acción subrogatoria un acreedor puede ejercitar
una reclamación a nombre de su deudor, para que el patrimonio de éste se
acrezca, con el cual el acreedor halla medio de hacerse pago de su crédito,
haciendo que tal patrimonio responda por aquél".