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(REVISIÓN 2021)
1
RESUMEN
ABSTRACT
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around facts that must be proven by those who affirm them and by
those who the controverted denying them and affirming other
facts; hence the importance of the test and the activity that
develops around it, which is the so-called probative activity.
1.- INTRODUCCIÓN.
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hace ya un buen tiempo, es de uso difundido sustituirla o
reemplazarla por la palabra “evidencia”, sin advertir que se trata
de un anglicismo proveniente de la palabra “evidence”, que tiene
en los países del common law el significado de prueba – medio de
prueba (aunque en la lengua inglesa se distingue entre "evidence'''
-la prueba como medio- y "proof”, -la prueba como resultado-),
pero que en castellano significa algo cognoscible o aprehensible a
simple vista o que es patente o manifiesto (lo evidente).
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c) Y en una tercera acepción se habla de la prueba para
referirse al hecho mismo de su producción, a la
circunstancia de hacerla valer ante los tribunales. En este
sentido, por ejemplo, se dice que la prueba incumbe al
actor o al demandado; esto, sin embargo, tiene que ver
con el onus probandi, es decir, con la parte que soporta la
carga de probar, y no con la prueba propiamente dicha
(luego veremos la diferenciación que se hace de la carga
de la prueba como regla de juicio de la carga como de
ésta regla de aportación, aunque la misma no tenga otro
efecto práctico que establecer si la prueba aportada es o
no suficiente para emitir un pronunciamiento de mérito
del que dependerá el éxito o el fracaso de la demanda
fundada en esos hechos. También veremos cómo la
prueba de oficio, que recusamos, altera el equilibrio
probatorio de las partes al beneficiar al actor que no
pudo producir convicción en el juez con la prueba
producida de los hechos afirmados en la demanda.
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Así, Hugo Alsina, notable jurista argentino del siglo pasado, en su
“Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial”, la
entiende como la “comprobación judicial, por los modos que la ley
establece, de la verdad de un hecho controvertido del cual depende
el derecho que se pretende”.
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mientras que el medio "es un concepto jurídico y absolutamente
procesal"; la fuente "existirá con independencia de que se siga o no
el proceso", en cambio el medio "nacerá y se formará en el
proceso"; en fin, la fuente es "lo sustancial y material", y el medio
es "lo adjetivo y formal".
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En nuestro Código Procesal Civil esto está establecido en el artículo
188 que, prácticamente, ha sido transcrito en el párrafo
precedente, aunque de manera desagregada para facilitar la
diferenciación y significación de su triple finalidad.
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a la verdad (del proceso, se sobrentiende, porque, como veremos
casi al final, no es tarea del juez establecer la verdad material a
través de otros medios de prueba que no sean los aportados al
proceso), es decir que el juez debe adquirir convicción en grado de
certeza sobre los hechos que son materia de la prueba (thema
probandi). Como ya señalamos, la certeza es el grado mayor del
convencimiento que puede alcanzar el juez, por lo que la prueba
debe estar orientada a lograr ese grado de convencimiento sobre
los hechos que decidirán la controversia, que ha sido prefijada
como thema decidendi. Más adelante volveremos sobre este tema
cuando examinemos la residualidad de la carga de la prueba como
regla de juicio, que se supone que solo funciona para el juez
cuando considera que la prueba aportada al proceso no resulta
suficiente para proferir una sentencia estimatoria, no quedándolo
otro remedio que aplicar al caso lo que dispone el art. 200 del CPC
sobre improbanza de la pretensión, obligándolo a desestimar la
demanda debido a que el demandante no ha podido probar los
fundamentos fácticos de su causa petendi, pues esa carga le es
atribuida principalmente al demandante que, conforme al art. 196,
tiene que probar los hechos que configuran su pretensión, aunque
también se le atribuye a quien los contradice alegando nuevos
hechos. (Como es sabido, la causa petendi tiene dos tipos de
fundamentos: los fácticos y los jurídicos; los primeros son
inmodificables, pero respecto de los segundos el juez puede aplicar
el principio iura novit curiae y adaptarlos a lo que persigue la
pretensión hecha valer en el proceso). No obstante la gran utilidad
práctica que tiene este principio cuando se trata de establecer cuál
es el fundamento jurídico de la pretensión, para acomodar la
“etiqueta” del petitorio de la demanda a los fundamentos facticos
de la misma, muchos jueces no lo aplican por el desconocimiento
que existe en torno a esta figura y simplemente desechan
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demanda (como ocurre, por ejemplo, cuando se demanda una
indemnización por daños y perjuicios y el actor la califica
equivocadamente como una de carácter contractual siendo que es
de carácter extracontractual o viceversa).
De la prueba de oficio, que mucho tiene que ver con esta materia,
vamos a ocuparnos en un rubro especialmente dedicado a ese
tema. Desde ya adelantamos que nuestra postura al respecto es de
total rechazo, pues lo que realmente hace el juez cuando ordena
una prueba de oficio es favorecer a la parte que ha sido incapaz de
probar el hecho que ha introducido al proceso, y en su ayuda
acude el juez ordenando la actuación de un medio probatorio para
demostrar o desacreditar ese hecho. Esta aberración trastorna la
neutralidad (que tiene categoría de principio) esencial que debe
observar el juez en el proceso y le hace inclinar la balanza de la
justicia en favor de una de las partes, agraviando con esa conducta
a la contraparte en el proceso.
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fundamentos fácticos de sus pretensiones (los hechos afirmados
por el demandante, que constituyen lo que se conoce como causa
petendi fáctica, y los negados y/o afirmados por el demandado
para desvirtuar los afirmados por el actor); desde luego, si hubiera
cuestiones probatorias (que recaen sobre los medios probatorios,
tales como tachas o nulidades) primero hay necesidad de
resolverlas para luego pasar al saneamiento probatorio
propiamente dicho.
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En todo proceso civil, para estar en capacidad de definir los hechos
que van a ser materia u objeto de prueba (que son las afirmaciones
realizadas por las partes sobre los hechos que sustentan la
pretensión o pretensiones del actor y, a su turno, la contradicción
del demandado), que es lo que se conoce con el nombre latino de
thema probandi, es necesario que primero se defina lo que será el
tema de la controversia (thema decidendi). Es alrededor de este
último tema que gira la controversia sobre los hechos
introducidos al proceso por las partes: el demandante, con la
demanda, y el demandado, con la contradicción de la misma
(negándola, desde luego y/o afirmando otros hechos que
desvirtuarían los fundamentos fácticos de la demanda).
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lógica procesal, ya que si no se define primero qué hechos deben
ser objeto de la prueba, no sería posible realizar el saneamiento
probatorio (por ejemplo, no se podría rechazar un prueba por
impertinente o inútil, porque eso supone un conocimiento previo
del hecho que quiere probarse).
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preconstituyendo su medio de prueba para la eventualidad de
tener que producir su prueba en un proceso posterior) y medios
probatorios circunstanciales, que son aquellos que sirven para
reconstruir un hecho después de producido (v. gr. en un accidente
automovilístico los peritajes que hace la policía y la aseguradora).
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proceder a la admisión o rechazo de los medios de prueba, de
alguna manera carece de lógica, pues si el medio probatorio [o la
prueba, somo quiera que se le llame] es finalmente rechazado por
el juzgado ¿qué sentido tiene haber tramitado previamente las
cuestiones probatorias referidas a ese medio de prueba que
últimamente es desechado?).
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sin prueba suficiente en la etapa en que toca resolver la litis a
través del dictado de la sentencia?
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otorga al juez en este mismo código y con la que estamos en total
desacuerdo tratándose de procesos civiles de orden patrimonial,
como veremos más adelante.
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suficiente, es irrelevante determinar quién aportó la prueba al
proceso en virtud del “principio de adquisición de la prueba”.
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v.10, n.2: mai.-ago., 2019. ISSN 2191-1339 –
www.civilprocedurereview.com bajo el título “AN OVERVIEW OF
CIVIL PROCEDURE IN ARGENTINA”, en el punto en que toca las
figuras básicas que tipifican el sistema procesal argentino (III.
SOME OF THE BASIC FEATURES THAT TYPIFY ARGENTINE CIVIL
PROCEDURAL SYSTEM) dice lo siguiente:
v. Carga de la prueba
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implica que rompe las reglas de principio dispositivo que informa
esta clase de procesos, aun cuando la prueba de oficio, como
señalamos, no puede versar sobre hechos no introducidos por las
partes).
1.3.1.2 Los estándares de prueba.
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como regla de juicio). Todo esto se debe a la existencia
de más de un estándar de prueba”.
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Rafael de Pina, notable procesalista español del siglo pasado
radicado en México hasta su muerte, decía (“Instituciones de
Derecho Procesal Civil”, 29ª. Edición, Edit. Porrúa, México) lo
siguiente: “El principio del onus probandi tiene excepciones
derivadas del objeto mismo de la prueba. No necesitan prueba: a)
Las normas jurídicas nacionales. b) Los hechos notorios. e) Los que
tienen a su favor una presunción legal. d) Los ya probados, los
admitidos y los confesados”.
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Desde luego, en el caso de estas últimas, estamos ante
presunciones destructibles (a diferencia de las presunciones de
derecho o de iure). Un ejemplo de ello es la presunción iuris
tantum según la cual los hijos nacidos dentro del matrimonio
tienen por padre al marido (pater est quod nuptiae demonstrat),
así como los que nazcan dentro de los trescientos días siguientes a
la disolución del matrimonio, según el artículo 361 del Código Civil.
En el otro polo, la presunción según la cual la madre siempre es
conocida (mater semper certa est), indirectamente recogida en el
artículo 409 del Código Civil, es una presunción de derecho, porque
se parte de la premisa que la maternidad es un hecho biológico
incontestable, por lo que no se puede impugnar. Sin embargo, en
la actualidad, el uso cada vez más frecuente de la maternidad
subrogada como medio de procreación pone en duda la citada
presunción (que, repetimos, es de derecho), que ha permitido
atribuir el hijo a la madre biológica sin necesidad de
reconocimiento de la mujer que lo ha dado a luz, por aquello de
partus sequitur ventre.
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En un artículo sobre este tema de tanta actualidad y de tanta
complejidad, el autor nacional, Marco Andrei Torres Maldonado,
toca esta tema in extenso, pero por ahora nos limitaremos a
transcribir un párrafo de dicho trabajo donde pregunta “¿Quién es
la madre? ¿La mujer gestante, la mujer que ha producido el óvulo o
la mujer que desea reconocer al menor? La respuesta depende de
la propia concepción de la maternidad, si se cree o no en un
determinismo genético. La tendencia es que la paternidad se base
en la verdad genética, pero no se ha seguido la misma línea en
caso de determinar la maternidad, ya que generalmente se asume
que madre es quien da a luz. Según Enrique Varsi (en referencia al
profesor Enrique Varsi Rospigliosi) dicha limitación se fundamenta
en dos principios: la maternidad se prueba por el hecho del parto
(artículo 409 del Código Civil) y la calidad de madre genética debe
coincidir con la de la madre biológica (artículo 7 de la Ley General
de Salud)”.
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en tanto que la presunción abarca a una generalidad, pero ambos
desempeñan parecido rol en la prueba.
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Pamplona), o a una especialidad técnica o científica o de otra
naturaleza, en la que el hecho es conocido como notorio por esa
comunidad, deberá probarse que en tales casos el hecho tiene,
efectivamente, tal calidad, es decir, que es de conocimiento común
de todos los individuos de la localidad o de la comunidad, según
sea el caso. La comunidad puede no ser científica, como, por
ejemplo, el alquiler de autos para usarlos como taxi (“taxear”,
como se le llama en esa comunidad) las 24 horas del día, es
llamado “puerta libre”; ese es también un hecho notorio en la
comunidad de taxistas que no tienen auto propio y deben
alquilarlo para trabajar como taxi.
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inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los
separa, etc. También sabemos por experiencia que las hojas de los
árboles caen en otoño; que en invierno hace frío y en verano calor.
El dolor también es una experiencia (Ortega y Gasset, el gran
filósofo español del siglo pasado, decía que la experiencia de un
dolor de muelas era intransferible); etc.
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1.3.3 Hechos afirmativos y hechos negativos.
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Los hechos jurídicos también se clasifican en hechos constitutivos,
extintivos, impeditivos y modificativos; los primeros son los que
hacen nacer una relación jurídica, como, por ejemplo, el acuerdo
de voluntades para celebrar un contrato, que da nacimiento al
mismo.
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existencia del hecho constitutivo de donde proviene el derecho
que alega tener. Si el demandado contradice lo alegado
sosteniendo que la obligación cuyo cumplimiento se le exige se
extinguió por alguno de los modos previstos para la extinción de las
obligaciones, deberá probar la ocurrencia de ese hecho extintivo.
Lo mismo si es que alega la ineficacia de la relación jurídica por
existir un vicio de nulidad, deberá probar la existencia del hecho
impeditivo. También ocurre que tiene que probar si alega la
existencia de un hecho impeditivo (la imposibilidad, por ejemplo,
del cumplimiento de una obligación por causa de fuerza mayor o
caso fortuito) o modificativo (por ejemplo, la excesiva onerosidad
de la prestación, etc.).
Se discute si puede alterarse la regla de la carga de la prueba,
concretamente el onus probandi, por voluntad de las partes; los
que propician esa teoría sostienen que tal acuerdo no podría
estimarse como contrario a una ley de orden público ya que los
preceptos que regulan el peso o carga de la prueba están
establecidos en interés de las partes y son, por lo tanto,
renunciables. De otro lado, los que recusan esta teoría sostienen
que las reglas de la carga de la prueba, que establecen quién o
quiénes son los obligados a probar un hecho determinado, son
disposiciones de orden público procesal, por lo que las partes no
pueden alterar las reglas procesales sobre la forma o modo de
producir las pruebas ni sobre los medios de prueba que pueden
emplearse. A esta última teoría nos adherimos nosotros sin
hesitaciones, porque consideramos que las reglas procesales son,
efectivamente, de orden público y no pueden ser derogadas (en el
sentido de modificadas) por los particulares (además, autorizar a
las partes a celebrar un pacto así, que por razones de tiempo
tendría que anteceder al litigio, es permitirle a la parte
predominante del negocio jurídico que abuse aún más de su
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posición de poder, causando indefensión a la otra parte o, al
menos, minimizando su derecho de defensa).
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fenómeno de la globalización y la creación organismos como la
Cámara de Comercio Internacional con sede en París y otros
organismos internacionales de comercio [UNCTAD, por ejemplo]
han contribuido significativamente a uniformizar la costumbre en
materia de contratación internacional), y en tal caso debe probarse
la costumbre mercantil que se invoca en la plaza que corresponda.
Sobre esta materia la ICC (International Chamber of Commerce o
Cámara de Comercio Internacional, con sede en París, antes
mentada) contribuye de manera decisiva a uniformizar la
costumbre mercantil internacional, mediante la difusión, a través
de sus “Brochures” o “Publicaciones”, de las normas de uso
mercantil generalmente aceptadas por los comerciantes
internacionales (así los “Incoterms”, por ejemplo, o 'Términos
Internacionales de Comercio', que son términos de tres letras cada
uno que reflejan las normas de aceptación voluntaria por las partes
de un contrato internacional de compraventa acerca de las
condiciones de entrega de las mercancías y/o productos; así FOB
“Free On Board” significa que es obligación del vendedor poner la
mercancía a bordo del buque que la transportará; CIF “Cost,
Insurance and Freight”, significa que en el precio se incluye el
costo, el seguro y el flete, y así otras más). Adicionalmente, la ICC
(CCI en castellano) tiene una serie de “brochures” sobre otros
temas comerciales, tales como los relacionados con las Garantías a
Primera Demanda, y una variedad grande de otros tipos de
contratos; es decir, la uniformización que busca la ICC y otros
organismos con parecidos fines abarca un amplio espectro de
costumbres mercantiles internacionales que se plasman en
documentos aprobados por las mismas y que obligan por igual a los
a todos los actores del comercio internacional.
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1.3.5 La teoría de la “carga dinámica de la prueba”.
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tratamiento aplicado al paciente y que terminó resultando dañoso
para éste.
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corresponderá aportarla a aquella parte que esté en mejores
condiciones para hacerlo.
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acuerdo transaccional mediante el cual la clínica se avino a
pagar una importante suma de dinero por el daño causado al
paciente.
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esclarecer los hechos controvertidos. La parte se considerará
en mejor posición para probar en virtud de su cercanía con el
material probatorio, por tener en su poder el objeto de
prueba, por circunstancias técnicas especiales, por haber
intervenido directamente en los hechos que dieron lugar al
litigio, o por estado de indefensión o de incapacidad en la
cual se encuentre la contraparte, entre otras circunstancias
similares.
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Iteramos que nuestro Código Procesal Civil (vigente desde el mes
de julio de 1993) no ha receptado esta tesitura; por el contrario,
como ya lo advertimos, el antes citado artículo 196 hace recaer la
carga de la prueba en quien afirma un hecho determinado (“… la
carga de la prueba corresponde a quien afirma hechos que
configuran su pretensión, o a quien los contradice alegando nuevos
hechos”).
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carga de la prueba” el inevitable ocaso de dicha teoría. Así, llega a
decir lo siguiente:
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(facultad con la que nos cansaremos de repetir que discrepamos
enfáticamente porque atenta contra los principios del proceso
dispositivo, que es el modelo de proceso civil al que debemos
aspirar cuando se discuten derechos disponibles, con las
excepciones propias de los casos de derecho de familia y laborales,
donde sí puede aceptarse el uso de esa facultad en la medida que
muchos de los derechos en litis son indisponibles).
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actuación de los sujetos procesales, cuya aplicación no se discute ni
admite excepciones o salvedades. Las “reglas”, a diferencia de los
primeros, son normas de comportamiento de los sujetos
procesales y de desarrollo de las actuaciones procesales cuya
aplicación depende de su utilidad o conveniencia en el caso
concreto, lo que hace posible que en unos casos se apliquen unas y
en otras hipótesis otras. Por ejemplo, la pluralidad de instancias es
un principio (recogido en la Constitución) así como también lo es el
principio de conducta procesal de las partes, en tanto es una regla
técnica el mal llamado “principio de inmediación”, no solo porque
en los hechos no se sigue de manera absoluta, sino porque puede
ser dejado de lado sin menoscaba de la justicia como valor a
alcanzarse a través del proceso.
41
la prueba en sí la que resulta difícil de obtener sin tomar en cuenta
sobre cuál de las partes recae la prueba del hecho que se quiere
demostrar: a ambos litigantes les resulta difícil probar el hecho por
la naturaleza o circunstancias propias del mismo.
Para concluir, dice Peyrano, “…y sin que con ello, como dijéramos,
se deba considerar clausurada la nómina de supuestos de “pruebas
difíciles”, tenemos el caso de las “pruebas leviores” (que son
pruebas menos eficaces por contraposición a las “pruebas
efficacioris”, o pruebas eficaces o contundentes), que constituyen
una suerte de excepción al principio probatorio según el cual sólo
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puede reputarse acreditado un hecho cuando la prueba demuestra
contundentemente el hecho que se intenta probar y genera
certeza en el juez (siempre apreciada en conjunto con las demás
pruebas introducidas al proceso).
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esa provincia argentina (equivalente a departamento en nuestro
país) resolvió un caso de simulación con la sumilla siguiente:
Para finalizar este breve tópico, otro ejemplo sobre una decisión
judicial donde se invoca como fundamento (de lo que se resuelve)
la “prueba difícil”, es una sentencia de la Sala A de la Cámara
Comercial de República Argentina (como ya indicamos, “Cámara”
es el equivalente a “Sala de Corte Superior” en nuestro país)
comentada de la siguiente manera:
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devengarían intereses que se liquidarían a la tasa activa
desde el siniestro hasta el efectivo pago.
Pronunciamiento que fue apelado por el banco.
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12.242,60 y que no fuera impugnada por las partes,
además de dos testimonios, los comprobantes y las fotos
acompañadas.
Los magistrados señalaron en primer término, que la
sentencia de primera instancia era ajustada a derecho y
sustentada en las probanzas rendidas. Para así decidirlo,
consideraron que la entidad demandada se había
agraviado de la condena dispuesta por estimar que no se
había demostrado el contenido de la caja de seguridad.
Sin embargo, destacaron que la demandada no fundó
correctamente su recurso. Además, indicaron que si bien
no existe prueba concreta y categórica de cuál era
realmente el contenido de la caja de seguridad y su
cuantía, es válido recurrir a la facultad del art. 165 del
CPCC, desde que la existencia del daño está acreditada
sobre presunciones de elementos indiciarios suficientes
para establecer por esta vía su cuantía.
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Además, destacaron que la naturaleza de la cuestión en
análisis excluye la prueba directa, de la introducción,
existencia y el no retiro de los bienes -hecho negativo-,
por lo cual la demostración de los extremos constitutivos
de la litis, -según consideran- habrá de extraerse de otros
hechos que permiten presumirlos según las reglas de
experiencia común o científica del magistrado, es decir de
prueba indiciaria, indirecta, crítica o lógica, valorada con
un criterio flexible que bajo tales circunstancias se
impone.
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que decían haber sufrido, lograron acreditar la existencia,
guarda o depósito de dichos efectos en la mencionada
caja, y así juzgaron demostrada la sustracción y
consecuente pérdida de los valores que se consignaban
en el pronunciamiento recurrido. Por ello confirmaron
íntegramente la sentencia recurrida.
El artículo 197 del Código Procesal Civil ser refiere a esta actividad
del juez de la siguiente forma:
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valoraciones esenciales y determinantes que sustenten su
decisión.
En cuanto a los medios de prueba que pueden ser ofrecidos por las
partes para sustentar los hechos en que fundan la demanda y la
contradicción, dado que en nuestro Código Procesal Civil existen
tres procesos de cognición (que son el de conocimiento, el
abreviado y el sumarísimo), éstos varían según se trate de la vía
procedimental en la que se deba tramitar el proceso. Sobre esto
también volveremos más adelante.
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distinta de este Código”); como ya dijimos, esa oportunidad es en
la etapa postulatoria del proceso, de manera que para el actor la
oportunidad es con lo demanda y para el demandado es con la
contestación de aquella; ahora bien, si al contestar la demanda el
demandado introduce hechos no expuestos en la demanda, la ley
le concede al actor un plazo para ofrecer medios probatorios que
no fueron ofrecidos al introducir la demanda; desde luego, cada
proceso tiene un plazo distinto para ello (así, el proceso de
conocimiento el plazo es de 10 días según el inciso 6 del artículo
478), de modo que la prueba que se ofrece después de la
presentación de la demanda o de la contestación, ya sea en
relación a los hechos afirmados por la parte contraria al contestar
la demanda, o porque es relativa a hechos ocurridos con
posterioridad a sus respectivos planteamientos, es calificada como
extemporánea.
50
2. Cuando se trate de documentos expedidos con fecha
posterior al inicio del proceso, o que
comprobadamente no se hayan podido conocer y
obtener con anterioridad. Es inimpugnable la
resolución por la que el superior declara inadmisibles
los medios probatorios ofrecidos.
51
Una reciente sentencia en casación establece que, en materia de
daños y perjuicios, “…no se puede pretender establecer el monto
de la indemnización (de éstos) en ejecución de sentencia, por estar
relacionado directamente al tema materia de controversia".
52
relieve que la prueba debe ofrecerse necesariamente en los actos
postulatorios (con la excepciones que hemos visto); por ejemplo,
podría el actor ofrecer una prueba pericial para apreciar los daños
y perjuicios y lo mismo podría hacer el demandado en la etapa
postulatoria, pero lo que no puede hacerse es pretender producir y
actuar prueba sobre ese monto luego de dictada la sentencia,
porque es un despropósito que se entable un contradictorio sobre
el quantum indemnizatorio en la etapa de ejecución de la misma,
que debe limitarse al cumplimiento de lo ordenado en la sentencia.
De hecho, permitir eso equivaldría a una suerte de nuevo proceso,
lo que, obviamente, está vedado.
53
2.2 La actividad probatoria.
54
Retomando el discurso, la actividad probatoria, de manera
generalizada, se desarrolla en cuatro partes o fases:
Sobre las dos primeras fases no hay mucho que comentar, salvo
que las pruebas de un hecho pueden preexistir al proceso (como
ocurre con la generalidad de los documentos) o pueden ser
establecidas dentro del proceso a través de los medios probatorios
ofrecidos por las partes (como ocurre con los dictámenes
periciales, o la declaración de parte, o la de testigos).
55
mano o que puede conseguir en cuestión de pocos días, pero no
aquellos medios, sobre todo instrumentales, que toman un tiempo
considerable para conseguirse, como, por ejemplo, una escritura
pública otorgada ante Notario fallecido, cuyos archivos se
encuentran en el Archivo General de la Nación, y cuya obtención
supone un trámite moroso. Es cierto, sin embargo, que muchos
jueces, conscientes de esta limitación que le impone la ley al
demandado, admiten que éstos ofrezcan medios que aún no
tienen en su poder con el compromiso de presentarlos en cuanto
los adquieran, presentando al juzgado la solicitud dirigida al
Archivo General de la Nación para que se le extienda un traslado
de la misma. Desde luego, esto tiene que dar lugar a que el plazo
que tiene la contraparte para formular oposición a la prueba tenga
que extenderse en tanto el medio probatorio no se produzca (que,
en el ejemplo, sería cuando se obtenga el traslado de la escritura
pública y se presente al proceso).}
56
art. 283.2 dice que son inútiles aquellas pruebas que, según reglas
y criterios razonables y seguros, en ningún caso puedan contribuir
a esclarecer los hechos controvertidos.
57
Para finalizar este punto: la inutilidad (dejando de lado los casos
donde esta resulta de razones ex abundantia, porque el hecho ya
está más que probado con los otros medios probatorios), esta se
refiere a la inadecuación del medio respecto del hecho que se
pretende probar: por ejemplo, no servirá la inspección judicial para
probar la presión que soportan los pilares de un puente, porque el
juez no es ingeniero estructural. En general, los motivos que
pueden ocasionar la inutilidad son la ausencia de relevancia, la
notoriedad del hecho (de la que ya nos hemos ocupado arriba;
véase 1.2) y la imposibilidad del hecho.
58
En efecto, partiendo de la idea que el fin último de la actividad
probatoria es la demostración de las afirmaciones sobre los hechos
realizadas por las partes en sus actos postulatorios (introductorios
es más apropiado llamarles) como fundamento de sus respectivas
pretensiones, desde esta perspectiva debe serle indiferente al juez
cuál de las partes logre la probanza de un determinado hecho; a
esto se refiere el principio denominado de "adquisición de la
prueba o adquisición procesal” (de la prueba, se sobreentiende).
59
admitida como medio probatorio, como ya hemos indicado en el
párrafo precedente.
Esto último tiene que ver con el principio dispositivo del proceso,
que inclina la balanza en favor de las partes del proceso que son las
que, en definitiva, deciden qué hechos deben (o mejor dicho, qué
hechos quieren demostrar) y, para ello, deciden necesariamente
sobre los medios probatorios que van a emplear para probar esos
hechos, de manera tal que si pueden decidir sobre esto último,
también pueden desistirse del medio probatorio antes que haya
sido “adquirido” por el proceso.
60
Art. 208 Actuación de las pruebas.
61
No obstante el orden antes indicado, si en la audiencia
estuvieran presentes ambas partes y por cualquier causa no
pudiera actuarse uno de los medios probatorios admitidos,
el Juez podrá disponer la actuación de los medios
disponibles. Sin embargo, la actuación de la declaración de
las partes siempre será el último medio probatorio.
Para concluir esta parte, el artículo 209 señala que el juez puede
“…disponer la confrontación entre testigos, entre peritos y entre
éstos, aquéllos y las partes y entre estas mismas, para lograr la
finalidad de los medios probatorios”.
62
“El Juez comunicará a las partes su decisión de expedir sentencia
sin admitir otro trámite cuando “Cuando advierte que la cuestión
debatida es sólo de derecho o, siendo también de hecho, no hay
necesidad de actuar medio probatorio alguno en la audiencia
respectiva”.
63
partes (lo que se llama testigo de abono o de conducta), tal medio
es notoriamente impertinente porque no guarda relación con la
controversia (thema decidendi) ni con los hechos que deben ser
objeto de prueba (thema probandi).
64
10. Al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y
documentos privados.
65
Si la infracción en la obtención de la prueba consiste en la
vulneración de un derecho no fundamental (como la obtenida con
vulneración de normas o preceptos que no tienen un
status jurídico constitucional), estamos ante lo que se denomina
una “prueba irregular” que, a diferencia de la ilícita, es admisible
para efectos del proceso civil, sin menoscabo de la responsabilidad
en la que pudiera haber incurrido quien en su obtención o
causación haya infringido un determinado derecho.
66
jurisprudencia constitucional estadounidense; un ejemplo va a
ayudar a aclarar esto: en un caso criminal, se localiza un embarque
menor de droga en la maleta de un pasajero durante el registro de
aduana, pero el conocimiento de ese hecho ha sido obtenido como
consecuencia de una interceptación telefónica practicada sin
autorización judicial, es decir, violando un derecho fundamental de
la persona, que es el derecho al secreto de las comunicaciones. Si
no cabe duda que sin esa interceptación no autorizada la droga no
hubiera sido descubierta, el hallazgo así producido estará
envenenado y no puede servir como medio de prueba ante un juez
(court of law). Sin embargo, si ese hallazgo se hubiera producido de
todas maneras como resultado del registro aleatorio del equipaje
de los pasajeros, podría aplicarse la llamada teoría del
“descubrimiento inevitable”, que permite admitir la prueba
derivada de otra obtenida ilícitamente, siempre que el
descubrimiento de la segunda se hubiera producido incluso sin la
existencia de la primera. Sobre esta y otras teorías que constituyen
excepciones a la llamada regla de exclusión (exclusionary rule)
volveremos enseguida.
67
El caso fue así: Silverthorne Lumber Co. intentó evadir el pago de
impuestos; inopinadamente los agentes federales incautaron
ilegalmente los libros de contabilidad de la empresa y crearon
copias de los registros contables. La cuestión era, en este caso, si
los derivados de pruebas ilícitamente obtenidas eran o no
admisibles en los tribunales. La decisión, emitida por el Associate
Justice Oliver Wendell Holmes, Jr., era que de permitirse que los
derivados de la prueba ilícitamente obtenida tuvieran valor de
prueba, se alentaría a los agentes federales a evadir el
cumplimiento de la Cuarta Enmienda, por lo que las pruebas
ilegalmente copiadas se consideraron manchadas (tainted) e
inadmisibles. Este precedente más tarde se conoció (caso Nardone,
1939) como “fruits of the poisonous tree” (o frutos del árbol
venenoso), y es una extensión de la regla de exclusión que impide
que las pruebas derivadas de una prueba obtenida ilícitamente
puedan ser reconocidas como eficaces en un proceso judicial.
68
varias teorías como excepciones a la regla de exclusión de la
prueba ilícita; así la teoría del “descubrimiento inevitable” (que
permite admitir la prueba derivada de otra obtenida ilícitamente
siempre que el descubrimiento de la segunda se hubiera producido
incluso sin la existencia de la primera, es decir de
manera inevitable); la de la “fuente independiente” (si se
demuestra que la prueba supuestamente contaminada fue
producto de una fuente independiente obtenida de manera legal
(así, en el caso US vs. Crews, la Suprema Corte declaró que un
reconocimiento judicial de un imputado no era fruto del árbol
envenenado de su arresto ilegal, porque al momento del mismo la
policía ya tenía suficiente información sobre las identidades tanto
del testigo como del imputado y el reconocimiento llenó las
formalidades legales); de la “buena fe” (cuando se obtiene con
desconocimiento de su origen ilícito; dicho sea de paso, esto es
altamente cuestionable, porque ´la determinación de la buena fe
importa un alto grado de subjetividad en el intérprete); la de
“bandeja de plata” (que consistía en una práctica en la cual los
agentes federales entregaban la prueba ilícita a agentes estaduales
“en bandeja de plata” (silver platter) para que estos la utilizaran en
otros procesos, ya que a ellos les estaba vedad su uso); la del “tinte
indeleble” (o “vínculo atenuado”), en la que las posteriores
actuaciones derivadas de las ilícitas van perdiendo relación con
aquella y la propagación del vicio se atenúa o diluye hasta llegar a
estar levemente manchada (purged taint).
69
salvar la valla de la regla de exclusión, permitiendo la incorporación
de la prueba al proceso, así que, por ahora, dejamos este tema
para otra oportunidad, no sin antes señalar que en nuestro país la
Constitución de 1993 hace mención expresa a la ineficacia de las
pruebas obtenidas con lesión a derechos fundamentales, cuando
señala que carecen de valor las declaraciones obtenidas por la
violencia (moral, psíquica o física), y quien las emplea incurre en
responsabilidad (art. 2., numeral 24); y también al prescribir que
los documentos privados obtenidos con violación del precepto
constitucional no tienen efecto legal (art. 2., numeral 10).
70
2.5 Los requisitos extrínsecos de la prueba.
71
Esa actividad probatoria sigue un procedimiento de confrontación
y constatación de los medios probatorios incorporados al proceso
con la finalidad de obtener la más acertada elaboración de la idea
de cómo se desarrollan las pruebas incorporadas al proceso, que
son apreciadas y razonadas en su conjunto (y no como en el
sistema del código anterior de la prueba tasada, en el que cada
medio probatorio tenía un valor que venía dado por la ley; así la
prueba plena, semiplena, etc.).
72
3. LOS MEDIOS DE PRUEBA TÍPICOS, LOS ATÍPICOS Y LOS
SUCEDÁNEOS.
73
En primer lugar, vamos a ocuparnos de cada uno de los medios
probatorios típicos, siguiendo el mismo orden en que son
enunciados en el artículo 191 que hemos transcrito arriba, a
saber:}
74
La declaración se inicia con una absolución de posiciones,
atendiendo al pliego de preguntas acompañado por la contraparte
(las preguntas ya no se formulan en sentido interrogativo-asertivo,
como antaño ocurría con las preguntas en la prueba de confesión,
como vamos a ver enseguida) y una vez respondidas las preguntas
del pliego, las partes, a través de sus abogados, pueden hacerle al
declarante nuevas preguntas y solicitar aclaraciones a las
respuestas; también el juez puede hacer las preguntas que
considere convenientes por el sistema dispositivo-inquisitivo que
tenemos y del más adelante hablaremos, cuando toquemos el
tema de las pruebas de oficio, con cuya actuación estamos en
completo desacuerdo por las razones que también exponemos más
adelante.
75
Aunque importa un digresión en el discurso, el sistema de la
prueba tasada que tenía el código anterior valoraba los medios
probatorios individualmente, aisladamente considerados, en
función a una norma legal que le atribuía un determinado valor al
medio probatorio (que de esa manera no podía ser dejado de lado
por el juez), de manera tal que al lado de las pruebas plenas (la
confesión, los instrumentos públicos); había también pruebas
semiplenas (documentos privados no reconocidos, pericia) y, por
último, los medios probatorios que podían ser apreciados por el
juez según su criterio razonado (testigos, inspección ocular); si la
ley le atribuía un determinado valor a una prueba por encima de
otra, el juez era forzado a tener que dar por probados los hechos
que se acreditaban mediante esas pruebas plenas (como en el
caso de la confesión, que aun cuando ficta, probaba plenamente
los hechos a los que se contraía), aunque contrastadas con el
conjunto de las otras pruebas el resultado indicado por ese
conjunto fuera otro, ya que aquél solo tenía la potestad de apreciar
con otro criterio las pruebas semiplenas y las que podían ser
interpretadas utilizando su apreciación razonada. Este sistema
probatorio devino en obsoleto, e injusto, muchos años antes que
se elaborara el actual Código Procesal Civil, que entró en vigencia
en el año 1993, y que dejando de lado el anterior sistema de la
prueba tasada, instauró el sistema de la valoración conjunta y la
apreciación razonada por el juez, plasmado en el artículo 197 de
dicho código.
os requisitos que deben reunir las preguntas del pliego de
absolución de posiciones son los siguientes:
1. Ser concretas;
2. Ser claras;
76
3. Ser precisas;
4. Ser pertinentes;
6. Ser útiles; y
77
suele escudarse en esa calidad para no responder cabalmente la
pregunta, con lo cual la prueba pierde su efectividad).
78
ejercitar como parte procesal, sino una situación de hecho que se
puede presentar cuando el declarante toma conciencia del
perjuicio que su declaración puede ocasionarle a su defensa; en
todo caso la apreciación de la rectificación la hará el juez
contrastándola con los demás medios de pruebas actuados, pues
hay casos en que, por el nerviosismo propio que causa a las partes
(mayoritariamente legos) asistir y participar en una audiencia de
pruebas, el declarante pude equivocarse de buena fe al responder
una o más preguntas.
79
conducta que debe ser apreciada por el juez al momento de
resolver la litis, según el código. Sin embargo, si las preguntas del
pliego han sido formuladas tal como si se tratara de una absolución
de posiciones, esto es, en sentido interrogativo-afirmativo, lo
lógico es que el apercibimiento consistiera en tenerlas por
respondidas en sentido afirmativo.
80
probidad, lealtad y buena fe que deben observar las partes
procesales y sus abogados según el principio consagrado en el
artículo IV del Título Preliminar del Código Procesal Civil.
3.2 Testigos.
81
así, son llamados testigos presenciales los que directamente han
presenciado los hechos sobre los declaran, mientras que los
testigos de oías son los que conocen los hechos por los dichos de
otra u otras personas que se los han relatado. También, si
habiendo varios testigos declaran en el mismo sentido se les llama
“contestes”, y se les llama “singulares” cuando sólo declara un
testigo o cuando declarando varios respecto de los mismos hechos,
declaran en forma diversa.
1
RABANAL PALACIOS, “La prueba prohibida desde la doctrina y la jurisprudencia”.
82
Puede ocurrir que el testigo haya sido propuesto por ambas partes,
en cuyo caso el interrogatorio empezará por las preguntas de la
parte demandante; esto está establecido en el artículo 224 del
CPC.
83
esto también ocurre con la Declaración de Parte, de la que nos
hemos ocupado específicamente arriba, en el punto 3.1.
84
Sin embargo, a diferencia de la declaración de parte, en la que la
parte que debe declarar puede negarse a asistir, o asistiendo
puede negarse a responder (en cuyo caso el juez simplemente
apreciará su conducta), el testigo está obligado a concurrir a la
audiencia respectiva, bajo apercibimiento de ser multado y, de
persistir en su inconcurrencia, de ser conducido por la fuerza
pública conforme lo establece el artículo 232 del CPC. El testigo
puede negarse a responder preguntas que lo involucren de manera
directa o indirecta en la comisión de un hecho ilícito civil y, con
más razón, penal.
3.3 Documentos.
85
Como es obvio, esta enumeración es meramente enunciativa y no
taxativa, de manera que pueden ser considerados como
documentos todos los otros medios que cumplan la finalidad que
tienen los mismos: la acreditación de algún hecho, una actividad
humana o su resultado, tal como señala textualmente el artículo
arriba transcrito.
86
3 Todo al que las leyes especiales le otorguen dicha condición.
87
contrario en la Casación N.° 3261-2015). Si así funciona la Corte
Suprema, dictando sentencias diametralmente opuestas que
desconciertan y confunden a los litigantes, no pueden esperarse
mucho más de los tribunales y jueces inferiores. ¿O habrá
necesidad de realizar un Pleno Casatorio Civil para resolver este
tema? (En parte estas discordancias ocurren por el enorme
número de jueces que forman, a través de sus numerosas Salas, la
Corte Suprema de Justicia, que debería estar conformada por un
número significativamente menor de jueces).
88
NOVENO: Cabe precisar que los medios probatorios
documentales deben ser ofrecidos en original o en copia
certificada en la etapa postulatoria, caso contrario, si dichas
instrumentales son presentadas en copia simple resulta
aplicable el artículo 245 del Código Procesal Civil, que
establece que dichos documentos carecen de eficacia
jurídica y por tanto de valor probatorio.
89
Contradictorio y a los cuestionamientos que se hubieren
presentado en cuanto a su actuación.
Pasando a otro tema, hay que recordar que muchos actos jurídicos
sujetos a formalidad esencial solo requieren que los mismos
consten por escrito bajo sanción de nulidad, como, por ejemplo, la
transacción (que además constituye un título de ejecución aun
constando en documento privado), así que su importancia en el
tráfico negocial moderno es enorme. Otro ejemplo de
instrumentos privados que producen presunción de verdad
respecto de su contenido son los títulos-valores, que siendo títulos
ejecutivos no están sujetos a un proceso de cognición, sino que se
tramitan a través del ahora llamado Proceso Único de Ejecución.
90
La ley distingue entre documento y acto; la distinción es del todo
válida, pues el acto puede subsistir sin que subsista el documento,
que puede ser declarado nulo (no falso, porque en tal caso el acto
tendría que probarse por otro medio); esto está señalado en el
artículo 237 del CPC. Sin embargo, esto no es del todo cierto en
materia de títulos-valores, por el “principio de incorporación” (al
que arriba hemos llamado “de cosificación”) del derecho cambiario
(de común ocurre este fenómeno tratándose de derechos de
crédito) al documento (título valor) que lo contiene, a tal punto
que si desaparece el título (jurídicamente, como cuando se declara
nulo) el derecho también desaparece; desde luego, nos referimos a
las acciones cambiarias directa y de regreso que nacen del título-
valor (y de manera particular los títulos de crédito), pues el
derecho puede acreditarse y la obligación exigirse por otros
medios, pero ya no a través de las mencionadas acciones
cambiarias que son exclusivas de estos títulos.
91
bajo la condición que el escrito a) emane de la persona a quien se
opone y b) que el hecho alegado sea verosímil; un ejemplo ayudará
a comprender una situación así: en un proceso sobre pago de suma
de dinero, iniciado por el cesionario de un supuesto derecho de
crédito adquirido de una empresa importadora de maquinaria
pesada, aquél demanda el pago del alegado crédito y presenta para
ello una sedicente “Declaración Jurada “ (una carta simple firmada
por el representante de la empresa cedente) según la cual el
comprador, que es una empresa de leasing, no ha cumplido con
cancelarle el saldo de precio del Cargador frontal marca Caterpillar
adquirido del cedente a través de un contrato de arrendamiento
financiero. El demandado, es decir la empresa de leasing, presenta
un documento privado extendido un año antes por el
representante de la empresa vendedora (y cedente del supuesto
crédito) en la que declara que el precio (cuyo pago es materia de la
demanda) le fue directamente pagado por el arrendatario
financiero, con lo que la demanda es declarada infundada. El juez,
al tiempo resolver el conflicto, ha sopesado los dos instrumentos
privados , y ha tenido en cuenta que, aun habiendo emanado
ambos de una misma fuente (la empresa vendedora de maquinaria
pesada), la primera carta donde afirma que recibió directamente el
pago de parte del precio del comprador, no solo es anterior al
segundo instrumento llamado “declaración jurada” (donde
falsamente sostiene que se le adeuda esa parte del precio), sino
que “…emana de la persona a quien se opone”, conforme al inciso 1
del artículo 238, motivo por el cual aquél le crea convicción en el
juez que la suma reclamada en la demanda ya le había sido
cancelada al cedente por el arrendatario financiero; desde luego,
en soporte de la afirmación de haber pagado el total del precio, la
empresa de leasing presentó, además, la constancia de haber
92
abonado en la cuenta corriente del arrendatario financiero la suma
que éste le había adelantado al vendedor.
93
existencia de una hipoteca, no bastaría a ese fin el documento
donde el dueño del inmueble deja constancia que lo está
hipotecando, pues este derecho real de garantía es eminentemente
formal y la ley exige que se otorgue mediante escritura pública y se
inscriba en la partida registral del inmueble. Sin esto no existe
hipoteca alguna.
94
El artículo 240 establece la improcedencia del ofrecimiento de
expedientes en giro, sean administrativos o judiciales; la razón es
evidente: se causaría un atraso considerable en la tramitación del
expediente ofrecido en prueba, de manera que la parte puede
presentar copias certificadas de las piezas procesales que obran en
éste; además se propiciaría la iniciación fraudulenta de procesos con
el fin de entorpecer el que está en giro. Por lo demás, esta exigencia
de copias certificadas es un verdadero problema para el litigante
que ofrece este medio probatorio, porque mientras solicita las
copias al juez que tramita el expediente en giro y se las expiden
pueden pasar meses, con lo que no podrá presentarlas a tiempo.
Este es un ejemplo de lo que vimos cuando tocamos el tema relativo
a la introducción de la prueba en el proceso; ahí dijimos que la
rigidez en la oportunidad de presentación de la prueba ocasiona,
sobre todo al demandado, situaciones de apremio que muchas
veces no puede vencer y que por ello muchos jueces, conscientes de
esta limitación que le impone la ley al demandado, admiten que
éstos ofrezcan medios que aún no tienen en su poder con el
compromiso de presentarlos en cuanto los adquieran (ahí como en
el ejemplo de la escritura pública que se encuentra en el Archivo
General de la Nación, presentando al juzgado la solicitud para que
se le extienda un traslado de la misma). Ese es un caso muy similar,
de manera que teniendo en cuenta que al demandado no le será
posible obtener a tiempo las copias certificas, debería admitirse tal
medio probatorio presentando copias simples con el compromiso
de presentar las certificadas una vez que las obtenga, acompañando
copia del escrito con el que ha solicitado dichas copias en el
expediente de su propósito.}
95
Sobre los documentos en otro idioma baste decir que deben ser
acompañados de su traducción oficial; como en ciertos casos el
volumen a traducir puede ser considerable, debería aplicarse aquí la
misma tesitura que la sugerida para casos anteriores, es decir, una
constancia que están siendo traducidos por un traductor público
juramentado y, de ser posible, acompañar una traducción simple
mientras se obtiene la oficial o, al menos, dar razón de su contenido,
para que la otra parte sepa a qué se enfrenta.
El artículo 242 trata sobre la ineficacia por falsedad de
documentación; desde el punto de vista sistemático está mal
ubicado porque la tacha de falsedad pertenece al capítulo X que
trata de las Cuestiones Probatorias.
96
inscripción, al acreedor cuyo título sea de fecha anterior, y de haber
más de uno, prevalece el título de fecha más antigua. Como ésta hay
muchos otros casos en que la fecha decide un conflicto de intereses.
97
El reconocimiento del documento privado puede ser practicado por
la contraparte o por un tercero; tiene dentro del acervo probatorio
el valor que el juez le asigne, según el artículo 246 del CPC; el mismo
artículo señala que si el documento no es objeto de tacha por la
contraparte no es necesario su reconocimiento (porque la ausencia
de tacha produce un reconocimiento tácito de mismo).
98
La forma del reconocimiento está normada en el art. 249 que dice
así:
99
reconocidos por sus autores o responsables. La parte que ofrece el
medio probatorio tiene la obligación de poner a disposición del
órgano jurisdiccional los medios necesarios para su actuación. El
Juez dejará constancia de los hechos que observe y de los que
indiquen los intervinientes.
3.3.6 Cotejo.
Del cotejo de documentos se ocupan los artículos 255 al 258 del CPC
que pasamos a transcribir ya que se explican por sí solos.
100
Si se tacha o no se reconoce una copia o un documento privado
original, puede procederse al cotejo de la copia con el original o
la del documento privado, en la forma prevista para la
actuación de la prueba pericial en lo que corresponda.
1. Documentos de identidad;
2. Escrituras públicas;
4. Actuaciones judiciales;
6. Testamentos protocolizados;
101
El artículo 258 establece que el cotejo de documentos se rige,
además, por las normas de la prueba pericial, en cuanto sean
pertinentes.
3.3.7 Exhibición.
102
de personas jurídicas o que son comerciantes. Sin embargo,
también se aplica a las partes procesales en lo que sea pertinente.
103
El incumplimiento de la parte obligada a la exhibición, será
apreciado por el Juez al momento de resolver, sin perjuicio de
aplicar una multa no menor de tres ni mayor de cinco Unidades
de Referencia Procesal. Si el que incumple es un tercero, se le
aplicará una multa no menor de tres ni mayor de cinco
Unidades de Referencia Procesal, la que podrá ser doblada si
vuelve a incumplir en la nueva fecha fijada por el Juez. En
ambos casos, la multa se aplicará sin perjuicio de la
responsabilidad penal a que hubiere lugar.
104
apercibimiento importa, prácticamente, la ausencia de una
consecuencia procesal eficaz para lograr la exhibición de la prueba.
Art. 296
1 (…)
105
El autor chileno Iván Hunter Ampuero, en un interesante artículo
titulado “LA NEGATIVA INJUSTIFICADA A LA EXHIBICIÓN DE LA
PRUEBA DOCUMENTAL EN EL PROCESO CIVIL CHILENO” sostiene,
como solución epistemológica para enfrentar la frustración de la
prueba documental, que la ausencia de una regulación eficiente
para la recopilación de la prueba relevante en los casos de
frustración de la prueba documental “… no es un impedimento para
elaborar, a partir de esa conducta obstructiva, una presunción lo
suficientemente grave y precisa conforme lo dispone el Art. 426 CPC
para construir (la) “prueba completa” del hecho. El ordenamiento
jurídico (chileno) no prohíbe derivar consecuencias probatorias a la
negativa de exhibición (desde que no se trata de una norma
reguladora de la prueba), y nada impide que el juez en los espacios
de discrecionalidad que el permite el razonamiento probatorio
pueda elaborar una presunción recurriendo a las nociones de las
máximas de la experiencia aceptados por la epistemología jurídica.
Esta hipótesis funciona con la siguiente distinción: en aquellos
sectores en que el ordenamiento jurídico contempla expresamente
un deber de conservación documental exigible a un determinado
sujeto es posible derivar consecuencias probatorias a la negativa no
justificada a exhibir el documento, estableciendo la verdad del
hecho que ha sido objeto de la prueba. Sin embargo, cuando ese
deber de conservación documental no existe o se encuentra
dispensado, la negativa no justificada no resulta suficiente para la
determinación verdadera del hecho”.
106
del contenido del documento (cuando la obligada era la
contraparte). Además, como ya expusimos, no se entiende la
diferencia de tratamiento (de apercibimiento) que hace el legislador
cuando la exhibición se pide en la vía de la Prueba Anticipada y
cuando esta se pide se pide dentro de un proceso entablado. No
tiene sentido darles distinto tratamiento cuando se trata del mismo
medio de prueba.
3.4 Pericia
107
Art. 263. Requisitos.
108
Sin poner en duda la probidad de la generalidad de los peritos, hay
que dejar en claro que los peritajes de parte suelen inclinar la
balanza en favor de la parte que los solicita y, consecuentemente,
los paga, pero esto no necesariamente es así en todos los casos. De
cualquier manera, siempre se pueden contrastar el peritaje
dispuesto por el juez a pedido de parte con el peritaje hecho por un
perito independiente ha pedido de una de las partes y sacar
conclusiones valiosas.
109
no tenía por qué ser materia de un peritaje, cuya actuación más
bien demostraba que la falsificación no era notoria pues de serlo no
se hubiera requerido de la misma. ¿O acaso puede exigírsele a un
recibidor-pagador que haga un examen pericial de las firmas para
pagar un cheque por ventanilla cuando su obligación consiste solo
en comprobar el parecido, a simple vista, entre la firma puesta en el
cheque y la puesta en la microficha de la tarjeta de registro de
firmas? Despropósitos de nuestra Corte Suprema, conformada por
una mayoría de jueces provisionales que de pronto se ven colocados
en una situación donde resaltan por su incompetencia. Para los
abogados que no litigan, una advertencia: el presidente de una Sala
Suprema, que siempre es un juez supremo titular, es el que de facto
impone su criterio sobre los demás que son en su mayoría
provisionales (y quieren llegar a ser titulares, así que acatan sin
peros lo que se les pone para la firma, con honrosas excepciones).
Con respecto a la actuación del peritaje, se procede en la forma que
establece los artículos 256 y 257 que transcribimos a continuación,
ya que se explican por sí solos:
110
Por excepción, cuando la complejidad del caso lo justifique, será
fundamentado en audiencia especial.
111
practicado no sobre el original del instrumento sino sobre la
fotocopia del mismo. La pregunta que pretende responder la
Casación N° 3243-2016-Lima, es si es válida la pericia grafotécnica
realizada sobre una copia legalizada, cuyo fundamento destacado
reproducimos a continuación.
112
técnico haya sido desvirtuada en la sentencia de primera
instancia sobre la base de apreciaciones que calificaron de
subjetivas, no obstante, en la sentencia de vista recurrida no se
analizan las afirmaciones efectuadas por el perito, en el sentido
de la posibilidad de practicar una pericia sobre una copia
legalizada y tampoco sobre todos los argumentos técnicos
conforme a las cuales concluyó que las firmas atribuidas a
Alejandro Melquiades Villanueva presentan características
morfo-estructurales y grafotécnicas compatibles de provenir del
puño gráfico de su titular; en efecto, en el dictamen pericial
grafotécnico el perito judicial consideró que las firmas
examinadas pese a presentar pequeñas variaciones, revelan las
mismas características formales, de arquetipo de estructura
ilegible, manteniendo ciertos patrones estructurales, de
dirección horizontal, teniendo en cuenta la línea de pauta
graficada o imaginaria, con una ligera inclinación hacia la
derecha de los ejes de sus elementos gráficos, con una presión y
velocidad moderadas, y asimismo, identificó hasta siete
compatibilidades gráficas de mayor relevancia, las cuales
tampoco han sido examinadas y desvirtuadas, por ello también
se advierte que la impugnada no se encuentra debidamente
fundamentada, vulnerándose el artículo 197 del Código
Procesal Civil así como el inciso 3 del artículo 139 de la
Constitución Política del Perú.
113
decir, se autentica la copia), existe un sinnúmero de situaciones
complejas en otros peritajes que pueden representar un
quebradero de cabeza aun para el juez más versado (en adición al
ejemplo que hemos dado, existe jurisprudencia que no valida el
peritaje practicado sobre una fotocopia pues no permite apreciar la
presión del firmante sobre el papel, etc.).
114
En un artículo titulado “Ni educación, ni deferencia ciega. Hacia un
modelo crítico para la valoración de la prueba pericial” (Neither
Education, nor Blind Deference: Towards a Critical Model for the
Assessment of Expert Evidence) de Rachel Herdy, publicado en ISSN
(International Standard Serial Number) 1515-7326, n.º 24, 1-2020,
pp. 87 a 112, dice lo siguiente, citando como referencia a Ronald
Allen (The Conceptual Challenge of Expert Evidence - Revista
Discusiones Filosóficas) lo siguiente:
115
“Allen pondera que el objetivo no es comprender
completamente un campo, sino “lo suficiente para que haya
una deliberación racional” (Allen, 2013, p. 51). Pero ¿cómo
sería posible saber qué parte del conocimiento es suficiente
si ni siquiera puedo entender el vocabulario técnico
empleado, los supuestos fácticos de fondo o incluso lo que
puede ser relevante? Dice también que los órganos de toma
de decisiones colectivas, como los tribunales de jueces o
jurados, a menudo son superiores a los jueces individuales,
porque sería suficiente que el grupo en su conjunto domine
el campo del experto. Eso parece tener sentido, pero es un
problema para los sistemas de justicia de la tradición
continental, donde las decisiones sobre los hechos
frecuentemente ocurren ante un juez singular. Finalmente,
reconoce que áreas más difíciles existen, como la “física
cuántica”; sin embargo, sostiene que, sobre estos temas, no
se litiga. Sobre este punto, me encuentro pensando
frecuentemente en el uso cada vez mayor del concepto de
“cuántica” para calificar áreas esotéricas como astrología
cuántica y coaching cuántico, y sobre la posibilidad de que
alguien algún día cuestione judicialmente el uso de tal
expresión para engañar pacientes y consumidores”.
116
La ahora llamada inspección judicial era lo que en el código
anterior se conocía como inspección ocular, pues el juez, al igual
que ahora, acudía al lugar donde debía de actuarse la prueba,
acompañado por sus auxiliares y peritos si lo consideraba
necesario. La inspección judicial consiste en la apreciación
personal de los hechos por el juez in loco. Sobre su procedencia
nos informa el artículo 272 en los términos siguientes:
117
edificaciones e indemnizar a los poseedores, que alegaban buena fe.
Para constatar estos hechos in situ, el juez ordenó una inspección
ocular a las que asistieron las partes, los auxiliares jurisdiccionales y
dos peritos nombrados por el juzgado para tal efecto, los que
concluyeron que, efectivamente, existían edificaciones de material
noble que no podían ser retiradas sin daño.
118
observe directamente, según sea el caso, y un resumen
pertinente de las observaciones de los peritos, los testigos, las
partes y sus Abogados.
119
conjunto cuando conducen al Juez a la certeza en torno a un
hecho desconocido relacionado con la controversia.
Sobre los indicios hay tema para escribir todo un artículo; sin
embargo, acá nos vamos a ocupar de definirlos más allá de cómo
son definidos en el artículo transcrito.
120
debe probar; concomitantes, los que se generan durante el hecho, y
consecuentes, los que se generan con posterioridad al hecho.
121
todos los hombres son mortales, y llega a la conclusión, mediante
un razonamiento deductivo, que cualquiera que sea hombre es,
consecuentemente, mortal. En el razonamiento inductivo la relación
se invierte, ya que se parte de una premisa mayor que abarca una
generalidad de cosas o sujetos que tienen propiedades comunes
(conocimiento al que se llega luego de haber sido analizadas);
entonces, si alguna otra cosa encaja en ese universo de la premisa
mayor, se dice que ese sujeto o cosa también participa de las
propiedades de las demás. El razonamiento deductivo es una
inferencia lógica que parte de lo universal hacia lo particular, en
tanto que la inferencia inductiva recorre el camino inverso, esto es,
parte de lo particular hacia lo universal.
El indicio, a diferencia de la mera sospecha, es un hecho cierto o
debidamente probado pero que, como señalamos, no prueba por sí
mismo el hecho indicado (ya que, por definición, se limita a
señalarlo), sino que necesita complementarse con otros indicios
que coinciden en señalar el hecho indicado que, de esa manera,
puede probarse con un mayor o menor grado de certeza
dependiendo de la mayor o menor relevancia de los hechos
indicadores, pues no todos los indicios tienen la misma importancia
ni contribuyen del mismo modo a demostrar la existencia o no del
hecho indicado.
El indicio, o mejor aún, la prueba de indicios, ha sido definida en
sede penal como “…la que permite establecer relaciones entre los
indicios -hechos conocidos- y el hecho desconocido que se investiga;
así lo relevante es el razonamiento lógico que damos a los indicios
fehacientemente probados, debiendo ser siempre una inferencia
lógica-razonada, los cuales deben ser plurales, concomitantes e
interrelacionados” (Sumilla: Prueba de indicios. Recurso de Nulidad
Expediente 1912-2005-Piura).
122
Habría que añadir que los hechos indicadores también requieren de
la convergencia (también llamada concordancia o concurrencia),
esto es, que deben apuntar todos ellos en el sentido del hecho
indicado que se quiere probar mediante esos hechos indicantes ya
probados. Desde luego, lo opuesto a la convergencia es la
divergencia (o indicio inordinado, porque no guarda concordancia
con los otros), que se presenta u ocurre cuando los indicios no
apuntan en la misma dirección por lo que su apreciación por el juez
puede conducirlo a conclusiones diferentes (dependiendo, desde
luego, de la mayor o menor importancia del hecho indicador
divergente y de la suma de los hechos convergentes).
El indicio contingente es el que genera un margen de duda,
restándole eficacia probatoria. No debe confundirse con el indicio
anfibológico. Este último se presenta cuando el hecho indiciario (es
decir, el indicio) admite una explicación que puede ser compatible
con otro hecho distinto del indiciario (y desconocido); estamos
entonces frente a lo que se llama indicio anfibológico. Este tipo de
indicio es frecuente y se da en casos donde la circunstancia sugiere
una explicación que sea también compatible con la concepción
opuesta (o diferente, al menos). Estos indicios, susceptibles de ser
empleados o utilizados en un sentido o en otro, reciben por eso el
nombre de “anfibológicos”, dado que la anfibología, como se sabe,
es un vicio del lenguaje (hablado y escrito, desde luego) que
conlleva a más de una interpretación de lo dicho (en el siguiente
ejemplo se apreciará esto: “Juan fue a casa de su amigo Pedro en su
auto”, frase en la que no se puede saber con exactitud de quien era
el auto que usó Juan para desplazarse a la casa de su amigo Pedro).
En sede civil, en materia de simulación de un acto jurídico y a menos
que pueda probarse la existencia de un contradocumento que
indique que se trata de un acto simulado, los indicios adquieren una
importancia capital para demostrar el engaño. Así, por ejemplo, el
123
grado cercano de parentesco entre las partes, el precio vil pactado
por la compraventa del inmueble, la existencia de una deuda
impaga a cargo del simulado vendedor, el apoderamiento amplio
conferido al vendedor por el simulado comprador para disponer del
bien supuestamente vendido, son hechos probados que permiten
concluir la existencia de una simulación. También es un hecho
indicador de la misma el contexto en que se produce el acto que
adolece de simulación. Una persona a punto de ser concursada sabe
que si no pone a buen recaudo sus bienes los va a perder, de
manera que va a recurrir a cuanta artimaña legal conozca para
evitarlo. Una de ellas, por ejemplo, sería simular una deuda de
antigua data y pagarla con un inmueble para sustraerlo de los
acreedores (desde luego, tendría que hacerlo fuera del llamado
“período de sospecha”, que es un plazo que funciona
retroactivamente y durante el cual los actos de disposición
practicados por el deudor concursado se reputan ineficaces
respecto de los acreedores acreditados como tales luego de
declarado e iniciado el procedimiento concursal del deudor).
Lo mismo ocurre en los casos de fraude al acreedor, llamado
también fraude pauliano (que da lugar a una acción de ineficacia
relativa a favor del acreedor que demanda a su deudor y al
adquirente), donde el acto celebrado a título oneroso pretende ser
dejado sin efecto por el acreedor del vendedor y éste solo cuenta
con hechos indiciarios para demostrarlo, pero todos los hechos
indicantes apuntan en la misma dirección y así puede probar el
fraude pauliano, que es el hecho indicado por esos indicadores o
indicios. El ejemplo anterior pude aplicarse también para estos
casos (Desde luego, cuando el acto es a título gratuito es mucho
más fácil para el acreedor demostrar el fraude, por lo que los
deudores cuidan mucho de practicar estos actos a título oneroso,
donde la prueba del hecho fraudulento presenta más dificultades).
124
Los indicios tienen mucha más importancia en sede penal, pero en
muchos casos civiles (como los ejemplos que hemos puesto) tienen
también una importancia preponderante sobre otras pruebas que
no pueden aportarse al proceso por las dificultades propias que
presentan los hechos que deben ser demostrados en el caso en
litigio.
125
presunción. Empero, éste ha de acreditar la realidad del hecho
que a ella le sirve de presupuesto, de ser el caso.
También dijimos lo que los artículos 278 y 279 del CPC señalan que
las presunciones legales no admiten prueba en contrario, y pusimos
como ejemplo la presunción legal del artículo 2012 del Código Civil
con relación al contenido de las inscripciones en Registros Públicos,
en el sentido que se presume, sin admitir prueba en contrario, que
todos tenemos conocimiento del contenido de las mismas (lo que,
además de ser una presunción legal, es también una ficción legal,
pues no se corresponde ni remotamente con la realidad).
126
culpa es el autor del mismo, de manera que aquí estamos ante una
presunción de hecho, ya que admite prueba en contrario y su único
efecto procesal es invertir la carga de probar; de esto pasamos a
ocuparnos de inmediato.
127
El artículo siguiente se ocupa de una situación inusual: la duda sobre
el carácter de una presunción legal. Dice así:
128
En el marco de esa definición, la presunción judicial es la operación
lógica mediante la cual se tiene por acreditado un hecho
desconocido a partir de otro hecho sobre cuya existencia no existe
duda.
129
la conducta pueda prevalecer sobre los hechos probados por las
partes, a menos que tal conducta obstruccionista pueda ser
demostrada a pesar de los hechos probados en el proceso; por
ejemplo, una parte se niega a exhibir un documento solicitado por la
contraparte alegando que es inexistente, y luego se demuestra,
mediante una fotocopia fehaciente y corroborada por testigos, que
ese documento existía. Este ejemplo toca también el tema del
actual apercibimiento del código procesal para el caso en que el
obligado a exhibir no cumpla con su deber, en cuyo caso la sanción
no es tener por ciertas las afirmaciones del proponente de la
prueba, sino que la conducta será apreciada por el juez al momento
de sentenciar; eso es, sin duda, igual a nada. Sobre este punto nos
hemos pronunciado más extensamente al tratar de este medio
probatorio arriba, en el numeral 3.3.7.
130
Líneas arriba pusimos como ejemplo de ficción legal la presunción
de iure del artículo 2012 del Código Civil, según la cual se presume,
sin admitir prueba en contrario, que todos tenemos conocimiento
del contenido de las inscripciones en Registros Públicos. Nada más
alejado de la realidad que esto; de hecho, nadie conoce el contenido
de todas las inscripciones que existen en esos registros y solo se
toma conocimiento de una mínima parte de su enorme contenido
cuando existe un interés personal en conocer sobre alguna partida
registral en particular, como, por ejemplo, cuando se trata de
comprar o vender un inmueble, constituir una gravamen, examinar
una sucesión intestada, o el otorgamiento de un testamento por
escritura pública, o examinar los alcances de un poder, o una
partida societaria, etc.
131
La ficción legal, como la ley lo indica, la establece la ley en
determinados casos y no admite prueba en contrario: son numerus
clausus.
Los casos en que procede son numerus apertus, de manera que toca
al juez determinar cuándo resultad procedente el pedido de actuar
la prueba anticipada.
Art. 284.-
132
En cuanto a su trámite, el art. 297 dispone en su parte final que la
prueba anticipada se tramita como un proceso no contencioso. Sin
embargo, eso no obsta para que el emplazado no pueda oponerse a
la diligencia según el art. 298, pero solo fundándose en que la
solicitud no reúne los requisitos generales indicados en el art. 284,
los especiales del medio probatorio solicitado o si la actuación fuese
imposible.
133
Sobre este último medio probatorio es preciso aclarar que, a
diferencia de la Declaración de Parte como medio probatorio típico
dentro de un proceso contencioso, la Absolución de Posiciones se
actúa mediante un pliego de preguntas que deben ser formuladas
en sentido interrogativo- asertivo, pues el apercibimiento consiste
en tener por cierta la pregunta formulada con respecto al hecho al
que esta se refiere (tal como ocurría con la prueba de Confesión
contemplada en el Código de Procedimiento Civiles de 1912, en el
que las preguntas comenzaban con el consabido “Diga cómo es
cierto que …” y el apercibimiento consistía en tenerlas por
respondidas en sentido afirmativo), lo que obliga a la parte
emplazada a limitarse a responder cada pregunta con un sí o con un
no, pudiendo luego añadir algún comentario, si estuviera presente,
pues de no concurrir a absolver el pliego, el apercibimiento consiste
en tener por respondidas todas las preguntas en sentido afirmativo,
cosa que puede no ocurrir cuando se trata de la Declaración de
Parte, pues en ausencia de la parte obligada a responder el pliego
de preguntas, y aunque el art. 213 habla de un pliego de
“absolución de posiciones” el apercibimiento no está claro, pues el
art. 218 solo señala que si el interrogado se niega a declarar o
responde evasivamente, el juez lo requerirá y, si persiste en su
conducta, el juez apreciará esta al momento de resolver.
134
Aquí queremos retomar brevemente el tema relacionado con el
apercibimiento cuando la prueba anticipada versa sobre la
exhibición de un documento: de acuerdo con el art. 296, inciso 2, en
este caso “...se tendrá por verdadera la copia presentada o por
ciertas las afirmaciones concretas sobre el contenido de
documento...”. Como comentamos arriba al referirnos al
apercibimiento en el caso de la exhibición como medio de prueba
dentro de un proceso contencioso en curso, no existe ninguna razón
para que en un caso se actúe la prueba (el medio probatorio) de una
manera y en el otro de forma totalmente diferente, recomendado
en cualquier caso el apercibimiento por incumplir con exhibir el
documento sea el mismo que está señalado en el transcrito inciso 2
del art. 296 del CPC.
4. CUESTIONES PROBATORIAS.
135
Artículo 301.- Tramitación.
La tacha u oposición contra los medios probatorios se
interponen (sic) en el plazo que establece cada vía
procedimental, contado desde notificada la resolución que los
tiene por ofrecidos, precisándose con claridad los fundamentos
en que se sustentan y acompañándose los medios probatorios
respectivos. La absolución debe hacerse de la misma manera y
en el mismo plazo, anexándose los medios probatorios
correspondientes.
136
que formula la tacha tiene que probar el hecho en que se funda la
misma, a menos que se trate de un hecho notorio, etc. Es
importante tener en cuenta que en los casos de los incisos 2 y 3 del
artículo 224, no hay impedimento para declarar, pero sí para
fundamentar la tacha del testigo aduciendo alguno de esos
supuestos, porque es presumible que un testigo así no va a ser
capaz brindar un testimonio imparcial.
137
si el documento ha sido alterado y en qué consisten las alteraciones
y si la firma es falsa o verdadera, así como toda otra circunstancia
que considere relevante. No hay que confundir la falsedad del
hecho que pretende probarse con el documento con la falsificación
material del mismo: son cosas totalmente distintas. El documento
puede no haber sido falsificado, pero su contenido, es decir, el
hecho que expresa, puede ser falso. En este último caso no procede
la tacha del mismo, pues no ha habido alteración material del
documento.
138
La oposición a una exhibición puede fundarse en la inexistencia del
documento en poder del obligado a exhibirlo, o fundarse en que se
trata de un documento que contiene declaraciones o anotaciones
que constituyen secreto profesional, como por ejemplo una Historia
Clínica asentada por un médico particular que ha atendido al
paciente y que debe guardar secreto sobre su salud, afecciones,
etc.; o el caso del abogado que conoce hechos del caso llevado a
juicio bajo secreto profesional. En un proceso que patrocinamos, en
el que un antiguo cliente de un banco local demandó una
indemnización solidaria del banco y de la compañía de seguros por
haberse negando a pagar esta última una póliza de seguro de
desgravamen hipotecario que el demandante alegaba haber
contratado, la compañía de seguros, que no le había extendido la
póliza aduciendo que padecía de una enfermedad grave que lo
descartaba como sujeto asegurable, no pudo probar que la
enfermedad preexistente del cliente (que padecía de diabetes
mellitus y que éste había informado en su Declaración Personal de
Salud cuando solicitó el seguro), era de una gravedad tal que no se
le podía extender la póliza, porque se formuló oposición a la
exhibición de su Historia Clínica solicitada al médico tratante, la que
se fundó en su deber de guardar secreto profesional sobre su
paciente.
139
Corte Suprema casó la sentencia de vista declarando su nulidad y la
insubsistencia de la de primera instancia y ordenó una pericia para
determinar esa alegada “notoriedad”; devuelto el caso al juzgado de
primera instancia, el banco demandado se opuso a la actuación de
esa pericia bajo el argumento que si se requería de tal medio
probatorio para determinar si las firmas eran o no “notoriamente”
falsificadas, ello era la mejor prueba que no existía tal “notoriedad”
(dejamos aclarado que el examen de la/s firma/s se hace de visu y
en un brevísimo tiempo por el recibidor-pagador, cotejando la firma
del girador con la de la tarjeta de registro de firmas del titular de la
cuenta), y que la prueba resultaba siendo no solo inútil sino también
sin sentido, motivo por el cual no debía actuarse; desde luego, por
tratarse de una decisión de la Corte Suprema al juez no le quedó
más que declarar infundada la oposición y ordenar llevar adelante la
actuación pericial. Todo un despropósito de la Sala Civil Transitoria
de la Corte Suprema, que demuestra la poca preparación que tienen
los jueces que llegan al vértice de la pirámide del sistema judicial en
nuestro país (Para que tengan una idea, y tal como lo advertimos
líneas arriba: la mayoría de los jueces supremos son provisionales y
no titulares).
Aquí se hace necesario recordar que según la última parte del arriba
transcrito artículo 301 del CPC, el medio probatorio cuestionado
deber ser actuado de todas maneras, pero su eficacia se resolverá
en la sentencia, salvo decisión debidamente fundamentada e
inimpugnable, como señala la última parte del artículo 301 del CPC
arriba transcrito.
140
reservándose el derecho de decidir sobre su eficacia en la
sentencia? A primera vista esto parece un despropósito y,
examinado mejor, sin duda lo es en el caso del ejemplo. Pero hay
otros casos donde sí resulta necesario actuar el medio probatorio y
luego resolver en la sentencia sobre su eficacia; por ejemplo,
tratándose de un instrumento cuya firma se tacha de falsa, lo que
debe dar lugar a un cotejo o a una pericia grafológica para
determinar ese hecho, en cuyo caso el juez debe reservar su
pronunciamiento sobre el medio probatorio tachado para resolverlo
con la sentencia. Esto también vale para los documentos más
complejos que los instrumentales, como por ejemplo los audios y
videos que, sin embargo, pueden ser editados con relativa facilidad
por un experto (y en algunos casos hasta por un amateur con
conocimientos básicos sobre la materia), y que requieren de un
examen más minucioso para determinar su falsificación.
En otros casos, que quedan a criterio del juez pero que debemos
suponer que son más evidentes, el artículo autoriza a éste a que
mediante una resolución “...debidamente fundada e
inimpugnable…”, rechace la actuación del medio probatorio.
141
resultado de tal actividad, es decir, la cualidad del objeto así
elaborado. Para otros autores es intrascendente la distinción entre
falsedad y falsificación, posición que compartimos en el campo de la
prueba civil, pero con la que discrepamos en el terreno de lo penal,
donde se trata de una conducta (la falsificación) que por sí misma
constituye un delito.
142
Unidades de Referencia Procesal, sin perjuicio de las costas y
costos de su tramitación.
5. LA PRUEBA DE OFICIO.
143
siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las partes
en el proceso. Con esta actuación probatoria el Juez cuidará de
no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y deberá
asegurarles el derecho de contradicción de la prueba.
144
Pero lo que aquí queremos resaltar es que éste es un concepto (el
de la prueba de oficio) muy debatido en doctrina, ya que confronta
dos posturas totalmente opuestas sobre la tarea que corresponde
al juez en el proceso civil o, mejor aún, sobre la necesidad de
mantener, en un proceso que debe ser de carácter eminentemente
dispositivo (con exclusión de los procesos de familia y laborales, y
los que versen sobre derechos indisponibles) una institución propia
del autoritarismo del proceso inquisitivo, donde el juez participa
como el gran rector del proceso y es el “obligado” a desentrañar la
verdad de los hechos, más allá de lo que haya podido probar el
demandante sobre los fundamentos fácticos de su demanda (y,
quizás, también el demandado en su afán por desvirtuar esos
hechos a través de contrapruebas o de demostrar los hechos por él
introducidos al proceso con la finalidad de convencer al juez de lo
contrario de lo alegado y probado por la otra parte; sobre esto
último puede verse arriba, en el numeral 1.2.1., la referencia a la
llamada “prueba de lo contrario”).
145
(como una consecuencia necesaria de la improbanza de la
pretensión hecha valer en la demanda).
146
2) se supla la inactividad o negligencia de una de las partes, que
no ha hecho todo lo que el sistema procesal le permite para
llegar a probar sus afirmaciones sobre los hechos fundantes, y
Hay que insistir en que todo lo que el juez haga en beneficio de una
parte lo hace en perjuicio de la otra, a la que puede llegar a colocar
en situación de indefensión, no porque se le impida realizar una
actividad propia del derecho de defensa, sino porque el juez asume
la defensa de la otra parte al ordenar de oficio la actuación de un
medio probatorio por su cuenta. Esta es, también, la postura del
jurista argentino Adolfo Alvarado Velloso, que considera que la
prueba de oficio debe desaparecer del proceso civil garantista. La
insuficiencia de prueba debería conducir al juez a dictar una
sentencia desestimatoria, y insistir en buscar la búsqueda de una
verdad (procesal, se entiende) que el actor ha ido incapaz de
proveerle.
147
cobro estaban en etapas muy avanzadas y que la resolución del
contrato le había frustrado su expectativa razonable de lograr un
resultado positivo, esto es la recuperación de las sumas puestas a
cobro en esos procesos, ya que en este tipo de contratos los
honorarios los percibe el abogado en función a las sumas que
recupere para el banco. Como quiera que ese abogado no
conservaba en su poder los falsos expedientes, pues los había
devuelto al banco al terminar el contrato, el juez del caso, ante la
improbanza de la pretensión, ordenó de oficio un peritaje sobre
esos falsos expedientes para demostrar los alegados avances que
habría logrado el abogado demandante en los mismos, y la
actuación de esa prueba ocasionó que el proceso quedara
estancado por seis años, porque los honorarios de los abogados que
debían peritar esos más de 120 falsos expedientes, eran sumas que
el actor se negaba a pagar y también el banco; finalmente el banco
pudo convencer al juzgado que dejara sin efecto esa prueba de
oficio y así se logró una sentencia desestimatoria en vista que el
demandante no había podido probar este punto (por improbanza de
la pretensión, conforme al artículo 200 del CPC). Es claro que la
prueba ordenada de oficio ayudaba al actor a probar su pretensión,
lo que significaba irrespetar el derecho de los justiciables a un trato
igualitario en el proceso (igualdad de armas), pues inclinaba la
balanza en perjuicio de la parte demandada, a tal punto que al
haberse prescindido de ella la parte demandante no pudo probar los
fundamentos fácticos de su pretensión y como correlato necesario
el juez dictó una sentencia desestimatoria, pero lo cierto es que por
causa de haberse ordenado esa prueba de oficio el proceso demoró,
en total, más de ocho años, algo que resulta inconcebible en un
sistema de justicia en el que la celeridad en su administración debe
ser parte esencial del mismo.
148
El ejemplo anterior pone de relieve dos cosas: una es el enorme
atraso que la frustrada actuación de la prueba de oficio ocasionó al
proceso y el otro, más importante aún que el primero, es que esa
prueba constituía, a todas luces, una ayuda que el juez le brindaba
al demandante que no había podido probar ese punto a cabalidad,
infringiéndose, al ordenarla, el principio de igualdad de armas, en
detrimento del banco demandado, cuando lo cierto es que debió
primar el principio de socialización del proceso del artículo IV del
Título Preliminar del CPC, que propicia la igualdad de las partes en el
proceso; al ordenar esa prueba de oficio el juez inclinó la balanza de
la justicia e favor del demandante que fue incapaz de probar los
hechos en que fundaba su pretensión. Finalmente prevaleció la
cordura y la prueba se dejó sin efecto por un nuevo juez que
sucedió al que la había ordenado.
Por eso consideramos que esta rémora del proceso inquisitivo debe
desaparecer en el sistema de derecho procesal civil de nuestro país,
que debe ser eminentemente un proceso garantista (con las
excepciones que ya hemos señalado para los casos de derechos
indisponibles, de familia propiamente dicha, de orden laboral
cuando se trate de beneficios irrenunciables, etc.).
149
onus probandi si la prueba aportada por las partes no es suficiente
para llevarlo al convencimiento de los hechos que deben probarse.
Debemos dejar en claro que, desde luego, esto no va más allá de los
derechos disponibles, por lo que no se aplica en los casos de
derechos de familia indisponibles ni en los derechos indisponibles
en materia laboral. Tampoco cuando está de por medio el orden
público y/o las buenas costumbres (concepto, este último, no solo
indefinido, sino también variable con los tiempos, y que debería ser
eliminado como referente, pues es, adicionalmente, bastante
ambiguo y subjetivo, dando pie a toda clase de interpretaciones
sobre lo que se entiende o debe entenderse por buenas
costumbres).
150
de defensa, ambos reconocidos en el artículo 139 de la Constitución,
incisos 6 y 14, respectivamente.
151
indiscriminado o malicioso de estas impugnaciones, pero impedirlas
es, además de agraviante al derecho de defensa, una mala práctica
dentro de un sistema de derecho procesal que debe garantizar un
derecho de defensa sin restricciones.
6. LA VERDAD PROCESAL
Valga la famosa frase de Carnelutti sobre la prueba (entendida como
el medio de alcanzar la verdad en el proceso) como introducción al
tema quizá más complejo que afronta el juez en todo proceso: el de
la prueba.
152
También es preciso advertir que esta breve referencia a la verdad
procesal (y material) no pretende ser una introducción al
desentrañamiento de la naturaleza de la verdad, que es una rama
de la epistemología que se ocupa particularmente de ese estudio (J.
H. Lambert, célebre pensador del siglo XVIII, llamó doctrina de
la verdad (Alethiologie hiologie oder Lehre von der Wahrheit) a la
segunda parte de su Neues Organon (1764). La aletiología de
Lambert examina los conceptos simples o pensables por sí mismos y
los conceptos compuestos formados a base de los conceptos
primeros, y la diferencia entre lo verdadero y lo falso que trata de
todos los conceptos, proposiciones y relaciones en tanto que
sometidos a leyes, incluyendo las leyes lógicas de la contradicción.
153
aceptar una proposición sobre la base de la experiencia cognitiva de
otras personas”.
154
inmediata de una decisión. "Directo" contrasta con "indirecto", o
con "medio de prueba circunstancial". La cual se refiere a hechos
probatorios. El "medio de prueba circunstancial" es aquel que sirve
como base para inferir otro hecho, pero que no puede ser utilizado
en sí mismo como fundamento para la decisión. Ésta es una
clasificación funcional, libre de cualquier referencia a algo inherente
a la naturaleza de los tipos de prueba (Taruffo, 2008).
155
tanto, la discusión entre la verdad material o real (o verdad-
verdadera) y la verdad procesal carece de verdadera utilidad
práctica para estos fines.
156
En la lógica aristotélica (que es la es la lógica de las inferencias
proposicionales, o, dicho de otro modo, la lógica que conecta los
enunciados o premisas y extrae de esa conexión una conclusión) es
el llamado silogismo jurídico el que el juez aplica al momento de
resolver la controversia (cuyas reglas de inferencia son, entre las
principales, el llamado modus ponendo ponens, que puede
traducirse por "el modo que al afirmar, afirma", y que puede
ejemplificarse así: si todos los hombres son mortales y Juan es
hombre, Juan es mortal); por oposición, el modus tollendo tollens,
es” el modo que al negar, niega”; la regla de inferencia modus
tollendo tollens establece que si una primera afirmación implica una
segunda afirmación y esta no es verdadera, es válido inferir que la
primera tampoco es verdadera. A esto puede sumársele las vías del
silogismo disyuntivo y de reducción al absurdo como otros medios
de razonamiento proposicional.
157
el sistema anglosajón en materia de procesos penales y en ciertos
procesos civiles (este derecho es de rango constitucional en los
Estados Unidos de Norteamérica, consagrado en la VI y VII
Enmienda de su Constitución). En estos casos, los hechos los
establece un jurado (jury) conformado por personas (12,
generalmente) seleccionadas aleatoriamente, que emite un
veredicto que se limita a pronunciarse sobre la conclusión a la que
han llegado los miembros del mismo (guilty o non guilty, en un
proceso penal, o liable o non liable, si es uno civil), pero sin motivar
su decisión de manera alguna (lo que no significa que no tengan el
deber de examinar los hechos relevantes propuestos por las partes
y pronunciarse respecto de cada uno de los mismos como paso
previo al veredicto). Desde luego, la sentencia la dicta el juez, pero
es un juez que se ocupa del derecho aplicable a los hechos
establecidos como probados o no por el jurado. Esta falta de
motivación del jurado, particularmente sobre cómo ha llegado a
establecer los hechos, tiene mucho de subjetividad (y hasta de
arbitrariedad) y es muy similar al antiguo sistema donde los jueces
fundaban sus sentencias en su íntima convicción, sin dar mayores
explicaciones del cómo y el por qué llegaban a esa decisión. Desde
luego, el juicio de hechos por jurados solo es posible en sociedades
tan avanzadas como la norteamericana o la inglesa, por el grado de
civilidad de sus ciudadanos.
158
condicional del evento B dado A y la distribución de probabilidad
marginal de solo A.
159
presentan como tal al ser valoradas e interpretadas por el juez para
desentrañar la verdad de los hechos controvertidos en el proceso.
De hecho, ocurre muchas veces que ni siquiera se puede alcanzar
una verdad dentro del proceso, y de ahí que el juez se vea precisado
a dictar una sentencia desestimatoria por insuficiencia de pruebas
(desde luego, descartada la hipótesis de falta del derecho subjetivo
que se invoca en la demanda, porque sin derecho los hechos no
cuentan para nada).
160
resultado de nuestra condición humana, como se suele decir, sino
también es el resultado de no haberse probado satisfactoriamente
los hechos en que se funda la demanda y la contradicción, si fuera el
caso.
161
producido por el intelecto (concepto este que ha sido muy bien
expresado en la expresión latina esse est percipio, porque
efectivamente, el ser percibido -entendido esto no como la acción
de percibir sino la como la de su aprehensión del mundo exterior o
material por el sujeto perceptor- [asumiendo, desde luego, que tal
mundo exterior existe in materiae y no solo in mente y que, por lo
tanto, es susceptible de ser conocido a través de los sentidos],
consiste solo en eso: en ser percibido.
162
Si queremos adaptarnos a la terminología filosófica moderna,
quizá podríamos expresar esta concepción mediante la conocida
fórmula: La verdad de una oración consiste en su adecuación (o
correspondencia) con la realidad.
163
Retomando nuevamente el hilo del discurso, y como dijimos, la
tarea del juez es, sin duda, alcanzar la verdad del proceso porque,
no teniendo más herramientas que las pruebas de los hechos
ofrecidas por las partes (y, en ciertos casos, ordenadas de oficio,
facultad que, como hemos dicho, recusamos para los procesos que
versan sobre derechos disponibles), no puede pretender llegar a
alcanzar la verdad-verdadera de que hablábamos antes, la que no
pasa de ser un desiderátum más que una tarea que se le puede
imponer al juez como algo necesario para concluir un proceso, que
no puede ser otra que el dictado de una sentencia según la verdad
que ha podido alcanzar en el mismo a través de las pruebas que ha
valorado y razonado, es decir, la verdad que hemos llamado “verdad
procesal”, que aunque no necesariamente se corresponda con la
“verdad verdadera”, puede servir para que el juez dicte una decisión
justa (o, al menos, relativamente justa, pues también la justicia no
pasa de ser un concepto abstracto y, como tal, muchas veces
inalcanzable) que, finalmente, es lo que busca el proceso con
abstracción de sus participantes (porque el demandante busca
siempre que le den la razón, en tanto el demandado busca lo
contrario, ya que en eso consiste toda controversia).
164
Proceso”, pág. 165, edición peruana a cargo de EGACAL), al menos
para todo efecto legal y práctico, ya que la Corte de Casación no
puede actuar como instancia de mérito (aunque sí puede actuar
como sede de instancia, revocando el fallo recurrido, pero tomando
como verdaderos los hechos definidos como tales por el segundo y
último juzgador de mérito, lo que significa que no puede hacer una
nueva [y tercera] valoración de los hechos).
165
“La Corte Suprema, por su parte, desde el momento en que no
puede modificar los hechos ya establecidos en primera y
segunda instancia, sólo puede, en lo que a la prueba se refiere,
controlar el cumplimiento de las leyes reguladoras de la prueba.
Se ha entendido que hay infracción de estas leyes cuando se
admiten probanzas que la ley no permite, o al revés, se
rechazan medios probatorios que la ley autoriza; o en fin,
cuando se violan algunas de las leyes relativas al modo de pesar
y valorar las pruebas en juicio”.
En un interesante artículo del año 2011 titulado “La influencia
de los sesgos cognitivos en las decisiones jurisdiccionales: el
factor humano. Una aproximación” su autor, Arturo Muñoz
Aranguren Abogado del bufete Ramón C. Pelayo Abogados de
Madrid, decía lo siguiente:
166
KAHNEMAN (1974), bajo el nombre de Judgement under
uncertainty: Heuristics and Biases (Juicio bajo la incertidumbre:
heurísticas y sesgos). Los citados autores procedieron a
relacionar y sistematizar esas técnicas o reglas heurísticas
(heuristics), definiéndolas como aquellas reglas cognitivas que,
inconscientemente, todo ser humano aplica al procesar la
información que recibe del exterior, y que permiten “reducir las
tareas complejas de asignar probabilidad y predecir valores a
operaciones de juicio más simples”. De entre esos errores
cognitivos relacionados por TVERSKY y KAHNEMAN interesa
ahora recordar los siguientes: 1.1. Procedimiento heurístico de
la representatividad (representativeness) Este procedimiento
conduce a errores estadísticos y matemáticos en el cálculo de la
probabilidad, derivados de la insensibilidad a la probabilidad
previa de resultados y al tamaño de la muestra, así como de
errores relativos a la aleatoriedad y en relación a la
denominada “regresión a la media”. En el trabajo antes aludido
de TVERSKY y KAHNEMAN, los sujetos objeto del experimento
tenían que valorar la siguiente situación:
167
más del 60% de niños en un hospital pequeño. La respuesta
correcta en términos estadísticos es, naturalmente, esta última,
ya que una muestra más grande tiene siempre menos
probabilidades de desviarse de la media (en este caso, de la
media del 50%).
168
parte del Tribunal o los miembros del jurado puede tener en el
resultado del procedimiento.
169
lógica del caso a la verticalidad propia de los estamentos que
integran el Poder Judicial, en el cual la Verdad será sólo la que
declare el último juzgador previsto como tal en el sistema de que se
trate” (Alvarado Velloso, Adolfo “El debido Proceso”). A esa verdad
tiene que sujetarse la Corte cuando resuelve el recurso, lo que no le
impide hacer el llamado “control de logicidad”, íntimamente
relacionado con el “error in cogitando” (error en el razonamiento de
los hechos de la sentencia o resolución recurrida) que es un vicio de
actividad (in procedendo) y que, como tal, puede dar lugar a que se
dicte una sentencia rescindente, que anula y reenvía al ad quem.
170
a) las rescindentes, cuando declaran fundado el recurso y casan
y anulan la sentencia de segundo grado (y, muchas veces,
declaran también la insubsistencia de la de primer grado, caso
en el cual el expediente debe regresar al juzgado de primera
instancia), lo que importa el reenvío al inferior para que
resuelva nuevamente tomando en consideración las pautas que
le fija la sentencia de la Corte;
171
proceso.” Como se aprecia, la redacción es bastante ambigua y se
presta para que los jueces constitucionales (que son jueces de
primera instancia) desechen la gran mayoría de las demandas de
amparo por esta causa, declarándolas de plano improcedentes por
motivos eminentemente subjetivos (entre ellos el temor reverencial
de enmendarle la plana a los jueces supremos que dictaron la
resolución, o a los superiores, si la resolución que se pretende
impugnar en vía de amparo quedó firme a ese nivel).
172
manera que la demanda de amparo deberá dirigirse contra los
jueces supremos que dictaron la sentencia en casación, con noticia
de la contraparte y emplazando al Procurador Público encargado de
los asuntos del Poder Judicial.
Hay autores que sostienen que basta con emplazar a este último sin
que haya necesidad de emplazar a los jueces supremos que
formaron Sala, pero esto es un error de concepto en razón a la
atribución de la responsabilidad penal que eventualmente pudiera
generarse para el caso que la demanda de amparo fuera estimada y
se determinaran hechos atribuibles a los jueces que dictaron la
sentencia o resolución que le puso fin al proceso, que pueden llegar
a constituir un delito (prevaricato, por ejemplo y en general, delitos
contra la administración de justicia pasibles de ser cometidos por
jueces) y cuya responsabilidad debe atribuirse a la persona, no al
colegiado como ente colectivo, como ocurre en todos los casos en
que se comete un delito: la responsabilidad delictiva, que siempre
debe ser individualizada, es atribuida a un sujeto y/o a otro, pero
puede serlo de manera distinta, según haya sido la participación de
cada uno en el hecho delictivo. Por eso es un error pretender
emplazar con la demanda solamente al Procurador Público
encargado de los asuntos del Poder Judicial, pues él es el defensor
de este poder del Estado que, por mandato constitucional, es quien
a su cargo la impartición de justicia, pero no puede defender a cada
uno de los jueces supremos involucrados en la resolución recurrida
como tales, es decir, como individuos; eso le corresponde hacerlo a
cada uno de los involucrados, que formaron la Sala cuando se dictó
esa resolución que está siendo impugnada a través de la acción de
amparo (demanda).
173
7.3 Desde luego, como todo recurso, el recurso extraordinario de
casación puede ser declarado fundado en parte e infundado en otra
parte (aunque no se exprese terminológicamente así en la sentencia
casatoria, ya que el extremo denunciado simplemente se desecha),
es decir, se puede acoger una de las denuncias y rechazar la otra
(asumiendo, desde luego, que hubiera dos o más denuncias); esto
puede tener efectos disímiles cuando se acoge una denuncia por un
vicio de actividad (error in procedendo), que obliga al reenvío de la
causa al inferior (desde luego, debe tratarse de vicio que no puede
ser subsanado por la Corte de Casación), pero no ocurre lo mismo
cuando la denuncia que se declara fundada es a causa de un error in
iudicando, en cuyo caso la Corte resuelve en sede de instancia (sin
que ello signifique que tenga la facultad para hacer una nueva
valoración de los hechos tal como han quedado configurados en las
instancias de mérito), evitándose así el reenvío y la considerable
pérdida de tiempo que ello ocasiona (sin contar que la causa puede
caer en manos de otros jueces distintos a los que fallaron la primera
vez, por la recomposición de los Juzgados y Salas que ocurre todos
los años y que implica un riesgo adicional, puesto que los nuevos
jueces pueden no limitarse a corregir el vicio sino también cambiar
el sentido de la resolución anulada).
174
objetivo de una justicia oportuna. Ya decía el célebre jurista
uruguayo Eduardo Couture, de grata recordación, en uno de sus
tantos libros sobre Derecho Procesal Civil y el rol de los jueces en el
proceso que “…en el proceso el tiempo es más que oro, es justicia”,
resaltado así el enorme valor que tiene la impartición de una justica
célere; de ahí el dicho tan común según el cual “la justica tardía, no
es justicia”. Esto tiene mucho que ver con la intención de alcanzar la
verdad a toda costa, lo que puede prolongar el proceso
indefinidamente, con sacrificio de una impartición de justica
oportuna.
175
mediante la Resolución Administrativa Nº 002- 2014-CE-PJ,
publicada en el diario oficial El Peruano el 28 de febrero de 2014.
El vínculo para que los que quieran acceder a esta resolución del
CEPJ es el siguiente:
https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/circular-referida-a-la-regulacion-
del-reenvio-en-los-organos-res-adm-n-002-2014-ce-pj-1055282-1/
176
Salas conocen del recurso de casación, cuando les resulta imposible
prescindir del renvío como medio para remediar el vicio de actividad
(error in procedendo) incurrido en la instancia correspondiente,
sobre todo cuando la gravedad del vicio es tal que hace necesaria
una declaración rescindente (que, reiteramos, necesariamente
implica el reenvío del caso a la instancia donde se cometió el vicio
para que allí se subsane este).
177
Y la parte que destacamos de esa sentencia es esta:
178
mediando un nuevo pronunciamiento sobre el recurso que resolvió
como segunda instancia.
179
también demandó al banco como propietario del vehículo que había
sido empleado para transportarla (vehículo este que había sido
dado en arrendamiento financiero a la empresa transportadora), en
función a la responsabilidad objetiva que le atribuía el demandante
a este de conformidad con el art. 1970 del Código Civil y también
por lo dispuesto en el art. 29° de la Ley General de Transporte y
Tránsito (LEY Nº 27181), por ser este banco (que actuaba como
empresa de leasing), formalmente, el propietario del camión de
transporte que colisionó, pues así figuraba en el Registro Vehicular
(como es sabido, el titular de la propiedad del bien dado en
arrendamiento financiero es la empresa de leasing, hasta tanto el
arrendatario no ejercite la opción de compra y adquiera el bien para
sí haciendo un pago de precio mínimo, normalmente representa un
precio residual o es simplemente un pago de carácter casi simbólico:
US$ 1.00, por ejemplo).
180
arrendado por un precio casi siempre simbólico una vez vencido el
plazo del contrato y pagadas todas las cuotas del arrendamiento
financiero).
181
remitir el expediente a la Mesa de Partes de los Juzgados
Comerciales para su distribución aleatoria entre los juzgados de la
subespecialidad comercial, donde se recomenzaría a tramitar
nuevamente el proceso.
182
2 De los procesos civiles relacionados con la
determinación de responsabilidad e indemnizaciones por
conductas peligrosas o lesivas realizadas en el contexto
del tránsito vehicular.
3 (…)
183
determina necesariamente la competencia de los juzgados civiles de
la subespecialidad comercial, ya que no existe el concepto de
“responsabilidad comercial” como categoría jurídica diferenciada de
la única que existe en el plano patrimonial, que es la de carácter
civil, que abarca la integridad del concepto de lo que se entiende
por responsabilidad por daños y perjuicios, ya sea que estos se
originen en un acto ilícito, como ocurre con los casos de
responsabilidad extracontractual, o que tenga su origen en un
incumplimiento contractual.
184
virtualmente a través de la plataforma Google Meet por causa de la
epidemia del Covid 19 que estamos padeciendo, cuyo único efecto
beneficioso ha sido el de hacernos comprender que en el futuro
inmediato debemos tender a implementar la tramitación virtual de
todos los procesos (así como implementar de una vez la oralidad de
los procesos civiles), cualesquiera sean las especialidades, dejando
de lado el proceso escriturado que, además, de crear montañas de
papeles [que cada vez se hace más difícil de conservar y de
archivar], nos obliga a desplazarnos a los diversos y numerosísimos
locales de atención a los justiciables que tiene el Poder Judicial
esparcidos por toda la ciudad de Lima para la simple tarea de
presentar nuestros escritos en los juzgados correspondientes; si
bien eso puede entenderse cuando se trata de los Juzgados de Paz
Letrados, que son por naturaleza de carácter Distrital, no debería
ser así en todos los demás casos, que constituyen la mayoría de los
procesos se tramitan en el Distrito Judicial de Lima, que es, de lejos,
el más congestionado en la actualidad, seguido de cerca por el
Distrito Judicial de Lima Norte (en Lima Metropolitana existen
actualmente hasta cuatro Distritos Judiciales: el llamado distrito
judicial de Lima Cercado -que no se limita al Cercado- y los distritos
judiciales de Lima Norte, Lima Este y Lima Sur).
185
que, finalmente, soportan la carga de la frustración del justiciable
que razona que la culpa la tiene su abogado cuando la
responsabilidad es del propio aparato de justicia, plagado de jueces
ineficientes e incapaces de resolver con celeridad y acierto la carga
procesal que asumen y más acostumbrados a ganar un sueldo como
un burócrata más que a la noble tarea de administrar justicia que
relegan a un segundo plano.
186