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RESUMEN
ABSTRACT
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In this article we will try to unravel some issues that are essential to
determine whether, through the process and, fundamentally, the body
of evidence provided by the parties (and, eventually, by the judge
through the ex officio evidence, which we challenge) is possible or not
to reach another truth that transcends the process itself and that is the
material truth, what really happened in the world of facts regardless of
what can be proven in the process about those facts.
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recusamos). La prueba es, entonces, el único medio del que dispone el
juez para solventar la causa sometida a su decisión.
Francesco Carnelutti en su libro “Le prove civile” (del año 1915) decía
sobre la prueba como medio de alcanzar la verdad en el proceso (con
cierto dramatismo característico de los autores italianos de comienzos
del siglo pasado):
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I.2. J. H. Lambert, célebre pensador del siglo XVIII, llamó
“doctrina de la verdad” (Alethiologie hiologie oder Lehre von der
Wahrheit) a la segunda parte de su Neues Organon (1764).
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propiedades que distinguen el razonamiento jurídico sobre los hechos,
y que los juzgadores tienen buenas razones para aceptar una
proposición sobre la base de la experiencia cognitiva de otras
personas”.
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supone para él un estudio para el cual requiere de los conocimientos
adecuados que debe adquirirlos para estar en condiciones de valorar
debidamente ese medio de prueba.
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descripciones de hecho o narraciones de los mismos que hacen las
partes: de los fundamentos fácticos de su pretensión el actor y de los
hechos en que funda su contradicción (contestación de la demanda o
contradicción) el demandado.
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También es preciso dejar establecido, antes de tocar el tema en sí,
que, por un imperativo constitucional (en nuestro caso, el artículo
139, inciso 5. de la Constitución Política), las resoluciones judiciales en
nuestro país deben ser suficiente y debidamente motivadas: esto
significa que el convencimiento sobre los hechos al que llega el juez al
momento de sentenciar no es uno de mera convicción, que atañe al
plano de la conciencia íntima del juez, sino uno basado en un examen
conjuntamente apreciado de cada uno de los medios de prueba
relevantes introducidos al proceso, que deben ser razonados
lógicamente para que pueda inferirse la decisión que resulta de ese
examen fáctico (lo que se llama generalmente la “apreciación
conjunta y razonada de los medios de prueba”). La consecuente
subsunción de esos hechos así demostrados (o no demostrados) para
el juez es un acto posterior, ya que consiste en aplicar la norma legal
correspondiente a esos hechos y así obtener la conclusión, que en
este caso viene a ser la decisión del caso que se plasma en la
sentencia.
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esto puede sumársele las vías del silogismo disyuntivo y de reducción
al absurdo como otros medios de razonamiento proposicional.
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pero sin motivar su decisión de manera alguna (lo que no significa que
no tengan el deber de examinar los hechos relevantes propuestos por
las partes y pronunciarse respecto de cada uno de los mismos como
paso previo al veredicto; para eso existe todo un mecanismo que les
es propuesto a los miembros del jurado por el propio juez del caso).
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1763), que expresa que la probabilidad condicional de un evento
aleatorio A dado B en términos de la distribución de probabilidad
condicional del evento B dado A y la distribución de probabilidad
marginal de solo A.
En otros términos: si tengo el dato (obviamente apriorístico) que un
evento A probabilísticamente ocurre dado B, dado el evento B ¿qué
probabilidad tengo que ocurra A?
A, B = eventos
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P (A), P (B) = probabilidades independientes de A y B.
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En una primera aproximación, la verdad que pretende alcanzarse a
través del proceso se presenta como una correspondencia entre lo
ocurrido en el mundo (lo que llamamos realidad) y la reconstrucción
que de ello hace el juez en la sentencia a partir de los hechos que
configuraron el thema probandum, luego de haberse definido el
alcance de la controversia.
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produce esa correspondencia con lo real), y la segunda (la verdad
procesal) no es tan solo el resultado de nuestra condición humana,
como se suele decir, sino también es el resultado de no haberse
probado satisfactoriamente los hechos en que se funda la demanda (y,
en muy raros casos, la contradicción). Esa improbanza de la pretensión
va a conducir necesariamente a un fallo desestimatorio de la demanda.
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la verdad material, de manera que el juez habrá de conformarse por
alcanzar una verdad procesal que no quizás no se corresponderá
totalmente con la verdad material de los hechos acaecidos, pero que si
le sirve para lo que es su función primordial, que es administrar justicia
utilizando las pruebas aportadas al proceso por las partes.
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demás insistir en la noción que el mundo llamado “real” no es otra cosa
que lo percibido como tal a través de los sentidos).
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de los mismos establecer la existencia cierta de tal mundo (que
tampoco puede ser conocido por el pensamiento aisladamente).
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A esta teoría de la verdad (como correspondencia con el mundo
sensible o lo que es percibido como tal) Tarsky ha sugerido llamarla
"teoría de la correspondencia", y es esta correspondencia de los
hechos relatados con lo real (al menos con lo percibido como real, pues
nuestro conocimiento no puede llegar más allá) a la que nos hemos
referido líneas arriba, al contraponerla a la verdad procesal, es la que
aquí llamamos verdad-verdadera (o, simplemente, y más comúnmente,
verdad material, dando por sentado la existencia de un mundo material
(cuya existencia fuera de nuestro “idea” del mismo solo podemos
suponer pero no demostrar) al que puede atribuírsele la ocurrencia
[suceso] de un hecho como verdadero o como falso o no
correspondiente con la verdad de tal mundo).
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sustentan la pretensión y la contradicción), no puede pretender llegar a
alcanzar la verdad “verdadera” o material de que hablábamos antes, la
que no pasa de ser un desiderátum más que una tarea que se le puede
imponer al juez como algo necesario para concluir un proceso, que no
puede ser otra que el dictado de una sentencia según la verdad que ha
podido alcanzar en el mismo a través de las pruebas que ha valorado y
razonado, es decir, la verdad que hemos llamado “verdad procesal”,
que aunque no necesariamente se corresponda con la “verdad material
o verdadera”, puede servir para que el juez dicte una decisión justa (o,
al menos, relativamente justa, pues también la justicia no pasa de ser
un concepto abstracto y, como tal, muchas veces inalcanzable) que,
finalmente, es lo que busca el proceso con abstracción de sus
participantes (porque el demandante busca siempre que le den la
razón, en tanto el demandado busca lo contrario, ya que en eso
consiste toda controversia).
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como tales por el segundo y último juzgador de mérito, lo que significa
que no puede hacer una nueva [y tercera] valoración de los hechos).
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probanzas que la ley no permite, o al revés, se rechazan medios
probatorios que la ley autoriza; o en fin, cuando se violan algunas
de las leyes relativas al modo de pesar y valorar las pruebas en
juicio”.
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inconscientemente, todo ser humano aplica al procesar la
información que recibe del exterior, y que permiten “reducir las
tareas complejas de asignar probabilidad y predecir valores a
operaciones de juicio más simples”. De entre esos errores
cognitivos relacionados por TVERSKY y KAHNEMAN interesa ahora
recordar los siguientes: 1.1. Procedimiento heurístico de la
representatividad (representativeness) Este procedimiento conduce
a errores estadísticos y matemáticos en el cálculo de la
probabilidad, derivados de la insensibilidad a la probabilidad previa
de resultados y al tamaño de la muestra, así como de errores
relativos a la aleatoriedad y en relación a la denominada
“regresión a la media”. En el trabajo antes aludido de TVERSKY y
KAHNEMAN, los sujetos objeto del experimento tenían que valorar
la siguiente situación:
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representatividad) incurren en errores por no tomar en
consideración el tamaño de la muestra. En este tipo de errores de
representatividad se incurre, a veces, en la valoración, por parte
del Tribunal o los miembros del Jurado, de la veracidad del
testimonio de los litigantes y testigos. Pondremos un ejemplo muy
elemental: los estudios empíricos efectuados sugieren que, cuando
los sujetos hacen juicios categóricos, - por ejemplo, ponderar la
probabilidad de que un acusado sea culpable -, concluyen que la
evidencia concreta analizada (por ejemplo, el comportamiento
durante el juicio del acusado) es representativa de la categoría
(culpabilidad o inocencia del acusado). Cuando la muestra o
evidencia le parece al Tribunal representativa o similar a la
categoría (por ejemplo, el acusado se muestra nervioso durante la
vista), tiende a juzgar la probabilidad de la categoría en la misma
medida – prueba de culpabilidad -. Cuando la evidencia que está
siendo analizada no se parece a la categoría (volviendo al mismo
ejemplo, cuando el acusado aparenta, por ejemplo, estar tranquilo
ante el Tribunal), el fenómeno se produce en sentido inverso. En la
medida en que el principio de inmediación es de gran importancia
en los procedimientos judiciales -y esencial en alguno de ellos,
como los penales-, es fácil advertir la importancia que este tipo de
representaciones erróneas por parte del Tribunal o los miembros
del jurado puede tener en el resultado del procedimiento.
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materia de que se trate; así, si el caso es civil o comercial, lo verá la Sala
Civil Permanente o la Transitoria; si es penal, alguna de las Salas
Penales de la misma, si es laboral o contencioso-administrativo, alguna
de las Salas de Derecho Constitucional y Social, etc.).
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mérito. Entonces, la verdad procesal es algo que ya le viene dado a la
Corte de Casación, de manera tal que deben conformarse con lo
demostrado como verdadero en dichas instancias, particularmente por
el segundo revisor.
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primer grado, caso en el cual el expediente debe regresar al
juzgado de primera instancia), lo que importa el reenvío al inferior
para que resuelva nuevamente tomando en consideración las
pautas que le fija la sentencia de la Corte;
IV. CONCLUSIONES
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IV.2. En el caso de procesos que resuelven cuestiones que
pueden agraviar a la sociedad en su conjunto y que no solo afectan
intereses de particulares, el grado de verdad procesal que el juez
debe alcanzar debe ser el de certeza de los hechos (que, en el
plano subjetivo significa el convencimiento total sobre los
mismos), en vista que la verdad material no es susceptible de ser
alcanzada en una gran mayoría de los casos.
IV.4. Hay que desterrar del proceso la idea que a través de este
debe y puede alcanzarse una verdad más allá de la procesal; esa
verdad trascendente o material (la llamada correspondencia con el
mundo real), no puede exigirse para emitir una sentencia de fondo
que imparta una justicia relativa, como todo valor humano.
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