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II.

La Suma en la historia de la teología 45


dones que parecían desintegrar la unidad adquirida del saber cristiano. La
escuela franciscana tiene en Duns Scoto el promotor de una nueva metafísi-
ca. Además, en este siglo el aristotelismo radical es reavivado por la escuela
de Padua y París, como una auténtica restauración de la filosofía de Ave-
rroes. Surgen así productos específicos de escuelas de teología que viven en
rivalidad entre sí, de las que la más famosa es el nominalismo. En este am-
biente, la Suma se iba imponiendo como texto de enseñanza no solamente
entre los dominicos, sino también en algunas universidades alemanas,
aunque el texto tradicional continuaba siendo Pedro Lombardo.
En los siglos XIV y XV la escuela tomista comienza a producir sus instru-
mentos de trabajo, naciendo así una especie de índices alfabéticos. La prime-
ra tabla la hizo el dominico parisino Hervé de Cauda a mitad del siglo XIV.
El trabajo más conocido y que ha sido una base imprescindible para utilizar
los escritos de Tomás de Aquino es la Tabula aurea de Pedro de Bérgamo,
en el siglo XV 173. Las ventajas de este método estriban en que permite la
comparación de las doctrinas del autor. Generalmente estas tablas expresan
un juicio favorable sobre la Suma de Teología por relación a otras obras. En
el mismo sentido se pueden tener presentes los resúmenes de las ideas fun-
damentales de los artículos de la Suma en términos cortos y precisos, que
dará lugar a poner delante de cada tratado estas tesis 174. Del siglo XV la obra
más importante es de Juan Capréolo: Defensiones Theologiae Divi Thomae
Aquinatis 175. Su obra esclarece los pasajes del maestro con textos de las Sen-
tencias y de la Suma.
Estos trabajos y el ambiente humanista del siglo XVI constituyen la base
sobre la que se funda un período particularmente fecundo del tomismo. Las
universidades es un fenómeno general en toda Europa y allí la teología de-
bía confrontarse con los nuevos aires renacentistas. Además, el estado de la
teología había llegado a una situación de matices y sutilezas, como conse-
cuencia del nominalismo, donde se perdía la mente humana. La visión de la
Suma de Teología en su unidad estaba abierta también a las dimensiones de
la naturaleza, lo cual la hacía propicia para entrar de nuevo en diálogo con
la cultura del tiempo. El siglo XVI se califica desde el punto de vista tomista
por la obra de los comentaristas. Baste recordar los nombres de Tomás de
Vio Cayetano, Francisco de Vitoria, Silvestre de Ferrara, Domingo Báñez y
tantos otros 176.
Para la historia de la Suma el hecho más importante es que se constituye
en el texto básico de la teología. Vitoria la introduce en Salamanca y el mis-
mo curso sigue en otras universidades177. Las Sentencias de Pedro Lombar-
do aún permanecen en otros centros, pero ha llegado ya a su ocaso. Los
173
P. BERGAMO, In opera sancti Thomae Aquinatis index seu tabula aurea (Alba-Roma 1960 ed.
fototypica).
174
X. De propositione quadam Hunnaei: Ang. 16 (1939) 59-65: el editor de la Suma de Anver-
sa en el 1575 ya empleó este sistema, que se ha extendido también en nuestro tiempo por obra
de las ediciones de Marietti.
175
J. CAPREOLO, Defensiones Theologiae Divi Thomae Aquinatis: ed. PABAN-PEGUES (Tours
1900-1908).
176
A. MlCHELITSCH, Kommentatoren zur Summa theologiae des Hl. Thomas von Aquin (Graz-
Viena 1924): estadísticamente hay 90 comentaristas de toda la obra; 218 de la primera parte;
108 de la primera parte de la segunda; 89 de la 2-2; 148 de la tercera y 9 del suplemento. Para
las ediciones de estos autores, cf. Suma teológica (Madrid 19572) 14-16.
177
R. MARTIN, L'introduction officielle de la Somme théologique dans l'ancienne université de Lou-
vain; Rev. Thom. 18 (1910) 230-239; S. SWIEZAWSKI, Le thomisme à la fin du Moyen Âge: Studi
tomistici 1 (Roma 1974) 225-248; R. HERNÁNDEZ, Derechos humanos en Francisco de Vitoria (Salamanca
1984) 21-29.

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