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MARTA ALESSO

(editora)

Hermenéutica de los géneros literarios:


de la Antigüedad al cristianismo

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES


FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

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Valle

Diseño de tapa: Mercedes Domínguez Valle

© Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras


Universidad de Buenos Aires - 2013
Puan 480 Ciudad Autónoma de Buenos Aires - República Argentina

Alesso, Marta Elena


Hermenéutica de los géneros literarios: de la antigüedad al cristianismo / Marta Elena Alesso … [et.
al.]; edición literaria a cargo de Marta Elena Alesso. - 1a ed. – Buenos Aires: Editorial de la Facultad
de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires, 2013.
460 p.; 148,5 x 210 cm. – (Textos y estudios / Rodolfo P. Buzón; 13)

ISBN 978-987-1785-97-1

1. Filología Clásica. 2. Géneros Literarios. 3. Hermenéutica. I. Alesso, Marta Elena, ed. lit.
CDD 410

Fecha de catalogación: 04/09/2013


CAPÍTULO V

EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA:


DESDE EL ARISTOTELISMO A LA PATRÍSTICA

VIVIANA SUÑOL
[CONICET - Universidad Nacional de La Plata]

I. Introducción

Los comentarios fueron el principal medio de producción filosófica


desde fines del helenismo hasta la Antigüedad tardía. La riqueza y pro-
fundidad de esta producción fue decisiva no solo por su valor histórico
sino también por su influencia en el pensamiento posterior, pues no es
posible comprender a filósofos como Descartes o Tomás de Aquino sin
tener en cuenta este período1. Sin embargo, la investigación erudita
tradicionalmente ha desatendido su riqueza al resaltar el valor de los
comentarios como meras fuentes secundarias de la obra de los grandes
filósofos2, ignorando la originalidad de las ideas surgidas durante dicho
período, algunas de las cuales erróneamente se atribuyeron a los siglos
XIII y XIV3. Aunque resulte sorprendente, el estudio de estas cuestiones
es un terreno relativamente poco explorado, en el que aún hoy se siguen
produciendo valiosos descubrimientos que permiten ampliar el corpus
disponible4. Si bien es cierto que la monumental edición de Herman

1 If we skip from Plato and Aristotle to Descartes two thousand years later or to Thomas Aqui-
nas 1600 years later, we shall not understand the later thinkers, because they were influenced
by what came in between SORABJI 2004:1.1).
2 Así por ejemplo, a principios del siglo XX BARDY (1926:103) en su análisis de los co-
ςκσωζχξτψ ηíηρξθτψ ζψκμuχζηζ Dans l´état actuel des recherches, une histoire complète de
l´exégèse biblique qui mettrait en relief la filiation des idées, l´influence des commentateurs a n-
ciens sur le œuvres de leurs successeurs, le développement des méthodes et interprétations, est
une tâche à la fois des plus urgentes et des plus difficiles .
3 Cfr. SORABJI (2004:1.2; 12-14); (1990:25).
4 Así por ejemplo, el reciente encuentro de partes perdidas de los comentarios físicos de
Alejandro de Afrodisias, cuya publicación al inglés data del año 2005.

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VIVIANA SUÑOL

DIELS en 23 volúmenes de los comentarios griegos de Aristóteles para la


Academia de Berlín –Commentaria in Aristotelem Graeca (CAG) (1882-
1909)– es un hito en la historia del estudio de esta cuestión, cabe desta-
car que solo hacia fines del siglo XX se inicia un amplio proyecto de
investigación, que incluye entre sus principales tareas la traducción al
inglés de los comentarios en la serie titulada Ancient Commentators on
Aristotle (ACA). Dicho proyecto –iniciado y dirigido desde 1987 por
Richard SORABJI– no solo comprende los comentarios griegos de Aristó-
teles, sino también aquellos que han sobrevivido en otras lenguas como
el árabe, el hebreo y el latín, e incluye además otras obras de los comen-
tadores5. Las publicaciones más recientes ponen de manifiesto el hecho
de que actualmente ha resurgido en la erudición un profundo interés
por este período que abarca más de seis siglos, desde gran parte del
siglo I a.C. al VI6. Inseparablemente unida a dicho interés se percibe en
estas investigaciones una clara intención de recuperar el valor filosófico
que los comentarios tienen por sí mismos, más allá de su significado
como fuentes del pensamiento de Platón y Aristóteles.

II. La génesis de los comentarios: desde la Biblioteca de Alejandría al


aristotelismo de Alejandro de Afrodisias

Cabe señalar aunque más no sea brevemente, que los comentarios filo-
sóficos tienen un antecedente importante en los comentarios poéticos,
que desde el siglo II a.C. produjeron en Alejandría los filólogos helenís-

5 En el marco de este proyecto se han publicado 79 volúmenes y varios volúmenes


explicativos entre los que se destaca un libro de consulta, en tres tomos organizados
por áreas temáticas. Para más información sobre este proyecto, cfr. la sección corres-
pondiente del sitio web: http://www.kcl.ac.uk. Es preciso destacar también las figuras
de Pierre e Ilsetraut HADOT, quienes a través de sus investigaciones sobre los comen-
tarios impulsaron el estudio de los mismos en el ámbito continental.
6 TUOMINEN (2009); ADAMSOM-BALTHUSSEN-STONE (2004); SORABJI (2004). Desde 1987 a
la fecha se han publicado 79 volúmenes de comentarios en la serie Ancient Commenta-
tors on Aristotle, la cual se estima estará compuesta por un total de 100 tomos. En los
últimos 20 años también han proliferado las traducciones de los comentarios de Aris-
tóteles en distintos idiomas (francés, italiano y, en menor medida, español) y se han
multiplicado las traducciones de los comentarios a los diálogos platónicos.

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EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

ticos, ejemplarmente representados por Aristarco de Samotracia, quien


no limitó sus comentarios a la épica sino que también se dedicó a la
prosa de Heródoto. Esta tradición erudita se originó en torno a la Biblio-
teca de Alejandría, donde confluyeron un movimiento de poetas-
filólogos y una corriente peripatética de origen ateniense7. Ambos posi-
bilitaron un notorio avance de la crítica textual y de la técnica editorial a
través de la colación, edición e interpretación de los textos clásicos que
por entonces los propios comentadores convirtieron en canónicos. En
definitiva, gracias a esta confluencia fue posible el surgimiento de la
filología como disciplina independiente en el siglo III a.C.8. Sin duda, la
producción de comentarios filosóficos es en gran medida depositaria de
este bagaje cultural y, en particular, de los comentarios poéticos del
helenismo alejandrino.
La palabra griega ὑ ó φuκ θτχχκψυτσικ ζ ρζ ρζωξσζ commen-
tarius tiene un inevitable carácter remitente, pues designa en primer
lugar aquello que trae a la memoria un recuerdo. El término alude a un
recordatorio, un monumento, una conmemoración en forma oral o escri-
ta, es decir: notas o memorandos; de ahí que sus primeras apariciones
refieran a documentos o registros de uso público y privado y que, por
extensión, el término luego se aplicara a las notas explicativas o a los
comentarios seguidos compuestos por los filólogos helenísticos. Poste-
riormente, en las introducciones de los comentarios neoplatónicos el
término es empleado para clasificar las obras de Aristóteles, atribuyén-
dose a aquellos escritos cuyo estilo y contenido requerían de una revi-
sión posterior y en los que no se exponía el punto de vista del filósofo,
κσ θτσωχζυτψξθξóσ ζ ρτψ ωχζωζιτψ ύ . Οκχτ κψωκ κςυρκτ ωζxτσó-
mico por parte de los comentadores neoplatónicos tiene una fuerte im-

7 Ambas corrientes eran herederas de los estudios de la lengua y de los principios de


interpretación desarrollados en el pensamiento ático. En tal sentido PFEIFFER
(1981:255- ζψκμuχζ Hκςτψ υζrtido del hecho de que los poetas épicos creadores
eran sus propios intérpretes, y que los rapsodos continuaron la autointerpretación de
los poetas. Los sofistas pueden ser considerados como herederos de los rapsodos en el
sentido de que trataban de explicar la poesía para sus nuevos propósitos, y los gran-
des filósofos áticos y sus escueρζψ θτςυρκωζχτσ κψωκ ικψκσvτρvξςξκσωτ .
8 Cfr. PFEIFFER (1981:174-180).

119
VIVIANA SUÑOL

pronta ontológica de raigambre (neo)platónica9, que no puede confun-


dirse con su significación primaria. Tal como advierte PFEIFFER
(1981:68), el término ὑ ó σuσθζ χκλξκχκ ζ uσ κψθχξωτ ξσικυκσιξκn-
te compleωτ, ψξστ φuκ υuκικ ζρuιξχ ζ στωζψ φuκ χκθuκχικσ ζρμúσ νκθντ
oído o visto en el pasado, o notas tomadas y reunidas como borrador de
un futuro libro, o notas aclaratorias de algún otro escrito, o sea un co-
ςκσωζχξτ . “ρ θτςξκσzτ ικ σuκψωχτ υκχíτιτ, ρτψ θτςκσωζχξτψ κχζσ κψθχi-
tos en rollos separados a los del texto, y los versos de este –
ικστςξσζιτψ ῆ – eran repetidos en el rollo del comentario, mien-
tras que las notas breves se consignaban en los márgenes y entre colum-
nas10. Sin embargo, durante la Antigüedad tardía –que es el período más

9 En su detallada revisión crítica al volumen I de MORAUX (1973), TARÁN (2001:507-508)


sostiene contra este que la oposición entre ὑ ó y ύ στ υuκικ χκςτn-
tarse ni a Andrónico de Rodas ni a Alejandro de Afrodisias. Contrariamente,
SCHÜTRUMPF (1991:104-105) sugiere que la clasificación neoplatónica de las obras de
Aristóteles pudo haberse basado en la distinción retórica propuesta por Hermágoras
de Temnos (fl. siglo I a.C.) enωχκ έ quaestio) y ὑ έ causa) en función de si se
trata con cuestiones específicas o universales. SCHÜTRUMPF sugiere que el responsable
de la transferencia de este concepto retórico a la clasificación de las obras aristotélicas
habría sido Andrónico, quien a la hora de editarlas se habría servido de un criterio
que por entonces era discutido en el ámbito helenístico. Por mi parte, entiendo que
toda esta discusión tiene un carácter notoriamente especulativo pero a pesar de ello, la
contraposición entre ὑ ó y ύ στ υuκικ ψκχ ζθχκιξωζιζ ζσωκψ ικρ σκo-
platonismo.
10 DICKEY (2007:11, n.25) se refiere a la confusión que desde los bizantinos existe entre
ὑ ό , ό y ῶ . “θωuζρςκσωκ ψκ ψuκρκ κσωκσικχ φuκ κρ υχξςκχτ χκλξκχκ ζ
los comentarios propiamente dichos, el segundo a los comentarios o notas escritos en
los márgenes de un texto, mientras que las glosas generalmente refieren a definiciones
breves encontradas entre las líneas de un texto literario, también son denominadas
μρτψζψ ρζψ στtas marginales que consisten en definiciones breves. La superposición
de estos conceptos es claramente ilustrada por VICIANO (1991:109): Γκψικ κρ υuσωτ
de vista formal, podemos distinguir dos tipos de Comentarios: uno es de carácter
gramatical-literario y de intereses variados: histórico, anticuario, gramatical y retórico,
y consiste en breves explicaciones situadas a los márgenes de los textos de poesía y
υχτψζ κψωuιξζιτψ κσ ρζ κψθuκρζ ψτσ ρτψ ό τ ῶ κρ τωχτ ωξυτ κψ κρ Βτςκσωa-
rio en sentido estricto –ἑ ί , ὑ ό , explanatio, interpretatio, commentarius–,
en que el intérprete ilustra el texto de un poeta, filósofo, médico, jurista o autor bíblico
υτχ ςκιξτ ικ υζχáλχζψξψ ςáψ τ ςκστψ κxωκσψζψ, ψκμúσ ρτψ θζψτψ… Γκ ςτιτ φuκ ψe-
gún esta distinción ὑ ό ψκχíζ κρ μéσκχτ φuκ κσμρτηζ ζ ρτψ ό y ῶ

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EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

profuso en cuanto a la producción de comentarios– ocurre una trans-


formación decisiva en cuanto al medio material empleado en la elabora-
ción de los mismos y consecuentemente en la práctica exegética, ya que
gracias al formato de los grandes códices fue posible reunir en un mis-
mo libro y en una misma página el texto y su comentario 11.
El nacimiento de los comentarios como género filosófico está estre-
chamente emparentado con la edición que Andrónico de Rodas hizo de
las obras esotéricas de Aristóteles en el siglo I a.C., probablemente hacia
el año 60 a.C.12. Más allá de la verosimilitud de las anécdotas narradas
por Estrabón (Geografía 13.54, 13.608), Plutarco (Sila 26.1-3.468a-b) y
Ateneo (5.214d-e) acerca de las peripecias en la transmisión de las obras
de Aristóteles, lo cierto es que luego de su muerte o quizás de la de su
sucesor Teofrasto, estas no despertaron interés entre los primeros peri-
patéticos, a causa de lo cual la disponibilidad de los textos parece haber
estado limitada13. En su edición, Andrónico ordenó, organizó y catalogó

como especies. Este mismo criterio es el que emplea SIMONETTI (1998:454-464) en su


artículo sobre comentarios bíblicos en el Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana.
11 Cfr. HOFFMANN (2006:615).
12 “ ωχζvéψ ικ ρζ κxυχκψξóσ κψτωéχξθζψ ψκ ψuκρκ ικψξμσζχ ζ ζφuκρρζψ τηχζψ ικ “χξψωóωκρκψ
que estaban destinadas a la enseñanza e investigación en el ámbito del Liceo y que
suelen caracterizarse por su carácter acroamático. En contraposición a estas, se en-
cuentran las obras publicadas en vida del filósofo, las cuales probablemente apunta-
ban a un público más amplio. Si bien estas obras exotéricas se hallan actualmente per-
didas, se sabe que tenían una prosa más sencilla que las obras que circulaban en el Li-
ceo.
13 En la literatura especializada es frecuente la opinión de que a lo largo de los dos siglos
y medio que siguieron a la muerte de Aristóteles los textos esotéricos dejaron de estar
disponibles tanto en Atenas como en Roma, puesto que no es posible hallar ninguna
discusión en torno a ellos, por ejemplo REALE (1985), FALCON (2005). Sin embargo,
TARÁN (2001:482-483 n. 6 y 7) califica esta opinión como dogmática o prejuiciosa ya
que los ejemplos de Crisipo y Posidonio, así como las listas antiguas de sus escritos
revelan que la disponibilidad de todos o de la mayoría de los tratados de Aristóteles
durante el período helenístico está garantizada. El propio TARÁN (2001: 483) admite
que esto no implica negar la importancia del renacimiento de los estudios aristotélicos
κσ κρ ψξμρτ Θ ζ.Β. ζ υζχωξχ ικ ρζ κιξθξóσ ικ “σιχóσξθτ, υκχτ ζθρζχζ But it is one thing to
admit that Aristotle´s treatises were not widely known, and quite a different one to infer from
this fact and from some untrustworthy anecdotes that Aristotle´s treatises were not available
during the Hellenistic age until their alleged rediscovery in the first century B.C.

121
VIVIANA SUÑOL

estas obras a partir de un criterio lógico, recuperándolas definitivamen-


te para la posteridad14. Si bien es cierto que dicha edición ejerció una
profunda influencia en el florecimiento de la filosofía aristotélica que se
inicia en Alejandría a partir del siglo I, no puede sostenerse que sea
enteramente responsable de él. En tal sentido, podría pensarse –como
propone TUOMINEN (2009: 7-8)– que no es el descubrimiento de los tex-
tos lo que produjo el florecimiento, sino a la inversa, que es este interés
subyacente lo que provocó que se les prestara atención. La labor de
Andrónico dio lugar a una intensa actividad editorial y exegética entre
sus discípulos: Boeto de Sidón, Aristón de Alejandría, Nicolás de Da-
masco, Alejandro de Aegea y Sotión, de cuyas obras no hay mucha in-
formación disponible. Aun cuando se ignora si Boeto (siglo I a.C.) escri-
bió un comentario lineal a las Categorías15, su estilo exegético parece
haber sido diferente al de su maestro y algunas de las cuestiones por él
tratadas persistieron en los comentadores antiguos.
Desde el siglo I a.C. y hasta la primera mitad del siglo II, las Cate-
gorías se constituyeron en el eje en torno al cual se desarrolló la activi-
dad exegética sobre Aristóteles, al punto tal que su estudio no quedó
confinado únicamente a los peripatéticos, puesto que diversos miem-
bros de la Academia platónica como Antíoco, Aristo de Alejandría y el
platonista Eudoro, así como también algunos estoicos tales como
Atenodoro y Cornuto mostraron un especial interés crítico por esta
obra. A pesar de su carácter medular entre los intérpretes antiguos, no
es posible inferir que todos ellos hayan escrito comentarios a las Catego-
rías (FALCON 2005). De hecho, el primer comentario del cual se han con-
servado partes significativas es el de Aspasio a la Ética a Nicómaco que
data del siglo II. Este junto con Adrastro, Herminio y Sosígenes emer-
gieron después del siglo I y su labor precedió a la de Alejandro de
Afrodisias, de quien los dos últimos fueron sus maestros.

14 No está claro si la edición de Andrónico es la editio princeps. Al parecer, este estaba


consciente sobre la existencia de ediciones y organizaciones previas a la de él mismo.
Cfr. TARÁN (2001:484, 491).
15 TARÁN (2001:497) pone en duda el hecho de que Boeto haya sido discípulo de Andró-
nico, pero no pone en tela de juicio el hecho de que el primero haya escrito un comen-
tario a las Categorías.

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EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

Sin duda, Alejandro fue el gran comentador de Aristóteles, sus


comentarios fueron considerados ejemplares ya en la Antigüedad y su
influencia se prolongó incluso hasta el Renacimiento. Se desempeñó
como maestro de la cátedra pública aristotélica en Atenas desde el año
198 al 211 y en sus obras procuró articular de manera sistemática el pen-
samiento del Estagirita, defendiéndolo frente a los estoicos, epicureístas
y platónicos. Fue contemporáneo de Galeno –quien dedicó numerosos
comentarios al corpus hipocrático– y con el que discrepó en cuestiones
relativas a la dinámica y al tiempo. De sus numerosos comentarios se
han preservado aquellos sobre Tópicos, Analíticos Primeros (solo conser-
vado el Libro I), Acerca de la sensación, Meteorológicas y Metafísica (Libros
- . Rκθξκσωκςκσωκ στ ψτρτ ψκ νζσ ικψθuηξκχωτ ζρμuστψ ιζωτψ ικ ψu
biografía sino también partes sustanciales de los comentarios perdidos a
la Física y Acerca de la generación y corrupción16. Además de los comenta-
rios, sobrevivieron otras obras de Alejandro entre las que se destaca un
tratado sobre De Anima en el que sigue la estructura y el contenido de la
obra aristotélica sin ser un comentario lineal, De Fato escrito en gratitud
a los emperadores que lo designaron en la cátedra peripatética y en el
que se opone al determinismo estoico, y De Mixtione donde rechaza la
ξικζ κψωτξθζ ικ ᾶ . Δρ ωχζωζιτ ψuυρκςκσωζχξτ ψτηχκ κρ ζρςζ θτστθξιτ
como Mantissa, cuya autoría es dudosa pero que tradicionalmente se
atribuyó a Alejandro, ejerció una profunda influencia en Plotino, fun-
damentalmente a través de dos ideas: la del intelecto activo aristotélico
como siendo Dios en nosotros mismos, cuya discusión se prolongará
hasta Tomás de Aquino pasando por Temistio17 y Averroes, y la de la
auto-ξσωκρκθθξóσ νuςζσζ. Βτςτ ψκ νζ ιξθντ, “ρκοζσιχτ στ λuκ κρ υχi-
mero sino el últimτ vκχιζικχτ ξσωéχυχκωκ ικ “χξψωóωκρκψ 18, puesto que

16 Cfr. SORABJI (2004:1.6; 2004:2.29).


17 Temistio (317-388, Constantinopla) supone ciertas desviaciones de carácter histórico,
geográfico, metodológico y estilístico respecto a los comentadores de su tiempo. Ale-
jado del epicentro de producción, no escribió comentarios sino paráfrasis de las obras
de Aristóteles en las que combina las citas con sus propias explicaciones. Sin llegar a
ser un aristotelista como Alejandro, su obra es más próxima a Aristóteles que a Platón.
Ante el avance de la fe cristiana, al parecer Temistio adoptó una posición conciliadora.
Cfr. TUOMINEN (2009:25-27); SORABJI (1990:3.17).
18 FALCON (2005).

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VIVIANA SUÑOL

θτσ éρ θuρςξσζ ρζ νξψωτχξζ ικ ρτψ θτςκσωζιτχκψ ικ υχτλκψξóσ ζχξψωτωéρi-


θζ 19, ya que a partir del siglo III y bajo la influencia de Plotino se pro-
duce un punto de inflexión en la exégesis aristotélica.

III. El desarrollo del género: desde Plotino a las escuelas de Atenas y


Alejandría

La figura de Plotino (ca. 205-270, Licópolis) ocupa un lugar fundamental


en la historia de los comentarios, pues si bien es cierto que actualmente
no se lo encuadra en modo alguno en esa categoría, ocasionalmente él se
describe a sí mismo como comentador de Platón y de hecho, sus segui-
dores lo tratan como tal. Su filosofía emerge de la de Platón y en parti-
cular del platonismo medio, a la vez que establece un vínculo muy es-
trecho con el pensamiento aristotélico y estoico. Habiendo realizado una
crítica profunda a las categorías aristotélicas, a las que considera insufi-
cientes incluso en el mundo sensible, en su descripción de los principios
que estructuran el mundo Plotino se apoya en los diálogos tardíos de
Platón, en particular en las grandes clases del Sofista. Su idea de las tres
hipóstasis metafísicas de la realidad se convirtió en el eje de la discusión
filosófica al punto tal que ya no será el aristotelismo, sino su reinterpre-
tación de la filosofía platónica, la que determinará la lectura de los tex-
tos canónicos, sin que ello implique una perfecta unidad doctrinaria
entre sus numerosos partidarios.
Los seguidores inmediatos de Plotino, Porfirio y Jámblico, postula-
ron la hipótesis hermenéutica de la armonía entre Platón y Aristóteles,
que independientemente de su falta de corrección resultó ser sumamen-
te rica para el desarrollo de las ideas filosóficas de los comentadores
neoplatónicos20, en la medida en que los obligó a una lectura detenida
de los textos de ambos y les planteó el desafío interpretativo de armoni-

19 REALE (1985:164).
20 Cfr. HOFFMANN (2006:602-605); HADOT (1991:181-183).

124
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

zarlos en cuestiones en principio, irreconciliables21. A partir de Porfirio,


este principio se convirtió en una regla exegética fundamental entre los
neoplatónicos, aun cuando no todos mostraron la misma intensidad en
su esfuerzo de armonización, ni tampoco la efectuaron de manera unita-
ria22. Si bien este principio se origina como estrategia para enfrentar la
acusación que esgrimían los cristianos acerca de las contradicciones
entre los filósofos griegos, paradójicamente culminó –como advierte
SORABJI (2004: 1.14 y 17; 3.38)23– en la asimilación cristiana del dios y el
alma humana aristotélicos. La presuposición básica es que las discre-
pancias no se deben a desacuerdos doctrinales sino a diferencias verba-
les o actitudinales, y en todos los casos –salvo alguna excepción como lo
es la discusión en torno a los universales– el privilegio es otorgado a
Platón. Como discípulo, biógrafo y editor de Plotino, Porfirio (ca. 232 -
ca. 309, Tiro) fue el responsable de la definitiva incorporación de Aristó-
teles al currículo de Occidente, fundamentalmente gracias a sus comen-
tarios y en especial a su Isagoge, que no solo es una introducción a las
Categorías ψξστ ςáψ ηξκσ ζ ρζ ρóμξθζ κσωκra del Peripato, y por tanto, a la
λξρτψτλíζ ςξψςζ 24. A través de la traducción latina de Boecio, este
opúsculo ejerció una notoria influencia que se prolongó incluso hasta el
Renacimiento, sin olvidar que fue un texto básico en el mundo árabe. Al
admitir que las categorías no son acerca de las cosas sino de las palabras
en cuanto que significan las cosas y que estas se aplican al mundo sen-
sible y no al mundo inteligible platónico, Porfirio enfrentó las críticas de
su maestro dando un paso importante en el camino hacia la armoniza-
ción25. Asimismo, efectuó sagaces críticas a la práctica platónica del sa-
crificio y del consumo animal, al cristianismo y a la religión egipcia.
Esta última lo llevó a un marcado enfrentamiento con su alumno Jám-

21 SORABJI (2004:1.14-19) ofrece diversos ejemplos provenientes de la psicología, la lógi-


ca, la metafísica y la física en los que se intentó armonizar el pensamiento de ambos fi-
lósofos.
22 En tal sentido, SORABJI (2004:3.37) destaca que la búsqueda de armonía comienza ya
con el platonismo medio y dentro del neoplatonismo, hay comentadores como Siriano
y Proclo en los que no hay una pretensión de armonización.
23 SORABJI (2004:1.14 y 17); (2004:3.38).
24 GARCÍA NORRO-ROVIRA (2003:XVI).
25 SORABJI (2004:3.56-57, 61); (2004:1.7); (1990:2).

125
VIVIANA SUÑOL

blico (ca. 240 - ca. 325, Calcis), quien dedicó un tratado De mysteriis Ae-
gyptiorum a la defensa de la teúrgia. En la armonización de ambos filó-
sofos, Jámblico fue más lejos que Porfirio puesto que consideraba que
las categorías de Aristóteles eran adecuadas no solo al mundo sensible,
sino también al mundo inteligible de las Formas platónicas, lo cual su-
υuψτ uσζ ξσωκχυχκωζθξóσ ξσωκρκθωuζρ ικ ρζψ Categorías en paralelo con su
concepción más elevada de la práctica religiosa. También llevó la armo-
nización más allá a través un detallado intento de integrar el pitagoris-
mo con las filosofías de Platón y Aristóteles. Como veremos más adelan-
te a propósito del programa educativo neoplatónico, sus grandes apor-
ωκψ ζ ρζ κxéμκψξψ λuκχτσ ρζ χκμρζ ικρ ό υχκvξζ ζρ ζσáρξψξψ ικ θζιζ
uno los textos estudiados y el establecimiento del currículo estándar de
doce diálogos de Platón para ser leídos después de los tratados selec-
cionados de Aristóteles, en una secuencia diseñada cuyo propósito reli-
gioso era llevar a la unión con Dios.

1. La relación entre las escuelas de Atenas y de Alejandría

Aun cuando Plotino impartió su enseñanza en Roma, la influencia de su


υκσψζςξκσωτ ψκ ιξλuσιξó ικ τκψωκ ζ κψωκ ζ ρτ ρζχμτ ικρ ςuσιτ νκρκσξza-
ιτ 26, desde Roma y Sicilia hasta Atenas, Alejandría y Apamea, confor-
mando una red de escuelas entre las que se destacan la de Atenas –
encabezada por Plutarco de Atenas y que dio lugar a la obra de Proclo–
y la de Alejandría –encabezada por Amonio y de la cual surgió Filopón.
Durante los tres siglos que se extiende el predominio del Neoplatonis-
mo, desde el siglo III al VI, puede observarse una gran movilidad en el
interior de esta red escolar, muchas veces determinada por las persecu-
ciones de los cristianos. En efecto, la producción de los comentarios no
permaneció ajena a los cambios en el balance de poder que por entonces
se producían entre los cultos griegos y el cristianismo. Más aún, el vasto
y complejo fenómeno que es la producción de comentarios filosóficos

26 These philosophers of diverse origins (especially Easterners, from Egypt to Asia Minor by
way of that Neoplatonic land, Syria) were Hellenes , seemingly more by virtue of paideia than
by their ethnic origin HOFFMANN 2006:599).

126
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

durante este período solo puede comprenderse en la medida en que se


lo inserte en la realidad social singular de las escuelas neoplatónicas con
ψu θτςυρκοζ τχμζσξzζθξóσ y κψωχuθωuχζ θuχχξθuρζχ y ψτηχκ ωτιτ, κσ κρ
clima intelectual, espiritual, y pagano religioso en el que los textos eran
ρκíιτψ 27. Como claramente señala HOFFMANN (2006: κρ Νκτυρζωo-
nismo fue por muchos siglos el esqueleto filosófico de un movimiento
multiforme –intelectual, cultural, religioso pero también político– que
λuκ ρζ χκζθθξóσ υζμζσζ ζρ κψωζηρκθξςξκσωτ ικ uσ ξςυκχξτ Βχξsωξζστ […].
La filosofía y la religión pagana estaban por entonces estrechamente
unidas y el neoplatonismo devino el refugio de los dioses del panteón
θρáψξθτ […] 28. A partir de Jámblico, la práctica de la teúrgia experimen-
tó un gran desarrollo adoptando incluso a los Oráculos Caldeos –
colección de oráculos teológicos forjados durante el reinado de Marco
Aurelio por teúrgos del siglo II– como libro sagrado equivalente a los de
los judíos y cristianos29. Aunque no todos los integrantes de lo que ac-
ωuζρςκσωκ ικστςξσζςτψ σκτυρζωτσξψςτ ψκ ξσθρξσζχτσ λζvτχablemente
hacia la teúrgia30, ella fue uno de los principales ejes de disputa con el

27 …the intellectual, spiritual, and pagan religious climate in which texts were read
(HOFFMANN 2006: 598).
28 Neoplatonism was for several centuries the philosophical backbone of the multiform move-
ment –intellectual, cultural, religious, but also political- that was pagan reaction to the estab-
lishment of a Christian empire…Philosophy and pagan religion were then tightly linked, and
Neoplatonism became the refuge of the gods of the classical pantheon…
29 Cfr. HOFFMANN (2006:607). Como señala A THANASSIADI (1999:149), estos oráculos son
una revelación divina en verso hexamétrico de un sistema cosmológico y soteriológico
y de un conjunto de reglas rituales e instrucciones. Ya desde Jámblico su autoría es
atribuida a Julián el Teúrgo, quien al parecer era depositario de la tradición iniciada
por su padre. Si bien los detalles del surgimiento tienen un carácter hipotético, hay
acuerdo en que hacia fines del tardío siglo III, los Oráculos Caldeos alcanzaron un esta-
tus canónico y se los reconocía como libro sagrado dentro de los límites de un círculo
religioso con conexiones internacionales. La compresión, explicación y propagación de
esta sabiduría oculta es iniciada por Porfirio, pero fue Jámblico quien les otorgó a los
Oráculos carácter sagrado, constituyéndose en la culminación del currículo neoplató-
nico.
30 Al respecto es insoslayable señalar que en el Neoplatonismo no es posible hallar
unanimidad respecto a la práctica de la teúrgia, así por ejemplo: el fervor de Jámblico
se opone al silencio de Plotino y la adhesión de Olimpiodoro se diferencia de las re-
servas expresadas por Porfirio, quien sostiene que la teúrgia purifica la imaginación
pero no permite llegar a Dios. Esta diferencia se refleja también en el tono de las invo-

127
VIVIANA SUÑOL

cristianismo, lo cual resulta particularmente evidente a partir de la deci-


sión de Justiniano en el año 529 de prohibir la enseñanza de la filosofía
en Atenas31.
Tradicionalmente se aceptó la oposición doctrinal –que estableció
PRAECHTER (1912; 1910)32– entre las escuelas de Alejandría y de Atenas,
conforme a la cual la primera habría propuesto una interpretación ra-
cional de las obras de Aristóteles, mientras que la segunda habría cir-
cunscripto su interpretación a un punto de vista típicamente neoplató-
nico. Contrariamente, en la literatura especializada actual se cree –a
partir de la lectura propuesta por HADOT (1991:175-176)– que no hay
una diferencia doctrinal significativa entre ambas, lo cual se manifiesta
en el hecho de que los métodos de interpretación aplicados en los co-
mentarios de las Categorías son los mismos. Simplemente, puede identi-
ficarse una diferencia en cuanto al énfasis que cada una de las escuelas
le otorgó al estudio de ambos filósofos, pues los representantes de la
escuela ateniense (Plutarco, Siriano, Proclo y Damascio) produjeron
complejos comentarios a los diálogos platónicos, al tiempo que los co-
mentadores alejandrinos (Amonio, Olimpiodoro, Elías, David y Step-

caciones situadas al comienzo de los comentarios de Amonio y Simplicio, aunque en


este caso, como veremos en la próxima nota, la diferencia se debió a las presiones que
ejercían los cristianos. Cfr. SORABJI (2004:1.21ss.).
31 La Escuela de Atenas que por entonces era dirigida por Damascio debió ser cerrada,
mientras que la de Alejandría encabezada por Amonio pudo continuar por un siglo
más, aun cuando la mayoría de los alumnos y directores posteriores a Olimpiodoro
eran cristianos. Al parecer, Amonio debió hacer ciertas concesiones relativas a la prác-
tica religiosa de modo de mantener abierta la escuela, frente a lo cual Damascio en
Atenas expresó su descontento calificándolo como mercenario. Según SORABJI
(2004:1.23-25) estas concesiones en la práctica ritual, tuvieron como consecuencia cier-
tas implicancias sobre el contenido doctrinal, sin que ello significara una traición al
espíritu Neoplatónico, sino solo al espíritu como era construido en Atenas. En tal sen-
tido, el autor aclara que en el Neoplatonismo hay más de una vertiente y que Jámbli-
co, Siriano y Proclo no deben ser vistos como la corriente principal de este, sino solo
como una corriente que fue en una dirección distinta. De hecho, Olimpiodoro, que fue
sucesor de Amonio, sostuvo que la teúrgia permite la unión del hombre con lo inteli-
gible.
32 Citado en HADOT (1991:175, n.2).

128
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

hanus) se centraron en la obra de Aristóteles33. Entre los miembros de la


escuela de Atenas, cabe destacar la figura de Proclo (ca. 410-485, Cons-
tantinopla), cuyos comentarios a los diálogos platónicos Fedón y Timeo
son considerados como el punto más alto del currículo neoplatónico.
Asimismo, fue entre los comentadores el más hostil con respecto al pen-
samiento de Aristóteles y quien menos se esmeró en la armonización
exegética con su maestro. Contrariamente, su discípulo Amonio (ca. 440
- ca. 520) –que accedió a la dirección de la escuela alejandrina gracias a
la alianza matrimonial de su padre Hermeias– adhirió fuertemente a
este principio, el cual lo llevó incluso a afirmar que Aristóteles aceptó
las Formas platónicas, al menos bajo la forma de principios en el intelec-
to divino y que admitió la responsabilidad de Dios en la existencia del
universo. Por su parte, Simplicio (490-560, Cilicia) –que estudió con
Amonio en Alejandría y con Damascio en Atenas– se vio obligado a
abandonar Atenas y a exiliarse en Persia a raíz de la decisión de Justi-
niano34. Más que ningún otro de sus colegas, él frecuentemente cita y
parafrasea las obras de sus predecesores en virtud de lo cual, sus co-
mentarios son considerados como los más informativos. El fervor reli-
gioso que se percibe en sus comentarios pone de manifiesto el carácter
que estos tenían como ejercicios espirituales35, a la vez que revela la
estrecha conexión que por entonces existía entre la filosofía, la fe y la
revelación36, y que conduce a Simplicio a establecer un fuerte antago-
nismo con Filopón. A diferencia de los restantes comentadores, Filopón
(ca. 490 - ca. 566, Alejandría) era cristiano y el punto medular de su
desacuerdo con estos fue acerca de si el mundo es eterno o ha sido crea-

33 Cfr. TUOMINEN (2009:32); HOFFMANN (2006:598); SORABJI (2004:1.9).


34 A pesar de haber estudiado en Atenas y en Alejandría, se considera que la obra de
Simplicio es representativa de la escuela ateniense.
35 Al final de su comentario al De Caelo, Simplicio introduce la siguiente oración, cuya
traducción al español por VICIANO ωχζσψθχξητ ζ θτσωξσuζθξóσ “ ωξ, τν Γe-
miurgo, Señor de todo el cosmos y de los cuerpos en él contenidos, y a todas las cosas
por ti hechas os canto en himno por haberme esforzado en atender a la grandeza de
tus obras y en expresarla con palabras dignas, para que, suprimiendo pensamientos
vulgares y humanos acerca de ti, te adoremos prosternados de acuerdo a la eminencia
que tienes para con todas ρζψ θτψζψ υτχ ωξ θτσιuθξιζψ . Βλχ. SORABJI (2004:1.23);
(1990:14).
36 Cfr. HOFFMANN (2006:599-600).

129
VIVIANA SUÑOL

do. Se trata de una cuestión de considerable importancia a la que Fi-


lopón le dedicó dos tratados (uno contra Proclo y otro contra Aristóte-
les) y si bien él representa la transición entre la antigua tradición filosó-
fica y la cristiana, en sus argumentos no se apoya en la fe ni en los textos
bíblicos, sino en las suposiciones de sus adversarios37. También hizo un
aporte valioso a la dinámica a través de su teoría del ímpetu, que suele
considerarse como un logro del siglo XIV. En el contexto de la prohibi-
ción establecida por Justiniano, Filopón abandonó su carrera filosófica y
dedicó el resto de su vida a la teología, siendo ulteriormente condenado
por herejía a causa de su interpretación triteística de la Trinidad. El de-
venir histórico de cada una de las escuelas fue diverso ya que la de Ate-
nas –por entonces dirigida por Damascio– debió cerrarse38, mientras que
la de Alejandría continuó por más de un siglo 39, a pesar de las fuertes
persecuciones que los neoplatónicos padecían por parte de los cristia-
nos. Posiblemente, las concesiones que su director Amonio debió hacer
con respecto a la práctica teúrgica hayan sido decisivas para su conti-
nuidad40. Olimpiodoro (ca. 495-570) fue el último de los directores no-
cristianos y ya hacia mediados del siglo VI la mayor parte de sus alum-
nos eran cristianos, al igual que sus últimos directores: David y Elías.

2. El comentario como eje de la organización curricular y de la vida


institucional de las escuelas neoplatónicas

Más allá de estas diferencias históricas, ambas escuelas tenían una com-
pleja estructura escolar y curricular común, cuyo análisis –tal como he-
mos anticipado– es indispensable para comprender el vasto fenómeno
de la producción de comentarios por parte de los neoplatónicos. En tal

37 Cfr. SORABJI (2004:1.9-10); TUOMINEN (2009:37-39).


38 Hay quienes creen que la Escuela de Atenas no desapareció completamente después
del 529, ya que a partir del exilio de sus miembros a Harran habría influido en la Es-
cuela de Bagdad fundada por Tâbit b. Qurra. Sin embargo, no hay acuerdo sobre esta
cuestión. Cfr. SORABJI (1990:18).
39 Se considera que el traslado de Stephanus a Constantinopla en el año 610 marca el fin
de la escuela de Alejandría.
40 Cfr. SORABJI (2004:1.11, 20-25; 1990:12).

130
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

sentido, resulta muy valioso el aporte hecho por HOFFMANN (2006),


quien a través de su investigación ha permitido dar un paso importante
a la hora de reinsertar la práctica de la exégesis de los comentarios neo-
platónicos en el marco institucional de la escuela, con su jerarquía enca-
bκzζιζ υτχ ρζ ξσςκσψζ ζuωτχξιζι ικρ ά (el sucesor del fundador
de la escuela) –cuya actividad docente era considerada como un verda-
dero acto de deificación–, el ejercicio de una vida comunal propia de un
convento, su estricta regulación del tiempo y su organización del plan
de estudios en torno a la lectura de los textos canónicos41. Las clases se
organizaban en dos partes: en la primera, uno de los discípulos leía en
presencia del maestro alguno de los textos que componían el currículo y
sus comentarios previos, al tiempo que el maestro acompañaba esta
lectura con sus propios comentarios, a estas lecciones se las denomina-
ηζσ ά κσ ρζ ψκμuσιζ υζχωκ ικ ρζ θρζψκ, ωκσíζ ρuμζχ ρζ ιξψθuψξóσ
libre de los temas bajo la guía del profesor. El día se organizaba a partir
de tres oraciones al Sol, ante el cual los miembros de la escuela se pros-
ternaban considerándolo como vástago de Dios o su análogo visible a
partir del símil de República 6; una oración era al alba, otra al mediodía y
la última, en el crepúsculo. La primera parte del día estaba destinada a
la exégesis textual, mientras que la segunda mitad de la mañana estaba
consagrada a la composición. Luego de la oración del mediodía, los
miembros de la escuela se dedicaban a la conversación filosófica, mien-
tras que a la tarde se dictaban las lecciones no escritas. Toda la actividad
filosófica se desarrollaba a la luz del día y la noche estaba consagrada a
la meditación, a la oración y a la composición de himnos a los dioses42.
La compleja organización del programa educativo estaba com-
puesta por varias etapas, cada una de las cuales era el resultado del
encadenamiento de sucesivas introducciones. La interpretación de tex-
tos era el eje en torno al cual se centraba la vida de las escuelas atenien-
ses y alejandrinas; a lo largo del desarrollo de un sofisticado plan de

41 En gran medida parafraseo aquí lo dicho por HOFFMANN (2006:597) al comienzo de su


trabajo.
42 A partir de la obra de Marino, discípulo de Proclo, HOFFMANN (2006:600-601 Table
31.1.) bosqueja este cronograma de actividades diarias en la vida del filósofo, que aquí
resumo.

131
VIVIANA SUÑOL

estudios se les infundía a los alumnos los principios generales de la


exégesis neoplatónica. A raíz de su función primariamente pedagógica
los comentarios eran –especialmente en Alejandría– el fruto de las notas
de clases tomadas por los alumnos, a esta clase de comentarios se los
ικστςξσζηζ ἀ ὸ ῆ . Σξσ κςηζχμτ, ωζςηξén podían ser el resultado
de la labor personal de composición por parte del maestro, como es el
caso de los comentarios de Proclo y de Simplicio. A su vez, estos eran
claramente distinguidos de otros escritos que constituían la investiga-
ción personal de estos filósofos-comentadores y que en algunos casos,
eran publicados como obras independientes. El currículo neoplatónico
constaba de cuatro etapas principales, dentro de cada una de las cuales
existía un orden fijo para el estudio de cada obra. Un primer ciclo pro-
pedéutico se iniciaba con un conjunto de estudios preparatorios, prólo-
gos y análisis de discursos que culminaba en la Isagogé de Porfirio, como
el texto que daba paso a la instrucción propiamente filosófica. La se-
gunda etapa estaba dedicada a Aristóteles, cuyo estudio y comentario
de sus obras a lo largo de todo el Neoplatonismo tuvo un propósito
propedéutico. Los Pequeños Misterios –que era como se denominaba a
las obras de Aristóteles– no eran estudiados por sí mismos, sino en
cuanto que eran considerados como una preparación necesaria para
acceder a los Grandes Misterios de la filosofía platónica43. Este progra-
ma filosófico que se iniciaba en la lógica aristotélica y culminaba en el
Parménides platónico abarcando incluso elementos supra-racionales de
la teúrgia, estaba diseñado de modo tal de elevar a los alumnos hacia
Dios. La secuencia de lectura, que se iniciaba con la lógica continuaba
con la ética, la física, la matemática y concluía con la teología metafísi-
ca44, se hallaba en estrecha conexión con la clasificación neoplatónica de

43 Cfr. HADOT (1991:188-189); SORABJI (2004:1.319); (1990:5).


44 Acerca de este ciclo de estudio, no hay acuerdo acerca del orden que ocupaban la
ética, la matemática y la física. Con respecto a la primera hay quienes como Amonio y
Simplicio sostienen la necesidad de una ética no-aristotélica ya que esta presupone la
lógica. Dado que los comentarios conservados a la ética no son neoplatónicos no hay
certeza respecto de esta cuestión. En cuanto a las matemáticas, algunos las situaban
como preliminares de la secuencia y otros las colocaban como puente entre la física y
la teología. Cfr. SORABJI (2004:3.41).

132
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

las obras aristotélicas, a la que nos hemos referido anteriormente45. La


lectura de los diálogos platónicos conformaba la tercera etapa del pro-
grama y como hemos anticipado estaba basada en la selección de textos
propuesta por Jámblico, la cual tenía un marcado carácter religioso de
tono procesional e iniciático. Este plan de textos se componía de dos
ciclos: el primero, compuesto por diez diálogos (Alcibíades I, Gorgias,
Fedón, Crátilo, Teeteto, Sofista, Político, Fedón, Simposio y Filebo), respondía
a la jerarquía neoplatónica de las virtudes; mientras que el segundo
ciclo que incluía al Timeo y al Parménides se organizaba a partir de la
división entre física y teología46. Finalmente, la cuarta etapa de estudio
iba más allá de la filosofía y comprendía a los Himnos Órficos y a los
Oráculos Caldeos, siendo estos últimos una suerte de Biblia47 o libro sa-
grado en cuya autoridad revelada se fundamentaba toda la exégesis
neoplatónica48.

45 Los comentadores neoplatónicos Amonio, Filopón, Olimpiodoro, Simplicio y David –


todos pertenecientes a la Escuela de Alejandría– en las introducciones a sus comenta-
rios a las Categorías dividen las obras Aristóteles en tres clases: escritos particulζχκψ ὰ
ά , κψθχξωτψ ξσωκχςκιξτψ ὰ έ y κψθχξωτψ μκσκχζρκψ ὰ ό . “ κψωτψ úl-
timos los subdividían en ὑ ó y ύ y κψωζ θρζψκ ζ ψu vκz, κσ ιξáρτμτψ –
dirigidos al público general y escritos en un lenguaje más sencillo– y los escritos en los
φuκ “χξψωóωκρκψ νζηρζ υτχ ψí y υζχζ uσ υúηρξθτ χκψωχξσμξιτ ὐ ό . Στρζςκσωκ
esta última clase de obras eran consideradas representativas de la filosofía del Estagi-
rita e integraban el complejo currículo neoplatónico que las clasificaba a partir de cri-
terios propios en escritos instrumentales, prácticos y teoréticos. Cfr. HADOT (1991:178-
180); SCHÜTRUMPF (1991:98); TARÁN (2001:502-508, n. 44).
46 Para un análisis detallado del currículo neoplatónico, cfr. HOFFMANN (2006:605ss.).
47 Sobre la idea de los Oráculos Caldeos θτςτ ρζ Αξηρξζ ικ ρτψ Νκτυρζωóσξθτψ , θλχ.
THANASSIADI (1999:152, n.15).
48 Tal como señala ATHANASSIADI (1999:153) era tal la oscuridad e incoherencia de esta
poesía automática –fruto del estado de trance alcanzado por el teúrgo– que el comen-
tario oral o escrito de los Oráculos fue considerado como el punto más alto de la carre-
ra exegética. Más allá de la diferencia que existe entre los Oráculos Caldeos y los Himnos
Órficos en cuanto al carácter revelado de los primeros, ambos forman parte de la cons-
titución de lo que A THANASSIADI (1999:177-181) ρρζςζ a theological koiné y ζ ρζ φuκ ζ
vκθκψ ικψθχξηκ θτςτ the late antique spiritual Commonwealth . Δρ χκψuχμξςξκσωτ ικρ ξn-
terés por los oráculos en los siglos II y III se vincula a dos cuestiones centrales, a saber,
la proclamación del monoteísmo y la reforma del culto en vistas a una concepción más
espiritual de lo divino. Los oráculos le conferían a esta koiné una autoridad sobrenatu-
ral. La revelación era la principal forma de comunicación del monoteísmo. De hecho,

133
VIVIANA SUÑOL

En el comienzo del curso puede observarse el encadenamiento de


introducciones que caracterizaba al currículo neoplatónico: luego de
una introducción general a la filosofía a través de las seis definiciones
antiguas de ella, se exponía una introducción al examen de la Isagogé de
Porfirio que precedía al estudio mismo de la obra, el cual era a su vez
una introducción a las Categorías de Aristóteles. Previo al estudio de esta
se presentaba una introducción general a la filosofía del Estagirita, que
era una suerte de marco general para la exégesis de toda su obra, se
componía de diez puntos y constituía el primer esquema de preguntas
atestiguado en las introducciones de los comentarios neoplatónicos a las
Categorías. Luego de esto, se hacía una introducción específica a la obra,
la cual estaba compuesta de seis o siete puntos que eran examinados en
relación a cada uno de los tratados del curso, y que conformaba el se-
gundo esquema testimoniado en dichas introducciones; por último, este
ciclo inicial culminaba con la lectura de las Categorías, que sin duda era
considerado el primer tratado del currículo filosófico. Ambos esquemas
habrían sido estaηρκθξιτψ υτχ Οχτθρτ κσ ψu ά , es decir, en
las explicaciones del maestro que acompañaban a la lectura de los tex-
tos. En cinco de los ocho comentarios conservados a las Categorías apa-
recen estos dos esquemas introductorios, los cuales ofrecen una pers-
pectiva general de los principios interpretativos que los neoplatónicos
ponían en juego49. Como introducción general a la filosofía de Aristóte-
les y a la exégesis de sus tratados, el primer esquema surgía a partir de
las siguientes diez preguntas:

1) ¿Cuál es el origen de los nombres de las sectas filosóficas?;


2) ¿Cómo son clasificados los escritos de Aristóteles?;

los cristianos se sirvieron de las diversas colecciones de oráculos que por entonces cir-
culaban con el propósito de demostrar su triunfo. Todo este proceso de globalización
espiritual con los diversos fenómenos que incluye (la enseñanza esotérica de las reli-
giones mistéricas, las disputas entre los cultos privados y públicos, la producción de
los intelectuales, etc.) tiende hacia la uniformidad. En tal sentido, la autora señala:
The formulation of an orthodoxy base on the correct interpretation of a canon of texts does not
merely dominate Christianity; it dominates paganism too .
49 Cfr. HADOT (1991:177ss.).

134
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

3) ¿Dónde debemos empezar a tratar con los tratados de Aristóte-


les? ¿Por la ética o por la lógica?;
4) ¿Βuáρ κψ κρ λξσ έ ικ ρζ λξρτψτλíζ ικ “χξψωóωκρκψ?
5) ¿Cuáles son los medios para alcanzar este fin?;
6) ¿Cuál es la manera de expresión empleada en sus escritos?;
7) ¿Cuál es la fuente de su oscuridad?;
8) ¿Cuáles son las cualidades que debe tener el exégeta?;
9) ¿Cuáles son las cualidades del buen estudiante?;
10) Establece la lista de cuestiones que deben ser expuestas antes
de la lectura de cualquier obra aristotélica, es decir, introduce
el segundo esquema.

Las respuestas a varias de estas preguntas ponen de manifiesto el


principio fundamental de la armonía entre el pensamiento de Aristóte-
les y el de Platón, que guía toda la exégesis neoplatónica. Desde la con-
tinuidad que establecen entre los miembros del Liceo y los de la Aca-
demia en cuanto al nombre, el carácter ontológico-platónico que em-
plean en la clasificación de las obras aristotélicas, la identidad de la fina-
lidad de la filosofía tendiente en ambos casos hacia lo Uno, hasta las
cualidades del buen exégeta están determinadas por este principio, más
allá de las diferencias de matices que puedan identificarse entre los dis-
tintos autores. El segundo esquema exegético tiene un carácter más es-
pecífico ya que se aplica a cada obra en particular, y surge a partir de las
siguientes preguntas:

1) ¿Βuáρ κψ κρ υχτυóψξωτ τ ξσωκσθξóσ ό ικρ ωχζωζιτ?


2) ¿Βuáρ κψ ψu uωξρξιζι ή ?
3) ¿Qué lugar ocupa en la secuencia de lectura?;
4) ¿Qué justifica el título del tratado?;
5) ¿Es una obra auténtica?;
6) ¿Cuál es su estructura?;
7) ¿A qué parte de la filosofía pertenece?

La búsqueda de un propósito único a lo largo de una obra –que


como ya indicamos surge a partir de la labor de Jámblico– adquirió

135
VIVIANA SUÑOL

fuerza de ley en los comentarios neoplatónicos y su influencia se pro-


longó hasta los comentarios medievales pasando por los de la patrísti-
ca50. En cuanto a las cuestiones preliminares que era preciso considerar
para el estudio de Platón, solo se ha conservado un tratado anónimo
que expone los principios exegéticos que deben orientar su lectura. En
primer lugar, expone una biografía del filósofo y luego hace una intro-
ducción general a su pensamiento en diez puntos51. En cuanto al trata-
miento preliminar al estudio de cada diálogo, la consideración de las
introducciones a los comentarios neoplatónicos de los mismos revela
que muchos de los puntos coinciden con el segundo esquema que pre-
cede la lectura de las obras aristotélicas.

3. Neoplatonismo y Cristianismo

En cuanto a la relación que establecieron los comentadores neoplatóni-


cos con el cristianismo puede observarse una amplia variedad de acti-
tudes que van desde la ofensiva de Porfirio en sus obras (que fueron
quemadas en dos oportunidades), el estrecho compromiso de Jámblico
y de Proclo con la teúrgia en el marco de la creciente persecución por
parte de los cristianos, el repudio de Damascio ante la actitud concesiva
de su colega alejandrino Amonio y la amargura de Simplicio ante el
cierre de la escuela ateniense que derivó en el ataque al cristiano Fi-
lopón, quien a su vez urdió en Alejandría una contraofensiva contra
Proclo respecto al carácter increado del mundo52. Pero entre estas acti-
tudes también hay que referirse al acuerdo pacífico de los alejandrinos
“ςτσξτ y Oρξςυξτιτχτ, κρ θuζρ υκχςξωξó κρ ωχζψυζψτ στ ιχζςáωico 53 de
la cátedra de Alejandría a los profesores cristianos. A pesar de la rivali-
dad e incluso de las persecuciones, el neoplatonismo influenció profun-
damente en la filosofía cristiana no solo mediante los aspectos formales
de la exégesis, sino también a través de la teología y la espiritualidad tal

50 VICIANO (1991:112-118).
51 Para la consideración de este esquema de preguntas, cfr. HOFFMANN (2006:613-614).
52 Cfr. SORABJI (1990:10-15).
53 SORABJI (1990:15).

136
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

como el giro interior iniciado por los estoicos y desarrollo por los neo-
platónicos para encontrar la verdad en uno mismo. En tal sentido, cabe
destacar la figura de Boecio (420 - ca. 525, Roma) quien vio al neoplato-
nismo en comunión con la cristiandad y ayudó a su profunda penetra-
ción en la sensibilidad cristiana, legando la tradición de comentarios al
mundo latino desde el siglo VI al XII. A través de sus trabajos, comenta-
rios y traducciones al latín de las Categorías, del De Interpretatione y de la
Física buscó hacer accesible a Aristóteles al mundo de habla latina54. No
solo preservó el estándar de seis puntos en su introducción al primer
comentario a la Isagoge y a las Categorías, también expresó su intención
de demostrar la armonía de Platón y Aristóteles. En su Consolación de la
filosofía, neoplatonismo y cristianismo son combinados a tal punto que
ρζ τηχζ λuκ θτσψξικχζιζ υτχ ρτψ θχξψωξζστψ θτςτ υζμζσζ , υτχ θuζσωτ φuκ
postula la eternidad del mundo.

IV. Los comentarios bíblicos: desde sus inicios a la hermenéutica de


Orígenes

Puesto que los cristianos debieron atender a necesidades prácticas más


urgentes, la exégesis de los textos sagrados no fue una de sus primeras
preocupaciones. Esto explica el hecho de que la aparición de los prime-
ros comentarios bíblicos se remonte recién hacia el año 150. A mediados
del siglo II esta actividad tuvo un gran florecimiento, principalmente en
las iglesias situadas al este de Roma tales como Galilea en Palestina,
Antioquía en Siria, Egipto, etc. En este período temprano, los comenta-
rios bíblicos no tuvieron un desarrollo paralelo en occidente; de hecho,
Justino e Ireneo, que produjeron en Roma comentarios –actualmente
perdidos– al Apocalipsis habían emigrado desde Asia (Cerrato 2002). Los
primeros comentarios (ὑ ή θτσψκχvζιτψ ικρ Nuevo Testamento
son los del gnóstico Heracleón (fl. 175) al Evangelio de Juan, los cuales
han sido transmitidos de manera fragmentaria a través de la cita de
Orígenes. A partir del siglo III, tanto en Roma como en Alejandría co-

54 Sus comentarios junto con la Isagoge, las Categorías, el De Interpretatione constituyen el


currículo que los lógicos medievales denominaron Logica Vetus.

137
VIVIANA SUÑOL

mienza la exégesis de la Biblia fundamentalmente a través de las figuras


de Hipólito (ca. 170 - ca. 236, Roma) y de Orígenes (185-254, Alejandría).
La obra de ambos es vasta y en virtud de ello, buena parte ha sido con-
servada solo a través de catálogos o fragmentos. El comentario de Hipó-
lito al Cantar de los Cantares constituye el primer ejemplo de interpreta-
ción alegórica cristiana. Las citas de Eusebio, Jerónimo y Teodoreto en-
tre otros atestiguan que sus comentarios fueron numerosos, pero al
parecer estos se limitaban al análisis de breves pasajes de las Escrituras.
Sin duda, Orígenes es quien verdaderamente puede considerarse
como el creador de la exegesis bíblica en el mundo cristiano. Como se-
ñala BARDY (1926:85), era un intelectual para quien la investigación tenía
interés por sí misma, lo cual lo impulsó al estudio de problemas especu-
lativos sin que ello atentara contra su profundo cristianismo. La estruc-
tura de los comentarios exegéticos cristianos no fue adoptada de las
escuelas rabínicas que desarrollaron una profusa actividad exegética en
el siglo I, sino de los modelos provistos por los comentadores helenísti-
cos. En tal sentido, se discute acerca de la posibilidad de que Orígenes y
Plotino se conocieran en Atenas alrededor del año 245 55, de hecho se
cree que el joven Porfirio conoció al primero probablemente en Ce-
sarea56. Nacido en el seno de una familia cristiana, Orígenes fue educa-
do en los cánones tradicionales de la paideía y en particular de la gramá-
tica, a cuya enseñanza se dedicó en la juventud. Durante un tiempo
abandonó el estudio de la filosofía griega para dedicarse de manera
exclusiva a la catequesis, pero más tarde fundó en Alejandría y en Ce-
sarea escuelas exegéticas privadas en las que promovía que sus alumnos
(crisωξζστψ, νκχéωξθτψ y λilósofos) se familiarizaran con el estudio de las
distintas filosofías antes de consagrarse al estudio de la Biblia. En estre-
cha conexión conceptual con los comentadores platónicos de tradición
escolar como Ático, Tauro y especialmente Albino57, es probable que
Orígenes haya heredado sus procedimientos hermenéuticos como po-
dría suponerse en relación al prólogo de su Comentario al Cantar de los

55 Cfr. HANSON (2002:360 n. 1); DANIELOU (1958:111).


56 NORRO-ROVIRA (2003:XI).
57 Cfr. DANIÉLOU (1958:130-135).

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EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

Cantares58. Imbuido en el medio filosófico de su época –


fundamentalmente el platonismo, el estoicismo, el pitagorismo– se sirve
de los métodos y técnicas exegéticas desarrollados por los comentadores
en su propia actividad crítica del texto bíblico. Efectivamente, el alejan-
drino es considerado el pionero de la crítica textual bíblica en la tradi-
ción cristiana, y el primero en ser capaz de transitar el camino de la
integración de la crítica erudita con la teología y la espiritualidad59. Tal
fue la importancia que le reconoció al establecimiento del texto bíblico
como paso preliminar para la interpretación, que se dice que se abocó –
con dificultad– al estudio del hebreo con el propósito de elaborar sus
Hexapla, en los que presentaba en seis columnas enfrentadas el texto
bíblico en caracteres hebreos transcriptos al griego, la Septuaginta, la
versión de Aquila, la de Símaco y la de Teodosión. Su propósito era
comparar el texto griego recibido, la Septuaginta, para determinar
inexactitudes y corrupciones con respecto al texto rabínico por entonces
estandarizado, contrastándolo con otras traducciones griegas de modo
de poder mejorar el primero. A través de signos diacríticos como el aste-
risco y el obelo indicaba las diferencias entre el texto griego y el hebreo.
Aun cuando se suele criticar el hecho de que Orígenes priorizara el texto
hebreo sobre la Septuaginta, no es posible ignorar la significación que
tienen los Hexapla en cuanto que constituyen el primer trabajo crítico
cristiano emprendido sobre el Antiguo Testamento. Luego del estableci-
miento del texto, el exégeta debe abocarse a la tarea más importante que
es la explicación ἑ ί ικρ ςξψςτ. Τζρ θτςτ ζdvierte MIZUGAKI
(1992:565) resulta significativo el hecho de que los estudios bíblicos de
Orígenes siguieran el orden del criticismo textual, la interpretación, el
comentario escolar y la homilía. En las diversas obras exegéticas de Orí-
genes, en sus escolios, homilías y comentarios, puede observarse un
complejo entramado de interpretaciones en el que confluyen tradiciones
κxκμéωξθζψ ςuy ιξvκχψζψ φuκ vζσ ικψικ ρζ ωξυτρτμíζ ωχζιξθξτσζρ θχξψωξa-
na, la exégesis rabínica, el método alegórico filoniano hasta la exégesis
gnóstica. Siguiendo las huellas de Filón (ca. 20 a.C.-50, Alejandría), para
quien el texto bíblico como el hombre tiene cuerpo y alma (Vida Con-

58 VICIANO (1991:112).
59 Cfr. ULRICH (1992:557).

139
VIVIANA SUÑOL

templativa 78), Orígenes entiende que el exégeta –provisto con la gracia


de Cristo– debe traspasar el cuerpo de la letra con vistas a descubrir su
sentido espiritual. En libro IV de su tratado Acerca de los Principios ὶ
ἀ ῶ λτχςuρζ ρτψ υχκθκptos y sienta las bases de su hermenéutica
bíblica, en donde deja en claro que esta no se limita a una cuestión me-
todológica sino que comporta una búsqueda del espíritu, lo cual se re-
monta a las tradiciones rabínicas del Midrash e incluso del darash de la
Torá, es decir, la búsqueda de Di-s en la Ley60. Aunque se discute la
influencia que tuvo en su exégesis la tipología e incluso se pone en tela
de juicio el hecho de que esta representara a la tradición de la Iglesia 61,
es innegable que la hermenéutica origeniana tiene un carácter espiritual
e interior. Por otra parte, la distinción de diversos sentidos en la Biblia, a
ψζηκχ uστ ρξωκχζρ ῶ , τωχτ ςτχζρ ή , y uστ ξσωκρκθωuζρ τ κψυξχi-
ωuζρ ῦ –que en la práctica origeniana suelen reducirse a dos62– se
corresponde con una jerarquía de la capacidad exegética y por ende, de
la espiritualidad de los hombres (Acerca de los Principios 4.2.4; Homilía
sobre el Levítico 1.447; 5.455). Orígenes frecuentemente asocia la interpre-
tación literal a la tradición rabínica, y aunque no la elimina de su exége-
sis insiste en la necesidad de que sea alegorizada. Indudablemente es en
la aplicación del método alegórico donde más claramente se observa la
influencia de la exégesis judeo-alejandrina de Filón63, quien en sus nu-
ςκχτψτψ θτςκσωζχξτψ ψκ ζητθó ζ ρζ ηúψφuκιζ ικρ ψκσωξιτ υχτλuσιτ
(ὑ ό ικρ Οκσωateuco, oculto en la dimensión corporal-literal del
texto. Este método exegético permite acceder al descubrimiento de la

60 Cfr. MIZUGAKI (1992:575-577).


61 HANSON (2002:369-370) pone en tela de juicio la afirmación de DANIÉLOU (1958:251)
υζχζ φuξκσ ρζ ωχζιξθξóσ ωξυτρóμξθζ χκυχκψκσωζ uσ λξρóσ ζuωéσωξθτ ικ ρζ κxéμκψξψ ικ
Orígenes. Contrariamente, HANSON asegura que esta tradición tuvo poca influencia
en su exégesis, y más aún, sostiene que la tipología es un fenómeno previo a la llegada
del cristianismo, que es propiamente judío, a pesar de que admite que la mayor parte
de los ejemplos provienen del Nuevo Testamento.
62 A diferencia de DANIÉLOU (1958:207), HANSON (2002:236-237) rechaza que en esta
cuestión Orígenes sea depositario de Filón, a la vez que rechaza la idea de que se trata
de una emancipación de la exégesis filónica.
63 DANIÉLOU (1958:226-240) hace una exposición de cinco principios exegéticos filonia-
nos que influyeron en la exégesis alegórica de Orígenes. Como se ha visto anterior-
mente, HANSON cuestiona uno de estos principios.

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EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

verdad a través de un proceso sucesivo de expansión metafórica y de


reducción a la significación básica (literal) de lτ Δxξψωκσωκ 64. Asimis-
mo, en el entramado exegético origeniano también se yuxtapone el sim-
bolismo gnóstico, en virtud del cual el mundo sensible es visto como
correlato de una historia celeste gracias a una suerte de inversión del
ejemplarismo platónico65. La interpretación alegórica que Orígenes ex-
puso en sus comentarios y homilías fue extremadamente influyente en
los exégetas cristianos posteriores. Sin embargo, hacia fines del siglo IV
los comentadores de la escuela de Antioquía, Diodoro de Tarso (ca. 330 -
ca. 390), Teodoro de Mopsuestia (ca. 350 -428) y Teodoreto de Ciro (393 -
ca. 466), expresan su rechazo al método alegórico al explicar la Biblia en
un sentido exclusivamente literal e histórico. En estos comentarios cris-
tianos es aún más clara que en el caso de Orígenes, la influencia de los
comentarios neoplatónicos en la exégesis bíblica. En tal sentido puede
observarse la correspondencia formal que existe en cuanto a su estruc-
tura entre el prólogo del comentario de Proclo al Parménides con el co-
mentario de Teodoreto al epistolario paulino66.
Hacia fines del siglo XI y principios del XII en Bizancio se produjo
un resurgimiento de la escritura de comentarios filosóficos que alcanzó
su punto más alto en los comentarios de Eustracio de Nicea (1050-60 -
ca. 1120) y en los de Miguel de Éfeso (fl. 1100), ambos pertenecientes al
círculo de la princesa Anna Commena. Los comentarios de Eustracio
siguen a grandes rasgos los parámetros exegéticos característicos de la
tradición neoplatónica y cristiana, mientras que los de Miguel de Éfeso –
en los que se observa una ampliación temática en la consideración del
corpus aristotélico67 – se atienen al interés de exponer la obra de Aristó-
teles, en virtud de lo cual se los suele vincular al aristotelismo de Ale-
jandro de Afrodisias.

64 MARTÍN (2009a:46-48).
65 Cfr. DANIÉLOU (1958:244).
66 Cfr. VICIANO (1991:113).
67 Cfr. TUOMINEN (2009:39).

141
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V. Conclusiones

En la investigación erudita tradicionalmente se les reconoció a los co-


mentarios un valor histórico no solo como uno de los medios funda-
mentales en la indagación acerca de la vida, la obra y el pensamiento de
los antiguos filósofos, sino también como fuentes que permitieron la
preservación total o parcial de obras que de otro modo se hubieran per-
dido completamente. El reconocimiento de que los comentarios tienen
un valor filosófico propio es relativamente reciente y ha abierto un am-
plio espectro de investigación para los años futuros, lo cual se refleja en
el creciente número de estudios críticos y de traducciones a las lenguas
modernas publicadas en el último cuarto de siglo.
El breve y esquemático recorrido que hemos transitado a lo largo
de la historia de los comentarios revela una tensión intrínseca en la
constitución de la historia de la filosofía y en general, de la historia de la
interpretación de los textos, cualquiera sea su naturaleza. Me refiero a la
dualidad entre el carácter técnico-disciplinario y el necesario interés
filosófico que comportan los comentarios. Tempranamente esta activi-
dad se constituyó en una disciplina técnica que desarrolló sus propios
instrumentos tales como lemas, escolios, signos diacríticos, prólogos,
etc., pero a su vez los textos fueron desde el comienzo la ocasión para
exponer el punto de vista del comentador-filósofo. Precisamente este
ξσωκχéψ λξρτψóλξθτ κψ κρ φuκ ικωκχςξσó ρζ ψκρκθθξóσ ικ ρζψ τηχζψ φuκ λue-
ron objeto de comentarios, por ejemplo el carácter medular de las Cate-
gorías que serían a lo largo de varios siglos el punto de partida de toda
la filosofía. Este interés determinó también la organización del progra-
ma escolar de lectura estableciendo el carácter propedéutico del corpus
aristotélico respecto a los diálogos platónicos, los cuales a su vez se or-
ganizaban conforme a un orden preciso. Aun cuando este aspecto es en
cierto modo constitutivo de toda actividad exegética y puede reconocer-
se en cada uno de los períodos aquí analizados, es sin duda en los co-
mentarios neoplatónicos en donde de manera más notoria puede perci-
birse el peso de este interés filosófico. Desde Porfirio y Jámblico los tex-
ωτψ ικ Ορζωóσ y ικ “χξψωóωκρκψ ικηξκχτσ ψκχ ζθτςτιζιτψ υζχζ ψζωξψλζθκχ

142
EL COMENTARIO COMO PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA

el principio exegético de la armonía entre ambos, que resultó ser filosó-


ficamente muy fructífero.
Naturalmente la producción de comentarios se vio afectada por los
importantes cambios que se produjeron durante este período en cuanto
al soporte material en el cual eran realizados, esto es: la transición desde
los rollos de papiro a los grandes códices pasando por los pergaminos.
Pero fundamentalmente, los comentarios fueron determinados por los
cambios en el poder político y religioso, de hecho ellos constituyeron el
medio a través del cual los intelectuales combatían y exponían sus pro-
pias ideas. Como atestigua el enfrentamiento entre Simplicio y Filopón,
los comentarios fueron uno de los terrenos en los que se llevó a cabo la
disputa entre cristianismo y neoplatonismo. Pero también reflejaron las
diferencias conceptuales y aun políticas entre los miembros del neopla-
tonismo, por ejemplo las diferencias entre Porfirio y Jámblico sobre la
práctica de la teúrgia, o la condena de Damascio a la actitud de Amonio
ante la decisión de Justino. Tardíamente los cristianos se apropiaron de
los comentarios como uno de los instrumentos fundamentales para la
exégesis de los textos bíblicos, no solo aprovecharon los desarrollos
técnicos de la antigua práctica de comentarios y en general, del criticis-
mo textual como atestiguan los Hexapla de Orígenes, sino que también
los comentarios conservaron su interés filosófico, lo cual resulta particu-
larmente notorio en la hermenéutica origeniana.
Han pasado más de dos mil años de erudición, de exégesis y de
comentarios desde la edición de Andrónico y cuatrocientos más desde
la fundación de la biblioteca de Alejandría, muchos han sido los avances
en el terreno de la interpretación de los textos filosóficos, así pues se ha
producido en el ámbito académico una tajante división del trabajo, un
reparto de tareas entre los filólogos ocupados en determinar la letra y
los filósofos dedicaιτψ ζ ιξρuθξιζχ ψu κψυíχξωu, κσωχκ ρτψ ικψωζοξψωζψ ικρ
ψξμστ y ρτψ στωζηρκψ ικρ ψξμσξλξθζιτ 68. Como hemos visto a lo largo de la
historia de este género (cuasi)literario69, los antiguos comentadores mos-

68 BRUNSCHWIG (1994:69).
69 Teniendo en cuenta que los comentarios refieren a textos que existen con independen-
cia y anterioridad a su exégesis, VICIANO (1991:108, n.5) pone en tela de juicio su ca-
rácter literario.

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VIVIANA SUÑOL

traban sin dobleces sus compromisos y supuestos exegéticos a la hora


de interpretar los textos. A pesar del rigor que se postula en la interpre-
tación académica contemporánea y de los numerosos adelantos técnicos
logrados, el interés filosófico sigue estando presente en la actividad
exegética, tal como lo reflejan las palabras de BRUNSCHWIG (1994:58):
[…] ρζ νξψωτχξζ ικ ρζ λξρτψτλíζ ψξμuκ ξσvκψωξιζ υτχ υχτyκθωτψ λξρτψóλξθτψ
que por el rodeo del comentario de las doctrinas pasadas, prosigue su
θuςυρξςξκσωτ, ψu κσλχκσωζςξκσωτ y ψu ιξáρτμτ ικ ψτχιτψ. Δσ ικλξσξωξvζ,
la historia de la producción de comentarios nos enfrenta a problemas
centrales que aún hoy afectan a la actividad filosófica y en general, a la
interpretación.

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