de la cristología, sino que hay un nexo por la noción de imagen que el
hombre es del Dios uno y trino 103. Tomás mantiene en su obra el propósito lúcido de introducir la historia de la Biblia y lo revelado en la inteligibilidad científica de la teología. Otra de las reservas suscitadas a esta sistemática de la doctrina cristiana es la de que el estudio de Dios no es completamente trinitario, como sucede en la tradición cristiana. El conocimiento de las condiciones históricas en las que nace esta obra y la tradición cristiana en la que se inscribe contribuyen a relativizar estas reservas. La historia de la teología demuestra que la sis- temática ha estado presente en el curso de los tiempos y también que el gra- do de fidelidad a la historia de la salvación es diverso, pero asimismo que la Suma de Teología puede contarse entre los logros mejores de estos intentos. La teología de Tomás está lejos de ser una imposible ambición de poseer la ciencia divina. Ello significaría desconectar la teología de la vida del teólo- go. La teología tomista no es un mero ejercicio intelectual, sino tarea de toda una vida dedicada a la consecución de la Verdad. Y en esta tarea To- más es consciente de la precariedad de los resultados y de la inconmensura- bilidad del objeto104. El esfuerzo sistemático de la obra de Tomás de Aquino es la prueba de la fuerza que puede adquirir la inteligencia de la fe cuando se hace con el talante y la preparación que él tenía. Pero en todo caso esta fe permanece siempre consciente de la permanente libertad de la Palabra de Dios.
II. LA SUMA EN LA HISTORIA DE LA TEOLOGÍA
La fe cristiana, a cuyo servicio está la vida de Tomás, se sirve de la ra- zón humana del creyente. El cristiano ha recibido una revelación divina que modela y configura su visión del universo. Por eso, su fe está en la cúspide de su percepción del sentido de la vida y también de su actitud práctica ante la condición humana. La norma suprema del pensamiento cristiano no es, ciertamente, la ciencia humana, pero tampoco puede prescindir de la condi- ción propia de la inteligencia. Pero las exigencias de esa inteligencia varían según los tiempos y según las culturas, a cuyo servicio se pone el creyente. La historia de la teología es justamente la solución de estas relaciones. El problema de la integración de los valores humanos en la visión cristiana del mundo se plantea en diversos frentes. Por lo que se refiere al pensamiento, es necesario afrontar siempre el problema de las relaciones con la filosofía y con el saber profano. Se trata de calibrar la aportación válida que los ins- trumentos reconocidos de la razón humana dan para el estudio y la com- prensión de la Biblia. La evidencia de los riesgos de esta tarea, sin embargo, no ha impedido que se haya formado un pensamiento típicamente cristiano y que se hayan introducido materiales provenientes de otros mundos culturales. La aporta- ción de la sabiduría ajena al mundo cristiano es un reto constante para todo educador de la fe. Desde el principio los programas de educación cristiana, que mantienen evidentemente la Biblia como punto de referencia inicial, in- corporan elementos del pensamiento conocido y formas de transmisión ya experimentadas en la cultura humana. Con el curso de los tiempos estas exi- gencias se hacen más apremiantes y alargan incluso el campo de su acción. 103 L.-B. GILLON, L'imitation de Christ et la morale de S. Thomas: Ang. 36 (1959) 263-286; A. HAYEN, La structure de la Somme théologique et Jesus: Sciences Ecclésiastiques 12 (1961) 59-82. 104 Summa Theol. 1 q.12 a. 13 ad 1; De pot. q.7 a.5 ad 14; Summa Theol. 1 q.1 a.1.