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N01AS Y COMEN1 ARIOS

Los místicos alemanes en la


España del XVI y XVII
TEODORO H. MARTÍN
St. Louis University, Missouri, USA

En la ciudad de Avila hemos podido seguir tres intensas jor-


nadas de conferencias sobre la «Eclosión de la espiritualidad en
la España del XVI: Aspectos literarios y lingüísticos de la místi-
ca carmelitana», que organizaba la Fundación Cultural Santa
Teresa en colaboración con la Universidad de Salamanca.
Entre los importantes temas hay uno que llama la atención
por su novedad: «La difusión de la mística alemana en el mun-
do latino», conferencia del profesor Rüdiger Blumrich, de la
Universidad de Eichstatt (Alemania). Merecen alabanza los or-
ganizadores por haber tenido en cuenta este aspecto tan impor-
tante de la espiritualidad del Siglo de Oro español. Es la primera
vez en el siglo xx, y quizá en toda la historia, que esto se plantea
públicamente en España. Gracias a la Fundación Santa Teresa
por haber tato el hielo, precisamente en la ciudad de Avila. El
tema es un campo virgen para casi todos los españoles, pero
ofrece mucho a cuantos deseen comprender la espiritualidad más
alta de la historia de España, pues tan emparentada está con los
místicos alemanes del siglo XIV.

* * *
El profesor alemán comenzó subrayando el interés que el
tema suscita actualmente en los pueblos germanos. Prueba de
ello es el simposio celebrado en el monasterio de Engelberg
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 48 (1989), 111-128.
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(Suiza) el año 1984; asimismo, los recientes eshtdios sobre los ya


clásicos teólogos alemanes de los siglos XIII y XIV: Meister
Dietrich von Freiburg, Meister Eckhart y las monjas escritoras
místicas de entonces (Nonnenmystic). Son muchas las publica-
ciones que a este respecto se han venido haciendo en francés
y en inglés durante los últimos treinta años, además de los estu-
dios alemanes siempre crecientes desde mediados del siglo pasado.
En España fue Menéndez y Pelayo el primero que indicó este
camino para adentrarse más conscientemente en el bosque de la
literatura espiritual de nuestro Siglo de Oro: «Quien trabaje
para la historia de nuestra mis tic a -decía don Marcelino- ten-
drá que fijar, ante todo, sus miradas en la remota época de la
influencia alemana» l. Consecuente con tal sugerencia, Joaquín
Sanchís Alventosa, OFM, dio un paso adelante con su libro La
escuela mística alemana y sus relaciones con nuestros místicos
del Siglo de Oro 2. Limitándose únicamente a la influencia que
los místicos alemanes hayan podido ejercer sobre San Juan de la
Cruz son dignos de mención especial los siguientes: los carme-
litas Cl'isógono de Jesús 3 y Silverio de Santa Teresa 4, y los pro-
fesores Buenaventura García Rodríguez 5, Enrique del Sagrado
Corazón 6 y Helmut Hatzfeld 7. Habría que añadir la preciosa

1 MENÉNDEZ y PELAYO, Historia de las ideas estéticas, Madrid (Edición


Nacional), 1940, vol. I1, p. 81. Y en otro lugar: «Si es verdad que circu-
laban entre la gente piadosa libros tan maravillosos y de tan pura doctrina
como Kempis ( ... ), también lo era que con ellos compartían el aplauso
y aun los oscurecían, y eran más leídos que ellos, por ser más favorables a
la embriaguez contemplativa, los de Tauler, Suso, Ruysbroeck, Henrique
Herp y Dionisio el Cartujano». Historia de los heterodoxos, Madrid (Edi-
ción Nacional), 1940, t. IV, p. 213.
2 Madrid (Verdad y Vida), 1946.

3 CRISÓGONO DE JESÚS, San luan de la Cruz. Su obra científica y su


obra literaria, Avila, 1929, 1, pp. 40-50. Diez páginas de valor incalculable.
4 SILVERIO DE SANTA TERESA, Biblioteca mística carmelitana, t. X, p. 158.
En particular, la referencia a Rusbroquio.
5 B. GARCÍA RODRíGUEZ, «Taulero en San Juan de la Cruz», Vida So-
brenatural, 50 y 51 (1949 Y 1950), pp. 349-362, 422-436.
6 ENRIQUE DEL SAGRADO CORAZÓN, «Jan van Ruusbroec como posible
fuente de San Juan de la Cruz», Revista de Espiritualidad, IX (1950),
pp. 288-309, 422-442.
7 HELMUT HATZFELD, «Influencia de R. Lulio y Jan van Ruusbroec en
el lenguaje de los místicos españoles», Estudios literarios sobre mística
española, Madrid (Gredos), 1968. Capítulo que había sido publicado como
artículo en la revista Traditio el año 1946, pp. 366-391 (Fordham Uni-
versity, Bronx, N. York).
LOS MISTICOS ALEMANES 113

edición, con enjundioso prólogo, que Esteban Miguela hizo del


místico flamenco Rusbroquio (Ruusbroec) 8.
Con estos antecedentes, me adentré hace algunos años, en el
tema de los místicos alemanes, en las letras del Siglo de Oro es-
pañol. Han resultado tres libros cuyas largas introducciones cons-
tituyen actualmente los más completos documentos a este pro-
pósito: 1. Directorio de contemplativos de Enrique Hel'p (I-Iar-
phius), 767 páginas. 2. Obras de Juan Tcut!er (Talllero), 637 pá-
ginas. 3. Obras de Juan Ruusbroec (Rusbroquio), 740 páginas 9.
Junto a dichos libros habría que colocar estos dos artículos:
Plenitud de la vivencia religiosa en los místicos alemanes y en
los españoles 10, uno, y el otl'O: De la vida del cielo. Texío/ueltíe
de San Juan de la Cruz 11.

* * *
No es fácil resumir aquÍ lo expuesto en mis trabajos que
acabo de mencionar. Pero vayan algunas indicaciones que tal
vez ayuden a quienes, con mucha razón, disfrutan hallando
semejantes tesoros escondidos. Comencemos por entender que,
en referencia a la literatura mística española, la acuñada expre-
sión «místicos alemanes» significa por igual a los de Flandes
y a los de Alemania. Justamente los franceses (L. Cognet, J. 01'-
cibal, J. A. Bizet) hablan de «místicos renano-flamencos». En
igual sentido lo entendieron nuestros clásicos elel siglo XVI, como
testifica Menéndez y Pelayo. Si nos limitásemos hoya la geografía
política de Europa habría que citar como «alemanes» únicamente
a M. Dietrich van Freiburg, M. Eckhart, Ulric van Strasburg,
Helwic van Germar, Tauler y al Beato Suso. Por otra parte, entre
los flamencos sobresalen el Beato Juan Rusbroquio, E. Herp, Ni-
colás van Esche y Blossius. Sin mencionar a Tomás Kempis y la
pléyade de autores comprendidos bajo el denominador común
ele la Devotio modema (véase mi introducción a las Obras de
8 ESTEBAN MWUELA, Adorno de las bodas espirituales, Barcelona (Mon-

taner y Simón), 1943.


9 Estos tres libros se hallan en la Fundación Universitaria Española
V en la distribuidora P. Alcantarilla. Allí 'se puede adquirir también el
iibl'o San Juan de la Cruz y los místicos renano-flamencos, de JEAN ORCI-
BAL, que he traducido al castellano por juzgarlo de muy subido valor en
esta materia.
10 En Homenaiea Pedro Sainz Rodríguez, t. IV (1986), pp. 3-70.
11 En la revista Teología Espiritual, XXXII (1988), pp. 3-70.
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Ruusbroec, capítulo 1). Son numerosas también las mujeres es-


critoras en la «mística alemana». Valgan aquí solamente estos
nombres: Gertrudis la Grande e Isabel de Shonau, como alema-
nas; Beatriz de Nazaret y Hadewich de Amberes, por parte de
Flandes.
Si nos ceñimos a la realidad española, y concretamente al
tema de los «místicos alemanes en España», hay que poner la
atención casi exclusivamente en tres nombres: Rusbroquio (Jan
van Ruusbroec), Taulero (Johannes Tauler) y Harphius (Hendrik
Hel'p). Taulero, alemán; los otros dos, flamencos. Con frecuen-
cia nuestros clásicos españoles los citan como los «tres grandes
del Norte». Hoy añadiría yo un cuarto nombre, alemán: Helwic
von Germar, autor del opúsculo De Beatitudine, erróneamente
atribuido a Santo Tomás; autor, asimismo, del De decem Gradi-
bus Amorís, publicado también en la Suma Teológica del santo
dominico. San Juan de la Cruz sacó gran partido de ambos en
algunos capítulos del Cántico, la Llama y Noche n. Hagamos
ligera mención de Suso, Eckhart, N. van Esche (Eschius) y
Blossius.
E. Suso fue el primero de los místicos alemanes en llegar
a España. En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un
incunable del Horologium Sapientiae, impreso el año 1482. El
venerable Bernardino de Laredo, hacia el año 1538, formaba los
últimos capítulos de Subida del Monte Sión con el tratado de
Suso sobre la Eucaristía en el Horologium Sapientiae. A partir
de entonces Suso quedó olvidado en nuestras letras y los lectores
españoles se centraron en los «tres grandes»: Herp, Taulero,
Rusbroquio. Ni siquiera en la actualidad se ha vuelto a mencio-
nar a Suso, a pesar de la magnífica edición de sus obras com-
pletas, publicadas en París (edición du Seuil) por J. Ancelet-
Hustache el año 1977.
N. van Esche fue presencia en España desde principios del
siglo XVI, aun cuando su Pia Exercitia (preciosísimo comentario
de la Pasión de Cristo) fuese atribuido a Taulero. En las Institu-
ciones de éste hay varios capítulos que son textos de Nicolás de
Esche o Eschius.
L. Blossius, abad benedictino de Lessies (Bélgica), disfrutó
de muy buena acogida por parte de Felipe II, quien recomenda-
ba sus libros a Isabel Clara Eugenia mientras ésta gobernaba los
Países Bajos. Las obras completas en latín, publicadas en Bélgi-
LOS MISTICOS ALEMANES 115

ca el año 1568, fueron editadas en español el año 1598 en Se-


villa. Están hechas a base de textos taulerianos. Blossius resultó
ser el mejor defensor de Taulero frente a todas las impugnaciones
inquisitoriales; uno de sus libros se titula Apologia pro Domino
Joanne Thaulero.
Meister Eckhart no tuvo buena acogida en aquellos siglos
gloriosos de España. Se le consideraba heterodoxo desde el
año 1329, cuando el Papa Juan XXII en Avignon condenó varias
proposiciones extraídas de la colosal obra del maestro. A ins-
tancias del Arzobispo de Colonia, quedaron condenadas varias
frases, sacadas del contexto, y se nos siguen presentando como
herejías en el Enchiridiurn de Denzingel'. Nunca pudo defenderse
aquel santo dominico,que murió en el camino cuando iba a con-
versar con el Papa sobre el contenido de la Bula «In Agro Domi-
nico». Nadie osó defenderle públicamente, aun cuando le copia-
sen e imitaran dentro de lo posible. ¿ Cómo los inquisidores de
España y sus hermanos de hábito Melchor Cano y Alonso de la
Fuente, siempre con ojos avizores tras de posibles herejes, iban
a permitirlo en los reinos de la Augusta, Sacra, Católica y Real
Majestad de su Señor Don Felipe? Sin embargo, fueron muy
leídas las Instituciones de Taulero, que contienen varios capítu-
los de Meister Eckhart; son del mismo algunos sermones del
Opus Taulerianum. No faltan historiadores de Filosofía que ha-
cen alusión a aquel gran maestro, pero realmente ha sido ignorado
en España. Ultimamente, a ejemplo de la señora J. Ancelet
Hustache en París, otra señora, de origen alemán, ql~e vive en
Buenos Aires, Else M. de Brugger, ha publicado en español los
Tratados y sermones de M. Eckhart 12. En la biblioteca que los
PP. Dominicos tienen en Alcobendas (Madrid) ptteden verse al-
gunos fascículos de las obras completas (latina,s y f1lemanas), que,
con admirable aparato crítico, se han venido publicando en
Stuttgart bajo la dirección de los profesores Quint; Rahner y
Künzle. En inglés, fnmcés y alemán son frecuentes las publica-
ciones sobre Eckhart. Cabe la esperanza que pronto veamos en
España algo del interés mundial que hoy existe por aquel «ama-
ble» maestro, como le llama Tauler, su discípulo. Confiamos
también que algún Papa se decida en breve a. quitarle el «sam-
benito» de hereje que le atribuyeron hace siglos, anancando de

12 Barcelona (Edhas~), 1983.


116 TEODORO H. MARTIN

su contexto textos que San Juan de la Cruz y Dionisia el Areopa-


gita estimarían como propios.

>1< '" *

I. ENRIQUE HERP CHARPHIUS) ct 1477)


El año 1974, en la Fundación Universitaria Española, publi-
caba yo el libro de E. Herp, que centró decididamente la aten-
ción de los españoles del siglo XVI en los «místicos alemanes».
Se trata del Directorio de contemplativos. Fue editado en Vene-
cia el año 1524, con el título Espejo de perfección, conforme al
original flamenco (Spiegel der Vollkommenheit). De la edición
veneciana se conservan algunos ejemplares en la Biblioteca Co-
lombina de Sevilla. En Alcalá se publicó en castellano el año
1551, pero pronto desapareció de España por avatares de la
Inquisición. El único ejemplar superviviente se conserva en la
Biblioteca Nacional de Lisboa, y ha sido reproducido como apén-
dice en la edición del Directorio de contemplativos, antes men-
cionada, de la Fundación Universitaria Española.
Los cartujos de Colonia publicaron esta obra en elegante latín
el año 1538, como libro 11 de la Theologia Mystica de Herp. El
Directorio impresionó favorablemente al franciscano Bernardino
de Laredo mientras preparaba la segunda edición de su clásico
libro Subida del Monte Sión. La tercera parte de éste, que es la
propiamente mística, quedó refundida con textos del Directorio
de contemplativos. Allí acudirían luego los espirituales españo-
les. Baste aquí una referencia de Santa Teresa:

«Mirando libros para ver si sabría decir la oración que tenía,


hallé en uno que llaman Subida del Monte, en lo que toca a unión
del alma con Dios, todas las señales que yo tenía en aquel no pen-
sar nada, que esto era lo que yo más decía: que no podía pensar
nada cuando tenía aquella oración, y señalélo con unas rayas las
partes que eran, y dile al libro para que él y el otro clérigo que
he dicho, santo y siervo de Dios, lo mirasen y me dijesen lo que
había de hacer» (Vida, c. 23, n. 12).

Sin ser consciente de ello, la misma Santa se muestra deudo-


ra de los «místicos alemanes», aun cuando sea la escritora más
personal e independiente entre todos los españoles.
LOS MISTICOS ALEMANES 117

Huelga recordar las buenas comunicaciones entre España,


Flandes y Alemania desde que el Emperador Carlos comenzó su
reinado en la Península hasta el fin de los Austrias con los
acabijos del siglo XVII. Factor decisivo en la afluencia de libros
alemanes fue la Cartuja de Colonia o escuela de traductores,
donde escritos alemanes y flamencos de los siglos precedentes
eran traducidos al latín para todos los lectores de Europa.
«Nunca será bastante cuanto se diga para comprender la misión
que desempeñó la Cartuja de Colonia -escribe L. Cognet-. Su
posición geográfica privilegiada la permitió editar textos origina-
les de Alemania o de Flandes, tanto como versiones latinas, gra-
cias a un equipo de traductores bien preparados. La empresa
había comenzado desde el priorato de Pedro Blomovenna (1466-
1536), quien tradujo al latín el Espejo de perfección y lo .pu-
blicó por vez primera el año 1509» 13.
Mencionemos algunos grupos y autores españoles que en sus
escritos declaran haber leído el Directorio de contemplativos en
el siglo XVI. Entre los franciscanos destacan Francisco de Osu-
na 14 y Bernardino de Laredo 15 a principios del siglo. Fr. Juan
de los Angeles al final 16. Este entra a mansalva en el Directorio
de Herp; <<nuestro Harphio», le llama él. Los alumbrados abu-
saban del mismo libro para justificar sus formas de piedad y,
sobre todo, sus pretensiones de «ver a Dios» ya en este mundo 17.
Los dominicos se dividieron: para Fr. Luis de Granada y sus
seguidores, preocupados por fomentar la piedad popular, el Di-
rectorio era su libro preferido. Para Melchor Cano y otros teó-
logos, más celosos de las fórmulas doctrinales y dogmáticas, las
obras de Herp eran objeto de persecución 18.
Los jesuitas, y más concretamente los relacionados con el
«cenáculo de Gandía», merecen especial distinción con respecto
al Directorio de contemplativos 19. Ya los cartujos de Colonia
habían dedicado a San Ignacio la tercera edición de la Theologia

t3 L. COGNET, La Spiritualité Moderne. l. L'essor, Paris (Aubier), 1960.


p. 40. cr. J. GREVEN, Die Kolnel' Kartause, Münster, 1935.
14 cr. T. H. MARTíN, Directorio de contemplativos de E. Hel'p, Madrid
(Fund. Univ. Esp.), 1974, pp. 62-74.
15 cr. ibíd., pp. 74-94.
16 cr. ibíd., pp. 177-196.
17 Cf. ibíd., pp. 97-124.
lB Cf. ibíd., pp. 125-148.
19 Cf. ibíd., pp. 151-175.
118 TEODORO H. MARTIN

Mystica el año 1556. A los jesuitas Onfroy, Oviedo y Cordeses


en Gandía les servía de guía espiritual el Directorio de Herp. Se
manifestaría luego el influjo del místico flamenco en los escritos
de Martín Gutiérrez y Baltasar Alvarez, ambos confesores de
Santa Teresa, y, sobre todo, en el venerable Alvarez de Paz,
que lo cita expresamente en su ingente obra escrita como profe-
sor y misionero en el Perú. El maestro Avila, San Juan de Avila,
siempre tan próximo a la Compañía, había recomendado la lec-
tura de Herp, en particular los doce primeros capítulos del
Directorio 20.
Los carmelitas se han servido con preferencia de los escritos
del gran místico flamenco Rusbroquio, de quien Hel'p vino a ser
su «heraldo» en España. Sin embargo, a ejemplo de San Juan
de la Cruz, los PP. José de Jesús María (Quiroga), Miguel de la
Fuente y Tomás de Jesús se aprovecharon copiosamente del fran-
ciscano de Flandes 21.

II. JUAN RUSBROQUIO (RUUSBROEC) (1293-1381)

El Beato Ruusbroec logró hacer la mejor síntesis de espm-


tualidad cl'Ístiana qLle ha existido antes del siglo XVI. Quienes
disf1'llten de gusto por 10 sobrenatural, como Fr. Juan de los
Angeles, exclamarán al concluir cualquiera de los doce libros del
místico flamenco: «Rusbroquio es divino» 22. Así 10 entendió
Isabel Clara Eugenia, gobernadora de Flandes y bienhechora in-
signe del monasterio de Rusbroquio en Gl'Oenendaal, no lejos
de Bruselas. Pero no todos los lectores, por piadosos que sean,
comprenden los escritos de aquel santo flamenco. El célebre
Canciller de la Sorbona, Juan Gerson, a principios del siglo xv,
se mostró tan hostil al místico de Flandes, que éste desde enton-
ces ha sido víctima de leyenda negra hasta bien entrado el si-
glo xx. Por eso no fue reconocida oficialmente por la I,glesia
. su santidad hasta el año 1909, en que fue beatificado, En mi

20 MAESTRO AVILA, Epistolario, Madrid (BAC), 1970, t. V, p, 54: «Otro


en gran manera bueno de HENRIQUE HERPIO, De duodecim l11ortificatio-
nibus».
ef. T. H. MARTÍN, op. cit., Directorio, pp. 197-225.
21
FR, JUAN DE LOS ANGELES, Conquista del Reino de Díos, Diálogo IX,
22
cap, 3. . .
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i

LOS MISTICOS ALEMANES 119

opinión, Rusbroquio y Taulero son los dos mejores escritores mís-


ticos hasta que tuvimos las obras de Santa Teresa y San Juan
de la Cruz. Si Taulero ofrece tantas semejanzas con las Noches
de San Juan de la Cruz, Rusbroquio tendría su parecido con el
Cántico y la Llama. ¿ Cómo iba Rusbroquio a ser ignorado de
los españoles habiendo tenido éstos señorío de aquellas tierras,
semillero de santos?
Francisco de Osuna (1492-1542) había pasado cuatro años
en Amberes. Cita algunas veces a Rusbroquio y deja impregnado
de su espíritu el Tercer abecedario, libro de capital importancia,
que adentró a Santa Teresa por las vías de oración contempla-
tiva. Las Bodas del alma, obra principal del autor flamenco,
editada el año 1512 en París, andaba ya por España a principios
del siglo XVI. De esta edición se conservan dos ejemplares entre
nosotros, uno en la Biblioteca Nacional de Madrid y otro en la
Biblioteca Colombina de Sevilla. Fernando Colón 10 compró en
Colonia, «en febrero del 1522, y costó 24 fenins». La edición
de las obras completas en latín, llevada a cabo por la Cartuja de
Colonia, irrumpió en España el año 1552. Se conservan ejem-
plares de ésta en la Biblioteca Nacional de Madrid, El Escorial,
Cartuja de Miraflores, Universidad de Salamanca y en la Uni-
versidad de Barcelona. Consta por los catálogos del Monasterio
de Guadalupe, entonces lleno de monjes jerónimos, que ha habi-
do allí varios ejemplares de las obras de Rusbroquio hasta casi
mediados del siglo XIX. De la edición de 1609 quedan ejemplares
en la Biblioteca Nacional de Madrid y en la Universidad de Sala-
manca. Las obras completas fueron traducidas del latín al caste-
llano por el P. BIas López, de los clérigos menores, en tre los
años 1796 y 1798. Hay en la Biblioteca de Madrid varios ejem-
plares todavía. Durante el siglo XIX y parte del xx se ha manteni-
do vivo en España el recuerdo de Rusbroquio gracias a edicio-
nes que llegaban de Francia. En 1943, como queda dicho, el
Dr. Esteban Miguela editaba lujosamente Adorno de las bodas
espirituales, en Barcelona. Los benedictinos de Montserrat han
conseguido para su bibiloteca un ejemplar de las obras comple-
tasdel año 1552, edición fotográficamente reproducida en In-
glaterra el año 1967.
Las almas, por gracia de Dios, inclinadas a la vida mística,
como la Beata Isabel de la Santísima Trinidad en nuestro tiempo,
disfrutan mucho leyendo a Rusbroquio. Nos consta que ocurría
120 TEQDQRQ H. MARTIN
así entonces, siglos XVI y XVII, como sucedió a Francisco de
Osuna, a Fr. Juan de los Angeles y a muchos franciscanos, por
ejemplo, Antonio Sobrino, Antonio Panes, Andrés Guadalupe,
José Maldonado, Gaspar de Viana, José Batle y Juan Ascargorta 23.
En la historia del Carmen descalzo es evidente la preferencia
por Rusbroquio. En mi libro sobre el místico de Flandes dedico
un capítulo de 52 páginas a la comparación de ambos Tuanes:
Rusbroquio y de la Cruz. Baste aquí aludir a la poesía san-
juanista:
«i Qué bien sé yo. la fo.nte que mana y co.rre
aunque es de no.che!»

Quiroga (¡ 562-1 628), el primer historiador del Carmen re-


formado y conocedor personal de San Juan de la Cruz, escribe
a este propósito: «Estas dulces ven8S de la ciencia de amor que
la experiencia de nuestro venerable padre dice que recrean al
alma contemplativa en esta deleitosa soledad, declaran los maes-
tros espirituales muy experimentados (y cita al margen a Rus-
broquio) comparándola a tres arroyos que salen de la fuente del
Espíritu Santo a fertilizar y enriquecer las tres potencias del
alma» 24.
Mencionemos también la expresión de los «toques sustancia-
les», que el santo carmelita repite con frecuencia en el Cántico
y la Llama. Rusbroquio es el primero en la historia de la espi-
ritualidad cristiana que había empleado las expresiones de los
«toques», dos siglos antes que San Juan de la Cruz y con mayor
abundancia y riqueza de matices. Temería yo que fuese fruto de
mi imaginación el descubrir tan estrech8 relación entre los dos
Tuanes, el Beato de Flandes y el Santo castellano, pero viene
en mi ayuda con mucha más decisión el P. Quiroga, quien cita
siempre pasajes de Rusbl'oquio para confirmar las vivencias del
Santo carmelita en estos puntos 25.
23 T. H. MARTÍN. Obras de Ruusbroec, Madrid (Fund. Univ. Esp.),
1985, pp. 75-82. Lo. citan y co.pian FR. JUAN DE LOS ANGELES, en Conquista
y en Manual; So.BRINo., en Vida espiritual; ANTONIO PANES, en Escala
mística; ANDRÉS DE GUADALUPE, en Theologia mystica; TosÉ MALDo.NADo.,
en El más escondido retiro del alma; GASPAR DE VIANA, en Luz clarísima;
TosÉ BATLE, en Itinerario del alma pía; JUAN ASCARGo.RTA, en Lecciones
de teología mística.
24 To.sÉ DE JESÚS MARÍA (Quiro.ga), Ms 8301 de la Bib. Nac. Madrid.
y en Subida del alma a Dios, I1, lib. 2, cap. 5, fo.l. 303-304.
25 A la no.ta anterio.r añadiríamo.s lo.s Ms 4478, fo.l. 19-23; 6533,
fo.1. 205.
l
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LOS MISTICOS ALEMANES 121

Miguel de la Fuente (1575-1626) y Vicente Olleme, ambos


del Carmen no reformado, siguen el magisterio de Rusbroquio
tanto como San Juan de la Cruz. Miguel de la Fuente es autor
de Las tres vidas del alma. De este libro dice Menéndez y Pelayo
que es «el mejor tratado de psicología mística que tenemos en
castellano» 26. En realidad, es obra hecha sobre textos de Rus-
broquio y algunos de Tauler, si bien que Fr. Miguel profesaba
verdadera devoción por los escritos de «nuestra Santa Madre
Teresa de Jesús -dice él- y de nuestro Beato P. Fr. Juan de la
Cruv>. El ejemplar mejor conservado de las obras completas
de Rusbroquio, edición 1552, en la Biblioteca Nacional de Ma-
drid, procede de un convento de carmelitas descalzos, pmeba de
la aceptación que el místico bravanzón tuvo entre los discípulos
de San Juan de la Cmz en el siglo XVI.
Los jesuitas, desde sus comienzos, manifestaron su afición
a «los tres grandes» místicos del Norte: Herp, Rusbroquio, Tau-
lero. ¡Lástima que el problema de los alumbrados y cierta ani-
mosidad contra la Compañía indujesen al Superior General,
P. Eduardo Mercurián, el año 1575, a mandar que «los tres gran-
des» fuesen retirados de todas las casas y colegios de la Compa-
ñía! Algunos jesuitas seguirían citando a Rusbl'oquio, fuese para
reprobado, como el P. Alonso Rodríguez, o para ampararse con
su autoridad espiritual, como el venerable P. Alvarez de Paz 27.
Los mínimos, fundados por San Francisco de Paula, disfru-
taban entonces de muy buena fama en España. Algunos de sus
escritores han dejado constancia de la admiración que profesa-
ban a Rusbroquio, como se puede ver en Juan Bretón y Gabriel
López Navarro 28.
Recordemos a cuatro mercedarios: Juan Falconi, Jorge de
San José. Pedro de Jest¡s María (Serna) y Francisco Pizaño de
León. Todos hacen memoria de Rusbroquio en sus libros 29.
Dos agustinos destacan en el seguimiento fiel del místico de
Flandes: Agustín de San Ildefonso y Juan Bautista Lisaca de
Z6 MENÉNDEZ y PELAYO, op. cit., Ideas estéticas, t. 3, p. 165.
27 T. H. MARTÍN, op. cit., Obras de Ruusbroec, pp. 87-88. En particu-
lar, el P. PEDRO LETURIA, «Lecturas ascético místicas entre los jesuitas
del siglo XVI», Estudios Ignacianos, Roma, 1957, vol. JI. Han leído a Rus-
broquio los jesuitas Ba1tasal' A1val'ez, Antonio COl'deses, Alonso Rodríguez.
Diego A1val'ez de Paz, Luis de la Puente.
28 JUAN BRETÓN, Mtstica teologta, Madrid, 1614; LÓPEZ NAVARRO, Teo-
logía mística, editada algunos años después.
29 T. H. MARTÍN, op. cit., Obras de Ruusbroec, pp. 89-90.
122 TEODORO H. MARTIN

Maza. Los sigiuentes versitos de Lisaca recuerdan las corrientes


y la fuente, lenguaje tan propio de los escritos rusbroquianos:

«Cuando se mira dentro


de tan amado centro
y aquellas aguas con que bebe y vive
de divinas corrientes
llegando a sus entrañas forman fuentes» 30.

Nos haríamos interminables. Una simple alusión a cuatro


autores discípulos de Rusbroquio: Pelayo de San Benito, abad
de San Pedro de Adanza en Burgos; Hieronimus Spert, prior de
la Cartuja de Scala Dei; Francisco Barambio, presbítero secu-
lar; BIas López, de los clérigos menores 31. Este último tuvo la
audacia de traducir en buen castellano las obras completas del
místico de Flandes por los años 1696-98. Desgraciadamente, por
aquellas fechas se asestaba el golpe mortal a los estudios y devo-
ciones místicas en toda la Iglesia. De las querellas entre Bossuet
y Fenelon, y poco después la condenación de Molinos, resultó
para la mística el desprestigio más funesto, que ha durado más
de dos siglos.

III. JUAN TAULERO (TAuLER) (1300-1361)

De la escuela de Meistel' Eckhart, Tauler es el discípulo más


conocido y venerado, tanto en los países germánicos como en los
latinos. Fue Taulero quien aplicó mejor el pensamiento de su
maestro al corazón, a la conversión plena para alcanzar eleva-
ción e identificación con Dios. Por eso se le considera como el
predicador de Europa. En Estrasburgo se abrió el círculo de su
vida y allí se cerró después que recorrió Alemania, Suiza y Flan-
des. Monjas de florecientes monasterios, particularmente las do-
minicas, le reclamaban; seglares y clérigos le seguían por todas
partes como a un profeta. Todos se denominaban modestamente
los «Amigos de Dios». Fue la reforma mejor entendida, la del
corazón, anterior a reformas y contrarreformas del siglo XVI. Dos
siglos después, Lutero le proclamaba «el mejor teólogo de la
30 J. B. LISACA DE MAZA, Los grados del amor de Dios, Huesca, 1635,
fol. 47. .
31 T. H. MARTÍN, op. cit., O. de Ruusbroec, pp. 91-94, con las notas
correspondientes.
r LOS MISTICOS ALEMANES 123
cristiandad» 32. Entre los católicos contemporáneos a los protes-
tantes se multiplicaban las ediciones de todos los escritos atri-
buidos a Taulero, el «doctísimo e iluminado teólogo». Desde la
primera edición latina de los Sermones, el año 1548, puestos en
latín elegantísimo por Lorenzo Surio y los cartujos de Colonia,
sus libros continuaron multiplicándose por toda la Europa occi-
dental y países mediterráneos. Veinticinco años antes ya corrían
ediciones en alemán.
A un hombre santo y genial se debe principalmente la popu-
laridad de Taulero: al jesuita San Pedro Canisio, apóstol de
Alemania. Joven de veintidós años, sin haber entrado aún en la
Compañía, seleccionó y publicó la antología más perfecta de temas
puramente espirituales: las Instituciones, que él mandó editar
como si fuesen de Taulero y así las recibieron todos hasta nues-
tro tiempo, en que la crítica textual ha descubierto la diferente
paternidad de la obra. El mayor número de capítulos pertenece
a Rusbroquio, tomados de Las XII virtudes, Piedra brillante y
Bodas del alma. Sigue en importancia Nicolás van Esche, autor
de siete capítulos; luego Meister Eckhart y el anónimo de la
Vida pobre. Algunos están tomados de los sermones de Taulero.
Las Instituciones y el Ke111pis han sido los dos libros más leidos
de cuantos han venido a España procedentes de países germáni-
cos (Flandes y Renania principalmente). En Coimbra se impri-
mían las Instituciones, el año 1551, en castellano, gracias a la
protección de don Henrique, el Cardenal Infante de Portugal,
quien, además, salvó de la hoguera inquisitorial importantes
obras de mística española que ahora se encuentran en la Biblio-
teca Nacional de Lisboa.
Empezó Taulero su peregrinar por España de la mano de
Fr. Luis de Granada (1504-1588), venerables dominicos los dos.
En el Libro de oración quedó sellada su amistad, aunque Granada
procedía ya con cautela por temor a la Inquisición. Fr. Bartolomé
Carranza (1503-1576), Arzobispo de Toledo, sería acusado repe-
tidas veces de «leer y llevar consi¡w las meditaciones de Taulero
en romance» 33. Otros dominicos célebres dan testimonio también
de la presencia de Taulero en España: lVfelchor Cano, Juan de la

32 Romerbriefvorlesung. Luthers Werke in Auswahl, 56, 378. Cf.


B. MOELLER, «Tauler und Luther», La Mystique Rhénane, Pal'is (PUF),
1961, p. 157.
33 Documentos Históricos, n, Archivo Documental Español, pp. 739-741.
124 TEODORO H. MARTIN

Cruz y Alonso de la Fuente le atacaban furiosamente por creerlo


pasto preferido de alumbrados y luteranos. Pero Taulero gozaría
de alta estima entre los dominicos españoles del siglo XVI y si-
guientes, como se comprueba por Fr. Bartolomé de los Mártires,
Arzobispo de Braga; Fr. Tomás de Valgornera; Fr. Pedro Villa-
lobos, y el maestro Fr. Tomás de Magdalena. Este último publicó
en Zaragoza el Farol de la noche oscura, una de las mejores
obras en el estudio comparativo entre el místico alemán, venera-
ble Taulero, y Juan de la Cruz, el Santo castellano 34.
En el Carmen descalzo, mujeres y hombres se han mostrado
como los mejores herederos del espíritu de Tauler, empezando
por San Juan de la Cruz. El ilustre escritor, P. Crisógono de
Jesús, afirma: «Hay un autor que ha influido más en San Juan
de la Cruz. Es Tauler ... Se ven dos espíritus gemelos, amigos de
las alturas y enemigos de todo lo que no es fe, cruz y perfecta
caridad. La historia de la mística no conoce dos místicos más
parecidos. Al leer a TauJer, San Juan de la Cruz debió sentir
simpatía por aquel fraile dominico que pensaba como él» 35. En
mi libro sobre Taulero puede observarse ampliamente estudiada
la relación entre ambos. Damos aquí sólo tres referencias:

a) El leño encendido, símbolo de la transformación en


Dios. Se lee en Taulero: «Como el fuego que embiste el madero
echa fuera la humedad, verdor, tosquedad. Lo convierte luego en
calor, arde y por fin es semejante al mismo fuego» 36. Estas ideas
de Taulero, casi con las mismas expresiones, pueden verse repe-
tidas frecuentemente en los escritos de San Juan de la Cruz.
Por ejemplo: Subida, n. 8.2. Noche, JI, 10.1-8; 11,1. Cántico,
39,5. Llama, prólogo, 3.4, y en la estrofa 1, 3.4.16.19.22.23.25.33.
b) Familiarizados como estamos con la admonición del

J4 T. H. MARTÍN, Obras de Tauler, Madrid (Fund. Univ. Esp.), 1984,


pp. 99-110. TAULER está presente en estas obras: Catálogo de libros prohi-
bidos por la Inquisición; Testimonios de ALONSO DE LA FUENTE, Archivo
Histórico Nacional, lego 2072, exp. n. 43, y lego 2706, caja única; FR. BAR-
TOLOMÉ DE LOS MÁRTIRES, Compendium Spiritualis Voctrinae, Tolosa,
1582; TOMÁS DE VALGORNERA, Mystica Theologia Vivi Thomae, Barcelona,
1662; P. VILLALOBOS, Tratado en que se impugna el nuevo modo de ora-
ción, Madrid. 1676; FR. TOMÁS MAGDALENA, Farol de la noche oscura,
Za.ragoza, 1737.
35 CRISÓGONO DE JESÚS, San luan de la Cruz. Su obra científica y su
obra literaria, Avila, 1929, 1, p. 45.
J6 T. H. MARTÍN, op. cit., Obras de Tauler, ·tema 17, p. 335.
LOS MISTICOS ALEMANES 125

Santo carmelita (Cántico, 29,3) sobre los predicadores, sorprende


gratamente la identidad de esta frase tomada de las Instituciones
de Tauler: «Tales hombres ... en una breve hora causan más
provecho a la Iglesia santa que todos los demás juntos en mu-
chos años» 37.
c) Las tres seiiales para pasar de la meditación a la con-
templación, que San Juan de la Cruz declara en la Subida, II, 13,
yen la Llama, lB, 3.18, estaban ya en las Instituciones, capítu-
lo XXXV, con el mismo orden y expresiones del Santo canDe-
lita. A ejemplo de San Juan de la Cruz, muchos carmelitas se-
guirían fijando su atención en Taulero, y sobre todo desde que
Quiroga señalara los puntos de encuentro. Damos algunos nom-
bres: Aravalles, Tomás de Jesús, Nicolás de San José, Miguel
de la Fuente, Vicente Olleme, Pablo Esquerra 38.
De los jesuitas habría que repetir lo que se dijo en relación
con Rusbroquio. Resuenan todavía en nuestros oídos «aquellas
analogías, aquellas transformaciones, aquel silencio, aquel ani-
quilarse, aquel unirse sin medios, aquel hondón de Taulero»,
con que el jesuita P. Alonso Rodríguez impugnaba a los místicos
alemanes en sus Ejercicios de perfección y virtudes cristianas 39.
El célebre teólogo Francisco Suárez, a pesar de las prohibiciones
habidas en la Compañía, cita a Taulero en su tratado de Oración,
proponiéndole como maestro de la «oración del silencio» AO.
Para los franciscanos, como eran Rusbroquio y Herp, Taulero
es gran maestro de espíritu. Lo testifican Fr. Juan de los Ange-
les, Fr. José Maldonado, Fr. Antonio Panes, Fr. Gaspar de
Viana, Fr. Félix de Alamín y Fr. Isidoro de León Al.
Los agustinos siguen a Taulel'o más aún que a Rusbl'oquio.

37 TAULER, Instituciones, 26. Cf. T. H. MARTíN, op. cit., O. Tauler,

tema 19, p. 356.


38 Para esta documentación carmelitana, véase T. H. MARTÍN, Obras
de Tauler, pp. 110-136, con las notas correspondientes. De particular im-
portancia son los testimonios de Quiroga: Ms 4478, 8301, 8273, 7004, de
la Bib. Nac. Madrid.
39 A. RODRÍGUEZ, Ejercicios de perfección y virtudes cristianas, Madrid
(Apost. de la Prensa), 1946, tratado V, cap. 4, p. 289.
40 F. SUÁREZ, De Virtute ef Statu Religioso, Maguntiae (Vives), lib. IIl,
pp. 105-106 Y 173. Cf. T. H. MARTíN, op. cit., O. Tauler, pp. 138-143.
41 Además de las referencias dadas con relación a Herp y Ruusbl'Oec,
véase T. H. MARTíN, O. Tauler, pp. 143-153, con las notas correspon-
dientes.
126 TEODORO H. MARTIN

Por ejemplo, Fr. Lttis de León, Tomé de Jesús, Juan B. Lisaca,


Agustín de San IldeIonso 42.
Asimismo, los benedictinos y los mercedarios. Entre los últi-
mos destaca Pedro de Jesús (Serna) por su admiración y repetidas
citas de Taulero 43.
Se podría alargar mucho la lista de españoles que tuvieron
a Taulero por maestro del alma. Concluyamos este recuento
mencionando dos figuras olvidadas, pero de singular relieve en
la espiritualidad de los siglos XVI y XVII. Gerónimo Estenforo,
de los mínimos, que se muestra admirador de Santa Teresa y de
San Juan de la Cruz, exclama en su Directorio místico: «El ilu-
minado doctor Juan Taulero dijo que valía más un acto de con-
sideración de la vida y misterios de Cristo nuestro Señor ejerci-
tado por conocimiento sustancial, que ciento ejercitados por re-
presentaciones de figuras e imágenes sensibles» 44. Para él era
Tauler la autoridad suprema en temas de mística teología. Lo era
también para Hieronimus Spert, prior de la Cartuja Scala Dei,
cuando escribía en latín su gran obra Selecta ex sanctis et doc-
toribus. «Porque, como dice el venerable Juan Taulero, el
profundissimus elucidator de la teología mística, cuando el hom-
bre está rendido en toda su pobreza y desnudez, Dios se inclina
hacia él y le transforma esencialmente» 45. Los cartujos de Co-
lonia habían hecho posible el que Taulero fuese conocido en los
países latinos. Con H. Spert, cartujo catalán, expresión del silen-
cio con que sus hermanos han grabado en el corazón la doctrina
de Taulero, concluimos el recuerdo del místico alemán, tan
querido en España.
Abundan todavía entre nosotros las obras impresas de Tau-
lero en los siglos XVI y XVII, a pesar de que fueron prohibidas
por la Inquisición y luego destruidas muchas por el expolio
o desamortización del año 1835. Vaya, a modo de ejemplo, la
siguiente relación sobre restos de aquellas ediciones:

42 FR. LUIS DE LEÓN, Nombres de Cristo, Hijo de Dios, Madrid (BAC),


1977, 1, p. 728; TOMÉ DE JESÚS, Trabajos de Cristo; AGUSTÍN DE SAN
ILDEFONSO, Teología mistica, Alcalá, 1644, p. 112. Cf. IGNACIO MONASTERIO,
Místicos agustinos españoles, El Escorial, 1929.
43 T. H. MARTÍN, op. cit., Obras de Tauler, "p. 157-166.
44 Directorio místico, pp. 314-315.
45 Selecta ex Sanctis ... , p. 2; Y en otros muchos lugares, por ej., pp. 8,
104, 108, 109, 111, 193,215,246,385.
l
I
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LOS MISTlCOS ALEMANES 127

1548. Biblioteca Nacional. Madrid.


Biblioteca Provincial. León.
Casa de la Cultura. Toledo.
Monasterio de Guadalupe. Hubo hasta 1835, según catálogos
antiguos.
1553. Biblioteca Nacional. Madrid.
1572. Universidad de Salamanca.
1577. Monasterio de Montserrat. Barcelona.
Biblioteca Nacional. Madrid.
Carmelitas Descalzos. Salamanca.
Dominicos. Valladolid.
Monasterio de la Cartuja. Burgos.
Casa de la Cultma. Toledo. Varios ejemplares.
1603. Dominicos de San Esteban. Salamanca.
Dominicos de Alcobendas. Madrid.
Carmelitas Descalzos. Salamanca.
Biblioteca Nacional. Madrid. Varios ejemplares.
1607. Biblioteca Nacional. Madrid.
Monasterio de la Cartuja. Burgos.
1615. Biblioteca Nacional. Madrid.
Dominicos de Valladolid.
Dominicos de Salamanca.
1625. Biblioteca Nacional. Madrid.

IV. HELWIC VON GERMAR (HELWICUS TEUTONICUS)


(1300L 1370 ?)

En la revista Teología Espiritual (vol. XXXII, 94, enero-abril


1988) se publicó mi artículo «De la vida del cielo. Texto-fuente
de San Juan de la Cruz». Tanto en la Llama (3,72-75) como en
la redacción B del Cántico (38,4), la presencia del opúsculo
De Beatitudine es tan evidente que aparece citado por el mismo
San Juan de la Cruz. Se sirvió del opúsculo que aparecía impreso
en la Suma Teológica, como si hubiera sido escrito por Santo
Tomás. Así se ponía San Juan de la Cruz a salvo en las audaces
ideas de sus propios comentados. Esto sucedía en Granada por
el año 1582. De modo semejante utilizó como obra de Santo
Tomás el tratadillo De decem gradibus amoris Dei et proximi.
Con él compuso los capítulos 19 y 20 de la Noche pasiva del
espíritu. En nuestros días se ha demostrado que el opúsculo
no es de Santo Tomás, sino de Helwic von Germar 46.
Fue Dom Chevalier, en el año 1927, quien primero expuso
sus dudas sobre el opúsculo De Beatitlldine. Siguiendo las pes-

46 Cf. P. DE SURGY, «La Source de l'echelle d'Amoul' de Sto Jean de la


Croix», Revue d'Ascétique et de Mystique, 27 (1951), pp. 18-40, 237-259,
TEODORO H. MARTIN

quisas del investigador benedictino de Francia, varios escritores,


entre ellos Martin Grabmann por el año 1949, han llegado a la
conclusión de que lo había escrito Helwic van Germar, de lo
cual nadie abriga ya la menor duda. Se trata de un teólogo domi-
nico del siglo XIV, profesor de Erfurt, contemporáneo de Enrique
Suso, Tauler, Ulric van Strasburg; todos ellos destacados miem-
bros del círculo de Meister Eckhart.
Podemos suponer que San Juan de la Cruz no habría incor-
porado estas dos obritas de Helwic en la Noche, Cántico y Llama,
a pesar de su simpatía por los dos tratadítos, si no hubiesen apa-
recido en la Suma Teológica. La realidad es que los halló tan
conformes con su experiencia, doctrina y corriente agustino-
tauleriana, que no vaciló en asumido como algo propio. Esto
demuestra que había en el Santo carmelita cierto instinto de
simpatía por los «místicos alemanes». Nada de extraño, pues,
que aceptase el magisterio de los «tres grandes» del Norte
(Herp, Rusbroquio, Taulero) cuando los pudo tener a la mano
por las ediciones de 1538, 1548, 1552, por entonces corrientes
en España. Habría sido peligroso para él citarlos, pues ya tenía
bastante contradicción en la propia familia del Carmen, sin que
se le añadiesen castigos inquisitoriales. Resulta, pues, que este
autor desconocido, Helwic van Germar, es el escritor alemán
cuya presencia en San Juan de la Cruz está hoy más claramente
demostrada.

Esta breve reseña no pasa de ser una alusión a las 700 pági-
nas que forman las introducciones a los textos de los «místicos
alemanes», que publiqué hace algunos años. Aquellos textos
constituyen uno de los más ricos tesoros de espiritualidad cris-
tiana en plena consonancia con los Santos reformadores del Car-
mela. Me permito advertir, una vez más, que por «místicos ale-
manes», desde el punto de vista de la literatura mística españo-
la, se debe entender por igual a los autores flamencos y a los
alemanes, como queda dicho en este artículo. Ojalá sirva el tema
propuesto por la UNED para despertar e intensificRt' entre los
españoles el estudio de los «místicos alemanes» en relación con la
mística española de nuestro Siglo de Oro.

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