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La fascinante historia de las palabras –966–

TILO
El tilo es un árbol vistoso con millones de años de historia. Se comprende por
qué los antiguos lo consideraban árbol sagrado, símbolo del poder divino. Y por
qué le inventaron la leyenda de la ninfa Fílira que –de su relación con Cronos–
había engendrado un hermoso potrillo, el centauro Quirón, y de cómo le había
rogado a Zeus que no lo dejara entre los mortales, sino que lo convirtiera en un
árbol noble y elegante: el tilo.
Hoy conocemos unas treinta especies de tilo, algunas de las cuales pueden vivir
casi un milenio; de sus flores y hojas se hacen infusiones que tienen
propiedades antiespasmódicas y ansiolíticas.
El origen de la palabra castellana tilo parece proceder del francés antiguo: ‘til’
(hoy tilleut), derivado del latín ‘tilia’. El término aparece en textos de España
desde comienzos del siglo XVI, a veces escrito como ‘thil’ y la mayoría de las
veces como ‘til’.
El padre de Carlos Linneo, Nils (Nicolás), fue el primer sueco en darse un
apellido permanente. Tomó el nombre del tilo, que en sueco se dice ‘lind’, y lo
juntó con su nombre para crear el apellido Linnaeus.

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