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La educación moral a partir de Levinas:

otro modelo educativo


Moral education from Levinas: Another educational model

Dr. Pedro ORTEGA RUIZ. Catedrático. Universidad de Murcia (portega@um.es).


Dr. Eduardo ROMERO SÁNCHEZ. Profesor Titular. Universidad de Murcia (eromero@um.es).

Resumen: la experiencia del alumno como espacio de en-


Los autores parten de la ética y la antro- cuentro; el testimonio del maestro; la aten-
pología levinasiana como fuentes inspirado- ción al educando en su contexto; la necesidad
ras de un nuevo discurso pedagógico y praxis de profundizar en el sentido de la responsabi-
educativa en el ámbito de la educación mo- lidad; la apuesta por una pedagogía del don.
ral. Desde este paradigma el ser humano es La educación moral, fundamentada en la éti-
concebido como un ser histórico, situacional ca levinasiana, puede servir para desarrollar
y abierto al otro desde su vulnerabilidad. De la alteridad y para humanizar a la escuela y
este modo, la educación moral se traduce en a la sociedad.

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una respuesta de acogida compasiva al otro
en su situación de especial necesidad. Los au- Descriptores: ética, antropología, educación
tores subrayan la estrecha vinculación de la moral, acogida, clima educativo.
educación con una determinada concepción

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del ser humano y su relación con los demás.
Preguntar por la educación es preguntar por Abstract:
el hombre. La ética levinasiana no ampara la The authors start from Levinasian ethics
programación de pautas concretas de actua- and anthropology as inspiring sources of a new
ción educativa; solo justifica la creación de pedagogical discourse and educational praxis
un clima educativo (ethos) en las aulas que in the field of moral education. From this pa-
favorezca la apertura al otro a través de una radigm, the human being is conceived as a his-
acción en los siguientes focos de intervención: torical, situational being and open to the other

Fecha de recepción de la versión definitiva de este artículo: 23-12-2021.


Cómo citar este artículo: Ortega Ruiz, P. y Romero Sánchez, E. (2022). La educación moral a partir de Levinas: otro
modelo educativo | Moral education from Levinas: Another educational model. Revista Española de Pedagogía, 80
(282), 233-249. https://doi.org/10.22550/REP80-2-2022-01

https://revistadepedagogia.org/ ISSN: 0034-9461 (Impreso), 2174-0909 (Online)

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from its corporeality open to the other from that favors openness to the other through an
its vulnerability. In this way, moral education action in the following intervention focuses:
translates into a compassionate welcoming the pupil´s experience as meeting space; tea-
response to the other in their situation of spe- cher´s testimony; attention to the student in
cial need.The authors highlight the great link context; the need to examine the sense of res-
between education and a certain conception ponsibilty further; and the pedagogogy of do-
of the human being and its relationship with nation. Moral education, based on Levinasian
others. Asking about education is asking about ethics, can serve to increase alterity and to hu-
the man. Levinasian ethics does not favor the manize the school and society.
programming of specific guidelines for educa-
tional action; it only justifies the creation of a Keywords: ethics, anthropology, moral edu-
educational climate (ethos) in the classrooms cation, reception, educational climate.

1.  Introducción con el mundo y con los demás. Estas dos


El discurso y la praxis en educación corrientes vertebran la educación moral
moral gira, en la actualidad, en torno a en la actualidad a partir de discursos dis-
dos enfoques principales: la ética onto- tintos y de prácticas educativas también
lógica inspirada en el idealismo platóni- distintas.
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co, y la ética material, representada por


Schopenhauer, los filósofos de la primera Emmanuel Levinas ha ejercido una
generación de la Escuela de Fráncfort notable influencia en el ámbito de la éti-
(Horkheimer y Adorno, 2004) y Levi- ca y de la educación moral. Aunque Le-
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nas. Ambos enfoques difieren en su con- vinas no ha abordado explícitamente la


cepción del hombre y en la relación que cuestión de la educación como «tema» a
este mantiene con el mundo y con los estudiar, su pensamiento filosófico cons-
demás. Mientras la ética idealista resal- tituye una fuente fecunda para «otro
ta la dimensión individual de la persona, modo» de educar desde «otra manera» de
la ética material acentúa su dimensión entender la estructura relacional del ser
relacional; mientras la ética idealista re- humano.
salta la trascendencia, la ética material
su inmanencia; si la ética idealista incide La visión clásica de la educación como
en que «hay algo» inmutable en los seres un proyecto de producción de sujetos ra-
humanos que trasciende al cuerpo y que cionales y autónomos ha sido desafiada
es independiente de él, la ética material por las críticas posmodernas y postestruc-
reafirma su corporeidad y su contingen- turalistas. En esta línea, Levinas entiende
cia. Esta dialéctica forma parte de nues- que la subjetividad se deriva de una res-
tra visión del ser humano y de su relación ponsabilidad previa hacia y para el otro.
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Un nuevo paradigma que revoluciona el culación a los procesos de desarrollo psi-


campo de la educación moral (Chinnery, cológico del educando, en detrimento del
2003, p. 5). soporte filosófico (Sánchez Rojo, 2019).
Es fácil percibir en muchos discursos
Para Levinas, el ser humano solo se pedagógicos una alergia a la filosofía
entiende desde el otro y para el otro. No como si la reflexión ética y antropológica
es un ser autónomo e independiente que fuesen tareas «extrañas» a la educación.
tiene su razón de ser en sí mismo. Por Y no hay acción educativa que no esté
el contrario, su modo de existir es una vinculada a una determinada concepción
permanente apelación al otro de quien del hombre: «Educar es engendrar un
depende para ser llamado a una exis- hombre, y preguntar por la educación es
tencia humana. Nadie es humano por sí preguntar por el ser humano» (Delgado,
mismo. Es la relación ética con el otro, 2010, p. 479). Algún autor muestra su
la dependencia del otro la que nos hace preocupación por la deriva positivista
humanos. Este modo de entender al del discurso pedagógico y de la praxis
hombre y su relación con el mundo y con educativa: «El problema contemporáneo
los demás constituye el punto de partida de la colonización epistemológica de la
para un nuevo discurso pedagógico y una Pedagogía por parte de la Psicología de
nueva praxis educativa, que se traduce corte cognitivo-conductual no deja de ser
en la acogida al otro en su situación con- sintomático de un proceso que ha reem-
creta. De ahí que la educación, desde la plazado a las pre-comprensiones y faci-
filosofía levinasiana, sea fiel a la condi- litado la sustitución de los conceptos al

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ción histórica del ser humano y a la «cir- uso» (Pagès, 2016, p. 272). La cuestión
cunstancia» que envuelve la vida de cada epistemológica no es el reto más urgen-
educando. te que deben abordar los pedagogos; no
es el control de los inputs que inciden

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Aunque la «educación moral» puede en un proceso educativo, sino si estamos
inspirarse en muchos autores, nosotros ayudando, desde la educación, a formar
pretendemos sustentar la nuestra en la fi- a un ser humano responsable del otro y
losofía de Levinas. del mundo.

Para Levinas, la apertura del ser hu-


2.  Antropología y ética en Levinas mano al otro, «no viene a modo de suple-
No hay ética sin antropología, ni an- mento de una base existencial previa; es
tropología sin ética, tampoco educación. en la ética, entendida como responsabi-
En cada modelo ético subyace una de- lidad, donde se anuda el nudo mismo de
terminada concepción del ser humano lo subjetivo» (Levinas, 2015, p. 79). La
(antropología), aunque a veces se pre- idea original de Levinas sobre la sub-
tenda ignorar la esencial dependencia de jetividad hace añicos gran parte de los
la educación de la base antropológica y cimientos metafísicos del Ser sobre los
ética que la sustenta, acentuando su vin- que se ha basado la filosofía occidental
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desde la Ilustración. Para Levinas, es su pesar, como una elección o como una
fundamental examinar las condiciones inspiración al modo de la unicidad de lo
éticas que se encuentran en el corazón asignado. El sujeto es para el otro, su ser
de la interpelación subjetiva como res- desaparece para el otro, su ser se muere
ponsabilidad infinita a partir de los con- en significación» (2011, p. 106).
ceptos clave como sustitución, rehén y
hospitalidad (Lee, 2019). Son muchos Levinas se aparta de la idea platonia-
los filósofos de la educación (Lee, 2019; na del hombre universal, situándolo en el
Matanky, 2018; Tood, 2016; Zhao, 2014; tiempo y en el espacio. «El Uno del que
Mèlich, 2010) para quienes esta particu- habla Platón en la primera hipótesis del
lar interpretación de la subjetividad tie- Parménides es extraño a la definición y al
ne una especial relevancia en el ámbito límite, al lugar y al tiempo, a la identidad
de la educación y, singularmente, en la consigo misma y a la diferencia respecto
educación moral. de sí, a la semejanza y a la desemejanza,
extraño al ser y al conocimiento del que,
Levinas pretende desmontar la filoso- por otra parte, todos estos atributos cons-
fía occidental centrada en el Sí-Mismo. Y lo tituyen categorías» (Levinas, 1998, pp.
explica a través de la metáfora de Abraham 51-52). Para él, el ser humano no es un
y Ulises. Mientras que el primero aban- concepto o una idea que nos hacemos de
dona su tierra iniciando un viaje sin re- él; sino un ser histórico, corpóreo. «Bajo
torno, el segundo vive obsesionado en las especies de la corporeidad se unen los
volver a Ítaca, la tierra que nunca ha lazos… para el otro, a su pesar, a partir
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abandonado. Ser humano es ser abierto de sí; lo penoso del trabajo en la paciencia
al otro y vivir con los otros; somos huma- del envejecimiento, en el deber de dar al
nos por los otros. Lo humano del hom- otro hasta el pan de la propia boca y el
bre consiste en estar permanentemente manto de las propias espaldas» (Levinas,
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abocado al «afuera», al otro hombre, el 2011, p. 110); la relación ética solo se es-
extraño inapropiable. Para Levinas «el tablece entre seres humanos históricos,
modo propio de ser del hombre más que no imaginarios: «Solamente cuando to-
ser con el otro (mit sein) es un ser para dos estén vestidos y bien alimentados se
el otro, que no se explica desde sí y en hará visible el verdadero problema ético»
sí, sino desde el otro en una relación asi- (Levinas, 2008, p. 42).
métrica que prescinde o ignora toda re-
ciprocidad entre el yo y el tú» (Ortega, La ética idealista ha infravalorado la
2016, p. 251). La estructura radical del dimensión corpórea del ser humano; su
hombre es estar abierto al otro; estar en apertura al otro, desde la corporeidad,
una constante salida de sí que apela al siempre ha sido vista bajo sospecha, cuan-
otro, al «extranjero». Levinas lo expresa do no despreciada; e ignorando la cor-
en estos términos: «El para sí de la iden- poreidad, la ética idealista es incapaz de
tidad ya no es para sí. La identidad de responder del otro. «Damos por supuesto,
lo mismo en el «yo» le viene de fuera a como verdad, que en los acontecimientos
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de los pueblos domina un fin último, no posible decidir aceptar o rechazar esa
la razón de un sujeto particular, sino la responsabilidad. Levinas lo expresa en
razón divina y absoluta» (Hegel, 2005, p. estos términos: «No poder sustraerse a la
98). La condición vulnerable del ser hu- responsabilidad, no tener como escondite
mano, su exposición al sufrimiento no en- una interioridad en la cual uno retorna a
cuentra una respuesta histórica en Hegel, sí, ir hacia adelante sin consideración de
solo en la razón divina, y esta, fuera de la sí» (Levinas, 1998, p. 64). Esta apertura
historia. A la ética material, en cambio, al otro, ser responsable del otro afecta a
la corporeidad no le es ajena, es su seña la constitución misma del sujeto como
de identidad: «Que los humanos seamos ser humano. No es mi libertad de elec-
corpóreos no significa que todo se reduzca ción, sino la obediencia a la invocación
al cuerpo, sino que todo lo que pensamos, del otro, desde su situación de necesidad,
hacemos o sentimos «pasa» por el cuerpo» la que me inviste de la condición de suje-
(Mèlich, 2010, p. 100). El cuerpo no es to moral. «No se trata, en efecto, de re-
la prisión del alma, ni un envoltorio que cibir una orden percibiéndola primero y
oculta la verdadera realidad del ser hu- obedeciéndola después en una decisión,
mano; no es simplemente la parte física o en un acto de voluntad. La obligación
material de una persona, algo que se pue- de la obediencia precede a la escucha de
de separar de la otra parte espiritual. El la orden en esta proximidad del rostro»
cuerpo, para Levinas, es pasividad extre- (Levinas, 2014, pp. 40-41).
ma, estar expuesto a la enfermedad, al su-
frimiento y a la muerte; es estar expuesto En la antropología levinasiana el

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a la compasión y a la ayuda y cuidado del ser humano es un ser fracturado por
otro. El cuerpo es toda la persona tal como la presencia del otro del que no se pue-
ella se siente enraizada en el mundo, con- de desprender sin arriesgar su propia
viviendo con los demás. Somos cuerpo, y identidad. El modo propio de existir y

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a través de él podemos compadecernos de ser humano es la in-condición de ser
del otro, responder a su sufrimiento y ha- «extranjero», ser extraño para sí mismo.
cernos cargo de él. Sin la corporeidad no «Este desgarrón en la misma estructura
hay ética, porque sin ella no puede haber del ser del hombre… es lo que hace que
com-pasión. Levinas asume la corporei- el hombre sea un extraño para sí mismo
dad, como el único modo posible que tiene porque depende de los demás» (Ortega,
el ser humano para vivir, en el tiempo y 2016, p. 251), hasta el punto de que no
en el espacio. Y fuera de esta «circunstan- se puede pensar sin la presencia del otro,
cia» el ser humano desaparece, se diluye sin una relación de radical dependencia
su contexto y su historia. del otro. «El rostro del otro significa
para mí una responsabilidad irrecusable
Para Levinas, la subjetividad es la que antecede a todo consentimiento li-
experiencia del otro, como totalmente bre, a todo pacto, a todo contrato» (Le-
otro, que se me impone pasivamente y vinas, 2011, p. 150). Pero no solo está
me hace responder de él sin que me sea abierto al otro singular y concreto, sino
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a todos los seres humanos, a los otros. como condiciones ineludibles de su exis-
Es lo que Levinas (2014, p. 82) quiere tencia. Lejos de construir un mundo de
decir con la expresión del «tercero»: «El certeza y verdad absolutas, Levinas hace
tercero es él también un prójimo, un de la circunstancia, lo contingente y lo
rostro, una alteridad inalcanzable. He efímero el hábitat natural de la vida del
aquí, a partir del tercero, la proximidad hombre. No es precisamente lo perma-
de una pluralidad humana». La aper- nente y definitivo lo que caracteriza al
tura a «los otros» es afirmada por Le- ser humano, sino lo precario y lo provi-
vinas de un modo categórico: «…todos sional, el devenir y el cambio. El sujeto
los hombres son responsables unos de en Levinas no es el ser trascendente de
otros, “y yo más que los demás”». Para la ética kantiana, sino el ser histórico
mí, esta fórmula y esta asimetría son de que se conmueve y se compadece del otro
la mayor importancia: «todos los hom- necesitado de ayuda; es la experiencia
bres son responsables unos de otros y negativa del sufrimiento del otro, como
yo más que ninguno» (Levinas, 1993, p. totalmente otro, la que le constituye en
133), citando la fórmula de Dostoievski sujeto moral cuando responde de él. Esta
«Cada uno de nosotros es culpable ante experiencia de la exterioridad rompe el
todos por todos, y yo más que los demás» ámbito limitado de la ontología para ins-
(Toumayan, 2004, p. 55). cribirse en el ámbito de la ética, es de-
cir, de la responsabilidad hacia el otro.
La apertura al otro en la antropología «Hablar de ética desde la antropología,
de Levinas desborda el enclaustramiento y no desde la ontología, significa arran-
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de una antropología y de una ética idea- car desde la finitud y, por tanto, desde
listas que han ignorado los lazos estruc- el tiempo y el espacio, desde la historia,
turales que nos unen a los humanos y que desde la contingencia, desde la memoria,
nos hacen interdependientes para existir desde la relacionalidad y desde la alteri-
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como humanos. La humanidad no es un dad» (Mèlich, 2002, p. 129). Este tránsito


conjunto de individuos aislados, autosu- de la ontología a la ética en la relación
ficientes e independientes entre sí, sino «yo-tú» sitúa al tú en la historia, en el
seres estructuralmente relacionados e espacio y en el tiempo, en una relación
interdependientes, cuya existencia como de responsabilidad hacia el otro concreto
humanos está vinculada a la relación in- necesitado, no hacia un ser imaginario
eludible con el otro. Esta concepción del sin biografía ni contexto. Levinas rompe
ser humano nos abre la puerta a otra for- con la tradición filosófica occidental muy
ma de estar-y-ser-en-el-mundo; hace po- marcada por la ontología, por la reduc-
sible un nuevo discurso pedagógico y una ción de lo Otro al Mismo. «Esta primacía
nueva praxis educativa. del Mismo fue la lección de Sócrates. No
recibir nada del Otro, sino lo que está en
Para la antropología levinasiana, el mí, como si desde toda la eternidad yo tu-
ser humano es un ser histórico someti- viera lo que me viene de fuera» (Levinas,
do a la contingencia y a la incertidumbre 1987, p. 65).
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3.  La ética es la respuesta a la de- lidad de rechazar su demanda, a respon-


manda del otro der antes de poder decidir, antes de ejer-
¿Dónde está tu hermano? Es la pre- cer mi libertad. «¿Por qué me concierne
gunta que insistentemente nos sale al el otro? ¿Quién me es Hécuba? ¿Soy yo
encuentro. La experiencia de la nece- el guardián de mi hermano? Estas cues-
sidad del otro rompe todas las barre- tiones no tienen sentido más que si se ha
ras que podamos construir para evitar supuesto ya que el Yo solo tiene cuidado
una respuesta a su demanda. Es la voz de sí, solo es cuidado de sí. En efecto, en
misteriosa de nuestro interior que no tal hipótesis resulta incomprensible el
podemos acallar ante la demanda del absoluto fuera de Mí, el otro que me con-
«extranjero, del huérfano y de la viuda», cierne. Ahora bien, en la "prehistoria" del
del otro vulnerable en su condición de Yo, puesto para sí, habla una responsa-
humano. No es la fuerza argumentativa bilidad. El sí mismo en su plena profun-
del discurso la que nos obliga a respon- didad es rehén de modo mucho más an-
der a la demanda del otro, sino la auto- tiguo que es Yo, antes de los principios»
ridad de su rostro vulnerable. «La agi- (Levinas, 2011, p. 187).
tación espontánea frente al sufrimiento
ajeno no tiene su origen en la razón au- Para Levinas, el ser humano es de-
tolegisladora, sino en la angustia física y pendencia y sujeción del Yo al Otro.
en el sentimiento de solidaridad con los Desde la ética levinasiana la libertad
cuerpos torturados y humillados… esa irrumpe en una situación ética por na-
agitación espontánea se manifiesta en turaleza imprevista. Frente a los códigos

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la urgencia y la impaciencia frente a la morales que ordenan una determinada
injusticia. Ambas se resisten a un apla- conducta, la ética levinasiana da entra-
zamiento de la acción por motivos de da a la posibilidad de transgresión que
racionalización o fundamentación» (Za- «abre la puerta al ser de otro modo, al

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mora, 2004, pp. 265-266). La expresión ser otro, al ser diferente, no solamente
levinasiana del «extranjero, el huérfano con el mundo y con los demás, sino tam-
y la viuda» no la debemos interpretar en bién y, sobre todo, con nosotros mismos
sentido sociológico: los abandonados por que somos, en buena medida, el resulta-
la sociedad, sino en el sentido antropo- do de este mundo. En una palabra, para
lógico: el hombre es un ser estructural- una ética de la compasión solo hay ética
mente frágil, vulnerable, necesitado de si existe transgresión» (Mèlich, 2010, p.
compasión. Todos somos seres sufrien- 173). Para Levinas «la noción de libertad
tes, sometidos al sufrimiento, al dolor y como autonomía está ligada a un sujeto
a la muerte. Este es el equipaje que nos egocéntrico, que se encierra en sí mismo.
acompaña siempre. Al criticar la tendencia occidental a ubi-
car el origen de la subjetividad humana
La ética levinasiana es responsabili- esencialmente en el ego y la conciencia,
dad ante el otro que me es asignado y me Levinas propone la libertad como hetero-
obliga a ponerme en su lugar sin posibi- nomía» (Zhao, 2014, p. 514).
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La insistencia de Levinas en la respon- ción los criterios que subyacen al enjui-


sabilidad del Yo en modo alguno conduce ciamiento de acciones. Cuando alguien se
al desarrollo de una inmanencia egológica remite a un orden vigente, sea este de na-
a la que el pensamiento levinasiano es del turaleza jurídica o moral. Ahora bien, he-
todo alérgico. Levinas (1993, pp. 130-131) mos de partir del presupuesto de que todo
lo expresa así: «… lo que se afirma en la orden es contingente ya desde sus propios
relación con el Rostro es la asimetría: en orígenes… Pero si todos y cada uno de los
el punto de partida me importa poco lo que órdenes tienen sus fronteras, ello implica
otro sea con respecto a mí, es asunto suyo; que los juicios tienen ciertamente razones
para mí, él es ante todo aquel de quien yo a su favor, pero no razones suficientes. Es-
soy responsable». La egología es la heren- tas se darían si nos halláramos, como pen-
cia recibida de la filosofía occidental en la saba Leibniz, en el mejor de los mundos
que «no solo el pensamiento teorético, sino (Waldenfels, 2015, p. 209).
todo movimiento espontáneo de la con-
ciencia aparece conducido de nuevo a tal Hay situaciones en las que no es posi-
retorno a sí mismo» (Levinas, 1998, p. 50). ble acudir a códigos morales establecidos,
y la respuesta se hace inaplazable. Son
La ética es la respuesta a la demanda las zonas oscuras o nuevas fronteras de
formulada por el hombre herido junto la moral. «Una de esas “zonas oscuras” o
al camino que va de Jerusalén a Jericó. nuevas fronteras de la moral es la situa-
Su foco de atención no está puesto en la ción de los emigrantes náufragos en el
idea de cumplir con la ley (moral), sino mar Mediterráneo que demandan auxilio
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en la necesidad de ayudar al otro, de ha- en un país de acogida y son rechazados


cerse cargo de él (ética). Desde este en- por leyes establecidas en los países a los
foque ético el ser humano se convierte que pretenden llegar» (Ortega y Rome-
en alguien que nos conmueve, nos inter- ro, 2019, p. 193). La ética material hace
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pela. La responsabilidad en la respuesta suya la situación del otro y responde con


queda enmarcada en una circunstancia, la ayuda y la acogida, por encima o contra
en un tiempo y espacio concretos, no en los códigos morales establecidos. Esta res-
un mundo ideal sin contexto; la deman- puesta responsable surge de la experien-
da del otro que nos reclama actuar en cia de necesidad del otro, de la inquietud
contra del cumplimiento de la ley o nor- por la suerte del otro que aparece ante
ma no queda sin respuesta. A veces, la mí sin previo aviso. El ejemplo más cla-
respuesta al otro se hace inaplazable, y ro para distinguir la ética de la moral es
esta no encaja en el molde de los códigos el pasaje evangélico de Lucas (10, 30-35).
morales establecidos. Es lo que Walden- La conducta ética está representada por
fels denomina la «mancha oscura» de la el samaritano, la conducta moral por el
moral. sacerdote y el levita.

Nos topamos con nuevas fronteras La respuesta ética en Levinas no


cuando sometemos a nuestra considera- nace de una reflexión sobre la dignidad
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del ser humano y la consecuente obliga- la incertidumbre y la desconfianza. Por


ción de actuar de acuerdo con ese princi- ello, nunca sabremos si hemos actua-
pio. Es más bien una respuesta indecli- do de acuerdo con las necesidades del
nable a una situación concreta del otro otro, si hemos sido lo suficientemente
que nos demanda ayuda y cuidado. Para responsables. En la relación ética nos
el pensador lituano, la ética no nace de acompaña siempre la intranquilidad de
una reflexión sobre la dignidad de la conciencia sobre el deber incumplido. El
persona, no nace de la razón, ni de prin- ser humano no tiene patria fija ni suelo
cipios universales y abstractos, sino del ético firme que pisar. Vive en la provisio-
mandato inapelable de la «desnudez» nalidad, en la incertidumbre. Este es su
del rostro vulnerable del otro. Es el ros- precario equipaje con el que debe afron-
tro del «huérfano y de la viuda» el que tar la tarea de vivir con los otros. Por
me «ordena» responder a su mandato. ello, en la relación ética con el otro no
Nadie puede responder por mí, es el otro puede haber tranquilidad de conciencia
el que me interpela y me acusa sin que ante el temor de no haber sido lo sufi-
pueda soslayar la pregunta por su suer- cientemente responsable con él. Lo con-
te. Es el sentimiento de compasión hacia trario, supondría poner límites a la sig-
el otro, el no poder despreocuparse del nificación ética del otro. Y el otro, en la
otro que precede a todo intento de mo- significación de su rostro, es inagotable,
tivación o justificación argumentativa. evoca lo Infinito: «El rostro del otro en
«El rostro del otro me concierne sin que la proximidad, más que representación,
la responsabilidad-para-con-otro que él es huella irrepresentable, modo del Infi-

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ordena me permita remontar hasta la nito» (Levinas, 2011, p. 185).
presencia temática de un ente, que se-
ría la causa o fuente de esta orden. No Para Levinas, «lo humano es el re-
se trata, en efecto, de recibir una orden torno… a la mala conciencia, a su posi-

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percibiéndola primero y obedeciéndola bilidad de temer la injusticia más que la
después en una decisión, en un acto de muerte, de preferir la injusticia padecida
voluntad. La obligación de la obediencia a la injusticia cometida» (2014, p. 38). En
precede a la escucha de la orden en esta la ética levinasiana no hay lugar para la
proximidad del rostro» (Levinas, 2014, complacencia por el deber cumplido, es-
pp. 40-41). tamos siempre expuestos a la «vergüen-
za» por el temor de no haber respondido
La ética es responder de todo aquello adecuadamente a la demanda del otro ne-
que se sustrae al ámbito de la moral; en- cesitado. Desde la ética levinasiana «uno
tra en las «zonas oscuras» de la moral, a no puede tener la conciencia tranquila.
donde esta no puede llegar, trascendien- Jamás podremos cruzar las puertas del
do así los códigos de conducta moral. En paraíso y, por tanto, no es posible saber,
este tránsito a las zonas oscuras de la a ciencia cierta, si hemos actuado bien, si
moral nada está prescrito, ni establecido hemos actuado correctamente» (Mèlich,
de antemano, se ha de responder desde 2010, p. 153).
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4.  Otro modelo educativo la creación de un ethos o clima educativo


La ética levinasiana conduce a «otro que permita «fomentar espacios de con-
modo de educar» que hace suya la situa- vivencia entre los propios alumnos, así
ción del otro necesitado de ayuda y cui- como entre estos y el profesorado, con la
dado, «del huérfano, del extranjero y de pretensión de crear climas positivos que
la viuda», en expresión de Levinas. Si la contemplen planes de acogida, rituales
ética levinasiana no puede prescindir de de respeto mutuo, etc.» (Pallarés, 2020,
su relación con el otro en la «desnudez» p. 23).
de su rostro, tampoco la acción educativa
puede desligarse de las ataduras que le La ética levinasiana es refractaria a
vinculan con el otro como sujeto históri- una educación que se traduzca en una
co. No es, por tanto, la defensa abstracta planificación de pautas concretas de ac-
de los derechos humanos el punto de par- tuación. Al educador solo le es permitido
tida en la educación, sino las situaciones la creación de un clima educativo en el
concretas que envuelven la vida de cada aula que favorezca a los educandos po-
educando. Es la experiencia de vida la nerse en el lugar del otro y acogerlo, en-
que señala el marco de actuación de la sanchar el horizonte ético incluyendo al
educación. «tercero», ampliar la preocupación ética
por el cuidado de la naturaleza y de los
La ética, en Levinas, es siempre una más vulnerables… El desarrollo de estas
respuesta imprevista y singular, dada actitudes no pasa por la programación
al otro en una situación concreta, aquí de pautas de actuación extrapolables a
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y ahora. Toda respuesta ética es siem- otros sujetos y a otros contextos, pues
pre situada, provisional, singular e la respuesta ética es siempre original e
irrepetible; no forma parte de nuestros irrepetible, como la experiencia de cada
hábitos de conducta, es siempre impro- sujeto. Y la experiencia forma parte ne-
revista española de pedagogía

visada, al contrario de la conducta mo- cesaria de cada proceso educativo.


ral que está siempre referida a normas
o códigos de «buena conducta», como: Esta forma de entender la ética recla-
respetar el código de circulación, pagar ma «otro modo de educar» que se traduz-
impuestos, normas de convivencia… ca en una respuesta ética al educando en
conductas indispensables para la vida su situación concreta. Educar es acoger,
social. La característica esencial de la acompañar al otro en su proceso de cons-
respuesta ética hace inapropiado hablar trucción personal; es responder del otro
de una competencia adquirida o apren- (Ortega, 2010). Pero cada educando, en su
dida para una respuesta ética. Por lo singularidad, marca el ritmo de ese proce-
que solo cabe hablar de la creación de so en función de sus características per-
un clima educativo que favorezca el de- sonales y de la aportación de su entorno
sarrollo de los sentimientos de apertura socio-familiar. Singularizar los procesos
al otro, sensibilidad hacia las demandas educativos es una exigencia ineludible de
del otro (Tood, 2016). Es decir, favorecer la educación.
242
La educación moral a partir de Levinas: otro modelo educativo

La pedagogía cognitiva se ha centrado vida, solo era un pretexto para transmi-


en el aprendizaje de conocimientos y com- tir lo que previamente estaba prescrito.
petencias, olvidando otras dimensiones Y sin la experiencia, la educación se con-
esenciales en la formación del educando. vierte en una actividad sin contenido sig-
Detrás de este modelo educativo está la nificativo (Ortega y Romero, 2021). La
filosofía idealista que reduce la educación educación tiene como sujeto a alguien, y
al desarrollo de las facultades «superio- este es inseparable de la experiencia de
res» del ser humano. Los sentimientos su vida. Es la urdimbre de la vida de cada
han sido ignorados, supeditados a una educando la que se convierte en el con-
concepción idealista del ser humano. La tenido básico de todo proceso educativo.
corporeidad, como forma de existir y vivir No es la inteligencia, ni las destrezas del
de los humanos, no contaba en la preocu- alumno las que prioritariamente deben
pación de los educadores, solo el depósito ser formadas, también los valores éticos
de conocimientos que había que trans- que constituyen la arquitectura básica
mitir. Sharon Tood en su libro Learning del edificio del ser humano y el funda-
from the Other (2003) defiende la idea de mento de la vida en sociedad. Sin asumir
que lo importante no es tanto conocer al la experiencia del alumno como conteni-
otro como aprender de él. Se centra en do educativo, solo hay discurso, pero no
la empatía, el amor, la culpa y la escucha educación. En tal situación, el educando
para resaltar la naturaleza compleja de permanece ignorado de la actuación del
aprender de la diferencia y las posibilida- profesor. Es la experiencia del alumno
des éticas de la educación. Para ello es- el único espacio en el que el profesor y

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tablece un interesante diálogo, no exento el educando se pueden encontrar en un
de tensión, entre el pensamiento de Em- diálogo fecundo para ambos.
manuel Levinas y el de Sigmund Freud,
Melanie Klein, Judith Butler y Cornelius 4.2.  El testimonio del maestro

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Castoriadis entre otros. La pedagogía del testimonio (Stan-
dish, 2020) pretende transmitir una ex-
Este modelo educativo fundamentado periencia de proximidad y acogida hacia
en la ética levinasiana está vinculado a la el otro. No pretende enseñar, ni decir a
creación de un ethos o clima educativo en nadie lo que hay que hacer, tan solo mos-
el aula, asociado a los siguientes focos de trar una experiencia, dar testimonio de
intervención: una manera de ser prójimo (próximo) del
otro. El maestro es testigo de lo que «está
4.1.  La experiencia, espacio de encuentro pasando». No debe esconder su responsa-
«Nuestra vida no es solo un discu- bilidad ante los problemas que afectan a
rrir de situaciones que se suceden, sino la comunidad de la que forma parte. El
que vivimos nuestra vida contándonos- maestro no puede limitarse a ser un buen
la. Nuestra vida es, indisociablemente, profesional, si desea que sus alumnos
experiencia» (Pérez Guerrero, 2016, p. puedan ejercer la crítica de lo que ocurre
229). El educando, en la realidad de su en su entorno. Tendrá que ser además
243
Pedro ORTEGA RUIZ y Eduardo ROMERO SÁNCHEZ

testimonio. El relato de la experiencia cribirse al conocimiento de la virtud y a


vivida por los sanitarios durante la pan- la reflexión sobre los derechos humanos
demia del covid-19 puede ser un medio como estrategias básicas. En la educación
muy eficaz para transmitir la experiencia moral, desde la ética levinasiana, es la ex-
de la solidaridad con el necesitado mejor periencia de vida del otro, en su circuns-
que cualquier discurso sobre la fraterni- tancia, el punto de partida, y su acogida
dad humana; o el relato de la experiencia el punto de llegada. La educación, si es
vivida por los inmigrantes en su viaje a tal, no puede hacer abstracción de la si-
una tierra desconocida puede ayudar a tuación concreta de cada individuo para
ponerse en la piel del otro. El relato de refugiarse en «tierra de nadie». Pero la
una experiencia de sufrimiento y de acogi- «circunstancia» es muy distinta en cada
da tiene la fuerza del testimonio, es lo que individuo. Cada uno se apropia, en distin-
nos interpela, lo que nos obliga a pensar ta medida, de su situación o contexto, que
sobre «lo que está pasando». Y «no es la va a moldear o configurar una determi-
experiencia de unos modelos ideales, traí- nada manera de ser y vivir. En educación
dos de la leyenda y la literatura, la que no hay procesos educativos iguales, ni
se convierte en experiencia ética, son las lenguajes iguales que sirvan para todos.
experiencias cercanas, sujetas a contra- No hay un mundo «objetivo» igual para
dicciones, que reflejan la vida de indivi- todos. Este es un mundo necesariamente
duos también reales» (Ortega y Romero, interpretado en la forma peculiar de cada
2021, p. 101). La autoridad de la acción cultura. Para educar es indispensable
educativa radica en su credibilidad, en el que el educador salga de sí mismo y se
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testimonio de quien muestra los valores haga cargo del otro en toda su realidad,
éticos desde la experiencia de su vida. Los en la que vive el educando, porque «hasta
valores se aprenden o apropian por mí- que no haga un hueco al otro, aun a costa
mesis o imitación, no por el discurso o la de su propia supervivencia, no será real
revista española de pedagogía

argumentación. la significación ética del otro» (González


R.-Arnáiz, 2002, p. 89).
4.3.  Atención al otro en su circunstancia
o contexto 4.4.  Profundizar en el sentido de la res-
Educar exige asumir todo lo huma- ponsabilidad
no, todo lo que envuelve la vida del otro. El descubrimiento de mi responsabi-
No se educa a seres imaginarios, sino lidad ante el otro y los otros. No es mi
a individuos que viven en un contexto futuro como individuo el que está en jue-
que le condiciona esencialmente. Somos go; en mi suerte está también la suerte
circunstancia. Pero el ser humano que del otro y de los otros conmigo. «Mi vida
conocemos por la experiencia es el ser está implicada en otras vidas. Mi vida no
corpóreo, vulnerable, necesitado de com- es completamente mía. Venimos al mun-
pasión, el «extranjero, el huérfano y la do necesitados de una hospitalidad y esta
viuda» del que habla Levinas. Ello exige condición vulnerable no puede eludirse,
que la acción educativa no pueda circuns- no puede ser superada» (Butler, 2006,
244
La educación moral a partir de Levinas: otro modelo educativo

p. 44). Traer a las aulas las experiencias La escuela debe dar entrada a la cul-
de sufrimiento causadas por el hambre tura del don. La convivencia en socie-
y las guerras hace posible que el mundo dad se hace muy difícil o imposible sin
del dolor se acerque a la vida del educan- relaciones de confianza, de cooperación
do y le haga sensible a otra realidad fre- y atención y cuidado del otro desde la
cuentemente olvidada; llevar a las aulas gratuidad. Una sociedad construida solo
la experiencia de sufrimiento de los in- sobre las estructuras de la justicia sería
migrantes y encarcelados puede ayudar invivible, inhumana. Son necesarias re-
a mirarlos con otros ojos, aquellos que laciones interhumanas cimentadas en
facilitan la ayuda y la acogida, que nos la solidaridad y la gratuidad, en la cul-
llevan a considerarlos como otros que tura del don como forma de vivir. «No
nos pertenecen. Es una manera de rom- hay sociedad sin don, y no hay educación
per los muros, a veces infranqueables, sin entender el don de los educadores y
que la escuela ha construido, aislándose la capacidad de dar de los educandos»
de la realidad de la vida. Más allá de mis (Martín et al., 2019, p. 14). Pero para
intereses y necesidades hay un «tercero» que haya don es necesario que no haya
que también reclama lo que le pertenece. contraprestación, ni reconocimiento del
Es el sentido de pertenencia a una comu- don recibido (Derrida, 1995). «El don re-
nidad que va unido a la conciencia de mi posa siempre en la gratuidad e incluso en
responsabilidad hacia los otros y de los la ausencia de razón» (Mélich, 2021, p.
otros. Es el modo de hacer frente a una 125). El educador debe llevar a las aulas
sociedad de individuos aislados en una la experiencia de la donación como una

año 80, n.º 282, mayo-agosto 2022, 233-249


sociedad atomizada. El otro forma parte conducta habitual en la sociedad y en
de mí como pregunta y como repuesta. los centros educativos; debe ayudar a los
alumnos a poner nombre a las conductas
4.5.  Una pedagogía del don de solidaridad y fraternidad que hacen

revista española de pedagogía


Hacer de las aulas espacios de encuen- que la sociedad sea más humana. Son las
tro y ayuda desinteresada, en contrapo- experiencias éticas en las personas «nor-
sición a una enseñanza centrada en la males» las que ponen a nuestro alcance
formación de individuos para competir, los valores, nos ayudan a apreciarlos e
acríticos y ajenos o indiferentes al bien de imitarlos.
la comunidad.

La formación humana tiene más que 5.  Consideraciones finales


ver con la contribución a diferentes ca- Los teóricos de la educación que se han
denas de altruismo que con la conquista acercado a la obra de Levinas destacan la
solitaria de la autonomía… La pedagogía importancia de este autor para repensar
debe orientarse hacia procesos de ayuda la teoría y la praxis educativa (Lee, 2019;
mutua y de contribución a la comunidad Matanky, 2018; Biesta, 2010; Ortega,
por medio de la relación y el servicio» 2016). Todos ellos subrayan la origina-
(Martín et al., 2019, p. 58). lidad de su pensamiento y la necesidad
245
Pedro ORTEGA RUIZ y Eduardo ROMERO SÁNCHEZ

de elaborar otro discurso y otra praxis hacer?, su referente es la norma, el deber


educativa centrada en la singularidad de que hay que cumplir. Para Levinas, la
cada sujeto, en su circunstancia, y con- pregunta es otra muy distinta: ¿de quién
vertir la actuación educativa en una ac- soy yo prójimo?, el referente no es la nor-
ción de acogida y cuidado del otro (Orte- ma, sino el otro en su situación concreta.
ga, 2016). Subrayan, además, el papel del Una ética distinta lleva necesariamente
educador como fuente creíble de aquello a una praxis educativa también distinta.
que transmite, y su responsabilidad en Podría esperarse que ofreciésemos, en
crear un clima educativo que favorezca este trabajo, estrategias o pautas concre-
la conducta ética. «El educador, al estilo tas de actuación educativa, ya prefijadas
de Séneca, cree en aquello que enseña, lo de antemano, como lo viene haciendo la
expresa en su conducta, y si utiliza la te- pedagogía cognitiva en educación moral.
chné retórica es para que la verdad profe- La ética levinasiana no ampara una pro-
rida constituya al ser del oyente» (Santos, gramación detallada, fijada en el tiempo,
2013, p. 482). porque la respuesta ética se da siempre
a la demanda imprevista del otro. Y la
La ética levinasiana no acude a argu- respuesta está siempre vinculada a una
mentos de la razón para prescribir de- situación única, singular. No es posible,
terminadas conductas. No es la reflexión por tanto, programar actuaciones que
argumentativa la que nos llevan a acoger habiliten al individuo para una respuesta
al otro, más bien es la autoridad ética del ética. Solo es posible crear un clima edu-
otro la que nos saca de nuestra indiferen- cativo que favorezca la apertura al otro,
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cia hacia el otro, del enclaustramiento de ser sensible al otro en su situación. Es la


nuestro «yo». Frente al mundo moral de grandeza y la servidumbre de la ética de
la ética kantiana, ya prefijado de ante- Enmanuel Levinas. El modelo educativo
mano, la ética levinasiana se desenvuel- propuesto, a partir de Levinas, hace de la
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ve en la incertidumbre, en la provisiona- limitación y la contingencia del ser huma-


lidad como el mismo ser humano. Nada no, de su estructural necesidad, su punto
está definitivamente conquistado; nos de partida, y la acogida compasiva su pun-
vemos obligados a inventar respuestas to de llegada.
éticas, porque las ya dadas solo respon-
den a la necesidad del otro en una situa- La educación moral, fundamentada en
ción concreta, singular e irrepetible. Por la ética levinasiana, puede servir para hu-
ello no es posible la competencia ética. manizar a la escuela y a la sociedad. Estar
Siempre habrá una distancia insalvable atento al otro, escucharlo y acogerlo, acom-
entre la necesidad del otro y la respuesta pañarlo en la aventura de la construcción
ética dada. de su proyecto de vida es una tarea irre-
nunciable de la escuela.
La ética en Kant y en Levinas difiere
sustancialmente en su punto de partida. Ello implica… ayudar, desde la pro-
Para Kant la pregunta ética es: ¿qué debo pia incertidumbre y el testimonio, a que
246
La educación moral a partir de Levinas: otro modelo educativo

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La educación moral a partir de Levinas: otro modelo educativo

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res» de Cetys-Universidad (México). En
la actualidad participa en el proyecto de https://orcid.org/0000-0001-5090-0961

año 80, n.º 282, mayo-agosto 2022, 233-249


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