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Al inicio de este capítulo se destacó que la organización de ventas debe tener tanto una
estructura horizontal como una vertical. Esta última define claramente cuáles puestos de
la administración tienen facultades para realizar determinadas actividades de la
administración de ventas. También permite la debida integración y coordinación de los
esfuerzos de ventas en toda la empresa. A fin de diseñar una buena estructura vertical
para una organización de ventas es preciso contestar dos preguntas clave: 1) ¿Cuántos
niveles de administradores de ventas debe haber?; y 2) ¿Cuántas personas deben estar
dentro del ámbito de control de cada administrador? Ambas preguntas están
relacionadas. Para determinada cantidad de vendedores, mientras mayor sea el ámbito de
control, menos niveles de administración habrá y menos administradores se necesitarán.
La organización plana con grandes ámbitos de control tiene menos costos administrativos
debido a la cantidad relativamente menor de administradores participantes. No obstante,
algunos argumentan que el ahorro de estos costos es una ilusión, pues la menor cantidad
y calidad de la administración suele llevar a menor eficacia y productividad.
Como regla general, mientras más importante sea una decisión para el éxito de una
empresa, más alto debe ser el nivel del administrador que tome esa decisión. En las
compañías que contratan a muchos vendedores mal pagados, cuyas tareas de ventas son
relativamente rutinarias y tienen muy pocas repercusiones para el desempeño general de
las utilidades de la empresa, la autoridad para contratar y evaluar suele depositarse en los
gerentes de ventas de primer nivel. Las empresas con vendedores profesionales que
desempeñan tareas complejas de ventas con grandes repercusiones para las utilidades
normalmente depositan la autoridad para contratar y despedir en niveles más altos, lo
cual sucede cuando se considera que la fuerza de ventas es un área de entrenamiento
para los futuros gerentes de ventas o de marketing
Muchas empresas se encuentran ante mercados que exigen una gran cantidad de
servicios. Las que venden equipo de capital, por ejemplo, deben ofrecer a sus clientes
servicios de instalación y mantenimiento; los fabricantes de prendas de moda deben
ofrecer una tramitación expedita de los pedidos y su entrega, y las que venden
componentes electrónicos deben ofrecer servicios de diseño e ingeniería para productos
especiales. Estos servicios deben formar parte integral del resto de las actividades de
ventas y de marketing de la empresa para que la compañía logre competir eficazmente.
Desde el punto de vista organizacional, sin embargo, aparece la duda sobre si a los
gerentes de ventas se les deben otorgar facultades para controlar estas funciones
relativas a las ventas. La respuesta depende de la función y de las características y
necesidades de los clientes de la empresa. La tramitación de los pedidos y su despacho
son las funciones menos visibles relativas a las ventas, pero son las más importantes. En
algunas empresas, las personas encargadas de procesar los pedidos dependen de los
administradores de ventas de alto nivel, mientras que en otras dependen de la gerencia
de operaciones, tal vez como parte de un departamento de procesamiento de datos o de
control de inventarios. Por lo general, mientras más importancia tenga la rápida
tramitación de los pedidos y su entrega para tener satisfechos a los clientes, más
adecuado será que la gerencia de ventas tenga facultades para esta función.
Los puestos en el cuerpo administrativo, por otra parte, sólo están justificados cuando la
organización de ventas es lo suficientemente grande como para que los especialistas del
cuerpo administrativo tengan mucho trabajo para mantenerse ocupados. No obstante,
cada vez es más frecuente que incluso las empresas más grandes se cuestionen si un
cuerpo administrativo de especialistas internos está en verdad justificado. Cada vez son
más las compañías que subcontratan parte de las funciones de su cuerpo administrativo
mediante proveedores especializados, como por ejemplo, las empresas dedicadas a la
capacitación y a servicios de pruebas y reclutamiento de personal. La lógica de esta
tendencia semeja al argumento discutido antes sobre el empleo de vendedores de la
compañía o de agentes independientes. Las actividades que no dependen directamente
de las competencias centrales de una empresa (es decir, que no requieren activos
especializados o específicos para la transacción) muchas veces se desempeñan con
mayor eficacia y eficiencia por especialistas externos que trabajan por contrato