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La Ética en La Empresa - Laboratorio
La Ética en La Empresa - Laboratorio
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ENFRENTANDO LAS PREOCUPACIONES
ETICAS DE LAS ORGANIZACIONES
A medida que nos acercamos al siglo que viene, crece en nosotros la preocupación
por la moralidad de nuestras instituciones. A veces esas preocupaciones constituyen una
respuesta a individuos que utilizan su situación dentro de las instituciones para obtener
ventajas egoístas. A veces son respuestas al daño que las instituciones producen en nuestro
ambiente social y natural. En otras ocasiones responden al sufrimiento que las instituciones
imponen a sus propios empleados y gerentes. Estas preocupaciones han llevado a muchos a
abogar por la enseñanza de la ética a los alumnos que ingresaran en esas instituciones y a
los empleados y gerentes que ya están en ellas. Pero, ¿Qué necesitan aprender esas
personas?
Hay quienes sostienen que las organizaciones tienen que aprender a ser
responsables. ¿Se puede enseñar la responsabilidad? Depende de lo que entendamos por
responsabilidad. Si lo queremos decir es que tienen que rendir cuentas, las organizaciones
en efecto pueden aprender que deben rendir cuentas de sus acciones, pero generalmente lo
aprenden debido a multas gubernamentales o procesos judiciales iniciados por
consumidores o empleados. Sin embargo, estas “lecciones” éticas tienen limitado, ya que
solo proporcionan información sobre lo que no se puede hacer. Aunque ese enfoque ético a
veces es necesario, realmente no modifica la capacidad de la organización para hacer lo
correcto, sino solo su aptitud para equivocarse. Necesitamos una definición mas amplia de
la responsabilidad si lo que queremos es influir en el corazón de la vida de la organización.
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La responsabilidad negativa se refiere a la obligación de no causar daños. Las empresas
tienen la responsabilidad negativa de no dañar el ambiente, no fabricar productos
peligrosos, no explotar a los obreros, etcétera. En cambio, la responsabilidad positiva
implica obrar bien: por ejemplo, capacitar y otorgar poder a los empleados, proporcionar un
buen retorno a la inversión, contribuir al desarrollo de la sociedad, etcétera. El significado
positivo se funda esencialmente en la capacidad de respuesta. Las organizaciones tienen
recursos para responder a sus miembros, a su sociedad y al mundo en general. Los
miembros de las organizaciones pueden aprender a ser responsables, a considerar
seriamente como deben responder a los problemas con los que se encuentran.
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EL PROCESO DE LA REFLEXION ETICA
Desarrollamos una agenda con tres partes: compartir la información, herramientas para el
análisis, y después discusión. Yo estaba a cargo de la segunda parte. Les proporcione a todos
algunos conceptos para evaluar sus relaciones con el trabajo y también con las organizaciones.
Todo ocurrió según lo planeado hasta que llegamos a la etapa de discusión.
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Ciertamente el grupo se enfrentaba con un problema importante que requería
reflexión ética, si entendemos por ética el proceso de decidir lo que hay que hacer. Pero en
realidad su práctica de la reflexión ética nunca abordo los desacuerdos. No intento mostrar
porque una posición era mejor que otra ni analizar los puntos y las debilidades de las
diversas posiciones. No se plantearon desafíos. Cada miembro dio a conocer “de donde
venia”, pero el conjunto no aprendió a donde tenía que ir la organización. Aprendieron a
comprenderse mejor entre sí, pero no aumentaron su comprensión de los puntos débiles y
fuertes del proyecto. No tenia habilidades para desafiarse entre si de una manera
constructiva y abordar con eficacia el desacuerdo. Carecían de aptitud para la comunicación
y de herramientas conceptuales para participar en un buen análisis de la propuesta.
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Para que el análisis de la argumentación sea fructífero, los miembros tienen que
saber que sus opiniones serán consideradas seriamente y que el análisis se centrara en los
puntos fuertes y débiles de sus argumentos y no en los de carácter personal. Todos los
participantes deben estar protegidos del ataque personal y ser desafiados a sostener todas
las opiniones. Para que las diferencias resulten productivas, los participantes tienen que
superar toda tendencia a ponerse a la defensiva y evitar el conflicto: también tienen que
comprometerse recíprocamente en el examen abierto de los materiales que todos los
miembros aportan a la discusión.
Las personas discuten no solo sobre juicios de valor y supuestos sino también sobre
la información, y he descubierto que alguna habilidad para analizar las generalizaciones, las
relaciones de causa y efecto, las relaciones entre las partes y el todo y para encontrar
semejanzas y desigualdades, ayuda a los participantes a plantear interrogantes cuando
dudan de los hechos presentados. Sin embargo no saben cómo expresar esas dudas del
mejor modo posible. El capitulo 6 presenta varios modos eficaces de evaluar los enunciados
facticos. El proceso de reflexión ética incluye la consideración de observaciones, juicios de
valor y supuestos, así como su utilización conjunta para exponer razones de peso favorables
a un curso de acción propuesto. Este proceso puede ayudar a quienes toman decisiones a
hacerlo lo mejor posible, en todos los niveles de la organización.
Cuando los grupos han llegado a una decisión, una buena pregunta es “Y ahora
que”. La respuesta requiere que atendamos al sistema de la organización, porque en muchos
casos las decisiones buenas solo se instrumentaran si de algún modo son compatibles con
ese sistema. Si no concuerdan con este, el sistema mismo debe ser cambiado antes de que
las personas puedan hacer lo que han decidido que es correcto. Dada la importancia del
sistema de la organización para llevar a cabo los resultados de la reflexión ética, y como el
sistema determina que los recursos sean o no distribuidos con justicia, las organizaciones
responsables necesitan desarrollar una ética de los sistemas para orientar su diseño y
administración.
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justicia que debe practicar y los derechos individuales que tiene que respetar. Si un sistema
es justo y respeta los derechos, los grupos tendrán el poder para hacer lo correcto.
En las últimas décadas, los diversos vinculados a las organizaciones han expresado
sus derechos. Los trabajadores hablan del derecho a organizarse, del derecho a igual salario
por igual trabajo y a la igualdad de oportunidades. Derecho al juego limpio, a la huelga, al
aprendizaje, al debido proceso y a condiciones seguras de trabajo. Los consumidores hablan
del derecho de productos seguros, al trato honesto, a la información y al debido cuidado.
Los ciudadanos hablan del derecho a un medio ambiente seguro y no contaminad, a obligar
el uso de la tierra, al crecimiento controlado y a la estabilidad económica. Los inversores
hablan del derecho a la utilidad, a la administración eficaz y a la responsabilidad fiduciaria.
Las empresas reclaman el derecho a hacer negocios, a contratar y despedir personal y a
formar a los empleados. Pero el énfasis puesto exclusivamente en los derechos tiende a
ignorar los sistemas de organización dentro de los cuales aparecen las reclamaciones.
También tiende a ignorar la necesidad de examinar el sistema y particularmente el modo en
que el sistema distribuye su poder. En otras palabras, ignoran la importancia de la puesta en
practica, por otra parte de la organización, de la justicia interna y externa. La importancia
de la justicia ha sido claramente formulada por John Rawis: “La justicia es la primera
virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento.
Por elegante y económica que sea una teoría, debe ser rechazada o revisada si es falsa: de
modo análogo, las leyes e instituciones deben ser reformadas o abolidas si son injustas, por
eficientes y bien ordenadas que sean” (1971, pag.3). Pero reconocer el significado de la
justicia no basta para saber que tipo de justicia tienen que practicar las organizaciones. Esta
claro que no practican una justicia igualitaria. De hecho, la estructura de una organización
determina un amplio conjunto de “desigualdades”. ¿Cómo es posible justificarlas? En el
capitulo 8 se presentaran algunas estrategias para responder a esta cuestión.
Desde luego, una organización no es solo una red de relaciones de poder sino
también una red de personas. Por un lado, las organizaciones estructuran las relaciones para
lograr alguna meta de organización. Los cargos, las posiciones, las descripciones de tareas
y los organigramas esbozan la estructura del sistema de la organización. Por otra parte, una
organización es también un conjunto de personas, y la interacción de ellas en el ambiente
de trabajo es mucho más significativa que lo establecido en el papel, en el organigrama. En
términos simples, las organizaciones organizan a seres humanos. Son al mismo tiempo
sistemas y comunidades. Las personas hablan y actúan, escuchan y reaccionan, responden o
se retractan. Una ética de los sistemas tiene que considerar de que modo el sistema de la
organización afecta a su comunidad humana, especialmente en términos de derechos
humanos y justicia de organización.
Como comunidades humanas, las organizaciones son lugares comunes en los que
las personas se convierten en alguien mientras hacen algo para la organización. Son el lugar
donde uno “se gana la vida”, en el doble sentido de obtener los medios necesarios para vivir
y desarrollar el significado de la vida. Como las organizaciones son comunidades humanas,
los miembros hacen preguntas no solo sobre su supervivencia sino también sobres sus
derechos humanos y sobre la justicia social. Lo que pensamos acerca de cómo debe
practicarse la justicia en las organizaciones, o acerca de que significa realmente respetar los
derechos de la persona, depende no solo de nuestra comprensión de estos criterios éticos
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sino también de nuestros supuestos sobre cómo funcionan las cosas en una organización y,
mas en general, de nuestros supuestos sobre nosotros mismos y los otros. De modo que una
ética de los sistemas, así como el proceso de la reflexión ética, finalmente requieren un
método para analizar los supuestos básicos. Esto nos conduce a nuestra tercera
preocupación: los supuestos básicos de una organización y sus miembros.
Los tipos de supuestos que tienen una pertinencia particular para la reflexión ética
son los que Schutz ve como determinados por un “motivo pragmático” (1973, pag.6). A
esos supuestos podríamos considerarlos conocimiento implícito de cómo conseguir que
algo se haga, o supuestos sobre “cómo funcionan las cosas”. Por ejemplo, dos grupos
pueden usar la justicia como juicio de valor, pero uno la promueve desarrollando reglas y
otro estimulando la interacción social. Incluso, aunque los grupos compartan sus valores,
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sus supuestos acerca de cómo la justicia se convierte en realidad son diferentes. El capitulo
9 muestra el modo de profundizar el análisis de este y otros supuestos.
Este libro se funda en el principio de que las personas pueden discutir lo que debe
hacerse en las organizaciones. En un nivel, desde luego, la comunicación es necesaria para
el mantenimiento de cualquier organización. En otro nivel, el tipo de discusión requerida
por la reflexión ética no debe darse por sentado. Para que las organizaciones emprendan la
reflexión ética como medio para aumentar su capacidad de respuesta –su responsabilidad-
deben desarrollar una cultura en la cual el análisis ético de su proceso de toma de
decisiones no solo sea lógico sino también de sentido común.
El capitulo 7 trata nuestra segunda preocupación principal: una ética de los sistemas.
Presenta un enfoque sistémico de las organizaciones y analiza las conexiones entre los
sistemas de poder. Como ni los sistemas ni el poder tienen su propio mecanismo de
orientación, el capitulo 8 aborda las ideas de derechos y justicia como pautas para
determinar cuáles desigualdades se justifican en las organizaciones. El capitulo 9 plantea la
cuestión de los supuestos básicos y muestra como analizar la relación entre tales supuestos
y los juicios de valor en la vida de la organización. También examina algunos supuestos
sobre la vida y el funcionamiento de las organizaciones. Las alternativas desarrolladas
permitirán al lector examinar sus propios supuestos. En el capítulo 10 se retoman nuestros
supuestos sobre la comunicación de las organizaciones, dado que estos determinaran que
las personas se comprometan o no en reflexiones éticas en el trabajo. El capitulo 11 unifica
gran parte de lo presentado en el libro, primero describiendo algunas de las condiciones
necesarias para que la ética opere en las organizaciones, y a continuación proporcionando
algunos planes de capacitación en el proceso de la reflexión ética. Las hojas de trabajo del
capitulo 11, a las que hace mención en el libro, son útiles a medida que se avanza en su
lectura. También pueden utilizarse como material para la formación de grupos.
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COMO DESARROLLAR UNA PERSPECTIVA ETICA
Frente a una reducción del ingreso proyectado para el año siguiente, la dirección envió un
memorando a los distintos jefes de departamento para que recortaran sus gastos en un 20 porciento.
El memorando decía también que los jefes de departamento podrían decidir si incluir o no a su
personal en la decisión acerca del modo de realizar el recorte.
El jefe del departamento financiero, Jill Wong, estudio los costos y beneficios de incluir a
todo el departamento. Por un lado pensó que sería bueno para el departamento que la participación
del personal elevara la moral. Por otra parte, le costaría al departamento tiempo de trabajo y tal vez
incluso le impediría alcanzar sus metas. También era posible que el personal desarrollara una
alternativa inaceptable para la gerencia –un costo potencial- Jill considero los costos y los
beneficios de incluir al personal porque su decisión dependía de que prevalecieran unos u otros.
Si repasamos de que modo Jill y Ray pensaron en sus elecciones, resulta claro que
Jill empleo una perspectiva económica y Ray una perspectiva psicológica. Los
administradores de otros departamentos podrían tener otras interpretaciones de la situación
en función de sus perspectivas, que dependían de su capacitación, su subgrupo y su vida
personal y social.
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Las preguntas que una perspectiva ética nos alienta a formular llevan a pensar en
algunas cosas que otras perspectivas pasan por alto. Por ejemplo, la pregunta ética “¿Estoy
siendo responsable para con los otros?” puede sacar a la luz las obligaciones que tenemos
recíprocamente. El lenguaje de la responsabilidad, desde luego, representa solo una parte
del lenguaje de la ética. La disciplina de la ética trae consigo una rica tradición y una gran
variedad de enfoques para interpretar la conducta humana. Cada enfoque configura la
situación de una manera especial, permitiéndonos ver cosas que probablemente no se
vieron antes.
Aunque es necesario hablar con un vocabulario particular para adoptar una cierta
perspectiva, este no garantiza que dicha perspectiva realmente se asuma. Las palabras
pueden quedar separadas de su visión original del mundo, y las personas pueden emplearlas
con libertad. Esto sucede de continuo.
La ética supone que las personas tienen libertad y poder para responder –esto es,
responsabilidad y poder para considerar opiniones diferentes, analizar los puntos fuertes y
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débiles de las opciones y elegir sobre la base de los meritos de cada alternativa-. Estos
supuestos proporcionan una perspectiva de las situaciones y un modo de responder a las
diversas partes involucradas y pueden refinarse adicionalmente examinando algunas de las
principales características de una perspectiva ética de la conducta humana. Una perspectiva
ética se centra en la acción y no en la conducta, busca las razones que justifican actos en
vez de explicar conductas y reconoce la diferencia entre el “debe ser” y el “es”.
La primera oración, ¿no se refiere mas a la etiqueta o, tal vez, a una ética negativa,
de no hacer nada incorrecto –los miembros no crearon problemas-, mientras la segunda se
refiere a que se promulgo legislación correcta? Incluso cuando comportarse bien tiene
como consecuencia una conducta moral, su significado denotativo se refiere mas a
adecuarse a las reglas que a usar el propio poder (aptitud) para dar una respuesta apropiada.
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Cuando uno considera si debe aceptar la teoría conductista, de inmediato resulta
aparente una inconsistencia: ¿Cómo preguntarse si uno acepta una teoría que niega la
posibilidad de tales elecciones? Esta inconsistencia puede verse en la apelación de Gullett y
Reisen a que los gerentes emprendan la modificación de la conducta: “Finalmente,
necesitamos convencernos del valor y la utilidad del enfoque operante para la motivación.
Ha demostrado su utilidad, pero solo puede tener éxito si lo estudiamos, lo comprendemos
y tenemos el coraje de aplicarlo (1980, pág. 219). Las decisiones de estudiar y comprender
y especialmente el coraje de aplicar, no pueden explicarse desde el conductismo. Estas
inconsistencias aparecen siempre que las personas asumen respecto de los otros una
perspectiva distinta de aquella con la que se ven a si mismas.
Como se puede usar el lenguaje ético para controlar la conducta presionando a otros
a fin de que se sometan a reglas éticas, o bien para otorgarles poder haciéndolos participar
en el proceso de la reflexión ética, es necesario que aprehendamos completamente la
perspectiva requerida para el análisis ético. Para lograr la equivalencia necesaria entre lo
que decimos y lo que vemos, tenemos que desarrollar una perspectiva de la conducta
humana que suponga que las personas hacen algo más que simplemente comportarse y que
también ponderan y actúan basándose en su mejor juicio. Al observar la conducta humana
buscamos la acción responsable y no la conducta condicionada. Al preguntar por las
razones de tal acción, buscamos una justificación y no una explicación (nuestro segundo
refinamiento de la perspectiva ética).
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en perjuicio de otra. Las dos interpretaciones pueden ser validas. En realidad son
complementarias: también son diferentes.
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La disminución entre el “es” y el “debe ser” en muchos sentidos es paralela a una
disminución entre ética descriptiva y ética normativa. La ética descriptiva expone como
actúan las personas y explica su acción en los términos de los juicios de valor y de los
supuestos de esas personas. La ética prescriptiva o normativa estudia de qué modo deben
actuar las personas y analiza los juicios de valor y los supuestos que justificarían esas
acciones. Aunque la ética descriptiva nos aumenta la comprensión de nosotros mismos y de
los otros, y por lo tanto de la conducta correcta, tenemos que elegir como debemos actuar y
determinar cómo podemos justificar tales acciones. Estas se basan en nuestros juicios de
valor y en última instancia, en nuestros supuestos. Las diferencias entre la ética descriptiva
y la normativa son paralelas a las otras diferencias que hemos reseñado, como lo muestra la
siguiente lista:
También sirven como base para la decisión de Rosalee de seguir estudiando. Tales
creencias expresan nuestros supuestos sobre la realidad, sobre lo que es. Introducen en
nuestra perspectiva la dimensión del “es”, en un nivel que ya no es el de la observación.
Tampoco atribuimos agencia moral a los recién nacidos o a los niños pequeños.
Aunque en general tienen potencial para convertirse en agentes morales, todavía carecen de
capacidad para realizar juicios morales. Por ello tenemos tribunales de menores. No está del
todo establecido en qué momento las personas se convierten en agentes morales y las
cuestiones implícitas son muy complicadas. Tal vez tienen poder y se les podrían pedir
cuentas a una edad temprana en algunas situaciones, pero no en otras. Tratar a niños muy
pequeños como si fueran moralmente competentes es sin duda erróneo. Algunas actividades
humanas simplemente no deben interpretarse moral o éticamente – esto es, en los términos
de lo correcto y lo incorrecto, o del bien y el mal-. Como nosotros nos interesa
primordialmente la práctica de la ética en las organizaciones adultas, podemos dar por
sentada la agencia moral hasta que no sorprenda su ausencia.
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De modo que nuestro primer supuesto básico es que los miembros de las
organizaciones –nuestros colaboradores- son agentes morales. En contraste con una
perspectiva conductista, que podría tratar de manipular la conducta de otros por medio de
sistema de recompensa y castigo, o por medio de técnicas modernas de modificación de la
conducta, una perspectiva ética considera que los otros son individuos con poder y voluntad
propios. Si Jill y Ray aplicaran una perspectiva ética. ¿cree el lector que elegirían incluir a
sus colaboradores en la resolución del problema de cómo abordar el recorte presupuestario?
Desde una perspectiva ética, la percepción de la capacidad moral del personal –de su poder
y libertad para elegir lo que es correcto hacer- bien puede significar que elegirán incluir a
los colaboradores.
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de nuestras acciones que dan forma a nuestras comunidades, influimos en nuestro
desarrollo y en el desarrollo de los otros” (Kammer, 1988, pág. 141).
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actos. Manuel Velásquez, por ejemplo, sostiene que solo los individuos toman realmente
decisiones y actúan. Piensa que llamar a sus actos “actos corporativos” es solo una
convención lingüística (1988, pág. 21). Por otro lado, es cierto que las corporaciones son
“ficciones legales”, lo que significa que su status legal depende de la ley y no de sus
existencia real. En cierto sentido, las corporaciones solo existen a gusto y placer de los
gobiernos que le aseguran su status. El pueblo por medio de su gobierno representativo,
siempre pueden disolverlas. Como se demostrara en el capítulo 8, aunque las corporaciones
tengan algunos derechos legales o civiles de los seres humanos. Por lo tanto tiene sentido
distinguir entre seres humanos y corporaciones.
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Mientras French interpreta las corporaciones como poseedoras de intenciones y por
lo tanto de agencia moral. Velásquez sostiene que solo las personas humana tienen
intenciones. Para Velásquez (1983) las intenciones tienen que ver con los movimientos
mentales y corporales y puesto que las corporaciones no tienen un cuerpo humano no
pueden tener intenciones. Quizá podamos resolver esta diferencia trazando una distinción
entre motivo e intención. El motivo seria la “motivación” de una persona, o sus mas
subjetivas razones para actuar. La intención se refleja en la elección de un acto en
particular. Por ejemplo, yo puedo estar motivado por la calidad y hablarle a un colaborador
sobre su trabajo mediocre. También podía motivarme la cólera. Pero esta motivación difiere
de lo que quiero hacer: hablarle a mi colaborador. También podría expresar mi
preocupación hablándole al superior. Si esta distinción es válida, podríamos decir que las
corporaciones no tienen motivos pero si tienen intenciones como afirma French.
Sin embargo, llamar a una corporación persona moral parece extraño. La persona
era originalmente la máscara que llevaban los actores en el teatro griego: quizá se emplee
ese término para “enmascarar” cualquier proceso de toma de decisiones. Pero generalmente
usamos la palabra con el sentido de “personal”, denotando la subjetividad de la existencia
humana. Las corporaciones no poseen este tipo se subjetividad. Como dice Velásquez, las
corporaciones no experimentan placer o dolor (1988, pag.20). De modo que cuando
decimos que son personas morales no aplicamos el termino con su uso normal. Una mejor
expresión seria, simplemente, agente moral o agencia moral. Charles McCoy, por ejemplo,
usa “agencia moral” en su análisis de la toma de decisiones corporativas: “La agencia moral
corporativa no consiste en la adhesión a una lista de normas ideales. Se refiere al proceso
de elegir ciertas metas en lugar de otras, seleccionar medios para alcanzarlas, establecer
normas para la ejecución, orientar la instrumentación y evaluar los resultados” (1985,
pag.72). Afirmando la agencia moral de las organizaciones podemos atribuirles las mismas
características que a los agentes morales humanos: poder para elegir y responsabilidad de
las elecciones realizadas.
Volviendo el caso del Valdez, la noción de agencia moral corporativa nos ayuda a
comprender porque la Exxon es también responsable. Las políticas de la Exxon sobre la
responsabilidad de los empleados, el tipo de barcos que se usaron y los requerimientos de
seguridad se desarrollaron por medio de las estructuras corporativas para la toma de
decisiones y respondían a razones corporativas. Podemos decir que en este sentido tanto los
individuos como las corporaciones pueden verse como agentes morales. Algunas de estas
decisiones –por ejemplo, la de usar solo petroleros seguros- deben tomar en cuenta el
problema de la competencia internacional y por lo tanto requieren un enfoque sistémico,
que examinaremos en el capitulo 7. Como veremos, los participantes de sistemas son
también responsables de sus diseños. La Exxon resultaría así mismo condenada por la regla
de la “responsabilidad estricta” (strict liability) según la cual, sea quien fuere el culpable, el
actor debe reparar el daño, mas o menos como cuando uno pide prestado un automóvil. El
dueño espera que se lo devolvamos en el mismo estado. De manera análoga, las
comunidades pueden esperar que cuando las corporaciones “toman prestados” recursos
naturales para sus negocios se aseguraran de restituir a esos recursos su condición previa.
En tales casos, las corporaciones son responsables incluso de daño accidental porque han
elegido asumir el riesgo. Esa elección las hace responsables.
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Después de haber reconocido que tanto los individuos como las corporaciones son
agentes morales, debemos saber como están relacionadas entre si. Larry May piensa que
debemos ver a los individuos actuando “vicariamente” por la organización “Actuar
vicariamente significa que una persona actúa a través de una persona cuya acción es
entonces interpretada como acción de la entidad” (1987, pag.51). La noción de acción
vicaria nos impide olvidar que las corporaciones no puede actuar por si mismas. Si nadie se
presenta a trabajar, la organización no puede actuar. Creo que la mayoría de las personas
estará de acuerdo con la opinión de May en cuanto a que una organización “no es una
entidad especifica que actúa sino un proceso a través del cual se producen acciones” (1987,
pag.43). Durante ese proceso, a veces los individuos deciden realizar actos que también
habrían elegido para ellos mismos: en otros casos apoyan decisiones que ellos no habrían
tomado, pero que son las mejores para la corporación. Esos individuos justificaran su
decisión con el objetivo y las normas de conducta de la corporación y no con los suyos
propios. Lo que es bueno para la corporación, así como lo que es bueno para ellos como
individuos. Puesto que todo el proceso se caracteriza por elecciones que comprenden el
objetivo y las políticas de la corporación, el diseño del proceso y la selección de los
participantes, la corporación puede considerarse un agente moral. Para explorar que
elecciones tiene una organización cuando se enfrenta con una cuestión en particular, se
puede utilizar el test propuesto en la muestra 2 del capitulo 11, que pregunta por la
decisión, las opciones y las razones para la selección de una opción.
El proceso para realizar tal elección merece todos los recursos que pueden reunirse
para asegurar que sea la correcta. Este proceso puede sacar partido de la reflexión ética
porque, como veremos en el capitulo siguiente, el proceso de la reflexión ética aumenta los
recursos para tomar decisiones sobre lo que se debe hacer. El proceso de la reflexión ética
depende de que las personas adopten una perspectiva ética de la acción y de las
organizaciones humanas. Sin esa perspectiva, la reflexión ética puede perder su propia
integridad con demasiada facilidad y convertirse en un instrumento de innumerables
propósitos.
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