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Ética Personal, Profesional y

Corporativa
Por Norberto Figuerola, desde Argentina

Introducción

Como instructor de Project Management he dictado varios cursos y seminarios,


incluyendo los relacionados con la preparación de los estudiantes en el examen que
toma el PMI para la certificación profesional PMP. Como en dicho examen se agrega
además de las nueve áreas de conocimiento preguntas sobre ética profesional y
diversidad cultural, siempre tuve la inquietud de escribir algún artículo al respecto,
sobre todo porque también he dictado cursos exclusivos de Etica.

El factor disparador del presente escrito fue recibir la revista mensual PM Network de
Octubre 2008, en donde se presentaron una serie de artículos relacionados con la
responsabilidad social y ambiental que tienen las empresas y de hecho los PM cuando
encaran sus proyectos. Permitanme resumirles algunos párrafos de la editorial
normalmente escrita por el presidente y CEO del PMI Gregory Balestrero: “Que
pensaría el lector si esta fuese la última tirada de la revista dado que la pobre gestión de
recursos del planeta lo ha deforestado y no tenemos más papel ? El compromiso social y
con el planeta hará que más y más proyectos serán medidos en términos de ganancias
sociales y al medio ambiente y no tanto económicas. El PMI invita a repensar a sus
miembros en el modo en rehacer las cosas, tal es asi que la propia revista comenzará a
publicarse en un papel más protector del medio ambiente reconocido por el SFI, lo que
significa que proviene de bosques que son manejados en forma sustentable”. Los
proyectos que presenta dicha tirada nos hacen reflexionar en el grado en que muchas
empresas están observando el impacto social y ambiental de sus proyectos, el grado de
sustentabilidad de sus procesos productivos y la nueva ola “green”. CSR (Corporate
Social Responsability) o RSE (Responsabilidad Social Empresarial) ya no es solo un
grupo importante de organizaciones mundiales (ong‟s y org‟s) en búsqueda de un
mundo mejor y más justo sino que está ya instalada en las grandes compañías y
corporaciones y está siendo promocionada además dentro de las pequeñas y medianas.

La mayoría de las asociaciones profesionales, institutos y entes de certificación


profesional como el PMI®, verifican, controlan y estimulan el comportamiento ético de
sus asociados, favoreciendo a aquellos que, entre otras cualidades, tengan alguna
participación en tareas comunitarias. Dichas organizaciones ven aumentado su prestigio
si sus miembros y asociados son reconocidos por sus pares, por sus clientes y por la
sociedad en general como personas con altos estándares éticos.

Fraudes contables, acciones y decisiones empresariales que perjudican a personas,


sociedades y al medio ambiente, generan en quienes resultan afectados y en la opinión
pública en general una demanda de transparencia más que evidente en la actualidad. En
el contexto del gerenciamiento de proyectos, resaltamos la temática de la ética en la
necesidad de determinar la integridad organizacional, la relación entre dicha integridad
organizacional y la del proyecto, la responsabilidad ética del gerente de proyecto,
incluyendo el comportamiento ético en el éxito tanto del proyecto como de la
organización. Estos temas exceden la simple consideración del cumplimiento o no de
leyes y normas (delitos, sobornos, extorsiones, tráfico de información confidencial,
prácticas comerciales cuestionables, discriminación, contaminación, etc.). Se incorporan
a la jerga profesional conceptos como “desarrollo sustentable”, “stakeholders”,
“accountability”, responsabilidad social, etc., que cambian el fin clásico que primaba
antes en las empresas, como era el de solamente dar la mayor rentabilidad y rendir
cuenta a sus accionistas, propuesto por Milton Friedman, sumándole a esto también las
consecuencias del accionar de las empresas sobre el medio ambiente, los empleados y la
sociedad en la que se desarrollan, mediante una visión socioeconómica de bienestar
social.

No es el propósito detallar en este artículo el Código de Ética y Conducta Profesional


del PMI vigente desde el 1ro de enero de 2007, que incluye disposiciones obligatorias
sobre las cuales todos los miembros voluntarios y los certificados serán tenidos como
responsables, incluyendo por ejemplo temas de conflictos de intereses. Sólo como
resumen comentaremos que consta de 5 capítulos el primero nos habla sobre la visión y
aplicabilidad del Código (Incumbe a todos los miembros del PMI®, no-miembros que
posean una certificación del PMI®, no-miembros que se postulen a un proceso de
certificación en el PMI® y no-miembros que desarrollan una actividad voluntaria en el
PMI®). El resto de los capítulos está dividido en secciones que contienen estándares de
conducta alineados con los cuatro valores identificados como más importantes para la
comunidad de Gerentes de Proyecto que forman la base de la toma de decisiones y que
guían sus acciones: Responsabilidad, Respeto, Justicia y Honestidad.

Moral y Ética

Abordar un tema tan importante y amplio como es la ética, no es tarea sencilla. Su


amplitud e implicancias hacen que podría ser analizada desde muchos ángulos. Como
primer paso puede ser apropiado hacer un acercamiento al concepto o definición de la
misma: “Parte de la filosofía que trata de la moral. Comprende las obligaciones que el
hombre como ser racional y moral, tiene para con Dios, para con el prójimo y para
consigo mismo. La ética, por lo tanto, aparte de su base primordial, nuestras
obligaciones para con el Supremo Hacedor, tiene un fondo eminentemente de moral
social casada en la justicia, y estudia no los actos como son en sí, sino con relación a lo
que idealmente debe ser”.

“La Ética se propone, no se impone.” El actuar bien y correctamente es algo que no


viene de fábrica. La honestidad es un valor que se aprende y este discurso debe venir
acompañado por la acción. La honestidad es también tener memoria de lo que se dijo y
de lo que se hizo. “Ética (del griego ethika, de ethos, „comportamiento‟, „costumbre‟),
principios o pautas de la conducta humana, a menudo y de forma impropia llamada
moral (del latín mores, „costumbre‟) y por extensión, el estudio de esos principios a
veces llamado filosofía moral. La ética, como una rama de la filosofía, está considerada
como una ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la conducta humana, y
para distinguirse de las ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, y de las
ciencias empíricas, como la química y la física. Las ciencias empíricas sociales, sin
embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos con los intereses de la
ética ya que ambas estudian la conducta social. Por ejemplo, las ciencias sociales a
menudo procuran determinar la relación entre principios éticos particulares y la
conducta social, e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la formación
de esos principios.

Al hacer un primer análisis de estas definiciones, podemos encontrar algunos elementos


básicos que intervienen; por un lado, el hombre y sus conductas, y por otro, referentes o
bases para definir las conductas esperadas o ideales. Sobre la base de estos elementos se
comienza a analizar las conductas humanas con relación a las esperadas, para
determinar si son correctas o no. El ser humano, de una u otra forma, se cuestiona
siempre acerca de su propio comportamiento. Una de las preguntas más palpitantes y
frecuentes es aquella que se dirige al modo de juzgar nuestra conducta. Dicho más
brevemente: ¿Cómo saber si mi acción es buena o mala, acertada o equivocada,
facilitadora de mi felicidad o entorpecedora de ella? Podría afirmarse que precisamente
de la ética depende la respuesta que demos a esta pregunta. En contestar a cuestiones
como la que acabamos de formular consiste la ética. Se plantea así la conveniencia de
llegar a los últimos fundamentos de la conducta humana. La necesidad de poder
fundamentar racionalmente la moralidad de los actos humanos, es decir, determinar con
seguridad su bondad o malicia.

Todo el mundo emplea a la ligera los calificativos “moral” y “ético” usándolos


indistintamente. Si se le pregunta a la gente cual es la diferencia, la mayoría no tiene
idea, sin embargo podemos establecer una distinción. La Ética se refiere a una teoría o
sistema que describe que es el bien y por ende que es el mal. La Moral se refiere a las
reglas que nos dicen lo que debemos hacer y lo que no. Las reglas según las cuales
vivimos constituyen la moral, los sistemas que generan dichas reglas constituyen la
ética. La ética trata sobre lo teórico mientras que la moral sobre lo práctico. El desafío
consiste en tener un sistema ético personal al que poder remitirse en busca de directrices
morales, comenzando por pensar que es bueno y que es malo. Ese problema ha
desconcertado a los filósofos de todos los tiempos.

Determinar que es el bien, tal vez sea la pregunta más antigua de la filosofía y sobre la
cual no existe una respuesta precisa, la filosofía hindú tal vez es más práctica al decir
que hacer el bien es actuar asegurándose de no causar daño a los seres sensibles (una
forma muy sencilla de medir el bien).

La Ética en la formación de Profesionales

El sistema de valores de cada persona es, en gran parte, adquirido y establecido durante
los primeros años de vida por influencia de su entorno familiar, social y cultural. El
mismo puede ser modificado según la interacción social del individuo con otros
sistemas de valores. Los valores pueden ser estables y permanentes en el tiempo según
la forma en que sea adquirió. Algunas de las fuentes clásicas de la Ética de cada
individuo proviene entonces de :

• La familia y los valores éticos que nos han sido pasados

• La Religión

• La cultura académica y formación

• Amigos y Relaciones
• Experiencias de vida personal

• Experiencias de otros

• Razonamiento y Filosofía

Los cimientos para comenzar a construir una organización éticamente sólida, serán
formados por el personal en todos los niveles que esté identificado con la ética, que se
preocupe y reflexione sobre lo correcto de sus comportamientos. En este aspecto
quienes están relacionados con la formación de las personas, tienen una responsabilidad
muy grande en procurar dar un perfil claramente ético a su tarea. Aquí la educación
tiene un rol fundamental, y en particular la Universidad, que es la responsable de la
generación de profesionales que serán luego recursos claves en las empresas. Desde ésta
óptica es apropiado también analizar qué se puede hacer desde lo académico para
fortalecer la ética en las organizaciones.

En el mundo empresarial, profesional y académico, existe desde hace años tanto en la


Argentina como a nivel mundial, una tendencia, y en algunos casos una declarada
decisión de política educativa, a incorporar en la formación de profesionales de todas las
especialidades las temáticas de la ética en general, la ética profesional en particular y
todas las problemáticas englobadas actualmente bajo la denominada Responsabilidad
Social Empresaria (RSE). Hasta no hace mucho tiempo, la ética era vista como una de
esas virtudes intangibles que se esperaba existan en las organizaciones, pero con poco
esfuerzo consciente de parte de sus líderes. Escándalos notorios de público
conocimiento, como por ejemplo los fraudes en las empresas Enron y Worldcom en
EEUU a inicios del siglo XXI, dejaron al descubierto la pobre o a veces nula formación
ética de muchos profesionales de todo nivel jerárquico, y promovieron el dictado de una
legislación más adecuada en los Estados Unidos (Ley Sarbanes-Oxley en 2002). De
alguna manera esto también indujo a prestigiosas universidades y altas casas de estudios
del mundo a incluir exigencias de contenidos conceptuales y actitudinales vinculados a
la ética en carreras y cursos de formación profesional, grado y postgrado.

En realidad la cantidad de problemas éticos que vapulean a la sociedad, deben ser


encarados por todos los estamentos, si no es así, los esfuerzos aislados serán poco
efectivos. Tenemos que dejar de pensar que éste es un problema a ser resuelto “por
otros”. Con frecuencia se escucha: esto es responsabilidad de los políticos; el sistema es
corrupto; yo no puedo hacer nada ante todo esto; etc. Todos tenemos que hacernos
cargo de esta responsabilidad desde nuestros ámbitos de influencia.

Ética Personal y de Negocios

Cada individuo tiene sus propios códigos éticos en los cuales se basan sus
comportamientos. Podemos pensar que ellos son nuestras propias reglas que gobiernan
nuestro comportamiento. Si nos sentimos fuertes con nuestras reglas éticas nunca las
romperemos. Si no son muy intensas algunas veces dejamos que las condiciones
cambien la regla. Si somos indiferentes, frecuentemente dejamos que otros tomen las
decisiones.

La mayoría de las organizaciones o compañías tienen hoy sus códigos de ética los
cuales establecen la conducta esperada de sus empleados/miembros y las normas de la
misma. El comportamiento ético en el entorno diario es el resultante de la consideración
de ambos comportamientos (el personal y el de negocios). Generalmente en cualquier
cuestión o duda de problemas éticos relacionados con el trabajo, el empleador mantiene
el mayor poder y usualmente el empleador ejecuta su mayor presión en los asuntos
financieros. La diferencia más importante se manifiesta cuando elementos importantes
de la ética personal entran en conflicto con presiones impuestas por el negocio.

A escalas más cotidianas, la actividad profesional nos pone con frecuencia ante dilemas
éticos, situaciones donde se ponen a prueba los valores que todos poseemos y la fuerza
con la que estamos dispuestos a mantenerlos. En algunos casos, la inclusión de estos
temas para su estudio no solo proviene de las autoridades académicas sino de la
demanda de los propios alumnos, cada vez más interesados en programas vinculados
con la comunidad, con el sector de las ONG (organizaciones no gubernamentales) y
temas medioambientales como por ejemplo métodos para ahorrar energía y agua, el
control de contaminación, mejora de ambientes de trabajo, etc.

Ética y Liderazgo

El “Liderazgo Ético” es una necesidad que hace mejor y más rica a la empresa. Por el
contrario, si se busca el enriquecimiento acelerado y sobre bases ilícitas, la empresa se
condena a sí misma.

Ya en estos tiempos, nadie puede negar la importancia de la inteligencia emocional para


la toma de decisiones en las empresas; que el cliente es cada día más y más exigente y
más difícil de engañar; que el mundo entero se ha reducido por efecto del inmenso
desarrollo de las telecomunicaciones y que el temor a una demanda por efecto de un
error que afecte a terceros, es ahora muy latente en todos. Es por eso que la ética
empresarial está teniendo, hoy más que nunca, una presencia determinante en la
dinámica de las empresas modernas.

Es el momento de valorizar o revalorizar las actitudes y valores gerenciales, de tal


manera que se comprenda que la ética empresarial es ahora una necesidad y no una
virtud. Ciertamente, estudios actuales revelan que las empresas internacionales están
sometidas a una creciente presión para que las conductas de sus líderes de negocios se
adecuen a comportamientos éticos. Y algunos hechos confirman que las actitudes
relacionadas con malos manejos gerenciales están siendo castigados con multas
millonarias.

Más profundamente la ética empresarial, tiene mucha relación con el acatamiento de las
leyes, independientemente de los países en que se aplican. Y aún en aquellas naciones
donde existe la impunidad, la ética debe correr la suerte de emerger, para ubicarse sobre
los pilares de la corrupción, el tráfico de influencias y otras desviaciones mayores o
menores que atentan contra la vida y dignidad de las personas.

En la actualidad, hasta el gerente más pragmático necesita actuar con ética, porque el
actuar ético, está demostrando, que le da vida permanente a los negocios, todo porque se
adquiere credibilidad y confianza, y las personas terminan siendo leales a los productos
o a las marcas
Está comprobado que la adherencia a códigos éticos incrementa la efectividad del
liderazgo hasta en un 500%. Los individuos líderes con fuertes creencias éticas, que
demuestran un comportamiento constante y consistente con sus valores éticos, provoca
que sus seguidores puedan confiar y depender plenamente de sus acciones.

Ética en los Negocios

El conjunto de valores, principios y creencias que posee una organización de forma


distintiva se denomina como cultura organizacional, que es también definida “como el
conjunto de procedimientos y conductas gerenciales que sirven de ejemplo y refuerzan
los principios básicos” (Denison, 1991). Estos principios y procedimientos perduran al
tener un significado importante y compartido por cada uno de sus miembros.

La cultura de una organización se inicia a partir de la filosofía de sus fundadores y se


mantiene a través de la influencia y reforzamiento de sus líderes. La cultura determina
el criterio de aceptación de cada uno de sus miembros y es trasmitida de diversas
maneras: historias o anécdotas, rituales, símbolos materiales y lenguaje. Su estudio es
de gran importancia para el mejoramiento de la productividad y del clima
organizacional. La cultura organizacional influye en el comportamiento ético y
desempeño de la organización, tanto a nivel individual como en su conjunto. Las
diferentes organizaciones aplican normas éticas (códigos de ética) para orientar sus
relaciones y decisiones internas y externas. El comportamiento que expresa la
organización se encuentra influenciado o regido por lo que se ha denominado como
ética de negocios o empresarial.

La ética empresarial es el conjunto de principios y normas que guían el comportamiento


en el mundo de los negocios. La ética en las organizaciones puede ser afectada por
diversos factores: desarrollo moral de sus gerentes o líderes; sistemas de valores
individuales; contenido y fortaleza de la cultura organizacional; diseños estructurales de
la organización que permiten la ambigüedad; intensidad del problema ético.

Desde hace algún tiempo, más aun en la actualidad, la ética en los negocios ha sido
objeto de revisión por presentar dilemas éticos difíciles en distintas áreas y escenarios.
En ese sentido, es obligación de las empresas determinar si realmente están aplicando
actividades éticas y si son socialmente responsables. La responsabilidad social, es la
obligación hacia la sociedad asumida por las empresas más allá de las finalidades
económicas; tiene que ver con la forma como la organización afecta la sociedad en la
que existe. ¿Por qué la ética debe estar presente en los negocios? Una respuesta a esta
pregunta es que la ética debe gobernar todas las actividades humanas voluntarias, y
como los negocios son una actividad humana y voluntaria, también debería regir a los
mismos. Además, los negocios son una actividad cooperativa que exige un
comportamiento ético. Por ejemplo, un negocio se arruinaría si todos sus gerentes,
empleados y clientes llegaran a pensar que es moralmente permisible robar, mentir, o
quebrantar sus acuerdos con la empresa.

Hoy son varios los casos de empresas en todo el mundo que produjeron (o producen)
fraude, asociación ilícita, tergiversación de información económico-financiera, falta de
transparencia, corrupción, etc. Algunos pueden buscar causas en los sistemas de control
interno de las empresas o en las auditorías externas, que podrían ser débiles o que no
estén lo suficientemente desarrollados. También se apunta a las normas técnicas de la
contabilidad, que podrían estar mostrando fisuras en su estructura, por las que puede
ocultarse información en forma aparentemente legal. De esta manera se evita mostrar
datos que podrían comprometer a la empresa o desalentar a los inversores, usando
técnicas o movimientos que las normas no prohíben.

Aunque existan los mejores sistemas de control, siempre hay personas que pueden tener
el poder o la habilidad de estar por encima de esos controles, pudiendo vulnerarlos o
sortearlos. Si sus ambiciones son más importantes que la ética o valores, usarán ese
poder o habilidad para violentar los sistemas y alcanzar sus metas. De hecho las
corporaciones multinacionales hoy en día tienen más poder que los propios gobiernos.
Me permito sugerir al lector si tiene la oportunidad de ver el video “The Corporation”
(algunos capítulos pueden encontrarlos en Google), en donde queda manifestado que los
grandes grupos económicos mundiales produjeron niveles impredecibles de riqueza,
pero a que costo? Algunos ejemplos que podemos ver en dicho film permiten
comprobar la personalidad anti-social y amoral que tienen algunas corporaciones al
dañar directamente a los trabajadores, la salud, la biosfera, etc. La personalidad
sicopática de algunas empresas en la búsqueda de ganancias no tiene límites, hoy en día
animales, plantas, el ADN, vacunas, y quien sabe hasta que otro componente del planeta
es factible de ser patentado por las corporaciones.

Resulta patético y alarmante ver los nombres de algunas corporaciones como ejemplos
de este comportamiento (sobre todo cuando alguien trabajó o está trabajando en algunas
de esas empresas). El dilema se presenta en saber hasta dónde uno puede hacer valer sus
propios principios morales y éticos siendo que trabaja en una compañía que a veces no
los tiene. Personalmente me he encontrado con algunos de dichos dilemas y en algunos
casos me ha costado el empleo mismo. Las compañías las conforman individuos y
entonces será un gran desafío para las empresas o algún ente que las regule desarrollar e
implementar maneras para que todo el personal, desde los máximos gerentes hasta el
empleado de línea, se sienta motivado para que su comportamiento sea ético.

Que una empresa cuente con un personal que tiene claridad de principios éticos para
actuar, y además se siente valorado por eso, es un primer e importante paso para que
llegue a ser una empresa ética, como institución. Cuando una organización tiene una
definida vocación por la ética, su dirección está comprometida en resaltarla, teniendo el
deseo de mostrar los valores que creen que son los fundamentales, se puede utilizar el
Código de Ética para hacer explícito todo esto.

Muchas organizaciones buscan hoy crear su Código de Ética. Esta tendencia que a
primera vista puede asemejarse a una moda, parece estar entrando de forma más
profunda en el tejido social y en algunas empresas. Los ciudadanos en todo el mundo
dan muestras de cansancio con relación a la corrupción, al error, al hacer mal que se
corresponde con ser víctima de lo que otros hacen mal. Este trabajo se puede hacer entre
personas, colegas y competidores, que no tienen vergüenza de actuar bien y se disponen
a liderar el proceso de cambio que la sociedad ansía, el problema es no quedarse en una
intención puesta en un papel para demostrar que la compañía tiene sus valores éticos y
sociales sino en acciones concretas.
El concepto de RSE

La Responsabilidad Social Empresaria (RSE) marca la “evolución natural” de la cultura


empresaria y de la capacidad del management de asumir este compromiso, desde la
propia empresa y no desde normas legales o compulsivas. La empresa debe delinear sus
valores y direccionar desde allí sus objetivos como un “miembro productivo” de la
sociedad, encontrando el “valor económico agregado”. De allí que el concepto de RSE
resulta de “considerar seriamente la repercusión de sus acciones sobre la sociedad”. Así,
el valor central de la actividad empresarial es el valor social al actuar en la sociedad,
que puede cumplirse si se consigue un valor económico agregado

Asimismo, la RSE debe insertarse como una totalidad en los negocios de la empresa,
proveyendo medidas para las áreas de gestión y procesos de trabajo, que permitan
adoptar decisiones en términos de actividad y desarrollo armónico de la cultura de la
empresa. La evolución de la empresa se alcanza en la etapa en la cual la RSE se
integrará naturalmente, sobre la base del comportamiento dinámico que requiere fuerte
visión estratégica. Para que cualquier organización integre a sus herramientas de gestión
un modelo de ética empresarial, la empresa debe alcanzar el estadio de “madurez” social
y colectiva que identifique a la totalidad de sus integrantes con dicho modelo.

Andrew Starks señala que los directivos de empresas requieren asistencia concreta ante
dos clases de desafíos éticos: uno de ellos, consiste en identificar cursos de acción éticos
ante situaciones ambiguas, en donde deben tomarse decisiones en una zona gris, en la
que compiten entre sí objetivos aparentemente loables, pero irreconciliables. El otro
desafío se refiere a situaciones en las que, si bien se conoce el rumbo correcto a seguir,
la propia lógica competitiva y las presiones institucionales llevan a los directivos a
descarriarse, a pesar de sus buenas intenciones originales. En ayuda a éstos directivos de
empresa, hacen su contribución los expertos y consultores en ética de los negocios, con
un instrumental técnico desarrollado durante las últimas décadas en prestigiosas
universidades y centros de estudio. No obstante, la experiencia muestra la falta de
confort con que el mundo empresarial recibe el aporte de los expertos en ética de los
negocios.

El mundo empresarial tiende a percibir una flagrante falta de correspondencia entre sus
necesidades reales y los dictados y recomendaciones provenientes de los expertos en
ética de los negocios. En muchos casos, esta falta de correspondencia entre las
necesidades empresarias y el aporte de los expertos en ética, deriva de la propia lógica
del mundo de los negocios, en donde la acumulación del capital se encuentra asociada a
la capacidad de apropiarse de crecientes participaciones en el mercado, lo cual
obviamente se produce en detrimento de los otros participantes.

Un primer intento por superar estas limitaciones, han sido los Programas de
Conformidad (”compliance programs”), mediante los cuales las empresas llevan
adelante diversas acciones tendientes a forzar entre sus empleados ciertos
comportamientos en conformidad a estándares externos, tales como normas legales o
regulatorias. El objetivo principal de estos programas es prevenir conductas delictivas o
inmorales que son susceptibles de afectar los intereses, la imagen o la reputación de la
empresa. Usualmente, el liderazgo de estas acciones ha quedado a cargo del
departamento legal de la compañía y los métodos utilizados abarcan desde charlas
informativas, cursos, reducción de los márgenes de discrecionalidad en las decisiones,
auditorías, hasta el establecimiento de controles y penalidades para los infractores.

Lynn Sharp Payne presenta un enfoque alternativo, consistente en lo que ella denomina
Programas de Integridad (”integrity programs”). Este enfoque privilegia un auto-control
de las conductas, acorde a estándares previamente escogidos. Su objetivo es generar
conductas responsables, antes que la simple conformidad a estándares externos. Estos
programas usualmente son conducidos por los propios líderes de la organización,
quienes utilizan el soporte de los departamentos legales, de recursos humanos y otras
áreas funcionales. Los métodos utilizados incluyen la educación, el desarrollo de
destrezas gerenciales, el compromiso y responsabilidad de los empleados por sus actos,
el diseño de sistemas organizacionales y de procesos de decisión acordes con los
objetivos establecidos, además de los ya clásicos controles y penalidades.

RSE en el Mundo

El reclamo social por elevar el comportamiento ético es una de las constantes de la vida
en las últimas décadas. Este reclamo no sólo responde a una aspiración universal por
contar con normas de convivencia basadas en el respeto a la legalidad y en la
solidaridad recíproca, sino que también constituye una reacción legítima a una realidad
viciada y degradada que, como sociedad, pareciéramos empeñados en construir. La
necesidad de desarrollar comportamientos más éticos, frecuentemente se circunscribe a
la realidad política, por existir en ésta la brecha más grande entre lo que se dice y lo que
se hace.

No obstante, es justo reconocer que el envilecimiento de la política es sólo una


manifestación más de la degradación ética en que se sumerge la sociedad en su conjunto
y que afecta a la casi totalidad de sus estamentos, entre los cuales, sin duda, se
encuentran el mundo de la economía y el de la empresa.

El fenómeno de la corrupción no se circunscribe a esferas específicas de lo público, ni


excluye los comportamientos privados. Peor aún, los comportamientos de aquellos que
clamamos por mayores niveles éticos frecuentemente están plagados de contradicciones
con lo que declamamos y reclamamos. Por lo tanto, la solución al problema ético no
pasa por actitudes hipócritas o moralistas, sino que comienza por el reconocimiento de
una realidad, que nos envuelve a todos como individuos y sociedad, y a partir de este
reconocimiento, la articulación de acciones destinadas a elevar el piso ético de nuestros
comportamientos.

La noción que asocia la ética con lo delictivo es un reduccionismo que ignora la real
dimensión del problema, desvía el foco de atención y lleva a planteos de orden
coercitivo, en donde los individuos son instados a respetar un orden establecido, externo
a ellos, más por temor al castigo que por convicción personal. Por el contrario, una
dimensión más amplia del fenómeno ético lleva necesariamente a reconocer una mayor
complejidad en término de los mecanismos a emplear, para elevar los niveles éticos con
que se comporta una determinada sociedad o grupo de personas.

La lógica confrontativa y excluyente de los negocios, que es propia del capitalismo, se


encuentra nítidamente sintetizada en el concepto de “destrucción creativa” que el
economista Joseph Schumpeter postuló para mostrar el carácter desestabilizador del
propio capitalismo. Según Schumpeter la permanente innovación torna rápidamente
obsoletas las tecnologías, las destrezas laborales y las maquinarias, impactando sobre
las unidades productivas y las poblaciones en que éstas se encuentran. Para este autor la
cuestión no es “cómo el capitalismo administra las estructuras existentes sino cómo las
crea y las destruye”. Schumpeter pensaba que la destrucción creativa es esencial para el
progreso. Esta permanente tensión que la lógica capitalista impone a las empresas,
coloca frecuentemente las decisiones de sus directivos frente a conflictos éticos de
difícil solución, que se manifiestan tanto en el frente competitivo como en la propia
retaguardia de las empresas.

En el plano competitivo, las empresas luchan por apoderarse del mercado y mantener
sus posiciones de privilegio, incluso al precio de destruir a sus rivales. La empresa debe
delinear sus valores y modalidad de conducta, y recién entonces direccionar sus
objetivos como un “miembro productivo” de la sociedad. Sin duda, se debe encontrar un
equilibrio entre el valor social y la búsqueda del “valor económico agregado” a la
sociedad, como metas que deben perseguir las empresas.

Debemos desarrollar una evaluación correcta del rol social empresario, comprendiendo
adecuadamente el papel de las empresas en su inserción con la comunidad; esto es
conocer acabadamente sus valores sociales por sobre las metas económicas. La RSE
sería considerar, con toda seriedad, la repercusión de sus acciones sobre la sociedad.
Esto no significa que se le pide a las empresas solucionar todos los problemas sociales o
que ellas fueran la causa de los mismos. Las políticas públicas tienen la responsabilidad
primera en una sociedad democrática de garantizar a todos los ciudadanos sus derechos
de nutrición, salud, educación y desarrollo. Pero la colaboración de la empresa privada
es clave. La alianza estratégica entre políticas públicas activas, RSE y una sociedad civil
movilizada está detrás del éxito de países que encabezan las tablas mundiales como
Noruega, Canadá y otros. Alli los empresarios apoyan pactos fiscales progresivos,
colaboran en gran escala con la educación y la salud, participan de las grandes
iniciativas públicas y concertan. Ocurre esto en America Latina y más precisamente en
nuestro pais ? Dejo al lector que conteste la pregunta.

Conclusiones Finales

Podemos esperar una generación de seres humanos socialmente inteligentes que


participen en empresas o gobiernos que tengan responsabilidad social y valores
morales? Lamentablemente la sociedad se está convirtiendo en amnésica, sin memoria
del pasado, sin respeto por el individuo, el planeta y la ética, centrada en el consumismo
y en el ahora (usalo, tiralo y comprate otro) tomando como modelo social, económico y
cultural al capitalismo de Estados Unidos. El filósofo y estadísta francés George
Clemenceau hizo una vez el siguiente comentario: “Estados Unidos es la única nación
de la historia que ha pasado de la barbarie a la decadencia sin el intervalo habitual de la
civilización”. Hay días en que me parece que esto es aplicable también a nuestro país.

Una respuesta a la pregunta formulada en el párrafo anterior se puede tomar del


antropólogo Steven Jay Gould que nos calificó “como una especia relativamente jóven e
inexperta, y no ha observado pruebas concluyentes para suponer que sobreviviremos a
las cucarachas”. Comparto también con el investigador Karl Albretch el pensamiento de
que como especie necesitamos mejorar varias cosas para sobrevivir y vivir en un estado
de paz y justicia razonable. Estas cosas no resolverán el problema de la inhumanidad del
hombre para con el hombre pero sumadas pueden mitigar su severidad, y a medida que
las vamos perdiendo creo que nos alejaremos más hacia la dirección equivocada.

En mi opinión necesitamos resolver tres pilares fundamentales para una sociedad más
ética que deberían ser resueltos primero antes de actuar sobre “las corporaciones o
grupos económicos” que actuan de manera sistemática en contra de todo principio ético
y moral.

En primer lugar necesitamos de dirigentes y gobernantes locales y mundiales


representativos de lo que Albretch menciona como inteligencia social. Líderes capaces
de articular ideas positivas de desarrollo y progreso sin exclusión social aunque no nos
haga a todos felices (tal vez hasta cierto punto soy partidario de la Teoría Utilitarista “el
mayor bienestar para la mayor cantidad de personas”). Necesitamos dirigentes que
inviten a crecer a la gente como individuos y como sociedad y no que inciten al miedo y
la codicia egoísta. El grado de corrupción en los gobiernos y en todos los ámbitos
estatutarios es moneda corriente y esto ya es algo muy común en todas las empresas
privadas. Como dice La Biblia “el que esté exento de libre y culpa que arroje la primera
piedra”, y como vemos las piedras que se arrojan para esgrimir algún vestigio de
corrupción provienen de grupos malintencionados, dirigidas solamente para complacer
sus propios fines, y además, quienes las arrojan hoy en día son precisamente dirigentes
políticos o representantes de sectores productivos que no llegan ni siquiera a estar en el
primer peldaño de la escalera de desarrollo ético y moral básica.

En segundo lugar necesitamos un sistema educativo que honre los principios y


comportamientos descriptos como inteligencia social, que enseñe a nuestros hijos a
hacer énfasis en el valor de la colaboración por encima de los conflictos, de hacerse
entender para lograr entender a los demás, de reflexionar, que ofrezcan mas instrucción
cívica, moral y ética (porque no se enseña ética en la escuela primaria y secundaria ?
solo tengo un bello recuerdo de un libro que leían mis hijos durante su paso por la
secundaria y lo recomendaría como obligatorio “Ética para Amador” del filósofo
Fernando Savater). Probablemente el lector compartirá estas reflexiones conmigo pero
me preguntará cómo podemos hacer esto en una sociedad donde muchos jóvenes están
excluídos, hay hambre, los maestros no reciben una compensación justa, los colegios se
nos vienen abajo, etc. Intentar buscar una solución a esto no forma parte de este artículo
de Ética, dejo la respuesta para los gobernantes nacionales o municipales que parecen
más ocupados hoy en día de asfaltar calles que reparar o construír colegios y
hospitales[1].

En tercer lugar sepamos todos reconocer que vivimos en un entorno mediático que sirve
más a intereses comerciales y corporativos que a aspectos culturales. Los ejecutivos y
grupos económicos del cuarto poder (la prensa) se sienten con derecho a “vendernos”
cualquier cosa que les plazca y por cualquier medio posible. Desplazando el poder de
análisis ciudadano los medios de comunicación logran de una manera eficaz inducir y
manipular a la gente consiguiendo un alto grado de influencia sobre las masas, sus
actitudes y las consecuencias politico-sociales. Pueden pasar algunas semanas en las que
a veces no leo los diarios ni revistas, recibiendo críticas por eso y me preguntan cómo te
enterás de las cosas que pasan, de la realidad ? Mi respuesta es siempre la misma: lo que
dicen los diarios y revistas es la realidad ? Vuelvo a recomendarles aquí el video The
Corporation y su feroz crítica a los medios de comunicación o los artículos sobre el
poder de los medios y la influencia en las personas de dos excelentes sitios:
http://elproyectomatriz.wordpress.com/ http://www.smartplanet.es/redesblog/. Qué es lo
que mas se vende: Las tragedias, el horror y el miedo (El miedo vende y sugiero leer el
ensayo del sociólogo y profesor Barry Glasner “La cultura del miedo”. Los medios de
comunicación, la colaboración consciente de algunos políticos con mensajes ambiguos
y la repetición en exceso contribuyen a mantener el miedo. También se vende muy bien
el sexo, el escándalo y las trivialidades, los conflictos, las guerras y las preocupaciones
dado que los periodistas parecen obligados a encontrar el lado malo de cualquier asunto
y la inquietante posibilidad de que algo salga mal o una catástrofe es lo que más salida
tiene.

A pesar de todo y en medio de tanto maltrato, tanto canibalismo, egoísmo e indiferencia


por los problemas ajenos surgen a veces gestos, detalles, frases y códigos perdidos que
nos recuerdan lo mejor de nuestra condición humana. La jungla peligrosa en la que se
han convertido las grandes urbes del mundo esconden en su asfalto y cemento algunos
restos de bondad, solidaridad y respeto. Solo hay que estar atentos, reconocerlas y
agradecerlas con un “gracias” que será una especie de contraseña para
autoidentificarnos como personas que todavía no han renunciado al intento de superar
los egoísmos y las bajezas que habitan en nuestro interior y que con tanta agresividad
brotan cada día en nuestros días.

Todavía queda gente, aparte de los que trabajan como voluntarios en actividades
solidarias y los filántropos, aquellos otros que son capaces con solo pequeños gestos
formar parte de un eslabón perdido de una cadena de educación, respeto y moral que se
va perdiendo, pero creo que no se perderá del todo mientras quede alguien que enseñe a
sus hijos que la falta de consideración hacia los otros y el planeta es un boomerang que
vuelve con inusitada violencia y nos golpeará como justo castigo a nuestra indiferencia.
La solidaridad suele aparecer como respuesta ante una desgracia y la hecatombe, pero
no debería ser asi, no deberiamos esperar terremotos, huracanes y cataclismos para
recordad ante lo doloroso de cualquier catástrofe que nuestra vida pende de un hilo y
que todo lo que no compartimos, lo que odiamos, lo que segregamos, agredimos y
aniquilamos a nuestros semejantes quedará reducido a polvo de vanidades y egoísmos.
Y que toda la riqueza y ambiciones celosamente protegida sin ningún gesto de
solidaridad, se desvanecerá muy poco tiempo después en un despilfarro y gasto en
superfluas tonterías de nuestras propias futuras generaciones.

Para terminar con un dejo de optimismo les recomiendo el libro de Albert Figueras
“Optimizar la vida” una vuelta al sentido común, a la búsqueda de la felicidad y a
aprender a vivir. Recuerdo siempre la última frase del libro extraída de un cuento
anónimo : “hoy en la ciudad, todos, absolutamente todos, se levantaron con granos de
azúcar en los labios. Pero sólo se dieron cuenta los que al despertarse, se besaron”

[1] Ver Artículo “El compromiso con la educación”

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El Dr. Norberto Figuerola (PMP), es Contador Público y Licenciado en Administración


(UBA), Master in Project Management (George Washington University). Este texto fue
gentilmente cedido por el Dr. Norberto Figurola para su publicación en la Red Pensar
de Nuevo.
Figuerola, N. (2012) Ética personal, profesional y corporativa. Tomado de:
http://pensardenuevo.org/etica-personal-profesional-y-corporativa-2/

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