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Yeatts - Parcial N 1
Yeatts - Parcial N 1
considera que las multitudes tienen una fuerza pasional incontrolable; que se vuelca
hacia designios no siempre esperados, es esencial un conductor, meneur, o líder, que
conduzca los torrentes de energía devenidos de las masas. El líder, debería contar con
ciertas facultades que le permitan sugestionar a las multitudes, a través de una serie de
símbolos que son transmitidos a la población hasta su naturalización. Así, lo había
hecho Rosas con una serie de simbolismos bien mencionados por Sarmiento: la cinta
colorada, la mazorca, la frase insigne “El que no está conmigo es mi enemigo”.
Ramos Mejía, ve en Rosas a un verdadero líder, con todas las cualidades y
aptitudes para conducir a una población heterogénea - causada por las olas inmigratorias
y el cruce entre el campo y la ciudad - a la que había que, de manera efectiva,
introducirles símbolos y homogeneizarlos. Además del carisma natural de Rosas para
conducir a la multitud, se da en la persona de Rosas una conjunción endeble, de caudillo
pasional y líder calculador. Esta doble cara del caudillo, ya había sido advertida por
Sarmiento, en su Facundo, al decir que Quiroga no había muerto, sino que vivía en el
alma de Rosas, el cual era una forma más acabada, más perfecta; y aquello que era
instinto, se transformó en sistema. (29) La multitud argentina, que para Ramos Mejía,
compárase con una mujer apasionada - la cual cede a sus pasiones y es sometida por un
hombre (el meneur) y la cual juzga siempre más por el instinto que por la razón,
encontrará en Rosas, a su líder.
Sin embargo, Ramos Mejía no deja de ser condenatorio a la hora de opinar sobre
los métodos Rosistas para imponer el terror. En esto coincidirá con la caracterización
que hacen de ellos Alberdi y Sarmiento.
que corre el riesgo de ser simplista, y de contraponer conceptos solo por el afán de
encontrar diferencias, se propone entender un campo mayor de oposiciones que surgen;
se ramifican a partir de una “oposición padre”, la de civilización o barbarie. Estos dos
campos - indisolubles a primera vista - se verán amalgamados luego de la Revolución
de Mayo, en los puntos de venta, descritos por Sarmiento en el Cap. III: Las Pulperías.
Facundo es una biografía, ya que cuenta con la gran mayoría de los rasgos
formales del género - aunque creo que Sarmiento no profesó ninguna estética (o mejor,
no se arraigó a una estética), es decir, no por proponerse escribir una biografía se limitó
a los hechos biográficos de Quiroga; sino que muchas veces se dejó llevar por su
espíritu romántico y compuso párrafos profundamente estéticos, otras adoptó las
características de un ensayo, con la cientificidad de la argumentación. Pero
formalmente, el libro de Sarmiento es una biografía, una biografía que continúa aún con
la muerte del biografiado, ya que no muere quien perdura en la memoria.
La constitución de la “filosofía de la historia” propuesta por los escritores de la
Nueva Generación hizo que el género biográfico sea para Sarmiento, un pretexto para
narrar la historia del caudillo provincial. Esta filosofía contaba con dos aspectos
presentes en la obra Sarmientina: el primero; la concepción holística de la cual se
desprende que todos los fenómenos de un mismo período están vinculados entre sí y
auguran otros hechos, es decir, sirven como manifestaciones o epifanías. La segunda;
“la condensación de los procesos históricos generales - gobernados por leyes que
también eran generales - en un sujeto histórico particular, la “nación”” (Meyers, La
revolución de las ideas) De esta manera el espíritu de una “nación”, para el
historicismo romántico, estaba representado por un sujeto o hombre representativo; esta
sería la conocida “teoría del hombre representativo” o la “teoría del gran hombre”. Lo
que hace Sarmiento es personificar, en las figuras de los caudillos Quiroga y Rosas a la
barbarie, es decir mediante su personificación logra describir no solo a los caudillos,
sino al espíritu del pueblo - ese salvajismo que aparece contínuamente. Entonces, para
Sarmiento examinar la vida de Quiroga, significa “examinar una de las tendencias, una
de las dos fases diversas que luchan en el seno de aquella sociedad singular” (Resaltado
por O. Terán) sigue, “ese caudillo es el espejo en que se reflejan en dimensiones
colosales las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una
época dada de su historia” (O. Terán, Para leer el Facundo, 37) Pero en sus
fundamentos, la teoría del hombre representativo conformaba una complicación para
Matías Yeatts
Sarmiento: su gran hombre, aunque no falto de grandeza, no era la figura positiva que
Sarmiento buscaba para su libro, el cual hacía apología de la civilización y desdeñaba la
barbarie (Quiroga). Oscar Terán, menciona que Alberto Palcos había calificado al
Facundo como “la biografía que conquista al biógrafo”.
Ramos Mejía desconfía de la teoría del hombre representativo, partiendo del
descubrimiento de Le Bon, que postula que lo que existe, son sujetos colectivos. No se
trata de la historia de hombres individuales que conforman la historia y representan el
espíritu de la nación, ese espíritu para Ramos Mejía, está en el seno de las multitudes,
donde el individuo al entrar en el “estado de la multitud” pierde el raciocinio. El autor
va a describir a ese individuo, a aquel propenso a unirse a “las masas”, como
inconsciente e irracional.
Biografía: