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Advertencia de autor:
“On ne tue point les idées":
Significa, simplemente, que venía a Chile, donde la libertad brillaba aún, y que me proponía hacer
proyectar los rayos de las luces de su prensa hasta el otro lado de los Andes. Los que conocen mi
conducta en Chile, saben si he cumplido aquella protesta.
Deja una frase en francés, que, según él, para los federales era un jeroglífico. Es importante
tener en cuenta, como vimos en “Casa tomada”, que el francés siempre ha sido el idioma de
la élite intelectual, y el inglés también. En cierto modo, era a aquellos países (Inglaterra y
Francia) hacia donde los intelectuales (unitarios) aspiraban, a los países que en nada se
parecían a España (país económicamente atrasado donde la religión cristiana seguía siendo el
máximo poder), y que tenían una industria desarrollada como así su sistema económico y
político.
Entonces, al citar en francés al irse a Chile, abandonaba su lengua al igual que abandonaba su
patria.
Cita de la introducción que ejemplifica esto:
Oh! La Francia, tan justamente erguida por su suficiencia en las ciencias históricas, políticas, y
sociales; la Inglaterra, tan contemplativa de sus intereses comerciales; aquellos políticos de todos los
países,
De este modo, comienza su libro con una ofensa hacía el federalismo, ya que los trataba de
brutos e ignorantes, es decir, de bárbaros.
Además, en esta advertencia, queda planteada claramente la lucha entre civilización y
barbarie: mientras Sarmiento elige luchar con palabras, el federal opta por la agresión física.
Él escribe para no ser entendido, porque es allí donde se denota el contraste entre civilización
y barbarie, entre quienes pueden entender y quienes no.
Sin embargo, Sarmiento citaba constantemente con errores, ya que al querer mostrar su
conocimiento, terminaba dando prueba de que no pertenecía a la élite intelectual realmente:
nacido en San Juan, no pertenecía a la generación del 37’, y se iba enterando de lo que en
Buenos Aires ocurría por un pariente.
De todos modos, al tener un costado bárbaro y otro civilizado, tenía el poder de entender en
profundidad aquello que escribía: Sarmiento era civilizado y bárbaro al mismo tiempo.
En este caso, la cita (incompleta, ya que en realidad es on ne tire pas de coups de fusil aux
idées), no es de Fortoul, sino de Diderot.
A partir de aquí podemos apreciar que su libro también tiene un carácter autobiográfico que
se entremezcla con la ficción, ya que, como escritor, era mentiroso y exageraba, es decir, él
mismo creaba su propia historia, su propia figura (él logró que le digan, por ejemplo, “padre
de la educación”). Todo el tiempo quería demostrar sus conocimientos, pero siempre se
entremezcla con errores que nos permiten ver su verdadero origen.
Piglia explica que hay una moral y una economía de la lectura en Sarmiento, armando un
espectáculo sobre sus “habilidades” en cuanto a su aprendizaje.
Para sostener su autoridad como escritor, El Facundo es la historia de las citas,
referencias y alusiones culturales.
Apropiación de las citas: La cita con la que inicia su libro, es, en cierta forma, el sostén de
todo lo que quiere defender allí. Es decir, forma su ideología.
De esta manera, la frase termina por “nacionalizarse” e incluso termina siendo parte de su
himno: “la espada, la pluma y la palabra”.
Introducción:
Caracteriza a Rosas como un villano y lo compara con la Esfinge: mitad mujer, por lo
cobarde, mitad tigre, por lo sanguinario. Nuevamente, quiere demostrar sus conocimientos,
en este caso, que sabe de la literatura de la antigüedad clásica.
Plantea por primera vez la necesidad de entender la fisonomía del suelo para descifrar la
verdad de la Argentina. Este método de analizar algo físico para determinar el porqué del
carácter de algo, también lo aplica con la fisonomía de Quiroga.
Entonces, según sea la geografía física de un país, así lo serán sus habitantes y sus
costumbres: Sarmiento piensa por analogía (comparación) a lo largo de todo el libro.
Esto se llama frenología, la cual era una rama de la criminología que antes se utilizaba con
frecuencia.
Explica la decadencia española geográficamente e históricamente:
esa rezagada a la Europa, que, echada entre el Mediterráneo y el Océano, entre la Edad Media y el
siglo XIX, unida a la Europa culta por un ancho istmo y separada del África bárbara por un angosto
estrecho, está balanceándose entre dos fuerzas opuestas, ya levantándose en la balanza de los
pueblos libres, ya cayendo en la de los despotizados
En pocas palabras, de todos los países que nos podían colonizar, nos tocó el más atrasado, ya
que para ese momento seguía con una ideología feudal y se encontraba más cerca de África
que del resto de países europeos.
También reflexiona que América es entonces una proyección de su decadencia, si tan sólo
pudiese detenerse a apreciar el estado de Hispanoamérica, España podría avanzar como país,
haciendo una analogía con la relación padres e hijos:
¿El problema de la España europea, no podría resolverse examinando minuciosamente la España
americana, como por la educación y hábitos de los hijos se rastrean las ideas y la moralidad de los
padres?
Después termina yéndose por las ramas al comparar a Rosas con las estrellas y el sistema
solar, otra demostración de sus conocimientos, esta vez, de la astronomía.
Razón por la que toma la vida de Quiroga para entender por qué Argentina es como es:
es la figura más americana que la revolución presenta. Facundo Quiroga enlaza y eslabona todos los
elementos de desorden que hasta antes de su aparición estaban agitándose aisladamente en cada
provincia; él hace de la guerra local, la guerra nacional, argentina, y presenta triunfante, al fin de
diez años de trabajos, de devastaciones y de combates, el resultado de que sólo supo aprovecharse el
que lo asesinó
Sin embargo, para entender la razón de ser de su país, busca entender al caudillo, y
para eso busca entender a Rosas (caudillo líder), pero como Rosas es sistemático (propio
de la intelectualidad), busca entender la barbarie en su estado más puro y pasional:
Quiroga.
Capítulo 1:
En este párrafo puede resumirse el objeto de estudio de este capítulo: el desierto es el
problema.
La inmensa extensión de país que está en sus extremos, es enteramente despoblada, y ríos navegables
posee que no ha surcado aún el frágil barquichuelo. El mal que aqueja a la República Argentina es la
extensión: el desierto la rodea por todas partes, y se le insinúa en las entrañas; la soledad, el
despoblado sin una habitación humana, son, por lo general, los límites incuestionables entre unas y
otras provincias.
Al tener una predisposición a un horizonte sin límites, a la nada, es incierto también el rumbo
de nuestras vidas y el de nuestro destino: no sabemos cómo moriremos. De modo que
también tenemos una predisposición a la muerte y a dejarnos llevar por las circunstancias,
tenemos la muerte naturalizada: estoicismo.
Por eso existe cierto orgullo en el morir y en la soledad: “Patria o Muerte”. Eso determina el
carácter austero y crudo de los habitantes argentinos.
Tal como lo era la generación del 37’ (donde se concentraba el núcleo de la intelectualidad)
Sarmiento era muy romántico en su sistema de pensamiento: el arte romántico es espacial
y aprecia la inmediatez física, ajeno a las fugas a lugares remotos y a otras épocas como
sucede en la literatura neoclásica.
De todos modos, es importante tener en cuenta que describe a La Pampa y al resto del país
sin haberlo recorrido personalmente: confía en las descripciones de expedicionistas
ingleses.
Aquí podemos ver cómo se desarrolla una de sus principales estrategias retóricas: tiene una
idea, y al final del párrafo utiliza la narración, las frases poéticas u otras figuras retóricas para
reforzar su argumento y a la vez asignarle un carácter más emotivo:
el horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra, entre celajes y vapores tenues,
que no dejan, en la lejana perspectiva, señalar el punto en que el mundo acaba y principia el cielo
Este recurso le será de gran utilidad a lo largo del libro para camuflar los múltiples
errores y contradicciones (producto, por un lado de su ignorancia, y por otro porque
piensa mientras escribe) con fragmentos de narración de valor emotivo o poético, que
hacen que parezca que su escritura posee una gran calidad literaria.
Si bien las características del territorio nacional pueden ser negativas para el desarrollo
político y económico, no lo son para la construcción del folklore Argentino:
esta situación tiene su costado poético, y faces dignas de la pluma del romancista. Si un destello de
literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que
resultará de la descripción de las grandiosas escenas naturales, y, sobre todo, de la lucha entre la
civilización europea y la barbarie indígena
Este factor también justifica esa atracción del intelectual hacia el bárbaro: reconoce un arte
instintivo en el gaucho, que nace en él y que no es aprendido:
En efecto: el joven culto de las ciudades toca el piano o la flauta, el violín o la guitarra; los mestizos
se dedican casi exclusivamente a la música, y son muchos los hábiles compositores e instrumentistas
que salen de entre ellos. En las noches de verano, se oye sin cesar la guitarra en la puerta de las
tiendas, y, tarde de la noche, el sueño es dulcemente interrumpido por las serenatas y los conciertos
ambulantes.
El Rastreador:
Todos los gauchos del interior son rastreadores, es decir, conocedores de la fauna y suelo
que habitan, que, dada su complejidad, es su deber entenderlos para poder sobrevivir. Tienen
la capacidad de distinguir aspectos y cambios mínimos de la naturaleza que quizás un
intelectual estudioso de la geografía no captaría. Poseen un carácter circunspecto y austero
que los define.
A esto Sarmiento la llama la ciencia vulgar.
El conocimiento le transfiere al rastreador cierto poder dentro de su sociedad, ya que, por
ejemplo, en caso de que haya un robo, es a él a quien recurrirán para encontrar las pistas y
huellas que modifican el suelo. De este modo, es quien ejerce la justicia en su pueblo, ya que
actúa como juez y ante él el ladrón no puede negar la evidencia.
Es así como Sarmiento describe a los rastreadores como sujetos que han logrado construir su
dignidad y respeto a lo largo de su vida: son los intelectuales de la barbarie.
La descripción del rastreador finaliza con una serie de anécdotas de Calíbar, un gaucho
rastreador ejemplar. Aquí vemos nuevamente la estrategia retórica de rellenar su ensayo
con anécdotas, ya que éstas funcionaban como fuente de información cuando ya no tenía
otras.
El Baqueano:
Es el gaucho más conocedor de la topografía de su lugar. Funciona como mapa para los
generales. También posee un carácter modesto como el rastreador, y siempre es fiel a su
deber. Sin embargo, dada su procedencia, el general no tiene confianza en él, ya que a pesar
de que sea fiel, resulta una ofensa depender de un gaucho para llevar a cabo las operaciones
militares.
Conoce todos los caminos, pasajes ocultos, y lugares a los que puede conducir un río.
También tiene la capacidad de examinar las características de la flora o fauna de donde está
ubicado e instantáneamente ubicarse en el mapa. Para ello, utiliza ampliamente sus sentidos,
incluso masca el pasto o la tierra de dónde está parado si es de utilidad para ubicarse.
También puede saber si un enemigo está cerca analizando el movimiento de los animales que
huyen de cierto lugar. Al aproximarse, ya puede saber de cuántos hombres se trata por la
cantidad y el espesor del polvo.
El baqueano, como lo es el rastreador, es un gaucho de utilidad para las operaciones
militares. Rivera ha llegado a ser uno muy importante para Rosas y que sirvió para
ocupaciones y guerras de gran importancia. Sin embargo, ha estado en todos los bandos,
nunca se mantuvo fiel a nadie en particular.
El Gaucho Malo:
Este es un misántropo: posee ciencia en el desierto y aversión por los blancos.
La justicia lo persigue desde siempre y su nombre es temido y pronunciado en voz baja, pero
nunca con odio y siempre con respeto.
Es muy autosuficiente y austero, no se da lujos y vive de forma aislada. No le hace asco a
nada. Y mataría a cualquiera que se le interponga sin ningún temor.
Es el héroe del desierto según los poetas.
Sin embargo, no es un bandido, un saqueador o una amenaza para los viajeros. Aunque sí
roba, sobre todo caballos, pero podría decirse que es esa su profesión, su habilidad, su
ciencia.
El Cantor:
Es como el juglar o trovador de la Edad Media, incluso, vive como si realmente fuera ese
el tiempo histórico, vive en el feudalismo de los campos.
Es quien cuenta las anécdotas de los héroes y las tragedias de las viudas, como así también
las anécdotas de sus grandes líderes, como Facundo Quiroga.
El cantor funciona como la crónica de la barbarie y comparte las costumbres, historias y
biografías de su país. Es el historiador de la barbarie.
Es nómada, va hacia donde le sea de conveniencia.
Por lo demás, la poesía original del cantor es pesada, monótona, irregular, cuando se abandona a la
inspiración del momento. Más narrativa que sentimental, llena de imágenes tomadas de la vida
campestre, del caballo y las escenas del desierto, que la hacen metafórica y pomposa.
Capítulo 5:
Introduce la biografía del caudillo con un relato sobre el enfrentamiento con un tigre,
momento en el que, a pesar de ser el Tigre de los Llanos, Quiroga experimentó el miedo por
primera vez.
Con esta anécdota aprovecha para hacer pública también su capacidad narrativa: no menciona
el nombre del hombre hasta el final, cargando así al episodio de suspenso y terror.
De este modo, desliza que, el Facundo, como tigre, no le temió a nada en su vida hasta que
debió enfrentarse a él mismo, quizás pudiendo verse allí reflejado.
Infancia y juventud: Sarmiento reflexiona que, para entender la figura del caudillo, es decir, a
Quiroga, es imprescindible rastrear primeramente los primeros indicios de salvajismo que
pudo haber en su infancia. Y así es: desde joven, se mostraba rebelde ante la autoridad, ya sea
su familia o las instituciones educativas. Sarmiento deduce que así como desafiaba a los
maestros de niño, luego desafiará a la sociedad entera.
Ya en la pubertad comete su primer asesinato, y a partir de allí, comenzará a construir una
reputación infame.
Ya de adulto, Facundo vive siempre perseguido, a veces oculto, otras jugando o trabajando,
siempre “dominando todo lo que se le acerca y distribuyendo puñaladas”. Con la Revolución
empieza su carrera de las armas, en la que puede emplear “sus instintos de destrucción y
carnicería” para alcanzar una posición de mando. No obstante, en vez de convertirse en un
héroe de la independencia, Facundo deserta del ejército para unirse a una montonera, aunque
lo atrapan y lo encarcelan unos meses en San Luis. Definitivamente, era incapaz de someterse
a una autoridad superior a él.
Es en el momento en que es encarcelado que su poder comienza a crecer: logra escapar de la
cárcel junto con españoles prisioneros de San Martín, y posteriormente, les termina abriendo
el cráneo, a pesar de que ellos mismos hayan sido quienes lo liberaron.
Al parecer, de esa escena resultaron tres muertos, pero los relatos del pueblo elevan el
número de cadáveres a catorce.
Surge de nuevo, como en el capítulo dos, la idealización poética del pueblo dada por las
condiciones en las que vive, ya que, definitivamente, goza de la pasión de estos actos
sanguinarios:
Acaso es ésta una de esas idealizaciones, con que la imaginación poética del pueblo embellece los
tipos de la fuerza brutal, que tanto admira
Este será el suceso que le dará poder y respeto al nombre de Quiroga por el resto de su vida:
porque hay algo de imponente, algo que subyuga y domina, en el premiado asesino de catorce
hombres a la vez
Otro recurso retórico es la omisión de más anécdotas de las que ya contó: quizás no haya
tantas como dice que hay, pero al decir que no continuará con los relatos ya que son
demasiados y desvirtúan el texto, da rienda suelta a la imaginación del lector para llegar a los
escenarios más sanguinarios y horrorosos.
En Facundo Sarmiento ve el ejemplo del hombre grande que ha nacido así, y que no tiene la
culpa de ser como es. Es un “tipo de la barbarie primitiva” que revela en todos sus actos al
“hombre bestia”, sin que eso signifique que no tenga “elevación de miras”. Como es incapaz
de producir admiración o envidia, Facundo logra mandar y dominar a través del terror,
que infunde por igual entre sus enemigos y sus seres queridos. Es tan amplio el repertorio
de anécdotas que hacen a la reputación infame de Quiroga que algunos hombres le han
llegado a atribuir poderes sobrenaturales:
Veo en ellos el hombre grande, el hombre de genio, a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el
Mahoma. Ha nacido así, y no es culpa suya; descenderá en las escalas sociales para mandar, para
dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policía
En la incapacidad de manejar los resortes del gobierno civil, ponía el terror como expediente para
suplir el patriotismo y la abne-gación; ignorante, rodeábase de misterios y haciéndose impenetrable,
valiéndose de una sagacidad natural, una capacidad de observación no común y de la credulidad del
vulgo, fingía una presciencia de los acontecimientos, que le daba prestigio y reputación entre las
gentes vulgares
Es así como, para concluir, retoma la idea de la igualación de Quiroga con un tigre. Ya
describió las semejanzas físicas, y ahora describe su ser, al cual caracteriza e incluso
animaliza como algo primitivo, de la selva y colérico como las fieras.
Se puede inferir de la forma en la que construyó la biografía, que Sarmiento fue sumamente
selectivo al ordenar los sucesos de su vida, ya que el objetivo principal no era otro más que el
hacer evidente el salvajismo del caudillo. Desde ya, la biografía no es para nada objetiva, y lo
que sabemos de Quiroga según Sarmiento es simplemente un recuadro estratégico de su vida
para construir la imagen de barbarie que él busca.
Capítulo 13:
Después de que Facundo triunfa en Ciudadela, en el país quedan pocos defensores del
sistema unitario. El espíritu de ciudad, de libertad e independencia deja de existir. Solo queda
el nombre del caudillo para llenar el vacío de las leyes. Quiroga lleva a cabo la “fusión
unitaria más completa”, la que Rivadavia quiso dar a la República, aunque sigue
promoviendo la causa de la federación en el interior, proponiendo al Dr. Ortiz para la
presidencia.
Rosas vence a Lavalle y es solicitado en el gobierno de Buenos Aires, función para la cual
exige ser investido de facultades extraordinarias. Su primer gobierno transcurre de 1829 a
1832. Después deja la gobernación para realizar, al año siguiente, una expedición conocida
como la Campaña del desierto, cuyo fin es ganar terreno a los indígenas. Para Sarmiento, se
trata de una “pomposa expedición” que deja la frontera indefensa, igual a como estaba antes.
En esta campaña, Rosas enarbola por primera vez su bandera colorada, dándose el título de
Héroe del Desierto, que suma al obtenido previamente de Ilustre Restaurador de las Leyes.
Disputa entre Rosas y Quiroga: aunque sea poco nombrada, ambos líderes llegan a disputar el
poder. Sin embargo, era un combate mudo, no se medían las fuerzas ni la capacidad militar de
cada uno, sino la estrategia y astucia de cada uno.
Hacia 1832, la República Argentina se divide en dos regiones: la de los Andes, unida bajo la
influencia de Facundo, y la del pacto de la Liga Litoral, federación encabezada por Ferré,
López y Rosas. Más adelante, Ferré se opondrá a la centralización del poder en el gobernador
de Buenos Aires.
Sin embargo, su pereza de pastor y su falta de hábito de trabajo lo dejan expectante, hecho
que lo perjudica frente a su rival:
La falta de hábitos de trabajo, la pereza de pastor, la costumbre de esperarlo todo del terror, acaso la
novedad del teatro de acción, paralizan su pensamiento, lo mantienen en una expectativa funesta que
lo compromete últimamente y lo entrega maniatado a su astuto rival
Desobediencia en la ciudad:
La ciudad porteña le pide a Rosas que vuelva a gobernar allí, donde la violencia reinaba.
En un principio, Rosas se negaba a gobernar, pero termina pidiendo, como condición, que se
le otorguen cinco años de mandato y no tres, y la suma del poder público. Esto es, para
Sarmiento, lo que le garantizaría a Rosas mantener su poder tiránico e ilimitado.
Al llegar Quiroga a Buenos Aires y ver esta discordia y el temor que corría por las calles,
reflexiona que con él eso no hubiera pasado:
Habría salido a la calle, y al primer hombre que hubiera encontrado, le habría dicho: ¡Sígame!, y ese
hombre me habría seguido!...” Tal era la avasalladora energía de las palabras de Quiroga, tan
imponente su fisonomía, que el incrédulo bajó la vista, aterrado, y por largo tiempo, nadie se atrevió
a despegar los labios
Luego, unos soldados con sables se echan encima, inutilizan los caballos y descuartizan al
postillón, al asistente y a dos correos que acompañan el carro. Quiroga se asoma para
preguntar: “¿Qué significa esto?”, a lo que le responden con un balazo en el ojo que lo deja
muerto. Al ser estas sus últimas palabras, queda en claro que hasta el último momento,
la muerte para Quiroga era inconcebible.
Luego Santos Pérez, el gaucho malo de Córdoba apuñala varias veces el cuerpo de Quiroga
y ordena tirar al bosque la galera y los cadáveres. Queda vivo un niño, que es sobrino del
sargento de la partida, quien responde por él. Santos Pérez asesina al sargento y degüella al
niño a pesar de sus gemidos, hecho que luego lo martirizará.
Capítulo 14:
El poder de Rosas:
Sarmiento analiza la figura de líder de Rosas, que ahora, con la suma del poder público, su
gobierno se transforma en el más popular y deseado por la opinión pública. Aquí surge,
podría decirse, un dilema de la filosofía política, ya que, como es sabido, la democracia es el
modelo preferido de la civilización, la cual repudia todo intento de tiranía (por eso odia a
Rosas), incluso los unitarios o liberales adoran a EEUU por se el país independizado que
había logrado civilizar con la democracia. Sin embargo, y como es natural, al buscar la
democracia como principio de civilización, chocan con la barbarie que ahora tendrá el
poder de elegir.
Es por esto que, Sarmiento, por más que repudie a Rosas, se ve obligado a decir la verdad
sobre la relación entre el pueblo y el líder. Incluso, ya cuando Rosas decide renunciar al poder
tras la enfermedad de su esposa, el pueblo sigue suplicando para ser gobernado por él.
Hay un momento fatal en la historia de todos los pueblos, y es aquél en que, cansados los partidos de
luchar, piden antes de todo, el reposo de que por largos años han carecido, aun a expensas de la
libertad o de los fines que ambicionaban; éste es el momento en que se alzan los tiranos que fundan
dinastías e imperios.
Sarmiento desarrolla la idea de personalidad del jefe, fenómeno casi exclusivo de nuestro
país, donde el poder se centra en la adoración popular del líder y no en la ideología o el
partido en sí. Como ejemplo de esto tenemos lo que sucederá unos cuantos años después con
el propio peronismo: el mismo movimiento lleva el nombre del líder y no es posible el
peronismo sin Perón. Este ejemplo nos sirve también para entender el histórico
enfrentamiento entre civilización y barbarie de la Argentina.
Otra analogía: Edad Media: Sarmiento ahora equipara las medidas del Estado de Rosas,
como la Mazorca y el censo de las opiniones con los procedimientos llevados a cabo durante
la Edad Media:
Nada igual me presenta la Historia, sino las clasificaciones de la Inquisición, que distinguía las
opiniones heréticas en malsonantes, ofensivas de oídos piadosos, casi herejía, herejía, herejía
perniciosa, etc.
Gobierno unitario:
La ideología federal pasa a ser simbólica y sobre todo como acto de oposición a los
unitarios, ya que el poder pasa a estar cada vez más centralizado en Rosas. Así,
comienza a efectuar medidas que le permiten unificar el gobierno en sus manos:
Una maniobra de Rosas es la de eliminar el correo y establecer chasques de gobierno que
emitan sólo órdenes suyas para así lograr desinformar al interior.
En la ciudad, el gobernador consigue que la población afrodescendiente le sirva para espiar
dentro de las familias de la elite criolla, así como para robustecer su ejército.
Capítulo 15:
Oposición a Rosas
En 1840, mientras continúa el bloqueo francés, se dice en América que “Rosas ha probado
[…] que la Europa es demasiado débil para conquistar un Estado americano que quiere
sostener sus derechos”
El sistema de Rosas hizo que la parte de la población porteña más interesada en tener un
gobierno racional se refugie en Montevideo. Allí se encuentran los antiguos unitarios, los
federales de la ciudad que estaban en contra de Rosas, los que se arrepintieron de
apoyarlo y un “cuarto elemento que no [es] ni unitario, ni federal, ni ex rosista”: es la
“nueva generación”, la juventud que aprendió de la era rivadaviana a mirar el sistema de
ideas europeos, como el romanticismo y el socialismo
Surge un grupo cuyo principal interés era literario y no político, que creía en que Rosas
encarnaba una verdadera civilización americana, con sus formas originales, sin embargo,
aunque de cierto modo pertenezcan a la intelectualidad, Sarmiento decía:
No entraré a apreciar ni la importancia real de estos estudios ni las fases incompletas, presuntuosas y
aun ridículas que presentaba aquel movimiento literario: eran ensayos de fuerzas inexpertas y
juveniles que no merecerían recuerdo si no fuesen precursores de un movimiento más fecundo en
resultados.
En el acta de esta organización, que Sarmiento tiene en su poder, los integrantes juran llevar a
cabo sus principios de igualdad, libertad y fraternidad a través de la asociación de ideas e
intereses que antes han dividido a los unitarios y los federales, con los que esta nueva
generación puede armonizar por su deseo de unión.
Los hombres que escaparon del horror de Buenos Aires yendo a la campaña empiezan a
fomentar entre los gauchos el odio a Rosas, creando “una fusión radical entre los hombres del
campo y los de la ciudad”. La campaña deja de pertenecer a Rosas, que ahora solo cuenta
con “una horda de asesinos disciplinados” y un ejército que utiliza las armas de los
unitarios: la infantería y el cañón.
Figura del intelectual latinoamericano: En Sarmiento, el uso de las citas y las referencias
culturales está marcado por el exceso y la ostentación, y a pesar que este manejo “lujoso”
parezca un signo de la civilización, el mismo está corroído, desde su interior, por la
mismísima barbarie.
Es decir, el intelectual latinoamericano se maneja por lo que tiene al alcance en su biblioteca,
y se apropia de los textos europeos allí presentes, porque es eso a lo que aspira. Y este, es un
acto propio de la barbarie, ya que desde sus orígenes no europeos, roba lo que puede de aquel
continente que tiene como ideal.
Esta forma de adquirir cultura, es evidente en el manejo a veces erróneo de Sarmiento con sus
citas, retomando el error de On ne tue point les idées, o cuando cita a Shakespeare en francés.
La actitud de Sarmiento de querer presumir constantemente su cultura, también es propia del
intelectual latinoamericano.
Es por esto, que:
● En la política, se es bárbaro o civilizado.
● En la literatura, se es bárbaro y civilizado. Ambas cosas tienen una relación de
dependencia.
Analogías: Son el principio de organización de todo el texto. Citar el último párrafo del
artículo.