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Matías Yeatts

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Comisión Arnoux

Formas del absurdo en escenas y motivos de L'étranger.

Un joven Lukács en su “Teoría de la novela” (1920) define al héroe de la novela como


seres que buscan; personajes que son exploradores en tanto no saben a priori cuál es su destino:
ignoran la meta a la que se derivará luego del periplo. Los héroes novelísticos se encuentran
perdidos; la búsqueda que emprenden está destinada a encontrar el sentido. El lugar de Dios,
luego de la premisa de Nietzsche, “Dios ha muerto” (2011), quedó huérfano; donde antes
encontraba el héroe una razón absoluta para sus peripecias, ahora se enfrenta al vacío: el viaje
mismo se convierte en motivo suficiente, en cuanto este compone la razón de su existencia. Sin
embargo, Meursault, el “héroe” L'étranger, no es un ser que busca; pues para buscar es
necesario depositar en la existencia un sentido, es preciso ignorar las contradicciones del ser
humano: el hombre que ha encontrado un sentido sería el hombre realizado; quien todavía no lo
ha encontrado se postularía como el hombre perdido. Meursault entraría dentro de esta tercera
categoría la cual llamamos el hombre absurdo.

El absurdo se forja en la relación del individuo con el mundo, “pone de manifiesto ante
todo un divorcio: el divorcio […] entre el impulso del hombre hacia lo eterno y el
carácter finito de su existencia, entre la “preocupación” que es su esencia misma y la vanidad de
sus esfuerzos.” (Sartre, 1960: n/f). Sin embargo, la contradicción que se desprende del divorcio
del individuo con su entorno no es rechazada por el hombre absurdo, sino que es aceptada como
un destino forzoso; de ahí deriva su lucidez: el ser que encarna el absurdo está dotado de una
clara visión de un mundo que, despojado de las mentiras teatrales que se juegan en la existencia
para encubrirla, ha perdido su sentido. Aun así, esta irreductible certeza no lo hace sucumbir, no
lo lleva a la extrema resolución del suicidio (que sería la toma de acción) ni al sedentarismo
absoluto de la resignación. A pesar del desgarramiento que siente el hombre absurdo frente al
mundo; más allá de la desilusión, de la desesperanza, de la inutilidad e insuficiencia de sus
acciones, no desiste. Como afirma Sartre, “el hombre absurdo se afirma en su rebelión” (ibíd.
n/f).

En El mito de Sísifo (año), Camus describe un mundo que en su “espesor y extrañeza”


encontramos familiar por encubrirlo de apariencias enmascaradas. La costumbre, en este sentido,
vendría a representar el proceso por el cual familiarizamos ese mundo ajeno (en cuanto no
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pertenecemos a él) por fuerza de hábito: “Durante los primeros días que estuvo en el asilo lloraba
a menudo. Pero era por la fuerza de la costumbre. Al cabo de unos meses habría llorado si se la
hubiera retirado del asilo.” (Camus, 2009: 11) La reflexión de Meursault a partir del traslado de
la madre al asilo es ejemplarmente lo que Camus plantea en El mito de Sísifo: el mundo en su
espesura y extrañeza nos niega su naturaleza esencial hasta que, “por fuerza de la costumbre”, lo
volvemos familiar y el sentimiento de enajenación queda sepultado. De esta manera, el título: L
´étranger, alude directamente al sentimiento de ajenidad provocado en el individuo, quien al
poseer cogito, no puede formar parte de la naturaleza. Es la imposible comunión con el mundo
lo que es absurdo. Sin embargo, el señor Meursault puede considerarse doblemente extranjero:
también se excluye y es excluido (debido a su inhumanismo) por la sociedad; es lo que Robert
Champigny apunta al decir que Meursault rechaza «la sociedad teatral […] en cuanto ella es
hipocresía consagrada» (citado de Vargas Llosa, 1990: n/f). En ese sentido, hay un segundo
extrañamiento y es a partir de él que, tanto el lector como la sociedad, acabarán por juzgarlo.
Meursault no acepta las reglas de juego por la certeza de la inutilidad de estas. Al preguntarle el
juez de instrucción si había elegido un abogado, Meursault contesta que el asunto le parece
simple. Esta actitud esconde al menos dos certezas palpables en la novela: el rechazo de la
teatralidad – en la cual la burocracia de la legalidad responde a una entidad prototípica – y la
ausencia de jerarquía, significación y causalidad de la vida comprendida como una masa amorfa
de hechos. Meursault juzga el “asunto” simple porque considera los hechos en su presente
inmediato, como puntos aislados; la muerte de su madre puede haber sucedido en dos tiempos, o
incluso nunca haber sucedido, “Por ahora es un poco como si mamá no estuviera muerta”
(Camus, 2009: 10), porque Meursault está aislado en la inmediatez del presente. El absurdo está
generado por una narración que homogeniza las experiencias y las aísla: “El presente y la
sucesión de los presentes ante un alma sin cesar consciente, tal es el ideal del hombre absurdo.”
(Camus, 1953: 33).

La segunda parte se encarga de encerrar al hombre absurdo en la cárcel de la teatralidad;


los personajes que desfilan – jueces, abogados, periodistas, sacerdotes – no logran comprender a
Meursault; y es que justamente son individuos con cargos que creen encontrar una verdad en un
mundo del cual Meursault descree.
Matías Yeatts
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Bibliografía

Camus, Albert, El extranjero. Traducción de Bonifacio del Carril. Buenos Aires: Emecé, 2009.
Camus, Albert, El mito de Sísifo. Traducción de Luis Echávarri. Buenos Aires: Losada, 1953.
Lukács, György, Teoría de la novela. Traducción de Micaela Ortelli. Buenos Aires: Godot,
2010.
Nietzsche, Friedrich, La gaya ciencia. Buenos Aires: Libertador, 2011.
Sartre, Jean Paul Explicación de “L’Étranger”. Publicado en El hombre y las cosas. Buenos
Aires: Losada, 1960, pp. 77-94. Traducción de Luis Echavarri.
Vargas Llosa, Mario, “El extranjero debe morir”. En La verdad de las mentiras. Barcelona:
Alfaguara: 1990.

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