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Resumen de Camus de Armando Rigobello

Rigobello, Armando. Camus. Columba: Buenos Aires (1961).

El mar, la playa y el sol


Si bien la infancia de Camus no estuvo rodeada de lujos, dicha situación no le
impidió ser consciente del mar y el sol, fuerzas naturales importantes en su niñez que le
valieron el rótulo de panteísta.
Para él, la miseria en la que se vio sumergido fue un privilegio que le permitió
relacionarse con la naturaleza:
“ […] el buen calor que reinaba en mi infancia me ha privado de todo resentimiento. Vivía
en estrechez, pero sin embargo en una especie de goce. Me sentía con fuerzas infinitas: se
trataba sólo de encontrarles un punto de aplicación. La pobreza no obstaculizaba estas
fuerzas: mar y sol en África no cuestan nada.
“La miseria me impidió creer que todo esté bien bajo el sol y en la historia; el sol me
enseñó que la historia no es todo.”

Influencias filosóficas
Dos son las influencias filosóficas que podemos observar. Sus estudios acerca de
Plotino originan una mística panteísta. De ahí el orgullo de vivir, ese “feliz” cansancio
“luego de un día de nupcias con el mundo”.
Por el otro lado, la lectura de la obra de San Agustín le genera su preocupación
por la libertad y el mal como sin sentido, de allí su idea del absurdo. Con esta corriente
el “todo” se ha vuelto “nada”. La mística se hace protesta moral.
Rigobello afirma que estas dos corrientes lo ubican “a mitad de camino entre la
miseria y el sol”. “A mitad de camino”, según él, indica “un equilibrio inconstante entre
un sentir afirmativo y exuberante y un ver lúcido y desencantado”. Deja entrever esa
“dulce indiferencia del mundo” en tanto abandona las ansias y expectativas.

La rebelión
El crítico italiano señala que en Camus se observa
“ [...] un sentido de fraternidad en la lucha, la solidaridad en el común destino de protesta,
de sufrimiento, de victoria o de muerte. Es algo más que pura camaradería o unión
requerida por el común peligro físico, es el descubrimiento de una convergencia de
elecciones morales […] contra la condición injusta y [que] no deja que el justo quede solo”.
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En un editorial de Combat,1 el escritor afirma:


“Ninguno puede pensar que una libertad, conquistada en estas convulsiones, tendrá el rostro
tranquilo y doméstico que a alguno agrada soñar. ¡Qué terrible parto es el de la revolución!
[…] El París que se bate esta noche quiere comandar mañana. No por el poder, sino por la
justicia, no por la política, sino por la moral; no por la dominación de su país, sino por su
grandeza”.

Argelia y su posición política


En cuanto a su accionar político, Camus se autodefine como
“[…] un hombre que, puesto desde la infancia ante la miseria argelina, ha multiplicado en
vano sus llamamientos y que, compenetrado desde largo tiempo de las responsabilidades de
su país, no puede aprobar en Argelia una política de conservación y de opresión.
“[…] pero tampoco puedo sostener más la política de las dimisiones, que abandonaría al
pueblo árabe a la miseria más grande, que arrancaría al pueblo francés de Argelia de raíces
seculares y favorecería sólo –sin provecho para nadie- al nuevo imperialismo que amenaza
la libertad de Francia y de Occidente.”

Plantea, así, una posición intermedia que no contenta a nadie. No puede elegir
ninguno de los extremos, por tal razón se llama a silencio y deja de escribir sobre
Argelia.

Camus y su dualismo existencial


Afirma Rigobello que la inquietud de Camus surge de la ausencia de una
respuesta total sobre el significado de la realidad y de la vida, y de la demanda de
salvación para sí y para los otros. Salvación que no se obtiene, pero que no deja de
ser deseada, aún cuando aparece como imposible.
El sentido de la positividad, la fuerza del ser y de la afirmación,
acompañados por la conciencia del dolor y del mal, constituyen el característico
dualismo de la meditación camusiana, ya presente en el dilema dialéctico entre “la
alegría de vivir” y “la desesperación de vivir”.
Camus, teórico de la rebelión, no está del lado de los revoltosos, tampoco
del lado de aquellos que la reprimen. El valor reside en los principios de
humanidad y de fraterna convivencia.

El arte y la tarea moral del escritor


Señala el crítico italiano que en la vida de Camus coexisten dos elementos:
el empeño y el retraimiento silencioso.
Camus señala:

1
Diario de la resistencia francesa. La cita que sigue pertenece a un artículo fechado el 24 de agosto de
1944, publicado conjuntamente con otros en Actuelles, chroniques 1944-1948, París, Gallimard, 1950
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“[…] no podría vivir sin mi arte. […] El arte, a mi modo de ver, no es una fiesta solitaria.
Es un medio para conmover al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen
privilegiada de los sufrimientos y de las alegrías comunes. El arte obliga a no aislarse […],
lo somete al artista a la verdad más humilde y a la más universal. […] Se empeña más en
comprender que en juzgar.
“El artista no se pone al servicio de aquellos que hacen la historia: está al servicio de los
que la sufren”

Para Camus, el alejamiento del escritor es sólo un alejamiento de los


poderosos, que se manifiesta a través de un retraimiento silencioso del que sale
cada vez que el testimonio lo exige. El escritor no puede callar lo que sabe y no
puede hacer pactos con la autocracia.

El teatro
Fue su primer empeño cultural público y donde ensayó sus ideas
delineadas en novelas y teorizadas en los escritos filosóficos. En el teatro la idea
se convierte en acción.
Rigobello distingue dos etapas:
1) Teatro del absurdo: Le malentendu y Calígula.
2) Teatro del hombre rebelde: L´Etat de Siège y Les justes.
Esta etapa abarca los años 1948 y 1949. En este último año se representa Les
Justes, en el teatro Hébertot. Con esta obra, Camus explica su forma de entender
un asunto histórico. En su estructura escénica ha intentado una síntesis de varios
géneros teatrales.
Para el crítico italiano, la tesis es en parte la de La peste, pero revisada en
términos nuevos. Aquí ya no se lucha contra el mal físico o moral, sino que se
cuestiona la lucha misma como acto revolucionario.
Camus se libera con ella del teatro de ideas precedente y logra que este
drama sea “síntesis de problemáticas ideales, de elecciones concretas
históricamente situadas, de problemas personales. [...] Les Justes representa el
momento moral del teatro del hombre rebelde”.

Las tres estéticas de Camus


La reflexión acerca del arte es paralela al desarrollo de su pensamiento
teórico-filosófico. Así, encontramos una estética del absurdo seguida de una
estética de la rebelión. Del mismo modo, la “tematización del testimonio activo en
la comunidad de los hombres” encuentra su correspondiente en el ideal de vida
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del artista delineado en lo que Rigobello llama la estética de Upsala. A cada una
de ellas le adjudica un texto base y nos brinda una breve síntesis:
Estética del absurdo
La fuente es el capítulo “La creación absurda” de El mito de Sísifo. El
objetivo de esta etapa es “fijar la experiencia absurda y mantener la conciencia
despierta”.
El mundo de este arte es mecánico, está privado de sentido. El hombre
abre los ojos a la realidad y la siente extraña a sí mismo. Para mostrarlo, dicho
arte debe ser árido, incapaz de resolver conflictos. Actitudes y hechos necesitan
carecer de un significado claro y exige despertar en el lector el sentido de lo
incomprensible.
Para ello debe utilizar técnicas estériles; una de ellas es la imagen
entendida como reproducción fiel del absurdo. “Lo que no tiene sentido se
expresa en imágenes que [manifiestan] claramente la conciencia del no-sentido.
La razón es puesta al servicio de lo irracional como instrumento del absurdo”.
Es importante tener en cuenta que la creación absurda no es realismo
puesto que lo absurdo no es el mundo, sino la relación entre el mundo y el
hombre. Sólo se puede aplicar el término “realismo” a la fidelidad de la mirada
del hombre hacia el mundo, a la relación del hombre con el mundo. Dicha
relación “no tiene unidad, no tiene estructuras; tal característica hace que no se
presenten personajes, acciones, situaciones unitarias, sino la multiplicación
cuantitativa de automatismos y no sentidos”.
En este caso, el artista no arroja soluciones, simplemente contribuye a
destruir las esperanzas y a mantener al hombre despierto ante el absurdo.
Estética de la rebelión
El texto raíz es “Rebelión y arte” en El hombre rebelde. Se entiende el arte
como modelo de la rebelión en estado puro. Las otras están todas condicionadas,
en mayor o menor grado, por la historia. En cambio, la rebelión artística es la más
libre porque no se agota en lo histórico, porque trasciende en el tiempo con su
belleza.
El arte es oposición al mundo; sin embargo, nos permite consolarnos con
los componentes positivos de belleza que tiene.
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Estética de Upsala o del testimonio


Toma como hipotexto el discurso “El artista y su tiempo” que Camus
pronunciara ante los estudiantes de Upsala al día siguiente del premio de
Estocolmo, y la conferencia “El testimonio de libertad”, pronunciada en Pleyel
(noviembre de 1948).
Esta etapa es el testimonio del propio escritor como artista. La síntesis de
este período sería en sus palabras: “no es la lucha lo que nos vuelve artistas, sino
que es el arte lo que nos obliga a ser combatientes. Por su misma función, el
artista es el testigo de la libertad, y es ésta una justificación que a él le toca pagar
cara”.
En el discurso de Upsala, Camus señala que que el escritor no puede
permanecer como espectador, que tiene la obligación de no callar: “[…] toda
publicación es una toma de posición, un acto expuesto a las pasiones de un siglo
que nada perdona”. Critica al arte que intenta ser “alguna decoración sin
consecuencias” o que busca sólo divertir, sin purificar. Rigobello sintetiza:

“La verdadera dimensión del artista es la ambigüedad entre el ser y el deber ser, entre la
soledad y la coralidad […]
“El artista tiene dos fuentes de inspiración que le impiden ser un solitario: el dolor y la
belleza. Ante uno y otra no puede callar y debe hablar por todos aquellos que no lo pueden
hacer […]”

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