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Hyppolite – IV.

La «aufklärung» o el combate de los ilustrados contra la superstición


Citas clave:
UTILITARISMO, MATERIALISMO, RELACIONES DE GOCE
el concepto de utilidad. Las cosas se presentan en sí mismas y sirven para otras cosas. También el
hombre es una realidad finita que participa de este' concepto.
Lo que queda es el conjunto de los seres finitos considerados alternativamente en su posición
absoluta y en su posición relativa. Cada uno es en sí, cada uno es para otro y el «rebaño humano»
en su totalidad debe ser considerado desde este punto de vista
La «visión del mundo» de la Aufklärung reduce al hombre a un ser de la naturaleza. Por eso
habla Hegel de «rebaño humano». Esta visión naturalista del mundo se opone a la visión
religiosa anterior
«Tal como salió en un principio de la mano de Dios, el hombre se pasea por el mundo cual si de
un jardín plantado por él se tratase.» Es en sí bueno y todo está hecho para su delectación. Esto
significa que todo lo demás tiene sentido para el hombre a partir de la utilidad que saca de ello.
Igualmente el vínculo social se justifica a su vez por la utilidad mutua de unos hombres con
respecto a otros. «Como todo es útil para el hombre, también el hombre es útil para el hombre y
su destino es hacer de él mismo un miembro de la tropa útil a la comunidad y universalmente
utilizable.»9
La moral en general se reduce a la moral social, y la moral social se expresa por medio de un
utilitarismo.
El hombre utiliza a los otros y es utilizado; esa relación dialéctica es justamente la que une a los
hombres. Es dialéctica porque cada hombre se pone a la vez como un fin y como un medio y
porque, como en la vida, económica, el hombre sirve a los otros hombres precisamente al tratar
de ponerse como fin
La religión misma tampoco puede ser concebida si no es como una relación de utilidad. Se la
considera como la búsqueda de las ventajas que el hombre puede sacar de su vinculación a la
divinidad.
Podríamos decir que, al reducir todo lo especulativo a lo humano, la Aufklärung construye un
mundo sin profundidad alguna, un mundo en el cual las cosas son solamente lo que son de forma
inmediata, en el cual los individuos están enclaustrados en su egoísmo natural y sólo se
relacionan entre sí a partir de consideraciones interesadas.
—ser-en-sí, ser-para-otro, utilidad— es aplicable a todo; da la impresión de que es muy abstracta
y muy pobre para expl
La consciencia creyente es sólo una Aufklärung insatisfecha que se acuerda del paraíso perdido y
conserva la nostalgia del más allá. La consciencia de la Aufklärung se cree una consciencia
dichosa y satisfecha de su mundo, pero también tendrá que rebasar su propia satisfacción y
elevarse a una consciencia más alta.
Esa elevación se hace efectiva en la metafísica que expresa la verdad de la Aufklärung. Al poner
la pura esencia como sustancia material de las cosas o como ser supremo, esta metafísica
materialista o deísta representa en la intelección su concepto como objeto
Entonces ha alcanzado la Aufklärung la verdad más alta de que es capaz, el momento de la
libertad absoluta. Toda objetividad se ha reabsorbido en el sí mismo de la autoconsciencia y «el
mundo es su voluntad». Esta libertad absoluta junta en un solo mundo, el de la voluntad
universal, lo que antes estaba separado, el más acá y el más allá: «Ambos mundos son entonces
reconciliados, el cielo ha descendido y se ha trasladado a la tierra.»

Qué es lo que, en el fondo, reprocha la Aufkärung a la consciencia creyente? Le reprocha no sólo


engendrar su propio objeto. Dios, sino también recibirle de fuera como una ausencia ajena
impuesta por la malicia «de sacerdotes prestidigitadores».
Se demuestra a sí misma, por medio del culto y del sacrificio, que es capaz de alcanzar una
vida que no es ya la vida de la naturaleza; renuncia al goce o a la propiedad, a lo que
constituye el elemento que separa las individualidades encerrándolas en su singularidad
exclusiva. Pero la Aufklärung no comprende este sacrificio, no comprende que se pueda dar
algo sin dinero a cambio. La ley del mundo moderno es ese intercambio riguroso que hace
aparecer el regalo y el sacrificio como algo absurdo.

. La filosofía del siglo XVIII es considerada ahora por Hegel como «la visión del mundo» propia
de la Aufklärung. Esa visión del mundo es de una gran pobreza; de la misma manera que la
certeza sensible se cree concreta y rica mientras que para nosotros es el conocimiento más
abstracto, así también la filosofía de la Aurklärung se nos aparece sin contenido especulativo
cuando se desvela su estructura. En efecto, lo que constituye el fundamento de esta filosofía es la
negación de todo lo que supere la esencia humana y la representación humana.
Más citas…

La Revolución Francesa ha salido del pensamiento; sale de la filosofía del mundo que se elabora
en el siglo XVIII: «Frente a la fe basada en la autoridad se ha puesto la soberanía del propio
sujeto y las leyes de la naturaleza se reconocieron como el único vínculo entre lo exterior y lo
interior. De esta manera todos los milagros fueron descartados. La Naturaleza es ahora un
sistema de leyes conocidas y aceptadas, el hombre está como en su casa y eso es lo único que
cuenta; el conocimiento de la Naturaleza le hace libre.»904
Se negó a reconocer el derecho y la moralidad en una autoridad ajena a la razón del hombre. Con
ello se llevaba a cabo una revolución fundamental en e) desarrollo del espíritu, el esfuerzo por
superar cualquier alienación del yo. «Se llamó razón a las determinaciones universales basadas
en la consciencia objetiva, las leyes de la naturaleza y el contenido de lo que es justo y bueno. Se
denominó Ilustración a la primacía de dichas leyes. La Ilustración pasó de Francia a Alemania y
aquí apareció un nuevo mundo de ideas.»
El defecto de la fe es presentarse como un más allá, un contenido ajeno a la autoconsciencia; la
verdad del racionalismo radica en afirmar la libertad absoluta del espíritu
La filosofía crítica había demostrado que la razón humana no puede rebasar el conocimiento del
mundo sensible. Por tanto, la razón humana se halla imposibilitada para juzgar acerca del valor
de la revelación, «In hac causa ne habet quidem philosophia justam auctoritatem», proclamaba
Storr en su obra titulada Doctrinae christianae pars theoretica ex sacris litteris repetita913. Es
cosa sabida, por otra parte, que en sus primeros trabajos de juventud Hegel criticó esa religión
positiva que impone un contenido a la consciencia humana.
El conflicto entre la Aufklärung y la fe positiva ha sido uno de los problemas fundamentales que
se planteó Hegel durante sus años de juventud. Los detalles de ese conflicto y su alcance
especulativo vuelven a aparecer en los textos de la Fenomenología presentados en forma
filosófica. Hay que señalar que aunque el joven Hegel sufrió durante sus años de estudiante la
influencia de la Aufklärung, aunque en esta época fue fiel a la inspiración de este racionalismo y
seguirá siéndolo a pesar de sus profundas divergencias, también es verdad que siempre puso
reservas a su adhesión. Ya en los primeros ensayos de Tubinga encontramos una crítica de la
filosofía del entendimiento que es demasiado seca y demasiado abstracta como para inspirar
realmente la actividad humana. Bajo la influencia de Rousseau, Hegel opone la religión subjetiva
que es la religión del corazón, capaz de orientar toda la vida humana, a una teología abstracta, a
lo que, en esta época, denomina religión objetiva. La Aufklärung, la crítica del entendimiento,
puede hacernos más inteligentes, pero no nos mejora, no actúa sobre las almas, sino que obra
sólo negativamente y, por eso, se opone a su vez a la religión subjetiva. Es igualmente en su
período de Tubinga cuando Hegel opone la religión de un pueblo a la religión privada; nuestro
autor se muestra sensible ante realidades que la Aufkärung ignora.
La religión debe ser pensada; el error de la Aufkärung es ser crítica negativa y no captar el
contenido de la fe para descubrir su sentido especulativo. Hegel abre el camino a Feuerbach
Así, pues, la fe se convierte para la razón abstracta de la Aufkärung en el reino del error, en el
imperio de las tinieblas. En esta denuncia del error fundamental, la Aufkärung hace distinciones
y percibe diversos n. omentos. En principio hay la consciencia ingenua de la masa inmersa
todavía en la infancia. En dicha masa el error es únicamente una debilidad del espíritu, una
ausencia de reflexión y, por consiguiente, de retorno a sí mismo. Pero a esta ingenuidad se
opone, como segundo momento, la mala intención de los sacerdotes, que, para conservar su
prestigio, abusan de las masas por vanidad y envidia. Los sacerdotes conservan en sí y sólo para
ellos el pensamiento y engañan a los demás. A la masa y al clero se añaden finalmente los
déspotas que no son ilustrados, que poseen la estupidez de la masa, pero utilizan para su propio
provecho al clero mentiroso. Así obtienen la ventaja de «un poder sin subversiones y la
posibilidad de realizar sus placeres y sus fantasías».917 Tal es el mundo del error —el error en sí,
si se nos permite hablar de esta manera—, que la Aufkärung percibe y que, mediante una
dialéctica frecuente en la historia, casi consigue crear en el alma de su adversario.
Hegel cita aquí las palabras de Diderot en Le neveu de Rameau: «El Dios extranjero se coloca
humildemente en el altar junto al ídolo del país, poco a poco se va haciendo dueño de la
situación hasta que un buen día agarra por el codo a su compañero y ¡catacrás!, el ídolo al
suelo.»920

Oposición: fe e intelección
El libre pensamiento, la pura intelección, como dice Hegel, se propone librar al espíritu humano
de un error fundamental cuyo origen es difícil de descubrir. En efecto error no es sino lo
Irracional. En el objeto de la fe, la Aufklärung descubre un mundo inconcebible, ajeno a la razón,
un ser-otro cuya alteridad resulta irreductible. Pero ¿cómo puede ser que lo irracional haya
pasado a ser objeto de la consciencia y, precisamente, un objeto en el cual aquella ha visto su ser
más intimo? ¿Cómo ha sido posible un error tal? La pura intelección se comporta negativamente
para con este objeto de la fe, pero eso prueba que para ella hay otro absolute
la pura intelección, la razón, es la categoría: «Esto significa que el saber y el objeto del saber son
lo mismo. Así lo que la pura intelección anuncia como su otro, lo que anuncia como error o
mentira, no puede ser sino ella misma; sólo puede condenar lo que ella es.» Y para dar todo su
sentido a este argumento, Hegel precisa: «Lo que no es racional no tiene verdad alguna, lo que
no es concebido conceptualmente no existe. Por tanto cuando la razón habla de algo distinto de
ella, en realidad solo habla de sí misma y, al obrar de esta manera, no sale de sí.»
En este juicio de Hegel, en la concepción del filósofo sobre el conflicto entre la Aufkärung y la
fe, se manifiesta una muy distinta actitud de la razón hacia la fe religiosa si se la compara con la
polémica negativa cara al siglo XVIII. Dicho conflicto, tal como es para nosotros o en sí, no
opone dos términos diferentes en su esencia. La fe, su objeto absoluto, su culto, no constituye lo
otro de la razón, sino que es la propia razón humana quien se representa en aquélla
inconscientemente. Muchos textos de este análisis hegeliano sugieren ya la interpretación que
acerca de religión va a dar Feuerbach en su obra sobre La esencia del cristianismo, aunque
sustituya el espíritu absoluto de Hegel por una antropología filosófica.923 En efecto, Feuerbach
escribirá que «la religión es el sueño del espíritu humano y Hegel hablará igualmente de la fe
como de una «consciencia dormida», opuesta a la consciencia despierta que es la Aufkärung.9
La religión no puede ser otra cosa que la consciencia que el hombre tiene no de la limitación,
sino, justamente, de la infinitud de su ser. «Nuestra tarea —escribirá también— consiste en
mostrar que la distinción entre lo humano y lo divino es ilusoria, que no es otra cosa que la
distinción entre la esencia de la Humanidad, la naturaleza humana, y el individuo.» Feuerbach
Al negar la religión —Hegel dice aquí la fe, puesto que, como hemos visto, reserva el nombre de
religión para la autoconsciencia del espíritu en la comunidad humana—, la Aufkärung no pasa de
ser una filosofía de lo finito y del ser supremo, vacía como nunca ha habido otra
n. La razón triunfará sobre la fe, pero ese triunfo será de tal naturaleza que, como señalaba Hegel
en su artículo sobre Fe y saber, la fe volverá a introducirse con una forma nueva en el seno
mismo de la razón, limitándose a reconocer, en una aspiración vana, un perpetuo más allá;9
¿Qué es lo que, en el fondo, reprocha la Aufkärung a la consciencia creyente? Le reprocha no
sólo engendrar su propio objeto. Dios, sino también recibirle de fuera como una ausencia ajena
impuesta por la malicia «de sacerdotes prestidigitadores». Por una parte, dice del Dios de la
consciencia creyente que es una pura ficción; quiere decir con eso que «lo que para la fe es la
esencia absoluta es un ser de su propia consciencia, su propio pensamiento, algo producido por la
consciencia;927 por otra parte, pretende que el citado objeto de la fe es también extraño a la
autoconsciencia; no es su esencia, sino que la suplanta como hijo putativo. La Aufkärung se
expresa como si, por un juego de manos de los sacerdotes prestidigitadores, se hubiera
introducido en la consciencia algo absolutamente ajeno y otro en vez de la esencia».9
Pero así como la Aufkärung interpretaba el primer momento como si la fe inventara su objeto,
interpretará el otro momento como si la fe recibiera su objeto de una fuente absolutamente ajena,
la mentira de los sacerdotes. Efectivamente, la fe oscila de modo constante entre la confianza
absoluta en la que Dios pierde para ella su transcendencia y el sentimiento del más allá en el que
Dios se le aparece como «impenetrable en sus caminos y en sus medios»
La fe de un pueblo —la consciencia que tiene de la esencia absoluta puede expresarse de una
manera torpe, pero no podrá engañarse, porque lo que piensa es ella misma
la religión como «intuición que un pueblo tiene de su propio espíritu»
En realidad, la fe se ha convertido en lo mismo que la Aufkärung, es decir, en la consciencia de
la relación de lo finito que es en sí con lo absoluto sin predicados, desconocido e incognoscible;
la única diferencia es que la Aufkärung está satisfecha, mientras que la fe es la Aufkärung
insatisfecha.»9
De este modo la Aufkärung transforma la fe en superstición al ver en la esencia de la consciencia
solamente la forma contingente según la cual «la fe acostumbra a antropomorfizar la esencia, a
hacerla objetiva y representable».938 En esta polémica con la Aufkärung, la fe se da perfecta
cuenta de la j listeza de las críticas que le son dirigidas, no las puede rechazar y pierde su
confianza ingenua. La Aufkärung le ha revelado la mezcla del más acá y del más allá. El
entendimiento expresa lo finito como finito, la madera como un pedazo de madera, la piedra
como una piedra, y separa lo puro de lo impuro, de suerte que la consciencia creyente tendrá
siempre miedo a este antropomorfismo y se refugiará, como ocurre de hecho en el caso del
subjetivismo protestante, en una aspiración indefinida, en un fervor temeroso de toda
objetivización, «un arte sin obra de arte».9
Cristo ha dicho a su Iglesia, a la comunidad espiritual: «Estaré con vosotros hasta la
consumación de los siglos»; y esta presencia espiritual, esta inmanencia del espíritu a la
comunidad es la gran verdad que fundamenta la fe, vincula su certeza subjetiva a una verdad
eterna, establece el lazo entre lo contingente y lo necesario, entre el acontecimiento pasajero y la
eternidad.
El tercer momento de la fe es el momento de la acción. La consciencia creyente no es sólo una
consciencia contemplativa. Cristo fue un modelo y «la imitación de Jesucristo» es el objetivo que
se propone la consciencia individual.
Se demuestra a sí misma, por medio del culto y del sacrificio, que es capaz de alcanzar una
vida que no es ya la vida de la naturaleza; renuncia al goce o a la propiedad, a lo que
constituye el elemento que separa las individualidades encerrándolas en su singularidad
exclusiva. Pero la Aufklärung no comprende este sacrificio, no comprende que se pueda dar
algo sin dinero a cambio. La ley del mundo moderno es ese intercambio riguroso que hace
aparecer el regalo y el sacrificio como algo absurdo. Sin embargo, en este punto, la pura
intención de la Aufklärung se revela para la fe como una intención impura e incluso como
una hipocresía. «

En esta polémica, la Aufklärung, en principio puramente negativa, se realiza, con lo cual se


plantea la cuestión de lo que deviene en su forma positiva: «Si todo prejuicio y toda superstición
han sido barridos hay que hacerse la pregunta de qué es lo que queda, cuál es la verdad que la
Aufklärung ha divulgado como alternativa.»944 Esta verdad es la separación completa de la
esencia absoluta y de la realidad finita. «La pura intelección se ha realizado como lo contrario de
sí misma», lo cual está en perfecta conformidad con la naturaleza dialéctica del concepto
absoluto; en la esencia absoluta, la pura intelección conoce sólo el «vacío ser supremo,
desconocido e incognoscible»
En cambio, ilumina un mundo finito que pasa a ser su único contenido positivo.
De una parte, puesto que todo contenido iluminado por esta intelección se revela como una
determinación finita, la madera como madera, la piedra como piedra; puesto que se ha
quitado todo sentido a las cosas finitas, que deben quedar reducidas a su ser
inmediatamente presentado a la consciencia, resulta necesario que la esencia absoluta, el
ser en sí y para sí, se ponga como algo vacío de todo contenido. «La esencia absoluta se
convierte para ella en un vacuum al que no se pueden atribuir determinaciones ni
predicados.»
La consciencia humana vuelve a la experiencia sensible, pero vuelve con la convicción de que
cualquier otro camino resulta impracticable; esos caminos han sido recorridos por la Humanidad
y no tienen salida
La certeza que la consciencia tiene de su propia existencia es la certeza de un ser-otro, lo mismo
que la certeza que tiene de otras existencias. La intelección no se encuentra a sí misma en lo que
de esa manera se ha puesto ante ella. El «Yo soy» es tan empírico como el «Esto es» y todas
estas finitudes han pasado a ser el único terreno de la experiencia humana. Naturalmente que más
allá de ella hay un ser absoluto, pero no se puede decir nada sobre él a no ser que es
absolutamente

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