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Esparta

polis (ciudad estado) de la antigua Grecia

Esparta (Dórico Σπάρτα ; Ático Σπάρτη


Spártē, «sembrado»),  Lacedemonia (en
griego Λακεδαιμονία), o Lacedemón[1],
Esparta puede no ser considerada una
polis (ciudad estado) ya que no contaba
con murallas ni una Acrópolis , puede ser
vista como un "Ethnos" que significa
"tribu" ya que su estado territorial era
ocupado por 5 tribus diferentes ; esta es
Σπάρτα (Λακεδαιμωνία)
Esparta (Lacedemonia)

← Siglo X a. C.-146 a. C. →

Escudo

Territorio espartano

Capital Esparta

Idioma principal Dórico


Otros idiomas Griego helenístico

Religión Religión griega

Gobierno Diarquía, oligarquía.

Reyes Reyes de Esparta


 • Legislativo Gran Retra
Gerusía
 • Administración Éforo
 • Ciudadanos Apella
 • Ejército espartiata
Período histórico Antigua Grecia
 •  Siglo X a. C.
 •  146 a. C.

una discusión que sigue vigente . Era


situada en la Antigua Grecia en la
península del Peloponeso a orillas del río
Eurotas,[2] entre los montes Taigeto y
Parnón. Fue la capital de Laconia y una de
las polis griegas más importantes junto
con Atenas y Tebas.

Esparta surgió como una entidad política


en siglo X a. C., cuando los invasores
dorios subyugaron a la población local.
Hacia el 650 a. C. la ciudad ya era una
potencia militar en el conjunto de la
Antigua Grecia.
Gracias a su poderío militar, Esparta fue
una de las ciudades que lideraron a los
aliados griegos durante las Guerras
Médicas en la primera mitad del siglo
V a. C.[3] Entre el 431 y el 404 a. C. Esparta
fue la rival de Atenas en la Guerra del
Peloponeso,[4] de la que salió victoriosa
pagando un alto coste. La derrota de los
espartanos ante la ciudad de Tebas en la
batalla de Leuctra librada en el 371 a. C.
marcó el final de su hegemonía, aunque
mantuvo su independencia política hasta
la conquista romana de Grecia en el
146 a. C. Entonces comenzó para la
ciudad un largo período de declive que
tocó fondo en la Edad Media, cuando los
espartanos se trasladaron a Mistrá. La
moderna Esparta es la capital de la unidad
periférica griega de Laconia y el centro de
una zona que vive de la agricultura.

Esparta fue una ciudad única en la Antigua


Grecia por su sistema social y su
constitución, que estaban completamente
centrados en la formación y la excelencia
militar. Sus habitantes estaban
clasificados en varios estatus: homoioi —
gozaban de todos los derechos—, motaz —
nacidos fuera de la ciudad pero criados
como espartanos—, periecos —libertos— e
ilotas —siervos—. Los hómoioi recibían
una rigurosa educación espartana —agogé
— centrada en la guerra, gracias a la cual
las falanges espartanas eran
consideradas las mejores en batalla. Las
mujeres espartanas gozaron de más
derechos e igualdad con los hombres que
en ningún otro lugar del mundo de la
antigüedad clásica.

Aunque Esparta nunca llegó a tener tantos


habitantes como Atenas[5] y en la
actualidad sólo quedan ruinas de la
antigua polis, su idiosincrasia fascinaba
incluso a sus coetáneos y la admiración
por la cultura lacónica ha pervivido hasta
la actualidad.
Geografía
El estado espartano se extendía hasta el
siglo V a. C., según Tucídides, por las dos
quintas partes del Peloponeso,[6] es decir,
alrededor de 8500 km² y el triple que su
rival el Estado ateniense.[7] Constaba de
dos regiones principales, separadas por
montañas.

Laconia en sentido estricto era el territorio


delimitado al oeste por el macizo del
Taigeto, y al sur y al este por el mar
Mediterráneo.[8] La frontera norte era más
cambiante: victoriosa en la Batalla de los
300 Campeones en 545 a. C.,[9] Esparta
arrebató a Argos el control de la meseta
de Cinuria, llegando hasta el territorio de
Tirea, situada al nordeste de Esparta.

Mesenia, conquistada a raíz de las guerras


del mismo nombre, se extendía al oeste de
Taigeto hasta el Mediterráneo. Limitaba al
norte con el Valle del río Neda. Incluía
varias montañas, como las Ciparisia, que
se extienden hacia el sur por el Egaleo y al
este por el Itome. En el centro se
encuentra el valle de Mesenia, bañado por
el río Pamiso; la llanura de Esteníclaro al
norte de la cresta de Escala y la llanura
costera llamada Macaria, «la dichosa», al
sur.[10]
A estas regiones se sumaban la isla de
Citera y, las regiones montañosas de
Esciritis y de Belminatis, al norte de
Laconia.[11]

Esparta propiamente dicha, se componía


de cuatro pueblos, en realidad cuatro
aldeas (obaí): Limnas («lago»), Cinosura
(«cola de perro»), Mesoa («central») y
Pitana («pasteleros»), que no estuvieron
plenamente unidas por sinecismo en la
época clásica,[6] En fecha desconocida se
unió la aldea de Amiclas, distante algunos
kilómetros.[12][13] La ciudad estaba
emplazada en la ribera del río Eurotas,
llanura aluvial delimitada por dos grandes
cordilleras, la del Taigeto y la del Parnón,
que se prolongan hasta la costa donde
forman los promontorios del golfo de
Laconia.[14]

Historia
Origen
Mapa de Esparta

Esparta ya aparece en Homero: Menelao,


esposo de la bella Helena, reinaba en
«Lacedemonia de profundos valles».[15]
Los arqueólogos han descubierto 21 sitios
micénicos habitados en Laconia,
incluyendo el Amicleo y el
Menelaion,[nota 1] que podrían haber sido
utilizado en la época clásica los restos de
la Esparta homérica.[17] El regreso de los
Heráclidas ha sido interpretado como la
versión mítica de una invasión de los
dorios, un pueblo del norte que hablaba
griego. Parece que en realidad no fue una
invasión, sino una larga asimilación.[18]

La polis se fundó tras la conquista de


Laconia por los dorios.[19] Al principio
estuvo minada por disensiones internas.
Las reformas en el siglo VII a. C. fueron un
verdadero punto de inflexión en la historia
de la ciudad, a partir de entonces todo se
encaminaría a reforzar su poderío militar y
Esparta se convertiría en la ciudad hoplita
por excelencia.

Esparta sometió a la totalidad de Laconia:


comenzó por conquistar toda la vega del
Eurotas para rechazar a los de Argos y
asegurarse la hegemonía de toda la
región. La segunda etapa consistió en la
anexión de Mesenia. Esparta era ya la
ciudad más poderosa del área, con
Arcadia y Argos como únicos rivales. A
mediados del siglo VI a. C. Esparta
sometió también las ciudades de Arcadia
y derrotó a Argos dejándola totalmente
debilitada. Todas ellas se verían forzadas
a firmar pactos por los que reconocían la
hegemonía de Esparta. Fue en el marco de
estas luchas con los argivos que Esparta
adoptó el estilo hoplita de combate,
aproximadamente entre los años 680 y
660 a. C.[20]
Durante el siglo VI a. C. los espartanos
mantuvieron una activa política exterior
que incluía la alianza con Creso de Lidia
frente a la amenaza persa (546 a. C.).[21]
También combatieron a los tiranos de
Grecia y depusieron a muchos de ellos
fracasando frente a otros (Polícrates de
Samos resistió a la invasión espartana.
Sin embargo también apoyaron a tiranos
que les pudieran ser favorables y en
Atenas intentaron restaurar a los
Pisistrátidas, pero la oposición de la
influyente Corinto lo impidió.

Ejército espartano
El ejército espartano era una de las más
importantes fuerzas militares en la
historia de la antigua Grecia. El ejército
constituía el pilar principal del estado
espartano, en el cual la primera y principal
obligación de sus ciudadanos era
convertirse en buenos soldados,[22]
precisamente los soldados espartanos
eran los más disciplinados, entrenados y
temidos de la antigua Grecia. En los
momentos de mayor apogeo de Esparta,
entre los siglos VI y IV a. C., era común en
Grecia afirmar que "un soldado espartano
valía lo que varios hombres de cualquier
otro estado".[23]
Modelo de hoplita espartano. En ciertas ocasiones los
escudos incluían insignias familiares. Características:
casco de bronce con cresta, hoplón (escudo de hasta
1 metro), lanza de 2,50 metros. Los guerreros
espartanos eran conocidos por llevar pelo largo, como
hace mención Herodoto, como símbolo de hombre
libre.
El ejército espartano estaba basado en la
infantería, y luchaba mediante el empleo
de la formación de falange. Utilizaban la
falange al estilo clásico, en una línea única
con una profundidad uniforme de entre 8 y
12 hombres. Cuando luchaban junto con
sus aliados, los espartanos normalmente
ocupaban el flanco honorario, que era el
derecho.

Los espartanos utilizaban el mismo


equipamiento típico de los hoplitas de la
Antigua Grecia. Las marcas distintivas de
los espartanos eran su túnica, y su
manto[24] de color carmesí,[25] así como el
pelo largo,[26] que los espartanos
mantuvieron durante mucho tiempo. Para
los espartanos, el pelo largo era símbolo
del hombre libre. Por otro lado, para los
griegos del siglo V a. C., su peculiar
asociación con los espartanos había
llegado a hacer que tuviese el significado
de simpatía política a favor de estos.[27] En
el siglo V a. C. y en Atenas dejarse crecer
el cabello (komân) era una señal de
«filolaconismo» (simpatía por el estilo de
vida y las costumbres laconias).[28]

Estaba dividido en cuatro clases.


Infantería pesada. Estaba formada por
los ciudadanos plenos, conocidos como
espartiatas u homoioi («iguales»),
portaban el clásico casco con cresta,
coraza de linotórax, escudo hoplón (más
de 1 metro de diámetro), lanza "dorys"
(de aproximadamente 2 metros de
largo), y el xyfos, arma de doble filo de
unos 40cm. El espartiata se calcula que
portaba un equipaje superior a los 20
kilos.
Infantería ligera. Eran los periecos, no-
ciudadanos (de condición libre,
generalmente mercaderes, artesanos y
marineros). Esta clase, dentro del
ejército, llevaba a cabo trabajos
militares auxiliares,[29] carecían de
protecciones en sus cuerpos, utilizando
armas arrojadizas, especialmente
jabalinas. Su estrategia consistía en
atacar por sorpresa y retirarse del
campo de batalla.
Tropas de escaramuzas. La clase más
numerosa, eran los ilotas.[30] Incluía a
los honderos, y utilizaban municiones
(balas) de plomo, que recibían el
nombre de glandes.
Caballería ligera. Los espartanos no
llegaron a utilizar caballería propia hasta
las épocas más tardías de la Guerra del
Peloponeso.[31] El papel de los
caballeros sería casi exclusivamente
auxiliar, dedicándose a la exploración y
a la protección de las tropas de
infantería, al hostigamiento a distancia
o a la persecución del enemigo durante
su huida.

Por otra parte, la población de espartiatas


se dividía entre distintos grupos en
función de su edad. Los más jóvenes
(menores de 20 años) se consideraban
más débiles debido a su falta de
experiencia, y a los más mayores (más de
60 años o, en épocas de crisis, de 65) sólo
se les llamaba a filas en caso de
emergencia.
Casco espartano.

El ejército completo de Esparta era


dirigido oficialmente en la batalla por los
dos reyes. En un inicio, los dos reyes
acudían al mismo tiempo a la batalla y
dirigían las operaciones bélicas desde la
vanguardia,[32] pero a partir del siglo
VI a. C. se decidió enviar sólo a uno,
permaneciendo el otro en la ciudad.
Los reyes iban acompañados por un
selecto grupo de 300 hombres que
componían la guardia real, y que recibían
el nombre de hippeis («caballeros»). A
pesar de su título, se trataba de hoplitas
de infantería, al igual que todos los demás
homoioi. Los hippeis eran los 300
soldados que acompañaron al rey
Leónidas I en su famosa batalla contra los
persas en las Termópilas.

El ejército espartano ofrecía un sacrificio a


los dioses para saber su disposición al
respecto, cuando partían de Esparta y
atravesaban los límites de su territorio,[33]
y lo mismo hacían todas las mañanas
previas a la batalla. El rey o los oficiales
eran los encargados de hacerlo y, si los
presagios no eran favorables, un líder
podía rechazar seguir marchando o
enfrentarse al enemigo.[34]

Organización social
Población

Los ciudadanos espartanos representaban


solo una pequeña parte de la población
total de la ciudad. Según Isócrates, 2000
dorios invadieron Laconia,[35] simple
suposición sin valor real.[36] Aristóteles
informa que, según algunos, los
espartanos eran 10 000 bajo los primeros
reyes. De nuevo, es difícil creer en esta
cifra redonda[36] La primera mención fiable
es la proporcionada por Heródoto: en
480 a. C., el rey Demarato estimó que el
número de hoplitas movilizables era un
poco más de 8000;[37] un año después,
5000 hoplitas espartanos estuvieron
presentes en la Batalla de Platea [38] Este
número decreció a lo largo del siglo
V a. C., principalmente a causa del
terremoto de 464 a. C., que según
Plutarco,[39] destruyó el gimnasio,
matando a todos los efebos y la revuelta
de los hilotas (10 años de guerra de
guerrillas). Por lo tanto, en la batalla de
Leuctra, en 371 a. C., solo había 1200
hoplitas movilizables,[40] 400 de los cuales
murieron en combate. Aristóteles asegura
que en su época apenas había un millar de
ciudadanos.[41]

El número de periecos era mayor que el


número de homoioi. Se piensa que hubo
alrededor de cien asentamientos
perieculares: Esparta fue apodada, según
Estrabón, la «ciudad de las cien
ciudades».[42] Los hilotas, se pueden
estimar de 150 000 a 200 000, según
Tucídides, siendo la ciudad de Grecia con
la cifra más alta.[43]

Los ciudadanos o espartanos


comunes

Busto de un hoplita, quizás Leónidas (Museo


arqueológico de Esparta).

Los únicos que poseían derechos políticos


eran los denominados espartiatas que,[44]
a diferencia de los espartanos, tenían
ascendencia con el pueblo indoeuropeo de
los dorios, llamados “astoi” (en griego
antiguo, ἄστοι) o “ciudadanos” (término
más aristocrático que el de “polités” (en
griego antiguo, πολίτης),[45] habitual en
otras ciudades griegas);[46] también se les
conocía como “Homoioi” (en griego
antiguo, μοιοι, “Pares” o
“Iguales”).[47][48][49] Conformaban una
minoría privilegiada pues al momento de
nacer recibían una parcela de tierra junto
con unos ilotas, que conservaban toda su
vida. No todos los homoioi espartiatas, sin
embargo, eran considerados iguales y
compartían los mismos derechos. Los
historiadores llaman “tresantes” (“los
temblorosos”) a aquellos culpados de
atimia, por motivos diversos como la
incapacidad de pagar multas, prostitución
o, en general, la pérdida de honor en
diferentes circunstancias. Según
Herodoto, Jenofonte, Plutarco y Tucídides,
a los “tresantes” se les sometía a toda
clase de desprecios y vejaciones:
obligación de pagar el impuesto de
soltería, expulsión de los equipos de
pelota, de los coros, de las comidas en
común, etc. Su estado de marginación era
casi tan absoluto como el de los ilotas,
con la excepción de que ellos sí podían
acceder a los lugares públicos (siempre en
los últimos puestos) y que les estaba
permitido redimir su deshonra mediante
actos de valor en la guerra. Eran
ciudadanos de segunda clase.[50]

Para ser un ciudadano espartano, se


deben cumplir cuatro condiciones:[51]

Un auténtico espartiata debía ser hijo de


un ciudadano espartiata y de la hija de
un ciudadano espartiata (Los bastardos
se distinguían de los ciudadanos de
pleno derecho).
haber recibido la educación espartana
hacer sus comidas (sisitias) junto a los
demás ciudadanos en los comedores
públicos
poseer una propiedad (kleros) suficiente
como para permitirle sufragar los
gastos de su ciudadanía y la comida en
común a escote.

Conformaban una minoría privilegiada que


poseía las tierras, ocupaba los cargos
públicos en forma exclusiva y concentraba
el poder militar. Los trabajos manuales y
de la tierra eran considerados tareas
denigrantes para ellos, los trabajos de
agricultura eran propios de los espartanos
(hombres que vivían en Esparta pero que
no eran ciudadanos).
El nombre de “Homoioi” (“Iguales”) es
testimonio, según Tucídides, del hecho de
que en Esparta «se ha instaurado la
máxima igualdad entre el estilo de vida de
los acomodados y el de la masa»:[52]todos
llevan una vida en común y austera.

Los no ciudadanos: periecos e


ilotas

Los periecos (habitantes de la


periferia),[53] eran descendientes de los
miembros de las comunidades
campesinas sometidas sin utilizar la
fuerza. Son mantenidos al margen del
cuerpo cívico por la reforma de Licurgo,
que les niega cualquier derecho político.
Aunque libres, jamás participan en las
decisiones. Poseen el monopolio del
comercio y comparten el de la industria y
la artesanía con los ilotas. Entre los
periecos hay también campesinos,
reducidos a cultivar los terrenos menos
productivos. Gozaban de ciertos derechos,
como poseer bienes o casarse, ser
integrantes del ejército cívico,[54][55] pero
no podían participar en el gobierno de la
ciudad.[55][56]

Los ilotas son los campesinos de Esparta.


Eran descendientes de las comunidades
campesinas sometidas a la fuerza por los
dirigentes. Su estatus se crea con la
reforma de Licurgo.[57] No son
estrictamente esclavos, sino siervos:
pertenecen al Estado, están adscritos a la
propiedad que cultivan,[58] no son objeto
de comercio, pueden casarse y tener hijos
y se quedan con los frutos de su trabajo
una vez deducida la renta que
corresponde al titular de la hacienda,
normalmente un cuarto de la producción
total.[59]

De modo excepcional, los ilotas podían ser


reclutados para el ejército y liberados
luego.[60] Mucho más numerosos que los
ciudadanos, la reforma de Licurgo les dejó
por completo al margen de la vida social.
Los “Iguales”, que temían su rebelión, les
declaraban solemnemente la guerra cada
año, les humillaban y atemorizaban (ver
"Krypteia").[61]

Esparta también tenía otras categorías de


hombres libres no ciudadanos,
convencionalmente llamados inferiores:
ciudadanos caídos en la pobreza (ya no
podían pagar su parte en las comidas
comunes) o por cobardía en el combate
(los tresantes), los ilotas liberados
(neodamodes),[62] esquiritas,[63]
motones,[64][65] brasideos, etc.
La educación espartana

Jóvenes espartanos ejercitándose, cuadro de Edgar


Degas.

La educación espartana, agogé,[66]


sistema educativo introducido a partir de
Licurgo, se caracteriza por ser obligatoria,
colectiva, pública y destinada en principio
a los hijos de los ciudadanos. Símbolo de
la "excepción espartana", lo que se sabe
sobre ella no es todo, ya que la mayoría de
las fuentes son un poco tardías.
Experimentó al menos una interrupción,
impuesta por la Liga Aquea en el siglo
III a. C., y tal vez otra en el siglo
II a. C.[67][nota 2] Por lo tanto, es difícil saber
en qué medida las descripciones
helenística y romana también se pueden
aplicar al período arcaico y clásico.

Parece que en ocasiones se debió admitir


a ilotas o periecos, y los hijos del célebre
mercenario ateniense Jenofonte se
educaron en Esparta.[68] La educación
espartana estaba enfocada
principalmente a la guerra y el honor, hasta
tal punto que las madres espartanas
decían a sus hijos al partir hacia la guerra:
"Vuelve con el escudo o sobre él", en
referencia a que mantuviesen el honor y
no se rindiesen nunca aunque con ello
perdieran la vida.[69]

Esparta practicaba una rígida eugenesia.


Apenas nacido, el niño espartano era
examinado por una comisión de ancianos
en el Pórtico, para determinar si era sano y
bien formado.[70] En caso contrario se le
consideraba una boca inútil y una carga
para la ciudad. En consecuencia, se le
conducía al Apótetas, lugar de abandono,
al pie del monte Taigeto, donde se le
arrojaba a un barranco.[70] Si bien hay
arqueólogos que han rebatido el
infanticidio de recién nacidos con sus
hallazgos.[71] Además, al menos en la
época romana, la decisión de criar a un
niño o no se deja a la familia, como en
cualquier otro lugar de la antigua
Grecia.[72] Si en cambio, era aprobado, le
asignaban uno de los 9000 lotes de tierra
(cleros) disponibles para los ciudadanos y
lo confiaban a su familia para que lo criara,
siempre con miras a endurecerlo y
prepararlo para su futura vida de
soldado.[69]

Jenofonte, mercenario ateniense e ilustre huésped de


Esparta. De importante participación en la expedición
de aliados griegos contra el Imperio aqueménida,
conocida como la Expedición de los Diez Mil. Su
información y escritos fueron de gran utilidad para
Esparta y posteriormente a Alejandro Magno.
Así es que la educación tenía reglas
rigurosas de disciplina, obediencia y
sometimiento a la autoridad. Los padres
no educaban a sus hijos ya que, a partir de
los siete años, los niños pasaban a
depender del Estado [73] y recibían una
instrucción muy severa y una vida dura: la
cabeza rapada,[74] recibían una sola capa
(himatión) por año y caminaban
descalzos;[75] dormían sobre un jergón de
juncos del Eurotas quebrados a mano.[76]
Los niños aprendían técnicas de caza y
lucha y se les daba gran importancia a los
ejercicios físicos. El objetivo de la
educación era formar ciudadanos
obedientes y valientes guerreros.[69]

Diversas competiciones (peleas rituales


en Platanistas,[77] flagelación en el
santuario de Artemisa Ortia) pretendían
destacar a los más vigorosos y que mejor
soportaban el dolor. Esta educación
pretendía formar soldados obedientes y
eficientes, unidos al bien de la ciudad,
antes de su gloria o su bienestar
personal.[78] Se les forzaba a buscarse su
propio sustento mediante el robo. Las
disciplinas académicas se centraban en
los ejercicios físicos y el atletismo, la
música, la danza y los rudimentos de la
lectura y escritura. Los que no conseguían
terminar la agogé no eran considerados
espartanos con derechos.[69]

Por lo que a la educación de las niñas se


refiere, se encaminaba a crear madres
fuertes y sanas, aptas para engendrar
hijos vigorosos. Por ello, insistía
igualmente en la educación física, así
como en la represión sistemática de los
sentimientos personales en aras del bien
de la ciudad. Terminaba a la edad de
catorce o quince años, edad en la que
contraían matrimonio con un soldado y
pasaban de la vida pública a la privada.[69]
La mujer espartana: libre y
prestigiosa

Las mujeres de Esparta disfrutaban de un


estatus, poder y respeto desconocidos en
el resto del mundo clásico. Aunque las
espartanas estaban oficialmente
excluidas de la vida militar y política,
gozaban de alta consideración como
madres de los guerreros espartanos.
Cuando los hombres se dedicaban a
actividades bélicas, las mujeres se
responsabilizaban de dirigir las
propiedades. Tras las largas guerras del
siglo IV a.C., entre el 35 y el 40% de las
tierras y propiedades de Esparta quedó en
manos de mujeres,[79][80] era la forma más
prestigiosa de propiedad privada.[81] En el
periodo helenístico, algunos de los
espartanos más ricos eran mujeres.[82]
Controlaban sus propiedades, así como
las de los parientes que habían partido
con el ejército.[82]

Esparta brindaba educación a las niñas.


Consistía principalmente en
entrenamiento deportivo, con el objetivo
de producir madres fuertes y sanas,
capaces de generar niños vigorosos.[83]

Las espartanas no solían casarse antes de


los 20 años, y al contrario que las
atenienses, las espartanas utilizaban ropa
corta y ligera, y se movían con toda
libertad, como también es sabido que la
mujer espartana podía tener amantes.[84]
Tanto las niñas como los niños recibían
educación y participaban en las
Gimnopedias («Fiesta de los niños
desnudos»).[79][85] El esposo visitaba a su
esposa en secreto durante un tiempo
después del matrimonio. Estas
costumbres, exclusivas de los espartanos,
han sido interpretadas de con disparidad
de opiniones. Una de ellas incide en la
necesidad de disfrazar a la novia como
hombre para ayudar al novio a consumar
el matrimonio, porque los varones no
estaban acostumbrados a las miradas de
las mujeres en el momento de su primer
coito. El «rapto» podría haber servido para
alejar el mal de ojo, y el corte del cabello
de la esposa fue quizás parte de un rito de
iniciación que marcaba su entrada en una
nueva vida.[86]

Platón, que admiraba la estructura legal y


social de Esparta, afirmaba que la
concesión de derechos políticos y civiles a
las mujeres «alteraría sustancialmente la
naturaleza del hogar y del estado».[87]

Sistema político
Organización política y clasificación social en Esparta

El sistema político espartano, así como el


educativo, se atribuyen al mítico Licurgo
en el siglo VII a. C. (aunque Plutarco lo
sitúa entre el IX y el VIII a. C.). Era este, tío
y regente del rey Leónidas I de Esparta.
Habiendo consultado en Delfos a la Pitia,
fue llamado por ella «dios más que
hombre» y recibió un oráculo aprobatorio
para la futura constitución de la ciudad, la
"Gran Retra", al parecer muy inspirada en la
legislación cretense. La Gran Retra fue
probablemente no escrita y debió
elaborarse durante las guerras mesenias,
que provocaron la crisis de la aristocracia
y de la ciudad entera. A fin de garantizar
su subsistencia se instituyó la “eunomia” o
igualdad de todos ante la ley, con el
propósito de eliminar privilegios y
descontentos. Pero, a diferencia de
Atenas, la eunomia espartana era
sinónimo de una enorme disciplina. Todos
los miembros de la ciudad hubieron de
hacer sacrificios: la corona, la aristocracia
y el pueblo. El sistema de Licurgo busca
una simbiosis en la que coexisten los
diversos sistemas políticos conocidos en
el ámbito griego: la diarquía (donde hay
dos reyes), la oligarquía (se establece una
“gerusía” o consejo de ancianos), la tiranía
(con el consejo de gobierno de los
“éforos”) y la democracia (hay una
asamblea popular).

La economía

Tetradracma en plata de Artemisa, data del período


235 al 222 a. C., De un lado y del otro las iniciales, "A"
de la diosa, y "Λ" (L), de Lacedemón.

El modelo económico se basaba en una


ideología contra-económica
particularmente fuerte. En teoría, los
Homoioi tenían prohibido ejercer una
actividad productiva, el dominio exclusivo
pertenecía a los periecos e ilotas.[88]
Aunque hay evidencias de escultores
espartanos,[89] y los espartanos eran
ciertamente poetas, magistrados,
embajadores y gobernadores, así como
también soldados. Los ilotas
responsables de explotar los kleros
(terreno) de los Homoioi, a los cuales
pagaban un alquiler (apophora). y a
cambio obtenían la mitad del rendimiento.
De la otra mitad, se esperaba que el
espartiata pagara las tasas de sus sisitias
y los pagos de la agogé de sus hijos.[90][91]
Sin embargo, no sabemos nada acerca de
si la tierra podría ser comprada y vendida,
si podría ser heredada, de ser así por qué
sistema (primogenitura o dividido
equitativamente entre herederos), si las
hijas recibieron dotes y mucho más. Al
igual que los griegos en general, los
periecos se dedicaban principalmente a la
agricultura, y probablemente también a la
artesanía y el comercio.
La exhibición llamativa de la riqueza
parece haberse desalentado, aunque esto
no impidió la producción de obras de arte
de bronce, madera y marfil muy finas y
bellamente decoradas, y la producción de
joyas. La arqueología ha dado a luz
muchos ejemplos de todos estos objetos,
algunos de los cuales son exquisitos.[89]

Supuestamente en conexión con las


reformas de Licurgo (por ejemplo, a
mediados del siglo VIII a. C.,), la propiedad
se había dividido en 9000 partes iguales
como parte de una reforma agraria
masiva. Cada ciudadano recibió una finca,
un kleros, y de allí en adelante se esperaba
que obtuviera su riqueza de estos.[92]
Resulta evidente que la crisis del siglo
VII a. C. no podía ser resuelta más que
mediante la creación de un ejército de
hoplitas que sucediera a los guerreros a
caballo o en carros. Y es la aparición de la
clase de ciudadanos que lo forman,
mediante la absorción de la aristocracia
terrateniente por la masa popular, lo que
da lugar a la “eunomia” (“buena ley”).
Dicha absorción se llevará hasta el
extremo, para crear la igualdad total. Los
aristócratas renunciaron totalmente a sus
privilegios: en el siglo VI a. C., la
ciudadanía de Esparta contaba con entre
7000 y 8000 Homoioi (“Iguales”). La
aristocracia terrateniente renunció a sus
propiedades para ponerlas en común.
Cada cual recibía un lote (“klerós”, “lote-
heredado”) equivalente e inalienable: no se
podía vender ni hipotecar. Su cultivo se
encomendaba a los siervos del Estado (los
ilotas), que entregaban las rentas en
especie al propietario para que sostuviera
a su familia, pero sin que se pudiera
enriquecer. Los ciudadanos tienen al tener,
como se ha dicho, prohibido el comercio,
estaban plenamente disponibles para la
guerra, única actividad verdaderamente
cívica y en la que se centraba el proceso
educativo, igual para todos. La igualdad,
por último, se extendía al ámbito político,
puesto que todos participaban en la
Apella.

En teoría, el dinero estaba prohibido por


una triple serie de medidas. En primer
lugar, se vuelve inútil, las comidas se
hacían en común; las artes lujosas y
frívolas estaban prohibidas. La mayoría de
los intercambios eran, por lo tanto, no
monetarios, por lo que el dinero tenía
escasa utilidad: las monedas de oro y
plata estaban prohibidas;[93] solo había
una moneda de hierro (nomisma) de muy
bajo valor en comparación con su peso,
puesto que con una carretilla se podía
transportar la suma más bien modesta de
diez minas (cien dracmas), y que no
estaba en curso fuera de la ciudad.
Finalmente, se supone que las riquezas
debían despreciarse.

De hecho, la mayoría de los historiadores


coinciden en que la Esparta arcaica no
tenía una ley que prohibiera el dinero.
Varios testimonios también atestiguan
que los lacedemonios usaron en la época
clásica monedas acuñadas.[94]

A raíz de la guerra del Peloponeso, la


ciudad se preguntó sobre la oportunidad
de emitir monedas de plata. Finalmente
decidió mantener su moneda de hierro
para intercambios privados, y reservar el
uso de metales preciosos para los
negocios del Estado. Se unió al resto de
Grecia Antigua a principios del siglo
III a. C., pero no fue hasta los años 260 o
250 a. C. que Esparta comenzó a acuñar
sus propias monedas.[95][90] Desde el
reinado de Areo I, que, al igual que los
monarcas helenísticos, emitió monedas
con su efigie y su nombre.[96]

A pesar del igualitarismo de la reforma de


Licurgo, la riqueza se distribuía muy
desigualmente entre los espartanos.
Heródoto menciona a unos espartiatas
"«de noble familia y preeminente posición
económica».[97] En el siglo IV a. C.,
Aristóteles señala que algunos poseen
gran riqueza, mientras que otros casi no
tienen nada, y la tierra se concentra en
manos de unos pocos.[98] Si vamos a creer
a Plutarco, solo cien personas poseían
tierras en el siglo III a. C.[99]

La asamblea (Apella)

Es ésta la reunión de todos los iguales en


plenitud de todos sus derechos,
convocados en fechas fijas, posiblemente
una vez al mes.[100] Corresponde a la
apella (asamblea) aprobar o no las
propuestas de los éforos (aunque sin
debatirlas, pues parece que solo un
pequeño grupo de ciudadanos tenía
derecho a tomar la palabra),[100] ya sea por
aclamación o, más raramente, por
desplazamiento de los votantes. También
la gerusía le somete sus proyectos,
aunque el voto de la asamblea no es
vinculante y los ancianos pueden
considerar que el pueblo se ha
equivocado. Por último, correspondía a la
asamblea elegir a los reyes, éforos y a los
gerontes[100] por un sistema que
Aristóteles consideraba pueril: unos
cuantos magistrados, desde un lugar
cerrado, medían la intensidad de las
aclamaciones que recibía cada candidato.
En realidad, el funcionamiento de la
asamblea en Esparta nos es poco
conocido: se ignora, por ejemplo, si estaba
permitido que cualquier ciudadano tomara
la palabra para proponer una ley o
enmienda, o si en definitiva la única misión
de la asamblea era elegir a éforos y
gerontes. En opinión de Aristóteles, la
asamblea tenía un poder tan limitado que
ni siquiera la menciona como elemento
democrático dentro del régimen político
espartano.

Los reyes
Al menos desde la reforma de Licurgo, en
el siglo VIII a. C., Esparta cuenta con dos
reyes, uno perteneciente a la dinastía de
los Agíadas y el otro a la de los
Euripóntidas, enraizadas ambas –según la
leyenda- en dos gemelos descendientes
de Heracles. Los miembros de ambas
familias no podían contraer matrimonio
entre sí y sus tumbas se hallaban en
lugares distintos.[101] Ambos reyes tenían
igual rango.

El poder real se transmitía al más próximo


descendiente del más próximo ostentador
del poder más cercano a la realeza,[102] es
decir, que el hijo pasa por delante del
hermano, y que aun existiendo el derecho
de primogenitura, el hijo nacido cuando el
padre es ya rey tiene prioridad sobre
aquellos nacidos antes de su
advenimiento al trono. En cualquier caso,
parece que los espartanos interpretaban
con flexibilidad estas normas sucesorias.

Los poderes de los reyes eran


esencialmente militares y religiosos.[103] Al
principio, los monarcas podían hacer la
guerra al país que desearan, y sus
decisiones eran colegiadas.[103] A partir
del 506 a. C., fecha del famoso “divorcio
de Eleusis”, los reyes harán sus campañas
por separado. En el siglo V a. C. parece
que es ya la asamblea la que vota la
guerra y los éforos quienes deciden sobre
la movilización.[104] El rey, quienquiera que
fuese, es siempre el “hegemón” o
comandante en jefe durante las campañas
militares;[105] tiene autoridad sobre los
demás generales, puede acordar treguas y
combate en primera línea en el ala
derecha,[106] protegido por su guardia de
honor de cien hombres, los “Hippeis”.[107]

La gerusía

La gerusía o consejo de ancianos estaba


constituida por los dos reyes y por otros
veintiocho hombres mayores de sesenta
años, elegidos por aclamación de la
asamblea tras presentar su candidatura.
Elegidos por su sensatez y capacidad
militar, la mayoría de los gerontes
pertenecían a las grandes familias de
Esparta, pese a que, en teoría, cualquier
ciudadano, aun sin fortuna o rango
elevado, podía presentarse al cargo.

El papel político de la gerusía era de gran


importancia y no rendía cuentas a nadie.
Parece que a ella le correspondía el
monopolio de la propuesta y elaboración
de nuevas leyes, estaba encargada de
gestionar todos los asuntos de política
interna y tenía competencia para juzgar a
los reyes. También poseía, en la práctica,
el derecho de veto sobre las decisiones de
la asamblea, aunque hasta el siglo III a. C.
no se conoce ningún caso en el que lo
hiciera efectivo.[108] Los ancianos
constituían también una especie de
tribunal supremo que juzgaba los delitos y
podía imponer la pena de muerte o la
pérdida de los derechos cívicos.[109]
Reunidos con los éforos, incluso tenían la
potestad de juzgar a los reyes.[110]

Los éforos
Éforos de Esparta

Los éforos (“supervisores”), preexistentes


a la reforma de Licurgo, formaban un
colegio de cinco magistrados elegidos por
la asamblea para un mandato anual. Su
rango era similar al de los reyes, de los
que constituían un auténtico contrapoder.
No eran reelegibles y, al término de su
mandato, debían someterse a una
rendición de cuentas si así lo exigían sus
sucesores. En este caso podían ser
condenados incluso a la pena de
muerte.[111]
El colegio de los éforos fue lo más
parecido a un poder ejecutivo moderno
que llegó a conocer la antigua Grecia.
Como su nombre indica, estaban
encargados de supervisar a los reyes y al
resto de los habitantes de la ciudad, y su
autoridad llegaba incluso al mismo
aspecto físico de las personas. Como su
nombre indica- derivado del verbo oraô,
'vigilar' - , están encargados de vigilar a los
reyes y los habitantes de la ciudad, y en
particular para asegurarse del respeto de
las tradiciones,[112] imponían sanciones y
penas de prisión (incluso a los mismos
reyes) y podían ordenar ejecuciones (a
veces extrajudiciales, como las de los
ilotas durante la krypteia).[113] También se
hacían cargo de los asuntos exteriores,
ejecutando las decisiones de la asamblea
(presidida por ellos), ordenando
movilizaciones y tomando cualquier
decisión urgente que fuera necesaria. Uno
de los éforos era el “epónimo”, es decir,
daba su nombre al año, aunque se
desconoce la forma en que se le
escogía.[114] Los nombres de los otros
aparecían detrás en los documentos
oficiales, por orden alfabético.
Susceptibles de ser elegidos entre
ciudadanos de extracción modesta, eran
un elemento de igualitarismo en la
sociedad espartana.
El poder de los éforos fue tan amplio que
Aristóteles lo equipara al de los
tiranos.[115][116] En realidad, su función
teórica era la de representar al pueblo y, de
hecho, Cicerón les compara en La
República a los tribunos de la plebe.[117]
Todos los meses los reyes juraban
respetar las leyes, mientras que los éforos
juraban defender el poder real pero a su
vez lideraban a las polis.

Religión
Ares, uno de sus principales dioses

Como en toda Grecia, la religión en


Esparta era el politeísmo: la creencia en
múltiples dioses (hoy llamado
dodecateísmo), ocupaba un lugar más
importante que en otros lugares de la
Hélade. Así lo atestigua el gran número de
templos y santuarios: 43 templos de
divinidades (hiéron), 22 templos de héroes
(hêrôon), no menos de quince estatuas de
dioses y cuatro altares,[118] a lo que hay
que añadir numerosos monumentos
funerarios urbano: muchos ya que en
Esparta se enterraba a los muertos dentro
de su perímetro.[119][nota 3][118] Se afirma
que en el centro de la ciudad había un gran
monumento consagrado a Ares, una de
sus principales deidades.

Cultos y divinidades
Artemisa Ortia representada como «dueña de los
animales», exvoto de marfil depositado en su
santuario, Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Las divinidades femeninas tenían un papel


más importante que en otras partes: de
los 50 templos mencionados por
Pausanias, 34 están dedicados a las
diosas.[120] Atenea, bajo una gran cantidad
de epiclesis, era la más honrada de todas.
Apolo tenía pocos templos, pero su
importancia era crucial: desempeña un
papel en todos los principales festivales
espartanos, y el monumento religioso más
importante de Laconia es el trono de
Apolo en Amiclas.
Otro rasgo peculiar es el culto dispensado
a los héroes de la Guerra de Troya. Según
Anaxágoras, Aquiles es «honrado como un
dios» [121] y tenía dos santuarios. Del
mismo modo, se veneraba a Agamenón,
Casandra (con el nombre de Alexandra),
Clitemnestra, Menelao y Helena.

Esparta también rendía culto a Castor y


Pólux, los Dioscuros, hijos gemelos de
Zeus. Píndaro los convierte en los
«administradores de Esparta» [122] y la
tradición hace de la ciudad su lugar de
nacimiento. Su dualidad es una
reminiscencia de los reyes. Se les atribuía
una serie de milagros, especialmente en
defensa de los ejércitos espartanos (iban
en campaña junto a los reyes,
representados por ánforas gemelas).

Finalmente, Heracles era también una


especie de héroe nacional.[123] Se dice que
ayudó a Tíndaro a recuperar su trono. Fue
quien construyó el templo de Asclepio de
la ciudad. Los doce trabajos estaban
ampliamente representados en la
iconografía espartana. Típicamente, era la
divinidad de los jóvenes.

Festividades cívicas

Finalmente, Heracles es también una


especie de héroe nacional en Esparta. Se
dice que ayudó a Tíndaro a recuperar su
trono. Fue él quien construyó el templo de
Asclepio en la ciudad. Los doce trabajos
de Heracles están ampliamente
representadas en la iconografía espartana.

La festividad religiosa de las Carneas (en


griego antiguo τὰ Καρνεῖα) fue una de las
fiestas religiosas más importantes de la
antigua Esparta y de muchas otras
ciudades dorias, celebradas en honor de
Apolo Carneo, al que se rendía culto en
varias partes del Peloponeso. Había nueve
festividades principales en el calendario
espartano, de entre los cuales las más
importantes eran: las Carneas y las
Gimnopedias

Llama la atención la importancia que


adquirieron entre los espartanos las
divinidades femeninas, particularmente
Atenea bajo gran número de epíclesis o
advocaciones, y Artemisa Ortia.[124] Entre
los dioses masculinos, son Ares y Apolo a
los que se les rinde un culto particular y
están presentes en todas las grandes
fiestas y monumentos de la ciudad. Es
notable también el culto tributado a los
héroes de la Guerra de Troya, Aquiles, por
encima de todos, pero también Agamenón,
Casandra (bajo el nombre de Alejandra),
Clitemnestra, Menelao e incluso Helena.
Los Dióscuros Cástor y Pólux, hijos
gemelos de Zeus, de los que la tradición
afirma que nacieron en Esparta, tienen
también un vínculo particular con los
reyes. Heracles, por su parte, es una
especie de héroe nacional espartano,
venerado de modo especial por los
jóvenes.

Gimnopedias
Las Gimnopedias eran festividades
religiosas y ejercicios de resistencia para
los jóvenes espartanos. Las Gimnopedias
(en griego antiguo, Γυμνοπαιδία,
Gumnopaidía), literalmente «la fiesta de
los niños desnudos») eran festividades
religiosas celebradas en Esparta, en julio-
agosto, en honor de Leto y de sus hijos,
Apolo Pitio y Artemisa.

Consistían esencialmente en bailes y


ejercicios ejecutados por los jóvenes
espartanos, alrededor de estatuas que
representaban a los dioses en cuestión,
situadas en un lugar del ágora llamado el
χορός, khorós. Coros de adolescentes, de
efebos y de jóvenes adultos que se
enfrentaban en bailes que imitaban los
ejercicios de la palestra, enteramente
desnudos, delante de los otros
lacedemonios, los extranjeros y los ilotas.
Los solteros mayores de 30 años eran en
cambio excluidos de la asistencia.

El espartano Megilo, en Las Leyes (Platón,


I, 633), las llama un «temible
endurecimiento (...), de temibles ejercicios
de resistencia que hay que soportar con la
violencia de la canícula».

Carneas
Dios Apolo, a quien los espartanos consagraban las
fiestas Carneas y las Gimnopedias (ésta última
celebrada con Artemisa)

Carneo deriva de kárnos próbaton


(ganado), en referencia quizá al que se
sacrificaba en las fiestas Carneas.
Los espartanos tenían la estricta
obligación de celebrar las fiestas Carneas,
que tenían lugar entre el día 7 y el 15 del
mes Carneo (parte de agosto y parte de
septiembre).[125] Su duración era de nueve
días. A ellas se entregaban los espartanos
con gran entusiasmo, por encima de
cualquier otra actividad, y todos los
ciudadanos varones debían ser
purificados,

Además, durante las fiestas tenían lugar


competiciones musicales (la tradición
remontaba a la XXVI Olimpíada, año 676-
673 a. C.), representaciones teatrales,
danzas de jóvenes, el sacrificio de un
carnero y una comida comunitaria.

Una barca portando la estatua de Apolo


Carneo, adornado con guirnaldas era
llevada por toda la ciudad, en recuerdo del
barco en el que los Heráclidas pasaron de
Naupacto al Peloponeso, por el golfo de
Corinto. La mitología cuenta que Apolo los
castigó enviándoles la peste, que sólo
cesó después de la institución de las
Carneas. Según Pausanias las Carneas
buscaban aplacar la ira del dios y restaurar
la comunión entre éste y el pueblo
espartano.[126]
El sacerdote que llevaba a cabo los
sacrificios era conocido como el Agetes
(griego antiguo Ἀγητής, Agêtês,), de ahí
que la fiesta también recibiera, en
ocasiones, el nombre de Agetorias o
Agetoreion.

El último día de las Carneas coincidía con


la luna llena, y antes de que terminasen
estas fiestas el ejército no podía
abandonar el territorio espartano. Los
gobernantes tenían prohibido llevar a cabo
ninguna campaña militar, declarar la
guerra, y cualquier acción diplomática; era
de, hecho, una tregua sagrada.
Las fuentes disponibles sobre las Carneas
son principalmente los gramáticos
Hesiquio de Alejandría y Ateneo.

Ergatia

Se llamaba Ergatia a una fiesta religiosa


celebrada en Lacedemonia, en honor de
Heracles y de los trabajos de este
héroe.[127]

Expansión, imperialismo y
caída
Guerras Médicas: la invasión
persa
En el siglo VI a. C., Esparta se había
interesado por el Asia Menor, entre otras
cosas suscribiendo una alianza con Creso,
rey de Lidia. Al comienzo del reinado de
Cleómenes I, sin embargo, se mostraría
más aislacionista, rechazando apoyar, en
el 499 a. C., la revuelta de las ciudades de
Jonia contra los medos (persas), para
centrarse en consolidar su propio imperio
del Peloponeso.. En 491 a. C., cuando
Cleómenes logró desembarazarse de
Demarato, las cosas cambiarían. Los
espartanos arrojaron a un pozo a los
emisarios de Darío I, llegados para
reclamar la tierra y el agua, acto simbólico
de aceptación de la hegemonía universal
de los aqueménidas, y despacharon
refuerzos a los atenienses, que llegaron a
Maratón demasiado tarde para participar
en la gran victoria ateniense.

Batalla de las Termópilas, 480 a.


C

Batalla de Termópilas. Esparta frenó el avance en un


paso angosto de 10-20 metros. En azul, la guarnición
espartana, en rojo las fuerzas persas.
En el año 481 a. C., Jerjes I reclamó de
nuevo la tierra y el agua a todas las
ciudades griegas. Esparta fue a la que se
le confió encabezar la Liga Panhelénica,
incluyendo la flota, a la que se sumaba la
gran flota que poseía Atenas, para así
detener el abastecimiento de los persas
por mar. Persia entró por el Helesponto
con una cifra de al menos 250 000
hombres para ocupar la Hélade, aunque
los griegos estimaban que eran un millón,
dato a tener en cuenta, dado que una vez
que Persia llegó hasta Corinto, Jerjes
ordenó la retirada del grueso de sus tropas
(no pudo haber dejado nunca tan pocos
hombres para terminar su
invasión).[128][129][130][131][132][133][134] La
estrategia fue detener la invasión por dos
vías, Atenas]por mar se ocuparía de la
flota persa, y Esparta se ocuparía vía
terrestre. esperándolos en el muy estrecho
paso de las Termópilas. Comandados por
su rey Leónidas I, Esparta envió un
pequeño número de soldados, 300
espartiatas (llevando refuerzos de algunos
espartanos más e ilotas, una suma total
de 7000 soldados aliados, que en su
mayoría no llegaron a luchar en este
desfiladero).[134] El paso donde los
espartanos plantearon la batalla era muy
angosto, de unos 10 a 20 metros, donde
no podrían los persas desplegar sus
fuerzas.[129] Mantener la posición en ese
estrecho desfiladero era importante, ya
que era el paso directo al territorio griego.
Enfrentados los ejércitos, los persas
propusieron a los espartanos su rendición,
y que entregaran sus armas. A lo que
repusieron con la ya popular frase:
ΜΟΛΩΝ ΛΑΒΕ («ven a buscarlas»).
Defendieron valerosamente el desfiladero
de las Termópilas durante una semana,
retrasando en forma notable el avance de
los persas, permitiendo al resto de las
ciudades griegas evacuar.[133]Hasta ese
momento solo habían sido intentos
frustrados de los persas frente a una
muralla impenetrable de lanzas y escudos
espartanos, que en aquellos momentos de
la batalla habían realizado una masacre, y
habían tenido muy pocas bajas. La batalla
se vio interrumpida por una misteriosa
lluvia torrencial (nada común siendo
agosto), que detendría los ataques. Al final
del sexto día, Leónidas ordenó la retirada
de todos los aliados griegos, quedando
solamente los 300 soldados espartiatas
en la posición.[130] Los persas hallaron un
paso alternativo por detrás de la montaña,
donde Leónidas encomendó que los
soldados focidios se mantuvieran allí, pero
finalmente vencieron la defensa, y pasaron
del otro lado, rodeando a los espartanos
de frente y por detrás. Según relatos
históricos, pese a la gran superioridad
numérica de los persas, no estaba siendo
fácil hacerse con el paso, por lo que Jerjes
ordenó a sus arqueros «oscurecer el cielo
con flechas», muriendo así sus propios
soldados, y la guarnición espartana fue
finalmente aniquilada. Según los cálculos
actuales, los persas tuvieron entre 25 000
y 40 000 bajas, casi una cuarta parte de
sus efectivos.[134]Ya con el paso liberado,
el ejército aqueménidas se abalanzó sobre
el territorio griego, quedando Atenas, ya
evacuada, a su merced. La flota de aliados
griegos ocasionó severas bajas a la persa,
pero no ala lcanzó, por lo que se replegó
hacia el sur, en Salamina. En contrapartida,
la total victoria naval de Salamina fue obra
de los atenienses, al mando de
Temístocles, con el apoyo secundario de
la flota espartana, al mando de Euribíades,
que propuso replegarse y plantar
nuevamente otra barra defensiva en el
istmo de Corinto, de un ancho de 8 km. El
imperio aqueménida destruyó Atenas y el
Oráculo de Delfos. Prácticamente toda
Grecia estaba invadida, a excepción de
Corinto y Mesenia (región que dominaba
Esparta). Precisamente en el paso más
angosto de Corinto (mapa), es donde los
aliados griegos se apostaron. Mantuvieron
allí la posición durante un año, hasta que
triunfaron en la Batalla de Platea.[131]

Batalla de Platea, 479 a. C.

Atenas (ya evacuada) y Esparta, junto con las polis


griegas aliadas, frenaron la invasión persa en el istmo
de Corinto, de unos 8 km de ancho. Grecia casi
desaparece. Por primera vez atenienses y espartanos
se aliaban.
Toda Grecia estaba arrinconada en su
última porción de territorio, Mesenia. Los
aliados griegos y todas las fuerzas de la
Hélade estaban apostadas el istmo de
Corinto, un terreno estratégicamente
angosto para no librar batalla a campo
abierto, teniendo en cuenta nuevamente
una diferencia numérica desfavorable. Las
ciudades históricamente enfrentadas,
Esparta y Atenas, continuaban siendo
aliadas. Tras arrasar con Atenas y demás
ciudades, Jerjes ordenó la retirada del
grueso de sus tropas, para evitar pérdidas
económicas.[135] Tras numerosas ofertas
de paz por parte de los persas, se libró
finalmente en el 479 a. C. la batalla de
Platea, con la victoria griega, bajo el
mando de los generales Pausanias y
Leotíquidas II.[136]Ya terminada la guerra,
los persas supervivientes fueron tomados
como esclavos, y gran parte de la Hélade
fue destruida. Con el restablecimiento de
la paz, Esparta propuso abandonar a su
suerte las ciudades jonias, demasiado
lejanas, pero tropezó con la oposición de
Atenas, lo mismo que en su sugerencia de
expulsar de la anfictionía de Delfos a las
ciudades culpables de medismo o alianza
con los persas: es decir, las de Tesalia.

Guerra del Peloponeso, 457 a.


C.

Apenas terminadas las guerras médicas,


Esparta se inquietó por el creciente
poderío de una Atenas enardecida por sus
victorias contra los persas. Presionada por
Egina y Corinto, Esparta prohibió a Atenas
reconstruir sus murallas, destruidas por
los persas.[137] Esto no impidió que Atenas
abandonara la Liga Panhelénica para
fundar la Liga de Delos. Esparta no llegó a
desencadenar una guerra y las relaciones
se mantuvieron estables hasta el 462 a. C.,
año en el que desdeñó y envió de vuelta un
contingente ateniense dirigido por Cimón,
que había acudido a socorrerla en plena
revuelta de los ilotas (véase, La rebelión
del monte Itome).[138][139] Esto supuso la
ruptura, sellada con la condena al
ostracismo del espartófilo Cimón por sus
compatriotas de Atenas.

Las hostilidades propiamente dichas


comenzaron en el 457 a. C., a
requerimientos de Corinto. En la Batalla de
Tanagra, fue la primera vez en que los
ejércitos ateniense y espartano se
enfrentaron.[140] Tras una serie de victorias
y derrotas para ambos bandos, se alcanzó
una paz inestable que duraría cinco años.
En el 446 a. C., las revueltas de Mégara
(véase, Decreto de Mégara) y Eubea
reavivaron el conflicto. Esparta, a la
cabeza de las ciudades coaligadas, arrasó
el Ática.[141] El propio rey espartano
Plistoanacte fue acusado de corrupción,
por no haber proseguido la ofensiva, y
condenado al exilio.[142] En el 433 a. C., por
último, el asunto de Córcira dio lugar al
inicio de la Guerra del Peloponeso.

Guerra del Peloponeso


La guerra se prolongaba demasiado.
Pericles decidió abandonar el Ática al
pillaje sistemático de los espartanos,
acogiendo a la población dentro de los
Muros Largos, que unían Atenas con su
puerto, El Pireo. En el 425 a. C. se produjo
la humillante derrota de Esfacteria, donde
120 Iguales (ver más abajo),
pertenecientes en su mayor parte a las
grandes familias de Esparta, fueron
capturados en un islote. La ciudad tendría
que rendir la flota para recuperar a sus
hoplitas. El golpe fue traumático: era la
primera vez que se veía a los Iguales
rendirse en vez de combatir hasta la
muerte. En el 421 se firmó con el
estratego ateniense Nicias una paz largo
tiempo anhelada (Paz de Nicias).

Pese a todo, las tensiones permanecieron.


Esparta y Atenas chocaron nuevamente en
el 418 a. C. por una disputa territorial en
Mantinea. Atenas decidió que Esparta
había roto los tratados, y la guerra
recomenzó en el 415 a. C. Los atenienses
organizaron una expedición contra Sicilia
que terminó en desastre, ya que la mayoría
de los barcos terminaron destruidos. La
revuelta de las ciudades jonias de la Liga
de Delos permitió a Esparta imponerse en
el campo de batalla. En el 404 a. C., una
Atenas sitiada terminó por capitular.

Esparta obligó a Atenas a acortar los


Muros Largos en diez estadios (algo
menos de dos kilómetros) por cada
extremo, y a unirse a la Liga del
Peloponeso. Los espartanos, sin embargo,
titubeaban respecto al sistema de
gobierno que impondrían a la ciudad. Todo
el mundo estaba de acuerdo en la
necesidad de poner fin a la democracia
ateniense, pero se dudaba entre una
oligarquía radical bajo tutela espartana y
otra más moderada, sin guarnición
espartana para sostenerla. El general
Lisandro, gran artífice de la victoria sobre
Atenas, impuso el gobierno de los Treinta
Tiranos, de corta duración, aunque
agobiante para los atenienses por los
altísimos impuestos que eran obligados a
pagar. Al tiempo, Pausanias permitió el
derrocamiento y huida de los Treinta y de
sus partidarios, y apoyó en cambio a los
oligarcas moderados que se habían
quedado en Atenas. A su regreso a
Esparta, Pausanias sería juzgado, y ocho
años después de su absolución, se vería
condenado cuando Atenas volviera a
tomar las armas contra Esparta.

El imperialismo espartano del


siglo IV a. C.

Esparta se había lanzado a la Guerra del


Peloponeso bajo la bandera de la libertad
y de la autonomía de las ciudades,
amenazadas por el imperialismo
ateniense. Pero, tras haber vencido, haría
otro tanto: impuso tributos, gobernantes
títeres e incluso guarniciones. A partir del
413 a. C., Tucídides la describía como la
potencia que “ejerce sola desde ahora la
hegemonía sobre toda Grecia”.[143]

Esparta cambió en consecuencia de


política ante Persia, haciéndose la
portavoz del panhelenismo. En primer
lugar, se produjo la expedición de los Diez
Mil narrada por Jenofonte en la Anábasis,
derrotada en el 401 a. C. En el 396 a. C., el
diarca Agesilao II fue enviado a derrocar a
Tisafernes, sátrapa de Caria, y proteger a
las ciudades griegas.

Guerra de Corinto 395 a. C.

Plano de las partes en conflicto:


     Esparta y la Liga del Peloponeso
     Atenas y la Liga de Delos
Los sueños imperiales de Agesilao
terminaron rápidamente, porque se le
convocó de vuelta a causa de los
acontecimientos en Grecia: Atenas, Tebas,
Argos y otras ciudades se habían rebelado
contra Esparta. Era el inicio de la Guerra
de Corinto. La coalición fue derrotada por
Esparta en Coronea y Nemea (394 a. C.),
pero Esparta perdió la hegemonía
marítima que tenía por entonces. Entre
tanto, los persas se lanzaron a una
contraofensiva, y Atenas reconstruyó sus
Largos Muros. Bajo la amenaza, Esparta
terminó por firmar la paz de Antálcidas,
tanto con los griegos como con los persas
(386 a. C.).
Esta paz, protegida por el Gran Rey persa,
permitía en realidad a Esparta continuar
su política imperialista con la excusa de
proteger la autonomía de las ciudades
más pequeñas. Esparta obligó a Argos a
conceder a Corinto su independencia, e
incluso a Olinto a respetar la autonomía de
sus ciudades de la Calcídica. En el
378 a. C., sin embargo, el conflicto volvió a
aparecer tras una razia espartana contra
El Pireo. Concluyó con la paz entre Atenas
y Esparta (371 a. C.), preocupadas ambas
por los avances de Tebas.

Batalla de Leuctra, 371 a. C.


Esparta lanzó de inmediato un ataque
contra la ciudad beocia que terminó en el
desastre de Leuctra. El general tebano
Epaminondas destrozó el ejército
espartano comandado por Cleómbroto I y
organizó una poderosa ofensiva contra
Esparta. Ésta se vería obligada a reclutar a
numerosos ilotas a fin de proteger la
ciudad. Fue el final de la hegemonía
espartana.

Declive del poder espartano


Soldados espartanos

En el siglo V a. C., los espartanos


propiamente dichos, los “Iguales”,
representan una pequeña parte de la
población global de la ciudad. En el
480 a. C., el rey Demarato estima el
número de hoplitas movilizables en algo
menos de 8000 (Heródoto, VII, 234). Este
número caerá a lo largo del siglo V a. C.,
principalmente a causa del terremoto del
464 a. C. que, según Plutarco (Cimón, 16,
4-5), destruyó el gimnasio, matando a toda
la efebía de Esparta, así como a la revuelta
de los ilotas, que supuso diez años de
guerrilla. Así, cuando la batalla de Leuctra
(371 a. C.), no había más que 1200
hoplitas movilizables, de los cuales 400
murieron durante el combate.

El número de los periecos era superior al


de los Iguales. Se puede estimar que había
unas cien aglomeraciones de periecos,
pues dice Estrabón que Esparta era
conocida como «la ciudad de las cien
villas». Los ilotas (o siervos) pueden
calcularse entre 150 000 y 200 000. De
acuerdo con Tucídides, se trataba del
grupo servil más numeroso de Grecia.
La hegemonía espartana fue clara entre el
403 a. C. y el 371 a. C. Tras la batalla de
Leuctra no solamente perdió Esparta
dicha hegemonía, sino también la mayor
parte de Mesenia y la Liga del Peloponeso,
que quedó disuelta.

Caída de Esparta, 222 a. C.

Derrotas en las batallas del siglo III a. C.


La irrupción de Macedonia en la arena
política griega tampoco mejoraría las
cosas. En el 330 a. C. el rey Agis III atacó a
Antípatro, lugarteniente de Alejandro
Magno, a la cabeza de una coalición
peloponesa, pero fue vencido y muerto en
la batalla de Megalópolis. Durante la
Guerra Lamiaca (a la muerte de Alejandro,
en el 323 a. C.), Esparta se hallaba
demasiado débil para participar.

La debilidad de Esparta permitiría medrar


a la Liga Aquea, mientras que las
revoluciones de Agis IV y Cleómenes III
minaban las instituciones de la ciudad.
Este último se enfrentó con algún éxito a
los aqueos, pero la intervención
macedonia de Antígono III supondría la
terrible derrota de Selasia, que condujo a
la toma de Esparta en el año 222 a. C., que
por primera vez en su historia, la ciudad se
vio vencida puertas adentro. Esparta, que
venía de recuperarse de una debilidad
militar alarmante, perdió a casi todos sus
hombres aptos para el ejército.

Traición de Roma, 197 a. C.

Para recuperar su poder, Esparta se vio


forzada a realizar alianzas estratégicas. En
el 207 a. C. llegó al trono Nabis, que poco
después se convertiría en tirano de
Esparta y reiniciaría la guerra contra los
aqueos. En el 205 a. C. Esparta se alió con
Roma, modificando de raíz el equilibrio de
fuerzas en la región. Los aqueos se
apresuraron a firmar también tratados con
Roma, enemistada por entonces con
Macedonia. En el 197 a. C. Roma, en
alianza con las demás ciudades griegas,
se volvió contra Esparta, que se vio
obligada a firmar la paz en el 195 a. C.
Perdió con ello una parte importante de su
territorio, el derecho a reclutar periecos, su
puerto (en Gitión) y casi toda su flota.

En el 192 a. C. la Liga Aquea obligó a


Esparta a ingresar en sus filas. Los
espartanos se vieron forzados a derruir
sus muros (los primeros de su historia,
que Nabis había mandado edificar),
libertar a los ilotas, abolir la “agogé” o
educación específicamente espartana,
etc. Se creó una situación de gran
inestabilidad social que no se calmaría
hasta el 180 a. C., cuando quedaron sin
efecto las prohibiciones y regresaron los
exiliados.

Las tensiones con la Liga Aquea, sin


embargo, no habían terminado. En el
148 a. C. los aqueos atacaron y derrotaron
a Esparta. Roma intervino, exigiendo que
Esparta y Corinto quedaran separadas de
la Acaya. Los aqueos, furiosos, retomaron
las armas, pero fueron aplastados por
Roma en el 146 a. C. Esparta se hallaba en
teoría en el bando vencedor, pero en la
práctica perdió sus ciudades periecas, que
formaron por su cuenta la koinonía
(alianza) de los Lacedemonios. Esparta no
era ya más que una ciudad de segundo
orden, autónoma pero aislada, muy lejos
de su esplendor de antaño.

Ruinas del teatro de Esparta.


Durante la dominación romana, ya sin
posibilidades militares, políticas,y
económicas, Esparta se concentró en la
educación espartana. Ésta se endureció,
atrayendo a los “turistas”, ávidos de ritos
violentos y extraños: Esparta había pasado
a ser un circo romano. De este modo, los
combates rituales que tradicionalmente se
habían disputado en el santuario de
Artemisa Ortia, bajo la dominación
romana pasaron a convertirse en la
“dimastígosis”: los niños eran flagelados,
en ocasiones hasta la muerte. Cicerón lo
relata en las Tusculanas (II, 34): la multitud
que acude al espectáculo es tan numerosa
que se hace necesario construir un
anfiteatro delante del templo para
acogerla. Este espectáculo atraerá turistas
hasta el siglo IV de nuestra era, como lo
testimonia Libanio (Discursos, I, 23).

Esparta fue saqueada por los hérulos en el


267 d. C., y definitivamente arrasada por
Alarico I, rey de los visigodos, en el 395 d.
C. Los bizantinos edificarían luego la
ciudad de Mistra cerca de las ruinas de la
antigua Esparta.

Agricultura, alimentación y
dieta
La agricultura de Esparta consistía
principalmente en cebada, vino, queso,
grano e higos. Estos productos se
cultivaban localmente por cada ciudadano
espartano en su kleros y eran atendidos
por ilotas. Los ciudadanos espartanos
debían donar una cierta cantidad de lo que
producían de sus kleros a su sisitia, o
comedor. Estas donaciones a la sisitia
eran una obligación para cada ciudadano
espartano. Toda la comida donada se
redistribuía para alimentar a la población
espartana de esa sisitia.[144] Los ilotas que
cuidaban las tierras se alimentaban con
una porción de lo que cosechaban.[145]

Economía
El modelo económico de Esparta se
basaba en una ideología contra-
económica particularmente fuerte. En
teoría, estaba prohibido a los homoioi
(«Iguales») ejercer una actividad
productiva, que constituía el dominio
exclusivo de los periecos e ilotas. Estos
últimos eran los responsables de explotar
los cleros (terrenos) de los espartiatas, a
los cuales pagan un alquiler (apophora). Al
igual que los griegos en general, los
perieocs se dedican principalmente a la
agricultura, y probablemente también a la
artesanía y el comercio.
La mayoría de los historiadores coinciden
en que la época arcaica Esparta no tenía
una ley que prohibiera el dinero.[146] Varios
testimonios también atestiguan que los
lacedemonios hicieron uso de moneda en
la era clásica.[146] A raíz de la guerra del
Peloponeso, la ciudad se preguntó sobre
la oportunidad de acuñarlas y
emitirlas.[147] Finalmente, decidió
mantener su moneda de hierro para
intercambios privados, y reservar el uso de
metales preciosos para los negocios del
Estado. Se unió a las filas del resto de
Grecia a principios del siglo III a. C., desde
el reinado de Areo I, que, al igual que los
monarcas helenísticos, emitió monedas
con su efigie y su nombre.[148]

A pesar del igualitarismo de la reforma de


Licurgo, la riqueza se distribuía muy
desigualmente entre los espartanos.
Heródoto menciona a individuos «de
nacimiento distinguido y de los más ricos
de la ciudad».[149] En el siglo IV a. C.,
Aristóteles señala que algunos poseían
una gran riqueza, mientras que otros casi
no tenían nada, y que la tierra se
concentraba en manos de unos pocos.[150]
Si lo que refiere Plutarco es creíble, solo
cien personas poseían tierras en el siglo
III a. C.[151]
Arqueología
Redescubrimiento
arqueológico

Uno de los primeros occidentales en


visitar Esparta fue Ciriaco de Ancona, en
1436.

Se sabe que a principios de la década de


1620, Sir Thomas Roe, embajador de
Carlos I en Constantinopla, empleó a
varios agentes «arqueólogos» que viajaron
por el Imperio otomano. Había estado a
cargo de la creación de colecciones de
antigüedades para diferentes clientes y
competidores: el propio rey y dos de sus
favoritos, Arundel y George Villiers. Uno de
los agentes de Roe exploró las islas del
Egeo, Atenas y Esparta. Compró muchas
antigüedades y mármoles. Sin embargo,
es imposible saber más. Su muerte en
Patras antes de que pudiera enviar su
cargamento a Roe le impide saber más
sobre él.[152]

La llanura de Esparta en la época de la Expedición de


Morea, por Abel Blouet.
La célebre Lacédémone ancienne et
nouvelle, Où l'on voit les Mœurs, & les
Coutûmes des Grecs Modernes, des
Mahométans, & des Juifs du Pays… Par le
Sieur de la Guilletière, publicado en París
en 1676, un año después de la descripción
desde Atenas por el mismo autor, de
Guillet que afirmó utilizar los recuerdos de
su hermano que había viajado por el
Imperio otomano, era una falsificación
(como la descripción de Atenas)
concebida a partir de varias obras de
eruditos que nunca salió de su
despacho.[153] Por el contrario, la
descripción del comerciante británico,
Bernard Randolph, que data de 1687 es
confiable. Estaba allí. Pero estaba más
interesado (como comerciante) en las
realidades económicas que en las
antigüedades. Nos dice que las llanuras de
Esparta son «agradables, llenas de
pequeños pueblos, olivos y moreras».[154]

El abad Fourmont, enviado a Grecia por


Luis XV, regresó con muchas
inscripciones, gran parte de las cuales
afirmó procedía de Esparta. Se demostró
en 1791 que eran falsas, lo que llevó a
cuestionar todo lo que Fourmont había
informado. Su primera carta de Esparta
está fechada el 20 de abril de 1730. El sitio
estaba prácticamente vacío. Como la
ciudad tenía pocos edificios en la
antigüedad, no había casi nada a
comienzos del siglo XVIII. Fue quizás por
esta razón que Fourmont comenzó a
compensar la ausencia por invención. En
su carta, afirma haber contratado a unos
treinta trabajadores, no pasar un día sin
descubrir, a veces descubrir más de veinte
inscripciones al día, tener listas completas
de éforos, sacerdotes y sacerdotisas,
gimnasiarcas, etc., y haber descubierto las
tumbas de Lisandro y Agesilao II. Describe
la ciudad como «una cantera de
inscripciones en mármol [que él] explota
descaradamente, derribando sus paredes
y templos». Permaneció allí hasta junio de
1730.[155]

Excavaciones arqueológicas

Los viajeros, en su mayoría ingleses, que a


principios del siglo XIX atravesaron los
montes del Peloponeso para ir a laconia, la
visión de unas cuantas ruinas
diseminadas les decepcionó.. No
obstante, de sus cuadernos de viaje, nació
la idea de realizar excavaciones
sistemáticas.[156]

En la segunda mitad del siglo XIX,


comenzó la era de excavaciones en la
región. El primero en emprender una
campaña con bases científica, fue el
griego Ch. Tsountas, en diversos
yacimientos de Laconia, durante los dos
últimos decenios de dicho siglo. Identificó
el Amicleo, santuario de Apolo que recibía
este nombre del barrio de Esparta en
cuyas proximidades se encontraba
Amiclas.[156]

El arqueólogo alemán A. Furtwängler,


continuó las excavaciones a comienzos
del siglo XX. La acrópolis de Esparta, el
santuario de Artemisa Ortia y el Meneleo,
fueron excavados por la Escuela Británica
de Atenas en 1906. en 1929, publicaron el
resultado de los hallazgos del santuario de
Artemisa Ortia, que contribuyó a echar por
tierra tópicos sobre Esparta.[156] En el siglo
XX los arqueólogos griegos concentraron
sus esfuerzos en Amiclas y en el territorio
de la ciudad antigua.[156]

Restos arquitectónicos

Situada en el corazón de Laconia, un poco


al norte de la moderna ciudad homónima,
a su defensa contribuyeron , sobre todo
las márgenes pantanosas del Eurotas, a lo
largo del cual corría en la antigüedad la
principal vía de acceso de la ciudad. De
los puentes del río quedan restos. por este
motivo Esparta estuvo mucho tiempo sin
murallas. El rey Agesilao dijo con orgullo
refiriéndose a sus conciudadanos: «estas
son las murallas de los lacedemonios».

Muralla

Data del principios del siglo III a. C. Son


visibles tramos de una fortificación de
época tardorromana y bizantina cerca de
la acrópolis. el perímetro de la muralla
helenística sigue la línea de alguna de las
colinas que circundan la acrópolis, a
excepción de las modestas alturas del
lado noroccidental, separadas por la
muralla del valle del Magoula.[157]

Sistema viario
El sistema viario antiguo se ha conservado
en parte en el trazado moderno. La calle
que recorrió Pausanias desde el ágora al
teatro es al que en la actualidad, al salir de
Esparta conduce a Mistrás, localidad que
en época bizantina alcanzó gran
importancia en detrimento de la propia
Esparta.[157]

Templo de Atenea

Templo de Atenea Calcieco.


La carencia de santuarios y edificios
suntuosos daba a Esparta un aspecto
arcaico. En la acrópolis en una colina baja
sin construcciones defensivas, se
encontraban edificios modestos como el
templo de la divinidad poliada, Atenea. Los
arqueólogos británicos sacaron a la luz
restos del muro externo y fragmentos de
láminas de bronce sin decoración. Según
Pausanias, fue Gitidas el autor de dichas
láminas de bronce, con las que decoró el
templo. Realizó la estatua de culto de la
diosa que recibió el nombre de Calcieco
(«de la casa de bronce»), representada en
monedas de época tardía. Atenea en
posición frontal, con casco, escudo
redondo en la mano derecha y lanza en la
izquierda levantada, va ataviada con un
vestido con decoración de franjas
horizontales.[158]

Teatro

Teatro.

El teatro del que habla Pausanias


aprovecha la pendiente natural de la
acrópolis bajo el recinto de la Calcieco. Se
construyó en el período helenístico, y se
restauró y revistió de mármol en el siglo
I a. C.. El teatro carecía de una escena
permanente: se utilizaba una escena móvil
de madera que se empujaba sobre rieles
hasta ser colocada delante de la orquesta.
En el siglo III se le dotó de un edificio
escénico permanente. Los godos
destruyeron el teatro en el año 396.[158]

Leonideo

El Leonideo de Esparta, no tiene ninguna


ninguna relación con la tumba de
Leónidas I, es un templo pequeño o
naiskos. Situado entre la ciudad moderna
y la acrópolis, lejos del teatro, consta de
un pronaos y una cella de época
helenística.[159]

Santuario de Artemisa Ortia

Ofrendas votivas halladas en el santuario.

El santuario se hallaba al sureste de la


acrópolis muy cerca de la orilla occidental
del Eurotas, en el barrio conocido con el
nombre de Limnai, es decir «pantanos». El
santuario excavado por la Escuela
Británica a principios del siglo XX,
constituye junto con el teatro y el templo
de Atenea Calcieco uno de los edificios
que la arqueología ha podido identificar
con seguridad.[159]

Durante siglos fue sede de un culto, y los


objetos votivos encontrados, sobre todo
marfiles y cerámicas constituyen, pro su
gran calidad el testimonio de la artesanía
laconia de época arcaica. Al altar primitivo
se añadió un templo, primero de pequeñas
dimensiones con una fila de columnas en
el centro y paredes de madera y adobe, y
después tras una inundación del Eurotas
ocurrida en los primeros decenios del
siglo IV a. C., el templo de piedra, de
mayores dimensiones, pero todavía
relativamente modestas, del que hoy son
visibles los cimientos. En época romana,
frente al templo y en línea recta con el
altar, se construyó una cávea teatral para
permitir a los espectadores asistir a las
ceremonias arcaicas en honor de la diosa,
entre el ellas el rito de la fustigación de los
niños. El culto de Artemisa ortia
comprendía también danzas y
representaciones teatrales: de ello son
buen prueba las numerosas máscaras de
terracota halladas en el santuario. [159]

La explicación del epíteto Ortia es


complicado. Quizá fue una diosa del
segundo milenio a. C., cuyo culto se fundió
con el de una diosa del Olimpo. La diosa
aparece en pequeñas placas de plomo y
marfil generalmente bajo el tema
iconográfico de la potnia theron (señora
de los animales) con pólos (un tocado
alto) de plumas, alada y con pájaros que
en ambas manos: las ofrendas (tortugas,
peines) demuestran la relación de la diosa
con el mundo femenino (al tortuga s
econsideraba el animal prolífico pro
excelencia), mientras que las fuentes
literarias atestiguan la importancia del
culto para la iniciación masculina
(diamastigosis: fustigación ritual): los ritos
que se celebraban en el santuraio
representarían etapas en la iniciación de
los jóvenes espartanos en la agogé.[159]

Menelaion

En este templo se rendía culto a Helena y


Menelao. Se encontraba extramuros, cerca
de Terapne y era de pequeño tamaño.
Aunque la estructura de los restos que han
pervivido son de época clásica, se alza
sobre un templo más antiguo, que habida
cuenta de los objetos votivos hallados se
remonta a época micénica.[159]

Hallazgos arqueológicos
Mosaico de Alcibíades.

Mosaico encontrado en Esparta que


representa al mítico Aquiles en Esciros.
Religión y libaciones. Relieve hallado en
Esparta.

Mosaico, El rapto de Europa.


Ánfora que representa las carreras de
caballos en los Juegos Olímpicos.

Cultura
Literatura

El primer ejemplo del alfabeto laconio se


remonta a mediados del siglo VIII a. C.: es
la dedicatoria de un aríbalo de bronce
encontrado en el Menelaion.[160] La nitidez
de las letras, incisas en una superficie
bastante dura, implica un cierto hábito y
sugiere que la alfabetización ya estaba
muy extendida. En general, se estima que
se remonta a alrededor de 775 a. C.[161]

Estesícoro.

A finales del siglo VII a. C., Esparta se


enorgullecía de poseer uno de los más
grandes poetas elegíacos griegos,[nota 4]
Tirteo. Su origen ha sido discutido desde
la antigüedad; La Suda, un diccionario
bizantino, duda entre su nacimiento en
Esparta o en Mileto, en Jonia. De él se han
conservado fragmentos de once elegías,
que concilian el ideal aristocrático
heredado de Homero y el ideal de la
ciudad. El orador Licurgo hace notar que
los espartanos que van a la guerra se
reúnen para escuchar sus poemas.[162] Al
mismo tiempo, Alcman fue llevado a
Esparta como esclavo, y luego liberado
por su amo. Sus poemas tenían tanto éxito
que se leían todos los años durante el
festival de las Gimnopedias.[163]
Esparta también sabe cómo traer poetas
reconocidos, como Tales de Gortina,
Terpandro o Timoteo de Mileto. Varias
tradiciones los muestran, con sus
cánticos, para apaciguar una crisis (stasis)
que sacudió a la sociedad espartana,
convirtiéndola así en precursora de
Licurgo. En el siglo VI aC AD, según la
tradición, la ciudad albergó a uno de los
maestros de la poesía lírica,
Estesícoro.[nota 5] Se ha conservado de él
un fragmento de un palinodia en el que
niega que Helena alguna vez fuera a
Troya,[164] probablemente por
consideración a los espartanos que la
consideraban una diosa. A comienzos del
siglo V a. C., Simónides de Ceos escribió
un elogio fúnebre da los guerreros caídos
en la batalla de las Termópilas,[165] que los
espartanos parecen declamar cada año
ante un monumento a estos muertos, ya
fuera en Esparta o en Termópilas.[166]

Curiosamente, Esparta ya no trajo poetas


después de la llegada de Estesícoro y no
fomentó ningún autor. El analfabetismo de
los espartanos era proverbial en la época
clásica entre los atenienses.[167]En
realidad, es más que probable que los
reyes, los oficiales generales, éforos
gerontes e hippeis supieran leer y
escribir.[168] En cuanto a los ciudadanos
comunes, Justino informa que durante las
Guerras mesenias, los soldados
espartanos escribían su nombre y apellido
en planchas de madera que sujetaban a
sus brazos,[169] una especie de
antepasado de las placas de identificación
militar. Plutarco también cita cartas
enviadas por madres espartanas a sus
hijos soldados. Es difícil saber si estas
dos menciones son auténticas o no. De
una manera más creíble, Aristófanes
menciona a una poetisa espartana,
Clitagora,[170] y Jámblico menciona a
varios pitagóricos espartanos.[171]
En el período helenístico, Esparta se abrió
de nuevo a la literatura y produjo
«anticuarios», es decir, eruditos, que se
especializaron en las curiosidades de su
propia historia. El más conocido de ellos,
Sosibio, dejó una serie de tratados sobre
cultos y costumbres espartanas, de los
cuales el gramático Ateneo conservó
algunos fragmentos. Al mismo tiempo, las
familias adineradas acostumbraban a
enviar a sus hijos al exterior para
completar su educación; hay, por tanto, un
cierto "Gorgo el Lacedemonio" entre los
discípulos de los famosos estoicos
Panecio de Rodas.[172] En la época
romana, Esparta se convirtió en uno de los
centros griegos de educación superior.[173]

Arte

El arte laconio floreció especialmente en


el período arcaico; sus principales modos
de expresión fueron la cerámica, el bronce
y el marfil.

La contribución de Laconia a la escultura


está lejos de alcanzar la de otras regiones
griegas, pero se puede comparar con la de
Beocia. Esparta tenía una escuela de
estilo dedálico en el siglo VII a. C., cuya
producción restante consistía
esencialmente en figurillas de terracota.
Los relieves funerarios del siglo siguiente
son relativamente mediocres, pero la
estatua llamada Leonidas sugiere que el
resto de la producción podría haber sido
de mejor calidad.[174]

Con respecto a la arquitectura, Tucídides


observa: «si fuera desolada la ciudad de
los lacedemonios y solo quedaran los
templos y los cimientos de los edificios,
pienso que, al cabo de mucho tiempo, los
hombres del mañana tendrían muchas
dudas respecto a que la fuerza de los
lacedemonios correspondiera a su
fama».[175] Sin embargo, Esparta no está
desprovista de monumentos, como lo
demuestran los capítulos que Pausanias
dedica a la ciudad:[176] podemos
mencionar las Skias (570-560 aC), odéon
de forma circular, el templo de Atenea en
el Calcieco (finales del siglo IV aC) o la
estoa persa, cuya construcción fue
financiada con los despojos de las guerras
médicas. En las afueras de Esparta estaba
el santuario de Artemisa Ortia.

Bronces
Caballo de bronce de estilo laconio encontrado en
Olimpia, c. 740 a. C., museo del Louvre.

Esparta también se distinguió, en la época


arcaica, por sus trabajos de bronce. Sus
artesanos fundían figurillas cuyo ejemplo
característico es el llamado caballo de
Laconia, notable por la impresión de
estabilidad y el poder contenido que
desprende.[177] Se caracteriza por una
cabeza muy larga, un cuello corto y una
base rectangular con aberturas con un
apéndice en el que se asienta la cola del
animal. Está hecho a partir de un modelo
de cera dura; el bronce, con una alta
proporción de estaño, es arrojado por las
fosas nasales a un molde segmentado
según la técnica de la cera perdida; la
estatuilla desmoldada no está sujeta a
retrabajo. Este tipo de figura data de
mediados del siglo VIII a. C., predomina
entre el exvoto geométrico de Olimpia. La
producción de figurillas de buena calidad
persistió hasta el siglo V a. C. Mientras
que los caballos generalmente estaban
concebidos para ser autónoms, la mayoría
de las otras figurillas están diseñadas para
decorar artículos de lujo, como
espejos.[174]

Los artistas laconios también hicieron


grandes vasos, como la crátera de Vix, de
1,64 metros de altura, que data de finales
del siglo VI a. C., y de la que se desconoce
su origen exacto.

¿Un «espejismo espartano»?


En la Antigüedad

Ruinas de Esparta.
Esparta se diferenciaba en primer lugar de
otras ciudades griegas. Homero menciona
en el Catálogo de los barcos el
«aislamiento lacedemonio»,[15] rodeada
como estaba, por los montes Parnón y
Taigeto, donde, en la Odisea , se
representa a Artemisa liderando la
caza.[178]

Desde el final del período arcaico, sin


embargo, Esparta emerge de su destino,
primero por el poder de su falange, y
después por su sistema político, que
muchos poetas y Heródoto consideraban
un modelo de eunomia, es decir de justicia
y buen orden.[179] Heródoto representa así
al rey espartano en el exilio Demarato
advirtiendo al rey aqueménida Jerjes I que
los espartanos son «los más valientes de
todos los hombres» y enfatiza que «la ley
es para ellos una maestra absoluta».[180]
Sin embargo, ninguna ciudad se dotó con
una constitución similar, incluso entre
aquellas que adoptaron una forma de
gobierno oligárquica.

La admiración por el modelo espartano se


desarrolló particularmente en Atenas. El
primero de estos «laconizantes» fue
Cimón, que llamó a su hijo
Lacedemonio.[181] y persuadió en 464 a. C.
al pueblo ateniense a ayudar a Esparta,
golpeada por un terremoto.[182] Los
filolaconios eran reclutados
principalmente por los partidarios de la
oligarquía: Critias, líder de los Treinta
Tiranos que tomaron el poder en el año
404 a. C., es descrito como un «filolaconio
notorio»,[183] para quienes la constitución
de Esparta era la mejor de todas.[184] Por
el contrario, Eurípides representa a sus
personajes espartanos, Menelao y
Hermíone, como seres odiosos,
obsesionados con la riqueza y el poder,
brutales y engañosos.[185]

A comienzos del siglo IV a. C., Esparta


derrotó a Atenas en la larga Guerra del
Peloponeso. Muchos griegos atribuyen la
victoria a la superioridad de la
organización política espartana.[186] Este
es especialmente el caso de la
Constitución de los lacedemonios,
atribuida a Jenofonte, quien luchó contra
su propia ciudad bajo las órdenes del rey
Agesilao II en la Batalla de Coronea y
sometió a sus hijos a la educación
espartana. Por su parte, Platón denuncia
la moda con la que, para imitar a los
espartanos, «nos magullamos los oídos,
nos ponemos correas alrededor de los
brazos, practicamos constantemente en
gimnasios, usamos ropas muy cortas,
como si este fuera el motivo por el que los
lacedemonios superaron a los otros
griegos».[187]

Platón conocía bien a los filolaconios por


haberlos frecuentado en su juventud. Su
actitud frente a Esparta es mesurada:
elogia la eutanasia espartana y la
sabiduría, basada en el sentido común,
pero denuncia en la República su
transformación en timocracia, es decir, en
un régimen donde la búsqueda de honores
era el principal impulsor.[188] En la primera
parte de las Leyes lamenta que la música
esté tan olvidada en Esparta, pero elogia al
régimen político espartano por el equilibrio
de poder -primero entre los dos reyes,
segundo entre los reyes, los gerontes y los
éforos - que constituye para él el justo
medio entre la democracia y la
monarquía.[189]

Aristóteles se muestra relativamente


crítico en su Política. Para él, los ilotas no
son una buena solución para permitir que
los ciudadanos sean liberados del trabajo,
porque los espartanos les temen
permanentemente. Luego denuncia la
demasiada libertad que gozan las
mujeres. Destaca el alcance de la
desigualdad social y el hecho de que las
dos quintas partes del Estado son
propiedad de mujeres. En el plano político,
la elección democrática de los éforos le
parece peligrosa, porque lleva a la
selección de hombres pobres, por lo tanto
venal; su poder le parece tiránico. la
gerusía no se salva: sus miembros son
seniles, corruptos y propensos al
favoritismo. Al igual que Platón en las
Leyes, culpa a Esparta por concentrarse
exclusivamente en la virtud militar: su
victoria sobre Atenas resultó fatal, porque
no sabía cómo manejar la paz.
Licurgo y los dos perros, anécdota edificante
publicada por Plutarco, grabado de Otto Van Veen,
Emblemata Horatiana, 1607.

En el período helenístico, Esparta fue


objeto de interés para los amantes de la
filosofía política, que tienden a idealizarla.
Uno de los alumnos de Aristóteles,
Dicearco escribió una Constitución de los
lacedemonios, que los espartanos
apreciaron tanto que la leían una vez al
año a sus jóvenes. Los pitagóricos erann
generalmente filolaconios. El tratado
Sobre la ley y la justicia, atribuido a
Arquitas de Tarento, pero que es de hecho
una obra helenística, hace de Esparta el
ejemplo del régimen ideal, una
constitución mixta que combina la
democracia (hipagretas y koroi, es decir la
guardia personal del rey), la oligarquía (los
éforos) y la monarquía (los reyes). De la
misma manera, los cínicos recogen los
Apotegmas lacedemonios, que Aristóteles
ya cita en Retórica como buenas máximas
de la moralidad práctica.[190]
Esparta ejerció también una atracción
fuera de Grecia. Muchas de las ciudades
de Asia Menor o de la costa del Lacio
pretendían hacerse, de una manera
bastante fantasiosa, con las colonias
espartanas. El primer libro de los
Macabeos [191] y las Antigüedades judías
de Flavio Josefo [192] informan de una
carta atribuida al rey Areo I y enviada al
sumo sacerdote Onías I, en la que Areo
proclama un origen común entre los
espartanos y los judíos. En 168 a. C., el
sumo sacerdote Jasón, depuesto, llegó
Esparta con la esperanza de encontrar
refugio gracias a este parentesco
común.[193] En Italia, los sabinos creían
que eran descendientes de espartanos
que abandonaron su ciudad madre por
disgusto por su austeridad.[194]

En Roma, hubo una corriente filolaconia en


la República romana: Catón el Joven toma
a los espartanos como modelos19; Bruto
renombró Eurotas un curso de agua de su
propiedad en el campo y le asignó un
estilo laconio cuando escribió en
griego.[195] Las instituciones romanas a
menudo se comparaban con las de
Esparta: los dos cónsules recuerdan a los
dos reyes, mientras que el Senado evoca
la gerusía. Durante el Imperio romano, los
estoicos admiraban la austeridad de los
espartanos, su negativa a reconocer la
derrota y su desprecio por la muerte.
Plutarco escribió la biografía de Licurgo,
Agesilao II, Lisandro, Agis IV y Cleómenes
III, y recopiló las Máximas de espartanos.
Posteriormente, la influencia espartana
fue menos pronunciada. La Segunda
sofística estauvo interesada
principalmente en Atenas, pero recurría a
Esparta para proponer temas de retórica:
«¿Deberíamos poner murallas a Esparta?»
«¿Deberían los presos de Esfacteria ser
castigados por cobardía?».[196]

En la época moderna
Representación ideal de Esparta, ilustración de las
Crónicas de Núremberg", 1493.

En el Renacimiento, Esparta, y no Atenas,


se consideraba el arquetipo de los valores
morales de la Antigüedad. El humanista
italiano Pier Paolo Vergerio exaltó los
méritos educativos de Esparta en su
tratado (circa 1402) sobre la educación de
los jóvenes príncipes. En 1436, Ciriaco de
Ancona visitó las ruinas de la ciudad y
lamentó la desaparición de «esta ciudad
noble», símbolo de «virtud humana» y
«famosa por la integridad de su alma».[197]
Lacedemonia se convirtió en el símbolo
del régimen mixto en las ciudades-estado
italianas, y el contramodelo del
absolutismo real en Francia,
especialmente en el pensamiento
protestante, principalmente el de los
monarcómacos. El modelo espartano se
difundió bajo la influencia de las muchas
traducciones de Plutarco.[198]

A través de Platón y Plutarco, Jean-


Jacques Rousseau ve Esparta como «el
mismo tipo de sociedad política justa» y
«el estado donde la virtud era la más pura
y duró más tiempo», según la universitaria
Paule Monique Vernes; Rousseau la
prefería frente a Atenas24,25.[199][200] Solo
Voltaire y el Baron d'Holbach, entre los
más conocidos, prefieren la democracia
de Atenas. La Revolución francesa se
refirió mucho a Esparta hasta la caída de
Robespierre. Este último se refiere a
Esparta abundantemente, la cual
conservaba «la cohesión de la sociedad y
el cuerpo político» lacedemonio, mientras
que a veces se distancia de este modelo.
Después de su muerte, los republicanos
abandonan el ideal de Esparta, a la que
juzgaban por reprimir la libertad bajo la
autoridad, a favor de Atenas y Roma,
excepto unas pocas reminiscencias en las
obras de François Babeuf y los «Iguales».
En reacción, fue el turno del teórico
contrarrevolucionario Joseph de Maistre
para retornar al referente espartano. Parte
de la erudición alemana (Karl Ottfried
Müller, especialmente en Los Dorios, y
Werner Jaeger), y algunos franceses como
Maurice Barrès (Le Voyage de Sparte)
veían en ella el genio de la «raza" doria», la
«encarnación de una política
conscientemente racista, guerrera y
totalitaria».[201][198][202] Por el contrario, el
historiador Henri-Irénée Marrou denuncia
el «espejismo espartano»:[nota 6] "lejos de
ver en el ἀγωγή un método seguro para
engendrar la grandeza, denuncio la
impotencia radical de un pueblo vencido
que se ilusiona. Para él, la desgracia de
Esparta es haber madurado demasiado
pronto. Al querer preservar la herencia de
la época arcaica, en la que Esparta
también conoció tanto la educación militar
como las artes, se aferró a una actitud de
rechazo y defensa, no conoció más que el
culto estéril de la diferencia
incomunicable.

En la época contemporánea

En 1928, Adolf Hitler escribió que Esparta


era el modelo del próximo Tercer Reich por
ser el «primer estado racista» de la
Historia y el arquetipo del Estado ario.
Después de la Segunda Guerra Mundial,
Esparta es movilizada por el escritor
fascista Maurice Bardèche, que pretende
mostrar que la extrema derecha radical no
se puede reducir a los estados que
acabaron derrumbándose.[202] Maxime
Rosso explica esta evolución:

«Ya no es a través de Plutarco que nos


acercamos a Lacedemonia; es
reemplazado por los poetas griegos muy
antiguos de los siglos VII y VI a. C., Tirteo,
Alcman, Baquílides o Píndaro. Por lo tanto,
ya no nos referimos al legislador mítico,
sus leyes e instituciones; preferimos
magnificar a un pueblo que habría
aumentado por sus cualidades
intrínsecas. El concepto de raza ha
reemplazado al de la ley.»

Debido a este uso por la extrema derecha,


Esparta se vuelve tabú en el ámbito
historiográfico hasta la década de 1980.
Su percepción popular cambió con la
reinterpretación occidental de Frank Miller,
autor de la historieta 300 adaptada al cine
en 2006 con el título de 300. En Francia,
Los Identitarios utilizan abundantes
referencias espartanas.[202] En Grecia, el
partido de extrema derecha Amanecer
Dorado se defiende de las acusaciones de
referencias al nazismo al afirmar que este
último copió a los grecorromanos, y en
particular a Esparta, que sería su
verdadero modelo.[202]

Frases célebres
«Vencer o morir».[203]
«Mi escudo, mi espada y mi lanza son
mis únicos tesoros».[cita requerida]
«Vuelve con el escudo o sobre él» (Ἢ
τὰν ἢ ἐπὶ τᾶς Ē tan ē epí tās;
literalmente «con esto o sobre esto»
dicho al presentar el escudo al
guerrero).[204]
«Los espartanos no preguntan cuántos
son los enemigos, sino dónde
están».[205]

Véase también
Ejército espartano
Batalla de las Termópilas
Antigua Grecia
Reyes de Esparta
Esparta (municipio): ciudad moderna de
Esparta.
Pederastía militar en la antigua Grecia

Notas
1. Asentamientos habitados en el Heládico
reciente IIIB (LH IIIB);[16]
2. Levy 2003, p. 51, considera que en el
siglo III a. C. se produjo un debilitamiento
de la agogé en lugar de una interrupción
pura y simple.
3. No se dotó de un recinto hasta bastante
tarde.
4. En la antigua Grecia, la elegía es un
poema en dísticos elegíacos, es decir
alternar un hexámetro y un pentámetro
dactílico.
5. Estesícoro sitúa allí el palacio de
Agamenón en lugar de en Micenas, lo que
parece reflejar la propaganda espartana de
la época; la hipótesis parece confirmada
por uno de los papiros de Oxirrinco (2735,
fragmento 1). M. L. West, "Stesichorus",
The Classical Quarterly, New Series, vol. 21,
No. 2 (noviembre de 1971), p. 305.
6. Expresión de François Ollier.

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ciudad de Atenas como embajadores de
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9. Estrabón, Geografía, VIII, 6, 17.
10. Cartledge, 2001a, p. 100.
11. Lévy, 2003, p. 12.
12. Cartledge, 2001a, pp. 92-93.
13. Cf. Pausanias, Descripción de Grecia,
IIII, 2, 6; 16, 9; 19, 6; Polibio, Historias, V, 19,
1-2.
14. Barahona, 2006, p. 91.
15. Homero, Ilíada, II, 581.
16. Cartledge, 2001, p. 58.
17. Lévy, 2003, p. 14.
18. Lévy, 2003, pp. 15-16.
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23. Connolly (2006), p. 38
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25. Jenofonte, Constitución de los
lacedemonios xi.3 y xiii.8; Aristófanes,
Lisístrata v. 1140; Plutarco, Moralia, 238 F;
Plutarco, Licurgo 22.
26. Heródoto i.82.8 y vii.208.3
27. Sekunda (1998), p. 24
28. Aristófanes, Las aves vv. 1281-1289.
29. Connolly (2006), p. 11
30. Connolly (2006), p. 38
31. Connolly (2006), p. 40
32. , op. cit. vi.56.
33. Garlan, Yvon (2003). La guerra en la
antigüedad. Madrid: Aldebarán. p. 33. ISBN
84-95414-31-7.
34. Connolly, Peter. (2006), p. 47
35. Isócrates, XII, 255.
36.
37. Heródoto, VII, 234.
38. Heródoto, IX, 10.
39. Plutarco, Vida de Cimón, 16, 4-5.
40. Jenofonte, Helénicas, VI, 4, 15; VI, 1, 1 y
VI, 4, 17.
41. Aristóteles, Política, 1270a29-31.
42. Estrabón, Geografía, VIII, 4.
43. Tucídides, VIII, 40, 2.
44. Pomeroy, 2002, p. VII.
45. Estos términos no se encuentran ni enn
la obra de Heródoto ni en la de Tucídides.
Son utilizados por Jenofonte, Constitución
de los lacedemonios, X, 7, 13, 1 y 7);
Jenofonte, Anábasis, IV, 6, 14, y Jenofonte,
Helénicas, III, 3, 5, y en Aristóteles, Política,
V, 7, 1306b 30.
46. Véase, Lévy, Edmond (1985). «Astos et
politès d'Homère à Hérodote». Ktèma (en
francés) (10): 53-66.
47. La traducción antigua por “Iguales” es
inexacta.
48. Lévy, 2003, p. 47.
49. Cartledge, 2001a, p. 73.
50. Heródoto, Historia, VII,23; Plutarco,
Licurgo, 21, 2.
51. Lévy, 2003, p. 50.
52. Tucídides, I, 6, 4.
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58. Pausanias, IV, 14, 4–5.
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II, 9.
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63. Tucídides, V, 67; Jenofonte, Helénicas,
XII, 3.
64. Filarco, citado por Ateneo, VI, 271e.
65. Claudio Eliano, Varia Historia, 12, 43.
66. Lévy, 2003, p. 52.
67. Kennel, 1995, pp. 9-14.
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72. Carledge, 2002, p. 25.
73. Lévy, 2003, pp. 55-56.
74. Plutarco, Vida de Licurgo, XVI, 10.
75. Pseudo-Plutarco, Instituciones laconias,
5 y Vida de Licurgo, XVI, 12.
76. Plutarco, Vida de Licurgo, XVI, 13.
77. Pausanias, III, 14, 8-10; III, 20, 2 y 8;
Luciano de Samosata, Anacarsis, 38;
Cicéron, Tusculanas, V, 27, 77
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109. Lévy, 2003, p. 204.
110. Pausanias, II, 5, 2; tal vez también
Plutarco, Vida de Agis, 19, 5-8.
111. Aristóteles, Retórica, 1419 a31-35.
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Termópilas - La Vanguardia» .
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Para un repertorio bibliográfico más amplio


puede consultarse esta Bibliografía general
sobre Esparta en varios idiomas.

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Universal Ilustrada Europeo-Americana
(Espasa), cuya publicación fue anterior a
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Enlaces externos
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Grecia: la acrópolis de Esparta. (en
griego)
Atenas y Esparta: Comparación de la
organización de las dos ciudades más
importantes de la Grecia Antigua.
Sobre la Antigua Esparta (enlace roto
disponible en Internet Archive; véase el historial
y la última versión).; en el sitio
Artehistoria.
ΣPARTA: un periódico educativo para
Esparta y la historia griega.
La ciudad sin muros: Esparta durante
los períodos arcaico y clásico.
La libertad de los antiguos en Esparta y
Atenas : análisis comparativo entre el
totalitarismo espartano y la democracia
ateniense.
Ὀμοιότης, los ὅμοιοι de Esparta
Thomas R. Martin: An Overview of
Classical Greek History from Mycenae to
Alexander (Panorama de la historia de la
Grecia Antigua desde la época micénica
hasta la de Alejandro); texto inglés con
índice electrónico en el Proyecto
Perseus.
The Power of Sparta (El poder de
Esparta).
Alcibíades: A los espartanos (413 a. C.)

Datos: Q5690 Multimedia: Sparta

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