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Nuestra sagrada ciudad “Na Kan” fue reconocida de modo popular con el
adjetivo de “Tierra Roja”, pero “KAN” fue el Título Imperial y se le puede
ver grabado en la misma ciudad, sobre la Lápida del Kinich Uaxac Ahau
Kukulkan.
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Estandarte que porta los símbolos del “Imperio de Kan”, “Imperio del
Dragón”.
En el texto bíblico (Vulgata Latina, 1877) esta tierra es también llamada “Chanaan”, a
la que posteriormente nombrarían “Palestina”; Chanaan viene del término “Chan” que
al igual que “Kan” significa “serpiente” y el posterior nombre que le dan (Palestina)
proviene de las palabras griegas “Philistins” o “Palestins” que quiere decir
“extranjeros”. Todo esto como se puede deducir hace referencia inconfundible a una
gente, unos extranjeros provenientes de una “Tierra de la Serpiente” “Na-Kan”, “Can-
an”, “Na-Chan” o “Chan-aan”.
Kanan actual, fue por tanto nuestra segunda patria, la simple sombra de una
realidad pasada, de una verdad perdida en el tiempo a miles de kilómetros de
distancia.
Los Hopi en Arizona, recuerdan aún nuestra amada tierra natal con el
nombre de “Palatquapi” “Tierra Roja”, misma que en su época de
esplendor tenía las fachadas de los templos decoradas, pintadas en fondo rojo;
por esto mismo en la leyenda de Quetzalcóatl (Kukulkán) se le conoce como
“Tlapallán” “la Tierra del color rojo”, el lugar al que se retiró en su
destierro voluntario el Kinich Uaxac Ahau Kukulkan. En la historia del
Génesis Bíblico se le llama “Kanaan” término que proviene del hebreo
Kеna’an que deriva de la raíz “kinahhu” que significa “rojo
púrpura”; los Kananitas o Kananeos por lo tanto, éramos la gente que
provenía de este lugar llamado “Kan an” “la Tierra de Serpiente o
Imperio del Dragón”, la “Fenicia” “Ciudad Roja” occidental,
“Palátquapi” la “Tierra Roja”.
“…..Todos los hombres se entendían entre sí. Eran tiempos en que ningún
hombre adoraba las piedras de los bosques como si fueran dioses y todos
conservaban el recuerdo del Creador, del Formador, del Corazón del Cielo y
del Corazón de la Tierra.”
Era el kan-aneo antiguo esta lengua con la cual en el pasado remoto todos los
hombres se entendían entre sí, como lo cuenta el Popol Vuh; era la lengua que
se hablaba en la “Tierra o Imperio de Kan”, en toda la región llamada
“Paraíso” “Pakal”….la Atlántida.
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Como narré al principio, entre nuestra gente vivieron también algunos con
malas costumbres, con carácter agresivo y mente oscura; por grupos de ellos
que también lograron cruzar el océano como nosotros, el nombre de Kananeos
o Kananitas aparece en diversos escritos con mala reputación. Sin embargo,
las buenas costumbres de nuestra gente en su generalidad nos ganó la
aceptación y confianza de los nativos en tierras nuevas, y fue aceptado de tal
manera nuestro conocimiento que con el tiempo lo adaptaron al suyo en una
fusión y en algunos casos, en sustitución total; como ejemplo de ello fue nuestra
escritura, nuestro alfabeto.
Mención a “Na Kan” lo encontramos también en otra parte de la misma ciudad sagrada.
Grabado en el sarcófago del Rey Uaxac Ahau Kukulkan (lado sur) entre los
jeroglíficos que lo circundan:
Es en este punto exacto donde muchos velos se descorren en nuestra mente para
dejar ver con claridad el hilo que nos une a nivel humanidad, desde el principio
de la creación hasta el día de hoy, a través de las escrituras sagradas y de la
historia popular, a más de lo grabado en las ciudades arqueológicas. Aquí
encajan muchas ‘verdades’ que caminaban separadas y se unen con gran ilación
borrando lagunas en nuestra historia ancestral. La Kan-an (Canan) bíblica
es la misma Na Kan atlante, nuestra amada “Ciudad Roja” donde
viviéramos el último tiempo de gloria al lado del Avatar y Ave del Paraíso
Kukul Kan. Los Kananitas por lo tanto fuimos todos aquellos provenientes
de la natal Atlántida que al viajar a tierras distantes para reiniciar una nueva
vida después de la partida de nuestro Rey Santo, los nativos de aquellos
parajes nos distinguieron con tal nombre al saber que éramos de la “Tierra o
Imperio de Kan” “Na kan”, “la Ciudad Roja” e “Imperio de la
Serpiente Solar o Dragón”.
Itzen Caan