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La fascinante historia de las palabras –432–

CATÓLICO
Católico significa universal, sin límites. Así se utilizaba en griego y en latín, para hablar de leyes
generales o de fenómenos globales. La palabra nos llegó del latín cathólicus, herencia del
griego katholikós. Esta palabra griega era una derivación del adverbio katholou (en general, en
conjunto), compuesto de kat- (de, acerca de), más holou (todo, entero). No fue pues un
término propiamente religioso hasta el siglo III de nuestra era.
El Concilio de Constantinopla (381) consagrará luego la expresión: «Creo en la Iglesia una,
santa, católica y apostólica». Y en las disputas del Cisma de Oriente se terminará por definir a
los del lado de allá como ‘ortodoxos’ y a los de acá como ‘católicos’. Pero no significa, ni
mucho menos, que no haya iglesias católicas en Oriente.
No falta quien relacione ‘católico’ con tradicionalista ni quien se ufane de ser “más católico
que el Papa”. Sería totalmente contrario a la etimología, en la que católico alude a universal,
amplio.

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