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República de Colombia

Tribunal Superior de Medellín


Sala Penal

SENTENCIA PENAL N° 017– 2019


Radicado: 05-001-60-00206-2018-14505-2ª Instancia

PROCESADO: ISRAEL ANTONIO GÓMEZ SEPULVEDA


DELITO: HURTO CALIFICADO Y AGRAVADO
DECISIÓN: CONFIRMA SENTENCIA
ORIGEN: JUZGADO 37 PENAL MUNICIPAL DE MEDELLÍN
M. PONENTE: HENDER AUGUSTO ANDRADE BECERRA

((Aprobado mediante Acta No 037)


(Sesión del once (11) julio de 2019)

Medellín, veintidós (22) de julio de dos mil diecinueve (2019). Fecha de


lectura.

Se conoce del recurso de apelación interpuesto por la Defensora Pública del señor
ISRAEL ANTONIO GÓMEZ SEPULVEDA, contra la sentencia condenatoria proferida
en su contra por el Juez Treinta y Siete Penal Municipal de Medellín, el 11 de
marzo pasado, como autor responsable del delito de hurto calificado y agravado,
en la que impuso la pena principal de ciento ocho (108) meses de prisión, así
como la inhabilitación en el ejercicio de derechos y funciones públicas por el mismo
lapso, como sanción accesoria, negando la suspensión condicional de la pena y la
prisión domiciliaria.

ANTECEDENTES

LOS HECHOS: En horas de la madrugada del 25 de abril de 2018, en el sector


Provenza del barrio El Poblado de esta ciudad, fue sorprendido ISRAEL ANTONIO
GÓMEZ SEPULVEDA llevando una impresora marca canon, color negro, la cual
hacía parte del mobiliario de la taberna “Junín Bar” de propiedad del señor Juan
Pablo Ospina, quien alertado por un vigilante a eso de las 05:40, se presentó al
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lugar, reconociendo como suyo el objeto rescatado. Se dio cuenta que en el asalto
al establecimiento, al parecer, participaron otros forajidos, quienes desaparecieron
con más elementos y dinero en efectivo, además de causar varios daños al local
comercial.

LA ACTUACIÓN: El aprehendido en situación de flagrancia fue presentado ante el


Juzgado 25 Penal Municipal de Medellín el 26 de abril de 2018, donde se legalizó el
procedimiento de captura; se formuló imputación por la conducta punible de hurto
calificado y agravado en calidad de autor, no allanándose a los cargos,
imponiéndosele medida de aseguramiento privativa de la libertad en centro de
reclusión.

La actuación correspondió por reparto al Juzgado 37 Penal Municipal de la ciudad,


donde el 21 de agosto de 2018 se realizó la audiencia de acusación; el 19 de
septiembre se llevó a cabo la audiencia preparatoria, mientras el juicio se surtió en
sesiones del 19 de noviembre de ese mismo 2018 y 25 de enero pasado; en esta
última fecha se emitió sentido de fallo condenatorio, realizándose la audiencia de
individualización de la pena. La lectura de la sentencia se dio el 11 de marzo que
acaba de transcurrir y contra la misma se interpuso el recurso de apelación por
parte de la defensa, razón por la cual conoce la Sala de la decisión.

LA SENTENCIA: El 11 de marzo de 2019, previa verificación del respeto por sus


garantías y derechos procesales, se dictó el fallo de rigor 1, en el cual se concluyó
que, conforme a la prueba practicada en juicio, especialmente con el testimonio de
la víctima, quien dio cuenta que la persona aprendida fue la que, en compañía de
otros sujetos, penetró al establecimiento de comercio a cometer el hurto.

Refirió el juez que a pesar de que los videos no fueron allegados como prueba
documental al juicio, obra material suficiente para acreditar la responsabilidad

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Folios 100 al 109 del expediente.
PROCESADO: ISRAEL ANTONIO GÓMEZ PÉREZ
DELITO: HURTO CALIFICADO Y AGRAVADO
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penal del procesado en el delito por el cual se le acusó, máxime que existe un
hecho irrebatible, este es que a este señor se le encontró la impresora hurtada,
obtenida con irrupción al local comercial forzando unas puertas de vidrio.

En cuanto a la solicitud de reconocer la circunstancia de marginalidad, no resulta


procedente, pues el hecho que el acusado tenga problemas de drogadicción, haya
abandonado su hogar a temprana edad y tenga la condición de reciclador, no es
suficiente para acreditar esa situación; en su sentir debe diferenciarse entre una
situación precaria económica, como gran parte de la población colombiana, con
una apremiante condición de pobreza que genere una urgencia de delinquir.

En consecuencia, condenó al señor ISRAEL ANTONIO GÓMEZ SEPULVEDA como


autor penalmente responsable del punible de hurto calificado y agravado, razón
por la cual le impuso la pena principal de ciento ocho (108) meses de prisión, así
como la accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por igual término, al tiempo que se le negó la suspensión condicional de
la ejecución de la pena y la prisión domiciliaria.

ARGUMENTOS DE LA APELACIÓN

La Defensora Pública María Paulina Gómez Pérez presentó apelación en contra


de la sentencia de primera instancia, precisando que su inconformidad no radica
en el debate público, pues no puede ser especulativa ni irracional y existen causas
que resultan indefendibles a la luz de la búsqueda de una sentencia absolutoria,
por lo cual precisa que su argumentación es para que se conceda la circunstancia
de marginalidad y así obtener una rebaja punitiva.

Considera que lo que sí se logró probar en el juicio es que su representado GÓMEZ


SEPULVEDA actuó amparado en esa circunstancia de marginalidad, lo cual tiene
respaldo con la declaración de sus familiares, los testigos de cargo, incluso por la

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propia víctima quien hizo referencia a que para la fecha de los hechos éste, él
acusado, tenía la apariencia de un indigente, lo cual se aprecia por su aspecto
deplorable y de situación de abandono.

Al juicio oral fueron la madre y la hermana del acusado, coincidiendo en afirmar


que GÓMEZ SEPÚLVEDA desde su adolescencia abandonó el hogar y se fue a vivir
a la calle, ello como consecuencia del constante consumo de drogas; es poliadicto,
es decir consumidor de diversas sustancias estupefacientes; esporádicamente
acude a la casa materna, siendo habitante de calle. A esos dichos no se les
impugnó credibilidad por parte de la Fiscalía.

Se pregunta la defensa “¿si vivir más de 15 años en la calle, aislado de su familia,


marginado de la sociedad, pasando hambre y frio en la calle, no es acaso una
situación de profunda indignidad?, ¿si vivir en el piso, dormir en la intemperie,
estar dominado por las drogas, comer sólo cuando se pueda, ser menospreciado
por la sociedad, como lo hacemos TODOS con los indigentes, no es una situación
deplorable, que lo es entonces para el Juzgador?”.

Adicional, el juez desconoce la teoría del delito al exigir que su representado no


conozca la ilicitud de su actuar como presupuesto para reconocer la situación de
marginalidad, pues ello implicaría que fuera un " inimputable" y en ese caso se
excluye la culpabilidad, incluso no hay lugar a la imposición de una pena sino de
una medida de seguridad; pero en este caso la circunstancia descrita en el artículo
56 del C.P. se hace conociendo la ilicitud de su actuar, pero existe una situación
especial que hace que se reduzca el reproche penal.

La estrategia defensiva fue reconocer tácitamente el hecho y su autoría, pero la


acción se realizó por encontrarse el sujeto activo en una condición socioeconómica
menos favorable que un hombre promedio.

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Por ello, solicita se revoque de manera parcial la decisión recurrida y se reconozca


la circunstancia de menor punibilidad que consagra el artículo 56 del C.P.

CONSIDERACIONES DE LA SALA

Esta Sala es competente para desatar el recurso propuesto de conformidad con el


artículo 34 numeral 1° de la ley 906 de 2004, con las limitantes expresas de los
artículos 31 de la Carta Política y 20 inciso segundo de ese estatuto procesal, por
ser la defensora apelante única.

Nos ocuparemos del único aspecto impugnado, pues no se vislumbran afectaciones


al debido proceso que deba ser remediado de oficio por la Sala, por lo cual
necesario resulta referirnos a la pretensión de la defensa en el sentido de que se
reconozca la circunstancia de marginalidad, ignorancia o pobreza extrema,
consagrada en el artículo 56 del C.P., pues no presenta controversia en cuando a
la responsabilidad penal de GÓMEZ SEPULVEDA en los hechos investigados, por
esto advierte que su estrategia defensiva estuvo dirigida a demostrar tal situación.

El artículo 56 del Código Penal prevé:

“El que realice la conducta punible bajo la influencia de profundas situaciones


de marginalidad, ignorancia o pobreza extremas, en cuanto hayan influido
directamente en la ejecución de la conducta punible y no tengan la entidad
suficiente para excluir la responsabilidad, incurrirá en pena no mayor de la
mitad del máximo, ni menor de la sexta parte del mínimo de la señalada en la
respectiva disposición.”

Frente al anterior articulado la Corte Suprema de Justicia, preciso que “ las


circunstancias allí previstas de marginalidad, ignorancia o pobreza extremas no son
excluyentes de responsabilidad sino diminuentes de la punibilidad, pero siempre
que hayan influido directamente en la ejecución de la conducta punible ”2.
(negrillas fuera del texto original)
2
AP 4455 de 2015 (45918).
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Lo anterior, quiere decir en un primer momento que, en el estado de marginalidad,


ignorancia y pobreza extrema, el agente es responsable penalmente en la medida
en que la estructura de la conducta es típica, antijurídica y culpable, aspectos que
fundamentalmente inciden en la individualización de la pena; en un segundo
momento, a mayor marginación, ignorancia o pobreza extrema por parte de los
autores y participes de conductas punibles, estos se hacen acreedores de
reproches menores en lo que respecta a la cuantificación de la pena establecida
por los operadores jurídicos.

Para que se pueda reconocer la atenuante en un caso particular y concreto, es


obligatorio que exista, de un lado, una relación o vínculo directo entre las
circunstancias anotadas y los hechos delictuosos; del otro, que las condiciones de
marginalidad, ignorancia y pobreza extremas, fueron las que llevaron al agente a
realizar la conducta prohibida por la legislación penal colombiana.

El cuestionamiento de la impugnante radica en que el juez a quo debió reconocer


la circunstancia específica de atenuación punitiva de la marginalidad, ignorancia o
pobreza extremas, atendiendo las declaraciones de los familiares del acusado que
fueron llevadas al juicio para demostrarlas; no obstante, para el fallador sólo le
permitió inferir una precaria situación económica, como la de la mayoría de la
población colombiana, pero no una apremiante y urgente necesidad de delinquir.

De los argumentos fácticos y jurídicos del caso, para alegar la configuración de la


circunstancia de menor punibilidad, se tiene que el acusado abandonó el hogar
desde muy temprana edad debido al alto consumo de estupefacientes, además
que es habitante de la calle; sin embargo, cabe precisar que esas condiciones
especiales del sujeto activo no implican per se la concurrencia de la circunstancia
invocada, siendo deber de la parte que la alega acreditar razonadamente como
ésta influyó directamente en la ejecución de la conducta punible, lo cual en este
caso no se cumplió, pues como lo avizoró el juez a quo, de lo que dieron cuenta
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las dos familiares del acusado (madre y hermana) que acudieron al juicio, es de su
comportamiento anterior como consumidor habitual de droga, lo cual lo llevó a las
calles, ubicándolo en una situación de precariedad económica; sin embargo, nada
indicaron de cómo ello influyó o determinó el hurto. En ese mismo sentido se hizo
la petición por la defensa, en los alegatos de conclusión, cuando se deprecó la
aplicación del artículo 56 del C.P. Estos los términos:

“No obstante señor juez, si logró la defensa a través de la labor realizada por
el grupo de investigación defensorial, establecer como efectivamente estamos
frente a una persona que se encuentra inmersa en las circunstancias de
menor punibilidad consagrada en el artículo 56 del C.P., fue evidente y
esos se pudo corroborar por parte de los testigos, su señora madre y
su señora hermana, que estamos frente a un ciudadano que fue
desarraigado de su núcleo familiar, abandonando desde muy
temprana edad su familia, todo ello por el consumo de sustancias
estupefacientes, sustancias que viene consumiendo en atención a la edad
que tiene, aproximadamente desde hace treinta años y que todas esas
circunstancias lo han llevado a convertirse en una persona marginal, que si
bien tuvo la capacidad de conocer la ilicitud de su conducta, esas
circunstancias adicionales como es el consumo de la droga, como es
la circunstancia de indigencia, como estar entonces en la situación
de habitante de calle, nos permite determinar que estamos frente a
un reproche disminuido, en atención a ese artículo, en ese sentido
señor juez, la solicitud de la defensa estaría entonces encaminada
en que usted decrete o declare que efectivamente se pudo probar
esas circunstancias del artículo 56 o que ella tenga un impacto al
momento de la determinación de la pena”. (Negrillas propias de la
Sala).

Aceptar simple y llanamente la hipótesis expuesta por la defensa de que un sujeto


por el hecho de ser consumidor de estupefacientes y habitante de la calle, actúa
amparado bajo circunstancias de marginalidad, ignorancia o pobreza extrema, sin
acreditar el nexo inescindible que debe existir entre una de esas condiciones
(todas son diferentes) con el hecho delictivo, es otorgar patente de corso a las
personas para que cometan delitos con impunidad, amparados en alguna de esas
especiales situaciones; para el caso, en ningún momento probó la abogada la
motivación del latrocinio, sólo puso de presente que el acusado era habitante de

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calle y consumidor de estupefacientes, lo cual no justifica el hurto para adquirir


sustancias prohibidas y así satisfacer su adicción, lo cual tampoco demostró.

La marginalidad debe entenderse como esa situación extrema y objetiva que


afecta la capacidad del sujeto agente para comportarse conforme a derecho; el
hecho de que el condenado sea consumidor habitual de sustancias alucinógenas y
que ello lo hubiera llevado a convertirse en habitante de calle, no indica per se la
incapacidad de satisfacer sus necesidades básicas, lo cual en momento alguno se
debatió en desarrollo del juicio.

Los elementos materiales probatorios y evidencia física allegados al proceso no


permiten inferir una relación de causalidad entre la comisión del delito y la
ocurrencia de algunas de las circunstancias de degradación punitiva, esto es que el
delito hubiera sido perpetrado como consecuencia del influjo de una condición de
marginalidad, ignorancia o pobreza extrema, pues se itera, los testimonios en el
juicio de la madre y hermana del acusado dieron cuenta de la precaria situación
económica de su pariente por su predilección de consumo de estupefacientes; pero
no permitieron establecer una relación directa entre la circunstancia y el punible
contra el patrimonio económico cometido.

Sin necesidad de mayores elucubraciones se confirma la sentencia recurrida.

En mérito de lo expuesto, el Tribunal Superior de Medellín, Sala de Decisión


Penal, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
RESUELVE: CONFIRMAR la sentencia condenatoria de primera instancia emitida
el 11 de marzo de la presente anualidad, proferida por el Juzgado Treinta y Siete
Penal Municipal de Medellín, en contra de ISRAEL ANTONIO GÓMEZ
SEPÚLVEDA, acorde a lo expuesto en la parte motiva. Se informa que la decisión
queda notificada por estrados y procede el recurso de casación, el cual deberá
interponerse dentro de los cinco (5) días siguientes (art. 91 de la Ley 1395 de
2010).
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NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

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Magistrado Ponente

SANTIAGO APRÁEZ VILLOTA FROILÁN SANABRIA NARANJO


Magistrado Magistrado

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