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Título: Del clientelismo judicial a la lotería forense: la distribución de causas por sorteo
Autor: Prevot, Juan Manuel
Publicado en: LLLitoral 2008 (julio), 604
Cita: TR LALEY AR/DOC/1645/2008
Sumario: SUMARIO: I. Sobre la implementación de una mesa de entrada informatizada única de expedientes
para los fueros en lo Civil, Comercial y Laboral. - II. ¿Hay motivos para distribuir las causas por sorteo? Breves
reflexiones.
I. Sobre la implementación de una mesa de entrada informatizada única de expedientes para los fueros en lo
Civil, Comercial y Laboral
Se dice que es casi un hecho -quizás consumado cuando salgan a la luz estas procaces líneas- la
implementación, en el departamento judicial de Gualeguaychú (Entre Ríos), de una Mesa Única Informatizada
para los fueros en lo Civil, Comercial y Laboral, en reemplazo del clásico sistema que distribuye los turnos por
cantidad de actuaciones o juicios ingresados en cada juzgado, que por lo general, salvo para los casos de
concursos y quiebras, rota cada diez presentaciones.
La función basal de esta Mesa Única Informatizada (M.U.I.), ya en funcionamiento en la jurisdicción
Paraná, sería la "recepción" y "distribución" diaria de todos los juicios que se promuevan por ante los Juzgados
de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y Laboral.
La radicación de causas se realizaría por sorteo a través de un sistema informático que garantizaría su
adjudicación automática mediante un algoritmo que aseguraría aleatoriedad y equidad en la distribución.
En brevísima síntesis: los escritos, la documentación, pruebas y copias serán presentados en sobre o caja
cerrados y firmados por el profesional ante la M.U.I. (que dependerá del presidente de la Excma. Cámara de
Apelaciones de la ciudad y funcionará, clara esta, en dicho recinto), que le extenderá -y en forma simultánea-
una planilla de incorporación de datos (firmada y sellada), donde se consignarán entre otros, aquellos
concernientes al actor, demandado, tipo de proceso, fuero y en particular, el juzgado sorteado.
A los Juzgados entonces, se les hará entrega del sobre o caja sorteados en día inmediato anterior, junto con
un listado de datos. Algunas curiosidades: salvo solicitud expresa en contrario (en la planilla de consignación de
datos) la apertura del sobre o caja -con toda la prueba y documentación- se hará en el Juzgado sorteado sin la
presencia del abogado. La constancia de presentación entregada al letrado producirá los efectos del cargo
únicamente respecto de la fecha y hora de presentación, y por añadidura —así lo estimamos- tendrá virtualidad
suficiente para interrumpir el curso de la prescripción.
II. ¿Hay motivos para distribuir las causas por sorteo? Breves reflexiones
1. Los jueces, y vaya descubrimiento el nuestro, lucen diversas maneras de pensar o al menos de aplicar el
derecho. Regentean en ello sus conocimientos, experiencias y porque no también sus tendencias (CHIAPPINI).
Esto es que, pues, los hay dictatoriales, revisionistas, publicistas, devotos de la sustanciación, apegados al rigor
literal de la norma, faranduleros, austeros, vigorosos, experimentados, especialistas en ciertas ramas del
derecho, etc. Ya PLUTARCO (uno de los máximos exponentes de la literatura helénica), decía que hay más
distancia de un hombre a otro que de un hombre a un animal y que hay tantos e innumerables niveles de la
inteligencia, como brazas hay de aquí al cielo (la cita pertenece a los "Essais" de MONTAIGNE).
Podemos hilar más fino aún y decir que todo juzgado o tribunal, aprehendido en su integridad (es decir,
comprensivo del conjunto de personas y cosas que lo integran en un lugar y tiempo determinado), tiene su
propia personalidad, o lo que es igual, sus propios rasgos que lo diferencian del resto y lo hacen, como dice el
tango, cuán o más querendón.
De allí que cuando nos viene en gracia un caso, precisamente por esta complejidad convergente de
componentes, pueda resultar más apropiado impetrar la petición por ante tal o cual tribunal.
Grande es la desdicha de aquellos colegas que, por la pequeñez departamental de sus jurisdicciones, cuentan
con un único y hasta a veces multiforme juzgado, que para colmo de males, esta abarrotado de expedientes.
2. Si hasta se dice que los malhechores, hogaño avezados conocedores de maniqueísmos, eligen el turno del
juez más garantista para perpetrar sus rapiñas.
3. Si la justicia es un servicio no tiene porque verse con recelo al profesional que prefiere, para ese caso
específico -puede que para el resto no-, y siempre en procura de los intereses de su cliente, litigar ante tal o cual
tribunal.
Elección, facultad, derecho, llámesele como quiera. Lo cierto es que así como el enfermo ante un problema

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de oídos, varices o estomago puede elegir libremente al doctor que lo atienda, el abogado también puede -y así
debe hacerlo- optar por el juzgado que le resulte más conveniente, en aras a obtener una pronta y por supuesto
que favorable, respuesta jurisdiccional.
4. Entendemos que implementar un mecanismo de asignación de turnos por sorteo con una mesa de entradas
única sólo es razonable en caso de que el sistema actual haya colapsado, o a todo evento, cuando aquel que se
propone como innovador garantice -y en buena medida- un mayor orden, celeridad y practicidad en la recepción
y distribución de las actuaciones, amén de un bajo presupuesto.
Sin embargo, creemos que tales circunstancias brillan por su ausencia en nuestra realidad jurídica. Ni el
sistema actual de distribución de turnos ha colapsado (lo que nada tiene que ver con la cantidad y complejidad
de causas que hoy día tramitan por ante los juzgados en lo Civil y Comercial), ni del tenor literal de la
reglamentación fluyen razones que nos persuadan a bregar por su inminente implementación.
Por descarte, suponemos que el motivo del cambio (¡y es que no encontramos otro!) estaría en disuadir una
suerte de clientelismo judicial, disfemismo que lejos de ser una caterva malsana de abogados, grafica a aquél o
aquellos colegas que por razones de variada índole (Ej.: celeridad, practicidad, especificidad del juzgador,
comodidad, afinidad, etc.) y en pleno ejercicio de su libertad de elección, optan por ante que juez entablar su
pretensión.
Si al hecho de que el proceso se gana o se pierde, y acaso la más de las veces por obra del "azar" (cuestión
asaz enrevesada esta del azar, ¡no!), sumámosle que el juez natural de la causa sea elegido por vía de un azaroso
sorteo, cuán tan cerca estamos de hacer carne en aquél personaje de MOLIÈRE que oficiaba de juez y fallaba
echando los dados a rodar (la referencia literaria fue extraída de los perspicaces ensayos de CHIAPPINI, "El
proceso como un juego" y "La astrología judiciaria", ambos, congregados en "Derechos y deberes de los jueces
y abogados", Ed. Jurídica Panamericana, Santa Fe, 2003).

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