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Voces: INTERESES ~ COMPUTO DE INTERESES ~ RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL ~ CODIGO

CIVIL ~ PROYECTOS DE REFORMAS AL CODIGO CIVIL ~ UNIFICACION CIVIL Y COMERCIAL ~


INDEMNIZACION
Título: El inicio del cómputo de los intereses en la responsabilidad contractual
Autores: Márquez, José Fernando Viramonte, Carlos Ignacio
Publicado en: RCyS2014-X, 71
Fallo comentado: CNCiv., sala A ~ 2014-05-09 ~ C., J. L. c. D. S., J. A. y otros s/ daños y perjuicios.
Cita Online: AR/DOC/3253/2014
Sumario: 1. El fallo en análisis. Un renovado debate.— 2. El comienzo del cómputo de los intereses sobre
la indemnización. Diferentes posturas.— 3. El dies a quo de los intereses en la responsabilidad
contractual. Nuestra opinión.— 4. La cuestión en el Proyecto de Código Civil y Comercial 2012.— 5.
Conclusiones
1. El fallo en análisis. Un renovado debate
El fallo en análisis aborda, entre otras, una cuestión controvertida en materia resarcitoria: el comienzo del
cómputo de los intereses aplicables a la obligación de indemnizar, específicamente en el ámbito de la
responsabilidad contractual.
El debate no es nuevo, y las posiciones controvertidas no logran converger en una única solución.
La mayoría, a partir del voto del Vocal Dr. Hugo Molteni, entendió que los intereses sólo deben aplicarse a
partir de la notificación de la demanda pues, tratándose de un supuesto de responsabilidad contractual, aquellos
sólo corren desde la mora, la que sólo se produce desde la interpelación producida con el mencionado acto
procesal. Para justificar tal aserto, sostuvo que el resarcimiento constituye una obligación pura y simple, que
requiere de la interpelación constitutiva de la mora.
Por su parte, el Vocal Dr. Sebastián Picasso, en minoría, defendió la tesis que propugna que los intereses se
deben desde que cada perjuicio es sufrido.
Para fundar la disidencia, utilizó dos ejes argumentativos: afirmó que en la responsabilidad civil los
intereses tienen su propio régimen, son de naturaleza resarcitoria, y que el análisis relativo al dies a quo de los
mismos debe sustraerse del ámbito de la mora. Explicó que dado que la de reparar es una obligación, su régimen
se encuentra, en todos los casos —sea que la responsabilidad tenga fuente contractual o no— en los arts. 495 y
ss. del Cód. Civil, y en particular, en los arts. 616 y ss. (obligaciones de dar sumas de dinero); una vez causado
el daño —cualquiera sea su fuente—, nace en cabeza del responsable una obligación dineraria, consistente en
resarcir ese perjuicio, que es claramente distinta del deber preexistente vulnerado, cuyo régimen no puede ser
otro que el establecido en los arts. 616 y ss. del Cód. Civil, sea la responsabilidad contractual o delictual.—
Añadió luego que, teniendo en cuenta que los intereses forman parte de la reparación y la consagración de la
diferencia entre los damnificados contractuales y los extracontractuales —que surge del voto de la mayoría—,
sin apoyo en ningún texto legal que la refleje, es claramente violatoria del principio de igualdad ante la ley (art.
16 de la Constitución Nacional), al establecer distinciones arbitrarias en la cuantía del resarcimiento que
corresponde a las víctimas —que, naturalmente, también está integrado por los intereses— por el simple hecho,
muchas veces contingente, de que la responsabilidad respectiva sea calificada como contractual o aquiliana.
Y, en esta misma línea argumental, dijo que la distinción propuesta por la mayoría pierde de vista que, en
virtud del principio de reparación integral, que tiene rango constitucional (art. 19, Constitución Nacional; CSJN,
17/03/1998, "Peón, Juan D. y otra c. Centro Médico del Sud S. A", LL, 1998-D, 596; ídem, 21/09/2004,
"Aquino, Isacio c. Cargo Servicios Industriales S.A.", ED, 25/10/2004, p. 5, entre muchos otros), el dañado
tiene derecho a una indemnización que compense íntegramente los perjuicios que sufrió, lo que no sucede si,
pese a haberse causado el nocimiento en un determinado momento, se posterga el inicio del curso de los
intereses para una oportunidad ulterior.
En segundo lugar, señaló que aun considerando a la obligación resarcitoria derivada del incumplimiento
contractual como una obligación pura y simple, precisamente por ello no se requiere interpelación alguna para
constituir en mora al deudor. En efecto, el art. 509 del Cód. Civil, que se refiere al régimen de la constitución en
mora, resulta aplicable, según lo dice expresamente su texto, a "las obligaciones a plazo". Ahora bien, es claro
que la obligación de reparar —ya tenga su origen en un hecho ilícito o en la inejecución de una obligación— no
está sujeta a plazo alguno, sino que es exigible desde el momento mismo en que se causa cada perjuicio, por lo
que no resulta posible requerir una interpelación, instituto previsto por la ley únicamente para ciertos supuestos
excepcionales de obligaciones a plazo (como el plazo tácito; arg. art. 509, ya citado).
La resolución nos motiva a repasar algunas nociones relacionados al cómputo de los intereses en materia
resarcitoria.
2. El comienzo del cómputo de los intereses sobre la indemnización. Diferentes posturas
Es notable que cuando la doctrina aborda el problema del inicio del cómputo de los intereses sobre la
obligación resarcitoria, se concentra mayormente en la responsabilidad extracontractual. Se utilizan allí diversos

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argumentos para sustentar las diferentes posiciones existentes: o los intereses se computan desde que hay
interpelación al pago, o se lo hace desde que cada perjuicio se produjo. (1) Idénticos argumentos son utilizados
cuando se decide el tema en supuestos de responsabilidad contractual, aunque sin realizarse un análisis teórico
de igual jerarquía.
Sin embargo —como veremos—, todos los fundamentos, de una u otra postura, resultan plenamente
aplicables en ambos ámbitos de responsabilidad.
En materia de cómputo de intereses en la obligación resarcitoria, encontramos dos posturas claramente
diferenciadas: la que postula que los intereses sólo corren desde que exista una interpelación previa, necesaria
para la constitución en mora al deudor de la obligación resarcitoria; y la que predica que deben computarse
desde la producción de cada daño. Ambas posiciones se presentan tanto en la responsabilidad contractual como
en la extracontractual.
Resulta útil repasar los diferentes elementos dogmáticos, para lograr una idea clara sobre el tópico en
cuestión.
a) Primera posición: los intereses se computan sólo desde que medie una interpelación previa
Para esta posición, la cuestión del comienzo del cómputo de los intereses sobre la indemnización es una
cuestión vinculada al régimen de la mora. Los intereses sólo comenzarán a correr cuando la obligación de
reparar se encuentre en mora, por lo que hay que dilucidar qué clase de obligación es y, como consecuencia,
cuál es el régimen de constitución en mora que se le aplica.
En ese sentido, se postula que la obligación resarcitoria se trata de una obligación "pura y simple" o de
"ejecución inmediata". Luego de realizada tal calificación, se concluye que el supuesto no se rige por el
principio general de mora automática previsto por el primer párrafo del art. 509 del Cód. Civil, sino que es
necesaria la interpelación previa, la que estará dada por la declaración de voluntad del acreedor que la
vehiculice (el requerimiento extrajudicial, el pedido de mediación o la demanda judicial).
Estos argumentos, que se esgrimen para la responsabilidad extracontractual, pueden ser utilizados también
cuando se trata de incumplimiento de obligaciones. En la responsabilidad extracontractual la deuda
indemnizatoria nace con el hecho ilícito mismo, por lo que siempre será necesario interpelar al acreedor; en la
responsabilidad obligacional, puede que la mora en cumplimiento de la prestación principal se produzca de
manera automática, pero la obligación de resarcir el daño no nace con el incumplimiento mismo, pues se trata
de una nueva obligación, que nace sin plazo de cumplimiento y, por ello, sería necesaria la interpelación.
Ésta es la posición asumida por la mayoría del Tribunal en el fallo en comentario en materia de intereses por
incumplimiento contractual.
b) Segunda posición: los intereses se computan desde que cada daño se produce
La postura contraria, reflejada en el voto del Dr. Picasso, postula que no es necesaria interpelación, pues los
intereses corren, automáticamente, desde que cada perjuicio se produce.
Para su defensa se recurre a dos ejes argumentales diferentes.
Se afirma en primer término que los intereses sobre la indemnización no tienen el carácter de moratorios, no
resarcen el retardo en el pago del resarcimiento, sino que tienen su propia naturaleza, son resarcitorios, y no
dependen del régimen de constitución en mora.
En este sentido se pronuncia Wayar (2), quien adhiere a la tesis según la cual en las obligaciones nacidas de
hechos ilícitos los intereses corren a partir del momento en que cada perjuicio es causado: "resulta innecesario
recurrir a la teoría de la mora; más aún, pensamos que ésta no tiene aplicación posible en materia de
obligaciones nacidas de hechos ilícitos. El principio de reparación integral, que gobierna todo el sistema de
responsabilidad civil organizado por nuestro Código, proporciona un fundamento ilevantable. Es decir,
pensamos que los intereses de las sumas debidas en concepto de indemnización de daños corren desde el
momento en que la víctima sufre efectivamente el perjuicio, con absoluta prescindencia de la situación de mora
en que pudo o no incurrir el obligado; el principio que manda reparar íntegramente los daños que el obrar ilícito
provoque, así lo impone".
En segundo término, y aun aplicando los principios propios del régimen de la mora, se esgrime que los
intereses se deben porque el deudor no abonó la indemnización en término y, en consecuencia, se deberán desde
que entró en mora. Y si bien se califica a la obligación resarcitoria como pura y simple, de cumplimiento
inmediato, diversamente a la postura contraria se considera que le resulta aplicable la regla de la mora
automática. Por ello, se concluye que los intereses corren desde que la obligación es exigible, y ello se produce
desde que se causó el daño cuyo resarcimiento se pretende.
Pizarro resume varios fundamentos en defensa de esta posición: a) en el Código Civil actual la regla es la
mora automática, en tanto la mora mediante interpelación tiene una vigencia residual; b) esta interpretación no
conlleva a que exista obligación de pago sin mora, pues mora y pago se conjugan en un mismo tiempo jurídico;
c) el incumplimiento del deudor al momento del nacimiento de la obligación no puede ser considerado como un

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acto de tolerancia del acreedor, "ni menos aún determinar la necesidad de que éste deba siempre interpelarlo. (3)
Como puede observarse, los argumentos dogmáticos de esta postura no difieren de la posición que
apuntamos en el apartado anterior, que postula el cómputo de intereses sólo desde la interpelación; la diferencia
radica en el tratamiento que se otorga a la mora en las obligaciones puras y simples. En este tipo de
obligaciones, se dice, no hace falta interpelación, pues la mora es automática; por ello, los intereses se devengan
desde que cada daño se produce.
3. El dies a quo de los intereses en la responsabilidad contractual. Nuestra opinión
Expuestas las distintas posiciones sobre el comienzo de cómputo de intereses en la responsabilidad civil, y
previo a determinar desde cuándo deben computarse los intereses en la responsabilidad por incumplimiento
obligacional, preliminarmente corresponde descartar categóricamente la existencia de regímenes diferentes para
el ámbito contractual y el extracontractual.
Si bien existen diferencias concretas entre el régimen de la responsabilidad aquiliana y la contractual, las
mismas se limitan al plazo de prescripción y la extensión del resarcimiento. En todo lo demás, el régimen legal
aplicable a la obligación resarcitoria es único, tanto en el ámbito contractual como en el extracontractual.
Para comprender tal afirmación, vale recordar que en la responsabilidad contractual, la obligación de reparar
el daño causado por el incumplimiento, sustituye a la prestación originaria, tratándose de una nueva obligación
(arts. 505 inc. 3º, 506 a 509, 511 a 514, 519 a 522, 616 a 646 y concs. del Cód. Civil).
Tal como lo pone de resalto el voto de la minoría, tanto el incumplimiento obligacional como el acto ilícito
extracontractual dan lugar al nacimiento de una nueva obligación —en los términos del art. 499 del Cód.
Civil—, consistente en reparar los daños causados a la víctima.
Es que constatado el menoscabo, la óptica del fenómeno se centra en reparar el daño causado, a través del
mecanismo de la obligación resarcitoria. La indemnización sustitutiva, en rigor, no nace del incumplimiento,
sino del "hecho dañoso" del cual aquel forma parte. En el fondo, la fuente de la obligación es siempre la misma:
"el daño irrogado" al acreedor (en la responsabilidad contractual) o a la víctima del hecho ilícito (en la
extracontractual). Toda responsabilidad dimana de un ilícito civil, de damnum inferido a un acreedor previo o
que nace ex instante damni infecti. (4)
Así, causado el daño —cualquiera sea su fuente, contractual o extracontractual—, nace en cabeza del
responsable —siempre que concurran todos los presupuestos de la responsabilidad civil— una obligación
dineraria, consistente en resarcir ese perjuicio, que —como indica Picasso— es claramente distinta del deber
preexistente vulnerado, y cuyo régimen no puede ser otro que el establecido en los arts. 616 y ss. del Cód. Civil,
sea la responsabilidad contractual o delictual.—
Ello descarta cualquier diferencia, en lo que al curso de los intereses se refiere, entre los que acceden a la
obligación de reparar que resulta del incumplimiento de una obligación previa y los que acompañan a la
responsabilidad derivada de la comisión de un delito o cuasidelito.
Tanto en la responsabilidad extracontractual como en la contractual, el responsable es deudor de una
obligación de dar sumas de dinero —la de reparar el daño— sujeta a idéntico régimen, por lo que no podrían
existir diferencias —al menos fundadas en la fuente de la responsabilidad— en cuanto al inicio del cómputo de
los intereses de la indemnización.
Por ello, como dijimos, los fundamentos dogmáticos que se utilizan para justificar las diferentes posturas
relativas al inicio del cómputo de los intereses, resultan aplicables tanto en la responsabilidad extracontractual
como en la contractual.
Ensayada tal primera aproximación, corresponde interrogarnos ahora desde cuándo deben computarse los
intereses en la responsabilidad contractual.
Al respecto, coincidimos con la postura según la cual, al igual que en la responsabilidad extracontractual, los
intereses deben correr desde que el daño se produce. En primer lugar, los intereses de la obligación
indemnizatoria, tienen carácter resarcitorio y no moratorios, por lo que el problema en torno al inicio de su
cómputo no debe resolverse a la luz del régimen de la mora. El principio de reparación plena así lo impone,
como sólidamente lo deja claro Picasso en su voto, al describir las disvaliosas consecuencias de la distinción
que efectúa la postura que se contesta. (5) La solución se justifica aun más en contextos históricos inflacionarios
—como el que atraviesa nuestro país—, en los cuales la reparación plena podría verse seriamente perjudicada.
En segundo lugar, aun aplicando los principios que rigen la mora en las obligaciones, se advierte que la
obligación resarcitoria es una obligación pura y simple, y en presencia de dicha clase de obligaciones la mora es
automática y no requiere la interpelación. (6)
La obligación de reparar el daño causado es exigible desde que se produce el menoscabo, sin necesidad de
interpelar al sindicado como responsable para constituirlo en mora. Ergo, la mora se produce en forma
automática desde la producción del daño, y desde allí deben correr los intereses.
Y tal conclusión no merece distinciones según la responsabilidad sea contractual o extracontractual. Como

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bien indican Pizarro y Vallespinos, "antes de la sanción de la ley 17.711 se sostenía que la interpelación era
necesaria, como regla, para constituir en mora al deudor de una obligación contractual; en cambio, dicho
requisito era irrelevante en el ámbito aquiliano, donde la mora se produce de pleno derecho (nota al art. 509).
Luego de la reforma al art. 509 tal diferencia queda totalmente superada, pues también en el ámbito contractual
(obligacional) la mora opera, como regla, automáticamente. En uno y otro supuesto, rige el mismo principio en
materia de constitución en mora, conclusión que no queda desvirtuada por la presencia de hipótesis residuales
de mora ex persona o con interpelación en materia contractual —obligacional—". (7)
Por lo demás, cabe destacar —tal como lo pone de resalto Picasso en su voto—, que uno de los fundamentos
que sustentaron el criterio sentado en el fallo plenario in re "Gómez, Esteban c. Empresa Nac. de Transportes",
del 16/12/1958 (8) (que la mayoría considera inaplicable), según el cual los intereses corren desde la producción
del daño, consistió justamente en afirmar que la obligación de reparar surgida de un delito o cuasidelito tiene el
carácter de pura y simple, y por ello mismo no se requiere una previa interpelación para constituir en mora al
deudor (vid. el considerando 1, punto 16, del voto del Dr. Gondra, al que adhirió la mayoría del tribunal).
Ello evidencia que en ambos ámbitos de responsabilidad, el régimen de la mora aplicable a la obligación
resarcitoria y el dies a quo de los intereses, es idéntico y no merece distinciones.
En definitiva, compartimos la postura del Dr. Picasso, pues consideramos que tanto en la responsabilidad
contractual como en la extracontractual, los intereses de la obligación resarcitoria se deben desde que cada
perjuicio se produjo, sea porque se alegue su carácter resarcitorio (ajeno al régimen de la mora), sea que se
argumente desde el régimen de la mora (pues la obligación indemnizatoria es una obligación pura y simple, en
la que rige el principio de la mora automática).
Disentimos con el criterio expuesto por la mayoría en el fallo en comentario. Creemos que se confunde la
mora en el cumplimiento del contrato (que requerirá o no requerirá la interpelación, según el plazo sea
determinado o tácito), con la mora en el pago de la obligación de reparar el daño causado por dicho
incumplimiento.
El régimen de la mora aplicable a la obligación resarcitoria no deriva de la naturaleza de la prestación
principal incumplida. La obligación de indemnizar, desde un punto de vista fenomenológico, es diferente de la
prestación incumplida que le sirve de fuente.
La cuestión no debe resolverse teniendo en cuenta el régimen de mora que resulte aplicable a la prestación
principal incumplida, sino el régimen que se estime aplicable a la obligación de indemnizar el daño derivada de
ese incumplimiento.
Desde un punto de vista lógico, puede considerarse válida la proposición de la mayoría si se califica a la
obligación de reparar derivada de un incumplimiento contractual como una obligación pura y simple (sobre lo
cual no hay discusión), y se entiende que en dicho tipo de obligaciones es necesaria la interpelación para la
constitución en mora —aspecto con el cual también disentimos—. Pero no es correcto afirmar que es necesaria
la interpelación porque la obligación violada es contractual, pues muchas obligaciones contractuales tienen un
régimen de mora automática.
Finalmente, es dable destacar que en muchas resoluciones se ordena el pago de intereses, adoptando uno u
otro de los criterios expuestos, mas sin distinguir si se trata de responsabilidad contractual o extracontractual, o
si los intereses son moratorios o indemnizatorios (9), circunstancia que es inteligentemente marcada por Picasso
en su voto.
Así, por ejemplo, en un reciente fallo del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (10), en un caso de
responsabilidad en el transporte (contractual), se dijo: "Siendo los intereses resarcitorios, intereses
verdaderamente moratorios, aparece necesario que —en oportunidad de establecer el dies a quo de su cómputo
—el juzgador efectúe una cuidadosa determinación del momento de producción de cada detrimento. Ello así por
cuanto solo una vez producido cada débito resarcitorio surge la obligación de indemnizarlo y,
consecuentemente, la eventualidad de que exista demora en el cumplimiento de aquella. Tal labor viene
impuesta por el principio de reparación integral y plena, principio según el cual la indemnización no debe ser
inferior a lo que se debe, pero tampoco superior al daño efectivamente causado...".
4. La cuestión en el Proyecto de Código Civil y Comercial 2012
El tópico en análisis ha sido abordado por el Proyecto de Código Civil y Comercial 2012, actualmente en
tratamiento legislativo.
El Proyecto unifica los regímenes de responsabilidad contractual y extracontractual, y en materia de
intereses dispone, en su art. 1748: "Curso de los intereses. El curso de los intereses comienza desde que se
produce cada perjuicio", adoptando, en consecuencia, la solución que compartimos, cualquiera sea el hecho
antecedente de la indemnización o la fuente de la responsabilidad.
5. Conclusiones
Como se dijo al comenzar, el fallo en comentario renueva el debate en torno al inicio del cómputo de los
intereses en la responsabilidad contractual. Sobre el punto, justificamos nuestra adhesión al criterio expuesto por

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la minoría.
Luego del estudio realizado, podemos ensayar las siguientes conclusiones:
a) No pueden predicarse válidamente diferencias entre la responsabilidad contractual y extracontractual,
respecto al dies a quo de los intereses de la obligación resarcitoria. Los argumentos dogmáticos para justificar
las posiciones existentes sobre el tópico, resultan plenamente aplicables tanto en el ámbito de la responsabilidad
extracontractual como en el de la contractual.
b) Los intereses de la obligación indemnizatoria, tienen carácter resarcitorio y no moratorios, por lo que el
problema en torno al inicio de su cómputo no debe resolverse a la luz del régimen de la mora. Ello así, en virtud
del principio de reparación plena, los intereses deben computarse desde que la causación del daño, ya que
integran la indemnización.
c) Aun aplicando los principios que rigen la mora en las obligaciones, la obligación resarcitoria —derivada
tanto de un hecho ilícito como de un incumplimiento contractual— es una obligación pura y simple, en la cual
la mora es automática y no requiere la interpelación.
d) Independientemente del origen contractual o extracontractual, la obligación de reparar el daño causado es
exigible desde que se produce el menoscabo, sin necesidad de interpelar al sindicado como responsable para
constituirlo en mora. Ergo, la mora se produce en forma automática desde la producción del daño, y desde allí
deben correr los intereses.
e) Los intereses de la obligación resarcitoria en la responsabilidad contractual —al igual que en la
extracontractual— deben computarse desde que cada daño se produjo.
(1) V. con provecho, PIZARRO, Ramón Daniel, Los intereses en la responsabilidad extracontractual, La
Ley, Sup. Esp. Intereses 2004 (julio), 02/07/2004, 75 - Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales Tomo II,
01/01/2007, 1553.
(2) WAYAR, Ernesto Clemente, Tratado de la mora, Abaco, Buenos Aires, 1981, págs. 547 y ss.
(3) Ver: PIZARRO, Ramón Daniel, Los intereses en la responsabilidad extracontractual, cit.
(4) LLAMAS POMBO, Eugenio, Cumplimiento por equivalente y resarcimiento del daño al acreedor.
Entre la ´aestimatio rei´ y el ´id quod interest´, Ed. Trivium, Madrid, 1999, p. 21; CARBONE, Vicenzo, Il fatto
dannoso nella responsabilità civile, Jovene Editore, Napoli, 1969, p. 206; MAYO, Jorge A. - PREVOT, Juan
M., Responsabilidad contractual, La Ley, Buenos Aires, 2007p. 72 y 73.
(5) Al respecto, resultan provechosas las siguientes consideraciones expuestas en el voto del Dr. Picaso:
"Por lo demás, tal distinción se revela sumamente problemática en atención a las sutilezas que en el derecho
contemporáneo determinan muchas veces la calificación de un caso específico como relevando de la
responsabilidad contractual o de la delictual. Así, la responsabilidad del cirujano que celebró un contrato con su
paciente es contractual, pero si ese facultativo debe operar al mismo enfermo en un estado tal que le impide
prestar su consentimiento (v.gr., en estado de inconsciencia), su deber de responder tendrá fuente aquiliana.
¿Puede seriamente afirmarse que, si en ese trance media mala praxis del galeno, los intereses se deberán en un
caso desde el traslado de la demanda, y en el otro desde el momento del daño? Otro ejemplo: quien intentando
subir a un colectivo es arrollado antes de haber podido ascender al vehículo es una víctima extracontractual,
pero si inmediatamente antes ha logrado al menos pisar el primer escalón de acceso a la unidad, y luego resbala
y cae, el contrato de transporte se ha perfeccionado, y la responsabilidad es contractual. ¿De esas minucias
dependerá que los intereses se computen a partir de momentos tan disímiles? Adicionalmente, si en esos y otros
casos existieran también víctimas indirectas —cuya pretensión se enmarcará, por definición, en la esfera
aquiliana— la aplicación del criterio que impugno llevaría a la paradójica situación de que, mientras para el
damnificado directo (el acreedor contractual) los intereses correrían desde la notificación de la mediación, para
los otros damnificados —que únicamente sufren daños "de rebote"— lo harían desde el momento en que se
causó efectivamente cada perjuicio. El mismo razonamiento puede aplicarse a la situación inversa, en la que
existan varios responsables frente a una sola víctima, pero cuyo deber de reparar tenga diversa naturaleza. Es lo
que sucedería, en el ejemplo que recién he planteado, si el pasajero transportado que ha sufrido un accidente
demandara al mismo tiempo al chofer del colectivo (responsable en los términos del art. 1109 del Cód. Civil) y
a la empresa de transporte (que respondería ex art. 184 del Cód. de Comercio). ¿Se dirá que, pese a que los
demandados responden concurrentemente, los intereses son debidos por el chofer desde el día del accidente,
mientras que la empresa transportista únicamente los adeuda desde el momento de la notificación de la
audiencia de mediación? Me adelanto a subrayar que esta distinción no se registra ni siquiera en la
jurisprudencia de esta sala, pese a que sería la lógica consecuencia de la postura que contesto (vid., a modo de
ejemplo: esta sala, L. 618.409, L. 618.415 y L. 618.413, "C., I. E. c/ V. M. I. y otros s/ daños y perjuicios"—
"V., M. I. c. Cárdenas Sociedad Anónima de Empresas de Transportes y otros s/daños y perjuicios" — "P., M.
Z. c. B., R. A. y otros s/daños y perjuicios", del 30/07/2013). Por otra parte, la consagración de semejante
diferencia entre los damnificados contractuales y los extracontractuales, sin apoyo en ningún texto legal que la

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refleje, es claramente violatoria del principio de igualdad ante la ley (art. 16 de la Constitución Nacional),
porque lleva a establecer distinciones arbitrarias en la cuantía del resarcimiento que corresponde a las víctimas
—que, naturalmente, también está integrado por los intereses— por el simple hecho —muchas veces
contingente, como se acaba de ver— de que la responsabilidad respectiva sea calificada como contractual o
aquiliana. Y pierde de vista que, en virtud del principio de reparación integral, que tiene rango constitucional
(art. 19, Constitución Nacional; CSJN, 17/03/1998, "Peón, Juan D. y otra c. Centro Médico del Sud S. A.", LL,
1998-D, 596; ídem, 21/09/2004, "Aquino, Isacio c. Cargo Servicios Industriales S.A.", ED, 25/10/2004, p. 5,
entre muchos otros), el dañado tiene derecho a una indemnización que compense íntegramente los perjuicios
que sufrió, lo que no sucede si, pese a haberse causado el nocimiento en un determinado momento, se posterga
el inicio del curso de los intereses para una oportunidad ulterior".
(6) PIZARRO, Ramón D. - VALLESPINOS, Carlos G., Obligaciones, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, t.
2, p. 545/546. Los autores sostienen que es un grave error considerar que la mora automática es incompatible
con las obligaciones de exigibilidad inmediata. Luego explican que, rigiendo actualmente el principio de la
mora automática, las razones que llevan a su vigencia cuando la obligación es a plazo determinado cierto e
incierto, no difieren sustancialmente de las que pueden justificar su aplicación, como regla, en las obligaciones
puras y simples. Finalmente, destacan que tal criterio es el que se aplica en la obligación de resarcir (que es de
exigibilidad inmediata), donde la mora se produce automáticamente desde el mismo momento de la producción
del daño.
(7) PIZARRO, Ramón D. - VALLESPINOS, C., ob. y loc. cit. en nota anterior, p. 473 y 474. Justamente,
los autores exponen la cuestión en el marco de las "diferencias aparentes" entre la responsabilidad contractual y
la extracontractual.
(8) Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en pleno, Gómez, Esteban c. Empresa Nac. de
Transportes, 16/12/1958, La Ley Online, AR/JUR/26/1958. En el año 1943 ya la Cámara había decidido, en el
plenario Iribarren c. Sáenz Briñones, 15/03/1943, JA, 1943-I-844 y en LA LEY, 29-704, que en la
responsabilidad extracontractual debía distinguirse entre delitos, en los que los intereses corrían desde el hecho,
y cuasidelitos, en los que era necesaria la interpelación.
(9) Por los intereses desde que cada daño se produjo: Cám. Nac. Civ., sala B, Ouviña, José c. Ortiz,
Federico Florencio, 27/02/2008, La Ley Online, AR/JUR/1040/2008, en un reclamo por del comprador al
vendedor por restitución de impuestos impagos de un inmueble comprado (obligación contractual). Por el
cómputo de intereses desde la demanda: Cám. Contenc. y Trib. de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala
II, Farías, Eulogio c. Ciudad de Buenos Aires, 19/02/2008, La Ley Online, AR/JUR/3202/2008, en un reclamo
de indemnización laboral (obligación contractual).
(10) TSJ Sala Civil, Cba., Sent. 4, 26/4/2013, Carletti, Oscar Dionisio c. Empresa General Urquiza S.R.L. -
Ordinario - Recurso de Casación, en Actualidad Jurídica. Civil y Comercial, Nº 222, pág. 4643.

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