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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


UNIVERSIDAD DEL ZULIA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
DIVISIÓN DE INVESTIGACIÓN
DOCTORADO EN CIENCIAS HUMANAS

EL MÉTODO FENOMENOLÓGICO-HERMENÉUTICO COMO VÍA


EPISTEMOLÓGICA PARA EL ESTUDIO DE LA INTELIGENCIA EN EL ÁMBITO DE
LA AXIOLÓGÍA. UN PRIMER ACERCAMIENTO.

Ponç Capell Capell

Introducción.

El presente informe pretende ofrecer una sistematización de los contenidos

abordados por los seminarios de Reflexiones Epistemológicas y Métodos de

Investigación cualitativa, facilitados por las Dras. Hermelinda Camacho y Mineira Finol

de Franco, respectivamente, en el marco de los estudios para el Doctorado en Ciencias

Humanas ofrecido por la Universidad del Zulia.

Se busca evidenciar la comprensión coherente de la metodología del modelo

diseñado por el Dr. Guillén Padrón y el discernimiento sobre paradigmas, enfoques y

métodos apropiados para la propuesta de investigación del investigador.

El primer acercamiento, desde las perspectivas epistemológica y metodológica,

permite la revisión bibliográfica sobre el tema, así como un primer discernimiento sobre

la pertinencia y posibilidades de una investigación sobre la inteligencia en el ámbito

axiológico.

1. Epistemología.
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En opinión de Padrón (2014), hay un acuerdo generalizado en atribuir a James F.

Ferrier, el primer uso del concepto “epistemología”. En su artículo, (Ferrier 1864),

asienta la diferencia entre epistemología (estudio del conocimiento) y ontología (estudio

del ser). Por otra parte, ya en la mentalidad griega, “episteme” indicaba un

conocimiento confiable, frente a la “doxa” que definía un conocimiento individualizado y

poco socializado, y a la “gnosis” que englobaba cualquier tipo de conocimiento sin un

sentido específico. Las cualidades de la “episteme”, en cuanto conocimiento

sistematizado y socializado, permiten adjetivarlo en nuestros días como “conocimiento

científico”.

En el siglo XX, el neopositivista Círculo de Viena divulga el término alemán

“Erkenntnistheorie”, el cual refiere literalmente a la teoría del conocimiento y se traduce,

generalmente, como epistemología en español o con sus derivantes morfológicas en

los idiomas occidentales. De sus reflexiones, puede señalarse que la epistemología, en

cuanto actividad intelectual, es la búsqueda de respuesta a la pregunta por la

posibilidad de la existencia del conocimiento humano, es decir, por su capacidad

cognitiva para acceder a la realidad.

Esta problemática ya fue abordada en la tradición filosófica anterior al s. XX por

autores como Sócrates, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás, Hume, Lock,

Descartes, Leibnitz, Kant. También, desde el s. XX, Wittgenstein, Russell, Carnap,

Hempel, Ayer, Bachelard, Popper, Kuhn, Lakatos, Laudan, etc.

El esfuerzo intelectual en este ámbito y la diversidad de problemas epistemológicos

afrontados en la tradición filsófico-espistemológica se reflejan en la multiplicidad de

corrientes, como el empirismo, el racionalismo, el vivencialismo, el idealismo, el


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realismo, el agnosticismo, el escepticismo, el subjetivismo, el objetivismo, el

convencionalismo, etc.

Partiendo de los presupuestos de Locke, para Padrón, los tres estilos de

pensamiento, intuitivo, demostrativo y sensorial, se corresponden con tres

personalidades cognitivas, la deductivo-relacional, la inductiva-sensorial y la vivencial-

experiencial. Éstas estarían virtualmente presentes en cada personalidad individual,

caracterizando al sujeto por la predominancia de alguna de ellas; aunque en su

dinámica habría siempre una interacción que difuminaría los respectivos límites y su

floración estaría condicionada tanto por las condiciones concretas del sujeto como por

las de su contexto, según el momento vivido. Esto daría lugar a los “estilos cognitivos”

del empirismo, del racionalismo y del vivencialismo.

Como resultado de la historia crítica de la filosofía surgen, por contraposición, los

pares conceptuales empirismo-racionalismo, que refiere al origen genuino del

conocimiento, y el realismo-idealismo, que apunta a las posibilidades del sujeto frente a

la realidad objetivada. Así, mientras el empirismo valida el conocimiento por los datos

ofrecidos por la experiencia, el racionalismo concibe la realidad desde la lógica del

razonamiento. Mientras que, cuando el realismo reconoce la independencia del objeto

a aprehender, el idealismo encuentra en la subjetividad del aprehensor el condicionante

para la entidad de su realidad contextual.

De la conjugación de estas cuatro convicciones surgen cuatro enfoques: por una

parte, el realista-empírico que origina el enfoque empirista-inductivo y el realista-

racionalista que conduce al enfoque racionalista-deductivo. Ambos han sido reseñados

como epistemología cuantitativa. Mientras que la conjugación del idealismo-empirista,


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que transfiere al enfoque vivencialista-experiencialista, y del idealismo-racionalista, que

encamina hacia el enfoque vivencialista-interpretativo, han sido reseñados como

epistemología cualitativa.

Padrón caracteriza estos enfoques con cuatro señalamientos. En primer lugar, los

considera como sistemas de convicciones del máximo nivel de profundidad cognitiva.

En segundo término, considera que tienen un carácter universal transhistórico. Como

tercera característica señala su naturaleza científica y, finalmente, observa que son

aplicables tanto a los individuos como a los colectivos de índole investigativo.

De esto, se deduce que los enfoques epistemológicos, son los substratos de

cualquier escuela, movimiento o corriente de pensamiento que va surgiendo en la

historia del devenir científico. De ahí que, en la línea de Kuhn (2004), puede afirmarse

que los “paradigmas” o sucesivas reencarnaciones de estos substratos, evidencian,

históricamente, una lucha por el poder y el control de la ciencia, dando lugar a

aparentes “paradigmas emergentes.” En este sentido puede visualizarse la historia del

conocimiento científico relacionada con los enfoques subyacentes.

VARIABLES HISTÓRICAS ENFOQUES EPISTEMOLÓGICOS


Racionalismo griego Racionalismo-Deductivista
Pensamiento cristiano Vivencialismo-Experiencialismo
Física clásica Empirismo-Inductivista
Racionalismo moderno Racionalismo-Deductivista
Neopositivismo Empirismo-Inductivista
Racionalismo crítico Racionalismo-Deductivista
Fenomenología Vivencialismo-Experiencialismo

Esta visión diacrónica de las corrientes científicas nos lleva a la comprensión de la

epistemología como estudio del quehacer científico o del conocimiento científico. Con

lo cual, se presupone un estatuto o rango de acercamiento a la realidad, el nivel


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científico; un objeto específico, que exige una especialización sobre el conocimiento en

sí mismo; y un acercamiento selectivo, que apunta sólo al conocimiento científico. En

otras palabras, la epistemología es un estudio científico del conocimiento científico.

Padrón señala cinco componentes estructurales del conocimiento, en general: La

realidad o mundo circundante, que será representada, reconstruida o reelaborada por

el proceso cognitivo del individuo. El individuo, dotado de una mente cognoscente que

produce conocimiento a través de las representaciones mentales sobre su mundo u

objetos circundantes. La relación sujeto-objeto, en la que se produce el proceso de

vinculación por la vía de la experiencia, la cual incluye la percepción por la vía de los

sentidos y la observación y organización de datos en el dinamismo mental. El contexto,

proporciona datos espacio-temporales cuya intelección queda condicionada por la

estructura cognitiva y personal y por los conocimientos y experiencias previas.

Finalmente, la sociedad o grupo social que aporta elementos para que el conocimiento

adquiera “sentido social”. Del análisis sobre el modo en que estos elementos cognitivos

estructurales se relacionan y del grado de relevancia que se les atribuye, surgen las

divergentes teorías epistemológicas.

Realidad Individuo cognoscente Relación sujeto-objeto Contexto Sociedad


Racionalismo-deductivo intersubjeti
K. Popper y N. Chomsky vidad
Empirismo-inductivista
D. Hume y W. Quine
Introspectivismo-
interpretativista
Schutz
Introspectivismo-
argumentativista
Adorno y Gadamer
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Dado que la epistemología reclama un carácter científico para su estudio y para su

objeto, es fundamental poder identificar con la mayor precisión la diferencia entre el

conocimiento general y el conocimiento específicamente científico o académico. Para

ello, siguiendo la tesis de Popper de que el conocimiento científico es posterior al

conocimiento general y que hasta puede considerarse una evolución de éste, cabe

señalar el momento histórico en el que puede hablarse del surgimiento del

conocimiento científico.

Sin desconocer la variedad de intentos de análisis sobre las diferencias entre el

conocimiento general o sentido común y el conocimiento científico como son los

trabajos de Bronowski, Popper, Wittgenstein, Piaget, se asume, en la línea de Padrón,

que el conocimiento de tipo científico es estructuralmente el mismo conocimiento que el

conocimiento general o de sentido común. Su identidad es, por tanto, de consecuencia

evolutiva. Las características que pueden señalarse para determinarlo son la

socialización, que implica un carácter intersubjetivo; la sistematización, que proporciona

credibilidad por exigir un método protocolar y repetible; y la fundamentación teórica que

proporciona un conocimiento explicativo universal y abstracto, frente al conocimiento

meramente experiencial, funcional. Esos tres criterios pueden proporcionar lo que el

Círculo de Viena denominó “criterio de demarcación”, que no es un criterio radical, sino

continuo y relativo. En definitiva, según las características señaladas sean más

intensas en uno u otro conocimiento, se podrá habla de mayor o menor rigor científico.

Por otra parte, esta valoración estará también sujeta a los criterios lógico-

metodológicos de cada cultura y contexto científico.

2. Del paradigma cuantitativo al cualitativo.


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2.1. Paradigma.

El constructo paradigma fue definido en 1962 como “lo que los miembros de una

comunidad científica comparten, y, a la inversa una comunidad científica consiste en

unas personas que comparten un paradigma” (Kuhn, 2004, pág. 271). En este sentido,

es la cosmovisión compartida por una comunidad científica que permite situarse,

interpretar y solucionar los diversos problemas de la realidad. Por lo tanto, tiene validez

en la medida en que sirve para aportar las soluciones requeridas.

Por ello, Padrón afirma:

“Kuhn utilizó la palabra paradigma para referirse a cada una de estas conquistas de
conocimiento científico que se iban imponiendo con el tiempo y que, como si fueran
"modas" u ondas artísticas (casi como los ciclos de los cantantes), comenzaban por
desplazar a la tendencia vigente, seguían hasta imponerse como tendencia
dominante y terminaban siendo desplazadas por otro nuevo paradigma naciente y
así, sucesivamente, siempre dentro de un mismo esquema estructural que él
proponía como explicación a las revoluciones científicas” (1992, pág. 3).
La noción khuniana de paradigma engloba tanto aspectos filosóficos, como

sociológicos, o científicos, dando lugar a una ambigüedad que ha generado cierto

rechazo en ciertos autores como Mastermann (1975).

Sin embargo, el paradigma khuniano se ha impuesto en el mundo científico como

una visión que permite concebir e interpretar la realidad; que tiene un dinamismo

socializador, en cuanto que compartida por una comunidad; y que posee un carácter

normativo que exige coherencia respecto a los métodos, técnicas y lenguaje a utilizar

por el investigador (Sandín, 2003).

El paradigma, según aporta Lincoln (1990), debe ofrecer respuesta a cuestiones

referidas a tres dimensiones: en cuanto a lo ontológico, debe ofrecer respuesta sobre la


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naturaleza de los fenómenos a indagar. En lo epistemológico, debe ofrecer una visión

coherente sobre qué es el conocimiento científico, qué puede conocerse y cómo puede

transmitirse. En cuanto a lo metodológico, debe dar luces sobre cómo el individuo crea,

modifica e interpreta la realidad indagada.

Por otra parte, se diferencia del enfoque investigativo en cuanto que, como señala

Ortiz (2015), éste no es tanto la cosmovisión sino la estrategia con la que se pretende

abordar una investigación.

En aras de ofrecer una definición actual y precisa, se presenta la que ofrece

Guardián-Fernández:

“Es un sistema teórico dominante en la ciencia en cada periodo de su historia, que


organiza y dirige la investigación científica en determinada dirección, también
permite el surgimiento de ciertas hipótesis e inhibe el desarrollo de otras, así como
centra la atención de quién investiga en determinados aspectos de su objeto de
estudio y oscurece otros” (2007, pág. 60).
Ahora bien, en los campos de las ciencias sociales, educativas, comunicativas, etc.,

existen dos caminos para indagar la complejidad de las relaciones humanas, dos

alternativas fundamentales de abordaje, la cuantitativa y la cualitativa.

2.2. El paradigma cuantitativo en las ciencias humanas.

2.2.1. Orígenes.

El origen del paradigma cuantitativo puede ubicarse en el siglo XIX principios del

XX. Sus máximos exponentes han sido A. Compte y E. Durkeim. (Finol de Franco y

Vera, 2020). En este sentido, Cisterna (2007) afirma:

“El método científico de Augusto Comte, traspasa al campo de las ciencias sociales
en el siglo XIX, con sus secuencias operativas, vale decir planteamiento del
problema, interrogantes y formulaciones anticipados de hipótesis, las cuales son
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sometidas a contrastación, experimentación, replicabilidad, extracción de


conclusiones y generalización de resultados en leyes y teorías” (pág. 21).
2.2.2. Características.

El paradigma cuantitativo se inspira en el positivismo y la plantea la unidad de la

ciencia, o sea, una única metodología (Bonilla y Rodríguez, 1997). En algunos casos,

los investigadores de las ciencias humanas han trasladado mecánicamente al estudio

social los mismos métodos de provenientes de las ciencias naturales, en búsqueda de

generalidades y regularidades que puedan facilitar una ley de comportamiento en los

fenómenos del ámbito humano. Para ello la base de las indagaciones sigue siendo la

observación directa, la comprobación y la experiencia cuantificada en la medida de lo

posible. Se trata, por tanto de lograr una descripción caracterizada por la máxima

neutralidad, objetividad y generalidad (Monje, 2011).

En esta perspectiva, toda proposición debe estar directa o indirectamente en

correspondencia con los hechos comprobados y los juicios de valor no tienen sentido

alguno. La cientificidad se adquiere por la incorporación de los métodos de las ciencias

naturales, especialmente los de la física. Esto implica descartar todo aquello que pueda

considerarse como pre científico, como las creencias, percepciones subjetivas,

valoraciones o prejuicios, los cuales restarían valor científico a la investigación. El

investigador debe abstraerse completamente de su subjetividad.

En este paradigma, lo importante es la cuantificación y la medición de repeticiones,

lo que proporcionará la base para formular tendencias, plantear hipótesis y construir

nuevas teorías. A fin de lograr la cuantificación total, que se considera inalcanzable, se

usa las estadísticas. Éstas son consideradas como la metodología más coherente e
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idónea para la cientificidad de los estudios en el ámbito de las humanidades (Orozco,

1997).

En opinión de Finol de Franco y Vera (2020):

“EL paradigma cuantitativo, positivista, sigue una secuencia lineal, sistemática, se


plantea un problema, revisión de la literatura, teorías formales, formulación de
hipótesis, se define una metódica con su respectivo diseño, población, muestra,
técnicas e instrumentos de recolección de datos, instrumentos que deben cumplir
con un proceso técnico de validez y confiabilidad, se analizan los resultados
mediante el uso de estadística descriptiva, inferencial, entre otros aspectos, basados
en el método hipotético-deductivo e inductivo” (pág. 7).
2.2.3. Aproximación a la realidad y al objeto de estudio.

En la metodología cuantitativa, se parte de cuerpos teóricos aceptados por la

comunidad científica en función de formular hipótesis sobre las relaciones que puedan

surgir entre las variables que ofrece el problema a estudiar. Para ello, se requiere la

recolección de información desde un enfoque cuantitativo, lo cual se logra teniendo

como referencia conceptos empíricos medibles, los cuales se derivan de los conceptos

teóricos que permitirán construir las hipótesis conceptuales. Él análisis de la

información buscará determinar el grado de significación de las relaciones previstas

entre las variables. Esto se logrará mediante un procedimiento hipotético-deductivo

que, en primer lugar, formulará as hipótesis derivadas de la teoría, consecutivamente

realizará la operacionalización de las variables, la recolección y procesamiento de

datos y, finalmente la interpretación. De esta forma, los datos empíricos fundamentan

tanto la prueba de las hipótesis como la de los modelos teóricos formulados en la

investigación. (Monje, 2011).

2.2.4. Relación sujeto-objeto.


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En la investigación empírico-positivista se establece una radical diferenciación entre

el sujeto y el objeto. Al sujeto se le reconoce plenas capacidades para conocer y

observar la realidad, la cual aprehende como agente externo a ella misma. En este

sentido, se cosifican y objetivan los sujetos sociales, observándolos como objetos

manipulables, en espera de obtener datos que faciliten la empresa investigativa.

2.2.5. Objetividad.

La medida y la cuantificación de los datos obtenidos por la observación de los

sujetos sociales cosificados, constituye metodología para alcanzar la objetividad

congitiva en las áreas de humanidades, estudiadas desde el paradigma cuantitativo. La

objetividad, la cuantificación y el promedio estadístico facilita la objetivación de las

características de un determinado número de sujetos a estudiar. De ello, se deducen

leyes explicativas que señalan relaciones de causalidad entre los acontecimientos de

carácter social. En la medida en que se logra una concordancia entre las hipótesis

formuladas y la realidad factual se establece el criterio de veracidad y objetividad

esperado en el paradigma cuantitativo.

2.2.6. Proceso metodológico.

En el enfoque cuantitativo se aboca, sobre todo a la descripción y la explicación, sin

buscar la comprensión de los fenómenos sociales. De la pretensión explicativa puede

derivarse la predicción, la manipulación técnica y el deseado control sobre los hechos y

acontecimientos de la realidad. En el ámbito humano y social se busca relaciones

causales y funcionales. Las variables se conciben como aspectos característicos

susceptibles de medición y de tratamiento estadístico. Las hipótesis serán empíricas y


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se enfatizarán los procedimientos analíticos, mediante la fragmentación y el estudio de

las partes que puedan constituir el todo social. En el método hipotético-deductivo se

busca probar hipótesis partiendo de un doble referente: el cuerpo conceptual de un

lado y la realidad concreta que se estudia del otro lado. Con ello se intenta

fundamentar, justificar y respaldar hipótesis específicas que han sido deducidas de un

marco conceptual.

2.3. El paradigma cualitativo.

2.3.1. Orígenes.

Los estudios de Bogdan y Biklen (1982) señalan cuatro fases para sistematizar los

orígenes de la investigación cualitativa. En un primer periodo, desde finales del s. XIX

hasta los años treinta del siglo XX, la Escuela de Chicago se impone en el ámbito de la

sociología de la educación. En este periodo se consolidan técnicas como la

observación participante, la entrevista en profundidad o los documentos personales. Un

segundo momento abarca desde los años treinta a los cincuenta del siglo pasado y

está marcado por un cierto declive hacia el enfoque cualitativo. En la tercera etapa que

tiene lugar en la década de los sesenta se produce un cambio social y un consiguiente

resurgimiento de los métodos cualitativos. En el cuarto periodo, la investigación

cualitativa se consolida en el ámbito educativo y rompe las barreras de las ciencias

antropológicas y sociológicas en las que se originó inicialmente. Por su parte, Denzin y

Lincoln (1994) señalan cinco periodos evolutivos para el paradigma cualitativo en el s.

XX: el tradicional, en el que se busca otros métodos alternativos a la estadística; el

modernista, caracterizado por metodologías de trabajos en grupo; el de los géneros

imprecisos, con tendencia interdisciplinar y poca fundamentación de las innovaciones


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metodológicas; el de la crisis de representación, en el que se abre el paradigma

cualitativo a diversas opciones metodológicas rompiendo la idea de un solo camino

científico para lo cualitativo; y el de la era posmoderna, donde la preocupación por el

lenguaje y las nuevas tecnologías abren cauce a nuevas alternativas metodológicas.

Puede afirmarse que la denuncia social de la crítica situación de las grandes masas

urbanas norteamericanas, en el s. XX, desencadenó la urgencia de los estudios de

muestra amplia. En Europa, por otra parte, la preocupación por el mundo obrero y sus

requerimientos sociales condujo a LePlay, en 1855, a trabajos realizados con el método

de la observación participante; a Booth a utilizar las encuestas sociales, y a Myhew al

uso de las historias de vida y entrevistas en profundidad. En el ámbito de la

antropología se inicia la recolección sistemática de datos etnográficos. A finales del s.

XIX surge la llamada escuela de Cambridge, liderada por Haddon, cuyos componentes

tienen claro su paradigma cualitativo y estructuraban las historias de vida conforme a la

etnografía clásica (Rosaldo, 1989). Malinowski, por su parte innova la etnografía con

técnicas de participación, observación e interpretación y Mead adaptó el método

etnológico a la limitación de la plasticidad y adaptabilidad humana.

La modernización metodológica se consolida tras la Segunda Guerra Mundial, con

la innovación de las teorías interpretativas, como la etnometodologia, fenomenología,

teoría crítica, etc. Aunque surgen todavía bajo la influencia de las exigencias

positivistas, se busca precisar los argumentos de Campbell y Stanley (1967) en cuanto

a la validez interna y externa de los modelos investigativos interaccionistas y

constructivistas. Por su parte, Straus, Corbin, Miles y Huberman consolidan una

metodología cualitativa para el campo educativo.


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Ya a finales de los años sesenta, se puede visualizar un cambio fundamental, que

es la aceptación del pluralismo metodológico. Para los investigadores cualitativos los

enfoques multimétodo serán los más acertados para indagar la complejidad de la

realidad social y los fenómenos humanos, objeto de su estudio. El pluralismo metódico

se abre en un abanico de paradigmas, métodos y estrategias que van desde el

interaccionismo simbólico hasta el constructivismo, el naturalismo o el postpositivismo,

incluyendo la fenomenología y la etnometodología o teoría crítica. Las investigaciones

asumen el estudio de casos, los métodos históricos, biográficos, etnográficos, grupos

de discusión, entrevistas cualitativas, observación y análisis documentales (Ballester,

2004). En este momento, Geerz (1973 y 1983) asume que los anteriores enfoques, de

carácter más positivista y conductual, van asumiendo una perspectiva más

interpretativa que parte de las representaciones culturales y sus significados. La tarea

cualitativa es, fundamentalmente, en esta línea, dar sentido a una situación concreta.

Por otra parte, Wolcontt, Guba, Lincoln, Stake y Eisner van abriendo paso a las

tendencias naturalistas, postpositivistas y constructivistas.

En los últimos años, se produce el quinto momento de la evolución del paradigma

cualitativo:

La investigación cualitativa es un campo interdisciplinar, transdisciplinar y en


muchas ocasiones contradisciplinar. Atraviesa las humanidades, las ciencias
sociales y las físicas. La investigación cualitativa es muchas cosas al mismo tiempo.
Es multiparadigmática en su enfoque. Los que la practican son sensibles al valor del
enfoque multimetódico. Están sometidos a la perspectiva naturalista y a la
comprensión interpretativa de la experiencia humana. Al mismo tiempo, el campo es
construido por múltiples posiciones éticas y políticas” (Denzin y Lincoln, 1994, pág.
576 ss.).
Este recorrido histórico nos lleva a comprender el paradigma cualitativo como una

acumulación de experiencias históricas que siguen dejando huella en la actualidad. No


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se puede pensar en un paradigma unifocal, sino en un, a veces, desconcertante

abanico de alternativas paradigmáticas, metódicas, técnicas, instrumentales y

estratégicas que se descubren y redescubren continuamente a fin de observar,

interpretar y argumentar para la investigación científica de lo humano, que desde esta

perspectiva será un proceso multicultural.

2.3.2. Características.

La investigación cualitativa encuentra sus raíces epistemológicas en la

hermenéutica, que parte del principio de que los actores sociales no pueden ser

considerados meros objetos de estudio ni cosificarse, ya que tienen su propia identidad

y, consecuentemente, significan, expresan y reflexionan por sí mismo; la

fenomenología, que rechaza la ruptura positivista entre el sujeto y el objeto, y afirma la

interdependencia e interacción de ambos en el proceso cognitivo; y el interaccionismo

simbólico, sostiene que la conducta humana sólo puede explicarse en relación con los

significados que las personas dan a las cosas y a sus hechos. (Monje, 2011).

El pensamiento hermenéutico interpreta y descifra significados más que cuantificar

datos. Exige una perspectiva abierta frente a los posicionamientos cerrados y radicales

de la positivista, y frente a los postulados de causalidad, da prioridad a los de la

comprensión y del sentido, valorando las intenciones, las motivaciones, expectativas,

razones, creencias y demás realidades subjetivas de los individuos.

Para la fenomenología los fenómenos deben comprenderse y valorarse desde el

sentido que los individuos en ellos implicados le dan a través de su proyecto de mundo

y de vida, que es lo que realmente los origina.


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El interactivismo simbólico, o teoría del actor, busca una comprensión interpretativa

de la realidad social, partiendo de que la acción humana sólo puede comprenderse en

su profundidad partiendo del afán de significación que la vida y sus acontecimientos

tiene para los sujetos.

2.3.3. Aproximación a la realidad y al objeto de estudio.

Al pensar de Bonilla y Rodríguez (1997), la investigación cualitativa pretende captar

la realidad social desde la mirada subjetiva de sus autores. Lo que realmente importa

es cómo los sujetos o colectivos sociales orientan su vida e interpretan su mundo. Por

ello, explora sistemáticamente los conocimientos y valores de los sujetos y

comunidades estudiadas. No hay un abordaje desde hipótesis deducidas conceptual y

previamente, sino con un enfoque inductivo que pasa del dato concreto observado a

prefigurar los parámetros generales de comportamiento. La inducción analítica le

permite observar la realidad y desde ella se desarrolla cuerpos teóricos que asimilen

los esquemas interpretativos de los sujetos estudiados. La teoría cualitativa no es la

referencia para la generación de hipótesis, el instrumento orientador del inicio del

proceso investigativo. El valor del conocimiento está en la medida que está referido a la

realidad de los individuos estudiados y no a la aprobación metódica de las

comunidades científicas.

2.3.4. Relación sujeto-objeto.

Para el paradigma cualitativo, la realidad no es externa al sujeto. Éste la vive, la

siente, la examina y se produce un dinamismo de mutuo impacto. Hay una

estrechísima relación entre el sujeto sentiente y la realidad contextualizadora. Por ello,


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desde la visión expectativa cualitativa, se espera lograr captar y descifrar la interacción,

no sólo externa, sino también interna, motivadora, dotadora de sentido, mediante el

análisis sistémico que logra abarcar la complejidad de las relaciones sociales y la

integración de cada individuo en su todo comunitario y existencial.

2.3.5. Subjetividad.

La investigación cualitativa valora la subjetividad de los actores sociales y busca

interpretarla. Los hechos y fenómenos de la existencia humana no se consideran

aislados, sino integrados en un todo que los dota de un sentido.

La cientificidad cualitativa no se basa en la objetividad, sino en la transparencia del

investigador. Éste debe recabar sistemáticamente sus notas de campo y realizar una

triangulación teórica con el apoyo de los modelos teóricos múltiples. También la

triangulación de las fuentes implicará comprobar la concordancia de los datos

obtenidos en cada una de ellas. La validación de la investigación se realiza también

con el recurso a un investigador independiente que confrontará sus valoraciones con el

investigador principal. La interacción entre el entrevistador y los entrevistados, por

medio de la entrevista y la continua revisión de datos por ambas partes, permitirá

corroborar la transparencia investigativa. A mayor número de sujetos entrevistados y de

valoraciones obtenidas, se puede garantizar una más válida transferibilidad de los

resultados obtenidos a contextos más amplios, generalmente, nunca universales.

2.3.6. Proceso metodológico.

La naturaleza del paradigma cualitativo no prefija un presupuesto investigativo de

partida inmodificable, la investigación parte de un punto de referencia que indica los


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objetivos a explorar, las estrategias y las técnicas de recolección. El investigador

puede ajustar y replantear el proceso investigativo, aunque cada etapa debe partir de

unos criterios investigativos claros sobre el qué y el cómo se va a investigar, así como

con una apreciación tentativa de los supuestos resultados a obtener. Es el llamado plan

de trabajo referencial inicial, que no impide que pueda haber reconsideraciones a tenor

de los resultados que se vayan obteniendo y de la mejor percepción del fenómeno

estudiado.

Entre los diseños cualitativos, como ya se ha dicho anteriormente, están el método

etnográfico, los estudios de caso, la teoría fundamentada, las historias de vida, etc.

2.3.7. El paradigma socio-crítico.

El paradigma cualitativo adquiere las características de socio-crítico, cuando se

fundamenta en la Teoría Crítica de la Ciencia de la Escuela de Frankfurt. Sus máximos

exponentes son, Horkheimer, Adorno, Marcuse, Fromm y Habermas quien propone la

Teoría de la Acción Comunicativa, entre otros. Los presupuestos filosóficos radican en

los postulados marxistas, en los que se encuentra una fuerte crítica a las exigencias de

paradigma cuantitativo-positivista. En este marco del paradigma sociocrítico surge

también el método de investigación-acción. (Mineira de Franco y Vega, 2020).

Habermas (1988) postula que las ciencias sociales empírico-analíticas pueden

proporcionar únicamente el control técnico de ciertas realidades sociales; pero esto

resulta insuficiente para el interés cognoscitivo que espera algo más que la dominación

explotadora de la naturaleza y del hombre. El mundo social es una realidad llena de

significados y sentidos, por lo que la ciencia social positivista se desautoriza a sí misma


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al pretender desconocerlos. Por ello es necesario formular una teoría crítica de alcance

social.

Frente a los postulados de la ciencia moderna, vinculada a las exigencias

económicas, aún más con el desarrollo industrial, que privilegia la búsqueda racional de

medios para el logro de los objetivos en cuanto a la producción, sin cuestionar los fines

últimos u objetivos privilegiados, el racionalismo crítico reduce la problemática científica

a cuestiones lógico-epistemológicas. En este sentido, Adorno sostiene que el problema

real de las ciencias sociales está en las contradicciones sociales; Que el método

científico es la crítica, la razón crítica; Que la sociedad no puede visualizarse como un

objeto más, hay que reconocer su aspecto subjetivo; y que el verdadero interés de las

ciencias sociales no puede ser otro, al decir de Horkheimer que la superación de las

injusticias sociales (Guardián-Fernández, 2007).

En la visión de Popkewitz (1988), el paradigma socio-crítico está orientado por

cuatro principios. En primer lugar, comprender la realidad como praxis. En segundo

lugar, en la búsqueda de la fusión de la teoría con la práctica, mediante la

incorporación del conocimiento, de la acción y de los valores sociales. En tercer lugar,

fomentando la participación reflexiva y transformadora de los participantes, incluyendo

al investigador, mediante sesiones de introspección, autorreflexión y toma

consensuada de decisiones, las cuales deben ser asumidas de forma corresponsable.

3. Los enfoques empírico, racionalista e introspectivo.

Para Ortiz (2015) el enfoque se sustenta en un paradigma, ya sea cuantitativo o

cualitativo y es la estrategia general para abordar el problema de la investigación. En el


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modelo metodológico de Padrón (1998), el enfoque responde al estilo de pensamiento

del investigador y se considera como aquellas variaciones que pueden observarse en

los procesos de producción de conocimiento científico y que están relacionadas con

determinados sistemas de convicciones del investigador sobre qué es el conocimiento,

cuáles son las vías de producción y cómo puede garantizarse su validación. Estos

sistemas tienen un carácter preteórico, ahistórico y universal.

3.1. Enfoque empírico-inductivo.

Este enfoque suele llamarse también, por, como probabilista, positivista,

neopositivista, atomista lógico, etc. Está fundamentado en la búsqueda de patrones de

regularidad que facilitarían la explicación de las interdependencias entre las diversas

clases de eventos o fenómenos de la realidad. La observación y en algunos casos,

cuantificación, de repeticiones de acontecimientos, conductas, sentimientos, etc.,

permitirá establecer estadísticas que afloren probabilidades a futuro. Lo científico

consistirá en conocer los patrones de regularidad. (Padrón, 1998).

3.2. Enfoque racionalista-deductivo.

Denominado también como deductivista, teórico o teoricista, racionalista crítico, etc.

Busca diseñar sistemas abstractos con alto grado de universalidad que faciliten la

comprensión de procesos de generación y de comportamiento de una determinada

realidad. La cientificidad no requiere descubrir, sino generar, inventar, diseñar el

sistema teórico que coincida y por tanto, de razón de la realidad. Las vía son, por tanto,

arriesgadas conjeturas o suposiciones sobre el porqué y el cómo se genera y comporta


21

una realidad. Se trata de indagar el cómo, en un determinado momento histórico, una

sociedad correlaciona intersubjetivamente una realidad en un diseño teórico.

Los mecanismos para su producción y validación pasan por los criterios de

racionabilidad, coherencia y lógica racional que permiten el enfoque deductivo. Las

modelaciones lógico-formalistas, las indagaciones a partir de abstracciones

matemáticas o los racionamientos lógicamente concatenados, son los preferidos en

este enfoque.

3.3. Enfoque introspectivo-vivencial.

Renombrado también como sociohistoricista, fenomenológico, dialéctico-crítico,

simbólico-interpretativo, psicologista, hermenéutico, los que etc., se considera es el

fruto del conocimiento de las interpretaciones de los símbolos socioculturales mediante

los que un grupo social determinado aborda su realidad humana y social. Más que

eventos o situaciones externas, el enfoque indaga en los espacios de la conciencia

subjetiva, por ello se considera introspectivo. En este caso no se busca descubrir ni

inventar, sino comprender. La ciencia no busca la comprensión de la realidad en orden

a su control, sino a su transformación, generando procesos de superación orientados a

la emancipación y dignificación del ser humano. El sujeto y la subjetividad priman sobre

el objeto y la objetividad.

La vía de acceso a la realidad una simbiosis entre el sujeto investigador y el objeto

de estudio que genera una cierta identificación entre sujeto-objeto, “de forma que el

objeto pase a ser una experiencia vivida, sentida y compartida por el investigador”

(Padrón, 1998, pág. 3). La cientificidad exige que el investigador inhiba sus propios
22

factores pre-teóricos e instrumentales puedan mediatizar la relación sujeto-objeto, a fin

de poder alcanzar la esencia de lo estudiado, más allá de sus meras apariencias

fenomenológicas. Por ello, la interpretación hermenéutica, la convivencia, el desarrollo

de experiencias socioculturales, los análisis dialécticos, las intervenciones en espacios

vivenciales y en situaciones problemáticas, el estudio de casos, etc. son las vías

preferidas para este enfoque.

4. LOS MÉTODOS CUALITATIVOS.

Siguiendo a Sánchez (1998), en contexto epistemológico, el método lo determinan

los diversos modos con que el investigador construye la realidad y las distintas formas

de aproximarnos al estudio de la misma. El método implica una metodología, es decir

una teoría metódica que debe ser coherente, tanto con el paradigma que fundamenta la

investigación como con el enfoque que la posibilita. Esta metodología ofrecerá una

coherencia en los pasos a seguir y en las estrategias e instrumentos a utilizar.

Para Ortiz (2012) la coherencia entre los métodos teóricos y los métodos empíricos

es también necesaria, aunque puede darse la situación calificada como de

“metodologismo”:

“Los métodos teóricos se utilizan de manera reiterada desde la elaboración del


diseño investigativo, a partir del estudio del estado del arte sobre el problema
científico, hasta la interpretación de los datos y hechos constatados y las
correspondientes conclusiones y recomendaciones. Los métodos empíricos incluyen
a las técnicas o metódicas útiles para la obtención del material fáctico. Pero su
aplicación continuada no garantiza que los investigadores logren una congruencia
interna entre ellos, ya que se conciben erróneamente como independientes entre sí,
lo que fomenta cierto esquematismo en su utilización e inconsecuencias entre la
concepción teórica admitida y los métodos empleados. González (2007) se refiere a
esta distorsión con el nombre de metodologismo, donde los instrumentos y las
técnicas se emancipan de las representaciones teóricas y se convierten en
23

principios absolutos de legitimidad para la información producida por ellos.” (pág.


18).
Para Colás (1998), los métodos cualitativos incorporados a la investigación

educativa son la fenomenología hermenéutica, la etnografía, el interaccionismo

simbólico y la etnometodología. Siguiendo a Mineira de Finol y Vera (2020) se destacan

dos métodos cualitativos:

4.1. Método Fenomenológico-hermenéutico.

En 1928, el fenomenólogo Edmund Husserl, escribió la entrada “Fenomenología”

para la Enciclopedia Británica. Allí, señalaba:

La fenomenología denota un nuevo método descriptivo, filosófico, que desde finales


del siglo pasado ha establecido: 1) una disciplina psicológica a priori, capaz de dar
las únicas bases seguras sobre las que se puede construir una sólida psicología
empírica; y 2) una filosofía universal, que puede ser un organum [instrumento] para
la revisión metódica de todas las ciencias. (Husserl, 1997, pág. 182).
La fenomenología de Husserl, es el fruto de la revisión metódica de las ciencias

tradicionales y está orientado a describir la experiencia humana vivida, sentida y

concientizada por sus propios actores. Se trata de un método descriptivo que facilita

una aproximación científica apriorística a la realidad, facilitando una investigación de

rigor científico. Se trata de recurrir a la dinámica de la conciencia intencional como

herramienta para estudiar los fenómenos.

Frente al naturalismo, que rechaza la contemplación de la subjetividad en la

investigación científica, la fenomenología afirma que este rechazo mina las bases del

proceder científico. La ciencia debe abordar cómo la conciencia constituye el

conocimiento, ya que sin conciencia de la realidad no hay objeto de investigación. De

este modo, la fenomenología más que una protociencia es una metodología que admite
24

una nueva modalidad de aproximación al conocimiento, logrando sus mejores frutos

cuando se aplica al campo de las ciencias humanas o sociales (Fuster, 2019).

El método hermenéutico se enrique al compaginarse con las aportaciones de

Dilthey sobre la hermenéutica. Ésta busca revelar los significados de las cosas en

cuanto que concientizadas por las personas por medio de palabras. De esta fusión

surgen términos como epojé, reducción, fenomenología eidética y trascendental,

comprensión, interpretación y constitución.

Para Aguirre y Jaramillo (2012), el primer principio determinado por Husserl para

aproximarse a la subjetividad, es la epojé, que implica poner entre paréntesis el

supuesto fin primordial de la ciencia: la concepción del mundo como algo dado o de los

hechos de este, como una realidad en sí misma, existente más allá de la conciencia

que los piensa, valora o siente. En otras palabras, la epojé implica la eliminación de

todo lo que nos limita percibir las cosas en sí mismas, ya que la actitud natural, por su

naturaleza objetiva nos lo impide. Practicar epojé supone suspender, voluntariamente,

toda toma de posicionamiento sobre la existencia o no de los objetos o fenómenos a

estudiar y que se presentan en la conciencia.

En realidad, se trata de un proceso compuesto por dos movimientos: epojé y

reducción. Estas actitudes metodológicas intentan sacar al investigador de la actitud

natural, de tal modo que se enfoque en la vida consciente. El método fenomenológico

es un constante aplicar la epojé y la reducción. La reducción permite reflexionar acerca

de lo que se ha recibido en la conciencia como dado.


25

No se trata de un mero encerrar entre paréntesis para quedarnos con un reducto de

la realidad, como afirma San Martin (2008). La reducción supone una reconducción, por

la que, tras haber suspendido la propia conciencia, se vuelve a ella para visualizar los

fenómenos y los modos en que éstos se presentan y constituyen en nuestra

subjetividad. Esta reconducción tiene dos tipologías: la reducción eidética y la

trascendental. En la primera, se pasa de la actitud natural a la visualización del

fenómeno como dado a la conciencia. En la segunda, se examinan y establecen las

características generales que hacen posible las evidencias de los objetos recibidos

como dados. En este segundo momento, el trascendental, es donde se constituyen los

conocimientos más valiosos para la mentalidad fenomenológica.

El método fenomenológico supone, pues cuatro pasos. En primer lugar, partir de la

actitud natural. En segundo, realizar la epojé eidética, en un tercer lugar, debe lograrse

la reducción trascendental, y finalmente llegar a la constitución de los objetos en su

esencia (eidos). En este proceso metodológico, es fundamental una metodología

descriptiva que permita describir las vivencias hasta su esencia, las estructuras que los

hacen posibles y los objetos en cuanto que constituidos.

4.2. Método Teoría Fundamentada.

El método de la teoría fundamentada tiene su origen en la Escuela de Chicago. Sus

inicios, a finales de los años sesenta, están relacionados con A. Strauss y B. Glasser.

Su propósito es generar teoría a partir de datos recolectados por el propio investigador

o por otros. Utiliza el método de la comparación constante. Para ello, se aplica, de

forma simultánea, la recolección de datos y la aplicación simultánea de una serie de

métodos con los que se pretende generar una teoría inductiva sobre un área
26

sustantiva. Strauss y Corbin, en 1990, explicaron, en su obra conjunta el conjunto de

pasos y técnicas que facilitaría una investigación cualitativa con este método. La

propuesta de Strauss y Corbin (2004) fue rechazada y desconocida por Glasser, quien

publicó con Holton, en el 2004, la reivindicación de la esencia de la teoría original, en

su obra Teoría Fundamentada Clásica.

La elección del método de la Teoría Fundamentada debe realizarse cuando haya

claridad de que el objetivo de la investigación no es comprobar teorías existentes, sino

generar nuevas teorías sin prejuicios previos. La Teoría Fundamenta surge en el

mismo proceso de análisis de los datos obtenidos. Barrios, (2015) precisa tres

momentos críticos a tener en cuenta a la hora de la aplicación de la Teoría

Fundamentada Clásica.

4.2.1. Inicio: Entre la definición del problema y la revisión de literatura.

En la teoría fundamentada, el inicio no debe estar orientado por un problema

preconcebido, ni por orientaciones provenientes de revisión literaria. En este método, el

investigador elige un área sustantiva (área de la psicología, de la educación, de la

salud, etc.). El investigador debe llegar a ésta con una mentalidad abierta. La revisión

literaria puede ser válida en tanto en cuanto ayuda a formular las preguntas para que

los datos posibiliten que emerja el problema desde las respuestas de los investigados.

Por ello, se elabora un marco teórico lo más conciso posible para no condicionar la

espontanea emergencia del problema que afecta a los investigados. En este método,

no se trata de comprobar teorías preestablecidas. Por tanto, los conceptos se generan

en la medida en que se van obteniendo los datos. Para eso, se requiere habilidad

metódica para ajustar el dato y el concepto, a fin de evitar ideas preconcebidas y


27

acomodamiento forzado de datos a categorías. La codificación de datos debe

proporcionar la formulación de conceptos y a la vez la selección de literatura a revisar.

4.2.2. Simultánea recolección de datos y su análisis.

La simultaneidad entre la recolección de datos y su análisis se logra en la medida

en que, recogidos los primeros datos, se aplica el método de las comparaciones

constantes. De ahí se obtienen una primera muestra de categorías que orientará la

segunda recolección de datos, así sucesivamente. La Teoría Fundamentada no permite

banalizar o excluir ningún dato. Recolección, codificación y análisis son tres tareas

simultáneas y permanentes en toda la investigación, de forma que la investigación

aparezca como un proceso en constante desarrollo y con capacidad generativa de

teorías emergentes que permitan reformular las anteriores.

4.2.3. Toma de decisiones en el muestreo teórico.

En esta teoría, el muestreo teórico orienta las decisiones sobre la recolección de

datos y sobre la información a recabarse, así como dónde encontrarlas. De este modo,

recolección y análisis están guiados por la teoría emergente.

Lo señalado, implica que, desde el inicio, el número de participantes no puede

determinarse previamente, sino que sólo se conocerá al terminar la investigación, la

cual, por sí misma lo habrá determinado. El área sustantiva de estudio será la que

defina, por criterios de vinculación y accesibilidad, cuáles han de ser los primeros

entrevistados para la primera recolección de datos que generará la información, la

teoría y los requerimientos a seguir durante todo el proceso hasta el final.


28

Por tanto, el investigador debe estar en constante apertura y alerta, a fin de sean las

preocupaciones principales de los participantes en la investigación, y no sus prejuicios

o postulados previos, los que orienten la aplicación de la Teoría Fundamentada.

Finalmente, cabe señalar que esta teoría, por su nivel conceptual, trasciende los

métodos descriptivos e interpretativos propios de otras metodologías. Lejos de hacer

una historia con lo que se obtiene en los datos, o de venerar conceptos para

describirlos, la Teoría Fundamentada busca un análisis más conceptual más abstracto,

por medio del método de las comparaciones constantes.

El método de las comparaciones constantes puede sintetizarse como la tarea de

comparar datos entre sí y extraer categorías y conceptos; para comparar nuevamente

conceptos e incidentes a fin de cumplir con el muestreo teórico y alcanzar la saturación.

5. LA FENOMENOLOGÍA HERMENÉUTICA COMO VÍA PARA LA INVESTIGACIÓN

AXIOLÓGICA.

Llegado a este momento cabe preguntar si el método fenomenológico-hermenéutico

es válido para una investigación que aborde la inteligencia axiológica. En este sentido,

en primer lugar, se distingue entre estudio, ciencia e inteligencia. El estudio es la

combinación de la memoria, de la inteligencia y de otras habilidades en función de un

aprendizaje. Es un acto medible en sus resultados y en sus características

pedagógicas. La ciencia es el conjunto de datos recabados por la investigación

científica. Los productos de este conocimiento son medibles por su temática, por su

enfoque, por su extensión, por su nivel de profundidad, etc. Sin embargo, la inteligencia

es un fenómeno intelectual.
29

El Diccionario de la Real Academia entiende la inteligencia como una capacidad.

Capacidad para entender, para comprender y para resolver, vinculado a la habilidad, a

la destreza y a la experiencia en el entendimiento, la comprensión y la resolución de

problemas. De ahí que, el coeficiente intelectual pretenda medir la inteligencia en

cuanto que valora la habilidad cuantificada de una persona respecto al entendimiento,

la comprensión y la resolución de problemas. En este sentido, una investigación de

este orden podría orientarse con enfoques cuantitativos.

Sin embargo, el mismo Diccionario de la Real Academia ofrece otra acepción más

filosófica de inteligencia, cuando la define como “sustancia puramente espiritual”. En

acepciones más amplias se refiere a “inteligencia artificial”, “inteligencia emocional”, e

incluso llega a definir el concepto como “conjunto de ideas y valores de una

comunidad”.

Esta concepción más amplia del término inteligencia nos lleva a las “ciencias del

espíritu” de Dilthey, al planteamiento de las “inteligencias múltiples” de Gardner y a la

socialización o educación en valores, entre cuyos enfoques y literatura se pueden

obtener afirmaciones tan radicales como la de López y Saneleuterio (2019):

“Si partimos de la consideración básica de Ortega, Mínguez y Gil, para quienes la


persona “es un ser de valores”1, entendemos que la vida humana, en cuanto
humana, es imposible sin valores, ya que estos dan sentido a nuestra vida personal
y social. Efectivamente, las personas damos sentido a nuestra vida en la medida en
que somos capaces de seguir y explicitar la fundamentación axiológica que la guía,
pues la apropiación de valores es constitutiva del ser humano” (pág. 41).
En esta perspectiva, la inteligencia está llamada a descubrir o a asimilar los valores

que puedan dar sentido a la existencia, pero, además, también a explicitarlos.


30

Por otra parte, entendida la persona como realidad esencialmente axiológica, se

puede asumir los presupuestos de López y Saneleuterio (2019), cuando afirman, en

consonancia con (Lavelle, 1953), que la existencia de una persona consiste en

descubrir su propia esencia escogiendo unos valores y rechazando otros, ya que es el

valor es lo que nos pone en relación con el ser.

La acepción filosófica que presenta el Diccionario de la Real Academia Española

sobre el término “valor” es la de “cualidad que poseen algunas realidades,

consideradas bienes, por lo cual son estimables”. Según esta definición, la esencia de

los valores estaría fuera de la persona. Ésta tendría la misión de descubrirlo.

Para una visión más compleja de este concepto, se acude nuevamente a López y

Saneleuterio (2019), donde se presentan las definiciones proporcionadas por Rokeach,

para quien el valor es una opinión persistente; Frondizi, quien define el valor como una

cualidad estructural que surge en la relación entre un sujeto frente a un objeto;

Fermoso, que lo define como un aprecio individual o colectivo hacia un bien real;

Fondevila, para el que valor es todo lo que favorece la plena realización de la persona

como tal; Castillejo, lo considera una perfección, real o ideal que provoca nuestra

estima superando la indiferencia; García Hoz, los visualiza como una excelencia

añadida a una realidad existente; Bunes y Elexpuru, para los que son la base que da

significado, impulso y motivación a la persona; y Quintana, para el que los valores son

una cualidad abstracta y secundaria de un objeto que, al satisfacer una necesidad de

un sujeto provoca en éste un interés por esa realidad.

Por su parte, Parra (2003), a la hora de afrontar el problema de la selección de

valores, presenta tres posturas ideológicas que pueden condicionar el paradigma


31

investigativo en cuanto a la axiología y su inteligencia. Por una parte, en la perspectiva

tradicionalista, los valores tienen un valor absoluto y la personalidad humana debe

fundamentarse sobre ellos. Éstos son predicados e inculcados por la autoridad

competente y deben ser asumidos por los individuos a fin de socializar

convenientemente. Son incuestionables, eternos y universales. En segundo lugar, los

modernistas, consideran que los valores son temporales y por tanto caducos; por lo

que el hombre moderno debe liberarse de los valores tradicionales y medirse de

acuerdo a las categorías objetivas de la acción eficiente, en pro de los éxitos materiales

en su propio momento histórico. Finalmente, los subjetivistas sostienen que los valores,

de naturaleza subjetiva, derivan de las experiencias de cada persona; El valor surge en

el proceso de valoración de cada persona, entrando en juego la compleja interrelación

de los sentimientos, creencias, convicciones, preocupaciones, aspiraciones, intereses,

propósitos, condicionamientos culturales, etc. Los valores se crean y recrean en cada

proceso de personalización.

No es difícil correlacionar los substratos paradigmáticos cuantitativo, en los

tradicionalistas, socio-crítico racional, en los modernistas y cualitativo-fenomenológico

en los subjetivistas.

Para Parra, la solución al conflicto sobre la selección de valores no puede consistir

en la exclusión de ninguno de los enfoques, sino en una síntesis inclusiva que permita,

por una parte, a los sistemas educativos presentar aquellos valores objetivados por la

normativa de una comunidad y, por otra, que cada sujeto pueda recrearlos,

desarrollarlos y jerarquizarlos en función de su personalidad, intereses y preferencias

diferenciales.
32

Teniendo en cuenta (Bolio, 2012), afirma que:

“El sentido y el significado de mundo y de su entorno es una formación subjetiva, en


la que el mundo vale para quien lo experimenta y se interroga sobre cómo ha
operado y aplicado la razón. A partir de este razonar autocrítico, controlado y
aplicado metódicamente, objetiva al mundo y se asegura de construir una
“objetividad” que trasciende al individuo que la ha verificado. Está allí al servicio de
otras subjetividades, aunque él, su autor, ya no esté allí” (pág. 24).
Se puede asumir, en línea con (Fuster, 2019), que el método fenomenológico-

hermenéutico está orientado a la descripción e interpretación de las estructuras

fundamentales que se viven en la experiencia y que constituye un acercamiento

coherente y científico al análisis de los fenómenos éticos, dificultosamente accesible a

través de otros enfoques y métodos de investigación actuales.

6. CONCLUSIÓN.

Expuestos los principales presupuestos del modelo epistemológico liderado por el

Dr. José Padrón Guillén, analizados los fundamentos teóricos de los paradigmas

cuantitativo, cualitativo y socio-crítico, revisados los enfoques empírico, racionalista e

introspectivo-vivencial y examinados los métodos cualitativos de carácter

fenomenológico-hermenéutico y la Teoría Fundamentada, se está en condiciones, en lo

que un primer acercamiento puede facilitar, de concluir, dadas las primeras premisas

personales que para el estudiante supone la indagación sobre el tema de inteligencia

axiológica:

- Se percibe una agradecida amplitud, profundidad, coherencia y cohesión en el

modelo metodológico del Dr. Guillermo Padrón.


33

- Las características del paradigma cualitativo aparecen, de entrada, como las

más adecuadas como punto de partida para una investigación de estas

características.

- El enfoque introspectivo-vivencial es el más coherente con los datos recogidos

en la literatura revisada.

- Dado que la Teoría Fundamentada excluye la posibilidad de una hipótesis de

partida, no es el método pertinente para este tipo de investigación.

- Una primera investigación, mediante el método documental-racional-

argumentativo facilitaría una teoría previa sobre la inteligencia axiológica.

- El método fenomenológico-hermenéutico aparece como el más indicado, en

cuanto que:

 Permite una combinación de los diferentes enfoques sobre la

concepción, objetiva, crítica y subjetiva de los valores.

 Facilita el respetuoso acercamiento a los procesos experienciales

con los que la persona se relaciona con la realidad circundantes,

reformulando, intelectual y afectivamente, los valores objetivados

por la sociedad y las comunidades, permitiendo recrear otros

valores diferenciales, en función de la personalidad e intereses

particulares.

 Ofrece la posibilidad de partir de una Teoría Previa formulada por

el investigador, en este caso, la postulación de una determinada

inteligencia, contextualizada en el marco de la teoría de las

inteligencias múltiples, que se denominará Inteligencia Axiológica.


34

 Las técnicas de revisión y argumentación documental son

coherentes con el método y facilitan la propuesta de una nueva

teoría, en un primer momento.

 Las técnicas de entrevista y observación facilitan, en un segundo

momento, de comprensión y comprobación de la Teoría inicial, en

los procesos subjetivos, objetivados por el análisis de experiencias

y narraciones dando espacio a la modificación de la misma, en su

caso.

 Las técnicas de entrevista, interpretación de textos y confrontación

facilitan una correcta hermenéutica de la esencia de los fenómenos

vividos en la subjetividad intelectiva y afectiva personal.

 La comprobación de la teoría inicial o su reformulación, permite,

con una adecuada cantidad individuos estudiados, formular una

teoría de carácter generalizado sobre la intelección y apropiación

de valores, o Inteligencia Axiológica.


1

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