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Para una comprensión del Trabajo Social se debe partir de los fundamentos teórico
metodológico están implicados con la naturaleza del Trabajo Social, en el sentido de
colocarla como: campo disciplinario de la Ciencia Social o como profesión. Comprender
esa naturaleza despeja el camino para debatir sobre el fundamento teórico- metodológico.
Se concluye con el señalamiento de algunos desafíos y temas polémicos, para ello se
indican algunos temas en disputa en el debate actual.
En América Latina el debate desde el Trabajo Social muestra una ruptura significativa de
carácter ético político, al hacer explícita su opción por los intereses del “pueblo”, años más
tarde esa opción será expresada en la defensa y exigibilidad de los derechos humano-
sociales, en tanto son conquistas de la modernidad que aún no es realizables
universalmente. Tal opción tiene sus raíces en los años 70 del siglo anterior. De igual
manera hemos comprendido que esta profesión está inserta en la mediación que el Estado
hace de las diversas
2 Por esta razón incluyo como apéndice alguna bibliografía consultada durante la
investigación que desarrollé durante la licencia sabática. II ciclo 2008.
Esto conlleva acordar que todo nuestro trabajo profesional se reproduce en la tensión entre:
Ø la aspiración ética de otro mundo posible con justicia social y libertad.
1. la comprensión de Trabajo Social como campo disciplinario, su vínculo con las ciencias
sociales y con la descripción del origen y el desarrollo evolucionista que marca tendencias
en la intervención profesional,
Todo esto muestra, que la intervención profesional está inserta y es mediada en los
procesos de trabajos organizacionales donde se gestiona y ejecuta la política social política.
Esto a su vez, conduce a comprender:
Ø el agente profesional, en una dimensión de mayor complejidad que una exclusiva
relación interpersonal entre sujeto y agente profesional.
La discusión sobre los fundamentos teórico metodológico está implicada con la naturaleza
del Trabajo Social, en el sentido de colocarla como:
Comprender esa naturaleza despeja el camino para debatir sobre el fundamento teórico-
metodológico.
La discusión sobre la consideración del TS como campo disciplinario de la Ciencia Social
deviene de una aspiración de atribuir cientificidad a lo que el TS hace. Este debate en
América Latina derivó en conclusiones sobre la exclusividad de un objeto, una teoría y
método propio bajo el equívoco de producir teoría desde la sistematización de la práctica
profesional. Esta “infructuosa búsqueda de un estatuto de carácter científico” - siguiendo a
Netto (1997) se evidenció en las discusiones de Araxá (1967), Concepción (1969),
Primero deberíamos iniciar con el origen de nuestra profesión para entender un poco más
porque a veces hacemos algunas cosas sin cuestionarlas mucho, así también para hacer
notar porque mientras otras profesiones parecen crecer más rápidamente la nuestra no.
De acuerdo con Montaño (1998) la perspectiva endogenista ubica el origen del Trabajo
Social en la evolución, organización y profesionalización de las anteriores formas de ayuda,
la caridad y filantropía; por lo tanto podemos suponer que mucho de lo que hoy
“arrastramos” tiene un fuerte apego a ideas religiosas y filantrópicas Garcia Salord (1991)
dice con respecto a la conducta del trabajador social: vestirse con modestia, ser
comprensivo, paciente, abnegado, bondadoso, poseer espíritu de entrega, de sacrificio de
servicio, y amplitud de miras. Todo esto sin esperar recompensa alguna, ni elogios, ni
beneficios personales. Más aún debe comprender la ingratitud del prójimo, “poner la otra
mejilla”. Ser la encarnación del bien, del amor y del compromiso. Predicar con el ejemplo,
dejar de lado la soberbia y la ostentación, entre otras cosas.
En realidad que un trabajador social sea sinónimo de bondad en sí no es una idea mala, pero
tener que serlo siempre como una obligación sin poder ser un ser humano normal no es
saludable, más aún cuando eso impide que se utilicen conocimientos científicos para la
práctica por guiarse solo por la buena fe y esto nos lleva a ver al trabajador social como un
ser bueno de origen y que por tanto no necesita esforzarse para engrandecer la profesión y
que entre más victimizado sea es mejor trabajador social.
Por su parte Parra (1999) menciona otra hipótesis con respecto a la profesionalización y
dice que el surgimiento de la profesión tuvo un carácter conservador y antimoderno, el
Trabajo Social tuvo en su surgimiento un fuerte carácter antidemocrático, dado que su
intervención no era la legitimación de un derecho, ni la construcción de ciudadanía. Si
vemos desde esta última perspectiva entonces podemos vernos no como “la cara bonita de
las instituciones” sino el mecanismo de control de los usuarios; esto también nos hace
robots que solo ejecutan las acciones y que no proponen, ni ponen un poco de conciencia y
humanización en sus actos. Si bien el inicio del proceso de profesionalización ocurre en
expansión del capitalismo, surge también para conocer científicamente la sociedad y
revertir los problemas sociales acumulados y los emergentes de este mismo capitalismo.
Ahora bien considero prudente destacar que nuestra profesión abarca increíblemente
muchos ámbitos de lo social, prácticamente podríamos encontrar un lugar de intervención
en cualquier lugar donde haya problemáticas sociales, sin embargo aunque en otros siglos
el ser “todologos” era bien visto, hoy la especialización es lo que más se busca y de nuestra
profesión bien podrían salir un inmenso número de especializaciones (en realidad ya hay
muchas surgiendo), razón por la cual considero crecemos de manera más lenta porque cada
una de esas especializaciones requiere su propio impulso. Nuestra profesión al ser tan
amplia requerirá crear mucho conocimiento, sin embargo, también depende de la
generación de teoría de otras profesiones, pues lo social es tan amplio que necesita de
muchas disciplinas diferentes.
Otra razón por la cual podemos no valorarnos tanto es que el Trabajo Social está ligado a la
cotidianización, eso mismo hace que per se no se valore. De acuerdo con Díaz Argueta
(2006) la cotidianización de la especificidad de la profesión hace que no se valore a sí
misma, por estar ligada a la resolución de problemas de satisfacción de necesidades o
responder a intereses de población, lo que aparentemente no requiere tener mayor ciencia,
hacer ciencia o aplicar ciencia. Desde ahí la práctica profesional se fetichiza y marca el
conformismo, el voluntarismo y hasta una visión inmediatista e individualista.
Sin embargo, es a partir de lo cotidiano se forman las sociedades, es a partir de eso que
dejamos de largo, que damos por hecho que nos construimos.
Una razón más de nuestra subvaloración puede ser que la mayoría de profesionistas del
Trabajo Social somos mujeres y al existir ya un desequilibrio en la forma en que se tratan a
ambos sexos esto ha permeado hasta el interior de nuestra profesión.
Otra situación a mencionarse es que nos han categorizado como una profesión auxiliar y
por tanto resulta muy difícil tener mayor autonomía y valoración cuando lo que se hace es
como “apoyo” a otra profesión y más aún cuando los otros y nosotros mismos pensamos
que estamos ahí solo para apoyar a otras profesiones.
Desafortunadamente muchas veces el Trabajo Social continúa siendo técnico o pre técnico
y aislado del ámbito académico y es ahí donde hay mucho por hacer en el día a día, en
como lo hacemos por nosotros mismos, pero también viendo más allá como profesión.
De acuerdo con Lima (1989) la naturaleza del trabajo Social refleja su vacío
epistemológico en el poco interés por esforzarse en conceptualización de los principios, de
los objetivos que orientarían su quehacer profesional, de los elementos teóricos a utilizar y,
por lo tanto, de la metodología a instrumentar para hacer frente a la problemática donde
tendrá que operar. Se requiere de una ruptura epistemológica con el Trabajo Social
tradicional, su enfoque practicista y su finalidad de ajuste, conformismo e integración
social.
Cazzaniga (2005) nos dice que cada uno de los que portamos el título de trabajador social
somos responsables de la formación/construcción disciplinaria, en forma independiente del
lugar que ocupemos o de las perspectivas teóricas a las que adscribamos, ya que las
prácticas y discursos producidos por los sujetos otorgan el sentido y legitimidad a este
campo particular: Trabajo Social.
No somos un producto acabado hay mucho por hacer en el área del Trabajo Social, en la
práctica del día a día surge el luchar con lo ya establecido, con lo que se dice socialmente
que hace un trabajador social, desde hacer un periódico mural, hacer un estudio
socioeconómico, dar orientación, apoyar a la institución para la cual trabajas, apoyar a los
otros profesionistas y la enorme complejidad que resulta el poder articular lo que en teoría
sabes que debes hacer con lo que el manual organizacional dice que haces, complejo resulta
también cuando se supone que lo que debes hacer no tiene congruencia en la región en la
que intervienes.
Ahora bien, hay mucho por construir, mucho por hacer y sin lugar a duda las grandes ideas
de como potenciar la profesión saldrán desde la misma profesión, tenemos la maravillosa
oportunidad de fortalecernos y de construir ya que no todo nos ha sido dado y que hay
muchos vacíos que llenar. El reto es dignificarnos y valorarnos más día a día, sin olvidar el
espíritu humano de nuestra profesión.
En una línea argumental similar, la tesis que plantea Robert Castel31, respecto a la
profesionalización del Trabajo Social, apunta no sólo al afán racionalizador y científico de
esta profesión, sino también a la influencia de la sociología en el proceso. Esta influencia
de la sociología (sobre todo la americana) resulta explícita en el prólogo de “Caso social
individual”, allí Kisnerman escribe que "…Hacia 1893, advirtiendo la carencia de
materiales didácticos para elevar el nivel de conocimientos de las "visitadoras", comenzó a
estudiar la Sociología y Filosofía entonces en boga, especialmente la obra de William
James y John Dewey, pragmáticos receptores del positivismo de Herbert Spencer. Conoció
a George H. Mead, con quien inicia una sólida amistad que incidirá en la obra de ambos.
Por él se introduce en la Psicología Social y en la dinámica de la vida de los grupos y toma
contacto con la obra de Freud y los antropólogos culturalistas del momento…"32.
https://es.slideshare.net/sandramunizaranda/el-trabajo-social-como-profesion
3. Disciplina Científica
Establece una alianza sólida entre el “saber” y el “hacer” apelando a la razón crítica y a la
investigación como guías de acción
Para que el Trabajo Social sea una disciplina existen dos aspectos:
Ø El Trabajo Social es, o por lo menos aspira a ser una disciplina, o, en otras palabras, un
rigor institucionalizado. La disciplina y por qué se hace sinónimo de rigor
institucionalizado, y se dice que se lo considera rigor por ser un ejercicio metódico pleno.
Asimismo, en la medida que el rigor se transforma en la norma conductual de un grupo, es
institucionalizado.
El método se veía como una manera racional de proceder respecto de los fines, los medios
y a las relaciones entre medios y fines. Así, de lo dicho se desprende que cuando se dice
que el Trabajo Social es una disciplina, o que intenta serlo, se está aludiendo a que pretende
proceder de modo racional, metódicamente, y hacerlo de manera plena, y, por otra parte,
pretende que ésta manera de proceder sea una norma de conducta compartida por quienes
se dedican al Trabajo Social.
Ø El segundo aspecto, es el que esta disciplina tiene por objeto "lo social". Este término
"social" está insuficientemente dilucidado respecto a su contenido conceptual. Así, por
ejemplo, el término, a veces, alude a la "comunidad", o a "todos los beneficiarios, adscritos
y potenciales del sistema"; otras veces, el "ámbito de acción va de la política a la
administración y de allí a la comunidad"; o es una actividad que "se da fundamentalmente a
nivel de las personas y los grupos, si bien es cierto no podrá desentenderse de la acción a
nivel de la estructura social".
Las expresiones "situación social" y "como un todo" parecen ofrecer un buen campo para el
análisis reflexivo que se orienta a delimitar el objeto de la disciplina, pues por una parte se
alude a una categoría abstracta que permite clasificar a los grupos y personas en cuanto
miembros de grupo y por otro se enfatiza un modo de enfocar esas entidades como
totalidades, lo que por consecuencia exige una comprensión compleja. Reiteramos que sólo
es un indicio que se nos aparece fecundo intuitivamente, pero es eso y nada más. Sólo una
mayor reflexión permitiría saber si efectivamente lo es. Lo que sí queda claro es la
necesidad de dilucidar el objeto sobre el cual se quiere influir y el aspecto bajo el cual se
quiere influir sobre él.
¿Por qué se les conoce a los trabajadores sociales como asistentes sociales? Nos adentramos en la
evolución histórica del Trabajo Social.
En el uso cotidiano, escuchamos habitualmente que a los profesionales del Trabajo Social
se les denomina asistentes sociales. Esta utilización, que no es exclusiva de España, genera
un profundo malestar en dichos profesionales —los trabajadores sociales— porque entraña
un profundo desconocimiento de la profesión y del campo científico de la disciplina. Es
necesario conocer la historia del Trabajo Social para comprender mejor a qué se debe este
uso erróneo en la terminología.
Pero en 1924 había irrumpido en las llamadas ciencias sociales el funcionalismo como
modelo interdisciplinario explicativo de la realidad social. Según este modelo, creado por el
sociólogo Talcott Parsons y el antropólogo Bronislaw Malinowski (1884-1942), los
individuos actúan en la sociedad, compartiendo tipos de valores y modos prácticos y
apropiados de conductas, ordenando el sistema normativo sus acciones. Quienes actúan de
acuerdo con ellas, tienden a comportarse de un modo análogo y en circunstancias similares,
lo que establece regularidades o equilibrios sociales, llamados funcionales, que pueden ser
medidos, cuan tincados. Ese equilibrio social se mantiene por medio de:
• la socialización, es decir, actuando como los demás esperan que se actúe en una situación
determinada;
• todos aquellos que no actúan de acuerdo con el marco normativo de una sociedad
(delincuentes, prostitutas, alcohólicos, hippies, etc.);
• todos los que no se ajustan a los principios de estabilidad y orden, generando conflictos
(huelguistas, por ejemplo);
• los que no están de acuerdo con el modelo cultural progresista y se marginan de él
(minorías étnicas, poblaciones marginales).
Este modelo encasilló el objeto dentro del marco de relaciones estructurado por la teoría.
Más que explicar las causas, informó el papel que cumple una situación problema, dentro
de un marco teórico elaborado previamente a la práctica. Así, por ejemplo, el alcoholismo
es una conducta desviada, disfuncional, pero como bien señaló Mónica Cásalet, "la realidad
es mucho más compleja que el modelo”. (3) Y en ese modelo, se le asignó al Trabajo
Social, y éste ingenuamente lo aceptó, "la poca gloriosa tarea de arreglar los cortocircuitos
que saltan en las complicadas instalaciones de la sociedad moderna", centrándose en la
atención de la patología social. Sobre la base de las relaciones interpersonales constituyó
sus métodos de caso, grupo y comunidad, relegando a "auxiliares" los métodos de
investigación, planificación, administración y supervisión. Escindió su unidad y la realidad
social en la que operaba, encarando al individuo, al grupo y a la comunidad como
abstracciones. Y al dejar de lado la investigación, dejó de lado el quehacer científico.
La metodología pasó a ser medio y fin de su acción. Siendo "evidente" el objeto situación
problema, sólo necesita ser descrito para comprenderlo y luego actuar sobre él. Los
principios para la acción (metodología), no requieren ser sometidos a pruebas. Se
sobrevaloriza una buena relación profesional empática y las potencialidades de los
individuos para resolver sus propios problemas. La sociedad que posibilita o no el
desarrollo de esas potencialidades no es tenido en cuenta y los fenómenos sociales son
reducidos a lo individual (este individuo, este grupo, esta comunidad). La experiencia
anterior de situaciones similares (analogía) o el sentido común (intuición), son instrumentos
suficientes para comprender el hecho actual.
¿Se debe, entonces, recordar que ya Mary Richmond realizó el primer intento de
sistematización de la práctica profesional con la publicación de Social Diagnosis en el año
1917 y What is Social Case Work? en 1922. La guía metodológica realizada por Richmond
fue muy valiosa porque se centraba en el estudio en profundidad para conocer los
antecedentes del caso individual, realizar valoraciones diagnósticas y proponer medidas
específicas. Tanto es así, que Richmond fue también pionera del trabajo en red con otros
profesionales, de la activación de recursos para aunar esfuerzos y situarse al margen de las
concepciones del individuo como ente autónomo y alejado de la realidad de su entorno. De
hecho, una de sus conclusiones más significativas ha sido:
Los seres humanos no son animales domésticos dependientes. Esta diferencia entre el
hombre y los otros animales, hace necesaria su participación en la elaboración y en
la ejecución de planes que tienden a su bienestar. Los individuos poseen una voluntad y
finalidad que les son propias, y no están hechos para desempeñar un papel pasivo en la
vida: la pasividad los disminuye. (Richmond, 1977, p. 177)
Referencias bibliográficas
Edición Nª 57 - marzo 2010 El Trabajo Social como Tecnología Social y Disciplina Por Ricardo Rivas
Rivas Ricardo Rivas Rivas. Académico de la Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad San Sebastián; Chile.
Los constantes esfuerzos por definir al Trabajo Social por el hacer y no por el ser han
enfatizado la búsqueda de la especificidad de un objeto propio de la profesión que lo defina
como disciplina. Los esfuerzos realizados por la reconceptualización y la imposibilidad de
definir un objeto preestablecido, condujeron a la conclusión de que el trabajo social no
tiene objeto de estudio sino objeto de intervención que es al mismo tiempo objeto de
conocimiento.
Sobre la relación entre Trabajo Social y ciencias sociales se debe hacer una aclaración: no
existe un único modelo de Trabajo Social como no existe un único modelo de economía o
de sociología. Molina y Romero4 han sostenido que existen diversos Trabajos Sociales y
que cada uno posee sus correspondientes características.
Ø Hay uno de tipo asistencial, en la línea de la concepción originaria del servicio social y
comprendido como otorgamiento de „ayuda‟, „gestión de necesidades‟ o elaboración de
„consejos‟ y que en la actualidad se apoya en un enfoque psicológico y con una supuesta
actitud de „neutralidad y objetividad‟ frente a la problemática social en el marco de lo que
podríamos denominar un enfoque „clínico‟.
Ø Existe también, un trabajo social de raíz tecnocrática entendido como la aplicación de
técnicas de trabajo con individuos, grupos y comunidades, y que se orienta hacia el método
de caso, grupo y comunidad. Al respecto, si en la primera versión la actividad es percibida
más como una gestión de necesidades, en la segunda, la finalidad profesional se centra más
el servicio de los intereses gubernamentales que en el de los grupos sociales demandantes
de los servicios.
A nuestro entender, el Trabajo Social, al igual que las ciencias sociales, encuentra su lugar
histórico en los cambios sociales, económicos y políticos que dieron lugar al ascenso del
capitalismo moderno. Éstos cambios: desintegración del tejido social provocada por la
irrupción del mercado como principio regulador, desarrollo de la desigualdad entre clases,
grupos e individuos, etc. son los preliminares epistemológicos sobre los que tanto las
ciencias sociales, en general, como el Trabajo Social en particular se constituyeron como
saberes metódicos y sistemáticos, como reflexiones sobre los modos para interpretar e
intervenir activamente con el objetivo de limitar el desarrollo de la desigualdad y explicar
sus efectos.
La tensión entre profesión y disciplina que afecta a las ciencias sociales es resultado de una
tensión estructural propia de las sociedades capitalistas modernas, atravesadas por la
libertad e igualdad formal de los individuos y por las condiciones “reales” de vida
impuestas por la mercantilización de la fuerza de trabajo que permanentemente recrea la
dependencia y la subordinación de las personas por y bajo variadas formas.
Pilar Alvariño señalaba que el Trabajo Social pasó "del cumplimiento de una función más
bien asistencial, a una función orientada a capacitar y a organizar a la comunidad para que
asuma una posición participativa en la transformación de la sociedad". 2 1 Alvarliño Pilar.
El Proyecto como modelo de acción social, RTS Ng li, página 11. 2 Loc. clt. pág. 12.
Por otra parte, la rapidez de los cambios de la realidad social 'hace necesario de manera
constante variar las técnicas; asimismo, la acumulación progresiva de distintas técnicas
requiere de criterios para elegir aquellas adecuadas a cada situación y propósito. Ibíd. pág.
11. 3 Ver referencia 6. 14 Amengual, Ataliva, ~Reflexión sobre la Tecnología". RTS NQ
12. 15 Ver referencia
Hacer del Trabajo Social una actividad no sólo práctica, ni aun sólo técnica, sino
tecnológica, plantea el requerimiento de construir un conocimiento tecnológico. Este
conocimiento será una resultante de aplicar el método científico a los problemas prácticos
que se plantean en el "enfrentamiento y modificación" de la realidad social. La aplicación
del método de la ciencia a los mencionados problemas generará teorías tecnológicas, reglas
fundadas y datos que serán a la vez culminación de una etapa y punto de partida de otra en
un proceso que siempre será inacabado, haciendo patente la necesidad permanente de la
investigación. Esta necesidad se hace más evidente si se tiene en cuenta que las hipótesis
contrastadas y los datos precisos no son suficientes para asegurar el éxito pleno de una
acción, pues, en toda acción intervienen muchas otras variables.
Amengual, opus. clt. pág. 10. 17 Ibid. pág. 12. ;8 Ibid. pág. 14. " Ibid. pág. 16. REVISTA
TRABAJO SOCIAL
Pilar Alvariño ya citado sobre "El proyecto como modelo de acción social", nos
manifiestan la tendencia a construir un conocimiento tecnológico, puesto que se orienta a la
construcción de modelos que son el instrumento articulatorio entre la ciencia y la técnica.
Asimismo, la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile, en su
documento de reestructuración, clasifica su quehacer como tecnología, explicitando cuál es
la referencia conceptual del término.
Más adelante señala que la actividad social del trabajador social consistiría en una nueva
concepción del Trabajo Social, en "actuar ahora con todos los beneficiarios, adscritos o
potenciales del sistema, capacitando y motivando su incorporación a la toma de decisiones
que repercuten directamente en el enfoque y calidad de los servicios que se les ofrecen".
La rapidez de los cambios de la realidad social 'hace necesario de manera constante variar
las técnicas; asimismo, la acumulación progresiva de distintas técnicas requiere de criterios
para elegir aquellas adecuadas a cada situación y propósito. En fin, estas y otras razones
que podrían aducirse manifiestan los motivos subyacentes a esa búsqueda, que permita
explicarse la eficacia de los procedimientos técnicos que se requieren para la modificación
de la realidad social. En otras palabras, nos darán razón de por qué el Trabajo Social se
plantea la necesidad de erigirse en disciplina tecnológica. La necesidad de asegurar la
eficacia lleva a considerar el Trabajo Social como tecnología. “Ibíd. pág. 16.
Siguiendo al autor Ricardo Rivas Rivas, el concepto de Tecnología parte desde dos tipos de
acciones:
En el ‘acto conocer’ existiría una modificación constante del sujeto conocedor y de sus
herramientas (metodología). En cambio, en el ‘acto hacer’ es el objeto el que debe
adecuarse. La importancia de explicitar ambas relaciones, es para fundamentar que cada
tipo de adecuaciones son los referentes que guían un tipo de acción. En el caso de ‘acto
conocer’ esa adecuación se llamaría verdad y en el acto hacer sería eficacia –
¿Cuál es la crítica al concepto de Tecnología Social como definición central del Trabajo
Social? Podemos ver que una línea crítica parte desde el interior de los postulados acerca
del Trabajo Social como Tecnología, donde se ve a la técnica a secas, como una amenaza:
«Así como postulamos la necesidad de que el trabajador social se constituya en un
tecnólogo, advertimos los problemas que derivarían del hecho que se deje dominar por la
técnica» (Aylwin et al. 1975: 15) «Lo anterior patentiza la urgente necesidad de desarrollar
la ciencia y la tecnología para liberarse de la enajenación que produce la exclusiva
posibilidad de comportarse técnicamente» (Amengual 1974: 20)
Una tecnología es saber cómo hacer algo utilizando los fundamentos científicos, es el uso
de todos los conocimientos adquiridos en forma sistematizada para llegar a un fin o logro,
de manera eficiente alcanzando resultados específicos.
La técnica y la tecnología deben estar juntas para actuar con mayor eficiencia, la diferencia
es que el técnico sabe hacerlo y el tecnólogo sobre porqué lo hace de esa manera.
Ø Científica
Ø Metodológica
Ø Práctica e
Ø Ideológica/Política/Filosófico.
El Trabajo Social es una tecnología social porque su objetivo está enfocado en la realidad
social dependiendo de las potencialidades, teniendo cuatro factores principales:
Eli Evangelista establece un paralelismo entre la esencia del arte y el núcleo del trabajo
social; definiendo, a esta primera, como un conjunto de preceptos y reglas necesarias para
hacer correctamente una tarea pero que, además, requiere de un entendimiento de la propia
disciplina del arte como dimensión integral (ejercicio, medio, instrumento y producto) para
comprender lo que realmente significa.
De otro lado, el trabajo social se desarrolla teniendo en cuenta las múltiples facetas y
niveles que configuran la vida de las personas utilizando metodologías científicas. En
realidad, este paralelismo lo que pretende manifestar es el alto grado de complejidad que
supone tratar aspectos subjetivos e imbricados en la consciencia del individuo y todo ello
mediado por influencias macrosociales, al mismo tiempo que se mantiene el rigor y la
perspectiva objetiva.
Este escenario de trabajo al que diariamente se enfrenta el trabajador social requiere que la
formación de los futuros profesionales se lleve a cabo desde un enfoque holístico y
multidisciplinar para que estos adquirieran un perfil competencial completo y, sobre todo,
una perspectiva analítica y altamente resolutiva.
Antonio Alcántara
Educación social
«El arte fue inicialmente una cuestión de minorías para minorías, después de minorías para
mayorías y nosotros estamos iniciando una nueva era en la que el arte es una empresa de
mayorías para mayorías» // José Antonio Abreu
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Para poder definir qué es el arte nos acercaremos a la teoría del arte occidental, la cual
marca cuatro criterios para evaluar una producción como artística (Wajnerman, 2007):
d) La función estética como predominante delante de otras funciones, como pueden ser las
políticas o religiones.
El arte erudito o culto nos dice que el artista, normalmente un individuo, tiene una o
varias capacidades particulares y cierta genialidad para producir obras originales. Dentro de
este grupo, el artista es una persona cultivada, formada en determinadas prácticas, de forma
que las obras que realiza son expuestas en espacios para este fin: museos, teatros,
auditorios, etc.
Es un arte exclusivo, ya que su objetivo es llegar a un determinado público con la
capacidad y el conocimiento previo para poder acceder a él. Es por eso que el arte erudito
también se llama arte elitista.
Es evidente que el arte y la cultura pueden contribuir al desarrollo de las personas, grupos,
comunidades y sociedades. En la medida en que valoramos el carácter utilitarista y/o el
valor público de la cultura vemos que determinados lenguajes como la música, la danza, el
teatro, el circo, la pintura, etc. permiten que diferentes personas, con capacidades distintas,
puedan participar simultáneamente haciendo cosas diferentes para un resultado estético y
para un proceso colectivo y transformador. //
Bibliografía
FRIGERI F. Salut i circ! Per anar fent comunitat. Circo social e comemezzo di
empowerment individuale e comunitario e presentazione delle esperienze dell’Ateneu
Popular di 9 Barris. Tesina di approfondimento Laboratorio di strumenti e metodologia di
analisi dei mercati culturali, 2011.
Ilaria Verde
Los seres humanos somos por naturaleza artistas, por ende, el origen del arte comienza con
el origen de la humanidad. Desde la pintura rupestre hasta la última pieza contemporánea
creada, el arte ha servido como medio, forma y fuente de expresión. Sin embargo, no se
limita a una mera manifestación estética, sino que nace como una necesidad de
provocar emociones fuertes que queden grabadas en el recuerdo de todo individuo y de los
pueblos.
Al mismo tiempo, el arte se considera como una formidable herramienta de denuncia
social: los artistas con sus obras apelan a los sentimientos más profundos del individuo para
que desarrolle la capacidad de ponerse en el lugar de alguien o, mejor dicho, para que sea
empático, cualidad que nos hace humanos y nos diferencia de las bestias. Quizá, una de las
causas de tantas guerras y horrores del pasado y del presente es la falta de esta capacidad,
que nos está llevando al nihilismo y a la desconfianza total hacia el ser humano.
No se debe cometer el error de dar por sentado este medio de expresión, sino que hay que
aprovechar los beneficios que aporta como forma de democracia aplicada, concreta y
real: de hecho, a través del arte somos libres de expresarnos optando por cualquiera de las
diferentes modalidades posibles. El arte es más que un patrimonio cultural, sirve para crear
una memoria colectiva y para que los errores y horrores del pasado no se vuelvan a repetir
nunca más.
2.El trabajo social se institucionaliza como una respuesta a las necesidades planteadas
durante la revolución industrial a fines del siglo XIX producto del surgimiento de las
relaciones antagónicas entre capital y trabajo, a la cual se le denominó cuestión social y
constituyen las consecuencias de la desigualdad social: hambre, pobreza y sobre todo
descontento social.
Producto de las luchas de la clase obrera, los movimientos sociales y la iglesia se logran
reivindicaciones como el derecho a recibir prestaciones de seguridad social y contar con
servicios estatales organizados en salud, educación, vivienda y recursos para atender
emergencias.
De esta manera surge el Estado proteccionista o de bienestar en la década del 30,
desarrollado fundamentalmente por gobiernos populistas persistió hasta la década del 80,
momento en el cual comienzan a restringirse los servicios sociales.
3. El doctor José Paulo Netto señala que el Trabajo Social se institucionaliza cuando el
Estado atiende la cuestión social y requiere agentes para mediar entre las necesidades de la
población y los siempre escasos recursos para atender esta cuestión social.
4 Sin embargo al decir de Natalio Kisnerman y también Netto esta cuestión social ha
evolucionado, no para mejorar, tiene nuevas expresiones en la sociedad automatizada de
hoy día, el trabajo es cada vez menos necesario para la reproducción del capital, un nuevo
estado que se legitima entre el asistencialismo y la represión y la globalización de la
economía, pues al decir de Frei Betto no hay globalización sino globo-colonización donde
no interesan los ciudadanos sino los consumidores ”más consumes más vales”
5 El sujeto de una disciplina o ciencia son los individuos, grupos o instancias sociales
que están involucrados en la intervención social porque participan en el problema que
constituye el objeto de intervención.
6 De acuerdo a Lille de FÁBREGA el sujeto de atención profesional del Trabajo social
es el ser humano en condiciones de carencia o necesidad social que sufre un problema
social o tiene una necesidad que no ha podido satisfacer.
7 Desde este punto de vista podemos observar un ser humano alienado que no es capaz de
actuar sobre su realidad y un ser humano libre actuante al cual denominamos nuestro
sujeto.
Este ser humano puede ser individual o estar agrupado de manera colectiva. sociedad
comunidad institución organización Grupo pequeño Grupo familiar Relaciones diadas
individuo-sociedad.
Ø Un actor central del proceso de cambio, creador de sí mismo y de lo procesos sociales
Ø Un transformador personal y social y un sujeto activo protagonista y hacedor de sus
mejoras y de las mejoras sociales
Ø Una persona (no un usuario, cliente) concebida como sistema en interacción con su
medio.
El objeto es aquello con lo que trabaja una disciplina para conocerlo y transformarlo.
Conocerlo y transformarlo.
La categoría “Objeto” hace referencia a lo que se construye a partir de una práctica, sea ésta
productiva, profesional o social. Partir de una práctica, sea ésta productiva, profes
El objeto es el espacio sobre el cual una profesión o un sujeto van construyendo su propia
identidad. Construyendo su propia identidad.
Ø Histórico
Ø Empírico
Ø Analítico
El objeto del trabajo social: Las condiciones sociales que dificultan el desarrollo global de
la persona y de la comunidad.
Para definir correctamente la situación objeto de nuestra intervención hay que tener en
cuenta: sobre qué actuar. 1) Características de esa situación, fondo, efectos 2) Significado
del problema para el usuario 3) Relación del problema con la parte práctica: recursos.
Límites de la institución y posibilidades de acción.
Variables Materiales:
Físico Geográficas: Deficiencias en relación a vivienda, barrio.
Económicas: Falta de recursos, desempleo, subempleo.
Infraestructurales: Recursos Sociales.
2.- Objeto formal = Operatividad Social. • Patrón perceptivo conductual: Dos capacidades
básicas: 1.- Autoevaluación situacional. 2.- Autogestión de iniciativas de cambio
situacional. • Principio de autodeterminación del ser humano como sujeto activo del
bienestar social. Descriptiva de la realidad social Objeto Estudio Autonomía Interpretativa
“““ e Intervención Del Trabajo Social Transformadora “
El objeto material: como una problemática social, todo lo relacionado con el bienestar de la
persona.
El otro objeto es el formal: que se vincula con la operatividad de la persona. Lamanera en que
este se moviliza y utiliza consciente, deliberadamente los recursos que posee (Autogestión).
Según Kisnerman el objeto es aquello con lo que trabaja una disciplina para
conocerlo-transformarlo, en Social Diagnosis, Mary E. Richmond señaló que este era:
“la tentativa para definir con mayor exactitud posible la situación y la personalidad
de un ser humano en una carencia social cualquiera, no sólo en relación con otros seres
humanos de los que depende o que dependan de él, sino también en relación con las
instituciones sociales de su comunidad”.
Determinaba así el objeto: situaciones originadas por carencias. El objeto se constituye por
y en una red de relaciones, como una expresión de lo social. La forma como se lo define
determina en gran medida qué hay que hacer para abordarlo. Los problemas suelen surgir
como personales o de un grupo reducido de personas, pero siempre son sociales.
Ø Los elementos son todos aquellos medios o recursos sobre los cuales tenemos control y
que facilitan la acción.
Ø Los hechos son todos aquellos sucesos, acontecimientos reales, que como procesos
construyen el problema.
Ø Y las condiciones son todas aquellas circunstancias sobre las cuales no tenemos
control.
Ø El espacio está configurado por el lugar donde acontecen los procesos sociales.
Y finalmente, una situación tiene un pasado, a partir del cual se fue construyendo este
presente, que exige respuestas hacia el futuro.
Esa realidad compleja se hace concreta cuando escindimos de ella, mediante el análisis,
conjunto significativo de hechos dotados de un sentido y una lógica interna. Esto es un
proceso constructivo del objeto en la práctica.
Una situación se hace problema social cuando afecta a un colectivo de personas. Es ese
estado una dificultad que no puede resolverse por sí misma, lo que permite tomar
conciencia de su existencia. Una situación problema es una situación límite. Como
necesidad reclama satisfacción y moviliza a actuar.
El “objeto”, esa “materia o ente que termina la acción del agente o en el cual terminan las
acciones del agente”, sobre el que se interviene a efectos de su modificación desde
cualquiera -todas o cada una- de las disciplinas/profesiones que, a través de sus agentes,
conforman el campo, está establecido por y en ese espacio de relaciones de fuera/relaciones
de poder que configura cada organización.
El objetivo genérico del Trabajo Social es contribuir al: desarrollo y al incremento de:
Cristina Escobar
Concepto de objetivo: Aquello que se pretende conseguir al realizar una acción responde a
la pregunta “para qué”
Los objetivos:
Evolución: Los objetivos no siempre han sido los mismos, se plantean en función de:
Ø Desde una perspectiva crítica que interpreta la realidad social como una serie de
estructuras alienadoras que propician la desigualdad social, el Trabajo Social se plantea
como objetivo el cambio de esas estructuras.
El Trabajador Social debe hacer posible ese proceso de cambio para lograr la mejora de las
relaciones sociales Participando en la transformación de las situaciones-problema
Los objetivos que hoy toca asumir de la población con la que se trabaja son:
Ø educar socialmente, desarrollando las capacidades de las personas, para enfrentar con
éxito sus dificultades, buscar alternativas para la resolución de sus problemas,
Ø > articulando a los actores con los sistemas que les pueden facilitar recursos, servicios y
oportunidades;
Ø promoviendo el funcionamiento efectivo de estos sistemas y
https://prezi.com/gp4vikaxgglu/acerca-del-objeto-del-trabajo-social/
13. Identidad
La identidad se construye en la relación del sujeto con su entorno y con los otros. Esta
afirmación sólo evidencia que la identidad refiere a la construcción del sujeto en lo social.
Por tanto, la identidad no apunta a la esencia del ser. La identidad no es algo dado, no es
fija no es la suma de características sociales, psicológicas y/o culturales. La identidad no
viene dada desde fuera. Los otros y el entorno son vitales para su construcción. La
identidad es una construcción permanente.
La identidad social de Henri Tajfel y John Turner,1 es un concepto teórico que sirve para
comprender los fundamentos psicológicos de la discriminación entre grupos. Se compone
de cuatro elementos:
· Categorización: los seres humanos suelen clasificarse y clasificar a los demás en
categorías, que sirven para etiquetar, diferenciar y discriminar desde el punto de vista de las
nacionalidades, las culturas, las ocupaciones, las habilidades o inhabilidades de cada
persona: musulmán, cristiano, turco, argentino, mexicana, inteligente, tarado, jugador de
fútbol, baloncestista, etcétera, son algunos pocos ejemplos de formas de categorizar.
· Identificación: los seres humanos suelen asociarse con grupos específicos, con los
que se sienten identificados y con los que reafirman su autoestima;
· Comparación: los seres humanos suelen comparar los grupos a los que pertenecen
con los grupos a los que pertenecen otras personas, y suelen calificar su propio grupo con
un sesgo que lo favorece;
· Distinción psicosocial: cada persona suele desear que su propia identidad sea a la vez
distinta de las de los demás y positiva, al compararla con la de otros grupos de personas.2
Referencias
· Inculturación: Se da cuando una persona se integra a otras culturas y las acepta.
Construcción de identidad
Las críticas que se pueden hacer al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se
hereda totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e
inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en
algún momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos.
Identidad cultural como oposición a otras
Algunos autores han empezado a estudiar las identidades culturales no solamente como un
fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades
culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a
otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros
grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o
más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la
misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto
de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente
mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, académicamente
esto es conocido como la "otredad".
El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una
identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta
identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en
oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía
y por lo tanto la pérdida de identidad.
Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente
implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas
básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por
los participantes.
Referencias
3. ↑ GIDDENS, A. (1995): "La trayectoria del yo", en Modernidad e identidad del yo.
Barcelona, Península, pp. 93-139.
· Inculturación: Se da cuando una persona se integra a otras culturas y las acepta.
Construcción de identidad
Las críticas que se pueden hacer al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se
hereda totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e
inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en
algún momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos.
Algunos autores han empezado a estudiar las identidades culturales no solamente como un
fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades
culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a
otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros
grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o
más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la
misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto
de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente
mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, académicamente
esto es conocido como la "otredad".
El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una
identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta
identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en
oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía
y por lo tanto la pérdida de identidad.
Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente
implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas
básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por
los participantes.
Referencias
3. ↑ GIDDENS, A. (1995): "La trayectoria del yo", en Modernidad e identidad del yo.
Barcelona, Península, pp. 93-139.
{\displaystyle A\leftrightarrow A}
2. Historia
3. Criticas
4. El aforismo en la cultura
Alteridad
Husserl reconoció que Descartes había llegado a las puertas de un gran descubrimiento al
hacer su introspección que deduce que, si yo pienso, entonces yo existo; sin embargo,
Descartes no resolvió la contradicción que se produce por el hecho de que el conocimiento
sería en consecuencia subjetivo, puesto que es reconocido desde la interioridad de la
consciencia de un sujeto en particular; por consiguiente, dice Husserl que se perdió la
oportunidad de indagar cuáles son los conocimientos a priori con los cuales puede contar el
ser para adquirir un conocimiento que porte alguna verdad acerca del mundo que nos rodea.
Así, Husserl desarrolló la fenomenología como método para resolver este y otros problemas
relacionados con el saber.
La alteridad hay que entenderla a partir de una división entre un “yo” y un “otro”, o entre
un “nosotros” y un “ellos”. El “otro” tiene costumbres, tradiciones y representaciones
diferentes a las del “yo”: por eso forma parte de “ellos” y no de “nosotros”.
La alteridad es por tanto una ruptura con la mismidad, supone acabar con la existencia de
“lo otro”, para aceptar la existencia de diversos mundos, dando cabida a la diversidad.
Son muchos los grandes filósofos del siglo XX que han entendido la alteridad como una
manera de estar en el mundo y cómo nos relacionamos los seres humanos. Uno de los más
influyentes ha sido Jean Paul Sartre que ha tratado la alteridad de un modo transversal en
todas sus ideas respecto al ser humano. Algunas de estas disertaciones de Sartre en torno a
la alteridad difieren del concepto de alteridad aceptado por la mayoría, una cosmovisión
que no cae en la idea de que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la
suya propia que defiende el individualismo, pero tampoco cae en un realismo a ultranza del
concepto clásico de alteridad en el que se basan muchos dogmas religiosos y corrientes
filosóficas.
Sartre efectivamente, afirma la existencia del otro, pero lo reconoce situado, mediatizado
por el mundo. Asimismo, defiende la existencia del otro como constitutiva de la identidad
propia, la libertad del otro es el soporte de mi esencia “¿Por qué iba a querer apropiarme
del prójimo sino, justamente, en tanto que el prójimo me hace ser? (Sartre,1954: 228)
igualmente, “Nuestra esencia objetiva implica la existencia del otro y, recíprocamente, la
libertad de la otra funda nuestra esencia.” (Sartre,1954: 231).1
Sartre no niega la existencia del otro porque es evidente su papel en la constitución del ser
como persona, pero afirma que tampoco debemos empoderar al otro, a tal punto que nos
cosifique, que nos anule, porque eso significaría renunciar a la libertad; el otro extremo
sería objetivar el alter ego y negarlo también, como en el caso del sadismo, pero sería
también convertirnos en un objeto que oprime. Afirma que es necesario el punto medio, tal
vez, un nosotros que involucre a la propia persona y, los otros. Para ello es necesario un
compromiso, donde sin negar mi libertad yo ceda parte de ella, para construir horizontes
comunes. Además, nos advierte Sartre que “toda situación humana, a más de ser
compromiso en medio de los otros es experimentada como nos” (Sartre,1954: 259).
Por otra parte, Miguel de Unamuno establecía una distinción tripartita entre lo uno y lo otro
que sustituía la "neutralidad" por la "alterutralidad" o neutralidad activa.
5. Alteridad y educación
“En los últimos tiempos, bajo discursos aparentemente progresistas, el argumento sobre
las diferencias ha sido y es sutilmente reemplazado por el discurso de la diversidad,
escondiendo renovadas políticas de homogeneización”. (Fernández, 2008: 343)
Y no solo eso, no únicamente se excluye sino se fomentan actitudes que retroalimentan esta
situación a través de la competitividad, la rivalidad y la individualidad entre el grupo de
iguales.
La educación es el lugar de la relación, del encuentro con el otro. Por encima de contenido
y otras historias, es su razón de ser. Necesitamos una educación que se nutra de la
experiencia y de la alteridad, que nos permita vivir el encuentro con el otro desde la
vivencia, desde el sentir, desde la sensibilidad, desde las posibilidades de ser cada uno y
cada una, en verdadera democracia y libertad.
6. Debates
Hay que tener en cuenta todas las opresiones, no solo las que nos afectan a nosotros como
sociedad concreta. Y, fundamentalmente, son las personas que padecen estas violencias las
que deben decidir cuál es la estrategia que quieren seguir para afrontarlas. Es necesario
poner en marcha la Interseccionalidad, término acuñado por Kimberle Williams
Crenshaw (1991). Esta teoría sugiere que es necesario ver todas las dimensiones que
forman parte de una persona y estudiar todas las identidades solapadas que interaccionan a
la vez, teniendo en cuenta que las violencias que sufre una persona no actúan
independientemente, sino que están interrelacionadas creando múltiples formas de
discriminación.
Al tratar el problema de forma global, las políticas deben diseñarse para preservar el
derecho a la diferencia. La alteridad endógena y exógena requiere de una concreción en
políticas de comprensión y tratamiento de esta diferencia de los “otros”.
Un punto de partida para estas políticas son las propuestas tanto teóricas como prácticas
que se vienen llevando a cabo desde la Cultura de Paz, propuestas que parten del diálogo y
no de la confrontación, de la solución consensuada de los conflictos y no de la imposición
de un modelo vertical y jerárquico.
La percepción del otro como una amenaza a la seguridad propia, como una invasión que afecta a
las costumbres locales y por tanto que genera una pérdida de identidad para la sociedad de
acogida y que afecta a la economía local, entre muchas otras cuestiones, es una problemática
social, que encuentra legitimidad en las políticas y normativas locales. En consecuencia, las
instituciones se dotan de mecanismos administrativos y burocráticos que facilitan la exclusión
legalizándola. Por lo tanto, el mecanismo a la inversa es posible y debe desarrollar políticas
concretas que comiencen en el sistema escolar y se concreten en el lugar de trabajo o en el
espacio público
Otro (filosofía)
La noción de otredad está muy ligada a las identidades nacionales, porque las prácticas de
admisión y segregación pueden formar o mantener las fronteras y el carácter nacional. La
otredad ayuda a distinguir entre la familia y lo lejano, entre lo cierto y lo incierto. A
menudo implica la demonización y deshumanización de un grupo, que intenta justificar la
explotación de ese otro inferior alegando razones civilizatorias.
7. Historia de la idea
El filósofo alemán Hegel fue de los primeros en introducir la idea del otro como parte
del Autoconocimiento al referirse al hombre que aún no es consciente; así, escribió: «Cada
conciencia persigue la muerte del otro». Es decir, cuando se perciben diferencias entre tú y
el otro, se crea un sentimiento de alienación, que se intenta resolver mediante la síntesis. La
solución se encuentra reflejada en la famosa parábola de Hegel de la dialéctica del amo y el
esclavo. Como antecedente directo tenemos a Fichte.
Husserl utilizó esta idea como base para su idea de la intersubjetividad. Sartre también
recurre a esta dialéctica en El ser y la Nada cuando describe cómo el mundo se ve alterado
por la aparición de otra persona y parece girar en torno a ella. No obstante, Sartre no
buscaba una solución a este problema por considerar que se trataba de un sentimiento o
fenómeno y no de una amenaza radical. Simone de Beauvoir utilizó al otro de manera
similar a Sartre en El Segundo Sexo; de hecho, utiliza la dialéctica del amo y el esclavo de
Hegel como analogía, en muchos aspectos, de la relación entre hombres y mujeres.
El psicoanalista francés Jacques Lacan y el filósofo franco-lituano Emmanuel
Lévinas dieron al Otro un significado completamente diferente. Lacan vinculó al Otro con
el orden simbólico y el lenguaje. Lévinas lo conectó con el Dios tradicional de las
escrituras, al que denominó «Otro infinito».
Freud habla del otro en el sentido de todo aquellos que no es YO, así por ejemplo menciona
el "afuera" que es todo aquello que no es la persona en sí misma, es decir lo otro, incluso da
a la madre el papel del primer otro, pues es ésta quien da al niño las primeras nociones de
que él existe pues funge como la primera fuente de placer, le da un nombre al cual
responder y en general lo moldea. Es entonces la madre el primer otro. Véase "el malestar
en la cultura".
Éticamente, para Lévinas, el otro es superior o anterior a uno mismo. La mera presencia del
otro suscita preguntas tanto si se le ayuda como si se le ignora. Este concepto y el del
encuentro cara a cara fueron reinterpretados más tarde, aludiendo a la idea de Derrida sobre
la imposibilidad de una presencia pura del otro (el otro puede referirse a algo diferente que
no sea un primer encuentro puro con la alteridad), lo que sí planteó problemas en relación a
la lengua y su representación. Una reconceptualización mejorada, gracias al análisis de
Lévinas sobre la diferencia entre «el dicho y lo dicho», dando siempre prioridad la ética y
no solo a la metafísica.
Lévinas habla del otro en términos de insomnio y vigilia. Es un éxtasis o exteriorización del
otro, lo que siempre lo mantiene más allá de cualquier intento de captura. Esta alteridad es
interminable (o infinita); aunque se mate al otro, la alteridad permanece, pues no ha sido
negada ni controlada. Esta «infinitud» del otro permitirá a Lévinas explorar otros aspectos
de la filosofía y la ciencia que ocupan un lugar secundario en su ética. Lévinas escribe:
Los otros que me obsesionan en el otro no me afectan como ejemplos de la misma especie
unidos entre sí por una semejanza o naturaleza común, individuos de la raza humana, o
ramas de un mismo árbol... Los otros me incumben desde el primero hasta el último. Aquí,
la fraternidad precede a la comunidad de una especie. Mi relación con el Otro como
prójimo da sentido a mis relaciones con todos los otros.
El otro, como término genérico de Filosofía, se puede utilizar asimismo para hablar del
inconsciente, el silencio, la locura, el otro del lenguaje (por ejemplo, lo que se implica y no
se dice, lo implícito), etc.
También puede darse una tendencia al relativismo si es el Otro, como alteridad pura se
convierte en un concepto que ignora que la verdad es parte del mundo. Asimismo, pueden
surgir problemas con los usos no éticos del término (y relacionados) que refuerza estas
divisiones.
La antropología es la ciencia que se encarga del estudio del otro cultural. La forma de
construir al otro desde la Antropología fue variando a lo largo del tiempo, sus dos
principales momentos son el otro como distinto y el otro como diverso.
Esta teoría es la primera que existe en la Antropología y tiene fuerza durante el siglo xix y
el principio del siglo xx. El sustento de la teoría es evolucionista, y se basa en tres
supuestos:
· La unidad biopsiquica que considera que todos los seres humanos son esencialmente
iguales en los aspectos biológicos y psicológicos,
· la igualdad de condiciones, que considera que todas las culturas han tenido
condiciones externas similares
· y el origen común, que considera que todas las sociedades provienen de una misma
sociedad antigua.
Las personas iguales frente a iguales estímulos deberían reaccionar igual, por eso existe una
única cultura que va progresando a través de distintos periodos. Las culturas distintas a
la occidental se las considera supervivencias del pasado. Estas supervivencias presentan
tres características, son anteriores en el tiempo, es decir que en la evolución cultural se
encuentran en un momento más antiguo; tienen más ausencias, porque se considera que
tienen menor cantidad de tecnología y por lo tanto de utensilios y herramientas, y son más
confusas e indistintas debido a que tienen todas las instituciones de la sociedad occidental
pero todavía no se llegan a diferenciar.
Esta teoría surge en el siglo xx basándose en el relativismo por lo que sostiene que hay que
mirar a las otras culturas desde las otras culturas y no desde la propia. El relativismo
cultural considera a todas las culturas como contemporáneas (distinto al evolucionismo) y
con presencia de todos los atributos culturales. A pesar de que no posean atributos
culturales de occidente poseen otros atributos culturales de igual importancia. Para estudiar
a las otras sociedades utilizan el mecanismo de la traducción, donde buscan los parecidos
entre las instituciones occidentales con los de las otras culturas. Por esta razón algunos
autores los consideran etnocentristas.
La idea del otro en los estudios de género
El otro en la Antropología
La antropología es la ciencia que se encarga del
estudio del otro cultural. La forma de construir al otro desde la
Antropología
fue variando a lo largo del tiempo, sus dos principales momentos son el
otro
como distinto y el otro como diverso.
El otro como distinto
Esta teoría es la primera que existe en la
Antropología y tiene fuerza durante el siglo xix y el principio del
siglo xx. El sustento de la teoría es evolucionista,
y se basa en tres supuestos:
· La unidad biopsiquica que
considera que todos los seres humanos son esencialmente iguales en los
aspectos
biológicos y psicológicos,
· la igualdad de condiciones, que considera que todas las culturas
han tenido
condiciones externas similares
· y el origen común, que considera que todas las sociedades
provienen de una misma
sociedad antigua.
Las personas iguales frente a iguales estímulos
deberían reaccionar igual, por eso existe una única cultura que va
progresando
a través de distintos periodos. Las culturas distintas a la occidental se
las considera supervivencias del pasado. Estas supervivencias presentan
tres
características, son anteriores en el tiempo, es decir que en la
evolución
cultural se encuentran en un momento más antiguo; tienen más ausencias,
porque
se considera que tienen menor cantidad de tecnología y por lo tanto de
utensilios y herramientas, y son más confusas e indistintas debido a que
tienen
todas las instituciones de la sociedad occidental pero todavía no se
llegan a
diferenciar.
El otro como diverso
Esta teoría surge en el siglo xx basándose en el relativismo por lo que sostiene que hay que
mirar a las otras culturas desde las otras culturas y no desde la propia. El relativismo
cultural considera a todas las culturas como contemporáneas (distinto al evolucionismo) y
con presencia de todos los atributos culturales. A pesar de que no posean atributos
culturales de occidente poseen otros atributos culturales de igual importancia. Para estudiar
a las otras sociedades utilizan el mecanismo de la traducción, donde buscan los parecidos
entre las instituciones occidentales con los de las otras culturas. Por esta razón algunos
autores los consideran etnocentristas.
De Beauvoir cree que el otro es una minoría, la menos favorecida y a menudo mujer, a la
que se compara con un hombre «que representa tanto lo positivo como lo neutro, tal y como
indica la utilización de la palabra hombre para designar al ser humano en general. La mujer,
en cambio, sólo representa lo negativo definido con ayuda de criterios restrictivos y con
una total ausencia de reciprocidad» (McCann, 33). Betty Friedan se hacía eco de esta idea
cuando entrevistaba a mujeres y la gran mayoría de ellas se identificaban con su papel en la
esfera privada, sin buscar logros personales.
Edward Saíd aplicó la idea feminista del otro a los pueblos colonizados (sobre todo en sus
obras sobre los habitantes de Oriente Medio, los árabes en general y los palestinos en
concreto).
Sarojini Sahoo, una escritora feminista hindú, comparte la opinión de Beauvoir de que las
mujeres sólo podrán liberarse «pensando, actuando, trabajando y creando exactamente igual
que los hombres. En vez de menospreciarlos se considera su igual». Pero no está de
acuerdo con la idea de que las mujeres, aun teniendo el mismo estatus que los hombres
como seres humanos, sean diferentes y tengan su propia identidad. Su «Otredad» es real
pero no casa con la noción hegeliana del otro; su situación no siempre se debe a las
exigencias «activas» y «subjetivas» de los hombres. Son los «Otros» que aceptan, sin
saberlo, la subyugación como parte de su subjetividad [2].
Sartre
La opinión sartreana respecto al otro más conocida es aquella según la cual el otro (el
"prójimo") es alienante en tanto que es un objeto que a su vez objeta y objetiviza al ego;
esto se resume en la frase sartreana El infierno es la mirada del otro. Por el contrario,
para Merleau-Ponty el otro es el fundamento para la existencia del sujeto. Estas opiniones
antagónicas dieron lugar a la célebre "polémica Sartre vs Merleau-Ponty".
Otro (psicoanálisis)
Lacan por su parte hace una consideración del otro influido en gran medida por Sartre y por
Merleau-Ponty; en la polémica "Sartre versus Merleau-Ponty", Lacan ( debido a sus
investigaciones y experimentaciones -como aquella del estadio del espejo-) se aproxima a
la opinión de Merleau-Ponty. Sin embargo, existiendo una muda y mutua rivalidad entre
Lacan y Sartre ninguno de los dos reconoció los puntos en común que tenían en su
conceptualización del otro.
En Lacan el otro es al mismo tiempo el prójimo (cada otro sujeto por separado) y todo el
conjunto de sujetos que constituyen a la cultura y la sociedad desde el origen de la
humanidad.
En esa segunda consideración es que Lacan usa la palabra siempre con mayúscula inicial, y
en sus notaciones es representado mediante una A (inicial de la palabra
francesa Autre=Otro)*.
Sin embargo -opina Lacan- el sujeto cae en una falacia si cree que por recibir los
significantes desde el otro, el Otro le va a poder satisfacer en todo, le va a dar respuestas
para todo, el otro da significantes -considera Lacan- pero da
pocos significados (vulgarmente hablando: da pocas "explicaciones"), es por esto que a tal
aspecto del otro, Lacan, lo representa con una A tachada (tachada con una \).
Por lo demás al constituirse el ello de cada sujeto a partir del Otro, también resulta ser
el deseo instalado en cada sujeto un deseo proveniente del otro y dirigido hacia el otro, esto
se resume en el apotegma: el deseo es el deseo del otro.
El primer sujeto vicario o representante del otro para todo sujeto es su madre (Lacan suele
representarla con una "a" -de autre-), en las notaciones y matemas lacanianos debe evitarse
confundir esta "a" que representa a la madre del sujeto con el llamado objeto a. De la madre
en cuanto prójimo (próximo) primero de cualquier sujeto, se conforma la subjetividad
desde su deseo y ley, hecho que se plasma durante el estadio del espejo, sin embargo la
madre es un otro que -sin saberlo- sólo transmite parte de la información del otro (es decir
de todo el conjunto que es la sociedad y la cultura), más aún, la madre sólo será eficaz si
media entre ella y el infante la función paterna, función simbólica en la que la relación
diádica madre-hijo se abre a un tercero.
8. Subjetividad
Subjetividad y sociología
Sartre decía que la nada corroe al ser y sin quererlo o queriendo cayó en un siniestro, pero
según Kant todo sujeto cognosciblemente es igual y todos los fenómenos tienen un
principio de causalidad, desde mi humildad esta se asemeja mucho a la duda que ha
corroído por todos los seres de por qué somos diferentes-siendo iguales (analogía), no es
unívoco ni mucho menos pero entiendo al ser como narcisista con tan solo abrir un libro de
historia podemos llegar a la misma conclusión, el problema era ¿por qué lo era?
Subjetividad institucional
Subjetividad y Tecnologías
Sociedades disciplinarias
Se caracterizan por una lógica del poder basada en prácticas disciplinarias que se dirigen a
la creación de subjetividades. En las sociedades disciplinarias el individuo pasa
sucesivamente de un círculo cerrado a otro, de institución en institución (la escuela, el
cuartel, la fábrica, el hospital, la cárcel, etc.), en estas instituciones se llevan a cabo
acciones de moldeamiento y ductilización del cuerpo. Se inscriben en el sujeto una serie de
hábitos y normas que perduran más allá de los muros de la institución.
La tecnología disciplinaria se dirige a “encauzar conductas”, corregir, reducir las
desviaciones, es decir pretenden normalizar a todos los sujetos creando subjetividades
funcionales para el sistema. Las prácticas disciplinarias funcionan por medio de una
detallada estructuración del espacio y del tiempo de las relaciones entre los individuos, con
ayuda de procedimientos de observación jerárquica y de juicio normalizador.
2. Crea series. Los locos se agrupan por patologías, los convictos por delitos..., cada
individuo se define por el grupo al que pertenece. El efecto de esta distribución consiste en
ordenar multitudes. Para ello se usarán métodos como el examen, los test o la entrevista.
3. Gestiona la actividad de los individuos pautando estrictamente el empleo del tiempo.
5. Cada individuo ha de ser consciente de que es una pieza de un engranaje mayor. El
cuerpo del individuo es un elemento que se puede mover, colocar, articular, intercambiar,
sacrificar si el proyecto general lo exige, etc. Se vuelve un átomo: observable y manejable.
Sociedades de control
En las sociedades de control se instaura una nueva lógica basada en prácticas de control
abierto y continuo, este no requiere visibilidad y trasciende las barreras físicas.
En estas sociedades, el poder toma formas más sutiles e internalizadas, que se valen de las
aspiraciones y deseos, las identificaciones o la búsqueda de autorrealización. Los sujetos se
perciben como participantes activos de sus vidas, persuadidos para entrar en una alianza
entre objetivos y ambiciones personales y objetivos o actividades socialmente valorizados:
consumo, rentabilidad, eficiencia y orden social. Es decir, promueve en las personas
inquietudes, motivaciones y estilos de vida acordes con los de la sociedad.
Subjetividad Femenina
Por otro lado, Hugo Zemelman (1997) menciona que la subjetividad es un proceso
producente en el que se ponen en relación recíproca las prácticas culturales y sociales de un
momento histórico con las colectividades y las individualidades en su singularidad. Por lo
que toca a este trabajo, la subjetividad pasa de ser un resultado propiamente individual a un
proceso en el cual intervienen una serie de “prácticas discursivas concretas” (Weeks,
1993:283) que organizan la forma de hacerse y percibirse, en este caso, como mujeres de
una sexualidad específica.” Ahora bien, en palabras de Mabel Burin e Irene Meler la
subjetividad de las mujeres se centraba únicamente en la reproducción, así poder auto
confirmarse como sujetos, así pues, con la maternidad creaban las bases de su posición
como sujetos sociales y psíquicos. (Burin Mabel, 1998).
En la “mujer de la Ilusión”, la autora Ana María Fernández habla sobre el papel de la
mujer, ella explica que la subjetividad femenina se ve atravesada por 3 mitos los cuales son:
· Mujer = a Madre.
Ø Sobre el segundo punto es importante mencionar que es mediante el mito del amor
romántico las mujeres se constituyen bajo la idea de ser tuteladas y protegidas por un
hombre: “Esta subjetividad en clave sentimental... crea condiciones para un tipo particular
de dependencia por la cual ella espera tal vez demasiadas cosas del amor de un hombre”
(Fernández, 1993: 258).
Subjetividad y policontextualidad
Subjetividad entendida como policontextualidad, es un término que se debe a Gotthard
Günther y su escuela de cibernética de segundo orden, fundamento de la lógica
policontextual.
Referencias
1. ↑ «Immanuel Kant» |url= incorrecta con autorreferencia (ayuda). Wikipedia, la
enciclopedia libre. 18 de marzo de 2019. Consultado el 18 de marzo de 2019.
Bibliografía
· M. Foucault, (1975): Vigilar y Castigar, Madrid, Siglo XXI, 1977.
· M. Foucault, (2002) La hermenéutica del Sujeto. Buenos Aires, FCE, 2002.