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PARADIGMA PREMODERNO
Comprende las etapas de la antigüedad y edad media (SVI AC- SXVDC).
Tomaremos como referencia de dicho paradigma, a la Filosofía Antigua (SVI al IV AC),
particularmente la filosofía griega “por su valor fundacional”, ya que da origen, funda
la cultura occidental y el proyecto racionalista. La Filosofía es considerada como
“saber superior” que da respuestas a todos los interrogantes del hombre. Para los
griegos, la filosofía primera o metafísica estaba por encima del conocimiento sensible
o empírico.
Se concibe a la ciencia como un conocimiento racional, crítico y fundamentado
(episteme).
La Filosofía Griega se caracteriza por:
- El deslumbramiento ante los fenómenos naturales.
- El Interés por el ordenamiento del cosmos.
- La idea de que el hombre es parte de la naturaleza dotado de razón. Se
concibe al hombre como un:
ser constituido por alma y cuerpo.
ser que conoce.
En la Filosofía antigua o griega, haremos referencia de cómo Platón y Aristóteles
hacen referencia a las relaciones existentes entre el alma y el cuerpo y al
conocimiento.
Platón Aristóteles
El hombre es una dualidad alma -cuerpo El hombre es una unidad
alma y
cuerpo
Alma:
Idealismo Empirismo
Para finalizar esta referencia al paradigma premoderno, nos interesa mostrar a Platón
como el punto de partida de todas las posiciones idealistas, mientras que Aristóteles
es el iniciador del empirismo y de la postura naturalista, biologista y materialista en
Psicología.
PARADIGMA MODERNO
Este modelo epocal, según Pardo, comprende los siglos XVI- XVII hasta mediados
SXX. Consideramos sustancial describir las características de la cosmovisión existente
en esta época, ya que en ella se asientan los pilares del proceso de constitución de la
Psicología como ciencia. Al recorrer el entramado existente entre la Historia de la
Filosofía, la Historia de la Ciencia y la Historia de la Psicología, nos encontraremos
con los fundamentos epistemológicos que dan origen y sustentan los diversos e
incompatibles modos de explicación en la Psicología. Indagaremos, de modo histórico,
genealógico, la compleja configuración epistemológica que determina el surgimiento y
desarrollo de los distintos “discursos” que se disputan, hasta el día de hoy, la
“hegemonía” en el campo de la Psicología. Es trascendental, para introducirlos a la
Psicología, conocer, analizar los fundamentos epistemológicos a partir de los cuales
se ha construido nuestra actual concepción de la Psicología como ciencia y profesión.
Es en el Renacimiento y en la Modernidad donde se producen una serie de
hechos históricos trascendentales para la humanidad, para el pensamiento
humano. García Morente (2004) se refiere a tres en particular:
1. El método filosófico:
García Morente (2004) afirma que a partir del siglo XVI se produce “la segunda
navegación de la filosofía”. “La primera” se inicia con Parménides y sus inocentes
navegantes: Platón y Aristóteles. “La segunda navegación” es iniciada por Descartes
quien ha perdido la inocencia. Tiene detrás de sí un pasado filosófico aleccionador,
una experiencia previa, que no da respuestas a los problemas que van causando los
grandes sucesos acontecidos en esa época. Tiene que filosofar, no con el
deslumbramiento y curiosidad de los ingenuos griegos, sino con la cautela y la
prudencia del que ha presenciado un “gran fracaso” de siglos. Actitudes impuestas
inevitablemente por el lugar y el momento histórico en el que se encuentra. La
precaución de no reincidir en los “errores del pasado” es lo que imprime como sello
indeleble al pensamiento moderno. El derrumbamiento del aristotelismo pone en alerta
a los filósofos modernos quienes van a buscar la manera de no equivocarse; resuelven
hacer una investigación previa, preliminar, de preparación, que va a consistir en
pensar minuciosamente un método que permita evitar el error.
Garcia Morente (2004) expresa que el método filosófico griego (logos) que se
inicia con Sócrates, continua con Platón, Aristóteles y atraviesa toda la Edad
Media en la Escolástica, se caracteriza no por la intuición primaria de que se
parte, sino la discusión dialéctica con que la intuición ha de ser confirmada o
negada. Afirma que lo importante, en este método de los filósofos anteriores al
Renacimiento, consiste principalmente en el ejercicio racional, discursivo, en la
dialéctica, en el discurso, en la contraposición de opiniones, en la discusión de
los filósofos entre sí o del filósofo consigo mismo.
En cambio, a partir del Renacimiento y muy especialmente a partir de Descartes,
el método cambia completamente, y el acento va ahora a recaer, no tanto
sobre la discusión posterior a la intuición, sino en la intuición misma y los
métodos de lograrla. Es decir, que, si el método filosófico en la Antigüedad y en
la Edad Media se ejercita después de la intuición para afianzar, probar,
rectificar o depurar la misma, en la Edad Moderna pasa a ejercitarse
principalmente antes de tener la intuición y como medio para obtenerla.
García Morente (2004) señala que lo que caracteriza al pensamiento moderno
es que el problema del conocimiento se antepone al metafísico. Antes de
plantearse el problema metafísico se plantea otro problema previo: el de cómo
evitar el error; el del método que hay que descubrir para no cometer errores; el
de la capacidad que tiene el pensamiento humano para descubrir la verdad.
Las verdades que hasta ese momento eran irrefutables, se han revelado falsas.
Lo que le interesa al pensamiento moderno ahora es la indubitabilidad, es
decir, es que aquello que no puede ser puesto en duda, como ha sucedido en
cambio con las verdades obtenidas por el método aristotélico. Descartes
propone a la duda como método. La misma duda que ha desmoronado los
cimientos del pensamiento aristotélico, le sirve a él para construir el suyo. En
consecuencia, el pensamiento moderno en vez de debutar por la ontología, lo
hace por una teoría del conocimiento.
En la filosofía aristotélica, el conocimiento de las cosas se obtiene a través de
los conceptos. Nuestra relación con las cosas es mediata, porque está fundada
en un intermediario: el concepto. Entre la mente y las cosas existe el concepto
Un concepto es verdadero cuando lo que el concepto dice y lo que la cosa es,
coinciden. Por eso el conocimiento aristotélico era siempre discutible; porque
siempre cabía discutir si el concepto se ajustaba o no se ajustaba a la cosa. En
cambio, Descartes propone llegar a un conocimiento inmediato, es decir que no
se obtenga “por medio" del concepto, que nada se interponga entre el sujeto
que conoce y lo conocido. Afirma que lo único capaz de llenar estas
condiciones de inmediatez es el pensamiento mismo. Si yo retraigo mi interés y
mi mirada no a la relación entre el pensamiento y la cosa, sino a la relación
entre el pensamiento y yo; si tomo el pensamiento mismo como objeto,
entonces aquí ya no puede actuar la duda. Para Descartes la conciencia, el
pensamiento mismo, es indubitable. De este modo, hace un sustancial viraje
del centro de gravedad de la Filosofía: de las cosas al pensamiento. A la
pregunta de la metafísica: ¿qué es lo que existe?, ¿quién existe? Ya no
contesta: existen las cosas. Afirma que existe el pensamiento: existo “yo
pensando´, yo y mis pensamientos. De ahí el famoso axioma cartesiano:
“Pienso, luego existo”. Al respecto, García Morente (2004)expresa que el
problema y desafío para la Filosofía Moderna es abrumador: no tiene más
remedio que sacar del "yo" las cosas.
2. La relación alma-cuerpo:
Como ya lo señalamos anteriormente, Platón es el precursor de las posiciones idealistas
y Aristóteles el de las posiciones empiristas y materialistas en Psicología.
Ahora bien, a partir del siglo XVII Descartes, va a examinar y redefinir estas dos
posiciones, elaborando su propio y extraordinario sistema filosófico. En ese
sentido, sostiene la existencia de tres órdenes de realidad: Dios, el
pensamiento que es inmaterial e ilimitado y los cuerpos que están limitados en
el espacio
.
En relación al hombre, va a concebir al mismo en términos de dos sustancias:
- la sustancia pensante (res cogitans) que no ocupa lugar en el espacio, que es
inmaterial, ilimitada e indivisible. El pensamiento a través de la intuición y de
las ideas innatas proporciona los contenidos y procedimientos indubitables
para conocer la realidad.
- la sustancia que ocupa lugar en el espacio (res extensa), material, limitada y
divisible. Existe una realidad física a la que pertenecen la naturaleza, el cuerpo
humano, los animales. La misma se rige por leyes matemáticas, por lo tanto, es
cuantificable.
En las meditaciones metafísicas (libro escrito en 1641), Descartes hace
referencia, entre otras consideraciones, a las relaciones entre alma y cuerpo.
Puntualmente en la sexta meditación advierte que hay una gran diferencia
entre el alma y el cuerpo, ya que el cuerpo siempre es divisible por naturaleza.
En cambio el alma es indivisible, puesto que cuando la considero a ella o a mí
mismo en tanto que soy una cosa que piensa, no puedo distinguir en mí
ninguna parte, sino que veo que soy una cosa una e íntegra; y aunque el alma
parezca estar unida a todo el cuerpo, al cortar un pie o un brazo o cualquier
otra parte del cuerpo, conozco sin embargo que nada ha sido quitado al alma,
y tampoco se puede decir que las facultades de querer, de sentir, de
comprender, etc., sean partes de ella, porque es una y la misma el alma que
quiere, que siente, que comprende.
A la inversa, Descartes (2011) expresa que: “no puedo pensar ninguna cosa
corpórea o extensa que no pueda dividir fácilmente en partes con el
pensamiento, y por esto mismo sepa que es divisible”. Esto le basta para
considerar que el alma es diferente al cuerpo. Además, señala que el alma, en
relación al cuerpo, sólo es impresionada por el cerebro o quizá tan sólo por una
exigua parte de aquél (la glándula pineal) es decir, por “aquella en la que se
dice que está el sentido común”. Agrega, además, que cada uno de los
movimientos que se producen en la parte del cerebro impresionan de
inmediato al alma, a través de una sola sensación. Por otra parte, la
experiencia testimonia que así son todas las sensaciones que nos han sido
atribuidas por la naturaleza, y que por lo tanto nada se puede encontrar en
ellas que no testimonie la bondad y la potencia de Dios. Sin embargo, aclara
que no obstante la inmensa bondad de Dios, la naturaleza del hombre, tal
como está compuesto de alma y de cuerpo, puede ser algunas veces
engañosa.
Descartes (2011) manifiesta que el conocimiento de los fenómenos corporales y
del alma, genera una bifurcación, un dualismo psicofísico, entre lo fisiológico
y lo psicológico, es decir:
- Un conocimiento organicista, mecánico y biológico del hombre y
- Un conocimiento espiritualista, introspectivo del “alma humana”.
En consecuencia, en relación al hombre, existen dos clases de conocimientos:
- Unos engañosos, inseguros derivado de la experiencia, adquiridos mediante la
actividad sensorial y
- Otros certeros, precisos, innatos, independientes de toda actividad corporal.
Como consecuencia del dualismo psicofísico cartesiano, se producen
movimientos dentro de la comunidad de los filósofos modernos:
- Un sector se va a inclinar a investigar la res cogitans, las ideas innatas y la
intuición.
- Otro sector se va a dedicar a estudiar la res extensa, el conocimiento a partir
de los datos sensoriales y de la experiencia.