Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El término “pastoral” ha sido vinculado a la tarea bíblica del pastor o guía. En él convergen tanto los contenidos que la
evolución histórica de esta nación ha englobado en la teología pastoral, en la teología práctica, la pastoral del ministerio
ordenado o la acción pastoral de la Iglesia. Es preciso buscar los fundamentos bíblicos de este término.
El nacimiento y devenir de la Teología Pastoral está marcado por la influencia de las concepciones eclesiológicas de cada
momento. Puede apreciarse un paralelismo:
La noción eclesiológica de una Iglesia visible y jerárquica hace que la Teología Pastoral se centre en el pastor.
La eclesiología de Iglesia como sociedad perfecta, lleva a una Teología Pastoral al servicio de la institucionalidad.
La eclesiología influenciada por el romanticismo conduce a una Teología Pastoral orientada a la vida, a la comunión y a una
visión más dinámica.
El redescubrimiento de la animación eclesial por el Espíritu y de su fundamentación cristológica conduce a la Teología
Pastoral a relativizar el aspecto visible y jurídico de la Iglesia.
Ambas disciplinas repercuten conjuntamente en la vida eclesial y ambas disciplinas llegan a quedar ensombrecidas en
algunos momentos.
Las dos reflexiones teológicas, eclesiología y pastoral, suelen tener en sus inicios, poco nervio científico y una teología muy
restrictiva.
Ambas reaccionan por las polémicas apologéticas y por sus consiguientes reacciones.
El renacer de ambas se da cuando entran en contacto con la realidad que las circunda.
LA ÉPOCA DE LOS MANUALES DE PASTORAL
Después del Concilio Vaticano I, hay un periodo de unos 50 años de asimilación conciliar que produce dos fenómenos:
Estancamiento: no hay creatividad teológica ni pastoral. Hay un continuo repetir lo expresado por el concilio.
Opción: El concilio supuso la opción por las ideas eclesiológicas postridentinas, relegando la opción minoritaria
renovadora que procedente de Tubinga había sido presentada a consideración por el Colegio Romano.
El diálogo Iglesia-mundo no puede ser unidireccional. La Iglesia ofrece un mensaje de salvación, pero también escucha
una sabiduría que procede del mundo, no en orden a los temas de fe, pero sí en orden a los conocimientos del propio
hombre, de la sociedad y del mundo.
La eclesiología sacramental y la eclesiología de Pueblo de Dios se conjugan y dan un gran valor al laicado, descubriendo
en el sacramento del bautismo el origen de su identidad misionera.
La pastoral de conjunto supera parcialidades y crea sentimiento de unidad con su consiguiente potencial. La parroquia
ya no es una parcela cerrada y dedicada exclusivamente al culto, sino una entidad parcial de un todo eclesial al servicio
de una evangelización integral, en ocasiones previa al servicio cultual.
La celebración del Concilio Vaticano II contribuirá a consolidar estas mentalidades.