Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Notas complementarias 2
El CEREBRO TRIUNO
Existen muchas teorías acerca de cómo funciona nuestra mente y cómo el cerebro regula estos
procesos mentales. En las últimas décadas, los numerosos avances en neurociencia nos han
permitido descubrir nuevas maneras de comprender el cerebro y su funcionamiento.
En 1990, Paul MacLean planteó una estructura cerebral dividida en tres sistemas cerebrales
(comúnmente conocidos como los tres cerebros) interconectados entre ellos, definió cada
estructura y creó la conocida teoría del cerebro triuno.
La teoría del cerebro triuno o teoría de los tres cerebros de Mac Lean , surgió con el objetivo
de agrupar diferentes zonas neuronales según su función y en el orden de aparición evolutiva
(de los sistemas más primarios hasta aquellas estructuras más avanzadas y propias de los seres
humanos).
En esencia, la teoría de los tres cerebros plantea una novedosa manera de reagrupar nuestro
cerebro. Estos tres bloques o secciones son conocidas como:
Dichas secciones están conectadas entre ellas, pero a su vez funcionan de manera
independiente; por lo que se envían información constantemente a pesar de estar centradas
cada una en una función concreta.
Cada uno es adecuado para ciertas actividades en la vida, y muchas veces nuestros conflictos
se basan en la interferencia de uno con otro.
Esta es la parte más antigua del cerebro humano, allí se alojan nuestros básicos instintos
humanos. Como por ejemplo, los mecanismos de supervivencia, el deseo sexual, el
preservarnos del peligro y el procurarnos alimentos.
Este es el lugar donde se alojan nuestros sentimientos; es el lugar en el que nuestro cerebro
“fabrica y produce” las emociones. En el sistema límbico se produce el placer, la tristeza, la
alegría y la depresión; entre otros. Cuando un evento nos genera emociones placenteras,
generamos tendencia a repetirlos o a cambiar nuestro entorno para que se produzca de
nuevo; en cambio, si es todo lo contrario, recordaremos esa experiencia y evitaremos vivirla
otra vez.
Ésta es la parte del cerebro que se ha formado gracias a la evolución humana. Esta nueva
corteza cerebral nos permite pensar en el futuro y de manera abstracta. Nos permite
desarrollar una vida emocional más completa y mucho más compleja, con mayor consciencia
y controla las emociones. Desarrolla las capacidades cognitivas, memorización, concentración,
auto reflexión, automotivación, resolución.
Todos los seres humanos nos movemos en el mundo desde nuestros tres cerebros, y ante un
evento, en cuestión de micro segundos, uno de ellos predomina. Desde ese cerebro también
amamos, queremos ser amados, nos relacionamos con la personas.
Nuestro centro predominante no cambia a lo largo de la vida, sino que siempre será el puente
que nos una a nuestros mundos interior y exterior.
Imaginemos una caja que contiene tres globos hinchados y uno de ellos es mucho más grande
que los demás. Los otros dos tienen que adaptarse al espacio que les queda sin poder
desarrollarse ni alcanzar un tamaño igual al mayor de ellos. Nuestros tres centros vitales
actúan de la misma forma: aquel que predomina resta espacio a los otros, impidiendo que
fluyan normalmente y creando un desequilibrio interno que es muy recomendable revisar.
Tener como predominante uno u otro, centro no significa ser mejor en ese ámbito; sino
encontrarse atrapado en él. Por ejemplo: ser mental no quiere decir tener la capacidad de
pensar más o mejor, sino que hay un exceso de actividad intelectual que nos deja
«bloqueados» en él, impidiendo que esta función fluya de forma libre y sana.
Todos estos procesos suelen ocurrir a un nivel inconsciente, de ahí la importancia de
trabajarlos para darnos cuenta de qué partes de nosotros están funcionando de manera
desequilibrada.
Las personas de este centro se mueven y contactan con el mundo a partir del instinto (cuando
hablamos de instinto no nos referimos a una sensibilidad intuitiva sino a un plano más básico,
a las «tripas»). Su principal motor es el cuerpo, representado en este caso por la acción, que
les convierte en personas más reactivas que las de los otros dos centros. Su eje principal es
donde se encuentra su mayor bloqueo, pues tienden a actuar sin que la decisión de hacerlo
haya sido elaborada previamente a nivel mental.
Desconectados de los planos intelectual y emocional, les cuenta tener una visión profunda de
sí mismos, de cómo son y qué necesitan en realidad. Frecuentemente experimentan
confusión, una cierta niebla mental que les impide concretar o poner nombre a lo que les
pasa. Pueden ser personas de blanco o negro, todo o nada, bien o mal; con algunas
dificultades para apreciar los aspectos más sutiles de las cosas.
Las personas instintivas suelen ejercer mucha represión sobre sí mismas y sus emociones. A
un nivel inconsciente tienen (o tuvieron en la infancia) la sensación de no ser vistos ni tenidos
en cuenta, lo que les genera rabia y agresividad, que algunos muestran abiertamente y otros
de forma encubierta o pasivo-agresivo. Ante esta sensación de invisibilidad pueden adoptar
actitudes distintas: algunos se centran en la rigidez de lo que «debe hacerse», el
perfeccionismo, otros se hacen invisibles y se adaptan en exceso, otros se hacen notar de
forma abierta, otros se ocultan tras una coraza de dureza e invulnerabilidad… Todo ello les
hace moverse en dualidades de inacción-acción, dominación-sumisión o rechazo-atracción.
La energía de las personas que se identifican con este centro se encuentra concentrada en las
emociones. Su principal motor es el corazón, que les dota de una mayor sensibilidad
emocional que las hace tener las emociones más a flor de piel, mucho más a mano que las
personas mentales o instintivas.
Los emocionales confunden el ser con el parecer: están muy enfocados en buscar
reconocimiento externo y confunden su valía personal con la atención que reciben los demás.
Cuanta más atención, más queridos se sienten. Esta necesidad de reconocimiento viene de
una sensación de inseguridad profunda, de sentirse inadecuadas y poco queridas.
Creyendo que no serán amados si se muestran tal y como son, construyen una imagen con la
que esperan conseguir afecto. Algunos lo buscan desde la seducción, otros desde el ayudar,
otros desde la victimización o el conseguir éxito y ser eficaces… todas le dan mucha
importancia a su imagen ya sea externa (apariencia física, estatus social o laboral, etc…) o en
un sentido más personal (quedar bien, ser «buenas personas», especiales, interesantes,
imprescindibles, «diferentes»).
Las personas emocionales tienen muchas dificultades para distinguir sus emociones
auténticas (nacidas de su parte sana) de las «artificiales» o exageradas, que nacen de este
exceso de emocionalidad. Por esta razón muchas veces llegan a ahogarles, haciéndoles vivir
intensos altibajos.
Las personas mentales viven a través del intelecto. La mente es su principal motor y contacto
con el mundo exterior e interior, filtrando todo lo que perciben a partir de lo cognitivo. Han
confundido vivir con entender y buscan comprender las cosas como forma de sentirse
seguros.
Su emoción predominante es el miedo (consciente o no). Con frecuencia desarrollan
problemas de inseguridad y ansiedad a partir de su tendencia a estar pendientes del futuro,
preparándose a partir de estrategias y planes en busca de seguridad.
Sustituyen el hacer y el sentir por pensar. Se apoyan en exceso en la racionalización para
escapar de sus mundos emocionales e instintivos, a los que suelen ver como peligrosos,
descontrolados y «poco evolucionados». La desconexión y represión de los otros centros les
hace tener dificultades para pasar a la acción, tomar decisiones, confiar en los demás y en sí
mismos. Suelen evitar mostrar sus emociones al sentirse demasiado expuestos y
vulnerables al hacerlo. Pudiendo reaccionar de 3 formas: Aislándose de la gente, refugiándose
en estudios, investigaciones, desconectándose de él y de disfrutar o Buscando su seguridad y
mantener el control de las situaciones o haciendo y haciendo, planeando y planeando,
incansable, todo para evitar conectar con el dolor.