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Inteligencia Emocional
Alfabetización Emocional
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Inteligencia Emocional
¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA?
Por lo que podemos deducir que ser inteligente es saber elegir la mejor opción entre las que
se nos brinda para resolver un problema.
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Millones años más tarde evolucionaron el cerebro pensante o neo corteza y nuevas capas
claves que circundan y bordean al tronco cerebral formando el sistema límbico: cuando domina el
anhelo o la furia, trastornos por el amor o por el temor, es este el sistema que domina. Luego este
sistema originó dos herramientas poderosas que son el aprendizaje y la memoria.
Las estructuras límbicas generan sentimientos de placer y deseo sexual, las emociones que
alimentan la pasión sexual. El agregado de la neocorteza y sus conexiones con el sistema límbico
hicieron posible que surgiera el vínculo madre –hijo, que es la base de la unidad familiar.
Sobre la parte superior de la delgada corteza de dos capas – las zonas que planifican, comprenden
lo que se percibe, coordinan el movimiento – se añadieron varias capas nuevas de células
cerebrales que formaron la neocorteza. En contraste con la corteza de dos capas del cerebro
primitivo, ésta ofrecía una ventaja intelectual extraordinaria.
En nuestros días las estructuras límbicas se ocupan del aprendizaje y el recuerdo del
cerebro, y la amígdala es la especialista en asuntos emocionales, si la amígdala queda separada
del cerebro se produce lo que se llama “ceguera afectiva”
La amígdala actúa como depósito de la memoria emocional, además del afecto, de ella
dependen todas las pasiones. Los animales a los que se les ha extirpado la amígdala carecen de
miedo y furia, pierden la urgencia por competir y cooperar, y no tienen noción del lugar que ocupan
en el orden social de su especie.
Las lágrimas, una señal emocional singular del ser humano son desencadenadas por la
amígdala y por una estructura cercana, un abrazo, una caricia o cualquier otro tipo de consuelo
alivia estas regiones cerebrales, interrumpiendo los sollozos, sin amígdala no hay lágrimas que
deban ser aliviadas.
La mente emocional es mucho más rápida que la mente racional y se pone en acción sin
detenerse ni un instante a pensar en lo que está haciendo. Su rapidez descarta la reflexión
deliberada y analítica que es el sello de la mente pensante “el primer impulso es del corazón y no
de la cabeza”.
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También existe una segunda clase de reacción emocional, más lenta, deliberada y
consciente que fermenta en el pensamiento antes de conducir al sentimiento, son emociones más
complejas como la vergüenza o la aprehensión y tardan segundos o minutos en desarrollarse.
El cerebro está compuesto por dos hemisferios: el izquierdo maneja la lógica y todo lo
relacionado con ella, y el derecho tiene que ver con lo emocional.
Todas las personas tenemos un hemisferio dominante, pueden ser extremadamente lógicas
y otras extremadamente emocionales, por supuesto que el equilibrio pasa por la fusión conjunta de
ambos hemisferios.
Las personas con predominio del hemisferio izquierdo son lógicas, razonan todo, paso a
paso, se informan exhaustivamente antes de actuar y muchas veces no concretan lo que quieren
por exceso de razonamiento.
Las personas con predominio del hemisferio derecho son emocionales, intuitivas, poco
dadas a razonar, suelen sacar conclusiones por lo que sienten y no por lo que piensan.
Las personas con predominio del hemisferio derecho son emocionales, intuitivas, poco
dadas a razonar, en algunos casos extremadamente sensibles y perceptivas. Estas personas
suelen sacar conclusiones por lo que sienten y no por lo que piensan; pese a ello, cuando siguen la
voz de su intuición, generalmente no se equivocan.
HEMISFERIOS CEREBRALES
IZQUIERDO DERECHO
Reflexivo, números, matemático, Emocional, sentimientos, visualiza,
analiza, ordenado, racional, creativo, humorístico, figuras, alegre,
vocablos, serio, palabras, realidad, imágenes, fantasía, experimental,
teórico, lógico, paso a paso, artístico, global, valiente.
cuidados.
En oriente llaman al hemisferio izquierdo "El día", porque para las personas con este
hemisferio dominante, todo es claro bajo la luz de la razón; en cambio al hemisferio derecho lo
llaman "La noche", porque tiene que ver con la intuición, con lo que se siente, y no se puede
explicar a la luz de la razón.
Sin embargo, para la educación occidental, las personas con hemisferio izquierdo dominante
han sido hasta hace muy poco tiempo valorizadas como genios.
Del mismo modo las personas con hemisferio derecho dominante, donde están presentes
emociones y sentimientos, han sido desvalorizadas.
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Por ejemplo: es frecuente que entre dos hermanos, que están cursando la escuela primaria,
se destaque la lógica como un aspecto sumamente brillante de la personalidad de uno de ellos;
mientras que el otro, con el hemisferio derecho dominante, es desvalorizado por sentir más
emoción que razonamiento.
A la luz de recientes estudios e investigaciones, se sabe que una persona con hemisferio
derecho dominante, y por lo tanto con una personalidad tendiente a demostrar sus emociones,
tiene más posibilidades en áreas que requieren gran creatividad. Los ejecutivos de grandes
empresas en el mundo son personas con dominio de ambos hemisferios; es decir son lógicos y
emocionales, y la emoción -no hay que olvidarlo- complementa perfectamente a la razón. El trabajo
sincronizado de ambos hemisferios logra una perfección que permite a las personas vivir mejor,
con experiencias positivas de gran plenitud.
El cerebro humano conoce, acepta, y sobre todo resuelve, cientos de estados en miles de
situaciones diferentes. Es mucho más asombroso, impresionante y perfecto que la más sofisticada
computadora: es una lástima que sólo una minoría conozca la maravilla que tiene a su disposición,
para aprovechar mejor la vida.
La importancia de la inteligencia emocional radica en que se ha comprobado que personas
con alto cociente intelectual (CI) fracasaban en su vida afectiva, social o laboral, en tanto poseían
dificultades de adaptación, resolución de conflictos o logro de metas, mientras que otras, de
cociente intelectual menor, llegaban a conductas más exitosas y a un mayor bienestar general.
Durante largo tiempo, diferentes instituciones de salud, escolares y empresariales, han
evaluado a niños y adultos a través de tests de inteligencia, categorizándolos dentro de parámetros
mensurables. Así, un cociente intelectual entre 90 y 110 es catalogado como: inteligencia normal.
Por encima o por debajo de tal cifra, inteligencia superior o inferior, respectivamente. Sin
embargo, actualmente sabemos que una persona puede, por ejemplo, poseer un cociente
intelectual de 125 (superior a lo normal) y sin embargo, llevar una vida “mediocre”. Mientras que
otra, digamos con un cociente de 95 (inferior a lo normal) puede desarrollar una vida más plena.
Pero lo más interesante es que ambos coeficientes pueden complementarse, ya que las
emociones poseen gran influencia en el funcionamiento mental.
Frente a una misma situación que genere emociones negativas, digamos, por ejemplo
“bronca”, existirán diferentes respuestas según hablemos de una persona con coeficiente
emocional alto o bajo, a saber:
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Coeficiente emocional bajo:
Tales conductas, lejos de llevar a una resolución del problema, constituyen un daño para la
persona y para su entorno.
Maneja la situación adecuadamente, tomando cada obstáculo que se le presenta como una
oportunidad para su crecimiento personal.
Persevera en la resolución de las dificultades.
Enfrenta la situación de manera realista y positiva.
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¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?
Nuestras emociones, dicen, nos guían cuando se trata de enfrentar momentos difíciles y
tareas demasiado importantes para dejarlas sólo en manos del intelecto.
Cuando se trata de dar forma a nuestras decisiones y a nuestras acciones, los sentimientos
cuentan tanto como el pensamiento, y a menudo más.
Todas las emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la
vida.
EMOCION = MOVERE, el verbo latino “MOVER”
Norberto Levy en su libro “La sabiduría de las emociones” dice que del mismo modo que las
luces del tablero de un auto se encienden e indican que ha subido la temperatura o que queda
poco combustible, cada emoción es una luz de tonalidad específica que se enciende e indica que
existe un problema a resolver.
El miedo, la ira, la culpa, la envidia, etc. son señales, que alertan; cada una de ellas, nos
muestra un problema en particular y su función es remitir a este problema.
Por este motivo las emociones son aprovechadas completamente cuando uno aprende qué
problema específico detecta cada emoción y cuál es el camino que resuelve el problema detectado.
Cuando esto ocurre, uno se concentra en la resolución del problema y le agradece a la emoción
haber orientado la mirada en esa situación, por más dolorosa o inquietante que dicha emoción
pueda haber parecido al comienzo.
Solemos creer que las emociones son el problema, no es la emoción en sí lo que perturba
sino el no haber aprendido aún cómo leer y aprovechar la información que trasmite.
¿QUIÉN SIENTE?
El sentir es solamente tuyo. La persona siente con todo su ser. Ahora, si queremos utilizar el
diagrama didáctico de los Estados del Yo Padre – Adulto - Niño, diremos que el sentir es una
función del Niño; le corresponde al Adulto conocer la emoción y entender su mensaje y al Padre
otorgar el permiso para que pueda sentir, reconocer y expresar libremente. Cuando esta expresión
no se lleva a cabo se produce un estado de represión emocional.
Como la emoción es energía y ésta no puede ni crearse ni destruirse sino que sólo puede
ser transformada (primer principio de termodinámica) toda emoción que no se expresa por los
canales adecuados se las ingenia, se las rebusca para manifestarse por otros.
Cuanto más grande sea la represión que se ejerce sobre las emociones más tendrá el
cuerpo que “esforzarse” para hacernos entender que algo está pasando dentro de nosotros.
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Este es el principio de la psicosomática. Cada síntoma nos habla, metafóricamente, de
algún conflicto no resuelto, de emociones no reconocidas o no expresadas. Y si seguimos
ignorándolas sólo queda la enfermedad como recurso para que re-decidamos sobre lo que
estamos haciendo con nuestra vida.
Alfabetización Emocional
Carlos Sica
Carlos Sica, en su enfoque sobre Alfabetización Emocional sostiene que en mayor o menor
medida no hemos sido alfabetizados emocionalmente.
Para considerarse “alfabetizado” el sujeto debe poseer la habilidad de utilizar texto para
comunicarse. Y para ello -como mínimo- conocer y manejar instrumentalmente el alfabeto, es decir
conocer el abecedario para así poder configurar palabras, y con éstas oraciones.
Se reduce a menudo a la habilidad de leer y escribir.
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Continuando con la analogía, las vocales -en cuanto a las emociones- son:
De cada una de estas “Emociones Madre” se desprende toda una “Familia de Emociones” y
estados asociados. Dichas familias (conjunto de sentimientos que comparten la misma raíz) son
muy numerosas por eso en el cuadro que veremos a continuación el listado finaliza con un
etcétera, es decir que no se agotan con la enumeración que planteamos como referencia.
Del mismo modo si el registro es celos, también de la familia de la bronca, identificar ese
sentimiento nos permitirá reflexionar acerca del por qué del mismo y así encaminar nuestros pasos
hacia la elaboración y resolución de tal vez… una baja autoestima.
FAMILIA DE EMOCIONES
(Me siento…)
ALEGRE
AMADO
DESEADO, etc.
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TRISTE
CON BRONCA
CON MIEDO
DESESPERADO, etc.
Es importante también registrar cuál fue la causa que desencadenó dicho sentimiento, ya
que no siempre ligamos lo que sentimos con la secuencia previa que, como proceso, nos condujo a
este sentir aquí y ahora.
Podemos sentir bronca y creer que es sólo bronca. Pero quizás si exploramos un poco más
dentro nuestro, nos demos cuenta que detrás de esa bronca existe un profundo dolor. Dolor por
alguna situación que pudo hasta haber pasado casi inadvertida. Así podremos ir desanudando a
través de esa punta del ovillo, el nudo que se impone asfixiándonos, paralizándonos o
produciéndonos algún otro efecto nocivo para nuestro crecimiento.
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Expresarlo de manera adecuada.
Esto es, expresarlo a quién corresponda, cuándo corresponda, dónde corresponda y cómo
corresponda.
Expresar algo de manera clara y directa, no es tarea fácil. Contamos con un programa
mental (alimentado por creencias, mandatos, prejuicios, deseos) que se reactiva en cada situación,
es nuestra materia prima. De ahí que muchas veces funcionamos (consciente o
inconscientemente) según un patrón fijo que nos lleva a jugar determinados roles, que quizá nos
fueron útiles allá y entonces, cuando éramos niños, pero que hoy, ya adultos, no nos sirven.
A veces se torna difícil resolver cuestiones conflictivas porque se cree que a tal problema,
corresponde determinada solución, como si ésta fuera algo lineal.
Cada niño nace en una familia de configuración única, con sus propias normas y estilos.
Dicha configuración va moldeando su aparato psíquico con su intrínseco coeficiente
emocional. Niños que han recibido una buena dosis de aprobación y estímulo de parte de sus
padres, esperan de adultos tener éxito en los pequeños desafíos de la vida. Contrariamente,
aquellos otros que se han criado en hogares tristes, caóticos o negligentes, esperan fracasar.
Una mamá que da continencia adecuada a su bebé, que lee sus demandas y las satisface a
través de un buen feedback, sin caer en excesos de gratificación o frustración ( lo cual conduciría a
patológicas conductas futuras), está preparando un camino fértil para un buen desarrollo del
coeficiente emocional del niño.
La sintonía emocional entre dos personas abre puertas. Algunas personas son naturalmente
más empáticas que otras, pero ello no invalida que podamos desarrollar dicha capacidad a través
de cierto entrenamiento. El acompasar empáticamente a otros implica armonía entre qué decimos y
cómo lo decimos.
Muchos maestros en Teoría de la Comunicación, a través de investigaciones, llegaron a la
siguiente conclusión:
COMUNICACIÓN (100%)
Tono de voz Palabras Lenguaje corporal
38% 7% 55%
Todas las emociones son beneficiosas porque todas nos cuentan qué nos está pasando.
Algunas son agradables y las más, desagradables. Muchas personas no reconocen lo que sienten
o no lo expresan porque no han tenido ni modelo ni permiso de sus padres para expresarlas. Esta
es la razón por la que las personas las bloquean derivando su energía hacia otros lugares.
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La inteligencia emocional como la habilidad (esencial) de las personas para atender y percibir
los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos
adecuadamente y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás.
* No someterlas a censura. Las emociones no son buenas o malas, salvo cuando por
nuestra falta de habilidad hacen daño, a nosotros o a otras personas.
* Permanecer atentos a las señales emocionales, tanto a nivel físico como psicológico.
* Designar de forma concreta los sentimientos y señalar las sensaciones que se reflejan
en nuestro cuerpo, en lugar de hacer una descripción general apoyados en un “Sentimiento
Madre” ("estoy triste", "estoy con bronca”)
"Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades
de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que
favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su
vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el
trabajo y pensar con claridad".
Dr. Daniel Goleman
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positivas; aprendiendo a evaluar el 'costo emocional' de situaciones y acciones; desarrollando
destrezas sociales, forjando y manejando relaciones con clientes, proveedores, colegas, etc.;
realizando un plan de aplicación en el terreno de nuestra esfera de influencia empresarial y laboral,
extendiéndolo a la vida familiar y social.
Desarrollar la inteligencia emocional no es fácil en los tiempos que corren, en una sociedad en
donde lo que sentimos va en último lugar, pero es necesario proponernos en principio en pequeñas
cosas cotidianas trabajarnos y registrar qué sentimos, qué pensamos con respecto a lo que
sentimos y qué hacemos con eso que sentimos y pensamos, ya que si trabajamos con otras
personas es necesario nuestro crecimiento personal, si yo no me meto en el barro cómo voy a
hacer para acompañar a otro a meterse, no puedo salir de algo si primero no me metí, y eso es
necesario para acercarnos lo más posible hacia la salud, de esta manera podremos acompañar a
otros a recorrer estos caminos.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
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